J.R. Laporte y J.M, Castel
En Europa fa automedicacion esté al orden del dia
disminuye ia cobertura de la prestacién farmacéutica
de los sistemas de Seguridad Social, florecen las me-
dicinas «blandas» y aumenta la presencia del medi
‘camento en os medios de comunicacidn. Ademés, los,
conacimientos y actitudes de los usuarios en su re-
lacién con los profesionales sanitarios estén cambian.
do répida y profundamente, de manera que hoy dia se
fexige mayor informacién y participacién en las deci-
siones médicas, como complemento de un deseo de
mayor autonomia personal. A pesar de ello, a menudo
los médicos empleamos ia palabra automedicacién
con un tono critico.
Se afirma que una persona se automedica cuando
toma un medicamento por decisidn 0 consejo no cua-
lificado, con el fin de aliviar un sintoma 0 curat una
enfermedad. Aungue el concepto parece simple, no
lo es, por diversos motivos de indole médica, farma-
céutica y legisiativa, pero también sociolégica, psi-
colégica y antropologica,
Los limites médicos de la automedicacin no son muy
recisos. A veces se inspira en la altima receta del
médico, aunque transformada: puede haber una reu-
tilizacion de la receta, para la misma persona y el mis:
mo prablema, aunque sin consulta; en este caso ape-
nas se podria hablar ce automedicacién. Puede darse
‘también la reutilizacién al cabo de un tiempo, para
tuna persona o un problema diferentes. Finalmente, el
usuario puede adquirir de manera directa el medica-
mento en la farmacia sin que haya mediado consejo
directo de un profesional sanitario; en este caso el ori-
xen de su conocimiento sobre el medicamento soll-
Citado es oscuro 0 ha sido completamente olvidado!
Los limites administrativos tampoco son precisos. En
primer lugar, se debe distinguir entre los medicamen.
tos registrados como tales —y sujetos a la legislacion
propia de las especialidades farmacéuticas—, y los
productos que, sin estar registrados como medica-
mentes, son vendidos y @ veces activamente promo-
Coespondenci: Dr J. apo
Unisae de Foemacaaga Clinen Cust Sanita Unvrivia
fa Vale Rebar. Bo Yal eeoron, sm O808 Barolo
Manusoto ecibdo at 125-1092
Med Cin (Bar) 1982: 99: 434-416
EI médico ante la automedicacion
Unidad de Farmacologia y Servicio de Farmacologia Clinica. Universidad Autéooma
de Barcelona. Hospital Universitario de Ja Vall d Hebron. Barcelona.
vidos en términos tales que el publico les atribuye vit-
tudes medicinales. Con estos preparados se ha trans-
ferido en muchos casos la charlataneria a los canales
yeestablecimientos «medicalizadose: en esta categoria
se inclvirian los crecepelos, otros cosméticos, pro-
ductas contra el envejecimiento o la impotencia, al-
‘gunos preparados a base de hierbas medicinales —a
menudo con envases atractivos y «de venta exclusiva
an farmacias»— preparados dieteticos, etc.
En segundo lugar, entre los «verdaderos» medicamentos
e preciso distinguir los que ni necesitan receta médica
para su dispensacién ni son nunca prescritos (un buen
ejemplo en nuestro pais son las populares Pestillas
Juanola), las que pueden ser dispensados con o sin
Teceta y los que necesitan la receta médica para su
dispensacién, sin citar los medicamentos cuya dis-
pensacin exige la receta médica pero que pueden ser
obtenidos incluso sin ella, con una facilidad que de-
pende del pais y de la oficina de farmacia a la que se
acuda. Una situacién limite, pero comin en nuestro
medio, es la que podriamos denominar automedica-
cién con cargo a la Seguridad Social. El usuario ha
acudido al ambulatorio 0 centro de salud, pero més
fen busca de una receta que a ser visitado. Por un ex
trafio mecanismo —en el que intervienen las actitu-
des del médico y del paciente, pero también la propia
estructura y prioridades del sistema de atencidn a la
salud, la visita ha sido sustituida por una simple
receta?
