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ACCIÓN POLÍTICA
DESDE ABAJO
Expresiones de lucha de grupos
subalternos en América Latina
(ss. XX y XXI)
REVISTA
HISTORIA en MOVIMIENTO
Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de
grupos subalternos en América Latina (ss. XX y XXI)
AÑO IV | NÚMERO 4
PUBLICACIÓN ANUAL | OCTUBRE 2017
Concepción - CHILE
Inscripción Nº
ISSN 0719-5168
DIRECTOR-EDITOR
Cristian Suazo Albornoz
CONSEJO EDITORIAL
Eduardo Fierro Pezo
Yerko Aravena Constanzo
Gonzalo Soto Godoy
José Carvajal Arenas
Ramiro Rodríguez Lincoñir
COMITÉ CONSULTOR
Igor Goicovic Donoso
Pedro Canales Tapia
Sebastián Leiva Flores
Mario Valdés Vera
Pablo Alejandro Pozzi
Tito Tricot Novoa
CONTACTO
historiaenmovimientoconcepcion@gmail.com
DISEÑO Y DIAGRAMACIÓN
Leticia Zapata Galdames
leticiazapatag@gmail.com
IMPRESIÓN
Dimacofi
Noviembre, 2017
Santiago, Chile
INDICE
7 | PRESENTACIÓN
ARTÍCULOS
15 | El movimiento obrero frente a la educación Chile, 1898-1922
Antonio Correa
30 | Por unas condiciones dignas de trabajo, ¡Estalla la huelga en Acerías Paz
del Río! 1979, Boyacá, Colombia
Carlos Plazas Díaz
46 | Dos sacerdotes franceses en Población La Victoria: André Jarlan y Pierre
Dubois y la No-Violencia activa durante la dictadura militar (1983-1986)
Eduardo Garín Abarzúa
57 | El Centro de Estudios Sociales La Brecha y el internacionalismo ácrata en
el Norte Grande (Chile, 1922-1924)
Eduardo Godoy Sepúlveda | Ivanna Margarucci
70 | “Ser de izquierda”: Socialización política en la construcción de identidades
de izquierda de mujeres militantes del Gran Concepción en la década del 60’
Gina Inostroza Retamal
94 | Historias sobre un rosa amanecer. El movimiento homosexual y la transición
democrática en Chile, 1990-2000
J. Carlos Garrido
109 | El Movimiento Cocalero Boliviano: ¿Un Movimiento en el Poder? Reflexiones
en torno a la categoría de Movimientos Sociales
Lautaro Losino Demarchi
126 | “Salimos el primero de enero para hacernos escuchar”. El movimiento
zapatista en primera persona
Natalia Villalba Reichert
136 | Exterminio o Transformación ¡Matar o Morir! La antropología y el lugar del
indio en la nación mexicana posrevolucionaria
Rafael Antonio Rodrigues
149 | La contra-violencia política mapuche ante la violencia estatal chilena
Tito Tricot
ENSAYOS
166 | La miserable hoja seca arrebatada por el vendaval. Desilusión y resignación
en Los de Abajo, novela de la revolución mexicana, de Mariano Azuela.
José Vega Ortega
180 | Deuda histórica y falsificación. Una respuesta al trabajo de Leonardo León y
su interpretación liberal de la historia mapuche
Ramiro Rodríguez Lincoñir
ENTREVISTA
194 | “Las luchas del pueblo mapuche, sobre todo en los años ochenta, marcan un
hito funfamental”. Reflexiones y proposiciones del historiador Mario Garcés
Pedro Canales Tapia
COMENTARIOS DE LIBROS
210 | La escuela en nuestras manos (2014), Leonora Reyes Jedlicki
Cristian Olivares Gatica
216 | La constituyente revolucionaria. Historia de la fundación del MIR chileno
(2015), Marco Alvarez Vergara
Jaime Navarrete Vergara
PRESENTACiÓN
U na de las características fundamentales
de parte importante de la historiografía
nacional de mediados del siglo XX en
adelante, fue la clara vinculación de la labor del
historiador con las luchas y problemas sociales
más prolífico e importante ha sido Gabriel
Salazar, quien desde las páginas de la revista
Nueva Historia y junto a otros importantes
historiadores, inaugura una tradición que instala
una nueva interpretación de la historia social y
del pueblo chileno. Esta tradición de estudios política de Chile, y de paso da pie a una profunda
históricos –principalmente de cuño marxista en renovación de los postulados del marxismo
sus variados marcos de interpretación– estuvo expresados en la historiografía de lo social.
integrada por los trabajos de historiadores como Desde estas tradiciones se han desarrollado y
Julio César Jobet, Hernán Ramírez Necochea, promovido intensos y muy fecundos debates
Luis Vítale Cometa y Fernando Ortiz Letelier, acerca del rol de la historia en la sociedad y, más
los que se caracterizaron por manifestar un profundamente, acerca del rol que le compete
férreo compromiso con los afanes de cambio y al historiador en la producción de conocimiento
transformación social, tan propios de la segunda histórico y la función social de éste.
mitad del siglo XX chileno.
En este marco y fundamentalmente desde
Este compromiso se manifestó en la labor y obra grupos de estudiantes de historia y pedagogía
historiográfica y ensayística de los historiadores en historia de distintas universidades, en el Chile
antes mencionados, abarcando un gran número de mediados de los años noventa del pasado
de temáticas hasta esos momentos inexploradas siglo –un país inmerso en la postdictadura,
o no investigadas por la historiografía liberal, caracterizada por el sometimiento de la clase
conservadora o hispanista, muy importantes en política transicional al poder militar-empresarial–
la primera mitad del siglo XX. En este sentido surge la pregunta por la función de la historia y
la generación de historiadores de la llamada el rol de esta disciplina del conocimiento en la
historiografía marxista chilena, coexistió con sociedad. Sobre todo y a mayor abundamiento,
otras corrientes historiográficas e intelectuales en un país en que las grandes tensiones se
en relaciones de continuidad y ruptura, todas las manifestaban de manera velada y acalladas por
cuales dieron un importante valor al panorama los pactos de la recién inaugurada “transición
historiográfico chileno del siglo XX1. a la democracia” y muchas preguntas de
carácter social y político quedaban en el aire
o sin respuesta alguna, más que la funcional
No obstante, digamos que la escuela a los consensos imperantes. Estas preguntas
marxista clásica de la historiografía nacional y profundos cuestionamientos se hacían más
fue continuada, tras el oprobioso Golpe de urgentes sobre todo para quienes estudiaban/
Estado de 1973, por los trabajos de un grupo estudiábamos historia, ante la evidencia que
de historiadores en el exilio de los cuales el esas tensiones propias de la Transición estaban
desalojadas de las clases de la disciplina y
1 Existe una abundante obra articular y ensayística sobre la de la preparación de los futuros pedagogos
historiografía chilena contemporánea. Recomendamos el
reciente trabajo de Julio Pinto Vallejos La historiografía chil-
encargados de su enseñanza en las escuelas y
ena del siglo XX. Cien años de propuestas y combates. Texto liceos del país. Se sospechaba y desconfiaba de
originalmente editado en México el año 2006 y reeditado en los discursos de una academia historiográfica
Chile por LOM.
Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 9
chileno, con vanas sistematizaciones de relatos de historia Eduardo Marco Garín Abarzúa:
autobiográficos o historias de vida que no Dos sacerdotes franceses en Población La
superan lo anecdótico o coloquial. Victoria: André Jarlan y Pierre Dubois y la No-
Violencia activa durante la dictadura militar
(1983-1986), el autor nos llevan al periodo
Desde estas coordenadas levemente descritas donde las contradicciones socioeconómicas y
cobra mucha relevancia la revista que hoy políticas del régimen militar en Chile detonaron
presentamos y los trabajos que la componen. violentas protestas de los pobladores buscando
Historia en Movimiento, como artefacto poner fin a la dictadura militar. Por otro lado
intelectual que sistematiza el trabajo de jóvenes encontramos la perspectiva de género en el
historiadores, representa una toma de posición trabajo de la profesora Gina Inostroza, titulado
político-historiográfica, configurando lo que “Ser de Izquierda”: socialización política en la
el historiador catalán Josep Fontana define, construcción de identidades de izquierda de
aludiendo a la historia, como un ejercicio de mujeres militantes del Gran Concepción en
“análisis del pasado y proyecto social”4. Esto sin la década del 60’. En el mismo campo de la
duda otorga un valor central a este esfuerzo de historia reciente podremos leer el texto Historias
publicación, ya que reivindica las líneas centrales sobre un rosa amanecer. El movimiento
de la labor historiográfica contemporánea, homosexual y la transición democrática en
en su matriz societal, política y cultural, Chile, 1990-2000 del licenciado en historia Juan
constituyéndose en historia viva al servicio de Carlos Garrido.
la formación política y ciudadana de las futuras
generaciones. En este marco la Revista debiera
constituirse en un referente para la enseñanza y Encontraremos también en estas páginas un
difusión de la historia reciente de Chile y, como interesante texto de reflexión teórica titulado: El
veremos, de aspectos importantes de la historia Movimiento Cocalero Boliviano: ¿Un Movimiento
de América Latina. en el Poder? Reflexiones en torno a la categoría
de Movimientos Sociales, de Lautaro Losino
Demarchi, estudiante avanzado en la Carrera
A modo de ejemplo diremos que este número de Profesorado y Licenciatura en Historia de la
de la Revista reúne una colección de artículos Universidad Nacional del Comahue, Argentina.
que van desde la historia política y social de Lo mismo, en perspectiva latinoamericana, el
los siglos XIX y XX, tal es el caso del trabajo El texto titulado Por unas condiciones dignas de
Centro de Estudios Sociales La Brecha y el trabajo, ¡estalla la huelga en Acerías Paz del
internacionalismo ácrata en el Norte Grande Río! 1979, Boyacá, Colombia, del licenciado
(Chile, 1922-1924), escrito por los profesores de en ciencias sociales Carlos Andrés Plazas Díaz
historia Eduardo Godoy Sepúlveda e Ivanna de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de
Margarucci. En estos mismos marcos temporales Colombia.
se instala el estudio El movimiento obrero frente
a la educación: Chile, 1898-1922 del historiador
de la Universidad de Chile Antonio Correa. El En el área de la historia indígena encontramos
escrito de Correa nos muestra la constante los trabajos titulados “Salimos el primero de
tensión entre las nacientes políticas estatales enero para hacernos escuchar”. El movimiento
de educación y las ideas educativas expresadas zapatista en primera persona, de la profesora
por el movimiento obrero de cuño anarquista y de historia argentina Natalia Villalba Reichert;
socialista en los principios del siglo XX. Exterminio o Transformación ¡Matar o Morir! La
antropología y el lugar del indio en la nación
mexicana posrevolucionaria de Rafael Antonio
En los marcos de la denominada Historia Rodrigues quien es profesor de historia y lenguas
Reciente el trabajo presentado por el profesor extranjeras de la Universidad de Brasilia. Para el
caso chileno y en la temática de las relaciones
4 Fontana, Josep, Historia. Análisis del pasado y proyecto estado y mundo indígena mapuche se presenta
social, Editorial Crítica, Barcelona, 1982.
Este número ha incorporado una muy Finalmente, junto con felicitar y saludar esta
interesante entrevista al destacado historiador iniciativa editorial, manifiesto con mucho énfasis
y educador Mario Garcés Duran, realizada por los desafíos para quienes se aventuraron y
el profesor Pedro Canales, que representa materializaron este proyecto, principalmente el
un importante aporte a la revista dado la darle continuidad y difusión tanto para el público
experiencia y aporte del historiador a los especializado como para la enseñanza de la
procesos de educación popular y las luchas disciplina, ante lo cual es necesario presentar y
sociales desde loa años 80, teniendo especial generar alianzas estratégicas con profesores y
relevancia en los procesos de educación popular docentes del sistema escolar, contribuyendo de
desarrollados en muchos lugares del país. En ese modo a democratizar y ampliar el acceso
esta entrevista Mario Garcés se refiere, entre al conocimiento de nuevos temas y sujetos
otras materias, a su acercamiento a la historia históricos, dando vida real a los usos de una
mapuche y reconoce la deuda que tiene la historia y unas ciencias sociales de nuevo cuño,
historiografía y el mundo social chileno con este que, desde la militancia de lo social, sea un apoyo
pueblo y sus luchas históricas. a las transformaciones que el país reclama.
Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 11
ARTÍCULOS
“van
No son las generaciones de hoy las que
a libertar y redimir al proletariado
esclavo de veinte siglos; son las nuevas
generaciones y a esas hay que educarlas con profunda
convicción en la bondad de la ciencia y de las ideas de
libertad, de justicia, de fraternidad, de arte y poesía.
Abramos para nuestros hijos los horizontes de la poesía, de
la luz, de las artes, de la moral, del amor.
Eduquemos los niños.
”
Luis Emilio Recabarren
EL MOVIMIENTO OBRERO
FRENTE A LA EDUCACIÓN
CHILE, 1898-1922
Antonio Correa1
5 Grez Toso, Sergio, Los anarquistas y el movimiento obrero. La alborada de “la idea” en Chile, 1893-1915, LOM Ediciones,
Santiago, 2007, p. 14.
6 Núñez, Iván, Educación popular y movimiento obrero: un estudio histórico, PIIE, Santiago, abril 1982, pp. 15-16.
7 Varas, Augusto, “Ideal socialista y teoría marxista en Chile: Recabarren y el Komintern”, en Varas, Augusto, Alfredo Riquelme,
Marcelo Casals (editores), Partido Comunista en Chile. Una historia presente, Catalonia, Santiago, 2010, p. 53.
Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 17
el trabajo de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (FECH) por fomentar la
educación popular, entre otras iniciativas.
Como hemos propuesto en otros trabajos8 el movimiento obrero conservó la esencia de la
“regeneración del pueblo”, proclamada por las primeras asociaciones de artesanos al promediar
el siglo XIX, la autogestión en sus principios rectores: educación, moral y bienestar. Entendido
como una política primordial de las organizaciones obreras por implementar programas de
educación para sus miembros gestionados por los mismos trabajadores.
Aunque resulta evidente que hacia el cambio de siglo el discurso del movimiento obrero
experimenta una marcada evolución hacia la demanda política junto con un giro progresivo
cada vez más orientado a la búsqueda de un proyecto social alternativo basado en la
conciencia explícita de clase, la triada “educación-moral-bienestar” pareciera seguir siendo
el eje reivindicativo por excelencia, a pesar de encontrarse inserto en un discurso que aspira a
transformaciones sociales y políticas profundas.
El presente artículo pretende esbozar la posición del movimiento obrero frente a la educación
identificando su diagnóstico, su crítica y su proposición. El análisis se centra en las posturas
anarquistas y socialistas –destacando en esta última el pensamiento de su líder Luis Emilio
Recabarren– por ser las principales vertientes ideológicas y organizativas en que se expresó el
mundo obrero organizado durante las primeras décadas del nuevo siglo.
En los años del cambio de siglo la necesidad de una educación verdaderamente popular nacida
y sostenida al interior del movimiento obrero fue tomando mayor relevancia en los discursos
de sus principales corrientes, conforme se configuraba un proyecto político y social propio, cuya
identidad descansaba en buena medida en su antagonismo frente a los sectores dominantes y,
en el caso que nos ocupa, en el rechazo a sus proyectos educacionales. Si algo había aprendido
el movimiento popular a principios del siglo XX, como herencia de más de cincuenta años de
asociatividad obrera, era la autoeducación, es decir, lo opuesto al estatismo educacional.9
Lo que resulta interesante es que para el movimiento obrero además de la instrucción
propiamente formal (la escolaridad) la educación también debía perseguir otros objetivos
que respondían a aspiraciones propias de la clase obrera y a los nuevos fines políticos que
demandaba la adopción de una posición ideológica más radicalizada, como el progreso moral,
la intelectualización de los trabajadores y, no menos importante, la propaganda política. Podría
proponerse, entonces, que en la concreción de estos objetivos el movimiento obrero entendió
la tarea educativa como un proyecto amplio de ilustración obrera con fines de redención social,
que debía abordarse desde distintos frentes tales como, la escuela, la prensa, la conferencia,
la representación teatral, etc., ocupando así los espacios clásicos de sociabilidad popular que
venían fomentando las organizaciones mutualistas desde mediados del siglo XIX.
8 Ver: Serrano, Sol (Editora), Historia de la Educación en Chile (1810-2010), Cap. IX: La idea de educación en el movimiento
obrero. Santiago, Taurus, 2012.
9 Salazar, Gabriel, Del poder constituyente de asalariados e intelectuales (Chile, siglos XIX y XX), LOM Ediciones, Santiago,
2009, p. 54.
Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 19
Aunque no contamos con muchas noticias sobre el nivel de educación de los dirigentes del
movimiento obrero, puede inferirse que éste muchas veces era elevado, a pesar que no siempre
fuera producto de una instrucción formal. Prueba de ello son las conferencias, escritos y lecturas
que se preocupaban en producir y difundir entre los trabajadores, Luis Emilio Recabarren y Alejandro
Escobar, Julio Rebosio, Armando Triviño y otros emblemáticos líderes del socialismo y el anarquismo.
Para las organizaciones anarquistas la prensa constituía un faro de ilustración. Común era la
organización de bibliotecas populares sostenidas por los mismos periódicos. Así, por ejemplo, la
publicación capitalina El Productor, mantuvo una biblioteca cuya convocatoria estaba abierta a
“los compañeros y amigos que quieran leer”, para cuyo éxito solicitaba a “todos los amantes de
la verdadera instrucción del proletariado, la donación de libros”.14 El fomento de la lectura en la
clase obrera constituía otra de las cruzadas emprendida por la prensa anarquista. Con frecuencia
sus periódicos incentivaban la lectura dándole a esta actividad un carácter emancipador.
“Adquirir compañeros el hábito de leer, e imaginad que por cada página que deis vuelta en un
libro despedazáis un eslabón de esa cadena intangible pero cruel que os ata en la esclavitud de
esta época…”, clamaba La Batalla, una de las más importantes publicaciones anarquistas, en
uno de sus continuos llamados a estimular el hábito de la lectura entre la clase obrera.15
Una concepción similar de la lectura como medio de liberación la encontramos en el llamado
que hace el connotado dirigente y redactor ácrata Armando Triviño, preso en la Cárcel de San
Felipe en 1914, fomentando la lectura entre sus compañeros reos ya que ésta
La lectura, además, daría a los presidiarios, “víctimas del actual régimen”, el conocimiento de
sus “derechos pisoteados y –concluye el autor– sabrán comprender, que nuestra existencia no
es la vida que nos ha dado la naturaleza.”16
Los Ateneos y Centro de Estudios Sociales eran organizaciones multifuncionales que cumplían
los objetivos de formación política, educación popular y propaganda ideológica. Eran espacios
de sociabilidad, intercambio cultural, educación y adoctrinamiento político, aspectos que para
sus organizadores podían resumirse en el concepto de “intelectualización obrera”.17 Para Sergio
Grez, este tipo de instancias “significaba entrar directamente en la disputa por la hegemonía
cultural, creando una zona de contestación ideológica con capacidad de sumar voces críticas
al sistema de dominación.”18
El Ateneo Obrero respondió a la necesidad de crear un espacio para el estudio y el arte abierto
a la clase obrera, puesto que –como señala en sus memorias Alejandro Escobar, uno de sus
creadores– el ateneo de la Universidad “no daba opción sino a los intelectuales de la burguesía
19 Escobar Carvallo, Alejandro, “Memorias”, en Mapocho, N° 58, Dibam, Santiago, segundo semestre de 2005, pp. 351-417,
p.408.
20 El Ácrata, Santiago, 1° de marzo de 1900.
21 El Ácrata, Santiago, Julio 1° de 1900.
Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 21
el extranjero, a elevar su pensamiento con el de los viejos maestros, refundándolo
en una sola aspiración: la felicidad de los trabajadores.22
Como se mencionó más arriba, la educación en el pensamiento anarquista era vista como un
medio de liberación “por medio de la elevación moral e intelectual de la clase trabajadora”.23 En
este sentido, los organizadores veían el centro como “un punto donde instruirnos en nuestros
derechos y deberes, y capacitarnos para nuestra completa emancipación.”24 Evidenciando el
carácter festivo que tenía la instrucción en el proyecto anarquista de ilustración obrera, el
Centro de Estudios Sociales “Francisco Ferrer” realizaba todos los viernes una velada llamada
“fiesta de instrucción”, las que se sumaban a las matinées dominicales de “intelectualización
obrera”. En el decir de sus miembros, el Centro “realizaba una obra educadora en pro del
levantamiento moral e intelectual de los trabajadores por medio de la afinidad intelectual.”25
El Centro de Estudios Sociales Francisco Ferrer, nombrado en honor del pedagogo y mártir
del anarquismo español, tenía la importancia de ser uno de los más importantes espacios de
reunión de numerosos anarquistas extranjeros, rusos, ingleses y españoles.26
La importancia dada por los distintos Centros de Estudios Sociales a la organización de
conferencias y la constancia de éstas en el tiempo, pueden dar cuenta del éxito de su labor
de instrucción y adoctrinamiento. En palabras del Centro de Estudios Sociales “Eliseo Reclús”,
el plan de conferencias es concebido como “una cruzada de educación popular” en donde se
propone
Las conferencias, por lo general, versaban sobre temas como economía política y social,
filosofía, historia, ciencias y artes.
El movimiento anarquista se caracterizó por su abierto rechazo tanto a la educación pública
como a la religiosa, puesto que ambas reforzaban la dominación del pueblo, exaltando la
primera la propaganda patriótica y la segunda los dogmas de la fe. Para la corriente libertaria, el
Estado, en su afán por mantener latente en el espíritu popular el concepto de autoridad, “día a
día invade con decretos y más decretos las escuelas públicas a fin de que inoculen en el corazón
de los chilenos la llama del patriotismo, simbolizado en la bandera de tres colores.”28 En tanto
que la educación emanada de instituciones religiosas, “donde se principia por obstaculizar el
cerebro infantil con dogmas de fe”29, es vista como un peligro nefasto para la humanidad, “ya
que de esas concepciones se derivan todas las plagas de guerras y hambre que ha venido
es necesario que [el maestro] prescinda de esa soberanía que ejerce cuando se
presenta ante los niños. El maestro ha de ser un compañero, un amigo de juegos
que pasará el día entregado a dar distintas explicaciones, sobre distintos objetos,
manifestando sus propiedades y a la influencia que están sujetos.32
El principio sobre el que debían basarse las escuelas racionalistas era el de la voluntariedad
de sus alumnos.33
Si bien es cierto, resulta muy difícil pronunciarse sobre el éxito o fracaso que pueden haber
tenido las escuelas racionalistas gestionadas por organizaciones de carácter anarquistas, dada
la escasez de registros al respecto, resulta indudable el interés que despertó la propuesta
pedagógica de Francisco Ferrer en las distintas agrupaciones libertarias en Chile. A los
numerosos homenajes publicados en la prensa anarquista y el Centro de Estudios Sociales
bautizado en su honor, deben sumarse iniciativas como la del periódico El Productor, el cual
demostrando un compromiso con la obra de Ferrer, distribuyó su libro La Escuela Moderna,
a precio de costo.34
No obstante lo anterior, no son muchas las noticias que poseemos sobre el establecimiento
de escuelas racionalistas de inspiración anarquista para este período. A la fundada por la
agrupación Defensa y Despertar de la Mujer de Viña del Mar, dirigida por Daniel Antuñano35,
sólo podemos sumar algunas iniciativas de escasa proyección en el tiempo entre las que
destaca la Escuela Moderna de Iquique.36
Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 23
EL SOCIALISMO FRENTE A LA EDUCACIÓN
La educación en el pensamiento socialista constituía la base que posibilitaría la eventual
transformación social al estar íntimamente ligada al progreso moral de la clase obrera.
Para el movimiento obrero en general, pero particularmente para la doctrina socialista, el
disciplinamiento moral era la condición indispensable para el desarrollo de una conciencia
obrera.37 Para su líder, Luis Emilio Recabarren, la moral, basada en la más pura razón, debía
reemplazar a la religión como rectora de la conducta de la clase trabajadora. Al respecto, diría
Recabarren:
mi religión es la moral que extirpe todo vicio, mala costumbre o hábito grosero, en
razón a la lógica, a la cultura y el amor al prójimo, pero nunca por temor o amor
a una cosa imaginaria o forjada, alimentada en la mente o en la ilusión de la fe.38
Esta dimensión moral como ideal obrero evidencia una clara continuidad con el ideario de
regeneración popular que durante más de medio siglo habían intentado reivindicar para sí
las organizaciones obreras. Como se mencionó al comienzo del presente capítulo, la triada
“educación-moral-bienestar” continuaba siendo el eje reivindicativo por excelencia en
el discurso socialista –al servicio de un proyecto de transformaciones políticas y sociales
profundas–, dentro del cual la educación constituía el punto de partida.
En marzo de 1916 el periódico santiaguino Acción Obrera, órgano del Partido Obrero Socialista,
resumía lo que venimos proponiendo en uno de los muchos llamados a la ilustración obrera
que realizaba la prensa socialista, al señalar que
37 Moulian, Tomás e Isabel Torres, Concepción de la política e ideal moral en la prensa obrera: 1919-1922, Flacso, Santiago,
1987, p. 2.
38 Cruzat, Ximena y Eduardo Devés (recopiladores), Recabarren: Escritos de prensa (1898-1924), tomo I, Santiago, Nuestra
América, Terranova Editores, 1985, pp.176-177.
39 Acción Obrera, Santiago, 2ª quincena de marzo de 1916.
40 Cruzat y Devés, op. cit., tomo 1, p. 74.
41 Ibídem, p. 5.
42 Recabarren, Luis Emilio, El pensamiento de Luis Emilio Recabarren, t. I, Santiago, Camino de Victoria, 1971, p. 94.
43 La Aurora, Taltal, viernes 30 de julio de 1916.
44 Cruzat y Devés, op. cit., tomo 3, p. 151.
45 Ibídem, tomo 1, pp. 96-97.
Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 25
Sin embargo, más allá de esta dimensión que resaltaba la funcionalidad de la educación,
la instrucción del niño que proponía el proyecto socialista, siguiendo la línea argumental
expuesta más arriba, debía cumplir el objetivo primordial de servir a la formación moral del
infante. En este sentido, para la postura socialista, reflejada en el pensamiento de Luis Emilio
Recabarren “la buena aplicación al estudio, debe efectuarse únicamente porque ello reporta
en bien único del mismo niño, porque crecerá perfecto en lo posible, en sus costumbres e
inclinaciones y muy alejado de la vanidad o la soberbia”.46
Para Recabarren, y para el socialismo en general, confiar la educación escolar a instituciones
religiosas es enviar a los niños “a recibir la corruptora enseñanza clerical que multiplica el
número de los hipócritas y de los jesuitas, que tanto dañan la verdad”.47 Oponiéndose a todo
indicio religioso en la instrucción infantil, la propuesta educativa del socialismo apuntaba a
una verdadera enseñanza liberal que desterrara todo pensamiento clerical presente aún en
la educación pública y en muchos que se decían liberales. Al respecto Recabarren clamaba:
“Hagamos algún día liberalismo, liberalismo íntegro, cueste lo que cueste, pero desterremos
todo aquello que aparentemente debe tolerarse y que no es otra cosa que la zancadilla traidora
preparada por los clericales liberales”. Para el líder socialista, el verdadero liberalismo, el laicismo
a toda prueba, no sólo de ser el principio que rija en las escuelas sino, además, en todos los
ámbitos educativos como en la tribuna, en el teatro, en el libro, en la prensa y en la calle
Los principios nacionalistas, muy presentes en la formación escolar por esos años, provocaban
un rechazo similar a la presencia de todo elemento religioso en la educación infantil. Al igual
que en el anarquismo el discurso político y social estrictamente clasista, articulado por el
pensamiento socialista y por Luis Emilio Recabarren en particular, los conducía a rechazar
en forma natural cualquier relato que enfatizara los “valores patrios”. Una de las principales
críticas del socialismo a la educación pública es precisamente que dichos valores conducen a
inculcar el militarismo y el nacionalismo en las mentes infantiles.
