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Ladrones de la noche
Dante Petroska
Copyright © <2013>
<DantePetroska>
All rights reserved.
ISBN:s/n
Los muertos no se quieren ir.
Le roban la energía a los
vivos…mientras duermen.
CONTENIDO:
CAPITULO 1
CAPITULO 2
CAPITULO 3
CAPITULO 4
CAPITULO 5
CAPITULO 6
CAPITULO 7
CAPITULO 8
CAPITULO 9
CAPITULO 10
CAPITULO 11
CAPITULO 12
CAPITULO 13
CAPITULO 1
En la madrugada del 2 de
noviembre del 99. El agente
Basulto realizaba su guardia en la
estación de policía de Colinas de
San Javier. La noche corría
tranquila y el calendario marcaba el
comienzo del día de muertos, una
tradición mexicana envuelta en
misticismo y tradiciones. El agente
Basulto era mexicano, pero hace
tiempo dejó de creer en aparecidos
y se trataba de una noche mas en la
estación de policía. Desde hace
años era un privilegio trabajar en
una de las zonas pudientes de
Guadalajara, por lo que no le
molestaba doblar turnos para
hacerse de puntos y seguir
conservando su puesto.
Se levantó de su escritorio para
prepararse un café en la cocina, la
manera más cómoda y agradable de
matar el tiempo. Aún faltaban
varias horas para su relevo y los
estragos del fin de semana seguían
apareciendo sobre sus párpados. Al
pasar por el refrigerador se detuvo
un instante y pensándolo dos veces,
prefirió sacar una lata de bebida
energizante Redbull. Desde que
salieron al mercado el café pasó a
segundo término y la esta estación
contaba con patrocinio de la
colonia para que nunca faltaban
durante las noches, una invitación
que el agente no podía dejar pasar.
Destapó la bebida y antes de dar
el primer trago fue interrumpido por
el teléfono que sonaba sobre su
escritorio. Solo podía significar
dos cosas, que alguien estaba en
problemas y que la bebida tendría
que esperar. Metió nuevamente la
lata burbujeante al refrigerador y
corrió a tomar la llamada.
––Agente Basulto ¿cuál es su
emergencia?.
No obtuvo respuesta. Pero percibía
del otro lado de la línea una voz
agitada de mujer que no se podía
distinguir con claridad. La llamada
provenía de un celular con baja
señal.
––Esta es la policía ¿cuál es
su problema? ––repitió.
––Por favo.. tiene que
ayudarm… Estoy escondida en u…
armario, esa mujer m… quiere
matar, estamos en la casa de la
montaña número siete, no encuentro
a … demás, deben venir cuanto…
––Espere, necesito que hable
mas fuerte, oiga...
La llamada fue cortada de golpe y
el Agente Basulto se apresuró a
tomar nota de la poca información
que pudo interpretar de las palabras
cortadas de la mujer.
A cuatro calles de donde provino
la llamada, dos patrulleros salían
de una tienda de abarrotes que
acostumbra abrir las 24 horas del
día. Es el sitio predilecto de los
agentes y de uno que otro
trasnochado que llega a recargar
alcohol antes de llegar a casa. Los
patrulleros caminaban hacia la
unidad estacionada a unos metros,
llevando una coca cola de dos litros
para compartir y dos lonches de
lomo que les serviría de cena.
––Estoy hasta la madre de no
poder dormir, no me importaría que
fueran cuatro horas seguidas, pero
sin interrupciones. Mi esposa cierra
los ojos y no se mueve hasta el día
siguiente, no sé como le hace.
¿Crees que se debe a nuestro
trabajo? ––Comentaba el mas alto
llevando la bolsa de plástico con
las compras. Mientras que su
compañero, que a penas alcanzaba
el 1.60 de estatura, encendía un
cigarrillo y negaba con la cabeza.
––Yo ya no le doy
importancia, antes de divorciarme
de mi ex vieja pensaba que la culpa
la tenía el purificador de aire que
encendía por las noches ––
Respondió el mas pequeño.
