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Angustia por la separación en bebés:

Al llegar al octavo mes todo cambia; el bebé ya se reconoce como un


ser independiente de su mamá y esto quiere decir que al ver personas que no
conoce puede llorar o no sonreír más a todo el mundo como lo hacía antes,
porque ya se da cuenta que hay "extraños". No siempre aparece exactamente
a los ocho meses, a veces se da antes, alrededor del sexto o séptimo mes o
después, cerca de los 10 meses. O también puede no darse.

¿A qué se debe esta etapa de angustia?

El bebé hasta ahora era una fusión con la madre, no tenía consciencia
de su independencia. En su psiquis, hasta ahora, él era parte de su mamá y por
eso no le temía a los extraños. Si lo alzaba una persona a la que no conocía,
difícilmente lloraba, como también le sonreía a todos o era fácil dejarlo al
cuidado de varias personas diferentes, ej: un día una abuela, otro día una tía,
etc.
Pero al llegar al octavo mes todo cambia: comienza a reconocerse
como un ser independiente de mamá, esto quiere decir que al ver personas que
no conoce puede llorar o no sonreír más a todo el mundo, ya se da cuenta de
que hay "extraños".
Esta etapa se puede manifestar de varias formas, un ejemplo es cuando
la mamá se va de casa, él ya hace manifestaciones de desagrado, puede llorar
porque no quiere que se vaya; por eso es importante que la persona que lo
cuide sea conocida y lo pueda calmar, cosa que suele ocurrir a los pocos
minutos.
Otra posibilidad es que estando la mamá en casa, y si por ejemplo ella se
aleja un momento del lugar donde está el bebé (ej: si va al baño), es posible
que él llore y que al verla nuevamente se calme. Durante la noche, los niños que
atraviesan esta etapa suelen despertarse con más frecuencia para corroborar
que la mamá está. El padre también puede acudir a calmar al bebé; con él se
suele calmar también, aunque haya días que sólo se calme con la mamá.

Algunos consejos para esta etapa

 Cada vez que mamá o papá salen de casa y él se queda, se le puede explicar
que se van y vuelven, es decir, pueden despedirse siempre ya que ellos
entienden nuestros mensajes.
 No debemos irnos a escondidas.
 Si estamos dentro de la casa, podemos decirle por ej.:"mamá se va al baño, ya
vuelve" y si llora hablarle a la distancia, también al oír la voz conocida se
calmará.
 En esta etapa les encanta jugar a tapar cosas y que aparezcan, lo mismo que
taparse él y que aparezca, esto lo ayuda a elaborar las ausencias y presencias.
Consecuencias de dejar llorar a un bebé
El dejar llorar a los bebes puede ocasionar graves lesiones cerebrales
pudiendo impedir el correcto desarrollo de diferentes zonas importantes sobre
todo la zona que se encarga de la parte emocional, esto lo sabemos con
certeza gracias a la ciencia que desde hace unas décadas viene estudiando
el cerebro de grandes y pequeños.
¿Qué ocurre cuando se deja llorar a un bebe?
Cuando dejamos a un bebe sol@ en su habitación, se asusta, sus padres
no están cerca y no sabe qué va a pasar. Ante esta situación de stress el
cerebro responde liberando las hormonas del stress por excelencia que son la
adrenalina y el cortisol. Estas hormonas impactan sobre áreas del cerebro que
rigen las emociones a lo largo de nuestra vida y el lenguaje. Como
consecuencia los niños que no son atendidos lloran hasta que estas áreas se
colapsan. Como el cuerpo no podría aguantar durante mucho tiempo esta
situación, para contrarrestar se liberan una serie de sustancias (endorfinas,
serotonina, opiáceos) que provocan una bajada del stress (recibe un chute de
tranquilizantes naturales). Además cuando hay niveles altos de cortisol y de
serotonina se produce el vómito involuntario, es falso que los niños se
provoquen el vómito para llamar nuestra atención. Por lo tanto si tenemos en
cuenta que para el niño la hora de dormir había llegado y probablemente
haya pasado, que lleva llorando mucho rato y está agotado y además acaba
de recibir un “chute” de opiáceos, es normal que caiga rendido y se duerma,
pero no porque haya aprendido nada, simplemente está auto drogado.
¿Qué secuelas quedan a corto y largo plazo cuando se deja llorar a un bebe?
El niño aprende que nadie le va a hacer caso, que sus necesidades no
merecen ser atendidas y por eso dejan de llorar, pero no porque no necesiten
a sus padres. El hecho de colapsar repetidamente la amígdala puede
provocar niveles anormales de serotonina y esto se relaciona con depresión,
violencia, baja autoestima, ansiedad, síndrome de estrés postraumático.
Además los niveles altos y mantenidos de cortisol pueden ser tóxicos para el
cerebro llegando incluso a provocar pérdida neuronal. Por otra parte estos
niños aprenden a dormirse con un chute de opiáceos y serotonina y seguirán
necesitando esta dosis para dormir. Asocian dormir con estrés mientras que un
niño acunado, atendido, asocia dormir con relax y a la larga sabrá dormir solo.

“hay que ocuparse de los bebés”, ya que “no (les) logramos dar suficiente
importancia”. Hacemos caso de los consejos que nos incitan a descuidar los
llantos de los bebés, a hacerles esperar para que aprendan “que en la vida
no lo van a tener todo”. Lo hacemos pensando que les estamos educando y
haciendo un bien, creando a una persona con fuerza psíquica suficiente para
luchar contra los pormenores de la vida, contra las dificultades de la edad
adulta. El problema es que estamos anticipando los hechos y estamos
creando problemas e insatisfacciones a unas personitas que no están
preparadas para gestionarlas y superarlas. En resumen, dejando huella en
esta primera infancia que “es en realidad la base de la salud mental”.

