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ere Vv. A PROPOSITO DE JEAN PAINLEVE* Cuando Muybridge o Marey realizaron los primeros films de investigaciones cientificas, no solo inventaron la técnica del cine sino que crearon al mismo tiempo lo mds puro de su estética. Porque ese es el milagro del film cientffico, su inagotable paradoja. Es precisamente en el limite extremo de la biisqueda interesada, utilitaria, en la proscripcién mds absoluta de las intenciones esté- ticas en cuanto tales, donde la belleza cinematografica se desarro- lla prodigiosamente como por una gracia sobrenatural. ;Qué cine de “imaginacién” hubiera podido concebir y realizar el fabuloso descenso a los infiernos de la broncoscopia, donde todas las leyes de la “dramatizacién” del color estén naturalmente implicadas en los siniestros reflejos azulados que despide un cAncer visiblem mortal? Qué trucos dpticos hubieran sido capi a cer el fantastico ballet de esos animalinculos de se ordenan milagrosamente ante el ocular pio? (Qué coreégrafo genial, qué pi esas ordenaciones, es sas n ee el sésamo ONTOLOGIA Y LENGUAJE s surrealistas habian presentido su existencia, al de su imaginacién imagenes. Pero ni Tanguy, ni Salvador mds que de lejos al drama trario del arte. Solo lo buscando en el automatismo casi imperson el secreto de una fabrica de Dalf, ni Buftuel se han aproximado l surrealista en el que el Horado doctor de Martel, para realizar una trepanacién complicada, dibujaba de antemano sobre una nuca afeitada y desnuda como una cdscara de huevo el boceto de un rostro. Quien no lo ha visto ignora hasta dénde puede Ilegar el cine. Precisamente por haber entendido que la mas habil trepanaci6n podia realizar dos postulados simulténeos: salvar la vida de un hombre y representar la maquina para descerebrar de Pére Ubu, Jean Painlevé ocupa en el cine francés un lugar privilegiado y singular. Su Vampire, por ejemplo, es al mismo tiempo un do- cumento zoolégico y la realizacién del gran mito sanguinario ilus- trado por Murnau en su Nosfératu. Desgraciadamente es también cierto que esta deslumbrante verdad cinematografica no puede ser facilmente soportada. Resulta demasiado escandalosa en el mundo de las ideas habituales sobre el arte y la ciencia. Quiz es esa la explicacién de por qué el ptiblico de los cines de barrio ha testado, como si se tratase de una profanacién sacrflega, contra Ta mtisica de jazz que comenta los pequefios dramas submarinos Assassins d'eau douce*. Y es que la sabidurfa de las naciones siempre saben reconocer cudndo los extremos se tocan. E Encuentro una confirmacién y una explicacién a este de EDGAR Morin, Le Cinéma ou Matane Pmaginete (pattie son hha realizado una experiencia sencilla pero exhaustiva proyectando te de las larvas de Assassins d'eau douce con dos sonorizaciones Con la primera —una miisica de jazz— los indigenas congoleiios

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