––¿Purificador de aire?, no
mames, ¿para qué?.
––Para que no roncara la vaca.
Desde que subió de peso no paraba
en toda la noche y el purificador
ayudaba a controlarla. Pero el
pinche aparato emitía un zumbido
que me taladraba la cabeza como
una gaita. Así que me jodía de todas
formas.
––Pues no conozco a nadie que
se escape de mal dormir. Tengo
amigos que se meten a la cama a las
10 de la noche y se levantan a las 6,
ocho horas de sueño por lo menos,
pero despiertan mas cansados que
antes de acostarse.
Continuaron hablando del tema.
Una situación de insomnio que a
nivel mundial era de lo mas común
en esos años. Nadie dormía lo
suficiente por las noches. La culpa
la endosaban a la televisión por
cable o el Internet. La gente pasa
horas viendo películas y series de
televisión que terminan después de
media noche y pretenden despertar
a las seis de la mañana frescos
como una lechuga, como si bastaran
un par de horas para reparar el
trabajo físico de todo el día. Este
problema no era solo de los
adultos, los adolescentes
comenzaban a presentar los mismos
síntomas de fatiga crónica y falta de
atención en la escuela. La solución
mas sencilla recaía en infusiones de
te y un par de pastillas Symplex.
Pastillas para dormir que se
pusieron de moda navegando con
bandera de ser medicina
homeopática que no causaba
adicción. Soluciones temporales, la
verdadera causa se descubriría
años después, aunque el terror de la
respuesta provocaría que nadie mas
quisiera cerrar los ojos en su vida.
La plática fue interrumpida por el
radio-patrulla que emitía la voz del
agente Basulto desde la estación,
solicitando la presencia de los
uniformados en la casa de la colina,
donde supuestamente había salido
la llamada de emergencia.
Al llegar los agentes encontraron
la puerta principal abierta, no
presentaba señales de haber sido
forzada y procedieron a ingresar a
la finca tratando de localizar a los
propietarios. La casa se encontraba
a cincuenta metros de la entrada,
los jardines estaban iluminados por
la farolas que marcaban una línea
recta hasta la entrada y la
temperatura en esta época del año
dejaba ver una ligera capa de
neblina, provocada en parte por una
pequeña laguna artificial ubicada en
un extremo del camino. A medida
que recorrían la senda, anunciaban
su presencia sin obtener respuesta
por parte de los propietarios. El
silencio del lugar provocaba cierto
grado de nerviosismo en los
agentes, sensación que se multiplicó
al descubrir la fachada de la casa al
final del camino.
Era una mansión de dos pisos al
borde de una cañada de unos veinte
metros de profundidad. La
oscuridad se apoderaba de ella y
hacía recordar a los agentes la
película de Psicosis que habían
pasado por cinecanal la semana
pasada. La versión original de los
años sesentas con Anthony Perkins
encarnando a Norman Bates, no el
bodrio de película del 98 que se ha
ganado el desprecio de miles de
fans alrededor del mundo. Llamaron
a la puerta un par de veces y
decidieron rodear la casa buscando
señales de violencia. Al llegar a la
parte de atrás descubrieron una
alberca vacía en forma circular, la
casa parecía construida para una
película de los setentas con
Mauricio Garcés en el papel
principal, pero la oscuridad les
hacía pensar en una película de
terror del Santo contra las momias y
no una comedia. La entrada
posterior de la casa estaba abierta,
nuevamente sin señales de
violencia. Entraron con precaución
y continuaron llamando a los
propietarios, anunciando que
estaban entrando. No hubo
necesidad de sacar las armas, el
lugar estaba solo y no parecía
existir peligro, sin embargo, una
sensación de miedo les recorría con
rapidez desde el cuello hasta la
espalda baja a medida que
ingresaban a la mansión.
Buscaron los apagadores en la
pared y encendieron la luz de la
habitación que servía de salón de
juegos, tenía una mesa de billar y
una barra para servir bebidas que
debió ser cede de varias fiestas
alucinantes al estilo a-gogó.
