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PROYECTO EMOCIONARIO MUSICAL

Influencia de la música en las emociones

La relación entre música y emociones es indiscutible. La música resulta de una percepción agradable de los sonidos
y además produce un estado placentero.

La música desde tiempos antiguos ha venido mostrando su gran capacidad para incidir en la vida de una
persona, afectando de una manera agradable o desagradable en sus emociones, interviniendo en la mente, cuerpo
y espíritu. La psicología cumple un papel muy importante en este proceso, puesto que al conocerse los mecanismos
de acción de la música sobre la respuesta emotiva de un individuo, puede utilizarse como una herramienta positiva
para el beneficio de las personas, empleando la música como objeto de intervención que permita la estimulación de
procesos cognitivos, la mejora de estados emocionales, el tratamiento de problemas psíquicos, la intervención sobre
la autoestima, entre otros, con el fin de mejorar la calidad de vida de las personas y grupos.

El oído es nuestro sentido más emocionalmente poderoso, quien nos proporciona la mayor fuente de emociones.
Según el neurocientífico Patrik Nils, es el sentido que nos conecta con mayor eficacia a estados cerebrales elevados.
El feto, a partir del quinto mes de gestación, reacciona a los estímulos musicales, a la vez que es muy sensible a los
sentimientos que la música provoca en la madre.

Mediante la voz y el canto podemos transmitir sensaciones de paz y tranquilidad, de alegría y felicidad, pero también
de rabia y odio. Su impacto perdura e influye en nosotros, más de lo que nos creemos, por la carga emocional que
transmiten.

Cuando escuchamos música que nos gusta, se activan determinadas sustancias químicas en nuestro organismo que
actúan sobre el sistema nervioso central. Se estimula la producción de neurotransmisores (dopamina, oxitocina,
endorfinas…) obteniéndose un estado que favorece la alegría y el optimismo en general. También se generan ondas
cerebrales alfa que están asociadas a estados de relajación corporal y psíquica.

Para Radford, C. (1991) la explicación del por qué la música puede evocar emociones diferentes se puede abordar
desde dos enfoques distintos: cognitivo y emotivo. Desde el punto de vista cognitivo, las emociones producidas por
la música dependen directamente de las experiencias previas de las personas así como de las asociaciones que
realiza de la estimulación emocional con las situaciones en las que se le presenta. Para el enfoque emotivo, las
emociones producidas por la música se deben específicamente a las características propias de la música. Para este
autor existe un tercer enfoque al que denomina “moodist”, que establece que la música tiene cualidades que
produce una tendencia en las personas a que experimenten una emoción en particular, aunque debe considerarse el
estado de ánimo de las mismas así como algunos factores externos como son el ambiente y las asociaciones previas
que se hayan realizado.

La música ha sido muchas veces definida como el lenguaje de las emociones, por su estrecha relación con las
mismas.

La música tiene la capacidad de ayudarnos a cambiar nuestro estado de ánimo, si lo deseamos. Paralelamente, la
forma en que nos sentimos puede determinar la música que elegimos escuchar en cada momento, de modo que ésta
suele ser coherente con nuestro estado de ánimo y nos permite expresarnos emocionalmente. También se ha
comprobado que tiene efectos sobre la ansiedad ya que la música estimulante incrementa la activación fisiológica y
psicológica, aumentando las respuestas de preocupación y emocionalidad, mientras que la sedante disminuye dichas
respuestas.

La música, al igual que sucede con los olores, favorece poderosamente el recuerdo de experiencias y situaciones
pasadas, y estos recuerdos afectan positiva o negativamente al estado de ánimo. Actualmente existen diversas
formas de inducir estados de ánimo, entre la que se encuentra indudablemente la estimulación musical. Inducir un
estado de ánimo concreto no es excesivamente complicado, ya que el recuerdo que evoca una melodía provoca la
asociación con otros recuerdos de la misma valencia emocional (positiva o negativa) y modifica la forma en la que
nos sentíamos antes de escuchar el tema musical. De esta forma estamos afectando al estado de ánimo general, por
lo que la música puede ser considerada un potente inductor para modificar el estado de ánimo.

