Sunteți pe pagina 1din 12

Romeo y Julieta

de William Shakespeare
Versión por Jorge Prado Zavala

Personajes
El Príncipe de Verona
Narrador 1, Narrador 2, Narrador 3
Julieta Capuleto, Teobaldo (Primo de Julieta)
Romeo Montesco, Mercucio (Amigo de Romeo), El Conde Paris
Señora de Capuleto (Madre de Julieta), Fray Lorenzo
El Anciano Señor Capuleto (Padre de Julieta), Boticario

(La acción sucede en Verona, hace muchos, muchos años.)

1
El Príncipe de Verona
En la hermosa Verona, donde acaecieron estos sucesos, dos familias rivales
igualmente nobles habían derramado, por sus odios mutuos, mucha inculpada sangre.
Sus inocentes hijos pagaron la pena de estos rencores, que trajeron su muerte y el fin
de su triste amor. Sólo un rato va a durar en la escena este odio secular de razas.
Atended al triste enredo y supliréis con vuestra imaginación lo que falte a la tragedia.

Narrador 1
El anciano señor Capuleto dio una fiesta a la que fueron invitados muchos nobles
caballeros y hermosas damas, y a él acudieron las más admiradas bellezas de la
ciudad. Todos los que llegaban eran bien recibidos, con tal de que no fueran del bando
enemigo.

Narrador 2
A la fiesta de los Capuletos asistía Rosalina, la desdeñosa amada de Romeo, el hijo y
heredero de los Montescos. Aunque era muy peligroso a un Montesco el ser visto en tal
reunión, Benvolio, amigo de Romeo, persuadió a éste a que asistiera de máscara, para
ver a su Rosalina y compararla con superiores beldades, las cuales le harían pensar
que su adorado cisne no era sino un pato. Poca fe tenía Romeo en las palabras de
Benvolio mas, por amor a Rosalina, dejose persuadir, y allá fue. Era Romeo un sincero
y apasionado amante, de tal modo que por amor perdió el sueño, y huía de la sociedad
para pensar a solas en su Rosalina, mientras ella, por su parte, le desdeñaba y no
correspondía a su amor con la más leve señal de afecto o cortesía. Por esto deseaba
Benvolio curar de este amor a su amigo, haciéndole ver mucha gente y muchas damas.

Narrador 3
Fueron, pues, a la fiesta de los Capuletos, Romeo y Benvolio con su amigo Mercucio,
los tres de máscara. Recibiolos amablemente el señor Capuleto, díjoles que podían allí
bailar con hermosas señoritas que, por cierto, no tenían callos en los pies. El anciano
estaba festivo y alegre, y añadió que cuando era joven también él habíase disfrazado
para susurrar un cuento al oído de una bella… Y diéronse al baile.

2
(Escena de baile, Romeo descubre a Julieta.)

Romeo
¿Qué dama enriquece mi vista con tal tesoro? No merece la tierra tan soberano
prodigio.

(Romeo baila con Julieta y luego besa su mano.)

Julieta
Buen peregrino, tu devoción se muestra fina y cortés en demasía. Los santos tienen
manos que pueden los peregrinos tocar, mas no besar.

Romeo
¿No tienen labios los santos, y los peregrinos también?

Julieta
Sí, labios para la oración.

Romeo
¡Oh! Pues santita mía, oye mi oración, y concédeme lo que te pido, no sea que me
desespere

Señora de Capuleto (Madre de Julieta)


¡Julieta! ¡Julieta Capuleto, ven acá!

Julieta (A Romeo, despidiéndose.)


Tengo que irme, mi madre me llama.

(Julieta se arrodilla frente a su madre. Romeo escucha con atención.)

Señora de Capuleto (Madre de Julieta)


¿Qué haces?

3
Julieta
Bailando, mamá.

Señora de Capuleto (Madre de Julieta)


No seas tonta ¿no ves que es Romeo Montesco?

Julieta y Romeo (simultáneamente, viéndose uno al otro)


¡Mi único amor, nacido de mi único odio!