Cruzaron la habitación y abrieron
una puerta que daba al pasillo,
trataron de encender la luz sin
resultados, se miraron mutuamente y
sacando las lámparas de mano,
descubrieron un pasillo a su
izquierda que recorrieron
lentamente. El aire que se filtraba
por las ventanas les puso los pelos
de punta, en cualquier otro lugar
temerían encontrarse con algún
ladrón o un asesino serial en el
peor de los casos, pero este lugar
solo metía pensamientos de terror a
lo paranormal en lo mas profundo
de la mente. Al llegar al final del
pasillo se encontraron con una
escalera curva que se perdía a
mitad de camino. Decidieron
avanzar escalón por escalón,
regresando la mirada de vez en
cuando a la base de la escalera
tratando de evitar alguna sorpresa.
Al llegar a la mitad del camino
ascendente y comenzar a girar, se
escuchó un ruido grave en el
siguiente piso que los hizo brincar y
sacar sus armas en un segundo,
como si se tratara de un relámpago
sin luz. Se miraban mutuamente
esperando obtener alguna respuesta
de donde provino el ruido, pero el
silencio se apoderó nuevamente del
lugar. El mas alto miró a su
compañero que lo seguía un paso
atrás, preguntándole en voz baja si
tenía idea de que había provocado
el sonido. El mas pequeño se limitó
a negar con la cabeza y pasando
saliva continuaron subiendo. Dos
escalones adelante apuntaron su
lámpara al final de la escalera,
iluminando los pies descalzos de
una mujer justo en el momento en
que giraba hacia el interior del
segundo piso. El agente mas alto
subió el haz de luz de su lámpara,
descubriendo la silueta de una
mujer vestida de negro que se
perdía en la oscuridad del lugar.
Corrieron para alcanzarla mientras
le avisaban que eran agentes de la
policía sin obtener respuesta, pero
al llegar al segundo piso la mujer
había desaparecido. Se miraron
temblando por la imagen que
acababan de ver, los dos coincidían
en que no se trataba de la dueña de
la casa, algo dentro de su piel les
decía que esa mujer no estaba viva.
El miedo que sintieron los
acompañó por el resto de la noche,
mientras recorrían el lugar sin
encontraron a nadie, la casa estaba
vacía.
CAPITULO 2
AÑOS DESPUES…
La mañana era la de un día
cualquiera, después de todo era
lunes y ya pasaban de las once. Sin
embargo, para el detective Aron
todo era distinto. Luego de dos
semanas de ausencia entendió que
ya era tiempo de regresar a su
trabajo, así que, aún con algo de
inseguridad, entró a su oficina,
instalada en el interior de un
edificio de cinco pisos en plena
Alameda Central.
La verdad es que no quería
quedarse en casa, el mismo lugar
donde su esposa se había quitado la
vida y donde habían compartido
seis años juntos. Todavía ahora no
lograba entenderlo. No tenían hijos
ni deudas, y aunque a los ojos de
los demás -de él mismo- era una
mujer feliz, por algún motivo que
sólo ella conocía la vida dejó de
serle interesante y una bala en la
cabeza fue la solución. El golpe fue
mucho más duro para él de lo que
pudo haber imaginado y desde
entonces, le fue prácticamente
imposible volver a dormir con
normalidad, hecho que se reflejó de
inmediato en sus ojos, que
comenzaron a mostrar signos de
agotamiento permanente.
Al salir del elevador avanzó un
par de pasos, pero en seguida se
detuvo un instante, aspiró
fuertemente, se acomodó el cabello
hacia atrás y soltó el aire, tratando
de relajarse un poco antes de abrir
la puerta de su oficina. Al
introducir la llave, su vista recorrió
la puerta, deteniéndose en el letrero
colocado en la parte superior, el
cual había perdido ya la letra “r”.
“Detective P ivado”, leyó
mentalmente. Algo molesto, negó
brevemente con la cabeza, giro la
llave y entró.
