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DOSSIER: CLÍNICA DE LA SEXUACIÓN HOMO-SEXUALIDAD FEMENINA Y ESTRAGO

Freudiana 34, 2002, pp. 77-87

Agnes Aflaló
HOMO-SEXUALIDAD FEMENINA Y ESTRAGO 1

Planteamiento del problema

Lacan ha podido decir que una mujer para un hombre es un síntoma y que un
hombre es para una mujer un estrago. ¿Entonces cómo calificar una mujer
para otra mujer homosexual? ¿Es un partenaire síntoma o un estrago? Al
considerar el caso princeps de La joven homosexual de Freud comentado por
Lacan en particular en el Seminario IV, ella está masivamente identificada al
padre, por lo tanto a un hombre. La joven homosexual ocupa una posición
masculina en el inconsciente.

En el punto en el cual se sitúa como hombre, el partenaire podría ser un sín-


toma. Pero si nos referimos a los cuantificadores de la sexuación que definen
los modos de goce, entonces el goce femenino hetero u homosexual implicaría
un partenaire del lado del estrago.

¿Cómo definir el partenaire de una mujer homosexual: a partir de la identifi-


cación o a partir del modo de goce? Tal es el problema que queremos
examinar y resolver. Entonces abordaremos cuatro puntos: primero, resituar en
su contexto, el momento en el que Lacan define el partenaire síntoma y el
estrago; segundo, retomar los elementos de La Orientación lacaniana de J.-A.
Miller que esclarecen estos conceptos; tercero a partir de cuatro casos clínicos
especificar algunas particularidades de la vida amorosa de mujeres
homosexuales; y finalmente concluir con algunas observaciones sobre el
estrago como uno de los nombres del goce femenino.

El contexto de la enseñanza de Lacan

Nosotros podemos resituarlo a partir de dos enunciados contemporáneos que


pertenecen a su última enseñanza. El primero está extraído de la lección del 16
de noviembre de 1976 de L'insu que sait de l'une bévue s'aile à mourre,
Ornicar? 12, 13, p. 6: "He expuesto que el síntoma puede ser el partenaire
sexual". El segundo, de la lección del 17 de febrero de 1976 del Seminario Le
Sinthome, Ornicar? 8 p. 20: "El hombre es para una mujer todo lo que quiera,
una aflicción peor que un síntoma, hasta un estrago".

La Orientación Lacaniana

Retomo aquí los desarrollos de J.-A. Miller de sus cursos L'Autre qui n'existe
pas... con E. Laurent (96-97) y Le Partenaire sympthôme (97-98). J.-A. Miller ha
mostrado que era necesario resituar las propuestas de la última enseñanza de
Lacan a partir del Seminario Aun.
1
. Original publicado en francés en Ornicar? digital 193.
1. El primer enunciado de Lacan concierne al partenaire sexual como síntoma.
¿En qué sentido podemos decir que el partenaire, el Otro de la pareja es un
síntoma? El problema que hay que resolver es el vínculo del sujeto y del Otro.
¿Cómo implicar al Otro en el goce cuando en Aun, Lacan muestra que
fundamentalmente el goce es auto-erótico? De entrada, para Lacan el goce
fálico no abre al Otro. Es goce del cuerpo propio, goce del cuerpo como uno,
no como Otro. Si hay un goce que se remite al Otro y este goce no es fálico,
entonces sólo puede ser sintomático. Si es pertinente evocar al Otro a nivel del
goce, este Otro sólo puede situarse a nivel de síntoma. Está aquí solamente a
título de síntoma. Hablar del partenaire-síntoma es decir que el ser hablante no
va a buscar en el Otro, el significante. Lo que busca, su búsqueda, es goce que
se debe encontrar a partir del Otro.

Decir que la relación al Otro pasa por el goce, es decir que pasa por el síntoma.
Dicho de otra manera, entre el hombre y la mujer, hay síntoma. Entre dos
hombres, hay síntoma. Entre dos mujeres, hay síntoma. La relación de pareja
implica que el Otro se vuelva síntoma del hablanteser, es decir un medio de
goce. Marie-Hélène Brousse lo ha recordado cuando se refería a las
conferencias 17 y 23 de la Introducción al psicoanálisis de Freud y a los
desarrollos de J.-A. Miller en El síntoma charlatán: el síntoma es un medio de
goce. Por lo tanto hay una equivalencia formal entre el síntoma y el Otro en el
sentido que el Otro es una cristalización de goce.