La legislacién espatiola denomina «especialidades
farmacéuticas publicitarias» a las que pueden ser ob-
jeto de publicidad dirigida directamente al usuario,
pero no estén incluidas en la prestacién farmacéutica
Ge Ia Seguridad Social. Sin embargo, ia imprecisién
en {os limites de fa automedicacién hace que no se la
pueda estudiar a partir de estadisticas nacionales de
consumo de medicamentos que distingan entre los de
venta con receta y los de venta sin receta 0 medica-
mentos de mostrador (over-the counter u OTC en la
terminologia anglosajona), y que solo se pueda recu-
rtira Ia obtencién de datos directamente de los usua-
‘ios, Esto es lo que han hecho Nebot y Llauger en el
excelente trabajo que se, publica en el presente nu-
mero de Meoiciva Cuintor®, Se trata de una encuesta
telelénica sobre el autocuidado de salud de la que,
a4a
desafortunadamente, se excluy6 a los mayores de 65
afios. Incluye una muestra con sobrerrepresentacion
femenina y se centra en seis sintomas, de los que los
mds frecuentes resultaron ser la cefalea, el dolor de
espalda, el resfriado y la dismenorrea. La frecuencia
con la que el problema se trataba con automedicacisn
oscilé entre un 26 % para el dolor de espalda y un
63 % para el dolor de cabeza, siendo el tanto por
ciento de visites al médico inversamente proporcional
al uso de Ia automedicacién, Ademds, el grupo mas
joven tendia a automedicarse con mayor frecuencia
que el de mayor edad. Estos resultados concuerdan
Con los estudios realizados en nuestro pais y en otros,
en los que se ha registrado un uso tigeramente st
perior de la automedicacién entre mujeres y entre
adultos jévenes*®.
Hay varios argumentos en favor de Ia automedicacién
Por ejemplo, es més accesible, cémoda y en algunos
‘casos mas barata que la visita al médico para el alivio
de ciertos sintomas menores. En determinadas cir-
cunstancias, ayuda a mantener la capacidad funcio-
nal de quien la practica, en sitvaciones —como un
dolor de cabeza, un resfriado 0 una lumbalgia— que
de otro mado obligarian @ renunciar a la actividad ha-
bitual. Ademas, permite descargar al sistema sanita-
rio de una demanda cuantitativamente importante,
Asi mismo, se afirma que si no existiera la posibilidad
de automedicacién, se buscarian otras formas de 2u-
tocuigado, que serfan menos fables y mencs sen-
cillas"
También hay argumentos en contra. Los medicamentos
pueden ser empleados a dosis excesivas o durante pe-
riodos demasiado prolongados, con lo que pueden pro-
ducir efectos indeseables agudos 0 crénicos (p, €),. Ne:
fropatia por uso prolongado de analgésicos!”"*, asi
como dependencia (con los hipnosedantes) u otros
cambios adaptativos (con los laxantes), otros efectos
indeseables e interacciones con otros farmacos. Ast
por ejemplo, alrededor de un 13 % de toda la carga
eticlégica de la nefropatia terminal que conduce @
didlisis 0 trasplante en nuestro medio se debe al uso
crénico de analgésicos, casi siempre como auto-
medicacién'®, Ademés, puede que se empleen far-
macos en situaciones en las que no estén indicados,
y es evidente que en ciertas circunstancias la auto:
medicacién puede retrasar el diegnéstico de una afec-
cién que requiere cuidados médicos,
Estas consideraciones conducen a las preguntas ini
ciales de este comentario: si es preciso discutir su
bondad 0 su maidad, su necesidad o su inconvenien-
cia, ;qué carecteristicas deberian tener los medica
menios autorizados para la cispensacién libre?
