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EL PERSONALISMO

Curso de Análisis Estadístico Avanzado


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¿Qué es el personalismo?

El personalismo surgió en la Europa de entreguerras con el objetivo de ofrecer una


alternativa a las dos corrientes socio-culturales dominantes del momento: el individualismo
y el colectivismo. Frente al primero, que exaltaba a un individuo autónomo y egocéntrico,
remarcó la necesidad de la relación interpersonal y de la solidaridad; y frente al segundo, que
supeditaba el valor de la persona a su adhesión a proyectos colectivos como el triunfo de una
raza o la revolución, el valor absoluto de cada persona independientemente de sus cualidades.
Corresponde a Emmanuel Mounier (1905-1950) el mérito de haber dado voz y forma a este
movimiento a través de sus escritos y de la revista Esprit, convertida en hogar y punta de
lanza del personalismo. Mounier, en efecto, fue capaz de agrupar a numerosos intelectuales
en este proyecto innovador y especificó las claves filosóficas fundamentales que debían regir
la filosofía personalista. El punto central giraba en torno a un renovado concepto de persona
que asumía la larga tradición que se remonta a la aparición del cristianismo pero modificada
y actualizada por la asunción de muchos elementos de la filosofía moderna y por un
repensamiento del mensaje antropológico cristiano. Además, y desde una perspectiva más
específica, Mounier definió los parámetros de lo que después se ha conocido como
personalismo comunitario, que insiste fuertemente en la acción y transformación social.
En ese mismo periodo, bajo la influencia de Mounier o de forma independiente, surgió un
importantísimo grupo de pensadores que se plantearon problemas similares y les dieron una
solución también similar aunque modulada por la idiosincrasia personal. En Francia destacan
Jacques Maritain, Gabriel Marcel o Maurice Nédoncelle. En Alemania el grupo de
fenomenólogos realistas -con nombres como Scheler, von Hildebrand, Edith Stein-, Romano
Guardini y la filosofía del diálogo o personalismo dialógico, ligada al judaísmo y
representada principalmente por Buber, Ebner, Roszenweig y Lévinas. En Polonia destaca
Karol Wojtyla, líder de la Escuela de Lublin. En España Zubiri y Julián Marías; en Italia,
Luigi Stefanini y Luigi Pareyson, etc. La aportación filosófica de este impresionante conjunto
de personalidades, a las que se podrían añadir muchas otras, contribuyó de forma decisiva a
transformar el movimiento personalista en una filosofía poderosa, creativa y con mucha
potencialidad.