Por último, cabe destacar que la música es un medio de empatía por excelencia. De hecho, en muchos aspectos,
nada la supera. Cuando cantamos juntos la misma canción, vivimos dentro de la misma melodía, compartimos el
centro tonal, articulamos la misma letra, avanzamos con el mismo ritmo momento a momento, sonido a sonido, a
través de una continúa percepción del otro, y de un continuo esfuerzo por mantenernos unidos y de ser uno con la
experiencia. Mientras tanto, estamos recibiendo la misma retroalimentación al escucharnos a nosotros mismos;
escuchamos los mismos sonidos y palabras mientras los cantamos; sentimos el mismo flujo y reflujo al dar forma a
cada verso. Cuando la canción es triste, compartimos la tristeza, la vivimos juntos; cuando la canción es alegre, la
celebramos juntos, compartimos la ocasión para alegrarnos. Nuestras acciones se sincronizan en el tiempo, nuestros
cuerpos resuenan ante las mismas vibraciones, nuestra atención es atraída por el mismo centro, nuestras emociones
se reflejan de uno al otro y, en la música que estamos haciendo, nuestros pensamientos son uno.
Estructuración de las sesiones del Proyecto Emocionario Musical

 Previamente al inicio del proyecto, se seleccionará un espacio de la sala que será una exposición/mural de
las ilustraciones de emociones que se vayan trabajando, así como del título de la pieza musical relacionada.
De esta manera, las emociones forman parte del día a día en el aula, las tenemos siempre presentes, y las
vamos recordando y asimilando mejor durante todo el curso. Además, todas las emociones guardan relación
con otra (por afinidad, por ser opuestas…) y tenerlas todas a la vista nos ayudarán a establecer todas esas
relaciones.

 Cada lunes se colgará en el mural la ilustración de la emoción que se va a trabajar esa semana. No se dirá
nada, no se darán más pistas. Esto genera expectación y curiosidad en los niños, que esperan la sesión con
ilusión. Además, se les incita a que vayan intuyendo de qué emoción se trata a partir de los elementos
gráficos. La idea es que, hasta el día que se realice la sesión, vayan observando la ilustración, dando rienda
suelta a su imaginación, desarrollando su creatividad o, incluso, barajando hipótesis con otros compañeros
de clase.

 Cuando llegue el momento de la sesión, se pondrá especial cuidado en el ambiente y disposición del aula.
En la medida de lo posible, profesor y alumnos se colocarán en círculo, para poderse ver todos las caras y
facilitar las interacciones. Se buscará una iluminación tenue, preferiblemente natural y, también en la medida
de lo posible, se seleccionará un espacio lo más silencioso posible, para facilitar la relajación y la
concentración. Se cuidarán al máximo los detalles para que el ambiente en el que vamos a trabajar sea
agradable en todos los sentidos.

 Lo primero que se hará al inicio de la sesión es escuchar la pieza seleccionada. En silencio, con los ojos
cerrados, sintiendo lo que la música quiere transmitir, escuchando en nuestro interior las emociones que la
música despierta en nosotros.

 Después de la audición, se dejará un minuto de silencio para poner las ideas en orden, para pensar en cómo
nos hemos sentido, para relacionar lo que música e ilustración tienen en común, para intentar deducir cuál
es la emoción que se va a trabajar durante la sesión.

 A continuación, se pedirá a los alumnos que vuelvan a observar la ilustración y que cuenten en voz alta la
situación que han imaginado que se esconde tras ella. Esto generará un primer debate en el que los alumnos,
ayudados unos de otros, irán elaborando una historia a partir de la ilustración, y que nos ayudará a asociar
una o varias emociones. Aquí tenéis una propuesta con ideas para ayudar a los alumnos a explorar las
imágenes. ¡Muy recomendable!

