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TINIEBLAS DE UN
ESCRITOR ENAMORADO
de EDUARDO ROVNER
T.E.: 826-4255
Cel.: 15 5639 3853
Fax: 961-1491
e-mail: eduardorovner@fibertel.com.ar
www.eduardorovner.com.ar
Dirección: Agüero 1775, 2º “E”
C.P. 1425 - Buenos Aires - ARGENTINA
Registro de la Propiedad Intelectual Nº 335.507
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PERSONAJES:
ERNESTO
MADRE
ADELAIDA
LAURA
DIONAS
MELBA
PADRE
ERNESTO: No estaba.
ERNESTO: Aleida.
ERNESTO: … Su creador.
ADELAIDA: ¡Ah no! ¡Ten cuidado con lo que dices, porque soportamos a los
rasgados, pero no a quienes vienen a provocar disturbios!
ERNESTO: No vine a provocar nada… Usted sabe que vine a encontrarme con mi
mujer.
ADELAIDA: ¿Ah, sí? ¿Y entonces por qué hablas conmigo? ¿O acaso también eres
un personaje?
ERNESTO: Escúcheme, por favor le pido… Hace seis meses… se me fue mi mujer.
ADELAIDA: ¿Dónde?
ERNESTO: Murió.
ADELAIDA: ¿Y por qué no lo dices directamente?… ¿Qué sucede con que se haya
muerto?
ADELAIDA: ¡Iluso! ¿Qué sentido puede tener una vida? ¿No te das cuenta que
estamos aquí como dos zánganos? ¡Sentido tiene la tierra que gira y es eterna!
ERNESTO: ¿Qué tiene que ver… su autoridad? ¡Eramos felices… nos juramos
amor eterno… quiero encontrarla y estar con ella, como Romeo y Julieta, Tristán e
Isolda, Píramo y Tisbe!
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ADELAIDA: ¡Cállate! ¡Supercherías!… (IRONICA) Amor eterno ¿Quién sería tan
idiota de buscar el amor en la muerte? ¡Habrase visto tamaña pretensión! Querer
hacerse pasar por un héroe del amor! ¿No te da vergüenza? ¡Acá cada uno toma su
camino!
ERNESTO: Es que por eso empecé a escribir este cuento en que vengo a buscarla
para pasar con ella el resto de la eternidad ¿No se da cuenta?
ADELAIDA: Hijo…
ERNESTO: ¿Qué?
ADELAIDA: ¿Qué quieres saber, si soy la muerte? ¡No! ¿Qué otra cosa quieres
saber? ¿Cómo es la muerte? ¡No hay nada para descubrir! ¡Es como la magia! ¡Lo
que se ve, está, y lo que no se ve, no está! ¡Y si hay algo que no se ve y te parece que
está, haz de cuenta que está! ¿Escuchaste? ¡Y si sigues creyendo que soy la muerte,
además de ser poco original, estás totalmente equivocado!…
(IMPREVISTAMENTE POETICA) ¿Cómo puedo ser la muerte, si tu luz me
ilumina?… (VUELVE AL TONO ANTERIOR) "La" muerte, mi pobre infeliz, no
existe.
ERNESTO: No le entiendo.
ADELAIDA: ¡Otro con esa manía insoportable! ¡Aquí no hay nada para entender!
¿Has entendido? ¡Y anda acostumbrándote!… Dime, de una vez ¿Por qué te dejaste
venir? ¿No habrás hecho alguna tontería, no?
ERNESTO: Primero triste, después desesperado, hasta que sentí que… que me caía.
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ADELAIDA: ¿Qué cuento? Llegaste como todos los que dejan la vida.
ERNESTO: Seguro.
ADELAIDA: ¿Y ahora?
ERNESTO: Es imposible.
ERNESTO: No, pero para encontrarla tenía que terminarlo y después morir… ¿Y
ahora… qué hago?
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ADELAIDA: Lo que hacen todos: demorar el olvido.
ERNESTO: ¿Y eso?
ADELAIDA: Tierra. En la mayoría de los tugurios hay alguna grieta por donde
cae… Dicen que son para purificar la bruma ¡Dicen, dicen, todos dicen algo,
desesperados por dar razones a todo! ¿Qué quieres que te diga? Yo creo que las
hicieron así para que siempre haya algo que nos mortifique.
ERNESTO: No.
