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ITER-UCAB

Moral Fundamental
Ricardo Cuello

La Doctrina de la Ley Natural

La idea de ley natural ha estado presente en la enseñanza cristiana desde los padres de la
Iglesia hasta nuestros días. Pero se trata de una idea que se remonta a la antigüedad griega
y que ha influido en la mentalidad occidental en general. Vamos a ver cómo se ha
desarrollado en el transcurso de los siglos cómo ha estado presente en el pensamiento
occidental.

En la Edad Antigua ya los sofistas hacían una distinción entre ley natural (la consideraban
con validez universal) y leyes impuestas por los hombres, que son diferentes entre sí en
diversos lugares. Las leyes con validez universal son las leyes en virtud de la naturaleza
(“physis”) y, por consiguiente, tienen un valor objetivo. Por esta razón despreciaban
completamente las leyes positivas que regían la sociedad.

Platón y Aristóteles defendían la validez de las leyes positiva, pero mantenían esta
distinción entre ley natural y ley positiva. Aristóteles refiere a lo dikaion physikon (lo
naturalmente justo), para distinguirlo de lo dikaion nomikon (lo legalmente justo).

Los estoicos entendían que el hombre debía vivir según el logos universal y que todas sus
acciones tenían que ser guiadas por la razón. Esto significaba para ellos vivir de acuerdo al
orden establecido por la naturaleza. En este sentido se puede ver en su ética la idea de ley
natural muy presente. En la ley de la naturaleza se encuentra todo lo que es bueno. El logos
divino y universal (carácter panteísta) está presente en la naturaleza y en la razón humana:
vivere secundum rationem et vivere secundum naturam. La razón sólo puede mandar lo que
manda la naturaleza y viceversa.Esta idea de que la naturaleza y la razón constituyen el
fundamento ético del hombre, fue tomada por los padres de la Iglesia, excluyendo, por
supuesto, el carácter panteísta de los estoicos. Se interpretaba el pensamiento estoico desde
la perspectiva cristiana. Ya no se entendían la naturaleza y la razón unidas a un logos
divino panteísta, sino que se entendían en relación con el orden establecido por el Creador.
De esta manera se podía entender cómo era posible que aquellos que tenían fe, pudieran
llevar una vida de acuerdo a los valores éticos de la fe.

En la Edad Media, la reflexión teológica de entonces, conocida como la escolástica,


significó una evolución grande con respecto a la idea de ley natural. Para Santo Tomás de
Aquino, la ley natural era la ley que estaba inscrita en toda la creación, de una manera
especial en el hombre racional, puesto que por medio de su razón, el hombre puede conocer
la ley natural que está inscrita en su propia naturaleza. Se trata de la razón natural, que es
capaz de distinguir lo bueno de lo malo; capaz de reconocer qué es el bien y qué es el mal.
Se trata de los principios éticos más generales.

La ley natural se identifica, sobre todo, con la ley de la razón. Es natural lo que es racional.
El puente de conexión es el hombre mismo. El hombre encuentra en su razón la conexión
con la ley natural, y desde allí se dispone a cumplirla, como una ley irrenunciable.

No podemos obviar toda la reflexión que a lo largo de los siglos se ha hecho sobre este
tema. Consideremos que si se ha mantenido viva hasta nuestros días la reflexión sobre la
idea de la ley natural, es porque tiene elementos que no sólo son positivos, sino sumamente
importantes en el campo de la moral.

En la actualidad esta ley natural ha sido tanto más cuestionada cuanto más se ha pretendido
sacar de ella todo tipo de normas y leyes específicas, llegando a la exageración. Esto es
debido a una comprensión equivocada y excedida de lo que es ley natural. Si bien es cierto
que la misma naturaleza nos deja claridad con respecto a algunos puntos que son muy
fundamentales (como el valor de la vida), hay que decir que no se puede pretender sacar de
ella normas específicas para todas las cosas. Aceptamos entonces que, en efecto, podemos
hablar de una ley natural en cuanto nos referimos a unos valores fundamentales que no
deben ser removidos jamás, porque tienen valor objetivo y universal. Se trata de
presupuestos morales universales, que consideramos que van más allá de cualquier
consenso y que están por encima de cualquier otra ley.

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