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LA SALUD PÚBLICA: UN SABER COMPLEJO Y TRANSDISCIPLINARIO

ENSAYO

JUAN DAVID ARANGO URREA

JENNIFER MARCELA LÓPEZ RÍOS

SALUD PÚBLICA I

Docente: Gabriel Jaime Otálvaro

UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA

FACULTAD NACIONAL DE SALUD PÚBLICA “HECTOR ABAD GÓMEZ”

MEDELLÍN

2015
“La diversidad epistémica del mundo es potencialmente infinita,
pues todos los conocimientos son contextuales. No hay
conocimientos puros, ni conocimientos completos;
hay constelaciones de conocimientos”

Boaventura de Sousa

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LA SALUD PÚBLICA: UN SABER COMPLEJO Y TRANSDISCIPLINARIO

El mundo actual se encuentra profundamente fragmentado; se debate muchas


veces en un sin sentido de la existencia humana y su relación con el macrocosmos;
el conocimiento recopilado y el avance de las ciencias no han podido dar respuestas
y soluciones a las grandes inquietudes y problemas que nos atraviesan en este
momento histórico. Nos encontramos en una especie de desierto interior que va
avanzando a pasos agigantados como reflejo de un planeta que no dejamos de
destruir, en efecto, el futuro del ser humano y de su pequeña casa “la Tierra” se
esfuma en una niebla espesa que hemos denominado tiempo.

Antes estas “no respuestas” aparecen pequeñas luces en el camino, que si bien no
son las respuestas definitivas parecen más esperanzadoras e intentan guiarnos
hacia un conocimiento que englobe diversas realidades; es decir, un conocimiento
diverso, complejo y universal. Al respecto, Edgar Morin en una entrevista sobre la
el pensamiento complejo expresó: “Lo que podemos hacer es indicar el camino, Sin
haber conocido evidentemente el propósito… Caminante no hay camino, al andar
se hace camino… Pienso que en América Latina el mundo de los intelectuales… de
los universitarios… es muy sensible a los problemas dramáticos del pueblo. Pienso
que están en un estado de búsqueda. ¿Por qué? Porque hay un interés en las ideas
de la complejidad que yo defiendo. Ellos han comprendido que lo que han buscado
en el marxismo… en la teología de la liberación…en el liberalismo económico –
Neoliberalismo - no era la solución. Buscan algo que sea menos unilateral. Sienten
que la solución son cosas que deben reunir aspectos diferentes” (1). Es muy
probable entonces, y de acuerdo a las palabras de Morin que sea el Saber
Transdisciplinar en el que el ser humano pueda encontrar muchas respuestas al
nuevo oscurantismo de la modernidad.

Precisamente, hija de la modernidad es la razón instrumental, la cual nos ha legado


un saber cerrado, dogmático, incomunicado, que no es capaz de dialogar y abrirse
a nuevas realidades, Touraine refiere al respecto: “Las actuales sociedades

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industriales avanzadas están muy lejos de la liberación primera y se sienten
prisioneras de sus productos; corren el riesgo de verse atraídas por el sueño de una
sociedad cerrada, comunitaria, protegida contra el cambio”(2) Un cambio en el que
definitivamente tiene que haber comunicación de saberes para no llegar a ese
estancamiento del que habla Morin y que ha sido expresado por otros autores como
“la era de la especialización incomunicada y de las disciplinas de compartimentos
estancos” (3). Es así como cada día las diferentes disciplinas buscan delimitar sus
conocimientos, sus saberes, redefinir sus métodos, hermetizar sus enfoques y
clausurar sus resultados; como si el conocimiento no pudiese abrir las puertas a
nuevos conocimientos. Ese es tal vez el mayor engaño de la modernidad “divide y
vencerás”. Un mundo de disciplinas fragmentadas que ponen por encima de
cualquier cosa el conocimiento propio y toman por “no verdadero” y “ no importante”
los saberes de los otros, incluyendo aquellos saberes milenarios, derivados de
sociedades sin escritura.

En este contexto, las diferentes disciplinas, especialmente aquellas que se tildan de


“científicas” han condenado al olvido otras realidades y saberes que pueden ayudar
a complejizar la realidad, a tener una perspectiva más universal de un hecho o
interrogante; que en definitiva pueden brindar mayores luces sobre un problema que
una sola disciplina per se no puede dilucidar. Cuando la “razón” está por encima de
cualquier realidad se cumple el viejo dicho popular “En reino de ciegos, el tuerto es
rey”. Nadie más ciego que la razón empobrecida que quiere limitar, instrumentalizar
el conocimiento y mirar el mundo desde una sola perspectiva.