ADELAIDA: ¡Seguro que no! ¿Cómo lo ibas a saber? ¡Millones! Tienes que estar
muy contento, porque algunos tienen un cráter por donde cada tanto sale fuego y lo
peor no es el fuego, sino la lava y la ceniza que dejan todo hecho una miseria ¿La
verdad? ¡Son rescoldos del infierno!… Y no te digo los que están llenos de avispas,
moscardones, ratas, sanguijuelas y murciélagos ¡Un horror!
ADELAIDA: Sí, señor… A menos que dos o más elijan compartirlo... A propósito…
¿No quisieras compartir éste conmigo?… Hace tantos años que estoy sola…
ADELAIDA: ¡Otra vez con ese cuento! ¿No te interesa una experiencia nueva?
Llegaste a otro mundo, intenta otras cosas... Yo parezco un poco loca, hosca,
antipática, fea y agresiva, pero en realidad soy todo lo contrario… Pasa que aquí, con
el tiempo, todo se desquicia tanto…
ADELAIDA: (SE RIE) ¡No seas ridículo! ¿Quieres? ¡Mira lo que se te ocurre! ¿Por
quién me has tomado? ¡Esto me pasa por darte confianza!… ¡Este tugurio, al lado del
mío, es el Paraíso! ¿Entiendes? ¡No lo olvides nunca! ¡Tener un tugurio con grieta es
estar en el Paraíso! ¡Yo estoy en uno con cráter que me tiene harta! ¡Me revuelco
entre cenizas y lava! ¿Te das cuenta cómo puedo estar?… Y además, quiero
quedarme contigo para enriquecer la especie.
ERNESTO: No me entendió…
ADELAIDA: ¿Supones que la vas a llamar así como así y va a aparecer? ¡No, mi
hijito! ¡La única que puede encontrar a alguien para tí soy yo! ¿Entendiste?
ADELAIDA: Sí, mi ángel. Te dije que te tengo a mi cargo, pero como soy un poco
atropellada y otro poco arbitraria primero tendrás que vértelas con algunos otros
espíritus y después, si todo va bien… ¿Cómo se llama?
ERNESTO: Ernesto.
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ADELAIDA: ¡Ella, pichón!
ERNESTO: Melba.
ADELAIDA: Melba… Te decía que tendrás que pasar el trance de reencontrarte con
algunos de tus rondantes.
ADELAIDA: (CARIÑOSA) Mi pichón de águila ¡Son tantos los que están hartos de
la soledad viviendo en rescoldos funestos!… (ENERGICA) ¡Y basta de escarceos!
¡Decídete! ¿Quieres que me quede o no? ¡Es la única posibilidad que tienes para no
enfrentarte con esas almas en pena! ¿Ellos o yo? ¿Mi áspera compañía o el
despellejado contacto con esos detritus? ¡Cuidado! Una elección equivocada puede
costarte la inquietud y la conmoción eternas ¿Te das cuenta? ¡No te daré otra
oportunidad! Te ofrezco ocuparme de todas las necesidades nimias que requiera este
lúgubre tugurio, de cuidarte de los peligros de este mundo y de pensar
permanentemente en tí para que no desaparezcas ¿Qué necesitas que te diga: amor de
mi vida? ¿O prefieres: no puedo vivir sin tí? ¿O quizás: eres la luz que ilumina el
oscuro camino de mi existencia? ¡No, este último es muy largo!… Pero los otros los
puedo decir hasta cien veces por día: amor de mi vida, no puedo vivir sin tí, amor de
mi vida, no puedo vivir sin tí… ¿Quién te puede ofrecer más que yo?
ADELAIDA: Llámame.
DIONAS: (PIENSA) No me acuerdo… ¡Ay, los tristes olvidos!… ¿Me puede poner
la silla sobre la mesa?
DIONAS: Dejo el violín aquí… (LO APOYA EN ALGUN LUGAR. LUEGO ABRE
LA VALIJITA Y SACA UNA HERRAMIENTA EXTRAÑA) Vamos a ver…
(SUBE A LA MESA Y A LA SILLA CON POCO ESFUERZO, MIRA HACIA LA
GRIETA, HASTA QUE, REPENTINAMENTE, HACE COMO QUE ATRAPA
UNA MOSCA, SACA DEL BOLSILLO UN FRASQUITO, LE ECHA UN POLVO
Y SE LA COME) ¡Ah, no hay como las moscas con mostaza!