En la mayorla de los paises los medicamentos de ven-
ta libre (sin receta médica) son anaigésicos, antiaci
dos, laxantes y preparados para el alivio sintomatico
del resfriado comin. Recientemente se ha permitido
también la libre dispensacién de loperamica, ibupro:
feno e hidrocortisona tépica a cancentraciones bajas
(hasta un 1%) en varios palses'®. En Dinamarca los
antihistaminicos H_ han sido excluidos de la finan-
ciacién a cargo de fa Seguridad Social, y han pasado
TR LAPORTE ¥ JH GRSTEL,— EL NEDICO ANTE LA AUTOMEDICACION
a ser de libre dispensacién'®, Esta tiltima decisién po-
Grla deberse mas a motivos econémicos que sanita-
rios, aunque también es verdad que se trata de far-
macos con un amplio margen terapéutico. En 1985
tun Comité de Expertos reunicos por la Oficina Regi
nal Europea de la OMS publicé unas directrices para
la evaluacién médica de los farmacos a emplear en
automedicacién’”. Segin este informe, estos prepa-
rados deben ser eficaces, fiables, seguros y de empleo
facil y cdmodo. Eficaces sobre los sintomas que mo-
tivan su empleo, que en general deben ser de natu-
raleza autolimitada. Fiables, porque deben dar lugar
a una respuesta consistente y suficientemente rpida
para que quien los consuma note sus efectos. Segu-
tos, porque deben emplearse en situaciones de buen
prondstico, cuya identificacién no sea dificil para un |
profeno. Y'de empleo facil y cémodo, porque deben
ser preparados con los que él usuario esté familia
zado, que no requieran_precauciones complejas o
poco habituales para asegurar su empleo seguro, por-
‘que deben tener un margen terapéutico amplio y por
4que el usuario no debe tener problemas de compren-
sién del prospecto, en particular en relacién con las
situaciones en las que debe consultar al médica. Es-
tas directrices parecen claras, pero no lo son tanto si
se aplican a algunos ejernplos écido acetilsalicitico,
paracetamol, etc.). No obstante, también es cierto
{que la experiencia —en nuestro pals y en otros— no
arece indicar que se deriven grandes males de la au-
tomedicacién més 0 menos masiva
‘No parece pues que la automedicacién constituya un
motivo de problemas sanitarios importantes en nues-
to pais. Sin embargo, se dispone te nocos datos so-
bre su eficacia —en ios términos definidos anterior-
mente— y su seguridad
Aparte de las responsabilidades de los fabricantes, la
administracién sanitaria, el farmacéutico y el usuario,
el médico tiene una triple responsabilidad en relacion
con la automedicacién. En primer lugar, debe saber
realizar una anamnesis sistemética y cuidadosa de los
medicamentos que toma el paciente; pata ello no bas-
ta con una pregunta del tipo jtoma medicamentos al-
guna vez?, 0 bien ;qué medicamentos ha tomado en
los titimos 15 dias? Diversos estudios demuestran
que esta pregunta abierta debe completarse con pre-
guntas sobre los sintomas que conducen con frecuen-
Cia a la automedicacién, como dolor de cabeza, dolor
de espalda, otros dolores, constipacién, empleo de
{fétmacos con vigorizantes, voluntad de hacer crecer a
los nifios, problemas dermatoldgicos o dispepsia'®. En
segundo lugar, debe saber identiticar las patologias
de origen yatrogénico, que pueden simular préctica-
mente todas las enfermedades". ¥, finalmente, debe
educar al paciente: muchos companeros afirman que
a ciertos pacientes, con bajo nivel cultural, no hace
falta explicarles nada porque no lo entienden, 0 por-
que no tienen «culturay (Sanitaria o general), cuando
son precisamente ésts los que necesitan mds las ex
plicaciones y la educacién sobre los autocuidados de
salud, En conclusién, se debe limitar o erradicar la
automedicacion?, o bien gse debe promover un au-
415TMEDICINA CLINICA VOL, 99, NOM. 17.1992
tomedicacién més racional, con potenciacién de la
cultura sanitaria entre la poblacién? Parece mas bien
{que la segunda de estas opciones es la més deseable,
pero no por ello resulta facil
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