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R E V I S TA

AÑO IV | NÚMERO 4 | OCTUBRE 2017 ISSN 0719-5168

ACCIÓN POLÍTICA
DESDE ABAJO
Expresiones de lucha de grupos
subalternos en América Latina
(ss. XX y XXI)
REVISTA
HISTORIA en MOVIMIENTO
Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de
grupos subalternos en América Latina (ss. XX y XXI)

AÑO IV | NÚMERO 4
PUBLICACIÓN ANUAL | OCTUBRE 2017
Concepción - CHILE

Inscripción Nº
ISSN 0719-5168

DIRECTOR-EDITOR
Cristian Suazo Albornoz

CONSEJO EDITORIAL
Eduardo Fierro Pezo
Yerko Aravena Constanzo
Gonzalo Soto Godoy
José Carvajal Arenas
Ramiro Rodríguez Lincoñir

COMITÉ CONSULTOR
Igor Goicovic Donoso
Pedro Canales Tapia
Sebastián Leiva Flores
Mario Valdés Vera
Pablo Alejandro Pozzi
Tito Tricot Novoa

CONTACTO
historiaenmovimientoconcepcion@gmail.com

DISEÑO Y DIAGRAMACIÓN
Leticia Zapata Galdames
leticiazapatag@gmail.com

IMPRESIÓN
Dimacofi
Noviembre, 2017
Santiago, Chile
INDICE

7 | PRESENTACIÓN

ARTÍCULOS
15 | El movimiento obrero frente a la educación Chile, 1898-1922
Antonio Correa
30 | Por unas condiciones dignas de trabajo, ¡Estalla la huelga en Acerías Paz
del Río! 1979, Boyacá, Colombia
Carlos Plazas Díaz
46 | Dos sacerdotes franceses en Población La Victoria: André Jarlan y Pierre
Dubois y la No-Violencia activa durante la dictadura militar (1983-1986)
Eduardo Garín Abarzúa
57 | El Centro de Estudios Sociales La Brecha y el internacionalismo ácrata en
el Norte Grande (Chile, 1922-1924)
Eduardo Godoy Sepúlveda | Ivanna Margarucci
70 | “Ser de izquierda”: Socialización política en la construcción de identidades
de izquierda de mujeres militantes del Gran Concepción en la década del 60’
Gina Inostroza Retamal
94 | Historias sobre un rosa amanecer. El movimiento homosexual y la transición
democrática en Chile, 1990-2000
J. Carlos Garrido
109 | El Movimiento Cocalero Boliviano: ¿Un Movimiento en el Poder? Reflexiones
en torno a la categoría de Movimientos Sociales
Lautaro Losino Demarchi
126 | “Salimos el primero de enero para hacernos escuchar”. El movimiento
zapatista en primera persona
Natalia Villalba Reichert
136 | Exterminio o Transformación ¡Matar o Morir! La antropología y el lugar del
indio en la nación mexicana posrevolucionaria
Rafael Antonio Rodrigues
149 | La contra-violencia política mapuche ante la violencia estatal chilena
Tito Tricot
ENSAYOS
166 | La miserable hoja seca arrebatada por el vendaval. Desilusión y resignación
en Los de Abajo, novela de la revolución mexicana, de Mariano Azuela.
José Vega Ortega
180 | Deuda histórica y falsificación. Una respuesta al trabajo de Leonardo León y
su interpretación liberal de la historia mapuche
Ramiro Rodríguez Lincoñir

ENTREVISTA
194 | “Las luchas del pueblo mapuche, sobre todo en los años ochenta, marcan un
hito funfamental”. Reflexiones y proposiciones del historiador Mario Garcés
Pedro Canales Tapia

COMENTARIOS DE LIBROS
210 | La escuela en nuestras manos (2014), Leonora Reyes Jedlicki
Cristian Olivares Gatica
216 | La constituyente revolucionaria. Historia de la fundación del MIR chileno
(2015), Marco Alvarez Vergara
Jaime Navarrete Vergara
PRESENTACiÓN
U na de las características fundamentales
de parte importante de la historiografía
nacional de mediados del siglo XX en
adelante, fue la clara vinculación de la labor del
historiador con las luchas y problemas sociales
más prolífico e importante ha sido Gabriel
Salazar, quien desde las páginas de la revista
Nueva Historia y junto a otros importantes
historiadores, inaugura una tradición que instala
una nueva interpretación de la historia social y
del pueblo chileno. Esta tradición de estudios política de Chile, y de paso da pie a una profunda
históricos –principalmente de cuño marxista en renovación de los postulados del marxismo
sus variados marcos de interpretación– estuvo expresados en la historiografía de lo social.
integrada por los trabajos de historiadores como Desde estas tradiciones se han desarrollado y
Julio César Jobet, Hernán Ramírez Necochea, promovido intensos y muy fecundos debates
Luis Vítale Cometa y Fernando Ortiz Letelier, acerca del rol de la historia en la sociedad y, más
los que se caracterizaron por manifestar un profundamente, acerca del rol que le compete
férreo compromiso con los afanes de cambio y al historiador en la producción de conocimiento
transformación social, tan propios de la segunda histórico y la función social de éste.
mitad del siglo XX chileno.
En este marco y fundamentalmente desde
Este compromiso se manifestó en la labor y obra grupos de estudiantes de historia y pedagogía
historiográfica y ensayística de los historiadores en historia de distintas universidades, en el Chile
antes mencionados, abarcando un gran número de mediados de los años noventa del pasado
de temáticas hasta esos momentos inexploradas siglo –un país inmerso en la postdictadura,
o no investigadas por la historiografía liberal, caracterizada por el sometimiento de la clase
conservadora o hispanista, muy importantes en política transicional al poder militar-empresarial–
la primera mitad del siglo XX. En este sentido surge la pregunta por la función de la historia y
la generación de historiadores de la llamada el rol de esta disciplina del conocimiento en la
historiografía marxista chilena, coexistió con sociedad. Sobre todo y a mayor abundamiento,
otras corrientes historiográficas e intelectuales en un país en que las grandes tensiones se
en relaciones de continuidad y ruptura, todas las manifestaban de manera velada y acalladas por
cuales dieron un importante valor al panorama los pactos de la recién inaugurada “transición
historiográfico chileno del siglo XX1. a la democracia” y muchas preguntas de
carácter social y político quedaban en el aire
o sin respuesta alguna, más que la funcional
No obstante, digamos que la escuela a los consensos imperantes. Estas preguntas
marxista clásica de la historiografía nacional y profundos cuestionamientos se hacían más
fue continuada, tras el oprobioso Golpe de urgentes sobre todo para quienes estudiaban/
Estado de 1973, por los trabajos de un grupo estudiábamos historia, ante la evidencia que
de historiadores en el exilio de los cuales el esas tensiones propias de la Transición estaban
desalojadas de las clases de la disciplina y
1 Existe una abundante obra articular y ensayística sobre la de la preparación de los futuros pedagogos
historiografía chilena contemporánea. Recomendamos el
reciente trabajo de Julio Pinto Vallejos La historiografía chil-
encargados de su enseñanza en las escuelas y
ena del siglo XX. Cien años de propuestas y combates. Texto liceos del país. Se sospechaba y desconfiaba de
originalmente editado en México el año 2006 y reeditado en los discursos de una academia historiográfica
Chile por LOM.

8 Historia en Movimiento Año IV · Número 4 · 2017


amnésica y silenciada por los pactos trabajo Historia Sociopolítica del Concepción
transicionales y las huellas, aun muy vivas, del Contemporáneo. Memoria, Identidad, Territorio.
miedo sembrado por la Dictadura. Ambos trabajos de jóvenes historiadores
con formación historiográfica y pedagógica,
simbolizaron un esfuerzo por vincular la
El escenario descrito es asumido e interpretado producción e investigación histórica con las
de esta manera muy crítica, fundamentalmente, preguntas comunes del ciudadano y sus
por varios colectivos histórico-sociales, quienes afanes por construir sociedades más justas,
al alero de talleres y de círculos de investigación democráticas y libertarias, tomando como base
en universidades y liceos se proponen escribir, la matriz científica del ejercicio historiográfico y
promover e investigar la historia de Chile del trabajo docente.
con el propósito de retomar la tradición de
estudios e investigaciones que pongan en
relieve las grandes tensiones y problemáticas En esta síntesis, de suyo parcial e incompleta, y
que afectaban en ese momento a la sociedad en una relación de continuidad con lo descrito,
chilena. Lo anterior se reflejó, desde mediados de se inscribe la Revista Historia en Movimiento,
los noventa, en revistas, actividades de difusión la cual presentamos hoy a la comunidad
y sitios web, que asumen la responsabilidad de académica y política de Concepción y el país.
difundir trabajos e investigaciones vinculadas a Historia en Movimiento, que ya cuenta con su
la historia social y política de Chile desde claves 4º número en circulación, es fruto del esfuerzo e
ciudadanas, regionales y transformadoras. Lo iniciativa de un grupo de jóvenes profesores –en
anterior se vio impulsado por la coyuntura que su minuto estudiantes de Pedagogía en Historia
significó la captura del Pinochet en Londres el y Geografía de la Universidad de Concepción–
año 1998 que abre las puertas de un inédito los cuales tuvieron la enorme lucidez intelectual
debate historiográfico nacional2. La producción y política de fundar este órgano de difusión y
de estos talleres y colectivos de jóvenes proyección de conocimiento historiográfico en
historiadores se ve reflejada por ejemplo en el clave ciudadana y popular, que, a través de sus
caso del Colectivo Oficios Varios de Santiago, temáticas y trabajos, busca develar la innegable
quienes logran publicar el año 2004 el texto conexión entre la escritura investigativa de la
Arriba quemando el sol. Estudios de Historia historia y la política en su sentido genuino de
Social Chilena: Experiencias populares de transformación.
trabajo, revuelta y autonomía (1830-1940).
O el Taller de Ciencias Sociales Luis Vitale de
Concepción3, quienes el año 2006 publican el La Revista que hoy presentamos, enhorabuena,
se contrapone a una historia encerrada
en las cárceles de la cientificidad apolítica
2 Este hecho histórico generó la reacción de historiadores
y aséptica e incluso de un progresismo
de derecha, en particular Gonzalo Vial, quien esgrime una
suerte de justificación histórica de la irrupción de los militares políticamente correcto, que, haciendo gala de
golpistas de 1973. Lo anterior moviliza a una serie de historia- un sesgo epistémico positivista, confunde la
dores coordinados por Gabriel Salazar y Armando de Ramón, descripción y la crónica historiográfica de temas
quienes dan forma al Manifiesto de Historiadores (LOM ,
controversiales, con la producción de categorías
1999) como respuesta a la interpretación que justificaba el
Golpe de Estado y la instalación dictatorial. de análisis que expliquen en profundidad
3 El Taller de Ciencias Sociales Luis Vítale de Concepción histórica los procesos que intenta desentrañar.
estuvo conformado por noveles profesores de Historia En este sentido un tema muy importante
egresados de la Universidad de Concepción. Este colectivo
debatir es la producción historiográfica actual
de difusión historiográfica inicia su trabajo a fines de los
años noventa con talleres de debate de la historia reciente –cuestión que obviamente no desarrollaremos
de Chile, en primera instancia en el Liceo Enrique Molina de en profundidad en esta presentación– en
la ciudad capital del Bio Bio, liceo público emblemático del el sentido de constatar cómo parte de la
territorio penquista. El Taller Luis Vitale se plantea –en una
historiografía política desde territorios regionales
ciudad en donde la producción historiografía académica lucía
una incontrarrestable hegemonía conservadora y tradicio- específicos, tiende a confundir la descripción
nal– difundir, promover y rescatar una historiográfica en clave de eventos pasados traumáticos para el pueblo
sociopolítica regional y ciudadana.

Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 9
chileno, con vanas sistematizaciones de relatos de historia Eduardo Marco Garín Abarzúa:
autobiográficos o historias de vida que no Dos sacerdotes franceses en Población La
superan lo anecdótico o coloquial. Victoria: André Jarlan y Pierre Dubois y la No-
Violencia activa durante la dictadura militar
(1983-1986), el autor nos llevan al periodo
Desde estas coordenadas levemente descritas donde las contradicciones socioeconómicas y
cobra mucha relevancia la revista que hoy políticas del régimen militar en Chile detonaron
presentamos y los trabajos que la componen. violentas protestas de los pobladores buscando
Historia en Movimiento, como artefacto poner fin a la dictadura militar. Por otro lado
intelectual que sistematiza el trabajo de jóvenes encontramos la perspectiva de género en el
historiadores, representa una toma de posición trabajo de la profesora Gina Inostroza, titulado
político-historiográfica, configurando lo que “Ser de Izquierda”: socialización política en la
el historiador catalán Josep Fontana define, construcción de identidades de izquierda de
aludiendo a la historia, como un ejercicio de mujeres militantes del Gran Concepción en
“análisis del pasado y proyecto social”4. Esto sin la década del 60’. En el mismo campo de la
duda otorga un valor central a este esfuerzo de historia reciente podremos leer el texto Historias
publicación, ya que reivindica las líneas centrales sobre un rosa amanecer. El movimiento
de la labor historiográfica contemporánea, homosexual y la transición democrática en
en su matriz societal, política y cultural, Chile, 1990-2000 del licenciado en historia Juan
constituyéndose en historia viva al servicio de Carlos Garrido.
la formación política y ciudadana de las futuras
generaciones. En este marco la Revista debiera
constituirse en un referente para la enseñanza y Encontraremos también en estas páginas un
difusión de la historia reciente de Chile y, como interesante texto de reflexión teórica titulado: El
veremos, de aspectos importantes de la historia Movimiento Cocalero Boliviano: ¿Un Movimiento
de América Latina. en el Poder? Reflexiones en torno a la categoría
de Movimientos Sociales, de Lautaro Losino
Demarchi, estudiante avanzado en la Carrera
A modo de ejemplo diremos que este número de Profesorado y Licenciatura en Historia de la
de la Revista reúne una colección de artículos Universidad Nacional del Comahue, Argentina.
que van desde la historia política y social de Lo mismo, en perspectiva latinoamericana, el
los siglos XIX y XX, tal es el caso del trabajo El texto titulado Por unas condiciones dignas de
Centro de Estudios Sociales La Brecha y el trabajo, ¡estalla la huelga en Acerías Paz del
internacionalismo ácrata en el Norte Grande Río! 1979, Boyacá, Colombia, del licenciado
(Chile, 1922-1924), escrito por los profesores de en ciencias sociales Carlos Andrés Plazas Díaz
historia Eduardo Godoy Sepúlveda e Ivanna de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de
Margarucci. En estos mismos marcos temporales Colombia.
se instala el estudio El movimiento obrero frente
a la educación: Chile, 1898-1922 del historiador
de la Universidad de Chile Antonio Correa. El En el área de la historia indígena encontramos
escrito de Correa nos muestra la constante los trabajos titulados “Salimos el primero de
tensión entre las nacientes políticas estatales enero para hacernos escuchar”. El movimiento
de educación y las ideas educativas expresadas zapatista en primera persona, de la profesora
por el movimiento obrero de cuño anarquista y de historia argentina Natalia Villalba Reichert;
socialista en los principios del siglo XX. Exterminio o Transformación ¡Matar o Morir! La
antropología y el lugar del indio en la nación
mexicana posrevolucionaria de Rafael Antonio
En los marcos de la denominada Historia Rodrigues quien es profesor de historia y lenguas
Reciente el trabajo presentado por el profesor extranjeras de la Universidad de Brasilia. Para el
caso chileno y en la temática de las relaciones
4 Fontana, Josep, Historia. Análisis del pasado y proyecto estado y mundo indígena mapuche se presenta
social, Editorial Crítica, Barcelona, 1982.

10 Historia en Movimiento Año IV · Número 4 · 2017


el trabajo del Doctor en Sociología Tito Tricot Para concluir esta presentación invitamos a
titulado La contra-violencia política mapuche toda la comunidad académica, estudiantil y
ante la violencia estatal chilena. al profesorado de historia, a leer y disfrutar
con vivo interés cada uno de los artículos de
la Revista. Solo así este trabajo de creación
Por otro lado en el acápite de ensayos de este editorial cumplirá su objetivo de constituirse
número, podremos leer el texto La miserable en un aporte a la comprensión del pasado
hoja seca arrebatada por el vendaval. para, de este modo, desentrañar en clave
Desilusión y resignación en Los de Abajo, novela histórica las grandes tensiones y problemáticas
de la revolución mexicana, de Mariano Azuela, que afectan a los ciudadanos del país. En los
del estudiante de lengua y literatura hispánica textos que presentamos para su lectura están
de la Universidad de Chile José Manuel Vega efectivamente los sujetos de “carne y hueso”
Ortega, seguido del texto del sociólogo mapuche de nuestra historia: el pueblo mapuche, los
Ramiro Rodríguez Lincoñir Deuda histórica colectivos LGBT, las mujeres feministas y sus
y falsificación: Una respuesta al trabajo de luchas políticas, las víctimas del exterminio
Leonardo León y su interpretación liberal de la político de Pinochet, el movimiento obrero y
historia mapuche. anarquista de principios de siglo XX, entre otros.

Este número ha incorporado una muy Finalmente, junto con felicitar y saludar esta
interesante entrevista al destacado historiador iniciativa editorial, manifiesto con mucho énfasis
y educador Mario Garcés Duran, realizada por los desafíos para quienes se aventuraron y
el profesor Pedro Canales, que representa materializaron este proyecto, principalmente el
un importante aporte a la revista dado la darle continuidad y difusión tanto para el público
experiencia y aporte del historiador a los especializado como para la enseñanza de la
procesos de educación popular y las luchas disciplina, ante lo cual es necesario presentar y
sociales desde loa años 80, teniendo especial generar alianzas estratégicas con profesores y
relevancia en los procesos de educación popular docentes del sistema escolar, contribuyendo de
desarrollados en muchos lugares del país. En ese modo a democratizar y ampliar el acceso
esta entrevista Mario Garcés se refiere, entre al conocimiento de nuevos temas y sujetos
otras materias, a su acercamiento a la historia históricos, dando vida real a los usos de una
mapuche y reconoce la deuda que tiene la historia y unas ciencias sociales de nuevo cuño,
historiografía y el mundo social chileno con este que, desde la militancia de lo social, sea un apoyo
pueblo y sus luchas históricas. a las transformaciones que el país reclama.

Para concluir este recuento detallado de


los trabajos que presentamos, Historia en
Mario Andrés Valdés Vera
Movimiento nos muestra dos reseñas de
Doctor en Educación
libros de máximo interés para comprender
Universidad de Concepción
los procesos históricos que orientan la lucha
social contemporánea. Se trata de la reseña del
Concepción, Chile, Mayo 2017
libro de Leonora Reyes Jedlicki La escuela en
nuestras manos. Las experiencias educativas
de la Asociación General de Profesores y
la Federación Obrera de Chile (1921-1932),
reseña escrita por el educador popular Cristian
David Olivares Gatica y, finalmente, la reseña
del texto de Marco Álvarez La constituyente
revolucionaria. Historia de la fundación del MIR
chileno, escrita por el licenciado en historia Jaime
Navarrete Vergara.

Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 11
ARTÍCULOS
“van
No son las generaciones de hoy las que
a libertar y redimir al proletariado
esclavo de veinte siglos; son las nuevas
generaciones y a esas hay que educarlas con profunda
convicción en la bondad de la ciencia y de las ideas de
libertad, de justicia, de fraternidad, de arte y poesía.
Abramos para nuestros hijos los horizontes de la poesía, de
la luz, de las artes, de la moral, del amor.
Eduquemos los niños.

Luis Emilio Recabarren
EL MOVIMIENTO OBRERO
FRENTE A LA EDUCACIÓN
CHILE, 1898-1922
Antonio Correa1

A l despuntar el siglo XX un acuciante nuevo panorama definiría la evolución del


movimiento obrero chileno por las siguientes décadas. El éxodo desde el campo
a la ciudad y centros mineros se tradujo en una presión aplastante para las clases
trabajadoras, las que debieron soportar problemas económicos, sanitarios, de salud, morales
y todos los demás rigores y carencias que se ocultaban tras el concepto de “cuestión social”,
frente a los cuales la clase dirigente se mostró ineficaz.2 A lo anterior se unieron otros factores de
orden político e ideológico. El Partido Democrático, que había conducido durante los últimos
años del siglo XIX la participación política de los elementos populares (obreros y artesanos), fue
siendo asimilado por el establishment político.3 El ingreso del Partido Democrático a la Alianza
Liberal fue la coyuntura que precipitó a muchos miembros que hasta entonces comulgaban
con aquel partido a adoptar una posición ideológica más radicalizada, observándose un giro
en el discurso político de las nuevas agrupaciones de izquierda al comenzar a delinearse los
principios del anarquismo y el socialismo en Chile.
La clase obrera organizada pasó de un papel casi insignificante en la escena política de fines
del siglo XIX a desempeñar el rol de un actor relevante que comenzó a demandar poder
político y económico.4 No obstante lo anterior, el movimiento obrero que surgió en Chile
durante las primeras décadas del siglo XX no debe ser abordado como un fenómeno aislado
producido por las malas condiciones de vida de los trabajadores y las nuevas ideas radicales
que comenzaban a llegar lentamente a Chile. Al menos en su concepción sobre la educación,
las distintas corrientes ideológicas que crearon y movilizaron el nacimiento del sindicalismo

1 Historiador (Universidad de Chile). Especialista en Historia de Chile y Política Indígena. correagomez@gmail.com


2 Vial, Gonzalo, Historia de Chile (1891-1973), Editorial Zig-Zag¸ Santiago, 1982, volumen I, tomo II, p. 496.
3 Ibídem, p. 576.
4 De Shazo, Peter, Trabajadores urbanos y sindicatos en Chile: 1902-1927, Dibam, Centro de investigaciones Diego Barros
Arana, Santiago, 2007, p. 18.

16 Historia en Movimiento Año IV · Número 4 · 2017


en Chile, heredaron de las organizaciones mutualistas del siglo XIX muchos conceptos
fundamentales de la educación y los medios para ilustrar a los trabajadores organizados.
Por otro lado, la multiplicidad de proyectos políticos antihegemónicos y sus programas
levantados no deben hacer pensar al lector incauto que esta era un movimiento de trabajadores
compartimentalizado en donde cada ideología movía su propia bandera. Lo cierto es que al
menos durante las primeras décadas del nuevo siglo XX predominó una suerte de ambigüedad
entre los distintos grupos autodenominados antisistémicos, pero la verdad es que la vida
política de los nuevos dirigentes de izquierda fue muchas veces promiscua. Era una época de
construcciones y definiciones políticas y no es extraño que después de defender vehemente
los postulados de su nuevo partido, militantes insignes pasaran a otro frente para convertirse
en fundadores de colectividades políticas con vida hasta el día de hoy. 5
Lo que hemos querido ilustrar con este pequeño esbozo de la escena política en el cambio
de siglo es que no siempre debemos dejarnos encandilar con las grandes transformaciones
para entender al movimiento obrero de las primeras décadas del siglo XX. A veces conviene
no perder de vista las continuidades con la larga tradición del trabajo organizado en Chile. Las
ideas sobre la educación durante las primeras décadas de vida del movimiento obrero chileno,
es uno de los fenómenos que podrían entenderse mejor desde una perspectiva histórica de
mediana o larga duración.
Las sociedades mutuales, primeras formas de organización obrera surgidas hacia mediados
del siglo XIX, fueron una respuesta original de los grupos populares ante las condiciones
de vida que les imponía el sistema6, en una época en que el Estado aún no comenzaba
a desempeñar funciones reguladoras de la fuerza laboral.7 En estas nuevas instancias
asociativas se desplegaban estrategias de supervivencia, progreso moral y material que nacían
y se realizaban por medio de la cooperación de sus miembros, marcando los orígenes de la
autogestión en las tareas destinadas al progreso del sector, lo que podría considerarse como
un fenómeno de mediana o larga duración dentro de la evolución del movimiento obrero
desde sus antecedentes en las primeras agrupaciones mutualistas hasta al menos la dictadura
de Carlos Ibáñez (1927-1931).
Inscrita en este contexto, la educación popular fue asumida desde un comienzo por las
propias organizaciones de trabajadores, aunque no de manera exclusiva ya que la autogestión
educacional del mundo obrero convivió con otros proyectos de instrucción popular
patrocinados por miembros de los más variados sectores políticos. Junto a las iniciativas
mutualistas y mancomunales existieron en forma paralela otras instituciones que, aunque
no estaban organizadas por obreros, dedicaron sus esfuerzos a la educación y la formación
política de los trabajadores, evidenciando que el proyecto de regeneración popular no era
exclusivo del mundo obrero y cuya ilustración pareciera haber sido una tarea recogida por
instituciones que representaban a distintas agrupaciones políticas y sociales, como las
sociedades de escuelas nocturnas para obreros, la constante labor educacional de la Iglesia y

5 Grez Toso, Sergio, Los anarquistas y el movimiento obrero. La alborada de “la idea” en Chile, 1893-1915, LOM Ediciones,
Santiago, 2007, p. 14.
6 Núñez, Iván, Educación popular y movimiento obrero: un estudio histórico, PIIE, Santiago, abril 1982, pp. 15-16.
7 Varas, Augusto, “Ideal socialista y teoría marxista en Chile: Recabarren y el Komintern”, en Varas, Augusto, Alfredo Riquelme,
Marcelo Casals (editores), Partido Comunista en Chile. Una historia presente, Catalonia, Santiago, 2010, p. 53.

Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 17
el trabajo de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (FECH) por fomentar la
educación popular, entre otras iniciativas.
Como hemos propuesto en otros trabajos8 el movimiento obrero conservó la esencia de la
“regeneración del pueblo”, proclamada por las primeras asociaciones de artesanos al promediar
el siglo XIX, la autogestión en sus principios rectores: educación, moral y bienestar. Entendido
como una política primordial de las organizaciones obreras por implementar programas de
educación para sus miembros gestionados por los mismos trabajadores.
Aunque resulta evidente que hacia el cambio de siglo el discurso del movimiento obrero
experimenta una marcada evolución hacia la demanda política junto con un giro progresivo
cada vez más orientado a la búsqueda de un proyecto social alternativo basado en la
conciencia explícita de clase, la triada “educación-moral-bienestar” pareciera seguir siendo
el eje reivindicativo por excelencia, a pesar de encontrarse inserto en un discurso que aspira a
transformaciones sociales y políticas profundas.
El presente artículo pretende esbozar la posición del movimiento obrero frente a la educación
identificando su diagnóstico, su crítica y su proposición. El análisis se centra en las posturas
anarquistas y socialistas –destacando en esta última el pensamiento de su líder Luis Emilio
Recabarren– por ser las principales vertientes ideológicas y organizativas en que se expresó el
mundo obrero organizado durante las primeras décadas del nuevo siglo.
En los años del cambio de siglo la necesidad de una educación verdaderamente popular nacida
y sostenida al interior del movimiento obrero fue tomando mayor relevancia en los discursos
de sus principales corrientes, conforme se configuraba un proyecto político y social propio, cuya
identidad descansaba en buena medida en su antagonismo frente a los sectores dominantes y,
en el caso que nos ocupa, en el rechazo a sus proyectos educacionales. Si algo había aprendido
el movimiento popular a principios del siglo XX, como herencia de más de cincuenta años de
asociatividad obrera, era la autoeducación, es decir, lo opuesto al estatismo educacional.9
Lo que resulta interesante es que para el movimiento obrero además de la instrucción
propiamente formal (la escolaridad) la educación también debía perseguir otros objetivos
que respondían a aspiraciones propias de la clase obrera y a los nuevos fines políticos que
demandaba la adopción de una posición ideológica más radicalizada, como el progreso moral,
la intelectualización de los trabajadores y, no menos importante, la propaganda política. Podría
proponerse, entonces, que en la concreción de estos objetivos el movimiento obrero entendió
la tarea educativa como un proyecto amplio de ilustración obrera con fines de redención social,
que debía abordarse desde distintos frentes tales como, la escuela, la prensa, la conferencia,
la representación teatral, etc., ocupando así los espacios clásicos de sociabilidad popular que
venían fomentando las organizaciones mutualistas desde mediados del siglo XIX.

8 Ver: Serrano, Sol (Editora), Historia de la Educación en Chile (1810-2010), Cap. IX: La idea de educación en el movimiento
obrero. Santiago, Taurus, 2012.
9 Salazar, Gabriel, Del poder constituyente de asalariados e intelectuales (Chile, siglos XIX y XX), LOM Ediciones, Santiago,
2009, p. 54.

18 Historia en Movimiento Año IV · Número 4 · 2017


LA EDUCACIÓN EN EL PROYECTO ANARQUISTA
El pensamiento anarquista en Chile destaca por la temprana adopción de un discurso
abiertamente antisistémico y con proyección revolucionaria. Su postura frente a la educación
se inscribe en este contexto. Beneficiándose de una dilatada experiencia asociativa del
movimiento popular de trabajadores, la corriente ácrata pareciera continuar en forma natural
con el ideario de regeneración popular ilustrado –basado en los principios de la educación, la
moral y el bienestar–, a la vez que al irrumpir con expresiones políticas populares más radicales,
inaugura un discurso rupturista con la línea reformista, liberal y democrática que había
prevalecido hasta entonces en el mundo obrero organizado.10 El anarquismo representaría un
paso importante en la maduración del movimiento obrero y en la conquista de autonomía
política e ideológica en relación al liberalismo. Además de ser uno de los elementos más
dinámicos y exitosos de la clase obrera, fueron los pioneros en el surgimiento del movimiento
sindicalista en Chile.11
En términos culturales, la corriente libertaria se colocó a la vanguardia en los inicios del
movimiento obrero al desplegar “las primeras iniciativas destinadas a disputar los espacios
productores y difusores de la cultura controlados por las fuerzas sociales hegemónicas.”12 En
la búsqueda decidida por diferenciarse de la cultura oligárquica, su proyecto de autogestión
educativa pareciera tomar forma a poco andar y no sufrir alteraciones significativas con el
progreso del tiempo.
De acuerdo a lo propuesto más arriba, el programa anarquista de ilustración obrera cubrió
distintos frentes de acción tales como la prensa, la creación de centros de estudios sociales,
ateneos obreros y la apertura de escuelas racionalistas, como se verá más adelante.
Es probable que el modelo primario exportador de este periodo no haya requerido de una
mano de obra mayoritariamente calificada, producto de la naturaleza misma del trabajo, por
lo general caracterizado por faenas manuales en la agricultura y la minería. La demanda por
trabajadores calificados y alfabetizados era baja, lo que no incentivaba una mayor extensión de
la educación obrera la cual, como se intenta sugerir, apuntó a un sentido mucho más moral que
económico puesto que su capacidad de movilización social era algo aún demasiado incierto.
Además de asumir el manejo de las letras, en el grupo al que Peter De Shazo llama “aristócratas
obreros”, en el que se incluyen trabajadores especializados y cercanos al mundo letrado como
los tipógrafos,13 no se tiene un conocimiento exacto de la cantidad de obreros alfabetizados. A
pesar de esto, resulta evidente que su número no debe haber parecido tan insignificante a los
dirigentes del movimiento obrero ya que muchos de sus medios de propaganda e ilustración
se inscribían precisamente en el “espacio de la escritura” (lo que en modo alguno excluyó a
las medios orales de instrucción obrera como la conferencia y la representación teatral, las
que probablemente resultaban más masivas). No obstante lo anterior, el número de obreros
que participaban del ejercicio de la lectura pareciera nunca haber sido suficiente, así como
tampoco los esfuerzos por incentivar este hábito entre la clase trabajadora.

10 Grez, op. cit., p. 29.


11 De Shazo, op. cit., p. 22.
12 Grez, op. cit., p. 49.
13 De Shazo, op. cit., p. 97.

Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 19
Aunque no contamos con muchas noticias sobre el nivel de educación de los dirigentes del
movimiento obrero, puede inferirse que éste muchas veces era elevado, a pesar que no siempre
fuera producto de una instrucción formal. Prueba de ello son las conferencias, escritos y lecturas
que se preocupaban en producir y difundir entre los trabajadores, Luis Emilio Recabarren y Alejandro
Escobar, Julio Rebosio, Armando Triviño y otros emblemáticos líderes del socialismo y el anarquismo.
Para las organizaciones anarquistas la prensa constituía un faro de ilustración. Común era la
organización de bibliotecas populares sostenidas por los mismos periódicos. Así, por ejemplo, la
publicación capitalina El Productor, mantuvo una biblioteca cuya convocatoria estaba abierta a
“los compañeros y amigos que quieran leer”, para cuyo éxito solicitaba a “todos los amantes de
la verdadera instrucción del proletariado, la donación de libros”.14 El fomento de la lectura en la
clase obrera constituía otra de las cruzadas emprendida por la prensa anarquista. Con frecuencia
sus periódicos incentivaban la lectura dándole a esta actividad un carácter emancipador.
“Adquirir compañeros el hábito de leer, e imaginad que por cada página que deis vuelta en un
libro despedazáis un eslabón de esa cadena intangible pero cruel que os ata en la esclavitud de
esta época…”, clamaba La Batalla, una de las más importantes publicaciones anarquistas, en
uno de sus continuos llamados a estimular el hábito de la lectura entre la clase obrera.15
Una concepción similar de la lectura como medio de liberación la encontramos en el llamado
que hace el connotado dirigente y redactor ácrata Armando Triviño, preso en la Cárcel de San
Felipe en 1914, fomentando la lectura entre sus compañeros reos ya que ésta

es el único alimento para nuestras mentes ignorantes preñadas de prejuicios,


asilo de fantasmas, pastos de injusticias y de atropellos, donde nuestros amos
nos pisotean y nos colocan en pedestal y sobre nosotros se yerguen ebrios de
hipocresía, de lujo, sedientos de sangre y poderío.

La lectura, además, daría a los presidiarios, “víctimas del actual régimen”, el conocimiento de
sus “derechos pisoteados y –concluye el autor– sabrán comprender, que nuestra existencia no
es la vida que nos ha dado la naturaleza.”16
Los Ateneos y Centro de Estudios Sociales eran organizaciones multifuncionales que cumplían
los objetivos de formación política, educación popular y propaganda ideológica. Eran espacios
de sociabilidad, intercambio cultural, educación y adoctrinamiento político, aspectos que para
sus organizadores podían resumirse en el concepto de “intelectualización obrera”.17 Para Sergio
Grez, este tipo de instancias “significaba entrar directamente en la disputa por la hegemonía
cultural, creando una zona de contestación ideológica con capacidad de sumar voces críticas
al sistema de dominación.”18
El Ateneo Obrero respondió a la necesidad de crear un espacio para el estudio y el arte abierto
a la clase obrera, puesto que –como señala en sus memorias Alejandro Escobar, uno de sus
creadores– el ateneo de la Universidad “no daba opción sino a los intelectuales de la burguesía

14 El Productor, Santiago, diciembre de 1912.


15 La Batalla, Santiago, 1ª quincena de Julio de 1913.
16 La Batalla, Santiago, 1ª quincena de Enero de 1915.
17 La Batalla, Santiago, 1ª quincena de julio de 1913.
18 Grez, op. cit., p. 53.

20 Historia en Movimiento Año IV · Número 4 · 2017


y la clase media”.19 Inaugurado en septiembre de 1899, el Ateneo Obrero fue una suerte de
centro de ilustración popular donde se desarrollaban actividades tales como veladas de arte y
pensamiento, conferencias y representaciones teatrales hechas por los mismos obreros donde
concurría un público de ambos sexos, con una asistencia que podía llegar en un buen día a las
doscientas personas.20 En estas veladas y conferencias participaron los más destacados de la
primera generación de dirigentes anarquistas tales como Magno Espinoza, Alejandro Escobar
y Carvallo, Luis Olea, Tomás Díaz Moscoso, Esteban Cavieres y Manuel J. Montenegro, entre
otros. A pesar de la intermitencia de sus actividades y de la escasa duración (no alcanzó a
cumplir dos años antes de su desaparición definitiva), el Ateneo Obrero tiene la importancia
de ser una de las primeras experiencias del proyecto anarquista de ilustración obrera que
hizo uso de los espacios de sociabilidad popular, evidenciando lo que será una constante
en el movimiento obrero durante sus primeras décadas, la continuidad con la experiencia
asociativa desarrollada por más de medio siglo por las organizaciones de trabajadores.
Ocupando dichas estructuras de sociabilidad popular de larga duración, los Centros de
Estudios Sociales se propusieron fomentar la instrucción obrera dentro de un contexto social
y festivo. Si bien es cierto, estaban llamados a ser los centros neurálgicos de la actividad
anarquista tales como la fundación de periódicos y organización sindical, la propuesta de los
Centros de Estudios Sociales estaba dirigida a todos los trabajadores, debía ser un espacio
de instrucción, una segunda casa dedicada a la educación del obrero y a la sociabilización del
conocimiento. Alrededor de 1920 estos centros y otras asociaciones educativas y culturales
similares proliferaban, al menos en la capital.
Uno de los primeros proyectos de este tipo fue el llamado Areópago del Pensamiento Libre
en 1900. Este centro, que no llegó a ser mucho más que un proyecto, sirve de ejemplo de las
actividades que realizaban estos verdaderos espacios sociales de instrucción, que podrían
considerarse la piedra angular del proyecto anarquista de ilustración obrera, en donde la línea
que separaba la educación de la propaganda ideológica se desdibujaba al punto de borrarse
por completo. Magno Espinoza, Enrique Cuadra y José Tomás Díaz Moscoso, sus creadores, lo
definían como “un centro de reunión y propaganda, que facilite a los amigos y compañeros,
el cultivo de las ciencias económicas, políticas y sociales”. Entre sus objetivos estaba “fundar
una biblioteca sociológica, a disposición de todos los amantes de la lectura y de los obreros
en general”, la celebración regular de conferencias, así como abrir un curso de castellano y
declamación y la organización de una academia dramático-musical-literaria, clases que
debían funcionar los días de la semana en la noche y los domingos en la tarde.21
Así exponía sus objetivos el Centro de Estudios Sociales “Francisco Ferrer”, uno de los más
importantes de este período:

Las aspiraciones de los organizadores del Centro es noble y hermosa: quieren


realizar nuestro sueño dorado, fundar la Casa del Obrero, su verdadera casa donde
pueda ir el obrero después de su penosa labor, a descansar, a leer nuestra prensa en

19 Escobar Carvallo, Alejandro, “Memorias”, en Mapocho, N° 58, Dibam, Santiago, segundo semestre de 2005, pp. 351-417,
p.408.
20 El Ácrata, Santiago, 1° de marzo de 1900.
21 El Ácrata, Santiago, Julio 1° de 1900.

Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 21
el extranjero, a elevar su pensamiento con el de los viejos maestros, refundándolo
en una sola aspiración: la felicidad de los trabajadores.22

Como se mencionó más arriba, la educación en el pensamiento anarquista era vista como un
medio de liberación “por medio de la elevación moral e intelectual de la clase trabajadora”.23 En
este sentido, los organizadores veían el centro como “un punto donde instruirnos en nuestros
derechos y deberes, y capacitarnos para nuestra completa emancipación.”24 Evidenciando el
carácter festivo que tenía la instrucción en el proyecto anarquista de ilustración obrera, el
Centro de Estudios Sociales “Francisco Ferrer” realizaba todos los viernes una velada llamada
“fiesta de instrucción”, las que se sumaban a las matinées dominicales de “intelectualización
obrera”. En el decir de sus miembros, el Centro “realizaba una obra educadora en pro del
levantamiento moral e intelectual de los trabajadores por medio de la afinidad intelectual.”25
El Centro de Estudios Sociales Francisco Ferrer, nombrado en honor del pedagogo y mártir
del anarquismo español, tenía la importancia de ser uno de los más importantes espacios de
reunión de numerosos anarquistas extranjeros, rusos, ingleses y españoles.26
La importancia dada por los distintos Centros de Estudios Sociales a la organización de
conferencias y la constancia de éstas en el tiempo, pueden dar cuenta del éxito de su labor
de instrucción y adoctrinamiento. En palabras del Centro de Estudios Sociales “Eliseo Reclús”,
el plan de conferencias es concebido como “una cruzada de educación popular” en donde se
propone

la más ardua tarea, como es llevar a la conciencia obrera los conocimientos


fundamentales de los distintos problemas filosóficos, científicos y sociológicos,
que hoy conmueven en sus mismos cimientos todos los viejos valores éticos y
sociales que hasta hoy rigen la vida de los hombres.27

Las conferencias, por lo general, versaban sobre temas como economía política y social,
filosofía, historia, ciencias y artes.
El movimiento anarquista se caracterizó por su abierto rechazo tanto a la educación pública
como a la religiosa, puesto que ambas reforzaban la dominación del pueblo, exaltando la
primera la propaganda patriótica y la segunda los dogmas de la fe. Para la corriente libertaria, el
Estado, en su afán por mantener latente en el espíritu popular el concepto de autoridad, “día a
día invade con decretos y más decretos las escuelas públicas a fin de que inoculen en el corazón
de los chilenos la llama del patriotismo, simbolizado en la bandera de tres colores.”28 En tanto
que la educación emanada de instituciones religiosas, “donde se principia por obstaculizar el
cerebro infantil con dogmas de fe”29, es vista como un peligro nefasto para la humanidad, “ya
que de esas concepciones se derivan todas las plagas de guerras y hambre que ha venido

22 El Productor, Santiago, enero de 1912.


23 La Batalla, Santiago, 1ª quincena de Enero de 1913.
24 El Productor, Santiago, enero de 1912.
25 La Batalla, Santiago, 1ª quincena de Julio de 1913.
26 Vial, op. cit., volumen III, p. 195.
27 La Verba Roja, Valparaíso, 1ª quincena de noviembre de 1918.
28 La Verba Roja, Valparaíso, 2ª quincena de Noviembre de 1922.
29 La Batalla, Santiago, 1ª quincena de Diciembre de 1913.

22 Historia en Movimiento Año IV · Número 4 · 2017


contemplando el hombre.”30 Frente a este negativo diagnóstico de la educación chilena en los
años que giran en torno al centenario, el anarquismo levantó su propia alternativa de instrucción
escolar. Basándose en las enseñanzas de Francisco Ferrer, pedagogo español y mártir del
anarquismo recientemente fusilado en 1909 acusado de atentar contra la vida de Alfonso XIII,
el movimiento ácrata se decidió por la Escuela Racionalista como modelo escolar. Éste debía,
en términos generales, “desterrar de la mente lo que divide a los hombres, los falsos conceptos
de propiedad, patria y familia, para poder alcanzar el grado de libertad y el bienestar”.31
Para el pensamiento anarquista el problema de la educación pública y religiosa vigente por
aquellos años radicaba en su metodología, al poner el énfasis en el aprendizaje repetitivo
–cuya monotonía pronto hacía perder la atención del niño–, en la relación jerárquica entre
el maestro y el alumno y en el uso de la violencia y el miedo para inculcar disciplina. En
consecuencia, su propuesta se basaba en un estricto principio antiautoritario, en donde el
sentido de igualdad que debe existir en el aula incluía al profesor. En palabras de Daniel
Antuñano, anarquista argentino residente en Chile que se convirtió en uno de los gestores de
la educación racionalista en nuestro país:

es necesario que [el maestro] prescinda de esa soberanía que ejerce cuando se
presenta ante los niños. El maestro ha de ser un compañero, un amigo de juegos
que pasará el día entregado a dar distintas explicaciones, sobre distintos objetos,
manifestando sus propiedades y a la influencia que están sujetos.32

El principio sobre el que debían basarse las escuelas racionalistas era el de la voluntariedad
de sus alumnos.33
Si bien es cierto, resulta muy difícil pronunciarse sobre el éxito o fracaso que pueden haber
tenido las escuelas racionalistas gestionadas por organizaciones de carácter anarquistas, dada
la escasez de registros al respecto, resulta indudable el interés que despertó la propuesta
pedagógica de Francisco Ferrer en las distintas agrupaciones libertarias en Chile. A los
numerosos homenajes publicados en la prensa anarquista y el Centro de Estudios Sociales
bautizado en su honor, deben sumarse iniciativas como la del periódico El Productor, el cual
demostrando un compromiso con la obra de Ferrer, distribuyó su libro La Escuela Moderna,
a precio de costo.34
No obstante lo anterior, no son muchas las noticias que poseemos sobre el establecimiento
de escuelas racionalistas de inspiración anarquista para este período. A la fundada por la
agrupación Defensa y Despertar de la Mujer de Viña del Mar, dirigida por Daniel Antuñano35,
sólo podemos sumar algunas iniciativas de escasa proyección en el tiempo entre las que
destaca la Escuela Moderna de Iquique.36

30 La Verba Roja, Valparaíso, 2ª quincena de Noviembre de 1922.


31 Joll, James, Los anarquistas, Ediciones Grijalbo, S. A., Barcelona, 1968, p. 222.
32 La Batalla, Santiago, 1ª quincena de Diciembre de 1913.
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Joll, op. cit., p. 219.
34 El Productor, Santiago, octubre de 1912.
35 La Batalla, Santiago, 2ª quincena de Abril de 1915.
36 La Batalla, Santiago, 2ª quincena de Abril de 1914.

Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 23
EL SOCIALISMO FRENTE A LA EDUCACIÓN
La educación en el pensamiento socialista constituía la base que posibilitaría la eventual
transformación social al estar íntimamente ligada al progreso moral de la clase obrera.
Para el movimiento obrero en general, pero particularmente para la doctrina socialista, el
disciplinamiento moral era la condición indispensable para el desarrollo de una conciencia
obrera.37 Para su líder, Luis Emilio Recabarren, la moral, basada en la más pura razón, debía
reemplazar a la religión como rectora de la conducta de la clase trabajadora. Al respecto, diría
Recabarren:

mi religión es la moral que extirpe todo vicio, mala costumbre o hábito grosero, en
razón a la lógica, a la cultura y el amor al prójimo, pero nunca por temor o amor
a una cosa imaginaria o forjada, alimentada en la mente o en la ilusión de la fe.38

Esta dimensión moral como ideal obrero evidencia una clara continuidad con el ideario de
regeneración popular que durante más de medio siglo habían intentado reivindicar para sí
las organizaciones obreras. Como se mencionó al comienzo del presente capítulo, la triada
“educación-moral-bienestar” continuaba siendo el eje reivindicativo por excelencia en
el discurso socialista –al servicio de un proyecto de transformaciones políticas y sociales
profundas–, dentro del cual la educación constituía el punto de partida.
En marzo de 1916 el periódico santiaguino Acción Obrera, órgano del Partido Obrero Socialista,
resumía lo que venimos proponiendo en uno de los muchos llamados a la ilustración obrera
que realizaba la prensa socialista, al señalar que

la necesidad que tienen los trabajadores de ilustrarse, es indiscutible; pues de


ella depende su mejoramiento, su moralidad y su bienestar… la moralidad del
trabajador, deja mucho que desear, cuando éste permanece sumido en la
ignorancia llamando el vacío de su mentalidad los prejuicios y las supersticiones
más ridículas.39

El propio Recabarren, consideraba al socialismo como un erradicador de los males morales


que degeneraban a la clase obrera, sosteniendo que los borrachos, el juego y “los vicios de
todo género que hoy existen, desaparecerán por la acción del socialismo.”40
Si bien es cierto, esta dimensión moral se encuentra presente en el “ethos” del movimiento
obrero desde sus primeros antecedentes y durante las primeras décadas del siglo XX es un
rasgo común a otras vertientes ideológicas del movimiento, en el socialismo –particularmente
en el pensamiento de Luis Emilio Recabarren– la moral obrera se convierte en uno los
principales ejes articulantes de su discurso. Para el histórico líder, el éxito de la transformación
social que pretende el socialismo descansa sobre la base de la moral y la concientización de la

37 Moulian, Tomás e Isabel Torres, Concepción de la política e ideal moral en la prensa obrera: 1919-1922, Flacso, Santiago,
1987, p. 2.
38 Cruzat, Ximena y Eduardo Devés (recopiladores), Recabarren: Escritos de prensa (1898-1924), tomo I, Santiago, Nuestra
América, Terranova Editores, 1985, pp.176-177.
39 Acción Obrera, Santiago, 2ª quincena de marzo de 1916.
40 Cruzat y Devés, op. cit., tomo 1, p. 74.

24 Historia en Movimiento Año IV · Número 4 · 2017


clase obrera. Erradicar los vicios fomentando la educación son los fundamentos del progreso
moral al que debiera aspirar el trabajador consciente. Recabarren concebía a la educación
como un motor de transformación social, en tanto la ignorancia era considerada como uno de
los vicios que degeneran y esclavizan al pueblo.
Al igual que en el pensamiento anarquista, la instrucción y la formación ideológica son
los objetivos a los que debía apuntar la educación popular y, como en las organizaciones
libertarias, los instrumentos utilizados en la concreción de dicha tarea educadora –conferencias,
veladas educativas, representaciones teatrales y la prensa– ocuparon los espacios clásicos de
sociabilidad que venían fomentando las organizaciones de trabajadores desde mediados del
siglo XIX.
La prensa era un instrumento educador de la clase obrera. Así lo expresaba Luis Emilio
Recabarren quien veía a la prensa obrera como portadora de una misión sagrada: “contribuir a
la ilustración y difundir la cultura en las costumbres de los pueblos”.41 La importancia educadora
atribuida a la prensa en el pensamiento socialista quedó plasmada en el reglamento del
Partido Obrero Socialista. En él se estableció que el partido mantendría su propia prensa “para
realizar su misión de educar y de propagar la doctrina”.42 En éste, además, quedó acordado
que todos los afiliados al partido tendrían la obligación de ser suscriptores del periódico. Para
el Partido Obrero Socialista, el compromiso de sus miembros –y los simpatizantes en general–
con su prensa iba más allá de la mera recaudación de fondos para sostener las publicaciones.
Cada trabajador consciente debía cumplir un rol propagandístico colaborando activamente
con la difusión de la prensa socialista.
Nosotros los proletarios –sostendría La Aurora, órgano oficial del Partido– tenemos un deber
moral en ayudar la propaganda que se hace por los periódicos, considerando siempre que los
diez centavos de desembolso son diez o veinte eslabones menos en la cadena de la esclavitud
moderna de los trabajadores.43
Respecto a la importancia de la prensa obrera para el movimiento socialista, Luis Emilio
Recabarren sentenciaría: “La prensa, trabajadores, es nuestra salvación” “¡Sin la prensa no
alcanzaréis progresos, sin la prensa no valdréis nada!”44
Durante las primeras décadas del siglo XX, el socialismo calificaba como un fracaso la labor
docente emprendida por el Estado. La crítica apuntaba no sólo a la falta de cobertura,
sino también a los contenidos de una educación que ponía el énfasis en enseñar “al niño
una cantidad de anécdotas embrutecedoras tendiente a pervertir la tierna conciencia con
apriorismos extravagantes”. Al igual que en el pensamiento anarquista, el socialismo critica la
exacerbación de los valores patrióticos y religiosos en la enseñanza escolar “hasta convencer
al niño que debe dejarse matar por defender la religión y el capital ajeno”, en desmedro de
un enfoque curricular que enseñe “a los niños la gramática, geografía, caligrafía, dibujo y otras
ciencias indispensables para ganarse la vida o para la cultura popular”.45

41 Ibídem, p. 5.
42 Recabarren, Luis Emilio, El pensamiento de Luis Emilio Recabarren, t. I, Santiago, Camino de Victoria, 1971, p. 94.
43 La Aurora, Taltal, viernes 30 de julio de 1916.
44 Cruzat y Devés, op. cit., tomo 3, p. 151.
45 Ibídem, tomo 1, pp. 96-97.

Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 25
Sin embargo, más allá de esta dimensión que resaltaba la funcionalidad de la educación,
la instrucción del niño que proponía el proyecto socialista, siguiendo la línea argumental
expuesta más arriba, debía cumplir el objetivo primordial de servir a la formación moral del
infante. En este sentido, para la postura socialista, reflejada en el pensamiento de Luis Emilio
Recabarren “la buena aplicación al estudio, debe efectuarse únicamente porque ello reporta
en bien único del mismo niño, porque crecerá perfecto en lo posible, en sus costumbres e
inclinaciones y muy alejado de la vanidad o la soberbia”.46
Para Recabarren, y para el socialismo en general, confiar la educación escolar a instituciones
religiosas es enviar a los niños “a recibir la corruptora enseñanza clerical que multiplica el
número de los hipócritas y de los jesuitas, que tanto dañan la verdad”.47 Oponiéndose a todo
indicio religioso en la instrucción infantil, la propuesta educativa del socialismo apuntaba a
una verdadera enseñanza liberal que desterrara todo pensamiento clerical presente aún en
la educación pública y en muchos que se decían liberales. Al respecto Recabarren clamaba:
“Hagamos algún día liberalismo, liberalismo íntegro, cueste lo que cueste, pero desterremos
todo aquello que aparentemente debe tolerarse y que no es otra cosa que la zancadilla traidora
preparada por los clericales liberales”. Para el líder socialista, el verdadero liberalismo, el laicismo
a toda prueba, no sólo de ser el principio que rija en las escuelas sino, además, en todos los
ámbitos educativos como en la tribuna, en el teatro, en el libro, en la prensa y en la calle

porque el clericalismo, mientras nos enseña a mirar el cielo, y a buscar a Dios en lo


alto, ellos, miran abajo, la tierra, y recogen sus frutos y se aprovechan de nuestra
infantilidad, desarrollando acción permanente entre las sombras de sus obras
establecidas y ayudadas por herencia atávica.48

Los principios nacionalistas, muy presentes en la formación escolar por esos años, provocaban
un rechazo similar a la presencia de todo elemento religioso en la educación infantil. Al igual
que en el anarquismo el discurso político y social estrictamente clasista, articulado por el
pensamiento socialista y por Luis Emilio Recabarren en particular, los conducía a rechazar
en forma natural cualquier relato que enfatizara los “valores patrios”. Una de las principales
críticas del socialismo a la educación pública es precisamente que dichos valores conducen a
inculcar el militarismo y el nacionalismo en las mentes infantiles.
Desde sus primeras intervenciones en la prensa en 1898, Luis Emilio Recabarren hacía notar
que la educación general y obligatoria para el pueblo debía contarse entre sus principales
reivindicaciones por ser un medio de emancipación social, aspiración que a su juicio debe
ser compartida por todos quienes se consideran verdaderos socialistas. “Nosotros pedimos
instrucción para el pueblo, como medio de emancipación social. La instrucción general y
obligatoria en el pueblo, traería, con el transcurso de los años, una transformación social en
beneficio directo para el pueblo”, clamaba desde la prensa quien se convertiría en el futuro líder
del socialismo chileno.49 Catorce años después que Recabarren expresara la necesidad de una
educación general y obligatoria para el pueblo, el programa y reglamento del recientemente

46 Ibídem, pp. 176-177.


47 Ibídem, tomo 2, p. 222.
48 Ibídem, tomo 3, p. 89.
49 Ibídem, tomo 1, p. 1.

26 Historia en Movimiento Año IV · Número 4 · 2017


creado Partido Obrero Socialista, conducido por el propio Recabarren, reforzaba esta idea al
proponer una serie de medidas que debía perseguir el nuevo referente político destinadas a
mejorar la calidad y cobertura de la educación pública:
• La instrucción será laica, obligatoria y gratuita para todos los niños hasta los 14 años
• Aplicación preferente de los recursos del Estado a la enseñanza primaria
• Suministro de alimentos gratuitos a los niños durante el día, como asimismo, de ropas,
libros y útiles escolares
• Fomento de escuelas nocturnas y profesionales
• Creación de colonias escolares
• Exposición frecuentes de labores, productos agrícolas, industriales y de arte.50
Era frecuente la apertura de escuelas sostenidas por el Partido Obrero Socialista o de inspiración
socialista, como ocurría muchas veces con las sociedades mancomunales en el norte salitrero,
y algunas de éstas lograron cierto éxito sostenido en el tiempo. Así, por ejemplo, las secciones
del Partido de Valparaíso y Viña del Mar llevaron a cabo una intensa labor en este sentido
abriendo escuelas nocturnas para adultos y niños, en donde se impartían cursos de lectura y
escritura, ortografía práctica, matemáticas e inglés. En un principio estas iniciativas tuvieron
que luchar con el ausentismo y la reticencia de muchos obreros a educar a sus hijos y a ellos
mismos. La poca convocatoria amenazaba con cerrar estas escuelas hacia mediados de 1915.
En este tiempo eran frecuentes las campañas llevadas a cabo por la prensa socialista para
fomentar la asistencia a las escuelas obreras.

El saber escribir y leer malamente, no es saber nada. Muchos dicen yo sé leer y


escribir y no necesito aprender más, pero cuán equivocados los que esto dicen, y
que perjuicio más grande se hacen al no querer aprender más […]

advertía El Socialista –periódico porteño órgano del Partido Obrero Socialista–, evidenciando,
tal vez, que la alfabetización de la clase obrera, al menos a nivel rudimentario, podría haber
sido más frecuente de lo que suele suponerse.51 Sin embargo, resulta muy difícil aventurarse a
dar una estimación sobre el nivel de alfabetización en las clases trabajadores y mucho menos
el origen de su instrucción y sus hábitos de lectura. Dos años después el panorama parecía
mejorar para la escuela nocturna obrera de Viña del Mar, la cual contaba con una asistencia
promedio que fluctuaba entre 45 y 50 alumnos, hijos de proletarios radicados en la zona.52
Los esfuerzos realizados por el Partido Obrero Socialista por abrir y sostener escuelas obreras
buscaron paliar la falta de cobertura estatal y corregir el curriculum de enseñanza de las
escuelas públicas y religiosas. Sin embargo los medios eran escaso y el ausentismo escolar
alto, y a pesar de haber numerosas noticias en la prensa obrera sobre apertura de escuelas
no observamos lo mismo de su permanencia en el tiempo. Medios tan comprometidos con
la educación popular y las escuelas patrocinadas por el Partido Obrero Socialista, como El
socialista, reconociendo su propia falta de cobertura, realizaron frecuentemente llamados
a los padres a cumplir con su obligación de enviar a sus hijos a las escuelas del Estado,

50 Recabarren, op. cit., tomo I, p. 90.


51 El Socialista, Valparaíso, sábado 14 de agosto de 1915.
52 El Socialista, Valparaíso, jueves 31 de mayo de 1917.

Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 27
comprendiendo que la falta de escolaridad en gran medida era producto del poco compromiso
de los padres con la instrucción escolar de sus hijos.
Desgraciadamente –lamenta El Socialista–, no todos los padres de familias se dan cuenta
exacta de los deberes que les corresponden con respecto a la educación de ellos, dejándolos
entregados a la ignorancia más completa y en estado de semi salvajismo. De ahí nace la
vagancia y la mendicidad en los niños, los vicios y toda clase de males que aquejan a la
infancia y que lleva más tarde a los individuos a las cárceles o a los manicomios.53

A MODO DE CONCLUSIÓN
El comienzo de la dictadura de Carlos Ibáñez y la represión ejercida a la a los sindicatos dio
término a los proyectos educativos del movimiento obrero. Este hecho marcaría el ocaso
de una larga práctica de autoeducación popular asumido por el movimiento obrero en su
etapa formativa, la cual definió la concepción de la educación en su pensamiento desde
sus antecedentes en las primeras agrupaciones de trabajadores promediando el siglo XIX
hasta el momentáneo desbande de las organizaciones populares como consecuencia de la
política represiva de la dictadura de Ibáñez. Primero dentro del marco del ideario liberal de
regeneración popular ilustrada y más tarde, de la mano de las nuevas ideologías, persiguiendo
un fin revolucionario, durante un periodo de cerca de ochenta años las organizaciones obreras
comprendieron a la educación como el pilar fundamental de una tarea civilizatoria que debía
traer el progreso material y moral a la clase trabajadora.
La instrucción y la formación ideológica fueron los objetivos centrales a los que apuntó la
educación popular en las corrientes anarquistas y socialistas. En su momento ambas levantaron
proyectos culturales alternativos a los defendidos por las fuerzas hegemónicas, para lo cual se
valieron de un concepto amplio de ilustración en el cual la escuela, la prensa, la conferencia,
la velada cultural y la representación teatral confluían en una estrategia educativa propia del
mundo obrero en el que se ocuparon los tradicionales espacios de sociabilidad popular.

53 El Socialista, Valparaíso, sábado 16 de marzo de 1918.

28 Historia en Movimiento Año IV · Número 4 · 2017


“delNomovimiento
sé por qué extraña razón el tema
obrero es uno de los que
menos ha merecido atención teórica en
América Latina, siendo uno de los más investigados
y publicitados. Quizá esta falencia se deba al “peso de la
noche” de las ideologías, que han bloqueado el análisis
objetivo de la trayectoria de un movimiento obrero que
ha seguido un curso específico, diferenciado respecto
del europeo. La óptica eurocentrista de la izquierda
latinoamericana no sólo ha conducido a gruesos errores
tácticos al tratar de aplicar mecánicamente esquemas
importados de los países capitalistas desarrollados,
sino también a una impotencia teórica para explicar las
particularidades de nuestro conflicto social. […]
Clase, conciencia de clase y lucha de clases constituyen un
todo único e indivisible. No tomar debida cuenta de esta
totalidad, conduce a elaborar historias del movimiento
obrero desligadas de la formación social, sin estudiar
siquiera a la clase opresora, la acción de su Estado y la
vida cotidiana (familia proletaria, uso de su tiempo libre,
hábitat, etc.) traspasada por la ideología de la clase
dominante. Se han publicado historias donde se confunde
clase, movimiento obrero, sindicatos y partidos. Por
eso, muchas de esas obras no son en rigor historias del
movimiento obrero sino historias de sus organizaciones

sindicales y políticas.

Luis Vitale
POR UNAS CONDICIONES
DIGNAS DE TRABAJO,
¡ESTALLA LA HUELGA EN
ACERÍAS PAZ DEL RÍO!
1979, Boyacá, Colombia1
Carlos Andrés Plazas Díaz2

C on el asesinato del líder liberal Jorge Eliecer Gaitán en 1948, Colombia vivió una ola
desenfrenada de violencia política y social, entre liberales y conservadores. La violencia
que venía manifestándose tiempo atrás se agudizó; se expandió un frenesí de acciones
violentas y el país entró en un estado de excepción total.3 La solución póstuma fue la firma de
un acuerdo entre los partidos tradicionales, liberales y conservadores, en el cual se repartieron
el aparato estatal durante 16 años, alternando los gobiernos para cada partido cada 4 años,
éste periodo se conoció como el Frente Nacional (FN).4

1 El presente escrito forma parte del trabajo Acciones colectivas del movimiento sindical de Acerías Paz de Río, Boyacá, Co-
lombia 1979 – 1994, para obtener el título de Maestro en Historia.
2 Licenciado en Ciencias sociales de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia (UPTC) y candidato a Maestro en
Historia por el Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo ( Morelia/México)
3 Véase: Arias, Ricardo, “Los sucesos del 9 de abril de 1948 como legitimadores de la violencia oficial”, en: Historia Critica, N° 17,
1998, Universidad de Los Andes, Bogotá, Colombia, pp. 39-46.
4 El Frente Nacional fue una coalición política concretada en 1958 entre el Partido Liberal y el Partido Conservador de la Repú-
blica de Colombia. A manera de respuesta frente a la llegada de la dictadura militar en 1953, su consolidación en el poder entre
1954 y 1956, y luego de una década de grandes índices de violencia y enfrentamientos políticos radicales, los representantes de
ambos partidos, Alberto Lleras Camargo (Partido Liberal) y Laureano Gómez Castro (Partido Conservador) se reunieron para
discutir la necesidad de un pacto entre ambos partidos para restaurar la presencia en el poder del Bipartidismo. El 24 de julio
de 1956, los líderes firmaron el Pacto de Benidorm en tierras españolas, en donde se estableció como sistema de gobierno
que, durante los siguientes 16 años, el poder presidencial se alternaría cada cuatro años entre un representante liberal y uno
conservador. El acuerdo comenzó a ser aplicado en 1958, luego de la caída de la dictadura de Gustavo Rojas Pinilla, la transición
política efectuada por una Junta Militar, y con la elección de Alberto Lleras Camargo, y llegó a su fin el 7 de agosto de 1974, en el
momento en que termina el mandato del político conservador Misael Pastrana Borrero.
Tomado de: http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/ayudadetareas/poli/frentenacional.htm. Consultado el 4 de febrero de
2015.

Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 31
Mediante la repartición del poder la oligarquía logró diezmar la violencia bipartidista, sin
embargo, en el tránsito del FN se secularizó ésta y tuvieron lugar nuevas manifestaciones
violentas, en su mayoría a causa de la subordinación y exclusión de los sectores populares
y de oposición. En este orden de ideas, surgieron nuevos actores que participaron y fueron
objeto de represión. Alejo Vargas Velásquez lo plantea como una nueva ola de violencia, sujeta
a discursos revolucionarios de transformación estatal. En este sentido, brotaron movimientos
guerrilleros, como las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), el Ejército de
Liberación Nacional (ELN) y el Ejército Popular de Liberación (EPL).5 Asimismo se dieron
nuevas movilizaciones y protestas en contra de la administración arbitraria del FN. Estos
procesos llevaron a un desconocimiento del sistema y a la necesidad de repensar nuevas
dinámicas políticas por parte de las élites.
En el régimen bipartidista la brecha que separaba los diferentes grupos sociales se manifestó
más, generando nuevas animadversiones. En este contexto, los múltiples actores evidenciaron
sus problemáticas y optaron por acciones concretas para protestar en contra del sistema.
Estudiantes, campesinos, indígenas, sociedad civil y obreros se movilizaron constantemente.
La creciente enemistad entre Estado, grupos de poder, actores sociales y sociedad civil no
es algo nuevo en la historia de Colombia, sin embargo, en este periodo las contradicciones
y dicotomías se acrecentaron, desfigurando la intención de apaciguar los odios y conflictos,
empero las políticas gubernamentales no ayudaron a disminuir la brecha social.6
En el año de 1974 terminó la etapa del Frente Nacional e inició una apertura “democrática”
de los procesos electorales. Empero, prevalecía el temor de que la confrontación bipartidista
reapareciera, por lo cual se buscó un equilibrio mediante la asignación de cargos públicos para
el partido perdedor de la contienda electoral.7

ASÍ COMENZÓ TODO


Esta huelga representó el primer levantamiento de más de 7500 trabajadores, su principal
reclamo fue mejoras sociales, laborales y salariales. En medio de inconformismos, reclamos,
arengas y discursos, los trabajadores de la única siderúrgica integrada del país redactaron
su pliego de peticiones para comenzar la negociación por una convención colectiva que
brindará garantías dignas de trabajo. En noviembre de 1978, radicaron frente a las directivas
de la empresa sus reclamos, sin embargo el proceso de negociación no finalizó de manera
adecuada. Al respecto la Unión de trabajadores de Colombia8 (UTC) declaró:

Que desde el mes de noviembre de 1978, se iniciaron las negociaciones del


pliego de peticiones presentado dentro de los términos legales de parte del

5 Vargas Velásquez, Alejo, “El sistema político colombiano al inicio del gobierno de Santos”, en: Nueva Sociedad, N° 231, Ene-
feb 2011, p. 120.
6 Archila Neira, Mauricio, “El frente nacional: una historia de enemistad social”, en: Anuario Colombiano de Historia Social y de
la Cultura, N° 24, 1997, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, Colombia, p. 190.
7 Archila Neira, Mauricio, Idas y venidas. Vueltas y revueltas. Protesta social en Colombia 1958-1990. Bogotá, ICANH y CINEP,
2005. p. 109.
8 Central sindical a la que se encontraba afiliado el sindicato de Acerías Paz del Río, de línea conservadora y a la que le
correspondía mediar en los conflictos de sus afiliados.

32 Historia en Movimiento Año IV · Número 4 · 2017


Sindicato Nacional de Trabajadores de Acerías Paz del Río S. A., a la empresa ya
mencionada, habiendo primado en el largo proceso de las negociaciones de parte
de los empleadores una posición inconsecuente con las más sentidas peticiones
de los trabajadores.9

Ésta es la primera táctica institucionalizada10 que la mayoría de sindicatos ponen en práctica


para la obtención de demandas antes de agotar otros recursos que implique un mayor
desgaste. La intención es reducir las contradicciones sobre los puntos a discutir; sin embargo,
existe gran probabilidad que la mediación no llegue a buen fin, pues, los antagonismos de
intereses entre los empleadores y obreros es una constante. Las principales exigencias que
contenía el pliego de peticiones11 fueron:
• Mejoras en las condiciones de trabajo: Entrega de dotaciones de overoles al personal,
mejoramiento de herramientas e instrumentos y elementos necesarios para una seguridad
laboral debida.
• Instalación de calentadores eléctricos para los sanitarios en los distintos espacios mineros
(cláusula 48).
• Construcción de casetas para personal de vigilancia (cláusula 38).
• Ajuste salarial en un 70%.
• Avance en las pensiones de jubilación con 20 años de trabajo y a cualquier edad, para
trabajadores que laboran en altas temperaturas y condiciones ambientales anormales
(fundidores, soldadores, obreros de convertidores, operadores de calderas, etc.)
• Aumento adecuado para las sumas prestadas para vivienda.
• Auxilios educacionales.
• Que la empresa asuma los servicios de cafetería y casino.
• Auxilio para medicamentos de familiares.
• Respeto al fuero sindical.
• Respeto por la prima (bono navideño) y otros beneficios económicos.
Las exigencias respondían en cierta medida a las modificaciones decretadas a nivel nacional
en los precios de los combustibles, el transporte, los procesos inflacionarios y la pérdida de
poder adquisitivo de los trabajadores. Al respecto, las centrales y organizaciones obreras
expresaron:

El alza de las tarifas en el transporte agregadas a los reajustes en los precios de


los combustibles (estimadas por el ministerio de Minas, Alberto Vásquez Restrepo,
en un 23 %) reducen considerablemente el ya muy débil poder adquisitivo de

9 Maldonado, Jorge, 30 años después, Apoyo de la UTC, resolución N° 0149, Sogamoso, 15 de marzo de 1979, pp. 9-10. El
documento en mención es una publicación informal hecha por un trabajador que hizo parte del movimiento, allí condensa una
serie de escritos, noticias, comunicados etc., por ende se hace referencia al documento en especifico
10 Tarrow, Sidney, El poder en movimiento, los movimientos sociales, la acción colectiva y la política, España, Alianza Editorial,
1994, p. 200.
11 La reivindicaciones mencionadas fueron recopiladas de los siguientes documentos sindicales encontrados en el archivo del
sindicato:
Comunicado N° 005, Paz del Río, enero 18 de 1979.
Comunicado N° 001, Paz del Río, enero 4 de 1980.
Comunicado N° 003, Paz del Río, marzo 3 de 1980.
Resolución N° 01, Belencito, Marzo 2 de 1979.
Boletín N° 10, Paz de Río, marzo 10 de 1979.

Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 33
los salarios de los trabajadores y constituye una dura carga para las clases
marginadas, a pesar que se originan en fenómenos externos como la crisis del
petróleo que nadie desconoce. Lo anterior indica claramente la necesidad de una
elevación del salario mínimo.12

La etapa de arreglo directo duró alrededor de 70 días, desde el 13 de noviembre de 1978 hasta
finales de enero de 1979, de las 87 cláusulas a negociar a la fecha solo estaban resueltas 25. La
negociación se encontraba en un desconcierto total, los únicos avances concernían a servicios
médicos asistenciales, relaciones sindicales y peticiones de menor importancia. La intención
patronal era desviar la atención del punto más álgido e importante: el aumento salarial.13 De
los 300 puntos que contenía el pliego tan solo 60 fueron aceptados. Los aspectos difíciles
de la discusión fueron salarios, edad de jubilación y pensiones. El sindicato exigía un reajuste
del 70 % en los sueldos, la contra propuesta de la empresa comprendía un 20 % y negaba la
propuesta de jubilación ya que sería una pesada carga económica.14 Asimismo, el ofrecimiento
de Acerías para los préstamos de dineros para la construcción de vivienda no sobrepasan el
30 %, un promedio aproximado del costo del pliego de peticiones llega a un millón de pesos.”15
La comisión negociadora no estuvo sola. Las masas inconformes acompañaron las
negociaciones con una constante agitación e invitación a estar informados. Se realizaron una
serie de mítines en la portería principal de la siderúrgica; hubo una participación activa de
las seccionales y se hizo un ferviente y revolucionario llamado a toda la militancia sindical
para realizar mítines simultáneos en todos los frentes mineros y demás dependencias de la
empresa.16 En esta lógica el mitin es una de las acciones más frecuentes, más espontaneas
y que aglutinan menor número de población, pero que cumplen un papel fundamental al
motivar al movimiento, en algunos casos con mayor cohesión identitaria y un marco ideológico
previo.17 En medio de la euforia se escuchaba:

compañeros parece que ha llegado la hora para que despertemos del letargo
en que hemos vivido por tanto tiempo; hagamos un examen de conciencia y
preguntémonos qué hemos conseguido a través de tantos años de trabajo y
sacrificios; creemos que lo único que hemos logrado es la vejez y un sinnúmero de
enfermedades.18

Con un proceso de negociación nublado y la posición obstinada del complejo industrial de


acceder a las demandas, la junta directiva encargada de negociar convocó asamblea general
de trabajadores el 7 de marzo de 1979 en la cuidad de Sogamoso, para tomar la decisión de
ir a la huelga. La asamblea decisoria se inició con 109 delegados de los trabajadores, con las
notas del himno nacional y las palabras de Carlos Flechas, presidente del sindicato. El espacio

12 El Espectador, “Revisión de salarios piden centrales obreras”, Bogotá, domingo 18 de marzo de 1979, p. 1 A y 8 A.
13 Comunicado N°005, “Inconsecuente rechazo del pliego de peticiones asume la empresa”, Paz del Río, enero 18 de 1979.
14 El Tiempo, “El martes decretarían huelga en Paz del Río”, Bogotá, sábado 2 de marzo de 1979, p. 11 A.
15 El Espectador, “Decretan huelga en Paz del Río”, Bogotá, Jueves 8 de marzo de 1979, pp. 1 A y 10 A.
16 Boletín informativo N° 008: “Llamado de alerta y de participación activa en defensa de nuestros intereses”, Paz del Río,
febrero 15 de 1979.
17 Marco, Jorge, “Entre la fiesta y la huelga Protesta social y repertorios de acción colectiva (1931-1936)”. https://www.ucm.es/
data/cont/media/www/pag-13888/Jorge_Marco.pdf [consultado el 28 de diciembre de 2014.]
18 Boletín informativo N° 009: “El próximo 28 de febrero termina la conciliación”, Paz del Río, febrero 23 de 1928.

34 Historia en Movimiento Año IV · Número 4 · 2017


contó con la presencia de Tulio Cuevas y José Corredor Nuñez, delegados de la Unión de
Trabajadores de Colombia (UTC) encargados de acompañar el proceso.
En la reunión, Corredor Nuñez, secretario de asuntos jurídicos de la UTC, extendió una
invitación a la reflexión y a la cordura, teniendo en cuenta las consecuencias para el país en
términos económicos y sociales, y a su vez la posibilidad de que el Presidente de la República,
a través de la ley 48 de 1968, constituyera antes de tiempo un tribunal de arbitramiento en
vista de la gravedad del movimiento para la nación. En ese momento se escuchó un grito
muy fuerte por parte de los trabajadores que decía ¡que sea Sogamoso la segunda zona
bananera del país! En las calles frente al lugar de la reunión se escuchó otro grito que rompió
el silencio ¡Viva la huelga! eran los trabajadores de la Acería que hacían historia en treinta años
de labores. Hacia al atardecer en forma secuencial los mítines resonaban en cada una de las
seccionales de la empresas anunciando la decisión del pleno.
Acompañado de los gritos ¡viva la huelga! se organizó un paro de una hora y media en la planta
principal de la industria. Según el diario El Tiempo, para la empresa las pérdidas estimadas
durante esta acción colectiva fueron de 18 millones de pesos. Sin embargo, los saldos rojos
pudieron elevarse a 350 millones en 24 horas que era el aproximado diario de la producción de
la siderúrgica. Finalizada la etapa de prehuelga, el sindicato contó con 5 y 30 días para declarar la
hora cero; en ese lapso existía la posibilidad de un arreglo directo.19 Ésta acción fue una muestra
de la capacidad organizativa que tuvo el movimiento y a su vez representó un mecanismo de
presión para lograr una solución previa, no obstante la empresa rehusó a firmar un arreglo.
Otro aspecto de gran importancia que se decidió en la asamblea fue la estructura orgánica
de la huelga. Para ello se creó un comité central, encargado de negociar directamente con
la empresa y trasmitir a las bases las propuestas para su discusión y posterior aceptación,
asimismo debía decretar la hora en la cual todas las actividades se paralizarían.20 De igual
forma se establecieron comités seccionales encargados de enlazar permanentemente al
comité central con los trabajadores de los distintos municipios, fijar, motivar, controlar,
coordinar tácticas y acciones colectivas para un cese de actividades eficaz.21
Ante la decisión indeclinable de huelga, las directivas de la empresa exigieron al Gobernador
Jorge Perico Cárdenas la presencia de la fuerza pública para evitar la manipulación de
explosivos por parte de los huelguistas

Creemos de vital importancia ejercer control inmediato sobre los polvorines en


Belencito, Paz del Río (chapa y el Uvo) y Samacá, por el peligro que representa a
manos de los trabajadores, los materiales allí almacenados, cuya localización es
de conocimiento de la fuerza pública.22

19 El Espectador, “Ministro de trabajo estudiará problema en Paz del Rio”, Bogotá, Viernes 9 de marzo de 1979, p. 11 A.
20 La fecha para paralizar las actividades de conformidad a la ley no puede producirse ni en los primeros cinco días, a partir de
haber sido aprobada la huelga, ni treinta días después.
21 Proposición, Paz del Río, 23 de febrero de 1977.
22 Maldonado, Jorge, 30 años después, “Carta de Acerías Paz del Río al gobernador Jorge Perico”, Belencito, 8 de marzo de
1979, p. 19.

Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 35
Esto es muestra de cómo se hace una asociación de los movimientos sociales a un posible
ejercicio de la violencia; generalización que reduce la naturaleza de las colectividades y no da
cuenta de la combinación de formas de lucha que estos pueden hacer.