Narrador 2
Perturbose el joven, pero ya no pudo dejar de amarla. Igual desasosiego experimentó
Julieta al saber que el caballero con quien había conversado era Romeo el Montesco,
porque también se había encendido en ella la súbita y fulminante pasión, y pareciole un
colmo de amor el amar a su enemigo y el poner su amor donde por su cuna debía
poner sus odios. A media noche salió Romeo con sus compañeros, pero éstos le
perdieron pronto de vista. No sabiendo alejarse del palacio donde había dejado su
corazón, Romeo escapó y saltó los muros del huerto de casa de Julieta. A poco de
estar allí escondido, pensando en su nuevo amor, apareció Julieta en una ventana, por
la cual su celestial hermosura pareció asomar como un sol en el oriente, y aun creyó
Romeo que la luna se ponía más pálida ante el nuevo sol.

(Escena del balcón…)

Julieta
¡Ay de mí!

Romeo
¡Oh! Habla otra vez, ángel rutilante, porque tal me pareces, como un alado mensajero
del cielo a quien no pueden los mortales mirar sin deslumbrarse.

Julieta
¡Oh, Romeo! ¡Romeo! ¿Por qué has de ser Romeo? Niega a tu padre, deja su nombre

4
por mi amor, o si no quieres, júrame amor, y yo dejaré a los Capuletos.

Romeo
¡Julieta!

Julieta
¡Romeo! ¿Qué haces aquí? Si te encuentran te matarán.

Romeo
¡Ah! Hay más peligro en tus ojos que en veinte de sus espadas. Mírame
amorosamente, Julieta y estoy a prueba de su enemistad. Preferible sería que
terminase mi vida por su odio a que se prolongase sin tu amor.

Julieta
Y ¿cómo viniste aquí?, ¿quién te guió?

Romeo
El amor. No soy piloto, pero si tú estuvieras allende los más remotos mares, me
lanzaría al mar para conseguir tan gran tesoro.

Julieta
Sube, dulce Montesco.

(Romeo escala el muro hasta llegar a Julieta.)

Julieta
Si tu amor es en verdad honroso y tienes de miras el matrimonio, te mandaré un
mensajero mañana, con objeto de señalar el día de la boda.

Romeo
Yo te juró amada mía, por los rayos de la luna…

5
Julieta
No jures por la inconstante luna.

Señora de Capuleto (Madre de Julieta)


¡Julieta!

Julieta
Adiós. (Abraza a Romeo.) Cuanto más te doy, más quisiera darte.

Señora de Capuleto (Madre de Julieta)


¡Julieta!

(Romeo cae del balcón.)

Narrador 2
Amanecía, y Romeo, lleno de pensamientos de su amor y de aquel bendito encuentro
nocturno, siéndole imposible dormir, en vez de irse a su casa, fuese al cercano
monasterio para ver a Fray Lorenzo, a quien le explicó su nueva pasión por Julieta y le
pidió que los casara aquel mismo día. Comprendió el fraile sus razones, y creyendo que
la alianza matrimonial de Julieta y Romeo podría terminar las prolongadas discordias
entre Capuletos y Montescos, consintió en bendecir la unión de la enamorada pareja.
Romeo se sintió feliz. Julieta, que recibió la buena nueva por el mensajero enviado
según su promesa, acudió temprano a la celda de Fray Lorenzo, y allí celebraron el
santo matrimonio, rogando el fraile al Cielo que mostrara sobre aquel acto la más dulce
sonrisa y que en la unión de aquellos jóvenes quedasen enterradas las disensiones y
luchas de Capuletos y Montescos. (Se celebra la boda en la capilla del fraile.)
Terminada la ceremonia, Julieta se fue a su casa, y esperó impaciente la noche en que
Romeo volvería al huerto como en la anterior.

Narrador 2
Aquel mismo día, Mercucio, amigo de Romeo, topó con Teobaldo, primo de Julieta.
Viendo a Mercucio, Teobaldo le acusó ásperamente de asociarse con Romeo el

6
Montesco. Mercucio, que tenía la sangre tan joven y ardiente como Teobaldo, replicó
vivamente a la acusación. Empezaba la riña, cuando Teobaldo vio a Romeo que
pasaba, y lanzole al rostro el nombre de “¡VILLANO!” Quería Romeo evitar riñas con
Teobaldo, por ser primo de Julieta, y muy estimado de ella. Saludole dulcemente con el
nombre de buen Capuleto.