En Aun, tenemos una nueva definición del Otro: el Otro es, medio de goce y
doblemente:

Por una parte a nivel de la articulación significante. Es el goce del lenguaje.


Este goce de la articulación significante es coherente con la tesis del Seminario
XVII, del significante como aparato de goce. El sentido gozado producido por el
significante es un plus-de-goce que hace impasse en el cuerpo del partenaire.
Por otra parte, hay también un goce a nivel del cuerpo: el del cuerpo propio
como Otro o del cuerpo del Otro. Este goce del cuerpo fracasa en el objeto a.
Son estas dos modalidades de goce que Lacan atribuye a la mujer y al hombre.
Son dos modalidades del plus-de-goce que el síntoma reviste. El Otro es un
medio de goce sintomático. No obstante es mediante el amor que la abertura al
Otro es posible.

Esta nueva definición del Otro conlleva una nueva teoría del amor. La tesis de
Lacan en Aun es que la abertura al Otro solo es posible vía el amor. Esta
nueva definición del amor supone que el amor no es solamente búsqueda de
significante, es una búsqueda de goce. El amor está tejido de goce y su
matema es S(A/). Es con este mismo matema que Lacan define después, el
goce femenino, en la página 101.

En el capitulo V del Seminario XX, Lacan aísla primero un nuevo goce, bla-bla
que llama la otra satisfacción. Es el goce del significante. Luego, considera que
este goce de la palabra es especialmente el goce femenino suplementario:
"S(A/) no es nada más que el goce de la mujer". Lo explica a partir de la carta
de amor. En efecto, el amor es la demanda de que el Otro hable, que diga su
falta, S(A/). No obstante la demanda de amor no es sólo demanda de
significante. Es una demanda que quiere obtener un plus-de-goce a partir del
significante del Otro. En este sentido, el amor es búsqueda de sustancia, una
búsqueda de ser. Esta búsqueda no tiene límite por definición porque el
significante no puede representar el plus-de-goce. Dominique Laurent y
Véronique Mariage han aclarado este punto en sus respectivos informes del
pase. La demanda de amor es una búsqueda infinita de substancia, sin límites.
Es por eso que S(A/) es el matema del amor. Pero S(A/) que escribe el sin
límites, el no-todo de la mujer es también el materna del goce del amor. S(A/)
es el matema del goce femenino y su nombre es el estrago. Es su carácter sin
límites que confiere a este plus-de-goce del síntoma, su carácter estragador.
Destaquemos aquí con J.-A. Miller, que el estrago no es lo simétrico del
síntoma. El estrago se ubica en el lugar de una construcción lógica: que hace
de él, la otra cara del amor, su cara de goce infinito. Estrago y amor tienen el
mismo principio que es S(A/): es el no-todo en el sentido de sin límites. Para
una mujer, el amor conlleva el imperativo de que el Otro la ame y para eso
tiene que hablar, tiene que decir el significante de su ser que la haría por fin
toda.

2. El segundo enunciado de Lacan aclarado por J.-A. Miller concierne a la


particularidad del partenaire como síntoma o como estrago. ¿Cómo especificar-
lo? Hemos visto que el Otro es un modo de goce doble según la articulación
significante o según el cuerpo. Tal como J.-A. Miller lo ha desarrollado, la tesis
del partenaire-síntoma conlleva que sólo haya dos accesos al Otro: un acceso
por el goce del cuerpo que fracasa siempre en el objeto a y un acceso por el
amor, pero que cortocircuita el cuerpo, el falo, el objeto a y que depende de la
palabra. Estas dos vías de acceso son válidas para los dos sexos. Pero el
primero es más bien el acceso hombre al goce, mientras que del lado mujer, el
acceso al Otro se hace más bien por el amor.