YA SE DEFINIÓ LA HORA CERO


Finalizando el mes de marzo de 1979 las negociaciones se encontraban en un estado crítico.
Los representantes del sindicato anunciaron a los trabajadores el levantamiento de carpas
para iniciar el cese de actividades. En esta fase existía desacuerdo en 60 puntos (salarios,
pensiones, jubilación, etc.), la última oferta salarial fue de 25 % para el año del setenta y nueve
y de 24 % para los ochentas, y la de los trabajadores fue de 50 %. Con la ruptura de los diálogos
el Ministro de desarrollo Gilberto Echeverría anuncio la importación de materias primas para
suplir el sector industrial que depende de la producción de Acerías, para ello se destinaron 40
mil toneladas de acero importadas de Argentina, Brasil y México.23 El hecho causó malestar
en las centrales obreras, pues si bien amortiguaba el golpe económico, restaba impacto e
importancia al movimiento huelguístico. La Unión de Trabajadores de Colombia (UTC) y la
Central de Trabajadores de Colombia (CTC) declararon la intención de boicotear la importación
de acero a través del sindicato de la empresa Puertos de Colombia, la acción es muestra de un
respaldo colectivo a la huelga de Acerías.24
La estimación del costo del pliego de peticiones, según la siderúrgica, ascendía los 5 mil
millones de pesos; el último ofrecimiento de la empresa fue de 100 millones de pesos en
prestaciones sociales, distribuidas de la siguiente forma:

Bonificación para trabajadores bajo tierra por $ 1.450.000; subsidio de transporte


por $ 2.676.000; un auxilio de muerte por $ 1.250.000; trabajo en comisión de $ 1
millón; para vivienda 44 millones; fondo rotatorio de préstamos para calamidad
de $ 1.500.000; auxilio para escuelas de $ 2.600. 000; $ 4.500.000 para becas,
27 millones para casino y cafeterías; $ 1.400 millones para baños y sanitarios.25

La oferta era amplia, sin embargo, los trabajadores apuntaban que la capacidad económica
de la empresa permitía acceder a sus peticiones, lo cual motivó el declive de la propuesta. La
magnitud del movimiento fue grande pues no implicó únicamente a los 7500 trabajadores
que laboran allí, si también a cerca de 300 mil empleados de la industria de la construcción
y la metalmecánica.
“Hay certidumbre de que se ha escogido el camino de la dignidad en la defensa de nuestros
derechos; ¡optimismo! que saldremos de esta batalla.”26 Estas eran algunas palabras que
se escuchaban a las afueras de la plantas de la empresa, antes de iniciar la inmovilidad de
labores. Así, el 4 de abril siendo las 12:00 am, se escucharon las sirenas que decretaron la

23 El Espectador, “Nueva fórmula del Ministro de trabajo para evitar huelga en Paz del Río”, Bogotá, domingo 1 de abril de 1979,
pp. 1 A y 19 A.
24 El Tiempo, “UTC y CTC proyectan boicotear anunciadas importaciones de acero”, Bogotá, jueves 5 de abril de 1979.
25 El Espectador, “Votan huelga en Paz del Río, Bogotá, martes 3 de abril de 1979, pp. 1A y 8A.
26 Maldonado, op. cit., p. 16.

36 Historia en Movimiento Año IV · Número 4 · 2017


hora cero. Entre un silencio profundo se oyeron los gritos de “viva la huelga”. En medio de la
noche las carpas fueron tendidas, las ollas de café fuerte no se dejaron esperar, con gaseosas
(refrescos) y chistes políticos se levantaron los primeros bloques huelguísticos. Desde las
primeras horas de la mañana, ejecutivos de las cuatro centrales obreras nacionales (UTC, CTC;
CSTS; CGT) desfilaron hacía la portería central para colgar pancartas y expresar su solidaridad
con el movimiento. El sindicalista Julio Morales comentaba con sus compañeros “Esta huelga
es de familia y nosotros debemos rendir cuentas a nuestra esposas y a los hijos”. Era un hecho
que los obreros sabían que se enfrentaban a un conflicto que involucraba su vida y economía
familiar; la población de los alrededores acompañó a los obreros, a los que muchas veces
miraban llegar caminado, en bicicletas y buses.27
En horas de la mañana del 4 de abril, delegados de la empresa junto con algunos dirigentes del
comité general de huelga, levantaron el acta sobre la totalidad de elementos que se encontraban
en las instalaciones para hacer la entrega del complejo industrial. En este caso no existió toma
de infraestructuras, pues se actuó conforme a la normas legales y se siguió el conducto regular
de negociaciones; sin embargo, no todo fue apagado, los altos hornos continuaron encendidos
pues de haber sido apagados habrían tardado 10 años en funcionar normalmente. Para su
mantenimiento designaron un número especial de trabajadores; la empresa paradójicamente,
pagó los salarios normales, no obstante este dinero no fue para los encargados, sino que engrosó
los fondos de la huelga.28 Este condicionante dio mayor responsabilidad al movimiento, pero
a su vez se convirtió en un instrumento importante de presión para lograr una solución pronta
antes de que dictaminaran tribunal de arbitramiento obligatorio.
Para buscar una operatividad en el movimiento, el comité general de la huelga dio a los
empleados la directriz de no concurrir a sus puestos de trabajo, para llevar una huelga sin
enfrentamientos con las fuerzas del orden y a su vez evitar la infiltración de agentes ajenos al
movimiento. Los huelguistas a través de radio y prensa, fueron informados de las citaciones
para movilizarse a los distintos frentes de vigilancia y control. Uno de los lemas que caracterizó
esta acción fue “vigilar, cuidar y no producir.”29 Lo anterior da cuenta de cómo se buscó una
manifestación ceñida al orden y a los marcos legales, optando como forma de presión el cese
de actividades y productividad.
Las opiniones al interior del movimiento respecto a la huelga fueron distintas, pero coincidían en
que era necesaria para conseguir sus justas exigencias. Así mencionaba uno de los huelguistas
“no me gusta personalmente, pero ayudaré a cumplirla por lo que nuestras peticiones son
justas… ¡viva la huelga!”. El día jueves 5 de abril la habitual congestión vehicular en la vía que
conduce a la planta principal se había disipado; otra medida que se dictó ese día fue la Ley
seca con el fin de evitar posibles inconvenientes con trabajadores alcoholizados.30
La participación de la Iglesia no se hizo esperar. El obispo de la diócesis de Duitama y
Sogamoso se presentó en la portería principal, allí comentó:

27 El Espectador, “Comienza huelga en Paz del Río”, Bogotá, miércoles 4 de abril de 1979, pp. 1 A y 8 A.
28 El Tiempo, “En 24 horas declararían huelga en Paz del Río”, Bogotá, miércoles 4 de abril de 1979, pp. 1 A y 6 A.
29 El Espectador, “Lista hora cero en Paz del Río”, Bogotá, jueves 5 de abril de 1979, pp. 1 A y 12 A.
30 El Espectador, “7500 trabajadores quedan inactivos en Paz del Río”, Bogotá, viernes 6 de abril de 1979, pp.1A y 8A.

Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 37
Quise hacerme presente, y de los primeros, para significar el interés con que yo vivo
esta situación difícil y hoy cuando ustedes han abocado este problema los siento
como si fuera mío porque afecta las parroquias de mi jurisdicción… ustedes tal vez
no han sido debidamente recompensados pero les recomiendo paz y serenidad.
Sepan que aquí hay un obispo para ayudarles a solucionar sus problemas dentro
de paz y tranquilidad.31

La presencia y respaldo del obispo representaba para el sindicato la oportunidad de lograr una
mediación pronta, y a su vez, para la empresa contener acciones de hecho. La participación
del prelado se puede explicar en dos términos. Por un lado la afiliación del sindicato de Acerías
a una central, que si bien se declaraba como multiclasista e independiente, su influencia y
reminiscencia conservadora y de la Acción Católica era un hecho, por otro lado el tradicionalismo
religioso del departamento de Boyacá había generado un ambiente de confianza hacia las
posiciones y decisiones de la Iglesia.
Una de las perspectivas de la naturaleza del paro la planteaba en estos términos el diario El
Espectador:

Se trata de una de las huelgas mejor organizadas y más conscientes que ha


registrado la historia sindical colombina; la más silenciosa y la menos demagógica,
pero también la más peligrosa por el número de industrias que involucran y
por la cantidad de trabajadores que pueden quedar inactivos en un momento
determinado, después de que se cumplan 20 días de paro.32

Esta es una de las particularidades que el movimiento adquirió a lo largo de la movilización y


resistencia, pues la combinación de formas de lucha y de acciones colectivas tendió a la vía de
derecho y de hecho pero sin involucrar enfrentamientos o un ejercicio de violencia.

DÍA A DÍA RESISTIMOS


Desde el tráiler donde funcionaba La voz de la huelga, (sonido con una serie de altavoces)
se comunicaban las responsabilidades, se lanzaban consignas y se alentaba el movimiento.
Entre carpas y hogueras los trabajadores resistían la inclemencia del clima y aguardaban
pacientemente una solución. Algunos con ruanas gruesas, sombreros y cascos calentaban sus
manos en la fogata; Álvaro Aranguren daba el saludo a un periodista del diario El Espectador
que había llegado a cubrir la noticia: “no tenemos aguardiente para ustedes los periodistas
que tanto gustan del trago. Sólo el café caliente y buena amistad.” En grandes ollas y loza
de barro repartían el café, acompañado de rancheras del mexicano Miguel Aceves. En este
ambiente el telón de fondo era una pancarta que decía: “El capitalista le paga al trabajador
con el mismo dinero que le roba”. El olor a óxido y el silencio de las maquinas adornaban
los lugares donde más de 1000 trabajadores producían toneladas de acero, en esa ocasión
tan solo algunos obreros se encargaban de vigilar y cuidar la planta de coquería y “Helena”,

31 El Tiempo, “Calma al iniciarse la huelga en Paz del Rio”, Bogotá, viernes 6 de abril de 1979, p. 6 A.
32 El Espectador, “Historia de la huelga de Paz del Río”, Bogotá, lunes 9 de abril de 1979, pp. 1 A y 19 A.

38 Historia en Movimiento Año IV · Número 4 · 2017


como llamaban al alto horno, apenas daban pequeños respiros y miles de kilos de chatarra
esperaban que se solucionara el conflicto para ser convertidos en acero.33
Para soportar el periodo de protesta las familias tuvieron que hacer un fondo de
ahorros. Así comenta Salvador Gonzáles Celis: “la nuestra es una huelga legal y muchos nos
preparamos económicamente para ella, como yo, que invertí ahorros en comida y tengo algún
dinero por si se prolonga”. Sin embargo, hubo otros que no tomaron las precauciones debidas
para soportar la huelga. El colegio de Belencito, donde estudiaba la mayoría de hijos de los
trabajadores, cerró sus puertas para evitar que los niños vieran la huelga; bultos de papa,
azúcar, leche, chocolate, panela, café, etc., reforzaron el fondo de alimentos para afrontar la
huelga. Muchos huelguistas regresaron a la cotidianidad del campo de la cual hacían parte
antes de entrar a trabajar en la siderúrgica, otros más salieron del departamento con sus
familiares, y otros aguardaron en sus casas con su familias, todos pendientes a la radio y
prensa para responder a las órdenes de guardia, pero, con el más grande anhelo de escuchar
la notificación de volver a sus puestos de trabajo. La guardia sindical y la revisión de carros a
las entradas de los distintos frentes fue una constante.34

ACCIONES COLECTIVAS: ENTRE MARCHAS, MÍTINES, Y SOLIDARIDAD


El viernes santo 13 de abril de 1979 los trabajadores decidieron movilizarse en silencio, con el
fin de invitar a la población civil a solidarizarse y de manera simbólica mostrar el viacrucis que
estaban afrentando. En horas de la mañana el sacerdote Enrique Vélez, párroco de Nazareth
y Belencito, inició la manifestación silenciosa que tuvo un recorrido de alrededor de 10 km
y de tres horas y media; con estas palabras el cura inició la movilización: “En nombre de
Dios y de la huelga iniciamos esta manifestación silenciosa. Con ella, iniciamos un viacrucis
más, pero uno que vivimos en carne propia.” No sólo se denunció el conflicto obrero, sino
también se evidenciaron otras tensiones sociales. De manera figurada en una cruz de
madera “crucificaron” situaciones como: la falta de asistencia médica, la militarización de las
universidades, la inestabilidad de laboral, la explotación extranjera, la inseguridad industrial, el
saqueo de los recursos naturales, el tráfico de drogas, el alto costo de vida, la falta de tierras
para campesinos. A la sombra de esa cruz se cumplieron las 15 estaciones del viacrucis. Los
familiares de los huelguistas y la población en general se hizo partícipe de la acción colectiva.
En la portería principal de la empresa en Belencito terminó la manifestación con la instalación
de la cruz y con un fondo lleno de pancartas y banderas del sindicalismo colombiano.
Al llegar estaba esperando otra multitudinaria movilización proveniente del municipio de
Nobsa, cerca de 5 mil personas se reunieron en el sitio, donde el sacerdote Enrique Vélez
improvisó un discurso criticando las actuales condiciones de trabajo y la demagogia de las
estructuras políticas y económicas que subyugan a los excluidos, invitándolos a convertirse
del Jesús humillado y traspasado en la cruz al glorioso Cristo triunfante en una mañana de
resurrección. Finalizando la jornada arribaron delegaciones de los municipios de Pesca y Tasco
con varios kilos de comida para donarlo al movimiento, los gritos de agradecimientos no se

33 El Espectador, “Historia de la huelga de Paz del Río”, Bogotá, Lunes 9 de abril de 1979, pp. 1 A y 19 A.
34 El Espectador, “Historia de la huelga de Paz del Río II: Víveres para más de un mes tienen en Paz del Río”, Bogotá, martes 10
de abril de 1979, pp. 1 A y 5 A.

Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 39
hicieron esperar y advirtieron a la empresa que por hambre nunca se rendirían. Asimismo
llegaron delegados de los trabajadores metalúrgicos de Medellín y empleados del Banco de la
Republica de la misma cuidad quienes donaron la suma de 81 mil pesos y brindaron su apoyo
incondicional a la huelga.35
Con la idea de ampliar el radio de acción del movimiento, crear redes de comunicación con
gremios y sindicatos, lograr más solidaridad y por ende mayor presión para la intervención del
Estado y la solución de la empresa, se instalaron carpas y tiendas de campaña en diferentes
municipios del departamento para agitar e impartir consignas diarias dando informes sobre
el estado de la huelga, atender delegados sindicales de otras regiones y recibir todo tipo de
solidaridad económica, alimenticia, y respaldo moral. La condición anímica del movimiento
es muy importante para tener la capacidad de resistir físicamente y moralmente, pues los
ambientes a los que se enfrentan en la mayoría de los casos son adversos. Sin la existencia de
conciencia de clase y el reconocimiento de la situación que enfrentan puede generar fisuras
en el movimiento. Por ende la camaradería, el compañerismo, y espacios culturales son un
determinante importante para fortalecer el espíritu de lucha. Los trabajadores contaron con
escenarios de revitalización, así mostró el diario El Espectador:

La portería número uno de Belencito, en este domingo de resurrección (15 de abril


de 1979) durante el periodo de la tarde sirvió de improvisado escenario a una
estupenda reunión bailable animada por la orquesta “Los Mágicos”, y los conjuntos
de cuerdas y voces de “Los Típicos” y “Los Hermanos Carvajal.36

En el margen de los conflictos obrero-patronales las negociaciones fluctúan entre


contradicciones, imposibilitando arreglos rápidos. La presión que alcanza a ejercer el
movimiento depende directamente de las acciones concretas que realice. Así la amenaza
con nuevas acciones colectivas puede llegar a crear mayor disposición de negociación. En
relación a lo anterior, algunos huelguistas contemplaron la opción de entrar en huelga de
hambre sin perturbar el orden público y la tranquilidad de la población. La decisión responde
a la intranquilidad de los trabajadores por el estancamiento en el que hallaban las posibles
fórmulas de arreglo.37
Transcurridas 396 horas de huelga, las acciones colectivas continuaron y debido al éxito de la
marcha del silencio decidieron hacer nuevas movilizaciones. En el municipio de Paz del Río
el jueves 19 de abril se movilizaron familias enteras sin pronunciar ni una sola consigna; sólo
al finalizar el recorrido invitaron a los compañeros a la resistencia y a la perseverancia.38 Otra
movilización con características disímiles fue convocada por Margarita Ureña (la única mujer
que ha sido presidenta del sindicato y para la fecha era concejal del municipio de Duitama), el
día 26 de abril se organizó una gran marcha femenina entre Sogamoso y Belencito, se celebró
con la idea de festejar el día de la secretaría y a su vez vincular las mujeres que trabajan en la
siderúrgica y las familias de los trabajadores e hijos.

35 Los hechos fueron reconstruidos a partir de tres documentos: El Espectador, “Manifestación del silencio en Paz del Río en
viernes santo”, Bogotá, domingo 15 de abril de 1979, pp. 1Ay 12A. Maldonado, op. cit., p. 34. El Tiempo, “El gobierno acelera me-
diación en la huelga de Acerías Paz del Río”, Bogotá, domingo 15 de abril 1979, p. 7A.
36 El Espectador, “Reunión sobre el paro en Paz del Río habrá hoy”, Bogotá, martes 17 de abril de 1979, p. 8A.
37 El Espectador, “Huelguistas de Paz del Río pedirán apoyo sindical”, Bogotá, viernes 20 de abril de 1979, p. 14A.
38 El Espectador, “Un grupo haría huelga de hambre, Bogotá”, sábado 21 de abril de 1979, p. 20A.

40 Historia en Movimiento Año IV · Número 4 · 2017


SOLIDARIDADES SOCIALES Y SINDICALES
Según lo planteado por Tarrow39 el reconocimiento de intereses por parte de una comunidad
traduce la potencialidad de una acción colectiva, en él los responsables de la movilización
juegan un papel esencial, y el paso al movimiento social se da cuando se exaltan sentimientos
de identidad y solidaridad. En este sentido y teniendo en cuenta el componente de solidaridad
la Huelga del sindicato de Acerías Paz del Río alcanzó grandes proporciones. Distintos sectores
de la sociedad, movimientos sociales, gremios y sindicatos de orden nacional e internacional
se solidarizaron con el movimiento huelguístico. Así, el Sindicato de Trabajadores de Cementos
Boyacá, afiliados a la CSTC expresaron su respaldo y se comprometieron a donar un día de
salario como ayuda económica, la Federación Internacional de Trabajadores Metalúrgicos
con sede en Ginebra y con 15 millones de afiliados hizo llegar un mensaje de apoyo moral y
económico.40 Las Unión de Trabajadores de Colombia desde el momento en que se tomó la
decisión de ir a huelga ordenó a todas las federaciones regionales y los sindicatos afiliados a
esta apoyarlos moral y materialmente.41
El Partido Socialista de los Trabajadores de Colombia dio su respaldo total, fue un apoyo
operativo, práctico, y para alentar la lucha y la unidad obrera:

este apoyo consiste en difundirla ampliamente, en impedir que se descargue el


acero importado que llega a los puertos, acogiendo el llamado de las centrales
obreras, en viajar a Sogamoso y Belencito a brindar solidaridad práctica. Es
momento de coordinar los conflictos, haciendo que los trabajadores petroleros, de
la salud, del magisterio, que enfrentan la intransigencia patronal, hagan huelgas
simultaneas a la de Paz del Río, unificando la hora cero de sus conflictos.42

De igual manera, la Federación Nacional de Trabajadores Estatales manifestó su solidaridad


combativa con la lucha obrera en Acerías, su compromiso residió en: una visita solidaria,
respaldo económico recolectado entre sus sindicatos afiliados y las bases; también en
hacer un llamado al gobierno nacional para la pronta intervención e invitar al conjunto del
movimiento sindical y popular a ofrecer el respaldo a Acerías y demás conflictos obreros en
el país.43 Por otro lado, lograron el apoyo de algunos miembros de la asamblea de Boyacá,
quienes prometieron un apoyo político para presionar a la pronta solución.

NEGOCIACIÓN Y LOGROS
Cumplidos 27 días de huelga, la incertidumbre, el desasosiego, pero ante todo la esperanza
inundaban los sentimientos de los huelguistas. El día miércoles 2 de mayo reiniciaron las
conversaciones con la empresa, el tema más álgido a discutir fue lo salarial. El miércoles 4

39 Tarrow, op. cit, p. 24.


40 El Tiempo, “La huelga en Paz del Río: las máquinas apenas prendidas”, Bogotá, lunes 9 de abril de 1979, p. 9A.
41 Maldonado, Jorge, 30 años después, “Apoyo de a UTC”, resolución N° 0149, Sogamoso 15 de marzo de 1979.
42 Maldonado, Jorge, 30 años después, “Del Partido Socialista de los Trabajadores de Colombia (PST) con los metalúrgicos de
Paz del Río para que la huelga triunfe”, abril 10 de 1979.
43 Maldonado, Jorge, 30 años después, “Los trabajadores estatales solidarios con la huelga en Paz del Río”, 20 de abril de 1979.

Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 41
de mayo, en Bogotá, luego de reunirse el presidente de las empresa Darío Vallejo, el comité
general de la huelga, algunos directivos de la Unión de Trabajadores de Colombia y el ministro
del Trabajo Rodrigo Marín, como mediador, se firmó el documento,44 con el cual se dio fin a la
primera huelga de trabajadores de esa siderúrgica, los puntos de acuerdo fueron:
• Respetar los acuerdos a los que habían llegado en las etapas de arreglo directo, conciliación
y prehuelga.
• La elevación salarial quedó contemplada, a partir del 1 de Enero de 1979 con un 31 % sobre
el salario del mes de diciembre del año anterior, y para el año de 1980 de 30 % en relación
al último pago de 1979.
• El aumento en el fondo general de vivienda fue de 8 millones de pesos, para un total de
38 millones, auxilio por muerte para la familia de los trabajadores por 50 mil pesos y 70
mil por muerte accidental, becas por 4 millones de pesos para los hijos de los trabajadores
y un fondo rotatorio de préstamos para apoyar estudios universitarios de los trabajadores,
incremento de viáticos de 50 %, 4 millones de pesos de préstamo para calamidad doméstica,
auxilio para cooperativas sindicales por 3 millones de pesos, construcción de cafeterías y
restaurantes por 30 millones de pesos y un auxilio para deportes de 230 mil pesos.
• La empresa se comprometió a dar jubilaciones especiales al personal dedicado a las
labores contempladas en el artículo 270 de código sustantivo de trabajo (trabajadores
de empresas mineras de socavón, y a los dedicados a labores que requieran altas
temperaturas, como trabajadores de calderas, fundidores y trabajadores de soldadura
tanto eléctrica como autógena), que durante los años 1979 y 1980 cumplan 20 años de
servicio cualquiera que sea su edad.
Al concluir la negociación, las bases fueron informadas inmediatamente del acuerdo y a la
llegada de los negociadores a la portería N° 1, estos fueron recibidos en hombros, la mayoría
de trabajadores estaban de acuerdo con el arreglo:

sonaron las sirenas y los pitos de las plantas en señal de júbilo y de triunfo por
haber salido adelante en la primera huelga que se realizaba en esta empresa a lo
largo de 30 años de la vida laboral.45

A finalizar el conflicto, el sindicato hizo el balance sobre la jornada de protesta. Como era de
esperarse, surgieron elementos a considerar para un próximo conflicto, sin embargo, su primera
sentencia da cuenta de la satisfacción por su desarrollo: “Nuestra huelga ha sido un gran
triunfo y ella constituye un buen ejemplo para el proletariado del país”. Se rescató la serenidad,
calma y firmeza de las bases, pues fueron conscientes de que el arreglo no se conseguiría en
una negociación directa, tan sólo con medidas beligerantes se arrancaría al patrón las justas
demandas, a pesar de las amenazas de tribunal de arbitramiento y de usar esquiroles, el
movimiento resistió con dignidad. Las acciones colectivas adelantadas, como la instalación
de carpas, mítines, marchas y solidaridades, las calificaron como revolucionarias. Si bien son

44 El Tiempo, “Revelan base del acuerdo en Paz del Río”, Bogotá, jueves 10 de mayo de 1979, pp. 1 A y 6 A.
APMO, Acta de acuerdo definitivo del conflicto colectivo de Acerías Paz de Río S.A con el sindicato de la misma empresa, Bo-
gotá, 4 de mayo de 1979.
45 Maldonado, op. cit., p. 41.

42 Historia en Movimiento Año IV · Número 4 · 2017


acciones muy usadas por los movimientos sociales, adquirieron dinámicas particulares por
el número de trabajadores movilizados y el nulo enfrentamiento con la fuerza pública. Como
consideraciones a mejorar concluyeron mejoras en los canales de comunicación entre frentes
huelguísticos y bases, mayor firmeza para defender los puntos de exigencia, mayor amplitud
de las acciones colectivas.46

CONCLUSIONES
En términos generales, se podría decir que el movimiento huelguístico consiguió gran parte de
las reivindicaciones exigidas; obtuvieron aumentos salariales, fondos para acceder a vivienda,
educación y mejoras en las condiciones de trabajo. No obstante, la firma de un pacto traducido
en una convención colectiva no es garantía del pleno respeto de los acuerdos. En este caso
existió un incumplimiento de puntos acordados, como lo mencionado en la cláusula 47 en
relación al ensanchamientos de cafeterías y casinos; la falta de mejoramiento de herramientas
de trabajo; omisión en la entrega de overoles y elementos de seguridad a personal que labora
bajo tierra; déficit en el servicio de salud y en la instalación de calentadores eléctricos en
los frentes mineros; todo lo anterior acompañado de una inestabilidad laboral.47 Teniendo en
cuenta la consideración de Tarrow,48 donde menciona que las protestas que obtienen un éxito
temprano crean circunstancias para nuevos ciclos de protesta y aparición de movimientos
antagónicos, estas violaciones a la convención colectiva dieron cabida para otros conflictos
como la huelga de 1984. De igual manera las constantes tensiones y contradicciones responden
al antagonismo de intereses que se encuentra entre empleadores y empleados soportados en
la contradicción capital-trabajo.49

Aunque los ciclos de protesta transcurrieron en relativa calma y las dinámicas estuvieron sujetas
a los derechos de movilización y acción, las represalias de la fuerza pública se evidenciaron en
allanamientos y detenciones arbitrarias de 17 trabajadores que participaron activamente de la
huelga.

Al respecto la seccional de Paz del Río declaró: Mantenemos latente el dolor y profunda
preocupación porque aún, después de 14 meses, se encuentren encarcelados cinco
compañeros y un estudiante, sin que se les haya concretado y comprobado la comisión de
delito alguno que justifique su prolongada detención.

Asimismo en agosto de 1979 fueron allanados y detenidos los directivos sindicales Luis
Medina, Darío Suarez, German Medellín y Antonio José Mejía, a este último la empresa le
canceló el contrato violando el fuero sindical que lo amparaba.50 Como menciona Renán Vega
Cantor, el ambiente de represión es una característica típica del Estado, porque considera los

46 Vanguardia Sindical, “La huelga: una jornada valerosa de las bases”, Paz del Río, Mayo de 1979. Archivo personal de Mer-
cedes Osuna.
47 Comunicado N° 003, Paz del Río, marzo 3 de 1980.
48 Tarrow, op. cit., p. 18.
49 Harnecker, Marta, Clases sociales y lucha de clases, 1979, p. 7. Tomado de: http://www.rebelion.org/docs/89545.pdf
50 “Comunicado: La justicia nos persigue”, Paz de Río, julio 19 de 1980.

Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 43
conflictos sociales y laborales como actos que alteran el orden público y vulneran la integridad
ciudadana, categorizándolos como subversivos.51
Sobre el movimiento cabe la pena rescatar una serie de consideraciones: primero, que la
coyuntura vivida en la Empresa Acerías Paz del Río se inscribe en el contexto nacional de los
setenta, donde la lucha de los trabajadores alcanzó altos índices de movilización respecto a
décadas pasadas. Según lo planteado por Álvaro Delgado este periodo tuvo mayor dinámica
que años anteriores en función de tres factores: el repunte de la lucha laboral sin importar
su filiación ideológica; la invitación de las centrales obreras a los distintos gremios a que
desarrollaran una actividad política y no solo reivindicativa, y por último, la crisis económica y
el aumento de la explotación y la pobreza, unido al rechazo patronal de las exigencias de los
trabajadores motivó una lucha a través de la unidad de acción.52
Segundo, la naturaleza del movimiento y del conflicto estuvo ceñida a los parámetros que la
legislación laboral dictaminó, y su carácter fue reivindicativo y no proyectó una lucha en contra
de políticas estatales nacionales. Esto no quiere decir que no fueran conscientes del contexto
político del país. Según Sidney Tarrow53 los movimientos –especialmente los organizados–
recurren a diversos tipos de acciones. Estas van desde la aportación de “incentivos selectivos”
a los miembros hasta la consecución de un consenso entre los seguidores reales o potenciales,
la formación de grupos de presión, la negociación con las autoridades y el cuestionamiento
de los códigos culturales a través de nuevas prácticas religiosas o personales. No obstante, lo
más característico de los movimientos sociales es el desafío colectivo.
Tercero, el postulado anterior aplica al movimiento huelguístico de Acerías Paz del Río en
varios sentidos: por un lado con los procesos de conceso que lograron con cada uno de
los trabajadores en los espacios asamblearios. La formación de grupos de presión estuvo
vinculada en la creación de comités de coordinación en cada uno de los frentes existentes,
también en la instalación de carpas como espacios de información y agitación en ciudades
aledañas a los municipios donde se concentraron los manifestantes, y la implementación de
redes de solidaridad con gremios, organizaciones sociales, sectores políticos, y sociedad civil.
La negociación fue una constante, a lo largo del conflicto siempre se buscó mediar a través
del dialogo con la empresa, este fue uno de los espacios a los que más se recurrió. Algunas
de las acciones colectivas rompieron esquemas tradicionales, así en la dinámica de la huelga
se vincularon expresiones culturales como bailes y grupos musicales, a la vez se flexibilizaron
prácticas religiosas como el viacrucis del viernes Santo, al convertirse en un espacio de
denuncia sobre la problemática social de los trabajadores y de otros colectivos sociales. Por
último, lo que facilitó la solución del conflicto fue la movilización colectiva con la participación
de los actores implicados, sus familias, sindicatos, gremios y la sociedad civil en general.

51 Vega Cantor, Renán, “Conflicto petrolero en Barrancabermeja en 1977”, en Anuario Colombiano de Historia Social y de la
Cultura, N° 35, 2008, p. 274.
52 Delgado, Álvaro, Política y movimiento obrero 1979-83, Bogotá, CEIS, 1984. pp. 109-110.
53 Tarrow, op. cit., p. 22.

44 Historia en Movimiento Año IV · Número 4 · 2017


“nuestro
Cuando nos asaltaron de no estar el Señor en favor
nos habrían tragado vivos, Bendito sea Dios que no
nos dio pobreza de conciencia, bendito sea Dios que nos mantiene vivos a
pesar de tantos lumazos, tantos gases, tantos balines, tantos perdigones,
tantas balas, tanto desprecio. Bendito sea Dios que hace posible que la
vida y el amor crezcan donde se siembra muerte y odio. Bendito sea Dios
que hace posible que la participación y la organización crezcan donde se
busca atomizar y reprimir a los que se preocupan por los demás actuando

en forma colectiva.

Pierre Dubois
“ Losenánimos están tensos. Actualmente hay protestas
cada comuna. Fue el 14 de agosto. Resultado:
35 heridos. Para explicar el grado de rabia de los jóvenes muchos
continuaron el ‘combate’ pese a tener plomo en el cuerpo. Entre los heridos,
uno tenía 54 perdigones en una sola pierna. Otro tenía más de 200 en todo
el cuerpo […] y a causa de nuestro tipo de sacerdocio estamos en primera

fila, como testigos o actores indirectos.

André Jarlan
DOS SACERDOTES FRANCESES
EN POBLACIÓN LA VICTORIA
André Jarlan y Pierre Dubois y la no-violencia activa
durante la dictadura militar (1983-1986)1
Eduardo Marco Garín Abarzúa2

D entro de las poblaciones formadas como consecuencia de las luchas de los sin casa
en Santiago, La Victoria3 se ha caracterizado, hasta nuestros días, por sus altos
niveles de organización de base e identidad de clase social. En efecto, desde sus
orígenes, a finales de 1957, la movilización de los habitantes del Zanjón de la Aguada permitió
ocupar invasivamente terrenos fiscales para dar origen a este lugar y allá por 1983 fueron los
pobladores victorinos quien resistieron sistemáticamente contra el régimen militar, ya sea
desde la lucha y rebelión frontal como la coordinación de sus habitantes para soportar los
duros momentos que convivían.4
Siguiendo a Mario Garcés esto implicaría el hacer población, que es un ejercicio de auto-
organización poblacional, quienes ante la falta de apoyo de las autoridades se vieron obligados
a sumar esfuerzos, capacidades e inventar los recursos en juego para hacer frente a todas las
carencias que el campamento adolecía y dando paso a organizaciones de carácter horizontal.5
Esta tradición colectiva y de movilización barrial en Población La Victoria no murió en 1957 y
ha sido transversal en toda su historia perdurando hasta nuestros días.

1 Ponencia presentada en la XVII Jornada de Historia Regional, Universidad de Concepción, 20 de octubre 2014.
2 Profesor de Historia. UDLA/IDEA USACH. eduardo.garin.a@gmail.com
3 Población La Victoria se encuentra en el sur de Santiago, (comuna de Pedro Aguirre Cerda) y limitando al norte con Calle 2 de
Abril, al sur con Avenida Departamental, al este con Avenida Clotario Blest (ex Av. La Feria) y al oeste con la línea ferroviaria.
4 Cfr. Lemuñir, Juan, Crónicas de la Victoria: Testimonio de un poblador, Santiago, Ediciones Documentas, 1988. Morales,
Carlos, La Victoria de Chile, Santiago, Editorial LLaima, 1987. Grupo de Trabajo La Victoria, La Victoria, rescatando su historia,
Santiago, Ediciones UARCIS. Espinoza, Vicente, Para una historia de los pobres de la ciudad, Santiago, Editorial Sur, 1987.
Farías, Guillermina, “Lucha, vida, muerte y esperanza. Historia de la Población La Victoria”, en Constructores de ciudad, nueve
historias del primer concurso de Historia de poblaciones, Santiago, Editorial Sur, 1989, pp. 49-63. Paiva, Manuel y Grupo de
Salud Poblacional, Pasado, victoria del presente, Santiago, s/e, 1989. Cortés, Alexis, “El movimiento de pobladores chilenos y
la población La Victoria: ejemplaridad, movimientos sociales y derecho a la ciudad”, en Revista Eure, N°40.
5 Garcés, Mario, “Tomando su sitio”: el movimiento de pobladores de Santiago, 1957-1970, Santiago, Lom, 2002, p. 138.

Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 47
Sin embargo y más allá de las elucubraciones de los partidos políticos y las ideologías de
redención social, fue el llamado poder popular quien permeó profundamente sobre los
pobladores victorinos y fue la acumulación de esta fuerza la que puso en jaque al sistema
de dominación dictatorial. Las jornadas de protesta nacional, en efecto, tuvieron como
grandes protagonistas al movimiento de pobladores.6 Todo esto no sería posible sin la
enorme participación de ciertos cuadros de la iglesia cuya acción solidaria se enfocó sobre las
situaciones críticas que afectaban a las poblaciones más combativas de Santiago (Villa Francia,
La Pincoya, La Legua, etc.) entre ellas la cesantía, el subempleo, la delincuencia, el narcotráfico
y la drogadicción entre la juventud. De este modo el aporte de los sacerdotes André Jarlan y
Pierre Dubois fue vital a la hora de pensar en las dificultades que experimentó La Victoria y
como estos religiosos intentaron mejorar las condiciones materiales, culturales y espirituales
de los pobladores, tanto es así que hasta hoy recuerdan sus imágenes revitalizándolos con
diversas manifestaciones socioculturales en la población.7

ANDRÉ JARLAN Y PIERRE DUBOIS DE LA VICTORIA 1983-1986

1. La llegada de Jarlan y Dubois


André Jarlan nació en 1941 en Francia y ungido de sacerdote en 1968. En 1976 fue convertido en
asesor de la Acción Católica Obrera y de la Juventud Obrera Cristiana entrando rápidamente en
contacto con el mundo obrero de las minas. En 1982 lo condujo a solicitar hacia Latinoamérica
un intercambio siendo nombrado para la parroquia Nuestra Señora de La Victoria, partiendo
en 1983. Según el informe detallado por la Vicaría de la Solidaridad, expresó que esta misión
sería muy difícil pero que se sentía satisfecho ante la idea de compartir su suerte con los más
pobres.8 Según el obispo Manuel Camilo Vial, quien se entrevistó con él a horas de arribar a
Santiago señalaba:

Me llamó mucho la atención comprobar que hablaba relativamente bien el


castellano. Se había preparado para venir. Y me sorprendió el respeto con que
analizaba las cosas. No llegó haciendo juicios sobre lo que hacíamos y no

6 Sobre la situación de descontento social allá por 1982-3, Schneider señala “En 1982, el escándalo que produjo el mal manejo
de la economía por el gobierno militar hizo tambalear las bases del régimen, y abrió la puerta repentinamente a un creciente
movimiento popular […] estudiantes, trabajadores y pobladores coparon las calles pidiendo el término del dominio militar”,
Schneider, Cathy, “La movilización de las bases, poblaciones marginales y resistencia en Chile autoritario”, en Proposiciones
19, Santiago: Sur, 1990, p. 223. Weinstein por su lado aclara: “La parálisis económica genera o más bien acentúa las tensiones
sociales de amplios sectores de la población. El desempleo o subempleo, acentúan una miseria endémica: los problemas de
subsistencia adquieren prioridad y determinan las estrategias familiares dirigidas a obtener el mínimo (alimentación, vestido,
vivienda)”, Weinstein, José, Los jóvenes pobladores en las protestas nacionales (1983-1984) una visión socio-política, Santiago,
CIDE, 1989, p. 30. Según Valenzuela “La crisis ha abierto las compuertas de la protesta social y los jóvenes han emergido como
un actor preponderante”, Valenzuela, Eduardo, La rebelión de los jóvenes. Un estudio de anomia social, Santiago, Ediciones
Sur, 1984, p. 110.
7 Un ejemplo de ello es el arte mural o street art. Cfr. Alcatruz, Paula, “Aquí se pinta nuestra historia: el muralismo callejero
como acercamiento metodológico al sujeto popular”, en Anuario de Pregrado, Santiago, Universidad de Chile, 2004; y Alca-
truz, Paula, Las paredes tienen historia: murales barriales contemporáneos en Buenos Aires (Argentina) y Santiago (Chile),
Tesis para optar al grado de Magister en Estudios Latinoamericanos, Santiago, Universidad de Chile, 2011. Bellange, Ebe, El
muralismo como reflejo de la realidad social, Santiago, Lom/USACH,1987.
8 “André Jarlan eres parte de nuestra esperanza”, Archivo de la Vicaría de la Solidaridad (AVS) Doc. 1106, 2 octubre, 1985, p. 3.

48 Historia en Movimiento Año IV · Número 4 · 2017


se extrañaba con los problemas que teníamos. Los asumía bien, con mucha
comprensión y respeto.9

Pierre Dubois nació el 17 de octubre de 1931 en Francia. Llegó a Chile en 1963 para asesorar
al Movimiento Obrero de Acción Católica y a la Juventud Obrera Católica en la comuna de
Barrancas y Quinta Normal, posteriormente pasó a las iglesias de las poblaciones Clara Estrella
y Santa Olga (Lo Espejo) antes de pasar junto a André Jarlan a la iglesia de La Victoria.10 El
arribo de Dubois junto con Jarlan fue el 27 de febrero de 1983, día donde se tomó posesión
de la parroquia de La Victoria.
En los primeros meses no hubo mayor empatía de los pobladores con los sacerdotes franceses
avecinados. Esto se debe a que anterior a la llegada de los párrocos existían ciertos grupos
social cristianos en La Victoria que empatizaban con los párrocos reemplazados Sergio Nacer y
Osvaldo Martínez, por ende se creyó que la remoción de estos dos sacerdotes cambiaría toda
la organización de forma negativa. Según Juan Lemuñir, en su libro testimonial, la remoción
de los párrocos Nacer y Martínez generó ciertas animosidades entre los victorinos, dado que al
llegar los párrocos franceses a la iglesia, el padre Pierre no facilitó la Casa de la Juventud para
reuniones cuando siempre fue un punto neurálgico de discusión barrial.11
Sin embargo, el mismo autor reconoce que la enemistad entre vecinos y párrocos se revirtió
en cosa de meses como consecuencia de las sucesivas jornadas de protesta nacional
(principalmente desde el 11 de mayo de 1983 en adelante)12 realizando el padre Pierre sus
primeras acciones; entre ellas conducir a los heridos en su camioneta al hospital Barros Luco
y posteriormente formar comités de salud para evitar trasladarlos a los hospitales públicos
evitando su detención.13 Sobre este punto, el historiador Daniel Santapau señala, a partir
de un conjunto de entrevistas realizadas a pobladores victorinos, que Dubois salía con su
camioneta para trasladar a los heridos en las protestas incluso en noches de toque de queda
a riesgo de ser detenido por carabineros.14
Los sacerdotes franceses se acercaban a los jóvenes que se paraban en las esquinas a
consumir estupefacientes y alcohol y si bien no todos se quedaban a escuchar su mensaje, si
habían muchachos que iban a las reuniones organizadas por los sacerdotes para rehabilitar a
los jóvenes sumergidos en los vicios.
La mayoría de las opiniones de los pobladores victorinos con respecto a Jarlan confirman su
carácter solidario. Carlos Cuevas, un joven poblador, lo recuerda con dichas características:
“ayudaba a toda la gente de la población. Formó varios grupos para organizar a los jóvenes,

9 Verdugo, Patricia, André de la Victoria, Santiago, Ediciones Aconcagua, 1987, p. 30.


10 “Concesión de nacionalidad por especial gracia al sacerdote francés Pierre Albert Louis Dubois Desvignes”, Boletín de Cá-
mara de Diputados, 31 agosto de 2000, p. 13.
11 Lemuñir, op. cit., p. 26.
12 Sobre este fenómeno Cfr. Salazar, Gabriel, Violencia política popular en las grandes Alamedas, Santiago, LOM, 2003.
Garcés, Mario y Gonzalo de la Maza, La explosión de las mayorías, protesta nacional 1983-1984, Santiago, ECO, 1985. Sch-
neider, Cathy, “La movilización de las bases, poblaciones marginales y resistencia en el Chile autoritario” en Proposiciones 19,
Santiago, Sur, 1990. Weinstein, José, Los jóvenes pobladores en las protestas nacionales (1983-1984) una visión socio-política,
Santiago, CIDE, 1989. Valenzuela, Eduardo, La rebelión de los jóvenes. Un estudio de anomia social, Santiago, Ediciones Sur,
1984.
13 Ibídem, p. 27.
14 Santapau, Daniel, El evangelio hecho acción: sacerdotes franceses y pobladores de la Victoria (1983-1986), Tesis para pos-
tular al grado de Licenciado en Historia, Santiago, Universidad Católica, 2006, p.78.

Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 49
yo participé en dos: ‘misión obrera’ y en el grupo de los ‘volados’ que ayudaba a rehabilitar
jóvenes drogadictos”. María Sánchez recuerda a Jarlan: “Era el hombre de la eterna sonrisa
[…] buscaba a los jóvenes ‘volados’ para ayudarlos. Pedía la unidad de la gente ¿Y cómo lo
mataron? En su pieza, leyendo la biblia […] esto es lo último que puede existir […]”.15
André Jarlan no estuvo más de año y medio en esta población y Pierre Dubois apenas estuvo
tres años, pero sus personalidades carismáticas, humanitarias y al servicio del prójimo fueron
los ingredientes necesarios para encantar a toda una población que no sólo sufría en carne
propia la más cruda represión militar y policial, sino también con la cesantía, el sub empleo,
la delincuencia y la aparición del consumo y tráfico de drogas, principalmente entre los más
jóvenes.16 La última carta enviada por Jarlan, fechada el 20 de agosto de 1984 señalaba, en su
calidad de testigo directo, las calamidades sufridas por los pobladores victorinos:

Los ánimos están tensos. Actualmente hay protestas en cada comuna. Fue el 14
de agosto. Resultado: 35 heridos. Para explicar el grado de rabia de los jóvenes
muchos continuaron el “combate” pese a tener plomo en el cuerpo. Entre los
heridos, uno tenía 54 perdigones en una sola pierna. Otro tenía más de 200 en
todo el cuerpo […] y a causa de nuestro tipo de sacerdocio estamos en primera fila,
como testigos o actores indirectos.17

2. La tesis de la no violencia activa


Dubois planteaba la idea de la no-violencia activa que significaba la experiencia evangélica
tal como Jesús realizó predicando, juntándose con las prostitutas y cobradores de impuestos,
e indicando que la acción de amar al prójimo era lo fundamental. Por ende, el “hacerse pobre
entre los pobres” obligó a la formación de comités para curar a los heridos en las protestas
nacionales, rehabilitar a los “volados”, la formación de estrategias de participación entre la
comunidad, las ollas comunes, talleres de capacitación laboral, distribución de leche por
cuadra etc.18
El concepto de “conocer al otro” puede ligarse a la acción de los párrocos franceses. El
“volao”, el delincuente, el trabajador sumergido en la miseria y el alcoholismo, el no creyente,
todos tenían cabida dentro de la tesis planteada por Dubois. En un testimonio oral, Pierre
Dubois señaló que “Yo en Francia me convencí que el capitalismo era malo. Era una forma
de explotación del trabajo humano […] provocaba una reacción de los trabajadores que
descubrían la necesidad de estar agrupados”.19
Dubois no plantea esta estrategia con la finalidad de frenar los nexos entre movimiento popular
e izquierda política, tal cual como han realizado anteriormente otros reformistas de la Iglesia

15 “Un relato desde el pueblo”, Revista Solidaridad, 14-28 Septiembre, 1984, p. 22.
16 Se estima que en la coyuntura crítica de los años 1983-4 las tasas de desempleo y sub empleo eran las más elevadas de
toda la Dictadura. Valenzuela, op. cit.
17 Verdugo, op. cit., p. 21.
18 Ídem. También revisar “Andrés Jarlan Pourcel”, AVS Documento, N° 1106, 2 de octubre, 1985.
19 Testimonio de Pierre Dubois, 4 de Mayo, 2005, Santapau, op. cit., p. 22.

50 Historia en Movimiento Año IV · Número 4 · 2017


Católica durante el siglo XX. Si bien Dubois no comparte ciertos postulados del marxismo, si
coincide en el rol social que esta ideología ha realizado sobre las capas populares. Dubois en
una entrevista señaló:

Hace 30 años cuando yo era sacerdote recién, la Conferencia Episcopal de Francia


publicó un documento diciendo que debido a la connotación que tiene la lucha
de clases, mejor sería hablar de un combate por la justicia […] la oposición de una
clase a otra nace de la explotación de los pobres. Y para defenderse de esa lucha
hay que combatirla con justicia.20

Para Dubois el rol de la política debía ser el que no cunda el pecado social, la economía
aquella inspirada en orientaciones solidarios antes que competitivos. Pierre Dubois, relativiza
el concepto de propiedad privada puesto que todo buen cristiano debía ser generoso como
el prójimo sufriente señalando que si un rico no tiene la predisposición de deshacerse de su
riqueza no puede ser un buen cristiano.21
El sacerdote francés señala que a su juicio el pecado más grave es la “falta de amor”, su
ideología, definida por él, es un conjunto de pensamientos vinculados al movimiento obrero
compartiendo todos sus valores positivos (camarería, fraternidad, asociación horizontal,
solidaridad). También Dubois es un crítico de la democracia liberal puesto que “no creo que
la democracia resolviera todos los problemas reales pero por lo menos encaminaría hacia una
solución”.22
En medio de una época de altos índices de violencia, la tesis de Dubois y Jarlan tenía cierto
éxito, puesto que era una alternativa válida que no requería la precipitación de salidas
violentas para resolver los conflictos sociales, además de incluir a todos los actores sociales
en un mismo fin común, “si un delincuente venía a pedir ayuda donde el padre Pierre él se la
jugaba por todos. El no preguntaba ¿tú eres católico? Ninguna cosa. Él era un hermano más
que estaba herido y que estaba sufriendo”.23 La tesis de Dubois y Jarlan requería una dosis
de movilización y capacidad de ejercer soberanía popular, más aun si estas bases ya tenían
la suficiente práctica a partir de otras experiencias políticas anteriores. Según Carlos Morales:

yo creo que aquí en la Victoria hemos comprendido bien que la pelea no es


entre cristianos y no cristianos, sino todos sufrimos lo mismo. También eso lo
comprendieron los sacerdotes; por eso ellos se identificaron con nosotros y nosotros
con ellos24

Pero más allá de elucubraciones teóricas, parte de esta tesis también se manifestaba en la
práctica concreta, en específico durante las jornadas de protesta nacional. Según Lemuñir en
sus crónicas, el padre Pierre Dubois trató de impedir que carabineros ingresaran a la población
para reprimir la protesta, arrojándose debajo de las ruedas de las patrullas como también

20 El Mercurio, 22 de septiembre de 1985.


21 Santapau, op. cit., pp. 71-72.
22 “Si me echaran, Dios sabría porqué”, Las Ultimas Noticias, 11 de septiembre de 1986, p. 5.
23 Santapau, op. cit., p. 78.
24 Morales, Carlos, La Victoria de Chile, Santiago, Editorial LLaima, 1987, pp. 4-5.

Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 51
evitar que los pobladores provocaran a fuerzas especiales arrojando piedras u objetos
contundentes.25
Aun cuando los sacerdotes trataron de mitigar los conflictos entre las fuerzas represivas y los
pobladores, las situaciones de descontento superaron los controles que los párrocos trataron
de imponer por todos los medios. A modo de ejemplo, se puede citar el ingreso del alcalde
de San Miguel, Nelson Murúa en medio de manifestaciones de protesta. Dubois le advirtió
que no entrara advirtiéndole el riesgo. El alcalde fue duramente atacado y tras la paliza al día
siguiente, acusó a Dubois de ser responsable de las agresiones que fue víctima.26

3. La muerte de André Jarlan (4 de Septiembre, 1984)


En Santiago había manifestaciones en cada población combativa, un 4 de septiembre de
1984, Población La Victoria estaba acordonada de carabineros dispuestos a aplastar cualquier
forma de manifestación callejera. Ese día había muerto Hernán Barrales impactado de bala
en el Hospital Barros Luco27, lo que aumentó la animosidad por parte de los pobladores
contra las fuerzas policiales. Entre las calles Ranquil y 30 de octubre se encontraba un grupo
de periodistas cubriendo todo lo que ocurriese en la población, al ver que carabineros se
les acercaban, empezaron a huir rápidamente, las fuerzas policiales dispararon contra los
periodistas que asustados buscaron refugio en la casa parroquial. Dos de estas balas dieron
en el dormitorio de Jarlan y una de ellas lo mató. Pierre Dubois lo halló de espaldas en la
puerta, sentado, con la cabeza apoyada sobre el escritorio, encima de la Biblia abierta con el
Salmo 129:

Cuando lo vi, le dije ¿Que te pasó? No me contestó. Estaba sentado con la cabeza
caída sobre la Biblia que estaba en la mesa…No me respondía. Al verle los hoyos de
las balas me vino un tremendo golpe. Fui a buscar una doctora y lamentablemente
estaba muerto. Que horrible. Verlo sentado en esa forma […].28

No tenía dudas, fueron los carabineros y lo dijo a la prensa esa misma noche,29 Dubois relató
lo ocurrido al comunicar la noticia a los pobladores:

Fue un griterío, una histeria, una cosa tremenda, les rogué que no hicieran ningún
desmán y la cosa que encontraron para mostrar su dolor fue tremenda y emotiva.
Pusieron velas en todas las casas y en el centro de la calle. Habían centenares y
centenares de metros, muchas calles, llenas de bujías prendidas en el centro de la
calle.30

25 Lemuñir, op. cit., p. 52.


26 “El cura Dubois”, Revista Apsi, n° 23, 6 de octubre, 1985, p. 10.
27 “Designado ministro en visita”, Las Ultimas Noticias, 6 de septiembre de 1984, p. 9.
28“Pierre Dubois, no tengo ninguna duda”, La Segunda, 6 de septiembre de 1984, p. 9.
29 Ídem.
30 “Lo que dijo el Padre Pierre”, Las Últimas Noticias, 6 de septiembre de 1984, p. 10.

52 Historia en Movimiento Año IV · Número 4 · 2017


El arzobispo de Santiago Juan Fresno llegó a la casa parroquial, una vez ahí subió hasta la
habitación de paredes de madera encontrándose en la posición descrita por Dubois.31 Juan
Fresno, muestra sus condolencias expresando “dolor y justa indignación” por la muerte del
padre Jarlan, calificándolo que es un acto que “avergüenza a nuestra patria”.32 También declaró
ante la prensa que lo sucedido constituye “un llamado que Dios nos hace para que de una
vez por todas se acabe la violencia y se escuche a la gente que sólo pide justicia, trabajo y un
encuentro fraterno para que no haya tanto odio”33, agrega señalando que una bala terminó
con un misionero extraordinariamente valioso, sobre todo por la labor que desplegó entre los
jóvenes drogadictos de Población La Victoria.
El día 7 una impresionante multitud encabezada por Dubois acompaña el féretro de Jarlan
desde La Victoria hasta la Catedral de Plaza de Armas donde se oficiaron sus honras fúnebres.
Al paso del cortejo fúnebre miles de santiaguinos le rindieron homenaje en aplausos, oraciones
y flores, desde los ventanales de los edificios céntricos, papel picado cayó sobre la multitud que
frente al palacio de los tribunales, gritó a una sola voz “justicia, justicia, queremos justicia”.34
Las banderas a media asta en la población fue el símbolo del luto y el dolor, “Muchos le
lloraban, como los jóvenes que hace un mes había tomado a su cargo, los “volados” que había
intentado rehabilitar”.35

4. La expulsión de Pierre Dubois. (11 de Septiembre de 1986)


El 8 de Septiembre en el camino de Achupallas, el Cajón del Maipo, un comando del FPMR
realizó un atentado terrorista contra el dictador Augusto Pinochet, quien fracasó sólo
asesinando a la guardia que custodiaba el trayecto. Tras este intento de tiranicidio se decretó el
Estado de Sitio en todo el territorio nacional.36 También se inició una serie de allanamientos en
las poblaciones populares de Santiago y regiones, entre ellas La Victoria. Fuerzas del ejército
realizaron un intenso operativo en la población a las 6 de la mañana.37 En ese operativo fueron
arrestados Pierre Dubois junto a otros dos sacerdotes sin vínculos con La Victoria como Jaime
Lancelot y Daniel Carruette entre otros cargos por “agresión a la fuerza pública”.38
El Cardenal Juan Fresno visitó a los sacerdotes detenidos39 y buscando la forma de que no
se le revocara el permiso de permanencia en el país puesto que la Secretaría del Estado
los acusaba de “constante injerencia en actividades políticas internas e incluso en actos de

31 Verdugo, op. cit., p. 21.


32 “Dolor de Fresno por muerte de Jarlan”, Las Últimas Noticias, 6 de septiembre de 1984, p. 9.
33 Las Últimas Noticias, 5 de septiembre de 1984, p. 30. Misma noticia en “Declaración de Monseñor Fresno”, La Segunda, 5
de septiembre de 1984, p. 3.
34 Verdugo, op. cit, p. 31.
35 “Banderas a media asta en Población La Victoria”, Las Últimas Noticias, 6 de septiembre de 1984, p. 9.
36 “Bando N°1 de la Zona en Estado de Sitio”, en “Toque de queda entre las 2 y las 5 AM”, Las Ultimas Noticias, 9 de septiem-
bre de 1986 p. 9.
37 “Allanamiento militar en Población La Victoria”, La Segunda, 8 de septiembre de1986, p. 6.
38 “Arrestados seis religiosos de la Arquidiócesis de Santiago”, Las Ultimas Noticias, 9 de septiembre de 1986. Jaime Lancelot
no tenía ningún vínculo con la población puesto que era asesor de la JOC y Daniel Carruette tenía menos de un año en Chile y
apenas conocía el idioma. Sobre ambos sacerdotes desafortunados Cfr. “Aun no hay sacerdotes para reemplazar a los religiosos
franceses de La Victoria”, La Segunda, 15 de septiembre de 1986, p. 2.
39 “Fresno con sacerdotes franceses detenidos”, La Segunda, 10 de septiembre de 1986, p. 3.

Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 53
agitación y subversión del orden público”.40 El simbólico día 11 de Septiembre ordenan la
expulsión de los 3 sacerdotes a Francia.41
Los pobladores recibieron esta noticia con mucha tristeza. La casa parroquial estaba cerrada
con candado pero los victorinos pusieron afuera de la capilla fotografías de Pierre Dubois y
André Jarlan junto a una cruz de flores blancas, numerosos letreros se veían como “¡Pierre,
Jaime y Daniel; nadie los sacará de nuestros corazones! Podrán llevarse a los curas pero no
podrán sacar lo que nos enseñaron” o “Repudiamos este nuevo atropello a los derechos del
pueblo”.42
Paralelo a este hecho ocurría una nueva tragedia en La Victoria, una joven llamada Cecilia Piña
muere producto de la explosión de una bomba que la mató instantáneamente.43

CONCLUSIONES
Según Michel Foucault el acontecimiento se encuentra ligado a un sentido de quiebre de la
continuidad y en un todo opuesto a ésta. Bajo este aspecto el acontecimiento es siempre la
expresión de un proceso silencioso del cual emerge en un momento determinado, pero se
gesta paulatina y silenciosamente, y que al ser soterrado se transforma en un elemento único
e irrepetible. No sorprendería que los hechos históricos estén siempre mancomunados a
situaciones que rompen con el orden y/o la generalidad. Esta carga axiológica que se deposita
sobre este acontecimiento no sólo hace tomar conciencia de porqué repercute este sino como
adquiere trascendencia en la toma de una identidad dentro de un colectivo humano.
Según Santapau la muerte del André Jarlan junto a la expulsión de Pierre Dubois constituye
una claridad, un mito y un signo en el imaginario de la población.
Una claridad, porque tanto los sacerdotes como individuos se reconocen con el grupo que en
este caso son los pobladores. Esta relación dialéctica se puede mirar en el acontecimiento y
volver a conocerse aquellos rasgos que hasta entonces se mantenían difusos.
Un signo, ya que arrastra consigo todos los elementos que configuran el proceso histórico
del cual se alimentó, al mismo tiempo que tiene la capacidad de generar una discontinuidad
temporal encaminado hacia un nuevo proyecto de sociedad donde la constante recurrencia
de la imagen de Jarlan y Dubois son necesarios para reivindicar esta necesidad historicista.
Por último es un mito, puesto que en el acaecer del acontecimiento pugnan entre sí las fuerzas
de la conservación y del cambio, de la represión y la emancipación, etc. La capacidad de
ejercer memoria es necesaria para dar cabida a esta imperiosa necesidad de apropiarse de un
conocimiento alternativo de la oficial.44

40 “Los expulsados habrían incurrido en severas faltas”, Las Ultimas Noticias, 12 de septiembre de 1986, p.12.
41 “ Esposa de Mitterrand recibió a sacerdotes franceses”, La Segunda, 12 de Septiembre de 1986, p. 3.
42 “Tenso ambiente en La Victoria: una mujer murió y religiosos iniciaron ayuno”, La Segunda, 12 de septiembre de 1986, p. 4.
43 Ídem. También Cfr. “Bomba mató a una joven en La Victoria”, Las Ultimas Noticias, 13 de septiembre de 1986, p. 22.
44 Santapau, op. cit., pp.103-104.

54 Historia en Movimiento Año IV · Número 4 · 2017


En esencia, la muerte de André Jarlan el 4 de septiembre de 1984 y la expulsión de Pierre
Dubois el 11 de septiembre de 1986 coinciden con el triunfo de la Unidad Popular al igual que
el golpe militar de 1973, respectivamente. La experiencia de estos dos sacerdotes en Población
La Victoria se asocia, también, a la del mártir, quien entrega su vida a sus enemigos, tal como
lo hizo Jesús o sus seguidores frente al Imperio Romano. La experiencia de André Jarlan se
asocia a la capacidad de dar la vida por los pobres, a la de Pierre Dubois por ser considerado
un hombre valiente y protector de los pobres, quien fue perseguido por practicar su “fe”.

Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 55
“ Junto con el hermoso Mayo de Luz: debe levantarse
la clase oprimida del campo, de las minas, de las
salitreras, de la marina y ciudades; desplegando todas sus
energías y rebeliones, protestando de todas las injusticias y explotaciones,
proclamando la sociedad libre, la propiedad común y la patria universal.
Al empuje de los libres, no quedará en pie ningún gobierno, ni código, ni
ningún explotador, ni vestigio siquiera de la actual sociedad del mal.
De pie, erguida la frente y a la obra, proletarios del mundo, a crear la
sociedad libre arrullada por los cantos de Mayo del pueblo rebelde.

El Obrero Libre,
Nº 5, Huara, 1 de mayo de 1905
Anarquistas en el 1° de Mayo de 1919, Santiago
EL CENTRO DE ESTUDIOS
SOCIALES LA BRECHA Y EL
INTERNACIONALISMO ÁCRATA
EN EL NORTE GRANDE
(Chile, 1922-1924)
Eduardo Godoy Sepúlveda1
Ivanna Margarucci2

1 Profesor Adjunto de la Universidad de Santiago de Chile. Estudiante del Programa de Doctorado en Historia de la Universidad
de Santiago de Chile (USACH). Becario CONICYT.
2 Profesora de Enseñanza Media y Superior en Historia por la Universidad de Buenos Aires (UBA).
El obrero consciente donde quiera que vaya y donde
quiera que se encuentre, se siente hermano de todos los
explotados, de todos los tiranizados, sin importarle el color,
la nacionalidad o la raza3.

L a incorporación al territorio chileno de las provincias de Tarapacá y Antofagasta como


consecuencia de la Guerra del Pacífico (1879-1883) generó profundas transformaciones
en la economía nacional. El auge del salitre permitió el tránsito de una economía de
antiguo régimen a una de tipo capitalista, periférica, dependiente y subdesarrollada dentro del
esquema de la división internacional del trabajo. Esto, a su vez, modificó el panorama social,
cultural y político de la región, especialmente aquel de las áreas más directamente implicadas
en este proceso: las ciudades de Iquique y Antofagasta, y en el interior: la pampa salitrera4.
Trabajadores de distintas nacionalidades dieron origen a una particular sociedad local
cosmopolita, un “crisol de razas” dirán algunos autores, reunidos todos ellos en torno a las
necesidades de la nueva economía5. La proletarización y la intensa conflictividad social no
estuvieron al margen de estos cambios, y con ellos, la llegada de distintas corrientes ideológicas
contrarias al status quo, que tuvieron gran importancia en la conformación del combativo
movimiento obrero del Norte Grande6.
El anarquismo, que irrumpió en la región hacia 1898, fue determinante para ello. Pero su
actividad política, sindical y cultural –desarrollada a partir de los Centros de Estudios Sociales
(CES), las sociedades de resistencia y sus medios de propaganda– no se circunscribió a aquella
área, sino que fue consustancial a la puesta en práctica de uno de los postulados centrales de
la doctrina libertaria: el internacionalismo proletario.
Tal es así, que en la segunda década del siglo XX, el semanario anarquista “El Sembrador”,
editado en la ciudad de Iquique por el Centro Anárquico de Estudios Sociales La Brecha (CES
La Brecha), se constituyó en un espacio de sociabilidad y difusión de las ideas libertarias en el
Norte Grande chileno y en los países limítrofes (Argentina, Bolivia y Perú), logrando articular
una importante red de colaboración y apoyo mutuo entre individualidades, organizaciones y
periódicos libertarios, todo esto, siempre, bajo los principios del comunismo anárquico.
En el presente artículo nos proponemos desentrañar, desatar y volver a atar los nudos y los
cabos de esa red tan compleja como amplia, con el objeto de poder ver en funcionamiento
aquel viejo proverbio del anarquismo según el cual la patria del obrero es el mundo. Para

3 El Sembrador, Iquique, 29 de septiembre de 1923.


4 González, Sergio (comp.), La sociedad del salitre. Protagonistas, migraciones, cultura urbana y espacios públicos, Santiago,
Universidad Arturo Prat-Universidad de Valparaíso-Universidad Católica del Norte-RIL editores, 2013.
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Artaza, Pablo y Eduardo Godoy, “Hermanos en el trabajo. El internacionalismo del movimiento social tarapaqueño en la huel-
ga y masacre obrera de 1907” en Parodi, Daniel y Sergio González, Las historias que nos unen. 21 relatos para la integración
entre Perú y Chile, Lima, Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú, 2014, pp. 293-318.
6 Pinto, Julio, Trabajos y rebeldía en la pampa salitrera, Santiago, Editorial Universidad de Santiago, 1998.

Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 59
ello, nos apoyaremos en los postulados teóricos propuestos por la perspectiva transnacional,
entendiéndola –al igual que María Migueláñez– como la más apropiada para abordar las
fluidas relaciones internacionales de los grupos anarquistas “basadas en el intercambio de
información, en el conocimiento mutuo, en la solidaridad, en la circulación transfronteriza de
prensa, panfletos y libros, etc.”7.
La necesidad de ampliar la escala de análisis de las historias nacionales, característica principal
de la historiografía más tradicional –y su nacionalismo metodológico– resulta congruente con
el propio discurso y praxis de los libertarios sudamericanos al tiempo que plantea nuevas
posibilidades tanto para investigar con mayor profundidad, así como para problematizar las
conexiones e influencias mutuas entre militantes, organizaciones y movimientos ácratas de
espacios geográficos diversos8.
El artículo se estructura en dos apartados. En el primero de ellos, daremos cuenta de la llegada
de las ideas anarquistas a América Latina y a Chile, relevando algunos aspectos centrales de
su proyecto político y cultural, y la forma en que irrumpió en la ciudad de Iquique a partir de la
conformación de grupos de propaganda –como el CES La Brecha– y la aparición de la prensa
obrera. En el segundo apartado nos focalizaremos en la red de comunicación, intercambio y
solidaridad internacional construida por el grupo editor del periódico “El Sembrador” entre los
años 1922 y 1924.

LA IRRUPCIÓN DEL ANARQUISMO EN CHILE


El anarquismo como sistema abierto de ideas comenzó a elaborarse en Europa en la segunda
mitad del siglo XIX y cuestionó a todas aquellas compulsiones que aquejaban a los grupos
oprimidos por el capitalismo: los obreros, los artesanos, los campesinos, las mujeres, etc.
Pregonaba entre ellos la necesidad de una transformación profunda y radical, una revolución
económica y política, al tiempo que social y moral, capaz de derrumbar al sistema económico
capitalista y con él al Estado y a la Iglesia –tríada opresora y explotadora que encarnaba el
principio de autoridad– y a su sistema de valores.
Pero estas ideas no se propagarían sólo en el viejo continente. La incorporación de los países de
América Latina al mercado mundial y los procesos de modernización capitalista desarrollados
en ellos hacia 1880, fueron determinantes en dos sentidos para que el anarquismo se extendiera
entre los grupos subalternos latinoamericanos. En primer lugar, debido a la migración de
grandes contingentes de europeos hacia estas tierras, quienes escapando de la pobreza o
la represión en sus países de origen se radicaron aquí con la esperanza de tener un presente
y futuro mejores. En segundo lugar, la transición a la modernidad capitalista de los países
de nuestro continente provocó la emergencia de la llamada cuestión social9. La explotación

7 Migueláñez, María, “Anarquistas en red. Una historia social y cultural del movimiento libertario continental (1920-1930)”, 9°
Encontro Internacional da ANPHLAC, Universidad Federal de Gaiás, 2010, pp. 3 y 4. Véase: http://anphlac.fflch.usp.br/sites/
anphlac.fflch.usp.br/files/Martinez%20MM.pdf [Consultado 27/01/2015]
8 Véase: Berti, Giampietro, “Sobre historiografía del anarquismo” en Reconstruir 99, Buenos Aires, 1975, pp. 47-56.
9 Para el caso chileno, véase: Morris, James, Las élites, los intelectuales y el consenso. Estudio de la cuestión social y el
sistema de relaciones industriales en Chile, Santiago, Editorial del Pacífico, 1967; y Grez, Sergio, La “cuestión social” en Chile.
Ideas y debates precursores (1804-1902), Santiago, DIBAM, 1995.

60 Historia en Movimiento Año IV · Número 4 · 2017


o la desocupación, el empobrecimiento y la precarización de las condiciones de vida de los
sectores populares, junto a la frustración de las esperanzas depositadas por los inmigrantes
en América, constituyó el suelo fértil para el arraigo y crecimiento de aquellas ideas que, como
el anarquismo, cuestionaban y se proponían revertir tal estado de cosas10.
Chile no fue la excepción a todo lo anterior. Hacia fines del siglo XIX, su economía atravesó
una profunda transformación, como consecuencia del auge de la explotación del salitre cuyo
destino eran las arcas de los países europeos.
Del mismo modo, previo paso por Buenos Aires o Valparaíso e Iquique, las puertas de
entrada del Atlántico y del Pacífico, respectivamente, se afincaron en la capital, Santiago,
pero especialmente en la región del Norte Grande, inmigrantes de diverso origen. Pero las
demandas laborales de los trabajadores, junto con las oprobiosas condiciones de vida que
tenían que soportar tanto en las ciudades como en el interior del país, se conjugaron con
el socialismo y el anarquismo arribado recientemente a esos lugares con los inmigrantes
del viejo continente… Un cóctel explosivo, que detonó bastante temprano, en el pasaje del
siglo XIX al XX, con el aumento de la conflictividad social, la emergencia de organizaciones
políticas obreras cada vez más combativas y el desarrollo de las primeras huelgas generales
que estallaron entre los años 1890 y 1907.
En este contexto, los anarquistas comenzaron poco a poco a ganar protagonismo. Durante
este lapso, se han registrado, entre agrupaciones de propaganda y sociedades de (o en)
resistencia, aproximadamente cuarenta grupos anarquistas operativos en Chile. La mayoría de
ellos estaban concentrados en Santiago y Valparaíso, las dos principales ciudades industriales
y comerciales del país, pero también, se ha constatado su presencia en el norte salitrero
(Iquique, Huara, Negreiros y Estación Dolores) y, por el sur, en el Golfo de Arauco (Concepción
y Lota) y en la ciudad de Valdivia11. Dichas organizaciones, realizaron una importante labor de
difusión e intervinieron activamente en cada ciclo huelguístico que sacudió al país durante los
primeros veinte años del siglo XX: entre 1903-190712, 1912-191313 y 1917-192114.
Se observa de este modo, un cambio en el ethos colectivo del movimiento obrero y popular
chileno, el cual dejaba de lado el mutualismo para reivindicarse ahora, desde una perspectiva
clasista, anticapitalista y revolucionaria15.
Aquello que diferenció a los anarquistas de otras corrientes, como los socialistas, fue
un discurso caracterizado por un cuestionamiento profundo de los pilares del sistema de
dominación, lo cual iba desde la explotación económica y la dominación política y social hasta

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Garcés, Mario, Crisis social y motines populares en el 1900, Santiago, LOM ediciones, 2003.
11 Muñoz,
���������������
Víctor, Sin Dios Ni Patrones. Historia, diversidad y conflictos del anarquismo en la región chilena (1890-1990), Val-
paraíso, Mar y Tierra Ediciones, 2013, pp. 16-20.
12 Ortiz, Fernando, El movimiento obrero en Chile 1891-1919. Antecedentes, Madrid, Ediciones Michay S.A., 1985.
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Véase en particular: Godoy, Eduardo, “1907 (Iquique) y 1913 (Valparaíso): Debacle y rearticulación. Dos hitos en la historia del
movimiento obrero-popular chileno” en Artaza, Pablo, Sergio González y Susana Jiles, A cien años de la masacre de Santa María
de Iquique, Santiago, LOM ediciones, 2009, pp. 253-270. Véase, asimismo, Godoy, Eduardo, La huelga del mono. Los anarquis-
tas y las movilizaciones contra el retrato obligatorio (1913, Valparaíso), Santiago, Editorial Quimantú, 2014; y Godoy, Eduardo,
“‘Sepan que la tiranía de arriba, enjendra la rebelión de abajo’. Represión contra los anarquistas: La historia de Voltaire Argandoña
y Hortensia Quinio (Santiago, 1913)” en Cuadernos de Historia n°27, Universidad de Chile, Santiago, 2007, pp. 75-124.
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DeShazo, Peter, Trabajadores urbanos y sindicatos en Chile, 1902-1927, Santiago, DIBAM, 2008.
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Grez, Sergio, Los anarquistas y el movimiento obrero. La alborada de “la Idea” en Chile 1893-1915, Santiago, LOM ediciones,
2007.

Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 61
la opresión religiosa, moral y cultural16. Consecuentemente, sólo a través de una acción política
mancomunada y la generación de una cultura y moral antagónica a la burguesa, los seres
humanos podrían combatir y emanciparse de sus opresores.
Por este motivo, en el caso del anarquismo chileno, replicando otras experiencias a nivel
continental y mundial, la dimensión cultural fue un elemento medular de su desarrollo ideológico.
Política y cultura para los libertarios no pueden ser pensadas por separado. Como señala el
historiador Manuel Lagos: “Las actividades subversivas no eran solamente las relacionadas con
la agitación social, sino por sobre todo con aquellas que iban forjando en las mentes nuevos
valores, nuevas prácticas, formando mentes libres y abiertas a la emancipación”17.
¿Cuáles fueron esas iniciativas culturales ácratas? La formación de una serie de espacios de
sociabilidad autónomos, nutridos de una serie de prácticas culturales alternativas, en las
que la propaganda, a través de la prensa escrita y la distribución e intercambio de material
doctrinario, adquirió un lugar central. El elemento más relevante del dispositivo cultural
desarrollado por los libertarios, a decir de Juan Suriano para el caso argentino18.
El principio de autoridad y la religión no eran los únicos elementos considerados como
“irracionales” de acuerdo a la lógica de pensamiento anarquista, la misma noción de “patria”
y la existencia de los ejércitos también entraban dentro de esta categoría. La clase explotada
y oprimida era una sola, la misma en todo el mundo. Los Estados y con ellos las naciones y
sus límites, eran una ficción refuncionalizada por el capitalismo, con el objeto de crear falsas
lealtades y dividir y oponer a los proletarios de cada país. A contracorriente, pregonaron la
solidaridad y el internacionalismo proletario, el motor que ponía en movimiento la actividad
anarquista. Así las cosas, la revolución social tenía como norte

la supresión de las naciones y fronteras, preconizando el amor y el afecto entre


los hombres; marcha pues, hacia la anulación de las pequeñas patrias llenas
de belicosidad, odio y guerra, pero elabora en el mundo la gran patria universal,
donde el odio de potencia y de raza sea convertido en mutuo y recíproco afecto;
de ahí que la anarquía sea anti-guerrera e internacional19.

Por lo tanto, el objetivo principal de la propaganda libertaria, la difusión de las ideas con el
propósito de ganar adeptos para la causa y multiplicar los “agentes revolucionarios”, no se
constriñó a la localidad o inclusive al territorio nacional, sino que esta burló y atravesó sus
“falsas” fronteras. Actividad propagandística que adquiriría una dinámica bastante particular
en la región del norte salitrero chileno.

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Godoy, Eduardo, “Lucha temperante y “amor libre”. Entre lo prometeico y lo dionisiaco: El discurso moral de los anarquistas
chilenos al despuntar el siglo XX” en Cuadernos de Historia n°34, Universidad de Chile, Santiago, 2011, pp. 127-154; y Godoy,
Eduardo, “El discurso moral de los anarquistas chilenos en torno al alcohol a comienzos del siglo XX” en Yáñez, Juan Carlos
(ed.), Alcohol y Trabajo. El alcohol y la formación de las identidades laborales en Chile, Siglos XIX y XX, Osorno, Editorial Uni-
versidad de Los Lagos/PEDCH, 2008, pp. 121-144.
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Lagos, Manuel, Los subversivos. Las maquinaciones del poder.“República” de Chile, 1920. Santiago, Editorial Quimantú,
2012, p. 56. El énfasis es del original.
�����������������
Suriano, Juan, Anarquistas. Cultura y política libertaria en Buenos Aires, 1890-1910, Buenos Aires, Manantial, 2001.
��El Sembrador, Iquique, 27 de enero de 1923.

62 Historia en Movimiento Año IV · Número 4 · 2017


Después de la incorporación de la provincia de Tarapacá al territorio nacional como
consecuencia de la Guerra del Pacífico, la ciudad de Iquique se convirtió en el epicentro de la
economía del salitre, al tiempo que una de las urbes más dinámicas e importantes del Chile
decimonónico y de las primeras décadas del siglo XX20.
Producto de su conformación como una región cosmopolita, al recibir trabajadores de las más
diversas procedencias –de Argentina, Bolivia y Perú; de Inglaterra, Alemania y Yugoslavia; e
incluso, hasta de China– las organizaciones obreras tarapaqueñas, tuvieron una característica
distintiva: el multiculturalismo plurinacional y multiétnico. Así, la identidad obrera pampina
se caracterizó por un profundo clasismo e internacionalismo, anclado en su propio origen,
refrendado por la permanente e intensa movilidad regional de trabajadores (particularmente,
dentro del espacio geográfico conformado por el norte de Chile, el noroeste de la Argentina,
el oeste de Bolivia y el sur de Perú, área donde no existía una frontera cerrada e inclusive
bien delimitada y lugar de grandes flujos migratorios transnacionales) y potenciado por las
organizaciones revolucionarias, socialistas y anarquistas21.
Los registros más antiguos de actividad anarquista en Tarapacá datan de 1898. Durante ese
año el escritor peruano Mario Centore publicó el periódico “La Voz de Abajo”22. Posteriormente,
durante los primeros años del siglo XX, se registró una progresiva actividad organizativa
y editorial de grupos anarquistas en Iquique y en las oficinas salitreras circundantes,
especialmente en las localidades de Huara y en La Estación Dolores23.
Las consecuencias de la huelga grande de 1907 seguida de la llamada matanza de la Escuela
Santa María de Iquique y la represión que le sobrevino, impactaron de modo negativo en el
movimiento obrero y popular chileno24. El reflujo duró hasta el ciclo huelguístico de los años
1912-1913, cuando se produjo un proceso de rearticulación y reorganización a nivel nacional, en
torno a la lucha contra el retrato obligatorio implantado en los trabajadores de los Ferrocarriles
del Estado de la ciudad de Valparaíso25.
En ese contexto de rearticulación iniciado en el bienio 1912-1913, el 17 de noviembre de 1915
algunos obreros y destacados activistas ácratas fundaron en Iquique el Centro Anárquico de
Estudios Sociales La Brecha, uno de los principales focos de propaganda libertaria en todo Chile26.
Como señala Suriano, la finalidad de estos Centros de Estudios Sociales (CES) tenía que ver
con aunar voluntades y formar a la clase trabajadora en las ideas y los valores libertarios y
procurar su elevación intelectual y moral. En ellos se ofrecían clases de idioma, aritmética,
historia natural, geografía, música, dibujo –entre otras materias– y se dictaban conferencias

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Muñoz, Víctor, Cuando las bombas son de papel. El Estado y la propaganda anarquista impresa (Región Chilena, 1925-
1927), Talca, Ediciones Acéfalo, p. 89.
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Véase: González, Sergio, “De la solidaridad a la xenofobia: Tarapacá 1907-1911” en Artaza, Pablo (et.al.), A 90 años de los
sucesos de la Escuela Santa María de Iquique, Santiago, DIBAM-LOM ediciones-Universidad Arturo Prat, 1998, pp. 93-117; y Ar-
taza, Pablo, “Del internacionalismo clasista a la xenofobia nacionalista. Participación popular en las Ligas Patrióticas de Tarapacá
en 1911”, en Dimensión Histórica de Chile, n°19, UMCE, 2004/2005, pp. 113-148.
22 Grez, Sergio, Los anarquistas y el movimiento obrero. La alborada de “la Idea”en Chile 1893-1915, Santiago, LOM ediciones,
2007, p. 93.
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Ídem..
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Artaza, Pablo, Movimiento social y politización popular en Tarapacá, 1900-1912, Concepción, Ediciones Escaparate, 2006.
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Godoy, Eduardo, “1907 (Iquique) y 1913 (Valparaíso): Debacle y rearticulación…”, op. cit., pp. 253-270; Godoy, Eduardo, La
huelga del mono. Los anarquistas…, op. cit.; y DeShazo, Peter, Trabajadores urbanos y sindicatos…, op. cit.
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Muñoz, Víctor, Cuando las bombas son de papel…, op. cit., pp. 92-96.

Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 63
sociológicas sobre la cuestión social. De esta manera, se constituyeron como alternativas
pedagógicas contra hegemónicas al sistema educativo estatal, combatido por ser considerado
funcional y tendiente a la reproducción del sistema capitalista27.
El CES La Brecha de Iquique no fue la excepción. La agrupación desarrolló diversas actividades
culturales y fomentó polémicas públicas para difundir sus propuestas. En consonancia con lo
anterior, el CES se convirtió más tarde en el grupo responsable de la edición de dos importantes
publicaciones obreras y anarquistas de la ciudad: “El Surco” (1917-1921) y “El Sembrador” (1922-
1924). Su principal objetivo fue así la “constante creación de espacios de difusión de cultura
libertaria”28.
No obstante, lo anterior no le impidió intervenir en las manifestaciones políticas del momento
así como dar la pelea para conquistar la hegemonía dentro de la clase obrera, como lo hizo por
ejemplo con los socialistas nucleados en torno al Partido Obrero Socialista (POS) y a Luis Emilio
Recabarren29. Como señalamos, la política y la cultura fueron dos aspectos inescindibles, las
dos caras de una misma moneda, de la lucha ácrata.
Gracias a esta intensa actividad, el CES La Brecha se constituyó en el germen de otras
iniciativas políticas y culturales del Norte Grande.

EL INTERNACIONALISMO LIBERTARIO EN EL NORTE GRANDE. EL


SEMBRADOR Y SUS CONTACTOS INTERNACIONALES
Según algunos autores, las principales vías de alimentación teórica del anarquismo chileno
fueron, para el período entre 1915 y 1927, dos. En primer lugar, la ruta que conectaba a Europa
con Buenos Aires y desde ahí, Santiago. En segundo lugar, aquella articulada en torno a los
puertos del Pacífico, cuyo eje fueron las ciudades de Valparaíso, al sur, y de Iquique, al norte30.
Sin negar este planteamiento, los contactos internacionales del CES La Brecha nos sugieren
que aquellas vías tuvieron un carácter más complejo y descentralizado que lo que él sostiene…
Gracias a esta agrupación, a comienzos de la década de 1920, la ciudad de Iquique se constituyó
en un centro neurálgico de la propaganda ácrata en el Norte Grande chileno. Pero como ya
señalamos, la actividad de estos anarquistas, de diversas nacionalidades, internacionalistas,
desbordó los límites nacionales y se extendió a los países vecinos y a otros más alejados. Fue
de este modo como, primero “El Surco”, y luego “El Sembrador”, aportaron en la construcción
de una vasta red –en verdad, “redes”– de comunicación, intercambio y solidaridad internacional
con otros movimientos anarquistas.
La primera de las publicaciones, “El Surco”, según aparece detallado en sus páginas, era distribuido
en el norte salitrero, en el valle central y en algunos poblados del sur de Chile31. Los contactos

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Para mayores antecedentes, véase: Suriano, Juan, Anarquistas. Cultura y política libertaria…, op. cit., pp. 45-57.
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Muñoz, Víctor, Cuando las bombas son de papel…, op. cit., p. 92.
29 Muñoz,
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Víctor, Cuando la patria mata. La historia del anarquista Julio Rebosio (1914-1920), Santiago, Editorial Universidad
de Santiago, 2011.
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Muñoz, Víctor, Cuando las bombas son de papel…, op. cit., p. 25.
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Muñoz, Víctor, Cuando la patria mata..., op.cit., p. 49.

64 Historia en Movimiento Año IV · Número 4 · 2017


internacionales que su grupo editor logró cultivar en el transcurso de cuatro años, fueron tan
variados como extensas las distancias que esta modesta publicación recorría toda vez que salía
de imprenta. Podemos decir, que esa parábola abarcó desde el sur hasta el norte de nuestro
continente. Así, advertimos relaciones con individualidades y grupos de: Argentina, en Buenos
Aires, con “La Protesta”, “La Obra”, el Centro Vegetariano Naturista Sol y Tierra y otros, y en
Mendoza, con el anarquista chileno Víctor Marín y el periódico “Pensamiento Nuevo”; Uruguay,
con los editores de los periódicos de “La Batalla” y “El Hombre” de Montevideo; Perú, con los
de las publicaciones “La Protesta”, de Lima, y “Plumadas de Rebeldía”, del Callao; México, con
anarquistas de la ciudad de Aguascalientes; y en Estados Unidos, con miembros de la Industrial
Workers of the World (IWW) y la agrupación libertaria Fraternidad de Boston, Massachusetts32.
El semanario “El Sembrador”, editado desde agosto de 1922, no hizo más que perfeccionar
a la vez que ampliar los vínculos establecidos por su predecesor. En este sentido, se destaca
el nexo con organizaciones e individualidades procedentes de las más importantes ciudades
de España33. A través de estas, los miembros del CES La Brecha, encargado de la edición del
semanario, recibían folletos, periódicos y revistas para la lectura (por ejemplo, “La Revista
Blanca”) o para la venta (“Generación Consciente”). De este modo, en las páginas de “El
Sembrador”, se promovía la suscripción a las publicaciones españolas o se reproducían algunos
de sus artículos o extractos de los mismos. Como contrapartida, se enviaban ejemplares de
la publicación chilena, en especial, hacia Barcelona a través de los miembros de la agrupación
Amigos de la Enseñanza, quienes la distribuían en la Península Ibérica.
Como dijimos, por estas redes circulaban no sólo materiales de difusión, sino también la
solidaridad de los compañeros. En 1923, se inició en Iquique una profusa campaña apoyando
la reedición de “La Revista Blanca” en la ciudad de Barcelona fundada en 1898. Celedonio
Enrique Arenas, fundador y miembro del CES La Brecha34, mantuvo contacto epistolar directo
con el promotor de dicha empresa, el libertario español Federico Urales. Así pues, en las páginas
de “El Sembrador” aparecía un llamado de solidaridad, solicitando la cooperación económica
voluntaria de los lectores35. El objetivo fue logrado y el día 21 de abril de 1923 enviaban hacia
España, a nombre del compañero F. Urales, el total de las erogaciones recaudadas36: treinta y
dos pesos chilenos, el equivalente a veintiuna peseta con treinta y cinco centavos37.
Las relaciones internacionales de “El Sembrador” se proyectaron desde la “madre patria” y el viejo
continente hacia América Latina. Durante esos años, 1922-1926, el intelectual anarquista Diego
Abad de Santillán –de nacionalidad española, pero de gran trascendencia en el movimiento
libertario argentino–38, vivía en Berlín, Alemania. Con él los editores del semanario chileno

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Para la IWW, véase: Renshaw, Patrick, Wobblies, Historia de la Industrial Workers of the World, Islas Canarias, CNT-AIT, 2004.
33 Entre ellas caben mencionar: Tarragona (con la Biblioteca “Acracia”), Zaragoza (con el Sindicato Único de Alimentación),
Madrid (con el periódico “La Vanguardia Mercantil”), Alicante (con el grupo La Redención y la revista Generación Consciente de
Alcoy), La Coruña (con el periódico “Solidaridad Obrera”) y Barcelona (con la Agrupación “Amigos de la Enseñanza”, los editores
de “La Revista Blanca” y la nueva editorial “El Sembrador”).
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Para una breve biografía de Celedonio Enrique Arenas, véase: Grupo Anarquista Libertad, Presencia anarquista, La Calera,
Ediciones del Grupo Anarquista Libertad, 1959, p. 9. Agradecemos especialmente a la historiadora Marianne Enckell del Centre
International de Recherches sur l’Anarchisme (CIRA) de Lausanne (Suiza) por enviarnos de forma digital dicho folleto.
��El Sembrador, Iquique, 27 de enero de 1923.
��El Sembrador, Iquique, 21 de abril de 1923.
��El Sembrador, Iquique, 19 de mayo de 1923.
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Diego Abad de Santillán nació en la provincia de León, España, el 20 de mayo de 1897. Arribó junto a su madre y hermanos a
la Argentina en 1905, siguiendo a su padre que lo había hecho cinco años antes. En 1912, nuevamente en España, entró en con-
tacto con las ideas ácratas y conoció a importantes figuras del anarquismo español, entre otras, a José Prat y Anselmo Lorenzo.

Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 65
tuvieron también una estrecha vinculación. Abad de Santillán además de desempeñarse como
un activo colaborador a través del envío de artículos reproducidos en el órgano de propaganda,
fue el nexo directo entre “El Sembrador” y “La Protesta” de Buenos Aires39, y entre este último
y la Asociación Internacional de Trabajadores (AIT), refundada en diciembre de 1922.
El relacionamiento entablado entre el semanario chileno y el periódico argentino tuvo distintas
aristas y fue beneficioso para ambos. Así, por ejemplo, para septiembre de 1923, “La Protesta”
aparecía contribuyendo con una importante donación de libros en una campaña orquestada
en la Argentina para dotar a los miembros del CES La Brecha de una imprenta propia. Sucedía
que “la imprenta donde se edita este semanario [“El Sembrador”] hallase enajenada al
Gremio de Cargadores por una deuda que tiene pendiente el Centro Anárquico ‘La Brecha’”40.
¿Como contrapartida, tal vez?, en noviembre de ese año, “El Sembrador” ofrecía a sus lectores
“el magnífico y doctrinario” suplemento editado por “la mejor publicación anarquista que se
publica en Sud América”, por la módica suma de 30 centavos41.
Pero en realidad, como se deriva de lo anterior, “La Protesta” fue uno de los tantos valiosos
contactos que “El Sembrador” cosechó en suelo argentino. Al igual que en el caso español,
se trató tanto de agrupaciones más bien orgánicas, sindicales o con otros objetivos, como de
emprendimientos editoriales42, cuyas producciones difundían entre los ávidos de materiales
doctrinarios trabajadores salitreros. Muchos fueron los nexos, y también, muchas fueron
las personas que hicieron posibles aquellos contactos. Tal fue el caso, por ejemplo, de los
anarquistas chilenos radicados en Buenos Aires Modesto Oyarzún y Víctor Marín (quien había
residido previamente en la ciudad de Mendoza). Este último, en calidad de “corresponsal” de
“El Sembrador” desde noviembre de 192343, colaboró con artículos informativos y doctrinarios,
pero también reuniendo los aportes en dinero44 o propaganda provenientes de organizaciones
libertarias porteñas y de otros puntos de la Argentina.
De crucial importancia en la relación Argentina-Chile, fue el envío de materiales impresos,
libros y folletos, desde Buenos Aires luego vendidos y distribuidos en el país trasandino.
Quienes se destacaron por ello fueron dos editoriales, “Argonauta” y “La Protesta” –ligada al
periódico homónimo–. Según María Migueláñez, ambos grupos contaron “con la colaboración

En 1918, luego de falsificar sus documentos de identificación para evitar el servicio militar, emigró nuevamente hacia Buenos
Aires, donde participó activamente en la edición del periódico “La Protesta”, una de las más importantes publicaciones anar-
quistas sudamericanas, fundada en 1897. Para sus antecedentes biográficos véase, entre otros, De la Rosa, María, “La figura de
Diego Abad de Santillán como nexo entre el anarquismo argentino, europeo y latinoamericano, 1920-1930” en Iberoamericana
XII n°48, 2012, pp. 21-40; y Migueláñez, María, “Diego Abad de Santillán (1897-1983): Los viajes doctrinarios de un anarquista
trasnacional” en Pérez Ledesma, Manuel (ed.), Trayectorias trasatlánticas: personajes y redes entre la Península Ibérica y el
continente americano (1808-1978), Madrid, Polifemo, 2013.
39 Véase las siguientes ediciones del periódico: El Sembrador, Iquique, 30 de diciembre de 1922, 06 de enero de 1923 y 31 de
marzo de 1923.
40 El Sembrador, Iquique, 08 de septiembre de 1923.
��El Sembrador, Iquique, 10 de noviembre de 1923.
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Sin agotar el largo listado de agrupamientos con los que se relacionó, señalamos algunos de los que lo integran, con el fin
de poner en evidencia la extensión de esa lista. De la ciudad de Buenos Aires, se destacan, la Federación Obrera Regional
Argentina (FORA), los grupos Humanidad Nueva, de Propaganda Internacional, ‘Artes y Natura’, ‘Amor, Ciencias y Libertad’,
el Comité de Agitación Pro Libertad de los Anarquistas en Rusia y la Biblioteca La Palestra, así como los periódicos “La Antor-
cha” -libertario, enemistado con “La Protesta”- “El Peludo” e “Ideas” -de difusión más masiva- y la editorial “Argonauta”. Otra
publicación con la que mantuvo relaciones fue la anarcofeminista “Nuestra Tribuna”, de la localidad de Necochea, en la provin-
cia de Buenos Aires. Finalmente, de la ciudad de Rosario, Santa Fe, caben mencionar: el Centro Anárquico Antonio Loredo, la
Biblioteca Popular Cultura y Libertad y el Archivo Anarquista Americano.
��El Sembrador, Iquique, 10 de noviembre de 1923.
��El Sembrador, Iquique, 15 de marzo de 1924.

66 Historia en Movimiento Año IV · Número 4 · 2017


de numerosos compañeros europeos […] y la intensa labor de mediación realizada por
Santillán…” y se dieron la tarea de

sacar a la luz, y poner en circulación más allá de las fronteras argentinas, una
colección que reuniera las obras de los principales pensadores ácratas de renombre
internacional con el objetivo de cumplir con la obra de cultura y de capacitación del
proletariado para el conjunto de países de habla castellana45.

Una verdadera obra de “ilustración” libertaria, que no deja de asombrar por la cantidad y
variedad de títulos editados46, puestos en circulación no sólo en Chile, sino también en Bolivia
y Perú. Así se manifestaba en las páginas de “El Sembrador”:

Avisamos a los compañeros de Chile, Perú y Bolivia que tanto los libros que editen
la Editorial “Argonauta”, como la Editorial “La Protesta”, se pidan directamente
a EL SEMBRADOR. Todo pedido que se haga debe venir acompañado de su
correspondiente importe47.

En el caso específico de Bolivia, el principal responsable de la distribución y difusión de


material procedente de Chile, fue Luis Cusicanqui Durán, mecánico y tornero, mestizo, quien
por esos años se convertiría en uno de los principales activistas del anarquismo boliviano. En
verdad, los vínculos de Cusicanqui con Chile eran previos: de joven, a comienzos del S. XX,
se había trasladado y vivido en ese país, desempeñándose –al igual que muchos bolivianos,
peruanos y argentinos– como obrero en las oficinas salitreras del norte. Fue así como este
y otros migrantes bolivianos, tomaron contacto por vez primera con el anarquismo48. En
septiembre de 1923, ya de vuelta en Bolivia, felicitaba a “El Sembrador” por su año de vida,
cumplido durante agosto:

Un año de vida cumplió nuestro semanario. Un año de lucha incesante contra


todos los enemigos de la libertad. Contra todos los enemigos de la emancipación
integral del hombre. Los hombres que no luchan por satisfacer bastardas
ambiciones personales, sino por una causa grande y noble […] Espero la llegada
del N°105 que será una alegría para mí y para mis compañeros de lucha, entonces

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Migueláñez, María, “Anarquistas en red…”, op.cit., p. 11.
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De la Editorial Argonauta: “Artista y rebeldes” y “Bolshevismo y anarquismo” (R. Rocker); “Dictadura y revolución” y “La
crisis del anarquismo” (L. Fabbri); “Nicolai y el pensamiento social contemporáneo” (R. Rolland); “Páginas de lucha cotidiana”
(E. Malatesta). De la Editorial La Protesta: 1. Libros: “Mi comunismo” (S. Faure); “El Estado, su rol, histórico. El Estado Mod-
erno” (P. Kropotkine); “Los anarquistas (estudio y réplica)” (C. Lombroso y R. Mella); “Sembrando Flores” (F. Urales); “La Ukrania
revolucionaria” (A. Souchy); “Temas subversivos” (S. Faure). 2. Folletos: “La revolución en Italia” (E. Malatesta); “Contra todo y
contra todos” (L. Zoais); “Más allá de la política” (A. Medina); “El sindicalismo frente a la política” (Valentín de Pedro); “Reseña
histórica del movimiento obrero internacional” (M. Pommercy); “Primero de Mayo” (P. Gori); “El arte y la rebeldía” (F. Pellontier);
“De la Patria” (A. Hamon); “República y anarquía” (N. Converti); “Necesidad de la asociación” (J. Prat); “La ley y la autoridad” (P.
Kropotkine); “A los jóvenes” (P. Kropotkine); “Abriendo surco” (R. Flores Magon).
��El Sembrador, Iquique, 18 de agosto de 1923.
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Margarucci, Ivanna, “De la trayectoria individual a la historia social. Luis Cusicanqui Durán y la experiencia del anarquismo
boliviano durante las décadas de 1920 y 1940”. Ponencia presentada en las IV Jornadas Internacionais de Problemas Latino-
americanos: “América Latina: lutas, experiências e debates por uma integração dos povos”, Foz do Iguaçu, Brasil, 2014.

Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 67
diré que EL SEMBRADOR es la piedra angular de Chile, y no solamente de ese
país, sino también de Bolivia” (Luis Cusicanqui, La Paz, Bolivia)49.

“El Sembrador” no era para Cusicanqui el semanario de los compañeros iquiqueños, sino
“nuestro semanario”, “piedra angular” para los movimientos de Chile y de Bolivia. Se ve aquí
una consecuencia fundamental del relacionamiento internacional estructurado en torno a
esta publicación: la importancia de las redes de difusión continentalmente bifurcadas, de
cara al desarrollo de los movimientos libertarios locales, sobre todo de aquellos más “débiles”,
como el de Bolivia.

En verdad, para ese momento, el movimiento libertario boliviano se encontraba en plena


etapa de gestación, padeciendo de un “retraso” relativo, si se lo compara con experiencias
vecinas –como Argentina, Uruguay y Chile en donde la ideología se había hecho presente
en el medio obrero a fines del s. XIX a través de la inmigración europea–. Esta particularidad
boliviana se relaciona con otra: la modalidad de llegada del anarquismo, la cual no se dio por
esa vía “directa”, sino a partir de varias “vías indirectas sudamericanas”, entre las que cabe
mencionar: los activistas procedentes de la Argentina (militantes, crotos y toda la variedad de
personajes existentes en el “medio” entre estas dos clases de propagandistas) y los trabajadores
provenientes de Chile (Santiago o el norte salitrero), de esa nacionalidad o bolivianos, como
Cusicanqui50. A lo que cabría agregar, por lo antedicho, la difusión orquestada desde el norte
salitrero chileno por el semanario “El Sembrador” y por el CES fundado en 1915.

Los contactos no fueron sólo individuales. Por intermedio de Cusicanqui, el periódico


iquiqueño se conectó con la primera agrupación anarquista de difusión en Bolivia, el Grupo
de Propaganda Libertaria La Antorcha, nacida días después que Cusicanqui lo congratulaba
por su aniversario, el 9 de septiembre de 192351.

Bajo este nombre un núcleo de jóvenes entusiastas y amantes de la libertad y


la justicia han constituido en La Paz (Bolivia), una agrupación para difundir las
ideas anarquistas […] Este nuevo centro de propaganda anárquica desea tener
relaciones con todas las agrupaciones del mundo, para cuyo efecto pueden dirigir
la correspondencia a Luis Cusicanqui D.- Calle Linares 97- La Paz, Bolivia52.

Así daba a conocer la noticia en Chile “El Sembrador”. Establecer contactos con los grupos
editores de publicaciones ácratas del exterior –Argentina, Uruguay, Perú, Chile…–, con el objeto
de solicitarles periódicos, folletos y volantes, para luego distribuirlos entre la población urbana
y campesina. Esa fue una de las principales tareas a las que se abocó “La Antorcha” boliviana.
Lo mismo que el CES La Brecha hacía desde Iquique. Así pues, no sólo se difundían las ideas,
también se replicaban los modelos organizativos.

��El Sembrador, Iquique, 1° de septiembre de 1923.


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Margarucci, Ivanna, “De cholas, artesanos e indígenas: las ideas anarquistas en Bolivia” en Ni Calco Ni Copia. Revista del Taller
de Problemas de América Latina n°3, 2010, pp. 141-162. Véase, asimismo, Margarucci, Ivanna, “La experiencia anarquista en el
movimiento obrero boliviano”, en Revista Deconstruir. Pensamiento Libertario Periférico n°1, Buenos Aires, 2009, pp. 38-45.
��El Sembrador, Iquique, 18 de agosto de 1923.
��El Sembrador, Iquique, 27 de octubre de 1923.

68 Historia en Movimiento Año IV · Número 4 · 2017


A diferencia del caso boliviano, en el Perú, los nexos con el anarquismo chileno se remontan a
los primeros años del siglo XX. Los periódicos “El Hambriento”, “El Oprimido” y “La Protesta”
de Lima, Perú, y “La Batalla” de Santiago y “El Surco” de Iquique, Chile “se intercambiaban
y difundían esmeradamente en ambos países. También se alimentaban recíprocamente con
artículos, cartas, notas, informaciones y poemas”53. Así, como sucedió con la Argentina, “El
Sembrador”, no hará más que retomar y extender esos vínculos. Entre 1922 y 1924, estrechó
lazos con organizaciones limeñas (la Agrupación Libertaria Inquietud, la Biblioteca Obrera y
el Grupo Hacia el Porvenir) y arequipeñas (la Federación de Trabajadores de la Construcción
y la Asamblea Obrero-Estudiantil). El Grupo Hacia el Porvenir, recibirá ejemplares de
“El Sembrador”, así como otros materiales procedentes de España y de Buenos Aires, y
enviará hacia Chile, folletos escritos por Andrés Colomer (“La anarquía no es una secta” y
“La anarquía y la organización del trabajo”) y Sebastián Faure (“Lo que nosotros queremos”,
“Nuestra revolución” y “La sociedad comunista libertaria”), de cuya edición la agrupación fue
responsable en 1924. El mismo rol de receptor de materiales chilenos, argentinos y españoles
fue cumplido por el propagandista M. Factor Lama, en Arequipa.
Las conexiones internacionales de “El Sembrador”, se apoyaron, dijimos, sobre aquellas que
previamente había tendido “El Surco”. Así, además de Argentina y Perú, el activo núcleo
ácrata iquiqueño reprodujo el contacto con agrupaciones de Uruguay –con los periódicos
montevideanos “Acción Cultural” y “El Hombre”, insistentemente publicitado, como “La
Protesta” de Buenos Aires, en las páginas de “El Sembrador”–; de México –en donde el Grupo
Cultura Racional de Aguascalientes, será su distribuidor– y de Estados Unidos –país, cuyos
puntos de contacto fueron el activista chileno José Chamorro (¿José Marinero?), miembro
de la IWW, y la Revista “Aurora”, ambos de Nueva York–. A las redes viejas, se le superponían
nuevas, como aquellas trazadas hacia los distantes Paraguay –mediante la Agrupación El
Combate y el boletín “Renovación” de su capital– y Brasil a través del activista José Alves,
quien además distribuía material procedente de Argentina y España enviados desde Chile54, y
la Editorial Lux, en Río de Janeiro.

A MODO DE CONCLUSIÓN
El Centro de Estudios Sociales La Brecha de Iquique, a través de “El Sembrador”, mantuvo
una fluida comunicación con organizaciones ácratas europeas, principalmente españolas,
y argentinas, de las que recibió mensualmente una gran cantidad de material doctrinario
(periódicos, libros y folletos), distribuido junto al semanario a lo largo de Chile y a otros países
de Sudamérica: Bolivia y Perú, y en menor medida, Uruguay, Paraguay, Brasil y México.
Así, las rutas del anarquismo europeo y latinoamericano fueron tan complejas como variadas,
“enredadas” podríamos decir –como si de los hilos de una madeja de lana se tratara–. Pero
al desatar los nudos y los cabos del ovillo, hemos podido ver la forma en que la red de

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De la Tierra, Manuel, “Sembrando en el desierto. Notas sobre los orígenes de la fraternidad anarquista peruano-chilena”, en
Acción Directa n°1, Lima, 2011, pp. 5 y 7 (continuación).
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En la edición del 21 de abril de 1923 los miembros de El Sembrador acusaban recibo de material proveniente de Río de
Janeiro. Señalan al respecto: “Hemos recibido de la “Editorial Lux” de Río de Janeiro, 20 folletos escritos en portugués”. Véase: El
Sembrador, Iquique, 21 de abril de 1923.

Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 69
cooperación y solidaridad construida por El Sembrador potenció, no sólo al CES La Brecha
y al anarquismo chileno, sino a algunos movimientos ácratas de Sudamérica, tanto desde
el punto de vista propagandístico e ideológico como organizativo. Claro que esto no fue una
característica distintiva de aquel emprendimiento editorial y el agrupamiento que lo sostuvo;
sólo que llama la atención los intensos contactos y proselitismo internacional que podemos
ver consignadas en sus páginas.
El análisis de cerca de aquel circuito nos permitió ver también que las relaciones no fueron
unidireccionales, en un solo sentido. En verdad, fueron de ida y de vuelta, posibilitando que los
movimientos más “potentes” promovieran el desarrollo de los de “menor fuerza” al tiempo
que los últimos –al enviar sus publicaciones y su solidaridad o difundir los materiales que
aquellos editaban– incidieran positivamente sobre los primeros. Así, el sentido de circulación
de ideas y prácticas políticas, fue ante todo, multidireccional y de retroalimentación mutua.
Con la experiencia histórica que aquí describimos, el anarquismo ha venido a ratificar su
carácter apátrida y trasnacional. La puesta en práctica de un real y verdadero internacionalismo
proletario.

70 Historia en Movimiento Año IV · Número 4 · 2017


SER DE IZQUIERDA:
SOCIALIZACIÓN POLÍTICA
EN LA CONSTRUCCIÓN DE
IDENTIDADES DE IZQUIERDA
DE MUJERES MILITANTES DEL
GRAN CONCEPCIÓN EN LA
DÉCADA DEL 60’1
Gina Inostroza Retamal2

1 Avance de Capítulo de Tesis Doctoral.


2 Magíster en Historia, Universidad de Concepción 1999, Doctorando en Historia, Mención Historia de Chile, Universidad de
Chile, Becaria Conicyt 2013.

Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 71
Mural Mujeres, Memorias, Resistencias en Lorenzo Arenas
(Concepción, Septiembre 2016). Centro Cultural por la Memoria la Monche,
Colectivo VAMP, Taller fotográfico de Ex Presas Políticas

A partir de la década de 1980 la Historia Política resurgió en los ámbitos anglosajones y


franceses, con réplicas en el ámbito latinoamericano. Nuevas y viejas preguntas sobre
cultura política, actitudes, redes y movimientos sociales se apropiaron del campo
investigativo, lo cual redundó en replantearse la política, lo político y por cierto, las diferencias
entre lo social y lo político3.
De allí la importancia de estudiar las culturas políticas de organizaciones como los partidos
políticos, develando las influencias ideológicas y valóricas que influyen en los y las militantes al
participar en el sistema político. Además resulta relevante investigar los referentes previos a la
experiencia militante, o sea, los valores, creencias y orientaciones transmitidos por familiares,
amistades y redes sociales en los procesos de socialización primaria y secundaria cotidianos
durante la niñez, adolescencia y juventud de hombres y mujeres. Esto debido a que dichas
influencias han sido consideradas formadoras de ciudadanos y ciudadanas, en cuanto guías
para la participación en el sistema político. En esta oportunidad nos interesa investigar sobre
dichos procesos en la trayectoria de mujeres que fueron militantes de izquierda, en un afán
de complejizar las historias sobre la izquierda y en mayor medida, la Historia Política chilena.
Una de las líneas bajo la cual se acoge este estudio que da cuenta de un avance del capítulo I de
nuestra Tesis Doctoral en desarrollo4, es la Historia y Género, que en Latinoamérica y en Chile
han permitido visibilizar y cuestionar a través del tiempo las prácticas, normativas y símbolos
atribuidos a lo femenino y lo masculino en cada cultura. En los ámbitos académicos a fines

3 Traverso, Enzo, La historia como campo de batalla. Interpretar las violencias del siglo XX, México, FCE, 2012, pp. 10-15; Sar-
tori, Giovanni, Elementos de teoría política, Barcelona, Editorial Alianza, 1992, pp. 40-50.
4 Nombre tentativo de la Tesis Doctoral para optar al Grado de Doctor en Historia, Mención Historia de Chile “Ttrayectorias de
mujeres militantes de izquierda: socialización primaria, culturas políticas partidarias y vida cotidiana. Santiago y Concepción
1960-1990”. Universidad de Chile.

72 Historia en Movimiento Año IV · Número 4 · 2017


de los 80’ se comenzaron a realizar estudios de género. Las investigaciones históricas chilenas
que visibilizaron lo femenino y masculino como construcciones socioculturales significaron
un gran aporte a la comprensión de las identidades, ideologías y participación de hombres y
mujeres en la política. Sin embargo, aún falta ampliar las investigaciones históricas tanto sobre
mujeres militantes políticas y sociales en el contexto de proyectos revolucionarios durante
las décadas de los años 60’ y comienzos de los 70’, como en su calidad posterior de presas
políticas, la historia de sus desapariciones, exilio y luchas en la recuperación de la democracia5.
Nuestro estudio se alimenta de dichas contribuciones y pretende aportar en el conocimiento
de trayectorias de mujeres políticas desde esta mirada analítica de género, dado que a través
de la historia, los grupos sociales han comprendido e interpretado las relaciones de poder, la
autoridad y las jerarquías desde discursos que han asumido roles y espacios diferenciados
de lo femenino y masculino además de lo público y privado. La política construye el género,
al utilizar símbolos, normas, retóricas y programas que definen los papeles de hombres y
mujeres en los diferentes espacios de accionar cotidiano6. Joan Scott indica que esta categoría
de análisis de género:

da cuenta de las relaciones sociales basadas en las diferencias que se perciben


entre los sexos, es una manera primaria de significar relaciones de poder. Cada
cultura construye y define las características y comportamientos de lo masculino y
lo femenino”7. Los cambios en la organización social van de la mano con los cambios
en las representaciones del poder, pero la dirección del cambio no es unidireccional.

Ello implica no solamente analizar todos los niveles, ámbitos y tiempos de las relaciones
mujer-varón, sino también mujer-mujer y varón-varón. Cada cultura construye y define las
características y comportamientos de lo masculino y lo femenino8.
La Historia Política tradicional ha abordado el análisis de experiencias políticas de la historia
reciente de Chile sin darles el debido tratamiento a las mujeres, minimizando o estereotipando
su accionar. Esto porque ellas no han sido reconocidas como agentes protagonistas de los
hechos políticos institucionales de la democracia, se ha tendido a considerarlas mayormente
en su condición de madres, esposas o compañeras de líderes y próceres políticos. Han sido los
estudios sociales de las mujeres, los que han permitido conocer algunos eventos específicos
sobre la trayectoria de la población femenina en el ámbito político, uno de ellos fue la obra
señera de Felicitas Kimplen “La mujer chilena: el aporte femenino al progreso de Chile.

5 Ver Vidaurrázaga, Tamara, Mujeres en Rojo y Negro. Reconstrucción de la memoria de tres mujeres feministas 1971-1990,
Tesis para optar al Grado de Magíster en Género y Cultura con mención en Historia, Universidad de Chile, (2006); Lecourt, Yaz-
mín, Relación de género y liderazgo de mujeres dentro del Partido Comunista de Chile, Tesis para optar al grado de Magíster
en Género y Cultura con mención en Historia, Universidad de Chile, (2005); Fernández-Niño, Carolina, “Y tú, mujer, junto al
trabajador”. La militancia femenina en el Partido Comunista de Chile”, Revista IZQUIERDAS N° 3, Año 2, Santiago, diciembre
2008, pp. 1-10.
6 Scott, Joan, El Género: una categoría útil para el análisis histórico” en: Varias Autoras, De mujer a Género. Teoría, inter-
pretación y práctica feminista en las Ciencias Sociales, Buenos Aires, Centro Editor de América Latina S.A., 1993, pp. 37-89;
McGee Deutsch, Sandra, “Gender and Sociopolitical Change in Twentieth-Century Latin America”, en: The Hispanic American
Historical Review, Vol. 71, No. 2. (May, 1991), pp. 259-306 tomado de Stable URL:
http://links.jstor.org/sici?sici=0018-2168%28199105%2971%3A2%3C259%3AGASCIT%3E2.0.CO%3B2-L.
7 Ibídem, p. 38
8 Ídem.

Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 73
1910-1960”9 publicado en 1962, en la cual se aborda diferentes aspectos sobre la condición y
posición de la población femenina. Aproximadamente tres décadas después surge el ensayo
emblemático de Julieta Kirkwood: Ser mujer política en Chile. Los Nudos de la Sabiduría
feminista, en donde la socióloga propone un análisis crítico de la participación social y política
femenina en Chile a través del siglo XX. Posteriormente se realizaron investigaciones sobre
la participación de las mujeres en movimientos sufragistas de la primera mitad del siglo XX
y en los procesos de lucha contra la dictadura, destacando aquellos referidos a pobladoras y
feministas durante la década de 198010. Desde otra palestra, se ubica el aporte de la historiadora
estadounidense Margaret Power que en el año 2005 se interesa por dimensionar el rol de las
mujeres de derecha en el escenario político de fines de los 60’ y en especial como activistas
contrarias a la figura de Salvador Allende11.
Sin embargo, resultan escasas las investigaciones históricas sobre mujeres militantes políticas
y sociales en el contexto de proyectos revolucionarios durante las décadas del 60’ y comienzos
del 70’ en Chile, en su calidad posterior como presas políticas, la historia de sus desapariciones,
exilio y luchas en la recuperación de la democracia12. En las últimas décadas, han surgido
algunas investigaciones –especialmente tesis de grado y postgrado–, pero aún queda mucho
camino por recorrer, dado la especificidad de sus memorias, sus nudos territoriales (estudio de
mujeres de provincias) y temporalidades, que nos interrogan sobre la identidades individuales
y colectivas de las mismas.
En este sentido, compartimos los postulados en torno al carácter no neutral de las militancias,
pues la condición de género, clase y procedencia geográfica de las personas influyen en su
actuar13, lo cual impele a recuperar memorias de mujeres desde ámbitos y discursos situados
que contravienen las generalizaciones existentes en el acervo histórico actual.
Nos guían preguntas en relación a: ¿Cuáles eran las características socioeconómicas y
de procedencia geográfica de las mujeres militantes de izquierda estudiadas?, ¿De qué
forma la socialización política primaria (entornos y agentes) influyó en la adquisición de un
compromiso de izquierda en jóvenes mujeres provenientes de Concepción en un contexto
de alta politización y proyectos revolucionarios durante la década del 60’ en Chile? ¿Cuáles
fueron las influencias a nivel familiar, redes de amistad que incidieron en la construcción de
las identidades de izquierda en los procesos de infancia y adolescencia de mujeres chilenas
entre 1940-1960?

9 Kimplen, Felicitas, La mujer chilena: el aporte femenino al progreso de Chile. 1910-1960, Santiago, Editorial Andrés Bello,
1962; Kirkwood, Julieta, Ser Política en Chile. Los Nudos de la Sabiduría Feminista, Santiago, FLACSO, 1990.
10 Ver Valdés, Teresa, “La mujeres y la dictadura militar en Chile”, Material de Discusión N° 94 Santiago, FLACSO, 1987; Valen-
zuela, María Elena, La mujer en el Chile militar: Todas íbamos a ser reinas, Santiago, Ediciones Chile y América, 1987; Palestro,
Sandra, Mujeres en movimiento 1973-1981, Santiago, FLACSO, 1991.
11 Power, Margaret, La mujer de derecha: el poder femenino y la lucha contra Salvador Allende, 1964-1973, Santiago, Centro
de Investigaciones Diego Barros Arana, 2009.
12 Ver Vidaurrázaga, Tamara, Mujeres en Rojo y Negro. Reconstrucción de la memoria de tres mujeres feministas 1971-1990,
Tesis para optar al Grado de Magíster en Género y Cultura con mención en Historia, Universidad de Chile, (2006); Lecourt, Yaz-
mín, Relación de género y liderazgo de mujeres dentro del Partido Comunista de Chile, Tesis para optar al grado de Magíster
en Género y Cultura con mención en Historia, Universidad de Chile, (2005); Fernández-Niño, Carolina, “Y tú, mujer, junto al
trabajador”. La militancia femenina en el Partido Comunista de Chile”, Revista IZQUIERDAS N° 3, Año 2, Santiago, diciembre
2008, pp. 1-10.
13 Ver Oberti, Alejandra, “Contarse a sí mismas. La dimensión biográfica de los relatos de mujeres que participaron en las
organizaciones político-militares de los 70”, en Carnovale, Vera, Federico Lorenz y Roberto Pittaluga (comps.), Historia, Memoria
y Fuentes Orales, Buenos Aires, 2006. p 58.

74 Historia en Movimiento Año IV · Número 4 · 2017


Por tanto, nos interesa comprender algunas de las influencias a nivel de socialización política
en la configuración de identidades de izquierda de mujeres militantes de la generación del 60’,
considerando las etapas de su niñez y adolescencia, en tanto un avance de una investigación
mayor sobre trayectorias de mujeres militantes de izquierda 1960-199014. Daremos a
conocer ocho testimonios de mujeres que nacieron en las provincias de Concepción, Bío-Bío,
Cautín y Osorno –durante dichas etapas vitales– entre las décadas de los 40’ y la del 60’ del
siglo XX. Posteriormente, todas ellas coinciden en una activa participación social y política en
localidades del denominado Gran Concepción durante la década del 60’.
El espacio elegido dice relación con el territorio denominado Gran Concepción15, en la cual su
capital provincial ha sido Concepción. Esta se ha ubicado a través del tiempo como una de las
tres principales localidades del territorio nacional y aunada a las otras localidades mencionadas
esta zona se posicionó en un eje de desarrollo industrial, comercial y portuario desde fines
del siglo XIX y con una permanente participación política en los asuntos de estado a través
tanto de la preeminencia de una oligarquía como de la creciente movilización de obreros,
sectores populares y estudiantiles (Universidad de Concepción y sedes provinciales de la UTE)
durante el siglo XX. Esto último redundó en la presencia y crecimiento de la militancia de
izquierda, destacándose la presencia de líderes del Movimiento de Izquierda Revolucionaria
entre estudiantes y profesionales de la zona hacia 196516.
Por otro lado, nos parece necesario apelar a la “memoria” individual y colectiva de mujeres
militantes de izquierda que fueron constructoras de historias. Desde el ejercicio de “trabajo de
memoria” –según los planeamientos del filósofo Paul Ricoeur17– las motivamos a “recordar”
desde un presente que está signado por la urgencia del “hablar”, de visibilizar lo silenciado,
sobre todo desde aquellas vivencias vinculadas a proyectos utópicos en los cuales se vieron
involucradas desde diversas dimensiones, a saber, sociales y políticas.
La relevancia de la memoria en el campo historiográfico guarda directa relación con los sucesos
y experiencias conflictivas y violentas del siglo XX, signados por guerras, genocidios y violencia
política. Ello tanto en Europa como en América Latina, por cierto, en la Historia Reciente de
Chile. Ante dichos contextos surge la urgencia desde la sociedad hacia la interpelación desde
el presente al pasado próximo en busca de respuestas sobre las causas, la justicia y la verdad.
Dicho pasado se instala desde la vivencia, pasado vivo, generaciones que traspasan el recuerdo
o las tensiones de memorias oficiales homogéneas18. Este “trabajo de la memoria” se realiza

14 Nombre tentativo de la Tesis Doctoral para optar al Grado de Doctor en Historia, Mención Historia de Chile Trayectorias de
mujeres militantes de izquierda: socialización primaria, culturas políticas partidarias y vida cotidiana. Santiago y Concepción
1960-1990”. Universidad de Chile.
15 Se comprende como “Gran Concepción” a un área que concentra a las comunas de Concepción, Coronel, Chiguay-
ante, Hualpén, Hualqui, Lota, Penco, San Pedro de la Paz, Talcahuano y Tomé, teniendo como centro a Concepción. Ver
Hernández, Hilario, “El Gran Concepción: desarrollo histórico y estructura urbana”, Informaciones Geográficas N°30, Instituto de
Geografía Universidad de Chile, Santiago, 1983, pp. 47-70.
16 Hernández, op. cit., pp. 62-63; Pinto, Aníbal, “Estado y gran empresa: de la precrisis hasta el gobierno de Jorge Alessandri”
en: Colección Estudios CIEPLAN, Nª16 junio de 1985, p. 27; Campos Harriet, Fernando, Historia de Concepción, Concepción,
1956; Etchepare, Jaime, “Los más destacados representantes de Concepción en los Congresos de la República, 1810-2000”, Re-
vista Historia, Año 9-10, Vol. 9-10, 1990-2000; Palieraki, Eugenia, ¡La Revolución ya viene! El MIR chileno en los años sesenta,
Santiago, LOM Ediciones, 2014.
17 Ricoeur, Paul, “Historia y memoria. La escritura de la historia y la representación del pasado”, en Pérotin-Dumon, Anne (dir.),
Historizar el pasado vivo en América Latina, tomado de http://www.historizarelpasadovivo.cl/downloads/ricoeur.pdf
18 Pérotin-Dumon, Anne, “Liminar. Verdad y memoria: escribir la historia de nuestro tiempo”, en Pérotin-Dumon, op. cit. To-
mado de http://www.historizarelpasadovivo.cl/downloads/perotin.pdf

Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 75
desde un presente de los sujetos y por tanto, los relatos son construcciones y se despliegan
como nuevos discursos a partir de reflexiones asentados en ideologías aprehendidas a través
de los años de vida. Discursos, reconfigurados que muchas veces apelan a nuevas preguntas
sobre la vida privada, las emociones y subjetividades, los heroicismos, voluntarismos,
solidaridad, dolores y rebeldías, en fin cuerpo y razón.
En relación al período de estudio –décadas del 40’ al 60’– podemos destacar como las
historicidades de hombres y mujeres en Chile, América Latina y Europa fueron tensionadas,
transformadas e influenciadas por sucesos y cambios radicales que los impactaron de diversa
forma en atención a su condición de clase, género y realidad generacional. Este contexto fue
marcado por la post guerra y la configuración de una Guerra Fría, los cambios estratégicos de
las Internacionales Socialista y Comunista y la adhesión de los partidos en el plano mundial, la
convulsión de la Revolución Cubana, los postulados del Mayo 68’. En Chile se forman nuevos
partidos que se sumaron al espectro de la Izquierda a fines de los 60’ y comienzos de 1970,
como fueron los partidos MAPU (Movimiento de Acción Popular Unida) y la IC (Izquierda
Cristiana). Los cuales además de compartir elementos de la tradición marxista–leninista se
nutrieron de ideas cristianas tanto de fundamentos de la Doctrina Social de la Iglesia Católica
como de los aportes provenientes de un cristianismo radical desde los análisis de una Iglesia
Latinoamericana19.

REFLEXIONES SOBRE ALGUNOS CONCEPTOS


Consideramos pertinente la socialización política como una categoría de análisis en la
comprensión de trayectorias militantes de mujeres, para lo cual debemos distinguir las
variaciones que los enfoques asumidos al interior de la Sociología Política anglo norteamericana
y francesa han asumido a través del siglo XX. De acuerdo a las posturas conductualistas de la
década del 70’ por un lado, se interesaron por comportamientos electorales de adultos y las
influencias en dichos procesos, y desde la Sociología norteamericana se enfatizó en el rol de
la familia en la transmisión de la convicción en niños en torno a la legitimidad del mecanismo
electoral como base del sistema político y el papel de mediación de los partidos políticos20.
Desde la Sociología francesa los aportes de Pierre Bourdieu en los 70 ampliaron el espectro de
comprensión, incorporando la socialización no política (ligada a la vida cotidiana) y la importancia
de las competencias políticas que se construyen a través del tiempo, y que se expresan como
derechos al momento de actuar e intervenir en la sociedad21. En esta misma línea, surgieron
los aportes de la socióloga francesa Annick Percheron quien se dedicó por década al estudio
de la socialización política de niños/as desde una postura más constructivista. Ella criticó las
posiciones deterministas, postulando en su libro La socialisation politique22 (1993) que la
socialización trata sobre adquisición de valores y normas que organizan un mapa sobre el cual
se registran contenidos y eventos de la cotidianeidad.

19 Moyano, Cristina, MAPU o la seducción del poder y la juventud: los años fundacionales del partid-mito de nuestra tran-
sición (1969-1973), Santiago, Editores Universidad Alberto Hurtado, 2009, p. 57.
20 Benedicto, Jorge, “La construcción de los universos políticos de los ciudadanos”, en Benedicto, Jorge y María Luz Morán
(eds.), Sociedad y política. Temas de Sociología política., Madrid, Alianza, 1996.
21 Gaxie, Daniel, Le cens caché. Inégalités culturelles et segregation politique, Paris, Seuil, 1978.
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Percheron, Annick, La socialisation politique, textes réunis par Nonna Meyer et Anne Muxel, Paris, textes réunis, Armand
Colin, 1993 tomado de http://www.jstor.org/stable/3229152?seq=1#page_scan_tab_contents

76 Historia en Movimiento Año IV · Número 4 · 2017


En relación a los tipos y elementos presentes en la socialización política destacamos los
aportes del politólogo francés Philippe Braud  (2000) quien asume que ésta se da en un
proceso permanente en la vida de las personas, por tanto se presenta una socialización
primaria en niños y adolescentes y aquella secundaria que continua en la adultez23. Además se
pueden estudiar los entornos de socialización en cuanto comunidades, léase familia, escuela,
medios de comunicación y los agentes de socialización que son aquellas personas que ejercen
una trasferencia de conocimientos, valores y actitudes hacia la política, destacándose los
maestros, los pares (vecinos, amigos). En este último punto, según la socióloga francesa Anne
Muxel las relaciones con los pares son significativas al momento de tomar decisiones sobre
la participación en acciones políticas (mitines, marchas, huelgas)24. Otro de los conceptos
centrales de la investigación es el de “cultura política”, el cual ha variado a través de las décadas y
de los ámbitos de discusión, tanto desde la Ciencia Política, la Sociología Política, la Psicología
Social y la propia Historia Política. Por su parte, la tradicional Ciencia Política norteamericana
de las décadas 50’ y 60’ dio cuenta de un concepto funcionalista y estructuralista que colocó
el énfasis en lo normativo del sistema político en cuanto a su rol de orientador en el plano
cognitivo y evaluativo de las decisiones a tomar por los ciudadanos y ciudadanas25. Hacia los
80’ al interior de las Ciencias Sociales se comenzó a ampliar la mirada sobre los escenarios de
la realidad social, considerando que era importante visualizar una heterogeneidad de culturas
políticas, dado las desigualdades socioculturales, sobre todo en ámbitos no europeos. Entre
ellas, las diferencias de género y etnia necesitaban ser consideradas en la conformación de
las identidades y socialización política26. El cientista político Norbet Lechner, sostiene que la
cultura política debe ser asociada con la vida cotidiana de militantes de un partido, pues en
ese plano se da la apropiación simbólica de discursos y acciones27.
En el ámbito historiográfico la Nouvelle Histoire –al interior de la Escuela de los Annales–
influyó en la redefinición de la Historia Política en Francia, en cuanto a ampliación de sujetos
de estudio, especialmente asumiendo la necesidad de abarcar a los grupos sociales y no
sólo a los individuos, además de un mayor análisis de los procesos históricos28. De acuerdo
a los postulados de Ronald Inglehart (1998), en los estudios históricos los valores y actitudes
políticos de una sociedad son transmitidos de generación en generación; esto explica las
continuidades de discursos y prácticas democráticas, autoritarias y corporativas entre otras
que a través de la historia se han presentado en los diferentes grupos humanos29.

23 Braud, Philippe, L’émotion en politique, París, Presses de Sciences Po, 2000, p. 69.
24 Ver Muxel, Anne, L’Expérience politique des jeunes, Paris, Presses de Sciences Po., 2001.
25 Ver Almond, Gabriel y Sydney Verba, “La cultura política” en Almond y otros, Diez textos Básicos de Ciencia Política, Bar-
celona, Editorial Ariel, 1971, p. 179; Baker, Keith, “El concepto de cultura política en la reciente historiografía sobre la Revolución
Francesa”, en Cabrera, Miguel Ángel, (ed.), Más allá de la Historia Social, Madrid, Asociación de Historia Contemporánea, Ayer
62/2006 (2); Moran, María Luz, “Elites y cultura política en la España Democrática”, en Castillo, Pilar del e Ismael Crespo, Cul-
tura política. Enfoques teóricos y análisis empírico, citado por Mateos Díaz, Araceli, “Cultura política”, Salamanca, Universidad
de Salamanca, tomado de http://campus.usal.es/~dpublico/areacp/materiales/Culturapolitica.pdf.
26 Moran, op. cit.
27 Lechner, Norbert, Los patios interiores de la democracia, Santiago, FLACSO, 1988, p. 57.
28 En la década del 80’ el historiador François Furet y colaboradores presentaron The French Revolution and Modern Political
Culture (1978) y después junto a Mona Ozouf el Dictionnaire critique de la Révolution française, editado en el bicentenario de la
Revolución Francesa. Ver Baker, Keith, “El concepto de cultura política en la reciente historiografía sobre la Revolución Francesa”,
en Cabrera (ed.), op. cit.
29 Ver Inglehart, Ronald, Modernización y postmodernización. El cambio cultural económico y político en 43 sociedades,
Madrid, Centro de investigaciones Sociológicas, 1998. Citado por Mateos Díaz, Araceli, Cultura política, Salamanca, Universidad
de Salamanca obtenido de http://campus.usal.es/~dpublico/areacp/materiales/Culturapolitica.pdf

Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 77
ASPECTOS METODOLÓGICOS
La metodología de la investigación mayor –Tesis Doctoral– y por tanto, de este avance, es
de tipo cualitativo, considerando que se requiere ahondar en el discurso y significación de
testimonios de mujeres en base a las categorías de estudio. Es de tipo descriptivo30, pues
a partir de fuentes primarias orales y documentales se desarrollará un análisis que intenta
identificar y caracterizar prácticas, valores y procesos ideológicos al interior de discursos de
mujeres chilenas durante el período de estudio.
La investigación cuenta el auxilio metodológico de la técnica de recolección de información
denominada Historia Oral, lo cual provee de fuentes de conocimiento cuyo origen remite del
relato de sujetos de estudio previamente elegido y relevante para la comprensión de la realidad
histórica en estudio31. Existen diversas dimensiones de la Historia Oral: se puede acudir a los
relatos de vida o a las historias de vida, y las biografías, etc.32. Estas dimensiones se inscriben
en el enfoque biográfico en el cual se produce un trabajo de intersubjetividad, dada la relación
entre el sujeto de estudio y él o la investigadora33. Se da la relación entre la historia individual,
la historia social y la historia política. Las identidades son una de las temáticas abordadas por
este enfoque dado que permite aprehender los significados de las vivencias y su impacto en
las propias vidas de las estudiadas34. Posiciona además las dimensiones de lo cotidiano, la
interrelación del mundo público y privado, lo íntimo/privado y su articulación con lo social y
político. Para nuestro estudio es pertinente este enfoque dado que permite visibilizar voces
que han sido invisibilizadas o marginadas de las historias oficiales, como es el caso de las
mujeres35. Considera tanto los planos emocionales, culturales, sociales y políticos de las
personas que entregan sus relatos36.
El diseño de la investigación es no experimental, transversal descriptivo y diacrónico37, en
tanto procura indagar analítica y críticamente las trayectorias militantes de mujeres en tanto
prácticas, creencias y valores en el ámbito de la izquierda chilena entre 1960 y 1990. Incluye
un proceso de trabajo de campo a través de la aplicación de entrevistas y de tipo documental,
dado que se analiza la información a partir del acceso a fuentes primarias documentales.
La investigación mayor, debido a su carácter cualitativo, no se planteó como estudio
representativo, por tanto la selección de las que participan en el estudio está guiada por una
muestra no probabilística), intencionada de mujeres militantes de partidos de izquierda en la

30 Rodríguez, David y Jordi Valldeoriola, Metodología de la investigación, Barcelona, Universitat Obertga de Catalunya, 2012.
31 Portelli, op. cit.; Thompson, op. cit.; Fraser, op. cit.
32 Acevedo Lozano, Jorge, Historia oral, México, Instituto Mora, 1993; Garcés Durán, Mario, Recreando el pasado:Guía me-
todológica para la memoria y la historia local, ECO, Educación y Comunicaciones, Santiago de Chile, Marzo 2002.
33 Cornejo, Marcela, “El Enfoque Biográfico: Trayectorias, Desarrollos Teóricos y Perspectivas”, PSYKHE, Vol.15, Nº 1, 2006, pp.
95-106.
34 De Gaulejac, Vincent, “Historia de vida y sociología clínica”, en Proposiciones 29, marzo 1999, Sur Profesionales, pp. 1-8;
Arfuch, Leonor, El espacio biográfico. Dilemas de la subjetividad contemporánea, Buenos Aires, FCE, 2002.
35 Correa, Rosario, “La aproximación biográfica como una opción epistemológica, ética y metodológica”, en: Proposiciones 29,
marzo 1999, Sur Profesionales, pp. 1-9; Arfuch, op. cit.
36 Miquel Verd, Joan, “La construcción de indicadores biográficos mediante el análisis reticular del discurso. Una aproximación
al análisis narrativo-biográfico”, en REDES-Revista Hispana para el Análisis de Redes Sociales Vol.10, Junio 2006. Tomado de
http://revista-redes.rediris.es.
37 Ver Álvarez-Gayou, Juan Luis, Cómo hacer investigación cualitativa. Fundamentos y metodología, México, Paidós, 2005;
Alonso, Luis, Métodos y técnicas cualitativas de investigación en ciencias sociales, Madrid, Síntesis, 1994.

78 Historia en Movimiento Año IV · Número 4 · 2017


época de estudio (1964-1990)38, en este avance daremos a conocer análisis de los testimonios
de 8 mujeres entrevistadas durante los años 2014 y 2015:
• Olympia Riveros, profesora de Castellano-Universidad de Concepción: militante PC a partir
de 1957 hasta la actualidad (73 años, año de nacimiento: 1941; residente en Concepción).
• Lidia Queipullao Lefian, dueña de casa: militante del PC a partir de 1964 hasta la actualidad
(75 años, año de nacimiento: 1939; residente en Hualpén).
• Lily Rivas, profesora de Historia y Geografía-Universidad de Chile, militante del Partido
Socialista entre 1963-1965 y luego del MIR entre 1965-1980. Durante la segunda mitad de
la década de 1960 se encuentra titulada y ejerciendo como profesora de Historia (78 años,
año de nacimiento: 1936; residente en Concepción).
• Teresa Veloso, socióloga Universidad de Concepción (no alcanzó a terminar su carrera
universitaria, la cual retoma una vez retornada del exilio): militante de Juventudes
Socialistas (1967-1969) y del MIR (1970-1986). (62 años, año de nacimiento: 1952; residente
en Concepción).
• Encarnación Cáceres, contadora: militante del PS a partir de 1965 hasta la actualidad (65
años, año de nacimiento: 1949; residente en Cañete).
• Edelmira Carrillo, asistente social Universidad de Concepción: militante del MIR entre
1969-1973 (70 años, año de nacimiento: 1944; residente en Concepción).
• Ester Hernández, asistente social-Universidad de Chile de Talca: militante del MIR a partir
de 1967 hasta 1973 (63 años, año de nacimiento 1951; residente en Concepción).
• María Eugenia Aguayo, profesora de Historia y Geografía-Universidad Concepción:
militante del MAPU desde 1969 hasta 1980 (62 años, año de nacimiento: 1952; residente
en Concepción).
Los instrumentos de recogida de información fueron entrevistas semi-estructuradas y en
profundidad. Se realizó una entrevista en profundidad y una entrevista semi-estructurada a
cada militante, resguardando los tiempos y procesos personales de cada una de ellas. El análisis
de los datos cualitativos se realizó dentro de un marco interpretativo mediante la utilización
del Análisis de Contenido temático, que permiten examinar e interpretar los significados y
significantes de los relatos, en atención a las categorías surgidas según la revisión y discusión
teórica y bibliográfica (deductivas)39. A partir de la trascripción de los discursos y análisis de
fuentes (en este avance la mayor parte alude a fuentes secundarias) se construyeron mallas
temáticas para analizar la información por partido y categorías.

38 Se optó por una estrategia de selección intencional o deliberada entre las mujeres que militaron en los respectivos partidos
en el período de estudio, apoyándose en la información entregada por informantes claves a los cuales se tenga acceso en la pri-
mera etapa de la investigación. Las sujetos de estudio: a) Edad: Mujeres que hayan ingresado a militar a fines de la década del
50’ y/o durante década del 60’ en atención al contexto y objeto de estudio. En atención a la significancia de sus relatos consid-
eramos necesaria la elección de personas con lucidez y que no sufrían de graves problemas de salud física; b) Partidos Políticos:
militantes por cada partido político (PS, PC, MIR, MAPU e IC) en cada ciudad (Santiago y Concepción): un total de 20 sujetos
de estudio; c) Provenientes de dos ciudades importantes de Chile: Santiago y Concepción (Concepción por ser una de las tres
principales localidades urbanas de la historia chilena del siglo XX en tanto importancia económica, social y política). Ello dice
relación con las ciudades en las cuales comenzaron su ejercicio de militancia partidaria, dado que el impacto de los sucesos
del golpe de estado de 1973 provocó cambios de residencia continúas al interior del territorio nacional como en el extranjero;
d) participación en las orgánicas partidarias: Al menos 50% hayan tenido cargos de diferente orden al interior de las estructuras
partidarias; e) Orígenes socioeconómicos: presencia de mujeres cuyos orígenes familiares provengan tanto de clase media como
de sectores populares (obreros, campesinas, artesanas); f) Disponibilidad de informante: acceso por vía de informantes claves.
39 Fernández Núñez, Lissette, ¿Cómo analizar datos cualitativos?, Barcelona, Institut de Ciències de l’Educació. Universitat de
Barcelona, 2006; Rodríguez y Valldeoriola, op. cit.; Sierra, op. cit.

Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 79
DESARROLLO
Las ocho mujeres entrevistadas comenzaron a militar en partidos políticos entre 1957 y 1968,
la mayoría ingresó a un partido de izquierda durante la década del 60’. Sus edades variaban en
dicha época, entre 15 y 27 años. Destacamos que cuatro de ellas comenzaron sus militancias
siendo aún adolescentes y las otras veinteañeras. Esta información resulta relevante al
momento de contextualizar su participación en relación a la realidad de las mujeres chilenas
y su ejercicio de ciudadanía.
Debemos recordar que históricamente en la realidad chilena las mujeres no han estado insertas,
en igualdad de condiciones, con relación a los hombres en los cargos de las instituciones
gubernamentales, judiciales y legislativas. Sólo en 1935 se obtuvo el derecho a voto para las
elecciones en el ámbito municipal y tuvieron que transcurrir catorce años –gracias a la lucha de
numerosas mujeres a lo largo del país– para que se obtuviera el derecho a votar y ser candidatas
en todas las elecciones nacionales. En 1952, cuando por primera vez las mujeres votaron en una
elección presidencial, sólo el 32,3% del electorado estaba constituido por mujeres40. Cifras que
aumentaron durante la década del 60’, pues en 1964 se dio el mayor incremento de mujeres
inscritas al alcanzar un 44,1% del total de la población en edad de votar inscrita41.
A partir de la década del 60’ la presencia femenina en partidos políticos se amplía y distribuye
en todo el abanico político de los llamados “tres tercios”: derecha, centro e izquierda. De las
cifras que nos entregan estudios pioneros como el de la norteamericana Elsa Chaney, se puede
destacar que hacia 1972 sólo un 20% de mujeres con derecho a voto participaba en alguna
actividad política, y en relación a militancia en un partido político el porcentaje se reduce a sólo
un 15%42. Los partidos con mayor número de militantes mujeres eran el Partido Socialista, Partido
Comunista y el Partido Demócrata Cristiano. Este panorama es similar al vivido en general
en América Latina, en los cuales el derecho a ciudadanía plena de las mujeres es bastante
tardío43. Tomando en cuenta todos estos indicadores, podemos determinar que las vivencias de
nuestras entrevistadas se ubican al interior de una historia específica, sobre militancia femenina
en una sociedad conservadora en una época de cambios y discursos modernos.
De ello surge la necesidad de dimensionar los hitos, influencias que permitieron que estas
mujeres se motivaran a participar políticamente con adscripción a un partido político de
izquierda. Para iniciar el análisis identificamos aspectos vinculados a la vida familiar que
influyeron en su niñez en procesos de socialización temprana. Los puntos a develar y que
permiten la comparación de vivencias son los relativos al origen social y territorial, trayectorias
educacionales, elementos de conciencia social, actores que influyeron en la construcción de
una identidad de izquierda, adquisición de valores, condición de jóvenes, primeras experiencias
de participación social-política y finalmente inicios de la militancia en partidos políticos.

40 Maza, Erika, “Catolicismo, anticlericalismo y extensión del sufragio a la mujer en Chile”, Revista Estudios Públicos N° 85,
Santiago, 1995, pp. 30-45.
41 Urzúa Valenzuela, Germán, Historia política de Chile y su evolución electoral, desde 1810 a 1992. Santiago, Editorial Jurídica
de Chile, 1992, p. 553.
42 Chaney, Elsa, Supermadre, La mujer dentro de la política en América Latina, México, Fondo de Cultura Económica, 1979, p.
154.
43 Ídem.

80 Historia en Movimiento Año IV · Número 4 · 2017


DESDE LAS PROVINCIAS: ORIGEN SOCIOECONÓMICO Y TERRITORIAL
Geográficamente las entrevistadas provienen de localidades de la zona sur chilena ubicadas
en las provincias de Talca, Concepción, Arauco, Bío-Bío, Cautín y Osorno. La extracción
socioeconómica de las mujeres estudiadas varía entre clase media, sectores campesinos y
oligarquía. Algunos de los relatos nos dan cuenta de dichas experiencias:

Provengo de San Juan de la Costa, cerca de Osorno, descendiente de mapuche


huilliche, me vine a Osorno, de ahí a trabajo como empelada doméstica y llegué
a Concepción haciendo lo mismo. Mi familia era muy alegre…cuando me fui de la
comunidad yo quise irme, yo decidí irme porque no me gustaba el campo, no me
gustaba la lluvia, andar a pata pelá (sic)… mi papá no quería comprarnos zapatos,
no porque no tuviera, sino que la cultura decía que era así. No me vine por pobreza,
no por miseria, siempre hubo…44.
Mi padre de crianza, Humberto, también era de origen campesino de la zona de
Talca…Mi padre biológico era profesor rural y mi madre, que era la prima de mi
mamá era dueña de una botica45.
Yo nací en Temuco, específicamente en padre de las Casas, un barrio semirural, a
los 9 años me vine a Concepción46.
Me declaro militante de la vida y del cambio...mi papá decidió que nos íbamos del
campo a los Ángeles, en el año 1963, en el gobierno de Jorge Alessandri, último
presidente de la derecha chilena del siglo XX. El desarraigo para mi madre fue
terrible, la arrancaron de la tierra, de sus lazos afectivos…Mi mamá fue una exiliada
en la ciudad, no sabía sus códigos, sus costumbres, en este tiempo ya vivían en los
Ángeles, en la casa de la CORVI….47.

Podemos colegir que la movilidad es una constante en las vidas de estas cuatro mujeres,
a temprana edad asumieron desafíos que les significaron adaptarse a nuevas costumbres
y realidades. No obstante, existen diferencias entre ellas al respecto de la extracción
socioeconómica, dado que Edelmira y María Eugenia contaban con parientes que se pueden
considerar como de clase media48. La primera tuvo un padre biológico que ejercía como
profesor rural y un padre de crianza que era dueño de una “botica” (farmacia), en tanto, la
segunda vivía con su padre comerciante. El padre de Ester fue peón y su madre, dueña de casa
y productora rural que posteriormente al emigrar a la ciudad de Los Ángeles se desempeñó
como vendedora de alimentos. Lidia, pertenecía a una familia huillliche que vivía en una
comunidad en San Juan de la Costa, en la cual la actividad agraria era la principal, y cuyos
ingresos dependían del trabajo colectivo tanto de hombres, mujeres y niños/as.

44 Entrevista de la autora a Lidia Queipullao, octubre 2014, Hualpén. (Archivo Personal Entrevistas a mujeres políticas (de aquí
en adelante APEMP).
45 Testimonio de Edelmira en Carrillo, Edelmira, Ester Hernández y Teresa Veloso, Los Muros del silencio. Relatos de mujeres,
violencia, identidad y memoria, Concepción, Ediciones Escaparate, 2012, p. 52.
46 Entrevista de la autora a María Eugenia Aguayo, octubre 2014, Concepción. (APEMP).
47 Testimonio de Ester en Carrillo, Edelmira, Ester Hernández y Teresa Veloso, op. cit., p. 106.
48 A mediados siglo XX se entenderá como clase media urbana, a grupos de personas que ejercían alguna profesión, contaban
con un nivel de ingreso variable (sueldo) y acceso a la educación; además de artesanos, pequeños propietarios y trabajadores
de comercio que eran característicos de este grupo social a comienzos de dicho siglo. Barozet, Emmanuelle, “El valor histórico
del pituto: clase media integración y diferenciación social en Chile”, Revista de Sociología, Departamento de Sociología de la
Universidad de Chile, N° 20, Santiago, 2006, pp. 4 y 5.

Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 81
Por otro lado, Lily –una de las mujeres mayores estudiadas– proviene de una familia propietaria
rural (oligarquía), cuyos ascendientes fueron colonos chilenos en la zona de Contulmo, en la
actual Provincia de Arauco. Como bien lo destaca ella:

Mi origen es campesina, yo soy hija de, habría que decir, como de campesinos
ricos, mi padres tuvieron tierras heredadas de su padre, y mi abuelo fue un colono
chileno, que llegó con muchos otros chilenos a fines de la segunda parte del siglo
XIX a instalarse en tierras que unos dicen que le vendían, yo no tengo bien claro
si les vendían o les daban unas hijuelas de 180 hectáreas, mi abuelo terminó con
1.800 hectáreas de tierras en la Comuna de Contulmo, a orillas del Lago Lanalhue.
Entonces mi infancia fue siempre ser miembro de esa familia que era dueña de
tierras por aquí y tierras por allá, con una gran casa familiar donde se reunía,
donde nos reuníamos todos los hijos, hijas, de estos miembros de esta familia49.

Todas ellas al pertenecer a una familia de origen campesino, vivieron los procesos migratorios
que marcaron a la población de la zona centro y sur chilena durante las décadas del 40’ y 50’,
dirigidos hacia localidades urbanas tanto al interior de la provincia de origen como hacia zonas
de la actual región del Bío-Bío. Es el caso de Ester que desde la localidad de Yumbel emigró
hacia la ciudad de Los Ángeles, para luego trasladarse a Talca por motivos de estudios. Por los
mismos motivos Edelmira, cuyos padres biológicos vivieron en una zona rural al interior de
Curanilahue, debió trasladarse a Concepción a los 14 años de edad para matricularse en un
Liceo. En tanto, María Eugenia a los 9 años emigró junto a su familia, desde Padre de las Casas
hacia la ciudad de Concepción, con el objetivo de mejorar su calidad de vida. Por último, Lidia
emigró desde una comunidad huilliche, San Juan de la Costa, hacia la ciudad de Osorno y
desde allí hacia Concepción, durante la juventud con el objetivo de mejorar condiciones de vida.
Las trayectorias seguidas se condicen con lo sucedido en el territorio nacional, pues
demográficamente la población rural hacia la década del 50’ y 60’ tendió a disminuir en Chile
hacia rangos inferiores al 50%. Esto debido a la emigración desde el campo a la ciudad que
acompañaron a los cambios económicos vinculados a la modernización del país. Atendiendo
a los postulados de Carlos Hurtado las transformaciones de la estructura económica del
período pueden leerse a partir de una doble dimensión, a saber, la concentración urbana
de la población fue una condicionante de la industrialización50 y viceversa. El aumento de
los olas migratorios ya fuese campo-ciudad o desde sectores rurales a pueblos pequeños o
capitales de provincia, dieron como resultado una continuidad a la concentración urbana, lo
cual redundó a favor de una dinámica industrializadora y del auge del sector servicios en las
primeras décadas del siglo XX51. Ello aparejado a la mayor oferta de servicios en las ciudades,
entre ellas el sistema educacional tanto en enseñanza primaria y secundaria como por cierto,
universitaria.
Realidades que forman parte de la historia económica y social de la Provincia de Concepción,
en la cual se ubicaba Concepción, una de las tres ciudades más importante del país, después

49 Entrevista de la autora a Lily Rivas, abril 2013, Concepción. (APEMP).


50 Hurtado, Carlos, “Concentración de población y desarrollo económico. El caso chileno, Santiago”, en Publicaciones del Insti-
tuto de Economía N° 89, Santiago, 1966, pp. 22.
51 Las provincias del país aumentaron su población entre 1930 y 1960, que se dio especialmente en las tres más grandes ciu-
dades del país y sus localidades aledañas (Santiago, Valparaíso y Concepción). Hurtado, op. cit. pp.104-105.

82 Historia en Movimiento Año IV · Número 4 · 2017


de Santiago y Valparaíso. Esta zona experimentó un fuerte crecimiento económico y urbano
asociado a procesos de industrialización que propiciaron la producción de bienes de consumo
corriente (alimentos, bebidas) y bienes de consumo durable (textiles, vidrios muebles entre
otros). Entre 1930-1960 esta dinámica económica atrajo a una población flotante que se
convirtió en fuerza de trabajo no solo en el sector fabril sino también en el de servicios52.
Una realidad particular es la presentada por Lidia, cuyo origen huilliche nos remite a olas
migratorias específicos de la población mapuche, las que fueron parte de su propia historia
en el siglo XX. No obstante, según los historiadores y antropólogos que han investigado dicha
temática lamentablemente carecen de datos cuantitativos exactos para mediados del siglo
XX53. José Bengoa y Eduardo Valenzuela dan cuenta de este fenómeno:

no podemos saber con exactitud cuáles han sido las tendencias de la migración
indígena. Sabemos, sin embargo, que estas migraciones se intensificaron en los
años 50 y 60, llegando a representar cerca del 25 % de la población mapuche
total54.

Hacia la década del 60’ la situación en el ámbito rural en Chile se caracterizaba por una fuerte
concentración de la riqueza, pues el 9,7% de los propietarios rurales controlaba el 86% de la
tierra agrícola. La propiedad de la tierra mantenía características decimonónicas, basada en
la existencia de latifundios en los cuales la fuerza de trabajo incluía a inquilinos, peones y
empleados. Sin embargo, disminuyó la importancia del inquilinaje en la actividad productiva:
“…en 1965 los inquilinos ocupaban únicamente una séptima parte de las tierras cultivadas en
las haciendas, y su contribución al total de la producción había disminuido a una quinta parte”55.
El trabajo asalariado tanto de “afuerinos” como de “voluntarios” (principalmente familiares de
inquilinos) aumentó a la vez que los inquilinos debieron proletarizarse para aumentar sus
ingresos. Por otro lado, pervivían pequeños labradores y medieros que contaban con algunos
recursos propios que les permitía administrar sus propios ingresos56.
Continuando con la caracterización de las entrevistadas, podemos agregar que Encarnación
proviene de una familia de clase media, hija de un contador y una dueña de casa de la zona
de Cañete, en la cual las actividades económicas principales en esa época eran agrícolas y de
corte forestal. En la historia chilena la clase media ha presentado diferenciaciones internas, en
relación al origen de ingresos (ámbito fiscal o privado), como en relación al nivel de educación

52 La población urbana residente en las provincias de Santiago, Valparaíso y Concepción aumentó de 58% del total de pob-
lación urbana, en 1930, a 66%. Ibídem; Inostroza, Gina, “Realidad de las trabajadoras textiles: condicionantes estructurales y
desarrollo de procesos sociopolíticos al interior de las comunas de Concepción, Tomé y el poblado de Chiguayante (Provincia de
Concepción) 1930-1952”. Tesis para optar al grado Magíster en Historia, Universidad de Concepción, 1999.
53 Arauco Chihuailaf señala al respecto: “Los Censos de 1940 y 1952 no hacen distinción entre ‘araucanos y chilenos’, además
como el mapuche es jurídicamente chileno, muchos de ellos se registraron tal vez como tales”. En: “Migraciones mapuche en
el siglo XX”, Amérique Latine Histoire et Mémoire. Les Cahiers ALHIM [En línea], 12 | 2006, Publicado el 20 septiembre 2007,
consultado el 15 diciembre 2014. URL : http://alhim.revues.org/1212
54 Bengoa,
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José  y Eduardo Valenzuela, Economía mapuche. Pobreza y subsistencia en la sociedad mapuche contem-
poránea, Santiago, PAS, 1984, p. 98. Citado por Chihuailaf, op. cit.
55 Kay, Cristobal, El sistema señorial europeo y la hacienda latinoamericana, México, Serie Popular Era, 1980, p. 78.
56 Ver historiografía moderna sobre el tema: Salazar, Gabriel, Labradores, peones y proletarios. Formación y crisis de la
sociedad popular chilena del siglo XIX, Santiago, Ediciones SUR, 1985; Bengoa, José, Haciendas y campesinos. Historia social
de la agricultura, Tomo I y II, Santiago, Ediciones Sur Profesionales, 1990; Bauer, Arnold, La sociedad rural chilena desde la
Conquista española a nuestros días, Santiago, Ed. Andrés Bello, 1994.

Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 83
y la zona geográfica de ubicación (urbana-rural). El ejercicio de una profesión como contador,
dependía de ingresos variables de acuerdo a la demanda de servicios, en especial en una
localidad semi-rural, lo cual redundaba en la dependencia de los vaivenes y coyunturas
económicas. Esta precariedad repercutía en la mantención de estatus y posición al interior de
una sociedad, característica que ha sido considerada común en los estudios de la clase media
chilena del siglo XX57.
En tanto, en sus relatos Olympia y Teresa se identificaron a sí mismas como provenientes a
un grupo social específico:

Soy la hija mayor de un hogar obrero y mis padres no me podían pagar la


Universidad.58 Mi padre era ferroviario, mi familia pertenecía a la clase obrera de
este país, de esfuerzo y sacrificio, con gran participación en el mundo obrero59.

El padre y la madre de la primera eran obreros de industrias textiles de la ciudad de


Concepción, fábricas que tuvieron su auge en el desarrollo de una economía sustitutiva de
importunaciones propiciadas por el Estado entre 1930 a 1950. Ello permitió dar continuidad a
una actividad fabril que remonta sus orígenes en la Provincia de Concepción a fines del siglo
XIX y comienzos del XX tanto en Tomé, Chiguayante como Concepción60.

Teresa experimentó la vida cotidiana al lado de un padre ferroviario y una madre dueña de
casa con residencia en Rere, localidad de gran actividad triguera desde el período colonial61. En
la zona de Concepción, el transporte de carga y pasajeros por vía férrea fue estratégico desde
fines del siglo XIX, dado la economía de extracción minera y el desarrollo tanto industrial como
portuario que necesitaba unir localidades desde el interior hacia la costa.

INFLUENCIAS EN LA CONSTRUCCIÓN DE IDENTIDAD DE IZQUIERDA


En este punto nos interesa identificar las influencias a nivel de socialización política primaria
que tuvieron las entrevistadas desde familiares, amistades, partidos políticos y otros que las
orientaron tanto en conocimientos, creencias, valores y opiniones como también las motivaron
a participar social y políticamente en diferentes contextos políticos chilenos.
La mayoría de las entrevistadas –a excepción de una– sus familiares participaron activamente al
interior de partidos políticos, ya fuera en calidad de militantes o simpatizantes, principalmente
figuras masculinas, aquellos que fueron dirigentes, especialmente, padres y tíos. Algunas
destacaron la importancia de haber vivido al interior de una familia marcada por una tendencia
partidaria:

57 Barozet, op. cit. p. 5.


58 Entrevista de la autora a Olympia Riveros, enero 2013, Concepción. (APEMP).
59 Entrevista de la autora a Teresa Veloso, octubre 2013, Concepción. (APEMP).
60 Inostroza, op. cit., pp. 45-60.
61 Hernández, op. cit., p. 50.

84 Historia en Movimiento Año IV · Número 4 · 2017


También tuve un tío que hace poco falleció de cien años, él fue regidor en esta
comuna esos años 27 más o menos, entonces, él en ese tiempo pertenecía a esos
partidos que en ese momento no se podría decir si son de derecha son de centro o
no sé, algo así como los liberales, en ese sistema, mi tío fue regidor. Toda mi familia
de alguna u otra manera ha tenido una tendencia política, (Demócrata Cristiana,
Liberal) yo siempre tuve esa inquietud también62.
Votaban... mi familia eran todos radical, radicales, ya, eran… en mi familia siempre
yo escuché y vi y conocí al Presidente Juan Antonio Ríos, y ahora me he dado
cuenta por las cosas que me he informado anteriormente y toda la tradición...
esto familiar de Juan Antonio pa´ rriba (sic) y Juan Antonio pa´ bajo (sic) …Mi tío
patriarca, como digo yo, fue uno de los diputados después que salió Juan Antonio
Ríos, ya, y siempre había una preocupación por la situación política, habían diarios,
habían revistas63.
Claro, eran hombres… todos sabían leer y escribir, todos habían venido al liceo
aquí a Concepción, incluso ese tío había estudiado, estudiado Farmacia, se usaba
en aquel tiempo estudiar Farmacia. Claro… y siempre como te digo, esta historia,
esta reflexión mía, siempre muy asociada a esta experiencia familiar donde no
solamente estaba su condición económica, social, sino que política, era una familia
que tenía vínculos políticos64.
Ser testigos de las acciones políticas de René, esposo de Graciela (padres adoptivos)
despertó mi curiosidad por la “la cosa política”. No recuerdo si era militante del
Partido radical o simpatizante porque tenía un hermano. Luis Martínez Saravia
que fue diputado de la República por el Partido Radical65.
(Mi padre) Él se consideraba comunista, y votó siempre por Allende, y en la casa
había muchos libros, literatura chilena y latinoamericana, libros sobre marxismo;
él tenía sus propias contradicciones, cuando yo estaba en la Universidad, en el
tiempo de la Unidad Popular, me decía y “tú a quién saliste tan revolucionaria”, “y
a quién iba ser”, le contestaba yo66.
Mi padre fue un dirigente sindical de ferrocarriles, de la vieja guardia de militantes
y dirigentes socialistas, de él aprendí muchas cosas, mis recuerdos de niña son con
él de la mano recorriendo las poblaciones, siempre me llamó la atención como él
saludaba a los campesinos/as, de la mano, muy cordial y se daba todo el tiempo
para escuchar los problemas que le constataban….entregaba todo el tiempo
necesario; mis recuerdos me llevan a las reuniones de su núcleo “4 de junio”, en
nuestra casa y yo me sentaba debajo la mesa a escuchar lo que discutían y
programaban, las elecciones de sindicato como parlamentarias, escuchaba como
se organizaban para proclamar los candidatos, por nuestra casa pasaron muchos
dirigentes socialistas, pero lo que más me emocionaba era como mi padre ganaba
las elecciones en su sindicato “la Unión de Obreros Ferroviarios”, con mayorías
absolutas, con la votación de su lista salían elegidos tres dirigentes o más67.
Yo vengo de una familia muy política, era obvio, pero no quería tener ninguna

62 Entrevista de la autora a Encarnación Cáceres, enero de 2013, Cañete. (APEMP).


63 Entrevista de la autora a Lily Rivas, abril de 2013, Concepción. (APEMP).
64 Ídem.
65 Testimonio de Edelmira, op. cit., p. 125.
66 Testimonio de Ester, op. cit., p. 52.
67 Testimonio de Teresa, op. cit., p. 67.

Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 85
militancia…ellos provenían del Partido Comunista y en menor medida de la
Democracia Cristiana. La familia fundamentalmente fue un pilar fundamental
ideológicamente68.

Estas figuras masculinas contaban con estudios, además de ejercer derechos ciudadanos, lo
cual se enmarca en procesos de modernización y democratización de la sociedad chilena para
la época de estudio. No obstante, los hombres continuaban siendo privilegiados en relación
a su participación política y pública en comparación a las mujeres, en una sociedad cuyos
cánones tradicionales de género ubicaban a las mujeres en el mundo reproductivo-doméstico y
no el político. Las mujeres sólo desde 1949 obtuvieron el derecho a votar y ser elegidas en todos
los cargos de representación popular, por lo cual, los liderazgos políticos partidistas provenían
en mayor medida desde el mundo masculino69. Para estas niñas era normal escuchar a estos
hombres referirse a sus ideologías, sus experiencias en el mundo púbico y la militancia en un
partido político. Estos parientes se convirtieron en modelos a seguir y en especies de mentores
políticos, dado que sus ideas y valores políticos fueron traspasados a las nuevas generaciones.
Los ámbitos de acción de estos familiares en algunos casos incluyeron los espacios partidarios,
como fueron el Partido Radical, el Partido Comunista, el Partido Socialista y el Partido Liberal.
Incluso tres de las entrevistadas recordaron que entre sus familiares hubo autoridades de
representación popular en el Congreso: dos diputados del Partido Radical de la Provincia de
Concepción y Arauco. Además de uno de nivel municipal que fue electo regidor por la comuna
de Cañete.
Las familias aludidas pertenecían a sectores económicos de clase media rural, en la cual la
adscripción a un partido de derecha como era el Partido Liberal, era común sobre todo en
las zonas del sur de Chile: “En estos ciento veinte años la más destacada actividad política
penquista se centra en el más encendido liberalismo, muchas veces opositor”70. En tanto,
el Partido Radical hacia mediados de la década del 50’, era una de las principales fuerzas
políticas nacionales, con el liderazgo al interior del Frente Popular que gobernó tres periodos
consecutivos71. Partido con adscripción policlasista que incluyó a latifundistas y capas medias
en general, empleados y sectores obreros en menor medida72. En la provincia de Concepción,
los sectores de clase media adscribieron al Partido Radical, el cual tuvo presencia en la zona
desde sus orígenes en el siglo XIX. Destacaron personajes de las familias Castellón Larenas
y Urrutia Rozas, fundadores del radicalismo fueron los penquistas Carlos y Juan Castellón
Larenas y Víctor Lamas73. Militantes penquistas de este partido tuvieron participación en el
Parlamento, sobre todo durante la década 40’ y en menor medida durante la década del 50’,

68 Entrevista de la autora a María Eugenia Aguayo, octubre 2014, Concepción. (APEMP).


69 El derecho a voto de las mujeres se convirtió en la ley Nº 5.357 aprobada en 1934, que incluía el derecho de la mujer a elegir
y ser elegidas para las elecciones municipales. Las primeras elecciones con esta nueva ley tuvieron lugar el 5 de abril de 1935.
Y gracias a la lucha del movimiento de mujeres y feminista se logró que la ley de derecho de voto universal para las mujeres
fuera firmada por el Presidente Gabriel González Videla el 8 de enero de 1949. Ver Gaviola, Edda, Ximena Jiles, Lorella Lopresti y
Claudia Rojas, op. cit., pp. 59 y 77.
70 Campos Harriet, op. cit., p. 279.
71 Es así que hacia 1953 en las elecciones parlamentaria contó con el 13,3% de las votación, porcentaje que subió a 21, 55% en
1957. Citado por Moulian, Tomas, La Forja de Ilusiones: el sistema de partidos 1932-1973, Universidad ARCIS/ FLACSO, San-
tiago, 1993, pp. 105 y 123.
72 Ibídem, p. 93.
73 Campos Harriet, op.cit., p. 280.

86 Historia en Movimiento Año IV · Número 4 · 2017


esto debido a que la izquierda adquirió mayor fuerza electoral74, en tiempos de la formación
del FRAP (Frente de Acción Popular). El Partido Radical además influyó en la formación de
líderes connotados a nivel nacional, provenientes de familias de clase media, como fue lo
sucedido con la familia Enríquez Frodden, de la cual surgió la primera mujer Intendenta y
Diputada de la República, Inés Enríquez Frodden. Posteriormente, de ese núcleo emergieron
dos importantes figuras del MIR: Miguel y Edgardo Enríquez Espinoza.
La adscripción política de izquierda de los padres de dos de las entrevistadas, uno de ellos
simpatizante del Partido Comunista y el otro un militante del Partido Socialista, resulta
claramente coincidente con el auge electoral de dicha organizaciones políticas hacia
fines década del 50’. La Izquierda Tradicional (PC, PS, PSP) se convirtió en actor político75,
representando al mundo obrero, artesanal y popular chileno. Según Paul Drake:

Desde los años 50 hasta los 70, el electorado tendió hacia la Izquierda, según lo
prueba la mayor cantidad de votos de los candidatos marxistas y los programas
progresivamente más radicales, adoptados incluso por los partidos de Centro. En
este período la Izquierda trató de emplear medios democráticos para dar origen a
cambios mucho más revolucionarios que los de la era del Frente Popular76.

En 1956 se creó el FRAP que designó como candidato presidencial a Salvador Allende Gossens
en las elecciones de 1958 obteniendo un segundo lugar. Este conglomerado a nivel electoral,
en 1957 alcanzaba al 12,4% del electorado77. La realidad provincial hacia 1957 se caracteriza por
una importante votación de izquierda en las provincias de Concepción y Arauco, resultando
ser las más altas con 24,7% y 25,8% respectivamente78. Porcentajes que aumentaron una vez
que el Partido Comunista recuperó su legalidad como partido en 1958.
El Partido Comunista antes de la promulgación de la Ley de Defensa de la Democracia en
1948 –que ilegaliza al conglomerado político– tuvo un aumento significativo en su votación,
convirtiéndose en la tercera fuerza política en Chile con injerencia directa en el gobierno de
González Videla79. Hacia 1958 con la restitución legal presentó un gran crecimiento en la zona
sur, por ejemplo, en la provincia de Arauco alcanzó el 5,2% de votación entre 1960 y 196380.
Históricamente el Partido Comunista tuvo una participación importante al interior del mundo
minero en las zonas de Lota, Coronel, Arauco y en el sector artesanal y obrero ligado a las
textiles e industrias en general. En la minería, hacia la década del 20’ la capacidad organizativa
de los trabajadores adscritos a la FOCH (Federación Obrera de Chile) tenía como guía política

74 En marzo de 1945 correspondió elegir los senadores de la Séptima Agrupación Provincial. Comunistas, radicales y democráti-
cos emergían como las más poderosas fuerzas políticas penquistas. Luego en “Concepción, el FRAP consiguió un tercio de los
diputados: Albino Barra Villalobos, socialista, Jorge Montes, socialista y Enrique Rodríguez Ballesteros, democrático. La derecha
reeligió a Pedro Espina, liberal y a Enrique Serrano, conservador unido. Dos radicales: Humberto Enríquez y Mario Sáenz, dos
centristas Tomás Pablo Elorza, conservador socialcristiano y Manuel Valdés, nacional completaban la representación penquista”
Etchepare, Jaime, “Los más destacados representantes de Concepción en los Congresos de la República, 1810-2000”, Revista
de Historia, Año 9-10, Vol. 9-10, Universidad de Concepción, 1990-2000, pp. 1-15.
75 Arrate, Jorge y Eduardo Rojas, Memoria de la Izquierda chilena, tomo I, Santiago, Ediciones B Chile S.A, 2003. p. 321
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Drake, op. cit., p. 275.
77 Moulian, op. cit., p. 163.
78 Ibídem, p. 164.
79 Varas, Augusto, El Partido Comunista en Chile, Santiago, FLACSO-CESOC, 1988, p. 101.
80 Moulian, op. cit., p. 178.

Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 87
al Partido Comunista y durante las siguientes décadas siguió manteniendo presencia en
la dirigencia sindical chilena81. Entre 1950 y 1970 hubo dirigentes comunistas que tuvieron
una doble militancia –sindical y partidaria– con participación activa primero en la CTCH
(Confederación de Trabajadores de Chile) y luego, en la CUT (Central Única de Trabajadores)”82.
En el mundo textil los obreros textiles adscribieron a la FOCH y luego a diferentes organizaciones
sindicales en ámbitos comunal, provincial y nacional.
Dos de las entrevistadas indicaron que en sus familias también hubo militantes del Partido
Demócrata Cristiano, el cual alcanzó su mayor crecimiento hacia fines de la década 50’,
ubicándose como partido de centro, mermando la fuerza del Partido Radical y los partidos
de Derecha. En el plano electoral su crecimiento fue constante a partir de 1957 debido a la
caída de la derecha y desaparición de partidos ibañistas83. Ese año obtuvo 17 escaños en el
Congreso superando a los obtenidos por el FRAP84. Dicha trayectoria se debió en parte a su
performance como organización política que presentó una ética visión del mundo basado en
la Doctrina Social de la Iglesia Católica y su postura como opción progresista en contra de los
partidos ideológicos marxistas, en un país con gran raigambre católica85.
Destacamos otros antecedentes sobre la influencias en la formación política a temprana
edad, en relación a familiares hombres con participación en organizaciones sindicales. Estos
les entregaron enseñanzas sobre temáticas sociales y un análisis crítico de las relaciones
productivas y sociales en un mundo capitalista:

Quizás algo así, algunas cosas míticas de un tío que habría sido de la FOCH habría
sido presidido por la cosas de los ferroviarios, pero no me llega más que relatos así
de otras generaciones, no directa86.
Mi padre...él era presidente del sindicato y estaba en constantes asambleas,
marchas y debates sobre sus petitorios salariales, cuyas huelgas generalmente
eran sobre sus peticiones salariales, cuyas huelgas generalmente eran sobre
mejores condiciones laborales o sobre el reajuste salarial…Mi padre en su calidad
de dirigente apoyaba que yo también fuera dirigente estudiantil, se daba el
tiempo e iba a justificarme…Mis recuerdos de infancia van de la mano a las luchas
sindicales de mi padre en los años 60, las largas huelgas de los ferroviarios, los
profesores, los mineros del carbón, etc…87.
Mi papá Humberto, me enseñaba todo acerca de la explotación de los trabajadores,
lo poco que les pagaban, y ellos eran quienes hacían el trabajo, me demostraba
lo que era la plusvalía, además a él le gustaba mucho leer y era una enciclopedia
andante…el personaje más importante del cual mi papá hablaba, era el Che
Guevara y la revolución cubana, en la Radio Universidad de Concepción…88.

81 Ver Grez Toso, Sergio, Historia del comunismo en Chile. La era de Recabarren (1912-1924), Santiago, LOM Ediciones, 2011.
82 Pizarro, Crisóstomo, La Huelga Obrera en Chile, Santiago, Ediciones SUR, Colección Estudios Históricos, 1986, pp. 107- 123.
83 Moulian, Tomás, Fracturas. De Pedro Aguirre Cerda a Salvador Allende (1938-1973), Santiago, LOM Ediciones, 2006, p. 202.
84 Moulian, Forja de ilusiones…, op. cit., p. 171.
85 Ibídem, pp. 208-210.
86 Entrevista de la autora a Olympia Riveros, enero 2013, Concepción. (APEMP).
87 Testimonio de Teresa, op. cit., p. 69.
88 Testimonio de Ester, op. cit., pp. 11-112.

88 Historia en Movimiento Año IV · Número 4 · 2017


Consideramos que una vida cotidiana impregnada de reuniones, discursos y preparaciones
de asambleas influye en la construcción de modelos de participación y liderazgos en la vida
pública. Por otro lado, a Olympia le resultó significativo conocer a través del relato oral de
familiares sobre las experiencias de un tío al interior de la pionera organización sindical chilena:
la FOCH.
Nos llama la atención que en los recuerdos de dos mujeres, se aludió a figuras femeninas
(madres-tías, autoridades femeninas) como referentes a seguir, dado su condición de mujeres
inteligentes, opinantes, en un medio signado por el patriarcado, especialmente, en los ámbitos
de la política:

Mi niñez, yo siempre, después de grande me acuerdo de mis preocupaciones


políticas, por ejemplo, en diciembre, bueno me recuerdo… eran esos días lindos de
verano de esta zona, en que mi mamá llegaba del pueblo, de Cañete, a caballo
con su ropón, usaba una falda larga con la cual andaba en silla de mujer como
llamaban, eso se llamaban ropones, con su huasca, y llegó muy agitada, y
diciendo: “se declaró la guerra al Eje”. Siempre como digo, después he constatado,
mi mamá era una mujer muy inteligente, una mujer culta, y no solamente era ella,
también estaba mi tía Uberlinda Labbé, la tía Uber, que discutía con mis tíos, ya,
y no, no ella les decía “no, no, yo no escuché eso en la radio, dijo esta otra cosa”…
Mi mamá estudió hasta quinto año de Humanidades porque hasta ahí nomás
llegaba el colegio de las señoritas… un establecimiento que después se transformó,
un colegio que hasta el día de hoy creo que tiene el nombre de Trégüelas”89.
Mi madre…yo creo que ella es la militante más antigua en la comuna del Partido
Demócrata Cristiano….entonces yo creo que a lo mejor desde el punto de vista de
la familia yo he tenido un conocimiento más que otras personas, me ha ayudado
eso. Me acuerdo que hubieron una elección del alcalde y regidor en esos años,
entonces había una mujer que era candidata que yo la admiraba mucho y yo
pensaba que yo también tenía que ser como ella..., la Sra. Liliana San Marín,
ella era muy jovencita en esos años. Entonces yo sentía una admiración muy
grande, yo era muy joven en ese tiempo, pensaba que ella era valiente, que ella
era inteligente…, pero le fue mal. Ella pertenecía en esos años al Partido DC…, yo
creo que fue una muestra de mujer valiente, de mujer interesante que también me
quedó, me grabó y no me traumó, no siquiera el hecho de que haya perdido sino
que más bien pensé que si las mujeres tenemos que respetarnos….otra mujer ella
pertenecía al Partido Radical y se llamaba la señora Erica Wolff…ella era una mujer
radical, muy inteligente, era abogada”90.

Las familiares de Lily eran mujeres que durante la década del 40’ aún no contaban con el
derecho a sufragio para las elecciones presidenciales, no eran plenamente ciudadanas, no
obstante, se nutrían de información a través de la prensa, libros y la radio. Además ayudó el
ambiente que las rodeaba, en el cual los hombres de las familias participaban en partidos
políticos. Habían estudiado hasta Humanidades, pero el matrimonio las centró en los
roles de madres y esposas, más sus voces no fueron silenciadas. En tanto, Encarnación

89 Entrevista de la autora a Lily Rivas, abril 2014, Concepción. (APEMP).


90 Entrevista de la autora a Encarnación Cáceres, enero de 2013, Cañete. (APEMP).

Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 89
recuerda como dos figuras femeninas marcaron su vida y se quedaron como ejemplos en su
imaginario, ambas militantes del PDC. Un partido cuya ideología se basa principalmente, en
postulados de la Iglesia Católica, la cual ha tenido gran preeminencia en el mundo femenino
en la historia chilena, no es extraño pues, la inclusión de mujeres en su militancia. Hacia 1969
en las elecciones parlamentarias, la DC llevó el mayor número de mujeres de las 20 que se
presentaron como candidatas91.
A partir de lo descrito anteriormente podemos constatar que las vivencias y experiencias de
familiares influyeron directamente en la comprensión del mundo en estas niñas que devinieron
en jóvenes activas social y políticamente. De esta manera, figuras masculinas y en menor
medida femenina se constituyeron en agentes de politización que influyeron en la construcción
de una identidad de izquierda. Elsa Chaney, una pionera en estudios sobre política y mujeres,
en su investigación sobre la realidad latinoamericana de mujeres en el ámbito político de los
años 70’, manifestó que el 33,3% de las encuestadas chilenas –empleadas públicas, dirigentas
al interior de partidos políticos– reconoció como principal agente de politización a la familia92.
No obstante, debemos indicar que dicho estudio consideró un universo de mujeres presentes
en la diversidad partidaria, y en nuestra investigación sólo nos referimos a datos cualitativos
de experiencias de militancia en izquierda.
Para la realidad nacional contamos con estudios sobre liderazgos femeninos del Partido
Comunista, en uno de ellos a cargo de la tesista Yazmín Lecourt se concluye la gran influencia
de la familia en las trayectorias políticas de once mujeres: “en el alto nivel de participación y
compromiso político de padres, madres, abuelos…la influencia masculina en muchos casos
determinante en la formación de la conciencia de la militantes, quienes desde pequeñas se
vinculan al partido”93. Además la investigación de Claudia Rojas sobre dirigentas destacadas
del Partido Comunista también el ambiente familiar coadyuvó a la militancia partidaria, siendo
este un espacio de aprendizaje político94.
Conclusiones diferentes son las que aporta el estudio de Tamara Vidaurrázaga95 –sobre tres
mujeres militantes del MIR– ya que las influencias que motivaron su participación en la vida
política, provinieron de sus entornos de amistades y compañeros/as de liceos y universidades.
Consideramos que el contexto epocal en el cual se insertan las entrevistadas como jóvenes
–fines década del 50 y década del 60’– tiene relevancia al momento de evidenciar la influencia
de las amistades en su proceso de politización. Según sus testimonios, otro de los instituciones
que influyeron en la conformación de sus identidades y por cierto, como orientadores para
la acción política, fueron los Liceos. En estos cursaron la educación secundaria en diversas
localidades de la zona sur e incluso, una de ellas, en Santiago. Lily recuerda como sus estudios

91 “En las elecciones parlamentarias del 2 de marzo de 1969, debían ser elegidos 147 diputados y 30 senadores. En la provincia
de Santiago se presentaron un total de 146 candidatos hombres y sólo 20 mujeres. Una vez más fue la Democracia Cristiana
quien llevó la mayor cantidad, lo que en general coincidió con el mayor número de elegidas. En la elección parlamentaria de
marzo de 1973, en la cual se debía elegir a 150 diputados y a la mitad del Senado, es decir 25 miembros, el número de candida-
tos varones para este último cargo correspondió a 48, siendo sólo dos las postulantes al mismo” citado por Rojas Mira, Claudia,
“Poder, mujeres y cambio en Chile (1964-1973): un capítulo de nuestra historia”, Tesis para optar al grado de Maestría en
Historia, Universidad Autónoma Metropolitana (UAM-Iztapalapa), División de Ciencias Sociales y Humanidades, Departamento
de Historia, México D.F. 1994 p. 142.
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Chaney, op. cit., p. 189.
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Lecourt, op. cit., p. 77.
94 Rojas Mira, ¿Mujeres comunistas o Comunistas mujeres?..., op.cit., p. 346.
95 Vidaurrázaga, op. cit.

90 Historia en Movimiento Año IV · Número 4 · 2017


fueron realizados en un comienzo en un colegio particular de Concepción, dado los recursos
económicos con los cuales contaba su familia y que posteriormente durante la década del 50:
“luego me trasladé a Santiago a hacer la secundaria internada en Liceo de Niñas, pues en mi
familia apostaban por educación fiscal, laica…lo cual me influyó en la educación progresista,
de mucha lectura y pensamiento.”96
La adolescencia para cuatro de las mujeres estudiadas transcurrió también en liceos fiscales
durante la década del 60’, destacamos algunos recuerdos al respecto:

Desde 1955 a 1960 cursé la educación secundaria en el Liceo Fiscal de Niñas,


terremoto incluido, que me dio la oportunidad de conocer más sobre Salvador
Allende Gossens, su discurso poco conocido y que estremecía porque era claro
y directo, su preocupación y apoyo a las zonas afectadas por la tragedia… en el
Liceo se vivía la preocupación política en forma más seria y las conversaciones
sobre el tema, aunque carecían de profundidad, aportaban a un compromiso
más contingente que el mero discurso, participábamos en las movilizaciones
estudiantiles. Las listas de las candidatos a centros de alumnos…97.
Realicé mis estudios secundarios en Concepción, me quedaba donde unos
parientes. Me acuerdo como las lecturas de Historia me interesaban mucho,
también lo que estaba pasando en el mundo, lo que había sucedido en Cuba, los
cambios en América Latina98.
Durante mi adolescencia la vida se fue encargando de ponerme a estas amigas
que me han ayudado en diferentes procesos juntas hicimos la búsqueda en
nuestros ideales que asumiéramos posteriormente, fuimos inquietas y buscamos
literatura chilena y latinoamericana nuestro desahogo99.
Yo me sentía como pollo en corral ajeno, en el Liceo, ¡uf!, vine de las monjas, no
tenía amigas, y las únicas chicas de mí edad que mi tía conocía eran demócrata
cristianas y yo no tenía ningún interés en común con ellas, así es que me empecé
a juntar con algunas niñas que eran de izquierda, hablaban de la candidatura de
Allende, y hacíamos conversaciones y repartíamos panfletos para las marchas….
dos años en Talca…en el 4° Humanidades quedé repitiendo,….volví al internado de
monjas...100.

Podemos evidenciar que estos espacios educativos tanto desde el currículum formal como
desde el curriculum oculto se convirtieron en agentes de socialización política al brindar
conocimientos sobre la realidad política, social y cultural chilena, latinoamericana y mundial.
Los ejercicios de participación estudiantil, el debate en torno a ideas, opiniones y las acciones
de movilizaciones contenían orientaciones de educación cívica dentro de un sistema político
que implicaba la adscripción a valores democráticos y republicanos. Los lazos de amistad
también son descritos como significativos en sus vidas, dado que las afinidades etarias y de
intereses también estaban vinculadas a “ideales” a nivel político. Dos de ellas recuerdan la

96 Entrevista de la autora a Lily Rivas, abril 2013, Concepción. (APEMP).


97 Testimonio de Edelmira, op. cit., pp. 126 y 127.
98 Entrevista de la autora a Encarnación Cáceres, enero 2013, Cañete. (APEMP).
99 Entrevista de la autora a Teresa Veloso, octubre 2013, Concepción (APEMP).
100 Testimonio de Ester, op. cit., pp. 106 y 107.

Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 91
figura significativa de Salvador Allende hacia las décadas del 50’ y 60’. En 1958 Salvador Allende
fue candidato a la presidencia por el FRAP101, esta alianza daba cuenta de la unión de fuerzas
de izquierda que habían electoralmente aumentado su importancia en el ámbito nacional. A
pesar de su derrota, el médico y político siguió adelante en su carrera por la banda presidencial,
pues en 1964 nuevamente se presentó en las elecciones presidenciales, siendo vencido por
Eduardo Frei Montalva. Según Paul Drake, a comienzos de los 60’ Allende “seguía mostrando
tendencia a conseguir sus mejores resultados en comunidades preponderantemente mineras,
de trabajadores urbanos y entre los habitantes de poblaciones callampa…”102. Características
que se condicen con la realidad de la provincia de Concepción y Arauco en la cual vivieron las
entrevistadas.
Avanzando en los ciclos de vida, cuatro de las entrevistadas rememoran como influyente
durante su juventud, la etapa vivida en la Universidad, dado las experiencias de formación y
activismo político que se dieron en la cotidianeidad de dicho espacio de estudios:

La universidad, tuvo un significado vital en mi formación personal y mi conciencia


política. En realidad todo estaba mezclado y nuestra energía y entusiasmo era tan
desbordante que teníamos tiempo para todo, estudiar, conversar, asistir a espacios
de discusión política, conocer y pronto a trabajar en la elaboración de encuestan
allá en la CORVI…103.
Una época intensa y rica, de apertura al debate de grandes ideas, de escuelas de
verano gigantescas que organizaba mi profesor Gonzalo Rojas. Tiempos donde
la palabra solidaridad se concretaba en acciones, como las que realizaba la
FEC (Federación de Estudiantes de Universidad de Concepción) con motivo del
terremoto de 1960 y en el Liceo Nocturno para Trabajadores que el propio Centro
de Alumnos de la Facultad administraba y donde hice clases cuando tenía 18 años.
La Universidad, en resumen, me lo ofreció todo104.
… después de la cuarta candidatura de Allende, en el año 1969, estaba en Valdivia
y ahí se hacían hartas actividades participaba con la gente del Partido Comunista
en peñas, formación política, y el movimiento estudiantil ya estaba súper activo….
Así fue que el año 1969 di de nuevo la PAA y quedé en Servicio Social en la U.
de Chile en Talca…allí el movimiento estudiantil estaba en todo su apogeo….poco
después fui entendiendo de que se trataba la reforma universitaria...105.
Joven era ser bastante responsable socialmente, ser gente con opinión, además
estudiar en historia, en ámbitos de las ciencias sociales, en la Universidad de
Concepción, era de mucho compromiso. El compromiso no es algo que te nazca
solo sino que cuando estás tan retroalimentado se hace realidad106.

Agregamos que tres de ellas realizaron sus estudios superiores en la Universidad de Concepción
y una en la Universidad de Chile en Talca, cursando carreras de Asistente Social (2) y Profesoras

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Drake, op. cit. p. 279.
102 Ibídem, p. 281.
103 Testimonio de Edelmira, op. cit., p. 132.
104 Entrevista de la autora a Olympia Riveros, octubre de 2013, Concepción. (APEMP).
105 Testimonio de Ester, op. cit., p. 114.
106 Entrevista de la autora a María Eugenia Aguayo, octubre de 2014, Concepción. (APEMP).

92 Historia en Movimiento Año IV · Número 4 · 2017


(2) de Historia y de Español. Las carreras elegidas señalan el ámbito de acción preferido, lo
cual nos indica que los estudios formales incluían el conocimiento y análisis de las realidades
sociales, políticas y culturales de la sociedad chilena y mundial. Además históricamente las
facultades de Educación y Humanidades han sido nichos de reclutamiento de simpatizantes
de partidos políticos de centro y de izquierda, sobre todo en la época de cambios universitarios,
en este caso de la Gran Reforma Universitaria de 1968107.
Tanto Olympia como Ester combinaban el estudio con el trabajo, lo cual no resulta extraño
para hijas de familias obreras y de clase media, dado que la continuidad de estudios
superiores resultaba aún un privilegio. En una sociedad altamente clasista, con grandes
diferencias socioeconómicas, la gratuidad de estudios universitarios, abrió puertas a hijos e
hijas de obreros, sectores profesionales medios, comerciantes e inclusive en menor medida
un ascenso campesino.
El estudio era acompañado de actividades de sociabilidad y de activismo socio-político, lo cual
coadyuvó a la creación de conciencias y compromisos políticos que devinieron en simpatías
hacia ciertos conglomerados políticos que formaban parte de la “Izquierda Tradicional” y de la
“Nueva Izquierda Revolucionaria”.

107 En 1967 ya se dieron cambios significativos al interior de las universidades en cuanto a la mayor participación de estudiantes
en el gobierno estudiantil, la mayor amplitud de acceso a la universidad, entre otros temas. Garretón, Manuel Antonio y Javier
Martínez, El Movimiento estudiantil: conceptos e Historia, Santiago, Ediciones Sur, 1980, pp. 96-102.

Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 93
“yComo nubes nacaradas de gestos, desprecios
sonrojos, el zoológico gay pareciera fugarse
continuamente de la identidad. No tener un solo nombre ni
una geografía precisa donde enmarcar su deseo, su pasión, su clandestina
errancia por el calendario callejero donde se encuentran casualmente;
donde saludan siempre inventando chapas y sobrenombres que relatan
pequeñas crueldades, caricaturas zoomorfas y chistosas ocurrencias. Una
colección de apodos que ocultan el rostro bautismal; esa marca indeleble
del padre que lo sacramentó con su macha descendencia, con ese Luis
junior de por vida. Sin preguntar, sin entender, sin saber si ese Alberto,
Arturo o Pedro le quedaría bien al hijo mariposón que debe cargar con esa
próstata de nombre hasta la tumba. Por eso odia tanto ese tatuaje paterno,
ese llamado, ese Luchito, ese Hernancito chico y minusválido que a los

homosexuales sólo les sirve para el desprecio y la burla.

Pedro Lemebel
HISTORIAS SOBRE UN ROSA
AMANECER
El movimiento homosexual y la transición democrática
en Chile, 1990-20001
J. Carlos Garrido2

E l 2 de marzo del 2012, Daniel Zamudio fue víctima de un ataque propinado por una
agrupación neonazi en Chile, la cual culminó con su fallecimiento. Esta situación se
transformó en el símbolo de la discriminación hacia las personas LGBT en el país,
demostrando la ausencia de una legislación que sancionara la homofobia3. La conmoción
que generó tanto a nivel nacional y mundial, permitió que organizaciones por la diversidad
sexual plantearan la necesidad de políticas focalizadas a detener este tipo situaciones,
surgiendo de esta manera la primera Ley de Antidiscriminación, denominada “Ley Zamudio”,
la cual permite establecer medidas frente a las prácticas discriminatorias, intentando instalar
un mecanismo judicial frente a este tipo de actos4. A pesar de que este logro fue en el año
2012, la situación de los derechos LGBT en Chile se comenzó a plantear desde los años ’90,
principalmente tras la aparición del Movimiento de Liberación Homosexual en el 1992 (Movilh
Histórico)5. Esta organización tuvo como principal objetivo, enfrentar la discriminación que

1 Este artículo corresponde a un capítulo de mi tesis de licenciatura Narrativas de una transición: Discursos, homofobia y vio-
lencia de género en el Chile postdictatorial, 1990-2000¸ realizada en la Escuela de Historia de la Universidad Diego Portales,
y financiado por el proyecto Fondecyt N°1130088. Las entrevistas utilizadas para este artículo (y que formaron parte de mi
investigación de pregrado) fueron realizadas durante el año 2014, y he contado con la autorización de las personas para llevar a
cabo este estudio.
2 Licenciado en Historia, Universidad Diego Portales (Santiago, Chile). Correo: carlosgarridogamboa@gmail.com
3 Las siglas LGBT hacen referencia a Lesbianas, Gay, Bisexuales y Transexuales. Este término comienza a usarse principalmente
desde los años ’90, pero en los últimos años, se ha incorporado otras siglas como Q (queer), I (intersexual), y la A (asexual). Para
la presente investigación, sólo utilizaremos los términos LGBT para hacer referencia a las personas gays, lesbianas y transexu-
ales.
4 CHILE. Ministerio Secretaría General de Gobierno. 2012. Ley N° 20.609. Código Penal. Ley que establece medidas contra la
discriminación.
5 El Movilh Histórico es la primera agrupación por la diversidad sexual que aparece públicamente en los años ’90. Tras la
división y fraccionamiento del grupo en el año 1997, diversas agrupaciones surgen desde este movimiento social, entre ellas, el
Movimiento Unificado de Minorías Sexuales (MUMS), Acciongay, y el Movimiento de Integración y Liberación Homosexual (Mov-

Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 95
vivía la población LGBT, pero principalmente, la derogación del artículo N°365 del Código
Penal, el cual penalizaba la sodomía –o la práctica sexual entre hombres- ley que representaba
la criminalización estatal hacia la homosexualidad.
Junto con el surgimiento de agrupaciones por la diversidad sexual como el caso del Movilh
Histórico, también aparecieron las primeras discusiones y debates sobre la homosexualidad
en la esfera pública chilena: en la prensa, televisión, y programas de radio, los activistas
comienzan a hacer referencia al activismo homosexual que nacía en Chile, como también a la
necesidad de una despenalización de la sodomía, la cual, en diversas ocasiones, justificaba las
violencias homofóbicas en el país. Sin embargo, en estos debates sobre la homosexualidad, la
Iglesia Católica también asumió una autoridad moral importante, teniendo un mayor peso en
temáticas sobre género y sexualidades. Principalmente frente al tema de la homosexualidad,
la institucionalidad planteaba un rechazo total hacia la diversidad sexual, al asociarla a un
peligro para la familia –desde una visión cristiana–6. De esta manera, y en pleno contexto
de retorno a la democracia, se situaba a la familia como un elemento importante para una
nación en plena reconstrucción, y también como base de toda sociedad occidental7; por lo
mismo, la homosexualidad, y debates parlamentarios sobre el aborto, el divorcio, y las pastillas
anticonceptivas, entre otros, estarían generando la denominada “crisis de la familia” en Chile,
o también, una “crisis moral”8.
Los discursos eclesiásticos hacia la homosexualidad, también se centró en asociar las prácticas
homosexuales con el pecado de la sodomía, siendo un concepto basado en el relato bíblico
de Sodoma y Gomorra, pero que en el siglo XIX, se interpretó dicha historia como un “castigo
divino” tras la supuesta decadencia moral y existencia de prácticas homosexuales y pederastas
en dichas localidades9. En este mismo siglo, las ciencias crearon imaginarios que se centraron
en una mirada patologizadora y medicalizadora, al categorizar las prácticas no heterosexuales
como desviaciones psicológicas y degeneración sexual, y por lo tanto, situar la homosexualidad
como patología médica10. Con estos discursos científicos y eclesiásticos, los imaginarios sobre la
homosexualidad contribuyeron muchas veces a la criminalización estatal como también desde
la sociedad civil en el siglo XIX y durante el siglo XX. En el caso de Chile, esta criminalización se
reflejó en dos leyes del Código Penal: la ley N°365 de penalización de la sodomía, y la ley N°373
que condena en cualquier modo el pudor, moral y buenas costumbres, ambas publicadas en
el Código Penal desde 1874, y en donde sólo se ha logrado derogar la ley N°365 en 199911.
Frente a este contexto de “crisis moral” que planteaba la Iglesia Católica, junto con los discursos

ilh). Es importante diferenciar el Movilh Histórico del Movilh actual, ya que el actual sfue fundado por una parte de los activistas
del Movilh Histórico (como el caso de Rolando Jiménez), al igual que otras organizaciones como MUMS y Acciongay. Respecto a
la historia del movimiento LGBT en Chile, y sus conflictos desde los años ’90: Robles, Víctor Hugo, Bandera Hueca. Historia del
movimiento homosexual en Chile, Santiago, Editorial ARCIS/Cuarto Propio, 2008.
6 La visión cristiana de “familia”, se basa principalmente en la triada madre-padre-hijo/hija. Brito, Eugenia, “Roles sexuales:
Diversas escenas”. En Grau, Olga, Riet Delsing, Eugenia Brito y Alejandra Farías, Discursos, género y poder. Discursos públicos:
Chile 1978-1993, Santiago, Editorial LOM, 1997.
7 Delsing, Riet, “La familia: el poder del discurso”. En Grau et. al., op. cit.
8 Brito, Eugenia, “El discurso sobre la “crisis moral”. En Grau et. al., op. cit.
9 Hopman, Jan, “La sodomía en la historia de la moral eclesial”. En Olavarría, José y Rodrigo Parrini (eds.), Masculinidad/es.
Identidad, sexualidad y familia. Primer encuentro de estudios sobre masculinidades, Santiago, FLACSO-Chile/Universidad
Academia de Humanismo Cristiano/Red de Masculinidad, 2000.
10 Cornejo, Juan Rolando, “Configuración de la homosexualidad medicalizada en Chile”, Sexualidad, Salud y Sociedad. Revista
Latinoamericana, N°9, diciembre 2011.
11 Actualmente, la penalización de la sodomía sólo se aplica cuando un hombre accediere carnalmente a un menor de edad
(menos de 18 años). Esto es penado con reclusión menor en su grado mínimo a medio.

96 Historia en Movimiento Año IV · Número 4 · 2017


desde las ciencias, y las leyes que criminalizaban la homosexualidad desde el Código Penal,
resulta interesante pensar cómo el Movilh Histórico enfrentó este contexto, y las formas en que
intentó visibilizarse en la esfera pública. A partir de esto, nos preguntamos, ¿De qué manera el
movimiento LGBT en Chile enfrentó estos discursos durante los años ’90? ¿Cuáles fueron los
obstáculos y conflictos que surgen en este movimiento al momento de enfrentar este contexto?
El presente artículo analiza las dificultades que enfrentó el movimiento homosexual en Chile
durante la transición democrática, centrándonos en el caso del Movilh Histórico en Santiago.
Desde nuestra perspectiva, a pesar de que la agrupación planteó una preocupación por la
discriminación hacia la “diversidad sexual”, sus luchas concentradas en la despenalización de
la sodomía, generó que su visión de violencia se focalizara más en la homofobia más que otras
prácticas como la lesbo y transfobia, excluyendo, por lo tanto, la situación de mujeres lesbianas
y transexuales dentro de la agrupación. Las exclusiones y poca visibilización de estos temas,
sería principalmente por la posición conservadora que asume esta organización LGBT frente
a temáticas como el VIH-Sida, o la situación de la población trans y lesbianas. La reticencia
desde el Movilh Histórico hacia estas problemáticas, se puede entender tras los intentos de
este movimiento para alcanzar una mayor visibilización en el espacio público, y poder derogar
la ley de penalización de la sodomía en Chile, existiendo mayores dificultades para tratar la
situación de mujeres lesbianas y transexuales –quienes no eran afectadas directamente por la
penalización de la sodomía–.
Para desarrollar nuestra hipótesis, el análisis se basa en la literatura existente sobre la historia
del Movilh Histórico, como también en el testimonio de ex activistas de dicha organización,
quienes también nos permiten analizar las memorias existentes sobre el movimiento
homosexual en Chile. Paralelo a esto, también usaremos archivos de prensa nacional, como
también prensa LGBT, y así contrastar los diversos discursos que emergieron desde estos
espacios en el Chile de los ’90.

UN ROSA AMANECER EN LOS ’90. EL SURGIMIENTO DEL ACTIVISMO LGBT


EN CHILE
El Movilh Histórico, primer paso hacia la articulación del movimiento LGBT en el país, se creó
en 1991 dentro del taller de Derechos Civiles organizado por la Corporación de Prevención
del Sida, espacio cuyo objetivo fue orientar y ayudar a personas seropositivas, quienes
sufrían constantemente de discriminación laboral, de salud, y social entre otros12. Siendo el
primer espacio que permitió un diagnóstico de la discriminación por orientación sexual en
Chile, también abrió puertas para discusiones ideológicas y políticas respecto a una posible
liberación homosexual13. Una vez organizado como movimiento homosexual, sería en 1992
la primera aparición pública del Movilh Histórico en plena marcha de conmemoración del
Informe Rettig, y en donde se presentarían con el lema “POR NUESTROS HERMANOS
CAÍDOS, MOVIMIENTO DE LIBERACIÓN HOMOSEXUAL”14.

12 Robles, op. cit.


13 Ídem.
14 Ídem.

Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 97
Durante la dictadura militar, existieron algunos colectivos que expresaron sus resistencias
hacia el conservadurismo de la época, reflejados principalmente en el colectivo Ayuquelén
y las Yeguas del Apocalipsis. El colectivo lésbico creado tras la muerte de Mónica Briones15,
fue uno de los primeros intentos por crear un ambiente político lésbico y con la intención
de crear una conciencia local y santiaguina a través del debate entre las mismas mujeres;
de esta manera, Ayuquelén y otros colectivos de lesbianas, también establecían lazos con
el movimiento feminista de los años ’80 y ‘9016. En el caso de las Yeguas del Apocalipsis,
agrupación compuesta por Pedro Lemebel y Francisco Casas, apostaron por mostrar un
activismo desde las expresiones artísticas y culturales para visibilizar el tema de la disidencia
sexual en Chile, junto con desarmar las ideas de masculinidad y feminidad a través de su
performatividad, intentando resignificar de esta manera la homosexualidad –siendo una de
las primeras performances queer en Chile–17. A pesar de estos intentos de activismo desde
la disidencia sexual, los años ’80 no logró ser un contexto ideal para la creación de un
movimiento social y político como sí lo fue los años ’90, década en donde, tras las diversas
transformaciones sociales, políticas y culturales, lograron abrir un pequeño espacio para la
diversidad sexual en el país.
En el resto de América Latina, en países como Argentina y México, existieron organizaciones
por la diversidad sexual con más trayectoria histórica que Chile. El caso argentino presenta
la primera experiencia de activismo homosexual en la región, reflejado en la agrupación
“Nuestro Mundo” que surge en la década de los ’70, y posteriormente, el Frente de Liberación
Homosexual (FLH); en esta organización, se llevarían a cabo diversas discusiones políticas
vinculadas con los debates de izquierda en dicho país, dialogando con corrientes ideológicas
como el comunismo, socialismo y trotkismo entre otras cosas18. En otros lugares como
México, las primeras movilizaciones lésbico-gay comenzarían en 1978: la influencia de
discursos de liberación homosexual de Estados Unidos y países europeos, sería un aspecto
que incentivaría este tipo de organizaciones en el país mesoamericano19. En el resto de
los países del continente, a pesar de que cada uno enfrentó distintos contextos, los años
’90 significó un espacio para una mayor visibilización de los colectivos LGBT: el escenario
post Guerra Fría y post-dictatorial, permitió un contexto de nuevos movimientos sociales,
protagonizados por indígenas, mujeres, estudiantes, y la comunidad LGBT entre otros20. En
el caso del movimiento LGBT, los procesos de redemocratización permitió la aparición de
nuevos debates relacionados con el género y sexualidades, como también el establecimiento
de luchas contra la discriminación y reconocimiento de nuevas identidades sexuales y de

15 El caso del asesinato de Mónica Briones es relativamente conocido en Chile. Mónica, fue una mujer lesbiana que, según el re-
lato policial y del Servicio Médico Legal, fue atropellada accidentalmente el 9 de julio de 1984. Sin embargo, según el testimonio
de sus propias amigas que se encontraban en el lugar, fue víctima de una fuerte golpiza e insultos propinados por un hombre
“a lo militar” ese mismo día. Su muerte quedó en la memoria de sus compañeras, e incentivó a la creación del primer colectivo
lésbico-feminista: Ayuquelén. Montesinos, Erika, “La verdadera historia de un crimen lesbofóbico” (on line) http://www.rompien-
doelsilencio.cl/la-verdadera-historia-de-un-crimen-lesbofobico/ [consultado el 6 de marzo del 2015].
16 Respecto a los vínculos que se establecieron entre el movimiento feminista y los colectivos lésbicos. CALLES CAMINADAS
(documental)/ dirigida por Eliana Largo Verónica Quense (Santiago, Chile) [2006], formato digital (78 min.), son., col.
17 Franco, Jean, Marcar diferencias, cruzar fronteras (ensayos), Santiago de Chile, Editorial Cuarto Propio, 1996.
18 Rapisardi, Flavio, “Escritura y lucha política en la cultura argentina: Identidades y hegemonía en el movimiento de diversi-
dades sexuales en 1970 y 2000”. Revista Iberoamericana, Vol. LXXIV, N°225, Octubre-diciembre, 2008.
19 Diez, Jordi. “La trayectoria política del movimiento lésbico-gay en México”. Estudios Sociológicos, Vol. 29, N°86, Mayo-agosto,
2011.
20 Respecto a la trayectoria histórica Tilly, Charles, Los movimientos sociales, 1768-2008: desde sus orígenes a Facebook.
Barcelona, Crítica, 2010.

98 Historia en Movimiento Año IV · Número 4 · 2017


género21. Paralelo a esto, la aparición del VIH-Sida en los años ’80, también determinó el estilo
de estas organizaciones desde esta década, pero con más fuerza en los ’90, tras los procesos
de transiciones democráticas y la aparición de diversas organizaciones de prevención del
VIH-Sida, siendo organizaciones que pedían cooperación internacional, y también del propio
Estado para enfrentar la discriminación y establecer políticas para ayudar a las víctimas del
virus22. Estas mismas luchas, posteriormente, crearían redes internacionales a nivel mundial
(como el International Lesbian and Gay Asociation, ILGA) y latinoamericano (es el caso de la
Asociación Internacional de Lesbianas y Gays de Latinoamérica y el Caribe, ILGALAC).
En el caso de Chile, el Movilh Histórico respondió a la emergencia de transformaciones sociales y
culturales que se gestaban en pleno contexto de transición democrática. Esta agrupación no sólo
logró consolidarse como un primer espacio para compartir experiencias sobre discriminación,
sino que también fue una instancia para la sociabilización gay, en donde muchos activistas
encontraron sus primeras amistades y amores, en tiempos en donde la homosexualidad
seguía siendo un estigma social tras temas como el VIH-Sida23. En otros lugares fuera de
Santiago, como Rancagua y Concepción, no se logró consolidar un movimiento político como
el Movilh Histórico durante los años ‘90, sin embargo, agrupaciones de prevención del VIH-
Sida, se transformaron en organizaciones que abordaron temáticas como la homofobia y la
homosexualidad. En el caso de Concepción, la agrupación Pos Pos (Positivamente Positivo)
que funciona desde 1994, sería una de las primeras organizaciones de prevención del virus en
dicha ciudad, y al mismo tiempo, la primera agrupación que logró reunir a homosexuales, por lo
mismo, aparte de tratar el tema de la enfermedad, también se discutía situaciones relacionadas
con la homosexualidad y la homofobia24. Tal como nos comentaba Guillermo Moscosso, ex
colaborador de esta organización en los años ’90, en Pos Pos se acogió y ayudó a personas
seropositivas, las cuales eran discriminadas socialmente y excluidas del sistema de salud
pública, aumentando los niveles de discriminación en caso de que el afectado era homosexual.
Tras tener pocas herramientas para enfrentar este tema, para Guillermo, el acogimiento hacia
personas seropositivas fue el principal logro de esta organización:

Siempre les preguntábamos, ¿Con quién vives? ¿Cómo vives? ¿Tu familia sabes que
vives con el VIH? Necesitábamos saber en qué contexto vivían. Preguntábamos,
¿Tomaste desayuno? ¿Almorzaste? Era así. Era una comunidad de autoayuda, de
apoyo entre pares, y de educación para encontrar respuesta a esa tecnocracia del
médico con delantal blanco y dioses del saber. Al final era una instancia de buscar
conocimiento.25

De esta manera, este tipo de organizaciones abordaban temáticas sobre discriminación, y por lo
tanto, resultaron ser espacios alternativos para la comunidad LGBT, al igual que organizaciones

21 Figari, Carlos. “El movimiento LGBT en América Latina: Institucionalizaciones oblicuas”. En Massetti, Astor, , Ernesto Vil-
lanueva y Marcelo Gómez (comps.), Movilizaciones, protestase identidades políticas en la Argentina del bicentenario, Buenos
Aires, Nuevo Trilce, 2010.
22 Ídem.
23 Durante la década de los ’90, temas como la desviación sexual y el virus del VIH-Sida, eran los principales imaginarios que
existían sobre la población homosexual, y promovidos por espacios como los medios de comunicación. Guajardo, Gabriel,
“Homosexualidad masculina y opinión pública chilena en los noventa”. En Olavarría y Parrini (eds.), op. cit.
24 Guillermo Moscoso, entrevista personal, Concepción, 13 de diciembre del 2014.
25 Ídem.

Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 99
feministas; ejemplo es el caso de LEA (Lesbianas En Acción) de Concepción, y que se centró
en abordar el feminismo y lesbianismo como posición política, tomando más fuerza desde
el año 2000 al articularse con las organización pro aborto gratuito y seguro de Concepción26.
Situación similar sucedió en otras ciudades como Rancagua, en donde no existen registros
claros de una organización LGBT, sino hasta el 2007, año en que se funda la organización
de transexuales OTD (Organización de Transexuales por la Dignidad). Sin embargo, y al igual
que Concepción, en Rancagua comenzó a figurar los primeros espacios para homosexuales
en las campañas de prevención del VIH-Sida que inició el Hospital Regional de Rancagua
desde 1997. Estas campañas se dedicaron a colaborar con las personas víctimas del virus
dentro del servicio público de la ciudad, visibilizando de esta manera la necesidad de un
fondo de medicamentos, como también la emergencia de crear circulares para enfrentar los
prejuicios sobre el tema27. Estas campañas iniciadas en ciudades como Santiago, Rancagua
y Concepción, enfrentaron grandes obstáculos tras la poca información que existía sobre la
enfermedad en el Chile de los ’90, principalmente desde el Ministerio de Salud, el cual había
realizado pocos estudios sobre el tema, por lo que se abrían espacios para diversos prejuicios
respecto al virus, y vinculando la enfermedad con la población homosexual28.
Los discursos desde el Estado y la Iglesia Católica respecto a temáticas de género y sexualidades
durante los años ’90, reflejaron el lado más conservador de la transición democrática: un
contexto con discursos claros sobre el componente de género, el rol de la familia, y la autoridad
masculina dentro del ámbito privado29. Paralelo a esto, la aparición del VIH-Sida también
significó un obstáculo para la visibilización de agrupaciones como el Movilh Histórico en Chile,
y de organizaciones de prevención del virus tanto en Santiago como en regiones. Frente a esto,
las diferencias al interior del Movilh Histórico durante esta década, reflejaría los intentos por
asumir una posición “moderada” frente a la diversidad sexual, y de esta manera, alcanzar una
mayor visiblización durante los años ’90.

CONFLICTOS EN EL MOVILH HISTÓRICO: MUJERES LESBIANAS Y TRANS


EN UN MOVIMIENTO DE HOMBRES
En 1991, Pedro Lemebel leyó en el encuentro de Féliz Guattari con estudiantes de la Universidad
Arcis, su escrito llamado “loco afán”. En dicha lectura, haría referencia a los obstáculos que
estaba enfrentando la revolución sexual a nivel mundial, enmarcada un contexto conservador
cuyo reflejo sería la presencia de la Iglesia Católica en temas sobre la sexualidad, como
también a la aparición del virus del VIH: “Porque la revolución sexual hoy reenmarcada al
estatus conservador […] y la paranoia sidática echó por tierra los avances de la emancipación
homosexual”, sería la frase de Lemebel al lamentarse de los fracasos de dicha revolución. “Ese
loco afán por reivindicarse en el movimiento político que nunca fue, quedó atrapado entre
las gasas de la precaución y la economía de gestos dedicados a los enfermos”, al afán por

26 Zicri Orellana, entrevista personal, Concepción, 14 de diciembre del 2014.


27 Victoria Yáñez, entrevista personal, Rancagua, 11 de octubre del 2014. Victoria fue colaboradora de las primeras campañas de
prevención del VIH en el Hospital Regional de Rancagua
28 Carmon, Mauricio y Cynthia del Valle, Sida en Chile: La historia desconocida, Santiago, Editorial Andrés Bello, 2000.
29 Htun, Mala, Sexo y Estado. Aborto, divorcio y familia bajo las dictaduras y democracias en América Latina, Santiago de
Chile, Ed. Universidad Diego Portales, 2010.

100 Historia en Movimiento Año IV · Número 4 · 2017


consagrar un movimiento político que sólo quedaría en utopías, sería lo que mencionaría el
autor al momento de situar su obra30.
El Movilh Histórico, a pesar de no ser un movimiento con gran número de personas, fue
una agrupación que se insertó dentro del escenario público a través de los medios de
comunicación, participación en algunas movilizaciones e instancias culturales. A pesar de que
sus objetivos apuntaban a visibilizar la diversidad sexual en Chile, el movimiento se concentró
principalmente en la derogación del artículo 365 del Código Penal, que penalizaba la sodomía
y que representaba la criminalización estatal hacia la homosexualidad; sin embargo, sería
una ley que afectaba exclusivamente a la población homosexual, y en menor medida, a la
población transexual (quienes eran más afectadas por el artículo N°373 que condenaba el
atentado a la moral y las buenas costumbres)31. Paralelo a estas luchas concentradas en la
derogación de la penalización de la sodomía, situaciones como el VIH-Sida y la participación
de personas transexuales al interior de la organización, generó grandes controversias al interior
del movimiento, y posteriormente, divisiones dentro del mismo movimiento desde 1997,
reflejando de esta manera el quiebre del Movilh Histórico hacia finales de los años ’90, y la
división del movimiento homosexual como consecuencia32.
Frente al tema de la discriminación, principalmente en hombres homosexuales, el Movilh
Histórico fue un espacio para compartir y evaluar la homofobia en Chile. Activistas de dicha
organización, escuchaban constantemente testimonios de discriminación, de violencia
homofóbica, y de los miedos por asumir públicamente su sexualidad tras las consecuencias
laborales y sociales que esto podría significar33. Sin embargo, el tema de la discriminación,
asociada principalmente con la existencia del artículo que penalizaba la sodomía, muchas
veces se centró más en la homofobia, en vez de otros tipos de violencia como la lesbo y
transfobia, reflejándose esto en las distintas experiencias que tuvieron activistas gay del
Movilh Histórico, en comparación con activistas lesbianas y trans. Marloré Morán, ex activista
de la organización, nos comentaba: “si sufrías discriminación, no había nada que hacer”34,
pensando la incapacidad del Movilh Histórico por atender los casos de lesbofobia, situaciones
que eran invisibilizadas en comparación con otras violencias como la homofobia.
Diversos ex activistas del Movilh Histórico entrevistados durante el año 2014, señalaban que
esta agrupación estaba compuesta mayoritariamente de hombres, intentando representar la
homosexualidad masculina, y no la diversidad sexual propiamente tal. En el caso de las mujeres
lesbianas, el poco espacio que generó dicho movimiento para temáticas como lesbianismo y
feminismo, demostró el carácter machista que muchas veces adaptaba dicha organización,
y la poca preocupación hacia la situación de las lesbianas. La compleja relación entre el
Movilh Histórico y el lesbianismo, generó que muchas activistas lesbianas que participaron
en organizaciones feministas durante los años ’80 –y que posteriormente ingresaron al

30 Lemebel, Pedro, Poco hombre: Crónicas escogidas, Santiago, Ed. Universidad Diego Portales, 2013, p. 165.
31 Los artículos 365 y 373 del Código Penal, reflejaron la discriminación estatal hacia la comunidad LGBT. Sin embargo, el artíc-
ulo 373 que condenaba el atentado al pudor, moral y buenas costumbres, permitía la detención desde Carabineros, aplicando
dicha ley a trabajadoras y trabajadores sexuales, vagabundos, personas trans, besos y/o caricias entre hombres, y en general,
apariencia y gestos que se les pudiera atribuir a “una conducta moral reprochable”. Araya, Cornejo et. al, Informe de Derechos
Humanos 1990-2000, Santiago, LOM, 2001. Revisar específicamente el apartado “Los derechos humanos y la transición”.
32 Robles, op. cit
33 Fernando Muñoz, entrevista personal, Santiago, 30 de septiembre del 2014.
34 Marloré Morán, entrevista personal, Santiago, 7 de octubre del 2014.

Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 101
movimiento de la diversidad sexual–35, retomaran contactos con el movimiento feminista, y
desde ahí iniciar un activismo centrado en la situación de la mujer en general, independiente
de su orientación sexual. En el caso de Marloré Morán y Kena Lorenzini, ambas ex activistas del
Movilh Histórico, y anteriormente, activistas de movimientos de mujeres durante los ’80, se
vincularon a finales de los años ’90, a organizaciones como la Casa de la Mujer “La Morada”, y
otras como Mujeres por la Vida, organizaciones que lucharían por la integración de las mujeres
desde los años ’90. Posteriormente, en el año 1998, comenzarían a participar en el espacio
radial Rompiendo el Silencio, espacio que se transformaría en la primera organización lésbica
en el año 200236. En ese sentido, para algunas activistas lesbianas, el feminismo se transformó
en un “armario más grande para las lesbianas”, en donde se abordaría luchas como el aborto
y la visibilización de la violencia hacia la mujer (sin importar su orientación sexual).37
El movimiento feminista de los años ’80, se centró en generar un movimiento social de
mujeres, asumiendo una doble lucha: por un lado, como oposición a la dictadura militar, y
por otro, una crítica al sistema patriarcal que las afectaba38. Posteriormente, en la década
de los años ’90, este movimiento se enfrentaría a diversos obstáculos en términos de su
organización y consolidación como movimiento político. Dos obstáculos importantes que
enfrentó dicho movimiento se reflejó, en primer lugar, tras la aparición del Sernam y las
nuevas políticas públicas asociadas a frenar la violencia contra la mujer (a través de una Ley
de Violencia Intrafamiliar), espacios que contribuyeron a que diversas feministas terminaran
trabajando en estas nuevas políticas39, y en segundo lugar, tras el rol de la Iglesia Católica en
debates sobre derechos sexuales y reproductivos, teniendo más peso esta institución que
el movimiento feminista frente a temáticas asociadas a la mujer40. Para algunas autoras, el
debilitamiento del movimiento feminista en el contexto de la transición democrática, reflejó
un “silencio feminista” durante este período, tanto en las discusiones teóricas como en la
práctica41. En otras ciudades como Concepción, a pesar de no tener agrupaciones LGBT en
los ’90, sí aparecieron pequeños colectivos de diversidad sexual, como el caso de Lesbianas
en Acción (LEA), organización que adoptó un discurso con un carácter feminista más que
de diversidad sexual, con la finalidad de visibilizar a las mujeres lesbianas en Concepción, y
enfrentar el conservadurismo en dicha ciudad42. A pesar de este debilitamiento y dificultad
para generar activismo y espacio desde el feminismo, aun así fue un espacio en donde se logró
acoger a distintas activistas lesbianas, frente a la existencia de un movimiento homosexual
que se centró en la figura del hombre homosexual.

35 Largo, Eliana, Calles caminadas: anverso y reverso, Santiago, Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos, Centro de Investi-
gación Diego Barros Arana, 2014.
36 Marloré Morán, entrevista personal, Santiago, 7 de octubre del 2014, y Kena Lorenzini, entrevista personal, Santiago, 23 de
octubre del 2014.
37 Marloré Morán, entrevista personal, Santiago, 7 de octubre del 2014.
38 Gaviola, Eda, Eliana Largo y Sandra Palestro, Una historia necesaria. Mujeres en Chile: 1973-1990, Santiago, Aki & Ahora,
1994.
39 Respecto a las políticas públicas hacia la mujer, y los discursos pro-familia desde el Sernam durante los años ’90, revisar:
Hiner, Hillary, “Mujeres entre <<la espada y la pared>>. Violencia de género y Estado en Chile durante los ‘90”. En Figueroa, Con-
suelo (ed.), Chile y América Latina. Democracias, ciudadanías y narrativas históricas, Santiago, RIL Ediciones, 2013.
40 Morán, José Manuel, “Feminismo, Iglesia Católica y derechos sexuales y reproductivos en el Chile postdictatorial”, Estudios
Feministas, Florianópolis, N°2, Mayo-agosto, 2014.
41 Ríos, Marcela, Lorena Godoy y Elizabeth Guerrero, ¿Un nuevo silencio feminista? La transformación de un movimiento social
en el Chile postdictadura, Santiago, Cuarto Propio/ Centro de Estudios de la Mujer, 2003.
42 Zicri Orellana, entrevista personal, Concepción, 14 de diciembre del 2014.

102 Historia en Movimiento Año IV · Número 4 · 2017


La situación entre el Movilh Histórico y las mujeres lesbianas, fue parecida, o incluso más compleja,
en relación con la situación de la población trans43, quienes resultaron ser más vulnerables
frente a la discriminación y violencia. Al ser el Movilh Histórico la organización homosexual más
importante de Santiago –y de Chile en general–, muchas personas trans acudían a dicho lugar
para solicitar ayuda. Tal como nos comentó Claudia Rodríguez, ex activista del movimiento:
“venían con mucha necesidad y sin aportar nada a la organización”, comentando dicha situación
al explicar por qué habían pocas activistas trans al interior del movimiento, y por qué, dentro de
algunas explicaciones, no eran aceptadas. Por otro lado, los imaginarios de la época respecto a
las “travestis” durante los años ’90, se vinculaba directamente con el comercio sexual y el VIH-
Sida44, y por lo mismo, la violencia transfóbica muchas veces fue justificada por la ley de Ofensas
al Pudor, Moral y Buenas Costumbres, o simplemente, por ser consideradas como personas
con “agentes patógenos”45. Esta situación respecto a la población trans, fue un problema que
el Movilh Histórico no asumió completamente durante sus primeros años de lucha, al igual que
otros temas como la prevención del VIH-Sida46. Claudia, quien participó en el Movilh Histórico
en los ’90, y posteriormente, en campañas de prevención del VIH, comentaba su experiencia
de trabajar en una organización por la diversidad sexual y en un contexto democrático, pero
al mismo tiempo, lo complejo que fue abordar temáticas relacionadas con el VIH-Sida y la
transfobia, tanto en la sociedad civil como en el mismo Movilh Histórico47.
La situación de la población trans en los años ’90, se relacionaba directamente con la falta de
educación y pobreza en la cual vivían muchas de estas personas, y por lo mismo, la necesidad
de ejercer el comercio sexual. En palabras de Claudia: “Una organización principalmente de
hombres, con experiencia política, hombres con trabajo, con seguridad social, y yo era travesti,
marginal, entonces provocó problemas, me provocó problemas para seguir desarrollándome
en la organización”48. Tal como nos comentaba, los contextos de vida que diferencia a
hombres homosexuales de las mujeres trans, influenciaba en quiénes podían participar y
quiénes no dentro del Movilh Histórico. Esto provocó que muchas de las mujeres trans que
ingresaban a dicho movimiento, se retiraban luego de un corto período de participación en la
organización tras las reticencias que provocaba la participación de estas mujeres en el Movilh
Histórico49, e incluso, los intentos por expulsarlas de dicho movimiento tras la poca claridad
de cómo abordar temáticas como la transfobia50. En ese sentido, la experiencia de Claudia
al interior del movimiento, demuestra los miedos que tuvo el Movilh Histórico para trabajar

43 Hoy en día, es difícil da una definición exacta a “transexualidad” y “transgénero”, incluso, muchas activistas trans se con-
sideran “transexuales”, pero también “heterosexuales”. Frente a esto, utilizaremos simplemente a “personas trans” para hacer
referencia a este sector de la población.
44 Respecto a los imaginarios sobre la población trans en la prensa de los años ’90, se puede revisar el primer capítulo de mi
tesis de pregrado. Garrido, Juan Carlos, Narrativas de una transición. Discursos, homofobia y violencia de género en el Chile
postdictatorial, 1990-2000. Tesis para optar al grado de Licenciado en Historia. Profesora guía: Hillary Hiner. Santiago, Chile:
Universidad Diego Portales, Facultad de Ciencias Sociales e Historia, Carrera de Licenciatura en Historia, 2015.
45 En el año 1997, René Cárdenas (se desconoce su nombre social), trabajadora sexual de Valdivia, y categorizada como “trav-
esti” por el cuerpo policial, fue detenida tras ejercer el comercio sexual, y atentar contra la “moral, pudor y buenas costumbres”.
Paralelo a esto, y más una investigación realizada por carabineros, también se le acusó por propagación de gérmenes patóg-
enos (principalmente por ser portadora del VIH). Este caso, como varios otros reflejados en la prensa, reflejan cómo se asoció a
la población trans con el virus del VIH, y en general, con ser propagadoras de enfermedades de transmisión sexual. “Travesti con
Sida tras las rejas”, El Diario Austral, Valdivia, 2 de junio de 1997.
46 Robles, op. cit., p. 50.
47 Claudia Rodríguez, entrevista personal, Santiago, 17 de diciembre del 2014.
48 Claudia Rodríguez, entrevista personal, Santiago, 17 de diciembre del 2014.
49 Ídem.
50 Robles, op. cit.

Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 103
con temas vinculados con la población trans y el también con la prevención del VIH-Sida: la
misma experiencia de Claudia, activista quien partió en el Movilh trabajando en el área de
prevención del virus, vio obstaculizado su trabajo tras los problemas que provocó su condición
de “travesti” (tal como eran denominados las mujeres trans en los años ’90) y su vínculo con
los trabajos de VIH. En palabras de Claudia: “las travestis siempre contaminábamos lo que
ellos querían instalar, que era una homosexualidad masculina”51. En ese sentido, era distinto
la recepción de un homosexual víctima de discriminación, en comparación de una mujer trans
que había sido víctima de violencia transfóbica.

CONFLICTOS EN EL MOVILH HISTÓRICO: EL VIH-SIDA Y LAS DIVISIONES


DEL MOVIMIENTO
La distancia que tomaría el Movilh Histórico del VIH-Sida, y las fuertes diferencias que este tema
marcó al interior del movimiento, fue otro factor que culminó con la expulsión de las activistas
trans de la organización. Tras las condiciones sociales y económicas de las mujeres trans, y la
dificultad para poder insertarse en el área laboral en los años ’80 y ’90, varias de ellas optaron
por el comercio sexual como fuente de ingreso, y por lo mismo, más expuestas a enfermedades
de transmisión sexual como el VIH52. En la misma área laboral, la discriminación se expresó en
personas portadoras del virus y homosexuales, los cuales eran despedidos de sus lugares de
trabajo por “necesidades de la empresa” e incluso sin pago de indemnizaciones53. Al interior
del Movilh Histórico, la existencia del virus también generó ciertos conflictos y oposición a
trabajar en temas como la prevención, reflejando otro de los puntos que marcó la división
del movimiento; tal como se retratan en el libro Bandera Hueca de Víctor Hugo Robles y
en Nación Marica de Juan Pablo Sutherland, fue clara las dos posturas al interior del Movilh
Histórico, principalmente tras temas como el VIH: una más conservadora e institucional,
liderada por Rolando Jiménez, y otra más progresista, en donde Robles y Sutherland tendrían
mayor participación54. Desde activistas como Jiménez, su posición frente al virus sería: “Este
es un tema que nos marca una vez más como enfermos y no podemos luchas para cambiar
las concepciones sociales erróneas respecto a los homosexuales, si seguimos asociando dos
temas distintos”55. Los intentos por separar el activismo LGBT y el VIH durante los años ’90,
respondía también a los intentos por mostrar una diversidad sexual que no estaba vinculada
con enfermedades de transmisión sexual ni con la promiscuidad –al cual se asociada el virus–,
siendo estos discursos como los de Jiménez, intentos por mostrar una visión higienizada de
la homosexualidad en Chile.

51 Claudia Rodríguez, entrevista personal, Santiago, 17 de diciembre del 2014.


52 En Chile, son pocos los estudios sobre discriminación por orientación sexual y/o identidad de género, sino hasta el año
2002, cuando el Movilh comienza a publicar el Informe anual de derechos humanos de la diversidad sexual en Chile. A pesar
de estos estudios, es poca la cantidad de denuncias que pasan por el Movilh, y por lo tanto, son datos que no revelan la reali-
dad chilena frente a este tema. De hecho, para el año 2014, sólo hubo 12 denuncias por discriminación laboral, en donde una
corresponde a una mujer trans.
53 Respecto a la discriminación laboral hacia personas homosexuales y portadoras de VIH. Araya et. al., op. cit. Revisar el apar-
tado “discriminación a las minorías sexuales”.
54 Ambos autores, coinciden en que Rolando Jiménez, ex líder del Movilh Histórico y actual presidente del Movimiento de
Integración y Liberación Homosexual (Movilh), tenía una postura más institucional y normalizadora, representando también
una posición burguesa desde un sentido moral y político. Sutherland, Juan Pablo, Nación Marica. Prácticas culturales y crítica
activista, Santiago, Ripio Ediciones, 2009.
55 Cita del diario La Nación, junio de 1995. Extraído de Robles, op. cit., p. 67.

104 Historia en Movimiento Año IV · Número 4 · 2017


Tras las dificultades que el Movilh Histórico presentó para trabajar con las activistas trans
y apoyar las campañas de prevención del VIH, las diferencias provocadas culminó con la
expulsión de activistas trans, y a las personas seropositivas de dicha organización, provocando
también la retirada de las personas que trabajaban en el área de prevención del virus56. Con
esta situación, la misma área de prevención del virus crearía el Centro Lambda en 1995:
organización que se centró en trabajar temáticas asociadas al VIH dentro de la comunidad
LGBT, y que comenzaría a publicar la revista Lambda News, con el propósito de informar
sobre el virus, métodos de prevención, y las políticas que se estaban tomando en Estados
Unidos y Europa frente a este problema.
A diferencia del Movilh Histórico, el Centro Lambda se concentró en trabajar en la prevención
del virus y en el apoyo de personas seropositivas57. En el caso de activistas como Claudia, en
esta organización encontró un espacio para desarrollar talleres relacionados con la prevención
sobre el VIH, asumiendo el rol de educar más que solamente responsabilizar al Estado y la
salud pública sobre la situación58. La misma revista Lambda News, principal aporte del Centro
Lambda, entregaba información respecto al virus, los avances medicinales a nivel mundial,
pero también información sobre los avances en derechos LGBT a nivel mundial, o los debates
en el congreso sobre la despenalización de la sodomía. Principalmente sobre el VIH-Sida, la
revista tenía una visión crítica respecto a cómo se trataba el tema en Chile:

El miedo y el prejuicio generado por una pandemia como el Sida se sobreponen


a toda lógica y razón, haciendo renacer fobias y culpabilizaciones, así, a pesar de
vivir la modernidad, se revive el linchamiento moral y físico contra las personas
viviendo con el VIH, culpabilizándolas directo o indirectamente de los efectos
devastadores de la pandemia.59

El cuestionamiento hacia los prejuicios existentes sobre esta enfermedad, sería uno de
los objetivos principales de Lambda News, principalmente al vincularlo con la homofobia
existente en Chile. Paralelo a esto, desde el Centro Lambda, se comenzó a generar conciencia
respecto a la vulnerabilidad de la población con VIH-Sida, tanto por la falta de información
como también de políticas públicas para enfrentar este tema. Frente a este problema, el
Centro Lambda establecería lazos con la Comisión Nacional del Sida (CONASIDA), comisión
creada por el Ministerio de Salud en 1996, y con el objetivo de elaborar, coordinar y evaluar
el Programa de Prevención y Control del Sida en Chile, y desde 1997, de las infecciones y
enfermedades de transmisión sexual (ETS)60. Con el vínculo establecido entre CONASIDA
y el Centro Lambda, la revista Lambda News facilitaba información respecto a las dudas
sobre el VIH, en lo relacionado a las formas de contagio, prevención y los derechos a los
cuales podían apelar las personas viviendo con VIH-Sida61. Para esto, una de las informaciones

56 Robles, op. cit.


57 Ídem.
58 Claudia Rodríguez entrevista personal, Santiago, 17 de diciembre del 2014.
59 “Sida: Síndrome de la culpa”, Lambda News, Santiago, 16 de diciembre de 1996, p. 2.
60 Principalmente en los años ’90, la CONASIDA se dedicó a investigar la cantidad de infectados como también de víctimas del
virus. Estos estudios reflejaban el aumento progresivo de infectados, a pesar de las primeras campañas de prevención iniciadas
desde el Ministerio de Salud. Carmona y Del Valle, op. cit.
61 “Algunas preguntas y respuestas sobre nuestros derechos como personas viviendo con VIH-Sida”, Lambda News, 20 de
noviembre de 1997.

Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 105
que se entregaban constantemente, era respecto a los servicios existentes para información
y consejería sobre el virus, como por ejemplo, la existencia del Fonosida, cuyo objetivo fue
atender consultas sobre la enfermedad y brindar orientación y apoyo a quienes lo necesiten62.
Este trabajo respecto a las herramientas de prevención, como de apoyo e información respecto
al VIH, se realizó en contraposición con la manera de abordar esta temática en la prensa
nacional, la cual, generalmente, entregaba información respecto a la cantidad de contagiados,
número de víctimas, como también proyecciones sobre la enfermedad en Chile63. La falta de
información y preocupación que surge desde los medios de comunicación en los años ’90,
generó que en el virus, más que un problema médico, se despertaran diversos miedos, fobias
y prejuicios a partir de las conductas sexuales de las personas64. En el año 2001, aparece la
ley N°19779 que: “establece normas relativas al virus de inmuno deficiencia humana y crea
bonificación fiscal para enfermedades catastróficas”, o más bien, llama “ley del Sida”, y que
creó un fondo de financiamiento para cubrir el tratamiento para personas víctimas del virus65.
La dificultad por parte del Movilh Histórico para abordar temáticas como el VIH-Sida, u otras
problemáticas como la lesbo y transfobia, no sólo reflejó los discursos conservadores que
estuvieron presentes en dicha organización, sino que la dificultad que implicó visibilizar
estas temáticas en los años ’90, en pleno contexto de transición democrática en Chile. Sin
embargo, esta situación no sólo se produjo en el caso chileno: principalmente tras la aparición
del “cáncer rosa”66, la visibilización de la homosexualidad, como también la estigmatización
de las conductas sexuales, se transformó en un verdadero obstáculo para los movimientos
LGBT como los de Argentina y México –en donde se puede apreciar un activismo con más
presencia en la historia en comparación con otros casos latinoamericanos–67; en el caso
argentino, el VIH y la situación de las activistas trans, también generó rupturas y diferencias
al interior del movimiento LGBT durante los años ’90, principalmente en pleno contexto en
donde las políticas neoliberales de Carlos Menem, prometía la posibilidad de “inclusión”
para todos los sectores sociales68. En otros países como México, el movimiento lésbico-gay
iniciaría sus actividades desde 1978, pero la aparición del VIH-Sida a mediados de los ’80,
obstaculizaría sus intentos de visibilización y sus discursos por promover los derechos de la
población homosexual, dirigiendo sus objetivos a educar y prevenir el virus al interior de la
comunidad LGBT en la década de los ’9069. En estos tres casos (Chile, Argentina y México),
podemos apreciar que, a pesar de que los movimientos LGBT apuntaron a plantear demandas
asociados a la no discriminación y derechos para la comunidad, existieron problemáticas
que estas organizaciones no supieron enfrentar, o simplemente, no quisieron abordarlas
por miedo a promover más la discriminación desde el Estado y la sociedad civil. En el caso
específico de Chile, tras la existencia de estas dificultades al interior del Movilh Histórico,

62 “Fonosida”, Lambda News, Santiago, 16 de abril de 1997, p. 31.


63 En el año 1994, el diario Las Últimas Noticias entregaría cifras respecto al incremento de los casos de Sida en Chile (en un
35%). Al mismo tiempo, mostraría pronósticos sobre la enfermedad en Chile hacia el 2005: “Si esta cifra le parece alarmante,
preocúpese: para el 2005 están pronosticados 3.586 enfermos. Este año la cifra bordea los 247 registrados”. Revisar: “35%
aumentaron los casos de Sida”, Las Últimas Noticias, Santiago, 7 de abril de 1994, p. 3.
64 Contardo, Óscar, Raro. Una historia gay de Chile, Santiago, Planeta, 2011.
65 CHILE. Ministerio de Salud. 2001. Ley N°19770. Establece normas relativas al virus de inmuno deficiencia humana y crea
bonificación fiscal para enfermedades catastróficas.
66 “Cáncer rosa”, “peste rosa”, o simplemente, la “enfermedad gay”, fueron los nombres que recibió el VIH-Sida tras ser una
enfermedad que asoció a la homosexualidad en los años ’80 y ’90.
67 Figari, op. cit.
68 Rapisardi, op. cit.
69 Diez, op. cit.

106 Historia en Movimiento Año IV · Número 4 · 2017


agrupaciones de mujeres y/o feministas, como también organización de prevención del VIH-
Sida, fueron algunos de los espacios alternativos al Movilh Histórico, para abordar temáticas
que el movimiento homosexual en Chile no logró enfrentar durante los años ’90.

REFLEXIONES FINALES
La transición democrática en Chile fue un contexto que abrió espacios para nuevas discusiones
desde los movimientos sociales, focalizados desde el discurso de los derechos humanos.
El Movilh Histórico respondió a este contexto de redemocratización de los años ’90, pero
teniendo diversas paradojas al enfrentar diversas dificultades y problemas entre sus mismos
activistas, principalmente en temas como el VIH-Sida, el lesbianismo y la transfobia, reflejando
esto la existencia de un discurso de liberación homosexual en Chile, pero con obstáculos para
abordar otras problemáticas asociados a activistas trans, lesbianas y seropositivos. Diferencias
y problemas que harían del Movilh Histórico un “loco afán”, tal como señala Pedro Lemebel:
un afán por reivindicarse como movimiento político, pero que, finalmente, se estancaría en
sus propias diferencias.
Tal como señalamos en este artículo, fueron varios activistas quienes se retiraron del
Movilh Histórico para, posteriormente, sumarse a organizaciones de prevención del VIH,
u organizaciones feministas. El Centro Lambda, que luego pasaría a llamarse Movimiento
Unificado de Minorías Sexuales (MUMS), también fue otro reflejo de cómo las diferencias al
interior del Movilh Histórico abrió otros espacios de activismo LGBT en Chile como el caso
de los grupos de prevención y organizaciones feministas: agrupaciones que no tuvieron una
relación directa con la diversidad sexual, pero que sí abrieron espacios para abordar estas
temáticas. A partir de esto, resulta interesante pensar cómo estos movimientos sociales
tuvieron disputas entre sí, principalmente tras la necesidad de visibilizar la diversas sexual en
un contexto transitorio y conservador. Ante los intentos por consolidar un proyecto político
basado en la diversidad sexual, pero con las exclusiones mencionadas en este trabajo,
las reflexiones propuestas en este trabajo nos permite analizar el rol que tuvo el Movilh
Histórico como movimiento social en el Chile de los ’90, y principalmente, como movimiento
homosexual o de la diversidad sexual. Bajo este argumento, es importante incorporar el rol
que tuvieron otras organizaciones como las feministas y de prevención del VIH dentro de
estas luchas contra la discriminación, y especialmente si estamos pensando en una historia
del movimiento LGBT en Chile, y en América Latina.
El movimiento de la diversidad sexual hacia finales del siglo XX, tuvo dificultades al momento de
pensar un proyecto político concreto, en una América Latina marcada por el conservadurismo
y el machismo desde la historia, siendo el siglo XXI el contexto que nos abriría nuevos debates
sobre los derechos LGBT tanto en Chile, como en el continente en general. En el caso del
Movilh Histórico, su rol frente a la discriminación se concentró en tratar la homofobia, y no
tanto así la trans y lesbofobia, excluyendo a un sector de sus activistas durante los años ’90,
y lo que culminaría con el posterior fraccionamiento del Movilh Histórico (derivando de esta
manera, organizaciones como MUMS). A pesar de que el machismo y conservadurismo, son
elementos que debemos considerar para entender estas exclusiones, otros aspectos como
las dificultades que tuvo esta organización para visibilizarse en el espacio público, también

Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 107
es un factor que debemos considerar, considerando las negligencias y discriminación desde
el Estado y la sociedad civil, y que forzaron al Movilh Histórico a asumir una posición más
moderada frente a su “liberación homosexual”, concentrando sus luchas en la despenalización
de la sodomía –ley que representaba la criminalización estatal hacia los homosexuales–, y
que afectaba principalmente a la población gay. La crisis de VIH, y la situación de la población
lésbica y trans, fueron temas que el Movilh Histórico tuvo reticencias al momento de
abordarlos, culminando con la crisis del mismo movimiento, pero también reflejando cómo
un movimiento social se adaptó a las posibilidades entregadas por un Estado –en este caso, la
despenalización de la sodomía–, pero no de un Estado que se adaptó a las demandas de un
movimiento social. De esta manera, esta liberación homosexual que vio Chile en 1992, en la
primera aparición pública del Movilh Histórico en la marcha del Informe Rettig, se vio opacada
por las dificultades que tuvo el movimiento para enfrentar temas complejos para la época.
En la actualidad, Chile ha avanzado en derechos para la población LGBT, quedando pendiente
temas como la discriminación (social, económica, laboral, entre otros), y una participación
proporcional entre gays, lesbianas y personas trans dentro del mismo movimiento LGBT. De
todas maneras, conocer la historia del movimiento LGBT en nuestro pasado reciente, nos
permite pensar en qué hemos avanzado, y en qué no, reconocer violencias del pasado para
entenderlas en el presente. Son estas historias de un “rosa amanecer” que apareció en Chile
en plena transición democrática, que nos abren preguntas de cómo pensar este movimiento
social desde la historia, y desde las paradojas que significaron las transiciones democráticas
en Chile y América Latina.