Desde sus primeras intervenciones en la prensa en 1898, Luis Emilio Recabarren hacía notar
que la educación general y obligatoria para el pueblo debía contarse entre sus principales
reivindicaciones por ser un medio de emancipación social, aspiración que a su juicio debe
ser compartida por todos quienes se consideran verdaderos socialistas. “Nosotros pedimos
instrucción para el pueblo, como medio de emancipación social. La instrucción general y
obligatoria en el pueblo, traería, con el transcurso de los años, una transformación social en
beneficio directo para el pueblo”, clamaba desde la prensa quien se convertiría en el futuro líder
del socialismo chileno.49 Catorce años después que Recabarren expresara la necesidad de una
educación general y obligatoria para el pueblo, el programa y reglamento del recientemente
advertía El Socialista –periódico porteño órgano del Partido Obrero Socialista–, evidenciando,
tal vez, que la alfabetización de la clase obrera, al menos a nivel rudimentario, podría haber
sido más frecuente de lo que suele suponerse.51 Sin embargo, resulta muy difícil aventurarse a
dar una estimación sobre el nivel de alfabetización en las clases trabajadores y mucho menos
el origen de su instrucción y sus hábitos de lectura. Dos años después el panorama parecía
mejorar para la escuela nocturna obrera de Viña del Mar, la cual contaba con una asistencia
promedio que fluctuaba entre 45 y 50 alumnos, hijos de proletarios radicados en la zona.52
Los esfuerzos realizados por el Partido Obrero Socialista por abrir y sostener escuelas obreras
buscaron paliar la falta de cobertura estatal y corregir el curriculum de enseñanza de las
escuelas públicas y religiosas. Sin embargo los medios eran escaso y el ausentismo escolar
alto, y a pesar de haber numerosas noticias en la prensa obrera sobre apertura de escuelas
no observamos lo mismo de su permanencia en el tiempo. Medios tan comprometidos con
la educación popular y las escuelas patrocinadas por el Partido Obrero Socialista, como El
socialista, reconociendo su propia falta de cobertura, realizaron frecuentemente llamados
a los padres a cumplir con su obligación de enviar a sus hijos a las escuelas del Estado,
Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 27
comprendiendo que la falta de escolaridad en gran medida era producto del poco compromiso
de los padres con la instrucción escolar de sus hijos.
Desgraciadamente –lamenta El Socialista–, no todos los padres de familias se dan cuenta
exacta de los deberes que les corresponden con respecto a la educación de ellos, dejándolos
entregados a la ignorancia más completa y en estado de semi salvajismo. De ahí nace la
vagancia y la mendicidad en los niños, los vicios y toda clase de males que aquejan a la
infancia y que lleva más tarde a los individuos a las cárceles o a los manicomios.53
A MODO DE CONCLUSIÓN
El comienzo de la dictadura de Carlos Ibáñez y la represión ejercida a la a los sindicatos dio
término a los proyectos educativos del movimiento obrero. Este hecho marcaría el ocaso
de una larga práctica de autoeducación popular asumido por el movimiento obrero en su
etapa formativa, la cual definió la concepción de la educación en su pensamiento desde
sus antecedentes en las primeras agrupaciones de trabajadores promediando el siglo XIX
hasta el momentáneo desbande de las organizaciones populares como consecuencia de la
política represiva de la dictadura de Ibáñez. Primero dentro del marco del ideario liberal de
regeneración popular ilustrada y más tarde, de la mano de las nuevas ideologías, persiguiendo
un fin revolucionario, durante un periodo de cerca de ochenta años las organizaciones obreras
comprendieron a la educación como el pilar fundamental de una tarea civilizatoria que debía
traer el progreso material y moral a la clase trabajadora.
La instrucción y la formación ideológica fueron los objetivos centrales a los que apuntó la
educación popular en las corrientes anarquistas y socialistas. En su momento ambas levantaron
proyectos culturales alternativos a los defendidos por las fuerzas hegemónicas, para lo cual se
valieron de un concepto amplio de ilustración en el cual la escuela, la prensa, la conferencia,
la velada cultural y la representación teatral confluían en una estrategia educativa propia del
mundo obrero en el que se ocuparon los tradicionales espacios de sociabilidad popular.
Luis Vitale
POR UNAS CONDICIONES
DIGNAS DE TRABAJO,
¡ESTALLA LA HUELGA EN
ACERÍAS PAZ DEL RÍO!
1979, Boyacá, Colombia1
Carlos Andrés Plazas Díaz2
C on el asesinato del líder liberal Jorge Eliecer Gaitán en 1948, Colombia vivió una ola
desenfrenada de violencia política y social, entre liberales y conservadores. La violencia
que venía manifestándose tiempo atrás se agudizó; se expandió un frenesí de acciones
violentas y el país entró en un estado de excepción total.3 La solución póstuma fue la firma de
un acuerdo entre los partidos tradicionales, liberales y conservadores, en el cual se repartieron
el aparato estatal durante 16 años, alternando los gobiernos para cada partido cada 4 años,
éste periodo se conoció como el Frente Nacional (FN).4
1 El presente escrito forma parte del trabajo Acciones colectivas del movimiento sindical de Acerías Paz de Río, Boyacá, Co-
lombia 1979 – 1994, para obtener el título de Maestro en Historia.
2 Licenciado en Ciencias sociales de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia (UPTC) y candidato a Maestro en
Historia por el Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo ( Morelia/México)
3 Véase: Arias, Ricardo, “Los sucesos del 9 de abril de 1948 como legitimadores de la violencia oficial”, en: Historia Critica, N° 17,
1998, Universidad de Los Andes, Bogotá, Colombia, pp. 39-46.
4 El Frente Nacional fue una coalición política concretada en 1958 entre el Partido Liberal y el Partido Conservador de la Repú-
blica de Colombia. A manera de respuesta frente a la llegada de la dictadura militar en 1953, su consolidación en el poder entre
1954 y 1956, y luego de una década de grandes índices de violencia y enfrentamientos políticos radicales, los representantes de
ambos partidos, Alberto Lleras Camargo (Partido Liberal) y Laureano Gómez Castro (Partido Conservador) se reunieron para
discutir la necesidad de un pacto entre ambos partidos para restaurar la presencia en el poder del Bipartidismo. El 24 de julio
de 1956, los líderes firmaron el Pacto de Benidorm en tierras españolas, en donde se estableció como sistema de gobierno
que, durante los siguientes 16 años, el poder presidencial se alternaría cada cuatro años entre un representante liberal y uno
conservador. El acuerdo comenzó a ser aplicado en 1958, luego de la caída de la dictadura de Gustavo Rojas Pinilla, la transición
política efectuada por una Junta Militar, y con la elección de Alberto Lleras Camargo, y llegó a su fin el 7 de agosto de 1974, en el
momento en que termina el mandato del político conservador Misael Pastrana Borrero.
Tomado de: http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/ayudadetareas/poli/frentenacional.htm. Consultado el 4 de febrero de
2015.
Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 31
Mediante la repartición del poder la oligarquía logró diezmar la violencia bipartidista, sin
embargo, en el tránsito del FN se secularizó ésta y tuvieron lugar nuevas manifestaciones
violentas, en su mayoría a causa de la subordinación y exclusión de los sectores populares
y de oposición. En este orden de ideas, surgieron nuevos actores que participaron y fueron
objeto de represión. Alejo Vargas Velásquez lo plantea como una nueva ola de violencia, sujeta
a discursos revolucionarios de transformación estatal. En este sentido, brotaron movimientos
guerrilleros, como las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), el Ejército de
Liberación Nacional (ELN) y el Ejército Popular de Liberación (EPL).5 Asimismo se dieron
nuevas movilizaciones y protestas en contra de la administración arbitraria del FN. Estos
procesos llevaron a un desconocimiento del sistema y a la necesidad de repensar nuevas
dinámicas políticas por parte de las élites.
En el régimen bipartidista la brecha que separaba los diferentes grupos sociales se manifestó
más, generando nuevas animadversiones. En este contexto, los múltiples actores evidenciaron
sus problemáticas y optaron por acciones concretas para protestar en contra del sistema.
Estudiantes, campesinos, indígenas, sociedad civil y obreros se movilizaron constantemente.
La creciente enemistad entre Estado, grupos de poder, actores sociales y sociedad civil no
es algo nuevo en la historia de Colombia, sin embargo, en este periodo las contradicciones
y dicotomías se acrecentaron, desfigurando la intención de apaciguar los odios y conflictos,
empero las políticas gubernamentales no ayudaron a disminuir la brecha social.6
En el año de 1974 terminó la etapa del Frente Nacional e inició una apertura “democrática”
de los procesos electorales. Empero, prevalecía el temor de que la confrontación bipartidista
reapareciera, por lo cual se buscó un equilibrio mediante la asignación de cargos públicos para
el partido perdedor de la contienda electoral.7
5 Vargas Velásquez, Alejo, “El sistema político colombiano al inicio del gobierno de Santos”, en: Nueva Sociedad, N° 231, Ene-
feb 2011, p. 120.
6 Archila Neira, Mauricio, “El frente nacional: una historia de enemistad social”, en: Anuario Colombiano de Historia Social y de
la Cultura, N° 24, 1997, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, Colombia, p. 190.
7 Archila Neira, Mauricio, Idas y venidas. Vueltas y revueltas. Protesta social en Colombia 1958-1990. Bogotá, ICANH y CINEP,
2005. p. 109.
8 Central sindical a la que se encontraba afiliado el sindicato de Acerías Paz del Río, de línea conservadora y a la que le
correspondía mediar en los conflictos de sus afiliados.
9 Maldonado, Jorge, 30 años después, Apoyo de la UTC, resolución N° 0149, Sogamoso, 15 de marzo de 1979, pp. 9-10. El
documento en mención es una publicación informal hecha por un trabajador que hizo parte del movimiento, allí condensa una
serie de escritos, noticias, comunicados etc., por ende se hace referencia al documento en especifico
10 Tarrow, Sidney, El poder en movimiento, los movimientos sociales, la acción colectiva y la política, España, Alianza Editorial,
1994, p. 200.
11 La reivindicaciones mencionadas fueron recopiladas de los siguientes documentos sindicales encontrados en el archivo del
sindicato:
Comunicado N° 005, Paz del Río, enero 18 de 1979.
Comunicado N° 001, Paz del Río, enero 4 de 1980.
Comunicado N° 003, Paz del Río, marzo 3 de 1980.
Resolución N° 01, Belencito, Marzo 2 de 1979.
Boletín N° 10, Paz de Río, marzo 10 de 1979.
Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 33
los salarios de los trabajadores y constituye una dura carga para las clases
marginadas, a pesar que se originan en fenómenos externos como la crisis del
petróleo que nadie desconoce. Lo anterior indica claramente la necesidad de una
elevación del salario mínimo.12
La etapa de arreglo directo duró alrededor de 70 días, desde el 13 de noviembre de 1978 hasta
finales de enero de 1979, de las 87 cláusulas a negociar a la fecha solo estaban resueltas 25. La
negociación se encontraba en un desconcierto total, los únicos avances concernían a servicios
médicos asistenciales, relaciones sindicales y peticiones de menor importancia. La intención
patronal era desviar la atención del punto más álgido e importante: el aumento salarial.13 De
los 300 puntos que contenía el pliego tan solo 60 fueron aceptados. Los aspectos difíciles
de la discusión fueron salarios, edad de jubilación y pensiones. El sindicato exigía un reajuste
del 70 % en los sueldos, la contra propuesta de la empresa comprendía un 20 % y negaba la
propuesta de jubilación ya que sería una pesada carga económica.14 Asimismo, el ofrecimiento
de Acerías para los préstamos de dineros para la construcción de vivienda no sobrepasan el
30 %, un promedio aproximado del costo del pliego de peticiones llega a un millón de pesos.”15
La comisión negociadora no estuvo sola. Las masas inconformes acompañaron las
negociaciones con una constante agitación e invitación a estar informados. Se realizaron una
serie de mítines en la portería principal de la siderúrgica; hubo una participación activa de
las seccionales y se hizo un ferviente y revolucionario llamado a toda la militancia sindical
para realizar mítines simultáneos en todos los frentes mineros y demás dependencias de la
empresa.16 En esta lógica el mitin es una de las acciones más frecuentes, más espontaneas
y que aglutinan menor número de población, pero que cumplen un papel fundamental al
motivar al movimiento, en algunos casos con mayor cohesión identitaria y un marco ideológico
previo.17 En medio de la euforia se escuchaba:
compañeros parece que ha llegado la hora para que despertemos del letargo
en que hemos vivido por tanto tiempo; hagamos un examen de conciencia y
preguntémonos qué hemos conseguido a través de tantos años de trabajo y
sacrificios; creemos que lo único que hemos logrado es la vejez y un sinnúmero de
enfermedades.18
12 El Espectador, “Revisión de salarios piden centrales obreras”, Bogotá, domingo 18 de marzo de 1979, p. 1 A y 8 A.
13 Comunicado N°005, “Inconsecuente rechazo del pliego de peticiones asume la empresa”, Paz del Río, enero 18 de 1979.
14 El Tiempo, “El martes decretarían huelga en Paz del Río”, Bogotá, sábado 2 de marzo de 1979, p. 11 A.
15 El Espectador, “Decretan huelga en Paz del Río”, Bogotá, Jueves 8 de marzo de 1979, pp. 1 A y 10 A.
16 Boletín informativo N° 008: “Llamado de alerta y de participación activa en defensa de nuestros intereses”, Paz del Río,
febrero 15 de 1979.
17 Marco, Jorge, “Entre la fiesta y la huelga Protesta social y repertorios de acción colectiva (1931-1936)”. https://www.ucm.es/
data/cont/media/www/pag-13888/Jorge_Marco.pdf [consultado el 28 de diciembre de 2014.]
18 Boletín informativo N° 009: “El próximo 28 de febrero termina la conciliación”, Paz del Río, febrero 23 de 1928.
19 El Espectador, “Ministro de trabajo estudiará problema en Paz del Rio”, Bogotá, Viernes 9 de marzo de 1979, p. 11 A.
20 La fecha para paralizar las actividades de conformidad a la ley no puede producirse ni en los primeros cinco días, a partir de
haber sido aprobada la huelga, ni treinta días después.
21 Proposición, Paz del Río, 23 de febrero de 1977.
22 Maldonado, Jorge, 30 años después, “Carta de Acerías Paz del Río al gobernador Jorge Perico”, Belencito, 8 de marzo de
1979, p. 19.
Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 35
Esto es muestra de cómo se hace una asociación de los movimientos sociales a un posible
ejercicio de la violencia; generalización que reduce la naturaleza de las colectividades y no da
cuenta de la combinación de formas de lucha que estos pueden hacer.
La oferta era amplia, sin embargo, los trabajadores apuntaban que la capacidad económica
de la empresa permitía acceder a sus peticiones, lo cual motivó el declive de la propuesta. La
magnitud del movimiento fue grande pues no implicó únicamente a los 7500 trabajadores
que laboran allí, si también a cerca de 300 mil empleados de la industria de la construcción
y la metalmecánica.
“Hay certidumbre de que se ha escogido el camino de la dignidad en la defensa de nuestros
derechos; ¡optimismo! que saldremos de esta batalla.”26 Estas eran algunas palabras que
se escuchaban a las afueras de la plantas de la empresa, antes de iniciar la inmovilidad de
labores. Así, el 4 de abril siendo las 12:00 am, se escucharon las sirenas que decretaron la
23 El Espectador, “Nueva fórmula del Ministro de trabajo para evitar huelga en Paz del Río”, Bogotá, domingo 1 de abril de 1979,
pp. 1 A y 19 A.
24 El Tiempo, “UTC y CTC proyectan boicotear anunciadas importaciones de acero”, Bogotá, jueves 5 de abril de 1979.
25 El Espectador, “Votan huelga en Paz del Río, Bogotá, martes 3 de abril de 1979, pp. 1A y 8A.
26 Maldonado, op. cit., p. 16.
27 El Espectador, “Comienza huelga en Paz del Río”, Bogotá, miércoles 4 de abril de 1979, pp. 1 A y 8 A.
28 El Tiempo, “En 24 horas declararían huelga en Paz del Río”, Bogotá, miércoles 4 de abril de 1979, pp. 1 A y 6 A.
29 El Espectador, “Lista hora cero en Paz del Río”, Bogotá, jueves 5 de abril de 1979, pp. 1 A y 12 A.
30 El Espectador, “7500 trabajadores quedan inactivos en Paz del Río”, Bogotá, viernes 6 de abril de 1979, pp.1A y 8A.
Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 37
Quise hacerme presente, y de los primeros, para significar el interés con que yo vivo
esta situación difícil y hoy cuando ustedes han abocado este problema los siento
como si fuera mío porque afecta las parroquias de mi jurisdicción… ustedes tal vez
no han sido debidamente recompensados pero les recomiendo paz y serenidad.
Sepan que aquí hay un obispo para ayudarles a solucionar sus problemas dentro
de paz y tranquilidad.31
La presencia y respaldo del obispo representaba para el sindicato la oportunidad de lograr una
mediación pronta, y a su vez, para la empresa contener acciones de hecho. La participación
del prelado se puede explicar en dos términos. Por un lado la afiliación del sindicato de Acerías
a una central, que si bien se declaraba como multiclasista e independiente, su influencia y
reminiscencia conservadora y de la Acción Católica era un hecho, por otro lado el tradicionalismo
religioso del departamento de Boyacá había generado un ambiente de confianza hacia las
posiciones y decisiones de la Iglesia.
Una de las perspectivas de la naturaleza del paro la planteaba en estos términos el diario El
Espectador:
31 El Tiempo, “Calma al iniciarse la huelga en Paz del Rio”, Bogotá, viernes 6 de abril de 1979, p. 6 A.
32 El Espectador, “Historia de la huelga de Paz del Río”, Bogotá, lunes 9 de abril de 1979, pp. 1 A y 19 A.
33 El Espectador, “Historia de la huelga de Paz del Río”, Bogotá, Lunes 9 de abril de 1979, pp. 1 A y 19 A.
34 El Espectador, “Historia de la huelga de Paz del Río II: Víveres para más de un mes tienen en Paz del Río”, Bogotá, martes 10
de abril de 1979, pp. 1 A y 5 A.
Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 39
hicieron esperar y advirtieron a la empresa que por hambre nunca se rendirían. Asimismo
llegaron delegados de los trabajadores metalúrgicos de Medellín y empleados del Banco de la
Republica de la misma cuidad quienes donaron la suma de 81 mil pesos y brindaron su apoyo
incondicional a la huelga.35
Con la idea de ampliar el radio de acción del movimiento, crear redes de comunicación con
gremios y sindicatos, lograr más solidaridad y por ende mayor presión para la intervención del
Estado y la solución de la empresa, se instalaron carpas y tiendas de campaña en diferentes
municipios del departamento para agitar e impartir consignas diarias dando informes sobre
el estado de la huelga, atender delegados sindicales de otras regiones y recibir todo tipo de
solidaridad económica, alimenticia, y respaldo moral. La condición anímica del movimiento
es muy importante para tener la capacidad de resistir físicamente y moralmente, pues los
ambientes a los que se enfrentan en la mayoría de los casos son adversos. Sin la existencia de
conciencia de clase y el reconocimiento de la situación que enfrentan puede generar fisuras
en el movimiento. Por ende la camaradería, el compañerismo, y espacios culturales son un
determinante importante para fortalecer el espíritu de lucha. Los trabajadores contaron con
escenarios de revitalización, así mostró el diario El Espectador:
35 Los hechos fueron reconstruidos a partir de tres documentos: El Espectador, “Manifestación del silencio en Paz del Río en
viernes santo”, Bogotá, domingo 15 de abril de 1979, pp. 1Ay 12A. Maldonado, op. cit., p. 34. El Tiempo, “El gobierno acelera me-
diación en la huelga de Acerías Paz del Río”, Bogotá, domingo 15 de abril 1979, p. 7A.
36 El Espectador, “Reunión sobre el paro en Paz del Río habrá hoy”, Bogotá, martes 17 de abril de 1979, p. 8A.
37 El Espectador, “Huelguistas de Paz del Río pedirán apoyo sindical”, Bogotá, viernes 20 de abril de 1979, p. 14A.
38 El Espectador, “Un grupo haría huelga de hambre, Bogotá”, sábado 21 de abril de 1979, p. 20A.
NEGOCIACIÓN Y LOGROS
Cumplidos 27 días de huelga, la incertidumbre, el desasosiego, pero ante todo la esperanza
inundaban los sentimientos de los huelguistas. El día miércoles 2 de mayo reiniciaron las
conversaciones con la empresa, el tema más álgido a discutir fue lo salarial. El miércoles 4
Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 41
de mayo, en Bogotá, luego de reunirse el presidente de las empresa Darío Vallejo, el comité
general de la huelga, algunos directivos de la Unión de Trabajadores de Colombia y el ministro
del Trabajo Rodrigo Marín, como mediador, se firmó el documento,44 con el cual se dio fin a la
primera huelga de trabajadores de esa siderúrgica, los puntos de acuerdo fueron:
• Respetar los acuerdos a los que habían llegado en las etapas de arreglo directo, conciliación
y prehuelga.
• La elevación salarial quedó contemplada, a partir del 1 de Enero de 1979 con un 31 % sobre
el salario del mes de diciembre del año anterior, y para el año de 1980 de 30 % en relación
al último pago de 1979.
• El aumento en el fondo general de vivienda fue de 8 millones de pesos, para un total de
38 millones, auxilio por muerte para la familia de los trabajadores por 50 mil pesos y 70
mil por muerte accidental, becas por 4 millones de pesos para los hijos de los trabajadores
y un fondo rotatorio de préstamos para apoyar estudios universitarios de los trabajadores,
incremento de viáticos de 50 %, 4 millones de pesos de préstamo para calamidad doméstica,
auxilio para cooperativas sindicales por 3 millones de pesos, construcción de cafeterías y
restaurantes por 30 millones de pesos y un auxilio para deportes de 230 mil pesos.
• La empresa se comprometió a dar jubilaciones especiales al personal dedicado a las
labores contempladas en el artículo 270 de código sustantivo de trabajo (trabajadores
de empresas mineras de socavón, y a los dedicados a labores que requieran altas
temperaturas, como trabajadores de calderas, fundidores y trabajadores de soldadura
tanto eléctrica como autógena), que durante los años 1979 y 1980 cumplan 20 años de
servicio cualquiera que sea su edad.
Al concluir la negociación, las bases fueron informadas inmediatamente del acuerdo y a la
llegada de los negociadores a la portería N° 1, estos fueron recibidos en hombros, la mayoría
de trabajadores estaban de acuerdo con el arreglo:
sonaron las sirenas y los pitos de las plantas en señal de júbilo y de triunfo por
haber salido adelante en la primera huelga que se realizaba en esta empresa a lo
largo de 30 años de la vida laboral.45
A finalizar el conflicto, el sindicato hizo el balance sobre la jornada de protesta. Como era de
esperarse, surgieron elementos a considerar para un próximo conflicto, sin embargo, su primera
sentencia da cuenta de la satisfacción por su desarrollo: “Nuestra huelga ha sido un gran
triunfo y ella constituye un buen ejemplo para el proletariado del país”. Se rescató la serenidad,
calma y firmeza de las bases, pues fueron conscientes de que el arreglo no se conseguiría en
una negociación directa, tan sólo con medidas beligerantes se arrancaría al patrón las justas
demandas, a pesar de las amenazas de tribunal de arbitramiento y de usar esquiroles, el
movimiento resistió con dignidad. Las acciones colectivas adelantadas, como la instalación
de carpas, mítines, marchas y solidaridades, las calificaron como revolucionarias. Si bien son
44 El Tiempo, “Revelan base del acuerdo en Paz del Río”, Bogotá, jueves 10 de mayo de 1979, pp. 1 A y 6 A.
APMO, Acta de acuerdo definitivo del conflicto colectivo de Acerías Paz de Río S.A con el sindicato de la misma empresa, Bo-
gotá, 4 de mayo de 1979.
45 Maldonado, op. cit., p. 41.
CONCLUSIONES
En términos generales, se podría decir que el movimiento huelguístico consiguió gran parte de
las reivindicaciones exigidas; obtuvieron aumentos salariales, fondos para acceder a vivienda,
educación y mejoras en las condiciones de trabajo. No obstante, la firma de un pacto traducido
en una convención colectiva no es garantía del pleno respeto de los acuerdos. En este caso
existió un incumplimiento de puntos acordados, como lo mencionado en la cláusula 47 en
relación al ensanchamientos de cafeterías y casinos; la falta de mejoramiento de herramientas
de trabajo; omisión en la entrega de overoles y elementos de seguridad a personal que labora
bajo tierra; déficit en el servicio de salud y en la instalación de calentadores eléctricos en
los frentes mineros; todo lo anterior acompañado de una inestabilidad laboral.47 Teniendo en
cuenta la consideración de Tarrow,48 donde menciona que las protestas que obtienen un éxito
temprano crean circunstancias para nuevos ciclos de protesta y aparición de movimientos
antagónicos, estas violaciones a la convención colectiva dieron cabida para otros conflictos
como la huelga de 1984. De igual manera las constantes tensiones y contradicciones responden
al antagonismo de intereses que se encuentra entre empleadores y empleados soportados en
la contradicción capital-trabajo.49
Aunque los ciclos de protesta transcurrieron en relativa calma y las dinámicas estuvieron sujetas
a los derechos de movilización y acción, las represalias de la fuerza pública se evidenciaron en
allanamientos y detenciones arbitrarias de 17 trabajadores que participaron activamente de la
huelga.
Al respecto la seccional de Paz del Río declaró: Mantenemos latente el dolor y profunda
preocupación porque aún, después de 14 meses, se encuentren encarcelados cinco
compañeros y un estudiante, sin que se les haya concretado y comprobado la comisión de
delito alguno que justifique su prolongada detención.
Asimismo en agosto de 1979 fueron allanados y detenidos los directivos sindicales Luis
Medina, Darío Suarez, German Medellín y Antonio José Mejía, a este último la empresa le
canceló el contrato violando el fuero sindical que lo amparaba.50 Como menciona Renán Vega
Cantor, el ambiente de represión es una característica típica del Estado, porque considera los
46 Vanguardia Sindical, “La huelga: una jornada valerosa de las bases”, Paz del Río, Mayo de 1979. Archivo personal de Mer-
cedes Osuna.
47 Comunicado N° 003, Paz del Río, marzo 3 de 1980.
48 Tarrow, op. cit., p. 18.
49 Harnecker, Marta, Clases sociales y lucha de clases, 1979, p. 7. Tomado de: http://www.rebelion.org/docs/89545.pdf
50 “Comunicado: La justicia nos persigue”, Paz de Río, julio 19 de 1980.
Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 43
conflictos sociales y laborales como actos que alteran el orden público y vulneran la integridad
ciudadana, categorizándolos como subversivos.51
Sobre el movimiento cabe la pena rescatar una serie de consideraciones: primero, que la
coyuntura vivida en la Empresa Acerías Paz del Río se inscribe en el contexto nacional de los
setenta, donde la lucha de los trabajadores alcanzó altos índices de movilización respecto a
décadas pasadas. Según lo planteado por Álvaro Delgado este periodo tuvo mayor dinámica
que años anteriores en función de tres factores: el repunte de la lucha laboral sin importar
su filiación ideológica; la invitación de las centrales obreras a los distintos gremios a que
desarrollaran una actividad política y no solo reivindicativa, y por último, la crisis económica y
el aumento de la explotación y la pobreza, unido al rechazo patronal de las exigencias de los
trabajadores motivó una lucha a través de la unidad de acción.52
Segundo, la naturaleza del movimiento y del conflicto estuvo ceñida a los parámetros que la
legislación laboral dictaminó, y su carácter fue reivindicativo y no proyectó una lucha en contra
de políticas estatales nacionales. Esto no quiere decir que no fueran conscientes del contexto
político del país. Según Sidney Tarrow53 los movimientos –especialmente los organizados–
recurren a diversos tipos de acciones. Estas van desde la aportación de “incentivos selectivos”
a los miembros hasta la consecución de un consenso entre los seguidores reales o potenciales,
la formación de grupos de presión, la negociación con las autoridades y el cuestionamiento
de los códigos culturales a través de nuevas prácticas religiosas o personales. No obstante, lo
más característico de los movimientos sociales es el desafío colectivo.