La teoría de Aun es que el partenaire del sujeto no es el Otro sino lo que viene
a sustituirse al Otro bajo la forma de causa de deseo. La sexualidad es un
ropaje del plus-de-goce y está en impasse. Lacan define así el partenaire del
sujeto a partir de su modo de goce especifico. Por lo tanto es el modo de goce
del sujeto el que define el partenaire como síntoma o estrago. Resulta pues
importante diferenciar las modalidades del goce masculino y femenino, lo que
sólo puede hacerse por la lógica. La única vía de abordaje del goce es la vía
lógica ya que el goce es rebelde al decir. La lógica del goce es lo que Lacan ha
llamado la sexuación y la ha establecido en L'Étourdit. El partenaire del hombre
debe obedecer a la lógica del todo y el partenaire de la mujer obedece a la
lógica del no-todo.

Lacan retoma esta lógica del goce a partir de los cuantificadores de la


sexuación en la página 95 de Aun:

Lado hombre: el sujeto sólo tiene que vérselas en tanto que partenaire con el
objeto a. Solamente puede alcanzar a su partenaire en tanto que es la causa
de su deseo. $—>a no es nada más que el fantasma. El partenaire-síntoma es
una unidad de goce. Es un uno que vale como todo conforme a la sexuación
masculina. Es una unidad de goce localizada, limitada y finita.
Lado mujer: el partenaire se desdobla en Φ y todos los objetos que pueden
tomar el valor fálico (niños...) y S(A/). Ya que la mujer no está toda inscrita en la
función fálica. Y la exigencia de que el partenaire sea no-todo hace de S(A/), el
partenaire de una mujer.

Este modo de goce exige que el Otro ame y que hable. Es la razón por la cual
Lacan pone aquí en serie el amor místico y el amor cortés. El plus-de-goce es
ilimitado e infinito a nivel de la palabra y des localizado a nivel del cuerpo.
Podemos decir que del lado hombre, el deseo pasa por el goce y requiere el
plus-de-goce. Mientras que del lado mujer el deseo pasa por el amor.

Amor místico y amor cortés son dos modalidades de un amor cuyo goce hace
impasse sobre el cuerpo. El goce sentido es el de S(A/). Esthela Solano des-
pliega rigurosamente esta lógica del arrebato en Santa Teresa de Ávila. Goce
místico y goce femenino están claramente articulados. Nosotros abordaremos
la importancia del amor cortés en ciertos casos de homosexualidad femenina
en la última parte de este trabajo. La relación con lo sagrado está presente
pero de manera diferente. Se trata de consagrarse religiosamente a hacer
existir al Otro.

Estas distribuciones de goce según la sexuación recubren la experiencia del


cuerpo y dan cuenta de las dos formas de amor aisladas por Lacan en la
página 711 de los Escritos: la forma fetichista del amor del hombre y la forma
erotomaníaca del amor de la mujer. Lado hombre, el objeto fetiche como objeto
inerte que no habla. La palabra queda fuera de juego. Lado mujer, es la exi-
gencia de que el Otro diga su amor, es decir que hable. Es por eso que la
forma erotomaníaca del amor hace que el objeto sea soporte del amor. Es
menos objetal, no tiene la compacidad del objeto a es por esta razón que
Lacan lo califica S(A/). Podemos ahora entender lo que opone el síntoma y el
estrago: Del lado hombre, el goce de a como modo de gozar hace del
partenaire un partenaire síntoma. Un síntoma no es más que la envoltura del
objeto a.

Del lado mujer, el goce de amor es sin límites. El modo de goce es S(A/) y el
partenaire de este goce infinito es un partenaire de estrago ya que falta el
principio de limitación del síntoma. Es la ilimitación del síntoma que lo
constituye como estrago. Del lado mujer, a debe ser sustituido por S(A/), este
Otro del deseo que debe hablar para que una mujer reconozca en él su objeto.
Con Aun, Lacan acentúa el estatuto auto-erótico del goce. El hombre, como la
mujer, sólo os partenaire de su soledad a nivel de su goce. Si la palabra va
hacia el Otro, entonces la esperanza, es la de la castración. Es decir que una
parte de este goce autístico sea perdido para que se reencuentre bajo la forma
de objeto perdido en el Otro, el partenaire.

¿La mujer para la homosexual: síntoma o estrago?