Sorprendida por su aparición, su
secretaria depositó rápidamente la
taza de café en la mesa, al lado del
plato que contenía una rebanada de
pastel de zanahoria con un tenedor
incrustado. Se puso de pie algo
nerviosa, no sin antes apagar el
monitor, evitando con ello exhibir
el contenido de su conversación en
el Chat.
––¡Detective!, siento mucho lo
de su esposa. Intenté darme una
vuelta pero… ––Él la interrumpió,
levantando su mano.
––Carmen, déjalo así.
Luego, sin dirigirle la mirada,
caminó a su privado al final del la
habitación.
––Necesito ponerme a trabajar
hoy mismo. Comunícame a la
estación de policía, quiero ver si
tienen algún caso para mí…
La chica lo interrumpió antes de
terminar la oración.
––Vino a buscarlo una mujer
––La frase lo hizo detenerse antes
de abrir la puerta de su privado ––
Quiere contratar sus servicios para
encontrar a una persona
desaparecida.
Sin voltear hacia Carmen, el
detective le contestó secamente.
––Carmen, necesito casos
reales, que dejen dinero, no esposas
histéricas que buscan a sus maridos
que siguen de borrachera.
––Pero, Detective, es que ella…
–– comenzó a decir, mientras Aron
cerraba la puerta.
El despacho estaba oscuro, por
lo que se dirigió hacia al ventanal
para halar el cordón de las
persianas de un solo tiro,
iluminando con ello la habitación.
––¿Esposa histérica?. Me han
llamado de muchas formas, pero
nunca histérica ––Se escuchó una
voz de mujer detrás de él.
Aron giró a sus espaldas, algo
sorprendido, pero suavizó su
reacción al ver que se trataba de
una hermosa mujer. Levantó la
mano derecha, señalándole que
necesitaba un segundo, caminó
hacia la puerta de su despacho y la
abrió de forma enérgica.
––¡Carmen! ––El grito hizo
que la chica derramara un poco del
café que estaba a punto de beber ––
¡Cuando dices: “vino una mujer a
buscarlo”, significa tiempo pasado,
es decir, que llegó y se fue, no que
todavía está aquí. ¡Por Dios!.
Cerró la puerta de un golpe,
cambiando su expresión de enojo
por una más alegre, saludando en
seguida a la mujer que lo miraba
con una sonrisa.
––¡Gris!, ¿cómo estás? –– le
dijo, y caminó hacia ella con los
brazos abiertos.
––Sigues siendo el mismo ––
comentó ella mientras se abrazaban.
––Y tú tienes la misma cara de
ángel desde la última vez que te vi.
¿Cinco años?, ¿Seis?.
––Hace ocho ya ––respondió
ella separándose de él pero sin
dejar de sonreír ––Y aún me debes
un baile. Me dejaste sentada en el
cumpleaños de mi hermana con las
ganas de bailar salsa, una mujer no
olvida con facilidad.
––¡Qué memoria! ¿Y cómo
está ella?,.¿Igual de guapa que su
hermana menor?.
Gris dejó de sonreír y su rostro
se tornó triste, al mismo tiempo que
bajaba la mirada.
––Sonia desapareció tres
meses después de que estuvimos en
su casa. Tengo años buscándola sin
llegar a nada. La policía dejó el
caso desde el verano pasado y
agoté todas mis esperanzas de
encontrarla.
Aron arrugó el entrecejo,
sinceramente extrañado por la
noticia.
––Lo siento mucho Gris, no
estaba enterado. Te fuiste a vivir a
México y les perdí la pista a ti y a
tu familia.
Aron la tomó de la mano y la
sentó en el sofá de su despacho,
junto a la ventana.
––Al contrario, discúlpame
por venir a verte después de tanto
tiempo sin llamar antes, pero es que
estoy desesperada. Sé que tu esposa
murió hace unos días, y si no
puedes aceptar el caso lo voy a
entender.
––No te preocupes, la verdad
es que me vendría bien ponerme a
trabajar nuevamente.
Gris le puso la mano en la rodilla
y le sonrió. Aron le correspondió y
asintió con la cabeza, recordando
mientras la miraba su época de
juventud, donde la vida parece ser
siempre mas fácil.