Tercero, el postulado anterior aplica al movimiento huelguístico de Acerías Paz del Río en
varios sentidos: por un lado con los procesos de conceso que lograron con cada uno de
los trabajadores en los espacios asamblearios. La formación de grupos de presión estuvo
vinculada en la creación de comités de coordinación en cada uno de los frentes existentes,
también en la instalación de carpas como espacios de información y agitación en ciudades
aledañas a los municipios donde se concentraron los manifestantes, y la implementación de
redes de solidaridad con gremios, organizaciones sociales, sectores políticos, y sociedad civil.
La negociación fue una constante, a lo largo del conflicto siempre se buscó mediar a través
del dialogo con la empresa, este fue uno de los espacios a los que más se recurrió. Algunas
de las acciones colectivas rompieron esquemas tradicionales, así en la dinámica de la huelga
se vincularon expresiones culturales como bailes y grupos musicales, a la vez se flexibilizaron
prácticas religiosas como el viacrucis del viernes Santo, al convertirse en un espacio de
denuncia sobre la problemática social de los trabajadores y de otros colectivos sociales. Por
último, lo que facilitó la solución del conflicto fue la movilización colectiva con la participación
de los actores implicados, sus familias, sindicatos, gremios y la sociedad civil en general.
51 Vega Cantor, Renán, “Conflicto petrolero en Barrancabermeja en 1977”, en Anuario Colombiano de Historia Social y de la
Cultura, N° 35, 2008, p. 274.
52 Delgado, Álvaro, Política y movimiento obrero 1979-83, Bogotá, CEIS, 1984. pp. 109-110.
53 Tarrow, op. cit., p. 22.
Pierre Dubois
“ Losenánimos están tensos. Actualmente hay protestas
cada comuna. Fue el 14 de agosto. Resultado:
35 heridos. Para explicar el grado de rabia de los jóvenes muchos
continuaron el ‘combate’ pese a tener plomo en el cuerpo. Entre los heridos,
uno tenía 54 perdigones en una sola pierna. Otro tenía más de 200 en todo
el cuerpo […] y a causa de nuestro tipo de sacerdocio estamos en primera
”
fila, como testigos o actores indirectos.
André Jarlan
DOS SACERDOTES FRANCESES
EN POBLACIÓN LA VICTORIA
André Jarlan y Pierre Dubois y la no-violencia activa
durante la dictadura militar (1983-1986)1
Eduardo Marco Garín Abarzúa2
D entro de las poblaciones formadas como consecuencia de las luchas de los sin casa
en Santiago, La Victoria3 se ha caracterizado, hasta nuestros días, por sus altos
niveles de organización de base e identidad de clase social. En efecto, desde sus
orígenes, a finales de 1957, la movilización de los habitantes del Zanjón de la Aguada permitió
ocupar invasivamente terrenos fiscales para dar origen a este lugar y allá por 1983 fueron los
pobladores victorinos quien resistieron sistemáticamente contra el régimen militar, ya sea
desde la lucha y rebelión frontal como la coordinación de sus habitantes para soportar los
duros momentos que convivían.4
Siguiendo a Mario Garcés esto implicaría el hacer población, que es un ejercicio de auto-
organización poblacional, quienes ante la falta de apoyo de las autoridades se vieron obligados
a sumar esfuerzos, capacidades e inventar los recursos en juego para hacer frente a todas las
carencias que el campamento adolecía y dando paso a organizaciones de carácter horizontal.5
Esta tradición colectiva y de movilización barrial en Población La Victoria no murió en 1957 y
ha sido transversal en toda su historia perdurando hasta nuestros días.
1 Ponencia presentada en la XVII Jornada de Historia Regional, Universidad de Concepción, 20 de octubre 2014.
2 Profesor de Historia. UDLA/IDEA USACH. eduardo.garin.a@gmail.com
3 Población La Victoria se encuentra en el sur de Santiago, (comuna de Pedro Aguirre Cerda) y limitando al norte con Calle 2 de
Abril, al sur con Avenida Departamental, al este con Avenida Clotario Blest (ex Av. La Feria) y al oeste con la línea ferroviaria.
4 Cfr. Lemuñir, Juan, Crónicas de la Victoria: Testimonio de un poblador, Santiago, Ediciones Documentas, 1988. Morales,
Carlos, La Victoria de Chile, Santiago, Editorial LLaima, 1987. Grupo de Trabajo La Victoria, La Victoria, rescatando su historia,
Santiago, Ediciones UARCIS. Espinoza, Vicente, Para una historia de los pobres de la ciudad, Santiago, Editorial Sur, 1987.
Farías, Guillermina, “Lucha, vida, muerte y esperanza. Historia de la Población La Victoria”, en Constructores de ciudad, nueve
historias del primer concurso de Historia de poblaciones, Santiago, Editorial Sur, 1989, pp. 49-63. Paiva, Manuel y Grupo de
Salud Poblacional, Pasado, victoria del presente, Santiago, s/e, 1989. Cortés, Alexis, “El movimiento de pobladores chilenos y
la población La Victoria: ejemplaridad, movimientos sociales y derecho a la ciudad”, en Revista Eure, N°40.
5 Garcés, Mario, “Tomando su sitio”: el movimiento de pobladores de Santiago, 1957-1970, Santiago, Lom, 2002, p. 138.
Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 47
Sin embargo y más allá de las elucubraciones de los partidos políticos y las ideologías de
redención social, fue el llamado poder popular quien permeó profundamente sobre los
pobladores victorinos y fue la acumulación de esta fuerza la que puso en jaque al sistema
de dominación dictatorial. Las jornadas de protesta nacional, en efecto, tuvieron como
grandes protagonistas al movimiento de pobladores.6 Todo esto no sería posible sin la
enorme participación de ciertos cuadros de la iglesia cuya acción solidaria se enfocó sobre las
situaciones críticas que afectaban a las poblaciones más combativas de Santiago (Villa Francia,
La Pincoya, La Legua, etc.) entre ellas la cesantía, el subempleo, la delincuencia, el narcotráfico
y la drogadicción entre la juventud. De este modo el aporte de los sacerdotes André Jarlan y
Pierre Dubois fue vital a la hora de pensar en las dificultades que experimentó La Victoria y
como estos religiosos intentaron mejorar las condiciones materiales, culturales y espirituales
de los pobladores, tanto es así que hasta hoy recuerdan sus imágenes revitalizándolos con
diversas manifestaciones socioculturales en la población.7
6 Sobre la situación de descontento social allá por 1982-3, Schneider señala “En 1982, el escándalo que produjo el mal manejo
de la economía por el gobierno militar hizo tambalear las bases del régimen, y abrió la puerta repentinamente a un creciente
movimiento popular […] estudiantes, trabajadores y pobladores coparon las calles pidiendo el término del dominio militar”,
Schneider, Cathy, “La movilización de las bases, poblaciones marginales y resistencia en Chile autoritario”, en Proposiciones
19, Santiago: Sur, 1990, p. 223. Weinstein por su lado aclara: “La parálisis económica genera o más bien acentúa las tensiones
sociales de amplios sectores de la población. El desempleo o subempleo, acentúan una miseria endémica: los problemas de
subsistencia adquieren prioridad y determinan las estrategias familiares dirigidas a obtener el mínimo (alimentación, vestido,
vivienda)”, Weinstein, José, Los jóvenes pobladores en las protestas nacionales (1983-1984) una visión socio-política, Santiago,
CIDE, 1989, p. 30. Según Valenzuela “La crisis ha abierto las compuertas de la protesta social y los jóvenes han emergido como
un actor preponderante”, Valenzuela, Eduardo, La rebelión de los jóvenes. Un estudio de anomia social, Santiago, Ediciones
Sur, 1984, p. 110.
7 Un ejemplo de ello es el arte mural o street art. Cfr. Alcatruz, Paula, “Aquí se pinta nuestra historia: el muralismo callejero
como acercamiento metodológico al sujeto popular”, en Anuario de Pregrado, Santiago, Universidad de Chile, 2004; y Alca-
truz, Paula, Las paredes tienen historia: murales barriales contemporáneos en Buenos Aires (Argentina) y Santiago (Chile),
Tesis para optar al grado de Magister en Estudios Latinoamericanos, Santiago, Universidad de Chile, 2011. Bellange, Ebe, El
muralismo como reflejo de la realidad social, Santiago, Lom/USACH,1987.
8 “André Jarlan eres parte de nuestra esperanza”, Archivo de la Vicaría de la Solidaridad (AVS) Doc. 1106, 2 octubre, 1985, p. 3.
Pierre Dubois nació el 17 de octubre de 1931 en Francia. Llegó a Chile en 1963 para asesorar
al Movimiento Obrero de Acción Católica y a la Juventud Obrera Católica en la comuna de
Barrancas y Quinta Normal, posteriormente pasó a las iglesias de las poblaciones Clara Estrella
y Santa Olga (Lo Espejo) antes de pasar junto a André Jarlan a la iglesia de La Victoria.10 El
arribo de Dubois junto con Jarlan fue el 27 de febrero de 1983, día donde se tomó posesión
de la parroquia de La Victoria.
En los primeros meses no hubo mayor empatía de los pobladores con los sacerdotes franceses
avecinados. Esto se debe a que anterior a la llegada de los párrocos existían ciertos grupos
social cristianos en La Victoria que empatizaban con los párrocos reemplazados Sergio Nacer y
Osvaldo Martínez, por ende se creyó que la remoción de estos dos sacerdotes cambiaría toda
la organización de forma negativa. Según Juan Lemuñir, en su libro testimonial, la remoción
de los párrocos Nacer y Martínez generó ciertas animosidades entre los victorinos, dado que al
llegar los párrocos franceses a la iglesia, el padre Pierre no facilitó la Casa de la Juventud para
reuniones cuando siempre fue un punto neurálgico de discusión barrial.11
Sin embargo, el mismo autor reconoce que la enemistad entre vecinos y párrocos se revirtió
en cosa de meses como consecuencia de las sucesivas jornadas de protesta nacional
(principalmente desde el 11 de mayo de 1983 en adelante)12 realizando el padre Pierre sus
primeras acciones; entre ellas conducir a los heridos en su camioneta al hospital Barros Luco
y posteriormente formar comités de salud para evitar trasladarlos a los hospitales públicos
evitando su detención.13 Sobre este punto, el historiador Daniel Santapau señala, a partir
de un conjunto de entrevistas realizadas a pobladores victorinos, que Dubois salía con su
camioneta para trasladar a los heridos en las protestas incluso en noches de toque de queda
a riesgo de ser detenido por carabineros.14
Los sacerdotes franceses se acercaban a los jóvenes que se paraban en las esquinas a
consumir estupefacientes y alcohol y si bien no todos se quedaban a escuchar su mensaje, si
habían muchachos que iban a las reuniones organizadas por los sacerdotes para rehabilitar a
los jóvenes sumergidos en los vicios.
La mayoría de las opiniones de los pobladores victorinos con respecto a Jarlan confirman su
carácter solidario. Carlos Cuevas, un joven poblador, lo recuerda con dichas características:
“ayudaba a toda la gente de la población. Formó varios grupos para organizar a los jóvenes,
Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 49
yo participé en dos: ‘misión obrera’ y en el grupo de los ‘volados’ que ayudaba a rehabilitar
jóvenes drogadictos”. María Sánchez recuerda a Jarlan: “Era el hombre de la eterna sonrisa
[…] buscaba a los jóvenes ‘volados’ para ayudarlos. Pedía la unidad de la gente ¿Y cómo lo
mataron? En su pieza, leyendo la biblia […] esto es lo último que puede existir […]”.15
André Jarlan no estuvo más de año y medio en esta población y Pierre Dubois apenas estuvo
tres años, pero sus personalidades carismáticas, humanitarias y al servicio del prójimo fueron
los ingredientes necesarios para encantar a toda una población que no sólo sufría en carne
propia la más cruda represión militar y policial, sino también con la cesantía, el sub empleo,
la delincuencia y la aparición del consumo y tráfico de drogas, principalmente entre los más
jóvenes.16 La última carta enviada por Jarlan, fechada el 20 de agosto de 1984 señalaba, en su
calidad de testigo directo, las calamidades sufridas por los pobladores victorinos:
Los ánimos están tensos. Actualmente hay protestas en cada comuna. Fue el 14
de agosto. Resultado: 35 heridos. Para explicar el grado de rabia de los jóvenes
muchos continuaron el “combate” pese a tener plomo en el cuerpo. Entre los
heridos, uno tenía 54 perdigones en una sola pierna. Otro tenía más de 200 en
todo el cuerpo […] y a causa de nuestro tipo de sacerdocio estamos en primera fila,
como testigos o actores indirectos.17
15 “Un relato desde el pueblo”, Revista Solidaridad, 14-28 Septiembre, 1984, p. 22.
16 Se estima que en la coyuntura crítica de los años 1983-4 las tasas de desempleo y sub empleo eran las más elevadas de
toda la Dictadura. Valenzuela, op. cit.
17 Verdugo, op. cit., p. 21.
18 Ídem. También revisar “Andrés Jarlan Pourcel”, AVS Documento, N° 1106, 2 de octubre, 1985.
19 Testimonio de Pierre Dubois, 4 de Mayo, 2005, Santapau, op. cit., p. 22.
Para Dubois el rol de la política debía ser el que no cunda el pecado social, la economía
aquella inspirada en orientaciones solidarios antes que competitivos. Pierre Dubois, relativiza
el concepto de propiedad privada puesto que todo buen cristiano debía ser generoso como
el prójimo sufriente señalando que si un rico no tiene la predisposición de deshacerse de su
riqueza no puede ser un buen cristiano.21
El sacerdote francés señala que a su juicio el pecado más grave es la “falta de amor”, su
ideología, definida por él, es un conjunto de pensamientos vinculados al movimiento obrero
compartiendo todos sus valores positivos (camarería, fraternidad, asociación horizontal,
solidaridad). También Dubois es un crítico de la democracia liberal puesto que “no creo que
la democracia resolviera todos los problemas reales pero por lo menos encaminaría hacia una
solución”.22
En medio de una época de altos índices de violencia, la tesis de Dubois y Jarlan tenía cierto
éxito, puesto que era una alternativa válida que no requería la precipitación de salidas
violentas para resolver los conflictos sociales, además de incluir a todos los actores sociales
en un mismo fin común, “si un delincuente venía a pedir ayuda donde el padre Pierre él se la
jugaba por todos. El no preguntaba ¿tú eres católico? Ninguna cosa. Él era un hermano más
que estaba herido y que estaba sufriendo”.23 La tesis de Dubois y Jarlan requería una dosis
de movilización y capacidad de ejercer soberanía popular, más aun si estas bases ya tenían
la suficiente práctica a partir de otras experiencias políticas anteriores. Según Carlos Morales:
Pero más allá de elucubraciones teóricas, parte de esta tesis también se manifestaba en la
práctica concreta, en específico durante las jornadas de protesta nacional. Según Lemuñir en
sus crónicas, el padre Pierre Dubois trató de impedir que carabineros ingresaran a la población
para reprimir la protesta, arrojándose debajo de las ruedas de las patrullas como también
Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 51
evitar que los pobladores provocaran a fuerzas especiales arrojando piedras u objetos
contundentes.25
Aun cuando los sacerdotes trataron de mitigar los conflictos entre las fuerzas represivas y los
pobladores, las situaciones de descontento superaron los controles que los párrocos trataron
de imponer por todos los medios. A modo de ejemplo, se puede citar el ingreso del alcalde
de San Miguel, Nelson Murúa en medio de manifestaciones de protesta. Dubois le advirtió
que no entrara advirtiéndole el riesgo. El alcalde fue duramente atacado y tras la paliza al día
siguiente, acusó a Dubois de ser responsable de las agresiones que fue víctima.26
Cuando lo vi, le dije ¿Que te pasó? No me contestó. Estaba sentado con la cabeza
caída sobre la Biblia que estaba en la mesa…No me respondía. Al verle los hoyos de
las balas me vino un tremendo golpe. Fui a buscar una doctora y lamentablemente
estaba muerto. Que horrible. Verlo sentado en esa forma […].28
No tenía dudas, fueron los carabineros y lo dijo a la prensa esa misma noche,29 Dubois relató
lo ocurrido al comunicar la noticia a los pobladores:
Fue un griterío, una histeria, una cosa tremenda, les rogué que no hicieran ningún
desmán y la cosa que encontraron para mostrar su dolor fue tremenda y emotiva.
Pusieron velas en todas las casas y en el centro de la calle. Habían centenares y
centenares de metros, muchas calles, llenas de bujías prendidas en el centro de la
calle.30
Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 53
agitación y subversión del orden público”.40 El simbólico día 11 de Septiembre ordenan la
expulsión de los 3 sacerdotes a Francia.41
Los pobladores recibieron esta noticia con mucha tristeza. La casa parroquial estaba cerrada
con candado pero los victorinos pusieron afuera de la capilla fotografías de Pierre Dubois y
André Jarlan junto a una cruz de flores blancas, numerosos letreros se veían como “¡Pierre,
Jaime y Daniel; nadie los sacará de nuestros corazones! Podrán llevarse a los curas pero no
podrán sacar lo que nos enseñaron” o “Repudiamos este nuevo atropello a los derechos del
pueblo”.42
Paralelo a este hecho ocurría una nueva tragedia en La Victoria, una joven llamada Cecilia Piña
muere producto de la explosión de una bomba que la mató instantáneamente.43
CONCLUSIONES
Según Michel Foucault el acontecimiento se encuentra ligado a un sentido de quiebre de la
continuidad y en un todo opuesto a ésta. Bajo este aspecto el acontecimiento es siempre la
expresión de un proceso silencioso del cual emerge en un momento determinado, pero se
gesta paulatina y silenciosamente, y que al ser soterrado se transforma en un elemento único
e irrepetible. No sorprendería que los hechos históricos estén siempre mancomunados a
situaciones que rompen con el orden y/o la generalidad. Esta carga axiológica que se deposita
sobre este acontecimiento no sólo hace tomar conciencia de porqué repercute este sino como
adquiere trascendencia en la toma de una identidad dentro de un colectivo humano.
Según Santapau la muerte del André Jarlan junto a la expulsión de Pierre Dubois constituye
una claridad, un mito y un signo en el imaginario de la población.
Una claridad, porque tanto los sacerdotes como individuos se reconocen con el grupo que en
este caso son los pobladores. Esta relación dialéctica se puede mirar en el acontecimiento y
volver a conocerse aquellos rasgos que hasta entonces se mantenían difusos.
Un signo, ya que arrastra consigo todos los elementos que configuran el proceso histórico
del cual se alimentó, al mismo tiempo que tiene la capacidad de generar una discontinuidad
temporal encaminado hacia un nuevo proyecto de sociedad donde la constante recurrencia
de la imagen de Jarlan y Dubois son necesarios para reivindicar esta necesidad historicista.
Por último es un mito, puesto que en el acaecer del acontecimiento pugnan entre sí las fuerzas
de la conservación y del cambio, de la represión y la emancipación, etc. La capacidad de
ejercer memoria es necesaria para dar cabida a esta imperiosa necesidad de apropiarse de un
conocimiento alternativo de la oficial.44
40 “Los expulsados habrían incurrido en severas faltas”, Las Ultimas Noticias, 12 de septiembre de 1986, p.12.
41 “ Esposa de Mitterrand recibió a sacerdotes franceses”, La Segunda, 12 de Septiembre de 1986, p. 3.
42 “Tenso ambiente en La Victoria: una mujer murió y religiosos iniciaron ayuno”, La Segunda, 12 de septiembre de 1986, p. 4.
43 Ídem. También Cfr. “Bomba mató a una joven en La Victoria”, Las Ultimas Noticias, 13 de septiembre de 1986, p. 22.
44 Santapau, op. cit., pp.103-104.
Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 55
“ Junto con el hermoso Mayo de Luz: debe levantarse
la clase oprimida del campo, de las minas, de las
salitreras, de la marina y ciudades; desplegando todas sus
energías y rebeliones, protestando de todas las injusticias y explotaciones,
proclamando la sociedad libre, la propiedad común y la patria universal.
Al empuje de los libres, no quedará en pie ningún gobierno, ni código, ni
ningún explotador, ni vestigio siquiera de la actual sociedad del mal.
De pie, erguida la frente y a la obra, proletarios del mundo, a crear la
sociedad libre arrullada por los cantos de Mayo del pueblo rebelde.
”
El Obrero Libre,
Nº 5, Huara, 1 de mayo de 1905
Anarquistas en el 1° de Mayo de 1919, Santiago
EL CENTRO DE ESTUDIOS
SOCIALES LA BRECHA Y EL
INTERNACIONALISMO ÁCRATA
EN EL NORTE GRANDE
(Chile, 1922-1924)
Eduardo Godoy Sepúlveda1
Ivanna Margarucci2
1 Profesor Adjunto de la Universidad de Santiago de Chile. Estudiante del Programa de Doctorado en Historia de la Universidad
de Santiago de Chile (USACH). Becario CONICYT.
2 Profesora de Enseñanza Media y Superior en Historia por la Universidad de Buenos Aires (UBA).
El obrero consciente donde quiera que vaya y donde
quiera que se encuentre, se siente hermano de todos los
explotados, de todos los tiranizados, sin importarle el color,
la nacionalidad o la raza3.
Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 59
ello, nos apoyaremos en los postulados teóricos propuestos por la perspectiva transnacional,
entendiéndola –al igual que María Migueláñez– como la más apropiada para abordar las
fluidas relaciones internacionales de los grupos anarquistas “basadas en el intercambio de
información, en el conocimiento mutuo, en la solidaridad, en la circulación transfronteriza de
prensa, panfletos y libros, etc.”7.
La necesidad de ampliar la escala de análisis de las historias nacionales, característica principal
de la historiografía más tradicional –y su nacionalismo metodológico– resulta congruente con
el propio discurso y praxis de los libertarios sudamericanos al tiempo que plantea nuevas
posibilidades tanto para investigar con mayor profundidad, así como para problematizar las
conexiones e influencias mutuas entre militantes, organizaciones y movimientos ácratas de
espacios geográficos diversos8.
El artículo se estructura en dos apartados. En el primero de ellos, daremos cuenta de la llegada
de las ideas anarquistas a América Latina y a Chile, relevando algunos aspectos centrales de
su proyecto político y cultural, y la forma en que irrumpió en la ciudad de Iquique a partir de la
conformación de grupos de propaganda –como el CES La Brecha– y la aparición de la prensa
obrera. En el segundo apartado nos focalizaremos en la red de comunicación, intercambio y
solidaridad internacional construida por el grupo editor del periódico “El Sembrador” entre los
años 1922 y 1924.
7 Migueláñez, María, “Anarquistas en red. Una historia social y cultural del movimiento libertario continental (1920-1930)”, 9°
Encontro Internacional da ANPHLAC, Universidad Federal de Gaiás, 2010, pp. 3 y 4. Véase: http://anphlac.fflch.usp.br/sites/
anphlac.fflch.usp.br/files/Martinez%20MM.pdf [Consultado 27/01/2015]
8 Véase: Berti, Giampietro, “Sobre historiografía del anarquismo” en Reconstruir 99, Buenos Aires, 1975, pp. 47-56.
9 Para el caso chileno, véase: Morris, James, Las élites, los intelectuales y el consenso. Estudio de la cuestión social y el
sistema de relaciones industriales en Chile, Santiago, Editorial del Pacífico, 1967; y Grez, Sergio, La “cuestión social” en Chile.
Ideas y debates precursores (1804-1902), Santiago, DIBAM, 1995.
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Garcés, Mario, Crisis social y motines populares en el 1900, Santiago, LOM ediciones, 2003.
11 Muñoz,
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Víctor, Sin Dios Ni Patrones. Historia, diversidad y conflictos del anarquismo en la región chilena (1890-1990), Val-
paraíso, Mar y Tierra Ediciones, 2013, pp. 16-20.
12 Ortiz, Fernando, El movimiento obrero en Chile 1891-1919. Antecedentes, Madrid, Ediciones Michay S.A., 1985.
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Véase en particular: Godoy, Eduardo, “1907 (Iquique) y 1913 (Valparaíso): Debacle y rearticulación. Dos hitos en la historia del
movimiento obrero-popular chileno” en Artaza, Pablo, Sergio González y Susana Jiles, A cien años de la masacre de Santa María
de Iquique, Santiago, LOM ediciones, 2009, pp. 253-270. Véase, asimismo, Godoy, Eduardo, La huelga del mono. Los anarquis-
tas y las movilizaciones contra el retrato obligatorio (1913, Valparaíso), Santiago, Editorial Quimantú, 2014; y Godoy, Eduardo,
“‘Sepan que la tiranía de arriba, enjendra la rebelión de abajo’. Represión contra los anarquistas: La historia de Voltaire Argandoña
y Hortensia Quinio (Santiago, 1913)” en Cuadernos de Historia n°27, Universidad de Chile, Santiago, 2007, pp. 75-124.
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DeShazo, Peter, Trabajadores urbanos y sindicatos en Chile, 1902-1927, Santiago, DIBAM, 2008.
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Grez, Sergio, Los anarquistas y el movimiento obrero. La alborada de “la Idea” en Chile 1893-1915, Santiago, LOM ediciones,
2007.
Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 61
la opresión religiosa, moral y cultural16. Consecuentemente, sólo a través de una acción política
mancomunada y la generación de una cultura y moral antagónica a la burguesa, los seres
humanos podrían combatir y emanciparse de sus opresores.
Por este motivo, en el caso del anarquismo chileno, replicando otras experiencias a nivel
continental y mundial, la dimensión cultural fue un elemento medular de su desarrollo ideológico.
Política y cultura para los libertarios no pueden ser pensadas por separado. Como señala el
historiador Manuel Lagos: “Las actividades subversivas no eran solamente las relacionadas con
la agitación social, sino por sobre todo con aquellas que iban forjando en las mentes nuevos
valores, nuevas prácticas, formando mentes libres y abiertas a la emancipación”17.
¿Cuáles fueron esas iniciativas culturales ácratas? La formación de una serie de espacios de
sociabilidad autónomos, nutridos de una serie de prácticas culturales alternativas, en las
que la propaganda, a través de la prensa escrita y la distribución e intercambio de material
doctrinario, adquirió un lugar central. El elemento más relevante del dispositivo cultural
desarrollado por los libertarios, a decir de Juan Suriano para el caso argentino18.
El principio de autoridad y la religión no eran los únicos elementos considerados como
“irracionales” de acuerdo a la lógica de pensamiento anarquista, la misma noción de “patria”
y la existencia de los ejércitos también entraban dentro de esta categoría. La clase explotada
y oprimida era una sola, la misma en todo el mundo. Los Estados y con ellos las naciones y
sus límites, eran una ficción refuncionalizada por el capitalismo, con el objeto de crear falsas
lealtades y dividir y oponer a los proletarios de cada país. A contracorriente, pregonaron la
solidaridad y el internacionalismo proletario, el motor que ponía en movimiento la actividad
anarquista. Así las cosas, la revolución social tenía como norte
Por lo tanto, el objetivo principal de la propaganda libertaria, la difusión de las ideas con el
propósito de ganar adeptos para la causa y multiplicar los “agentes revolucionarios”, no se
constriñó a la localidad o inclusive al territorio nacional, sino que esta burló y atravesó sus
“falsas” fronteras. Actividad propagandística que adquiriría una dinámica bastante particular
en la región del norte salitrero chileno.