Amor y estrago son solidarios. La acentuación de la demanda de amor conduce


al estrago. Ahora bien para la mujer, la posición de ser amada esta reforzada
por estructura. Es la tesis que Freud desarrolla en su conferencia sobre La
feminidad. Es en los avalares del complejo de castración femenino que sitúa la
hostilidad madre-hija. La hija hace responsable a la madre de su falta de
substancia. Esta hostilidad madre-hija que se transmite más tarde en la pareja,
marca un rechazo de la castración. Y es por el amor que una mujer piensa
remediar la falta de sustancia que imputa a su madre. Se ve mejor entonces
porqué la pérdida de amor equivale para una mujer, a la castración. El amor
está tejido de goce. La pérdida de amor resulta ser una castración de goce. La
clínica del amor femenino debe poder esclarecernos sobre el estrago.

La mujer es el sexo vulnerable respecto al estrago. Es verdad tanto para Dora


como para La joven homosexual de Freud. En los dos casos en efecto, hay un
reforzamiento del estrago de la demanda de amor a causa del padre. En Dora
es la exigencia de un amor incondicional del padre que la lleva a Freud. Se
puede considerar que para Dora, esta exigencia de amor es una exigencia loca
en el sentido del no todo, del sin límites, es una marca del estrago. En La joven
homosexual, el estrago es otro. Es la exigencia de amor escarnecida por el
padre en lo real la que implica un relevo del objeto de amor. Se trata de un
desafío como respuesta en cuanto al objeto de amor que toma la forma de un
amor idealizado o amor cortés. En cuanto a este amor, Lacan evoca la
perversión femenina pág. 713 de los Escritos. Lilia Majoub sostiene también
esta tesis en La lettre mensuelle 88.

Recientemente, en el volumen ¿Quiénes son vuestros psicoanalistas?, he teni-


do la oportunidad de publicar observaciones sobre algunos casos de homose-
xualidad femenina comparables al caso de La joven homosexual de Freud. Me
gustaría volver ahora sobre algunas particularidades de sus vidas amorosas.
La de La joven homosexual consistía esencialmente en un amor platónico
idealizado o amor cortés. Esta dimensión está también presente en mis
pacientes. Aunque sensiblemente más mayores, tienen también una vida
erótica que una serie de constantes hace destacable.

Antes de detallarlas haré notar dos elementos: el primero está presente en la


observación de Freud, el segundo no. Primero la identificación imaginaria al
padre. Es el elemento pivote y clásico de la observación de Freud. Es
igualmente una constante en cada uno de los casos aquí tratados. El padre de
estas jóvenes mujeres ha valorado igualmente la posesión de un pene real en
contra del falo simbólico, es decir el punto de falta deseable en el objeto de
amor. Lo que llama la atención en esta identificación imaginaria al padre es su
amplitud. Es masiva total. Literalmente el sujeto se vuelve el padre y esta
nueva posición sexual masculina comanda una elección nueva del objeto
femenino. Esta identificación imaginaria al padre es el segundo tiempo de este
Edipo femenino de cuatro tiempos aislado por Lacan. Conserva del primer
tiempo, el deseo inconsciente de tener un hijo del padre. Después de este
segundo tiempo de báscula subjetiva encontramos el desafío al padre y un
amor idealizado por I a Dama Más tarde el dejar caer: la vida de cada una de
mis pacientes comporta un momento crucial de dejar caer, fácilmente
reconocible en la medida que determina un antes y un después. Precede
siempre (i) la identificación al padre. El sujeto ha sido reducido por el Otro, a
menudo el padre, a un puro estatuto de objeto humillado, maltratado y
desvalorizado. Lo que llama la atención en esta efracción de goce es que deja
al sujeto sin recurso y que la feminidad se ve durablemente afectada. Este
elemento de dejar caer no figura en la observación de Freud. En cambio está
presente en cada una de las pacientes de las cuales tratamos y otros autores
han podido mencionarlo en los casos de homosexualidad femenina como H.
Deutsch y J. Mac Dougall. Me parece destacable en lo que estigmatiza la vida
erótica de estos sujetos.

Acting-out amoroso! y pasajes al acto suicidas caracterizan la vida amorosa de


estos sujetos. La vida amorosa está desdoblada entre por un lado la dama
idealizada en una relación de amor cortés y por otro un objeto de amor
narcisístico y degradado. Para ella, los acting-out amorosos y los pasajes al
acto son paradigmas de la estructura. El acting-out resulta de la identificación al
padre y formulo la hipótesis que el pasaje al acto suicida resulta del dejar caer
de la infancia que ha precedido la identificación. Cada uno de los dos ilustra un
modo de desmentido de la castración. El sujeto oscila entre estas dos
posiciones de acting-out y de pasaje al acto.

