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FACULTAD DE CIENCIAS
N° 4
DEPARTAMENTO ACADÉMICO DE QUÍMICA
LABORATORIO DE BIOQUÍMICA
PRÁCTICA N° 1
Integrantes:
2017-I
I. INTRODUCCIÓN
Muchas de las sustancias de la naturaleza, así como sus interacciones por medio de reacciones, se
ven diferenciadas e influenciadas por una característica o factor químico, que las hace clasificables:
Su concentración de Hidrógenos libres, denominado Potencial de Hidrógeno, o mejor conocido por
su abreviación (pH).
Esta clasificación surge desde la antigüedad, como una forma de determinar dichas sustancias según
su naturaleza, muchos años antes de la aparición del Potenciómetro, hoy conocido como el
Dispositivo que determina el pH de una sustancia, de una forma instantánea. Estas eran fácilmente y
cotidianamente clasificadas en términos de “Acido” y “Base”, haciendo uso de los sentidos. La
acidez es una propiedad que en los orígenes de la química se detectó por el sabor agrio de las
sustancias naturales, mientras que la alcalinidad se apreció por la sensación jabonosa de algunas
sustancias al tacto (Barba, Rodríguez & Córdoba; 1991).
El potenciómetro consta de dos electrodos uno de los cuales tiene una membrana sensible a la
[H30+] que es conocido también como [H+]. Estos electrodos miden [H30+] como una diferencia de
potencial eléctrico entre ellos. Esta diferencia es indicada como valores de pH en una pantalla o
escala que posee el potenciómetro. El aparato debe calibrarse con soluciones de pH conocido
(Mendoza; 1995). Se puede hallar, en forma de cálculos, haciendo uso de una formula general, para
ello previamente ha de conocer el valor de pKa, así como las concentraciones de Hidrógeno [H+].
Otra forma de determinar su naturaleza ácida o base, sin requerir a cálculos, es por medio del uso de
papel tornasol, que inicialmente es color mostaza, puesto que al entrar en contacto con una
sustancia acida, se torna color rosado grosella; y cuando entra en contacto con una sustancia básica
o alcalina, de color azul. También existen otras formas, como la titulación con NaOH, haciendo uso
de la Fenolftaleína.
II. RESULTADOS
Cuadro N°1: Determinación del pH teórico y práctico de diferentes compuestos.
Hidróxido de Sodio 1 M 14 14
III. DISCUSIONES
De los resultados se observa que en la gran mayoría de las muestras no se muestra una coincidencia
del valor práctico de pH con el teórico de que se calculó. Este hecho puede deberse a diferente
limitaciones o posibles errores presentes en el electrodo de vidrio que se utilizó para la medición, en
donde según Gómez (2002), “El pH se relaciona con la diferencia de potencial a través de una
membrana de vidrio selectiva a los protones y su actividad”. Por lo que la selectividad de la
membrana, el medio etc., podrían variar el pH a aproximadas 1 o 2 unidades.
En los casos como son el del Hidróxido de Sodio 0,1 M, se observó una baja de pH, de 13 a 12.65 o
incluso menos, esto según Gómez (2002), se debe al error alcalino donde “la concentración de H+
es muy pequeña y la interferencia de otros cationes (Ej. Metales alcalinos) reduce los valores
medidos de pH”.
A la inversa sucede con el error ácido donde “el potenciómetro registra valores de pH mayores a los
reales. Este fenómeno puede deberse a las condiciones de fuerte acidez donde los coeficientes de
actividad para los protones y para el agua se alejan de la idealidad”. Este error pudo observarse en
las muestras de Ácido Clorhídrico 0.1 M y 1 M.
Según Goicochea (2010), dentro del potenciómetro también podrían ocurrir errores “si la solución
del analito es diferente de la del tampón estándar o calibrador, puede variar el potencial de unión”
esto produciría error en el pH que se mide; del mismo modo Gómez (2002) afirma “Al medir el pH
de muestras con fuerza iónica (está en función a las concentración de iones totales) baja puede
existir un gran error de varias unidades de pH (1o 2 unidades). Este error es debido a variaciones
importantes del potencial de unión líquida por la coagulación parcial de la fibra porosa o vidrio
fritado”.
IV. CONCLUSIONES
V. REFERENCIA BIBLIOGRÁFICA
Barba, L.; Rodríguez, R.; Córdoba, J. (1992). Manual de Técnicas Macroquímicas de
campo para la arqueología. D.F., México.
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