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Godoy, Eduardo, “Lucha temperante y “amor libre”. Entre lo prometeico y lo dionisiaco: El discurso moral de los anarquistas
chilenos al despuntar el siglo XX” en Cuadernos de Historia n°34, Universidad de Chile, Santiago, 2011, pp. 127-154; y Godoy,
Eduardo, “El discurso moral de los anarquistas chilenos en torno al alcohol a comienzos del siglo XX” en Yáñez, Juan Carlos
(ed.), Alcohol y Trabajo. El alcohol y la formación de las identidades laborales en Chile, Siglos XIX y XX, Osorno, Editorial Uni-
versidad de Los Lagos/PEDCH, 2008, pp. 121-144.
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Lagos, Manuel, Los subversivos. Las maquinaciones del poder.“República” de Chile, 1920. Santiago, Editorial Quimantú,
2012, p. 56. El énfasis es del original.
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Suriano, Juan, Anarquistas. Cultura y política libertaria en Buenos Aires, 1890-1910, Buenos Aires, Manantial, 2001.
��El Sembrador, Iquique, 27 de enero de 1923.
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Muñoz, Víctor, Cuando las bombas son de papel. El Estado y la propaganda anarquista impresa (Región Chilena, 1925-
1927), Talca, Ediciones Acéfalo, p. 89.
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Véase: González, Sergio, “De la solidaridad a la xenofobia: Tarapacá 1907-1911” en Artaza, Pablo (et.al.), A 90 años de los
sucesos de la Escuela Santa María de Iquique, Santiago, DIBAM-LOM ediciones-Universidad Arturo Prat, 1998, pp. 93-117; y Ar-
taza, Pablo, “Del internacionalismo clasista a la xenofobia nacionalista. Participación popular en las Ligas Patrióticas de Tarapacá
en 1911”, en Dimensión Histórica de Chile, n°19, UMCE, 2004/2005, pp. 113-148.
22 Grez, Sergio, Los anarquistas y el movimiento obrero. La alborada de “la Idea”en Chile 1893-1915, Santiago, LOM ediciones,
2007, p. 93.
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Ídem..
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Artaza, Pablo, Movimiento social y politización popular en Tarapacá, 1900-1912, Concepción, Ediciones Escaparate, 2006.
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Godoy, Eduardo, “1907 (Iquique) y 1913 (Valparaíso): Debacle y rearticulación…”, op. cit., pp. 253-270; Godoy, Eduardo, La
huelga del mono. Los anarquistas…, op. cit.; y DeShazo, Peter, Trabajadores urbanos y sindicatos…, op. cit.
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Muñoz, Víctor, Cuando las bombas son de papel…, op. cit., pp. 92-96.
Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 63
sociológicas sobre la cuestión social. De esta manera, se constituyeron como alternativas
pedagógicas contra hegemónicas al sistema educativo estatal, combatido por ser considerado
funcional y tendiente a la reproducción del sistema capitalista27.
El CES La Brecha de Iquique no fue la excepción. La agrupación desarrolló diversas actividades
culturales y fomentó polémicas públicas para difundir sus propuestas. En consonancia con lo
anterior, el CES se convirtió más tarde en el grupo responsable de la edición de dos importantes
publicaciones obreras y anarquistas de la ciudad: “El Surco” (1917-1921) y “El Sembrador” (1922-
1924). Su principal objetivo fue así la “constante creación de espacios de difusión de cultura
libertaria”28.
No obstante, lo anterior no le impidió intervenir en las manifestaciones políticas del momento
así como dar la pelea para conquistar la hegemonía dentro de la clase obrera, como lo hizo por
ejemplo con los socialistas nucleados en torno al Partido Obrero Socialista (POS) y a Luis Emilio
Recabarren29. Como señalamos, la política y la cultura fueron dos aspectos inescindibles, las
dos caras de una misma moneda, de la lucha ácrata.
Gracias a esta intensa actividad, el CES La Brecha se constituyó en el germen de otras
iniciativas políticas y culturales del Norte Grande.
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Para mayores antecedentes, véase: Suriano, Juan, Anarquistas. Cultura y política libertaria…, op. cit., pp. 45-57.
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Muñoz, Víctor, Cuando las bombas son de papel…, op. cit., p. 92.
29 Muñoz,
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Víctor, Cuando la patria mata. La historia del anarquista Julio Rebosio (1914-1920), Santiago, Editorial Universidad
de Santiago, 2011.
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Muñoz, Víctor, Cuando las bombas son de papel…, op. cit., p. 25.
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Muñoz, Víctor, Cuando la patria mata..., op.cit., p. 49.
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Para la IWW, véase: Renshaw, Patrick, Wobblies, Historia de la Industrial Workers of the World, Islas Canarias, CNT-AIT, 2004.
33 Entre ellas caben mencionar: Tarragona (con la Biblioteca “Acracia”), Zaragoza (con el Sindicato Único de Alimentación),
Madrid (con el periódico “La Vanguardia Mercantil”), Alicante (con el grupo La Redención y la revista Generación Consciente de
Alcoy), La Coruña (con el periódico “Solidaridad Obrera”) y Barcelona (con la Agrupación “Amigos de la Enseñanza”, los editores
de “La Revista Blanca” y la nueva editorial “El Sembrador”).
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Para una breve biografía de Celedonio Enrique Arenas, véase: Grupo Anarquista Libertad, Presencia anarquista, La Calera,
Ediciones del Grupo Anarquista Libertad, 1959, p. 9. Agradecemos especialmente a la historiadora Marianne Enckell del Centre
International de Recherches sur l’Anarchisme (CIRA) de Lausanne (Suiza) por enviarnos de forma digital dicho folleto.
��El Sembrador, Iquique, 27 de enero de 1923.
��El Sembrador, Iquique, 21 de abril de 1923.
��El Sembrador, Iquique, 19 de mayo de 1923.
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Diego Abad de Santillán nació en la provincia de León, España, el 20 de mayo de 1897. Arribó junto a su madre y hermanos a
la Argentina en 1905, siguiendo a su padre que lo había hecho cinco años antes. En 1912, nuevamente en España, entró en con-
tacto con las ideas ácratas y conoció a importantes figuras del anarquismo español, entre otras, a José Prat y Anselmo Lorenzo.
Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 65
tuvieron también una estrecha vinculación. Abad de Santillán además de desempeñarse como
un activo colaborador a través del envío de artículos reproducidos en el órgano de propaganda,
fue el nexo directo entre “El Sembrador” y “La Protesta” de Buenos Aires39, y entre este último
y la Asociación Internacional de Trabajadores (AIT), refundada en diciembre de 1922.
El relacionamiento entablado entre el semanario chileno y el periódico argentino tuvo distintas
aristas y fue beneficioso para ambos. Así, por ejemplo, para septiembre de 1923, “La Protesta”
aparecía contribuyendo con una importante donación de libros en una campaña orquestada
en la Argentina para dotar a los miembros del CES La Brecha de una imprenta propia. Sucedía
que “la imprenta donde se edita este semanario [“El Sembrador”] hallase enajenada al
Gremio de Cargadores por una deuda que tiene pendiente el Centro Anárquico ‘La Brecha’”40.
¿Como contrapartida, tal vez?, en noviembre de ese año, “El Sembrador” ofrecía a sus lectores
“el magnífico y doctrinario” suplemento editado por “la mejor publicación anarquista que se
publica en Sud América”, por la módica suma de 30 centavos41.
Pero en realidad, como se deriva de lo anterior, “La Protesta” fue uno de los tantos valiosos
contactos que “El Sembrador” cosechó en suelo argentino. Al igual que en el caso español,
se trató tanto de agrupaciones más bien orgánicas, sindicales o con otros objetivos, como de
emprendimientos editoriales42, cuyas producciones difundían entre los ávidos de materiales
doctrinarios trabajadores salitreros. Muchos fueron los nexos, y también, muchas fueron
las personas que hicieron posibles aquellos contactos. Tal fue el caso, por ejemplo, de los
anarquistas chilenos radicados en Buenos Aires Modesto Oyarzún y Víctor Marín (quien había
residido previamente en la ciudad de Mendoza). Este último, en calidad de “corresponsal” de
“El Sembrador” desde noviembre de 192343, colaboró con artículos informativos y doctrinarios,
pero también reuniendo los aportes en dinero44 o propaganda provenientes de organizaciones
libertarias porteñas y de otros puntos de la Argentina.
De crucial importancia en la relación Argentina-Chile, fue el envío de materiales impresos,
libros y folletos, desde Buenos Aires luego vendidos y distribuidos en el país trasandino.
Quienes se destacaron por ello fueron dos editoriales, “Argonauta” y “La Protesta” –ligada al
periódico homónimo–. Según María Migueláñez, ambos grupos contaron “con la colaboración
En 1918, luego de falsificar sus documentos de identificación para evitar el servicio militar, emigró nuevamente hacia Buenos
Aires, donde participó activamente en la edición del periódico “La Protesta”, una de las más importantes publicaciones anar-
quistas sudamericanas, fundada en 1897. Para sus antecedentes biográficos véase, entre otros, De la Rosa, María, “La figura de
Diego Abad de Santillán como nexo entre el anarquismo argentino, europeo y latinoamericano, 1920-1930” en Iberoamericana
XII n°48, 2012, pp. 21-40; y Migueláñez, María, “Diego Abad de Santillán (1897-1983): Los viajes doctrinarios de un anarquista
trasnacional” en Pérez Ledesma, Manuel (ed.), Trayectorias trasatlánticas: personajes y redes entre la Península Ibérica y el
continente americano (1808-1978), Madrid, Polifemo, 2013.
39 Véase las siguientes ediciones del periódico: El Sembrador, Iquique, 30 de diciembre de 1922, 06 de enero de 1923 y 31 de
marzo de 1923.
40 El Sembrador, Iquique, 08 de septiembre de 1923.
��El Sembrador, Iquique, 10 de noviembre de 1923.
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Sin agotar el largo listado de agrupamientos con los que se relacionó, señalamos algunos de los que lo integran, con el fin
de poner en evidencia la extensión de esa lista. De la ciudad de Buenos Aires, se destacan, la Federación Obrera Regional
Argentina (FORA), los grupos Humanidad Nueva, de Propaganda Internacional, ‘Artes y Natura’, ‘Amor, Ciencias y Libertad’,
el Comité de Agitación Pro Libertad de los Anarquistas en Rusia y la Biblioteca La Palestra, así como los periódicos “La Antor-
cha” -libertario, enemistado con “La Protesta”- “El Peludo” e “Ideas” -de difusión más masiva- y la editorial “Argonauta”. Otra
publicación con la que mantuvo relaciones fue la anarcofeminista “Nuestra Tribuna”, de la localidad de Necochea, en la provin-
cia de Buenos Aires. Finalmente, de la ciudad de Rosario, Santa Fe, caben mencionar: el Centro Anárquico Antonio Loredo, la
Biblioteca Popular Cultura y Libertad y el Archivo Anarquista Americano.
��El Sembrador, Iquique, 10 de noviembre de 1923.
��El Sembrador, Iquique, 15 de marzo de 1924.
sacar a la luz, y poner en circulación más allá de las fronteras argentinas, una
colección que reuniera las obras de los principales pensadores ácratas de renombre
internacional con el objetivo de cumplir con la obra de cultura y de capacitación del
proletariado para el conjunto de países de habla castellana45.
Una verdadera obra de “ilustración” libertaria, que no deja de asombrar por la cantidad y
variedad de títulos editados46, puestos en circulación no sólo en Chile, sino también en Bolivia
y Perú. Así se manifestaba en las páginas de “El Sembrador”:
Avisamos a los compañeros de Chile, Perú y Bolivia que tanto los libros que editen
la Editorial “Argonauta”, como la Editorial “La Protesta”, se pidan directamente
a EL SEMBRADOR. Todo pedido que se haga debe venir acompañado de su
correspondiente importe47.
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Migueláñez, María, “Anarquistas en red…”, op.cit., p. 11.
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De la Editorial Argonauta: “Artista y rebeldes” y “Bolshevismo y anarquismo” (R. Rocker); “Dictadura y revolución” y “La
crisis del anarquismo” (L. Fabbri); “Nicolai y el pensamiento social contemporáneo” (R. Rolland); “Páginas de lucha cotidiana”
(E. Malatesta). De la Editorial La Protesta: 1. Libros: “Mi comunismo” (S. Faure); “El Estado, su rol, histórico. El Estado Mod-
erno” (P. Kropotkine); “Los anarquistas (estudio y réplica)” (C. Lombroso y R. Mella); “Sembrando Flores” (F. Urales); “La Ukrania
revolucionaria” (A. Souchy); “Temas subversivos” (S. Faure). 2. Folletos: “La revolución en Italia” (E. Malatesta); “Contra todo y
contra todos” (L. Zoais); “Más allá de la política” (A. Medina); “El sindicalismo frente a la política” (Valentín de Pedro); “Reseña
histórica del movimiento obrero internacional” (M. Pommercy); “Primero de Mayo” (P. Gori); “El arte y la rebeldía” (F. Pellontier);
“De la Patria” (A. Hamon); “República y anarquía” (N. Converti); “Necesidad de la asociación” (J. Prat); “La ley y la autoridad” (P.
Kropotkine); “A los jóvenes” (P. Kropotkine); “Abriendo surco” (R. Flores Magon).
��El Sembrador, Iquique, 18 de agosto de 1923.
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Margarucci, Ivanna, “De la trayectoria individual a la historia social. Luis Cusicanqui Durán y la experiencia del anarquismo
boliviano durante las décadas de 1920 y 1940”. Ponencia presentada en las IV Jornadas Internacionais de Problemas Latino-
americanos: “América Latina: lutas, experiências e debates por uma integração dos povos”, Foz do Iguaçu, Brasil, 2014.
Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 67
diré que EL SEMBRADOR es la piedra angular de Chile, y no solamente de ese
país, sino también de Bolivia” (Luis Cusicanqui, La Paz, Bolivia)49.
“El Sembrador” no era para Cusicanqui el semanario de los compañeros iquiqueños, sino
“nuestro semanario”, “piedra angular” para los movimientos de Chile y de Bolivia. Se ve aquí
una consecuencia fundamental del relacionamiento internacional estructurado en torno a
esta publicación: la importancia de las redes de difusión continentalmente bifurcadas, de
cara al desarrollo de los movimientos libertarios locales, sobre todo de aquellos más “débiles”,
como el de Bolivia.
Así daba a conocer la noticia en Chile “El Sembrador”. Establecer contactos con los grupos
editores de publicaciones ácratas del exterior –Argentina, Uruguay, Perú, Chile…–, con el objeto
de solicitarles periódicos, folletos y volantes, para luego distribuirlos entre la población urbana
y campesina. Esa fue una de las principales tareas a las que se abocó “La Antorcha” boliviana.
Lo mismo que el CES La Brecha hacía desde Iquique. Así pues, no sólo se difundían las ideas,
también se replicaban los modelos organizativos.
A MODO DE CONCLUSIÓN
El Centro de Estudios Sociales La Brecha de Iquique, a través de “El Sembrador”, mantuvo
una fluida comunicación con organizaciones ácratas europeas, principalmente españolas,
y argentinas, de las que recibió mensualmente una gran cantidad de material doctrinario
(periódicos, libros y folletos), distribuido junto al semanario a lo largo de Chile y a otros países
de Sudamérica: Bolivia y Perú, y en menor medida, Uruguay, Paraguay, Brasil y México.
Así, las rutas del anarquismo europeo y latinoamericano fueron tan complejas como variadas,
“enredadas” podríamos decir –como si de los hilos de una madeja de lana se tratara–. Pero
al desatar los nudos y los cabos del ovillo, hemos podido ver la forma en que la red de
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De la Tierra, Manuel, “Sembrando en el desierto. Notas sobre los orígenes de la fraternidad anarquista peruano-chilena”, en
Acción Directa n°1, Lima, 2011, pp. 5 y 7 (continuación).
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En la edición del 21 de abril de 1923 los miembros de El Sembrador acusaban recibo de material proveniente de Río de
Janeiro. Señalan al respecto: “Hemos recibido de la “Editorial Lux” de Río de Janeiro, 20 folletos escritos en portugués”. Véase: El
Sembrador, Iquique, 21 de abril de 1923.
Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 69
cooperación y solidaridad construida por El Sembrador potenció, no sólo al CES La Brecha
y al anarquismo chileno, sino a algunos movimientos ácratas de Sudamérica, tanto desde
el punto de vista propagandístico e ideológico como organizativo. Claro que esto no fue una
característica distintiva de aquel emprendimiento editorial y el agrupamiento que lo sostuvo;
sólo que llama la atención los intensos contactos y proselitismo internacional que podemos
ver consignadas en sus páginas.
El análisis de cerca de aquel circuito nos permitió ver también que las relaciones no fueron
unidireccionales, en un solo sentido. En verdad, fueron de ida y de vuelta, posibilitando que los
movimientos más “potentes” promovieran el desarrollo de los de “menor fuerza” al tiempo
que los últimos –al enviar sus publicaciones y su solidaridad o difundir los materiales que
aquellos editaban– incidieran positivamente sobre los primeros. Así, el sentido de circulación
de ideas y prácticas políticas, fue ante todo, multidireccional y de retroalimentación mutua.
Con la experiencia histórica que aquí describimos, el anarquismo ha venido a ratificar su
carácter apátrida y trasnacional. La puesta en práctica de un real y verdadero internacionalismo
proletario.
Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 71
Mural Mujeres, Memorias, Resistencias en Lorenzo Arenas
(Concepción, Septiembre 2016). Centro Cultural por la Memoria la Monche,
Colectivo VAMP, Taller fotográfico de Ex Presas Políticas
3 Traverso, Enzo, La historia como campo de batalla. Interpretar las violencias del siglo XX, México, FCE, 2012, pp. 10-15; Sar-
tori, Giovanni, Elementos de teoría política, Barcelona, Editorial Alianza, 1992, pp. 40-50.
4 Nombre tentativo de la Tesis Doctoral para optar al Grado de Doctor en Historia, Mención Historia de Chile “Ttrayectorias de
mujeres militantes de izquierda: socialización primaria, culturas políticas partidarias y vida cotidiana. Santiago y Concepción
1960-1990”. Universidad de Chile.
Ello implica no solamente analizar todos los niveles, ámbitos y tiempos de las relaciones
mujer-varón, sino también mujer-mujer y varón-varón. Cada cultura construye y define las
características y comportamientos de lo masculino y lo femenino8.
La Historia Política tradicional ha abordado el análisis de experiencias políticas de la historia
reciente de Chile sin darles el debido tratamiento a las mujeres, minimizando o estereotipando
su accionar. Esto porque ellas no han sido reconocidas como agentes protagonistas de los
hechos políticos institucionales de la democracia, se ha tendido a considerarlas mayormente
en su condición de madres, esposas o compañeras de líderes y próceres políticos. Han sido los
estudios sociales de las mujeres, los que han permitido conocer algunos eventos específicos
sobre la trayectoria de la población femenina en el ámbito político, uno de ellos fue la obra
señera de Felicitas Kimplen “La mujer chilena: el aporte femenino al progreso de Chile.
5 Ver Vidaurrázaga, Tamara, Mujeres en Rojo y Negro. Reconstrucción de la memoria de tres mujeres feministas 1971-1990,
Tesis para optar al Grado de Magíster en Género y Cultura con mención en Historia, Universidad de Chile, (2006); Lecourt, Yaz-
mín, Relación de género y liderazgo de mujeres dentro del Partido Comunista de Chile, Tesis para optar al grado de Magíster
en Género y Cultura con mención en Historia, Universidad de Chile, (2005); Fernández-Niño, Carolina, “Y tú, mujer, junto al
trabajador”. La militancia femenina en el Partido Comunista de Chile”, Revista IZQUIERDAS N° 3, Año 2, Santiago, diciembre
2008, pp. 1-10.
6 Scott, Joan, El Género: una categoría útil para el análisis histórico” en: Varias Autoras, De mujer a Género. Teoría, inter-
pretación y práctica feminista en las Ciencias Sociales, Buenos Aires, Centro Editor de América Latina S.A., 1993, pp. 37-89;
McGee Deutsch, Sandra, “Gender and Sociopolitical Change in Twentieth-Century Latin America”, en: The Hispanic American
Historical Review, Vol. 71, No. 2. (May, 1991), pp. 259-306 tomado de Stable URL:
http://links.jstor.org/sici?sici=0018-2168%28199105%2971%3A2%3C259%3AGASCIT%3E2.0.CO%3B2-L.
7 Ibídem, p. 38
8 Ídem.
Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 73
1910-1960”9 publicado en 1962, en la cual se aborda diferentes aspectos sobre la condición y
posición de la población femenina. Aproximadamente tres décadas después surge el ensayo
emblemático de Julieta Kirkwood: Ser mujer política en Chile. Los Nudos de la Sabiduría
feminista, en donde la socióloga propone un análisis crítico de la participación social y política
femenina en Chile a través del siglo XX. Posteriormente se realizaron investigaciones sobre
la participación de las mujeres en movimientos sufragistas de la primera mitad del siglo XX
y en los procesos de lucha contra la dictadura, destacando aquellos referidos a pobladoras y
feministas durante la década de 198010. Desde otra palestra, se ubica el aporte de la historiadora
estadounidense Margaret Power que en el año 2005 se interesa por dimensionar el rol de las
mujeres de derecha en el escenario político de fines de los 60’ y en especial como activistas
contrarias a la figura de Salvador Allende11.
Sin embargo, resultan escasas las investigaciones históricas sobre mujeres militantes políticas
y sociales en el contexto de proyectos revolucionarios durante las décadas del 60’ y comienzos
del 70’ en Chile, en su calidad posterior como presas políticas, la historia de sus desapariciones,
exilio y luchas en la recuperación de la democracia12. En las últimas décadas, han surgido
algunas investigaciones –especialmente tesis de grado y postgrado–, pero aún queda mucho
camino por recorrer, dado la especificidad de sus memorias, sus nudos territoriales (estudio de
mujeres de provincias) y temporalidades, que nos interrogan sobre la identidades individuales
y colectivas de las mismas.
En este sentido, compartimos los postulados en torno al carácter no neutral de las militancias,
pues la condición de género, clase y procedencia geográfica de las personas influyen en su
actuar13, lo cual impele a recuperar memorias de mujeres desde ámbitos y discursos situados
que contravienen las generalizaciones existentes en el acervo histórico actual.
Nos guían preguntas en relación a: ¿Cuáles eran las características socioeconómicas y
de procedencia geográfica de las mujeres militantes de izquierda estudiadas?, ¿De qué
forma la socialización política primaria (entornos y agentes) influyó en la adquisición de un
compromiso de izquierda en jóvenes mujeres provenientes de Concepción en un contexto
de alta politización y proyectos revolucionarios durante la década del 60’ en Chile? ¿Cuáles
fueron las influencias a nivel familiar, redes de amistad que incidieron en la construcción de
las identidades de izquierda en los procesos de infancia y adolescencia de mujeres chilenas
entre 1940-1960?
9 Kimplen, Felicitas, La mujer chilena: el aporte femenino al progreso de Chile. 1910-1960, Santiago, Editorial Andrés Bello,
1962; Kirkwood, Julieta, Ser Política en Chile. Los Nudos de la Sabiduría Feminista, Santiago, FLACSO, 1990.
10 Ver Valdés, Teresa, “La mujeres y la dictadura militar en Chile”, Material de Discusión N° 94 Santiago, FLACSO, 1987; Valen-
zuela, María Elena, La mujer en el Chile militar: Todas íbamos a ser reinas, Santiago, Ediciones Chile y América, 1987; Palestro,
Sandra, Mujeres en movimiento 1973-1981, Santiago, FLACSO, 1991.
11 Power, Margaret, La mujer de derecha: el poder femenino y la lucha contra Salvador Allende, 1964-1973, Santiago, Centro
de Investigaciones Diego Barros Arana, 2009.
12 Ver Vidaurrázaga, Tamara, Mujeres en Rojo y Negro. Reconstrucción de la memoria de tres mujeres feministas 1971-1990,
Tesis para optar al Grado de Magíster en Género y Cultura con mención en Historia, Universidad de Chile, (2006); Lecourt, Yaz-
mín, Relación de género y liderazgo de mujeres dentro del Partido Comunista de Chile, Tesis para optar al grado de Magíster
en Género y Cultura con mención en Historia, Universidad de Chile, (2005); Fernández-Niño, Carolina, “Y tú, mujer, junto al
trabajador”. La militancia femenina en el Partido Comunista de Chile”, Revista IZQUIERDAS N° 3, Año 2, Santiago, diciembre
2008, pp. 1-10.
13 Ver Oberti, Alejandra, “Contarse a sí mismas. La dimensión biográfica de los relatos de mujeres que participaron en las
organizaciones político-militares de los 70”, en Carnovale, Vera, Federico Lorenz y Roberto Pittaluga (comps.), Historia, Memoria
y Fuentes Orales, Buenos Aires, 2006. p 58.
14 Nombre tentativo de la Tesis Doctoral para optar al Grado de Doctor en Historia, Mención Historia de Chile Trayectorias de
mujeres militantes de izquierda: socialización primaria, culturas políticas partidarias y vida cotidiana. Santiago y Concepción
1960-1990”. Universidad de Chile.
15 Se comprende como “Gran Concepción” a un área que concentra a las comunas de Concepción, Coronel, Chiguay-
ante, Hualpén, Hualqui, Lota, Penco, San Pedro de la Paz, Talcahuano y Tomé, teniendo como centro a Concepción. Ver
Hernández, Hilario, “El Gran Concepción: desarrollo histórico y estructura urbana”, Informaciones Geográficas N°30, Instituto de
Geografía Universidad de Chile, Santiago, 1983, pp. 47-70.
16 Hernández, op. cit., pp. 62-63; Pinto, Aníbal, “Estado y gran empresa: de la precrisis hasta el gobierno de Jorge Alessandri”
en: Colección Estudios CIEPLAN, Nª16 junio de 1985, p. 27; Campos Harriet, Fernando, Historia de Concepción, Concepción,
1956; Etchepare, Jaime, “Los más destacados representantes de Concepción en los Congresos de la República, 1810-2000”, Re-
vista Historia, Año 9-10, Vol. 9-10, 1990-2000; Palieraki, Eugenia, ¡La Revolución ya viene! El MIR chileno en los años sesenta,
Santiago, LOM Ediciones, 2014.
17 Ricoeur, Paul, “Historia y memoria. La escritura de la historia y la representación del pasado”, en Pérotin-Dumon, Anne (dir.),
Historizar el pasado vivo en América Latina, tomado de http://www.historizarelpasadovivo.cl/downloads/ricoeur.pdf
18 Pérotin-Dumon, Anne, “Liminar. Verdad y memoria: escribir la historia de nuestro tiempo”, en Pérotin-Dumon, op. cit. To-
mado de http://www.historizarelpasadovivo.cl/downloads/perotin.pdf
Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 75
desde un presente de los sujetos y por tanto, los relatos son construcciones y se despliegan
como nuevos discursos a partir de reflexiones asentados en ideologías aprehendidas a través
de los años de vida. Discursos, reconfigurados que muchas veces apelan a nuevas preguntas
sobre la vida privada, las emociones y subjetividades, los heroicismos, voluntarismos,
solidaridad, dolores y rebeldías, en fin cuerpo y razón.
En relación al período de estudio –décadas del 40’ al 60’– podemos destacar como las
historicidades de hombres y mujeres en Chile, América Latina y Europa fueron tensionadas,
transformadas e influenciadas por sucesos y cambios radicales que los impactaron de diversa
forma en atención a su condición de clase, género y realidad generacional. Este contexto fue
marcado por la post guerra y la configuración de una Guerra Fría, los cambios estratégicos de
las Internacionales Socialista y Comunista y la adhesión de los partidos en el plano mundial, la
convulsión de la Revolución Cubana, los postulados del Mayo 68’. En Chile se forman nuevos
partidos que se sumaron al espectro de la Izquierda a fines de los 60’ y comienzos de 1970,
como fueron los partidos MAPU (Movimiento de Acción Popular Unida) y la IC (Izquierda
Cristiana). Los cuales además de compartir elementos de la tradición marxista–leninista se
nutrieron de ideas cristianas tanto de fundamentos de la Doctrina Social de la Iglesia Católica
como de los aportes provenientes de un cristianismo radical desde los análisis de una Iglesia
Latinoamericana19.