La Transdisciplinariedad surge entonces como una propuesta esperanzadora que


como savia enriquecida y fresca es capaz de apostar por un nuevo conocimiento;
pero este conocimiento, lógicamente, no está contenido en una sola parte, esa sería
también una mirada reduccionista. Es necesario franquear las barreras que hay
entre las diferentes disciplinas; es así como surge entonces esos vínculos
“disciplinariedad, pluridisciplinariedad, interdisciplinariedad y por supuesto la
transdisciplinariedad” que Basarab Nicolescu va denominar “flechas de un único y

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mismo arco: El conocimiento” (4). Por lo tanto en este saber diverso, no debe haber
lazos de privilegio porque todas están apuntando hacia un mismo objetivo. Para
Nicolescu, en ese arco, la transdisciplinariedad “sin ser una nueva disciplina o
hiperdisciplina, se nutre de la investigación disciplinaria que a su vez, se explica de
una manera nueva y fecunda por medio del conocimiento transdisciplinar. En este
sentido, los investigadores disciplinarios y transdisciplinarios no son antagónicos
sino complementarios”. (4)

En este orden de ideas, Morin apuesta por ese vínculo, el refiere: “Mi esfuerzo se
dirige a vincular lo empírico y lo teórico, lo concreto y lo abstracto, la parte y el todo,
el fenómeno y el contexto. Sí me consagré a las ideas, pero no a las generales, sino
a las genéricas; las ideas nucleares, las que están en el núcleo del pensamiento o
creencia, las que son capaces de desorganizar y organizar estos sistemas, las que
permiten generar un pensamiento” (5). La idea entonces, no es homogenizar las
disciplinas, no es limitar sus propios constructos, es lograr una reciprocidad y abogar
por unas cosmovisión de mayor totalidad como lo defienden los teóricos de la
complejidad desde la física cuántica; Mauro Ceruti lo expresa muy bien: “El
problema ya no es el hacer homogéneos y “coherentes” diferentes puntos de vista;
el problema es comprender cómo puntos de vista diferentes se producen
recíprocamente” (6).

Si bien, hemos querido contextualizar el pensamiento complejo, especialmente


desde la visión transdisciplinar, estas ideas preliminares no son el centro de este
ensayo, pero se hacía necesario para comprender mejor la Salud Pública como una
transdisciplina, idea que definitivamente se sustentará a partir de este momento y
que esperamos continuar comprendiendo cada vez mejor, porque en el
pensamiento complejo cualquier saber es infinito y desbordante.

Partimos del hecho que la mayoría de los autores han trabajado la Salud Pública
como un saber histórico que se ha circunscrito a las eras más tempranas de las que
tengamos conocimiento y a los pueblos más primigenios de nuestra historia y
aunque si bien, el concepto “Salud Pública” es muy cercano a nosotros,

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probablemente del siglo XX, es un hecho irrebatible que ha estado permeada por
diferentes saberes y campos del conocimiento tanto científico, como popular, lo que
ha traído consecuentemente diferentes enfoques, teorías y objetos de estudio. Esta
realidad, sin embargo, no ha sido el impedimento para que algunos teóricos y
escuelas de pensamiento quieran enfrascar y delimitar la Salud Pública como una
disciplina científica; algo que el profesor Edwin González le hace una fuerte crítica:
“Conviene enfatizar que la consideración de la salud pública como una disciplina
científica con lleva serias implicaciones: “La convierte en una lenguaje técnico de
iniciados, la distancia del saber popular, la configura como un espacio más de poder
y hace de sus conocimientos […] un bien que puede devenir en mercancía”.(7)

Esta idea de la Salud Pública como disciplina científica ha sido inclusive propuesta
como un fundamento para ser trabajada desde esta concepción en los programas
de formación, especialmente de tipo doctoral: “se argumenta que los programas de
doctorado en Salud Pública que se desarrollen en las universidades del país
deberán fundamentarse en la consideración de la salud pública como una disciplina
científica” (8). Inclusive en este mismo texto se llega a argumentar: “Solamente una
disciplina científica puede aportar los elementos necesarios para asir sistemática y
creativamente realidades tan complejas” (8). Caben aquí las pregunta ¿Cómo es
posible comprender una realidad compleja como lo es la Salud Pública, desde una
sola mirada?, ¿Solamente una mirada disciplinar es capaza de responder a la
realidad? ¿No será más innovador y creativo la respuesta desde diferentes miradas,
es decir de lo que hay dentro y más allá de las disciplinas? González citando a
Dogan manifiesta: “La disciplinariedad implica procesos cada vez de mayor
especialización y, por lo tanto de mayor fragmentación de los objetos del
conocimiento” (9).

