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EL PSICOANALISIS FREUDIANO
1.1 Antecedentes de la teoría Freudiana
El Psicoanálisis es una práctica terapéutica fundada por el neurólogo vienés
Sigmund Freud alrededor de 1896. A partir del psicoanálisis se han desarrollado
posteriormente diversas escuelas de psicología profunda o de orientación dinámica
y analítica. Asimismo, la teoría ha influido sobre muchos otros psicólogos y escuelas
psicológicas y terapéuticas. El Psicoanálisis surgió a partir de una teoría propia
elaborada por Sigmund Freud acerca de la histeria. La primera obra de Freud sobre
el Psicoanálisis la desarrolló junto con Joseph Breuer, con quien había empezado
a trabajar con un método al que llamaron catarsis. Dicho método consistía en hacer
retroceder a la paciente mediante hipnosis al momento en que había sufrido la
experiencia traumática que originaba su enfermedad. Encontraron que cuando las
pacientes podían recordar aquellos traumas, sus síntomas remitían en gran medida.
Poco a poco, Freud se fue dando cuenta de que la hipnosis no era necesaria en el
tratamiento. En efecto, las pacientes podían rememorar los hechos de su pasado
sin necesidad de ser hipnotizadas. Además, muchas pacientes no eran susceptibles
a la hipnosis, y en cualquier caso, la colaboración de un paciente consciente
siempre es mayor que la de uno que se encuentra en algún tipo de trance. A partir
de entonces, Freud empezó a utilizar el método de las presiones. Dejaba hablar a
su paciente y cuando ésta se quedaba callada, presionaba su frente con la mano y
le hacía decir la primera idea que le viniese a la mente.
Etapa oral: En esta etapa el bebé centra la atención del placer en la boca. El placer
está unido a la alimentación y a la figura materna, que es quien la proporciona.
Etapa sádico – anal: Abarca desde el año y medio hasta los tres años
aproximadamente. En esta etapa los niños obtienen el placer a través de la
expulsión y retención de heces. El sadismo asociado a esta etapa proviene de la
idea que los niños utilizan sus heces como un arma frente a los adultos,
particularmente, los padres. El niño descubre que puede irritar fácilmente a sus
padres si usa adecuadamente sus propias heces, de ahí el aspecto sádico de la
etapa.
Etapa fálica: En ella, el niño descubre los órganos genitales como productores de
placer. Se da cuenta de que las niñas no tiene pene y esto le produce la
preocupación de que él también pueda perderlo. A esta inquietud se le conoce como
miedo a la castración. Las niñas, por su parte, descubren que ellas carecen del
órgano que poseen los niños. Empiezan entonces a sentir que su cuerpo está
incompleto, y odiar a sus madres por haberlas traído al mundo en tal estado. Es lo
que se conoce como envidia de pene.
Complejo de Edipo: En esta etapa, los niños desarrollan un deseo sexual orientado
hacia la figura materna. Este deseo se acompaña de odio hacia el padre, a quien
se tiene por un rival en la lucha por obtener el cariño de la madre. En las niñas, la
situación es todavía más complicada. De hecho, no todas las niñas llegan a
desarrollar el llamado Complejo de Electra y a algunas de ellas, la envidia de pene
les lleva a adoptar una personalidad masculina.
Etapa genital: Es la que se alcanza en la adolescencia por parte de la mayoría de
las personas, los niños y las niñas reconocen la imposibilidad de acceder
sexualmente a sus progenitores y desvían sus intereses a otros miembros de la
comunidad.
Además, según Freud, la personalidad del adulto se compone de tres instancias
psíquicas:
El Yo: Está compuesto por partes conscientes e inconscientes. El mundo real ejerce
un fuerte control sobre él, que trata de mantener el equilibrio entre la realidad y el
deseo.
El Ello: Es la más antigua de las instancias psíquicas. Cuando nace el niño, es la
única que existe. Se rige por el principio del placer exclusivamente, y no se preocupa
siquiera de la supervivencia del individuo.
El Superyo: Se forma a partir de la interiorización de la figura paterna. Constituye
por tanto un sistema de control que va interiorizando todas las formas sociales y
todas las restricciones que se aplican en la búsqueda del placer. Es el origen del
sentimiento de culpa cuando se transgreden las normas.
La vida adulta constituye una constante pugna entre estas tres instancias para
mantener el equilibrio psíquico.
Al final de su carrera, Freud consideró que a la búsqueda del placer había que añadir
en el ser humano otro tipo de impulso que sería el impulso autodestructivo: el
Thanatos. Su funcionamiento sería parecido al del deseo sexual (eros), pero su
signo, exactamente, el contrario. Si el eros es un impulso de vida, el thanatos es un
impulso de muerte. Una energía similar a la que subyace al deseo sexual llevaría a
las personas a un deseo de autodestrucción.
Según Freud, el Psicoanálisis podía ser útil en la curación de las Neurosis, pero no
en las Psicosis. Esto se debía a que consideraba que los psicóticos habían perdido
toda relación con el principio de realidad. Por tanto no podían incorporar a su
personalidad los beneficios ocurridos durante el análisis.
1.2 Desarrollo conceptual de los principios teóricos
La etiología de la neurosis:
Aunque los desarrollos genéticos aun no habían surgido, la noción de herencia o
factor hereditario se había convertido en el comodín de la medicina para explicar las
enfermedades mentales más esquivas y para lograr suscribirlas a su vez en el reino
de lo orgánico.
Sin embrago, tal posición por su propio determinismo férreo, lo que hace es limitar
la comprensión de los fenómenos; ya que si se afirma la primicia de la “causación
hereditaria”, toda causalidad exterior (la causalidad del mundo) quedaría infundada
o relegada a un plano secundario, que en todo caso resultaría accidental.