 Una vez que tengamos una hipótesis sobre la historia que envuelve a la ilustración, pasaremos a un segundo
debate sobre qué emociones ha despertado en nosotros la audición de la pieza musical, sobre cómo nos
hemos sentido. A continuación, buscaremos la relación entre las sensaciones despertadas por la música y la
historia que hemos imaginado a partir de la ilustración, hasta que todo vaya cogiendo sentido y avance en la
misma dirección.

 Llegados a este punto, los alumnos ya estarán preparados para poner nombre a la emoción. Se pondrán en
común todas las propuestas y se comprobará que muchos alumnos apuntan a la misma emoción o a
emociones muy afines. En cualquier caso, como he explicado antes, cualquier emoción propuesta será válida,
ya que en función de la historia personal de cada uno, la ilustración o la música nos evocará una emoción u
otra. Una vez escuchadas todas las propuestas, el profesor desvelará qué emoción ha vinculado el libro a esa
ilustración o yo misma a esa música. Para poder centrarse durante el resto de la sesión en una sola emoción,
para ahondar y profundizar en ella, para seguir un guión que nos asegure que a lo largo del proyecto
seguimos un itinerario amplio (que, una vez más, puede ser otro).

 Una vez que nos centramos en una emoción, se hablará a los alumnos sobre ella. En este momento, los
alumnos ya tienen bastante clara la emoción trabajada. Han conectado con ella a través de la música, han
elaborado una historia en la que la protagonista es la emoción y han absorbido la información sobre la
emoción que ha proporcionado el profesor y, si es el caso, los propios alumnos. Por tanto, ahora que la
identifican, es el momento de hacer memoria y buscar en sus recuerdos algunas experiencias en las que
hayan sentido esa emoción. Así pues, se realizará una puesta en común en la que los alumnos irán contando
situaciones vividas relacionadas con la emoción. No se forzará a ningún niño a participar, aunque se animará
a hacerlo. Por otro lado, también se dirá a los niños que si no quieren contar experiencias propias, pueden
exponer situaciones de otros, reales o imaginarias, en las que se dé la emoción. El objetivo es poner en
común el máximo de situaciones posibles relacionadas con la emoción, ya que eso enriquecerá mucho el
entendimiento de la emoción y, además, favorecerá la empatía, al ponerse continuamente en el lugar de los
otros.

 Con posterioridad, el profesor elaborará un resumen de todo lo trabajado en la sesión: la ilustración, la pieza
musical escuchada, la historia elaborada, la información sobre la emoción y las experiencias aportadas por
los alumnos. Este resumen de la sesión se colocará junto a la exposición/mural y estará a disposición de los
alumnos para cuando lo quieran consultar. De esta forma, a medida que avancen en la propuesta
didáctica, cada grupo de trabajo irá elaborando su propio “emocionario”.
Criterios para la selección de las piezas musicales

La selección de las piezas musicales para cada emoción tiene un carácter muy subjetivo. Además, muchas piezas
podrían ser útiles para diferentes emociones (hay emociones que guardan mucha relación entre ellas o que, por
ejemplo, comparten como base una emoción básica como la tristeza). Yo hago una propuesta, pero cada profesor es
libre de seleccionar aquellas que sean de su preferencia, así como los alumnos participar con sus propuestas.

La música es capaz de provocar emociones relacionadas, en parte, con diversos parámetros de su estructura
musical. Después, influirá la propia experiencia, los recuerdos asimilados y el entorno cultural en el que hemos
crecido y vivido, pero podemos ver, a nivel general, algunos efectos que pueden producir el ritmo, la melodía, la
armonía, el tono, la tonalidad, el volumen e incluso el silencio, todos ellos integrantes de la estructura musical:

 Ritmo: la acción inmediata del ritmo es una estimulación física, que afecta directamente a nuestra dimensión
física-corporal. Los ritmos lentos inducen a la quietud, al reposo, y los rápidos incitan al movimiento. Con el
ritmo se actúa por “simpatía” sobre los propios ritmos, como el respiratorio y/o cardíaco, por ejemplo. En
general, la música alegre suele tener un ritmo rápido y la música triste más lento. Un ritmo irregular sugiere
alegría, nos estimula, mientras que un ritmo regular, monótono, puede producir una sensación de tristeza.