Romeo
Buen Capuleto, no pelearé contigo ni hoy ni nunca jamás.

Narrador 2
Pero Teobaldo, que odiaba a los Montescos, no quiso escuchar razones y tiró del arma.
Mercucio, que ignoraba el motivo que tenía Romeo para desear la paz y consideraba su
paciencia como indigna sumisión, incitó a Teobaldo con duras palabras a proseguir la
lucha. Lucharon, pues, Mercucio y Teobaldo, hasta que Mercucio cayó muerto. Perdió
entonces Romeo la calma, devolvió a Teobaldo las palabras de “¡VILLANO!” y riñeron a
su vez.

(Escena de duelo en los callejones de Verona. Romeo mata a Teobaldo.)

Romeo
¡Soy un juguete del destino!

Narrador 3
La noticia de este mortal combate en las calles, al mediodía, se esparció al momento
por todo Verona, y atrajo multitud de ciudadanos, entre ellos a los señores Capuletos y
Montescos, y sus señoras, que gritaban apasionadas palabras que a todos conmovían,
menos al Príncipe de Verona.

El Príncipe de Verona
Después de bien examinados los hechos, yo pronuncio sentencia desterrando de
Verona a Romeo.

7
Julieta
¿Conque Romeo derramó sangre de mi primo Teobaldo? Hermoso tirano, demonio
angelical, cuervo con plumas de paloma.

Narrador 2
Después de la lucha, Romeo se refugió en la celda de Fray Lorenzo, donde recibió
aviso de la sentencia del príncipe, sentencia que le pareció más terrible que la muerte.
Figurábase que para él no había más mundo fuera de los muros de Verona, ni más vida
fuera de la vista de Julieta.

Romeo
Fuera de Verona no hay mundo, sino purgatorio, infierno y desesperación. Desterrarme
de Verona es como desterrarme de la tierra. El cielo está aquí, donde vive Julieta.

Narrador 2
Cuando Romeo se hubo calmado un poco, aconsejole el fraile que fuese aquella noche
a despedirse en secreto de Julieta, y luego que se fuera inmediatamente a Mantua,
donde residiría hasta que el fraile hallase ocasión de hacer público su matrimonio, lo
cual podría ser un medio de reconciliar las familias. Y así pasó la noche Romeo con su
querida esposa.

(Luna de miel de Romeo y Julieta.


Galería cerca del cuarto de Julieta, con una ventana que da al jardín.
Romeo despierta y se dispone a salir.)

Julieta
¿Tan pronto te vas? Aún tarda el día. Es el canto del ruiseñor, no el de la alondra el que
resuena.

Romeo
Es la alondra que anuncia el alba, no es el ruiseñor.

8
Julieta
No es ésa luz de la aurora. Quédate.

Romeo
Está bien. Más quiero quedarme que partir. Ven, muerte, pues Julieta lo quiere.

Julieta
No, entonces mejor vete, que es la alondra la que canta. Vete, que cada vez se clarea
más la luz y te pueden descubrir

Romeo
¡Un beso! ¡Adiós, y me voy!

(Se va Romeo.)

Julieta
¿Crees que volveremos a vernos?

Narrador 2
Esto fue sólo el principio de la tragedia de estos infortunados amantes. Pocos días
después de haber salido Romeo para el lugar de su destierro, el anciano señor
Capuleto propuso un novio a Julieta, el conde Paris. Julieta alegó contra el matrimonio
todos los motivos que pudo, menos el mayor, el de ser ya casada. Pero el señor
Capuleto se hizo el sordo a todas las excusas, y en forma autoritaria mandó a su hija
que se preparase, porque al jueves siguiente se casaría con el conde Paris.

(En la capilla del fraile.)

Julieta
Cerrad la puerta, fraile, y venid a llorar conmigo. Ya no hay esperanza ni remedio.

(Pausa mientras piensa qué hacer.)

