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Administración Nacional de Educación Pública del Uruguay.
Desde hace unos años se organiza en Uruguay las llamadas Olimpíadas Filosóficas en el ámbito
de la enseñanza media con los estudiantes, realizando a lo largo del año diferentes
convocatorias y propuestas en torno a la temática elegida, cerrando al fin del año con la
realización de ensayos por parte de todos los estudiantes que quieran participar. Estos ensayos
son evaluados por un comité académico.
Así Gloria Anzaldúa2 nos dice:
Las Fronteras están diseñadas para definir los lugares que son seguros y los que
no lo son, para distinguir el us (nosotros) del them (ellos). Una frontera es una
línea divisoria, una fina raya a lo largo de un borde empinado. Un territorio
fronterizo es un lugar vago e indefinido, creado por el residuo emocional de una
linde contra natura. Está en un estado constante de transición. (…) La tensión se
apodera de los habitantes de las tierras fronterizas como un virus. La ambivalencia
y el malestar residen allí y la muerte no es una extraña. (1987: 46)
En función de estas dos citas, tenemos algunos aspectos que podemos pensar
para delimitar en qué sentido es posible tomar la categoría frontera.
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Fue una importante feminista, escritora, profesora, teórica queer, y activista política. 1942-
2004. Originaria de Texas, EE UU, y proveniente de una familia de migrantes mexicanos
norteamericanos.
3
De nacionalidad inglesa, geógrafa, nacida en 1949. Articula estudios de género con la
geografía y especialmente las migraciones.
sino que por el contrario definen el límite y por tanto el lugar de exclusión y
de inclusión.
Tomando esta última pregunta, digamos que hay razones históricas para
abordarla desde el ámbito corporal.
El cuerpo parece algo evidente, pero nada es, finalmente, más inaprehensible que
él. Nunca es un dato indiscutible, sino el efecto de una construcción social y
cultural. La concepción que se admite con mayor frecuencia en las sociedades
occidentales encuentra su formulación en la anatomo fisiología, es decir, en el
saber que proviene de la biología y de la medicina. Está basado en una concepción
particular de la persona, la misma que le permite decir al sujeto “mi cuerpo”,
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1953. Profesor en la Universidad de Estrasburgo. Uno de los antropólogos franceses más leído
en la actualidad.
utilizando como modelo el de la posesión. Esta representación nació de la
emergencia y del desarrollo del individualismo en las sociedades occidentales a
partir de Renacimiento, (…) (Le Breton, D. 2006:14)
Esta concepción naturalizada que hace que nos identifiquemos con el cuerpo
en el sentido del límite y separación entre los sujetos y como una posesión,
tiene desde el punto de vista de Le Breton, un origen cultural que obedece a
una forma particular de organización de la sociedad occidental.
Los canacos no conciben al cuerpo como una forma y una materia aisladas del
mundo: el cuerpo participa por completo de una naturaleza que, al mismo tiempo,
lo asimila y lo cubre (2006: 17).
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Thomas Csordas Profesor distinguido del departamento de antropología de la Universidad de
California. Sus intereses de investigación abarcan antropología médica y psicológica. Creador de
la teoría de embodiment (incorporación) siguiendo a Merleau Ponty y Bourdieu.
discursos que provienen del estructuralismo y posestructuralismo ubicando al
cuerpo como producto de adjudicaciones simbólicas y formaciones disciplinarias.
En relación a la epistemología del cuerpo, desde el surgimiento de la ciencia en
su configuración moderna, el cuerpo se convierte en obstáculo epistemológico
(Bachelard, 2000). Este aspecto intensificado desde la ya citada hegemonía del
paradigma cartesiano en el cual el cuerpo es un soporte de la esencia humana.
En el ámbito educativo, este discurso se expresa en un dispositivo disciplinario
(Foucault 2005) que desarrolla una “tecnología de poder sobre el cuerpo”
(Foucault 2005:37) contribuyendo al surgimiento del cuerpo dócil.
Al producirse, hacia finales del siglo XIX y principio del siglo XX, la crisis de la
Modernidad y junto con ella la crisis de las formas establecidas de conocer y de
hacer ciencia, comienzan a surgir nuevas formas de concebir y producir
conocimiento. Entre ellas se formulan fuertes cuestionamientos a la imagen de
la ciencia tradicional, señalando la necesidad de la inclusión del sujeto a la hora
de pensar y producir el conocimiento.