Es importante que la Salud Pública encuentre sus fundamentos y se apoye en ellos,


pero es vital que no se deje impregnar por la razón indolente de la que habla
Edmundo Granda “No es admisible para la razón indolente que alguna de las partes
tenga vida propia más allá de la relación que le confiere la relación dicotómica; así

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no es posible pensar la naturaleza al margen de la cultura, o el sur al margen del
norte. Esta situación impide apropiarse de los múltiples saberes y experiencias que
acaecen en la vida cotidiana” (10). Vivimos así en el mundo de la polaridad, en un
universo académico que cada día se centra más en la rigurosidad de sus métodos,
en delimitar su estructura y en encasillar a sus pensadores, es lo que Granda
denomina la “monocultura del saber y del rigor del saber” (10).

La Salud Pública es un saber que no puede, ni debe dejar encasillar su


conocimiento, esto es un compromiso verdaderamente ético para el ser Salubrista.
Es decir, aquel saber propio que sin olvidar su “rigor científico” es capaz de construir
un saber más universal a partir de otras concepciones y de resignificar las suyas
valiéndose de lo que hay más allá. Es así como el verdadero salubrista, no solo oye,
sino que también escucha e interioriza otros saberes, tiene la convicción íntima de
que el verdadero científico no mutila el conocimiento, no acalla las voces de otros
saberes, que incluso pueden ser milenarios respecto a su propio saber. En este
sentido Granda denomina a la Salud Pública clásica como una “Enfermología
Pública” (10) la cual produce silencios o ausencias de otros saberes: “La
constitución de la Enfermología pública produce, entonces, ausencias, o no
existencias: se silencia la voz de la naturaleza, la voz de las culturas no científicas,
la voz de las culturas “atrasadas”; la voz de las culturas particulares” (10).

Reconocer entonces que la Salud Pública es un campo transdisciplinar, es


reconocer también que debe estar en un diálogo constante y abierto al mundo; es
allí donde la Salud Pública se hace verdadera vida, mediando como dice Granda
con “la ciencia, la economía y la política con miras a impulsar la salud poblacional”
(10), una salud que no puede ser concebida “únicamente por el descuento de la
enfermedad” (10). No se concibe por ejemplo un verdadero salubrista que no sea
capaz de pensar, debatir y reflexionar sobre las políticas de su ciudad, de su país,
de su mundo; cuando muchos contextos de inequidad y de injusticia social nacen
precisamente en estas políticas.

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A este dialogo abierto al mundo es el que de Sousa llama “Ecología de los saberes”
(11) y al que Álvaro Franco abre una pequeña puerta cuando refiere: “Tampoco
conviene al intento científico, pero por sobre todo pragmático, desconocer el influjo
que sobre el campo de la salud puedan tener ciencias de la frontera, como la física
cuántica, la bilogía molecular, las sociales críticas, las ciencias del conocimiento y
sociocognitivas, entre otras” (12). Sin embargo, esta puerta sigue siendo demasiado
pequeña, sería mejor abrir una ventana que nunca se cierre y que este abierta todas
las posibilidades del saber. Es claro que un diálogo nunca empobrece, es como ese
prisma misterioso en el que se apoya la teoría de la complejidad, donde es posible
tener diferentes visiones maravillosas de una misma realidad.

Esta última tesis se hace todavía más pertinente, cuando profundizamos en ese
para qué de la Salud Pública, que no es precisamente el intentar poner un objeto y
un campo de estudio determinado, es - tal vez - y todo lo contrario no poner un
límite a la construcción del conocimiento, reconocer como protagonista de la Salud
Pública, no el objeto, sino a los sujetos y a estos en una dimensión macrocósmica
construyendo su propia historia y su propia salud. Se adquiere así un gran
compromiso, el de no dejar a un lado el quehacer científico, pero ahora
reconociendo en la transdisciplinariedad un tesoro insoslayable de un vasto
conocimiento.

Este aspecto, es también la doble hermenéutica que expone Granda en su texto y


que por supuesto trae de otros autores, es decir leer los problemas y
acontecimientos desde la mirada social y luego desde la mirada de las ciencias. Al
respecto refiere “Una primera hermenéutica a través de la inmersión directa del
cientista social con la población y en su mundo de la vida, con lo cual se defiende
el carácter siempre calificado que detenta todo miembro poblacional para forjar sus
propias verdades, eticidades, veracidades, prácticas y estrategias de organización
de su poder. Pero, además, las ciencias sociales defienden la necesidad de una
segunda hermenéutica, con miras a enriquecer aquella vida social con el aporte de
las posibilidades explicativas de la ciencia” (10)