19 Moyano, Cristina, MAPU o la seducción del poder y la juventud: los años fundacionales del partid-mito de nuestra tran-
sición (1969-1973), Santiago, Editores Universidad Alberto Hurtado, 2009, p. 57.
20 Benedicto, Jorge, “La construcción de los universos políticos de los ciudadanos”, en Benedicto, Jorge y María Luz Morán
(eds.), Sociedad y política. Temas de Sociología política., Madrid, Alianza, 1996.
21 Gaxie, Daniel, Le cens caché. Inégalités culturelles et segregation politique, Paris, Seuil, 1978.
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Percheron, Annick, La socialisation politique, textes réunis par Nonna Meyer et Anne Muxel, Paris, textes réunis, Armand
Colin, 1993 tomado de http://www.jstor.org/stable/3229152?seq=1#page_scan_tab_contents
23 Braud, Philippe, L’émotion en politique, París, Presses de Sciences Po, 2000, p. 69.
24 Ver Muxel, Anne, L’Expérience politique des jeunes, Paris, Presses de Sciences Po., 2001.
25 Ver Almond, Gabriel y Sydney Verba, “La cultura política” en Almond y otros, Diez textos Básicos de Ciencia Política, Bar-
celona, Editorial Ariel, 1971, p. 179; Baker, Keith, “El concepto de cultura política en la reciente historiografía sobre la Revolución
Francesa”, en Cabrera, Miguel Ángel, (ed.), Más allá de la Historia Social, Madrid, Asociación de Historia Contemporánea, Ayer
62/2006 (2); Moran, María Luz, “Elites y cultura política en la España Democrática”, en Castillo, Pilar del e Ismael Crespo, Cul-
tura política. Enfoques teóricos y análisis empírico, citado por Mateos Díaz, Araceli, “Cultura política”, Salamanca, Universidad
de Salamanca, tomado de http://campus.usal.es/~dpublico/areacp/materiales/Culturapolitica.pdf.
26 Moran, op. cit.
27 Lechner, Norbert, Los patios interiores de la democracia, Santiago, FLACSO, 1988, p. 57.
28 En la década del 80’ el historiador François Furet y colaboradores presentaron The French Revolution and Modern Political
Culture (1978) y después junto a Mona Ozouf el Dictionnaire critique de la Révolution française, editado en el bicentenario de la
Revolución Francesa. Ver Baker, Keith, “El concepto de cultura política en la reciente historiografía sobre la Revolución Francesa”,
en Cabrera (ed.), op. cit.
29 Ver Inglehart, Ronald, Modernización y postmodernización. El cambio cultural económico y político en 43 sociedades,
Madrid, Centro de investigaciones Sociológicas, 1998. Citado por Mateos Díaz, Araceli, Cultura política, Salamanca, Universidad
de Salamanca obtenido de http://campus.usal.es/~dpublico/areacp/materiales/Culturapolitica.pdf
Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 77
ASPECTOS METODOLÓGICOS
La metodología de la investigación mayor –Tesis Doctoral– y por tanto, de este avance, es
de tipo cualitativo, considerando que se requiere ahondar en el discurso y significación de
testimonios de mujeres en base a las categorías de estudio. Es de tipo descriptivo30, pues
a partir de fuentes primarias orales y documentales se desarrollará un análisis que intenta
identificar y caracterizar prácticas, valores y procesos ideológicos al interior de discursos de
mujeres chilenas durante el período de estudio.
La investigación cuenta el auxilio metodológico de la técnica de recolección de información
denominada Historia Oral, lo cual provee de fuentes de conocimiento cuyo origen remite del
relato de sujetos de estudio previamente elegido y relevante para la comprensión de la realidad
histórica en estudio31. Existen diversas dimensiones de la Historia Oral: se puede acudir a los
relatos de vida o a las historias de vida, y las biografías, etc.32. Estas dimensiones se inscriben
en el enfoque biográfico en el cual se produce un trabajo de intersubjetividad, dada la relación
entre el sujeto de estudio y él o la investigadora33. Se da la relación entre la historia individual,
la historia social y la historia política. Las identidades son una de las temáticas abordadas por
este enfoque dado que permite aprehender los significados de las vivencias y su impacto en
las propias vidas de las estudiadas34. Posiciona además las dimensiones de lo cotidiano, la
interrelación del mundo público y privado, lo íntimo/privado y su articulación con lo social y
político. Para nuestro estudio es pertinente este enfoque dado que permite visibilizar voces
que han sido invisibilizadas o marginadas de las historias oficiales, como es el caso de las
mujeres35. Considera tanto los planos emocionales, culturales, sociales y políticos de las
personas que entregan sus relatos36.
El diseño de la investigación es no experimental, transversal descriptivo y diacrónico37, en
tanto procura indagar analítica y críticamente las trayectorias militantes de mujeres en tanto
prácticas, creencias y valores en el ámbito de la izquierda chilena entre 1960 y 1990. Incluye
un proceso de trabajo de campo a través de la aplicación de entrevistas y de tipo documental,
dado que se analiza la información a partir del acceso a fuentes primarias documentales.
La investigación mayor, debido a su carácter cualitativo, no se planteó como estudio
representativo, por tanto la selección de las que participan en el estudio está guiada por una
muestra no probabilística), intencionada de mujeres militantes de partidos de izquierda en la
30 Rodríguez, David y Jordi Valldeoriola, Metodología de la investigación, Barcelona, Universitat Obertga de Catalunya, 2012.
31 Portelli, op. cit.; Thompson, op. cit.; Fraser, op. cit.
32 Acevedo Lozano, Jorge, Historia oral, México, Instituto Mora, 1993; Garcés Durán, Mario, Recreando el pasado:Guía me-
todológica para la memoria y la historia local, ECO, Educación y Comunicaciones, Santiago de Chile, Marzo 2002.
33 Cornejo, Marcela, “El Enfoque Biográfico: Trayectorias, Desarrollos Teóricos y Perspectivas”, PSYKHE, Vol.15, Nº 1, 2006, pp.
95-106.
34 De Gaulejac, Vincent, “Historia de vida y sociología clínica”, en Proposiciones 29, marzo 1999, Sur Profesionales, pp. 1-8;
Arfuch, Leonor, El espacio biográfico. Dilemas de la subjetividad contemporánea, Buenos Aires, FCE, 2002.
35 Correa, Rosario, “La aproximación biográfica como una opción epistemológica, ética y metodológica”, en: Proposiciones 29,
marzo 1999, Sur Profesionales, pp. 1-9; Arfuch, op. cit.
36 Miquel Verd, Joan, “La construcción de indicadores biográficos mediante el análisis reticular del discurso. Una aproximación
al análisis narrativo-biográfico”, en REDES-Revista Hispana para el Análisis de Redes Sociales Vol.10, Junio 2006. Tomado de
http://revista-redes.rediris.es.
37 Ver Álvarez-Gayou, Juan Luis, Cómo hacer investigación cualitativa. Fundamentos y metodología, México, Paidós, 2005;
Alonso, Luis, Métodos y técnicas cualitativas de investigación en ciencias sociales, Madrid, Síntesis, 1994.
38 Se optó por una estrategia de selección intencional o deliberada entre las mujeres que militaron en los respectivos partidos
en el período de estudio, apoyándose en la información entregada por informantes claves a los cuales se tenga acceso en la pri-
mera etapa de la investigación. Las sujetos de estudio: a) Edad: Mujeres que hayan ingresado a militar a fines de la década del
50’ y/o durante década del 60’ en atención al contexto y objeto de estudio. En atención a la significancia de sus relatos consid-
eramos necesaria la elección de personas con lucidez y que no sufrían de graves problemas de salud física; b) Partidos Políticos:
militantes por cada partido político (PS, PC, MIR, MAPU e IC) en cada ciudad (Santiago y Concepción): un total de 20 sujetos
de estudio; c) Provenientes de dos ciudades importantes de Chile: Santiago y Concepción (Concepción por ser una de las tres
principales localidades urbanas de la historia chilena del siglo XX en tanto importancia económica, social y política). Ello dice
relación con las ciudades en las cuales comenzaron su ejercicio de militancia partidaria, dado que el impacto de los sucesos
del golpe de estado de 1973 provocó cambios de residencia continúas al interior del territorio nacional como en el extranjero;
d) participación en las orgánicas partidarias: Al menos 50% hayan tenido cargos de diferente orden al interior de las estructuras
partidarias; e) Orígenes socioeconómicos: presencia de mujeres cuyos orígenes familiares provengan tanto de clase media como
de sectores populares (obreros, campesinas, artesanas); f) Disponibilidad de informante: acceso por vía de informantes claves.
39 Fernández Núñez, Lissette, ¿Cómo analizar datos cualitativos?, Barcelona, Institut de Ciències de l’Educació. Universitat de
Barcelona, 2006; Rodríguez y Valldeoriola, op. cit.; Sierra, op. cit.
Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 79
DESARROLLO
Las ocho mujeres entrevistadas comenzaron a militar en partidos políticos entre 1957 y 1968,
la mayoría ingresó a un partido de izquierda durante la década del 60’. Sus edades variaban en
dicha época, entre 15 y 27 años. Destacamos que cuatro de ellas comenzaron sus militancias
siendo aún adolescentes y las otras veinteañeras. Esta información resulta relevante al
momento de contextualizar su participación en relación a la realidad de las mujeres chilenas
y su ejercicio de ciudadanía.
Debemos recordar que históricamente en la realidad chilena las mujeres no han estado insertas,
en igualdad de condiciones, con relación a los hombres en los cargos de las instituciones
gubernamentales, judiciales y legislativas. Sólo en 1935 se obtuvo el derecho a voto para las
elecciones en el ámbito municipal y tuvieron que transcurrir catorce años –gracias a la lucha de
numerosas mujeres a lo largo del país– para que se obtuviera el derecho a votar y ser candidatas
en todas las elecciones nacionales. En 1952, cuando por primera vez las mujeres votaron en una
elección presidencial, sólo el 32,3% del electorado estaba constituido por mujeres40. Cifras que
aumentaron durante la década del 60’, pues en 1964 se dio el mayor incremento de mujeres
inscritas al alcanzar un 44,1% del total de la población en edad de votar inscrita41.
A partir de la década del 60’ la presencia femenina en partidos políticos se amplía y distribuye
en todo el abanico político de los llamados “tres tercios”: derecha, centro e izquierda. De las
cifras que nos entregan estudios pioneros como el de la norteamericana Elsa Chaney, se puede
destacar que hacia 1972 sólo un 20% de mujeres con derecho a voto participaba en alguna
actividad política, y en relación a militancia en un partido político el porcentaje se reduce a sólo
un 15%42. Los partidos con mayor número de militantes mujeres eran el Partido Socialista, Partido
Comunista y el Partido Demócrata Cristiano. Este panorama es similar al vivido en general
en América Latina, en los cuales el derecho a ciudadanía plena de las mujeres es bastante
tardío43. Tomando en cuenta todos estos indicadores, podemos determinar que las vivencias de
nuestras entrevistadas se ubican al interior de una historia específica, sobre militancia femenina
en una sociedad conservadora en una época de cambios y discursos modernos.
De ello surge la necesidad de dimensionar los hitos, influencias que permitieron que estas
mujeres se motivaran a participar políticamente con adscripción a un partido político de
izquierda. Para iniciar el análisis identificamos aspectos vinculados a la vida familiar que
influyeron en su niñez en procesos de socialización temprana. Los puntos a develar y que
permiten la comparación de vivencias son los relativos al origen social y territorial, trayectorias
educacionales, elementos de conciencia social, actores que influyeron en la construcción de
una identidad de izquierda, adquisición de valores, condición de jóvenes, primeras experiencias
de participación social-política y finalmente inicios de la militancia en partidos políticos.
40 Maza, Erika, “Catolicismo, anticlericalismo y extensión del sufragio a la mujer en Chile”, Revista Estudios Públicos N° 85,
Santiago, 1995, pp. 30-45.
41 Urzúa Valenzuela, Germán, Historia política de Chile y su evolución electoral, desde 1810 a 1992. Santiago, Editorial Jurídica
de Chile, 1992, p. 553.
42 Chaney, Elsa, Supermadre, La mujer dentro de la política en América Latina, México, Fondo de Cultura Económica, 1979, p.
154.
43 Ídem.
Podemos colegir que la movilidad es una constante en las vidas de estas cuatro mujeres,
a temprana edad asumieron desafíos que les significaron adaptarse a nuevas costumbres
y realidades. No obstante, existen diferencias entre ellas al respecto de la extracción
socioeconómica, dado que Edelmira y María Eugenia contaban con parientes que se pueden
considerar como de clase media48. La primera tuvo un padre biológico que ejercía como
profesor rural y un padre de crianza que era dueño de una “botica” (farmacia), en tanto, la
segunda vivía con su padre comerciante. El padre de Ester fue peón y su madre, dueña de casa
y productora rural que posteriormente al emigrar a la ciudad de Los Ángeles se desempeñó
como vendedora de alimentos. Lidia, pertenecía a una familia huillliche que vivía en una
comunidad en San Juan de la Costa, en la cual la actividad agraria era la principal, y cuyos
ingresos dependían del trabajo colectivo tanto de hombres, mujeres y niños/as.
44 Entrevista de la autora a Lidia Queipullao, octubre 2014, Hualpén. (Archivo Personal Entrevistas a mujeres políticas (de aquí
en adelante APEMP).
45 Testimonio de Edelmira en Carrillo, Edelmira, Ester Hernández y Teresa Veloso, Los Muros del silencio. Relatos de mujeres,
violencia, identidad y memoria, Concepción, Ediciones Escaparate, 2012, p. 52.
46 Entrevista de la autora a María Eugenia Aguayo, octubre 2014, Concepción. (APEMP).
47 Testimonio de Ester en Carrillo, Edelmira, Ester Hernández y Teresa Veloso, op. cit., p. 106.
48 A mediados siglo XX se entenderá como clase media urbana, a grupos de personas que ejercían alguna profesión, contaban
con un nivel de ingreso variable (sueldo) y acceso a la educación; además de artesanos, pequeños propietarios y trabajadores
de comercio que eran característicos de este grupo social a comienzos de dicho siglo. Barozet, Emmanuelle, “El valor histórico
del pituto: clase media integración y diferenciación social en Chile”, Revista de Sociología, Departamento de Sociología de la
Universidad de Chile, N° 20, Santiago, 2006, pp. 4 y 5.
Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 81
Por otro lado, Lily –una de las mujeres mayores estudiadas– proviene de una familia propietaria
rural (oligarquía), cuyos ascendientes fueron colonos chilenos en la zona de Contulmo, en la
actual Provincia de Arauco. Como bien lo destaca ella:
Mi origen es campesina, yo soy hija de, habría que decir, como de campesinos
ricos, mi padres tuvieron tierras heredadas de su padre, y mi abuelo fue un colono
chileno, que llegó con muchos otros chilenos a fines de la segunda parte del siglo
XIX a instalarse en tierras que unos dicen que le vendían, yo no tengo bien claro
si les vendían o les daban unas hijuelas de 180 hectáreas, mi abuelo terminó con
1.800 hectáreas de tierras en la Comuna de Contulmo, a orillas del Lago Lanalhue.
Entonces mi infancia fue siempre ser miembro de esa familia que era dueña de
tierras por aquí y tierras por allá, con una gran casa familiar donde se reunía,
donde nos reuníamos todos los hijos, hijas, de estos miembros de esta familia49.
Todas ellas al pertenecer a una familia de origen campesino, vivieron los procesos migratorios
que marcaron a la población de la zona centro y sur chilena durante las décadas del 40’ y 50’,
dirigidos hacia localidades urbanas tanto al interior de la provincia de origen como hacia zonas
de la actual región del Bío-Bío. Es el caso de Ester que desde la localidad de Yumbel emigró
hacia la ciudad de Los Ángeles, para luego trasladarse a Talca por motivos de estudios. Por los
mismos motivos Edelmira, cuyos padres biológicos vivieron en una zona rural al interior de
Curanilahue, debió trasladarse a Concepción a los 14 años de edad para matricularse en un
Liceo. En tanto, María Eugenia a los 9 años emigró junto a su familia, desde Padre de las Casas
hacia la ciudad de Concepción, con el objetivo de mejorar su calidad de vida. Por último, Lidia
emigró desde una comunidad huilliche, San Juan de la Costa, hacia la ciudad de Osorno y
desde allí hacia Concepción, durante la juventud con el objetivo de mejorar condiciones de vida.
Las trayectorias seguidas se condicen con lo sucedido en el territorio nacional, pues
demográficamente la población rural hacia la década del 50’ y 60’ tendió a disminuir en Chile
hacia rangos inferiores al 50%. Esto debido a la emigración desde el campo a la ciudad que
acompañaron a los cambios económicos vinculados a la modernización del país. Atendiendo
a los postulados de Carlos Hurtado las transformaciones de la estructura económica del
período pueden leerse a partir de una doble dimensión, a saber, la concentración urbana
de la población fue una condicionante de la industrialización50 y viceversa. El aumento de
los olas migratorios ya fuese campo-ciudad o desde sectores rurales a pueblos pequeños o
capitales de provincia, dieron como resultado una continuidad a la concentración urbana, lo
cual redundó a favor de una dinámica industrializadora y del auge del sector servicios en las
primeras décadas del siglo XX51. Ello aparejado a la mayor oferta de servicios en las ciudades,
entre ellas el sistema educacional tanto en enseñanza primaria y secundaria como por cierto,
universitaria.
Realidades que forman parte de la historia económica y social de la Provincia de Concepción,
en la cual se ubicaba Concepción, una de las tres ciudades más importante del país, después
no podemos saber con exactitud cuáles han sido las tendencias de la migración
indígena. Sabemos, sin embargo, que estas migraciones se intensificaron en los
años 50 y 60, llegando a representar cerca del 25 % de la población mapuche
total54.
Hacia la década del 60’ la situación en el ámbito rural en Chile se caracterizaba por una fuerte
concentración de la riqueza, pues el 9,7% de los propietarios rurales controlaba el 86% de la
tierra agrícola. La propiedad de la tierra mantenía características decimonónicas, basada en
la existencia de latifundios en los cuales la fuerza de trabajo incluía a inquilinos, peones y
empleados. Sin embargo, disminuyó la importancia del inquilinaje en la actividad productiva:
“…en 1965 los inquilinos ocupaban únicamente una séptima parte de las tierras cultivadas en
las haciendas, y su contribución al total de la producción había disminuido a una quinta parte”55.
El trabajo asalariado tanto de “afuerinos” como de “voluntarios” (principalmente familiares de
inquilinos) aumentó a la vez que los inquilinos debieron proletarizarse para aumentar sus
ingresos. Por otro lado, pervivían pequeños labradores y medieros que contaban con algunos
recursos propios que les permitía administrar sus propios ingresos56.
Continuando con la caracterización de las entrevistadas, podemos agregar que Encarnación
proviene de una familia de clase media, hija de un contador y una dueña de casa de la zona
de Cañete, en la cual las actividades económicas principales en esa época eran agrícolas y de
corte forestal. En la historia chilena la clase media ha presentado diferenciaciones internas, en
relación al origen de ingresos (ámbito fiscal o privado), como en relación al nivel de educación
52 La población urbana residente en las provincias de Santiago, Valparaíso y Concepción aumentó de 58% del total de pob-
lación urbana, en 1930, a 66%. Ibídem; Inostroza, Gina, “Realidad de las trabajadoras textiles: condicionantes estructurales y
desarrollo de procesos sociopolíticos al interior de las comunas de Concepción, Tomé y el poblado de Chiguayante (Provincia de
Concepción) 1930-1952”. Tesis para optar al grado Magíster en Historia, Universidad de Concepción, 1999.
53 Arauco Chihuailaf señala al respecto: “Los Censos de 1940 y 1952 no hacen distinción entre ‘araucanos y chilenos’, además
como el mapuche es jurídicamente chileno, muchos de ellos se registraron tal vez como tales”. En: “Migraciones mapuche en
el siglo XX”, Amérique Latine Histoire et Mémoire. Les Cahiers ALHIM [En línea], 12 | 2006, Publicado el 20 septiembre 2007,
consultado el 15 diciembre 2014. URL : http://alhim.revues.org/1212
54 Bengoa,
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José y Eduardo Valenzuela, Economía mapuche. Pobreza y subsistencia en la sociedad mapuche contem-
poránea, Santiago, PAS, 1984, p. 98. Citado por Chihuailaf, op. cit.
55 Kay, Cristobal, El sistema señorial europeo y la hacienda latinoamericana, México, Serie Popular Era, 1980, p. 78.
56 Ver historiografía moderna sobre el tema: Salazar, Gabriel, Labradores, peones y proletarios. Formación y crisis de la
sociedad popular chilena del siglo XIX, Santiago, Ediciones SUR, 1985; Bengoa, José, Haciendas y campesinos. Historia social
de la agricultura, Tomo I y II, Santiago, Ediciones Sur Profesionales, 1990; Bauer, Arnold, La sociedad rural chilena desde la
Conquista española a nuestros días, Santiago, Ed. Andrés Bello, 1994.
Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 83
y la zona geográfica de ubicación (urbana-rural). El ejercicio de una profesión como contador,
dependía de ingresos variables de acuerdo a la demanda de servicios, en especial en una
localidad semi-rural, lo cual redundaba en la dependencia de los vaivenes y coyunturas
económicas. Esta precariedad repercutía en la mantención de estatus y posición al interior de
una sociedad, característica que ha sido considerada común en los estudios de la clase media
chilena del siglo XX57.
En tanto, en sus relatos Olympia y Teresa se identificaron a sí mismas como provenientes a
un grupo social específico:
Teresa experimentó la vida cotidiana al lado de un padre ferroviario y una madre dueña de
casa con residencia en Rere, localidad de gran actividad triguera desde el período colonial61. En
la zona de Concepción, el transporte de carga y pasajeros por vía férrea fue estratégico desde
fines del siglo XIX, dado la economía de extracción minera y el desarrollo tanto industrial como
portuario que necesitaba unir localidades desde el interior hacia la costa.
Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 85
militancia…ellos provenían del Partido Comunista y en menor medida de la
Democracia Cristiana. La familia fundamentalmente fue un pilar fundamental
ideológicamente68.
Estas figuras masculinas contaban con estudios, además de ejercer derechos ciudadanos, lo
cual se enmarca en procesos de modernización y democratización de la sociedad chilena para
la época de estudio. No obstante, los hombres continuaban siendo privilegiados en relación
a su participación política y pública en comparación a las mujeres, en una sociedad cuyos
cánones tradicionales de género ubicaban a las mujeres en el mundo reproductivo-doméstico y
no el político. Las mujeres sólo desde 1949 obtuvieron el derecho a votar y ser elegidas en todos
los cargos de representación popular, por lo cual, los liderazgos políticos partidistas provenían
en mayor medida desde el mundo masculino69. Para estas niñas era normal escuchar a estos
hombres referirse a sus ideologías, sus experiencias en el mundo púbico y la militancia en un
partido político. Estos parientes se convirtieron en modelos a seguir y en especies de mentores
políticos, dado que sus ideas y valores políticos fueron traspasados a las nuevas generaciones.
Los ámbitos de acción de estos familiares en algunos casos incluyeron los espacios partidarios,
como fueron el Partido Radical, el Partido Comunista, el Partido Socialista y el Partido Liberal.
Incluso tres de las entrevistadas recordaron que entre sus familiares hubo autoridades de
representación popular en el Congreso: dos diputados del Partido Radical de la Provincia de
Concepción y Arauco. Además de uno de nivel municipal que fue electo regidor por la comuna
de Cañete.
Las familias aludidas pertenecían a sectores económicos de clase media rural, en la cual la
adscripción a un partido de derecha como era el Partido Liberal, era común sobre todo en
las zonas del sur de Chile: “En estos ciento veinte años la más destacada actividad política
penquista se centra en el más encendido liberalismo, muchas veces opositor”70. En tanto,
el Partido Radical hacia mediados de la década del 50’, era una de las principales fuerzas
políticas nacionales, con el liderazgo al interior del Frente Popular que gobernó tres periodos
consecutivos71. Partido con adscripción policlasista que incluyó a latifundistas y capas medias
en general, empleados y sectores obreros en menor medida72. En la provincia de Concepción,
los sectores de clase media adscribieron al Partido Radical, el cual tuvo presencia en la zona
desde sus orígenes en el siglo XIX. Destacaron personajes de las familias Castellón Larenas
y Urrutia Rozas, fundadores del radicalismo fueron los penquistas Carlos y Juan Castellón
Larenas y Víctor Lamas73. Militantes penquistas de este partido tuvieron participación en el
Parlamento, sobre todo durante la década 40’ y en menor medida durante la década del 50’,
Desde los años 50 hasta los 70, el electorado tendió hacia la Izquierda, según lo
prueba la mayor cantidad de votos de los candidatos marxistas y los programas
progresivamente más radicales, adoptados incluso por los partidos de Centro. En
este período la Izquierda trató de emplear medios democráticos para dar origen a
cambios mucho más revolucionarios que los de la era del Frente Popular76.
En 1956 se creó el FRAP que designó como candidato presidencial a Salvador Allende Gossens
en las elecciones de 1958 obteniendo un segundo lugar. Este conglomerado a nivel electoral,
en 1957 alcanzaba al 12,4% del electorado77. La realidad provincial hacia 1957 se caracteriza por
una importante votación de izquierda en las provincias de Concepción y Arauco, resultando
ser las más altas con 24,7% y 25,8% respectivamente78. Porcentajes que aumentaron una vez
que el Partido Comunista recuperó su legalidad como partido en 1958.
El Partido Comunista antes de la promulgación de la Ley de Defensa de la Democracia en
1948 –que ilegaliza al conglomerado político– tuvo un aumento significativo en su votación,
convirtiéndose en la tercera fuerza política en Chile con injerencia directa en el gobierno de
González Videla79. Hacia 1958 con la restitución legal presentó un gran crecimiento en la zona
sur, por ejemplo, en la provincia de Arauco alcanzó el 5,2% de votación entre 1960 y 196380.
Históricamente el Partido Comunista tuvo una participación importante al interior del mundo
minero en las zonas de Lota, Coronel, Arauco y en el sector artesanal y obrero ligado a las
textiles e industrias en general. En la minería, hacia la década del 20’ la capacidad organizativa
de los trabajadores adscritos a la FOCH (Federación Obrera de Chile) tenía como guía política
74 En marzo de 1945 correspondió elegir los senadores de la Séptima Agrupación Provincial. Comunistas, radicales y democráti-
cos emergían como las más poderosas fuerzas políticas penquistas. Luego en “Concepción, el FRAP consiguió un tercio de los
diputados: Albino Barra Villalobos, socialista, Jorge Montes, socialista y Enrique Rodríguez Ballesteros, democrático. La derecha
reeligió a Pedro Espina, liberal y a Enrique Serrano, conservador unido. Dos radicales: Humberto Enríquez y Mario Sáenz, dos
centristas Tomás Pablo Elorza, conservador socialcristiano y Manuel Valdés, nacional completaban la representación penquista”
Etchepare, Jaime, “Los más destacados representantes de Concepción en los Congresos de la República, 1810-2000”, Revista
de Historia, Año 9-10, Vol. 9-10, Universidad de Concepción, 1990-2000, pp. 1-15.
75 Arrate, Jorge y Eduardo Rojas, Memoria de la Izquierda chilena, tomo I, Santiago, Ediciones B Chile S.A, 2003. p. 321
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Drake, op. cit., p. 275.
