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F O IV:\ A G I o N
G, E E ; R. A
t ES_DE el do-
m i n g O de
Q. U i n,c u a -
gésima toda la casa
y la familia del señor Arrondo sabía que
éste había hecho promesa de no íumar
durante la Cuaresma. A cada cigarro que
encendía anunciaba su propósito con rui-
;
dosa nervosidad. Había aumentado', en
despedida y desquite, su ración diaria:
y ea~ los Ceniceros de la casa unos mon-
toncitos de papel, y ceniza denunciaban,
como "bajas" en el Campo, la batalla que
libraba consigo mismo el señor Arrondo.
Arrprido era un buen hombre, • honrado,
elemental.. Era profesional y orgánica-,
mente jefe de un negociado de Ministerio.
Seguía siendo jefe de negociado en su,
catolicismo administrativo y" puntual.
Consideraba sus pitillo& cuaresmales re-
nunciados como una segura inversión a
largo plazo. Angélicos contables se los
irían apuntando allá arriba.
•—Cómo el miércoles..."¡pax vQbis!"
Esto lo decía Como exculpación al en-
cender en vísperas del Miércoles de Ce-.
niza un pitillo a la mitad del almuerzo.
.Arrondo aplicaba muy personalmente su.1
pequeño repertorio de frases latinas. Su
mujer le admiraba mucho por esa cos-
tumbre qué ella consideraba devota, por-
, que creía que todo lo que se dice- en latín
pertenece al ..Evangelio. Horas después
Arrondo encendía, con aire testamentario,
su último puro. Era la noche,del martes..
Su mujer miraba con cierta emoción li-'
túrgida la columnilla de' humo azul que
se elevaba hacia los retratos de sus pa-
dres que en dos marcos ovalados sé adok
raban honestamente: en la pared de su
salita. Dieron las doce en una 'iglesia
cercana. Arrondo sentenció: .
.'—Me rijo por el reloj del comedor.
Él teló] del comedor marcaba menos,
cirtcó, 'Cuando dio sus doce campanadas,
Árrondo sonrió a su mujer con sufi-
ciencia/,1 ... , "•',• •..- , : • • •'. '.. .• '•
' .—Queda ía hora/que llevamos de adé-
: lanto oficial.
.Espaciaba sus, lentas chupadas, sabo-
reando.de antemano la admiración de su,
mujer cuando, al pasar la hora, la in^
lormara de los dieciocho minutóos y vein-
te segundos que adelantaba el meridiano
de Greenwich- con respecto ;a la hora ha«
tural dé su pueblo^ - Cuaresma sin fumar..
Pero, al fin, hechos todos los descuen-
tos, como en las facturas de los grandes
hoteles, se llegó a un saldo final. Arron-
do, puntual y administrativo, arrojó en
un cenicero los dos ^centímetros de puro
que •quedaban, y entregó a su mujer, con
gesto heroico, su encendedor y su piti-
llera. Dijo:"Has;ta el domingo de resu-
rrección." Y en seguida aplicó, otra.vez,
del modo personalísimo que solía, su leve
erudición: "Somos todavía la; taza de
CisnerOs." . . '•'.' • ' • ' ' ' ' •
Y, sobre la convicción de su mujer, de
que el Cardenal Cisneros dejaba de fu-
mar, durante la Cuaresma,, se retiraron á
ABC (Madrid) - 05/03/1958, Página 3
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FUNDADO EN 1905 POR DON TORCUATO LUCA SE TEÑA
Pero la tarde,de
mayor cargazón1 tor-
fhentosa. y reticente
.• fue la' del día- en ,
su dormitorio. Árrondo que solía dor- que, se celebró el almuerzo en honor de
mirse fumando, un pitillo no podía con- su colega Pérez, al que se le había con-
ciliar el~sueño. Su mujer insinuaba: "Es cedido la ;encomienda del Mérito Civil.
la primera noche,Julián,".; Se- indignó él Arrondo llegó a. casa con un puro en el
anteóla creencia de'ella de que su renun-••• bolsillo alto de la arnericana. Los habían
ciamiento fuese heroicidad de horást Le repartido .a los postres. Arrondo entabló .