Las características esenciales comunes a este conjunto de filósofos han sido identificadas por
Juan Manuel Burgos del siguiente modo. En primer lugar, el elemento clave que define a toda
filosofía personalista es que el concepto de persona constituye el elemento central de la
antropología, lo cual significa no solo que se utiliza o menciona -algo común a muchas otras
filosofías-, sino que toda la estructura de la antropología depende intrínsecamente del
concepto de persona. En segundo lugar, los temas y perspectivas presentes habitualmente en
las filosofías personalistas son los siguientes:
1. Insalvable distinción entre cosas y personas que implica que las personas deben ser
analizadas con categorías filosóficas específicas y no con categorías elaboradas para
las cosas.
2. La afectividad se considera una dimensión central, autónoma y originaria que incluye
un centro espiritual que se identifica con el corazón.
3. Importancia decisiva de la relación interpersonal y familiar en la configuración de la
identidad personal.
4. La cualidad más excelsa de la persona no es la inteligencia sino la voluntad y el
corazón, lo que implica una primacía de la acción y permite dar una relevancia
filosófica al amor.
5. Recuperación de la corporeidad como dimensión esencial de la persona que, más allá
del aspecto somático, posee también rasgos subjetivos y personales.
6. Existen dos modos de ser persona: hombre y mujer. La persona es una realidad dual
y el carácter sexuado afecta al nivel corporal, afectivo y espiritual.
7. La persona es un sujeto social y comunitario, y su primacía ontológica está
contrapesada por su deber de solidaridad.
8. Los filósofos personalistas no conciben su filosofía como un mero ejercicio
académico, sino que buscan la transformación de la sociedad.
9. El personalismo postula una visión trascendente de la vida que se inspira
culturalmente en la tradición judeocristiana pero siempre dentro del marco filosófico.
10. El personalismo entiende que la filosofía moderna ha conducido a errores relevantes
como el idealismo pero también ha aportado novedades antropológicas irrenunciables
como la subjetividad, la conciencia el yo o la reivindicación de la libertad.
Teniendo en cuenta la gran riqueza de perspectivas y enfoques dentro del personalismo, esta
descripción no debe considerarse ni exhaustiva ni única. De hecho, dentro de este marco
general se pueden resaltar tres aproximaciones diferentes: el personalismo comunitario, que
prima la dimensión social; el personalismo dialógico, que prima la relación interpersonal, y
el personalismo ontológico, que prima a la persona singular. Pero, en cualquier caso, esta
descripción proporciona un marco muy útil para una identificación relativamente precisa de
las filosofías personalistas y constituye, por otro lado, la base teórica principal sobre la que
trabaja la Asociación Española de Personalismo.
En la actualidad el personalismo se encuentra en un periodo de expansión. Después del
periodo de formación y consolidación (1930-1970) y de la crisis o debilitación propiciada
por los movimientos culturales de los años 70 -mayo del 68, predominio del marxismo, crisis
posconciliar- se asiste hoy a un creciente interés por la filosofía personalista que se manifiesta
de múltiples maneras: aparición de nuevas revistas y sociedades dedicadas a su estudio y
difusión, aumento del número de publicaciones, de tesis doctorales, etc. En este momento,
las principales líneas de trabajo se centran en un esfuerzo de difusión de los contenidos
antropológicos descubiertos y propuestos por la primera generación de personalistas; en la
fundamentación y sistematización de esos contenidos antropológicos y, por último, en la
aplicación a nuevas áreas de conocimiento como la bioética, la educación, la psicología, la
filosofía del derecho, etc

Jacques Maritain
Maritain es considerado generalmente como uno de los representantes contemporáneos
del tomismo y personalismo comunitario, pues fue el primero que desarrollo técnicamente
algunos temas personalistas, además de inventar parte de la terminología e influir de este
modo en Emmanuel Mounier, y éste es sin duda la fuente principal de su pensamiento; pero
también debe decirse que el pensamiento filosófico de Maritain tiene una predominante
vertiente antropológica que luego se proyecta a la ética y a la filosofía política. Por ello, si el
tomismo es la fuente, no es el caudal: Maritain parte del tomismo pero avanza decididamente
por sendas que Tomás de Aquino no recorrió, como las anteriormente señaladas.
El cultivo del hombre culmina en la dimensión religiosa, en la apertura a Dios, la radical
indigencia originaria de la existencia humana sólo puede ser completada por Dios. Tal es el
sentido su humanismo integral, título de uno de sus más difundidos libros y posiblemente el
nombre más adecuado y más fiel para la filosofía de Maritain, que no es una teología
particular, sino una antropología filosófica, pues "desde el punto de vista filosófico la noción
principal sobre la que nos importa insistir aquí es la noción de persona. El hombre es una
persona que se gobierna a sí misma por su inteligencia y su voluntad. El hombre no existe
simplemente como ser físico. Posee en sí una existencia más rica y más noble, la sobre
existencia espiritual propia del conocimiento y del amor".

Maurice Nedoncelle
Nédoncelle ocupa un lugar aparte en el grupo de los personalistas. Profesa sinceramente
el personalismo, en cuanto que declara que la persona es algo fundamental en la realidad o
en las estructuras del mundo, y ha dedicado sus esfuerzos al análisis de la intimidad psíquica
del ser personal y de las relaciones interpersonales. Pero ha negado la dimensión socio-
política que Mounier y los suyos atribuyeron a la persona como principio de la revolución de
las estructuras de la sociedad. En respuesta a algunas preguntas, declara ser “animal
apolítico” que se ha mantenido siempre al margen de la política y de todo partido. En
definitiva, la filosofía personalista no está enlazada esencialmente “con corolarios sociales y
políticos”. Es por lo que Nédoncelle figura como teórico de esta corriente, y, siguiendo a
Lacroix, se le designa como el “metafísico del personalismo”.
Nédoncelle no trata de explayar una metafísica de la persona en sentido estricto, pues su
interés ha sido “el estudio fenomenológico y filosófico de la persona”, entendiendo esto
último como reflexión filosófica en general, que a veces implica problemas metafísicos. El
fondo metafísico que subyace a sus análisis es el de la filosofía cristiana, recibida en su
formación filosófico-teológica del seminario. A estos supuestos de la filosofía se atiene, mas
no los expone de manera explícita.