Charcot junto con algunos de sus más destacados discípulos son la encarnación de
esta postura; que pretende caracterizar la etiología de la neurosis como
esencialmente hereditaria.
Freud nos ofrece un primer esquema de delimitación y clasificación de las neurosis:
las divide en 4 entidades clínicas, las cuales agrupa en dos:
Histeria y neurosis de obsesiones / Neurastenia y neurosis de angustia.
También reproduce aquí el esquema etiológico (introducido en la parte última del
artículo “A propósito de las críticas a la “neurosis de angustia” 1895) compuesto de
tres elementos:
1) Condiciones, 2) Causas concurrentes, 3) Causas especificas.
1) Condiciones, que son indispensables para que se produzca la afección
respectiva, pero que son de naturaleza universal y se las encuentra de igual modo
en la etiología de muchas otras afecciones;
2) causas concurrentes, que comparten el carácter en cuanto a funcionar en la
causación de otras afecciones lo mismo que en la afección considerada, pero que
no son indispensables para que esta última se produzca;
3) causas especificas, tan indispensables como las condiciones, pero de naturaleza
estricta y que sólo aparecen en la etiología de la afección de la cual son específicas.
Ciñéndose a este esquema, ubica a la herencia en el componente de las
“condiciones”, lo cual le permite establecer su verdadero poder de influjo en la
enfermedad.
La herencia como “condición”, es como se dijo; universal, y por lo tanto, por si sola,
en muy pocas ocasiones (casos de degeneramiento crónico), podría determinar una
neurosis.
Esta determinación de la neurosis descansa siempre en las “causas especificas”.
Ahora bien, resulta importante para la comprensión de una etiología
“sobredeterminada” como es la de la mayoría de las neurosis; tener presente el
carácter cuantitativo de la causalidad y la noción de “remplazo o relevo cuantitativo”,
es decir, que los diferentes componentes del esquema etiológico actúan como
cantidades susceptibles a remplazarse mutuamente a través de un proceso de
sumación, y así alcanzar el umbral que origina la enfermedad.
La herencia y las causas específicas pueden remplazarse mutuamente por el lado
cuantitativo, que el mismo efecto patológico será producido por la concurrencia de
una etiología específica muy grave con una disposición mediocre, o de una cargada
herencia nerviosa con una influencia específica leve.
Las causas concurrentes banales podrán entonces remplazar a la etiología
específica por su proporción cuantitativa, pero nunca sustituirla por completo. Hay
numerosos casos en que todos los influjos etiológicos están representados por la
condición hereditaria y la causa específica, pues faltan las causas banales. En los
otros casos, los factores etiológicos indispensables no bastan, por la cantidad que
poseen, para hacer estallar la neurosis; así, puede mantenerse por largo tiempo un
estado de salud aparente que es en verdad un estado de predisposición neurótica;
si entonces una causa banal sobreagrega su acción, ello bastará para que la
neurosis devenga manifiesta. Pero en tales circunstancias, nótese bien, será
indiferente la naturaleza del agente banal que se agregue: emoción, trauma,
enfermedad infecciosa u otro; el efecto patológico no se modificará con arreglo a
esta variación, pues la naturaleza de la neurosis estará siempre dominada por la
causa específica preexistente.
Este esquema de clasificación de las neurosis; 4 en dos grupos, es posible por la
demarcación facilitada por lo sexual, en el sentido de que; es en el vivenciar sexual
de los pacientes donde debe buscarse las “causas especificas” que caracterizan las
neurosis.
1) correlación: Vida sexual/neurastenia.
La neurastenia propiamente dicha, de aspecto clínico muy monótono una vez
separada de la neurosis de angustia (fatiga, sensación de casco, dispepsia
flatulenta, constipación, parestesias espinales, debilidad sexual, etc.), no reconoce
otra etiología específica que el onanismo (inmoderado) o las poluciones
espontáneas.
2) correlación: Vida sexual/neurosis de angustia.
La neurosis de angustia, cuyo cuadro clínico es mucho más rico (irritabilidad, estado
de expectativa angustiada, fobias, ataques de angustia completos o rudimentarios,
de terror, de vértigo, temblores, sudores, congestión, disnea, taquicardia, etc.;
diarrea crónica, vértigo crónico de locomoción, hiperestesia, insomnio, etc.), se
revela fácilmente como el defecto específico de diversos desórdenes de la vida
sexual, que no carecen de un carácter común a todos ellos. La abstinencia forzada,
la irritación genital frustránea (que no es calmada por el acto sexual), el coito
imperfecto o interrumpido (que no culmina en el goce), los esfuerzos sexuales que
sobrepasan la capacidad psíquica del sujeto, etc., todos esos agentes, que son de
una ocurrencia asaz frecuente en la vida moderna, parecen coincidir en esto:
perturban el equilibrio de las funciones psíquicas y somáticas en los actos sexuales,
e impiden la participación psíquica necesaria para que la economía nerviosa se libre
de la tensión genésica.
El inconsciente:
Con esta palabra podemos designar, en primer lugar, todo contenido mental que no
se encuentra en la conciencia y al que el sujeto únicamente puede acceder con
dificultad. Pero, en segundo lugar, este término también se usa para designar uno
de los sistemas del aparato psíquico: es la parte no consciente que sólo puede ser
consciente con grandes esfuerzos por parte del sujeto, y, en particular, gracias al
trabajo de la terapia. En el inconsciente se encuentran los deseos, instintos y
recuerdos que el sujeto reprime por resultarle inaceptables, fundamentalmente a
causa de sus propias valoraciones morales; es la capa más profunda de la mente y
se identifica en gran medida con el ello. Con todo, parte del super-yo también puede
incluirse en el inconsciente en la medida en que no siempre el sujeto es consciente
de sus propias valoraciones morales y de la actuación de dichas valoraciones en su
vida psíquica y su conducta.
