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EN EL CONTRATO DE COMPRAVENTA
DOCTRINA
Lo prudente es suponer que nadie tiene completamente razón, ni que nadie deja de tenerla por
completo (Herbert Spencer)
SUMARIO:
Olvidan quienes así piensan que el derecho busca ordenar la vida humana y, en tal sentido,
como acertadamente lo expresa Díez-Picazo el derecho patrimonial "puede ser considerado
como aquella parte del Derecho Civil, que comprende las normas y las instituciones a través de
las cuales se realizan y ordenan las actividades económicas del hombre" (el subrayado es
nuestro).
El derecho contractual, que forma parte del derecho civil patrimonial, regula las actividades
económicas del hombre, cuyo momento esencial es el intercambio de bienes y servicios, así
Orlando Gómes señala que el contrato fue y continúa siendo, "uma <> para jurisdicizar
operaçôes econômicas".
En efecto, en los primeros estadios históricos el hombre se esfuerza por producir bienes para
satisfacer sus propias necesidades (autoabastecimiento).
A medida que progresan las culturas y se diversifican los bienes que producen los distintos
grupos humanos, surge la necesidad de obtener bienes que algunos otros grupos tienen y
otros carecen. Se comienza así a establecer relaciones de intercambio con otros grupos. De
esta manera aparece el trueque "no solamente de una cosa por otra (el viejo do ut des de los
romanos), sino también de cosas por servicios, o incluso intercambio de servicios (es decir el
resto de los contratos que los romanos llamaron innominados: do ut facias, facio ut facias, y
facio ut des)".
Sin embargo, estos intercambios son extremadamente complejos. Así, por ejemplo, si Primus
produce camotes y necesita arroz, tendrá que buscar a quién esté dispuesto a cambiar arroz
por camote, o, en todo caso tendrá que realizar una compleja secuencia de permutas, en el
transcurso de la cual tendría que intercambiar bienes respecto de los cuales no tiene un interés
inmediato.
Asimismo, cuando el intercambio no se realizaba de manera simultánea (ej. entregar arroz y
esperar la cosecha de papas), entonces era difícil que éste se produjera dado que siempre
existía el temor de la parte que cumple en primer lugar que la otra no lo hiciera.
Esto significa que para realizar un intercambio en el mercado es necesario saber quién es, con
quién hay que tratar (en nuestro ejemplo, saber quién desea camotes); informar que uno desea
entablar negociaciones y los términos de las mismas (ej. informar que uno desea arroz); llevar
a cabo conversaciones que conduzcan a un acuerdo; redactar el contrato; supervisar el
cumplimiento de los términos del contrato, etc. Como señala Coase "A menudo, estas
operaciones son muy costosas y, en cualquier caso, lo suficientemente costosas para impedir
muchas transacciones...".
El dinero es un instrumento que permite reducir los costos de transacción. En una sociedad
donde existe el dinero, un agricultor, por ejemplo, vendería su producción de maíz a cambio de
dinero, con el cual podrá adquirir alimentos, vestidos, maquinaria, etc. En una sociedad sin
dinero, ese mismo agricultor tendría que realizar una compleja secuencia de permutas. Como
señala Bowles: "Il coste di tali negoziazioni con altri compratori e venditori sarà generalmente
più elevato rispetto a quello di una contrattazione in moneta". Más adelante, el mismo autor
agrega "Nelle economie di mercato, i beni e i servizi sono generalmente (anche se non
necessariamente) scambiati con denaro, il quale rappresenta generico potere di acquisto. Il
denaro è uno strumento che consente agli operatori comerciali di minimizzare il numero delle
operazioni contrattuali attraverso le quali devono procedere nel passare da un'iniziale dotazione
di beni o servizi a qualche soluzione finale preferita".