DIONAS: ¡No hay nada que yo no sepa!… (MIRANDO LA GRIETA) Tiene poca
tierra.
DIONAS: ¡Qué encanto! O bichos… Voy a tratar de dejársela lo mejor posible, pero
ni se ilusione con que quede bien.
DIONAS: Porque es una grieta, mi amigo. Y una grieta que quedase bien, sería una
contradicción en sí misma.
DIONAS: No.
ERNESTO: No sé.
ERNESTO: No sé…
DIONAS: ¡Imbécil! ¿Te creés que soy un ángel? ¿Quién no pactó alguna vez?
¿Quién no entregó su alma aunque sea en una mísera oportunidad? Traeré a tu mujer,
a cambio de… ¿Leiste "Las flores del mal"?
ERNESTO: No.
ERNESTO: Me gusta.
DIONAS: Sí, tienes, y mucho. Pero sólo me interesan dos cosas: una, sé que escribes
sobre temas extraños. Escribirás mi verdadera historia.
ERNESTO: No la conozco.
ERNESTO: ¿Qué?
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DIONAS: Que las desgracias de los hombres no vienen de los dioses, sino de un
malvado demiurgo. Asi como lo escuchas. Hay racismo en todos lados. También
dicen que la causa es un demonio celoso que perturbó a propósito la obra divina y
combatió la creación ¿Te parece?
DIONAS: ¡Claro que no! ¿Cómo pueden decir semejante barbaridad? ¡Después de
enviarme me dicen que lo hice de celos! ¿Celos de quién, de mi hermano Zeus o del
otro imbécil: Poseidón? ¡El cielo y el mar para ellos y a mí me entierran y luego me
difaman! (GRITA) ¡Hipócritas!
DIONAS: ¡Es que me sacan de mis casillas! ¿Cómo se puede creer tanta infamia?
Me hacen responsable de todas las imperfecciones, calamidades, fealdades, errores
del universo por malvado o por celoso ¡Nunca se escuchó tamaño disparate! Que
hice la Luna a semejanza del Sol y me salió más chica, menos brillante y llena de
manchas ¡Infelices! ¡Jamás intenté imitar el Sol! ¡Hice la Luna así porque me pareció
más poética! ¿Te das cuenta cómo se puede deformar la mitología? Y de todo
afirman las mismas mentiras y como son más y más poderosos, extienden sus
mensajes y todos les creen.
DIONAS: Por ejemplo, que yo, queriendo imitar las abejas… creé las moscas; y que
celoso de la creación del hombre, hice el mono; por el caballo, el asno; por la vaca, la
cabra; por el toro, el macho cabrío y por el perro, el lobo ¿Escuchaste alguna vez
tantas calumnias?
ERNESTO: No.
DIONAS: Hasta dicen que cuando Dios preparaba la arcilla con agua para formar a
Adán, yo escupí sobre ella ¿Haría yo semejante cosa?
ERNESTO: No me parece.
DIONAS: Y que esa es la razón por la que el hombre está sometido a enfermedades
y malestares ¡Jamás hubiese hecho tal cosa! Lo que pasa es que Dios jamás iba a
reconocer que, en ese momento, su aliento era fétido.
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ERNESTO: ¡Qué horrible!
ERNESTO: Mucho.
DIONAS: ¡Escucha con atención y mírame! ¡No podrás alcanzar el arte sin mirarme
a la cara!… (ERNESTO ESCUCHA ATENTAMENTE, HASTA QUE DIONAS
DEJA DE TOCAR) ¿Y?
ERNESTO: Sí.
DIONAS: El de los mortales por los dioses. Cada vez dudan más y, paradójicamente,
eso también me afecta ¿Te das cuenta?
DIONAS: Toda mi existencia temí el olvido, pero nunca creí que pudiese llegar a
suceder… Menos aún en mis épocas gloriosas, donde todos o me odiaban o me
adoraban. Tenía mil nombres: Satán, Lucifer, Mefistófeles, Belcebú, Luzbel, Samael,
Halal ben Shahar, Baal, Arddu el oscuro ¡Hasta Fosforoso! Este era el que más me
gustaba ¿Sabes por qué?
ERNESTO: Lindísimo.