––Gracias. Quise retomar la
investigación ahora que
encontramos nuevas pistas en el
caso de mi hermana y quiero que
las veas ––comentó Gris mientras
sacaba su Laptop de su bolsa y la
encendía. ––Mi hermana tenía
un paciente llamado Pedro, tuvo su
última sesión como psicóloga con
él antes de su desaparición. Estaba
obsesionada en su caso. Al
principio pensó que se trataba de un
problema de fatiga crónica causada
por estrés, y es que el pobre tipo
llevaba dos meses sin poder
dormir. Su esposa y su hija habían
muerto en su casa de forma
accidental. El estaba de viaje por
cuestión de negocios y el calentador
de gas se apagó mientras ellas
dormían.
––Pobre hombre. No lo culpó
por tener insomnio ––Comentó el
Detective con un gesto de tristeza.
Gris confirmó movimiento su
cabeza en señal de comprender la
situación en estos casos.
––Mi hermana le recetó
algunas pastillas para dormir, pero
no sirvió de nada. Pedro seguía en
vela; juraba que su esposa le
robaba la energía en las noches
mientras dormía.
––¿La esposa muerta? ––
Preguntó intrigado el detective.
––Si. Según él, las personas al
morir no quieren irse de este
mundo, y al robar la energía de los
vivos por las noches, ganan más
tiempo para estar entre nosotros.
––¿Eso creía tu hermana? ––
preguntó Aron totalmente
extrañado.
––Al principio no, pero siguió
investigando y descubrió que ocho
de cada diez personas no pueden
dormir por las noches. Y no sólo en
México, la misma estadística aplica
a nivel mundial. Duermen entre
cuatro o cinco horas máximo y
pasan el resto del día cansados,
tratando de despertarse con café y
bebidas energéticas. ¿Te suena
familiar?.
––Claro. A mí me pasa todo el
tiempo. Me desvelo viendo
películas, no duermo por el calor,
o simplemente a un vecino se le
ocurrió acabar la fiesta a las cinco
de la mañana y me jodió la noche.
Nos pasa a todos, pero son cosas
naturales, no sobrenaturales.
––Ya lo sé, pero quiero que
veas este video. Pedro se lo dio a
mi hermana como prueba de que
algo pasaba en su casa, algo
sobrenatural. Fue después de verlo
que mi hermana decidió estudiar el
caso a detalle. Mira y dime qué
opinas.
Gris tecleó un par de veces sobre
la computadora y le mostró un
video al Detective. Era una toma
fija de lo que parecía ser un
dormitorio iluminado por una
pequeña luz. Dentro de la cama
estaba durmiendo Pedro boca
arriba acomodado entre las cobijas.
Unos segundo después aparece la
silueta de una mujer vestida de
negro subiendo por la base de la
cama con movimientos cortados.
Daba la impresión de moverse
como una araña mas que como una
persona, caminando lentamente
sobre el cuerpo de Pedro hasta
quedar en posición horizontal sobre
él sin tocarlo. Al detenerse, agachó
su boca a unos centímetros de los
labios de Pedro y sin tocarse,
comenzó a extraerle el aire a través
de su boca, provocando que la parte
superior del cuerpo de Pedro se
levantara como absorbido por una
aspiradora. La situación duró
alrededor de treinta segundos y
pese a la sacudida provocada,
Pedro no abrió los ojos ni despertó.
La mujer de negro cerró la boca y
Pedro regresó a su posición
original, mientras ella se arrastraba
de regreso al punto donde había
trepado por la cama, con los
mismos movimientos cortados con
los que había subido,
desapareciendo del rango ocular de
la cámara fija que Pedro había
colocado horas antes de irse a
dormir, con el fin de comprobar su
teoría.
Cuando terminó el video, el
Detective miró a Gris y sonrió de
una manera irónica.
––Gris, por favor, no pensarás
que este video es real.
––No importa lo que yo
piense, lo que importa es que
puedas ayudarme.