La mente no consciente puede dividirse en dos grandes regiones: lo no consciente
pero fácilmente consciente (como los recuerdos en el sentido ordinario), y lo no
consciente y difícilmente consciente por existir unas fuerzas mentales que lo
impiden; para distinguir los dos tipos de mente no-consciente, Freud propone los
términos "Preconsciente" o inconsciente en sentido simplemente descriptivo, e
"Inconsciente" o inconsciente en sentido dinámico y más propio.
Freud concibió el inconsciente sólo como inconsciente individual, en el que se
encuentran las vivencias reprimidas del sujeto individual, pero Jung supuso,
además del inconsciente individual, el inconsciente colectivo, en el que habría que
situar las vivencias comunes a toda la humanidad o arquetipos y que se transmiten
hereditariamente.
Freud tuvo razones muy importantes para la defensa de la existencia de mente
inconsciente; las principales:
Los fenómenos de hipnosis le mostraron que podemos saber algo sin saber que lo
sabemos, y que podemos desear algo sin saber la auténtica razón de ese deseo;
La referencia a una motivación inconsciente permite comprender los actos
fallidos (acciones aparentemente desprovistas de sentido por ser contrarias a la
intención de la persona que las realiza) y las confusiones verbales o "lapsus lingue"
que ocurren en la vida cotidiana y a personas normales;
El mundo simbólico de los mitos, novelas y en particular los sueños; el análisis de
los sueños era para Freud "el camino real" para acceder a la provincia de lo
Inconsciente. Los sueños sólo se pueden entender a partir de un significado
profundo, no consciente, distinto del significado explícito y superficial;
Sus estudios sobre la histeria le hicieron ver que en la mente pueden existir
experiencias y motivaciones determinantes de la conducta y de la salud física sin
que, por efecto de la represión, se sea conscientes de ello;
Los efectos de la terapia psicoanalítica sólo se comprenden a partir de la teoría de
la represión y de la descarga de una fuerza emocional inconsciente.
Conviene también recordar dos importantes implicaciones antropológicas de la
creencia en el inconsciente:
La mente no es transparente a sí misma: para la tradición filosófica, la Razón era
uno de los atributos esenciales y propios del ser humano; a partir de la filosofía de
Descartes se añadía también la autoconsciencia, al punto de acabar identificando
la mente con el ser consciente o poder ser consciente voluntariamente; se suele
indicar que los enunciados mentalistas en primera persona son "incorregibles" en el
sentido de que presentan verdades indudables ("pienso, luego existo", sería la
máxima expresión de este tipo de enunciados). Frente a ese tipo de planteamientos,
el psicoanálisis prima mucho más las dimensiones no racionales del psiquismo
(instintos, deseos ligados al cuerpo, emociones...) y, con su defensa del
inconsciente cree posible que ignoremos las reales y verdaderas causas de
nuestras conductas y estados mentales. Desde la perspectiva tradicional parecía
imposible tener un deseo sin ser consciente de él, o que se llegue a odiar a alguien
creyendo que le amamos; el psicoanálisis declara que este tipo de "opacidad" es
perfectamente posible.
Escisión del sujeto: el psicoanálisis considera que en el interior del sujeto hay
elementos opuestos, enfrentados: se puede amar y odiar a la misma persona,
desear y no desear lo mismo, saber y no saber algo. Enfrentándose a la concepción
tradicional del psiquismo que declara la perfecta identidad del sujeto consigo mismo,
y que en las versiones más metafísicas culminará en la idea de alma, Freud parece
entender la subjetividad en términos de "identidades difusas", de elementos que
pugnan por dominar en el conjunto de la vida psíquica y que tienen relaciones de
afinidad o competencia pero nunca de una cohesión tan completa que pueda dar
lugar a una unidad en el sentido fuerte o metafísico. Es precisamente a partir de
estas tesis como poco a poco la psicología ha ido cuestionando de modo cada vez
más radical nociones tradicionales como la de libertad y responsabilidad moral.
El aparato psíquico:
La teoría freudiana considera a la psique una estructura compuesta de sistemas o
instancias con la capacidad de transmitir y transformar una energía determinada.
Freud divide el funcionamiento del aparato psíquico en tres instancias, el Ello, el Yo
y el Superyo; atribuyéndole a cada función una parte constitutiva de éste y
asignándole un orden prefijado en una determinada sucesión cronológica.
Significa que las excitaciones siguen un orden establecido, de acuerdo al lugar que
ocupan los distintos sistemas.
El término “aparato” designa la idea de un trabajo. Este esquema deriva de la
concepción de Freud del arco reflejo, que transmitiría íntegramente la energía
recibida, o sea que se debe concebir como un aparato reflejo.
El aparato psíquico tiene la función, en última instancia, de mantener la energía
interna de un organismo al nivel más bajo posible.
Al diferenciarlo en subestructuras, permite concebir cómo se transforma la energía,
del estado libre al estado de energía ligada; y el juego de las catexis, contracatexis
y sobrecatexis.
La catexis es la energía psíquica ligada a una representación o a un grupo de
representaciones, a una zona del cuerpo, a un objeto, etc.
La contracatexis es la carga de la pulsión de las representaciones a reprimir que
tienden a irrumpir constantemente en la conciencia y que sólo se pueden mantener
en el inconsciente actuando en sentido contrario a la misma fuerza constante de la
catexis.
La sobrecatexis es una catexis o representación suplementaria, ya cargada, es
decir, cuando una representación inconsciente se sobrecarga con nueva energía
pulsional.
El aparato psíquico es un modelo que utiliza Freud para describir la transformación
de la energía de una instancia a otra, para mantener el equilibrio psicológico de un
organismo.
El Ello es el polo pulsional de la personalidad que representa el instinto, expresión
psíquica inconsciente, hereditaria e innata, en parte adquirida y reprimida, que
constituye la reserva primaria de la energía psíquica que entra en conflicto con el
Yo y el Superyo.
