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Taller: Ensayo reflexivo sobre el marco para la

buena enseñanza
Nombre: Karoll Pérez García.
Carrera: Pedagogía en Castellano y Filosofía.

El fortalecimiento de la profesión docente ha sido uno de los lineamientos a seguir


en el conjunto de reformas en materia educacional que se han planeado e
implementado durante los últimos años, buscando mejorar la calidad de la
educación en nuestro país. Esto en respuesta al escrutinio al que se han sometido
las prácticas docentes de parte de los grupos de expertos/técnicos en educación y
la opinión ciudadana, en base a los bajos resultados que obtienen nuestros niños y
jóvenes escolares en pruebas estandarizadas.
Bajo tal contexto, se advierte la presencia del Marco para la Buena Enseñanza
(MBE), documento que establece aquello que los docentes en Chile deben conocer,
saber hacer y ponderar para determinar su propia labor dentro de las aulas. De tal
manera que en base a ciertos parámetros que pretenden ser un instrumento
orientador de la práctica docente, las y los profesores del país puedan evaluar su
propia práctica, identificando sus competencias y responsabilidades frente al
sistema educativo nacional. Así, utilizando el marco para la buena enseñanza existe
la posibilidad de reflexionar en torno a las mejoras que se pueden aplicar a diario en
el proceso de enseñanza, potenciando el éxito del desarrollo de capacidades y
habilidades en los estudiantes.

Tal apreciación y puesta en práctica del MBE sería capaz de garantizar una mayor y
mejor apreciación de la labor docente, pues el cumplimiento de estos parámetros
sienta la bases a una mirada sólida de la profesión, legitimada por la sociedad en su
conjunto. Mediante la reflexión e implementación del conjunto de directrices y
propuestas procedimentales establecidas en el MBE se otorga a profesoras y
profesores de todos los niveles y áreas de especialización académica, la posibilidad
de ejercer el pensamiento crítico respecto de su propia actividad, llevando a cabo la
vinculación de su ejercicio profesional con los parámetros establecidos, propiciando
el autoanalisis y posterior intervención en pos de mejorar los procesos de
enseñanza y aprendizaje.

Lo anteriormente mencionado, sería posible de realizar en función de un conjunto de


preguntas básicas que constituyen la columna vertebral del MBE, estas son: ¿Qué
es necesario saber? ¿Qué es necesario saber hacer? ¿Cuán bien se debe hacer? o
¿cuán bien se está haciendo?. Cuestionamientos que a su vez, se articulan en
dominios con criterios establecidos que poseen descriptores respectivos. Por lo
tanto, pasaré brevemente a describir los cuatro dominios contemplados en el Marco
para la Buena Enseñanza:
a) Preparación de la enseñanza:

Hace alusión a aquello que el docente debe dominar respecto de su disciplina y las
competencias pedagógicas para organizar el proceso de enseñanza,
contextualizando siempre la implementación de estos a la realidad con que se
encuentra en el aula.
Especial importancia tiene el manejo del profesor sobre el currículum nacional, pues
el manejo de esto adquiere relevancia en el desarrollo de una didáctica adecuada a
las condiciones reales dentro de la sala de clases, permitiendo potenciar el
aprendizaje de los estudiantes y desarrollar estrategias evaluativas coherentes con
el objetivo de aprendizaje.

b) Creación de un ambiente propicio para el aprendizaje:

Este dominio trata sobre el entorno del aprendizaje, vale decir, el ambiente y clima
generado por el o la docente en aula. Su importancia radica en la incidencia de los
componentes sociales, afectivos y materiales en la calidad de los aprendizajes del
estudiantado.
Además, es importante mencionar al respecto que se deben hacer explícitas normas
de convivencia y procurar que estas se cumplan.

c) Enseñanza para el aprendizaje de todos los estudiantes:

Acá se consideran todos los aspectos involucrados en el proceso de enseñanza que


propicien un compromiso real y consciente del estudiantado con su aprendizaje. De
modo que, al respecto tienen especial importancia las habilidades que posee el
docente para organizar situaciones atractivas e interesantes que a su vez sean
productivas en cuanto al proceso de enseñanza-aprendizaje.
Así, se articula un aprendizaje significativo atendiendo a los diversos factores del
proceso educativo, ya sea diagnosticando, evaluando, y monitoreando para adaptar
y optimizar su desempeño.

d) Responsabilidades profesionales:

Toma en cuenta que el trabajo docente va más allá de lo realizado dentro del aula y
que implica la propia relación con la profesión, la conexión con la comunidad y el
sistema educativo. Considera además el cuestionamiento crítico del docente en
cuanto a su práctica, pasando también por el la forma en que se desarrollan las
relaciones laborales y el trabajo colaborativo entre pares.
Una vez contemplados estos dominios del MBE, puedo apreciar su utilidad como
herramienta guía en el sentido que sistematiza y explícita la profesión docente. Da
una orientación de la labor educativa al brindar criterios que contemplan las distintas
aristas de la dificultad en que se ejerce la profesión. Por lo tanto, desde mi
perspectiva como estudiante de pedagogía (docente en formación) el MBE es un
importante elemento dentro del conjunto de herramientas concretas que
necesitamos para afrontar las situaciones y problemáticas diarias que se dan en el
contexto educativo a fin de incentivar el desarrollo de conocimiento y habilidades en
nuestros estudiantes, lo que nos permite ser actores y formar actores que generen
impacto y transformación social.

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