Se hace lugar para pensar el cuerpo no ya como una posesión, o como un soporte
de la razón, sino como aspecto que configura al sujeto.
En el ámbito propiamente filosófico podemos citar el planteo vitalista de F.
Nietzsche como un importante cuestionamiento a las ideas dominantes de
Occidente y especialmente, como crítica a la concepción dualista y al “alma” como
la esencia humana (Nietzsche, 1983).
Ya en el siglo XX desde la fenomenología, Maurice Merleau Ponty representará
un valioso intento de superación del dualismo (Tourn: 2014).
Hoy asistimos a la explosión de discursos que intentan rescatar al cuerpo o la
corporeidad como condición humana.
Ahora bien, ¿es posible considerarlo desde otro lugar? ¿es posible considerarlo
como un territorio fronterizo, permeable, móvil, cambiante? ¿es posible
considerar los límites como permeables?
Vamos a intentar pensar esta problemática desde algunos autores que han
trabajado la problemática del cuerpo como tal para luego trasladar la cuestión
que nos convoca en relación a los cuerpos.
Retomemos entonces el cuestionamiento central:
¿Es el cuerpo el límite fronterizo entre los sujetos?
(…)
NOTAS DEL TEXTO: 2 Maurice Merleau-Ponty, “The Body in its Sexual Being” en
Phenomenology of Perception, trad. Collin Smith,
Boston, Routledge and Keagan Paul, 1962. Hay traducción al español en Editorial Península.
3 Simone de Beauvoir, The Second Sex, trad. H. M. Parshley, Nueva York, Vintage, 1974, p. 38.
Hay traducción al español, Siglo Veinte Editores, Buenos Aires.
7
Filósofo fenomenólogo alemán, seguidor dela obra de Merleau Ponty, cuyo tema principal
reside en lo extraño, nacido en 1934.
contrae en un apéndice de la máquina o en una central de mando. Aquí es ahí
donde se encuentra el botón que pulso. La ubicuidad técnicamente producida
proyecta sus sombras políticas; los foros políticos pierden peso. Una posibilidad de
este tipo es señalada en el Teeteto de Platón: el filósofo enamorado de la
contemplación aparece como alguien que habita en la cuidad sólo con su cuerpo,
mientras que el espíritu y el alma andan vagando por el universo, un universo que
experimenta una reedición tecnológica en internet. No es de extrañar que esta
ubicuidad electrónicamente diluida sea compensada a menudo con un localismo
forzado. Provincianización y globalización no se excluyen, al contrario, se refuerzan
mutuamente. El discurso sobre una aldea global gana así un doble sentido y un
sentido oculto indeseados. ¿Se trata de la mundialización de la aldea o de la
aldeanización del mundo? En este ir y venir extremos se manifiesta la duplicidad
de nuestro cuerpo, que como cuerpo (Leib) nos abre y proporciona un mundo en
el que él aparece al mismo tiempo como un cuerpo (Körper). La auto-reduplicación
de un ser corporal que ve y toca y, al mismo tiempo, es visto y es tocado, se
corresponde con una reduplicación espacial que Helmuth Plessner designa como
posicionalidad excéntrica. Estoy al mismo tiempo aquí y en otra parte; y
precisamente en esto consiste el modo der ser del cuerpo. Si consideramos al sí
mismo espacial una place identity, tenemos que ajudicarle, entonces, al mismo
tiempo una place non-identity. El topos que en cada caso ocupamos como lugar
se mezcla con una cierta atopía, una alocalidad, y esto precisamente crea la
posibilidad de diversas heterotopías que, ni se pueden combinar unas con otras
como espacios parciales o insertar en un todo, ni se pueden hacer entrar por la
fuerza en un único sistema de coordenadas. (2004: 29-30)
Por una parte, Michel Foucault8 pone el acento en una visión política del cuerpo,
en la que los cuerpos están atravesados y conformados por las relaciones de
poder.
Los cuerpos no escapan a estar instalados en un campo político, por lo que no
es concebible un cuerpo despolitizado y sometido a un régimen regido por las
relaciones de poder.