 Melodía: cuando escuchamos una melodía, es fácil que nos evoque determinados recuerdos, pues afecta
directamente a nuestra dimensión emocional. Un violín, una flauta dulce o el sonido de un piano, influyen en
nuestra afectividad. Una música con una melodía agradable es de gran ayuda para mejorar la comunicación y
permitir la expresión de sentimientos. Una marcada variación melódica se relaciona con la alegría y, por el
contrario, si la variación melódica es mínima, se vincula con una sensación de tristeza.

 Armonía: si deseamos concentrarnos en el estudio o buscamos un tiempo de interiorización, de meditación,


seguramente buscaremos una música suave y armoniosa que nos aportará esa sensación de equilibrio y
serenidad. Si la música que escuchamos es disonante se produce una sensación de irritabilidad que puede
generarnos ansiedad. En general, la armonía incide directamente en nuestra dimensión cognitiva-mental y,
también, en la espiritual. La música alegre contiene un gran número de sonidos armónicos en contraposición
con la música triste que presenta mayor carencia de ellos.

 Tono: los sonidos graves producen un efecto calmante, tranquilizador, e influyen preferentemente en las
zonas corporales huecas, como los pulmones, corazón y abdomen. Es un efecto más bien mecánico, de
resonancia física. Por otra parte, las frecuencias graves o bajas tienden a relacionarse con sentimientos de
tristeza. Los sonidos agudos son estimulantes, actuando preferentemente sobre el sistema nervioso y las
contracturas musculares. Ayudan a desperezarnos y mejorar un estado de cansancio o agotamiento. Las
frecuencias agudas tienen una relación con una percepción de alegría.

 Tonalidad: las tonalidades mayores infunden estados eufóricos, alegres, y las tonalidades menores,
melancolía o tristeza. Sin embargo, no es un hecho universal ya que interviene el entorno cultural en el que
hemos crecido del cual tomamos determinados patrones que condicionan nuestras percepciones.

 Volumen: es el que más nos afecta, pues según cuál sea su nivel, puede enmascarar, anular y hasta invertir
los anteriores efectos. En general, un volumen o intensidad elevada, sin sobrepasar ciertos límites, provoca
sensaciones de alegría. Un volumen bajo da lugar a estados o espacios de mayor intimidad y serenidad. No
obstante, una canción que nos resulte agradable puede volverse insoportable a un volumen excesivo.
Las notas agudas a bajo volumen son agradables, antidepresivas, nos predisponen al trabajo y nos
proporcionan felicidad.

1. Las notas agudas con volumen elevado nos alertan y sitúan en estado de atención extrema. Son sonidos
irritantes y sobrecogedores. Si le añadimos un ritmo acelerado, nos invitará claramente al movimiento y a
relacionarnos o sentirnos cohesionados con la gente que nos rodea. Es eficaz ante la apatía y determinados
complejos, aunque puede aumentar la agresividad.

2. Las notas graves a bajo volumen son sonidos que nos inducen a movimientos lentos o a estados de
serenidad, sosiego o reflexión, muy útiles para la relajación.

3. Las notas graves con volumen elevado tienen un efecto totalmente contrario al anterior. Producen
sensaciones de miedo, terror o de peligro.

 Silencio: el sonido es tan poderoso que incluso su ausencia es capaz de provocarnos determinadas
respuestas emotivas y/o cognitivas. Hay un aumento de la atención, puede crearse una expectativa de temor,
de sorpresa, de desconcierto, pero no hay duda alguna que la ausencia de sonido también nos afecta.