El Yo es la instancia que se encuentra en relación de dependencia respecto al Ello
y al Superyo que se presenta como mediador, encargado de la totalidad de la
personalidad, aunque su autonomía sea relativa. Es el polo defensivo de la
personalidad frente a la percepción de un afecto displacentero o señal de angustia.
Freud considera al Yo un aparato adaptativo diferenciado del Ello, a partir del
contacto con la realidad.
El Superyo es el juez o censor con respecto al Yo y representa la conciencia moral,
los ideales y la autoobservación.
Freud define al Superyo como el heredero del complejo de Edipo, formado por la
incorporación de las prohibiciones y exigencias parentales.
Los niños renuncian a la satisfacción de sus deseos edípicos debido a la prohibición
y transforman esa catexis o carga de representación, en identificación con los
padres, interiorizando la prohibición.
En un varón, la amenaza de castración le permite salir del complejo de Edipo; en
cambio en la mujer, es la amenaza de castración la que le permite ingresar al
complejo de Edipo.
Las niñas permanecen mucho más tiempo en este complejo y sólo lo superan en
forma incompleta.
Fantasias:
Sigmund Freud. Consideró que los hombres y las mujeres no pueden subsistir en la
satisfacción escasa que puede arrancar a la realidad. "Simplemente no podemos
prescindir de construcciones auxiliares", como Theodor Fontane dijo una vez
“insistir en realizaciones de deseos imaginarios”.
A medida que la adaptación infantil al principio de la realidad se desarrolla, entonces
también una especie de actividad de pensamiento se divide; se mantuvo libre de la
prueba de realidad y permaneció subordinada al principio del placer solamente. Esta
actividad es fantasear... continuó como soñar despierto. Él comparó phantasising
como a la manera de una "reserva natural que conserva su estado original en el que
todo ... incluyendo lo que es inútil e incluso lo que es nocivo, puede crecer y
proliferar, como le plazca."
Los sueños de Freud fueron, pues, un recurso valioso. "Estos sueños los días fueron
investidos con una gran cantidad de intereses; que están bien apreciado por el tema
y que normalmente se ocultan con una gran dosis de sensibilidad ... esas fantasías
pueden ser inconscientes tan bien como conscientes. A su juicio, "Estas fantasías
incluyen una gran parte de la verdadera esencia constitucional de la personalidad
del sujeto" y que el hombre lleno de energía "es aquel que tiene éxito por sus
esfuerzos en convertir sus fantasías de deseo en una realidad", mientras que el
artista puede transformar sus fantasías en creaciones artísticas en lugar de
síntomas ... el destino de la neurosis.
EVOLUCION DE LA TECNICA FREUDIANA
La catarsis:
La catarsis era el método que Breuer y Freud aplicaban en los inicios del
psicoanálisis. Un método que en principio se acoplaba a la hipnosis para someter al
enfermo a un estado en el que rememoraba escenas traumáticas, levantándose de
esta manera sus síntomas.
Pero el psicoanálisis como método ha tenido una “evolución” tal, que me parece
necesario reconsiderar textos primerísimos de Freud para entender un poco tal
“movimiento” en la teoría y en la práctica analítica tal como hoy la ejercemos.
La paciente de Breuer, Anna O., había acuñado ella misma el término “limpieza de
la chimenea” o “the talking cure” para el método que le aplicaba su médico para
intentar curar sus graves síntomas. El método hipnótico-catártico.
En la misma época que Breuer y Freud estudiaban estos síntomas histéricos en
Viena, en Francia había un psiquiatra que había iniciado sus estudios con pacientes
de la Salpêtrière, en París.
Este “gran observador”, como define Freud a Charcot y a quien reconoce como su
maestro durante 1885-1886, no gustaba de las teorizaciones psicológicas de la
época.
Fue un discípulo de Charcot, Pierre Janet, quien se abocó a estudiar ciertos
procesos psíquicos en las enfermas de Histeria.
Janet sostenía la hipótesis de una “disociación” en la histeria, producida por una
incapacidad innata de “unir” el diverso espectro de procesos anímicos. Así, estas
pacientes solían parecer “disociadas”, tanto en sus movimientos como en sus
expresiones emocionales.
Freud, en Viena e influenciado por las ideas de la escuela francesa de fines del siglo
XIX, pero habiendo iniciado su trabajo con Breuer, abordó la cuestión de la
“disociación histérica” de un modo diferente a como lo hacía Janet. Este partía de
estudios de laboratorio; Freud, en cambio, de su experiencia con los pacientes y el
método catártico heredado de Breuer.
Estas ideas fueron abonando el conjunto de teorías provenientes desde los remotos
atisbos de Paracelso, pasando por los trabajos de Mesmer sobre "magnetismo
animal" con todas sus tergiversaciones, con los aportes de la Escuela de la
Salpêtrière, con Charcot y sus trabajos sobre hipnotismo y sugestión, hasta el
método catártico o las teorías energéticas de Pierre Janet. Sus ideas allanaron el
camino al freudismo en México, aun si Janet tuviera un fuerte desacuerdo con
Freud. Estos personajes han desarrollado la psiquiatría, la psicología y la
psicoterapia cambiándolas. Los destinos del Discurso se han invertido, la fama y el
éxito del psicoanálisis Freudiano funcionaron paralelo al olvido y al “largo purgatorio”
de Janet, pero ahora, ante el auge de las neurociencias, el “renacimiento” de su
trabajo coincide con el ataque del psicoanálisis como explicación teórica para la
subjetividad.
Ha sido ineludible esta resumida y seguramente parcial muestra de las ideas que
dieron fundamento a las de Freud en México, para entender la implantación de su
pensamiento.
