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¿POR QUÉ NO?

Nací en un pueblo ubicado en medio de la nada, como producto de una relación prácticamente
incestuosa. José Arcadio Buendía y Úrsula Iguarán fueron mis padres. He sido la menor de dos
varones: José Arcadio y Aureliano. Uno de ellos, el mayor, se fue con los gitanos, dicen que se
escondió en una de las carpas y desapareció. Crecí encaprichada en no aprender el castellano,
me agradaba más la compañía de los indios, ellos fueron los únicos que llenaron mi soledad en
la infancia. Mi padre sólo interesado en sus importantes descubrimientos y mi madre tratando
de sostener el hogar por el descuido de un padre irresponsable. Creí que la llegada de esa niña
llenaría mis días vacíos. Sin embargo las cosas empeoraron. No puedo negar que Rebeca era
buena y bonita, pero siempre hubo algo de ella que nunca me agradó: su vicio por el barro. Y sin
querer fui creciendo. Mamá recién se dio cuenta de mi existencia y la de Rebeca cuando éramos
todas unas señoritas y decidió renovar la casa para presentar a la familia con la pequeña
sociedad que nos rodeaba. Ese periodo coincidió con la llegada de personas de algún otro lugar
lejano, y entonces fue cuando lo vi: su cabellera y hermosos ojos me cautivaron. Pietro Crespi
fue nuestro profesor de baile, sin embargo yo lo quería para mí. Al principio creí que me notaba,
pero con el paso del tiempo me di cuenta a quién miraba: Rebeca. Por su culpa sufrí por amor,
realmente lo quería. Y esa señorita, Amparo Moscote, quien metía sus narices donde no debía,
decidió apoyar a Rebeca. De nada me sirvió mi elegancia ni gran destreza en la costura, todos
querían que me olvidara de él, pero yo no podía. La situación empeoró mucho más cuando
ambos anunciaron su boda, mi corazón terminó por romperse. Y mi hermano se fijó en esa niña
y luego se casó con ella. Todos comenzaban a vivir con sus compañeros y yo me sentía cada vez
más sola, siendo tratada como alguien caprichosa, no me sentía comprendida.

Y decidí arruinar la felicidad de Rebeca, ya que esa me correspondía. Hice tantas cosas y ninguna
me resultó. Pensé que el veneno sería definitivo, pero fue bebido por la persona equivocada.
Por mi culpa mi hermano terminó por descubrir quién era realmente. Lo único bueno fue el
aplazamiento de esa boda que prometía ser la más hermosa. Utilicé mi último recurso: escribí
un telegrama en el cual se anunciaba la muerte de la madre de Pietro, pero él se la encontró
luego en el camino mientras iba a su “velorio”. Ya faltaban tan pocos días y me resigné, no había
nada que hacer. Pero algo milagroso sucedió: mi hermano mayor regresó, muy cambiado y lleno
de experiencia e historias. Al parecer eso cautivó a Rebeca, tan sólo bastaba ver su rostro. No
pude dormir esa noche, hicieron mucho ruido. Era más que obvio saber lo que hacían, a los días
se casaron.

Mamá no soportó esto y decidió echarlos, ella realmente se lo merecía. ¿Y sabes que fue lo más
gracioso? Pietro comenzó a cortejarme. Claro, lo quería y le perdoné, pero me había decidido a
no amar más y mi corazón se había cerrado a ese sentimiento. Quería que se olvidara de mí y
llegué a apreciarle mucho, pero al parecer él confundió las cosas y no soportó mi negativa. Llevo
hasta ahora con la muerte de dos personas y todos me culpan, no entienden mi punto de vista.
Por ello es que decidí quemarme la mano y esta venda representa mi luto por ellos Para qué
discutir más, ya pasó todo y nada regresa. Me resigné a vivir realmente sola. Me enteré luego
de que mi hermano era un famoso revolucionario, sin embargo nunca estuve de acuerdo con
sus métodos. Él regresó a casa, pero no solo. Y se me abrió una nueva oportunidad con Gerineldo
Márquez. Sentí que mi corazón volvía a renacer cada vez que lo veía. Su amor es franco y creo
que con él podría formar un hogar para acabar con mi soledad. Aceptaré su propuesta de
matrimonio y visitaré a Rebeca, supongo que debe estar sufriendo con la desidia de mi familia.
Aún soy joven y puedo ser realmente feliz, estoy segura que la familia Buendía crecerá, tengo
experiencia con los niños de mis familiares y cuidaré muy bien de los míos.

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