Otro problema que se presenta en una economía de trueque es el determinar, al realizar una
transacción, cuántas unidades de cierto bien son necesarias para ser intercambiadas por
determinada cantidad de unidades de otro bien; es decir, por ejemplo, ¿cuántas kg. de camotes
se deben entregar a cambio de 10 Kg. de arroz?
Esto hace necesario la existencia de un bien que sirva de unidad de cuenta, así "...el bien
elegido se convierte en un común denominador o medida común de valor, en términos del cual
estimamos los valores de los otros bienes, de tal manera que sus valores se vuelven capaces
de la más fácil comparación". El dinero permite expresar todos los precios en una misma
unidad.
Esto explica la importancia adquirida por el contrato de compraventa dentro de una economía
con dinero, en este sentido afirma Wayar "La compraventa pasó a ser el más importante de los
contratos de cambio, constituyéndose en el punto de apoyo sobre el cual se mueve el mundo
económico".
La doctrina jurídica ha reconocido que la relación obligatoria está compuesta por una serie de
elementos: los sujetos, el vínculo jurídico y el objeto. Para que exista una relación obligatoria es
necesario que sus elementos tengan cierto grado de determinación que haga posible su
ejercicio.
Sin embargo, debe advertirse con Moisset de Espanés que no debe identificarse la exigencia
de determinación con la "individualización actual". Bastará en muchos casos, la existencia de
datos que permitan determinar los elementos de la relación al momento de ejecutar la
prestación.
Respecto al objeto de la relación obligatoria, es necesario ante todo, aclarar una cuestión
terminológica. Para algunos autores el "objeto" son las cosas o servicios y la "prestación" es la
conducta o comportamiento del deudor a través del cual se proporcionan esas cosas y
servicios.
La relación obligatoria de compraventa está compuesta por dos vínculos jurídicos recíprocos,
cuyo objeto está dado por prestaciones de dar; así, dar la cosa y dar el precio. En tal sentido, el
objeto inmediato es la conducta que consiste en entregar y el objeto mediato es la cosa y el
precio, respectivamente.
De conformidad con el inciso 3o. del artículo 219 del Código Civil el acto jurídico es nulo
cuando el objeto es indeterminable; es decir, que la relación jurídica no se creará si las partes
no han establecido datos suficientes para que, al momento de la ejecución, sea posible la
individualización del objeto.
En las relaciones obligatorias con prestación de dar, el objeto mediato puede ser: a)
determinado en su "individualidad" (dar bienes ciertos); o b) determinado solamente en género
y cantidad (dar bienes inciertos: fungibles o no fungibles)
Como bien advierte Moisset de Espanés "podemos decir que hay objeto 'determinado', tanto en
la hipótesis de que desde el primer momento se lo ha 'individulizado', como en los casos en
que sólo se han dado elementos suficientes como para que con posterioridad, y antes de
cumplirse la prestación, se pueda proceder a 'individualizarla'. Es menester, por tanto, distinguir
entre la 'individualización', y la 'determinación'; la falta de individualización impide el pago, pero
la obligación existe, y si el objeto está determinado, siempre será posible, llegado el momento
oportuno, individualizarlo y cumplir. En cambio, si falta la determinación, no hay objeto, ni
relación jurídica obligatoria". El artículo 1142 del Código Civil peruano establece que "Los
bienes inciertos deben indicarse, cuando menos, por su especie y cantidad".
Lo que caracteriza a las obligaciones genéricas es que la cosa o servicio objeto mediato de la
relación obligatoria está determinado por la pertenencia a un género. Como señala Sánchez
Calero "La cosa debida no ha sido pensada y designada en su individualidad, sino sólo por los
caracteres que determinan su pertenencia a un género".
Resulta claro, entonces, que el género debe estar determinado o ser determinable para cumplir
el requisito del inciso 3o. del artículo 219 del Código Civil.