anunció que, toda la. Cuaresma sería igual. un largo e?ámén casuístico sobre si vio-
"No dormiré", gritó.: "No dormiremos", laba o no su. promesa el. furriarSe, el puro
coreó: ella dulcemente. El la increpó du- regalado. No era-suyo; no era iniciativa
ramente sin ¿poderse explicar que si él suya. El razonaba .administrativamente:
no fumaba ella pretendiera dormir. Poco España es un pueblo pobre y pacífico que
después^encendió la- "radio". Estaba re- no. puede usar aviones de r.eacción y
j trasmitiendo una comedia americana tra- bbrnbas atómicas. Pero si se los regalan
los americanos, los -.usará. Opinaba'for-
ducida. Una de, esas comedias que se re-
citan lenta, arrastrada: y tenebrosamente, zadamente que el caso era idéntico: equel:
puro era su "ayuda americana", su base
y donde tiene una importancia trascen- :
dental pedir un "whisky", decir que hace de Rota.,., ' •• ' '
, ' Calor . o, desearse buenos días; Al fin, un . Su rmjjer no sé atrevía a opinar, pero
personaje como si confesase que había se traslucía que no le convencía:mucho :
matado.a su padre, ofreció, con voz sor- aquel traslado de lo estratégico a l o teo-
da^ un pitillo a su mujer.. Arrondo, apagó lógico. El la increpó porque no resolvía
violentamente la "radió". sus dudas. Consideró que se abétenía de
'¡.... Renuncio a contaros menudamente opinar por c r u e l d a d y refinamiento,
toda la Cuaresma del señor Arrondo, "como una Agripina o una AnaBolena",
trascurrida en esa misma línea invaria- Tras esta aplicación histórica infamante,.
ble. . ArrOndo empezó a; descubrir todos pasó todo el día en definitiva explosión .
los menudos defectos de su instalación de. gritos y furores,, con la cabeza rubia
doméstica, que la anestesia del tabaco, del puro: asomada a ;u bolsillo, como el'
por lo.vis/tq, le disimulaba antes. Le pa- "cohete" de una guerra fría, más veces
recía; insípido el almuerzo; mal vareado publicado que disparado. . ' • • ' . -..•'••
el colchón. Consideraba que con sus pi-
Por la noche, ella, rendida, se atrevió
tillos renunciados compraba como • una a insinuar:' • - . " • • • ' • : •
compasión universal que obligaba a todos . —Y... ¿no. sería mejor que fumaras?
a compensar y equilibrar ese vacío. A ella . Perp Arrondo la miró de arriba abajo,
; le, gustaba ir. a ver en él "cine"'las pe- y la zahirió con lo más persbíial y defi- .
lículas .sentimentales, en las que se dan nitivo dé su vocabulario erudito: , •
••/'••"••:. los protagonistas esos largos besos sa- —¡Anabaptista! . - - .•.•. .''.-
bios, inventados- hacía/poco : tiempo y a
los.que ella hab.ía llegado ya tarde. Perc^
a él le gustaban más las películas de ;. Y.como tenía la tensión alta y las ve-
tiros, iridios'y jabalíos. Ordinariamente
nas endurecidas, aquella noche se murió
solían alteriiar: en turno pacífico. Pero como un pajarito. 1
ahora sólo iban a las de. los indios, por^ Horas después,, él venerable Portero
que " ¡ como él no fumaba!" Tampoco celeste, le concedía un lugar modesto en
él compraba ya, en los paseos del do- . el: cielo; cercano a. la puerta, como co-
x
rningo', los merengues que; tanto • le gus- rrespondía a su puesto en el escalafón
taban a §u mujer. No parecía ordenado y a sus sencillas virtudes de puntualidad
que si él no fumaba Illa comiera ms- y honradez. También en el Cielo seguía
rengues. '. .. ••. siendo Jefe de. Negociado.. Pero Arrondo
alegó: . •• . :•
—No entiendo esto... Yo pasé toda mi
'-, , "•
El Apóstol objetó'.. que no había visto
tal apuntación: y abrió • nuevamente el
gtan libro de contabilidad, ^donde,- a. dos
ICUIDE SUS UNASI
columnas,, estaban anotados los nombres
NO arcutftf CON i*m SIN: GAR»NH* de los' acreedores y .los méritos contraí-
dos. Recorrió con su dedo magistral las
columnas dé la Á, De pronto Arrondo
vio su nombre. Pero el Apóstol le hizo
Le garantiza calidad modeno
observar que decía: "Arrondo (seño-
co'ondo y rrejof precio.
ra de)". Y al lado, en la columna de los
i«M««o BENJAMÍN 8 otot
méritos'• de ella:. "Una Cuaresma, sin
. ..M*NO GRANDE Ih. pis>
fumar su marido." . ' -
SU - . P E R F U M E R Í A , José María PEMAN (
•'/ de la Real Ácadeinfa Española