DIONAS: ¿Te gustó, eh? ¿Pero crees que alguna vez me preguntaron cómo me
llamo realmente?
ERNESTO: No sé.
ERNESTO: ¿Qué?
ERNESTO: Varias.
ERNESTO: No.
DIONAS: Entonces, este es el Infierno… y tu lugar está aquí, donde también yacen
los cobardes y los pusilánimes. Además, ingenuo ¿Cómo es que estoy yo aquí? He
sido enviado al sepulcro, a la profundidad de los abismos. Isaías lo dice:
"¿Cómo caíste del cielo,
lucero brillante, hijo de la aurora?
¿Echado por tierra
el dominador de las naciones?
ERNESTO: Sí.
(DEJA DE TOCAR)
ERNESTO: Mucho.
DIONAS: (SE RIE) Si te atrajese no te pediría que te acerques. Lo harías solo. Ven,
tócame y verás que sensación agradable. Soy terso, cálido, de suaves formas.
DIONAS: ¡Ah! ¿Eres sexista y homofóbico? ¿No sabes que todos somos una mezcla
difusa con una absurda diferencia sólo para distinguirnos?
DIONAS: Nada hay irrebatible en este mundo ¿Qué te impide tocarme, aunque no te
guste?
ERNESTO: No.
ERNESTO: ¡No quiero! Sin ganas, podría llegar a tocar a una mujer, pero no a un
hombre.
ERNESTO: ¿Qué?
ERNESTO: Podría.
DIONAS: Disculpa, no te dije que soy hijo de Hermes y Afrodita. Y tienes suerte
que no tomé la forma de macho cabrío, león, jabalí, cerdo, mono, cuervo o basilisco.
DIONAS: ¿No me crees? Estás contemplando a Salmakis, la Ninfa que, por amor, se
fundió en mí.
DIONAS: También lo soy ¡Uno es tantas cosas! ¡Mi vida es un misterio que nunca
se develará! Acércate ahora.
ERNESTO: Es verdad.
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DIONAS: No la amas. No puedes vivir sin ella, que es diferente… ven, ésta es la
última oportunidad para probar otras cosas y, como si esto fuera poco, sin el riesgo
del desprecio que hubieses tenido en la otra vida por amar un hermafrodita.
ERNESTO: ¡Váyase!
ERNESTO: ¡Adelaida!
ERNESTO: Sí.
ERNESTO: ¿Qué?
ERNESTO: Nada, nada… ¿Y acá a los locos los dejan andar así?
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ADELAIDA: ¿A quién?
ERNESTO: A mi mujer.
ERNESTO: ¿Qué?
(ABRAZOS)
ERNESTO: No sé bien.
ERNESTO: No sé…
MADRE: ¿Viste qué increíble lo nuestro? A los que se lo contamos no nos creen.
PADRE: Dicen que como nos gusta contar cuentos, este es otro que hicimos para
impresionarlos.
ERNESTO: Es que realmente parece mentira, porque vos (AL PADRE) no estabas
bien, pero vos (A LA MADRE) no tenías nada. Nadie lo esperaba.
MADRE: No digas eso. Hacía meses que venía diciendo que me quería morir ¿o no?
ERNESTO: Cuando se enteró que te moriste, dijo: -me quiero morir- y se murió
¿Cómo puede ser? ¡Dos minutos de diferencia con vos!
MADRE: (LO ABRAZA) ¡Qué divino sos!… (A ERNESTO) Creí que se había
muerto del susto.
MADRE: ¿Y entonces?
PADRE: ¡Nunca se para porque sí, siempre tiene que haber alguna razón!
ERNESTO: No pude.
ERNESTO: No es eso.
PADRE: ¿Y qué va ser? ¡Mirá lo que te pasó! Seguro tenías miedo de enterarte de
algo grave y al final te moriste igual ¡Qué ridículo!
MADRE: ¿Melba, qué? ¡No la justifiques! ¡Ahora vas a decir que estaba muy
ocupada o cualquier otra idiotez! ¡Vos estabas enfermo, muy enfermo! ¿Qué tiene
que ver que estuviese ocupada? ¡Era tu vida la que estaba en peligro! ¿o no? ¡No le
pediste un favor porque vos no tenías ganas de hacerlo! ¡Siempre igual, no queriendo
molestar a su mujercita! ¿Será posible?