9
Fray Lorenzo
¡Espera! Ya sé qué podemos hacer. Vete a tu casa, fíngete alegre. Di que te casarás
con Paris. Mañana es miércoles. Por la noche quédate sola, sin que te acompañe ni
siquiera tu ama, y cuando estés acostada, bebe el licor que te doy en esta ampolleta.
Un sueño frío embargará tus miembros. No pulsarás ni alentarás, ni darás señal alguna
de vida. Así permanecerás cuarenta y dos horas justas, y entonces despertarás como
de un apacible sueño. Durante tu sueño, yo avisaré por carta a Romeo. Él vendrá en
seguida, y velaremos juntos hasta que despiertes. Esa misma noche Romeo volverá
contigo a Mantua.

Julieta
Dios me dé valor, aunque ya le siento en mí. Adiós, padre mío.

(Julieta llega a su casa, toma la poción y se queda dormida.)

Narrador 2
Cuando el joven Paris vino muy de mañana con música para despertar a su novia,
encontrose que el aposento nupcial se había convertido en capilla ardiente. ¡Qué
muerte de sus esperanzas! ¡Qué confusión reinaba en todo el palacio! Las malas
noticias viajan más veloces que las buenas. Romeo recibió la triste noticia de la muerte
de su adorada antes de que llegase el mensajero de Fray Lorenzo para decirle que la
muerte era aparente y que Julieta estaría en la tumba sólo un breve tiempo. Cuando
oyó que su señora había muerto, mandó ensillar su caballo para irse al momento a
Verona y ver a su esposa en la tumba. Pero antes, Romeo obtuvo un veneno que, una
vez tomado, le despacharía pronto al otro mundo, aunque tuviese el vigor de veinte
vidas, para poder acompañar a su Julieta.

Boticario
Tengo esos venenos, pero las leyes de Mantua condenan a muerte al que los venda.

Romeo
Y en tu pobreza extrema, ¿qué te importa la muerte? Si quieres salir de la pobreza,

10
rompe la ley y recibe mi dinero.

Boticario
Mi pobreza lo recibe, no mi voluntad.

Romeo
Yo no pago tu voluntad, sino tu pobreza.

Narrador 2
Romeo llegó a Verona a media noche y fuese al cementerio, en cuyo centro estaba
situado el antiguo panteón de los Capuletos. Allí vio a su adorada tan fresca aún que
parecía como si la muerte no tuviese valor para alterar su incomparable hermosura.

(Escena en el cementerio.)

Romeo
Julieta, ¿por qué estás aún tan hermosa? ¿Será que el ángel de la muerte te ofrece sus
amores y te quiere para su dama? Para impedirlo, dormiré contigo en esta sombría
gruta de la noche, en compañía de los gusanos, que son hoy tus únicas doncellas.
Recibe tú la última mirada de mis ojos, el último abrazo de mis brazos, el último beso de
mis labios. Brindo por mi dama. (Bebe.) ¡Oh, cuán portentosos son los efectos de tu
bálsamo, alquimista veraz! Así, con este beso… muero.

(Romeo cae muerto y despierta Julieta.)

Julieta
¿Dónde está mi esposo? Ya recuerdo dónde debía yo estar y aquí estoy. Pero, ¿dónde
está Romeo? ¡Esposo mío! Mas, ¿qué veo? Una copa tiene en sus manos. Con veneno
ha apresurado su muerte. ¡Cruel! No me dejó ni una gota que beber. Pero besaré tus
labios, que quizá contienen algún resabio del veneno. Él me matará y me salvará.
(Besa a Romeo.) Aún siento el calor de sus labios. (Coge el puñal de Romeo.) ¡Dulce
hierro, descansa en mi corazón, mientras yo muero!

11
(Julieta se hiere y fallece sobre el cuerpo de Romeo.)

El Príncipe de Verona
¡Capuletos, Montescos! ¡Ésta es la maldición divina que cae sobre vuestros rencores!
No tolera el cielo dicha en vosotros. A todos alcanza hoy el castigo de Dios. Hoy
alumbra a Verona un sol bien triste, tan triste como lo fue La Historia de Romeo y
Julieta.

(Fin de la obra.)

* * *

12

S-ar putea să vă placă și