En la vertiente del acting-out: la dimensión del amor cortés se considera una


demostración dirigida al padre de lo que tiene que ser el homenaje amoroso
ofrendado a una mujer en una dimensión de desafío. Se trata siempre de ob-
tener de la mujer amada, superior jerárquicamente o madre real, el signo de
que la paciente es no solamente amada sino preferida. Toda la conducta tiene
como meta obtener del Otro, partenaire, no solamente un testimonio de amor
que le confiere un estatuto de la única sino también la certeza de ser elegida.

El Otro tiene que encontrarla a faltar, decírselo y demostrárselo. Los dichos del
Otro tienen que otorgarle el estatuto de objeto precioso agalmático. El
partenaire tiene que hacerle la confesión de lo que le falta: S(A). Es esta la se-
ñal de la castración del Otro que es buscado para gozar de él. Pero esta
castración se ve enseguida colmada, pues el sujeto viene a ocupar el lugar de
la falta. Posición insostenible, porque en cuanto la alcanza, el sujeto
desaparece. Es por eso que la maniobra de esta puesta en escena debe ser
constantemente recomenzada. El sujeto debe ser siempre escogido de nuevo,
ser el elegido. A falta de simbolizar la situación, el sujeto la repite sin cesar en
la escena imaginaria. Este amor idealizado para la madre o el amor cortés para
la Dama reposa sobre la pareja madre-hija.

Al lado del amor idealizado también hay una voluntad de goce y es lo que
comporta la estrategia amorosa: la voluntad de producir una división en el
partenaire sexual para poder gozar de esta división. Es esta posición de
atormentador que emparenta, a mi juicio, este tipo de homosexualidad
femenina con la perversión. Se trata para el sujeto, de infligir al partenaire el
mismo trato que le afectó antaño en el momento del dejar caer. Y
consecuentemente degradar, humillar y maltratar al partenaire. La
fenomenología clínica varía con la particularidad de cada escena traumática.
Pero la degradación del partenaire es solidaria a la maniobra del amor
idealizado que debe dar al sujeto el estatuto del uno de excepción.
En la vertiente de los pasajes al acto suicidas: el sujeto bascula en el lugar del
objeto atormentado. Es maltratado, humillado y degradado. El goce masoquista
de la injuria es el reverso del goce de la palabra de amor. El hundimiento es
entonces total. El afecto depresivo se incrementa con ideas suicidas. La
amenaza de ruptura del lazo amoroso produce un sentimiento de dejar caer
idéntico al ocurrido durante la infancia. El sujeto se encuentra de nuevo sin
recursos y se precipita en una serie de pasajes al acto suicidas. La pérdida de
amor vale ahora como una castración real que el sujeto sigue rechazando. Es
siempre en este contexto que se formula una demanda de análisis. Esta nueva
efracción de goce que empuja al sujeto a arrojarse fuera de la escena, Freud la
ha aislado en La joven homosexual con la Niederkommt. Lo que cada una de
estas pacientes muestra con esta condensación de goce masoquista de los
pasajes al acto es, a mi parecer, la relación estructural entre ese dejar caer de
la infancia y el Niederkommt de la edad adulta. Este salto fuera del cuadro del
fantasma pretende obtener en corto circuito en el Otro, el niño siempre
esperado del padre. Caer como un objeto de desecho realiza "el
alumbramiento" del niño siempre esperado del padre, pero desvalorizado. El
suicidio pretende complementar al Otro con el goce masoquista, es decir
desmentir la castración.

Con estos elementos de la vida amorosa, podemos ver el goce femenino


desdoblarse entre por una parte el falo Φ y por otra S(A/). El estrago parece
situarse en esta última vertiente.

El partenaire falo: la elección del objeto amoroso es conforme a la ecuación


girl=falo aislada por Femchel y conceptualizada por Lacan. Para nuestras jóve-
nes homosexuales, el partenaire es claramente el falo significante. No obstante
el partenaire no esté dotado de un órgano a eclipsar. Es por eso que durante y
después las relaciones intimas, lo que importa es que el partenaire se quede y
hable para significar su amor más-allá de toda satisfacción del deseo.

