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1. INTRODUCCIÓN
Quieren quererse.
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muchos de ellos pasan el tiempo solos, o con un adulto que les cuida
pero que no comparte ese tiempo con ellos, o con la televisión, las vi-
deoconsolas o Internet, ejerciendo el rol de cuidador-vigilante del niño.
Hemos de añadir la concepción protectora sobre la infancia que,
como sociedad, hemos desarrollado en los últimos años del pasado si-
glo, dándose un vuelco a la concepción de los menores como «propie-
dad» exclusiva de sus progenitores pasando a una visión de los mismos
como personas con derechos que, por su situación de inmadurez, han
de ser protegidos por encima de cualquier cosa, incluso de los propios
derechos de sus progenitores (Holt, 2013), dejando a estos últimos en
situación de indefensión ante las instituciones públicas en los casos en
los que la VFP emerge.
La mayoría de los padres y madres se ven incapaces de poder
denunciar a su hijo o hija violentos, con lo que se encuentran con
escasos servicios y estos, en muchas ocasiones, quedan fueran de su
alcance ya que apenas existen recursos públicos que no estén relacio-
nados con la Justicia.
2. CARACTERÍSTICAS CLÍNICAS
Una patología del amor.
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Componentes de la VFP
Eckstein (2004), trabajando con madres y padres víctimas de la
misma, recoge su percepción de la gravedad de los mismos.
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Epidemiología
Datos de la Fiscalía General del Estado (2014):
Violencia doméstica
Delincuencia juvenil. % respecto al total de
hacia ascendientes y
Casos incoados casos incoados
hermanos
89756 4659 5,19
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Las familias
La posibilidad de que aparezcan conductas violentas en un entor-
no tan íntimo se debe a que frente a nuestros familiares somos más
espontáneos, y el carácter privado de la relación nos protege de la ex-
posición de las conductas inadecuadas que podamos desarrollar dentro
de la misma (Gelles y Straus, 1979; Díaz-Aguado, 2004; Roperti, 2006).
Si hacemos un análisis más exhaustivo del tema en las sociedades
occidentales vemos que las limitaciones a las familias nos devuelven
a que estamos sobrestimando el poder real que puedan tener con
relación a sus hijos. Por el contrario, subestimamos el poder que los
menores tienen y cómo lo puedan ejercer (Holt, 2013).
Existe una tercera victimización que se experimenta cuando los
padres, cansados de sufrir, sienten que ya no pueden más, que no
quieren a sus hijos incondicionalmente, como se debería quererlos,
produciendo emociones encontradas y la percepción de ser un padre
o madre desnaturalizado (Holt, 2013).
La mayor parte de la investigación confirma que el haber sido
testigo de violencia entre los progenitores y/o haber sido víctima de
la misma es un factor de riesgo destacado y, en el caso de los hijos
varones, un factor de modelado de su conducta en su relación con
las mujeres a las que en cierta medida se las considera débiles y de
alguna manera propiedad de los hombres. Las hijas también aprenden
esa debilidad materna y se sienten avergonzadas, quieren separarse de
sus madres y de esa imagen de debilidad que transmiten a través de
la agresión (Ulman y Straus, 2003).
Muchos de los padres y madres de estos adolescentes son padres
añosos (Harbin y Madden, 1979; Pereira y Bertino, 2009).
En cuanto a la clase social a la que pertenecen estas familias, no
se encuentra una específica de referencia. El estatus socioeconómico
no es un factor diferenciador (Cottrell, 2004; Coogan, 2011).
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Aspectos socioculturales
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Mujeres Varones
USO TERAPÉUTICO
menores % menores %
Antipsicóticos 35,7 35,6 Control de la agresividad
Derivados anfeta- 11,1 39,3 TDAH
mínicos
Estabilizadores del 35,7 16,1 Manejo de la impulsividad
ánimo
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Mujeres Varones
USO TERAPÉUTICO
menores % menores %
Antidepresivos 19,6 15,8
Ansiolíticos e hip- 59,3 38,1
nóticos
75 % de los casos modificación de la pauta disminuyéndose la dosis. 33% sus-
pensión del tratamiento.