Gabriel Marcel
Marcel es considerado como filósofo personalista, sobre todo por que insistió en la
revaloración de la realidad personal de cada hombre. Por eso dedicado a estudiar de manera
especial a la persona elaboró una serie de categorías que reflejan la espiritualidad y el mundo
interior de los hombres, como la disponibilidad, la responsabilidad, el compromiso, la
apertura, respuesta, llamada, encuentro… y afirma que estas realidades están impregnadas
en la persona por la libertad, puesto que la persona se construye a si mis en el camino de la
vida en la libertad. Y en una de las categorías que dicho filósofo se centro fue en la capacidad
de recogimiento que hay en la persona, la capacidad que la persona tiene de penetrar en su
interior y así poder trascender. Por último podemos decir que Marcel hace la diferencia que
existe entre el ser y tener, por eso criticaba al hombre contemporáneo por preocuparse, sobre
todo, por tener más, en vez de esforzarse por ser más. Ya que esto lo único que hacia era
agrandar su crisis de sentido, puesto que en las cosas nunca se puede encontrar la plenitud
existencial.

Karol Wojtyla
Filósofo y profesor de ética polaco (1920-2005). Papa con el nombre de Juan Pablo II.

Estudiante de Lengua y Literatura eslavas, tuvo que abandonar sus estudios por la invasión
de Polonia por los nazis. Por sus estudios teológicos preparatorios para el sacerdocio, conoció
en profundidad la obra de S. Juan de la Cruz.

Estudios posteriores le llevaron a profundizar en la obra de Max Scheler. En su obra hay una
original síntesis entre el Tomismo y el pensamiento fenomenológico, dando lugar al
personalismo. Desde el punto de vista filosófico, su obra más densa y original es Persona y
acción.

En el ámbito teológico, además de sus 14 encíclicas, 11 constituciones apostólicas y otros


escritos resulta fundamental su obra de antropología teológica Varón y mujer lo creó.

Persona y acción (1969)


Persona y acción, es sin duda su obra maestra y un escrito riquísimo que puede interpretarse
desde dos puntos de vista. El primero lo percibe como la deriva natural de sus investigaciones
éticas que le fueron conduciendo poco a una convicción profunda: la ética necesitaba un
poderoso sustrato antropológico. La cuestión era diáfana. No era posible elaborar una
concepción potente de la moral, es decir, del bien de la persona, sin tener, simultáneamente,
una concepción antropológica igualmente potente de la persona ya que ambas –aún
manteniendo la originalidad epistemológica de la ética- se c0mplican muy profundamente.
Y esto significaba que el repensamiento de la ética que Wojtyla había comenzado sólo podía
llevarse a cabo de manera radical a través de un repensamiento de la antropología. Si no, el
proyecto quedaría inconcluso.

Pero hay también una segunda lectura posible de Persona y acción o bien, si se prefiere, una
radicalización de esta primera. Junto a la necesidad de construir una antropología potente y
novedosa, en la mente de Wojtyla se afirmaba también cada vez con más fuerza la necesidad
de unificar tomismo y fenomenología. Sólo de la fusión de ambas podía surgir la filosofía
del futuro ya que ambas se complementaban. Una de ellas proporcionaba la base realista y
ontológica sobre la que se podía construir una sólida visión del ser humano, y la otra
proporcionaba la conexión con los temas que había aportado la filosofía moderna –yo,
autoconciencia, subjetividad, etc.- y que, desactivada la espoleta idealista, no solo podían
sino que debían ser integrados en la filosofía ya que, de otro modo, esta quedaría incompleta
y por debajo de la altura de los tiempos. ¿Y qué mejor oportunidad para afrontar ese proyecto
que la búsqueda de una nueva fundamentación antropológica? De este modo, ambos
proyectos se acabaron unificando. Persona y acción, por tanto, responde a un doble objetivo:
solventar una necesidad de sus investigaciones éticas y fundir tomismo y fenomenología en
una nueva formulación antropológica de cuño personalista. Wojtyla afrontó el tema con su
característica radicalidad y profundidad que, por otro lado, era imprescindible, pues no
pretendía meramente innovar, sino refundar la arquitectura de la antropología con sus
correspondientes conceptos. Por eso, Persona y acción es una empresa titánica.