El freudismo en México tiene valor heurístico, capacidad de sugerencia, de apertura
y de ampliación de líneas de investigación. Creemos que al estudiarlo, todos
apreciamos la estimulación de un pensamiento vigoroso, que se atreve a señalar
las cosas de formas nuevas, que nos interesa y se opone a la vez, que nos presenta
al sujeto y a la vida bajo aspectos que con frecuencia nos chocan, pero en las que
también observamos persistentes realidades y siniestros avances de la catástrofe
contemporánea. Podemos estar o no de acuerdo con sus teorías, pero hay en la
historia de la ciencia contemporánea un antes y un después de Freud, que a nuestro
juicio está marcado por la incorporación sin cuestionamientos de la dimensión
psicológica profunda -lo emocional, lo irracional, lo inconsciente- en todos los
estudios de lo humano.
“En la historia de la psiquiatría dinámica, se llama freudismo a la escuela de
pensamiento fundada por Sigmund Freud. El freudismo incluye el conjunto de las
corrientes que se basan en él, sean cuales fueren sus divergencias. La historia del
freudismo y su identificación teórica, sociológica y política, se confunde entonces
con la historia de las interpretaciones sucesivas de la doctrina original estructurada
por Freud.”
En nuestro país los que se dicen herederos, a quienes se denomina "freudianos",
han modificado estas ideas en por lo menos cuatro generaciones de pensadores,
comentadores, intérpretes, terapeutas o jefes de escuelas, agrupados o no en
diversas instituciones, entre las cuales la más antigua y de lejos la más poderosa
es la Asociación Psicoanalítica Mexicana APM. Desde su creación en 1956, la que
fue denominada por Santiago Ramírez como “la CTM del Psicoanálisis en México”,
ella se asignó la tarea de redefinir las tareas de la enseñanza teórica y de la
formación llamada didáctica de los terapeutas denominados psicoanalistas, con
independencia de su otra formación (médica, psiquiátrica, profana).
Como sistema de pensamiento, el freudismo en México ha influido sobre las artes y
sobre los ámbitos del saber preexistentes a él, en la psicología, la psiquiatría, la
filosofía, la historia, incluso en la religión, la literatura y la pintura entre otras; también
sobre todos aquellos que se constituyeron al mismo tiempo que él, planteándose
interrogantes comparables, como en la antropología, la sexología, la criminología y
la lingüística. Habiendo atravesado el siglo XX, el freudismo se cruzó por otra parte
con la historia de dos grandes corrientes de pensamiento que se desarrollaron a la
mexicana y dieron forma a movimientos: el marxismo y el feminismo.
En tanto que escuela de pensamiento que realiza la alianza de un saber clínico con
una teoría y un movimiento institucional, el freudismo en México como en otros
países ha producido una historiografía oficial basada en la idealización de sus
orígenes, con cierta idolatría del maestro fundador, y un abierto dogmatismo. Por
las mismas razones, debido a la diversidad de sus escuelas y sus corrientes, suscitó
en su propio seno las condiciones para una crítica de ese dogmatismo. Es por ello
que la historiografía del Psicoanálisis en México aún no logra ser un registro escrito
de la historia de los Psicoanalistas, de su producción y su acción, es sólo en algunos
casos la memoria de sus Asociaciones fijada por su propia comunidad
psicoanalítica, con la escritura de su propio pasado.
Esta práctica no es aún, una ciencia que estudie el pasado del psicoanálisis,
cuestión en que la mayoría, pero no todos los autores concuerdan; la memoria de
los Psicoanalistas y del Psicoanálisis se tiene que someter al método científico, que
aunque no pueda aplicársele en todos los extremos de las practicas del mismo, sí
puede hacerlo a un nivel equiparable a las llamadas historias de las ciencias.
En mi tesis de doctorado, llevé a cabo la integración de una síntesis, crítica, sobre
la implantación del Psicoanálisis en tierras Aztecas. En ese trabajo utilicé relatos
orales, pistas arqueológicas, fuentes documentales además de relatos escritos,
para poder suplir la ausencia de una rigurosa "producción historiográfica" y la
limitada «documentación histórica» relativa al Psicoanálisis.
En este sentido lo que pretendo a través de este texto, es un ejercicio de escribir
una primera Historia de la historia del Psicoanálisis en México. La propuesta es
llevar a cabo un balance de los trabajos contemporáneos que existen sobre la
historia del psicoanálisis en nuestro paìs. Estos escritos, que empiezan a darse a
conocer con una cierta regularidad, a partir de las últimas dos décadas , constituyen
hoy día un corpus documental importante gracias, sobre todo, a la aportación de los
mismos psicoanalistas o bien de historiadores .
El análisis de los trabajos más importantes publicados sobre esta cuestión permite
establecer las características de cada uno de ellos y analizar los puntos comunes y
las divergencias entre las distintas interpretaciones y representaciones de los
autores. Se pueden identificar así varias corrientes historiográficas, entre las cuales
las nacidas en el seno del mismo movimiento psicoanalítico tienen una especial
relevancia, ya que son reveladoras del modo en el que los diferentes grupos
escriben su historia. Asimismo, es posible hacer el balance de las cuestiones o de
los períodos de la historia que han sido objeto de un estudio detenido, y que podrían
constituir en el presente una nueva aportación a la historiografía del psicoanálisis
en nuestro paìs.
Se ha dicho que cada generación tiene derecho a reescribir la historia.
Sin embargo esto no puede ser historia con pretensión científica sino el relato con
uso político de la Historia, cosa que por otra parte es vicio común entre las
comunidades Psicoanalíticas. Aparece así el psicoanálisis como sujeto del discurso
histórico, como sujeto del lenguaje, que reposiciona el problema del anacronismo,
tal como ha sido en la resistencia historiográfica ante el saber freudiano.