108 Historia en Movimiento Año IV · Número 4 · 2017


“parte
Con el objetivo de ser
de la construcción
de la Patria Grande
-como soñaron nuestros
antepasados- nuestro reto en
el futuro es lograr la unidad social
y política no sólo para llegar al
gobierno sino para tomar el poder…

Evo Morales Aima
EL MOVIMIENTO COCALERO
BOLIVIANO: ¿UN MOVIMIENTO
EN EL PODER?
Reflexiones en torno a la categoría de
Movimientos Sociales
Lautaro Losino Demarchi1

L a década de 1980 encuentra a una Bolivia que transitaba una sucesión política marcada
por gobiernos “democráticos” y golpes militares, consensuados con los principales
partidos políticos del país, como el Movimiento Nacional Revolucionario –MNR–, y
algunos de la izquierda tradicional. El inicio de esta nueva década no sería le excepción a la
regla, el MNR se haría nuevamente de la conducción del gobierno nacional, que colocaba a
la cabeza del Estado a Víctor Paz Estenssoro en 1985, a través de la preeminencia de una
“democracia pactada”,2 que no sólo tenía sus antecedes desde la Revolución de 1952, sino que
además primaría alrededor de toda la década del 90, y los primeros años del actual siglo XXI.
La victoria de Estenssoro marca el inicio de la implementación de un proyecto político
neoliberal –presente en diferentes países de Latinoamérica– que traía aparejado toda una
serie de medidas políticas y económicas que tenían como principal finalidad contrarrestar
la hiperinflación, empero significaban en un análisis más profundo importantes cambios
estructurales en la matriz productiva, que beneficiaban un importante sector dominante
en pos del empobrecimiento y eliminación de derechos sociales de una mayoría, integrada
principalmente por poblaciones originarias y campesinas.

1 Estudiante avanzado en la Carrera de Profesorado y Licenciatura en Historia. Universidad Nacional del Comahue.
lautilosino15@gmail.com
2 Alianza y aglutinamiento de los tres principales partidos conservadores: Movimiento Nacional Revolucionario (MNR);
Movimiento de la Izquierda Revolucionaria; y la Acción Democrática Nacionalista (ADN); que se constituyó como un sistema
de partidos que dio luz a una serie de “pactos” caracterizados por alianzas “rotativas” que ilustraban más que todo las pocas
diferencias ideológicas y programáticas que existían entre estas organizaciones partidarias.

110 Historia en Movimiento Año IV · Número 4 · 2017


Correspondientemente, el discurso hegemónico articulaba la economía de mercado
y la democracia representativa; los partidos políticos más importantes y muchas
organizaciones sociales asumieron –o se convirtieron– a este credo. Desde el inicio,
la estabilidad económica y política degeneró en el empobrecimiento de amplios
sectores de la población y en la enfeudación de la política del país. El fracaso de las
medidas económicas –que en el último período intentaron favorecer la inversión
extranjera en detrimento de la población y el Estado–, y una incapacidad miope
de los partidos políticos –que se ganaron la desconfianza de la población con
los “cuoteos” de cargos, la corrupción y la ruindad– acunaron el surgimiento de
movimientos sociales que no se sentían representados ni atendidos por el sistema
político.3

De este modo, en los ‘80 atendemos la construcción de un Estado que, marcado por el
fenómeno neoliberal y la preeminencia de una ilusoria democracia representativa, consolida el
poder y hegemonía de un bloque dominante oligárquico que ponderando una idiosincrasia de
libre mercado, modernización e individualismo, cierra por completo la injerencia y participación
de los sectores populares en el Estado, dándose una instrumentalización del mismo por
aquellos actores que buscaban satisfacer meros intereses corporativos.
Esta composición orgánica del Estado que propugna una marginalización política y económica
de los sectores subalternos; política por el hecho de no propiciar al Estado como un espacio
deliberativo y de toma de posiciones, es decir, como un “Estado ampliado” en términos
gramscianos;4 económica, en el sentido de que estos sectores no fueron recepción de ningún
tipo de concesión económica por parte del bloque dominante, elemento que no contribuiría
a un consenso estable, sino, por el contrario, se vieron empujados a prácticas económicas-
comunitarias que los colocaba en una posición estructural de supervivencia; son factores que
coadyuvan al surgimiento y construcción de nuevos sujetos colectivos caracterizados por
diferentes movimientos sociales que denotan estrategias para afrontar el Estado neoliberal,
desarrollando prácticas políticas de autogobierno, democracia directa y acciones colectivas.
Consiguientemente, el carácter exclusivo y disgregador del Estado neoliberal que se funda
en la década del ´80, funciona como un acicate en la consolidación de un sinnúmero de
agrupaciones sociales que integran a los diferentes sectores subalternos en organizaciones a
nivel local y municipal que solo dirimen pautas limitadas a ese espacio social, sin participar en
los estratos estatales.

Los cauces institucionales que se impusieron a la participación social (la ley de


participación popular, de 1994, fundamentalmente) se restringían a las políticas
de desarrollo local y no impidieron la manifestación de demandas populares
correspondientes a otros ámbitos: la defensa de las empresas estatales, el manejo
de los recursos naturales, los territorios indígenas o la erradicación de la coca.5

3 Córdova Eguívar, Eduardo, Movimientos campesinos y dilemas de la democracia. El movimiento Cocalero y el MAS-IPSP
en los niveles local y nacional de la política boliviana, 1996-2004, Informe final del concurso: “Poder y nuevas experiencias
democráticas en América Latina y el Caribe, Programa regional de Becas, CLACSO, 2005, pp. 3-4.
4 Véase Thwaites Rey, Mabel, “El Estado ‘ampliado’ en el pensamiento gramsciano”, pp. 129-160. En Thwaites Rey, Mabel (com-
piladora), Estado y Marxismo. Un siglo y medio de debates, Buenos Aires, Prometeo Libros, 2007.
5 Córdova, op. cit., p. 3.

Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 111
De esta forma, la década de los ´90 va a ser testigo de la emergencia en Bolivia de una gran
diversidad de movimientos sociales que, producto de la fragmentación social y atomización
que devienen como resultado de la lógica neoliberal, constituyen a estas organizaciones como
unidades o células sociales básicas que encabezan diferentes modalidades de acción colectiva
en pro de lograr ciertos intereses corporativos.
Estudiar el desenvolvimiento político de cada movimiento social parece ser un trabajo
demasiado exhaustivo, pero no por eso superfluo; sin embargo, esa finalidad supera los límites
de este trabajo, cuyo objetivo es atender al que fue, y es, sin duda, uno de los movimientos de
mayor relevancia local e internacional: el Movimiento Cocalero del Chapare boliviano, cuna del
actual presidente de Bolivia, Evo Morales, y bases de su “partido” Movimiento al Socialismo-
Instrumento Político por la Soberanía del Pueblo.
El objetivo de este artículo, entonces, no se reduce a un mero análisis riguroso y descriptivo sobre
el derrotero político y social del movimiento cocalero, visto no como un proceso concluido, es
decir, desde una visión lineal y contextualista que marca el origen y fin del proceso; sino más
bien como un sujeto social que transita un transcurso de constante construcción y constitución
que permite visualizar los cambios y continuidades experimentadas por este movimiento.
A sabiendas de que el principal líder de este grupo social, Evo Morales, desde el 2006 encabeza
el gobierno nacional de Bolivia, y en simultáneo, un proceso de refundación del Estado; la
cuestión de la institucionalización del movimiento surge como un aspecto nodal para ahondar
hasta qué punto la identidad del movimiento cocalero persiste durante el ascenso político de
Evo y su consolidación en el Estado.
Antes de proseguir con el análisis empírico sobre el movimiento cocalero, consideramos
menester realizar ciertas salvedades teóricas sobre la categoría de Movimientos Sociales.
Coincidiendo con diversos autores, la categoría de Movimientos Sociales se caracteriza por
la flexibilidad teórica y metodológica que denota al momento de su uso y aplicación. Su
carácter polisémico permite brindar definiciones generales de lo que es un Movimiento Social,
englobando e integrando a una enorme cantidad de organizaciones sociales (sindicatos;
gremios; cooperativas; etc.); o por el contrario, esgrimir una definición específica y concreta
que limita aquello a lo que podemos denominar movimiento social.

En términos generales, un movimiento social es un tipo de accion colectiva que


intencionalmente busca modificar los sistemas sociales establecidos o defender
algún interés material, para lo cual se organiza y coopera para despegar acciones
públicas en función de esas metas o reivindicaciones.6

De esta manera, un movimiento social puede tener como horizonte de expectativas cumplir
ciertas demandas antisistémicas,7 transformando la estructura objetiva que se eleva por

6 García Linera, Álvaro, “¿Qué son? ¿De dónde vienen? Movimientos Sociales”, en Barataria. Movimientos Sociales. La emer-
gencia plebeya en Bolivia, México, Argentina y Ecuador, La Paz, Malatesta, 2004, año 1, N° 1, p. 4
7 Para las categorías de Espacio de experiencia y Horizonte de expectativas, véase, Koselleck, Reinhart, “Introducción” y “Futuro
Pasado del Comienzo de la Modernidad”, en Futuro pasado. Para una semántica de los tiempos históricos, Barcelona, Paidós,
1993.

112 Historia en Movimiento Año IV · Número 4 · 2017


encima de los sujetos; o bien, movilizarse en pos de suplir intereses o necesidades de carácter
corporativo-sectorial que no signifiquen obligadamente transfigurar parte del sistema.
Por otro lado, los movimientos sociales no sólo se contentan con ser organizaciones expresivas
de determinadas demandas y necesidades, sino que además se perfilan como espacios
alternativos de sociabilidad política y deliberativa, apostando a la construcción de lazos
horizontales entre los diferentes sujetos, coadyuvando así a una nueva participación social,
una formación de discursos identitarios y de elaboración de propuestas capaces de afectar
la arquitectura institucional de los Estados. Su carácter abarcativo, hace de los movimientos
sociales sujetos o actores colectivos plurales conformados por una variedad de organizaciones
dotadas de intereses propios, que se proponen definir un objetivo común, un cambio social,
cultural o político que permita que sus intereses sean reconocidos.8
La concentración al interior de los movimientos sociales de diferentes grupos, cada uno
con intereses particulares, suele hacer difusa la finalidad u horizonte común de éste sujeto
colectivo, por lo que consideramos que en algunos casos los movimientos se presentan como
verdaderos campos,9 donde se configuran posiciones de poder en torno a las relaciones que
se forjan entre sus diferentes actores, como también alrededor de los objetivos que persiguen.
De este modo, se puede observar en la dinámica de los movimientos la emergencia de una
organización por encima de las otras, que se presenta como la fuerza articuladora, haciendo
de sus intereses particulares, un interés común del grupo; o bien, siendo el encargado de
encauzar las finalidades hacia la que se dirige la acción colectiva.
Retomando lo expresado anteriormente, en relación a los diversos resultados que podían
perseguir los movimientos sociales, ora de carácter antisistémico, ora de carácter sectorial-
corporativo, Linera alude que

cuando los movimientos sociales tiene como objeto de sus peticiones a las
autoridades políticas del Estado, para promover en él cambios de determinadas
políticas públicas, estamos ante movimientos con dimensión política y es posible
diferenciar movimiento socio-político reivindicativos, que pretenden modificar sólo
unos aspectos puntuales de la normativa estatal, y movimientos socio-políticos
estructurales, que buscan tomar el control del Estado y promover un nuevo orden
Estatal.10

Esta diferencia sustancial, como veremos más adelante cuando enfaticemos en Bolivia,
suele ser uno de los principales motivos de roce y disidencia entre los movimientos sociales,
factor que denota la dinámica del campo y como esta configuración de posiciones deviene
en la mayoría de los casos en la constitución hegemónica de un movimiento que articula la
relevancia de las demandas y reclamos, como también la modalidad del accionar colectivo.
Desde una visión y pensamiento epistémico,11 concebimos que Bolivia debido a la presencia

8 Zibechi, Raúl, “Los Movimientos Sociales latinoamericanos: tendencias y desafíos, en OSAL: Observatorio social de América
Latina, N° 9 (ene. 2003), Buenos Aires, CLACSO, 2003, pp. 185-188. Disponible en http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/
libros/osal/osal9/zibechi.pdf
9 Véase, Bourdieu, Pierre y Loïc Wacquant, Respuestas por una antropología reflexiva, México, Grijalbo, 1995, pp. 15-38.
10 Linera, op. cit., p. 5.
11 En este sentido, nos remitimos al trabajo de Hugo Zemelman quien propone aprehender las múltiples realidades partiendo

Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 113
de una diversidad de movimientos con un pluralismo ideológico y político, se presenta
como un verdadero laboratorio teórico-epistémico para repensar y complejizar aún más la
categoría de Movimientos Sociales. Es en este sentido, donde nosotros observamos que las
definiciones postuladas carecen de un aspecto fundamental: ¿Qué sucede al momento en
que un movimiento social es integrado a los estratos estatales, es decir se institucionaliza, y
se reduce su desenvolvimiento en la sociedad civil? O, bien, ¿aquellos movimientos sociales
que constituyen como sus objetivos u horizontes de expectativas injerir en el Estado, o como
diría Linera, transformar el sistema “desde adentro”, son permeables a conservar sus prácticas
sociales-culturales que lo definían como tal?
Dar una respuesta precisa a estos interrogantes es lo que nos motiva a estudiar el movimiento
cocalero boliviano, como un plausible caso de un movimiento social que intentó movilizarse
en pos de intervenir en el campo político con la finalidad de construir un nuevo orden
imperante. Consideramos que enfatizar en este caso significará importantes aportes teóricos-
metodológicos a la categoría de Movimientos Sociales.
En Bolivia existen dos grandes zonas de producción cocalera: una concentrada cerca de La
Paz, la de los Yungas, y el otro el Chapare, en Cochabamba. Si bien ambas regiones fueron
el centro de la erradicación de la coca producto de las presiones neoliberales e imperialistas
de Estados Unidos –tildando a dichas zonas como las bases de la producción de cocaína–; la
óptica se colocará en la región del Chapare, espacio físico y social que sería testigo de uno de
los movimientos sociales más relevantes de Bolivia.

El movimiento cocalero se constituyó a partir de la segunda mitad de la década del


ochenta. Está formado principalmente por campesinos que se trasladaron desde
diversos puntos del país, mediante programas de colonización estatales o de manera
espontánea, a la región tropical amazónica del Departamento de Cochabamba –el
Chapare–, con la intención de establecer colonias y arraigar su modo de vida a los
productos tropicales […] Los cocaleros no producen solamente coca; diversifican sus
cultivos para garantizar el autoconsumo, pero afirman simultáneamente que la coca
es un cultivo técnica y comercialmente más seguro y eficiente que otros. Agregan a
esas características el hecho de que en la coca se condensan otros elementos que
son básicos para la cultura andina: su uso medicinal, los beneficios que comporta
su masticación (Akhulliku) para soportar jornadas laborales prolongadas, el carácter
de “hoja sagrada” que la coca detenta […].12

Indudablemente, las transformaciones estructurales que tuvieron lugar en Bolivia durante


las décadas de 1970 y 1980, con un viraje en el modelo de acumulación sustentando en

no de un pensamiento teórico, que trae consigo todo un compendio de conceptos con un contenido estático, que intenta
ser impuesto a la realidad observable; sino que por el contrario, promueve un pensamiento epistémico, preteórico, capaz de
aprehender la realidad a través de interrogantes y problemas que coadyuven a construir conceptos y categorías que logren
adecuarse a la realidad analizada. Por consiguiente, considerando el hecho de que la realidad es más dinámica que la teoría,
en el siguiente informe no nos abocamos a elaborar un nuevo cuerpo teórico capaz de estudiar la realidad boliviana, empero
si repensar la praxis de determinadas categorías teóricas procurando no esforzar a esta realidad a encuadrarse en conceptos
o categorías que son constructos para estudiar casos que lejos están de tener similitud con los sucesos latinoamericanos.
Ver Zemelman, Hugo, Pensar teórico y pensar epistémico. Los desafíos de la historicidad en el conocimiento social, México,
Antropos, 2005.
12 Córdova, op. cit., p. 7.

114 Historia en Movimiento Año IV · Número 4 · 2017


principio por la explotación minera, y luego volcada a una diversidad productiva, marcada
por la explotación hidrocarburífera y la producción de coca, trajo consigo un fortalecimiento
del movimiento cocalero producto no sólo de su implosión productiva, sino que además las
corrientes migratorias desde la ciudad al campo fueron un importante factor que alimentaron el
peso del movimiento dentro de la Confederación Sindical Unida de Trabajadores Campesinos
de Bolivia (CSUTCB).
En el espectro de la estructura neoliberal, la ley 1008 caratulada como “Régimen de la coca
y sustancias controladas”, se presenta como el principal elemento jurídico y ofensivo que
atenta contra los intereses de los cocaleros, erradicando ni más ni menos la producción de
la coca en las principales regiones e imponiendo trabas a la expansión de la misma. Dicha
disposición expone una distinción entre la producción licita e ilícita en relación directa a las
prácticas sociales y culturales que respondan: mientras que en el artículo n° 4 se expresa que
“se entienden como consumo y uso licito de la hoja de coca las prácticas sociales y culturales
de la población boliviana bajo formas tradicionales, como el “acullicu” y masticación, usos
medicinales y usos rituales […]”, en el artículo N° 7

se definen como ilícitos todos aquellos usos destinados a la fabricación de base,


sulfato y clorhidrato de cocaína y otros que extraiga el alcaloide para la fabricación
de algún tipo de sustancia controlada, así como las acciones de contrabando y
tráfico ilícito de coca.13

Este marco legal en paralelo establece cuales son aquellas regiones aptas para el cultivo lícito
de coca.

Según esta ley, el territorio boliviano tiene áreas de producción legal de coca, por
un lado, áreas en las cuales hay coca que no es ilegal debe erradicarse –el trópico
de Cochabamba, conocido como Chapare, es una de ellas–, por otro, y, finalmente,
áreas donde la producción es ilícita. Esta penalización parcial de la coca se suma
a la importancia de la coca en la vida cotidiana de las familias campesinas y a
la validez de sus usos rituales, medicinales y alimenticios, y arma un conflicto de
interpretaciones que nunca criminaliza por completo a los campesinos cocaleros
ni los exime plenamente de responsabilidades sobre el uso de la coca para fines
ilícitos.14

En este sentido, el carácter parcial de la penalización, atenta contra los intereses cocaleros en
términos generales, sin estipular concretamente las finalidades que la producción persigue.
Dicho de otro modo, el gobierno de Estenssoro en vez de enfatizar en los centros productores
de cocaína, implementó métodos de coacción uniformes que afectaron a la totalidad de los
productores, poniendo en jaque no sólo los medios de subsistencia de la población campesina,
sino también todo el bagaje cultural y simbólico que se enarbola alrededor de esta práctica.
En una mirada retrospectiva, podría conjeturarse que más allá del intento de colocar trabas
a la producción de estupefacientes –que de hecho el mismo bloque neoliberal promueve

13 Ley Nº 1008 de 19 de Julio de 1988. Disponible en http://www.dgsc.gob.bo/normativa/leyes/1008.html


14 Córdova, op. cit., p. 4.

Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 115
desde inicios de los ochenta–, la erradicación de la coca conlleva desarticular la conformación
y capacidades de un nuevo movimiento que empieza a tener peso político y social, no
producto únicamente de la expansión del cultivo, sino que además por la ausencia de la
Confederación Obrera Boliviana (COB), principal sujeto colectivo integrador afectado por las
políticas neoliberales; elementos que explican la necesidad del Estado de fragmentar, atomizar
y segregar cualquier fuerza articuladora que cohesione los sectores subalternos.
Dicho esto, comprendiendo estos aspectos podemos realizar una relectura de las implicancias
de la imposición de la Ley 1008. Trascendiendo el carácter antinarcótico que postula, la
disposición legal encajaba en la estructura neoliberal que se erigía desde inicios de 1980,
cuestión que no sólo atentaba a la pequeña producción cocalera y la cohesión que el
movimiento cocalero empezaba a demostrar;15 sino que principalmente justificaba la injerencia
de Estados Unidos, potencia que se mostraba como el actor clave en la lucha antinarcóticos;
empero traía intereses imperialistas de gran envergadura, que se materializarían en un gran
conglomerado de privatizaciones.
Ahora bien, focalizando en el Chapare cochabambino, esta región a disposición de la Ley 1008
es determinada como “zona de producción excedentaria en transición”, por lo que pese a no
tener el carácter ilícito, es centro de una fuerte erradicación de la coca. De esta manera, los
cocaleros comienzan a organizarse y articularse bajo un objetivo en común: la defensa de su
principal medio de subsistencia.
La diversidad de identidades que confluyen en la región del Chapare, como se mencionó
antes, producto de las migraciones internas, hicieron que el objetivo común en defensa de la
hoja de coca tenga matices políticos, económicos y culturales en relación a otras exigencias
y experiencias de antaño. Si bien los cocaleros no son los ex-mineros, pero sí familias
descendientes o con raigambre minera, la tradición política sindical heredada será la piedra
angular en la que se irán pensando los medios de acción colectiva para la concreción de
diversos fines tanto concretos –defensa de la erradicación de la coca– como estructurales –
lucha política “formal” contra el neoliberalismo–.
A diferencia de la militarización que se visualiza en otras regiones de producción de coca, los
cocaleros del Chapare comprendieron rápidamente que su lucha no sólo debía plasmarse en
las calles, sino que sus exigencias y demandas tendrían peso si injerían dentro de espacios
institucionales de la sociedad civil, y en los intersticios del aparato estatal. El accionar colectivo
de los cocaleros no se extralimitó unívocamente a la radicalización de la conflictividad social
fuera de marcos institucionales; por el contrario, diferentes dirigentes cocaleros propugnaron
una gestión local y sindical, plasmando la criminalización de los cocaleros y la erradicación
de la coca, como intereses a defender por la totalidad de las poblaciones campesinas. El
acercamiento con la COB y la CSUTCB a mediados de los 80 denota el carácter multifacético
del movimiento cocalero, que integra una diversidad de agentes sociales que complementan
sus intereses.

15 Recordemos que la proliferación de la producción de la coca, que se venía incentivando desde 1952, teniendo como su
momento álgido hacia fines de la década de 1970, significaba un proceso de minifundización de la tierra en la región del Oriente
boliviano –que tenía su correlato en la Reforma Agraria propugnada por el Gobierno Revolucionario del ´52– que atentaba con-
tra los intereses de la vieja clase burguesa terrateniente.

116 Historia en Movimiento Año IV · Número 4 · 2017


Como bien lo expresa Córdova Eguívar, “los dirigentes cocaleros fueron ganando protagonismo
en el movimiento popular y simultáneamente consiguieron el apoyo de otras organizaciones
para su causa y comprometieron el suyo para impulsar las luchas que involucraban a esas
otras organizaciones”.16 De esta forma, alrededor de la defensa de la hoja de coca se enarboló
todo un simbolismo que representa la resistencia de los cocaleros no sólo desde los aspectos
económicos, sino que además, y con la finalidad de hacer de sus intereses particulares el interés
común de las poblaciones de campesinos e indígenas, le reivindicó a la coca condiciones
étnicas, sagradas, que representaba una lucha en pos de los derechos de las poblaciones, y
una oposición al avance imperialista estadounidense.
Desde una lógica gramsciana, los cocaleros, pese a ser un movimiento con características
simbióticas y de un pluralismo de identidades y prácticas, se presenta como el agente
encargado de fomentar la etnización de la lucha por la coca; aspecto que tiene por finalidad la
búsqueda de consenso y apoyo por parte de diferentes movimientos sociales, pieza clave para
lograr capitalizar, y monopolizar en parte, el control y manejo de los espacios de sociabilidad
política y deliberativa de estas agrupaciones.

La producción discursiva del movimiento se destaca por dos características


que simbolizan su orientación política. Primero, se trata de un discurso de corte
radicalmente nacionalista, fundamentado en la denuncia de la influencia de
Estados Unidos en la elaboración de las políticas de erradicación. De cierta manera,
los cocaleros reformulan el clivaje nación/antinación, que estructura la ideología
nacionalista revolucionaria, adaptándola a su propio contexto especialmente
al hacer de la coca un elemento propio de la cultura boliviana agredida por el
“imperialismo”. Por lo tanto, este discurso está fuertemente teñido de culturalismo
en la medida en que convierte a la coca en una “hoja sagrada” representativa de
la cultura andina e incluso amazónica –cuando, en este último caso, se trata de
una región tradicionalmente ajena a la hoja verde– lo cual tendría repercusiones
importantes no solamente en el seno del sindicalismo campesino, sino también
dentro de un movimiento que se iba conociendo como el movimiento “indígena”
del Oriente boliviano.17

En este sentido, centrándonos en la perspectiva de Bourdieu, intelectual que realzó el peso


y significado de las estructuras simbólicas en las relaciones intersubjetivas; se podría pensar
la sacralización de la hoja de coca justamente como una matriz simbólica que solventan los
cocaleros a fines de los ´80, con la intención de cohesionar los diversos grupos campesinos
y pueblos originarios, pero también con la finalidad de construir una dirección hegemónica.
Cuando Bourdieu alude que “las clases y otras colectividades sociales antagónicas se
encuentran de continuo atrapadas en una lucha encaminada a imponer la definición del
mundo más acorde a sus intereses particulares”,18 hace referencia a que a cualquier dominación
política y económica de un sector o una clase le precede una manipulación simbólica de
representaciones que brinda poder, apoyo y dirección.

16 Ibídem., p. 16.
17 Do Alto, Hervé, “‘Cuando el nacionalismo se pone el poncho’. Una mirada retrospectiva a la etnicidad y la clase en el mov-
imiento popular boliviano (1952-2007)”, en Svampa, Maristella y Pablo Stefanoni (compiladores), Bolivia: Memoria, insurgencia
y movimientos sociales, Buenos Aires, El Colectivo, CLACSO, 2007, p. 36.
18 Bourdieu y Wacquant, op. cit., p. 21.

Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 117
De esta manera, no sería erróneo concebir a los cocaleros como una de las principales
fuerzas articuladoras, que mediante el predominio de sus intereses logra integrar la de otros
movimientos sociales, en un contexto –inicios de los 90– en el que se evidencia una absoluta
fragmentación y atomización de diversos grupos sociales producto de la coacción y control
que ejercía el viejo bloque neoliberal dominante.

La campaña que celebra los “500 años de resistencia de los pueblos indígenas” a
la colonización, preparadas a lo largo de 1992 y que culmina con una concentración
final el 12 de octubre de este año, señala la primera etapa de una alianza de largo
aliento entre los dos sectores [movimiento de campesinos de occidente y oriente].19

Esta primer marcha evidencia atisbos de unidad y cohesión de los diferentes movimientos de
campesinos e indígenas, donde el peso de los cocaleros es notorio, concretando su dirección
para 1994 durante la “Marcha por la vida, la coca y la soberanía”, acción donde la defensa
de la coca posee aspectos centrales a nivel nacional formando parte de un compendio de
demandas y reclamos en el que comienza a materializarse la idea de una “refundación de
Bolivia” mediante la convocatoria a una Asamblea Constituyente.
Como se mencionó con anterioridad, la década del 90 presenta un movimiento cocalero
constituido y fortalecido que, pese a una atomización y fragmentación aun persistente de los
movimientos sociales de Bolivia, se muestra como uno de los principales sujetos colectivos
articuladores de los reclamos y exigencias que emergen de los diferentes grupos sociales.
El excepcional desenvolvimiento político de los cocaleros demuestra no sólo la capacidad
estratégica de uno de sus principales líderes –Evo Morales–, sino además da cuenta –aunque
de manera muy difusa– de un horizonte de expectativas que propugnaba por un proyecto
alternativo de Estado que bajo la égida de la importancia de la coca, realzaba la necesidad de
configurar un marco multicultural y plurinacional que responde a los intereses de los diversos
pueblos originarios-campesinos.
De este modo, podemos evidenciar como desde su irrupción, el movimiento cocalero
rápidamente emprende un conjunto de acciones políticas y estrategias que apuntan a
la construcción de poder en torno a sus intereses particulares, irradiado al conjunto de las
comunidades campesinas, monopolizando espacios deliberativos de gran relevancia como
la CSUTCB y la COB. Lo que intentaremos caracterizar es la forma de acción política que
experimentó el movimiento cocalero en su derrotero, para dar cuenta de aquellas estrategias
empleadas en pro de construir una dirección política cultural que lo posicione dentro del
campo político.

Según Dussel,

la acción política es estratégica, no meramente instrumental (como la acción


técnica que transforma la naturaleza), ya que se dirige a otros sujetos humanos
que como actores ocupan espacios prácticos, se jerarquizan, ofrecen resistencia o
coadyuvan en la acción de unos y otros, en un campo de fuerzas, que constituyen

19 Do Alto, op. cit., p. 37.

118 Historia en Movimiento Año IV · Número 4 · 2017


lo que hemos denominado poder. Por ello, la voluntad consensual da a la acción
fuerza, unidad, poder de alcanzar los propósitos.20

En este sentido, en pos de alcanzar determinados objetivos, los sujetos o agentes sociales
construyen un entramado de vínculos y relaciones con otros, con los cuales puede acordar,
aliarse o bien confrontar, poniendo en juego y en disputa la dirección política y hegemónica
dentro del espacio social. El accionar político no sólo se ve supeditado a las interacciones
intersubjetivas que se elaboren, sino además se encuentra sumamente condicionado a la
coyuntura que se erige por encima, por lo que Dussel habla del

“potencial estratégico” como “la estructura practica que se organiza de hecho ante
el actor político. Es la situación coyuntural compleja de todas las fuerzas de sus
aliados y antagonistas que hay que saber ponderar para saber utilizarlas hacia los
objetivos propuestos”.21

Teniendo en cuenta esta conceptualización, podemos inferir que desde el primer momento,
el movimiento cocalero propugnó una serie de acciones políticas en torno a sus intereses
y objetivos específicos, construyendo vínculos y relaciones con diferentes actores sociales,
desde aquellos integrados a los movimientos de campesinos e indígenas, como también al
diezmado sector obrero concentrado en la COB. De esta manera, como lo planteamos al
comienzo del escrito, el accionar político cocalero mostró una fuerte pretensión de hegemonizar
la dirección política-cultural de los diferentes sectores subalternos, articulando y cohesionando
la diversidad de demandas, sacando provecho de la situación coyuntural que se formaba a
fines de los ´80, con un Estado que reprimía a las diferentes poblaciones originarias.
Si algo ha destacado a los cocaleros por encima de cualquier otro movimiento, fue, sin duda, la
lectura de la coyuntura o el “potencial estratégico” al momento de ejecutar diversas acciones
políticas. No concebimos este desenvolvimiento de manera azarosa y efervescente, sino que
por el contrario, podemos observar un conjunto de acciones colectivas premeditadas que
postulan constantemente las finalidades que el movimiento se propone. Si bien la aparición
política del movimiento responde a una defensa corporativa de la coca, como vimos, alrededor
de este reclamo se construye un poder simbólico que apunta a aglutinar a los diferentes
movimientos campesinos bajo el control cocalero.
El detrimento y fracaso del acercamiento con los tradicionales partidos de izquierda –que
reproducían las prácticas políticas de una “democracia pactada” que promovía la clase
dominante neoliberal–;22 una incipiente cohesión y articulación de los diferentes movimientos

20 Dussel, Enrique, 20 tesis de política, México, Siglo XXI, 2011, p. 49.


21 Ibídem., p. 50.
22 El mínimo peso político de la CSUTCB, y la decadente COB, son consideradas por los cocaleros como importantes trabas
para concretar sus objetivos. Con este panorama, a inicios de los ´90, el movimiento experimenta un efímero acercamiento con
los viejos partidos de izquierda, para así, gradualmente, tener presencia en el campo político. “Frente al consenso que se perfila
en el seno de una gran mayoría de la clase política en la erradicación de la coca, los cultivadores buscan socios entre los par-
tidos de izquierda. La primera alianza se da en 1989 a nivel de sindicatos cocaleros en el Chapare y los Yungas con la coalición
de Izquierda Unida. Ya en 1993, el conjunto de la CSUTCB se involucrará en otra coalición, el Eje Pachakuti. Estas experiencias
marcan el inicio de un proceso de reversión de la relación de fuerzas entre la izquierda y el movimiento campesino-indígena, por
primera vez favorable a los segundos. Las campañas electorales generan, efectivamente, fuertes tensiones entre los componen-
tes rural y urbano de estas coaliciones, especialmente debido al comportamiento de militantes de izquierda graficada por los
sindicalistas de la CSUTCB como “instrumentalista”. Do Alto, op. cit., pp. 37-38.

Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 119
de campesinos e indígenas de Bolivia a partir de la marcha de 1992, evento en el que se
postulan algunas máximas como el del Estado pluricultural y la Asamblea Constituyente; la
persistencia de un Estado sumamente represor para con los sectores subalternos, son los
principales factores que incentivan la formulación de un instrumento político que surja del
seno y confluencia de los movimientos sociales con la finalidad no sólo de hacer oír sus
reclamos y exigencias bajo estratos institucionales, sino además con la idea de configurar
una agrupación política que muestre prácticas políticas alternativas, que se solventen en la
horizontalidad, mancomunión y comunitarismo que prima en los movimientos.

La construcción de un instrumento político es finalmente aprobada en el VI


congreso de la CSUTCB, en 1994, y luego concretada mediante la organización del
congreso “Tierra, Territorio e Instrumento Político”, realizado en Santa Cruz de la
Sierra en marzo de 1995. Participaron en este congreso fundacional la CSUTCB, la
Confederación Sindical de Colonizadores de Bolivia (CSCB), la Federación Nacional
de Mujeres Campesinas de Bolivia - “Bartolina Sisa” (FNMCB-BS), y la CIDOB
[Confederación de los Pueblos Indígenas de Bolivia]. Los miembros del flamante y
novedoso “partido” –la Asamblea por la Soberanía de los Pueblos (ASP)– eligen a
su cabeza al dirigente campesino del valle de Cochabamba Alejo Veliz.23

Como se puede observar, la ASP no se presenta como un partido tradicional, por el contrario,
como una agrupación heterogénea que se muestra como Coordinadora o Federación donde
se conjugan una diversidad de grupos sociales con intereses específicos. Desde nuestra
perspectiva, dicho instrumento político se configura rápidamente como un verdadero campo
político en el que se constituyen posiciones jerarquizadas y un sinnúmero de disputas
por el capital simbólico que prolifera del mismo, materializado en la disposición de los
objetivos principales, la dirección política-cultural de la asamblea, y hasta en cierto punto la
instrumentalización de la misma bajo el predominio de un movimiento en particular.
Nuevamente, en este escenario político-social, los cocaleros, encabezados por su principal
exponente Evo Morales, intentan capitalizar las propuestas y medidas que se elevan de la
ASP con el fin de hacer valer sus intereses particulares por encima del resto. A diferencia de lo
sucedido a fines de los ´80 con la CSUTCB, los cocaleros encontraron resistencias y oposiciones
en su afán de monopolizar el instrumento político, siendo Alejo Veliz uno de los principales
contendientes a las maniobras cocaleras. Las tensiones y disputas por la hegemonía conllevan
una fragmentación de la ASP entre “alejistas” y “evistas”, aspecto que denota la debilidad del
nuevo instrumento político, y el peso de una autoridad, un tanto arbitraria, de los diferentes
dirigentes sindicales o campesinos.
Estas confrontaciones son el elemento clave que explica, a finales de la década del 90, el
fraccionamiento de la ASP, y consigo el del incipiente movimiento campesino indígena
boliviano. Pero, ¿Evo Morales y los cocaleros eran conscientes de que su alejamiento de la
ASP podría significar la pérdida de un importante apoyo en la resistencia a la erradicación de la
coca? A priori, esta maniobra de Evo parece ser un tanto improductiva si uno tiene en cuenta
la debilidad que posee para afrontar la lucha dentro del aparato estatal. Sin embargo, existe un
elemento de suma relevancia que no ha sido mencionado, y que puede explicar el porqué de

23 Ibídem, p. 28.

120 Historia en Movimiento Año IV · Número 4 · 2017


la construcción de la ASP, en primera instancia, y del Movimiento al Socialismo-Instrumento
Político por la Soberanía del Pueblo –MAS-IPSP– a posteriori.
Desde 1994, en Bolivia regía la Ley de Participación Popular.

Esta ley modificó el escenario político nacional. Amplió la jurisdicción de los


gobiernos municipales al área rural y desde entonces los campesinos pueden ser
candidatos y votar por alcaldes y concejales municipales. Con una ley nacional en
contra de la coca y una constante represión policial en el trópico, con la experiencia
de fracasos electorales en las alianzas con otros partidos y la apertura de las
municipalidades a la participación campesina, los cocaleros vieron la oportunidad
de crear un “instrumento” propio.24

Con una mirada retrospectiva, podría conjeturarse que el desprendimiento de la ASP de


Evo y los cocaleros, en conjunto con otros sectores, responde no sólo a la confrontación de
posiciones que atendimos, sino que además la coyuntura política cambiante propició mayores
posibilidades de injerencia política que fue sumamente atractivo para el movimiento cocalero
en su afán de insertarse gradualmente en la sociedad política , no con el unívoco objetivo de
concretar intereses corporativos, profesando también en simultaneo una transformación del
sistema “desde adentro”.
La provechosa coyuntura política, las concesiones institucionales brindadas por un Estado que
empezaba a mostrar señales de resquebrajamiento, posibilitan al MAS-IPSP y los cocaleros
emprender su primer desenvolvimiento electoral a fines de los 90.

El MAS conoce sus primeros éxitos en las elecciones municipales de 1999, en


las cuales conquista nueve alcaldías. Esta victoria señala una significativa
consolidación de sus bases electorales en el mundo rural, especialmente bajo el
efecto de la creciente represión del movimiento cocalero durante la presidencia
constitucional del ex dictador Hugo Banzer Suarez (1997-2001).25

El ocaso de la década de 1990 encuentra, entonces, un movimiento cocalero que pese a no


poder ser la fuerza articuladora del movimiento campesino-indígena de todo Bolivia, si se
presenta como una importante agrupación consolidada y fortalecida no sólo en la sociedad
civil, sino que ahora con una preeminencia relevante dentro de la arena política, espacio en el
que el MAS-IPSP se muestra como el “instrumento político” de los cocaleros.
Por añadidura, el sentido de pertenencia, y el poder simbólico que logra construir el MAS-IPSP
no sólo para con los cocaleros, sino que también para la mayoría del movimiento campesino
y algunos grupos urbanos, infiere la presencia del IPSP como lo que verdaderamente es, un
instrumento político. El reconocimiento de las bases campesinas e indígenas del instrumento
estriba precisamente en que es considerado producto de su lucha y su esfuerzo, por ende una
victoria simbólica y material.

24 Córdova, op. cit., p.31.


25 Do Alto, op. cit., p. 41.

Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 121
Las mismas concepciones se muestran sobre la cuestión de la institucionalización del
movimiento.

No se pensó que la posible institucionalización del movimiento derivaría en el


abandono de sus raíces campesinas favoreciendo la participación electoral o
la búsqueda del poder. Así como la democracia “realmente existente” no es
necesariamente la única democracia posible, los partidos “realmente existente”
no es necesariamente la única expresión activa de la democracia. La idea de crear
un instrumento político para tomar el poder –local, en primera instancia; nacional,
posteriormente– no fue polémica. Derivaba de la intención manifiesta de formar
gobiernos municipales autónomos legitimados por la institucionalidad nacional
y lograr el acceso a recursos económicos para la gestión local. Involucraba una
crítica del accionar de los partidos y un apego a la institucionalidad democrática
vigente. El instrumento político es un esfuerzo articulador de los campesinos en el
movimiento popular y la política nacional.26

Alrededor del instrumento político se eleva un simbolismo que presenta a este elemento como
la praxis de transformación y cambio. El carácter institucional que persigue el movimiento
muestra una finalidad clara: renovar y transformar el sistema y el Estado “desde adentro”.
Las bases y los dirigentes comparten este horizonte, factor que explica la lucha institucional
y electoral que el MAS incursiona desde fines de los ´90. Pero, ¿adentrase en el sistema y el
Estado para modificarlos “desde adentro”, no deja expuesto al movimiento a reproducir los
estándares políticos y estatales imperantes, más que a emprender un verdadero viraje de la
estructura estatal tradicional?
Pese a esto, los inicios del actual siglo XXI marcan un importante punto de inflexión para la
historia boliviana. Frente a un Estado neoliberal anémico con serios rasgos de decadencia, que
intentaba soslayar radicalizando sus políticas económicas de privatización de los principales
recursos del país, caso del agua y los hidrocarburos, lo que deviene en dos de las más grandes
movilizaciones sociales de Bolivia: la “Guerra del Agua” (2000) y la “Guerra del Gas” (2003);
ambas revueltas constituirían el golpe de gracia al Estado y bloque neoliberal que controlaba
la política boliviana hacia dos décadas.
A medida que la crisis política de la clase dominante se profundizaba, aumentaba en proporción
la permeabilidad y posibilidad de injerencia política-institucional de los movimientos
sociales dentro del Estado. Sin embargo, la crisis de hegemonía del bloque tradicional no
encontraba un movimiento nacional cohesionado capaz de traducirse en una verdadera
fuerza contrahegemónica. Las disputas de liderazgo entre Quispe, Morales y Veliz seguían
latentes, mientras que un nuevo actor social, la Coordinadora en Defensa del Agua y la Vida,
principal exponente que encabezó la “guerra del agua” se presenta como la fuerza articuladora
al interior de la Asamblea Constituyente, intentando poner los intereses corporativos bajo la
égida de un proyecto común: constituir un Estado Plurinacional y Multicultural.27

26 Córdova, op. cit., pp. 33-34.


27 Véase, Tapia, Luis, “De la catarsis al transformismo”, en El Estado de Derecho como tiranía, La Paz, CIDES – UMSA, 2011.

122 Historia en Movimiento Año IV · Número 4 · 2017


¿Por qué, nuevamente, el movimiento cocalero, ahora bajo la sigla “MAS-IPSP”, no intenta
lograr hegemonizar aquellos espacios políticos donde se conjugan la mayoría de los diversos
movimientos de campesinos e indígenas? Teniendo en cuenta el contexto en el que la
Asamblea Constituyente va tomando forma –años 2002-2005–, creemos que la presencia
tácita del MAS responde a dos hipótesis formuladas: 1) los cocaleros demostraban desde fines
de los noventa una capacidad política y estratégica superior a la de cualquier otro movimiento
para desenvolverse en el interior del campo político y estatal, factor que colaboró tal vez a
brindarle una autonomía e independencia con respecto al apoyo de las otras agrupaciones;
2) la intervención de los cocaleros y Evo en la Asamblea Constituyente puede ser pensada
como una acción racionalista para con el resto de los grupos sociales, es decir, se incentiva la
radicalización y movilización de los otros actores en pos de obtener beneficios secundarios
que sólo satisfacen a un grupo determinado, en este caso los cocaleros.28
Ambas conjeturas, acertadas o no, podrían pensarse en conjunto; sin embargo, lo que es
relevante destacar aquí es que la dirección esporádica propagada por los cocaleros en el
seno de la Asamblea Constituyente, da cuenta del despliegue político que el movimiento
experimentaba dentro de los canales institucionales, hecho que se evidencia con las elecciones
del 2002.

Las elecciones mostraron algunos elementos claves en el movimiento: el manejo del


territorio del Trópico, la dificultad de vincularse con otros sectores y la persistencia
de la hibridez entre partido y movimiento […] Las dificultades de vincularse con
otros sectores se muestra en la elección del candidato a la vice-presidencia del
MAS-IPSP en 2002 […] La elección del acompañante de Evo en las elecciones
de 2002 expresó la fragilidad del vínculo del movimiento con los intelectuales.
Desde nuestro punto de vista, esa elección muestra algo más: la contrastación de
esos problemas por parte del instrumento mismo y la intención –clara en sus fines
pero tortuosa en sus búsquedas– de lograr la aceptación de otros sectores de la
población y la clase media, los orientales.29

La necesidad de construir acuerdos y alianzas con algunos actores sociales también emergentes,
como residuales, del Estado que se encontraba en detrimento, nos da la pauta de los vínculos
y relaciones que el MAS no sólo intenta preservar con los sectores subalternos, sino además
de la necesidad imperiosa de construir lazos con grupos sociales de la clase media y del sector
más conservador, los santacruceños. De hecho, la implicancia y tiempo político que significaba
la búsqueda de nuevos apoyos denotó la “doble identidad” del movimiento al momento en
que Evo, previo a las elecciones, buscó desligarse de las organizaciones campesinas para así
dedicarse plenamente “a la política”, rápidamente, las bases se hicieron escuchar y socavaron
el intento de desprendimiento de Morales.

El apoyo y peso de las bases campesinas del trópico fue fundamental para el ascenso político
de Evo; sin embargo, el hecho de entablar diferentes puentes de dialogo con las diversas
agrupaciones sociales, como también algunos sectores de clase media, dejó los intereses

28 Véase García, op. cit., p. 7


29 Córdova, op. cit., p. 55.

Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 123
corporativos de los cocaleros diluidos en una propuestas más amplia e integradora. La
obtención del segundo lugar en las elecciones del 2002 era el fiel reflejo de la decadencia del
viejo Estado neoliberal, y del fortalecimiento de los movimientos sociales en la arena política,
que traería su resultado póstumo en las elecciones de 2005.
Indudablemente, este momento histórico es un clivaje en el derrotero político de los diferentes
movimientos sociales de Bolivia, destacándose el movimiento cocalero como uno de los
principales sujetos políticos. Las elecciones de 2005 y la rotunda victoria de Morales es el
puntapié inicial a toda una serie de transformaciones estructurales que afectará en lo concreto
del movimiento cocalero. El divorcio entre los dirigentes y las bases sociales, baluarte de esta
agrupación social, se muestra como el principal elemento de tensión social, aspecto que se
hacía presente ya desde inicios del actual siglo. Como muy bien observa Raúl Prada,

una contradicción latente entre bases y dirigentes apareció más de una vez de
modo explícito. Esto no sólo se hizo evidente en las asambleas y en las decisiones
tomadas desde abajo, sino sobre todo en la crisis orgánica de los sindicatos y de las
instituciones políticas. Esta crisis se hizo patente después de las elecciones, cuando
un importante contingente de dirigentes indígenas, sindicales e izquierdistas ocupó
casi la mitad del parlamento nacional.30

¿Cuánto afectó la victoria de Evo a la estructura orgánica del movimiento cocalero? Sin duda
en mucho. Tom Salman, antropólogo holandés, postula que la victoria electoral de un conjunto
de movimientos sociales trae consigo una fractura o escisión entre un sector o coalición que
hace las veces de partido político, asentado en los estratos estatales, intentando preservar su
posición en el poder; y otro grupo que buscara seguir reproduciendo las prácticas y acciones
que lo acerquen a cumplir objetivos prioritarios, cuasi sectoriales, de los movimientos sociales.31
Pese a no coincidir tajantemente con la hipótesis de Salman con respecto al ascenso del MAS;
si consideramos que la fracción del MAS y en parte de los cocaleros que se consolida en la
cúspide del Estado, demuestra un viraje en su posición y funcionalidad. Dicho de otro modo,
Evo Morales y su sequito de funcionarios, provenientes algunos de los movimientos sociales,
otro no, están a cargo de la dirección de un Estado, no de un conjunto de movimientos sociales
únicamente. Por consiguiente, con el objetivo de mantener su posición en el poder, el MAS se
vio en la necesidad inobjetable de construir alianzas y acuerdos con aquellos sectores de clase
media, como también con la “residual” vieja clase dominante, actores que no integraban la
estructura de los movimientos sociales.

Como claramente lo expresa Morales en uno de sus discursos al momento de asumir la


presidencia de la Republica:

[…] yo quiero decirles con mucha sinceridad y con mucha humildad: muchos
compañeros de la ciudad, hermanos de la ciudad, profesionales, clases medias,
intelectuales, y hasta empresarios se suman al MAS. Muchas gracias, yo me

30 Prada, Raúl, “Políticas de las multitudes”, en Memorias de Octubre, Bolivia, Muela del Diablo editores, 2004, p. 120.
31 Salman, Tom, “Entre protestar y gobernar: Movimientos sociales en Bolivia en tiempos el MAS”, en T´inkazos, Revista
Boliviana de Ciencias Sociales, n° 29, 2011. Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=426141572003

124 Historia en Movimiento Año IV · Número 4 · 2017


siento orgulloso de ellos, de nuestra clase media, intelectual, profesional, hasta
empresarial, pero también los invito a ustedes que se sientan orgullosos de los
pueblos indígenas que es la reserva moral de la humanidad […].32

Podemos atender la imperiosa necesidad de construir y elevar una dirección política y cultural
que, si bien afecta y pondera el abanico de movimientos sociales campesinos e indígenas,
también busca incluir aquellos sectores sociales, otrora opositores fervientes al conjunto
de los sectores subalternos. Justamente, de eso se trata erigir una dirección hegemónica, y
Evo ha sabido ejecutarla durante su primer mandato como presidente. Cabe resaltar que el
primer gobierno del MAS, pese a integrar muchos dirigentes indígenas y campesinos en las
bancas, también se vio en minoría dentro del poder legislativo, lo que fue un factor de gran
importancia que obligo a Evo y el MAS configurar sus estrategias políticas. La “refundación del
Estado” esgrimida por el presidente requería del apoyo de aquellos sectores capaces de ser
una fuerza opositora que interrumpa el proceso.
Con este panorama, uno puede poner en tela de juicio el carácter movimientista de los cocaleros,
y preguntarse: ¿Es el movimiento cocalero realmente un Movimiento Social? La respuesta
muestra matices, sin embargo, se podría expresar que desde su estructura organizativa y sus
medios de acción, cumplen con los requisitos demandados para ser un Movimiento Social.
Empero, si hablamos de un movimiento que tuvo como finalidad constante insertarse en el
Estado ergo institucionalizarse, este aspecto es justamente el que atenta contra el elemento
clave de este tipo de organización social, el hecho de no-institucionalizarse.
Atender y analizar en una futura investigación, los cambios y continuidades en lo que respecta
a las prácticas sociales y comunitarias que los cocaleros fueron forjando desde sus inicios,
con un fuerte componente de horizontalidad, democracia directa y mancomunión, puede
brindar nuevos aportes teóricos y metodológicos para repensar el carácter orgánico de un
sujeto colectivo, que se autoreferencia como Movimiento Social, y que de hecho habla, desde
el 2006, de la presencia en Bolivia de un “Gobierno de los Movimientos Sociales”.

32 Discurso de Evo Morales ante el congreso, La Paz, 22 de enero de 2006, en Svampa y Stefanoni, op. cit., p. 227.

Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 125
“a perdonar?
¿De qué tenemos que pedir perdón? ¿De qué nos van

¿De no morirnos de hambre? ¿De no callarnos en nuestra miseria?


¿De no haber aceptado humildemente la gigantesca carga histórica de
desprecio y abandono?
¿De habernos levantado en armas cuando encontramos todos los otros
caminos cerrados?
¿De no habernos atenido al Código Penal de Chiapas, el más absurdo y
represivo del que se tenga memoria?
¿De haber demostrado al resto del país y al mundo entero que la dignidad
humana vive aún y está en sus habitantes más empobrecidos?

Subcomandante Insurgente Marcos
EZLN, Chiapas, 18 de enero de 1994
SALIMOS EL PRIMERO
DE ENERO PARA
HACERNOS ESCUCHAR
El movimiento zapatista en primera persona
Natalia Villalba Reichert1

U na de las características fundamentales de los nuevos movimientos sociales


latinoamericanos de fines del siglo XX y cuya principal crítica iba dirigida hacia el nefasto
sistema neoliberal, fue la utilización de infinidad de recursos comunicacionales para
hacer oír sus voces, propagar sus reclamos y, por sobre todo, esgrimir los elementos fundantes
de su discurso. De este modo, el valor que le otorgaron a la difusión de sus mensajes, fue clave
en su emergencia en la escena política nacional e internacional.
Un caso paradigmático en ese sentido es el movimiento zapatista mexicano, el cual
desde sus orígenes ha utilizado a los medios de comunicación masiva, concretamente los
comunicados radiales, internet y la televisión, como un espacio por el cual difundir su rebeldía
ante la ideología hegemónica. Frente a las preguntas por el quiénes son estos viejos-nuevos
actores sociales, qué llevan implícitas sus demandas y desde qué/cuáles mundos nos están
hablando, surge la necesidad de pensar su discurso y ponerlo en discusión.
El movimiento no se inició en año nuevo de 1994, puesto que las bases del mismo se fueron
sentando en tiempos pretéritos, sobre todo por las acciones de la Diócesis de San Cristóbal
de las Casas y los sacerdotes de la teología de la liberación, y con la conformación del Ejército
Zapatista de Liberación Nacional, actuando clandestinamente desde 1984; pero la irrupción
en la oficialidad mediante comunicados que llevaron el nombre de “Declaración de la Selva
Lacandona” significaron y representaron una nueva etapa, donde lo discursivo estuvo
íntimamente relacionado con las prácticas históricas: por vez primera los zapatistas salían a
decir quiénes eran, qué querían y cómo lo lograrían.

1 Profesora de Historia, cursando la Licenciatura en la Universidad Católica de Córdoba, República Argentina. taty_villalba@
hotmail.com

Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 127
El objetivo del presente análisis es adentrarse en aquellos elementos constitutivos del discurso
zapatista, desde una mirada integradora, que aspire a rescatar la identidad de un movimiento
que es local pero también global, que es coyuntural pero, y a su vez, estructural. Para ello se
toman como referencia la Primera y la Sexta declaración de la Selva Lacandona, procurando
hacer un análisis general de los postulados que las revisten.

CRONOTOPOS E INTERSUBJETIVIDAD: DOS CATEGORÍAS PARA UN


ANÁLISIS SITUADO
La gran frase que aglutinó la causa “Salimos el primero de enero para hacernos escuchar” refiere
a la construcción de un discurso que se materializó en una praxis concreta, con reivindicaciones
puntualizadas y demandas específicas, embanderándose tras los postergados reclamos de
las comunidades indígenas, a los cuáles sumaron algunos de tipo coyuntural, como su crítica
al modelo neoliberal.
El sentido comunitario y colectivo que trasvasó el discurso zapatista desde sus orígenes,
honda sus raíces en las cosmologías y filosofías de los pueblos originarios, rompiendo con
ello, la hegemonía occidental en la interpretación de la praxis política, económica y socio-
cultural del mundo americano. Con los mensajes de los aborígenes de la selva se desarrolló
un movimiento que transitó los caminos de una modernidad de resistencia a una modernidad
alternativa, poniendo en discusión los elementos de dominación impulsados por la
modernidad burguesa y sus modos de concebir la realidad, que a un tiempo se volvieron
hegemónicos en las sociedades americanas, olvidando las profundas cosmologías ancestrales
que ofrecían caminos alternativos.2 De este modo, el proceso histórico de construcción del
discurso zapatista estuvo atravesado por la autoidentificación de sus identidades indígenas,
las críticas a la modernidad capitalista y la opción por erigir un mundo sobre esas bases.
Dos categorías que nos aportan diferentes ramas de las ciencias sociales resultan
enriquecedoras para el presente análisis, ya que las mismas permiten comprender las lógicas
subyacentes en el discurso zapatista: la de cronotopos, y la de construcción del discurso como
intersubjetividad.
Aludiendo a la primera, es dable aclarar que del cronotopo dependen los géneros lingüísticos
relacionados con la identidad de los autores; en esta categoría, el tiempo y el lugar son
elementos que tienen una relación dinámica con el discurso y su importancia en este caso
puntual es decisiva para comprenderlo, dado que no es posible penetrar en el discurso
zapatista sin una aprehensión empática de los hombres de aquellas tierras con aquellas
historias. Hay palabras y expresiones que son ineludiblemente zapatistas.
El concepto considera las relaciones dinámicas que ocurren entre el hombre, la naturaleza y
los acontecimientos. Benavides Guevara3, citando a Bajtin, aduce que el cronotopo expresa

2 Aguirre Rojas, Carlos Antonio, Mandar obedeciendo. Las lecciones políticas del neozapatismo mexicano. Rosario, Prohistoria,
2009.
3 Benavides Guevara, María Gloria, “Cronotopos y dialogismo, elementos destacados en el discurso de las comunidades zap-
atistas de resistencia: de abril a junio de 1998” [En línea] en DOSSIER: ANÁLISIS DEL DISCURSO ZAPATISTA, Signos Lingüísti-
cos 3 (enero-junio, 2006), pp. 95-128. http://dcsh.izt.uam.mx/publicaciones/filosofia/index.php/SLING/article/view/591/570

128 Historia en Movimiento Año IV · Número 4 · 2017


la relación indisoluble de tiempo-espacio, ya que los elementos del tiempo se revelan en
el espacio y el espacio es entendido y medido en el tiempo; de este modo se atiende a la
participación esencial de los sujetos y, con ello, a la dimensión subjetiva en el proceso de
construcción social del espacio. Si el objeto de estudio es el movimiento zapatista, en las
líneas discursivas que lo embanderan se debelan los presupuestos que otorgan originalidad
a su mensaje: la denuncia histórica y actual de los indios de los altos de Chiapas. En este
sentido, resulta importante pensar situadamente las líneas de su discurso, las cuáles aluden a
problemáticas históricas y coyunturales pero también representan a un colectivo cultural, que
pese a su interetnicidad, se reconocen como un todo aglutinante:

El movimiento zapatista ha dado lugar a un tipo de discurso político emitido por


un sujeto colectivo, unitario y diverso al mismo tiempo. Este joven emisor tiene en
común una historia milenaria que conjuga una gran capacidad de adaptación y
una evidente continuidad cultural.4

Esa continuidad cultural, heredera de una tradición milenaria que logró resistir a la opresión
de quinientos años de colonialismo, se expresa en el “estar siendo5” de los habitantes de
la selva lacandona, los que observan en el movimiento zapatista un espacio que, desde la
contemporaneidad, recupera sus pasados, sus emblemas y los resignifica.
Con fuerte relación al concepto de cronotopos, se encuentra el de intersubjetividad, dado
que el mismo contribuye a dilucidar la constitución de ese “nosotros”, de ese discurso que
es creado histórica, política y geográficamente, y que expresa quiénes son, qué quieren y qué
cosas están declarando.
Sobre ello, Ana Inés Ceceña explica que: “El zapatista es una insurrección armada de palabra
y de fuego”6, donde el peso de lo dicho es tan definitorio como el de lo hecho y en dónde
el plano de la palabra se convierte en el vehículo fundamental de difusión y sostenimiento
del movimiento. La necesidad de presentarse al mundo, de comunicar sus demandas, de
expresar su discurso, adquiere una relevancia inusitada en el zapatismo, la cual se refleja en
las innumerables cartas, comunicados, publicaciones, y actos que se desarrollaron a lo largo
de su historia. Estas circunstancias patentizan una cosmología que entiende a la política como
una praxis, como un “estar haciendo”, y también como un discurso autorreferencial, como un
“estar siendo y diciendo”.

4 Benavides, op. cit., p. 124.


5 Dentro de esta línea conceptual es que se encuentra el planteo de Rodolfo Kusch, quien considera que el nombre americano
es un sujeto que organiza su vida en torno al “estar siendo”, que equivale al “mero estar nomás” y ello le posibilita asumirse
como despojado de una seguridad dependiente de la posesión de las cosas. Sobre ello es que irrumpirá la modernidad oc-
cidental, imponiendo un “estar haciendo” que socavará las bases de las filosofías de las poblaciones originarias. En la resistencia
a tales imposiciones es que se observan los procesos de continuidad simbólica e identitaria que la categoría de “cronotopos”
viene a complementar; continuidad resultante de un Estado mexicano que históricamente excluyó a estas comunidades,
impidiendo con ello, un verdadero proceso de aculturación occidental y favoreciendo de forma indirecta, la pervivencia de las
identidades y cosmologías originarias. El planteo de Kusch fue extraído de Rubinelli, María Luisa, “Rodolfo Kusch (1922-1979)”,
en Jalif de Bertranou, Clara Alicia, Semillas en el tiempo. El latinoamericanismo filosófico contemporáneo, Mendoza, Universi-
dad Nacional de Cuyo, 2001, pp. 133-142.
6 Ceceña, Ana Esther, “Por la humanidad y contra el neoliberalismo. Líneas centrales del discurso zapatista”, [En línea] en
Resistencias mundiales (De Seattle a Porto Alegre), Buenos Aires, CLACSO, 2001, p. 133. http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/
clacso/se/20100726093628/8cecena.pdf

Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 129
El acto del habla y la enunciación de postulados no sólo se circunscribe a una necesidad
identitaria sino que por medio de la construcción de un “nosotros” en contraposición a un “los
otros”, sumaron adeptos a su causa y consiguieron apoyos y lealtades. En este plano analítico
la construcción de un discurso como intersubjetividad, se presenta como una manera de
considerar el mundo, los objetos y las personas radicalmente distinta a la que domina en la
racionalidad occidental, en la que los sujetos históricos son protagonistas de la construcción
comunitaria y la realidad es presentada como acto de creación y re-creación colectiva, donde
se combina lo singular y lo regular.
Carlos Lenkersdorf ha analizado este aspecto en la lengua tojolabal7 y por medio del estudio
lingüístico, se ha adentrado en la configuración social, cultural e identitaria de los habitantes de
la zona chiapaneca. El fuerte sentido comunitario, el explícito reconocimiento de lo colectivo,
que se configura y constituye a partir de múltiples heterogeneidades, que se unen es un tiempo
y lugar, se presentan como elementos cohesivos en las comunidades de la selva Lacandona.
Este conjunto de rasgos se puede visibilizar en ciertas máximas estructurantes de su discurso,
tales como “ya basta! Para todos todo” o el famoso “mandar obedeciendo”, dónde la lógica
colectiva adquiere un lugar predominante y se resignifican los elementos característicos de
las formas de política y representación occidentales, para otorgarles una impronta americana.
Luisa Ortíz Pérez expresa que “el acto del lenguaje es la bisagra entre la resistencia como
oralidad y la resistencia como acción política”8; de este modo, mediante la presentación
pública por medio de declaraciones (muchas de las cuales se realizan por intermedio de la
Radio Zapata, voz suroriental del EZLN), entrevistas ante los medios de comunicación masiva,
actos, encuentros multitudinarios9 y, posteriormente, publicaciones en papel y con soportes
digitales, el movimiento dio a conocer su mensaje y sus alternativas de acción.

LA SELVA NOS HABLA: LAS “DECLARACIONES”


Luego de un somero recorrido por los innumerables artículos, publicaciones, cartas, discursos,
entrevistas, conferencias y comunicados esgrimidos por amplísimos sectores del movimiento10,
para el presente análisis se ha seleccionado la Primera y la Sexta Declaración de la Selva
Lacondana, ya que la primera da inicio al proceso que se pretende comprender, y la segunda,

7 Uno de los varios grupos étnicos que son la cultura viva de Chiapas, en concreto realiza el estudio de esta lengua y su sentido
extralingüístico.
8 Ortíz Pérez, Luisa, “Repertorios y herramientas desobedientes. Las contribuciones del zapatismo en la lucha contrahegem-
ónica”, en López Maya, M., Iñigo Carrera, N. y Calveiro, P. (Eds.), Luchas contrahegemónicas y cambios políticos recienten en
América Latina, Buenos Aires, Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO), 2008, p. 131.
9 Como lo será la famosa C.N.D. (Convención Nacional Democrática) la cual se puede visibilizar con amplísima claridad en
el largometraje documental “Viaje al Centro de la Selva”, dirigido por Epigmeo Ibarra, el cual presenta una crónica de las
actividades del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), desde su alzamiento e irrupción en la escena pública el 1 de
enero de 1994 hasta la Convención Nacional Democrática, celebrada en Chiapas el 9 de agosto del mismo año. El recuento es
expuesto a través de imágenes de la vida cotidiana y entrevistas a los pobladores de la zona, así como con apoyo de testimo-
nios de personajes como el Subcomandante Marcos; Samuel Ruiz, obispo de San Cristóbal de las Casas; el político Manuel
Camacho Solís, comisionado para la Paz y la Reconciliación en Chiapas, y la activista maya-guatemalteca Rigoberta Menchú.
10 Lo interesante de los mismos no es sólo el contenido, sino quiénes publican, lo cual enriquece y supera las límites del
presente trabajo; no sólo las grandes “figuras” del movimiento como el subcomandante Marcos, sino también las amplísimas
contribuciones de intelectuales, las palabras de las comandantas, los periodistas, miembros del movimiento, que enriquecen el
análisis, y dan cuenta de la pluralidad y sentido democrático-comunitario que lo reviste y lo caracteriza.

130 Historia en Movimiento Año IV · Número 4 · 2017


representa un quiebre dentro de la continuidad, un giro sobre sí mismo y una ratificación de
ciertas líneas, además de ser el último de los comunicados.
Lo que luego se llamó La Primera Declaración de la Selva Lacandona, fue el notificado que
inició un ciclo de reiteradas demandas reivindicatorias para la población de la región. En la
misma se expresaron los históricos reclamos de los pueblos originarios mexicanos, desde
el reconocimiento como identidad étnica particular y ancestral, hasta el acceso a la tierra, al
trabajo digno y a condiciones básicas de vida; a los cuáles se incorporaron la necesidad de un
sistema político democrático, que no fuese corrupto y que bregue por los intereses de estas
comunidades, permanentemente olvidadas. Además presentaron sus símbolos y signos,
los que dieron cohesión y sentido de identidad a los miembros del movimiento. También se
dieron una serie de pautas de acción, referidas a operaciones armadas, se invitaba a sumarse
a aquellos que se identificaran con la causa y ciertas líneas pragmáticas que se pretendían
desarrollar a futuro.

PUEBLO DE MÉXICO: Nosotros, hombres y mujeres íntegros y libres, estamos


conscientes de que la guerra que declaramos es una medida última pero justa.
Los dictadores están aplicando una guerra genocida no declarada contra nuestros
pueblos desde hace muchos años, por lo que pedimos tu participación decidida
apoyando este plan del pueblo mexicano que lucha por trabajo, tierra, techo,
alimentación, salud, educación, independencia, libertad, democracia, justicia y
paz. Declaramos que no dejaremos de pelear hasta lograr el cumplimiento de
estas demandas básicas de nuestro pueblo formando un gobierno de nuestro país
libre y democrático.11

Presentando, además, un discurso étnico autorreferencial (se proponen ser parte de la nación,
sin dejar de ser indígenas, fortaleciendo el reconocimiento y la recuperación de la identidad);
cosmopolita (en el cual reconocen a los pueblos originarios mexicanos y sus dificultades, pero
las extienden a todos los pueblos del mundo, que transiten por esta situación); pluralista e
inclusivo (donde explicitan la presencia de todos los sectores de la comunidad “Hombres,
mujeres, niños y ancianos”).
De esta manera en este inicial discurso se definió con claridad el quién, el cómo, el cuándo
y, sobre todo, el para qué. Se constituyó una resistencia y una rebeldía, la cual se definió a sí
misma, invitando a todos aquellos colectivos cuyas demandas sean similares, a sumarse; y,
además, crearon las líneas de acción, es decir, la materialización de aquel discurso en hechos
concretos.
También, como expresa es su trabajo María Gloria Benavides Guevara, en aquel texto (y en los
que continuarán) se destaca un fuerte contenido de “denuncia”, la cual es coyuntural (frente
a las políticas excluyentes signadas por el neoliberalismo y el achicamiento de la presencia
estado sufrido en esa región en particular) pero también es histórico, ya que reclamaron
en él la ancestral marginación, discriminación y abandono que han sufrido los campesinos
originarios en la región y en el país.

11 Primera Declaración de la Selva Lacandona, en www.palabra.ezln.org.mx.

Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 131
Este elemento le otorgó un fuerte sentido milenarista a su discurso, pese a su declarada
historicidad:

Con todo, lo más interesante del discurso indígena no es su estructura sino su


contenido ya que este refleja los valores y propuestas de un sector social, y también
de una cultura, que desde su cronotopo, se dirige al resto del país.12

La autora presentada centra su análisis en 38 cartas que se difunden por correo electrónico,
las que refieren al período que va de abril a junio de 1998 y que son expresadas por miembros
de las comunidades en resistencia. En las mismas se denuncia la fuerte represión ejercida por
el ejército nacional sobre sus comunidades, y evidencian un momento de tensión, donde la
necesidad de la palabra se vislumbra como esencial para comunicar los aconteceres vividos
por las comunidades. Pero pese a lo coyuntural del análisis, quién escribe el artículo contempla
la transversalidad del discurso zapatista en las mismas. Al respecto explica:

En términos generales en todo el corpus la denuncia se manifiesta en dos planos:


uno que es más o menos literal; y el otro, que habla de la marginación histórica
y el cual se intuye del esfuerzo por sobreponerse, con organización y apoyo
mutuo, a las innumerables carencias. En este sentido, la comunicación no se
limita a la denuncia. En todos estos comunicados se habla también de la vida
de los municipios rebeldes. Quien “tiene corazón de escuchar”, dice Adriana López
Monjardín (1999), una propuesta, una forma de ejercer el gobierno, argumentos
que fundamentan su legitimidad y ética política, así como elementos para conocer
su historia.13

La posterioridad en el tiempo de las cartas analizadas nos permite advertir la construcción


histórica y colectiva del discurso, donde el aspecto identitario del movimiento se entrecruza
con las demandas del momento, las denuncias de un presente que se necesitaba mejorar,
y la alternativa de construir un “cómo” dónde se tomen los aportes de todos los miembros,
en el cual se oigan las múltiples voces que lo constituyen, consolidando así una verdadera
democracia, en sentido comunitario-colectivo:

El discurso zapatista, ha dado lugar a un tipo de discurso político emitido por un


sujeto colectivo, unitario y diverso al mismo tiempo. Este joven emisor tiene en
común una historia milenaria que conjuga una gran capacidad de adaptación y
una evidente continuidad cultural.14

Todo lo expuesto por la autora, y sin animosidad por forzar conexiones, nos permite analizar
en líneas generales la continuidad con el movimiento inicial, esbozados en esa primera
declaración. Un discurso que delimita identidades, denuncia quebrantos y aporta un cómo
seguir, un nuevo rumbo.

12 Benavides, op. cit., pp. 95-128.


13 Ibídem, p. 116.
14 Ibídem, p. 124.

132 Historia en Movimiento Año IV · Número 4 · 2017


La Sexta Declaración de la Selva Lacandona se presenta como enunciado síntesis de toda su
historia y de sus luchas, comenzando de la siguiente manera:

Ésta es nuestra palabra sencilla que busca tocar el corazón de la gente humilde
y simple como nosotros, pero, también como nosotros, digna y rebelde. Ésta es
nuestra palabra sencilla para contar de lo que ha sido nuestro paso y en donde
estamos ahora, para explicar cómo vemos el mundo y nuestro país, para decir lo
que pensamos hacer y cómo pensamos hacerlo, y para invitar a otras personas a
que se caminan con nosotros en algo muy grande que se llama México y algo más
grande que se llama mundo. Esta es nuestra palabra sencilla para dar cuenta a
todos los corazones que son honestos y nobles, de lo que queremos en México y el
mundo. Ésta es nuestra palabra sencilla, porque es nuestra idea el llamar a quienes
son como nosotros y unirnos a ellos, en todas partes donde viven y luchan.15

Al respecto, Luisa Ortíz Pérez, expresa:

La sencillez del lenguaje es impactante. Y es que este discurso que ha tenido el


tiempo de madurar, de sofisticar su uso conceptual, ha sabido explotar muy bien
la forma en que la sencillez indígena de sus conceptos es mucho más efectiva que
la radicalidad revolucionaria de sus afirmaciones iniciales en la comunicación de
sus ideales16.

De esta manera, la sexta declaración afirma e, incluso ratifica, ciertas banderas “clásicas”
y originales del movimiento, definiendo su sentido comunitario, cosmológico e identitario.
Se recorren históricamente las luchas y acontecimientos sufridos por el movimiento, pero
luego se ratifica la idea de que “otro mundo es posible” y solidarizan con otros colectivos
latinoamericanos y de otros continentes que luchan por causas similares, abogando por el no
uso de las armas, y así matizando la radicalidad de la primera Declaración.
Al final de la misma invitan a expresar y a comunicar la adhesión o el desacuerdo ante el
movimiento, lo cual nos permite ver aquella noción de “un mundo donde quepan muchos
mundos”, ya que mediante la identificación de su “ser zapatista” reconocen la emergencia de
otras luchas que pueden también ser las suyas, invitando a la participación, reconociendo la
pluralidad y, a la par, admitiendo un sentido comunitario de un ser que trasciende las fronteras
regionales. Tal como se lee:

Invitamos a los indígenas, obreros, campesinos, maestros, estudiantes, amas de


casa, colonos, pequeños propietarios, pequeños comerciantes, micro empresarios,
jubilados, discapacitados, religiosos y religiosas, científicos, artistas, intelectuales,
jóvenes, mujeres, ancianos, homosexuales y lesbianas, niños y niñas, para que, de
manera individual o colectiva participen directamente con los zapatistas en esta
CAMPAÑA NACIONAL para la construcción de otra forma de hacer política, de un
programa de lucha nacional y de izquierda, y por una nueva Constitución.17

15 Sexta Declaración de la Selva Lacandona, en www.autonomiayemancipacion.arg


16 Ortíz, op. cit., p. 140.
17 Sexta Declaración de la Selva Lacandona, en www.enlacezapatista.ezln.org.mx

Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 133
Se advierte el contenido plural del discurso zapatista, el cual no sólo reconoce a los diferentes
movimientos existentes en el mundo y los invita a sumarse, solidarizándose con su causa,
que es la suya, sino que además reconoce la heterogeneidad de actores que configuran el ser
mexicano.
Sobre esta máxima de “un mundo en que quepan muchos mundos”, resulta enriquecedor
un acercamiento a los planteos de Carlos Lenkersdorf. De ella, el autor aduce la idea de que
“todos somos sujetos” y es una forma expresiva de intersubjetividad que trasunta aquella
afirmación, la cual implica una jerarquía de lugares y funciones dentro de un todo que los
define como sujetos y eso es la comunidad, que vive y funciona debido a la participación de
todos, y allí radica la gran ruptura ante la individualidad occidental. El “mandar obedeciendo”
es la manera en la que la comunidad se rige a sí misma desarrollando formas de poder y
empoderamiento colectivas y respetuosas de la sociedad.
En esta misma línea, Immanuel Wallerstein analiza la Sexta Declaración y concluye que en
ella se vislumbra “una clara indicación de la línea política por la cual se está luchando”18,
marcando un giro en las acciones políticas del movimiento y un retorno hacia los postulados
más elementales de las formas de hacer política de las cosmologías originarias, representando
con ello un quiebre y una continuidad dentro de un mismo proceso histórico.
Además es posible reconocer la continuidad de los fundamentos antropológicos y filosóficos
fundantes del movimiento, la que se mantiene incólume en este segundo documento
analizado.

ALGUNAS CONSIDERACIONES FINALES


Intentar analizar los discursos y las voces de los actores sociales siempre es una tarea harto
tediosa para el historiador o cientista social, debido a que suele ser general la poca existencia
de documentación emanada por actores que se definan categóricamente. Este no es el caso
del movimiento zapatista, el cual desde sus inicios ha dado a conocer documentos desde
los más variados medios de comunicación y, mediante ellos, posibilitaron un reconocimiento
claro y efectivo de su discurso.
Las llamadas Declaraciones de la Selva Lacandona han tenido una participar relevancia en
la delimitación de la identidad del movimiento y han favorecido el desarrollo de importantes
análisis científicos. De las mismas es posible inferir el sentido comunitario que enarbola a
las civilizaciones originarias en general y a las chiapanecas en particular; en ellas confluyen
demandas coyunturales como la postura antineoliberal con otras que son ancestrales como
el acceso a la tierra, en cuanto elemento que garantiza la plenitud de la especie humana o el
fin de la explotación de los pueblos originarios, pasando por la necesidad de una nueva salud
y educación, respetuosa de los conocimientos y experiencias ancestrales.
En este sentido, la categoría de cronotopos resulta una herramienta analítica por excelencia
para poder comprender situadamente el discurso zapatista, como así también asumir la

18 Wallerstein, Immanuel, Historia yx dilemas de los movimientos antisistémicos, México, Contrahistorias, 2008, p. 224.

134 Historia en Movimiento Año IV · Número 4 · 2017


construcción de identidad desde la intersubjetividad, la cual supone reconocer un sentido
comunitario que le otorga valor al ser original de esas tierras y lo hace parte de aquel
movimiento y sus demandas.
La causa por el respeto de sus culturas ancestrales, el acceso comunal a los recursos naturales,
la crítica al mal gobierno, el reconocimiento de la diversidad como factor estructurante de la
identidad nacional mexicana, el autoaprendizaje y los formas de empoderamiento de todos
los actores colectivos, democracia, libertad y justicia son algunas de las líneas con las cuáles los
sujetos miembros definen su ser social, sus demandas y sus metas colectivas, y así, mediante
un discurso sencillo y asequible a todos, es que las expresan en sus declaraciones.
El mundo, expectante y conmovido, escuchó las Declaraciones del subcomandante Marcos y
éste, desde la clandestinidad y el misterio, escondido detrás de su pasamontañas, representó
los rostros y las voces de un nuevo cantar que sonaba entre las selvas de Chiapas, ruidos que
al unísono decían “ya basta” “aquí estamos para hacerlos escuchar”.

Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 135
“ La categoría de indio, en efecto,
una categoría supraétnica que no denota ningún
es

contenido específico de los grupos que abarca, sino


una particular relación entre ellos y otros sectores
del sistema social global del que los indios forman
parte. La categoría de indio denota la condición de
colonizado y hace referencia necesaria a la relación
colonial. [...] Esa categoría colonial (los indios) se aplicó
indiscriminadamente a toda la población aborigen, sin
tomar en cuenta ninguna de las profundas diferencias
que separaban a los distintos pueblos y sin hacer
concesión a las identidades preexistentes.