EMOCIONES Y PIEZAS MUSICALES SELECCIONADAS


TERNURA

Pieza musical: Träumerei. Escenas de niños op. 15 nº 7 (Robert Schumann)

AMOR

Pieza musical: Liebestraum nº3 en La b Mayor, Sueño de amor (Franz Liszt)

ODIO

Pieza musical: Danza de los caballeros (Sergei Prokofiev)


IRA

Pieza musical: Fantasía y fuga sobre el nombre de Bach (Franz Liszt)

IRRITACIÓN

Pieza musical: El vuelo del moscardón (Nicolai Rimsky-Korsakov)

TENSIÓN

Pieza musical: Música de tensión tipo Hollywoood (Ricardo Carrasco)


ALIVIO

Pieza musical: La mañana, Peer Gynt op. 23 (Edvard Grieg)

SERENIDAD

Pieza musical: Le Nouvel Arc-En-Ciel (Michel Pépé)

FELICIDAD

Pieza musical: Make it shine (Sophonic media)


ALEGRÍA

Pieza musical: Payday (Jason Farnham)

TRISTEZA

Pieza musical: 2º movimiento del concierto para piano nº 5 (Ludwing van Beethoven)

COMPASIÓN

Pieza musical: Harmonías poéticas y religiosas nº3, Bendición de Dios en la soledad (Franz Liszt)
REMORDIMIENTO

Pieza musical: Sinfonía nº3 op. 36 “de las lamentaciones” (Henryk Górecki)

CULPA

Pieza musical: Estudio op. 33 nº 9 (Sergei Rachmaninov)

VERGÜENZA

Pieza musical: Preludio op. 28 nº 10 (Frederic Chopin)


INSEGURIDAD

Pieza musical: Preludio op. 28 nº 2 (Frederic Chopin)

TIMIDEZ

Pieza musical: Gnossiene nº1 (Erik Satie)

CONFUSIÓN

Pieza musical: Vingt Regards-II.Regard de l’étoile (Olivier Messiaen)


MIEDO

Pieza musical: Scary horror music

ASOMBRO

Pieza musical: Preludio op.28 nº3 (Frederic Chopin)

ASCO

Pieza musical: Preludio op.28 nº18 (Frederic Chopin)


HOSTILIDAD

Pieza musical: La consagración de la primavera (Igor Stravinsky)

ACEPTACIÓN

Pieza musical: Suite nº 3 en Re Mayor, 2n movimiento “Air on a G string” (Johann Sebastian Bach)

INCOMPRENSIÓN

Pieza musical: Años de peregrinaje - II. Italia - 2. El pensador (Franz Liszt)


DESAMPARO

Pieza musical: Adagio en sol m (Tomaso Albinoni)

SOLEDAD

Pieza musical: Sonata para piano nº 14 “Claro de Luna”, 1r movimiento (Ludwing van Beethoven)

NOSTALGIA

Pieza musical: Sincerely Abbey (Semaj the Poet)


MELANCOLÍA

Pieza musical: Secret Garden (Mehmet Cemal Yesilcay)

ABURRIMIENTO

Pieza musical: Vingt Regards - I. Regard du Pére (Olivier Messiaen)

ILUSIÓN

Pieza musical: Sentimental (Kenny G)


ENTUSIASMO

Pieza musical: Locally Sourced (Jason Farnham)

EUFORIA

Pieza musical: 3r movimiento del concierto para piano nº5 (Ludwing van Beethoven)

DESALIENTO

Pieza musical: B.S.O. La lista de Schindler (John Williams)


DECEPCIÓN

Pieza musical: Preludio op. 28 nº 20 (Frederic Chopin)

FRUSTRACIÓN

Pieza musical: A los cipreses de la villa del Este II. Años de Peregrinaje (Franz Liszt)

ADMIRACIÓN

Pieza musical: Rapsodia sobre un tema de Paganini, variación 18 (Sergei Rachmaninov)


CELOS Y ENVIDIA

Pieza musical: 4 Estaciones - Verano - Presto (Antonio Vivaldi)

DESEO

Pieza musical: Suggestion diabolique op. 4 nº 4 (Sergei Prokofiev)

SATISFACCIÓN

Pieza musical: Preludio op. 28 nº 19 (Frederic Chopin)


ORGULLO

Pieza musical: Fragmento de la Marcha nº1 Pompa y circunstancia (Edward Elgar)

PLACER

Pieza musical: Estudio op. 25 nº 1 (Frederic Chopin)

GRATITUD

Pieza musical: Meditación de Thais (Jules Massenet)

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