Desde este lugar los cuerpos resultan funcionales a éstas, de manera tal que son
sometidos, domados, cercados por las relaciones de poder y al mismo tiempo son
8
Filósofo francés 1926- 1984
moldeados para ser productores y funcionales a un sistema. Esto explica la
utilización económica de los cuerpos: no es rentable generar cuerpos que
desaparezcan pues lo que se necesitan son cuerpos sometidos y productivos a la
vez, por ello es necesario regular sus energías9. Las necesidades, aspectos quizá
pasibles de ser pensadas como constituyentes de lo más personal, no escapan a
este régimen y son también instrumentos políticos “cuidadosamente dispuesto,
calculado y utilizado” (2005: 32), pues en ellas se inscribe el poder de forma más
sutil pero quizá de forma más efectiva.
Ahora bien, estas relaciones de poder se inscriben directamente en el cuerpo, es
decir, no penetran en un sentido ideológico o en un sentido violento para luego
operar sobre las fuerzas y signos del cuerpo. Sino que la penetración, inscripción
–dice Foucault- se da directamente en el propio cuerpo sin necesariamente pasar
por la conciencia o realizarse en forma violenta. Es decir, el cuerpo se vuelve una
superficie para ser escrita, tal como si fuera un texto.
Por ello el sometimiento es aún más poderoso, pues las relaciones de poder
conforman los cuerpos, le dan forman, los construyen, penetran materialmente,
sin mediación de la representación. El dominio se vuelve profundo y no opera en
un sentido ideológico, sino material y por ello imperceptible para la conciencia
pues no se trata de un contenido a develar, sino que es la propia formación
material del sujeto la que está moldeada de acuerdo a este dominio.
Se constituye una tecnología del cuerpo, es decir un saber sobre el cuerpo que
resulta en un dominio sobre él, perfeccionándose en el arte del detalle (2005)
por eso cada gesto, signo, postura, está calculado para construir un tipo de
cuerpo, es decir, un tipo de ser humano.
Por su parte Judith Butler10, en un texto fuertemente influido por la
fenomenología, declara, tomando las ideas de Maurice Merleau Ponty, que el
cuerpo es una idea histórica. Es decir, un conjunto de posibilidades históricas que
se encarnan en los cuerpos transformando la existencia corporal, en
9
En Vigilar y castigar Michel Foucault refiere a un período en especial, siglos XVII-XVIII, en el
cual se configuran los cuerpos dóciles funcionales a un sistema capitalista que requiere este
tipo de cuerpos para funcionar.
10
Filósofa norteamericana posestructuralista nacida en 1926, teórica de la Teoría Queer, entre
otros campos.
corporeidades, es decir, de cuerpo geométrico de las cosas extensas cartesianas
(korper) a cuerpo vivido (leib), cuerpo cargado de significaciones históricas.
Por ello nadie nace mujer, al decir de Simone de Beauvoir, sino que ésta es una
construcción condicionada por estas posibilidades históricas.
Ahora bien, para Butler, toda teoría fenomenológica que hable de la encarnación
de las posibilidades, debe poder describir cómo se da esta encarnación y como
se actúa esta encarnación. Esta encarnación de posibilidades y de actuación de
las mismas configuran el género, el cual se encarna y se actúa, de tal manera
que los actos que pasan a constituir el género se asimilan con lo performativo en
el contexto teatral.
La teoría de los actos es tomada y ampliada de la teoría de los actos lingüísticos
de John Austin “(…) en donde se propone por primera vez la noción de
performatividad lingüística” (Duque 2010).
Esta noción refiere a enunciados que por el mero hecho de ser pronunciados
cambian la realidad a la cual refieren, a diferencia de los enunciados constatativos
o declarativos. El ejemplo recurrente al respecto como enunciado performativos:
“Los declaro marido y mujer” (dejando de lado en este ejemplo la connotación
de género que aparece) a diferencia de un enunciado constatativo: “La puerta
está pintada de rojo”.
Llevado este planteo a los actos, la performatividad entonces se haya en la
capacidad de transformar al sujeto y darle forma de acuerdo a la actuación que
se trate. Esta encarnación actúa en sentido dramático y opera por repetición.
Ahora bien, ¿por qué la comparación con la performatividad teatral?
Pues al igual que en el teatro existe un actor, un papel a representar y una
representación. El papel a representar puede ser pensado como el rol o la
actuación esperable de acuerdo a la norma hegemónica, que sin embargo es
actuado de formas diferentes de acuerdo al sujeto del cual se trate.