La historia siempre se ha usado como arma en la transformación social, y los medios
psicoanalíticos no son una excepción. En historiografía del Psicoanálisis, es muy
difícil ver si nos encontramos ante un cambio de paradigma, como los que estudió
Thomas Kuhn para las ciencias experimentales, si existe una historia de las
revoluciones psicoanalíticas, fundamentalmente porque nunca hay un consenso tan
universalmente compartido como para entender que la desviación del pensamiento
original sea una revolución o torcedura.
ERIK H. ERIKSON
Los principios teóricos de Erik Erikson son; el ego corporal, experiencias de nuestro
cuerpo: Ideal del ego, la imagen que tenemos de nosotros mismos; identidad del
ego, mis roles sociales, Erikson manifiesta sobre 8 fases del desarrollo que es
extendida a lo largo de todo el ciclo vital. Se construye paso a pasa, cada fase tiene
un momento y un lugar adecuado, cada fase se construye base a la anterior, si no
afrontas una crisis en determinada fase, arrastras con eso siempre, a esto se le
llama Principio de Epigenético. Existe también el sintónico y el diatónico esto se
manifiesta en cada etapa, para ello tiene que haber un equilibrio entre ambos,
cuando esto se desequilibra ocurre una patología, a continuación explicaremos las
ocho fases del desarrollo que nos revela Erickson; lactancia, es la etapa oral
sensorial, esta etapa comprende desde el primer año de vida, donde se le enseña
al bebe a confiar sin exterminar o eliminar la desconfianza, si se logra un equilibrio
desarrolla la virtud de esperanza; primera infancia, es la etapa anal – uretral –
muscular, esto va desde los 18 meses hasta los 3 años, aquí se debe alcanzar un
grado de autonomía, pero al mismo tiempo conservando la vergüenza y duda, si se
logra el equilibrio se da el valor de voluntad; edad del juego, es la etapa modo
psicosexual: Genital – locomotora, va desde los tres hasta los cinco años de edad,
aquí es donde el niño aprende la iniciativa pero sin una culpa exagerada, si se
mantiene en equilibro los llevara a la virtud del propósito; edad escolar, es la etapa
de interacción con el medio, va desde los 5 hasta los 13 años de edad, la tarea en
esta fase es desarrollar la capacidad de laboriosidad y evitar un sentimiento
excesivo de inferioridad, si esto se equilibra tendrán la virtud llamada competencia;
etapa de la adolescencia, desde la pubertad y finalizando alrededor de los 18- 20,
la tarea aquí es lograr la identidad del yo y evitar la confusión de roles si se equilibra
esto, la persona desarrolla la virtud que Erickson llama fidelidad; etapa de la adultez
joven, la cual dura entre los 18 a los 30 años aproximadamente, aquí se logra el
grado de intimidad y evitar en la mantenerse en aislamiento, si esto se equilibra la
virtud que tendrán será la de amor; la adultez media, va desde los 40 años a 65
años, se desarrolla la productividad y que evita en poco grados el estancamientos,
si lo desarrollan con éxito, da una capacidad para cuidar; y la última fase de Erickson
es la Adultez tardía, a partir de los 65 en adelante, aquí lo que se busca es que la
persona tenga integridad del yo con un mínimo de desesperanza, la personas que
afrontan las muerte sin miedo tienen la virtud de sabiduría.
OTTO RANK:
Para Rank, la voluntad, sería un sinónimo de poder, al nacer tenemos la voluntad
de ser nosotros mismos, luego queremos ser independientes de nuestros padres, y
luego queremos ser independientes de la autoridad, es decir, respetamos nuestras
reglas sociales, pero podemos controlar nuestros impulsos (incluso los sexuales),
todo esto para llegar a formar el tipo de persona que seremos.
Rank describe tres tipos de personas:
El adaptado: Es una persona que adquiere una voluntad aprendida, se apega
fielmente a todos los mandatos, morales, sociales y incluso sexuales. Son personas
tranquilas y pasivas, son dirigibles, según Rank serían la mayoría de las personas.
El neurótico: Persona que tiene una voluntad bastante fuerte, pero esta dirigida a
evitar el dominio interno y externo, es tan grande este conflicto , que dejan de
expresar su voluntad y se limitan en su comportamiento y deseo, y sienten que
deben estar todo el tiempo activos, pues no se dejan no hacer nada, se sienten todo
el tiempo consternados y culpables, por tener “poca voluntad”.
El artista: es el genio, creativo, productivo, ubicado, consciente de sí mismo, Se crea
a sí mismo para después poder crear y recrear su realidad, se aceptan y
autoafirman, los que les permite reafirmar su voluntad y encaminarla hacia un
propósito.
H. S. SULLIVAN:
Para poder entender este marco teórico, es necesario dar un bosquejo de donde se
consideraba que está la presente teoría. Es una teoría popular en psiquiatría, va a
emanar de su trabajo con gente emocionalmente perturbada, (fundamentalmente
esquizofrénicos y obsesivos compulsivos) y en la práctica de la psicoterapia;
empero, también es una teoría incompleta y amorfa debido a que no la acabo de
deslozar. Y por último quizá sea su rasgo más importante se considera el contenido
de esta teoría como un modelo puro de conflicto psicosocial; por consiguiente,
Sulllivan va a tener principalmente como objeto de estudió el análisis del proceso
de comunicación.
Esto último puede demostrar debido a que en los escritos de Sullivan puede
dislumbrar que el hombre en sus relaciones interpersonales busca dos cosas:
1. La persecución de la satisfacción (se refiere a todos aquellos estados finales que
están estrechamente ligados a la organización física del hombre; es decir, son
esencialmente biológicos); siendo este su primer objetivo
2. La persecución de la seguridad (esencialmente psicológico; y pertenece más al
equipo cultural del hombre y por ende, han sido insertados en el individuo más que
pertenecer a su organización física y esta dado principalmente por la búsqueda de
lograr buenas relaciones y status ante otros significativos); y este es su segundo
objetivo. Aquí queda incluido las necesidades humanas Básicas, las cuales son: 1.
ternura; 2. seguridad, 3. intimidad, y 4. amistades.