MADRE: ¿Quién?
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ERNESTO: Melba.
ERNESTO: No sé.
ERNESTO: No se sabe…
PADRE: Se desvivió.
ERNESTO: Sí.
ERNESTO: Sí.
ERNESTO: No.
MADRE: Es asi, el tiempo todo lo olvida… o casi todo ¿no?… ¿Hace cuánto?
PADRE: Hijo.
ERNESTO: ¿Qué?
PADRE: No vas a ser tan tonto como para decirnos que te viniste por ella ¿no?
MADRE: No sabés el mal que nos harías, hijo. Te esperábamos con tanta ansiedad.
MADRE: Te digo, que cuando la bruja nos dijo que estabas acá, nos miramos y
dijimos, al unísono… ¿No, viejo, que fue al mismo tiempo?
PADRE: Verdad.
MADRE: Que seguramente venías porque no podías soportar más no estar con
nosotros… ¿Es así, no?
PADRE: Descansamos.
MADRE: Por eso dije que hay que ser muy especial, como vos.
MADRE: ¡Ay, hijo! Porque aquí todo es letanía, monotonía, eternidad ¿Cómo a
alguien le puede gustar?… (ERNESTO HACE UN GESTO AMBIGUO) Bueno, a él
le gusta. Vos preguntarás ¿Cómo puede ser? Es un afortunado ¿Te acordás lo que
siempre hacía cuando llegaba a casa?
ERNESTO: ¡Fantástico!
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MADRE: Sí, fantástico, mientras yo, lo único que puedo hacer es esto ¿Es justo?
Tenía la esperanza de que algún día, después que cayera toda la tierra que hubiese,
aparezca luz, pero… ¡Haber muerto para vivir de esta manera! ¡El mueve los brazos
como un payaso y suena música! Si yo pudiese sentarme… (SE SIENTA DEBAJO
DE LA GRIETA) ponerme mis anteojos, las manos así y que aparezca una novela…
¡No pido Hemingway, ni Cronin, cualquiera!… (ESPERA ANSIOSA, HASTA QUE
LE CAE TIERRA ENCIMA) ¡Nada! ¡Basura!… (SE LEVANTA Y SE LIMPIA)
ERNESTO: ¿Qué?
ERNESTO: No.
MADRE: Sabía.
ERNESTO: ¿Cuándo?
ERNESTO: Fue el día que ella quería hablar conmigo y no la dejaste entrar.
ERNESTO: ¡Ahora vas a ver si tengo carácter o no!… (LEVANTA UNA MANO
COMO PARA ECHARLA Y EL PADRE LO INTERRUMPE)
PADRE: ¡Basta! ¿Este es momento de discutir? ¡Recién nos encontramos! ¿Por qué
no se controlan un poco? ¡Bajá esa mano!
ERNESTO: ¡Es que estoy harto de que me critiquen y quieran decidir qué es lo
mejor para mí!
PADRE: Bueno, hijo. Comprendé que no es fácil, después de habernos visto siempre
con vida, encontrarnos los tres aquí ¿O no?
ERNESTO: Con estos cuentos raros, en los últimos años gané doce premios, me
publicaron cuentos en siete libros y ¿Saben qué?
ERNESTO: Hace nueve meses se editó un libro con quince cuentos míos que en la
tapa dice, bien grande: "Ernesto Hades: Cuentos" y las críticas fueron excelentes. En
una, hasta apareció el anuncio del libro con mi foto ¿Qué les parece?
ERNESTO: ¿La verdad? A pesar de todo, tantas veces lloré porque no estaban
conmigo en esos momentos. Me desesperaba por no poder contarles lo que me
pasaba.
PADRE: Hijo…
ERNESTO: ¿Qué?
PADRE: ¡No me digas que te moriste ahora para venir a contarnos esas cosas!
MADRE: Mi chiquitín ¡Nada nos puede impresionar más que hayas venido porque
nos extrañabas mucho! ¿O no es asi?
ADELAIDA: ¿Seguro?
ERNESTO: Seguro.
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MADRE: Viejo.
PADRE: ¿Qué?
(VUELVE ERNESTO)
ERNESTO: Me pareció ver a… a Mel. Me pasa todo el tiempo. Desde que se fue,
continuamente me parece verla.
MADRE: Me asusté.