Algunas de las principales novedades temáticas de este texto –sobre el que volveremos con
más detalle en el cap. 4- son las siguientes:

1. Wojtyla pretende llegar a la persona a través de la acción; es la acción la que revele a la


persona, y no al revés. Esta cambio de perspectiva está fundado en su concepción dinámica
de la persona, en la conexión intrínseca entre la persona y la acción que realiza, pero al mismo
tiempo le va a servir para reestructurar con más libertad la antropología puesto que al no
seguir el camino clásico ni el fenomenológico se desembaraza con más facilidad de los
conceptos y estructuras propios de esas concepciones.

2. El concepto de experiencia es muy rico en Wojtyla, y un aspecto particularmente


interesante es su empleo como instrumento metodológico para acercar, integrar y superar las
posiciones enfrentadas del objetivismo (verdad sin sujeto) y de la filosofía de la conciencia
(sujeto sin verdad). “Me atrevería a decir aquí que la experiencia del hombre con la
característica escisión del aspecto interior y exterior se encuentra en la raíz de la división de
esas dos potentes corrientes de pensamiento filosófico, la corriente objetiva y la subjetiva, la
filosofía del ser y la filosofía de la conciencia”. Por eso, “se debe generar la convicción de
que, en lugar de absolutizar cualquiera de los dos aspectos de la experiencia del hombre, es
necesario buscar su recíproca interrelación”[23].

3. El proyecto de integración antropológico que supone Persona y acto incluye una transición
del actus humanus tomista al acto de la persona, en el que se integran todas las dimensiones
antropológicas del sujeto.

4. La conciencia se extiende del mero conocimiento de las propias acciones (posición clásica)
a la vivencia de tales acciones (modernidad). Una muestra más de su proyecto de integración
entre clasicismo y modernidad en la estructura de la persona.

5. Uno de las grandes contribuciones de Persona y accion es la tematización de la


subjetividad. Wojtyla intenta formalizar intelectualmente su vívida percepción de la
interioridad del sujeto, una cuestión que se retrotrae a su primer encuentro con la filosofía en
el que se enfrentaron su sensibilidad poético-literaria y el objetivismo tomista. Aquí, la
conciencia como autovivencia genera la vía para la elaboración temática de la subjetividad,
y esta, a su vez, despeja el camino para la consideración del yo como centro unificador del
sujeto, todo ello, por supuesto, sin renunciar a la plataforma óntica realista que proporciona
el tomismo.

6. La libertad no es sólo elección, sino autodeterminación de la persona a través de sus


elecciones, lo cual resulta antropológicamente posible por la estructura de autodominio y
autoposesión característica de la persona. Otra de las grandes aportaciones de la antropología
wojtyliana.

7. Cuerpo, psique, sentimientos. Son otros de los muchos temas –propios de la tradición
personalista- que incorpora Wojty?a a la reflexión clásica. El hombre es un ser corporal
(Marcel, Mounier, Marías), lo que significa que la estructura de la persona está mediada por
el cuerpo; la tematización de la psique, por su parte, favorece la consideración activa de la
corporalidad y elimina el riesgo de un dualismo fáctico (alma-cuerpo) al incorporar una
dimensión intermedia que modula a ambas. La afectividad (en la línea de von Hildebrand y
Scheler) se asume desde una perspectiva positiva. No se trata simplemente de un mecanismo
antropológico irredento que deban controlar las facultades superiores (inteligencia, voluntad)
sino del modo en que el sujeto se vive a sí mismo.

Cabe reseñar, por último, que Wojtyla publicó posteriormente a Persona y acción algunos
estudios antropológicos novedosos en los que insistía en puntos especialmente significativos
para él como lo irreductible en el hombre[24], en el que reivindica la radical especificidad de
lo personal (y que analizaremos en el cap. 6), o la profundización en el concepto, sugerente
pero poco explorado, de la autoteleología.

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