El criterio que permita fijar la extensión del género (para apreciar la determinación o
indeterminación del objeto) debe ser económico, como apunta Grosso "...è el comune
apprezzamento, fondato sulle esigenze della vita economica, che è soprattutto guida nello
stabilire se dalla designazione contenuta nel negozio, o dai criteri in esso fissati, risulta una
sufficiente determinazione della prestazione, cosicchè si possa ammettere l'esistenza di un
vincolo obbligatorio".
Respecto a la cuantía Beviláqua señala "O gênero só por si nâo contém determinaçâo
suficiente. Se alguém promete dar açúcar, sem, ao menos dizer quantos quilos, nada
prometeu". En tal sentido, dentro de la linea de pensamiento del jurista brasilero, sería
necesario al constituírse la relación obligatoria, la determinación del género y de la cantidad,
caso contrario habría indeterminación del objeto y, de acuerdo con el inciso 3) del artículo 219
del Código, el negocio constitutivo sería nulo.
Para el Código argentino (primera parte del artículo 1171), en cambio, "la cantidad se reputa
determinable cuando su determinación se deja al arbitrio del tercero", Wayar al respecto dice
"...podemos afirmar que siempre que las partes hayan previsto la forma o el procedimiento para
determinar la cantidad, el contrato será válido; no sólo mediante la designación de un tercero
se salva la indeterminación de cantidad, sino que basta que exista una manera que evite una
nueva convención para que el contrato sea válido".
Nosotros compartimos plenamente lo señalado por Wayar; es decir, no creemos que la cuantía
deba estar determinada al momento del nacimiento de la relación obligatoria, basta que sea
determinable. Así, nada obsta, por ejemplo, que las partes dejen al arbitrio de un tercero la
determinación de la cantidad (peso o medida), tal como se desprende de los artículo 1407 y
1408 del Código Civil.
Respecto al precio no es necesario que esté <> desde el momento que se contrae la relación
obligatoria sino basta que sea <>.
Un supuesto excepcional es el contemplado en el artículo 1547 del Código Civil que señala lo
siguiente:
La norma transcripta encuentra aplicación en el caso que las partes no hubieran determinado el
precio ni hubieran convenido la manera de determinarlo.
De acuerdo al modo de determinación del precio, Cottino y Grecco distinguen los siguientes
tipos de precio:
En nuestro Código Civil, el precio puede ser determinado por las propias partes o por un
tercero designado por ellas. El precio puede ser fijado de la siguiente manera:
Se considera también suma determinada cuando se fija una suma por unidad de medida, por
ejemplo, S/ 10,000 por metro cuadrado.
De conformidad con el artículo 1545 del Código Civil: "Es también válida la compraventa si se
conviene que el precio sea el que tuviere el bien en bolsa o mercado, en determinado lugar y
día".
La doctrina admite que la fijación del precio sea por referencia a otra cosa cierta. Así, por
ejemplo, fijar la renta de una finca en el valor de cierta medida de trigo.
"Es lícito que las partes fijen el precio con sujeción a lo dispuesto en el primer párrafo del
artículo 1235".
"No obstante lo establecido en el artículo 1234, las partes pueden acordar que el monto de una
deuda contraída en moneda nacional sea referido a índices de reajuste automático que fije el
Banco Central de Reserva del Perú, a otras monedas o a mercancías, a fin de mantener dicho
monto en valor constante".
Aparentemente nuestro legislador asimila una hipótesis de determinación del precio (fijación
por referencia a otra cosa cierta) a una "cláusula de estabilización". Así, Castillo Freyre
comentando el artículo 1546 dice: "...no vemos ningún inconveniente en pactar un contrato de
compraventa, sujetando el monto del precio a los índices de reajuste que fija el Banco Central
de Reserva del Perú; es más, resulta adecuado para preservar el valor de la prestación a
ejecutar por el comprador".