En esta persecución de la seguridad se incluye todo aquello que ha sido inculcado
en un individuo, tales como: movimientos, acciones, palabras, pensamientos,
imágenes, ensueños, y etc. Por lo tanto, es producto del acondicionamiento cultural
para así poder educar los impulsos o tendencias subyacentes de tipo biológico. La
primera infancia desempeña un papel muy importante en el desarrollo de un
sentimiento personal de seguridad. El niño siente de alguna forma, por empatia (la
define el autor, como la capacidad del niño de sentir de alguna forma la actitud de
las personan hacia él y se vuelve mas intenso de los 6 a los 24 meses; además
Sullivan la interpreta como una especie de contagio o comunión emocional); por
consiguiente, el infante responde a las emociones de sus padres o cualquier otro
sustituto paterno; los cuales, son adultos significativos en sus vidas. Estos adultos
significativos le producen bienestar empatizado si tienen una actitud amistosa y lo
aceptan; lo que se traduce que el niño desarrolle sentimientos de bienestar y de
felicidad; para Sullivan esto no es otra cosa que el sentimiento de euforia y malestar
empatizado si tiene una actitud de rechazo; lo que ocasiona que el niño desarrolle
sentimientos de malestar e infelicidad; por lo tanto, ambas situaciones son
empatizadas. La necesidad de satisfacción y la necesidad de seguridad siguen el
mismo camino. El acto de alimentar también sirve para dar seguridad.
Por consiguiente, Sullivan casi llega a formular un enfoque dualístico de la
psicología. La satisfacción es fundamentalmente somática -; se trata de una función
de las células y de los tejidos, de los músculos y de los órganos corporales-,
mientras la seguridad es un fenómeno cultural.
Por otro lado, la naturaleza de la tendencia a la satisfacción se origina en las
exigencias de supervivencia biológica del organismo. Cuanto más acentuado es la
privación de estas exigencias biológicas en el individuo, más profunda resulta la
tendencia a la satisfacción. El estado de privación es de alta tensión; cuya expresión
mas intensa es el temor y la meta de la tendencia es reducir esa tensión hasta poder
alcanzar un estado de euforia, o de felicidad liberada de tensión, cuya expresión
más aproximada seria el estado de la persona que duerme profundamente. De todo
esto según Wolman, 1968 se desprende que el proceso de la búsqueda de
satisfacción esta interpretado de manera reduccionista, pues la necesidad nos lleva
a experimentar un deseo; una vez alcanzado la satisfacción de esta necesidad hay
relajamiento de los músculos implicados y disminuye nuestra vigilia y entonces
puede dormir.
En cambio la tendencia a la seguridad como ya se dijo es producto de la interacción
con otras personas; presenta una potencialidad innata y su finalidad es eliminar la
inseguridad, la cual se refleja en el individuo como tensión profundamente
psicológica que seria ansiedad. La orientación de la tendencia hacia la seguridad
es totalmente interpersonal y la ansiedad equivale al temor de suscitar
desaprobación o mejor dicho es una consecuencia de la expectativa de un juicio
desfavorable por parte de otros significativos. Dicha expectativa puede surgir de
experiencias reales, de la fantasía o de tensiones inconscientes que el individúo
alberga, y que derivan de las primeras experiencias con otros significativos,
principalmente los padres. La persona responde empáticamente al estado de ánimo
de otra persona. Si el estado de ánimo es reprobador, lo experimenta como tensión.
Procura conquistar aprobación adaptándose a los otros y reduciendo así la tensión.
El individuo puede manifestar estó a través de dos modalidades:
1. El motivo de poder: Tiene es motivo algo de innato o biológico (por ejemplo el
bebé y la luna) y además de un fuerte concomitante psicológico. Su finalidad es
defender al individuo de un sentimiento de inseguridad e impotencia e impotencia
en la situación que afronta (Sullivan 1947). Sin embargo, el motivo de poder se
encuentra condenado al fracaso debido a que el fracaso debe derivar de cierta
limitación impuesta a la persona por las exigencias propias de las relaciones
interpersonales.
2. El deseo de tocarse y estar físicamente cerca. No implica necesariamente algo
sexual. También tiene un componente biológico. Se relaciona con la búsqueda de
seguridad, debido a que se evita la experiencia de soledad, una de las expresiones
de inseguridad. De esto se desprende que también la necesidad de cercanía esta
condenada al fracaso, debido a la limitación impuesta al individuo por las exigencias
de las relaciones interpersonales. Además, mediante las relaciones interpersonales
intenta satisfacer: la ternura, la seguridad, la intimidad y la amistad (Goldmann,
1987).
De todo esto se puede ver que ambas formas de búsqueda (seguridad y
satisfacción) se encuentran interrelacionadas, y, por otro lado, hay cierta
incompatibilidad entre las personas cuando actúan como individuos y cuando lo
hacen como miembros de un grupo. Es posible que Sullivan afirmase implícitamente
que la búsqueda de la satisfacción individual, basada en la seguridad, determina un
conflicto con otras personas, porque dicha búsqueda es excesivamente egoísta e
incompatible con la vida en comunidad. El resultado de buscar sin trabas la
satisfacción sería la amenaza a la seguridad originada en la desaprobación social.
Esto implica que ambos tipos de búsqueda están relacionados, son diferentes y la
satisfacción de la seguridad tiene gran importancia en la conformación de la vida
una vez que la persona emerge como ente social, gracias a la discriminación entre
ellas mismas y otras. Al volverse un ser social es necesario lograr la aprobación,
pero al mismo tiempo tiene sus necesidades biológicas que presionan y para ser
satisfechas y de ahí que se haga la siguiente formulación: la realización del nivel
máximo de satisfacción, al mismo tiempo que se reduce al mínimo la inseguridad.