Gris cerró la computadora y se
puso de pie, camino a la ventana y
por unos segundos se quedó
mirando a través de ella, mientras
Aron la seguía con la mirada.
––La mujer del video es la
esposa de Pedro y fue grabado dos
meses después de quitarse la vida.
Ya lo hice analizar por expertos y
todo indica que es real. Si estaba
muerta… ¿cómo es que pudieron
grabarla después?.
El detective se puso de pie y
caminó hacia ella, cambiando su
actitud a una manera más
comprensiva.
––¿Tienes el video original?
Me gustaría analizarlo con mis
fuentes, si no te importa.
Gris giró hacia él y asintió con
tranquilidad. Acto seguido, camino
hacia su bolso y sacó una caja que
contenía más de una decena de
video cassettes que se utilizan en
las cámaras de video caseras de
aquellos años.
––El cassette de Pedro tiene
etiqueta ––aclaró Gris
entregándoselos.
El detective tomó la caja, sacó el
cassette con la etiqueta, lo observó
unos segundos y lo guardó
nuevamente.
––¿Qué contienen los
demás?––, preguntó intrigado el
Detective.
––Cuando Pedro le entregó el
video a mi hermana, ella pensó que
se trataba de un truco y decidió
cancelar las terapias. No quería que
el caso se convirtiera en un chiste.
Pero dos días después, Pedro se
quitó la vida y mi hermana se sintió
culpable.
––¿Culpable por qué?—
cuestionó el detective. ––Ella no
jaló el gatillo––, añadió intentando
hacer sentir mejor a Gris.
––No, es cierto. Pero sintió
que al cancelar la terapia le hizo
perder la esperanza y la depresión
lo condujo al suicidio. Luego de
eso mi hermana siguió investigando.
Incluso llevó a Iván, un amigo que
conoce de video cámaras a la casa
de Pedro, para instalar cámaras en
la casa y en la habitación principal
y comprobar de una vez por todas
lo que estaba sucediendo ahí.
Ambos pasaron la noche con la
esperanza de captar algún
movimiento paranormal o algo que
pudiera confirmar la versión de
Pedro.
––¿Dónde está esa casa?.
––Es la casa de la Colina, en
la colonia San Javier. La casa que
parece sacada de una película de
terror al borde de una cañada. ¿La
conoces?.
Aron negó con la cabeza y observó
con curiosidad el resto de los
cassettes.
––Pero están dañados, no creo
que sirvan. ¿Qué les pasó?.
––Nadie lo sabe. La policía
entró a la casa esa noche, al recibir
una llamada de auxilio, pero no
encontraron nada. Después de que
reportamos su desaparición
volvieron a ingresar una semana
después a buscarlos; no sabíamos
que habían pasado esa noche ahí.
Fue el último lugar donde la vieron
a ella y a Iván. Encontraron la casa
vacía y las cámaras dañadas
esparcidas por la casa. Yo me
enteré de los videos hace apenas
quince días.
––¿Pero cómo obtuviste los
cassettes?––, preguntó el detective
extrañado.
––Un amigo que trabaja en la
policía los encontró por accidente,
etiquetados en una caja como
archivo muerto. Hace años era
imposible reparar el material de los
videos, pero estoy segura que ahora
se puede rescatar algo que nos
pueda ayudar a entender lo que
pasó. Así que los tomó prestados y
me los entregó.
––¿Prestados?––, comentó el
Detective en forma irónica mientras
caminaba a su escritorio. Buscó en
el primer cajón y sacó un tarjetero,
lo hojeó durante unos segundos y
extrajo una tarjeta color verde que
destacaba entre las demás. Luego lo
cerró y caminó hacia Gris.
––Tengo a la persona perfecta.
Es una amiga experta en
computadoras, es hacker. Si hay
alguien que puede ayudarnos es
ella, ya lo verás. Vamos.
Gris recogió sus cosas
rápidamente, entusiasmada por el
interés del detective. Por primera
vez en muchos años sentía que
había una nueva esperanza para
encontrar a su hermana, viva o
muerta, pero encontrarla al fin.
CAPITULO 3