Al respecto Moisset de Espanés advierte que "...con frecuencia la mayoría de la doctrina, tanto
nacional como extranjera, suele hablar de las cláusulas que fijan el precio con relación a una
mercadería, como si se tratase de 'cláusulas de estabilización', destinadas a corregir la
depreciación monetaria...".
En efecto, lo que dispone el primer párrafo del artículo 1235 es la posibilidad de las partes de
mantener constante el valor adquisitivo de la moneda nacional sujetándola a índices de
reajuste automático fijados por el Banco Central de Reserva, a otras monedas o mercancías.
Adviértase que dicha norma presupone haber ya determinado la suma debida, cuyo monto se
pretende mantener constante ("...las partes pueden acordar que el monto de una deuda
contraída en moneda nacional...").
Moisset de Espanés distingue las cláusulas de actualización en: "estabilizantes" que procuran
corregir la obligación para adecuarla a la variación del valor adquisitivo de la moneda y las
"fluctuantes" que vinculan el precio a pagar con el valor de una mercadería, cuyas variaciones
responden a su demanda en el mercado.
Debe notarse en las cláusulas de actualización fluctuantes, las variaciones, en principio, son
independientes a la depreciación dineraria, así, por ejemplo, el precio del algodón puede subir
como consecuencia de una plaga.
El artículo 1234 del Código Civil peruano consagra el principio nominalista cuando señala que:
"El pago de una deuda contraída en moneda nacional no podrá exigirse en moneda distinta, ni
en cantidad diferente al monto nominal originalmente pactado". Esto significa que el cambio de
valor del dinero durante la vigencia de la relación obligatoria no la afecta. Pero debe advertirse
que ello presupone que las partes hayan "fijado" el monto de la deuda.
Con las cláusulas de estabilización dicho monto fijado por las partes se mantendrá en valor
constante; es decir, se estabiliza el valor adquisitivo de la moneda, de tal manera que el
acreedor recibe una cantidad dineraria distinta a la inicialmente pactada, pero donde se
mantiene "estable" su valor.
Veamos un ejemplo. Juan, propietario de una embarcación pesquera, la arrienda a Pedro, que
piensa explotarla; la renta se fija en el valor de 1 tonelada de bonito, tomando en cuenta las
características de la nave. Esta forma de fijar el precio provocará que la renta ("precio del
arrendamiento") fluctúe, junto con las variaciones de precio que experimente el precio del
bonito. Las cláusulas de actualización fluctuantes tratan que los riesgos sean compartidos por
ambas partes, de tal manera que, si el mercado es favorable, tanto el arrendador como el
arrendatario obtendrán mayores ganancias (uno por la renta y el otro por las ventas). Si, en
cambio, hay depresión en el mercado del bonito, ambos soportarán el áleas del menor ingreso.
Como bien señala el profesor argentino "Estas cláusulas, <> la prestación en cada período de
pago, pero no estabilizan su valor, sino que tienen un carácter netamente aleatorio (o
fluctuante), y se encuentran al margen del concepto de las <> vinculadas a los procesos
inflacionarios".
En relación a la inflación, algunos economistas han considerado que "la indexación conlleva un
mecanismo que la acelera y apunta siempre a inflaciones más degradantes".
Igualmente, Ives Granda Da Silva Martins explicando la experiencia brasilera señala "...que la
corrección monetaria al haber sido aplicada a todos los sectores de la economía y de la vida
nacional pasó a ser un elemento de estímulo a la inflación. Así, de remedio que fue en su
comienzo pasó a producir el efecto contrario".
Esto ha llevado a la doctrina argentina más reciente a diferenciar las cláusulas estabilizantes de
las fluctuantes o aleatorias.
Entre las cláusulas estabilizantes se pueden mencionar: la cláusula oro, la cláusula valor oro, la
cláusula valor moneda extranjera y la cláusula escala móvil; éstas buscan actualizar la
prestación dineraria pero estabilizando su valor de cara a los procesos inflacionarios.