MELANIE KLEIN:
Contiene el más ortodoxo psicoanálisis ya que su formación completa fue directa de
los libros de Sigmud Freud. Su teoría propiamente dicha no consistía solamente en
calificar el pecho de la madre, sino que es llamada la Teoría de las relaciones
objetales, que son según Melanie las primeras que el bebé tiene y las que siempre
va a mantener. Los niños aprenden a calificar lo que se acerca a ellos como bueno
o malo, dependiendo de cómo se sientan en relación a ese objeto. Por ejemplo, si
una madre brinda cariño y dedicación al momento de amamantar al bebé
considerará a su pecho como bueno, de lo contrario lo calificará de malo y no querrá
que se le acerque.
Ésta menciona que los bebes en una primera etapa, la esquizo – paranoide, no ve
objetos torales, es decir, para él todo son partes de él mismo, le pertenecen como
por ejemplo el pecho de la madre. En esta primera etapa los bebes sienten que ese
pecho malo, que calificaron anteriormente, los persigue para hacerles daño y
generan ansiedad ante la presencia de este. Los niños para defenderse del
persecutor se vuelven agresivos. La madre es calificada como un objeto parcial por
lo que no se está incluida en el concepto de “malo”. La segunda etapa, la depresiva,
se desarrolla cuando el niño se da cuenta de que esos objetos no le pertenecían y
era parte de un todo, al darse cuenta de que ese pecho que el tildaba de malo era
realmente su madre la que brindaba cariño el niño se siente culpable y en sus
fantasías, idealiza maneras de ser perdonado por la madre, lo que le hace superar
esta etapa. Esto es en cuanto a la formación de la personalidad ya que los objetos
buenos son considerados los núcleos del yo. Melanie Klein ideó, también,
mecanismos de defensa muy parecidos a los de Freud solo que con niños. Entre
estos tenemos; la introyección, el niño incorpora el pecho de su madre dentro de su
cuerpo; la proyección, los niños proyectan imágenes buenas o malas sobre objetos
en especial sus padres; la división (se divide en mecanismo positivo y negativo); la
identificación proyectiva, separan la partes inaceptables de sí mismo y los proyectan
en un objeto y luego lo introyectan dentro de sí mismo pero modificado. Finalmente,
nos deja cuatro fases; agresiva de succión oral, se da durante el primer año, el niño
fantasía con llevar el pecho a su interior; Sadismo oral, se evidencia al final del
primer año, el niño imagina que mastica, devora y canibaliza el pecho de su madre,
emplea dientes y mandíbulas; transición sádica uretral, en esta fase el niño busca
destruir el cuerpo de su madre y para lograrlo usa su orina y sus heces; sadismo
anal, se desarrolla durante el segundo y tercer año, la eliminación de heces significa
eliminar el objeto amoroso, vinculado a un impulso destructivo.
BION:
Planteó hipótesis importantes sobre el origen y desarrollo del pensamiento.
Considera que en el psiquismo humano hay dos tipos de lo que denomina
elementos: los elementos beta, que sólo se prestan para evacuar la angustia, y los
llamados elementos alfa, que procesan los estímulos. Es conocido
fundamentalmente por sus experiencias con grupos terapéuticos y sus trabajos
teóricos sobre la vida grupal, y por sus investigaciones sobre la esquizofrenia, a
propósito de las cuales elaboró un sistema teórico sobre la génesis del
pensamiento.
Comenzó su trabajo como médico psiquiatra en distintos hospitales al mismo tiempo
que comenzó su análisis personal con John Rickman en 1943. Ingresó a la
Tavistock Clinic, y en la década 1940/1950 se dedicó a trabajar con grupos
terapéuticos, tanto en la Tavistock como en su consultorio particular.
En 1950 comenzó su análisis didáctico con M. Klein y abandonó el trabajo con
grupos, aunque no sus trabajos teóricos sobre la vida grupal, trabajos que se irán
elaborando a lo largo de 30 años.
Los primeros grupos por él atendidos eran miembros del ejército británico, afectados
por la Segunda Guerra Mundial y a los que había que rehabilitar para lograr su
readaptación profesional y privada.
Se dedicó en los años siguientes a investigaciones sobre psicosis, especialmente
la esquizofrenia, a partir de lo cual elaboró sus teorías sobre el pensar, tanto
patológico como normal, sobre el lenguaje, y sobre las funciones y factores de la
vida mental. También se ocupó de los problemas relativos al crecimiento mental y
el cambio, y los fenómenos inherentes a la función del analista.
En 1968 decidió emigrar a los Estados Unidos, donde permaneció once años,
viajando además por Europa y América dictando numerosos cursos y seminarios, y
efectuando supervisiones. A lo largo de su extensa vida fue miembro y recibió las
máximas distinciones de las distintas asociaciones psicoanalíticas europeas y
americanas. Su propia coherencia interna con las teorías por él postuladas, lo llevó
a buscar perpetuamente otros caminos en el afán de encontrar más o mejores
verdades. Entre sus principales trabajos se cuentan Tensiones intragrupales (1943),
Psiquiatría en un momento de crisis (1947), Experiencias en grupos (1948-1952),
Lenguaje y esquizofrenia,
Desarrollo del pensamiento esquizofrénico, Ataques al vínculo, Volviendo a pensar,
Diferenciación de la personalidad psicótica y no psicótica, Sobre la alucinación,
Sobre la arrogancia, Los trastornos psicóticos y algunas de sus peculiaridades
(todos trabajos sobre esquizofrenia que datan de 1953/59), Una teoría del
pensamiento (1962), Aprendiendo de la experiencia (1962), Elementos de
psicoanálisis (1963), Transformaciones (1965), Atención e interpretación (1970) y
Memoria del futuro (autobiografía novelada en tres tomos: El sueño, El pasado
presentado y El amanecer del olvido, 1979).