Guillermo Bonfil Batalla
EXTERMINIO O
TRANSFORMACIÓN ¡MATAR
O MORIR! LA ANTROPOLOGÍA
Y EL LUGAR DEL INDIO
EN LA NACIÓN MEXICANA
POSREVOLUCIONARIA
Rafael Antonio Rodrigues1

E l presente artículo se propone a analizar los procedimientos que la sociedad mexicana


ha encontrado para imaginarse y forjarse como una nación moderna en los años pos-
revolucionarios. Nos interesa, en particular, investigar el papel que los discursos an-
tropológicos e indigenistas jugaron en la construcción de un nuevo sentido de nacionalidad,
que se apoyaba, por su vez, en la recién fundada tradición revolucionaria. A partir de la práctica
antropológica moderna, se ha elaborado un inusitado orden discursivo que articuló la diversi-
dad cultural mexicana bajo una estructura euro-céntrica de civilización, sujetándola a códigos
de significación ajenos a sus dinámicas culturales intrínsecas y particulares.
Nos llama la atención el nuevo lugar conferido al indio en el interior del locus nacional que
nacía con la revolución. La intelligentsia revolucionaria no hesitó en proyectar en la alteridad
indígena un principio que convirtió el otro en un igual, en “uno de nosotros”, formulación que
daría sentido a la idea de un “Nosotros Común”, o, como diría Homi Bhabha a un: “Muitos como
Um” (muchos como uno).2 Como demostrado por la experiencia de nación y modernidad en
el Viejo Mundo, que advino con la revolución francesa y la independencia estadounidense en

1 Profesor de Historia y Lenguas Extranjeras. Maestro en Historia por la Universidad de Brasília (UnB). deviintoster@gmail.com
2 Bhabha, Homi K., O local da Cultura, Belo Horizonte, UFMG, 2010, p. 203.

Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 137
el siglo XVIII, la nación debería ser formada por un todo cohesivo y uniforme, que no aceptara
lo fragmentario, lo disperso y lo descontinuo.3
La antropología, en el horizonte del México posrevolucionario, apareció como un nuevo
discurso especializado capaz de transformar el indio, este ser hasta entonces extraño a la
nación, en su elemento central, el meollo de su fundamento histórico. Un ejemplo de ello fue
la creación, en 1917, de la Dirección de Antropología, agregada a la Secretaria de Agricultura
y Fomento, órgano que convertiría las culturas aborígenes, objeto de estudio clásico de la
antropología, en una materia de interés vital para el Estado.
Por detrás de ese emprendimiento estaba Don Manuel Gamio Martínez, antropólogo
responsable por las principales instituciones indigenistas del Estado revolucionario y que
figuró como el director del nuevo órgano indigenista a lo largo de toda su duración: 1917-1925.
Manuel Gamio, después de formarse en antropología, etnología y arqueología por el Museo
nacional en los años de 1906 y 1908, bajo la dirección de Nicolás León y Jesús Galindo y
Villa, se ganó una beca de estudios para hacer su maestría en Artes por la Universidad de
Columbia, Nueva York, bajo la supervisión del famoso antropólogo alemán radicado en los
Estados unidos: Franz Boas.4
De regreso a México en 1911, Gamio se colocaba, una vez más, al servicio de la orientación
intelectual del antropólogo alemán. El investigador mexicano era parte del equipo internacional
de pesquisadores de la Escuela Internacional de Arqueología y Etnología Americanas dedicados
a llevar a cabo los programas delineados por Boas, quién asumía, entonces, la dirección de
la Escuela. Sin embargo, a partir de 1916, Gamio pasó a ocupar el cargo de director de la
Escuela hasta la fecha de su extinción en 1920. Para entonces, el recién promisor antropólogo
mexicano figuraba ya como la nueva autoridad en los asuntos que concernían a la práctica
antropológica y el quehacer indigenista. A partir de ahí, Gamio pasó a ser considerado el padre
de la antropología mexicana y el fundador del indigenismo moderno en ese país, otorgando a
la antropología el status de ciencia.5
La gran misión incumbida a la antropología era poner un fin a lo que se suponía que fuera
el problema capital que México padecía: la multiplicidad de grupos étnicos y culturales que
recortaba el país de norte a sur. Era menester crear un sentido de nación que unificara todos
los grupos reivindicados como miembros integrantes de la patria en un modelo identitario
unívoco y homogéneo. En ese sentido, la antropología de Manuel Gamio procuró establecer
relaciones de reciprocidad entre un “Yo” y un “Otro”, anulando las diferencias culturales entre
ambos y edificando la imagen de un “Yo colectivo”, en dónde todos serían uniformemente
partícipes de una comunidad política imaginada como nacional. La fabricación de la imagen
del mestizo fue igualmente crucial para forjar el nuevo sentido de mexicanidad exigido por la
lucha revolucionaria. El mestizaje prometía eliminar de la arena histórica el muro de discordia
que separaba los criollos de los indígenas, reuniéndolos en un nuevo pacto social que,
supuestamente, integraba ambas matrices de civilización –la Mesoamericana y la Occidental–
en un proyecto armónico y conciliador de nación.6

3 Villoro, Luis, “Del Estado homogéneo al Estado plural”, en Estado Plural, Pluralidad de culturas, México, Editorial Paidós,
2002.
4 Moctezuma, Eduardo Matos, en Gamio, Manuel, Arqueología e Indigenismo, México, DF, SepTentas, 1972.
5 Marzal, Manuel M, “El indigenismo moderno en México”, en Historia de la antropología indigenista: México y Perú, Barcelona,
Anthropos, 1993.
6 Batalla, Guillermo Bonfil, México Profundo. Una civilización negada, México, DF, S.A. de C.V, 2009.

138 Historia en Movimiento Año IV · Número 4 · 2017


UNA REVOLUCIÓN SE ANUNCIA EN EL HORIZONTE
Con el estallido de la revolución, las culturas indígenas surgieron como personajes centrales
en el palco de la historia mexicana. Ya no había como negarlas ni ocultar su presencia en
la historia. A diferencia del imaginario indigenista decimonónico, y más particularmente
del Porfiriato, que situaba el indígena en un pasado lejano e incomunicable que no poseía
ninguna clase de participación en el tiempo presente, la revolución colocaba el indígena en
el orden del día. Trataba de comprenderlo en cuanto un fenómeno actual que se imponía al
hombre de la revolución.
La emergencia de la cuestión indígena engendrada por el movimiento revolucionario colocaba
nuevamente en cena un conflicto secular: el problema de la alteridad provocado por la llegada
de las carabelas españolas al continente americano y el subsecuente contacto entre dos
mundos hasta entonces desconocidos entre sí.7 El choque de civilizaciones evidenciado por
la Conquista produjo un profundo malestar histórico, que revivió en la conciencia mexicana
revolucionaria la máxima recordada por el político/periodista Héctor Pérez Martínez cuando
decía que “el conflicto entre Cuauhtémoc y Hernán Cortes vive en nuestra sangre sin que
alguno de los dos haya podido vencer”.8
De ese modo, el reto seiscentista colocado a las órdenes religiosas europeas de comprender
y atribuir significado a un mundo hasta entonces desconocido –en este caso las sociedades
indígenas prehispánicas– se presentaba, nuevamente, para los intelectuales de la era
revolucionaria; una vez más, se trataba de arreglar un problema que se manifestaba en el orden
del día. Eso se daba porque el indígena contemporáneo a la revolución, al mismo tiempo en
que aparecía como el revelador de lo auténtico mexicano, era también un fenómeno oculto al
propio mexicano.9 Esa problemática se debía al hecho de que el indigenismo mexicano, a lo
largo de su historia, se había preocupado apenas con el mundo indígena prehispánico, es decir,
el indio entendido como una categoría perteneciente al pasado; los indígenas vivos y que no
se remetían a esa antigüedad eran vistos siempre con un completo descaso e indiferencia,
sinónimos de estorbo, retroceso histórico y obstáculo al progreso humano.10
Sin embargo, si en el período colonial le ha tocado al cristianismo dotar el mundo aborigen
de sentido y significado, al consumarse la independencia mexicana y el movimiento de
reforma, en el siglo XIX, la doctrina cristiana ha perdido, paulatinamente, espacio de prestigio y
autoridad. Otro paradigma epistemológico ocupó su lugar: la ciencia y los postulados teóricos
pautados por el positivismo, el darwinismo social y el evolucionismo.11

7 No obstante, como afirma Todorov en A conquista da América. A questão do Outro (1993) ese mundo desconocido ya estaba
significado de antemano por la cosmovisión cristiana medieval, evidenciada, sobretodo, en la actitud de Colón. Los escritos del
famoso viajero medieval Marco Polo, acerca del imperio oriental del Gran Kan, reino paradisíaco en dónde abundaba el oro y el
miel y que quería ser cristianizado, norteaba el imaginario del navegador genovés. De acuerdo con los mapas medievales de la
época, Colón creía que la India se encontraba muy cerca al reinado del Gran Kan de Marco Polo, que, por su vez, se ubicaba en
el Japón. En función de ese imaginario, todo el universo hasta entonces extraño y misterioso, que era la América precolombina,
ya estaba insertado en los códigos de significación e interpretación de la cristiandad medieval, segundo los escritos de Marco
Polo y otros autores medievales que también discurrieran sobre el tema. En Todorov, Tzvetan, A conquista da América. A ques-
tão do outro, São Paulo, Martins Fontes, 1993.
8 Martínez, Héctor Pérez, Cuauhtémoc: vida y muerte de una cultura, México, Espasa Calpe, 1948, p. 219.
9 Villoro, Luis, “Tercer momento. Lo indígena manifestado por la acción y el amor. Precursores del indigenismo actual”, en Los
grandes momentos del indigenismo en México, 3° Ed., México, FCE, COLMEX, El Colegio Nacional, 1996.
10 Lafaye, Jacques, “Abismo de Conceptos: Identidad, nación, mexicano”, en, Quetzalcóatl y Guadalupe. La formación de la
conciencia nacional en México, México, DF, Fondo de Cultura Económica, 2002.
11 Florescano, Enrique, “El relato histórico acuñado por el Estado posrevolucionario”, en Historia de las historias de la nación

Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 139
En el viraje del siglo XIX para el XX, los grandes teóricos que se ocuparon de la cuestión
indígena mexicana como un problema contemporáneo estaban completamente embebidos
en esa tradición intelectual. Entre esos autores, se destacaron Francisco Pimentel (a pesar
de haber muerto en el siglo XIX, en 1893), Francisco Bulnes y Andrés Molina Enríquez. Para
ellos, el indígena contemporáneo era reconocido, pero su existencia se revelaba en un grave
problema. El indio representaba el gran obstáculo para la consolidación de la nación en cuánto
una “unidad de origen, de religión, de tipo, de costumbres, de lengua, de estado evolutivo, y
de deseos, de propósitos y de aspiraciones”.12 Se trataba de construir el ideal de nacionalidad
pautado en la idea de homogeneidad y uniformidad étnica/política/cultural. El indígena
contemporáneo, además de evidenciar un estado de retroceso histórico, de acuerdo a los
postulados evolucionistas del positivismo, revelaba también la fragmentación y la diversidad
de un proyecto nacional que se quería uno e indivisible.
Esos autores no hesitarían en hacer del mestizo su ideal de unidad y homogeneidad nacional,
una categoría que, por su vez, debería unificar los grupos indios y criollos en torno a una
nueva raza nacional. Por primera vez en la historia mexicana, se vislumbraba un fin al secular
conflicto protagonizado por Cortez y por Cuauhtémoc, tal como afirmado por Pérez Martínez
en las líneas más arriba. De acuerdo con Andrés Molina Enríquez:

el indio es superior al blanco por su adaptación y selección al medio; el blanco


es superior, en cambio, por su más adelantada evolución. El mestizo reúne en sí
ambas cualidades: tiene la resistencia y adaptación del indio, la actividad y el
progreso del blanco. Por eso, su carácter no puede ser más firme, ni más poderoso
[…] lleva, por una parte, a la acción; y por otra a la elevación del objeto en la acción
misma. Apenas puede encontrarse un mestizo que no tenga grandes propósitos.13

De esa manera, a través de la ideología mestiza, se visualizaba la imagen de un genuino


Estado-Nación. El mestizo sería el grupo étnico privilegiado porque reuniría en torno de sí las
cualidades y “aptitudes superiores” que caracterizaban a cada uno de los grupos involucrados
en la mezcla racial. No obstante, cabía al hombre blanco y a la cultura occidental, “por su
más adelantada evolución”, protagonizar y conducir el entrecruzamiento de razas. Las culturas
aborígenes continuaban siendo asociadas a un “retraso histórico” que ponía en jaque al
advenimiento del progreso y de la modernidad capitalista. Segundo Pimentel, era necesario
que “los indios olviden sus costumbres y hasta su idioma mismo, si fuera posible. Sólo de ese
modo perderán sus preocupaciones y formarán con los blancos una masa homogénea, una
nación verdadera”.14

El proyecto de mestizaje para esos intelectuales era simpático, a su propia manera, con la
teoría racista decimonónica del argentino Domingo Faustino Sarmiento, entonces en moda en
todo el continente americano; para el periodista y escritor argentino, la mejora de la raza en las
Américas dependía de la cantidad y cualidad de la inmigración europea, que debería reforzar

mexicana, México, Taurus, 2002, pp. 375-423.


12 Enríquez,
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Andrés Molina, Los grandes problemas nacionales, México, Imprenta de A. Carranza e Hijos, 1909, p. 289.
13 Ibídem, p. 333.
14 Pimentel, Francisco, Memorias sobre las causas que han originado la situación actual de la raza indígena de México y
medios para remediarla, México, Imprenta de Andrade y Escalante, 1864, p. 226.

140 Historia en Movimiento Año IV · Número 4 · 2017


el componente blanco en la mezcla de razas. Así, el elemento blanco debería predominar
sobre el indígena y constituirse en la pieza central del proceso de cruzamiento racial.15

EL MESTIZO REVOLUCIONARIO
El embasamiento de este mestizaje, sin embargo, no era más compatible con la nueva
imagen acerca del indígena que empezaba a gestarse con el movimiento revolucionario.
Los contenidos postulados en la jerga por la ciencia decimonónica a respecto de las culturas
indígenas contemporáneas no servían más como base teórica para situarlas en la trama
histórica exigida por la revolución. Era menester que se ofreciera otra imagen del indígena
que refutara aquella estipulada por el evolucionismo y por el darwinismo social. Fue cuando
surgió una nueva herramienta teórica que asumió la tarea de responder a la complejidad de
ese desafío: la antropología de principios del siglo XX y, particularmente, el relativismo cultural
desarrollado por Franz Boas y su discípulo mexicano Manuel Gamio.
Según el relativismo cultural, las manifestaciones culturales de los diversos grupos étnicos no
podían ser jerarquizadas en una única tabla de valores, tal como lo proponía el evolucionismo
unilateral. Ahora, era menester que cada grupo étnico fuera entendido y valorado a partir de
las especificidades de su propio contexto histórico y cultural, de modo que no se hiciera uso
de nociones de superioridad e inferioridad cuando esos grupos fueran confrontados entre sí.16
A partir de esta nueva perspectiva, las sociedades humanas no eran más entendidas bajo el
prisma evolucionista que, supuestamente, dirigía el “espíritu humano” por medio de leyes
inmutables, eternas y universales; al contrario, ahora ellas eran vistas como realidades diversas
que construían diferentes posibilidades de valoración y significación del mundo y de la propia
existencia humana, a partir de su condición histórica particular.17
La obra de Boas tuvo como foco principal la desvinculación de las características raciales de
aquellas pertenecientes al ámbito de la cultura y de lo social. Su propuesta antropológica
fue una respuesta directa a la idea, cara al evolucionismo, de que el progreso cultural de las
sociedades humanas estaba relacionado con caracteres de naturaleza fisiológica. Al disociar
raza y cultura, Boas permitió la desmitificación de la idea de superioridad racial de la cultura
occidental, arguyendo a favor de una “igualdade fundamental da mente humana”, en la cual
todos los grupos estarían igualmente habilitados a realizarse y a desarrollarse plenamente.18
Dando continuidad a los caminos dejados por su maestro, la obra de Gamio se ha presentado
como un esfuerzo contundente para explicar la desigualdad de poder existente en el México
a partir de un sesgo de naturaleza igualmente sociocultural. Con el rechazo de la pretendida
inferioridad innata de las poblaciones indígenas, el problema de la marginalidad e indigencia
en que vivían esos grupos étnicos fue dislocado para una cuestión de naturaleza histórica,
es decir, pasible de ser transformada mediante la acción humana. La condición social de
miseria era explicada ahora como resultado de procesos históricos que habían destituido tales

15 Lafaye, op. cit.


16 Batalla,
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op. cit.���������
, p. 170.
17 Boas,
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Franz, A mente do ser humano primitivo, Petrópolis, RJ, Vozes, 2010.
18 Ibídem, p. 28.

Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 141
sociedades de sus espacios tradicionales de prestigio y poder, sujetándolas a una relación de
dominio y dependencia a la civilización del Occidente.19 Una vez disueltos los cordones que
ataban los grupos aborígenes a un determinismo biológico, el relativismo cultural posibilitaba
una nueva lectura que los emancipaban del destino histórico asfixiante de decadencia y
extinción. Un nuevo lugar les fue otorgado dentro del orden sociocultural que se levantó con
el régimen revolucionario.
Si el nuevo indigenismo mexicano se fundamentaba en el respecto a la alteridad y en su
peculiar camino histórico, por otro lado, él se confrontaba con los viejos cánones cristalizados
en el México decimonónico y con la propia praxis liberal re-instaurada por la revolución:
modernizarse y constituirse en una nación sintonizada con los principios del Viejo Mundo.
De ese modo, aunque las especificidades culturales indígenas debiesen ser acogidas por
la revolución y valorizadas en sus singularidades, una vez más la historicidad occidental se
imponía como la “marcha triunfal de la historia”. Así, las peculiaridades indígenas nuevamente
debían ceder a las promesas tentadoras del futuro “promisor” de la modernidad; pero, ahora,
bajo los auspicios del relativismo cultural, el proceso de occidentalización indígena debería
regirse por otras reglas, en las cuales los intereses indígenas y aquellos advenidos del mundo
occidental estuvieran conciliados en un nuevo pacto nacional.
De esa forma, debería existir un diálogo entre ambas civilizaciones (indígena y occidental) para
producir una “cultura sincrética”, que trajera consigo lo que habría de mejor en cada matriz
de civilización. Se reconocía la existencia de valores “positivos” en las culturas aborígenes
que podrían enriquecer la cultura nacional y “universal”. Así, supuestamente, se trataba de
occidentalizar el indio, pero también indianizar el Occidente.

Para incorporar al indio no pretendamos europeizarlo de golpe; por el contrario,


indianicémonos nosotros un tanto, para presentarle, ya diluida en la suya, nuestra
civilización, que entonces no encontrará exótica, cruel, amarga e incomprensible.
Naturalmente que no debe exagerarse a un extremo ridículo el acercamiento al
indio.20

Para Gamio, la figura del mestizo nuevamente se imponía como la única raza capaz de
propiciar la tan ambicionada fusión entre la cultura universal (blanca, cristiana y europea) y
la cultura local (indígena, pagana y americana).21 Ya no se trataba, sin embargo, del ideal de
mestizaje de Molina Enríquez o de Francisco Pimentel, que, embebidos en la tradición del
positivismo y del darwinismo social, veían en el indígena un elemento de retroceso en vías de
desaparición.
Entre la dialéctica del mestizaje de Molina Enríquez y la del Manuel Gamio irrumpía un
nuevo recorte teórico, que pasaba a dar visibilidad a las culturas indígenas. Si, para ambos,
el indígena contemporáneo se presentaba como una alteridad, Luis Villoro22 informa que ese
distanciamiento –entre mestizo e indígena– estaba mucho más visible en Molina Enríquez

19 Gamio, Manuel, Forjando Patria, Prólogo de Justino Fernández, México, DF, Porrúa, 2006.
20 Ibídem, p. 96.
21 Villoro, “Tercer momento”, op. cit.
22 Ídem.

142 Historia en Movimiento Año IV · Número 4 · 2017


de que en Manuel Gamio. Según Villoro23, la consistencia del mestizaje de Molina Enríquez
se basaba en la suposición de que el indio aún era el otro, el extraño, el desconocido. Para
encontrarse, el Yo mestizo requería una realidad fuera de sí que le comunicara y le informara
sobre sí mismo. El Yo (mestizo) no podría convertirse, sólo delante de sí, en un objeto pleno y
compacto; él necesitaba del otro (indígena) para que este lo revelara como tal. De esa manera,
para Enríquez, el mestizo se formulaba a través de la presuposición de que el indígena era lo
ajeno, lo distante; el indio entendido como un no Yo.
Ya para Gamio24, al mismo tiempo en que el indio ofrecía una identidad al mestizo a través de
su diferencia, él también la reflejaba; es decir, el otro (indígena) era un extraño, pero también un
igual que propiciaba al Yo mestizo una especie de espejo que le devolvía su propia imagen.25
Como dice el propio Villoro:

Desde Pimentel a Molina Enríquez, la mitad indígena, desgajada de la criollo-


mestiza, resulta totalmente extraña, alejada e irreductible. De ahí que su único
porvenir les parezca el hacerla desaparecer como tal para convertirla íntegramente
a la otra mitad. En el fondo de toda su concepción late, pues, el sentimiento del
indio como lo más ajeno y extraño, algo que parece imposible llegar a considerar
como propio. Aquí en cambio, se adivina en toda la ideología un matiz bien
distinto. Por supuesto se sigue viendo lo indígena como algo separado y escindido
de nuestra vida y cultura, tal y como acabamos de hacer notar; pero a esta se
añade una contraria característica de lo indígena. El indígena es, a la vez, algo
propio, que está en nosotros y nos constituye tanto en lo biológico como en lo
espiritual. En Gamio esta idea llega a expresarse con honda insistencia. La cultura
indígena, que habíamos visto totalmente separada de nosotros, aparece, al propio
tiempo, como una raíz indispensable de nuestra propia especificación frente a
culturas de otros países.26

Así, para Gamio27, en consonancia con el imaginario nacionalista revolucionario, las culturas
indígenas contemporáneas no eran apenas lo ajeno y lo extraño al mestizo-mexicano sino
también parte intrínseca y substancial de lo mismo. Como expuesto anteriormente, con la
revolución, los indios, tanto del pasado como del presente, fueron vistos como una realidad
que conformaba el real sentido de la existencia de lo que se entendía, en la época, por
mexicanidad, algo que, segundo el escritor y político mexicano Agustín Yáñez, estaba formado
por los secretos de un principio indígena vital que “subsiste dentro del alma nacional. […] una
de las fuentes de lo mexicano. La religión, el arte primitivo, sus formas lingüísticas, su cultura,
todo da testimonio de la mexicanidad”. 28
A partir del indigenismo revolucionario, la alteridad fue proyectada no apenas sobre las culturas
indias, pero también sobre la cultura europea, denunciada por Gamio29 como una cultura
impuesta e importada, que imposibilitaba al mexicano la compresión de su condición restricta

23 Ídem.
24 Gamio, op. cit.
25 Villoro, “Tercer momento”, op. cit.
26 Ibídem, p. 234.
27 Gamio, op. cit.
28 Yáñez, Agustín, Mitos indígenas, estudio preliminar, selección y notas, México, UNA, 1942, p. 234.
29 Gamio, op. cit.

Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 143
y singular en el mundo. Reivindicando lo indígena como el fundamento histórico no apenas
de México, pero de todo el continente americano, Gamio argüía a favor de una América que
no era más una mera extensión acéfala de Europa, una copia defectuosa del Viejo Mundo.
La ideología mestiza de Gamio30 surgía, así, como una propuesta crítica que digería Europa y
la deglutía en aquello que, para el autor, ella poseía de más valioso: su legado científico y su
progreso material. Parecía que, por fin, el Viejo Mundo dejaba de constituirse en un referente
histórico rígido que sufocaba los flujos históricos “originarios” de América Latina. De ese
modo, el indígena era valorado como lo que caracterizaba y diferenciaba el Nuevo Mundo,
más específicamente a México, frente a Europa.
La novedad del proyecto de mestizaje del régimen revolucionario se pautaba también en una
nueva demarcación de los discursos que restringían los límites de lo verosímil acerca de las
culturas autóctonas. Es decir, una vez que la antropología asumía las riendas del indigenismo,
ella se tornaba en el único lugar posible en el cual se podría producir nociones de verdad e
inteligibilidad sobre el indio. El mestizaje de los autores previos al indigenismo de Gamio
pecaba porque, a los ojos de la naciente antropología mexicana, sus saberes resultaban
anacrónicos e incapacitados en dar a conocer las “verdaderas” causas que colocaban las
poblaciones indias en desventaja de privilegios en relación a las blancas.

EXTERMINIO O TRANSFORMACIÓN ¡MATAR O MORIR!


Para autores como Bulnes, Pimentel y Molina Enríquez al indígena le quedaban apenas dos
posibilidades: exterminio o transformación ¡Matar o morir!.31 De acuerdo con las premisas
del darwinismo social, así como para las demás teorías citadas adjuntas a ella –positivismo,
evolucionismo, determinismo biológico–, el paisaje de la modernidad occidental no albergaría
a las sociedades indígenas. Los grupos racialmente “más aptos y evolucionados” acabarían
por eliminar los que no estuvieran en iguales condiciones de disputar un lugar de prosperidad
en la escala de la evolución humana. Se veía al indio como una entidad que, por estar
“deshabilitada” a competir con el hombre blanco en función de su supuesta inferioridad racial,
estaba predestinada a desaparecer.
A principio, la ideología mestizante del período prerrevolucionario ofrecía una alternativa
distinta a la política de exterminio llevada a cabo por los vecinos estadounidenses. Por
medio del mestizaje, se ofrecía al indio no su exterminio, pero su modificación. Según esa
premisa, Pimentel decía que: “afortunadamente, hay un medio con el cual no se destruye
una raza sino que sólo se modifica, y ese medio es la transformación”.32 De ese modo, se le
proponía al indígena que, para no morirse, él debería abdicar de su condición idiosincrática
para transfigurarse en “uno de nosotros”, en un mestizo.
No obstante, al proponerse su transformación a través del mestizaje, la lógica de exterminio
continuaba a delinear los propósitos del fin deseado. La naturaleza de la modificación que le
era impuesta obedecía a la misma lógica de exterminio, se cambiaba únicamente su ropaje.

30 Ídem.
31 Villoro, “Tercer momento”, op. cit., p. 221.
32 Pimentel, op. cit., p. 233.

144 Historia en Movimiento Año IV · Número 4 · 2017


Al negar su identidad cultural por medio de su transformación, se le negaba igualmente su
derecho de existencia, y, sí, se destruía su raza. Lo que de hecho se le proponía al indio no eran
dos alternativas diferenciadas. Le cabía apenas un lugar en el interior de la sociedad mestiza
decimonónica, y ese lugar era el de su extinción.33
A diferencia de sus paisanos formados en la tradición positivista, Gamio34 apuntaba hacia
un mestizaje de naturaleza cultural, y no sólo racial. Su crítica a respecto de los proyectos
nacionales en México se dirigía a lo que él consideraba una forma cultural cismática, una
yuxtaposición de dos mundos en constante conflicto que peleaban incesantemente entre
sí. El meollo del programa nacional gamiano, que el régimen revolucionario hizo suyo, debía
constituirse en lo que Yáñez35 ha llamado de comunicación: un lugar de encuentro en dónde
ambas las matrices de civilización (Occidental y Mesoamericana) cambiaran experiencias y
formaran una cultura de reciprocidad, enriqueciéndose mutuamente con las mejores virtudes
y progresos de cada una de ellas. De ese modo, el mestizaje no debería más ser un duelo entre
culturas opuestas, una pugna por imponer cultura y civilización.36
Bajo esta perspectiva, al delegarse al indígena un nuevo papel en el crisol de razas que se
gestaba con la revolución, el indigenismo de Gamio provocaba un desplazamiento simbólico
crucial con las antiguas formas de pensar el mestizaje. Si bajo los auspicios del evolucionismo
y del darwinismo social el elemento blanco debería conducir y preponderar en la nueva
configuración racial, eliminando el indígena de participación, a partir de Gamio, este último
pasaba a competir como igual en una mezcla que ya no era apenas racial, pero, sobre todo,
cultural. Una vez libre de las amarras puestas por los diferentes determinismos, que siempre
condicionaban las culturas indígenas a estados degradantes de existencia, el relativismo
cultural gamiano las valorizaba como iguales concurrentes del bienestar y progreso humano:
ni superiores ni inferiores, apenas diferentes, ahí está la máxima de la antropología boasiana
que Manuel Gamio hizo suya.

El indio tiene iguales aptitudes para el progreso que el blanco; no es ni superior


ni inferior a él. Sucede que determinados antecedentes históricos, condiciones
sociales muy específicas, biológicas, geográficas, etc., etc., del medio en que vive
lo han hecho hasta hoy inepto para recibir y asimilar la cultura de origen europeo.
Si el peso abrumador de los antecedentes históricos desaparece, que desaparecerá
cuando el indio no recuerde ya los tres siglos de vejaciones coloniales y los cien años
de vejaciones “independentistas” que gravitan sobre él; si deja de considerarse,
como hoy lo hace, biológicamente inferior al blanco; si mejoran su alimentación,
su indumentaria, su educación y sus esparcimientos, el indio abrazará la cultura
contemporánea al igual que el individuo de cualquier otra raza.37

El origen de la inquietud de Gamio estaba en formular los conocimientos necesarios para


superar el abismo social que separaba los indios de los blancos y que los tornaban extraños
entre sí. Para hacer de México una única patria era necesario que esta desigualdad social

33 Villoro, “Tercer momento”, op. cit.


34 Gamio, op. cit.
35 Yáñez, op. cit., p. 3.
36 Villoro, “Tercer momento”, op. cit.
37 Gamio, op. cit., p. 24.

Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 145
desapareciera y diera lugar a un espacio social nivelado y homogéneo. Del mismo modo,
para el autor, la condición social de pobreza, en la cual estaban sumergidas las poblaciones
indígenas, era lo que las incapacitaba de dar el mismo salto de progreso y abrazar los gozos y
los privilegios de la civilización europea.
Como hemos visto brevemente, la antropología de Gamio realizaba un nuevo recorte
epistémico, en el cual la precariedad de vida de las sociedades indígenas dejaba de ser
asociada a una condición de inferioridad racial. Los estancamientos sociales en que vivían las
masas indígenas no residían en atavismos ancestrales o en deficiencias fisiológicas/mentales.
Lo que determinaba la condición de los pueblos, en los distintos rincones del país, eran las
condiciones históricas, económicas, políticas y sociales que las habían relegado a estados
deplorables de la existencia humana.

Lo que Gamio inauguró [...] fue la convicción de que la ciencia antropológica era
la herramienta idónea para enfrentar los problemas de adaptación, integración
y desarrollo de las comunidades indígenas. O dicho con otras palabras, que los
problemas de atraso, pobreza o marginación eran problemas sociales, y por tanto,
susceptibles de solución por medio de los métodos establecidos por la ciencias
sociales y, en primer lugar, por la antropología. Éste fue un paso transcendental
en el tratamiento del llamado problema indígena, pues a partir de entonces
este tema quedó despojado de sus connotaciones denigratorias, fueran estás
raciales, lingüísticas o culturales, para convertirse en un problema social, en
una responsabilidad política cuya competencia caía en la esfera del Estado.
En contraste con el indigenismo histórico que caracterizó a la política porfirista,
el proyecto de Gamio se comprometía con el indio vivo y proponía modificar su
situación presente.38

Sin embargo, la cuestión de la pobreza y postración indígena, que tanto preocupaba a Gamio,
se ha convertido en un tema central sólo y cuándo ha sido entendida como una traba a la
formación nacional y a la incorporación plena del mexicano a la cultura del Occidente. El gran
desafío colocado a la antropología gamiana consistía en comprender el “cómo” y el “porqué”
de la civilización europea no haber penetrado en el interior de las civilizaciones indígenas
milenarias, para formar con ellas una cultura histórica sincrética y realmente hibridada.
Lo que impedía el país de constituirse en una legítima y verdadera nación era, para Gamio, el
hecho de haber una escisión de tiempos históricos que no lograban fusionarse en un tiempo-
espacio común.39 El problema era que este tiempo-espacio reivindicado como el único lugar
posible del acontecer nacional, la cultura contemporánea citada por Gamio, no era sino la
encarnación de las premisas de un modelo de historicidad propio a la modernidad occidental.
Así, la “originalidad” americana nuevamente cedía paso a una homogeneidad condicionada
por el tiempo histórico del Viejo Mundo.

38 Florescano, Enrique, “Las ideas de Patria y nación en la Revolución de 1910-1917”, “El nacionalismo cultural, 1920-1934”, “El
Nacionalismo del Estado posrevolucionario, 1934-1960”, en Imágenes de la patria. México, DF, Taurus, 2005, p. 296.
39 Villoro, “Tercer momento”, op. cit.

146 Historia en Movimiento Año IV · Número 4 · 2017


De esa manera, más que arrancarlas de la miseria y de la pobreza, se trataba de tornar las
culturas indígenas aptas a abrazar e insertarse en un tiempo que, por excelencia, no era el suyo.
El tiempo de la nación revolucionaria exigía un nuevo formato histórico, en dónde los tiempos
peculiares a las sociedades indígenas estaban previamente descalificados y deshabilitados a
existir. Ellos figuraban apenas como una potencialidad de convertirse en un tiempo mestizo,
subsumiéndose en un régimen de historicidad que se les aparecía como inescapable y fatal:
la temporalidad del capitalismo.
De esa forma, como recuerda Bonfil Batalla40, el proyecto indigenista de Gamio –así como de
los demás indigenistas que estuvieron al frente de las instituciones dedicadas a la cuestión
indígena mexicana en la primera mitad del siglo XX–41 siempre estuvo orientado hacia la
construcción del ávido propósito estatal de asentar la nación sobre las bases de una unidad y
homogeneidad cultural, en dónde el derecho a la diferencia y a la diversidad debería ser negado
en favor de la igualdad de todos frente al Estado, la ley y la llamada cultural nacional. Aunque,
con Gamio, el indígena contemporáneo dejara de ser un estorbo para ser comprendido y
valorado en su experiencia histórica/cultural diferenciada, su especificidad debería de ser
abandonada. Sólo de esa manera, el indio podría liberarse de su condición de aislamiento,
pobreza y alienación para sumarse al desarrollo de una cultura auténticamente nacional.

CONSIDERACIONES FINALES
El indigenismo se constituía en un saber que no se interesaba por lo que sería el indio en sí,
su naturaleza intrínseca e idiosincrática, sino por los enunciados y discursos que se construían
en torno a él. Al transformarse en conocimiento, es decir, en lenguaje, el indígena dejaba de
ser lo que era para convertirse en una expectativa. El conocimiento producido sobre el indio
lo convirtió en un objeto pasivo, sus deseos e intereses propios acabaran por volverse una
exclusividad y monopolio de un grupo especializado de no indios. Por no dominar las técnicas
de refinamiento teórico fabricadas por la civilización blanca occidental, el indígena perdió, para
un no igual, el prestigio y la legitimidad para pensar sobre su propia realidad; era el hombre
blanco quién debería pensar por él.
Si, dentro de los parámetros puestos por el indigenismo moderno, el indígena debería
incorporarse al mundo occidental a través de un diálogo que llevara en consideración los
aspectos de su matriz de civilización, estaba claro que los que establecían las reglas de ese
juego eran siempre los no indios profesionales. Es decir, eran los indigenistas y los antropólogos
quiénes asumían los intereses de lo que se constituía entonces en su objeto de análisis: las
sociedades indígenas. Cabría a esos profesionales seleccionar lo que se encuadraría como
positivo y aprovechable en esas sociedades y lo que sería despreciable y desechable. Se
trataba, así, de solidificar una política de dominio cultural que anulara el poder de decisión de
los propios indios, sujetándolos a un sistema de control ajeno a sus comunidades.42

40 Batalla,
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Guillermo Bonfil. México Profundo. Una civilización negada. México: DF, S.A. de C.V, 2009.
41Entre los antropólogos e indigenistas que lideraron los cargos y programas gubernamentales dirigidos a los grupos indígenas
en la primera mitad del siglo XX se destacan: Aguirre Beltrán, Julio de la Fuente, Ricardo Pozas y Alfonso Caso. En Batalla, op.
cit.
42 Ídem.

Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 147
De esta manera, el indigenismo moderno mexicano, y su subsecuente proyecto de mestizaje,
se constituía en una nueva estrategia de occidentalización y desmantelamiento de las
culturas amerindias. El gran diferencial que el contexto revolucionario creó, en lo referente
a las representaciones de los grupos indígenas, fue el hecho de pensar y valorar sus culturas
en cuánto realidades pertenecientes al tiempo presente, realidades vivas y concretas que
necesitaban ser comprendidas como un fenómeno actual al período del posrevolución. A
partir de un nuevo sesgo teórico y metodológico, esas culturas deberían ser incorporadas
gradualmente a la cultura nacional y “universal” de una forma consentida y pacificada, en
dónde se respetarían sus singularidades y especificidades culturales. No obstante, al paso
del tiempo, tales especificidades deberían ser descaracterizadas y metamorfoseadas en una
nueva masa uniforme y cohesiva (mestiza), que propiciaría la soñada y cobijada unidad del
Estado-Nación.

148 Historia en Movimiento Año IV · Número 4 · 2017


“ Prefiero morir con valentía,
que salir en forma cobarde de mi tierra. Esa


es mi posición y nunca la voy a cambiar.

Nicolasa Quintreman Calpan


LA CONTRA-VIOLENCIA
POLÍTICA MAPUCHE ANTE LA
VIOLENCIA ESTATAL CHILENA
Tito Tricot1

E n América latina parece haberse materializado un proceso de culturización de la


política ejecutado por distintos movimientos indígenas. Esta cultupolítica implicaría la
construcción y objetivación de una matriz cultural que nutriría a diversas expresiones
movimentales, imprimiendo contenido o, quizás, siendo el contenido mismo y vertebral de la
política indígena autonomizada. Asimismo, el decurso de las transformaciones de los modos
de acción colectiva ha devenido en la politización de la cultura: la policultura, pensada como
adscripción de textura de poder o contrapoder a la cultura. Ambos son procesos concomitantes
que se retroalimentan, que se articulan y rearticulan, se acercan y se distancian, se superponen
y traslapan, pero parecieran no separarse. En suma, la matriz cultural no es sólo el contenido
de la política ni la matriz política es mera asignación de poder, sino que se fusionarían en
una unicidad conceptual y empírica, calidad que informa la praxis movimental, plasmada
en elaboración conceptual, discursiva, programática, movilización, en reivindicaciones y
demandas generales y específicas.
Esta forma de aprehender y conocer el mundo que, se podría suponer, contribuye a la
comprensión de una práctica social distinta, como lo es la política, para algunos pudiera
presentarse como nueva, sin embargo es factible hallar en la arqueología de los saberes de los
pueblos originarios, un fundamento de ordenamiento portador de historicidad y, por lo mismo,
epocalmente diferenciado. No se trataría de la decodificación desde la episteme originaria, de
la episteme racionalizada, cientificizada y discriminadoramente hermética para combatirla,
sino que simplemente la disposición de un conjunto de saberes ancestrales por derecho
propio. O sea, no se trata ni de pedir permiso ni de ser aceptado por el poder colonizador
del conocimiento occidental, sino que ceñirse al poder epistémico indígena supuestamente

1 Sociólogo; Doctor en Sociología; Magíster en Política Latinoamericana. Docente de la Universidad Viña del Mar y de la Universi-
dad Alberto Hurtado. Director del Centro de Estudios de América Latina y el Caribe-CEALC. tricot18@gmail.com

150 Historia en Movimiento Año IV · Número 4 · 2017


colonizado, pero descolonizado en su latencia y, ahora, en su positividad política. Lo señalado
no implica que postulemos la unicidad cósmica de lo ancestral o de un supuesto avatarismo,
sino más bien implica el despliegue o, quizás, reactualización, de una constelación diferente de
sentidos que, uno podría argüir, habría también realizado el movimiento mapuche al ejercer su
derecho a configurarse desde la cultupolítica y la policultura. Dichos procesos culturizantes y
politizantes son constitutivos de un modo distinto de pensar y llevar a cabo la acción colectiva
desde el Mundo y País Mapuche, espacios simbólicos y reales que han sido estremecidos por
un movimiento sísmico de envergadura: el Movimiento Mapuche Autonomista.

LA SEGUNDA NEGACIÓN Y EL MOVIMIENTO MAPUCHE AUTONOMISTA


Se puede afirmar que

el Movimiento Mapuche Autonomista refiere a un nuevo sujeto, un actor colectivo,


social y político heterogéneo y multifacético, vertebrado a partir de nuevas
demandas y estrategias en confrontación con el poder cristalizado en el Estado-
nación y en el modelo económico predominante.2

Sin duda que el carácter asimilacionista del Estado chileno, así como las políticas públicas
indígenas racistas del mismo, son parte de la constitución del sujeto mapuche en movimiento
–la más importante es la reflexividad del propio movimiento, pero –más puntualmente– lo
es la Segunda Negación. La dictadura, con pretensiones de trascender lo que consideraban
un capitalismo agotado, procedió a elaborar una estrategia de modernización del campo
que no solamente excluía a los mapuche, sino que simplemente los desplazaba, los
desterritorializaba, los obliteraba culturalmente. Para lograr tal objetivo se implementó una
estrategia cuatridimensional estructurada mediante la represión sistemática del pueblo
mapuche y, especialmente, de sus expresiones organizadas; un proceso de contra-reforma
agraria; la privatización y división de las tierras mapuche; la expansión de la industria forestal.
La imposición violenta del modelo neoliberal por la dictadura cívico-militar en el siglo XX y
la articulación de los elementos antes mencionados, constituye la Segunda Negación. Esta
última conforma una diada histórica con la Negación Originaria, la cual alude a aquel proceso
verificado en el siglo XIX que viabilizó el violento arreduccionamiento territorial, cultural,
social y económico del pueblo mapuche. Y ambas configuran un Continuum Histórico de
Dominación desplegado como un ordenamiento socio-político. Ambas negaciones están
engarzadas y reproducen las condiciones de dominación estato-chilenas, pero la Segunda
Negación tiene características propias que ensamblan un nuevo modo de apropiación
territorial que regionalizó la operación del capital, pero desregionalizó sus utilidades. Además
de fortalecer la centralización y concentración del poder económico y político. De esta manera,
tanto la chilenidad como el capital transnacional consolidaron su esencia endolocolonial
y capitalista dependiente, configurando un entramado de dominación violenta y racista
donde el pueblo mapuche fue no sólo víctima, sino que también se erigió como un colectivo
resistente y resiliente. La dictadura reeditó y prosiguió reproduciendo el Continuum histórico

2 Tricot, Tito, Autonomía. El Movimiento Mapuche de Resistencia, Santiago, Ceibo Ediciones, 2013, p. 63.

Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 151
de Dominación, pero ahora la tierra mapuche había engendrado sus propios guerreros de
terracota que –dicen– resguardan los secretos de la inmortalidad y, uno podría argüir, que
en este caso particular vigilan los secretos del Mundo y País Mapuche para preservarlos y
proyectarlos en una nueva guerra de muchas impuestas por el Estado chileno. Los símiles
vernáculos de los soldados de terracota son los Weichafe3, quienes, acorde al relato y práctica
política de la Coordinadora Arauko-Malleko, una de las organizaciones más relevantes del
Movimiento Mapuche Autonomista, eran sujetos del cambio histórico. Es decir,

la militancia de la CAM observó en la Guerra de Arauco un pasado de resistencia


victoriosa. Vio en el guerrero un importante actor político de la historia antigua,
reposicionándolo en la historia presente del pueblo mapuche.4

Lo anterior es otra forma de afirmar que el modelo de desarrollo neoliberal incoó su propia
paradoja: el surgimiento de un movimiento mapuche distinto donde

la otredad excluida se transformó en movimiento social o, más precisamente,


resurgió como movimiento social, puesto que el movimiento mapuche ha existido
por más de una centuria. La diferencia radica en que, actualmente –y a partir
de la década de los noventa– se trata de un movimiento con características
autonómicas, el cual no sólo lucharía por el derecho a la tierra, sino que, por sobre
todo, por el derecho al territorio.5

Por tanto, es posible apreciar una continuidad movimental histórica, pero también una
calidad distinta que puede ser comprendida como una sedimentación de prácticas y saberes
antiguos. Calidad expresada en la capacidad de trazar estrategias de lucha política que
superan la demanda campesinista, culturalista o economicista. El contenido central de dichas
reclamaciones, del discurso y repertorio de acciones buscan territorializar la demanda, etnicizar
la identidad, politizar la cultura o culturizar la política, porque

el Movimiento mapuche Autonomista actual constituye un actor colectivo definido


por su heterogeneidad y diversidad, su referencia a un pasado común, a una
matriz cultural, a una identidad colectiva histórica y a una aspiración de unidad
política en un territorio: el Wallmapu. Es un movimiento donde pareciera existir un
proceso de (re) construcción consciente y de carácter colectivo en torno a las ideas
de cultura, identidad, territorio, memoria histórica y política, todo lo cual constituiría
el movimiento y, simultáneamente, el movimiento los constituiría a éstos.6

De algún modo el movimiento mapuche se ha conformado en una especie de Argos


contemporáneo, aquel dios mítico que supuestamente tenía mil ojos y la habilidad de
mirar en todas direcciones, hacia el pasado y hacia el futuro. Como algunos sectores del
movimiento mapuche que otean su Mundo y su País ancestrales como espacios galácticos

3 Guerrero mapuche.
4 Pairican, Fernando, Malon. La Rebelión del Movimiento Mapuche, Santiago, Pehuén, 2014, p. 225.
5 Tricot, op. cit., p. 332.
6 Ibídem, p. 63.

152 Historia en Movimiento Año IV · Número 4 · 2017


y territoriales reales, intentando reconstruirlos. Otros, en cambio, visualizan su Mundo y su
País como retazos históricos supervivientes, fundamentos para su ilación y construcción.
Ambos sectores del movimiento, entonces, aspiran a la (re) construcción del Mundo y País
Mapuche. Es decir, co-existen marcos interpretativos diferenciados para abordar la relación
entre el Estado chileno y el pueblo mapuche y, consecuentemente, las estrategias políticas
para enfrentar el Continuum Histórico de Dominación.
Esto es de singular relevancia, puesto que ni el Estado chileno ni la clase dominante entienden,
o mejor dicho, no quieren entender, que la lucha del movimiento mapuche es una brega
política, por sus derechos colectivos como pueblo, por la autodeterminación. El conflicto
chileno-mapuche es un espacio de disputa y

Estas luchas de hegemonía y contrahegemonía pasan por la racialización,


involucrando esencialismos estratégicos, articulación de imaginarios y
representaciones, que incluye la administración de la violencia simbólica, la
adecuación de discursos, que van de un polo a otro […].7

Involucran la diferenciación chileno-mapuche y, también, la diferenciación intramapuche


que, eventualmente, se reflejaría en el seno del movimiento mapuche y en su sempiterna
heterogeneidad. Todo lo anterior representa el material seminal del conflicto chileno-mapuche
que puede situarse en términos temporales en la década del noventa, pero cuyos antecedentes
históricos son mucho más distantes, puesto que la génesis del conflicto, en rigor, debe datarse
en el momento exacto del surgimiento del Estado-nación chileno. La matriz conflictual está
entablada por una miríada de actores, algunos más significativos que otros, y por una serie de
elementos que se desplazan en su centralidad o perificidad acorde a criterios o fenómenos
coyunturales. Tanto el Estado chileno como el Movimiento Mapuche Autonomista son parte
fundamental de este troquel histórico, pero ni el Estado representa a toda la sociedad chilena
ni el movimiento representa a toda la sociedad mapuche. En el ámbito de lo mapuche, ni
todo el pueblo ni todas las comunidades ni todos aquellos que viven en las ciudades, son
parte activa del movimiento; hay muchos mapuche que simplemente desean vivir en paz,
con trabajo y cierta certidumbre de un futuro digno. Se conforman así esas zonas grises,

diversos espacios cotidianos en que se desarrollan complejas interacciones sociales


e intersubjetivas que hacen parte de experiencias de sufrimiento social, modos
de sobrevivencia, resilencia y resistencia, desplegados por hombres y mujeres
mapuche en condiciones de marginalidad, desigualdad social y violencia colonial
[…] A la vez que ocupan un lugar marginal en el meta-relato nacionalista mapuche
que políticamente es movilizado para legitimar la demanda por autonomía y
libredeterminación en nuestros días.8

7 Caniuqueo, Sergio, “Dictadura y pueblo mapuche 1973 a 1978. Reconfiguración del colonialismo chileno”, en Revista de Histo-
ria Social y de las Mentalidades, Volumen 17, Nº 1, 2013, Departamento de Historia, Universidad de Santiago de Chile, p. 89.
8 Nahuelpán, Héctor, “Las ‘zonas grises’ de las historias mapuche. Colonialismo internalizado, marginalidad y políticas de la
memoria”, en Revista de Historia Social y de las Mentalidades, Volumen 17, Nº 1, 2013, Departamento de Historia, Universidad
de Santiago de Chile, pp. 12-13.

Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 153
En otras palabras, la marginalidad no siempre se formula en actitudes o accionar contestatario,
reivindicativo o, incluso, de simple denuncia. Por otro lado, la acción individual y colectiva
mapuche puede no manifestarse de modo articulado u organizado, pero sí puede poseer un
contenido político, porque en muchos mapuche existe la certeza de que la responsabilidad de
la actual condición del pueblo mapuche recae en el Estado chileno, en toda su institucionalidad
y en el modelo de desarrollo neoliberal, aunque no necesariamente se le designe como tal, sino
que más bien se reifica en la industria forestal o en las empresas hidroeléctricas. Asimismo,
una parte significativa de los mapuche ha perdido confianza en el wingka9, particularmente en
las comunidades que son objeto constante de las políticas represivas del Estado.

VIOLENCIA POLÍTICA ESTRUCTURAL COMO ARQUITECTURA COLONIAL Y


CAPITALISTA
Violencia desde el poder chileno que genera ira y, al mismo tiempo, contribuye a la germinación
de un contra-poder mapuche. No todo depende de factores coyunturales o de lo que el
Estado haga o deje de hacer, pues tal tipo de análisis negaría la reflexividad y acción colectiva
del propio movimiento en la generación de aquellas condiciones que faciliten el surgimiento
movimental. Pero es evidente que la constitución etnocéntrica del Estado, la ocupación y
usurpación del territorio mapuche por la fuerza militar produjo una herida histórica, alimentando
dispositivos de autodefensa en multiplicidad de formas. Dicha violencia es a veces soterrada,
a veces ostensible, a veces latente, a veces patente, pero siempre está, porque también tiene
un sustento histórico que refiere al racismo chileno y al de colonos extranjeros asentados en
el País mapuche. Es decir,

este encono profundo se orijinaba [sic] de las crueldades incalificables de que los
civilizados venían haciendo víctimas a los indígenas desde el último alzamiento. El
poblador inculto de los campos de la frontera, de ordinario a un nivel moral inferior
al indio, era su encarnizado enemigo: le arrebataba sus animales, hería o mataba
cuando podía [...].10

Los símiles con la actual situación demuestran la sistematicidad y reproducción permanente


de la relación asimétrica y violenta entre el Estado y sociedad chilena y los mapuche. Los
gobiernos seudo-democráticos post-dictadura militarizaron el territorio mapuche, lo
denominaron “zona roja” y aplicaron la Ley antiterrorista. En el periodo post invasión del
Wallmapu a fines del siglo XIX,

los estravíos [sic] de las autoridades, particularmente de las militares, llegaban a


un límite en que la crueldad aparece mucho más refinada. Sin forma de proceso, se
fusilaba en las cercanías de los fuertes o poblaciones a los indios autores de algún
salteo o robo de animales. Muchas veces estos fusilamientos se hacían, por falta
de investigación minuciosa, en simples cómplices o encubridores. Los individuos

9 Designación del extranjero o blanco y que, por experiencia histórica, nombra también al ladrón o usurpador
10 Guevara, Tomás, Historia de la civilización de Araucanía, Santiago, 1902, p. 443.

154 Historia en Movimiento Año IV · Número 4 · 2017


de tropa violaban a las mujeres e hijas de los indios i robaban los cementerios i [sic]
las habitaciones, que reducían a veces a cenizas.11

Las autoridades chilenas, particularmente los militares, asesinaban ayer y las autoridades
y la policía asesinan hoy. Al menos cuatro mapuche han muerto en el contexto del mal
llamado conflicto mapuche. Todos jóvenes, todos luchando por el derecho de su pueblo a
la autonomía y contra los ocupantes de su territorio: las empresas forestales y los dueños de
fundo, descendientes de colonos, que viven en tierras usurpadas. La policía chilena –instruida
por el gobierno, por cierto– ha operado en los últimos cinco lustros en connivencia con guardias
de seguridad forestales, el poder judicial y agricultores para reprimir al pueblo mapuche.
Esta alianza no es inédita, por el contrario, se pueden reconocer en el pasado patrones de
comportamiento que, con distintas gradaciones, refrendan la complicidad que ha existido
entre el ejército, la policía, el Estado y particulares, en la represión anti mapuche. De hecho,
no deja de ser asombroso que en las postrimerías del siglo antepasado, el destacamento del
fuerte de Lolco, del Caupolican 9° de Línea, haya asesinado

[…] el 13 de noviembre, instigado por los mayordomos de la hacienda de San


Ignacio, de esas inmediaciones, Juan de Dios Sepúlveda i Francisco Navarrete, a 19
mujeres i niños indíjenas [sic] residentes en un paraje llamado Alicahue i 10 indios
mandados como correo por el cacique de Lonquimai.12

Sorprende, porque fue también en noviembre, sólo un día antes –el 12 de ese mes de 2002–
cuando Carabineros asesinó de un balazo en la frente a Alex Lemun, comunero mapuche de
tan sólo 17 años. Dos noviembres, y 30 mapuche masacrados, en otras palabras, la violencia
ejercida contra los mapuche no es episódica, sino que una constante y componente integral
del sistema de dominación imperante desde mediados del siglo XIX y, especialmente, desde
la ocupación definitiva del País mapuche a fines del mismo siglo, tanto en Gulumapu como
en Puelmapu.

Dicha violencia la han hegemonizado los Estados, con lo cual la violencia estatal
se encuentra legalizada y legitimada bajo un sistema colonial de dominación, esto
hace que la sociedad dominante no se cuestione el uso de la violencia en contra de
la sociedad dominada, es decir, la violencia contra la sociedad mapuche […] pues el
triunfo del colonialismo es la legitimidad en la sociedad en la que nace, se hegemoniza
como ideología, construye a un Otro tributario de la violencia colonial, de ahí que
esta violencia se hegemoniza y naturaliza en la sociedad que se autodenomina
‘mayor’ o ‘dominante’ para contra la sociedad ‘menor’ o ‘dominada’.13

La naturalización de la violencia, engendrada en el poder del Estado y difuminada mediante


una miríada de dispositivos socializadores, valida la coacción estructural, invalidando y
estigmatizando la otredad rebelde. De este modo se van modelando espacios de poder que
enfrentan a chilenos y mapuche en diferentes niveles y jerarquías: identitarios, culturales,

11 Ibídem, p. 443.
12 Guevara, op. cit., p. 469.
13 Caniuqueo, Sergio, entrevista personal, 2013.

Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 155
económicos, ideológicos y, singularmente, políticos. La violencia política puede ser sajada
analíticamente, pero no factualmente; se pueden realizar disquisiciones filosóficas y éticas para
trazar fronteras teóricas entre violencia y política, pero de igual manera uno podría clausurar
dicha disección con una aldaba teórica estableciendo la unicidad axiomática e indisoluble
de la violencia política. Además, asumiendo que la política es la lucha por la consecución del
poder o por la preservación del mismo, por ende, la política es poder en tanto proceso y poder
en tanto sistema. La extensión lógica del argumento es que es violencia en tanto proceso
y violencia en tanto sistema. En suma: es violencia política y esta tiene un contenido y una
expresión estructural que en Chile y en Wallmapu se ha erigido como una arquitectura de
control que, al fin y al cabo, es el objetivo último de la violencia política colonial y capitalista.
En este sentido, uno podría compartir la noción de que se mantiene, sino intacta, al menos
sólo levemente modificada, la lógica de la colonialidad del poder, aquella que

opera en cuatro dominios de la experiencia humana: (1) económico: apropiación de


la tierra, explotación de la mano de obra y control de las finanzas; (2) político: control
de la autoridad; (3) social: control del género y la sexualidad, y (4): epistémico y
subjetivo/personal: control del conocimiento y la subjetividad.14

Esta matriz de dominación, percibida como una continuidad histórica por un sector del
movimiento mapuche, se manifestaba en la reproducción de la apropiación de la tierra y, por
sobre todo, en la usurpación territorial. En la simbiosis del poder político y económico, en la
implacable colonización epistémica occidental y la destrucción de sus saberes. El País Forestal
pretendía acabar con el País Mapuche, el Mundo capitalista buscaba pulverizar al Mundo
Mapuche. Entonces, no sólo por factores exógenos, sino que antes de ello por componentes
endógenos, el movimiento ya había comenzado un extenso proceso de mapuchización
reflexivo. En este marco, podríamos inferir que los conceptos de Mundo Mapuche y País
Mapuche son centrales en el entramado político movimental autonómico, entendiendo al
Mundo Mapuche como

aquel que conjuga elementos cosmovisionales, culturales, identitarios y


mnemónicos que remiten a un relato fundante, con historia, idioma y prácticas
culturales comunes, así como también a las estructuras normativas de regulación
de la vida social mapuche y de ésta con la naturaleza.15

Por su parte, el País Mapuche, el Wallmapu,

es la expresión territorial del Mundo Mapuche, el correlato material que remite al


pasado en la forma de un ordenamiento político administrativo culturalmente
mapuche que abarcaba todo el Gulumapu y el Puelmapu y que se regía por el
sistema regulatorio del mundo mapuche. Actualmente, también se entiende como
un espacio territorial histórico situado entre las regiones octava, novena, décima y
decimocuarta de Chile.16

14 Mignolo, Walter, La idea de América Latina, Barcelona, Gedisa, 2007, p. 36.


15 Tricot, op. cit., p. 28.
16 Ídem.

156 Historia en Movimiento Año IV · Número 4 · 2017


Si uno deduce que desde el movimiento, tanto el Mundo como el País Mapuche se eclipsan
por la penetración capitalista, emerge la necesidad histórica de confrontarse en el universo
conflictual de dominación. Y el movimiento mapuche autonomista parece haberlo asumido
constituyendo una amalgama nucleada en torno a los conceptos, prácticas, demandas
y acciones de cultura, tierra, territorio, identidad, memoria y movimiento sociopolítico. El
espacio de disputa, por definición habitado por relaciones de poder, vio estremecido sus
pilares racistas y clasistas por el movimiento decolonizador, una de cuyas manifestaciones
fue la apelación a la violencia política como parte del repertorio de acciones movimental. Por
consiguiente, uno podría suponer que la cultura politizada y la política culturizada, que se han
fraguado y se están expresando históricamente en el Movimiento Mapuche Autonomista,
también se han cristalizado como poder, porque el poder es política, la política es violencia y
la unicidad de todo es constitutiva de violencia política.

LA AUTODEFENSA DEL PAÍS Y DEL MUNDO MAPUCHE


La evidente heterogeneidad del movimiento mapuche ocluye una lectura univoca de la realidad
o la adopción de estrategias acorde a una interpretación política universal. Sin embargo, sí es
posible aseverar que la conflagración adquirió una nueva dimensión a partir de los eventos de
Lumako en 199717 cuando las comunidades del sector procedieron a la recuperación de dos
fundos enclavados en tierras ancestrales y, además, a la quema de camiones de la Forestal
Bosques Arauco. Desde ahí en adelante cambió el carácter de la relación dominador-dominado,
endocolonizador-colonizado. Lumako fue un movimiento sísmico de gran magnitud, tanto
por su accionar como por el giro autonomista de la demanda mapuche, o al menos, de un
sector del movimiento. Las réplicas de aquel sismo se perciben hasta hoy, porque cambió
la geografía y la geología conflictual, dibujándose una nueva cartografía que incluye ignotas
constelaciones de sentido y de acción colectiva. No todos los mapuche comparten la idea de
que Lumako marca el inicio de un nuevo movimiento, sino que más bien la conciben como
una etapa distinta de un movimiento continuo, pero sí concuerdan que Lumako es un punto
de inflexión en la emergencia y desarrollo del movimiento mapuche autonomista, porque
“visibilizó la utilización de la violencia política como un instrumento de protesta que al mismo
tiempo avanzó hacia la descolonización del pueblo mapuche”.18 El recurso a la violencia
política por parte de un segmento movimental surge “por la falta de una institucionalización
política del sistema democrático que diera posibilidad de impulsar las peticiones y derechos
políticos por canales gradualistas”.19 Lo planteado no es diferente a lo que señala Boaventura
de Sousa Santos al referirse al fascismo social, puntualizando que

estamos entrando en un mundo extrainstitucional, donde las instituciones


existen pero no están funcionando. Hoy la democracia se usa para destruir a
la democracia, los Derechos Humanos se invocan para destruir a los Derechos
Humanos, el derecho se usa para destruir al derecho, la defensa de la vida para

17 Para una profundización sobre este acontecimiento y sus consecuencias políticas, ver, Tricot, Tito, 2009, 2011, 2013.
18 Pairican, Fernando, entrevista personal, 2013
19 Ídem.

Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 157
destruir la vida. Nunca el fascismo se disfrazó  tan bien en las formas dominantes
de la democracia.20

Al cerrarse todos los espacios, al clausurarse las avenidas institucionales diseñadas por la misma
democracia burguesa para la resolución de conflictos societales, el movimiento mapuche
retomó huellas ancestrales y, también, huellas verbales de dignidad transformándolas en
discurso autonomista. Lumako territorializó la demanda y la lucha mapuche, materializando
un proceso dual de autonomización: del Estado y de los partidos políticos chilenos. Es esta
ruptura la que permitió el cambio cualitativo en el pensamiento y reflexión política mapuche,
así como también de su accionar colectivo. Probablemente lo acaecido en Lumako en cuanto
a la utilización de la violencia política no haya respondido a altos grados de planificación o
sofisticación, sin embargo, parece claro que,

al igual que ayer, las formas de violencia desplegadas por las comunidades mapuche
en conflicto son expresión de autodefensa frente los embates del capitalismo
(compañías madereras, agroexportadores e hidroeléctricas), respaldadas por un
creciente cerco militar impuesto por carabineros en la zona. No se trata de acciones
terroristas como han pretendido hacer ver los medios de comunicación al servicio
de la oligarquía. Se trata de autodefensa.21

La autodefensa se hacía necesaria ante la agresión de la policía y de los aparatos de seguridad


de las empresas forestales, pero transciende su dimensión práctica, pues el concepto también
cristaliza

la idea de una defensa ante una Otra violencia, que va más allá de la defensa ante
la acción militar, que es la más visible, articulada a una idea de liberación de un
sometimiento por ser una sociedad distinta y desde ahí construir un futuro.22

En otras palabras, la violencia en su manifestación autodefensiva es parte de un proceso


más amplio y complejo como lo es una propuesta política autonómica. Y dicha complejidad
implica que la violencia política transite desde la autodefensa a la ofensiva, entre el control
territorial y lo simbólico, entre lo comunitario, lo intercomunitario y lo extracomunitario, lo
nacional y lo internacional. La violencia política mapuche traslada a guerras pasadas contra
hispanos y chilenos, a la mitificación de sus líderes y a la épica de su construcción mnemónica,
no obstante, dista mucho de ser un fenómeno generalizado, aunque tampoco es meramente
circunstancial. Es dable argumentar que

[…] la violencia se ha instalado como parte de un modelo relacional a nivel


interétnico, es lo que relaciona al mundo chileno argentino con el mundo mapuche,
disputando la hegemonía y legitimidad, quedando claro que la hegemonía de
la sociedades chilenas y argentinas y sus Estados se articulan a otras esferas

20 De Sousa Santos, Boaventura, Conferencia central, XXIX Congreso de Asociación Latinoamericana de Sociología-ALAS,
Santiago, 2013.
21 Goicovic, Igor, entrevista personal, 2013.
22 Caniuqueo op. cit.

158 Historia en Movimiento Año IV · Número 4 · 2017


como el mercado, dominada por los empresarios y comerciantes, mecanismo que
estructuran la dominación colonial a nivel ideológicos como el sistema educacional
y los medios de comunicación, por nombrar rápidamente algunas [...].23

La violencia la instalaron los conquistadores de distinto signo, al mismo tiempo que impusieron
una legitimidad espuria desde el poder. La diseminaron a través de la negación originaria
y de la segunda negación, es por ello que el uso de la violencia política por un sector del
movimiento tiene un componente significativo de memoria histórica y otro de

una memoria reciente que tiene relación con el desarrollo del modelo neoliberal y
profundización a ultranza del capitalismo, que ha violentado la forma de vida de
los mapuche urbanos y rurales, pues el capitalismo en un esquema colonial tiene
una explotación de clase, pero también a nivel étnico, llegando a establecer a la
cultura como un bien de consumo puesto en venta en procesos de etno turismo,
por ejemplo, en otros casos, negando al acceso o control de recursos, ya sea en su
protección o explotación. De esta manera la acción violenta contra una forestal, un
gremio en específico o contra instituciones que representen la violencia colonial, se
establece como un blanco contra el dominio y respuesta a la violencia colonial. Los
enfrentamientos con la policía es el desafío abierto a fuerzas de ocupación coloniales,
a cuestionar la legitimidad de ellos en un territorio que nunca les perteneció.24

La juntura e interrelación entre la memoria histórica y la memoria reciente aluden al Mundo y al


País mapuche, a la indisolubilidad de dicho vínculo y a la imposibilidad de renunciar a la tierra
sin abdicar del territorio; denegar el cosmos sin vehiculizar la apostasía de una cosmovisión
propia. El uso de la violencia es un recurso al Ser mapuche, a un modo de constitución cultural
etnicizada tal vez, o incluso inconsciente, pero no por ello menos válido. El Ser mapuche, uno
podría suponer, no se manifiesta ni de manera altruista ni egoísta, sino que simplemente es una
especie de compendio del sistema de relaciones sociales concretas en un momento dado. Su
historicidad lo hace mutable, aunque, con una dosis y dispositivos de certezas culturales que
lo distinguen de otros Seres. El Ser mapuche, aquella conjunción de propiedades específicas
que le imprimen una calidad diferenciadora, ha sido violentado por la esperma modernizadora
del colonialismo racista. Dicho de otra forma: el Ser mapuche ha sido objeto de violencia, ha
pervivido en la violencia y prosigue subsistiendo en la misma. Solamente esta situación de
precariedad vital legitimaría el recurso a la violencia para salvaguardar la tierra, los derechos
colectivos, la posibilidad de erigirse en tanto pueblo nación. Por cierto que las razones del
derecho a la sobrevivencia poco importan a la clase política chilena, particularmente cuando se
ven enfrentados a un contra-poder y a una violencia alternativa a la dominante, aun de rango
menor. A pesar de que una pueda ser considerada como violencia racista y éticamente injusta,
y la otra como violencia defensiva y éticamente justa, los sistemas valóricos imperantes no
determinan grados de legitimidad en términos de una dicotomía justicia/injusticia, sino que
entre dominante/dominado. Esto deslegitima la violencia mapuche y relegitima la violencia
chilena, institucionalizada, organizada y pletórica en recursos humanos, organizativos,
financieros. Violencia poderosa ante una violencia marginal la cual, a fin de cuentas,

23 Ídem.
24 Ídem.

Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 159
no es más que la respuesta de cualquier ser humano con dignidad, que cansado de
la usurpación de derechos, y de la falta de dialogo horizontal por parte de quienes
detentan el poder en la toma de decisiones, no les queda más que defenderse
[…].25

Por lo anterior, lo que ha hecho el Movimiento Mapuche Autonomista ha sido atizar los
elementos de un espacio de poder valórico y político para agenciar la redistribución de los ejes
morales: legitimar la violencia mapuche para, concomitantemente, deslegitimar la violencia
chilena.

LA REPRESIÓN AL SUPUESTO ENEMIGO INTERNO


Sea como fuere, es importante iterar que la apelación a la violencia política como instrumento
legítimo de forma de lucha, refiere solamente a un sector del movimiento mapuche en
general y del movimiento autonomista en particular. Asimismo, es necesario diferenciar entre
diversas expresiones fenoménicas de la violencia, las cuales pueden ir desde confrontaciones
ocasionales, autodefensa ante allanamientos, por control territorial, hasta acciones directas
contra la propiedad privada de empresas o personas ligadas a la depredación del Mundo y
País mapuche. Aunque, independientemente del nivel o modalidad de la violencia, el Estado
las denuncia, reprime y estigmatiza, procediendo a la criminalización del movimiento y a
unilateralizar las responsabilidades del conflicto chileno-mapuche.

la modificación en el contenido de los marcos interpretativos mapuche implicó,


como resultante, un análisis sistemático y distinto de la relación mapuche-chilena
que redefinió la situación conflictual, precisó las causas de la tensión, puntualizó
los actores principales, determinó las estrategias a implementar y, en la práctica,
conllevó el diseño y operacionalización de un repertorio de demandas y acciones
que buscaban movilizar a los mapuche y, al mismo tiempo, cuestionar al Estado
chileno.26

Y el repertorio de acciones incluyó de manera precaria, primero, pero de modo más organizado
después, la violencia política. Para algunos autores

es recién en el 2001 que la violencia política de la Coordinadora Arauko-Malleko


(CAM) da un salto cualitativo y se va conformando este mito del Weichafe27; hasta
antes de eso, creo que la mejor descripción de la violencia o el personaje es el Kona28.
¿Cuál es la diferencia? que el Kona son todos, desde la machi29 con su kultrun30,

25 Correa, Pilar, entrevista personal, 2013.


26 Tricot, op. cit., p. 330.
27 Guerrero mapuche.
28 Combatiente valiente.
29 Autoridad religiosa.
30 Tambor utilizado fundamentalmente por la machi y que cumple funciones rituales.

160 Historia en Movimiento Año IV · Número 4 · 2017


hasta un niño recogiendo las piedras, hasta los viejos con sus wiños31 y los jóvenes
con wexuwes32. El Weichafe, aparece como el cuadro político, el ‘Militante del
militante’ y con ello,  una elitezación de la militancia y también un salto cualitativo
en su accionar […] es un tránsito gradual y la represión que desde el 2001 comienza
a ejercerse desde el Estado como política, va forzando la necesidad de cerrar los
espacios de la organización y tratar de ‘profesionalizarla’. Con todo, creo que es
desde el 2001 que comienza una suerte de violencia política mucho más planificada
y racional.33

La sismicidad se expandió como explosión anti-estatal y anti-neoliberal y, además, como


implosión, toda vez que estremeció los cimientos del movimiento mapuche para erigirse,
embrionariamente primero y más estructuradamente después, en un actor colectivo
autonomista.
La violencia estructural es intrínseca al Estado-nación, es un componente sedimentado
de prácticas políticas e ideológicas, de suerte que cualquier intento autonomista será
confrontado por dicha estructuralidad. El pueblo mapuche no tiene derecho a existir, salvo
bajo las condiciones impuestas por la sociedad chilena. La autodeterminación como principio
de libertad de una nación, no es parte constituyente de la taxonomía política del Estado
nacional chileno. El sistema político, en su forma democrática electoralista y restringida, no
contempla un Estado plurinacional, no ha reconocido constitucionalmente al pueblo mapuche
y ni siquiera le define o considera como pueblo nación, sino que tan sólo como etnia. La
violencia chilena, auto-legitimada por una democradura, garantiza el orden social y eso pasa
por establecer los límites de la democracia para los mapuche porque, sostienen algunos,

es fundamental familiarizar a los mapuches con la democracia y propiciar su


participación en ella, perfeccionando así las instituciones existentes. Por esta senda
se podría potenciar, además, a los líderes pacíficos del mundo mapuche, aislando a
los grupos violentistas.34

En otras palabras, se trata de aceptar una participación encorsetada y, al unísono, dividir al


movimiento mapuche y al pueblo mapuche en general, entre buenos y malos, confiables y no
confiables, violentistas y pacíficos. Así, se indica que

el primer e imprescindible paso que se tiene que dar en la cuestión mapuche es el


fortalecimiento del estado de derecho en la zona. Sólo después de ello se contará
con el clima adecuado para establecer las políticas públicas correspondientes.35

Antes de ello: la represión. Ante esta mirada lineal desde el poder

31 Palo que se usa para jugar Palin, juego tradicional mapuche.


32 Boleadora.
33 Pairican, Fernando, entrevista personal, 2013.
34 Von Baer, Ena, “La Cuestión Mapuche: Raíces, Situación Actual y Desafíos Futuros”, en Guzmán, Eugenio, La Cuestión
Mapuche: aportes para el debate, Fundación Libertad y Desarrollo, Santiago de Chile, 2003, p. 33.
35 Ibídem, p. 37.

Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 161
lo importante es comprender que la violencia que pueda haber existido en el contexto
del movimiento mapuche no nace a partir de una vacuidad, sino por el contrario a
raíz de décadas de represión, discriminación y la persistencia de una relación colonial
para con los mapuche por parte del Estado. Con esto en mente, la emergencia de
organizaciones que apostaron por la confrontación más violenta no es más que otra
expresión dentro de un amplio abanico de orgánicas que de distintas maneras han
luchado por las reivindicaciones y derechos mapuche. Resulta complicado legitimar
o justificar acciones de fuerza en el contexto de una democrática liberal, aunque las
acciones como las de Lumako son innegablemente relevantes.36

Es en el marco de lo anteriormente explicitado que se encuadran las declaraciones de


dirigentes mapuche que enfatizan que

nos despedimos del anterior gobierno con movilizaciones, recibimos a este gobierno
y lo estamos despidiendo con movilizaciones, y también recibiremos al próximo
gobierno con movilizaciones. Y no es movilizarse por movilizarse sino porque no
hay respuestas reales y concretas, y porque no hay anuncios que nos muestren un
camino distinto al de la represión y el maltrato […].37

Se colige, entonces, que la visión y políticas adoptadas por los gobiernos en torno al conflicto
chileno-mapuche han sido hasta ahora un completo fracaso. Un sector del movimiento
mapuche plantea y brega por la autonomía, y la clase política reprime a estas organizaciones
aplicando la violencia, además, a todas las comunidades que han materializado niveles
embrionarios de autonomía. Se ha configurado un punto muerto, un nudo gordiano, por eso
no se comprende, de parte de los ideólogos de la derecha chilena, la “utilidad ni motivo a
la autonomía política del mapuche, sólo aplicable –por lo demás– al grupo minoritario que
aún vive de la tierra”.38 O sea, la clase política dominante sigue reproduciendo su discurso y
las prácticas que fortalecen el Continuum Histórico de Dominación. Surge la interrogante:
¿Es plausible fracturar y, eventualmente, polvificar dicho Continuum mediante la violencia
política ejercida desde un sector del movimiento autonomista. Planteado de otro modo:
¿Han sido útiles las acciones de violencia para impulsar las ideas autonomistas y para lograr
los objetivos definidos en la lucha por la defensa y proyección del Mundo y País mapuche?
Después de todo, el gobierno mantiene inalterable su apreciación y accionar en relación a
estas demandas, es lo que explicitó el presidente Sebastián Piñera en 2013 cuando sostuvo
que “vamos a derrotar a aquellos que creen que la violencia es el camino para reivindicar” y “no
nos vamos a quebrar por una minoría que sólo conoce el camino de la violencia”. Es decir, se
prosigue legitimando la violencia estatal y deslegitimando la violencia alternativa; asimismo,
se establece la inmutabilidad del Estado unitario y uninacional y el rechazo a cualesquiera
intentos autonómicos. En este escenario político la respuesta a la pregunta formulada no
es fácil ni evidente, no solamente por la pluralidad del movimiento mapuche y las distintas
formas de aprehender y evaluar la realidad, sino que también porque

36 Tricot Tokichen, entrevista personal, 2013.


37 Carbone, Mijael, http://alianzaterritorialmapuche.blogspot.com/, 2013.
38 Vial, Gonzalo, “El predicamento mapuche: ¿cuál deuda histórica?”, en Perspectivas, Vol.3, nº. 2, 2000, Santiago de Chile, p.
327.

162 Historia en Movimiento Año IV · Número 4 · 2017


la violencia es una forma de comunicación peculiar, asimétrica, pero que da pie para
crear nuevos marcos de diálogos y que fuerza la creación de una nueva estructura
de poder […] y efectivamente, luego del ascenso del movimiento en 1999 y de la
CAM en el 2001, comenzaron a crearse nuevos espacios como Verdad Histórica
y Nuevo Trato, Proyecto Orígenes, ratificación del Convenio 169 y por qué no, el
futuro Ministerio Indígena. Creo que si un sector del pueblo mapuche no hubiera
decidido rebelarse y utilizar la violencia como mecanismo, esto no se hubiera
logrado conquistar.39

Se estructuran espacios de confrontación con el poder, luchas de modos de apropiación del


territorio geográfico y simbólico, de tierras e imaginarios donde, se puede argüir,

la violencia no ha sido útil para los mapuche, pero si ha sido necesaria; no ha


sido útil, porque no ha mejorado sus situaciones en términos de desarrollo político,
social y cultural; ha sido necesaria porque el sistema ha generado el imperativo de
recurrir a esta, porque sin ella no son escuchados.40

Ha logrado, en conjunción con otros tipos de movilizaciones, posicionar la demanda


mapuche, no solamente la autonomista, aunque en algún momento se generó un “problema
de ritualización de la violencia política...”41, y esto puede haber producido un manto de
incertidumbre, incomprensión y rechazo de otros sectores del movimiento, puesto que –se
señala– “la violencia política nunca crea un consenso, por lo que genera habituales críticas
hacia los que la ejercen”.42 O sea, “debe generar solidaridad y simpatía en la sociedad mapuche,
de lo contrario estamos en presencia de una vanguardia que no ha auscultado a su propia
gente”.43 Esto ha derivado en

quiebres internos dentro de la propia sociedad mapuche lo que a la larga han


provocado procesos de desmovilización social. Para el caso de la sociedad
dominante tampoco ha sido tan beneficioso, pues han perpetuado un sistema que
consolida la desigualdad social, una dependencia de un centro administrativo que
poco le importa lo que ocurra en las sociedades regionales, con lo cual se perpetúa
el subdesarrollo regional.44

Asimismo, se sustenta que la violencia es “legítima en la medida en que se encuentre dentro de


un proyecto político y de objetivos políticos consensuados”.45 De lo contrario, uno podría concluir
que la “violencia política empleada ha sido útil para justificar las políticas de criminalización
de la demanda y reivindicación mapuche, así como las políticas de corte asistencialista”.46 Por
otra parte, se sostiene que “habrá resistencia y confrontación en la perspectiva de un proceso

39 Pairican, op. cit.


40 Caniuqueo, op. cit.
41 Pairican, op. cit.
42 Ídem.
43 Painemal, Vladimir, entrevista personal, 2013.
44 Caniuqueo, op. cit.
45 Painemal, Vladimir, entrevista personal, 2013.
46 Ídem.

Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 163
mayor de lucha, nacionalitaria y revolucionaria”.47 Se produce una construcción del espacio
político y simbólico donde se encuentran y colisionan diversas perspectivas en torno al recurso
a la violencia política, con diferentes gradaciones. Lo fundamental, en todo caso, pareciera
ser el establecer la relación precisa entre necesidad, legitimidad y aquella esquiva autonomía
sísmica.

INCONCLUSIONES ACERCA DE UN MOVIMIENTO EN MOVIMIENTO


La violencia política como expresión telúrica del Movimiento mapuche Autonomista, fluye
como otra capa sísmica más, ni siquiera la más importante, del repertorio de acciones
movimentales desde la deflagración de Lumako a fines de la década del noventa en el
Wallmapu. Es parte de la defensa, preservación y proyección del Mundo y País mapuche
en un esfuerzo organizado de un segmento del movimiento por descolonizar la apropiación
territorial desde el Estado chileno y desde el modelo neoliberal. Es otra forma de confrontación
entre la mapuchidad y la chilenidad, y componente integral de la culturalización de la política
y politización de la cultura, ejes de la acción colectiva indígena a nivel de Abya Yala48. Sin el
recurso a la utilización de distintos modos de violencia –transitando entre la auto-defensa
y la acción directa– la relación de dominación-dominado que se ha gestado a través de la
Negación Originaria y la Segunda Negación, no se habría visibilizado. No se habría develado
prístinamente el Continuum Histórico de Dominación desplegado en el territorio que los
chilenos denominan Chile y Wallmapu los mapuche. Sin esta teluridad del Movimiento
Mapuche Autonomista no se hubiese verificado el traslado de la tierra al territorio y éste
último continuaría siendo un territorio de fronteras, distante, irrelevante y enclavado en un
País ocupado y colonizado, pero soliviantado.

47 Llaitul, Héctor, entrevista disponible en http://gritosdelatierra.blogspot.cl/2008/04/entrevista-hector-llaitul-carillanca-el.


html, 2008.
48 Designación de los pueblos originarios para América Latina

164 Historia en Movimiento Año IV · Número 4 · 2017


[ENSAYOS]
LA MISERABLE HOJA SECA
ARREBATADA POR EL VENDAVAL
Desilusión y resignación en Los de Abajo, novela de la revolución
mexicana, de Mariano Azuela

“Es mejor morir de pie que vivir de rodillas”

Emiliano Zapata

POR JOSÉ MANUEL VEGA ORTEGA1

Han pasado ya más de cien años del estallido Ahora bien, para la consecución de los
de la primera de las rebeliones populares objetivos propuestos era necesario derrocar
levantadas en América Latina durante el al siete veces electo presidente Porfirio Díaz.
siglo XX, la Revolución mexicana; y persisten Para ello, campesinos, obreros e indígenas
aún en todo el continente las consignas y las de varios Estados mexicanos se levantan en
reivindicaciones de lucha allí enarboladas. armas en Noviembre de 1910, consiguiendo
Dicho aquello, debemos señalar que lo la renuncia del caudillo, y el nombramiento
esencial del programa revolucionario en su lugar del empresario y político
que buscaron llevar a cabo los indígenas, Francisco Madero. Éste no modifica las
campesinos y obreros rebeldes, se puede leyes de propiedad de las tierras, por lo que
sintetizar en cuatro puntos principales: es combatido por los ejércitos de Emiliano
primeramente, la devolución de las tierras a Zapata y Pancho Villa, por nombrar dos
los indígenas de cada territorio, redimiendo de los más importantes. Finalmente es
así a dichas razas despojadas. En segundo derrocado por el militar Victoriano Huerta,
lugar, que el trabajador de los campos sea quien, llevando a cabo varias medidas
el dueño de la pequeña propiedad que autoritarias, disuelve el Congreso de la
trabaja, convirtiéndose así en un hombre Unión. Tras un año, Venustiano Carranza,
libre. Como tercer punto, la mejora de las gobernador de Coahuila, hubo de formar
condiciones económicas, intelectuales y y dirigir al Ejército Constitucionalista, con
morales del obrero de las ciudades. Y, por el cual destituyó a Huerta y fue nombrado
último, la abolición de la dictadura vigente y presidente, tras una alianza con todos los
la conquista de las libertades políticas que el sectores políticos que detentaban cuotas
pueblo mexicano requería2. de poder. Además, vence a Zapata y Villa,
quienes dirigían ejércitos campesinos,
indígenas y proletarios, tras la consigna de
1 Estudiante de Licenciatura en Lengua y Literatura Hispáni-
ca, Universidad de Chile. josemanuelvega753@gmail.com
“tierra y libertad”. Hasta que, en 1917, se
2 Zapata, Emiliano, “Manifiesto al pueblo mexicano” (Abril, promulga una nueva constitución para los
1918). En Manifiestos, p. 22. Disponible en http://www. Estados Unidos Mexicanos que propone una
portalalba.org/biblioteca/ZAPATA%20EMILIANO.%20Mani-
fiestos.pdf
fuerte regulación sobre las tierras, aunque

Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 167
[ENSAYOS]

Carranza no lleva a cabo mayores reformas De tal manera, hemos llegado a seleccionar
sociales, lo que le cuesta la vida en 1920, a la novela –del año 1915– titulada Los de
manos de su aliado Álvaro Obregón. Este Abajo, novela de la revolución mexicana, del
último, finalmente, lleva a cabo reformas escritor y médico mexicano Mariano Azuela,
sociales y reordena la economía, aunque es como la fuente a partir de la cual podremos
recién a mediados de la década de 1930 que acercarnos a los objetivos que buscamos.
el presidente Lázaro Cárdenas se hace cargo Es claro que el registro utilizado, al ser
de la principal demanda postergada: una literario, perteneciente al género narrativo,
extensa reforma agraria3. está escrito a partir de la subjetividad del
autor, por lo que no necesariamente grafica
Sin embargo, aquella es la historia oficial de forma rigurosa los sucesos, actores y
que ha quedado grabada en los libros y en espacios en donde se desarrollaron los
los manuales escolares. Es la versión oficial hechos históricos. Ahora bien, Azuela tuvo
que habla práctica y exclusivamente de los un rol activo entre los rebeldes en el período
militares y caudillos, de las cúpulas directivas revolucionario, desempeñándose como
y de las batallas de renombre. Empero, la médico en las filas villistas4. Además de ello,
guerra revolucionara y sus batallas fueron en sus memorias Cómo escribí los de abajo,
principalmente libradas por campesinos describe el desarrollo de las contiendas
y obreros que no son considerados ni y demuestra su real interés en plasmar
recordados y que permanecen en el en un texto literario, sus experiencias e
anonimato, en tanto éste fue un movimiento impresiones del proceso:
desde abajo, en el cual los hombres y mujeres
de base fueron los grandes protagonistas del
proceso en su conjunto. Me sobraba material para mis
novelas. Si algo me sorprendió
Es en esto último, probablemente, sobremanera en aquel tiempo,
donde reside la principal característica y fue que habiendo tanto que
peculiaridad de la Revolución mexicana, si la contar y siendo numerosos los
enfrontamos a otras revoluciones originadas escritores que tomaron parte
en distintos puntos del orbe en los últimos activa en la revolución, tan pocos
tiempos. Es por eso que, en relación con libros se hubieran publicado. Los
lo anteriormente dicho, hemos decidido acontecimientos eran de una
revisar y estudiar aquella parte de la historia riqueza fabulosa y la real dificultad
que expone acerca de aquellos hombres y sólo consistía en elegir un buen
mujeres anónimos de un movimiento que tema. Escogí uno demasiado
tuvo un alto nivel de participación de los humano en que lo trágico y lo
estratos más bajos de la sociedad; lo que no cómico se integraban en una
se observa a menudo en los documentos totalidad5.
escritos. Así, nos hemos abocado a buscar
algún texto que pudiera darnos luces de lo Por consiguiente, nosotros consideramos
que sucedía al respecto en esos años, lejos fidedigna la novela escogida, en tanto objeto
de los centros urbanos donde surgieron los de estudio que nos permitirá, realizando un
caudillos o de los recurrentes escenarios de análisis textual de su desarrollo, observar
las grandes batallas.
4 Azuela, Mariano, “Cómo escribí Los de Abajo”. En Los de
Abajo. Edición Crítica, Chile, Editorial Universitaria, 1997, pp.
3 Silva Herzog, Jesús, Breve historia de la revolución mexi- 324–325.
cana, México, Fondo de Cultura Económica, 1972. 5 Ibídem, p. 335.

168 Historia en Movimiento Año IV · Número 4 · 2017


el comportamiento de los actores que no la estructura, las escenas y las características
estuvieron en el primer plano durante la de los personajes6.
lucha. Para ello, debemos, primeramente,
hacer una defensa más acabada de la novela El desarrollo de la narración se enmarca
para demostrar al lector que puede ser en el proceso de la Revolución mexicana.
tratada como un objeto de estudio a partir Ahora bien, el tiempo en que transcurren
del cual estudiar la Revolución mexicana. los acontecimientos del relato no supera los
dos años, restringiéndose exclusivamente al
Con posterioridad a ello, aterrizando en el período en que se libra la lucha en contra
contenido mismo de la novela y realizando de las fuerzas federales que buscan el
el análisis de texto ya mencionado, nos mantenimiento del gobierno tiránico de
interesa mostrar cómo se va desarrollando Victoriano Huertas, para pasar luego a su
y va evolucionando la novela en sí y cómo derrocamiento por parte de Venustiano
el autor va trabajando al narrador y los Carranza, y la posterior pugna entre éste
personajes, que han sido elaborados a último y Pancho Villa y sus ejércitos. Pero
partir de la observación de los propios la novela no resulta ser un mero texto en
campesinos partícipes de la Revolución. En que se expongan los sucesos que forman
este ensayo, plantearemos cómo, conforme parte de ese lapso histórico, sino que utiliza
va avanzando el proceso revolucionario en dichos sucesos como marco general para
la novela, los personajes nos demuestran encuadrar las empresas acometidas por un
la desintegración de los ideales y principios grupo de campesinos que se han levantado
rectores del mismo. El relato configurado en armas en contra del régimen federal que
es, entonces, una novela de la degradación. los hostiga. El contexto específico, entonces,
En ella, se puede observar, mediante resulta ser el catalizador de base a partir del
diversas marcas textuales y estilísticas – cual se desarrollan los acontecimientos que
que se apreciarán en su momento–, cómo importan a nuestro estudio. Los personajes,
dichos fundamentos revolucionarios van a su vez, son ficticios, mas son el resultado
desapareciendo hasta disolverse en el mero de la elaboración a partir del sustrato
oportunismo de los mismos soldados que extraído por parte de Azuela, de los rebeldes
buscan derrocar al tirano y los federales, si con que convivió durante su estadía en las
no se disuelven en la barbarie misma. huestes revolucionarias.
Los de Abajo narra la historia de Demetrio
Macías, un campesino, altamente respetado
LOS DE ABAJO por sus pares, habitante de las cercanías de
Juchipila, localidad del Estado de Zacatecas.
La novela Los de Abajo es una obra del Macías tiene un conflicto con el cacique
médico y escritor mexicano Mariano Azuela, del sector, por lo que envían federales a
fruto de las experiencias que el autor recabó buscarlo, so pretexto de ser maderista.
en su período como miembro activo de Este hecho desemboca en la rebelión del
las fuerzas rebeldes. Fue publicada por campesino, seguido por un fiel grupo de
entregas, entre Octubre y Diciembre de 1915, amigos que se erigió en un pequeño ejército
en el periódico El Paso del Norte, de Texas, que termina derrotando a las fuerzas
siendo reproducida prontamente en varios federales que los asedian. No obstante, no
periódicos de la región, y viendo finalmente vuelven a sus hogares, sino que Demetrio
la publicación en formato novela cinco años
más tarde, en México, con modificaciones a 6 Ibídem, p. 324.

Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 169
[ENSAYOS]

y su gente deciden continuar la lucha para Finalmente, es relevante mencionar que la


conseguir el cese del hostigamiento de las novela está matemáticamente subdividida
fuerzas federales al pueblo en su totalidad. en tres partes, la primera compuesta de
De tal manera, su ejército sigue creciendo y veintiún capítulos, la segunda de catorce
librando batallas. Macías logra el título de capítulos y la tercera de siete capítulos. Cada
general al interior de las fuerzas rebeldes por una de las partes representa una fase distinta
sus logros. Pero, desvirtúan prontamente su de la Revolución; a saber, la construcción
motivación y principios iniciales, saqueando idealista y la lucha, la degradación de ella y el
las casas de los pueblos y denigrando a sus desenlace trágico. En el medio de la novela
familias. Los rebeldes pierden el rumbo, encontramos un elemento bisagra, un linde
llevando la gesta a un punto sin retorno, el refractivo que proyectará de manera inversa
cual analizaremos más adelante. el movimiento ascendente que ocurre en la
primera mitad, para que se transforme en
Podemos decir, ya leída la obra, que hay dos un movimiento descendente en la segunda.
conflictos que se abren en la narración, que
son, justamente, dos de los grandes temas
que atraviesan la Revolución mexicana
transversalmente. Son predominantemente LA NOVELA COMO DOCUMENTO
temas que atañen al conjunto de la
población y no solamente a los grandes
HISTÓRICO
héroes e íconos del período. El primero de Claramente, el documento a partir del
los conflictos es la disputa por la tierra, por la cual estamos trabajando esta arista de la
libertad del uso de la propiedad, con todas Revolución mexicana no es un compendio
las facultades y sin hostigamiento por parte histórico ni menos un anal de lo que fue el
de un sistema federativo no representativo: movimiento campesino, sino que es una
novela histórica de ficción que nos presenta
Mire, antes de la revolución tenía una perspectiva de lo sucedido. Ahora, para
yo hasta mi tierra volteada para poder sostener nuestra elección de una
sembrar, y si no hubiera sido por el construcción ficticia, como es la novela,
choque con don Mónico, el cacique a modo de documento válido desde el
de Moyahua, a estas horas andaría cual estudiar un acontecimiento histórico,
yo con mucha priesa, preparando la hemos recurrido a autores y críticos
yunta para las siembras7. latinoamericanos que puedan dilucidar
ciertos aspectos de la teoría literaria, para
El segundo es la concepción del poder que se despejar algunas dudas que hayan podido
establece y las problemáticas que conlleva, quedar al respecto; esto, sin la intención
sus formas y su manera de abordarlo: de inmiscuirnos demasiado en discusiones
“Nosotros no nos hemos levantado en teóricas y conceptuales, que nos terminarán
armas para que un tal Carranza o un tal alejando de nuestro objetivo central.
Villa lleguen a presidentes de la república;
nosotros peleamos en defensa de los “La estructura de la novela de Azuela, más
sagrados derechos del pueblo, pisoteados que lógica, es orgánica”9. Si es que hacemos
por el vil cacique”8. un repaso por dicha estructura, nos daremos
cuenta de que el tema de la Revolución es

7 Azuela, op. cit., p. 40. 9 Menton, Seymou, Texturas épicas de Los de Abajo. En
8 Ibídem, p. 94. Azuela, op. cit., p. 285.

170 Historia en Movimiento Año IV · Número 4 · 2017


el eje articulador que une coherentemente En su alma rebulle el alma de
cada una de las hazañas de los personajes, las viejas tribus nómadas. Nada
importa saber adónde van y de
la Revolución los obliga a ejecutar dónde vienen; lo necesario es
ciertas acciones encadenadas caminar, caminar siempre, no
que dan forma a la novela; la estacionarse jamás; ser dueños del
toma de una ciudad, por ejemplo, valle, de las planicies, de la sierra y
es motivada por la presencia de de todo lo que la vista abarca12.
los federales, y la lucha armada
para apoderarse de la plaza va De aquella guisa, Los de Abajo se va
acompañada de violencia y muerte, erigiendo como una epopeya nacional,
temas arquetípicos que se repiten que es capaz de interpretar, con aires
a través de la obra y que ayudan a grandilocuentes y solemnes –en medio
estructurar la narración10. del ambiente caótico de la Revolución–,
lo esencial del pueblo mexicano, la
Es por esto que logramos notar que la mexicanidad del grupo de hombres que
novela fue construida desde la conciencia protagoniza el texto, abstrayéndola a un
escritural de un narrador que comprendía común denominador regional13. Es de esa
que los sucesos de los que estaba dando manera, entonces, que se van requiriendo
cuenta se encontraban enmarcados dentro los aparatos simbólicos que tiendan a
de un proceso histórico mayor. Aquel no perpetuar en el tiempo aquellos motivos
solamente ocurría alrededor de Macías y que identifican a un pueblo con su historia
sus hombres, sino que de la misma manera o determinados rasgos culturales. Siguiendo
era reproducido en distintas partes del la misma línea –e incluyendo el elemento
territorio nacional, denotando una visión de los rasgos distintivos que se producen
amplia, pero a la vez íntima, de lo que (o salen a relucir) en las luchas de liberación
fuera la Revolución. Y es que “la clave para popular– el poeta y crítico cubano Roberto
comprender esta estructura orgánica” nos Fernández Retamar nos expresa que
dirá Seymour Menton “es la interpretación
de la novela como la epopeya de la
a un complejo proceso de liberación
Revolución mexicana”11 y, por qué no, la
[…] lo acompaña una compleja
epopeya del mismo pueblo mexicano en
literatura que en sus mejores
general, dado que en el relato se concentra el
creaciones tiende a expresar
dolor, la represión y la violencia que durante
nuestros problemas y a afirmar
siglos se tuvo que soportar en dichas tierras,
nuestros valores propios, sin
primeramente por los españoles, luego
dejar de asimilar críticamente
por la élite criolla. Además, la propia raza
variadas herencias, y contribuye
indígena –de la que son herederos– aflora
así, de alguna manera, a nuestra
y se deja sentir en el ejército de Macías,
descolonización14.
como si éste fuera la condensación de los
sufrimientos precolombinos:

12 Ibídem, p. 286.
13 Ibídem, p. 296.
10 Leal, Luis, Los de Abajo: lectura temática. En Azuela, op. 14 Fernández Retamar, Roberto, Para una teoría de la
cit., p. 379. literatura latinoamericana, Colombia, Publicaciones del
11 Menton, op. cit., p. 286. Instituto Caro y Cuervo, 1995, p. 88.

Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 171
[ENSAYOS]

Ahora bien, para que se pueda realizar la aspectos. Demuestra el autor su capacidad
correcta elaboración de los conceptos de de integrar ambos discursos en un solo
una determinada literatura en una nación o tejido común, “donde se cuida de dar al
territorio, no se debe ni es posible prescindir dato histórico una función en el desarrollo
de la aprehensión de las especificidades de la trama o la caracterización de los
concretas del período. Y es así como el crítico personajes, esto es, integrarlo al discurso
y teórico peruano José Carlos Mariátegui de la ficción”17. De la misma manera, el
plantea que la condición por antonomasia sistema, la estructura del relato, se colma
para dicha elaboración “es la comprensión de sentido y significancia debido al contexto
de nuestro mundo, lo que a su vez requiere de producción que rodeó la redacción de la
una comprensión del mundo todo, del que novela; se produce, por lo tanto, una relación
somos parte. Y ello sólo puede obtenerse dialéctica entre la ficción y la historia,
con el instrumental científico idóneo, el entre la fábula y el contexto, logrando un
materialismo dialectico e histórico”15. equilibrio preciso y sin desbordes. Resulta,
finalmente, que podemos tomar una obra
Y sí, se le puede reprochar a la literatura ficticia, de este talante, y utilizarla como
determinados juicios impresionistas, documento, una fuente que nos es capaz
otros sintéticos, de los acontecimientos de suministrar información subyacente, que
narrados, que pueden ser superficiales, es percibida por subjetividades, pero que es
mas no se le puede negar a la literatura su transmisora de los sustratos y las esencias
inherente capacidad de crítica y constante de determinados períodos o sujetos.
cuestionamiento de los temas tratados
conforme se van trabajando. El crítico
centroamericano comenta que
EPOPEYA DEL DESENCANTO Y LA
el carácter dominante en la tradición DEGRADACIÓN
novelística hispanoamericana no
es […] la presencia absorbente de Como hemos mencionado ya más arriba,
la naturaleza, sino la preocupación Mariano Azuela fue protagonista de la guerra
social, la actitud criticista que revolucionaria, dado su cargo de médico al
manifiestan las obras, su función interior de uno de los ejércitos villistas, lo que
instrumental en el proceso histórico le permitió conocer más de cerca la realidad
de las naciones respectivas. La de los rebeldes y el día a día al interior de las
novela ha sido entre nosotros huestes. Ello repercutió, hemos dicho, en la
documento denunciador […]16. visión que tuvo del período en general, de los
principios e ideales que se esgrimían y de los
objetivos que se perseguían. Tras dos años
Y, en este caso particular, en Los de Abajo, en los campos de batalla, Azuela abandona
es posible apreciar en el tratamiento que su rol como médico y se dedica a redactar
da Mariano Azuela al relato, una plena la novela ahora estudiada, plasmando a
conciencia de estar escribiendo una novela lo largo de la misma sus perspectivas y
de ficción, basada en hechos históricos, las impresiones que le merecen. Uno de
pero de ficción al fin y al cabo, dado que los elementos importantes del trabajo del
logra un equilibrio balanceado entre ambos escritor, es que las representaciones a las

15 Ibídem, p. 94.
16 Ibídem, p. 108. 17 Leal, op. cit. p. 271.

172 Historia en Movimiento Año IV · Número 4 · 2017


que recurre se mantienen siempre dentro Si comenzamos observando la primera
del plano social, alejadas de las esferas parte, desde la página inicial queda de
políticas y detentoras del poder, lo que nos manifiesto el conflicto que enfrena a los
permite observar y analizar en perspectiva lo campesinos –a quienes se les sumarían
que fue realmente este período en el México los indígenas y obreros– con los federales.
de comienzos del siglo XX. El problema de la tierra y la libertad de uso.
Los campesinos no logran estar tranquilos
Para el análisis de nuestro objeto de y desarrollarse con normalidad mientras
estudio, avanzaremos cronológicamente – sufran constantemente el asedio de los
valga la redundancia– desde el comienzo federales, de la guardia del gobierno. Es
hasta el final de la obra, lo que coincide al más, el hostigamiento redunda en visitas
mismo tiempo con la creciente desilusión inesperadas a las casas y el ejercicio de la
del narrador y la progresiva degradación violencia – física y verbal– sin provocación.
moral y valórica de los revolucionarios. Así comienza la novela, con los federales
Es una relación lógica-causal: a medida atacando la casa del campesino Demetrio
avanza el tiempo la degeneración de las Masías:
motivaciones centrales de los protagonistas
van menguando y se desvirtúan, siendo
esto trasladado a marcas textuales que van El Palomo, enfurecido, había
desde las descripciones de los personajes a saltado la cerca del corral. De
los parlamentos de los distintos sujetos. pronto, se oyó un disparo, el perro
lanzó un gemido sordo y no ladró
Primeramente, debemos decir que es base más.
para comprender la dinámica de la novela,
que la subdivisión en tres partes de la Unos hombres a caballo llegaron vociferando
misma corresponde a la representación y maldiciendo. Dos se apearon y otro quedó
de tres fases fundamentales a lo largo del cuidando las bestias […]
período de la Revolución mexicana.
–¿Y entonces, esa luz?... ¿Y ese chamaco?...
¡Vieja, queremos cenar y que sea pronto!
La primera parte, recrea la
¿Sales o te hacemos salir?19
construcción y el entusiasmo de la
lucha revolucionaria; la segunda Luego de esta entrada, intentan violentar
parte representa la decadencia y a la mujer de Macías y queman su casa. La
degeneración por la ambición que provocación es respondida colectivamente,
provoca el triunfo, tanto en los de pues, lejos de ser única, es la generalidad
arriba como en los de abajo: es el del período. Más adelante, de hecho,
poder, el robo y la muerte como encontramos en boca de uno de los hombres
juego y competencia; la tercera de Demetrio, una historia personal similar:
parte funciona como desenlace; “A media noche me sacaron de la casa tres
los personajes importantes que gendarmes; amanecí en el cuartel y anochecí
aún quedan, o mueren o se han a doce leguas de mi pueblo. Hace un mes
enriquecido e ido, mientras las pasé por allí con la tropa ¡mi madre ya estaba
batallas y los balazos continúan18. debajo de la tierra!”20.

18 Mansour, Mónica, “Cúspides inaccesibles”. En Azuela, op. 19 Azuela, op. cit., p. 4.


cit., pp. 314-315. ����������������
Ibídem, p. 22.

Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 173
[ENSAYOS]

Se reúnen, por tanto, los campesinos de para centrarnos en el tratamiento de los


Juchipila en torno a su líder para organizar la personajes más relevantes.
contraofensiva. Demetrio Macías enardece
Demetrio Macías, campesino de mediana
los ánimos con estas breves palabras,
edad, padre de familia, “se distingue de sus
respondidas con alaridos de alegría y compañeros por ser el único que expresa su
amenazas: meta en términos de labrar la tierra”22, es
quien mayor apego de los hombres tiene
- Me quemaron mi casa – […] al terreno, a la pequeña propiedad para
- Si Dios nos da licencia –dijo trabajarla. Y lo deja expresado con estas
Demetrio–, mañana o esta misma palabras, que ya adelantamos más arriba:
noche les hemos de mirar la cara
otra vez a los federales. ¿Qué dicen, Mire, antes de la revolución tenía
muchachos, les dejamos conocer yo hasta mi tierra volteada para
estas veredas?21 sembrar, y si no hubiera sido por el
choque con don Mónico, el cacique
El problema de la propiedad de la tierra, el de Moyahua, a estas horas andaría
gran conflicto de la Revolución mexicana, yo con mucha priesa, preparando
metaforizado bajo la figura de la sinécdoque, la yunta para las siembras […] No
abre la contienda desde el capítulo primero. quiero yo otra cosa, sino que me
Acá, los campesinos no permitirán que sus dejen en paz volver a mi casa23.
caminos sean recorridos por los federales;
es decir, los hombres de Macías no están Es por esto que le hastía de sobremanera las
dispuestos a perder la soberanía de sus impertinencias federales, las intromisiones
espacios. que cometían en su vida diaria:

En este punto mencionaremos que, para Oye uno su misa […] Después entra
efectos de realizar de manera plausible uno con los amigos en la tienda de
nuestro análisis, tomaremos a los dos Primitivo López a hacer las once. Se
protagonistas como los personajes modelo toma la copita […] Todo está bueno,
a estudiar. Nos referimos, entonces, a porque no se ofende a nadie. Pero
Demetrio Macías, el jefe de la banda, y a un que comienzan a meterse con usté;
joven que aparecerá unos capítulos después, que el policía pasa y pasa, arrima la
también en la primera parte, Luis Cervantes. oreja a la puerta, que al comisario o
Esto debido a que son los personajes que a los auxiliares se les ocurre quitarle
mayor desarrollo tienen a lo largo de la obra, a usté su gusto24.
es posible observar una mayor cantidad
de intervenciones y parlamentos, y son Al protagonista y su ejército, se le suma
los que guían, en cierto sentido, el actuar prontamente un nuevo personaje, Luis
del conjunto de los rebeldes. Los demás Cervantes. Es un joven periodista y estudiante
hombres pertenecientes al ejército de de medicina que desertó de las filas
Macías son veinticinco. Ellos componían federales, para unirse al bando villista: “los
una hueste cerrada, fraterna y leal a su líder; dolores y las miserias de los desheredados
mas no pretendemos detenernos en ellos alcanzaron a conmoverlo; su causa es la
demasiado, salvo en ocasiones particulares,
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Menton, �����������������
op. cit., p. 286.
23 Azuela, op.
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cit. p. 40.
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Ibídem, p. 8. �������
Ídem.

174 Historia en Movimiento Año IV · Número 4 · 2017


causa sublime del pueblo subyugado que panorama general alentador y bastante
clama justicia, sólo justicia”25. Cervantes es optimista, que se condice con el profuso
un joven idealista, que llega abrazando las espíritu inicial de una gesta de este talante.
causas de la Revolución y se hace acreedor Más aún, el narrador nos muestra cómo es
de la confianza de la tropa. que el pueblo alienta a los rebeldes y los
apoya, concreta o psicológicamente, ya sea
La revolución beneficia al pobre, por simpatía hacia los mismos, o bien, por
al ignorante, al que toda su vida rabia hacia los federales:
ha sido esclavo, a los infelices que
ni siquiera saben que si lo son es Entonces señá Fortunata contó
porque el rico convierte en oro las su cuita. Ella le tenía muy buena
lágrimas, el sudor y la sangre de los voluntad a los señores de la
pobres…26. […] revolución. Hacía tres meses que
-Yo he querido pelear por la causa los federales le robaron su única
santa de los desventurados… pero hija, y eso la tenía inconsolable y
ustedes no me entienden… Ustedes fuera de sí28. […] Pasó una semana,
me rechazan… ¡Hagan conmigo, quince días; los federales no daban
pues, lo que gusten27. señales de vida. Por otra parte, el
frijol y el maíz abundaban en los
Este nuevo personaje, sumado al de ranchos inmediatos; la gente tal
Demetrio Macías, revela la composición de odio tenía a los federales, que de
un discurso autorial que induce una lectura buen grado proporcionaba auxilio a
a la cual se accede en una doble escala: los rebeldes29.
la primera, motivada por el campesino,
demuestra un vínculo perpetuo y directo Mas dichos mecanismos de estabilización
con la tierra, con la posesión de la misma y del ambiente de la novela, mediante los
su usufructo. Es aquella prístina aspiración cuales el relato es un relato límpido, estaría
de pertenencia del ser humano: la pronto a caducar. Esto pues, luego, en
correspondencia del ser con su espacio vital. los últimos capítulos de la primera parte,
La segunda escala de lectura es universal, surgen paulatinamente, sin mayor aparataje
es la abstracción de una idea generalizada en primera instancia, lo que a posteriori
a la mayoría, y se asimila al personaje de será la recurrencia del binomio desilusión-
Luis Cervantes y su filantropía; su capacidad resignación en torno a la Revolución,
teórica e intelectual, dada su condición las personas, y el proceso mismo en su
universitaria, le permiten configurar un totalidad.
relato revolucionario abarcador y totalizante.
Ambos niveles de lectura se aglutinan en En el capítulo dieciocho aparece Alberto
un solo discurso gracias a la amplitud del Solís, personaje clave que introduce por
tratamiento por parte del narrador. primera vez el elemento de la duda frente
a los ideales, frente a los actos y frente a los
Hasta el momento, en esta primera parte personajes y su actuar. Para Solís, que ha
han surgido principios revolucionarios perdido ya la fe en la Revolución, los hombres
legítimos que nos permiten apreciar un que participan en ella son meramente
´bandidos`, ni héroes ni modelos a seguir.
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Ibídem, p. 21.
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Ibídem, p. 25. ����������������
Ibídem, p. 31.
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Ibídem, p. 26. ����������������
Ibídem, p. 33.

Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 175
[ENSAYOS]

Solís hace su aparición tres capítulos antes Solís ve en los campesinos, herederos de
del cierre de la primera parte, justo la mitad los indígenas, un linaje incapaz de concretar
de la novela; y podemos decir que es en los objetivos de la revolución. Es, a su vez,
ese momento preciso en el que se rompe la el vate que predice aquello que ocurrirá
panorámica optimista que ha caracterizado desde el segundo capítulo de la segunda
hasta el momento narración del proceso parte: “Lástima que lo que falta no sea
revolucionario. igual. Hay que esperar un poco. A que no
haya combatientes, a que no se oigan más
Entusiasmo, esperanzas, ideales, disparos que los de las turbas entregadas
alegrías… ¡Nada! Luego no le queda a las delicias del saqueo”33. Es el punto de
más: o se convierte usted en un inflexión, el punto bisagra, en que cambia
bandido igual a ellos, o desaparece el tratamiento del conflicto. El motivo de
de la escena, escondiéndose la Revolución se desvirtúa, ya que “los
tras las murallas de un egoísmo personajes son prontos a confundir y
impenetrable y feroz30. apropiar los derechos públicos en función de
sus apetitos privados y de servir el capricho
Azuela, según críticos que habrían estudiado del jefe”34.
su obra y sus memorias personales31,
proyectó en este personaje su alter ego,
dado que, al igual que Alberto Solís,
pasados los meses en su labor al interior DE LA REVOLUCIÓN A LA
del ejército, fue desilusionándose de lo BARBARIE
que observaba y recababa como material
para sus posteriores escritos. A partir de las Desde este momento y en adelante se nos
pequeñas minucias, tanto escritor de carne presenta un declive en la calidad moral de
y hueso como personaje ficticio se van los actos acometidos por los personajes. El
desilusionando de la labor que acometen: interés por librarse – y librar al pueblo - del
hostigamiento federal que caracterizó toda
la primera sección, tiende a inclinarse más
¿Hechos?... Insignificancias, por intereses individuales, desvirtuándose
naderías: gestos inadvertidos para el paso por los caseríos en verdaderos
los más; la vida instantánea de saqueos más que en aprovisionamiento
una línea que se contrae, de unos para las batallas. Así lo demuestra uno de
ojos que brillan, de unos labios que los parlamentos proferidos, al inicio del
se pliegan; el significado fugaz momento en que registran una casa:
de una frase que se pierde. Pero
hechos, gestos y expresiones que,
agrupados en su lógica y natural […] si eso de que los soldados
expresión, constituyen e integran vayan a parar a los mesones es
una mueca pavorosa y grotesca a cosa que ya no se usa. ¿De dónde
la vez de una raza… ¡De una raza vienen? Llega uno a cualquier parte
irredenta!32 y no tiene más que escoger la casa
que le cuadre y ésa agarra sin

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Ibídem, p. 61. 33 Ibídem, p. 71.
31 Mansour, op. cit. p. 319 34 Fuentes, Carlos, La Ilíada descalza. En Azuela, op. cit.,
32 Azuela, op. cit. p. 62. p. 27.

176 Historia en Movimiento Año IV · Número 4 · 2017


pedirle licencia a naiden. Entonces, la segunda parte y en la tercera, los
¿pa quén jue la revolución? ¿Pa los personajes están ´mugrientos`, así
catrines? Si ahora nosotros somos como todos los lugares por los que
los catrines35. pasan, y sus ropas están rasgadas
y estropeadas37.
Aún así, en esos momentos, todavía
quedaba esperanza en los rebeldes, En forma de espiral ascendente, se va
expresada en un tímido “¡Qué hermosa es haciendo presente la ambición de Luis
la Revolución, aun en su misma barbarie!”36, Cervantes en el texto. Con los saqueos se
proferido por el mismo Solís, que tras un apodera de cierto monto, cierta ´comisión`,
momento de vacilación, se define a favor que va acumulando individualmente. Aquí
de estos, pues finalmente serán los que se provoca un primer distanciamiento entre
derroquen la tiranía. Demetrio Macías y Cervantes, dado que, al ser
divergentes sus motivaciones primigenias
Mariano Azuela estuvo desde un comienzo para estar presentes en la Revolución, sus
a favor del movimiento y sus ideales, mas reacciones frente a los distintos sucesos del
sufrió desilusiones y con el tiempo se fue proceso son igualmente distintas.
resignando. Esto debido principalmente al
oportunismo que veía en muchos de los Mientras el campesino sigue afirmando
hombres de armas, aceptando puestos su voluntad, su apego a la tierra propia
políticos si se les presentaba la ocasión para labrar, su “no le tengo amor al
o quedándose con el dinero de alguna dinero”38; el estudiante, que a lo largo del
empresa, y a las rivalidades personalistas relato demostró ser el hombre con mayor
que fueron surgiendo a partir de los conciencia global y totalizante del proceso
triunfos, disolviendo los principios y las político revolucionario, demuestra su
buenas prácticas, fraternas, leales, que faceta logrera, acaparadora y personalista.
caracterizaban, por ejemplo, al ejército de El primero, vemos, encarna aquel impulso
Macías en un inicio. prístino, aquella pureza con que se va
tomando la lucha, pero que sin embargo
Es más, las descripciones circunstanciales se va apaciguando con el paso del tiempo;
son marcas textuales que nos señalan mientras que el segundo, a su vez, representa
cambios en el estilo de la narración, o algún el debilitamiento de los principios rebeldes,
giro determinado, reflejado la decadencia de los ideales populares que llevaron hasta
del conflicto revolucionario: ese punto las batallas. Ambos se degradan,
por motivos diversos, pero se degradan al
Al principio, los personajes son fin y al cabo.
pobres, pero en general están
limpios y llenos de ánimo (primera Los mismos delitos que acomete el
parte); después, con el auge de ejército de Demetrio Macías, van tiñendo
los ´avances` (robos y saqueos) y la atmósfera de la narración de tristeza
los triunfos, están algo sucios pero y penuria. Son los actos en sí los que los
con mejores ropas que, en algunos van condenando, y es el mismo narrador
casos […], llegan a lo grotesco y quien se encarga de matizar el ambiente en
ridículo (segunda parte); al final de función de ello, como una fiel reflejo de lo

35 Azuela, op. cit. p. 78. 37 Mansour, op. cit. p. 308.


36 Ibídem, p. 71. 38 Azuela, op.
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cit. p. 95.

Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 177
[ENSAYOS]

que sucede y un anticipo de lo que vendrá. personajes pierden el entusiasmo, el aliento.


En la siguiente cita, es claro el cambio de Las fuerzas se debilitan.
aire, de estilo, la mayor solemnidad:
Se reanudó la marcha, y la desazón
Demetrio durmió mal, y muy se tradujo en un silencio lúgubre. La
temprano se echó fuera de la otra catástrofe venía realizándose
casa. ´A mí me va a suceder algo`, callada, pero indefectible. Villa
pensó. Era un amanecer silencioso derrotado era un dios caído. Y los
y de discreta alegría. Un tordo dioses caídos no son dioses ni son
piaba tímidamente en el fresno; nada42.
los animales removían las basuras
del rastrojo en el corral; gruñía el A su vez, el pueblo que tanto los había
cerdo su somnolencia. Asomó el apoyado, que durante tantos meses les
tinte anaranjado del sol, y la última había dado de comer, prestado ayuda,
estrellita se apagó. Demetrio, paso estancia, alimento, volvía a sentir odio y
a paso, iba al campamento39. rabia, pero esta vez contra los villistas. Los
saqueos, robos e impertinencias que en un
O, la más trágica imagen aún, “Cuando primer momento habían reprochado a los
pretendió reconstruir la imagen de su hijo, federales, los campesinos emularon de tal
fueron vanos todos los esfuerzos; lo había manera, que causaron escozor y polémica
olvidado40. entre quienes observaron con esperanza
la liberación del yugo de los carrancistas,
El ambiente de pesimismo se hace sentir en depositando su confianza en las fuerzas
el relato, hasta que llega la noticia definitiva rebeldes. Es decir, el apoyo externo también
que sepultaría todas las esperanzas que estaba perdido.
albergaban los hombres levantados en
armas. Finalmente, las vidas de los dos personajes
principales a los que hemos estado
A Demetrio se le contrajo la haciendo un seguimiento, tienen desenlaces
frente como si algo muy negro diametralmente opuestos, que encuentran
hubiera pasado por sus ojos […] su correspondencia con las actitudes que
El efecto fue brusco y definitivo. toman a lo largo del relato y su desarrollo. Por
Los prisioneros pudieron entonces un lado encontramos a Luis Cervantes, que,
dar una detallada relación de a base de oportunismo y aprovechamiento
la tremenda derrota de Villa en de la situación política, se enriqueció
Celaya. Se les escuchó en un saqueando los pueblos ya mencionados,
silencio de estupefacción41. para luego darse a la fuga y poder concluir sus
estudios en los Estados Unidos. Es más, en
Con la derrota de Villa frente a las fuerzas la novela, escribe una carta a su compañero
carrancistas, los hombres y mujeres de lucha Venancio, donde demuestra sus
revolucionarios se sienten perdidos y sin reales orientaciones. Un fragmento que
rumbo. Cuando Villa es derrotado los extrajimos reza lo siguiente:

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Ibídem, p. 105.
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Ibídem, p. 106.
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Ibídem, p. 128. �����������������
Ibídem, p. 129.

178 Historia en Movimiento Año IV · Número 4 · 2017


Me parece difícil, amigo Venancio, resquebrajadura enorme y suntuosa
que pueda usted obtener el título de como pórtico de vieja catedral,
médico que ambiciona tanto aquí Demetrio Macías, con los ojos fijos
en los Estados Unidos, por más para siempre, sigue apuntando con
que haya reunido suficiente oro y el cañón de su fusil…45.
plata para comprarlo. Yo le tengo
estimación, Venancio, y creo que es Se extingue así el personaje que encarnaba
muy digno de mejor suerte. Ahora la lucha de emancipación bajo los ideales
bien, se me ocurre una idea que y principios de tierra y libertad. Si es que
podría favorecer nuestros mutuos aquellos que utilizaban los discursos para
intereses y las ambiciones justas sus fines personales han escapado a tierras
que usted tiene por cambiar de lejanas, olvidando todo pasado, quienes
posición social43. luchan realmente por la Revolución, perecen
solitarios y en desolación.
Para rematar luego con una ambiciosa
propuesta, que contraviene todo lo
predicado por él mismo durante el proceso
revolucionario en México: A MODO DE BREVE COROLARIO
En consecuencia, Los de Abajo, novela que
No vacile, querido Venancio; nos relata las historias de lucha anónimas,
véngase con los fondos y podemos más allá de ´un tal Villa` o ´un tal Carranza`,
hacernos ricos en muy poco expone un desarrollo de continuidad
tiempo. Sírvase dar mis recuerdos del conflicto caracterizado por un doble
afectuosos al General, a Anastasio desplazamiento, un primero ascendente y
y demás amigos. Su amigo que lo un segundo descendente.
aprecia, Luis Cervantes44.
El desplazamiento ascendente corresponde
Y, por el otro lado, la visión más pura, más a la primera parte y concluye exactamente
inocente de la Revolución; la posición que en el centro de la novela. El movimiento de
no abandonó sus principios, sino que este segmento corresponde a la unificación
tuvo presente la propiedad de la tierra de las fuerzas protagonistas en torno a un
hasta el último momento, quedó solo. Los objetivo común, que es el derribamiento
compañeros fueron desertando o fueron de las tropas federales y sus cabecillas. Se
asesinados. La desolación fue la compañía de presenta una unidad general motivada por
Demetrio Macías. No obstante, se mantuvo la coincidencia en los principios e ideales,
peleando hasta el último momento. reforzada por una unidad de estilo narrativo
y por una considerable afinidad en las
Demetrio apunta y no yerra un solo relaciones entre los distintos personajes, su
tiro… ¡Paf!... ¡Paf!... ¡Paf!... Su puntería actuar, sus parlamentos y –como vimos–
famosa lo llena de regocijo; donde sus vestiduras, temples y ánimos.
pone el ojo pone la bala. Se acaba Dicha homogeneidad en los patrones de
un cargador y mete otro nuevo. comportamiento de los protagonistas y
Y apunta… […] Y al pie de una demás personajes, secundarios y terciarios,

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Ibídem, p. 123.
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Ibídem, p. 124. ����������������������
Ibídem, pp. 139-140.

Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 179
[ENSAYOS]

se rompe al momento de concretarse las con la tierra, un honorable código valórico


predicciones del vate Alberto Solís, quien, que lo hace permanecer en su puesto de
de manera pesimista, augura la barbarie y combate. El desinterés presentado revela
el descentramiento de los principios que nobleza, y por lo mismo, dentro de las
caracterizan las vibraciones y estímulos de los apreciaciones subjetivas sobre el significado
activistas revolucionarios. Así, a partir de los del levantamiento, pero también a partir de
pronósticos del personaje bisagra del relato las apreciaciones sobre los frutos que se van
y del comienzo de los saqueos por parte de cosechando en el transcurso del proceso,
las fuerzas rebeldes, se da inicio al segundo el campesino ha perdido conexión real con
movimiento general de desplazamiento del Cervantes; y ambas partes dejan de trabajar,
texto, el desplazamiento descendente que en lo concreto, por el mismo objetivo.
convierte a Los de Abajo en una novela de la
degradación. En este período se desintegra El amargo final que se nos relata es el
la mentada unificación villista, no solamente reflejo de las consideraciones subjetivas de
en el plano estratégico de acumulación de Mariano Azuela frente al proceso, desde la
fuerzas para la lucha contra el adversario, particularidad, pero con un horizonte de
sino que también en el aspecto subjetivo de ampliación hacia la transversalidad de lo
los principios y motivaciones que mueven que ocurre en todo el territorio mexicano.
a los personajes. Es en este momento en La muerte del protagonista y la huida
que observamos que el antagonista de la del estudiante no hacen otra cosa sino
novela se desplazó, ya no corresponde al revelarnos el pesimismo y la desilusión con
federalismo, sino que se encuentra dentro la que el autor da término a su estancia al
de las mismas filas de Macías. Ahora, el interior de las fuerzas rebeldes.
combate se libra a la interna y quien debe Es este relato, capital de la literatura de la
ser superado es aquel elemento bárbaro Revolución mexicana, una visualización del
que desvirtúa el objetivo final de la lucha. período que presenta una perspectiva de
En esta circunstancia se produce una los hechos muy particularista. Es, a la vez,
nueva escisión, que no necesariamente un documento a partir del cual se pueden
se refleja en un fraccionamiento real del extraer múltiples conclusiones de lo que fue
ejército protagonista, pero sí se traduce en el movimiento a la interna, cuáles fueron
un quiebre elocuente en cuanto al grado de los incentivos para los distintos sujetos
compromiso adquirido con el proceso en implicados, cómo se movían las fuerzas
su conjunto. El estudiante Luis Cervantes y cuáles eran los distintos elementos que
genera un doble discurso, uno hacia adentro influyeron en las decisiones que se iban
y otro hacia afuera, según los cuales acepta tomando. Es por consiguiente, un relato
la tosca decisión de robar y saquear a los que no puede ni debe pasar desapercibido
pueblos circundantes, enriqueciéndose ni ser olvidado, puesto que –aunque por
a ultranza y renegando de los principios momentos se nos olvide–, los movimientos
prístinos de la rebelión; mientras surgidos desde abajo son los que mueven
tanto, continúa asesorando a Macías, la historia y terminan sacudiendo hasta la
aconsejándole y moviéndole a la acción última fibra de la época en la que estallan.
noble, a la pervivencia y la continuación de
la defensa de los ideales que la Revolución
plantea y representa. Por el otro lado,
Macías demuestra un real compromiso

180 Historia en Movimiento Año IV · Número 4 · 2017


DEUDA HISTÓRICA Y
FALSIFICACIÓN: UNA RESPUESTA
AL TRABAJO DE LEONARDO
LEÓN Y SU INTERPRETACIÓN
LIBERAL DE LA HISTORIA
MAPUCHE
Hoy venimos a España en busca de la verdad y una explicación de
la actitud asumida ayer, además de la posición de España sobre los
tratados celebrado con la nación Mapuche*

POR RAMIRO RODRÍGUEZ LINCOÑIR1

Hace ya un tiempo apareció en el diario la ¿existe una deuda histórica con el pueblo
tercera una breve columna del historiador mapuche?
Leonardo León Solís, titulada “La
falsificación de la historia y la memoria”2 En lo sucesivo desarrollaré una respuesta
cuyo contenido polémico lanzó una serie alternativa a la pregunta de León Solís y a
de acusaciones sobre las interpretaciones una serie de otras interrogantes lanzadas por
actuales de la historiografía mapuche, tanto él, así como a sus afirmaciones contenidas
de historiadores indigenistas pro mapuche en el mentado e infausto artículo, pero por
como del movimiento mapuche en general, sobre todo a un trabajo suyo anterior que
para lo cual parte desde una pregunta inicial: es el que sustenta todo este desafortunado
lio titulado “La danza de los pesos y de las
hectáreas: lonkos y comerciantes en la venta
1 Sociólogo, egresado de la Universidad de Concepción. de tierras mapuches, 1858-1864” aparecido
ramirote@gmail.com en el año 2014.3
2 Disponible en http://www.latercera.com/noticia/opinion/
ideas-y-debates/2016/01/895-664367-9-la-falsificacion-
de-la-historia-y-de-la-memoria.shtml 3 Texto en línea http://bibliotecadigital.academia.cl/han-
* Mariqueo, Reynaldo, 23 de noviembre de 1999. Werken y Coordinador de Asuntos Internacionales del Consejo Inter-regional
Mapuche. Disponible en http://www.mapuche-nation.org/espanol/html/nacion_m/tratados/cmdo-01.htm

Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 181
[ENSAYOS]

Para quienes ubican a Leonardo León saben sido un “proceso complejo (sic) no reducible
que no es un aparecido en lo que respecta a un simple fraude generalizado” y por tanto
a la historia mapuche e incluso muchos lo los mapuche no fueron víctimas pasivas
tenían hasta hace poco por “indigenista”, por sino sujetos históricos activos de su propio
lo que de seguro su columna ha descolocado devenir.
a varios, sin embargo él se ha revelado un
continuador del trabajo de Sergio Villalobos, ¿Cómo llega a ello León Solís? A través de
y en lo polémico tampoco se queda atrás. su trabajo de investigación (aun en curso
pareciera) titulado “La danza de los pesos
y de las hectáreas” publicado el año 2014,
como ya señalamos y donde plantea
DE FALSIFICADORES Y DEUDORES como hipótesis central que “en dichas
transacciones no hubo engaño ni fraude”5,
¿Existe una deuda histórica? Se preguntaba —cuestión reafirmada en su artículo de
León Solís en su artículo. Su respuesta fue la tercera— y cuyos objetivos específicos
claramente negativa debido a que ella serían: a) radicar la reflexión sobre los hechos
contendría una serie de imprecisiones: 1) la reales; b) reconstruir los procesos históricos
idea de “PUEBLO” (Mapuche), que se habría y; c) descubrir el error estratégico que llevo a
impuesto sólo hace unos años producto los mapuche a la pobreza actual. Por último
del trabajo de José Bengoa y adoptada reclama el reconocimiento y aceptación del
(por peñis e indigenistas pro mapuche) rol de los jefes mapuche cumplieron en el
por motivos políticos (léase contrarios a la proceso de auto expoliación territorial como
verdad); 2) lo que habría existido realmente un hecho histórico real necesario para el
(la verdad) serían tribus e identidades conocimiento de los factores reales de la
étnicas y; 3) el vocablo PUEBLO —el cual Pacificación de la Araucanía.6
carecería de historia— genera para el
Ahora que hemos resumido sucintamente
caso mapuche (¡no el chileno!) una falsa
la tesis y propuesta de León Solís,
impresión de unidad. Luego afirmará que
abordaremos sus imprecisiones.
frente a la acusación lanzada sobre el estado
chileno de violencia, usurpación y genocidio,
estos “nunca se habrían demostrado” por
lo que el rol atribuido al estado es una
1.- Deuda histórica
FALSIFICACIÓN (sic); antes bien el estado
habría entrado a la saga de la propiedad Efectivamente —y aquí muchos puede que
privada en el wallmapu y su rol verdadero no compartan mi posición— no existe tal
habría sido en realidad de protector y “deuda” pero por motivos completamente
generador de orden ante la especulación diferentes y que ahora paso a detallar.
generalizada concertada entre lonkos y Hablar de deuda significa aceptar que
huincas para burlar la ley reiteradamente. efectivamente hubo una transacción de
Sin embargo en un arrebato de sinceridad naturaleza comercial entre ambos pueblos
León reconoce que “aún no logramos (aunque afirme que el Mapuche no lo es)
comprender las razones que llevaron a los
mapuche a enajenar las tierras de modo
voluntario”4; concluyendo que éste habría hectáreas. Lonkos y comerciantes en la venta de tierras
mapuches, 1858-1864”, en Tiempo histórico, Santiago, año
5, nº 8, 2014, p. 19.
dle/123456789/3238 5 Ibídem, p. 18.
4 León Solís, Leonardo, “La danza de los pesos y de las 6 Ibídem, p. 19.

182 Historia en Movimiento Año IV · Número 4 · 2017


y que ésta simplemente no se ha pagado reales”, después de todo sólo trabajó —y
aún pero que de hacerse efectivo el pago — no hay nada que indique lo contrario— con
por parte del estado chileno— el problema fuentes notariales y secundarias y nada
estaría resuelto y además dicha transacción se dice de un posible cruzamiento con la
no se podría revertir ni anular. La verdad es oralidad y la memoria que aún persista
que toda esta jerga comercial no hace otra de aquellos hechos en las comunidades
cosa sino ocultar un problema de naturaleza actuales. Sólo así se entiende en parte su
político bajo un manto apolítico propio del rechazo a la acusación que pesa sobre el
liberalismo que sólo dificulta aún más el estado de haber cometido la ocupación de
reconocimiento de derechos políticos hoy manera violenta y genocida. Otra manera
en día. Lo que hubo y existe realmente es de entender su negativa, que no comparto
una OCUPACIÓN ilegitima del territorio en absoluto, es su lógica implícita que hay
mapuche y además ilegal si se mira el detrás de su propuesta interpretativa de los
derecho internacional vigente en aquel hechos de aquel entonces, y que no es otra
entonces. Pero veamos más en detalle los que una visión liberal individual extrapolada
datos aportados por el autor. acríticamente hacia la totalidad del pueblo
mapuche o al menos a algunos de sus
De los casos revisados por él, podemos lonkos.
observar que efectivamente hubo
participación activa y sostenida en el Si revisamos en detención su trabajo,
tiempo de varios lonkos en las ventas de veremos que los lonkos que más resaltan
tierras o enajenaciones en aquel entonces, por su efectiva participación en la venta de
según se desprende de los propios tierras son en primer lugar Juan Colima (tres
documentos notariales revisados por León. operaciones) y Pascual Paine, seguidos luego
Aquí es necesario hacer una aclaración más atrás por Francisco Coli, José Santos
metodológica respecto a la limitación de las Pichun, Juan Millaleo, Juan Runquihueque,
fuentes en cuanto a su interpretación como Francisco Marileo, entre varios otros.
herramienta que permita una adecuada Todo ello pareciera darle la razón al autor
aproximación a las razones subjetivas respecto a la complicidad de los lonkos en
detrás de dichas enajenaciones, cuestión todo lo sucedido, pero en honor a la verdad
efectivamente reconocida por el autor: debemos reconocer que la sinvergüenzura, la
traición y la torpeza no son de ningún modo
tampoco podemos establecer invención ni patrimonio de pueblo alguno
—desde el registro notarial— la en particular, aunque algunos destaquen en
buena o mala fe con que operaban ciertos periodos y circunstancias.
ambas partes porque el acta de la Continuando con la revisión de su trabajo
diligencia, dando cuenta que todo llama la atención, de las transacciones
se había hecho de acuerdo a la Ley, registradas en general, el bajo precio
es el único registro que queda de la pagado por las tierras a los mapuche
transacción.7 a diferencia de las transacciones entre
huincas exceptuando un caso calificado de
Tómese entonces esto como una palo blanco por el propio León. Otro aspecto
atemperación de su llamado positivista llamativo tiene que ver con el tamaño de
de “radicar la reflexión en los hechos los terrenos vendidos los cuales podían
diferir enormemente entre sí, no obstante
7 Ibídem, p. 22. mantener el mismo precio:

Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 183
[ENSAYOS]

Nº. 18. Nº. 16 de Repertorio. Con tiene dado por el mencionado


fecha cuatro de junio de 1856, ante terreno la suma de mil pesos
el señor Intendente de la provincia ($1.000). Nacimiento, diciembre 30
don Francisco Bascuñán Guerrero, de 1861.
el indígena Pascual Paine, vecino de
Malven, vendió a don Pedro Lagos La diferencia en el tamaño del terreno
por escritura pública otorgada por vendido es abismal y sin embargo el precio
el primero, un retazo de terreno es el mismo, y es difícil querer explicarlo
que hubo por herencia de su finado sólo por las diferencias de las características
padre Mari-llanca ubicado en del terreno, considerando que en aquel
Malven y de extensión como de entonces las condiciones generales de las
mil cuadras más o menos y cuyos tierras que se vendían no debían diferir
linderos son los siguientes: al Sur radicalmente unos de otros.
lo divide propiedad del vendedor,
deparándole de este unos perales Veamos otra operación que aparece
línea recta hasta Rapilco; al norte consignada en el trabajo de León, esta vez
con la de los indígenas Marileos; entre dos huincas, Pantaleón Sánchez y
al oriente el estero de Los Perales; Eduardo Boonen, donde el primero le vendió
y al Poniente el estero de Rapilco. títulos y derechos por 1000 cuadras en el
Así deslindado le fue vendido lugarejo llamado Mulchen, descrita además
al expresado señor Lagos por el como un mecanismo de blanqueamiento y
indígena indicado en la cantidad encubrimiento:
de mil pesos (1000 $). Nacimiento,
abril 8 de 1863. que obtuvo por compra que hizo
al indígena Catriel cuyo título es
Luego en otra venta podemos leer: “Mulchen”, el que queda bajo los
límites siguientes: por el Norte Bureo,
Con fecha 15 de marzo de 1858, desde las juntas de este río con las
ante el Intendente de la provincia de Mulchen y Trinquilemu, con Bureo
don Cornelio Saavedra, otorgaron se tira una línea recta al poniente
escritura pública los indígenas hasta encontrar el camino que
Pablo Pillaguir y Juan Paine, pasa a la orilla del cerro Cochento,
vecinos de este Departamento, cuyo camino sale de vado de Los
de un retazo de terreno como Maitenes en Bureo y divide esta
de 10.000 cuadras con el título línea la propiedad del indio Salfate
Barrantué, Subdelegación de este Pilquil; por el costado del Norte lo
pueblo, colindante por el Sur con divide el mencionado camino de
el cerro Mura en línea recta desde Los Maitenes, en dirección al sur
el río Vergara hasta Los Pantanos; y como seis cuadras antes, poco
por el Norte con el estero de Molino más o menos, de una mancha de
y desde el origen de este hasta ciruelos; por el Sur con terrenos de
el estero de Los Pantanos; por la mujer del indio Felipe, tirando
el Oriente el río Vergara; y por el una línea recta desde el camino de
Poniente el lugar de Los Pantanos. Los Maitenes hasta las juntas del
Así deslindados se los vendieron estero Rigüen con Mulchen, cuya
a don José Antonio Pantoja quien línea atraviesa por una mancha

184 Historia en Movimiento Año IV · Número 4 · 2017


de guindos y el estero Trinquilemu; su acusación de complicidad es una
por el oriente el río Mulchen desde lógica liberal generalizada en la sociedad
las juntas de Rigüen por el sur y mapuche de aquel entonces y que se
hasta las de Bureo por el Norte. caracterizaría porque los partícipes de las
Así deslindado se lo vendí en la operaciones comerciales —para el caso
cantidad de tres mil pesos (3000 $). que nos interesa, los lonko y mapuche en
general involucrados— estarían primero
en igualdad de condiciones para contraer
Para los dos casos anteriores de mil o 10 acuerdos y operaciones contractuales;
mil cuadras, el precio fue el mismo; en segundo, serían actores racionales bien
este caso por la misma cantidad (1000 informados y conocedores a cabalidad de la
cuadras), el precio es claramente superior, ley y todo lo necesario; y tercero, concurrirían
sólo cambió la “nacionalidad” de los voluntariamente y en libertad, ajenos a toda
involucrados o “etnicidad” según se prefiera. coacción que pudiese cuestionar la legalidad
Además se debe considerar que los terrenos de dichos actos y cuerdos, cuestión última
involucrados en general pertenecen todos que ya habría considerado Francisco
a una misma área: alrededores o cercanías Vitoria en el XVI al momento de elaborar
de Mulchén, como en el caso de malven. sus tesis de los justos títulos y criticar los
Por otro lado, si revisamos los demás casos requerimientos.8 Ni hablar de la moralidad
consignados en el trabajo de León, estos de las acciones; después de todo se trata de
por lo general no pasan de los 500 pesos en actos comerciales regidos por el utilitarismo
pago, con más o menos independencia del de la época. Sin embargo, el autor les otorga
tamaño en cuestión. una significación y simbología (¿compartida?)
unilateral de cesión de soberanía, pero que
Entonces, ¿quiere decir lo anterior que el no tiene base legal, conclusión que parece
autor se contradice respecto a la pretendida tomar de un trabajo de PierGiorgio Di
ausencia de engaño y fraude en las Giminiani9 pero que desafortunadamente
transacciones defendida por él? En parte no he podido conseguir.
sí y no. Sí, porque en general son varios
los casos que el mismo encuentra reñidos
con la ley, salvo que en ellos también 8 Al respecto se puede consultar Maldonado Simán, B.
(2006). La guerra justa de Francisco de Vitoria. Anuario Mex-
estarían involucrados los propios lonkos. icano de Derecho Internacional, 1(6). Consultado en https://
Precisamente en esto último sostendría revistas.juridicas.unam.mx/index.php/derecho-internac-
ional/article/view/166/268; Burillo, J. (1988). Francisco de
su tesis de complicidad y “no engaño” Vitoria: Los Títulos Legítimos a las Indias. GLOSSAE. Revista
sostenida por él. Además, debemos De Historia Del Derecho Europeo 1 (1988). Consultado en
considerar que los actos registrados por https://digitum.um.es/jspui/bitstream/10201/27762/1/05-
Francisco%20de%20Vitoria,%20los%20titulos%20legíti-
los archivos son acciones individuales y mos%20a%20las%20Indias.pdf
particulares contra el estado de derecho y Instituto de Derecho Común, Universidad de Murci; Franco
no actos de estado ni del gobierno; son los de Macedo, R. Sobre la actualidad del pensamiento de
Francisco de Vitoria en la “sociedad globalizada” del siglo
individuos particulares los que violentarían XXI. BARATARIA
la ley, y con la complicidad de los lonkos. Revista Castellano-Manchega de Ciencias Sociales Nº 11,
pp. 41-56, 2010, ISSN: 1575-0825, e-ISSN: 2172-3184 DOI:
¿Tiene razón entonces León Solís? No, no http://dx.doi.org/10.20932/barataria.v0i11.150. También se
la tiene según mi parecer, por los siguientes puede consultar la página de Fray Ramón Hernández Mar-
motivos: tín, disponible en http://angarmegia.com/clavesvitoria.htm
9 El trabajo referido a pie de página por León lleva por título
Tierras Ancestrales, disputas contemporáneas: pertenencia
1.- Lógica liberal generalizada: el supuesto y demandas territoriales en la sociedad mapuche rural,
NO DEMOSTRADO que hay detrás de Ediciones Universidad Católica de Chile, 2012.

Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 185
[ENSAYOS]

2.-Venta de la Soberanía: En efecto, ninguna antecedente que pueda arrojar


habría una unilateral interpretación de las luces sobre dicho fenómeno, ya sea desde la
operaciones de venta, cuando mínimo antropología o la etnohistoria, asumiendo de
dudosa, como una renuncia o cesión de manera bastante simple que la concepción
la soberanía, confundiendo y mesclando liberal de la propiedad era la regla a ambos
conceptos que ya en ese entonces estaban lados del Bio Bio.
meridianamente diferenciados, pues la
propiedad o dominio, adquirido con la 5.-Supuesto rol regulador y benefactor del
compra de terrenos, NO es sinónimo estado: según sostiene, el estado habría
de SOBERANÍA. De ahí que rechace la entrado a la saga de la propiedad privada
idea de “deuda histórica” pero no por los con la finalidad de poner orden y control a la
motivos que aduce el autor (falsificación venta de tierras y acabar con la especulación
de la historia y rol benéfico del estado) pero —y esto es algo que él no reconoce—
sino por la naturaleza de las operaciones sin entregar razones legales contundentes
descritas que, insisto, son comerciales NO que sostengan la legitimidad del accionar
POLÍTICAS, como sí lo serían los diversos del estado al interior del territorio mapuche;
parlamentos firmados con la Corona y la ni siquiera morales como él pretende, al
república posteriormente y que luego serán autoasignarse unilateralmente el título de
ignorados y desconocidos por las nuevas soberano del territorio en cuestión y reclamar
autoridades chilenas que llevaron adelante su dominio a través de la instauración
la “pacificación”. unilateral y genocida del estado de derecho.
De muestra un botón. El siguiente es parte
3.- Generalización de la vida fronteriza: del relato de un simple soldado chileno que
desde luego, siguiendo a su maestro describe como fue la ocupación del territorio
Villalobos, León parece reducir toda la mapuche por el supuesto estado benefactor:
compleja realidad sociopolítica mapuche
del Gulumapu de ese entonces a lo Angol, mayo 31 de 1869
sucedido en el reducido espacio estudiado
por él y al periodo de tiempo que es por
lo demás bastante acotado (1858-1864). Señor don David Riquelme
De todos modos si nos atenemos al área Estimado hermano:
geográfica involucrada, vemos que muchos
de los lonkos y mapuche que habitaban el Tengo el gusto de escribirte para
lugar estuvieron de algún modo, directa o saber de ustedes en general, como
indirectamente, involucrados en la guerra a se encuentran, que yo estoy bueno,
muerte sólo unos pocos años antes y que habiendo regresado de la campaña,
al menos su resultado (negativo para varios sin la menor novedad.
lonkos que apoyaron el bando derrotado) Voy a referirte algo de los sucesos
puede haber condicionado y coaccionado que ocurrieron durante la marcha.
las relaciones políticas y comerciales que El día 25 de febrero se puso en
luego ocurrieron en el área, por lo que la campaña el ejército a las órdenes
lógica liberal (libre voluntad) no es sostenible del Sr. General D. J. Manuel Pinto,
de manera tan sencilla. acompañado del Sr. Ministro de la
guerra y Sr. Coronel D. J. Timoteo
4.-Transformaciones en la concepción de González, jefe del Estado Mayor
la propiedad mapuche: es este el aspecto General, compuesto de mil hombres
más descuidado por el autor y no entrega de línea y 358 entre milicianos e

186 Historia en Movimiento Año IV · Número 4 · 2017


indios auxiliares y después de seis quemaron más de 1000 casas y no
días de camino, llegamos a las se dejó pavo, ganso ni gallina. Se
márgenes del río Cautín, el cual comieron más 20.000 ovejas, como
pasamos como a las dos de la 4000 fanegas de papas, trigo y
tarde después de haber arrollado cebada, destruyendo los maizales y
y tomada prisionera la bandera cuanto se encontraba.
de guerra que los indios habían Deseo que todos se encuentren
enarbolado desde sus trincheras. buenos como yo, memorias a mi
Aquí quedaron muertos siete madre y los demás.
indios y tres españoles, tomados
prisioneros cinco que al día siguiente Juan Bta. Riquelme
fueron fusilados. Inmediatamente
de ganado el paso, los perseguimos La verdad es que cuesta encontrar lo
haciendo el completo exterminio benéfico del estado que reclama León,
de los cautivos, animales, casas, volviendo su acusación de falsificación de la
trigo, aves y siembra de cereales, historia contra su propia persona y trabajo.
comiéndolos en su mayor parte o Serán estos los “hechos reales” a los cuales
destruyéndolos a sangre y fuego.10 aboga atender, o sólo los asépticos registros
notariales estudiados por él.
Agregando más adelante: Es una lástima que no dispongamos de
más antecedentes del autor respecto a la
De nosotros no hubo ni heridos evolución del marco jurídico que él declara
siquiera. Continuamos en haber trabajado en una nota a pie de página11,
persecución hasta que nos llegó la sin embargo en lo sucesivo desarrollaremos
noche, nos reunimos trayendo como una crítica no desde los cuerpos legales
500 animales vacunos y 300 entre emanados por el estado para disfrazar su
yeguas y caballos. Alojamos y el día accionar, sino desde la teoría política y el
siguiente regresamos a reunirnos derecho de ese entonces.
con el resto del ejército y de ahí
viéndonos con más de dos mil
animales y que las lluvias hacían
crecer los ríos, se ordenó la retirada. LEY DEL EMBUDO
Durante ésta salió una tercera
división y trajeron más de 700 Quisiera regresar ahora al problemático
animales. En los demás entregaron asunto del vocablo PUEBLO, el cual según
como 1300 hombres indios y se el autor carecería de historia y que sólo
rindieron varios españoles.
Esta guerra ha sido una guerra de 11 Los documentos citados en cuestión son: “La integración
exterminio, pues en toda la tierra jurídica del Gulumapu Septentrional y el problema de la
tierra, 1852-1866” (documento de trabajo, 2014); “Ventas,
no se mataron menos de 30 indios donaciones, arriendos y medierías de tierras mapuches en el
sin contar los cautivos y más de distrito de Nacimiento, 1848-1863” (documento de trabajo,
ochenta heridos que se veían caer o 2014); “¿Ventas o usurpaciones? Balance bibliográfico sobre
el proceso de enajenación de tierras en la región septen-
morir y después los levantaban. Se trional del Gulumapu, 1793-1868” (documento de trabajo,
2014). Es lamentable no tener acceso a dichos documento
lo cual nos entregaría un panorama más amplio y acabado
10 Elgueta Vallejos, Carlos, Molcheñ: El Halcón Guerrero, para entender de mejor manera el trabajo de León Solís y su
SERVIGRAF, Santiago, 1994, pp. 132-133. polémica propuesta interpretativa.

Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 187
[ENSAYOS]

obedecería a intereses políticos presentes. Detengámonos un momento en el problema


Es que acaso ¿se puede expulsar la política, de la nación, el soberano y la soberanía,
las pasiones y los intereses de la historia? cuestión que olímpicamente se salta León
La verdad es que es imposible semejante Solís. Según el propio Andrés Bello define
exigencia y es preferible sincerarse y tomar en su libro Principios de Derecho de Jentes
partido como él así lo hizo aunque no lo (1832)13, donde reproduce principalmente
reconozca y se esconda tras un pretendido a autores tales como Vattel, Grocio, Kent,
positivismo y academicismo investigativo. Pufendorf entre muchos otros, nos dice que:
Y es que ni siquiera se da el trabajo de “Una nación o estado es una sociedad de
definir el concepto “pueblo” o ponerlo en hombres que tiene por objeto la conservación
discusión, salvo cuando es aplicado para el y felicidad de los asociados; que se gobierna
caso mapuche, no así para el lado chileno: por leyes positivas emanadas de ella misma
¿Cuándo nace el pueblo chileno? con la y es dueño de una porción de territorio”.14
fundación de Santiago, con la creación Alguien podría decir que los mapuche nunca
de la Capitanía general, con la república tuvieron estado, lo cual es cierto y que por
(en 1810 o 1818). ¿Qué podemos decir tanto no son nación pero Bello no nos está
de su identidad, era ésta acaso unitaria? diciendo que el estado sea un requisito
Se concibieron desde un inicio como sino simplemente lo usa como sinónimo
“comunidad imaginada” parafraseando de nación. Admitamos que Bello no define
a Anderson; estuvo exenta de conflictos los conceptos como lo haría una filosofo
interregionales, o es que el autor nos quiere versado además en historia, sin embargo
hacer creer que chile era una taza de leche, no podemos negar que era una figura
sólo interrumpida por belicosos mapuche influyente de la época, llegando a redactar
o araucanos o reche (como cierta teoría incluso el código civil chileno. Por otro
propone12), y caracterizada por una unidad lado está el concepto de “leyes positivas”
identitaria, ¿dónde se demuestra aquello? que también son ajenas en principio al
Por qué cada vez que se tocan conceptos mundo mapuche. Es asunto es sumamente
políticos desde la parte mapuche hay que complejo y sin embargo dejaremos algunas
hacer la necesaria justificación teórica de ideas planteadas al respecto; lejos de querer
cada concepto polémico (pueblo, nación, zanjar la discusión pero si, al menos, no
identidad, etnia, etc.) y sin embargo estos hacernos los lesos evitando toda referencia
son utilizados con la más completa libertad al problema como suele suceder en las
para el caso chileno sin ninguna autocrítica historiografía nacional.
ni análisis. Porque a fin de cuentas, la
negación del concepto pueblo para el caso Retomando a Bello hallamos que:
mapuche, que ya antes hizo el antropólogo
Horacio Larraín en los ‘90 ante la cámara, no El poder y autoridad de la soberanía
es otra cosa que la negación del SOBERANO se deriva de la nación, si no por una
y con ello negar cualquier reconocimiento de institución positiva, a lo menos por su
derechos políticos o siquiera la aceptación tácito reconocimiento y obediencia.
de la naturaleza política del problema y no La nación puede transferirla una
comercial (insisto).
13 En lo sucesivo las citas al libro se harán adecuando la
ortografía del libro al uso actual.
12 En otro lugar me ocupé en extenso en refutar la tesis 14 Bello, Andrés, Principios de Derecho de Gentes, Santiago,
de G. Boccará. Dejemos apuntado solamente que como Imprenta de La Opinión, 1832, p. 10. El remarcado es
también aclara Millalen que de partida su traducción esta nuestro.
errada.

188 Historia en Movimiento Año IV · Número 4 · 2017


mano a otra, alterar su forma, Claramente no podemos afirmar la
constituirla a su arbitrio. Ella es pues independencia de la capitanía general de
originariamente el soberano.15 chile antes de 1818. ¿Era caso una nación?
Algunos autores como Mario Góngora
Claramente el asunto de la existencia o no sostuvieron la idea que la nación chilena fue
del estado, no es importante en la definición una construcción del estado21. Así podemos
ni tampoco la ley positiva, sino sólo la entresacar más ejemplos del libro de Bello
nación que recordemos es una sociedad que ponen en cuestión la legitimidad de la
de hombres. ¿Dónde está entonces la ocupación del estado chileno del territorio
contradicción con la sociedad mapuche de mapuche, además de su legalidad:
ese periodo? Más adelante agrega:
Las tribus pastorales que viven
La cualidad esencial que hace a errantes dentro de ciertos límites,
la nación un verdadero cuerpo sin haberse repartido la tierra entre
político, una persona que se sí, llevando de un paraje a otro
entiende directamente con otras sus móviles aduares, según sus
bajo la autoridad del derecho de necesidades y las de sus ganados,
gentes, es la facultad de gobernarse la poseen verdaderamente, y no
a sí misma, que la constituye pueden ser despojadas de ella sin
independiente y soberana.16 injusticia.22

¿La sociedad mapuche hasta aquel No creo que sea necesario más ejemplos
entonces se gobernaba a sí misma? Eso de cómo la propia teoría legal y el derecho
está claramente demostrado por la historia, que se tenían por correcto y autores cuya
la arqueología y la antropología, al respecto autoridad era referencia en esa época
se puede consultar a Jorge Pinto Rodríguez demuestran lo arbitrario, injusto, ilegal e
(2003)17, incluso Guillaume Boccara (1998)18 ilegitimo del proceder del estado. De hecho
y más recientemente Jacob Sauer (2015)19. el párrafo precedente de Bello no hace otra
Ni que decir respecto a la existencia de los cosa que citar a Vattel.
tratados y parlamentos.
En otro aparatado podemos leer: “La Ahora respecto al tema de la propiedad que
independencia de la nación consiste en no era a fin de cuentas los que los particulares
recibir leyes de otra, y su soberanía en la huincas adquirían en dichas operaciones
existencia de una autoridad suprema que la comerciales y de especulación y no la
dirige y representa”.20 soberanía, Bello dice que: “El título de
propiedad patrimonial que se atribuyen
algunos príncipes sobre sus estados, se mira
15 Ibídem, p. 13.
en el día por los más célebres publicistas
16 Ídem. El remarcado es nuestro.
17 Pinto, Jorge, La formación del Estado y la nación, y el
pueblo mapuche. De la inclusión a la exclusión, Santiago de
Chile, DIBAM, 2003.
18 Boccara, Guillaume, Los Vencedores: Historia del pueblo 21 García de la Huerta, Marcos, “¿Crisis del estado o destruc-
mapuche en la época colonial, Santiago de Chile, Línea ción de lo público? Consideraciones en torno a una tesis de
editorial IIAM, 1998. Mario Góngora”, en Revista de Filosofía, volumen 70, año
����������������
Sauer, Jacob, The Archaeology and Ethnohistory of 2014, Facultad de Filosofía y Humanidades, Universidad de
Araucanian Resilience, Estados Unidos, Universidad de Chile, pp. 105-118. Texto en línea: http://www.revistafilosofia.
Vanderbilt, 2015. uchile.cl/index.php/RDF/article/viewFile/35933/37579
20 Ibídem, p. 16. 22 Ibídem, p. 26.

Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 189
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como una quimera”.23 En otro apartado legalidad y legitimidad de la ocupación del


tenemos que territorio mapuche, pues este no poseía la
propiedad de la tierra, aunque creará leyes
Los títulos en que se funda ad-hoc, y aunque Bello declarase que la
la propiedad de la nación o tierra, a diferencia del mar, era susceptible
son originarios o accesorios o e incluso deseable de apropiación desde la
derivativos. Los primeros se reducen perspectiva del derecho, sin embargo como
todos a la ocupación, sea que por hemos expuesto sobradamente en ningún
ella nos apoderemos de cosas que caso el estado demostró fehacientemente y
verdaderamente no pertenecen sin lugar a dudas su derecho a la soberanía
a nadie, como en la especie de sobre los territorios mapuche y ello es algo
ocupación que tiene con más que hasta el presente sigue sin resolverse,
propiedad este nombre […] o pues el PUEBLO MAPUCHE, sí era
finalmente de cosas cuya propiedad soberano, sí se autogobernaba, sí se daba
se invalida por el derecho de la sus propias leyes (admapu), sí poseía su
guerra, y que de consiguiente pasan propia institucionalidad política como lo ha
a la clase de res nullius, como se demostrado y repetido hasta el cansancio
verifica en la captura bélica.24 Pablo Mariman, sí mantenía acuerdos con
otros soberanos (corona española), etc.
Este párrafo es muy importante pues Todo ello nos permite hablar y afirmar,
contiene dos principios que a priori bajo los propios parámetros occidentales,
parecieran aplicarse al caso chileno: la res la existencia de la nación mapuche no
nullius y el derecho de guerra. En el caso como una creación de etnonacionalistas
de la res nullius, remite a las cosas que actuales como también acusó en su
“verdaderamente” no pertenecen a nadie. momento el sociólogo de la Universidad
¿Era esta la condición del Wallmapu? Austral, Alejandro Saavedra Peláez26
Claramente no toda vez que había límites sino como una realidad sociopolítica
fronterizos reconocidos por tratados compleja, anterior al estado chileno y la
internacionales entre soberanos. Pero nación chilena y cuyo reconocimiento por
entonces queda el recurso del derecho de occidente lo obtuvo en batalla. Y aunque
la guerra, por lo que efectivamente y de dejásemos de lado las teorías políticas y el
facto el territorio mapuche fue ocupado derecho, la arqueología y al antropología,
y apropiado por el ejército chileno por confirman la existencia de una identidad
mandato del estado, ¡qué duda cabe! compartida no prentendidamente unitaria
Pero sucede que formal y legalmente no al modo occidental que descansaba en sus
hubo declaración de guerra alguna —a propias instituciones y lengua compartida,
menos que se demuestre lo contrario—, poseedora además de una capacidad de
por parte del estado chileno y por tanto el resistencia o resiliencia como afirma J.
derecho de guerra no aplica. Ya lo dijo en su Sauer27 en su trabajo del 2015.
momento el ex intendente Huenchumilla Entonces, ¿se puede seguir sosteniendo la
en su carta pública25, el estado chileno tesis de Leonardo León respecto a que no
jamás resolvió de manera satisfactoria la

23 Ibídem, p. 17. 26 Saavedra, Alejandro, Los Mapuche en la sociedad chilena


24 Ibídem, p. 19. actual, Santiago, Editorial LOM-Universidad Austral de Chile,
25 Documento en línea: https://drive.google.com/file/ 2002.
d/0B7lxox6UgojdUFhIRWw3anNxQjg/preview 27 Sauer, op. cit.

