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Roberto Castellón

Provocación

La noche de la usina (premio Alfaguara 2016) de Eduardo Sacheri anuncia en el prólogo


que no busca la veracidad. La escritura de la novela se construye a partir de un plan más o menos
improvisado. El narrador selecciona algunos elementos o escenas que considera articulaciones,
sin las cuales no podría desarrollarse la narración o una de las posibles narraciones. “Si esta fuese
una de sus noches de circo, Lombardero miraría alrededor, haría una pausa teatral y, alzando la
mano, enumeraría algunos de los elementos que componen esta historia. Diría que en ella hay un
villano, un accidente de autos y un gerente de banco que huye pero termina alcanzado por la
muerte. Un tipo que sumerge una topadora en la parte más profunda de la laguna y un muchacho
que escapa para siempre. Una chica enamorada, unos cables eléctricos enterrados a lo largo de
kilómetros y un hombre que llora porque sabe que jamás será feliz. Un albañil rencoroso a punto
de morir y una estación de servicio en el empalme de la ruta.” (Sacheri: 13, 2016) Aunque no es
Lombardero quien narra. Lombardero solo es una excusa para narrar, no se sabe quién narra. Con
esta forma de narrar anunciada en el prólogo se advierte un plan, más o menos estable. Existe un
narrador que puede variar la narración de acuerdo a los elementos que considere importantes
(aparentemente de acuerdo a su humor o a su contexto).
La narración cuestiona (aunque no necesariamente) o pone en escena un contexto social
determinado “el Corralito que sufrió Argentina en el año 2001” sin tomar posición, dejando al
libre albedrío los aspectos morales. El estado se ve reducido, prácticamente no interviene en
ninguno de los dos actos delictivos cuestionados por la moral, la costumbre y las leyes (El hurto-
estafa, y la venganza-hurto). Por otro lado se han nombrado elementos de la vida real el
“Corralito” de 2001, hecho verídico y la existencia real de ciudades nombradas, que sin ser
prioridad, son el asiento, el contexto espacio-temporal sobre el que se construye la narración
novelesca, imaginaria posible. La novela es contada en cuatro “actos” teatralizando la novela,
ubicada temporalmente en el pasado pero que pueden ser representados en el presente o en el
futuro. Otorgándole de este modo una escenario más real, de posible trascendentalidad.
Los personajes hicieron un recorrido temporal y espacial. En ellos casi nada ha cambiado,
solo fue un sobresalto para ambas partes. Los personajes hurtado-estafados vuelven al campo o a
su vida común. Manzi no se ve afectado por la venganza-hurto, no llega a conocer a sus autores y
tampoco le interesa, él ha logrado establecer un sistema sostenible.
Finalmente las contradicciones realidad y ficción, verosimilitud e inverisimilitud, teatro y
novela, posibilidad e imposibilidad, moralidad e inmoralidad, esperanza y desesperanza, campo y
ciudad, imagen y linealidad, naturaleza y progreso, vida y muerte, éxito y fracaso, individualidad
y sociedad, bien y mal, justo e injusto, proporción y desproporción, inocencia y malicia, juventud
y vejez, amor y odio, localismo y universalidad, en su conjunto todas ellas coexisten y se trenzan
en la novela, liberando al lector de algunos referentes, provocándole a que elabore sus propias
conclusiones o en todo caso para que proponga algo diferente. Si bien existen polaridades, no se
resuelven. La narración del siglo XX está presente en la Noche de la Usina con sus planes y
estrategias narrativas, pero están sobre un terreno sumamente deleznable. La narración del siglo
XX ha sido absorbida por la narración del siglo XXI despojada de certezas, de referentes, con la
aparente finalidad de provocar nuevas respuestas.

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