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La doble hermenéutica en Salud Pública propone de esta forma trascender en su
método clásico y poner la mirada en nuevos horizontes, para construir esa nueva
Salud Pública, que está siendo expuesta por autores latinoamericanos y que quiere
refrescarnos en medio de esta crisis civilizatoria, Sin embargo para construir,
muchas veces hay que deconstruir, como diría Almeida Filho: “Aumentar la
consciencia de la oportunidad de lo nuevo, por la deconstrucción de lo viejo; es
decir, traer la inquietud para los que cumplen lo normal, ponerlos a todos en
situación incómoda, ante sus propios procesos de pensamiento… Es necesario salir
para ver las salidas Y ¿por dónde escapar? Por la transdisciplinariedad”. (13)

Es necesario finalmente repensar en el hecho de que la Salud Pública es cambiante


y como saber cambiante toma diferentes matices y perspectivas a lo largo de la
historia, esto también hace parte inherente a la transdisciplinariedad. En efecto,
Granda refiere que el mundo en el que nos movemos los salubristas “es un mundo
que esta dado y que se está dando. Está dado como estructuras en las que es
posible encontrar recursos físicos, ecológicos, biológicos, financieros, tecnológicos
etc. Está, además, dándose (ocurriendo) como la autopoiesis vital individual y social,
y como producto del accionar de la gente con sus verdades, eticidades,
veracidades, prácticas y estrategias de organización de su poder” (10)

El verdadero reto para el salubrista de nuestro momento histórico es que este sea
capaz de poner un poco luz en ese mundo que se nos está dando en medio de
realidades complejas y a veces difuminadas por fuerzas de poder y de injusticia
social. Su pensamiento debe ser claro y sereno: Un mundo que se conciba desde
una sola mirada, será un mundo reduccionista, condenado a la enfermedad en
cualquiera de sus acepciones; por el contrario, un mundo que tenga una visión
compleja y diversa, será un mundo donde tal vez, las problemáticas puedan
encontrar una solución transformante y esperanzadora, donde la teoría se vuelva
praxis.

Tal vez las palabras de Nicolescu sean la invitación certera a que todos los
salubristas se dejen motivar por esa Salud Pública Transdisciplinar, que lejos de

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reduccionismos y limitaciones puedan poner luz en las realidades difíciles de
nuestros pueblos: “Paradójicamente, todo está dado para nuestra autodestrucción,
pero también está dado para una mutación positiva comparable con los grandes
virajes de la historia. El desafío de la autodestrucción tiene su contrapartida de
esperanza y de autonacimiento. El desafío planetario de la muerte tiene su
contrapartida en una conciencia visionaria, transpersonal y planetaria, que se
alimenta del crecimiento fabuloso del saber. No sabemos de qué lado se va a
inclinar la balanza. Por esta razón, es necesario actuar con premura, ahora. Porque
mañana puede ser demasiado tarde” (4).

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REFERENCIACIÓN BIBLIOGRÁFICA

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[Consultado 2015 Abril 05]. Disponible en: https://www.youtube.com/watch?
v=NdNyJ6wi5WE

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modernidad. Argentina: 1994. Fondo de Cultura Económica. p.17-38.

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Abril 05]. Disponible en: http://www.rieoei.org/jano/2872Guarisma.pdf

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Abril 01]. Disponible en: http://www.udea.edu.co/portal/page/portal/bibliotecaSedes
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Diseno/Archivos/General/Transdisciplinariedad.pdf

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complejo y la transdisciplinariedad: Fenómenos emergentes de una nueva
racionalidad. En: Revista Facultad de Ciencias Económicas: Investigación y
Reflexión 2012, XX (1) [Internet]. [Consultado 2015 Abril 03]. Disponible en:
http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=90924279016

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Peter K. El ojo del observador. Contribuciones al constructivismo. Gedisa.1994
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11
8. Franco, Á. Cardona, Á. La salud pública como disciplina científica: fundamento
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9. Dogan M. Las nuevas ciencias sociales: grietas en las murallas de las disciplinas.
[Sitio en Internet] disponible en: http://firewall.unesco.org/issj/rics153/doganspa.
html2. Citado por: González, ER. La salud pública como campo transdisciplinar En:
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10. Granda, Edmundo. El saber en salud pública en un ámbito de pérdida de


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Quito, Ecuador: Ministerio de Salud, 2009. Vol. 1. p. 187-222

11. Santos, Boaventura de Sousa. “Hacia una sociología de las ausencias y una
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salud y la vida. Quito, Ecuador: Ministerio de Salud, 2009. Vol. 1. p. 187-222

12. Franco, Á. La salud pública: ciencia en construcción. Rev. Fac. Nac. Salud
Pública, 2000, vol. 17 (2): 41-55.

13. Almeida Filho, N. Silva Paim, J. La crisis de la salud pública y el movimiento de


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