77 Moulian, op. cit., p. 163.
78 Ibídem, p. 164.
79 Varas, Augusto, El Partido Comunista en Chile, Santiago, FLACSO-CESOC, 1988, p. 101.
80 Moulian, op. cit., p. 178.
Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 87
al Partido Comunista y durante las siguientes décadas siguió manteniendo presencia en
la dirigencia sindical chilena81. Entre 1950 y 1970 hubo dirigentes comunistas que tuvieron
una doble militancia –sindical y partidaria– con participación activa primero en la CTCH
(Confederación de Trabajadores de Chile) y luego, en la CUT (Central Única de Trabajadores)”82.
En el mundo textil los obreros textiles adscribieron a la FOCH y luego a diferentes organizaciones
sindicales en ámbitos comunal, provincial y nacional.
Dos de las entrevistadas indicaron que en sus familias también hubo militantes del Partido
Demócrata Cristiano, el cual alcanzó su mayor crecimiento hacia fines de la década 50’,
ubicándose como partido de centro, mermando la fuerza del Partido Radical y los partidos
de Derecha. En el plano electoral su crecimiento fue constante a partir de 1957 debido a la
caída de la derecha y desaparición de partidos ibañistas83. Ese año obtuvo 17 escaños en el
Congreso superando a los obtenidos por el FRAP84. Dicha trayectoria se debió en parte a su
performance como organización política que presentó una ética visión del mundo basado en
la Doctrina Social de la Iglesia Católica y su postura como opción progresista en contra de los
partidos ideológicos marxistas, en un país con gran raigambre católica85.
Destacamos otros antecedentes sobre la influencias en la formación política a temprana
edad, en relación a familiares hombres con participación en organizaciones sindicales. Estos
les entregaron enseñanzas sobre temáticas sociales y un análisis crítico de las relaciones
productivas y sociales en un mundo capitalista:
Quizás algo así, algunas cosas míticas de un tío que habría sido de la FOCH habría
sido presidido por la cosas de los ferroviarios, pero no me llega más que relatos así
de otras generaciones, no directa86.
Mi padre...él era presidente del sindicato y estaba en constantes asambleas,
marchas y debates sobre sus petitorios salariales, cuyas huelgas generalmente
eran sobre sus peticiones salariales, cuyas huelgas generalmente eran sobre
mejores condiciones laborales o sobre el reajuste salarial…Mi padre en su calidad
de dirigente apoyaba que yo también fuera dirigente estudiantil, se daba el
tiempo e iba a justificarme…Mis recuerdos de infancia van de la mano a las luchas
sindicales de mi padre en los años 60, las largas huelgas de los ferroviarios, los
profesores, los mineros del carbón, etc…87.
Mi papá Humberto, me enseñaba todo acerca de la explotación de los trabajadores,
lo poco que les pagaban, y ellos eran quienes hacían el trabajo, me demostraba
lo que era la plusvalía, además a él le gustaba mucho leer y era una enciclopedia
andante…el personaje más importante del cual mi papá hablaba, era el Che
Guevara y la revolución cubana, en la Radio Universidad de Concepción…88.
81 Ver Grez Toso, Sergio, Historia del comunismo en Chile. La era de Recabarren (1912-1924), Santiago, LOM Ediciones, 2011.
82 Pizarro, Crisóstomo, La Huelga Obrera en Chile, Santiago, Ediciones SUR, Colección Estudios Históricos, 1986, pp. 107- 123.
83 Moulian, Tomás, Fracturas. De Pedro Aguirre Cerda a Salvador Allende (1938-1973), Santiago, LOM Ediciones, 2006, p. 202.
84 Moulian, Forja de ilusiones…, op. cit., p. 171.
85 Ibídem, pp. 208-210.
86 Entrevista de la autora a Olympia Riveros, enero 2013, Concepción. (APEMP).
87 Testimonio de Teresa, op. cit., p. 69.
88 Testimonio de Ester, op. cit., pp. 11-112.
Las familiares de Lily eran mujeres que durante la década del 40’ aún no contaban con el
derecho a sufragio para las elecciones presidenciales, no eran plenamente ciudadanas, no
obstante, se nutrían de información a través de la prensa, libros y la radio. Además ayudó el
ambiente que las rodeaba, en el cual los hombres de las familias participaban en partidos
políticos. Habían estudiado hasta Humanidades, pero el matrimonio las centró en los
roles de madres y esposas, más sus voces no fueron silenciadas. En tanto, Encarnación
Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 89
recuerda como dos figuras femeninas marcaron su vida y se quedaron como ejemplos en su
imaginario, ambas militantes del PDC. Un partido cuya ideología se basa principalmente, en
postulados de la Iglesia Católica, la cual ha tenido gran preeminencia en el mundo femenino
en la historia chilena, no es extraño pues, la inclusión de mujeres en su militancia. Hacia 1969
en las elecciones parlamentarias, la DC llevó el mayor número de mujeres de las 20 que se
presentaron como candidatas91.
A partir de lo descrito anteriormente podemos constatar que las vivencias y experiencias de
familiares influyeron directamente en la comprensión del mundo en estas niñas que devinieron
en jóvenes activas social y políticamente. De esta manera, figuras masculinas y en menor
medida femenina se constituyeron en agentes de politización que influyeron en la construcción
de una identidad de izquierda. Elsa Chaney, una pionera en estudios sobre política y mujeres,
en su investigación sobre la realidad latinoamericana de mujeres en el ámbito político de los
años 70’, manifestó que el 33,3% de las encuestadas chilenas –empleadas públicas, dirigentas
al interior de partidos políticos– reconoció como principal agente de politización a la familia92.
No obstante, debemos indicar que dicho estudio consideró un universo de mujeres presentes
en la diversidad partidaria, y en nuestra investigación sólo nos referimos a datos cualitativos
de experiencias de militancia en izquierda.
Para la realidad nacional contamos con estudios sobre liderazgos femeninos del Partido
Comunista, en uno de ellos a cargo de la tesista Yazmín Lecourt se concluye la gran influencia
de la familia en las trayectorias políticas de once mujeres: “en el alto nivel de participación y
compromiso político de padres, madres, abuelos…la influencia masculina en muchos casos
determinante en la formación de la conciencia de la militantes, quienes desde pequeñas se
vinculan al partido”93. Además la investigación de Claudia Rojas sobre dirigentas destacadas
del Partido Comunista también el ambiente familiar coadyuvó a la militancia partidaria, siendo
este un espacio de aprendizaje político94.
Conclusiones diferentes son las que aporta el estudio de Tamara Vidaurrázaga95 –sobre tres
mujeres militantes del MIR– ya que las influencias que motivaron su participación en la vida
política, provinieron de sus entornos de amistades y compañeros/as de liceos y universidades.
Consideramos que el contexto epocal en el cual se insertan las entrevistadas como jóvenes
–fines década del 50 y década del 60’– tiene relevancia al momento de evidenciar la influencia
de las amistades en su proceso de politización. Según sus testimonios, otro de los instituciones
que influyeron en la conformación de sus identidades y por cierto, como orientadores para
la acción política, fueron los Liceos. En estos cursaron la educación secundaria en diversas
localidades de la zona sur e incluso, una de ellas, en Santiago. Lily recuerda como sus estudios
91 “En las elecciones parlamentarias del 2 de marzo de 1969, debían ser elegidos 147 diputados y 30 senadores. En la provincia
de Santiago se presentaron un total de 146 candidatos hombres y sólo 20 mujeres. Una vez más fue la Democracia Cristiana
quien llevó la mayor cantidad, lo que en general coincidió con el mayor número de elegidas. En la elección parlamentaria de
marzo de 1973, en la cual se debía elegir a 150 diputados y a la mitad del Senado, es decir 25 miembros, el número de candida-
tos varones para este último cargo correspondió a 48, siendo sólo dos las postulantes al mismo” citado por Rojas Mira, Claudia,
“Poder, mujeres y cambio en Chile (1964-1973): un capítulo de nuestra historia”, Tesis para optar al grado de Maestría en
Historia, Universidad Autónoma Metropolitana (UAM-Iztapalapa), División de Ciencias Sociales y Humanidades, Departamento
de Historia, México D.F. 1994 p. 142.
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Chaney, op. cit., p. 189.
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Lecourt, op. cit., p. 77.
94 Rojas Mira, ¿Mujeres comunistas o Comunistas mujeres?..., op.cit., p. 346.
95 Vidaurrázaga, op. cit.
Podemos evidenciar que estos espacios educativos tanto desde el currículum formal como
desde el curriculum oculto se convirtieron en agentes de socialización política al brindar
conocimientos sobre la realidad política, social y cultural chilena, latinoamericana y mundial.
Los ejercicios de participación estudiantil, el debate en torno a ideas, opiniones y las acciones
de movilizaciones contenían orientaciones de educación cívica dentro de un sistema político
que implicaba la adscripción a valores democráticos y republicanos. Los lazos de amistad
también son descritos como significativos en sus vidas, dado que las afinidades etarias y de
intereses también estaban vinculadas a “ideales” a nivel político. Dos de ellas recuerdan la
Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 91
figura significativa de Salvador Allende hacia las décadas del 50’ y 60’. En 1958 Salvador Allende
fue candidato a la presidencia por el FRAP101, esta alianza daba cuenta de la unión de fuerzas
de izquierda que habían electoralmente aumentado su importancia en el ámbito nacional. A
pesar de su derrota, el médico y político siguió adelante en su carrera por la banda presidencial,
pues en 1964 nuevamente se presentó en las elecciones presidenciales, siendo vencido por
Eduardo Frei Montalva. Según Paul Drake, a comienzos de los 60’ Allende “seguía mostrando
tendencia a conseguir sus mejores resultados en comunidades preponderantemente mineras,
de trabajadores urbanos y entre los habitantes de poblaciones callampa…”102. Características
que se condicen con la realidad de la provincia de Concepción y Arauco en la cual vivieron las
entrevistadas.
Avanzando en los ciclos de vida, cuatro de las entrevistadas rememoran como influyente
durante su juventud, la etapa vivida en la Universidad, dado las experiencias de formación y
activismo político que se dieron en la cotidianeidad de dicho espacio de estudios:
Agregamos que tres de ellas realizaron sus estudios superiores en la Universidad de Concepción
y una en la Universidad de Chile en Talca, cursando carreras de Asistente Social (2) y Profesoras
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Drake, op. cit. p. 279.
102 Ibídem, p. 281.
103 Testimonio de Edelmira, op. cit., p. 132.
104 Entrevista de la autora a Olympia Riveros, octubre de 2013, Concepción. (APEMP).
105 Testimonio de Ester, op. cit., p. 114.
106 Entrevista de la autora a María Eugenia Aguayo, octubre de 2014, Concepción. (APEMP).
107 En 1967 ya se dieron cambios significativos al interior de las universidades en cuanto a la mayor participación de estudiantes
en el gobierno estudiantil, la mayor amplitud de acceso a la universidad, entre otros temas. Garretón, Manuel Antonio y Javier
Martínez, El Movimiento estudiantil: conceptos e Historia, Santiago, Ediciones Sur, 1980, pp. 96-102.
Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 93
“yComo nubes nacaradas de gestos, desprecios
sonrojos, el zoológico gay pareciera fugarse
continuamente de la identidad. No tener un solo nombre ni
una geografía precisa donde enmarcar su deseo, su pasión, su clandestina
errancia por el calendario callejero donde se encuentran casualmente;
donde saludan siempre inventando chapas y sobrenombres que relatan
pequeñas crueldades, caricaturas zoomorfas y chistosas ocurrencias. Una
colección de apodos que ocultan el rostro bautismal; esa marca indeleble
del padre que lo sacramentó con su macha descendencia, con ese Luis
junior de por vida. Sin preguntar, sin entender, sin saber si ese Alberto,
Arturo o Pedro le quedaría bien al hijo mariposón que debe cargar con esa
próstata de nombre hasta la tumba. Por eso odia tanto ese tatuaje paterno,
ese llamado, ese Luchito, ese Hernancito chico y minusválido que a los
”
homosexuales sólo les sirve para el desprecio y la burla.
Pedro Lemebel
HISTORIAS SOBRE UN ROSA
AMANECER
El movimiento homosexual y la transición democrática
en Chile, 1990-20001
J. Carlos Garrido2
E l 2 de marzo del 2012, Daniel Zamudio fue víctima de un ataque propinado por una
agrupación neonazi en Chile, la cual culminó con su fallecimiento. Esta situación se
transformó en el símbolo de la discriminación hacia las personas LGBT en el país,
demostrando la ausencia de una legislación que sancionara la homofobia3. La conmoción
que generó tanto a nivel nacional y mundial, permitió que organizaciones por la diversidad
sexual plantearan la necesidad de políticas focalizadas a detener este tipo situaciones,
surgiendo de esta manera la primera Ley de Antidiscriminación, denominada “Ley Zamudio”,
la cual permite establecer medidas frente a las prácticas discriminatorias, intentando instalar
un mecanismo judicial frente a este tipo de actos4. A pesar de que este logro fue en el año
2012, la situación de los derechos LGBT en Chile se comenzó a plantear desde los años ’90,
principalmente tras la aparición del Movimiento de Liberación Homosexual en el 1992 (Movilh
Histórico)5. Esta organización tuvo como principal objetivo, enfrentar la discriminación que
1 Este artículo corresponde a un capítulo de mi tesis de licenciatura Narrativas de una transición: Discursos, homofobia y vio-
lencia de género en el Chile postdictatorial, 1990-2000¸ realizada en la Escuela de Historia de la Universidad Diego Portales,
y financiado por el proyecto Fondecyt N°1130088. Las entrevistas utilizadas para este artículo (y que formaron parte de mi
investigación de pregrado) fueron realizadas durante el año 2014, y he contado con la autorización de las personas para llevar a
cabo este estudio.
2 Licenciado en Historia, Universidad Diego Portales (Santiago, Chile). Correo: carlosgarridogamboa@gmail.com
3 Las siglas LGBT hacen referencia a Lesbianas, Gay, Bisexuales y Transexuales. Este término comienza a usarse principalmente
desde los años ’90, pero en los últimos años, se ha incorporado otras siglas como Q (queer), I (intersexual), y la A (asexual). Para
la presente investigación, sólo utilizaremos los términos LGBT para hacer referencia a las personas gays, lesbianas y transexu-
ales.
4 CHILE. Ministerio Secretaría General de Gobierno. 2012. Ley N° 20.609. Código Penal. Ley que establece medidas contra la
discriminación.
5 El Movilh Histórico es la primera agrupación por la diversidad sexual que aparece públicamente en los años ’90. Tras la
división y fraccionamiento del grupo en el año 1997, diversas agrupaciones surgen desde este movimiento social, entre ellas, el
Movimiento Unificado de Minorías Sexuales (MUMS), Acciongay, y el Movimiento de Integración y Liberación Homosexual (Mov-
Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 95
vivía la población LGBT, pero principalmente, la derogación del artículo N°365 del Código
Penal, el cual penalizaba la sodomía –o la práctica sexual entre hombres- ley que representaba
la criminalización estatal hacia la homosexualidad.
Junto con el surgimiento de agrupaciones por la diversidad sexual como el caso del Movilh
Histórico, también aparecieron las primeras discusiones y debates sobre la homosexualidad
en la esfera pública chilena: en la prensa, televisión, y programas de radio, los activistas
comienzan a hacer referencia al activismo homosexual que nacía en Chile, como también a la
necesidad de una despenalización de la sodomía, la cual, en diversas ocasiones, justificaba las
violencias homofóbicas en el país. Sin embargo, en estos debates sobre la homosexualidad, la
Iglesia Católica también asumió una autoridad moral importante, teniendo un mayor peso en
temáticas sobre género y sexualidades. Principalmente frente al tema de la homosexualidad,
la institucionalidad planteaba un rechazo total hacia la diversidad sexual, al asociarla a un
peligro para la familia –desde una visión cristiana–6. De esta manera, y en pleno contexto
de retorno a la democracia, se situaba a la familia como un elemento importante para una
nación en plena reconstrucción, y también como base de toda sociedad occidental7; por lo
mismo, la homosexualidad, y debates parlamentarios sobre el aborto, el divorcio, y las pastillas
anticonceptivas, entre otros, estarían generando la denominada “crisis de la familia” en Chile,
o también, una “crisis moral”8.
Los discursos eclesiásticos hacia la homosexualidad, también se centró en asociar las prácticas
homosexuales con el pecado de la sodomía, siendo un concepto basado en el relato bíblico
de Sodoma y Gomorra, pero que en el siglo XIX, se interpretó dicha historia como un “castigo
divino” tras la supuesta decadencia moral y existencia de prácticas homosexuales y pederastas
en dichas localidades9. En este mismo siglo, las ciencias crearon imaginarios que se centraron
en una mirada patologizadora y medicalizadora, al categorizar las prácticas no heterosexuales
como desviaciones psicológicas y degeneración sexual, y por lo tanto, situar la homosexualidad
como patología médica10. Con estos discursos científicos y eclesiásticos, los imaginarios sobre la
homosexualidad contribuyeron muchas veces a la criminalización estatal como también desde
la sociedad civil en el siglo XIX y durante el siglo XX. En el caso de Chile, esta criminalización se
reflejó en dos leyes del Código Penal: la ley N°365 de penalización de la sodomía, y la ley N°373
que condena en cualquier modo el pudor, moral y buenas costumbres, ambas publicadas en
el Código Penal desde 1874, y en donde sólo se ha logrado derogar la ley N°365 en 199911.
Frente a este contexto de “crisis moral” que planteaba la Iglesia Católica, junto con los discursos
ilh). Es importante diferenciar el Movilh Histórico del Movilh actual, ya que el actual sfue fundado por una parte de los activistas
del Movilh Histórico (como el caso de Rolando Jiménez), al igual que otras organizaciones como MUMS y Acciongay. Respecto a
la historia del movimiento LGBT en Chile, y sus conflictos desde los años ’90: Robles, Víctor Hugo, Bandera Hueca. Historia del
movimiento homosexual en Chile, Santiago, Editorial ARCIS/Cuarto Propio, 2008.
6 La visión cristiana de “familia”, se basa principalmente en la triada madre-padre-hijo/hija. Brito, Eugenia, “Roles sexuales:
Diversas escenas”. En Grau, Olga, Riet Delsing, Eugenia Brito y Alejandra Farías, Discursos, género y poder. Discursos públicos:
Chile 1978-1993, Santiago, Editorial LOM, 1997.
7 Delsing, Riet, “La familia: el poder del discurso”. En Grau et. al., op. cit.
8 Brito, Eugenia, “El discurso sobre la “crisis moral”. En Grau et. al., op. cit.
9 Hopman, Jan, “La sodomía en la historia de la moral eclesial”. En Olavarría, José y Rodrigo Parrini (eds.), Masculinidad/es.
Identidad, sexualidad y familia. Primer encuentro de estudios sobre masculinidades, Santiago, FLACSO-Chile/Universidad
Academia de Humanismo Cristiano/Red de Masculinidad, 2000.
10 Cornejo, Juan Rolando, “Configuración de la homosexualidad medicalizada en Chile”, Sexualidad, Salud y Sociedad. Revista
Latinoamericana, N°9, diciembre 2011.
11 Actualmente, la penalización de la sodomía sólo se aplica cuando un hombre accediere carnalmente a un menor de edad
(menos de 18 años). Esto es penado con reclusión menor en su grado mínimo a medio.
Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 97
Durante la dictadura militar, existieron algunos colectivos que expresaron sus resistencias
hacia el conservadurismo de la época, reflejados principalmente en el colectivo Ayuquelén
y las Yeguas del Apocalipsis. El colectivo lésbico creado tras la muerte de Mónica Briones15,
fue uno de los primeros intentos por crear un ambiente político lésbico y con la intención
de crear una conciencia local y santiaguina a través del debate entre las mismas mujeres;
de esta manera, Ayuquelén y otros colectivos de lesbianas, también establecían lazos con
el movimiento feminista de los años ’80 y ‘9016. En el caso de las Yeguas del Apocalipsis,
agrupación compuesta por Pedro Lemebel y Francisco Casas, apostaron por mostrar un
activismo desde las expresiones artísticas y culturales para visibilizar el tema de la disidencia
sexual en Chile, junto con desarmar las ideas de masculinidad y feminidad a través de su
performatividad, intentando resignificar de esta manera la homosexualidad –siendo una de
las primeras performances queer en Chile–17. A pesar de estos intentos de activismo desde
la disidencia sexual, los años ’80 no logró ser un contexto ideal para la creación de un
movimiento social y político como sí lo fue los años ’90, década en donde, tras las diversas
transformaciones sociales, políticas y culturales, lograron abrir un pequeño espacio para la
diversidad sexual en el país.
En el resto de América Latina, en países como Argentina y México, existieron organizaciones
por la diversidad sexual con más trayectoria histórica que Chile. El caso argentino presenta
la primera experiencia de activismo homosexual en la región, reflejado en la agrupación
“Nuestro Mundo” que surge en la década de los ’70, y posteriormente, el Frente de Liberación
Homosexual (FLH); en esta organización, se llevarían a cabo diversas discusiones políticas
vinculadas con los debates de izquierda en dicho país, dialogando con corrientes ideológicas
como el comunismo, socialismo y trotkismo entre otras cosas18. En otros lugares como
México, las primeras movilizaciones lésbico-gay comenzarían en 1978: la influencia de
discursos de liberación homosexual de Estados Unidos y países europeos, sería un aspecto
que incentivaría este tipo de organizaciones en el país mesoamericano19. En el resto de
los países del continente, a pesar de que cada uno enfrentó distintos contextos, los años
’90 significó un espacio para una mayor visibilización de los colectivos LGBT: el escenario
post Guerra Fría y post-dictatorial, permitió un contexto de nuevos movimientos sociales,
protagonizados por indígenas, mujeres, estudiantes, y la comunidad LGBT entre otros20. En
el caso del movimiento LGBT, los procesos de redemocratización permitió la aparición de
nuevos debates relacionados con el género y sexualidades, como también el establecimiento
de luchas contra la discriminación y reconocimiento de nuevas identidades sexuales y de
15 El caso del asesinato de Mónica Briones es relativamente conocido en Chile. Mónica, fue una mujer lesbiana que, según el re-
lato policial y del Servicio Médico Legal, fue atropellada accidentalmente el 9 de julio de 1984. Sin embargo, según el testimonio
de sus propias amigas que se encontraban en el lugar, fue víctima de una fuerte golpiza e insultos propinados por un hombre
“a lo militar” ese mismo día. Su muerte quedó en la memoria de sus compañeras, e incentivó a la creación del primer colectivo
lésbico-feminista: Ayuquelén. Montesinos, Erika, “La verdadera historia de un crimen lesbofóbico” (on line) http://www.rompien-
doelsilencio.cl/la-verdadera-historia-de-un-crimen-lesbofobico/ [consultado el 6 de marzo del 2015].
16 Respecto a los vínculos que se establecieron entre el movimiento feminista y los colectivos lésbicos. CALLES CAMINADAS
(documental)/ dirigida por Eliana Largo Verónica Quense (Santiago, Chile) [2006], formato digital (78 min.), son., col.
17 Franco, Jean, Marcar diferencias, cruzar fronteras (ensayos), Santiago de Chile, Editorial Cuarto Propio, 1996.
18 Rapisardi, Flavio, “Escritura y lucha política en la cultura argentina: Identidades y hegemonía en el movimiento de diversi-
dades sexuales en 1970 y 2000”. Revista Iberoamericana, Vol. LXXIV, N°225, Octubre-diciembre, 2008.
19 Diez, Jordi. “La trayectoria política del movimiento lésbico-gay en México”. Estudios Sociológicos, Vol. 29, N°86, Mayo-agosto,
2011.
20 Respecto a la trayectoria histórica Tilly, Charles, Los movimientos sociales, 1768-2008: desde sus orígenes a Facebook.
Barcelona, Crítica, 2010.
Siempre les preguntábamos, ¿Con quién vives? ¿Cómo vives? ¿Tu familia sabes que
vives con el VIH? Necesitábamos saber en qué contexto vivían. Preguntábamos,
¿Tomaste desayuno? ¿Almorzaste? Era así. Era una comunidad de autoayuda, de
apoyo entre pares, y de educación para encontrar respuesta a esa tecnocracia del
médico con delantal blanco y dioses del saber. Al final era una instancia de buscar
conocimiento.25
De esta manera, este tipo de organizaciones abordaban temáticas sobre discriminación, y por lo
tanto, resultaron ser espacios alternativos para la comunidad LGBT, al igual que organizaciones
21 Figari, Carlos. “El movimiento LGBT en América Latina: Institucionalizaciones oblicuas”. En Massetti, Astor, , Ernesto Vil-
lanueva y Marcelo Gómez (comps.), Movilizaciones, protestase identidades políticas en la Argentina del bicentenario, Buenos
Aires, Nuevo Trilce, 2010.
22 Ídem.
23 Durante la década de los ’90, temas como la desviación sexual y el virus del VIH-Sida, eran los principales imaginarios que
existían sobre la población homosexual, y promovidos por espacios como los medios de comunicación. Guajardo, Gabriel,
“Homosexualidad masculina y opinión pública chilena en los noventa”. En Olavarría y Parrini (eds.), op. cit.
24 Guillermo Moscoso, entrevista personal, Concepción, 13 de diciembre del 2014.
25 Ídem.
Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 99
feministas; ejemplo es el caso de LEA (Lesbianas En Acción) de Concepción, y que se centró
en abordar el feminismo y lesbianismo como posición política, tomando más fuerza desde
el año 2000 al articularse con las organización pro aborto gratuito y seguro de Concepción26.
Situación similar sucedió en otras ciudades como Rancagua, en donde no existen registros
claros de una organización LGBT, sino hasta el 2007, año en que se funda la organización
de transexuales OTD (Organización de Transexuales por la Dignidad). Sin embargo, y al igual
que Concepción, en Rancagua comenzó a figurar los primeros espacios para homosexuales
en las campañas de prevención del VIH-Sida que inició el Hospital Regional de Rancagua
desde 1997. Estas campañas se dedicaron a colaborar con las personas víctimas del virus
dentro del servicio público de la ciudad, visibilizando de esta manera la necesidad de un
fondo de medicamentos, como también la emergencia de crear circulares para enfrentar los
prejuicios sobre el tema27. Estas campañas iniciadas en ciudades como Santiago, Rancagua
y Concepción, enfrentaron grandes obstáculos tras la poca información que existía sobre la
enfermedad en el Chile de los ’90, principalmente desde el Ministerio de Salud, el cual había
realizado pocos estudios sobre el tema, por lo que se abrían espacios para diversos prejuicios
respecto al virus, y vinculando la enfermedad con la población homosexual28.
Los discursos desde el Estado y la Iglesia Católica respecto a temáticas de género y sexualidades
durante los años ’90, reflejaron el lado más conservador de la transición democrática: un
contexto con discursos claros sobre el componente de género, el rol de la familia, y la autoridad
masculina dentro del ámbito privado29. Paralelo a esto, la aparición del VIH-Sida también
significó un obstáculo para la visibilización de agrupaciones como el Movilh Histórico en Chile,
y de organizaciones de prevención del virus tanto en Santiago como en regiones. Frente a esto,
las diferencias al interior del Movilh Histórico durante esta década, reflejaría los intentos por
asumir una posición “moderada” frente a la diversidad sexual, y de esta manera, alcanzar una
mayor visiblización durante los años ’90.
30 Lemebel, Pedro, Poco hombre: Crónicas escogidas, Santiago, Ed. Universidad Diego Portales, 2013, p. 165.
31 Los artículos 365 y 373 del Código Penal, reflejaron la discriminación estatal hacia la comunidad LGBT. Sin embargo, el artíc-
ulo 373 que condenaba el atentado al pudor, moral y buenas costumbres, permitía la detención desde Carabineros, aplicando
dicha ley a trabajadoras y trabajadores sexuales, vagabundos, personas trans, besos y/o caricias entre hombres, y en general,
apariencia y gestos que se les pudiera atribuir a “una conducta moral reprochable”. Araya, Cornejo et. al, Informe de Derechos
Humanos 1990-2000, Santiago, LOM, 2001. Revisar específicamente el apartado “Los derechos humanos y la transición”.