190 Historia en Movimiento Año IV · Número 4 · 2017


hubo engaño ni fraude en la “adquisición” orquestado por la Otan, EE.UU. y Alemania
de las tierras mapuche por parte del estado? o cómo sucede en Siria bajo pretexto
No y ello por una razón bien simple y que confesional, impulsado por Francia, Turquía,
espero haya quedado clara: la propiedad Israel, la Unión europea, entre otros.
privada no es en caso alguno sinónimo de
soberanía ni autoriza al estado a ocupar los Entonces volviendo a nuestro problema,
territorios en cuestión, ni en ese entonces qué sustentó la pretensión soberana del
ni ahora. Por tanto sí existe el fraude y el estado chileno en territorio mapuche: el
engaño, no sólo de particulares, concertados principio “iuti possidetis iure”. En efecto es
o no con lonkos; sino también y en mayor este principio el que se argumenta contra
magnitud del estado chileno al no respetar las reclamaciones argentinas respecto a
ni siquiera sus propios principios legales la Patagonia y Magallanes por parte de
imperantes. De lo contrario las grandes Miguel Luis Amunátegui: “Las repúblicas
extensiones de tierra que en su momento americanas tienen por límites los mismos
compro Douglas Tompkins estarían ahora que correspondían a las demarcaciones
bajo soberanía norteamericana y eso coloniales de que se formaron, salvo las
claramente no sucedió. modificaciones que se han operado en ellos,
a virtud de tratados especiales o de hechos
El desenlace lógico de todo lo anterior es el posteriores a la revolución”.29
reconocimiento inevitable de que en última
instancia el estado de derecho imperante Claramente en ningún lugar se define lo que
en el territorio mapuche desde el fin de la se entenderá por republica pero ello es algo
“pacificación” hasta el presente se sostiene común cuando se trata de la historia de chile,
sólo y exclusivamente en la violencia28 y desde la lógica de los hechos consumados
estatal y ello abre la caja de pandora a la no vale la pena perder el tiempo en
posibilidad de que sea expulsado de la semejantes divertimentos teoréticos. Por
misma manera, sin derecho a apelación. otro lado cuando Amunátegui revisa los
Si ello no ha sucedido aún no es por una ejemplos continentales para sustentar de
pretendida integración lograda a la sociedad mejor modo su argumento nada dice de
chilena, la cual paradojalmente se encarga la anexión de los territorios mexicanos de
desde ciertos sectores acomodados de California y Nuevo México por parte de
instalar la diferencia y el odio cotidianamente EE.UU. lo que claramente era contrario al
imposibilitando aquello que dicen buscar. principio que busca ejemplificar. Después
La violencia armada contra el estado no ha de todo, la guerra entre ambas naciones era
sucedido entre otras cosas por la condición algo reciente (1846-1848), sin embargo se
generalizada de pobreza extrema de la omite.
población mapuche en la Araucanía y la Volviendo al caso que aquí nos ocupa,
ausencia, contra todo lo que se diga desde existen tratados especiales (los parlamentos)
la derecha, de algún actor internacional y que incluso algunos son posteriores a
importante con intereses regionales o la “revolución” (que más tiene de guerra
geopolíticos que fomente, financie y civil) como el parlamento de Tapihue de
arme los separatismos y odiosidades 1825, excepciones que sin embargo no se
étnicas como sucedió en la ex Yugoslavia,

29 Amunátegui Miguel Luis, Titulos de la República de


28 Diversos autores desde Walter Benjamín hasta Giorgio Chile a la soberania i dominio de la estremidad austral del
Agamben, pasando por Carl Schmitt han resaltado el nexo continente americano, Santiago de Chile, Impr. Nacional,
entre violencia y estado de derecho. 1855, p. 5.

Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 191
[ENSAYOS]

reconocerán después al momento de aplicar para el caso chileno en la discusión teórico-


el utis possidetis. En otro párrafo podemos política y se sobreexigen de manera extrema
leer: (tener estado, constitución escrita, identidad
homogénea, soberano, etc.) cada vez que
Cuando la América se levantó en los discursos mapuche actuales apelan a
masa para sacudir el yugo de la la autonomía o —¡horror!— independencia.
metrópoli, no aspiró sino a ser libre. Cómo se ve la ley del embudo es la norma
La guerra que sostuvo no fue de y esa es la única que respeta el estado de
conquista sino de independencia, y Chile y cierta historiografía oficial militante.
bajo este nombre la ha registrado la
historia.30

Es bastante conocido que la primera junta CONCLUSIÓN


presidida por Mateo de Toro y Zambrano
De manera general podemos afirmar
juró lealtad al rey, no a la república. Menos
entonces que la tesis del autor no se
conocido es el hecho de que el principio
sostiene ya sea por los hechos mismos (a
político ocupado para resolver el vacío de
pesar de las complicidades existentes) ni
poder resultante de la captura del soberano
por su interpretación (liberal). Su acusación
por los franceses era de raigambre escolástico
de falsificación de la historia es algo que se
y pactista (español, no republicano). La
puede predicar con mucha mayor holgura
teoría de la soberanía popular, desarrollada
de su propio trabajo que de la llamada
por los escolásticos españoles del siglo de
ortodoxia, sostenedora de la imagen del
oro (Vitoria, Suarez, Soto) fue el argumento
mapuche como víctima de fraudes y
utilizado para legitimar las juntas en casi
engaños. Si bien las victimizaciones nunca
todo el continente a lo que no escapa el
son gratas, el negacionismo que propone
caso chileno, aunque algunos les guste
es igual de odioso. Sus conclusiones me
afirmar lo contrario, y por tanto nada tiene
parecen bastante apresuradas e infundadas,
que ver en un primer momento con una
aun reconociendo que lo que sabemos es
identidad nacional y ansias de libertad,
sólo una parte de su trabajo, sin embargo
republicanismo, etc., sólo con posterioridad
las inconsistencias de sus interpretaciones
y a la vez que las ideas liberales se tornaron
despiertan más dudas e interrogantes
hegemónicas la república y la independencia
que certezas, salvo la perogrullada de que
surgió como objetivo político: insisto, la idea
efectivamente se trató de un “proceso
de soberanía popular en un primer momento
complejo” pero que León no alcanza a
nada tenía que ver con Rousseau, sino con
entender lo suficiente para afirmar y acusar
el pactismo español.31 ¿Qué se busca señalar
todo lo que dice.
con ello? Nada más que las inconsistencias
del relato mítico nacional; incongruencias
teóricas que sin embargo se pasan por alto
MARXISMO V/S LIBERALISMO
30 Ibídem, p. 6.
31 Al respecto se puede revisar Molina, Miguel, “Los
cabildos y el pactismo en los orígenes de la independen- Ya vimos lo errada de las conclusiones de
cia de Hispanoamérica”, en Soberantes, José Luis y Rosa León y dimos nuestros motivos. Ahora
María Martínez de Codes (coords.), Homenaje a Alberto intentaremos una posible interpretación
de la Hera, Universidad Autónoma de México, 2008, pp.
567-591. Disponible en http://biblio.juridicas.unam.mx/ del problema de fondo contenido en su
libros/6/2548/27.pdf

192 Historia en Movimiento Año IV · Número 4 · 2017


trabajo con vistas a entender los elementos la explicación de su origen, la violencia, el
en tensión contenidos en él, pues si no engaño y la coacción tienen el protagonismo,
sabemos bien por qué vendieron los lonkos, a diferencia de la visión liberal y su apelación
mucho menos podemos juzgarlos, y de a la libre voluntad e igualdad de los
paso entender qué fue lo que sucedió con el involucrados.33
trabajo de León Solís.
¿Qué predominó en la venta de tierras,
¿Qué llevo a los lonkos a vender sus tierras? la obtención de ganancias o el pago de
acotando más la pregunta ésta se reduce deudas? Es algo que no se pregunta el autor
a ¿por qué vender? Si consideramos la ni tampoco cómo surgieron estas últimas.
historia y los hechos, las opciones son: a) La idea no es ir hacia atrás ad infinitum, de
obtener una ganancia; b) pagar una deuda. manera absurda pero se debe reconocer
El problema está en dónde ponemos el que el liberalismo suele ocultar todo bajo un
énfasis y cómo interpretamos. Acabamos de lenguaje formal legal y comercial, altamente
ver cómo León privilegió el enfoque liberal abstracto e impersonal, cuyo principio de
en su interpretación y sus lamentables igualdad y libertad contenido en él choca
conclusiones. Por lo que proponemos un inevitablemente con la realidad y no puede
enfoque distinto, no con el fin de resolver en última instancia en modo alguno ocultar
el problema, lo cual está fuera de nuestras las diferencias entre las partes, menos aún
posibilidades, sino simplemente para en casos tan patentes como el que nos toca.
proponer otra interpretación32 que no nos En este caso tiene mayor sentido y franqueza
lleve nuevamente a los errores de León. el reconocimiento de las determinantes
histórico-estructurales que influencian las
El fenómeno de fondo contenido en la acciones de los individuos (liberales) o sujetos
pregunta por la venta de tierras es el cambio históricos (marxismo), contextualizando
en el régimen de la tenencia de ellas, es las acciones y las subjetividades. ¿Por qué
decir, la privatización y concentración de vendieron los lonkos? Pues algunos para
los medios de producción. La pregunta por obtener una ganancia (independiente
el motivo de la venta de los lonkos apunta de su experticia negociante) y otros para
precisamente al corazón del problema: qué pagar deudas (contraídas dudosamente),
puso en marcha la máquina privatizadora como efectivamente se desprende de los
en el territorio mapuche; de dónde nace esa documentos notariales, pero el problema de
voluntad. Este fenómeno histórico dentro la coacción y la subjetividad y sus relaciones
del marxismo clásico es conocido como es mucho más complejo.
“acumulación primitiva”, “acumulación
primigenia” o “primera acumulación”. En 33 Al respecto se puede consultar: el capítulo XXIV de
El Capital, Vol. I, de Karl Marx, disponible en https://
32 Hasta el momento los únicos trabajos que aplican www.marxists.org/espanol/m-e/1860s/eccx86s.htm;
la teoría de la “acumulación originaria” de Marx al caso Luxemburgo, Rosa, “La acumulación del capital”, dis-
mapuche que conozco pertenecen a Manuel L. Rodríguez ponible en http://grupgerminal.org/?q=system/files/
Uribe, cientista político egresado de la Universidad Sorbona LA+ACUMULACIÓN+DEL+CAPITAL.pdf; De Angelis, Mas-
Nueva-Paris 3, en sus breves ensayos titulados: “Tierras, simo, “Marx y la acumulación primitiva, el carácter continuo
poder y resistencia mapuche, una interpretación marxista de los ‘cercamientos’ capitalistas”, en Theomai, n° 26,
de la resistencia mapuche”, (2012) disponible en https:// segundo semestre de 2012, Buenos Aires. Disponible en
alaizquierdadelarazon.files.wordpress.com/2012/07/tierras- http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=12426097003. Para
poder-y-resistencia-contribuciones-para-una-interpreta- una discusión de la interpretación de De Angelis consultar
cion-marxista-de-la-resistencia-mapuche.pdf, y “La versión Zarembka, Paul, “La acumulación primitiva en el marx-
chilena de la acumulación originaria del capital”, (2013) ismo, ¿separación histórica o transhistórica de los medios
disponible en https://alaizquierdadelarazon.files.wordpress. de producción?”, en Theomai, n° 26, segundo semestre de
com/2013/01/la-version-chilena-de-la-acumulacic3b3n- 2012, Buenos Aires. Disponible en http://www.redalyc.org/
originaria-del-capital.pdf pdf/124/12426097012.pdf

Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 193
[ENSAYOS]

Sabido es que el liberalismo parte de una cambios políticos de control del territorio EN
concepción mecanicista y voluntarista por el lado mapuche (alianzas y disputas), TRE
del mundo donde la voluntad es un puro ingresando además en la ecuación el VIS
acto soberano y libre; un movimiento accionar del estado (legal y militar) más allá TA
indeterminado. Desde el nominalismo de de los cuerpos legales, centrándonos en sus
Guillermo de Ockham a Hobbes, pasando acciones políticas de alianzas, acuerdos y
por Locke y ahora León Solís, la voluntad proscripciones y su incidencia en el avance
de los actos considerados de tal forma y dirección de la propiedad privada en el
impide aceptar a otro soberano ni coacción territorio mapuche.
alguna o determinante social. Lo que trato
de decir no es que León sea hoy un liberal Para terminar una pequeña anécdota:
consumado o no, sino que al enfrentarse una vez me tocó hablar con él en persona
al problema de la “acumulación original” hace unos años luego de que expusiera
no se atrevió a seguir avanzando por el en un seminario organizado por Identidad
lado teórico a la cual remitía su pregunta, Territorial Lafkenche en la Universidad de
cediendo —creemos— a las críticas liberales Concepción, en el edificio El Plato. Recuerdo
a la misma, acabando finalmente dónde de aquella vez sus palabras de cierre de su
ya todos sabemos. Sólo de este modo se intervención que tomaron el “ejemplo”
entiende las acusaciones que lanza en su de integración norteamericano actual en
deriva interpretativa y su absurda negación la figura del presidente Obama, cosa que
a reconocer el rol protagónico del estado en en lo personal no compartía por una seria
la violencia desatada en la Araucanía, como de desacuerdos respecto a su política
bien lo resume Rodríguez Uribe: internacional. Finalmente la conversación se
cerró con una pequeña confesión de León
Solís “…bueno si al final algunas cosas uno
En la Araucanía chilena y en la las dice para quedar bien con el público”. Me
Patagonia austral el modo de pregunto ahora, para quién está escribiendo
actuar del Estado chileno fue el León Solís en estos momentos, a quién
mismo: se destinaron recursos busca agradar y con qué motivo, o lo hace
para la cacería y el desarraigo sólo por amor a la verdad y la objetividad
de los aborígenes, se incentivó la dentro de la historia y por eso acusa al resto
inmigración de colonos europeos de falsificar de la historia.
(el consulado de Chile en Burdeos,
Francia, les ofrecía tierras, maderas
y herramientas para que vengan
a Magallanes) y se procedió a
entregar en concesión las tierras
recién despejadas de indios a los
nuevos colonos34.

El problema es entonces bastante complejo


pero mejor sería establecer correlaciones
entre los cambios en el régimen de tenencia
de tierra (privatización y concentración) y los

34 Rodríguez, “Tierras, poder y resistencia mapuche…”, op.


cit.

194 Historia en Movimiento Año IV · Número 4 · 2017


Las luchas del pueblo
mapuche, sobre todo en los
años ochenta, marcan un
hito fundamental
Reflexiones y proposiciones del historiador Mario Garcés1
Por Pedro Canales Tapia2

1 Entrevista llevada a cabo el lunes 1 de junio del 2015 en dependencias de la USACH, Santiago de Chile.
Se agradece el registro y transcripción de la entrevista al profesor Patricio Macaya Bermejo.
2 Historiador IDEA-USACH. Este trabajo se inserta dentro de las actividades investigativas del proyecto
FONDCYT N° 11121231, dirigido por el autor de esta entrevista.

Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 195
EN
TRE
VIS
TA

196 Historia en Movimiento Año IV · Número 4 · 2017


La historia mapuche, las
coyunturas actuales y otros
debates de corte étnico, en
la reflexión de importantes
historiadores o historiadoras
chilenos(as), hacen de la
discusión un nodo en el cual se
atan y desatan trabas analíticas;
permitiendo vislumbrar
categorías o interpretaciones que
no siempre se hacen desde los
estudios étnicos. Es por esto que
hemos entrevistado al historiador
Mario Garcés, académico de
la Universidad de Santiago de
Chile, directo de Eco, educación y
comunicaciones y autor de varios
libros referidos a pobladores,
dictadura, memoria y oralidad.
He aquí la entrevista.

Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 197
EN Profesor Garcés ¿Tiene alguna cercanía con el mundo mapuche
TRE o indígena en general, ya sea de índole personal, intelectual,
VIS territorial, etcétera?
TA
Yo diría que una cercanía política, subjetiva, afectiva casi se podría
llamar. Porque mi familia es del sur, de la zona de Los Ángeles,
Mulchén. Siempre hubo un debate en la familia, por donde venía la
ascendencia mapuche, si había un Fica que unos decían que era
Fülka, entonces algunos afirmaban que era mapuche, otros que era
español. Un hermano incluso se dedicó a investigar una vez, pero no
alcanzó muchas luces, pero en fin.
Yo diría que, en su conjunto, podría llamarle como una cercanía
política digamos, en el sentido que las demandas históricas del
pueblo mapuche siempre las he considerado justas, en primer
lugar. Y necesarias de procesar y modificar el Estado chileno, a
efecto de, en lenguaje de hoy, que acepte la multinacionalidad,
la multiculturalidad, etcétera. O sea para mi Bolivia se me ha
representado como un referente importante en la historia de
América Latina. Incluso yo he sostenido, del punto de vista de
los movimientos sociales, que quizás lo más importante que ha
pasado en América Latina, en los últimos veinte o treinta años, es la
revolución boliviana. Por lo tanto… va por ahí.

En este sentido ¿Cómo describiría usted a Chile, tomando en


cuenta la presencia indígena?
La percepción que tengo es de una construcción nacional con un
fuerte sesgo estatal. Sin suscribir la tesis de Mario Góngora, admito
que hay una fuerte presencia del Estado en la construcción de la
idea de nación. Más allá que se corresponda o no con lo que es
efectivamente la nación. Porque en este sentido esta construcción
estatal ha sido excluyente de lo mapuche, pero también en un
amplio sentido de lo popular. Los procesos de movilización, a mi
juicio, en el siglo XX fueron capaces de favorecer el reconocimiento, la
integración de determinados sectores populares, sobre todo sectores
obreros organizados hasta la UP, y a mi juicio la UP representa una
ruptura porque se plantea la necesidad de reconocer a otros actores
populares, que básicamente fueron pobladores y campesinos. Por
lo tanto esta es una construcción estatal defectuosa, parcial, de
tipo elitista, con grandes dificultades de democratización, es decir
de reconocer y considerar a otros actores que no sean las elites y

198 Historia en Movimiento Año IV · Número 4 · 2017


las clases medias. En términos ideales el Estado chileno sería feliz si
llega a las clases medias, y el resto constituye periferia.
Yo en este sentido pienso que las luchas del pueblo mapuche,
sobre todo en los años ochenta, marcan un hito fundamental.
Hay una ruptura, porque en el fondo creo que la idea de nación
significó ganar en autonomía, y en presencia de un sujeto mucho
más auto-constituido que dependiente del sistema de partidos
o de las negociaciones institucionales. Con esto no quiero decir
que no haya que negociar institucionalmente, que no haya que
establecer alianzas en las luchas del largo plazo, pero me parece
que es fundamental que el principio que organiza esas luchas tenga
un grado de autonomía mayor. Y me parece que la idea de nación
avanza en esa dirección.

¿Qué significaría, o qué importancia tendría para usted la


presencia de personas mapuche en el campo de las ciencias
sociales y en especial de la historia?
Debo admitir que siempre me sentí afectivamente cercano al
pueblo mapuche, pero bastante ignorante respecto de sus propias
organizaciones, de sus alianzas políticas, de sus tradiciones de
lucha, salvo chispazos, ciertos momentos, qué se yo. Las corridas
de cerco durante la Unidad Popular las celebré, me parecieron una
reivindicación justa. Me dieron una indicación además, que las
luchas populares seguían sus propios derroteros, que no estaban
prescritos previamente y que prescribirlos [fue] un error, etcétera.
Pero en el campo de las ciencias sociales sentí una presencia
relativamente secundaria. Yo estudié antropología antes que historia
y cuando estudié antropología en la Universidad de Concepción
durante la UP, este era un tema, pero era un tema que estaba recién
constituyéndose, en una fase bastante inicial. Yo diría que en este
sentido la experiencia que a mí me marcó en cierto modo, y que es
muy cercana en el tiempo, fue cuando siendo parte del comité de
LOM decidimos invitar a un grupo de historiadores mapuche a que
escribieran una historia del pueblo mapuche. Y digo “me marcó”
porque esa invitación o esa decisión, fue una decisión del comité,
se tradujo en una invitación a Pablo Mariman y otros compañeros
que llegaron un día hasta LOM y los recibimos en el comité, y a mí
me llamó fuertemente la atención el hecho de que en el comité nos
sentíamos todos con una sensibilidad bastante cercana, de acogida
digamos, pero con una sensibilidad que de alguna manera formaba

Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 199
EN parte de un tradición de la izquierda de ver al pueblo mapuche como
TRE un actor más en las luchas populares. Y como un actor naturalmente
VIS vinculado, entre comillas, naturalmente vinculado a la izquierda.
TA
Por lo menos la izquierda sería la expresión más progresista de sus
demandas, de sus luchas, de su campo de alianzas, etcétera. Y la
posición de estos compañeros fue crítica respecto de esa visión, en
la primera conversación, diciéndonos “mira, esto ha operado, las
ciencias sociales y la izquierda ha operado, de alguna manera, como
heredera de una tradición colonial”. O sea aquí no ha habido un
respeto o una consideración de la autonomía del pueblo mapuche,
y por lo tanto de su propia visión acerca de la política, de la historia,
etcétera. Eso me acuerdo que nos provocó una cierta incomodidad
en la reunión, porque en el equipo editorial está Pablo Lacheski, que
es sobrino de Jaques Chonchol y muchos conocíamos a Jaques
y sentíamos que bueno, si hay un ministro o hay un personaje
público en la historia de Chile que buscó dialogar y favorecer las
demandas mapuche era Jaques. Entonces como diciendo “oye no,
mira, la izquierda ha sido sensible, ha sido parte de estas luchas”,
etcétera. Entonces la posición de estos compañeros revelaba una
ruptura. Una ruptura que yo por ignorancia no conocía, pero que
efectivamente yo ahí terminé de procesar. O sea que en el fondo
los quinientos años, las autonomías que se ganó en tiempos de
dictadura, en fin, habían dado lugar o habían inaugurado otro
paradigma, otro enfoque, otra mirada de las luchas mapuche, y que
estos compañeros la expresaban. Y la expresaban fundadamente,
radicalmente, etcétera, etcétera. Por lo tanto yo creo, desde mi
experiencia, que incluso la publicación de ese libro marca un cierto
hito. Y en ese sentido yo me alegro de la decisión que tomamos en
el comité, o sea si hay que escribir una historia del pueblo mapuche,
hoy día hay intelectuales mapuche. Deben hacerlo ellos mismos.
Que escriban pues su historia los hombres, los hombres del playa
Girón, como dice Silvio. Incluso una vez que inauguré un seminario
de historias locales en Chile a principios de los noventa, para hacer
historia de los pobladores, me acuerdo que hice escuchar la canción
de Silvio al inaugurar el seminario, diciendo “bueno, la invitación
acá es que los pobladores escriban su historia”. Entonces yo sentí
que este era un hito, un paso potente. Yo creo que el lugar todavía,
probablemente, no es lo relevante que debiera ser. Yo no sé si uno
revisa los cursos de nuestras universidades, en fin, probablemente
todavía es deficitaria [sobre] estudios del pueblo mapuche, sin
embargo creo que ha habido una producción editorial importante,

200 Historia en Movimiento Año IV · Número 4 · 2017


no solo libros LOM, sino que hay muchos otros trabajos, la carta a
los chilenos, carta que nosotros también publicamos en LOM y que
a mí siempre me conmovió la vez que la conocí, en fin. Y después
los trabajos posteriores, Las razones del illkun, los estudios de este
centro de estudios de la Universidad de La Frontera, el trabajo de
Jorge Pinto, o sea mapuche y no mapuche, pero el tema mapuche
ha ido tomando posición, por decirlo así, y un lugar en las ciencias
sociales. Creo que en ese sentido hay avances que son insuficientes,
pero con relación a treinta o cuarenta años atrás yo creo que hay un
cambio, un cambio para bien, un cambio fundamental.

En este caso, ¿usted cree que ese reavivamiento o surgimiento


del debate con respecto a lo indígena sea una alternativa al
modelo neoliberal?, echar una revisión a la esencia indígena.
O sea, yo creo que el liberalismo es la negación de todas las
identidades que no sean las identidades de los negocios o del
mercado, por lo tanto los estudios mapuche, los estudios sobre clase
popular, en fin, los estudios feministas, los estudios ambientales,
yo creo que en conjunto representan cuestionamientos radicales al
discurso neoliberal. Yo siento que hay aportaciones, hay cambios de
enfoque. Lo que pasa es que el discurso neoliberal, sobre todo en los
medios, sigue siendo extremadamente hegemónico. En este sentido,
yo estoy convencido, los únicos que pueden producir cambios son
los movimientos sociales, y los intelectuales capaces de hacerse
parte de esos movimientos.
De lo contrario yo veo muy difícil quebrar la matriz estatal, muy
difícil modificar la matriz neoliberal dominante en Chile. En este
sentido yo siento que en la transición, los dos movimientos sociales
más relevantes, son el movimiento mapuche y el movimiento
estudiantil. Justamente se trata de movimientos sociales
significativos, de gran alcance, que han producido innovaciones en
sus repertorios, formas de lucha, discursos, en sus cuestionamientos
al Estado chileno, que han abierto la posibilidad de un debate más
democrático o de un debate que abra alternativas al neoliberalismo.
Creo que la desventaja probablemente del movimiento mapuche,
es que es un movimiento que tiende a circunscribirse a una
zona geográfica, Malleco-Cautín, y por lo tanto, en este sentido,
impacta de una manera fuertemente intervenida por los medios de
comunicación en Santiago. Hay una diferencia con el movimiento
estudiantil, que más allá de la intervención de los medios, hay

Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 201
EN expresiones visibles en la ciudad, en la familia, en el sistema
TRE educativo, que le da más fuerza al movimiento. En el caso del
VIS movimiento mapuche la mediación de los medios, o la intervención
TA de los medios, marca fuertemente la opinión pública y tiende a
dominar un discurso que es un discurso un poco hipócrita, que es
por un lado el reconocimiento que hay luchas que son justas, y por
otro lado la condena a todas las formas de lucha que no sigan los
cánones que establece el Estado y la criminalización por la vía de la
violencia como dato fundamental. Cuestión que también enfrenta
el movimiento estudiantil, o sea efectivamente la criminalización
de los movimientos es una lógica dominante en América Latina
de los medios de comunicación, y es una intervención que es muy
radical, que es muy fuerte digamos. Yo creo que también, siendo
una acción mediática, y por lo tanto acciones de los poderes
constituidos, los poderes facticos de la sociedad, colocan también en
un fuerte desafío a los movimientos. Los movimientos, los nuevos
movimientos sociales necesitan no solo impactar en los medios,
sino que necesitan, yo diría, impactar a la sociedad impactándose
a sí mismos, o sea en el fondo son movimientos que tienen que
desarrollar capacidades de producir cambios con autonomía del
Estado y de los medios, que yo creo que es el gran desafío de
los movimientos del siglo XXI. Que en el fondo los cambios no se
producen solo porque se afecta la legislación o la estructura del
Estado. Se producen porque se afectan relaciones sociales pre-
constituidas, que son modificadas.
En el caso de los estudiantes para mi es claro. Los estudiantes
pueden avanzar en su movimiento en la medida que modifiquen
las relaciones de poder al interior del sistema educativo nacional.
Yo creo que en el caso de los mapuche me imagino que gran parte
del impacto tiene que ver con la capacidad de comprometer las
propias comunidades, y que las comunidades se sientan parte de un
proceso mayor. Cosa que yo sé que es compleja, porque también en
el mundo mapuche no es una unidad. La idea de nación es potente
porque colabora en la construcción de una cierta unidad, pero la
experiencia es la experiencia de la fragmentación, del archipiélago
que nos pasa en muchos otros campos.

¿Usted, por ejemplo, conoce a la Comunidad de Historia


Mapuche?
No. Muy lejano. Yo la verdad es que de los historiadores mapuche

202 Historia en Movimiento Año IV · Número 4 · 2017


con los que pude interactuar es con Pablo [Mariman]. No solo
participó en el proyecto de LOM, sino que también lo invitamos
a un proyecto de la Universidad de Chile, al proyecto Domeyko,
que es un proyecto de memoria, y lo invitamos justamente los
historiadores, Pablo Artaza, yo, Salazar, dijimos “hay que invitar a
Pablo” y tuvimos una sesión con él espectacular. Una contribución
importante digamos, que por lo menos a mi me reforzó en las
nuevas percepciones, o las nuevas auto percepciones que el pueblo
mapuche tiene de sí mismo.

Pasando a otro tema, que tiene mucha relación con lo que


usted comentó al principio, ¿qué le parece este debate que se
ha configurado, a partir de “Escucha wingka”, en adelante, que
marca un hito con respecto al debate sobre la descolonización?
¿Se puede hablar de colonialismo o neocolonialismo de la
sociedad chilena para/con la sociedad mapuche hoy en día?
Tengo la idea, primero, que hay colonialismo en un sentido mucho
más amplio de las ciencias sociales, es decir que no solo respecto
a la cuestión mapuche, respecto a la cuestión de los movimientos
sociales, respecto a la cuestión de la memoria, de muchos
temas que se van haciendo fundamentales, en la medida que se
constituyen fundamentales parece que hay que pensarlos con
cabeza gringa, digo norteamericana o europea. Como que el tema
de la producción teórica propia, la producción de categorías propias
para pensarnos a nosotros mismos es siempre una dificultad, es
siempre un desafío. Yo en este sentido, yo creo que desde el punto
de vista del Estado chileno, por supuesto que hay una relación
colonial. No tengo ninguna duda.
Es cosa de pensar cómo se definen las políticas públicas hacia los
mapuche, como predomina el rol represivo del Estado, en fin. De eso
efectivamente es completamente colonial, la relación del Estado con
el pueblo mapuche. Yo creo que la relación de la sociedad por ese
concepto de nación que sea de tipo estatita, estatalista, también
reproduce formas coloniales. En las ciencias sociales quizás tenga
más matices, porque emergen paradigmas nuevos. Yo creo que la
historia social tiene una mirada, como corriente, una mirada distinta
a lo que fue la historia tradicional. Pero en términos generales yo
creo que la percepción chilena es una percepción tramposa, porque
por un lado destaca el valor del pueblo mapuche, etcétera, y al
mismo tiempo la depreciación de ese pueblo, como un pueblo

Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 203
EN pobre, un pueblo ignorante, un pueblo incapaz de valerse por sí
TRE mismo, un pueblo que en el fondo requeriría del Estado para ser. Y
VIS la incomprensión radical incluso, por ejemplo a propósito de cuando
TA se ha restituido algunas tierras, cuando se han hecho estas compras
a través de la CONADI, dicen “ven, se les entregan tierras y no las
ocupan y no siembran o no plantan los árboles, en fin, mientras que
las forestales lo hacían mejor, los colonos la producían mejor”, en fin. Y
hay una desconsideración completa de cultura originaria, del tipo de
relación con la naturaleza, de la necesidad de restituir la calidad de los
suelos. Yo he estado en la zona de Arauco y he visto lo que significa
el deterioro de los suelos con estas grandes plantaciones de pinos,
eucaliptus, etcétera. Yo creo que sí hay relaciones de tipo colonial.

En este sentido, en el ámbito de las ciencias sociales y de la


historia, ¿usted cree que respecto de esta situación colonial,
existe alguna deuda o algún desafío para los historiadores o
historiadoras chilenas con respecto al pueblo mapuche?
Absolutamente. Yo creo que tendríamos que volver a la preparatoria.
Bueno, hay varias temáticas en las cuales tenemos déficits
radicales. La cuestión mapuche no ha sido un objeto sistemático
en las ciencias sociales, en los planes de estudio, ni en la escuela
primaria, secundaria y menos la universitaria. Este ha sido un tema
ausente. Un tema que si no ponen los mapuche el Estado sería
feliz, se olvidaría. Esa lógica que incluso viene hasta de Bolívar, la
idea de que vamos a ser todos ciudadanos, entonces olvidémonos
de las tradiciones y de la existencia de pueblos originarios. Ese es
un tema de tipo liberal que está instalado desde la independencia.
Yo creo que sin duda que hay déficits, hay deuda, hay también
deudas con las clases populares. Lo que alguna vez escribió Salazar
en el prólogo de “Labradores, peones y proletarios” para explicar la
derrota de la Unidad Popular, dice bueno, esto también tiene que ver
con un grado de desconocimiento de la cara interna de la nación.
Para los intelectuales y para las ciencias sociales resultaba mucho
más fácil entender la teoría de la dependencia, el tema de las
grandes corrientes del pensamiento, los grandes paradigmas
occidentales que la comprensión de nuestra propia historia y de
nuestros propios pueblos. Y por otro lado hay que admitir que las
ciencias sociales también en esta fase del experto, del intelectual
experto, vive de modas, vive de temas que se hacen dominantes,
donde predominan los estudios externos y por lo tanto si alguien

204 Historia en Movimiento Año IV · Número 4 · 2017


quiere hablar de memorias tiene que ir a buscar en los autores
afuera, o si quiere hablar de género [es] más o menos parecido. Hay
una cantidad de áreas temáticas en las cuales pareciera que no
podemos pensar sino con categorías europeas o norteamericanas.
De lo cual no estoy en contra. Yo creo que necesitamos de esa
interacción, pero quisiera ver el mismo interés por nuestros temas
locales y con las categorías nuestras, para comprender nuestro
propio pasado, nuestra sociedad y en este caso nuestros pueblos
originarios.

Profesor, en relación a las luchas indígenas dadas en los últimos


años en el resto del continente, por ejemplo Bolivia, Ecuador,
México. ¿Cuáles serían las diferencias más significativas a la
hora de hacer una comparación con la situación de las luchas
indígenas chilenas? Particularmente la mapuche.

Creo que en el caso Boliviano, tanto como el Ecuatoriano, creo que


hay una diferencia fundamental, que yo diría que es una diferencia,
voy a simplificar un poco las cosas, de número. A mí me parece que
en el caso boliviano la mayoría indígena es decisiva, es aplastante,
por lo tanto es una situación, guardando las proporciones, que
se parece un poco a la situación de Sudáfrica, donde los blancos
siendo minoría establecían dominio sobre los negros. Bolivia, los
blancos siendo minoría han establecido dominio por siglos sobre los
indígenas. Y la ruptura que se produce es que en algún momento,
como me decía alguna vez Magdalena Cajías, la historiadora
boliviana, el cambio se produce cuando los indios decidieron votar
por los indios, vamos a votar por nosotros. Hay una ruptura de una
mayoría que se reconoce a sí misma y es capaz, por lo tanto, de
establecer alianzas y de formular un proyecto político capaz de
modificar al Estado. Yo creo que la diferencia en este sentido, es
que el pueblo mapuche ha sido visto desde mucho como minoría, y
la condición de minoría a veces puede resultar eficiente, pero en la
mayoría de los casos complica más las cosas. Hace más exigentes
las luchas, implica buscar alianzas. Es más complejo. Entonces, yo
diría que en este sentido veo una diferencia, entre situaciones de
mayoría versus situaciones de minoría. Yo creo que eso influye.
Por otra parte, yo veo también un problema de cultura política. Creo
que la dictadura chilena fue una de las más eficientes del cono sur,
que produjo transformaciones muy profundas en las percepciones

Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 205
EN que la sociedad tiene de sí misma, en aquello que considera
TRE más exitoso, en el grado en el grado en que penetra la ideología
VIS neoliberal. Y por lo tanto las luchas que interpelan ese paradigma,
TA el paradigma de los negocios, del mercado, etcétera, y que colocan
las cuestiones de la justicia social, las cuestiones de la diversidad
cultural, de la pluriculturalidad, etcétera, son más complejas, son
más difíciles. Ponen desafíos mayores. Quizás los mapuche lo
que tienen a favor es sus largas tradiciones de lucha. Yo creo que
es ese es un factor, un elemento que les permite también tener un
lugar, y un lugar en la memoria chilena. Es imposible no tener en
cuenta que es un pueblo que resistió el dominio español, que es un
pueblo que es sometido por el ejército chileno mediante la guerra,
una guerra asimétrica, desigual a fines del XIX, y que por lo tanto
hay una identidad de pueblo que ha sido capaz de resistir a estas
distintas formas de dominio. Creo que eso le da un valor. Me parece
que los nuevos paradigmas, los nuevos enfoques también pueden
enriquecer esa mirada, pero me parece que es una lucha de más
largo plazo, per una lucha que no solo supone unificar y tal vez que
la idea de nación constituya pueblo, un pueblo mapuche, sino que
al mismo tiempo necesita influir en las nociones que la sociedad
chilena tiene de sí misma, y ese es un camino largo.
Puede ser absurda la comparación, por ejemplo yo he planteado
muchas veces el tema del mar para Bolivia y la gran dificultad
del mar para Bolivia es justamente la idea de nación, esta idea
naturalizada que por la vía de la guerra se apropió y por lo tanto es
legítimo todo de lo cual se apropió. Esto lo percibo en los taxistas,
los pequeños comerciantes, en fin, a todos les parece natural que
sea de este modo, y los que hemos gritado mar para Bolivia somos
una minoría, sin duda. Y por lo tanto cualquier demanda que
suponga una amenaza al territorio, por decirlo así, y a la idea de
nación asociada al territorio, es muy difícil de procesar y además
muy fácil de manipular por los medios. Yo creo que no sería una
dificultad, hoy día, extrema pensar que Arica sea trinacional, o esa
zona. Que haya soberanías nacionales compartidas con Perú y
Bolivia. El problema ahí es Perú, los chilenos también, de compartir
soberanía. Pero la idea también de soberanía por el desierto y otras
formas, no significa cortar el país entre comillas, porque esa imagen
se ha usado también con el pueblo mapuche, cómo es eso, entonces
los mapuche van a dominar y vamos a cortar Chile y Chile va a
llegar hasta Los Ángeles o Malleco y va a seguir después de Valdivia
al sur y ese va a ser otro país.

206 Historia en Movimiento Año IV · Número 4 · 2017


Es decir, todas esas construcciones absurdas y caricaturescas de
nociones de soberanía, están instaladas por los medios y están
naturalizadas por gran parte de la población, entonces en ese
sentido veo luchas más largas. Y tal vez lo de México, lo de México
puede ser interesante y hay que mirarlo con más atención, porque
en el caso mexicano efectivamente también son minoría, no logran
impactar el estado nacional, eso hay que admitirlo, pero si logran
generar una cultura local más poderosa, una cultura local o regional,
entre comillas, en Chiapas y que por lo tanto, acotada a un cierto
territorio, logra generar grados de autonomía importantes y de
iniciativas autonómicas importantes. Yo creo que nos falta mucho
de caminar en este campo.

En vista y considerando la historia contemporánea mapuche,


tomando en cuenta el periodo pos radicación (1883 en adelante)
¿cómo se perfilaría el porvenir del pueblo mapuche en los años
venideros?, y ¿cuál sería el papel puntual de los intelectuales
indígenas que están hoy en día pensando?
Yo fíjate que no estoy informado, no estoy al día de todas las
polémicas, pero vuelvo a Pablo, que es como mi referente en estos
campos y creo que en el epílogo del “Escucha wingka” se insinúan
líneas que a mí me parecieron, cuando las vi, muy interesantes.
Yo creo que hay líneas que discutir respecto a la soberanía, y
probablemente hay que pensar en soberanías compartidas, o
sea que hay soberanías respecto de territorios, como se discutió
muchas veces en Bolivia con respecto a los usos y costumbres
de los pueblos, y uno podría pensar en soberanías en zonas de
comunidades mapuche y soberanías en las ciudades que están
como no sé, Temuco, otras ciudades del sur, que van a operar sobre
otra base, sobre otra legislación y sobre otra forma de soberanía. Y
podemos convivir, tal vez, en regiones donde existan regímenes de
juridicidad y soberanía distintos. O sea no me parece que sea algo
tan imposible de pensar. Por otro lado lo que señala Pablo también
respecto del combate a la pobreza. Me parece que efectivamente
la nación mapuche necesita enfrentar problemas materiales y no
materiales, por decirlo. Problemas, como [decíamos] en antropología
antes, de cultura material y de cultura no material. Qué significa
esto, significa que se requieren planes de enfrentamiento de la
pobreza, con estrategias, con apoyos y con sujetos en las propias
comunidades, en fin. Y al mismo tiempo expandir el lenguaje y

Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 207
EN la literatura, los usos culturales y el sistema escolar y el sistema
TRE universitario, que [refuerce] la cultura mapuche.
VIS
TA Entonces creo que se pueden pensar, y ahí yo siento que hay una
función intelectual, efectivamente pueden ayudar a identificar estos
temas, a darle forma, a instalarlos en el pueblo mapuche y también
entre los chilenos. Es decir, de tal manera de superar esta idea que,
comillas, que la cuestión mapuche no tiene solución, porque en
el fondo finalmente lo que el estado logra, con su nacionalismo
más básico, con sus formas represivas, con la criminalización de la
protesta, etcétera, es decirnos mira, esto no tiene solución, aquí lo
que se puede hacer es negociar parcialmente, mantener un cierto
status quo, pero no hay apertura a pensar en modelos distintos.
Entonces yo creo que esa construcción de modelos de convivencias
distintas, con reconocimientos de soberanía, con reconocimientos de
tradiciones jurídicas, ejercicio de la justicia, de autonomía del punto
de vista material, del punto de vista cultural, yo creo que se puede
pensar y se pueden elaborar propuestas.

A juicio personal, ¿cuál sería un camino indicado para la


coexistencia entre la sociedad chilena y la sociedad mapuche?
¿Autonomía, integración, reconocimiento, valoración de la
plurietnicidad, la multinacionalidad?
El punto de partida es la restitución de tierras. A mi juicio es un tema
yo creo… primero restitución de territorios usurpados y ahí habrá que
negociar hasta donde llega, porque la verdad es que, si fuéramos
justos, la restitución sería devolver el Wallmapu y por lo tanto hay
una serie de ciudades chilena que no podrían existir. Eso no es
posible de pensar así, pero si todas las tierras que fueron apropiadas
por las forestales, por los colonos, que tienen que ser devueltas.
Para mí el tema de restitución es un tema clave. Yo creo que ese
es un punto de partida. Yo creo que después hay que pensar en
soberanías compartidas, en el sentido de territorios que gozan
de soberanías y tradiciones de juricidad distinta. Yo creo que
en Bolivia algo se ha avanzado en esa dirección, es decir las
comunidades tienen su propia legislación, tienen su propia forma de
gobierno, su propia forma de ejercer la justicia, su propia estructura
política. Porque además en el caso mapuche la estructura es una
estructura muy descentralizada, una estructura en ese sentido
muy democrática. Yo me acuerdo cuando yo estudié antropología,
siempre, en los años setenta, la mirada se ponía en la cultura… en

208 Historia en Movimiento Año IV · Número 4 · 2017


el mundo andino, en México, en Mesoamérica, las grandes culturas
precolombinas, etcétera, etcétera, que finalmente eran culturas que
estaban evolucionando a formas de construcción estatal de clase,
de imperio, etcétera. Y claro, desde el punto de vista antropológico
parecían muy ricas, porque eran sociedades que comenzaban a
escribir, a generar estructuras jerárquicas, estructuras de acumulación,
de distribución de la riqueza y entonces los mapuche parecía que
no tenían ninguna contribución que hacer. Sin embargo, mirado al
largo plazo, resulta que en esta noción de los bolivianos, del buen
vivir, aparece bastante más deseable vivir con menos ciudades, con
menos estructuras jerárquicas, de modo más descentralizado, en
relaciones más amables y más de correspondencia con la naturaleza,
por lo tanto empiezan a emerger una serie de valores de las culturas
de nuestros pueblos originario, que en la cultura occidental de hace
cuarenta o cincuenta años no existía.
Creo que ahí se ha producido una modificación, por lo tanto yo
estoy pensando en eso, soberanía, sistema jurídico, programas de
enfrentamiento de la pobreza, de desarrollo sustentable, convenios
con el estado chileno para conseguir escuelas, para preservar el
lenguaje, respeto a las propias tradiciones religiosas, en fin, pero
ahí es un campo. Yo me enteraba hace poco como en la zona
de Neltume a veces se recuperaban zonas donde había un rewe,
pero ya era parte de un fundo, entonces había que pedir permiso
para entrar, para hacer las rogativas. No, eso no se sostiene, no es
posible. Eso es colonialismo y colonialismo radical. Por lo tanto es un
proceso complejo de luchas y de nuevo trato, que a mi juicio hasta
ahora no existe. A lo mejor serán sucesivos parlamentos, pero habría
que imaginar sucesivos parlamentos que van haciendo posible un
programa de autonomía relevante, como proceso, en fin.

¿Alguna idea que quiera completar o repensar, antes de finalizar


esta entrevista?
Insisto no más que yo me siento con un pensamiento bastante
básico respecto de estos problemas, pero por estas relaciones
afectivas, subjetivas de largo plazo, siempre he sentido una relación
positiva. En algún momento con Adolfo Millabur en Tirúa, cuando
fue elegido Alcalde, al poco tiempo una ONG chilena me invitó,
estuve en su casa porque pensamos trabajar algunos problemas de
historia local, de identidad, en fin, y me tocó celebrar el cumpleaños
de su abuelo que era un longko del Malo, una comunidad cerca

Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 209
EN del Lleu-lleu y pude entrevistarlo a él, al padre de Adolfo, y quedé
TRE muy impresionado sobre el peso de la cultura, pero también de
VIS la pobreza en la zona de Tirúa, después estuve en la zona de
TA Puerto Saavedra, Puerto Domínguez, la cantidad de circulante era
mínimo, fuerte dependencia de subsidios estatales, de pensione,
pensiones sociales para los hijos, en fin, y viviendo en condiciones
muy precarias. Por lo tanto por eso entiendo perfectamente cuando
Pablo habla de programas que enfrenten la pobreza que es un
tema así como tierra, pobreza, cultura, lengua, en fin. Es un conjunto
diverso de problemas que tiene que enfrentar una estrategia
de autonomía. Insisto, eso supone fuertes luchas con el estado
chileno y al mismo tiempo un fuerte proceso, como digo, de
conformación como pueblo, que es parte de esta misma historia.

* * *

Sin duda que un ejercicio analítico-dialógico como el precedente activa el


debate; eclosionan las interrogantes y se articula la mesa para discutir y
ampliar las fronteras de lo que se sabe “sobre los mapuche” y en general
sobre los pueblos originarios. Un desafío que se torna necesario asumir hoy
en día, tiempo en que el estado chileno y la multigremial de la Araucanía
mantienen en prisión a comuneros y machi “sin pruebas ni evidencias”, bajo
la aplicación de la ley antiterrorista promulgada en dictadura, y con varios
jóvenes mapuche muertos por bala policial en la impunidad.

Nueva imperial, diciembre de 2016

210 Historia en Movimiento Año IV · Número 4 · 2017


LEONORA REYES JEDLICKI

La escuela en nuestras manos. Las


experiencias educativas de la Asociación
General de Profesores y la Federación
Obrera de Chile (1921-1932)
Serie Atizar, Editorial Quimantú, 2014, 278 páginas

Por Cristian David Olivares Gatica1

Dentro de un contexto de movilizaciones, debates


y discusiones en torno al sistema escolar chileno, es
curioso que gran parte de las dirigencias y vocerías de
diversos sectores sociales, al momento de justificar sus
planteamientos desde los movimientos –por ejemplo,
las vinculadas a la autogestión o control comunitario
del sistema escolar, o las que se relacionan con que el
profesorado asuma un rol protagónico en su espacio
de trabajo–, solo muy pocas veces hagan referencias a
experiencias educativas populares del pasado, llevando
en ocasiones a creer que este tipo de propuestas
puedan no ser realizables, o que las experiencias que en la actualidad
existen –como Escuelas Públicas Comunitarias, Escuelas Libres,
jardines autogestionados, diversos espacios de nivelación de estudios
que nacen desde las propias necesidades de los territorios y las
organizaciones, entre otras– son completamente novedosas o fuera
de un proceso o proyecto histórico popular mayor. Sin embargo, cabe
preguntarnos hasta qué punto esto es así ¿será que nunca antes como
grupos subalternos, hemos levantado planteamientos, propuestas y
experiencias educativas propias? ¿O será que sí, pero no las hemos
buscado o hay corrientes que no las han querido mostrar?
Pues bien, he aquí una de las grandes relevancias del trabajo
investigativo desarrollado por la educadora e historiadora social Leonora
Reyes Jedlicki, presentado por la Editorial Quimantú en su Serie Atizar
vinculada a la Historia Social de la Educación, pues da cuenta de los
planteamientos, acciones, propuestas y experiencias educativas de
dos organizaciones vinculadas a los sectores populares –la Federación

1 Educador popular de la Escuela Pública Comunitaria de Jóvenes y Adultos de Barrio Franklin,


integrante del Colectivo Diatriba y del Colectivo de Geografía Crítica Gladys Armijo, docente
del Departamento de Educación Básica de la Universidad Metropolitana de Ciencias de la
Educación (UMCE) y profesor de historia, geografía y educación cívica egresado de la misma
universidad. Correo electrónico: cristian.olivares.gatica@gmail.com

Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 211
Comentarios de libros

Obrera de Chile (FOCH) y la Asociación General de Profesores (AGP),


ésta última, compuesto en su mayoría por docentes normalistas–,
además de las consecuencias y evaluaciones que realizaron en torno a
ello entre 1921 y 1932, periodo en el que a contra pelo de la instalación
del Estado Docente con la Ley de Instrucción Obligatoria (1920), tanto
la FOCH como la AGP, no solo profundizaron en sus planteamientos
educativos y críticas al sistema impuesto desde arriba, o dicho de otra
manera, instalado por los sectores hegemónicos o dominantes dentro
de la estructura sociopolítica, sino que además contribuyeron a generar
un movimiento tan grande que, vinculado a otros procesos –como el
alza del movimiento obrero o las crisis económicas por ejemplo, entre
otros–, llegaron a remecer al país, siendo por ello reprimidos por los
grupos gobernantes de entonces.
De esta manera, considerando la introducción del libro, se podría
establecer que la autora realiza un trabajo investigativo que tensiona
a las visiones historiográficas más tradicionales que han llegado a
establecer la existencia de un consenso social en torno al sistema
escolar; que solo el Estado y los grupos económicos y políticos
gobernantes han realizado acciones para resolver las problemáticas
que ha generado; y por consiguiente, que los sectores populares
no hemos sido sujetos políticos, nunca hemos construido nuestros
propios procesos educativos vinculados a la construcción de una
sociedad distinta, y que a razón de todo ello, en la actualidad solo nos
queda esperar las reformas que vengan desde la institucionalidad, en
vez de ejercer directamente nuestra soberanía educativa popular.
Así entonces, el primer capítulo de este libro, comienza con una
panorámica sobre los pactos educacionales que las élites realizaron
desde inicios de la república y que llevaron a la constitución del Estado
Docente que, por supuesto, vino a ser una respuesta por parte de los
grupos gobernantes a la crisis escolar que se vivía durante el periodo
de la llamada “cuestión social”, hacia los años 20’ del siglo pasado.
Aquí una segunda relevancia del trabajo de Leonora, y es que
desmiente el hecho de que siempre haya existido un consenso
en torno a la imposición del Estado Docente, pues si bien en un
comienzo hubo una aceptación general, al poco andar la postura de
los movimientos populares de entonces fue estar precisamente en
contra de él. Esclarecedora en este sentido, es la carta de Gabriela
Mistral que, como educadora de la época, le escribió a Julio Barcos
a fines de 1927, la cual da cuenta tanto del sentimiento de la época,
como de su gran capacidad proyectiva en torno a lo que más adelante
ocurriría, y a la necesidad de asumir la disputa territorial de los espacios
escolares desde los sectores populares, con un claro proyecto político
y de sociedad:

212 Historia en Movimiento Año IV · Número 4 · 2017


(Como a Ud.) me parece a mí calamidad el Estado docente,
especie de trust para la manufactura unánime de las
conciencias. Algún día los gobiernos no harán sino dar
recursos a las instituciones y los particulares que prueben
abundantemente su eficacia en la educación de los grupos.
Pero Ud. Odia la escuela católica, y ella dentro de esta
norma nueva deberá tener el mismo derecho del grupo
socialista o del judío a enseñar bajo su doctrina. La escuela
neutra no existe, mi amigo, y lo que así llaman los ladinos
es una criatura confesional como cualquiera. […] El mal
menor, el respiro de esta asfixia del Estado docente, está
en el acrecentamiento de la iniciativa particular. El Estado
sigue siendo y será siendo y será siempre Napoléon que
movilizará las pobres almas de los niños para afianzar
el imperio. […] Disminuyámosle campo, recamémosle
la mitad del dinero de las contribuciones para levantar
escuelas libres; escuelas con ideales, mi amigo, con el
suyo una, con el mío otra, organismos netos con rumbo
confesado, socialista o capitalista, sin caretas.2

Una vez señalado ello, Leonora comienza con mostrarnos lo que


fue el desarrollo de la AGP, sus propuestas, fundamentos teóricos y
planteamientos, su participación en la Asamblea Constituyente de
Trabajadores e Intelectuales de 1925 y el pacto realizado con el primer
gobierno de Ibáñez en Diciembre de 1927 con el Decreto 7.500, a
través del cual realizaron la primera gran reforma al sistema escolar, la
cual tuvo un fuerte rasgo comunitario, y que posteriormente, a menos
de un año, por las consecuencias que empezó a generar, fue reprimido
por el mismo Ibáñez.
Un tercer elemento a destacar en su trabajo, es que la autora hace
una gran caracterización sobre el sujeto docente de la época, pues
parte contextualizando al profesorado primario o normalista de
aquel entonces, partiendo por dar a conocer su fuerte arraigo popular
y cercanía con la difícil realidad de los sectores subalternos de la
sociedad, y posteriormente describiéndolo en cuanto a sujeto político
como parte del movimiento y la AGP, rescatando con todo ello, una
parte importante de la historia del profesorado en Chile.
Ya en su segundo capítulo, realiza un trabajo similar, pero en torno
al desarrollo, planteamientos, propuestas y experiencias educativas
de la FOCH, comenzando con hacer una profunda contextualización
en torno a la educación que se desarrollaba hacia los sectores

2 Reyes, Leonora, La escuela en nuestras manos. Las experiencias educativas de la Asoci-


ación General de Profesores y la Federación Obrera de Chile (1921-1932), Serie Atizar, Editorial
Quimantú, Santiago, 2014, p. 68.

Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 213
Comentarios de libros

populares desde los grupos liberales y católicos; lo que pensaban las


organizaciones obreras en torno al Estado Docente; el pensamiento
pedagógico crítico de la época y las respuestas educativas que el
movimiento obrero llevaba a la práctica, hasta el ocaso del mismo.
En este aspecto, un cuarto elemento a destacar de su trabajo, es que
Leonora profundiza en una temática muy poco abordada en esta
línea historiográfica, y son las Escuelas Racionalistas levantadas por
el movimiento obrero, aunque en este caso particular, adentrando
particularmente en las Escuelas Racionalistas de Peñaflor y de Puente
Alto vinculadas a la FOCH, dando a conocer tales experiencias desde
sus elementos cotidianos, como por ejemplo, los contenidos que
trabajaban o las formas que tenían para evaluar los aprendizajes, entre
otros aspectos.
Un quinto elemento a destacar en el desarrollo de su trabajo, es que
dentro del mismo va dando a conocer cómo ambas organizaciones
vinculan sus experiencias, planteamientos y propuestas educativas en
la Asamblea Constituyente de Trabajadores e Intelectuales de 1925, lo
que llevaron a la creación de la primera definición de educación pública
elaborada desde los sectores populares en cuanto movimiento:

La finalidad de la enseñanza es capacitar al hombre


para bastarse a sí mismo económicamente y darle una
cultura desinteresada que lo dignifique y lo haga amar y
comprender la verdad, el bien y la belleza. El Estado debe
proporcionar los fondos para la enseñanza pública, que debe
ser gratuita desde la escuela primaria hasta la Universidad.
A los consejos de maestros, padres y estudiantes
corresponden la plena dirección de la enseñanza3. La única
intervención del Estado en la enseñanza pública debe ser la
de proporcionarle los fondos para que esta realice sus fines
propios y la de ejercer el control de la capacidad técnica de
los educadores, respetando en forma absoluta la libertad
de cátedra y el espíritu del magisterio.4

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Cabe señalar que la invisibilización de las mujeres en este párrafo, es a causa de lo mascu-
linizado del lenguaje dentro del contexto de la época en que se escribió –que si hoy en día ello
aún permanece, en aquellos años mucho menos se cuestionaba–, y no por la ausencia de ellas
en los procesos de discusión, en el movimiento obrero y docente, o en las escuelas ya sea como
estudiantes o maestras, como el mismo texto y otras investigaciones así lo evidencian, pues su
participación existió y tuvo una relevancia significativa en cuanto a movimiento, por lo tanto,
buscando reinterpretar lo que se quiso expresar en este párrafo a los ojos de hoy y para dar
mayor comprensión a lo que continúa en este texto, es que planteaban una educación pública
donde como comunidad educativa –tanto mujeres como hombres, ya sean docentes, familias
o estudiantes– se autoadjudican la plena dirección de la enseñanza.
4 Ibídem, p. 127.

214 Historia en Movimiento Año IV · Número 4 · 2017


Tal y como se ha señalado en otras investigaciones, en esta definición de
lo que quienes participaron en la Asamblea Constituyente entendieron
por educación pública, principalmente la FOCH y la AGP, al relegar al
Estado de su función educativa, dándole un lugar específico y limitado
dentro del nuevo sistema escolar –solo financiarlo–, y al adjudicarse
a ellas y ellos mismos como comunidad educativa la capacidad de
tener la plena dirección de su propia enseñanza, evidencia claramente
la crítica a los planteamientos del Estado Docente al diputarle quien
debiera decidir sobre los procesos educativos a desarrollarse en las
escuelas, es decir, da cuenta del deseo de tener las escuelas en sus
manos para decidir su propia educación, o dicho de otra manera,
de territorializar el espacio escolar para autoeducarse, todo lo cual
es producto de sus experiencias tanto como docentes en el ejercicio
dentro del sistema escolar impuesto, como obreros/as al levantar sus
propias escuelas y otros espacios educativos, y que en ese momento,
querían hacer ley a modo de construir los elementos estructurales que
le permitiesen a estas experiencias locales fortalecerse, expandirse y
más adelante diversificarse5.
Posteriormente, en cada capítulo, la autora nos muestra el ocaso de
ambas experiencias, sus razones y evaluaciones, lo cual, en conjunto
con el conocer sus planteamientos, propuestas y experiencias
educativas, nos permite evidenciar la existencia de acciones políticas
que se ejercen desde abajo a través de la soberanía educativa popular,
y que se ve confrontada con lo impuesto desde arriba por las clases
gobernantes, lo cual es fundamental para hoy en día ya no solo tener
un soporte histórico desde el cual sostener nuestros planteamientos
como señalábamos al inicio de este escrito, sino que además para
poder profundizar en nuestras discusiones, debates, propuestas y
experiencias educativas en la actualidad.
Al finalizar su texto, la autora se centra en que si bien hubo una
multiplicidad de experiencias educativas, sobre todo las desarrolladas
por la FOCH, donde dentro de ella, pre-1926, convivieron múltiples
corrientes, señala que una de los aportes que buscó desarrollar en esta
oportunidad fue el contribuir al debate sobre la identidad y politización
de los movimientos sociales en Chile, dándole mucha preponderancia
a la construcción identitaria que en este periodo se desarrolló, sobre
todo en la relación entre saber y educación, explicitando que más
que intentar reformar la escuela estatal, lo que hicieron fue el intentar

5 Para profundizar en este punto, se recomienda la investigación a la que se hizo referencia al


comienzo de este párrafo: Olivares Gatica, Cristian. “La territorialización del espacio escolar por
parte de los movimientos sociales chilenos durante el siglo XX: La experiencia de la ‘Escuela
Consolidada N°1 de Experimentación de Santiago’ ubicada en la población Miguel Dávila
Carson (1953 – 1973)”. Tesis (Profesor de Historia, Geografía y Educación Cívico). Proyecto MYS
I/20/2013, aprobado y financiado por la Dirección de Investigación de la Universidad Metropoli-
tana de Ciencias de la Educación. Santiago, Chile, Universidad Metropolitana de Ciencias de la
Educación (UMCE), Facultad de Historia, Geografía y Letras, 2015. Capítulo 4.

Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 215
Comentarios de libros

construir una alternativa que intentara sustituirla, trabajando la idea de


que “desde lo pequeño se puede no solo pensar políticamente, sino
también llevar a la práctica la sociedad anhelada”.6
En este sentido, y en forma de apreciación personal de quien escribe,
se considera que un último elemento a destacar en esta oportunidad,
entre otros tantos, es la capacidad de la autora de convertir su libro en
una herramienta para los movimientos en la actualidad, en cuanto da
a conocer el contexto frente al que las organizaciones se enfrentaron,
sus razones por tomar ciertas decisiones, las reflexiones
educativas que desarrollaban y las evaluaciones que hicieron
de sus propias experiencias, además de su propia contribución
histórica como investigadora en cuanto a las formas de
construcción de alternativas desde los movimientos, siendo
todo ello, elementos que no solo contribuyen en el desarrollo
de la Nueva Historia Social de la Educación, sino que además
nos ayuda a reconocernos como parte de casi un siglo de lucha
por autoeducarnos, abriéndonos paso a nuevos y más caminos
por descubrir.

6 Ibídem, p. 243.

216 Historia en Movimiento Año IV · Número 4 · 2017


MARCO ÁLVAREZ VERGARA

La constituyente revolucionaria. Historia


de la fundación del MIR chileno
LOM Ediciones, Santiago, 2015, 169 páginas

Por Jaime Navarrete Vergara7

La publicación de Marco Álvarez Vergara, miembro


del Área de Archivo y Memoria de la Fundación
Miguel Enríquez, constituye una obra novedosa,
pues revela algunos documentos inéditos del
Movimiento de Izquierda Revolucionaria (en
adelante, MIR), en particular los referidos a
su estrategia insurreccional. En efecto, dicha
obra aportaría información hasta entonces
desconocida sobre aspectos que configurarían
el ideario y práctica política del MIR chileno entre
1965-1970, poniendo especial atención a lo que
el autor denomina el “MIR originario” (1965-
1967), esto es, al período que transcurre entre su
congreso constituyente (agosto de 1965) hasta la
realización –y consecuentes resoluciones– del III
Congreso Nacional (diciembre de 1967), y también
al plan de lucha armada. En ese contexto, Álvarez
realiza su análisis de los primeros años del MIR
apoyándose en una documentación nueva (“La conquista del poder
por la vía insurreccional”, la correspondencia entre Miguel Enríquez
y las autoridades del régimen cubano, entre otras), que logra poner
en diálogo con algunos testimonios orales, trayendo a colación una
serie de antecedentes y hechos hasta ahora poco abordados por los
investigadores de la izquierda chilena. Así, pues, La constituyente
revolucionaria sería el resultado de una investigación privilegiada (por
el acceso a documentos privados), permitiéndole al autor matizar
algunas interpretaciones sobre el MIR chileno del período 1965-
1967. Por todo ello, dicha publicación permitiría situar el estado de la
cuestión historiográfica en un nivel netamente superior.
Los primeros capítulos del libro (I y II) no entregan mayores antecedentes
sobre el contexto y la configuración histórica del MIR chileno. Sin
embargo, le sirven al autor como “punto de arranque” analítico para
situar a la organización en un contexto internacional y nacional que

7 Licenciado en Historia. Magíster © en Historia, Universidad de Chile. jaime.navarrete.vergara@


gmail.com

Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 217
Comentarios de libros

tuvo impactos importantes en su configuración orgánica. En ese


contexto, Álvarez aborda la “larga década del sesenta” a partir de los
siguientes factores, a saber: a) la izquierdización del escenario político
chileno; b) el impacto del proceso revolucionario cubano en América
Latina después de 1959; y c) la crisis de la izquierda tradicional (PS-
PC) a partir de la derrota electoral de 1964. Asimismo, el autor enfatiza
en una óptica que ya han venido desarrollando otras investigaciones
históricas sobre la formación del MIR: que su constitución es “el
resultado de un largo proceso de acumulación de experiencias en el
seno de las izquierdas chilenas”. En ese mismo escenario, analiza
las disidencias comunistas, los fraccionamientos de los socialistas, la
cultura trotskista, el sindicalismo revolucionario de Clotario Blest, la
experiencia política de la Vanguardia Revolucionaria Marxista (VRM)
y el Partido Socialista Popular (PSP) –éstas dos últimas agrupaciones
poco estudiadas por la historiografía chilena–, para explicar la
convergencia paulatina de los “micro-partidos” hasta llegar a “La
Constituyente” del 14 y 15 de agosto de 1965. No obstante la ausencia
de antecedentes históricos más relevantes, queda de manifiesto el
profundo conocimiento del autor sobre las pequeñas organizaciones
de la izquierda radical que, debido a su corto tiempo de existencia,
han tenido poca cabida en los análisis históricos sobre la ‘izquierda
revolucionaria’ de los años cincuenta y sesenta: el Partido Obrero
Revolucionario (POR), el Partido Revolucionario Trotskista (PRT), la
VRM-Vanguardia, Espartaco (de tendencia maoísta), el Movimiento
Comunista Revolucionario (MCR), el Movimiento 2 de Abril (M2A),
entre otras. Con todo, una larga tradición política revolucionaria junto
a elementos de abierta ruptura ideológica con la izquierda tradicional
se fundirán en la llamada “constituyente revolucionaria”, originando
una organización de nuevo tipo en Chile.
El capítulo III del libro sólo entrega información cuantitativa del
proceso constituyente y vuelve a describir otros hechos que se repiten
en obras anteriores. Allí se enumeran los delegados (93) que asistieron
al encuentro; las zonas y/o ciudades a las que representaban dichos
delegados (Puerto Montt, Los Ángeles, Concepción, Linares, Talca,
O’Higgins, Santiago, Puente Alto y Valparaíso); el lugar del Congreso
(Federación del Cuero y Calzado); las organizaciones e independientes
que llegaron a la cita (VRM, PSP, PSR, individualidades afiliadas a
la CUT), entre otros antecedentes menores. También se señalan los
nombres de los miembros que integraron las dos instancias máximas
de la estructura orgánica del MIR: el Comité Central y el Secretariado
Nacional. Respecto del primero, se mencionan a sus 15 integrantes:
Enrique Sepúlveda, Clotario Blest, Miguel Enríquez, Humberto
Valenzuela, Luis Vitale, Martín Salas, Óscar Waiss, Bautista van
Schouwen, Dantón Chelén, Gabriel Smirnow, Jorge Cereceda, Edgardo
Condeza, Reinaldo Muñoz, Mario Lobos y Sergio Guajardo. Y sobre

218 Historia en Movimiento Año IV · Número 4 · 2017


el Secretariado Nacional se nombran a: Enrique Sepúlveda, Gabriel
Smirnow, Óscar Waiss, Dantón Chelén y Humberto Valenzuela. A
partir de una “radiografía política” de los miembros que coparon estas
instancias, el autor constata la diversidad de las trayectorias militantes
que se fusionaron en el MIR fundacional, revelando los distintos
orígenes que convergieron en dicho congreso. Todo ello explica la
“heterogeneidad política” que primó en el MIR hasta, por lo menos,
1967 (no obstante que su matriz ideológica común siempre fue el
marxismo-leninismo). Por último, se hace una alusión a la “Declaración
de Principios”, al “Programa del MIR”, a la ‘tesis insurreccional’ titulada
“La conquista del poder por la vía insurreccional” (documento hasta
entonces perdido de la organización), a la elección de los colores de la
bandera (rojo y negro) y a la preferencia de El Rebelde como órgano
oficial del MIR. En realidad, no se revela ningún análisis importante
sobre estos antecedentes, sino una mera descripción de datos
secundarios y episódicos. Más importante aún: llama la atención la
ausencia de diálogo con otras investigaciones recientes de importancia
capital para la comprensión del MIR. Por ejemplo, el libro de Eugenia
Palieraki sobre el origen y desarrollo del MIR entre 1965-1970.

Con todo, se revela la importancia que tuvieron las divergencias


táctico-estratégicas al interior del MIR en materia de implementación
de las ‘tesis insurreccionales’. Se trata de la discusión sobre la
predominancia del “carácter geográfico de Chile” para plantear una
estrategia de lucha armada específica para el país (guerrilla rural,
guerrilla urbana). Como se sabe, Miguel Enríquez argumentó que Chile
era un país predominantemente rural, lo que le permitía plantear una
estrategia insurreccional circunscrita a dicha geografía, considerando el
‘potencial revolucionario’ de los campesinos y trabajadores agrícolas.
Esta postura entró en conflicto con las posiciones trotskistas que
privilegiaban una concepción urbana del país y el trabajo sindical junto
a los obreros industriales de las ciudades. Así, se desarrolló un debate
álgido sobre los modos que iba a adquirir la implementación de la
lucha armada en el país. Fue así como, entre 1965-1967, principalmente
Miguel Enríquez y Bautista van Schouwen, se valieron de importantes
datos geográficos de INDAP y otras instituciones vinculadas al medio
agrario para discutirlos al interior del partido, datos que se plasmaron
en las tesis insurreccionales de 1965 y 1967, con el propósito de definir
con claridad la estrategia insurreccional. Fue, por tanto, en esas ‘tesis’
que se señalaron las distintas etapas que iba a adoptar la preparación
de una guerrilla rural y urbana en Chile. De allí se desprende por qué
se impulsó con rapidez el trabajo campesino, principalmente en las
provincias de Arauco, Malleco y Cautín, que derivaría, primero, en
la creación del Comité Regional de Cautín (1968) y, segundo, en la
formación del Movimiento Campesino Revolucionario (MCR), frente

Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 219
Comentarios de libros

campesino que radicalizará el proceso de reforma agraria durante el


período de la Unidad Popular (1970-1973).
El capítulo IV plantea una interpretación nueva respecto a los primeros
años del MIR, puesto que el autor señala que el “MIR originario” –es
decir, el período de vida inicial de éste– no se habría caracterizado por
su “intrascendencia política y orgánica”, sino que tuvo el mérito de
afianzar la “unidad revolucionaria” entre la diversidad de trayectorias
militantes. Por ello, si bien se le reprocha el no haber realizado acciones
de impacto en el escenario político nacional, puede atribuírsele el haber
desarrollado “los equilibrios necesarios para mantener la convergencia
de la plataforma recién creada” . Asimismo, se señala una distinción
terminológica para explicar las divergencias iniciales entre dos
sectores: a) el “bloque heterogéneo de conducción”, y b) la “fracción
insurrecta”, las cuales serían una diferenciación semántica equivalente
a las categorías ya utilizadas por Carlos Sandoval (“sector tradicional,
sector no tradicional”) y Eugenia Palieraki (“vieja generación, joven
generación”) en sus investigaciones sobre el MIR chileno . Lo interesante
dice relación con la interpretación sobre el ascenso de Miguel Enríquez
y sus compañeros más cercanos a la Dirección Nacional (que coparon
tras el III Congreso Nacional en diciembre de 1967). El autor explica que
mientras que el sector trotskista –que ere hegemónico en la dirección–
siguió trabajando en el campo sindical, Miguel Enríquez, Bautista
van Schouwen, Luciano Cruz y Andrés Pascal, entre otros, habrían
construido un liderazgo político en el desarrollo del “trabajo de masas”
vinculado al mundo universitario (principalmente en la Universidad
de Concepción). De esta forma, la ‘juventud militante’ se habría ido
posicionando al interior del partido, hasta alcanzar una base de apoyo
que fue capital en el III Congreso Nacional. El malestar interno, que se
habría ido agudizando en 1966 producto de esta tendencia de ir de
“reunión en reunión, de congreso en congreso” –asociada a la práctica
de la dirección de Sepúlveda–, fue criticada de forma categórica por la
“fracción insurrecta”, que desde los tiempos en que operaba al interior
de la Juventud Socialista (JS), habría tenido una autonomía política
relativa respecto de la dirección. Así, pues, estos jóvenes “se dieron
cuenta de que los sectores que constituían el “bloque” [heterogéneo
de conducción] […] no estaban dispuestos a iniciar la lucha armada
en Chile” . Por ello, Enríquez habría orquestado toda una maniobra
política (constituyó bases estudiantiles con sus respectivos delegados
que llegaron a votar por él al III Congreso) para comandar el MIR
con posterioridad al dicho encuentro, desarrollándose una serie de
conflictos internos que terminarían por homogeneizar la organización.
El capítulo V se torna de mayor relevancia, puesto que deja de
manifiesto el cabal conocimiento del autor sobre la “política militar” del
MIR. Ello se debe, sin duda, al acceso privilegiado que tuvo el autor a los
documentos en los que se plasmaron las estrategias insurreccionales.

220 Historia en Movimiento Año IV · Número 4 · 2017


Es notable constatar que la idea de la lucha armada venía incubándose
desde hacía buen tiempo en la izquierda revolucionaria chilena. De
esta manera, se afirma que parte de los orígenes del impulso de la
violencia política estarían en la VRM, en particular al interior del “ERTE”
(Ejército Revolucionario de los Trabajadores y Estudiantes), un grupo
insurreccional que estaba siendo dirigido por antiguos integrantes del
PRT, y que lograron desarrollar algunos “entrenamientos militares”
precarios cerca de Santiago y Concepción. En “La conquista del
poder por la vía insurreccional” (tesis político-militar presentada
en el congreso constituyente), el MIR presentó un “marco teórico”
obre pensadores marxistas y estrategas militares, demostrando el
profundo conocimiento que tenía la “fracción insurrecta” sobre dichas
materias. La tesis repite algunas consideraciones y diagnósticos
que se hicieron sobre la situación nacional e internacional en otros
documentos públicos e internos. Por ello, lo más interesante de la
tesis político-militar de 1965 es la concepción “foquista guerrillera
rural” que se planteaba el MIR, esto es, la necesidad de levantar “focos
insurreccionales” fundamentalmente en el medio agrario con fuerte
relación hacia el mundo urbano. Se exponen, así, las etapas de la
lucha guerrillera: a) defensa estratégica, b) estabilidad estratégica, y c)
ofensiva estratégica, y se hace distinción entre el “iniciar la insurrección”
y la “insurrección armada a gran escala”, considerando, además, los
factores políticos, sociales y económicos; la consolidación del partido;
el trabajo político previo; y el apoyo de las masas populares, todas
condiciones necesarias para su implementación. Es interesante
anotar que el autor constata una incoherencia en la tesis, puesto
que ésta “exige” unas condicionantes subjetivas y/u objetivas que
serían imposibles de lograr en el corto y mediano plazo en que el MIR
se lo proponía. Esas exigencias se plasmaron en la tesis a partir de
una ‘corrección’ que hiciera el sector trotskista al ‘borrador original’,
retrasando el inicio de ‘acciones de violencia revolucionaria’ sobre el
escenario político nacional.
Se trata, en definitiva, de un libro que aporta información nueva,
plantea una interpretación particular de cómo fue que la “fracción
insurrecta” se apoderó del MIR, y un análisis interpretativo sobre la
estrategia insurreccional del período inicial del partido. Sin duda, se
trata del aspecto más interesante del libro. A diferencia de algunos
estudios que soslayan este aspecto , el autor demuestra que la
corriente guevarista tuvo una posición clara sobre estas materias.
Ello lo deja de manifiesto tanto la “La conquista del poder por la vía
insurreccional” como la ‘tesis del 67’, y permiten barrer con aquellas
interpretaciones que señalan la insuficiencia del pensamiento militar
de Miguel Enríquez y sus compañeros más cercanos. Por el contrario,
Álvarez demuestra que ellos argumentaron fundadamente su
concepción de la violencia política y revolucionaria en un período en

Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 221
Comentarios de libros

que la violencia y el ciclo álgido de las luchas de clases (1967-1973) se


vivieron con mayor intensidad, revelando su necesidad histórica en el
contexto del surgimiento de una “nueva izquierda” en América Latina
. En consecuencia, La constituyente revolucionaria es una contribución
bibliográfica importante para nuestra historiografía, lectura obligada
para quienes tratan el tema de los intentos de lucha armada en Chile, y
que –sin duda alguna– debiera enriquecer el debate sobre el papel que
le correspondió al MIR durante un proceso de transformación radical
de la sociedad chilena.

222 Historia en Movimiento Año IV · Número 4 · 2017


“Manifestación”, Antonio Berni, 1934
[CITAS DE PÁGINAS INTERMEDIAS]

[PÁGINA 14]
Luis Emilio Recabarren, “Eduquemos al niño”, en El Proletario, Tocopilla, 20 mayo de 1905. Citado en Eduardo Deves y Ximena
Cruzat (Compiladores), Luis Emilio Recabarren. Escritos de Prensa, 1898-1924, Santiago, Ariadna ediciones, 2015, p. 204. Versión
digital: http://www.luisemiliorecabarren.cl/files/recursos/escritos_prensa_don_reca.pdf
[PÁGINA 28]
Luis Vitale, “A 100 años de Chicago. El movimiento obrero latinoamericano”, Nueva Sociedad, n° 83, mayo-junio, 1986, pp. 54-
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[PÁGINA 44]
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[PÁGINA 55]
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http://www.memoriachilena.cl/archivos2/pdfs/MC0018289.pdf
[PÁGINA 93]
Pedro Lemebel, “Los mil nombres de María Camaleón”, en Loco afán. Crónicas de sidario, Editorial Anagrama, Barcelona, 2000,
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[PÁGINA 108]
Evo Morales, “MAS: 10 años de lucha y compromiso”, Bolivia, 27 de marzo de 2005. Discurso disponible en http://www.rebelion.
org/noticia.php?id=13698
[PÁGINA 125]
Subcomandante Insurgente Marcos, ¿De qué nos van a perdonar?, Chiapas, 18 de enero de 1994. Comunicado disponible en
http://palabra.ezln.org.mx/comunicados/1994/1994_01_18.htm
[PÁGINA 135]
Guillermo Bonfil Batalla, “El concepto de indio en América: una categoría de la situación colonial”, en Anales de Antropología,
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[PÁGINA 148]
Testimonio de Nicolasa Quintreman Calpan, dirigenta mapuche-pehuenche, comunidad Ralco-Lepoy, Alto Biobío. Disponible
en Tribuna del Bío Bío, 27 de diciembre de 2013. Versión digital
http://www.tribunadelbiobio.cl/portal/index.php?option=com_content&task=view&id=7977&Itemid=93
Antonio Correa
Carlos Plazas Díaz
Eduardo Garín Abarzúa
Eduardo Godoy Sepúlveda
Ivanna Margarucci
Gina Inostroza Retamal
J. Carlos Garrido
Lautaro Losino Demarchi
Natalia Villalba Reichert
Rafael Antonio Rodrigues
Tito Tricot
José Vega Ortega
Ramiro Rodríguez Lincoñir
Pedro Canales Tapia
Cristian Olivares Gatica
Jaime Navarrete Vergara

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