ERNESTO: ¿Y qué puedo entender sino? ¡Dijiste que te dió miedo de que no
vuelva, lo que quiere decir que querés que me muera! ¿Te das cuenta lo egoísta que
sos? ¡Te querés más a vos que a mí!
ERNESTO: ¡Melba se dejó morir cuidándome y vos preferís que me muera para
estar con vos!
MADRE: ¡Ya me tenés cansada con tu mujer! ¡Si Dios existe que se la lleve al
tugurio de los vampiros!… (AL PADRE) ¿Y vos no le decís nada?
PADRE: Es su mujer ¿Cómo podés decirle eso? ¡El ya no tiene nada que perder!
MADRE: ¡De tal palo tal astilla! ¡Los dos me acusan y los dos quieren quedarse en
la muerte! ¡Idiotas! ¿Qué pasaría si todos se quisiesen quedar en la muerte?… (NO
CONTESTAN) ¡Todo se pudriría! Y lo que se pudre, infecta… Yo no me voy a
morir dos veces… ¡Seguiré peleando! (SE VA)
DIONAS: Tuve inconvenientes, pero la traeré. Quería avisarte para que no pienses
que me olvidé… ni sufras.
ERNESTO: No.
ERNESTO: Le juro que nada… No sé por qué me dijo eso. Si usted misma dijo que
es un loco ¿Qué me pregunta a mí?
ERNESTO: ¿Laura?
ERNESTO: No es mi esposa.
ERNESTO: No es ella.
ADELAIDA: ¿Seguro?
Pasabas… indiferente.
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.
ERNESTO: Apenas te conocía.
ERNESTO: ¿Entonces?
LAURA: Lo sé.
No te estoy pidiendo amor.
Ya nunca me atrevería.
(PAUSA)
ERNESTO: Te amo.
(MELBA DESAPARECE)
ADELAIDA: Hijo…
ERNESTO: ¿Qué?
ADELAIDA: Se esfumó.
ERNESTO: ¡Es mentira! ¡Me dice eso para que no la busque más y quedarse
conmigo! ¿Dónde está? ¡Quiero encontrarla y explicarle todo!
ADELAIDA: ¡Ay, hijo mío! Se sintió olvidada y partió a deambular, perdida y sin
rumbo.
ERNESTO: ¡No! ¿Qué voy a hacer? ¿Y para qué me dejé morir?… (ADELAIDA
HACE GESTO DE NO SABER) ¡Dígame que es un sueño!… (ADELAIDA SE
MANTIENE EN SILENCIO) ¡Por favor, dígamelo! Que voy a despertar y estará
Melba acostada al lado mío!
ADELAIDA: No es así.
¿Qué hacen ahora acá? ¡Yo no los invoqué! ¡Fuera! ¡Váyanse de aquí!… ¿No
me escuchan? ¡¡Váyanse!! ¡Quiero quedarme sólo!… ¿Qué se quedan mirando?
¡Obedezcan, ustedes también son personajes! ¡No son muertos! ¡Están vivos, pero en
"mi" imaginación y van a morir en el momento que los olvide! ¡¡Váyanse, por favor!!
¡Desaparezcan! ¡Quiero despertar tranquilo y sentir, al lado mío, a mi mujer!
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(LLORANDO DESCONSOLADO, SE SIENTA EN EL PISO. TODOS SE LE
ACERCAN, COMPUNGIDOS, PARA CALMARLO. SE MIRAN ENTRE
ELLOS. LA MADRE LE APOYA UNA MANO EN EL HOMBRO)
MADRE: Hijo.
ERNESTO: ¡Dejame!… (A TODOS) ¿Qué hacen todavía acá? !Les dije que se
vayan! ¡No los quiero ver más!
MADRE: ¿Y si no la encontrás?
DIONAS: Te necesitamos.
ADELAIDA: (MIRANDO A LOS DEMAS) ¿Será peor que no tener amor, haber
amado tan intensamente?
MADRE: Palabras… (AL PADRE) Vos le podrías haber dicho algo ¿no?… (EL
PADRE INTENTA UN GESTO AMBIGUO) Y ahora… ¿Qué va a ser de nosotros?
(ADELAIDA DUDA)
ADELAIDA: Es.
ADELAIDA: Segura.
(MELBA SIGUE)
ERNESTO: Creeme, por favor… Sabés que, por miedo, a veces miento.
FIN