Los bebés nacen con un cerebro inmaduro por cuestiones de espacio. De


esperar más tiempo a que ese cerebro estuviera totalmente maduro la cabeza
de los bebés no pasaría por el canal del parto. Es por ello que debe madurar
en el exterior, creando nuevas conexiones y creciendo con las vivencias que
les aportemos, y lo hace además “a la mayor velocidad de crecimiento que
jamás alcanzará. ¡Dobla su tamaño!” Entre los muchos sistemas que se
desarrollan desde el nacimiento hasta los dos años están “los que utilizamos
para gestionar nuestra vida emocional: la respuesta al estrés, por ejemplo”. Por
lo tanto, dado que el cerebro está inmaduro “lo importante es que el bebé no
se estrese demasiado. Los bebés no pueden gestionar un estrés excesivo. No
pueden deshacerse de su propio cortisol.”
¿Y qué es eso del cortisol?
El cortisol es una hormona que se segrega en situaciones de estrés. Para
que una persona esté emocionalmente estable, debe tener un nivel de cortisol
equilibrado. Los bebés no saben qué hacer con él, por tanto, cualquier
cantidad de cortisol superior a la que deberían tener es un exceso de estrés que
no saben eliminar. El exceso de cortisol activa la amígdala del cerebro, que es
el órgano encargado del control de las emociones, emitiendo una señal de
alarma.
Si un niño crece con una cantidad de cortisol constantemente elevada,
porque le dejan llorar mucho o porque se estresa con facilidad, la amígdala se
acaba acostumbrando a ese cortisol sobrante (algo así como cuando oímos un
reloj en una habitación y acabamos por no oírlo) y deja de emitir la señal de
alarma. Al no haber alarma el cerebro no ofrece una respuesta de gestión a ese
estrés y el individuo acaba por no saber manejar esas situaciones que le
generan ansiedad.
La pregunta del millón, ¿Se les deja llorar a los niños o no?
No, si el llanto es fruto de una situación estresante y se puede evitar. Me
explico. Los niños lloran por muchas cosas, porque tienen hambre, sueño,
porque se caen al suelo, porque un ruido les asusta, porque… No todas las
situaciones les producen estrés o miedo, pero sí algunas de ellas. Hay niños a los
que dejarles en la cunita solos no les produce ningún miedo o estrés y por tanto
no lloran. Hay otros en cambio que se sienten solos, sienten miedo, y lo viven
como una situación estresante, y lo expresan mediante el llanto. Hay niños que
se sienten estresados a la mínima y que lloran a menudo, y hay otros que pese
a estar solos o sentirse solos, tienen más tolerancia al estrés y no lo manifiestan.
¿Y cómo saber qué estresa a un bebé?
Pues yo diría que con un poco de empatía. Poniéndonos en su lugar y en su
inmadura cabecita para entender que los bebés conocen muy poco el lugar
en el que viven, nos conocen poco a nosotros y pese a ello nos dan su vida y
confían en nosotros porque somos lo único que tienen. Los niños entienden muy
poquitas cosas de lo que les rodea y por eso nosotros somos sus brazos, sus
piernas, sus oídos, sus ojos y su rincón de tranquilidad cuando los cogemos en
brazos. “A los bebés les resultan estresantes cosas relativamente pequeñas. Por
ejemplo, para un bebé estar lejos de su cuidador durante demasiado tiempo es
muy estresante, ¡porque le va en ello la supervivencia! Un bebé no sabe si
sobrevivirá o no: necesita a alguien que le cuide.
”Pero si lo tomo mucho en brazos se va a acostumbrar” ¿o no?
Sue Gerhardt comenta que “los niños que tienen unos vínculos afectivos
seguros funcionan mejor en la escuela, su rendimiento es superior en todos los
aspectos. El tacto está resultando muy importante para el desarrollo. Así que hay
que sostener en brazos al bebé, llevarlo a los sitios, tocarlo… todo lo que genere
placer, de hecho; porque las pruebas parecen demostrar que las sustancias
bioquímicas relacionadas con el placer y con todo lo que genera placer
realmente ayudan a que se desarrollen las funciones superiores del cerebro.”
Con respecto a la salud mental, una de las grandes epidemias del momento,
que tiene visos de seguir aumentando “la investigación actual demuestra que,
en los trastornos de la personalidad, concretamente, todo apunta nuevamente
a la primera infancia”. Es decir, lo que suceda mientras el cerebro de un bebé
se está formando puede afectar enormemente a la salud mental del futuro
adulto, tanto para bien, como para mal. Para acabar, me quedo con una frase
de Sue, “la primera infancia es en realidad la base de la salud mental”.
Como padres hay que comenzar a escuchar a su corazón, la crianza es
un momento maravilloso y donde tienen muchas oportunidades de crecer al
lado de sus hijos ya que ellos son sabios y aún no están contaminados de ideas
preconcebidas y nos dicen claramente lo que necesitan en cada momento
solo que no entendemos ese lenguaje y nada más entendemos la razón, creo
que como padres debemos tratar de bajar un poco el escalón y procurar
ponernos más a su nivel y así comprenderlos mejor, más ahora que sabemos lo
que realmente ocurre en su cerebros y las buenas y malas consecuencias que
esto conlleva.

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