32 Robles, op. cit
33 Fernando Muñoz, entrevista personal, Santiago, 30 de septiembre del 2014.
34 Marloré Morán, entrevista personal, Santiago, 7 de octubre del 2014.
Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 101
movimiento de la diversidad sexual–35, retomaran contactos con el movimiento feminista, y
desde ahí iniciar un activismo centrado en la situación de la mujer en general, independiente
de su orientación sexual. En el caso de Marloré Morán y Kena Lorenzini, ambas ex activistas del
Movilh Histórico, y anteriormente, activistas de movimientos de mujeres durante los ’80, se
vincularon a finales de los años ’90, a organizaciones como la Casa de la Mujer “La Morada”, y
otras como Mujeres por la Vida, organizaciones que lucharían por la integración de las mujeres
desde los años ’90. Posteriormente, en el año 1998, comenzarían a participar en el espacio
radial Rompiendo el Silencio, espacio que se transformaría en la primera organización lésbica
en el año 200236. En ese sentido, para algunas activistas lesbianas, el feminismo se transformó
en un “armario más grande para las lesbianas”, en donde se abordaría luchas como el aborto
y la visibilización de la violencia hacia la mujer (sin importar su orientación sexual).37
El movimiento feminista de los años ’80, se centró en generar un movimiento social de
mujeres, asumiendo una doble lucha: por un lado, como oposición a la dictadura militar, y
por otro, una crítica al sistema patriarcal que las afectaba38. Posteriormente, en la década
de los años ’90, este movimiento se enfrentaría a diversos obstáculos en términos de su
organización y consolidación como movimiento político. Dos obstáculos importantes que
enfrentó dicho movimiento se reflejó, en primer lugar, tras la aparición del Sernam y las
nuevas políticas públicas asociadas a frenar la violencia contra la mujer (a través de una Ley
de Violencia Intrafamiliar), espacios que contribuyeron a que diversas feministas terminaran
trabajando en estas nuevas políticas39, y en segundo lugar, tras el rol de la Iglesia Católica en
debates sobre derechos sexuales y reproductivos, teniendo más peso esta institución que
el movimiento feminista frente a temáticas asociadas a la mujer40. Para algunas autoras, el
debilitamiento del movimiento feminista en el contexto de la transición democrática, reflejó
un “silencio feminista” durante este período, tanto en las discusiones teóricas como en la
práctica41. En otras ciudades como Concepción, a pesar de no tener agrupaciones LGBT en
los ’90, sí aparecieron pequeños colectivos de diversidad sexual, como el caso de Lesbianas
en Acción (LEA), organización que adoptó un discurso con un carácter feminista más que
de diversidad sexual, con la finalidad de visibilizar a las mujeres lesbianas en Concepción, y
enfrentar el conservadurismo en dicha ciudad42. A pesar de este debilitamiento y dificultad
para generar activismo y espacio desde el feminismo, aun así fue un espacio en donde se logró
acoger a distintas activistas lesbianas, frente a la existencia de un movimiento homosexual
que se centró en la figura del hombre homosexual.
35 Largo, Eliana, Calles caminadas: anverso y reverso, Santiago, Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos, Centro de Investi-
gación Diego Barros Arana, 2014.
36 Marloré Morán, entrevista personal, Santiago, 7 de octubre del 2014, y Kena Lorenzini, entrevista personal, Santiago, 23 de
octubre del 2014.
37 Marloré Morán, entrevista personal, Santiago, 7 de octubre del 2014.
38 Gaviola, Eda, Eliana Largo y Sandra Palestro, Una historia necesaria. Mujeres en Chile: 1973-1990, Santiago, Aki & Ahora,
1994.
39 Respecto a las políticas públicas hacia la mujer, y los discursos pro-familia desde el Sernam durante los años ’90, revisar:
Hiner, Hillary, “Mujeres entre <<la espada y la pared>>. Violencia de género y Estado en Chile durante los ‘90”. En Figueroa, Con-
suelo (ed.), Chile y América Latina. Democracias, ciudadanías y narrativas históricas, Santiago, RIL Ediciones, 2013.
40 Morán, José Manuel, “Feminismo, Iglesia Católica y derechos sexuales y reproductivos en el Chile postdictatorial”, Estudios
Feministas, Florianópolis, N°2, Mayo-agosto, 2014.
41 Ríos, Marcela, Lorena Godoy y Elizabeth Guerrero, ¿Un nuevo silencio feminista? La transformación de un movimiento social
en el Chile postdictadura, Santiago, Cuarto Propio/ Centro de Estudios de la Mujer, 2003.
42 Zicri Orellana, entrevista personal, Concepción, 14 de diciembre del 2014.
43 Hoy en día, es difícil da una definición exacta a “transexualidad” y “transgénero”, incluso, muchas activistas trans se con-
sideran “transexuales”, pero también “heterosexuales”. Frente a esto, utilizaremos simplemente a “personas trans” para hacer
referencia a este sector de la población.
44 Respecto a los imaginarios sobre la población trans en la prensa de los años ’90, se puede revisar el primer capítulo de mi
tesis de pregrado. Garrido, Juan Carlos, Narrativas de una transición. Discursos, homofobia y violencia de género en el Chile
postdictatorial, 1990-2000. Tesis para optar al grado de Licenciado en Historia. Profesora guía: Hillary Hiner. Santiago, Chile:
Universidad Diego Portales, Facultad de Ciencias Sociales e Historia, Carrera de Licenciatura en Historia, 2015.
45 En el año 1997, René Cárdenas (se desconoce su nombre social), trabajadora sexual de Valdivia, y categorizada como “trav-
esti” por el cuerpo policial, fue detenida tras ejercer el comercio sexual, y atentar contra la “moral, pudor y buenas costumbres”.
Paralelo a esto, y más una investigación realizada por carabineros, también se le acusó por propagación de gérmenes patóg-
enos (principalmente por ser portadora del VIH). Este caso, como varios otros reflejados en la prensa, reflejan cómo se asoció a
la población trans con el virus del VIH, y en general, con ser propagadoras de enfermedades de transmisión sexual. “Travesti con
Sida tras las rejas”, El Diario Austral, Valdivia, 2 de junio de 1997.
46 Robles, op. cit., p. 50.
47 Claudia Rodríguez, entrevista personal, Santiago, 17 de diciembre del 2014.
48 Claudia Rodríguez, entrevista personal, Santiago, 17 de diciembre del 2014.
49 Ídem.
50 Robles, op. cit.
Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 103
con temas vinculados con la población trans y el también con la prevención del VIH-Sida: la
misma experiencia de Claudia, activista quien partió en el Movilh trabajando en el área de
prevención del virus, vio obstaculizado su trabajo tras los problemas que provocó su condición
de “travesti” (tal como eran denominados las mujeres trans en los años ’90) y su vínculo con
los trabajos de VIH. En palabras de Claudia: “las travestis siempre contaminábamos lo que
ellos querían instalar, que era una homosexualidad masculina”51. En ese sentido, era distinto
la recepción de un homosexual víctima de discriminación, en comparación de una mujer trans
que había sido víctima de violencia transfóbica.
El cuestionamiento hacia los prejuicios existentes sobre esta enfermedad, sería uno de
los objetivos principales de Lambda News, principalmente al vincularlo con la homofobia
existente en Chile. Paralelo a esto, desde el Centro Lambda, se comenzó a generar conciencia
respecto a la vulnerabilidad de la población con VIH-Sida, tanto por la falta de información
como también de políticas públicas para enfrentar este tema. Frente a este problema, el
Centro Lambda establecería lazos con la Comisión Nacional del Sida (CONASIDA), comisión
creada por el Ministerio de Salud en 1996, y con el objetivo de elaborar, coordinar y evaluar
el Programa de Prevención y Control del Sida en Chile, y desde 1997, de las infecciones y
enfermedades de transmisión sexual (ETS)60. Con el vínculo establecido entre CONASIDA
y el Centro Lambda, la revista Lambda News facilitaba información respecto a las dudas
sobre el VIH, en lo relacionado a las formas de contagio, prevención y los derechos a los
cuales podían apelar las personas viviendo con VIH-Sida61. Para esto, una de las informaciones
Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 105
que se entregaban constantemente, era respecto a los servicios existentes para información
y consejería sobre el virus, como por ejemplo, la existencia del Fonosida, cuyo objetivo fue
atender consultas sobre la enfermedad y brindar orientación y apoyo a quienes lo necesiten62.
Este trabajo respecto a las herramientas de prevención, como de apoyo e información respecto
al VIH, se realizó en contraposición con la manera de abordar esta temática en la prensa
nacional, la cual, generalmente, entregaba información respecto a la cantidad de contagiados,
número de víctimas, como también proyecciones sobre la enfermedad en Chile63. La falta de
información y preocupación que surge desde los medios de comunicación en los años ’90,
generó que en el virus, más que un problema médico, se despertaran diversos miedos, fobias
y prejuicios a partir de las conductas sexuales de las personas64. En el año 2001, aparece la
ley N°19779 que: “establece normas relativas al virus de inmuno deficiencia humana y crea
bonificación fiscal para enfermedades catastróficas”, o más bien, llama “ley del Sida”, y que
creó un fondo de financiamiento para cubrir el tratamiento para personas víctimas del virus65.
La dificultad por parte del Movilh Histórico para abordar temáticas como el VIH-Sida, u otras
problemáticas como la lesbo y transfobia, no sólo reflejó los discursos conservadores que
estuvieron presentes en dicha organización, sino que la dificultad que implicó visibilizar
estas temáticas en los años ’90, en pleno contexto de transición democrática en Chile. Sin
embargo, esta situación no sólo se produjo en el caso chileno: principalmente tras la aparición
del “cáncer rosa”66, la visibilización de la homosexualidad, como también la estigmatización
de las conductas sexuales, se transformó en un verdadero obstáculo para los movimientos
LGBT como los de Argentina y México –en donde se puede apreciar un activismo con más
presencia en la historia en comparación con otros casos latinoamericanos–67; en el caso
argentino, el VIH y la situación de las activistas trans, también generó rupturas y diferencias
al interior del movimiento LGBT durante los años ’90, principalmente en pleno contexto en
donde las políticas neoliberales de Carlos Menem, prometía la posibilidad de “inclusión”
para todos los sectores sociales68. En otros países como México, el movimiento lésbico-gay
iniciaría sus actividades desde 1978, pero la aparición del VIH-Sida a mediados de los ’80,
obstaculizaría sus intentos de visibilización y sus discursos por promover los derechos de la
población homosexual, dirigiendo sus objetivos a educar y prevenir el virus al interior de la
comunidad LGBT en la década de los ’9069. En estos tres casos (Chile, Argentina y México),
podemos apreciar que, a pesar de que los movimientos LGBT apuntaron a plantear demandas
asociados a la no discriminación y derechos para la comunidad, existieron problemáticas
que estas organizaciones no supieron enfrentar, o simplemente, no quisieron abordarlas
por miedo a promover más la discriminación desde el Estado y la sociedad civil. En el caso
específico de Chile, tras la existencia de estas dificultades al interior del Movilh Histórico,
REFLEXIONES FINALES
La transición democrática en Chile fue un contexto que abrió espacios para nuevas discusiones
desde los movimientos sociales, focalizados desde el discurso de los derechos humanos.
El Movilh Histórico respondió a este contexto de redemocratización de los años ’90, pero
teniendo diversas paradojas al enfrentar diversas dificultades y problemas entre sus mismos
activistas, principalmente en temas como el VIH-Sida, el lesbianismo y la transfobia, reflejando
esto la existencia de un discurso de liberación homosexual en Chile, pero con obstáculos para
abordar otras problemáticas asociados a activistas trans, lesbianas y seropositivos. Diferencias
y problemas que harían del Movilh Histórico un “loco afán”, tal como señala Pedro Lemebel:
un afán por reivindicarse como movimiento político, pero que, finalmente, se estancaría en
sus propias diferencias.
Tal como señalamos en este artículo, fueron varios activistas quienes se retiraron del
Movilh Histórico para, posteriormente, sumarse a organizaciones de prevención del VIH,
u organizaciones feministas. El Centro Lambda, que luego pasaría a llamarse Movimiento
Unificado de Minorías Sexuales (MUMS), también fue otro reflejo de cómo las diferencias al
interior del Movilh Histórico abrió otros espacios de activismo LGBT en Chile como el caso
de los grupos de prevención y organizaciones feministas: agrupaciones que no tuvieron una
relación directa con la diversidad sexual, pero que sí abrieron espacios para abordar estas
temáticas. A partir de esto, resulta interesante pensar cómo estos movimientos sociales
tuvieron disputas entre sí, principalmente tras la necesidad de visibilizar la diversas sexual en
un contexto transitorio y conservador. Ante los intentos por consolidar un proyecto político
basado en la diversidad sexual, pero con las exclusiones mencionadas en este trabajo,
las reflexiones propuestas en este trabajo nos permite analizar el rol que tuvo el Movilh
Histórico como movimiento social en el Chile de los ’90, y principalmente, como movimiento
homosexual o de la diversidad sexual. Bajo este argumento, es importante incorporar el rol
que tuvieron otras organizaciones como las feministas y de prevención del VIH dentro de
estas luchas contra la discriminación, y especialmente si estamos pensando en una historia
del movimiento LGBT en Chile, y en América Latina.
El movimiento de la diversidad sexual hacia finales del siglo XX, tuvo dificultades al momento de
pensar un proyecto político concreto, en una América Latina marcada por el conservadurismo
y el machismo desde la historia, siendo el siglo XXI el contexto que nos abriría nuevos debates
sobre los derechos LGBT tanto en Chile, como en el continente en general. En el caso del
Movilh Histórico, su rol frente a la discriminación se concentró en tratar la homofobia, y no
tanto así la trans y lesbofobia, excluyendo a un sector de sus activistas durante los años ’90,
y lo que culminaría con el posterior fraccionamiento del Movilh Histórico (derivando de esta
manera, organizaciones como MUMS). A pesar de que el machismo y conservadurismo, son
elementos que debemos considerar para entender estas exclusiones, otros aspectos como
las dificultades que tuvo esta organización para visibilizarse en el espacio público, también
Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 107
es un factor que debemos considerar, considerando las negligencias y discriminación desde
el Estado y la sociedad civil, y que forzaron al Movilh Histórico a asumir una posición más
moderada frente a su “liberación homosexual”, concentrando sus luchas en la despenalización
de la sodomía –ley que representaba la criminalización estatal hacia los homosexuales–, y
que afectaba principalmente a la población gay. La crisis de VIH, y la situación de la población
lésbica y trans, fueron temas que el Movilh Histórico tuvo reticencias al momento de
abordarlos, culminando con la crisis del mismo movimiento, pero también reflejando cómo
un movimiento social se adaptó a las posibilidades entregadas por un Estado –en este caso, la
despenalización de la sodomía–, pero no de un Estado que se adaptó a las demandas de un
movimiento social. De esta manera, esta liberación homosexual que vio Chile en 1992, en la
primera aparición pública del Movilh Histórico en la marcha del Informe Rettig, se vio opacada
por las dificultades que tuvo el movimiento para enfrentar temas complejos para la época.
En la actualidad, Chile ha avanzado en derechos para la población LGBT, quedando pendiente
temas como la discriminación (social, económica, laboral, entre otros), y una participación
proporcional entre gays, lesbianas y personas trans dentro del mismo movimiento LGBT. De
todas maneras, conocer la historia del movimiento LGBT en nuestro pasado reciente, nos
permite pensar en qué hemos avanzado, y en qué no, reconocer violencias del pasado para
entenderlas en el presente. Son estas historias de un “rosa amanecer” que apareció en Chile
en plena transición democrática, que nos abren preguntas de cómo pensar este movimiento
social desde la historia, y desde las paradojas que significaron las transiciones democráticas
en Chile y América Latina.
L a década de 1980 encuentra a una Bolivia que transitaba una sucesión política marcada
por gobiernos “democráticos” y golpes militares, consensuados con los principales
partidos políticos del país, como el Movimiento Nacional Revolucionario –MNR–, y
algunos de la izquierda tradicional. El inicio de esta nueva década no sería le excepción a la
regla, el MNR se haría nuevamente de la conducción del gobierno nacional, que colocaba a
la cabeza del Estado a Víctor Paz Estenssoro en 1985, a través de la preeminencia de una
“democracia pactada”,2 que no sólo tenía sus antecedes desde la Revolución de 1952, sino que
además primaría alrededor de toda la década del 90, y los primeros años del actual siglo XXI.
La victoria de Estenssoro marca el inicio de la implementación de un proyecto político
neoliberal –presente en diferentes países de Latinoamérica– que traía aparejado toda una
serie de medidas políticas y económicas que tenían como principal finalidad contrarrestar
la hiperinflación, empero significaban en un análisis más profundo importantes cambios
estructurales en la matriz productiva, que beneficiaban un importante sector dominante
en pos del empobrecimiento y eliminación de derechos sociales de una mayoría, integrada
principalmente por poblaciones originarias y campesinas.
1 Estudiante avanzado en la Carrera de Profesorado y Licenciatura en Historia. Universidad Nacional del Comahue.
lautilosino15@gmail.com
2 Alianza y aglutinamiento de los tres principales partidos conservadores: Movimiento Nacional Revolucionario (MNR);
Movimiento de la Izquierda Revolucionaria; y la Acción Democrática Nacionalista (ADN); que se constituyó como un sistema
de partidos que dio luz a una serie de “pactos” caracterizados por alianzas “rotativas” que ilustraban más que todo las pocas
diferencias ideológicas y programáticas que existían entre estas organizaciones partidarias.
De este modo, en los ‘80 atendemos la construcción de un Estado que, marcado por el
fenómeno neoliberal y la preeminencia de una ilusoria democracia representativa, consolida el
poder y hegemonía de un bloque dominante oligárquico que ponderando una idiosincrasia de
libre mercado, modernización e individualismo, cierra por completo la injerencia y participación
de los sectores populares en el Estado, dándose una instrumentalización del mismo por
aquellos actores que buscaban satisfacer meros intereses corporativos.
Esta composición orgánica del Estado que propugna una marginalización política y económica
de los sectores subalternos; política por el hecho de no propiciar al Estado como un espacio
deliberativo y de toma de posiciones, es decir, como un “Estado ampliado” en términos
gramscianos;4 económica, en el sentido de que estos sectores no fueron recepción de ningún
tipo de concesión económica por parte del bloque dominante, elemento que no contribuiría
a un consenso estable, sino, por el contrario, se vieron empujados a prácticas económicas-
comunitarias que los colocaba en una posición estructural de supervivencia; son factores que
coadyuvan al surgimiento y construcción de nuevos sujetos colectivos caracterizados por
diferentes movimientos sociales que denotan estrategias para afrontar el Estado neoliberal,
desarrollando prácticas políticas de autogobierno, democracia directa y acciones colectivas.
Consiguientemente, el carácter exclusivo y disgregador del Estado neoliberal que se funda
en la década del ´80, funciona como un acicate en la consolidación de un sinnúmero de
agrupaciones sociales que integran a los diferentes sectores subalternos en organizaciones a
nivel local y municipal que solo dirimen pautas limitadas a ese espacio social, sin participar en
los estratos estatales.
3 Córdova Eguívar, Eduardo, Movimientos campesinos y dilemas de la democracia. El movimiento Cocalero y el MAS-IPSP
en los niveles local y nacional de la política boliviana, 1996-2004, Informe final del concurso: “Poder y nuevas experiencias
democráticas en América Latina y el Caribe, Programa regional de Becas, CLACSO, 2005, pp. 3-4.
4 Véase Thwaites Rey, Mabel, “El Estado ‘ampliado’ en el pensamiento gramsciano”, pp. 129-160. En Thwaites Rey, Mabel (com-
piladora), Estado y Marxismo. Un siglo y medio de debates, Buenos Aires, Prometeo Libros, 2007.
5 Córdova, op. cit., p. 3.
Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 111
De esta forma, la década de los ´90 va a ser testigo de la emergencia en Bolivia de una gran
diversidad de movimientos sociales que, producto de la fragmentación social y atomización
que devienen como resultado de la lógica neoliberal, constituyen a estas organizaciones como
unidades o células sociales básicas que encabezan diferentes modalidades de acción colectiva
en pro de lograr ciertos intereses corporativos.
Estudiar el desenvolvimiento político de cada movimiento social parece ser un trabajo
demasiado exhaustivo, pero no por eso superfluo; sin embargo, esa finalidad supera los límites
de este trabajo, cuyo objetivo es atender al que fue, y es, sin duda, uno de los movimientos de
mayor relevancia local e internacional: el Movimiento Cocalero del Chapare boliviano, cuna del
actual presidente de Bolivia, Evo Morales, y bases de su “partido” Movimiento al Socialismo-
Instrumento Político por la Soberanía del Pueblo.
El objetivo de este artículo, entonces, no se reduce a un mero análisis riguroso y descriptivo sobre
el derrotero político y social del movimiento cocalero, visto no como un proceso concluido, es
decir, desde una visión lineal y contextualista que marca el origen y fin del proceso; sino más
bien como un sujeto social que transita un transcurso de constante construcción y constitución
que permite visualizar los cambios y continuidades experimentadas por este movimiento.
A sabiendas de que el principal líder de este grupo social, Evo Morales, desde el 2006 encabeza
el gobierno nacional de Bolivia, y en simultáneo, un proceso de refundación del Estado; la
cuestión de la institucionalización del movimiento surge como un aspecto nodal para ahondar
hasta qué punto la identidad del movimiento cocalero persiste durante el ascenso político de
Evo y su consolidación en el Estado.
Antes de proseguir con el análisis empírico sobre el movimiento cocalero, consideramos
menester realizar ciertas salvedades teóricas sobre la categoría de Movimientos Sociales.
Coincidiendo con diversos autores, la categoría de Movimientos Sociales se caracteriza por
la flexibilidad teórica y metodológica que denota al momento de su uso y aplicación. Su
carácter polisémico permite brindar definiciones generales de lo que es un Movimiento Social,
englobando e integrando a una enorme cantidad de organizaciones sociales (sindicatos;
gremios; cooperativas; etc.); o por el contrario, esgrimir una definición específica y concreta
que limita aquello a lo que podemos denominar movimiento social.
De esta manera, un movimiento social puede tener como horizonte de expectativas cumplir
ciertas demandas antisistémicas,7 transformando la estructura objetiva que se eleva por
6 García Linera, Álvaro, “¿Qué son? ¿De dónde vienen? Movimientos Sociales”, en Barataria. Movimientos Sociales. La emer-
gencia plebeya en Bolivia, México, Argentina y Ecuador, La Paz, Malatesta, 2004, año 1, N° 1, p. 4
7 Para las categorías de Espacio de experiencia y Horizonte de expectativas, véase, Koselleck, Reinhart, “Introducción” y “Futuro
Pasado del Comienzo de la Modernidad”, en Futuro pasado. Para una semántica de los tiempos históricos, Barcelona, Paidós,
1993.
cuando los movimientos sociales tiene como objeto de sus peticiones a las
autoridades políticas del Estado, para promover en él cambios de determinadas
políticas públicas, estamos ante movimientos con dimensión política y es posible
diferenciar movimiento socio-político reivindicativos, que pretenden modificar sólo
unos aspectos puntuales de la normativa estatal, y movimientos socio-políticos
estructurales, que buscan tomar el control del Estado y promover un nuevo orden
Estatal.10
Esta diferencia sustancial, como veremos más adelante cuando enfaticemos en Bolivia,
suele ser uno de los principales motivos de roce y disidencia entre los movimientos sociales,
factor que denota la dinámica del campo y como esta configuración de posiciones deviene
en la mayoría de los casos en la constitución hegemónica de un movimiento que articula la
relevancia de las demandas y reclamos, como también la modalidad del accionar colectivo.
Desde una visión y pensamiento epistémico,11 concebimos que Bolivia debido a la presencia
8 Zibechi, Raúl, “Los Movimientos Sociales latinoamericanos: tendencias y desafíos, en OSAL: Observatorio social de América
Latina, N° 9 (ene. 2003), Buenos Aires, CLACSO, 2003, pp. 185-188. Disponible en http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/
libros/osal/osal9/zibechi.pdf
9 Véase, Bourdieu, Pierre y Loïc Wacquant, Respuestas por una antropología reflexiva, México, Grijalbo, 1995, pp. 15-38.
10 Linera, op. cit., p. 5.
11 En este sentido, nos remitimos al trabajo de Hugo Zemelman quien propone aprehender las múltiples realidades partiendo
Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 113
de una diversidad de movimientos con un pluralismo ideológico y político, se presenta
como un verdadero laboratorio teórico-epistémico para repensar y complejizar aún más la
categoría de Movimientos Sociales. Es en este sentido, donde nosotros observamos que las
definiciones postuladas carecen de un aspecto fundamental: ¿Qué sucede al momento en
que un movimiento social es integrado a los estratos estatales, es decir se institucionaliza, y
se reduce su desenvolvimiento en la sociedad civil? O, bien, ¿aquellos movimientos sociales
que constituyen como sus objetivos u horizontes de expectativas injerir en el Estado, o como
diría Linera, transformar el sistema “desde adentro”, son permeables a conservar sus prácticas
sociales-culturales que lo definían como tal?
Dar una respuesta precisa a estos interrogantes es lo que nos motiva a estudiar el movimiento
cocalero boliviano, como un plausible caso de un movimiento social que intentó movilizarse
en pos de intervenir en el campo político con la finalidad de construir un nuevo orden
imperante. Consideramos que enfatizar en este caso significará importantes aportes teóricos-
metodológicos a la categoría de Movimientos Sociales.
En Bolivia existen dos grandes zonas de producción cocalera: una concentrada cerca de La
Paz, la de los Yungas, y el otro el Chapare, en Cochabamba. Si bien ambas regiones fueron
el centro de la erradicación de la coca producto de las presiones neoliberales e imperialistas
de Estados Unidos –tildando a dichas zonas como las bases de la producción de cocaína–; la
óptica se colocará en la región del Chapare, espacio físico y social que sería testigo de uno de
los movimientos sociales más relevantes de Bolivia.
no de un pensamiento teórico, que trae consigo todo un compendio de conceptos con un contenido estático, que intenta
ser impuesto a la realidad observable; sino que por el contrario, promueve un pensamiento epistémico, preteórico, capaz de
aprehender la realidad a través de interrogantes y problemas que coadyuven a construir conceptos y categorías que logren
adecuarse a la realidad analizada. Por consiguiente, considerando el hecho de que la realidad es más dinámica que la teoría,
en el siguiente informe no nos abocamos a elaborar un nuevo cuerpo teórico capaz de estudiar la realidad boliviana, empero
si repensar la praxis de determinadas categorías teóricas procurando no esforzar a esta realidad a encuadrarse en conceptos
o categorías que son constructos para estudiar casos que lejos están de tener similitud con los sucesos latinoamericanos.
Ver Zemelman, Hugo, Pensar teórico y pensar epistémico. Los desafíos de la historicidad en el conocimiento social, México,
Antropos, 2005.
12 Córdova, op. cit., p. 7.
Este marco legal en paralelo establece cuales son aquellas regiones aptas para el cultivo lícito
de coca.
Según esta ley, el territorio boliviano tiene áreas de producción legal de coca, por
un lado, áreas en las cuales hay coca que no es ilegal debe erradicarse –el trópico
de Cochabamba, conocido como Chapare, es una de ellas–, por otro, y, finalmente,
áreas donde la producción es ilícita. Esta penalización parcial de la coca se suma
a la importancia de la coca en la vida cotidiana de las familias campesinas y a
la validez de sus usos rituales, medicinales y alimenticios, y arma un conflicto de
interpretaciones que nunca criminaliza por completo a los campesinos cocaleros
ni los exime plenamente de responsabilidades sobre el uso de la coca para fines
ilícitos.14
En este sentido, el carácter parcial de la penalización, atenta contra los intereses cocaleros en
términos generales, sin estipular concretamente las finalidades que la producción persigue.