10% instauración de tratamiento de novo (hipnótico).
3. TEORÍAS ETIOLÓGICAS
Entrevista clínica
La entrevista englobará aspectos propios del menor y del entorno
familiar, y que no necesariamente han de estar ligados al problema de
la VFP, como pueden ser los recursos de afrontamiento, nivel de apoyo
social, expectativas, etc.
Cuestionarios estandarizados
• Evaluación multifactorial y multisintomática
BASC: Behavior Assessment System for Children (Reynolds y Kam-
phaus, 1992). Evalúa numerosos aspectos del comportamiento y la
personalidad del adolescente, midiendo tanto dimensiones positivas
(adaptativas) como negativas (clínicas).
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Intervenciones familiares
Es el más aconsejable en la mayoría de las situaciones, puesto que
permite evaluar el conflicto en su conjunto e incidir sobre todas las
partes. El que todos acudan y se impliquen en el tratamiento permite
valorar en el otro el esfuerzo por mejorar un conflicto del que todos
forman parte.
Tratamiento centrado en aspectos relacionados con la imposición
y cumplimiento de normas y límites, con la afectividad, con el control
de impulsos y agresividad, con habilidades inadecuadas de comunica-
ción, etc. Además de fortalecer y diferenciar el rol parental del de los
hijos, junto con el incremento de la percepción de apoyo al o a los
progenitores.
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Apreciaciones terapéuticas
1. Detectamos resistencia al cambio por parte de los progenitores.
2. A raíz del trabajo terapéutico con la familia emergen dificultades
que aconsejan la intervención individualizada con alguno de sus
miembros.
3. Las familias acuden a nosotros tras un largo recorrido por dis-
tintos profesionales y recursos.
4. Los diagnósticos previos más frecuentes con los que acuden a
nosotros son, en los hijos: trastorno negativista desafiante, TDAH
y trastornos de personalidad (antisocial o límite). En los padres
y madres se dan con mayor frecuencia trastornos depresivos y
ansiosos.
5. Las principales dificultades que nos encontramos están relacio-
nadas con la adaptación a la etapa de la adolescencia, el manejo
de los límites, la comunicación, saber ponerse en el lugar del
otro y expresar emociones de forma adecuada.
6. En la mayoría de los casos los adolescentes ejercen violencia
(verbal, material, económica, psicológica y física) avanzando en
la escalada frente a la ausencia de límites claros por parte de
los adultos responsables.
7. En una gran proporción se ve afectado el ámbito académico, pre-
sentando bajo rendimiento, faltas a clase y conductas disruptivas.
8. Suelen juntarse con un grupo de iguales conflictivo con el que
inician el consumo de tabaco, alcohol y cannabis.
9. Encontramos que un 20% de ellos han cometido pequeños deli-
tos (hurtos, actos de vandalismo, tenencia de estupefacientes…).
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• Proceso terapéutico
1. La evolución del proceso terapéutico depende de la evolución
que sigan tanto los progenitores como los menores. Si alguna
de las partes no se implica o no evoluciona, es difícil que la
situación mejore significativamente. Quizás sea más necesario
el cambio en los padres, pues son los que luego tienen más
opciones de mantener el equilibrio en sus hogares.
2. El gran número de menores adoptados que han pasado por
Campus Unidos permite apreciar que existen ciertas característi-
cas propias de los mismos tales como: problemas de vinculación
(por exceso y por defecto), una mayor dificultad en el logro de
identidad al preguntarse por sus familias de origen, una mayor
sensación de culpabilidad al atribuir tanto los padres como ellos
a factores genéticos sus problemas conductuales, sentimientos
de soledad, miedo continuo al abandono, padres defraudados
en su proceso de paternidad, motivaciones narcisistas en los
deseos de paternidad de los padres que terminan en frustración.
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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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