Las cláusulas fluctuantes también actualizan la prestación pero no buscan la estabilización del
valor de la moneda. Ellas están al margen del proceso inflacionario (del riesgo de la
depreciación del dinero) sino más bien están referidas a la fluctuación del precio de las
mercaderías en el mercado (problema relativo a la oferta y demanda de los bienes y servicios).
Esto sucede, por ejemplo, cuando la retribución en un contrato de obra se fija en relación al
costo del cemento o del fierro; o cuando el precio en el suministro de fideos se fija en relación
al costo de la harina.
Debemos tener en cuenta, como señala Pejovich, que "La inflación es un aumento del índice
de precios formado por los precios individuales de bienes y servicios. Recordaremos que los
precios individuales cambian en respuesta a los cambios de la demanda y la oferta (es decir, a
los cambios de los gustos y de los costos de producción). Tales cambios de los precios
individuales no constituyen la inflación. Todos los días, algunos precios suben y otros precios
bajan. La inflación significa el aumento del promedio ponderado de todos los precios". La cita
transcripta nos permite apreciar que las variaciones del precio de un bien o servicio en el
mercado no implica, necesariamente, estar frente a un proceso inflacionario.
Las cláusulas fluctuantes son adecuadas cuando ambas partes están dispuestas a compartir
los riesgos de la contratación; esto es cuando asumen los riesgos derivados de la fluctuación
del precio en el mercado relativos a las actividades propias de los contratantes.
En las deudas de valor (u obligaciones de valor) "...se debe un valor y este valor es distinto al
nominal, de manera que, para los efectos de su pago, se precisa de una ulterior liquidación de
la deuda para determinar su valor al momento del cumplimiento...". Así, se ponen como
ejemplo, entregar el valor de una cosa perdida o destruída, la deuda de alimentos, el
resarcimiento de daños y perjuicios.
Esto significa que en las deudas de valor (u obligaciones de valor) el monto a pagarse no está
determinado hasta el momento del pago, como señala Banchio "...en las obligaciones de valor,
su cumplimiento sólo es posible a través de una previa estimación pecuniaria de dicho valor,
cuyo monto definitivo debe adecuarse al poder adquisitivo que la moneda tenga al momento de
la extinción".
La Doctrina ha ido ampliando el catálogo de deudas de valor, al punto que Moisset de Espanés
ha señalado que las únicas deudas que pueden calificarse propiamente dinerarias son las
provenientes de un mutuo de dinero.
Hemos dicho al inicio del presente ensayo que el dinero es un común denominador o medida
común de valor, en términos del cual estimamos los valores de los otros bienes. Esto permite
afirmar que toda las obligaciones pecuniarias son de valor.
Aquí apreciamos que Juan y Pedro valorizan de manera diferente el derecho de presenciar el
partido. Pedro quiere ver el partido pero prefiere S/ 201.oo de otros bienes. Juan está dispuesto
a sacrificar hasta S/ 300.oo de otros bienes por presenciar el partido. El precio efectivo
fluctuará entre S/ 201.oo y S/ 300.oo. Respecto al contrato de compraventa León Barandiarán
señalaba "El precio, es, pues, la fijación convencional de un valor económico atribuído a la
cosa".
No obstante, si bien el precio implica la valorización económica del bien o del servicio,
debemos tener en cuenta que dicha valorización se refiere a un determinado y singular contrato
(verbigracia, la compraventa del inmueble "A" celebrada entre Primus y Secundus). El mismo
bien o servicio puede ser valorizado, sin embargo, según diferentes criterios:
a) El valor de uso o de afectación, según el grado de necesidad, de utilidad o de importancia
que presenta la cosa o el servicio para el vendedor o el comprador (en el ejemplo del clásico
del fútbol peruano, la valorización que hace Juan y Pedro); b) El valor de cambio, que consiste
en el precio corriente (en nuestro ejemplo S/ 100.oo que es el valor de la entrada); y c) El valor
intrínseco, estimado en relación a las cualidades de la cosa o como valor de costo referidas a
los gastos efectuados por el productor o intermediario o aquéllos en los que se debería incurrir
para reproducir la cosa (en el ejemplo el costo de confección del boleto).