El amor idealizado o amor cortés: obedece a la lógica de S(A/). El imperativo


de la forma erotomaníaca del amor es desnudado:"Que el Otro me ame" es
aquí acentuado en la demanda de amor y en la prueba de amor. El partenaire
es derivado de la madre: que sea una mujer en situación de maternidad o una
medio-mundana, la mujer degradada es siempre la prostituta como reverso de
la madre que ha sido siempre infiel al sujeto. Lo que importa en este amor idea-
lizado son los dichos de amor. Este amor cortés hace impasse en el cuerpo del
partenaire pero no en el goce del dicho amoroso, porque lo que se apunta más
allá de la satisfacción de toda necesidad, de todo saber, es el ser. Es una
búsqueda del significante que diga que su ser existe y que es único. Es la
búsqueda del uno de lo único pero para hacer un todo desmintiendo la
castración. Se trata de ocupar el lugar del que no está sometido a la castración,
un padre de ficción. Esta búsqueda es infinita, es por eso que el partenaire es
un partenaire estrago. Es una nueva versión del estrago madre-hija que
propone ser el falo como desmentido de la castración materna.

El amor erotizado obedece a la misma lógica de S(A/): la tentativa de suicidio


consiste para el sujeto en hacerse él mismo el niño esperado del padre. Es una
última tentativa de escribir La mujer. El amor se presenta bajo la forma
pulsional de tal manera que hacerse amar comporta el complemento de ser con
el hacerse pegar, hacerse humillar o hacerse dejar caer. En las palabras
intercambiadas, es por la humillación que el sujeto obtiene del partenaire el
plus-de-goce. Esta vez el síntoma estragador está en correlación al padre del
segundo tiempo del Edipo. El que ha desvalorizado la feminidad. El estrago
para estas mujeres responde también al síntoma del padre. Aquí el goce es
doble, a nivel de la cadena significante, es el goce infinito del significante y a
nivel del cuerpo es el goce des localizado. Ilimitación e infinito obedecen a la
lógica del no-todo, o sea a un modo de goce referido a S(A/). En consecuencia,
no es suficiente identificarse al hombre para colocarse del lado hombre en la
sexuación. Identificarse a un hombre incluso poderoso no es equivalente al ser
de estorbo del falo como órgano. Este modo de amor en este tipo particular de
mujeres homosexuales hace del partenaire, un estrago.

Siete observaciones a manera de conclusión

1. Las mujeres son el sexo vulnerable respecto al estrago. Pues, es de


estructura en ellas que la demanda de amor se vea reforzada. Freud apuntaba
en 1931, el reforzamiento de la posición de ser amada para una mujer como
una de las consecuencias del complejo de castración. El estrago es pues una
consecuencia de la sexuación femenina. Es trans estructural. El estrago es
uno de los nombres del goce femenino.
2. La hostilidad madre-hija es heredada en la pareja ya sea homo o hetero-
sexual. Esta hostilidad anotada por Freud es el otro nombre del estrago defini-
do por Lacan. Firma el rechazo femenino de la castración.
3. Estrago y arrobo tienen que ponerse en serie y distinguirse. Si la
etimología es la misma, el primero concierne a las neurosis y las perversiones,
el segundo, a las psicosis. Puesto que solamente en las psicosis la gramática
pulsional del amor está en lo real, erotomaníaca.
4. Es por eso que se puede decir con Lacan que las mujeres están locas.
Con la condición de añadir con qué no lo son del todo 2. Es el estar no-toda
inscrita en la función fálica lo que convierte a la mujer en loca. No obstante la
locura de una mujer queda limitada por el falo cuando está simbolizado.
5. El estrago tiene que ser entendido como el reverso del amor, como goce
del dicho amoroso.
6. El estrago implica siempre una ilimitación del síntoma, es decir que para
una mujer el objeto a toma valor de S(A/).
7. El estrago está acentuado por toda causa que refuerza la demanda de
amor como la experiencia de dejar caer. En este sentido se puede considerar el
estra-go femenino como una enfermedad del amor.

Traducción: Catherine Galaman

2
N.T. En francés pas-du-tout es una negación fuerte. Lacan hace en L´Etourdit un juego de
palabras utilizando la negación para hacer resonar con el no-todo del lado mujer de las
formulas de la sexuación.

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