En el mismo sentido, la afirmación acerca de que la realidad del género es
performativa y se debe tal como afirma la autora a que “(…) es real en la medida
en que es actuada.” (1990: 309). Esta actuación no remite a una supuesta
identidad pre-existente a la actuación. Es la actuación la que construye el modelo
que sirve de referencia para valorar cuando determinados actos son verdaderos
o falsos de acuerdo a lo que se supone que es su modelo. Pero este modelo no
es sustancia ni esencia; solo existe en la medida en que es actuado y cobra fuerza
normativa a través de la sanción social en relación a los actos esperables o no.
Se vuelve crucial la diferencia entre expresión y performatividad: no hay nada
para expresar, es decir para sacar de adentro a afuera, pues no hay un adentro
en el cual reside la esencia o la identidad. Esta supuesta identidad se conforma
por la repetición de actos que construyen al sujeto y por ende al cuerpo o al
sujeto cuerpo.
Esta repetición puede adecuarse en mayor o menor medida a la norma la que se
erige como marco de regulación y sanción de los actos. Esta norma no responde
a un estatuto metafísico, sino que también ha sido construida y sostenida por la
repetición de actos conformados a la misma.
Desde este punto de vista, el género del travesti es tan real como el género de
aquellos sujetos que se adecuan al modelo esperable de género que obedece
hegemónicamente a una lógica binaria.
Por ello el cuerpo no es una identidad en sí o una materialidad meramente fáctica,
sino que es una materialidad que construye significado y éste lo construye de
forma fundamentalmente dramática.
Pero, afirma Butler, esta construcción no es llevada adelante por un yo que
preexiste a la misma, sino que corresponde a un ir haciendo, a un ir
construyendo, por lo que opera una suerte de gramática de los gerundios. Este
ir haciendo no cuenta con un final definitivo, sino que se construye como un estilo
corporal generizado, el cual también es pasible de ser modificado en tanto los
actos cambien.
El género en tanto performativo tiene un doble sentido como dice la autora,
dramático, en tanto se actúa, y no referencial, pues no hay actos verdaderos en
tanto no existe una realidad exterior verdadera en función de la cual medirse.
Por su parte Wandelfels, filósofo fenomenólogo, estudioso de la obra de Merleau
Ponty, continúa con la línea de éste, retomando la articulación intrínseca entre
cuerpo y espacio. Los cuerpos habitan el espacio y se constituyen en el punto
cero desde el cual se establecen las diferentes coordenadas y direcciones del
espacio. Es así entonces que el lugar de la enunciación es el lugar del cuerpo que
determina el aquí.
La palabra “aquí”, aplicada a mi cuerpo, no designa una posición determinada con
respecto a otras posiciones o con respecto a unas coordenadas exteriores, sino la
instalación de las primeras coordenadas, el anclaje del cuerpo activo en un objeto,
la situación del cuerpo ante sus tareas.” (Merleau Ponty 1975: 117)
Ahora bien, el autor lleva la cuestión al contexto tecnológico actual en relación a
esta relación intrínseca entre cuerpo y espacio y se pregunta ¿qué sucede con el
aquí en esta globalización tecnológica?
El aquí es allí, en el botón del mouse o en la pantalla. Aquí entonces pierde su
lugar de anclaje y se pierde en el universo tecnológico.
Sin embargo, Wandelfels anota como el cuerpo es cuerpo vivido y también a la
misma vez cuerpo objeto en el sentido de cuerpo visto por otros. En esta doble
significación, de cuerpo que toca y ve, y cuerpo tocado y visto, se juega “la auto-
reduplicación de un ser corporal que ve y toca, y al mismo tiempo, es visto y es
tocado” –dice el autor-. Esta condición corporal se corresponde con una
reduplicación espacial, pues el aquí es también allí, desde donde me ve el otro.
Es decir, el cuerpo contiene esta doble condición en tanto su relación intrínseca
con el espacio.
Desde este lugar, si bien, la virtualidad hace estallar lo que podríamos llamar esta
condición intrínseca al ser corporal de habitar el espacio, muestra a la misma vez
una condición también intrínseca: la de que cada cuerpo parece no estar nunca
en su lugar, o lo que dice el mismo autor, la posibilidad de que cada cuerpo
genere a la misma vez una topía y una atopía, es decir un lugar en el cual se está
y un lugar desde el cual es el otro el que me erige en un allí. Un topo que se
vuelve aquí y múltiples coordenadas que se abren desde ese punto que se erigen
en un no lugar, pero que sin embargo contienen la posibilidad de emplazarse
también como un aquí por otras existencias corporales que me ven y me designan
como otro cuerpo. Estoy aquí pero también allí en función de otro.