En realidad lo que podemos apreciar es que hay casos en que el monto está plenamente
determinado; es decir, que la valorización se ha producido en un determinado momento y, por
tanto, desde ese momento, el monto está sujeto al principio nominalista.
En otros casos, la valorización se deja para el momento del pago, de tal manera, que las
variaciones en el valor de la moneda no afectan a las partes. Así, por ejemplo, la indemnización
de daños, en cuanto que éstos se valúan recién al momento del pago. También en la
compraventa cuando se conviene que el precio sea el que tiene el bien en el mercado al
momento del pago.
Particularmente creemos que las llamadas deudas puramente dinerarias son aquéllas que
tienen como objeto una suma determinada en dinero y las de valor son aquéllas cuyo objeto es
determinable y que, necesariamente, al momento del pago, deberá ser determinada,
expresándose en una cantidad de numerario.
Resulta importante analizar el artículo 1236 del Código Civil peruano al tratar el tema de las
llamadas deudas de valor. Dicho precepto señala lo siguiente:
Artículo 1236.- Cuando por mandato de la ley o resolución judicial deba restituirse una
prestación o determinar su valor, éste se calcula al que tenga el día del pago (el subrayado es
nuestro), salvo disposición legal diferente o pacto en contrario.
El juez, incluso durante el proceso de ejecución, está facultado para actualizar la pretensión
dineraria, aplicando los criterios a que se refiere el artículo 1235 o cualquier otro índice de
corrección que permita reajustar el monto de la obligación a valor constante. Para ello deberá
tener en cuenta las circunstancias del caso concreto, en resolución debidamente motivada.
a) Cuando por mandato de la ley o resolución judicial deba restituirse una prestación; o b)
Cuando por mandato de la ley o resolución judicial deba determinarse el valor de una
prestación.
En tal sentido el primer párrafo del artículo 1236 no sólo se limitaría a los casos en que por
mandato legal o resolución judicial deba determinarse el valor de una prestación, sino también
en aquellos casos en que las partes han omitido señalar el momento de la determinación. Así,
por ejemplo, si de conformidad con el artículo 1545 del Código Ciivl, las partes convienen que
el precio sea el que tuviere la cosa en bolsa o mercado, sin indicar el día.
El segundo párrafo, en cambio, no se refiere a las deudas de valor puesto que la incidencia de
la inflación en esta clase de obligaciones se resuelve determinando el valor al día del pago. El
legislador habla de pretensión dineraria lo que permite suponer que se refiere a las llamadas
obligaciones puramente dinerarias.
Para mayor claridad el primer párrafo del artículo 1236 del Código Civil debería leerse de la
siguiente manera: "Cuando deba restituírse una prestación o determinar su valor, éste se
calcula al que tenga el día y el lugar del pago, salvo disposición legal diferente o pacto en
contrario".
En el caso que el precio sea "determinable", como por ejemplo lo señalado en el artículo 1545
del Código Civil, no tiene sentido establecer cláusulas de actualización estabilizantes, puesto
que los cambios en el valor adquisitivo de la moneda que se operen antes de la determinación
del valor, son totalmente irrelevantes, puesto que aún no se efectúa la medición del valor en
unidades monetarias.
El artículo 1546 del Código Civil no debe limitarse a ser una norma de remisión, por cuanto su
utilidad sería nula. Bastaría con el artículo 1235, que comprende a toda obligación dineraria
determinada.
Dicho artículo debe ser interpretado en base a lo que se han llamado cláusulas de
actualización fluctuantes, que como ya se dijo permiten a las partes compartir el riesgo en las
variaciones del precio en el mercado.