Dicho de otro modo, el gobierno de Estenssoro en vez de enfatizar en los centros productores
de cocaína, implementó métodos de coacción uniformes que afectaron a la totalidad de los
productores, poniendo en jaque no sólo los medios de subsistencia de la población campesina,
sino también todo el bagaje cultural y simbólico que se enarbola alrededor de esta práctica.
En una mirada retrospectiva, podría conjeturarse que más allá del intento de colocar trabas
a la producción de estupefacientes –que de hecho el mismo bloque neoliberal promueve
Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 115
desde inicios de los ochenta–, la erradicación de la coca conlleva desarticular la conformación
y capacidades de un nuevo movimiento que empieza a tener peso político y social, no
producto únicamente de la expansión del cultivo, sino que además por la ausencia de la
Confederación Obrera Boliviana (COB), principal sujeto colectivo integrador afectado por las
políticas neoliberales; elementos que explican la necesidad del Estado de fragmentar, atomizar
y segregar cualquier fuerza articuladora que cohesione los sectores subalternos.
Dicho esto, comprendiendo estos aspectos podemos realizar una relectura de las implicancias
de la imposición de la Ley 1008. Trascendiendo el carácter antinarcótico que postula, la
disposición legal encajaba en la estructura neoliberal que se erigía desde inicios de 1980,
cuestión que no sólo atentaba a la pequeña producción cocalera y la cohesión que el
movimiento cocalero empezaba a demostrar;15 sino que principalmente justificaba la injerencia
de Estados Unidos, potencia que se mostraba como el actor clave en la lucha antinarcóticos;
empero traía intereses imperialistas de gran envergadura, que se materializarían en un gran
conglomerado de privatizaciones.
Ahora bien, focalizando en el Chapare cochabambino, esta región a disposición de la Ley 1008
es determinada como “zona de producción excedentaria en transición”, por lo que pese a no
tener el carácter ilícito, es centro de una fuerte erradicación de la coca. De esta manera, los
cocaleros comienzan a organizarse y articularse bajo un objetivo en común: la defensa de su
principal medio de subsistencia.
La diversidad de identidades que confluyen en la región del Chapare, como se mencionó
antes, producto de las migraciones internas, hicieron que el objetivo común en defensa de la
hoja de coca tenga matices políticos, económicos y culturales en relación a otras exigencias
y experiencias de antaño. Si bien los cocaleros no son los ex-mineros, pero sí familias
descendientes o con raigambre minera, la tradición política sindical heredada será la piedra
angular en la que se irán pensando los medios de acción colectiva para la concreción de
diversos fines tanto concretos –defensa de la erradicación de la coca– como estructurales –
lucha política “formal” contra el neoliberalismo–.
A diferencia de la militarización que se visualiza en otras regiones de producción de coca, los
cocaleros del Chapare comprendieron rápidamente que su lucha no sólo debía plasmarse en
las calles, sino que sus exigencias y demandas tendrían peso si injerían dentro de espacios
institucionales de la sociedad civil, y en los intersticios del aparato estatal. El accionar colectivo
de los cocaleros no se extralimitó unívocamente a la radicalización de la conflictividad social
fuera de marcos institucionales; por el contrario, diferentes dirigentes cocaleros propugnaron
una gestión local y sindical, plasmando la criminalización de los cocaleros y la erradicación
de la coca, como intereses a defender por la totalidad de las poblaciones campesinas. El
acercamiento con la COB y la CSUTCB a mediados de los 80 denota el carácter multifacético
del movimiento cocalero, que integra una diversidad de agentes sociales que complementan
sus intereses.
15 Recordemos que la proliferación de la producción de la coca, que se venía incentivando desde 1952, teniendo como su
momento álgido hacia fines de la década de 1970, significaba un proceso de minifundización de la tierra en la región del Oriente
boliviano –que tenía su correlato en la Reforma Agraria propugnada por el Gobierno Revolucionario del ´52– que atentaba con-
tra los intereses de la vieja clase burguesa terrateniente.
16 Ibídem., p. 16.
17 Do Alto, Hervé, “‘Cuando el nacionalismo se pone el poncho’. Una mirada retrospectiva a la etnicidad y la clase en el mov-
imiento popular boliviano (1952-2007)”, en Svampa, Maristella y Pablo Stefanoni (compiladores), Bolivia: Memoria, insurgencia
y movimientos sociales, Buenos Aires, El Colectivo, CLACSO, 2007, p. 36.
18 Bourdieu y Wacquant, op. cit., p. 21.
Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 117
De esta manera, no sería erróneo concebir a los cocaleros como una de las principales
fuerzas articuladoras, que mediante el predominio de sus intereses logra integrar la de otros
movimientos sociales, en un contexto –inicios de los 90– en el que se evidencia una absoluta
fragmentación y atomización de diversos grupos sociales producto de la coacción y control
que ejercía el viejo bloque neoliberal dominante.
La campaña que celebra los “500 años de resistencia de los pueblos indígenas” a
la colonización, preparadas a lo largo de 1992 y que culmina con una concentración
final el 12 de octubre de este año, señala la primera etapa de una alianza de largo
aliento entre los dos sectores [movimiento de campesinos de occidente y oriente].19
Esta primer marcha evidencia atisbos de unidad y cohesión de los diferentes movimientos de
campesinos e indígenas, donde el peso de los cocaleros es notorio, concretando su dirección
para 1994 durante la “Marcha por la vida, la coca y la soberanía”, acción donde la defensa
de la coca posee aspectos centrales a nivel nacional formando parte de un compendio de
demandas y reclamos en el que comienza a materializarse la idea de una “refundación de
Bolivia” mediante la convocatoria a una Asamblea Constituyente.
Como se mencionó con anterioridad, la década del 90 presenta un movimiento cocalero
constituido y fortalecido que, pese a una atomización y fragmentación aun persistente de los
movimientos sociales de Bolivia, se muestra como uno de los principales sujetos colectivos
articuladores de los reclamos y exigencias que emergen de los diferentes grupos sociales.
El excepcional desenvolvimiento político de los cocaleros demuestra no sólo la capacidad
estratégica de uno de sus principales líderes –Evo Morales–, sino además da cuenta –aunque
de manera muy difusa– de un horizonte de expectativas que propugnaba por un proyecto
alternativo de Estado que bajo la égida de la importancia de la coca, realzaba la necesidad de
configurar un marco multicultural y plurinacional que responde a los intereses de los diversos
pueblos originarios-campesinos.
De este modo, podemos evidenciar como desde su irrupción, el movimiento cocalero
rápidamente emprende un conjunto de acciones políticas y estrategias que apuntan a
la construcción de poder en torno a sus intereses particulares, irradiado al conjunto de las
comunidades campesinas, monopolizando espacios deliberativos de gran relevancia como
la CSUTCB y la COB. Lo que intentaremos caracterizar es la forma de acción política que
experimentó el movimiento cocalero en su derrotero, para dar cuenta de aquellas estrategias
empleadas en pro de construir una dirección política cultural que lo posicione dentro del
campo político.
Según Dussel,
En este sentido, en pos de alcanzar determinados objetivos, los sujetos o agentes sociales
construyen un entramado de vínculos y relaciones con otros, con los cuales puede acordar,
aliarse o bien confrontar, poniendo en juego y en disputa la dirección política y hegemónica
dentro del espacio social. El accionar político no sólo se ve supeditado a las interacciones
intersubjetivas que se elaboren, sino además se encuentra sumamente condicionado a la
coyuntura que se erige por encima, por lo que Dussel habla del
“potencial estratégico” como “la estructura practica que se organiza de hecho ante
el actor político. Es la situación coyuntural compleja de todas las fuerzas de sus
aliados y antagonistas que hay que saber ponderar para saber utilizarlas hacia los
objetivos propuestos”.21
Teniendo en cuenta esta conceptualización, podemos inferir que desde el primer momento,
el movimiento cocalero propugnó una serie de acciones políticas en torno a sus intereses
y objetivos específicos, construyendo vínculos y relaciones con diferentes actores sociales,
desde aquellos integrados a los movimientos de campesinos e indígenas, como también al
diezmado sector obrero concentrado en la COB. De esta manera, como lo planteamos al
comienzo del escrito, el accionar político cocalero mostró una fuerte pretensión de hegemonizar
la dirección política-cultural de los diferentes sectores subalternos, articulando y cohesionando
la diversidad de demandas, sacando provecho de la situación coyuntural que se formaba a
fines de los ´80, con un Estado que reprimía a las diferentes poblaciones originarias.
Si algo ha destacado a los cocaleros por encima de cualquier otro movimiento, fue, sin duda, la
lectura de la coyuntura o el “potencial estratégico” al momento de ejecutar diversas acciones
políticas. No concebimos este desenvolvimiento de manera azarosa y efervescente, sino que
por el contrario, podemos observar un conjunto de acciones colectivas premeditadas que
postulan constantemente las finalidades que el movimiento se propone. Si bien la aparición
política del movimiento responde a una defensa corporativa de la coca, como vimos, alrededor
de este reclamo se construye un poder simbólico que apunta a aglutinar a los diferentes
movimientos campesinos bajo el control cocalero.
El detrimento y fracaso del acercamiento con los tradicionales partidos de izquierda –que
reproducían las prácticas políticas de una “democracia pactada” que promovía la clase
dominante neoliberal–;22 una incipiente cohesión y articulación de los diferentes movimientos
Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 119
de campesinos e indígenas de Bolivia a partir de la marcha de 1992, evento en el que se
postulan algunas máximas como el del Estado pluricultural y la Asamblea Constituyente; la
persistencia de un Estado sumamente represor para con los sectores subalternos, son los
principales factores que incentivan la formulación de un instrumento político que surja del
seno y confluencia de los movimientos sociales con la finalidad no sólo de hacer oír sus
reclamos y exigencias bajo estratos institucionales, sino además con la idea de configurar
una agrupación política que muestre prácticas políticas alternativas, que se solventen en la
horizontalidad, mancomunión y comunitarismo que prima en los movimientos.
Como se puede observar, la ASP no se presenta como un partido tradicional, por el contrario,
como una agrupación heterogénea que se muestra como Coordinadora o Federación donde
se conjugan una diversidad de grupos sociales con intereses específicos. Desde nuestra
perspectiva, dicho instrumento político se configura rápidamente como un verdadero campo
político en el que se constituyen posiciones jerarquizadas y un sinnúmero de disputas
por el capital simbólico que prolifera del mismo, materializado en la disposición de los
objetivos principales, la dirección política-cultural de la asamblea, y hasta en cierto punto la
instrumentalización de la misma bajo el predominio de un movimiento en particular.
Nuevamente, en este escenario político-social, los cocaleros, encabezados por su principal
exponente Evo Morales, intentan capitalizar las propuestas y medidas que se elevan de la
ASP con el fin de hacer valer sus intereses particulares por encima del resto. A diferencia de lo
sucedido a fines de los ´80 con la CSUTCB, los cocaleros encontraron resistencias y oposiciones
en su afán de monopolizar el instrumento político, siendo Alejo Veliz uno de los principales
contendientes a las maniobras cocaleras. Las tensiones y disputas por la hegemonía conllevan
una fragmentación de la ASP entre “alejistas” y “evistas”, aspecto que denota la debilidad del
nuevo instrumento político, y el peso de una autoridad, un tanto arbitraria, de los diferentes
dirigentes sindicales o campesinos.
Estas confrontaciones son el elemento clave que explica, a finales de la década del 90, el
fraccionamiento de la ASP, y consigo el del incipiente movimiento campesino indígena
boliviano. Pero, ¿Evo Morales y los cocaleros eran conscientes de que su alejamiento de la
ASP podría significar la pérdida de un importante apoyo en la resistencia a la erradicación de la
coca? A priori, esta maniobra de Evo parece ser un tanto improductiva si uno tiene en cuenta
la debilidad que posee para afrontar la lucha dentro del aparato estatal. Sin embargo, existe un
elemento de suma relevancia que no ha sido mencionado, y que puede explicar el porqué de
23 Ibídem, p. 28.
Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 121
Las mismas concepciones se muestran sobre la cuestión de la institucionalización del
movimiento.
Alrededor del instrumento político se eleva un simbolismo que presenta a este elemento como
la praxis de transformación y cambio. El carácter institucional que persigue el movimiento
muestra una finalidad clara: renovar y transformar el sistema y el Estado “desde adentro”.
Las bases y los dirigentes comparten este horizonte, factor que explica la lucha institucional
y electoral que el MAS incursiona desde fines de los ´90. Pero, ¿adentrase en el sistema y el
Estado para modificarlos “desde adentro”, no deja expuesto al movimiento a reproducir los
estándares políticos y estatales imperantes, más que a emprender un verdadero viraje de la
estructura estatal tradicional?
Pese a esto, los inicios del actual siglo XXI marcan un importante punto de inflexión para la
historia boliviana. Frente a un Estado neoliberal anémico con serios rasgos de decadencia, que
intentaba soslayar radicalizando sus políticas económicas de privatización de los principales
recursos del país, caso del agua y los hidrocarburos, lo que deviene en dos de las más grandes
movilizaciones sociales de Bolivia: la “Guerra del Agua” (2000) y la “Guerra del Gas” (2003);
ambas revueltas constituirían el golpe de gracia al Estado y bloque neoliberal que controlaba
la política boliviana hacia dos décadas.
A medida que la crisis política de la clase dominante se profundizaba, aumentaba en proporción
la permeabilidad y posibilidad de injerencia política-institucional de los movimientos
sociales dentro del Estado. Sin embargo, la crisis de hegemonía del bloque tradicional no
encontraba un movimiento nacional cohesionado capaz de traducirse en una verdadera
fuerza contrahegemónica. Las disputas de liderazgo entre Quispe, Morales y Veliz seguían
latentes, mientras que un nuevo actor social, la Coordinadora en Defensa del Agua y la Vida,
principal exponente que encabezó la “guerra del agua” se presenta como la fuerza articuladora
al interior de la Asamblea Constituyente, intentando poner los intereses corporativos bajo la
égida de un proyecto común: constituir un Estado Plurinacional y Multicultural.27
La necesidad de construir acuerdos y alianzas con algunos actores sociales también emergentes,
como residuales, del Estado que se encontraba en detrimento, nos da la pauta de los vínculos
y relaciones que el MAS no sólo intenta preservar con los sectores subalternos, sino además
de la necesidad imperiosa de construir lazos con grupos sociales de la clase media y del sector
más conservador, los santacruceños. De hecho, la implicancia y tiempo político que significaba
la búsqueda de nuevos apoyos denotó la “doble identidad” del movimiento al momento en
que Evo, previo a las elecciones, buscó desligarse de las organizaciones campesinas para así
dedicarse plenamente “a la política”, rápidamente, las bases se hicieron escuchar y socavaron
el intento de desprendimiento de Morales.
El apoyo y peso de las bases campesinas del trópico fue fundamental para el ascenso político
de Evo; sin embargo, el hecho de entablar diferentes puentes de dialogo con las diversas
agrupaciones sociales, como también algunos sectores de clase media, dejó los intereses
Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 123
corporativos de los cocaleros diluidos en una propuestas más amplia e integradora. La
obtención del segundo lugar en las elecciones del 2002 era el fiel reflejo de la decadencia del
viejo Estado neoliberal, y del fortalecimiento de los movimientos sociales en la arena política,
que traería su resultado póstumo en las elecciones de 2005.
Indudablemente, este momento histórico es un clivaje en el derrotero político de los diferentes
movimientos sociales de Bolivia, destacándose el movimiento cocalero como uno de los
principales sujetos políticos. Las elecciones de 2005 y la rotunda victoria de Morales es el
puntapié inicial a toda una serie de transformaciones estructurales que afectará en lo concreto
del movimiento cocalero. El divorcio entre los dirigentes y las bases sociales, baluarte de esta
agrupación social, se muestra como el principal elemento de tensión social, aspecto que se
hacía presente ya desde inicios del actual siglo. Como muy bien observa Raúl Prada,
una contradicción latente entre bases y dirigentes apareció más de una vez de
modo explícito. Esto no sólo se hizo evidente en las asambleas y en las decisiones
tomadas desde abajo, sino sobre todo en la crisis orgánica de los sindicatos y de las
instituciones políticas. Esta crisis se hizo patente después de las elecciones, cuando
un importante contingente de dirigentes indígenas, sindicales e izquierdistas ocupó
casi la mitad del parlamento nacional.30
¿Cuánto afectó la victoria de Evo a la estructura orgánica del movimiento cocalero? Sin duda
en mucho. Tom Salman, antropólogo holandés, postula que la victoria electoral de un conjunto
de movimientos sociales trae consigo una fractura o escisión entre un sector o coalición que
hace las veces de partido político, asentado en los estratos estatales, intentando preservar su
posición en el poder; y otro grupo que buscara seguir reproduciendo las prácticas y acciones
que lo acerquen a cumplir objetivos prioritarios, cuasi sectoriales, de los movimientos sociales.31
Pese a no coincidir tajantemente con la hipótesis de Salman con respecto al ascenso del MAS;
si consideramos que la fracción del MAS y en parte de los cocaleros que se consolida en la
cúspide del Estado, demuestra un viraje en su posición y funcionalidad. Dicho de otro modo,
Evo Morales y su sequito de funcionarios, provenientes algunos de los movimientos sociales,
otro no, están a cargo de la dirección de un Estado, no de un conjunto de movimientos sociales
únicamente. Por consiguiente, con el objetivo de mantener su posición en el poder, el MAS se
vio en la necesidad inobjetable de construir alianzas y acuerdos con aquellos sectores de clase
media, como también con la “residual” vieja clase dominante, actores que no integraban la
estructura de los movimientos sociales.
[…] yo quiero decirles con mucha sinceridad y con mucha humildad: muchos
compañeros de la ciudad, hermanos de la ciudad, profesionales, clases medias,
intelectuales, y hasta empresarios se suman al MAS. Muchas gracias, yo me
30 Prada, Raúl, “Políticas de las multitudes”, en Memorias de Octubre, Bolivia, Muela del Diablo editores, 2004, p. 120.
31 Salman, Tom, “Entre protestar y gobernar: Movimientos sociales en Bolivia en tiempos el MAS”, en T´inkazos, Revista
Boliviana de Ciencias Sociales, n° 29, 2011. Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=426141572003
Podemos atender la imperiosa necesidad de construir y elevar una dirección política y cultural
que, si bien afecta y pondera el abanico de movimientos sociales campesinos e indígenas,
también busca incluir aquellos sectores sociales, otrora opositores fervientes al conjunto
de los sectores subalternos. Justamente, de eso se trata erigir una dirección hegemónica, y
Evo ha sabido ejecutarla durante su primer mandato como presidente. Cabe resaltar que el
primer gobierno del MAS, pese a integrar muchos dirigentes indígenas y campesinos en las
bancas, también se vio en minoría dentro del poder legislativo, lo que fue un factor de gran
importancia que obligo a Evo y el MAS configurar sus estrategias políticas. La “refundación del
Estado” esgrimida por el presidente requería del apoyo de aquellos sectores capaces de ser
una fuerza opositora que interrumpa el proceso.
Con este panorama, uno puede poner en tela de juicio el carácter movimientista de los cocaleros,
y preguntarse: ¿Es el movimiento cocalero realmente un Movimiento Social? La respuesta
muestra matices, sin embargo, se podría expresar que desde su estructura organizativa y sus
medios de acción, cumplen con los requisitos demandados para ser un Movimiento Social.
Empero, si hablamos de un movimiento que tuvo como finalidad constante insertarse en el
Estado ergo institucionalizarse, este aspecto es justamente el que atenta contra el elemento
clave de este tipo de organización social, el hecho de no-institucionalizarse.
Atender y analizar en una futura investigación, los cambios y continuidades en lo que respecta
a las prácticas sociales y comunitarias que los cocaleros fueron forjando desde sus inicios,
con un fuerte componente de horizontalidad, democracia directa y mancomunión, puede
brindar nuevos aportes teóricos y metodológicos para repensar el carácter orgánico de un
sujeto colectivo, que se autoreferencia como Movimiento Social, y que de hecho habla, desde
el 2006, de la presencia en Bolivia de un “Gobierno de los Movimientos Sociales”.
32 Discurso de Evo Morales ante el congreso, La Paz, 22 de enero de 2006, en Svampa y Stefanoni, op. cit., p. 227.
Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 125
“a perdonar?
¿De qué tenemos que pedir perdón? ¿De qué nos van
1 Profesora de Historia, cursando la Licenciatura en la Universidad Católica de Córdoba, República Argentina. taty_villalba@
hotmail.com
Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 127
El objetivo del presente análisis es adentrarse en aquellos elementos constitutivos del discurso
zapatista, desde una mirada integradora, que aspire a rescatar la identidad de un movimiento
que es local pero también global, que es coyuntural pero, y a su vez, estructural. Para ello se
toman como referencia la Primera y la Sexta declaración de la Selva Lacandona, procurando
hacer un análisis general de los postulados que las revisten.
2 Aguirre Rojas, Carlos Antonio, Mandar obedeciendo. Las lecciones políticas del neozapatismo mexicano. Rosario, Prohistoria,
2009.
3 Benavides Guevara, María Gloria, “Cronotopos y dialogismo, elementos destacados en el discurso de las comunidades zap-
atistas de resistencia: de abril a junio de 1998” [En línea] en DOSSIER: ANÁLISIS DEL DISCURSO ZAPATISTA, Signos Lingüísti-
cos 3 (enero-junio, 2006), pp. 95-128. http://dcsh.izt.uam.mx/publicaciones/filosofia/index.php/SLING/article/view/591/570
Esa continuidad cultural, heredera de una tradición milenaria que logró resistir a la opresión
de quinientos años de colonialismo, se expresa en el “estar siendo5” de los habitantes de
la selva lacandona, los que observan en el movimiento zapatista un espacio que, desde la
contemporaneidad, recupera sus pasados, sus emblemas y los resignifica.
Con fuerte relación al concepto de cronotopos, se encuentra el de intersubjetividad, dado
que el mismo contribuye a dilucidar la constitución de ese “nosotros”, de ese discurso que
es creado histórica, política y geográficamente, y que expresa quiénes son, qué quieren y qué
cosas están declarando.
Sobre ello, Ana Inés Ceceña explica que: “El zapatista es una insurrección armada de palabra
y de fuego”6, donde el peso de lo dicho es tan definitorio como el de lo hecho y en dónde
el plano de la palabra se convierte en el vehículo fundamental de difusión y sostenimiento
del movimiento. La necesidad de presentarse al mundo, de comunicar sus demandas, de
expresar su discurso, adquiere una relevancia inusitada en el zapatismo, la cual se refleja en
las innumerables cartas, comunicados, publicaciones, y actos que se desarrollaron a lo largo
de su historia. Estas circunstancias patentizan una cosmología que entiende a la política como
una praxis, como un “estar haciendo”, y también como un discurso autorreferencial, como un
“estar siendo y diciendo”.
Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 129
El acto del habla y la enunciación de postulados no sólo se circunscribe a una necesidad
identitaria sino que por medio de la construcción de un “nosotros” en contraposición a un “los
otros”, sumaron adeptos a su causa y consiguieron apoyos y lealtades. En este plano analítico
la construcción de un discurso como intersubjetividad, se presenta como una manera de
considerar el mundo, los objetos y las personas radicalmente distinta a la que domina en la
racionalidad occidental, en la que los sujetos históricos son protagonistas de la construcción
comunitaria y la realidad es presentada como acto de creación y re-creación colectiva, donde
se combina lo singular y lo regular.
Carlos Lenkersdorf ha analizado este aspecto en la lengua tojolabal7 y por medio del estudio
lingüístico, se ha adentrado en la configuración social, cultural e identitaria de los habitantes de
la zona chiapaneca. El fuerte sentido comunitario, el explícito reconocimiento de lo colectivo,
que se configura y constituye a partir de múltiples heterogeneidades, que se unen es un tiempo
y lugar, se presentan como elementos cohesivos en las comunidades de la selva Lacandona.
Este conjunto de rasgos se puede visibilizar en ciertas máximas estructurantes de su discurso,
tales como “ya basta! Para todos todo” o el famoso “mandar obedeciendo”, dónde la lógica
colectiva adquiere un lugar predominante y se resignifican los elementos característicos de
las formas de política y representación occidentales, para otorgarles una impronta americana.
Luisa Ortíz Pérez expresa que “el acto del lenguaje es la bisagra entre la resistencia como
oralidad y la resistencia como acción política”8; de este modo, mediante la presentación
pública por medio de declaraciones (muchas de las cuales se realizan por intermedio de la
Radio Zapata, voz suroriental del EZLN), entrevistas ante los medios de comunicación masiva,
actos, encuentros multitudinarios9 y, posteriormente, publicaciones en papel y con soportes
digitales, el movimiento dio a conocer su mensaje y sus alternativas de acción.
7 Uno de los varios grupos étnicos que son la cultura viva de Chiapas, en concreto realiza el estudio de esta lengua y su sentido
extralingüístico.
8 Ortíz Pérez, Luisa, “Repertorios y herramientas desobedientes. Las contribuciones del zapatismo en la lucha contrahegem-
ónica”, en López Maya, M., Iñigo Carrera, N. y Calveiro, P. (Eds.), Luchas contrahegemónicas y cambios políticos recienten en
América Latina, Buenos Aires, Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO), 2008, p. 131.
9 Como lo será la famosa C.N.D. (Convención Nacional Democrática) la cual se puede visibilizar con amplísima claridad en
el largometraje documental “Viaje al Centro de la Selva”, dirigido por Epigmeo Ibarra, el cual presenta una crónica de las
actividades del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), desde su alzamiento e irrupción en la escena pública el 1 de
enero de 1994 hasta la Convención Nacional Democrática, celebrada en Chiapas el 9 de agosto del mismo año. El recuento es
expuesto a través de imágenes de la vida cotidiana y entrevistas a los pobladores de la zona, así como con apoyo de testimo-
nios de personajes como el Subcomandante Marcos; Samuel Ruiz, obispo de San Cristóbal de las Casas; el político Manuel
Camacho Solís, comisionado para la Paz y la Reconciliación en Chiapas, y la activista maya-guatemalteca Rigoberta Menchú.
10 Lo interesante de los mismos no es sólo el contenido, sino quiénes publican, lo cual enriquece y supera las límites del
presente trabajo; no sólo las grandes “figuras” del movimiento como el subcomandante Marcos, sino también las amplísimas
contribuciones de intelectuales, las palabras de las comandantas, los periodistas, miembros del movimiento, que enriquecen el
análisis, y dan cuenta de la pluralidad y sentido democrático-comunitario que lo reviste y lo caracteriza.
Presentando, además, un discurso étnico autorreferencial (se proponen ser parte de la nación,
sin dejar de ser indígenas, fortaleciendo el reconocimiento y la recuperación de la identidad);
cosmopolita (en el cual reconocen a los pueblos originarios mexicanos y sus dificultades, pero
las extienden a todos los pueblos del mundo, que transiten por esta situación); pluralista e
inclusivo (donde explicitan la presencia de todos los sectores de la comunidad “Hombres,
mujeres, niños y ancianos”).
De esta manera en este inicial discurso se definió con claridad el quién, el cómo, el cuándo
y, sobre todo, el para qué. Se constituyó una resistencia y una rebeldía, la cual se definió a sí
misma, invitando a todos aquellos colectivos cuyas demandas sean similares, a sumarse; y,
además, crearon las líneas de acción, es decir, la materialización de aquel discurso en hechos
concretos.
También, como expresa es su trabajo María Gloria Benavides Guevara, en aquel texto (y en los
que continuarán) se destaca un fuerte contenido de “denuncia”, la cual es coyuntural (frente
a las políticas excluyentes signadas por el neoliberalismo y el achicamiento de la presencia
estado sufrido en esa región en particular) pero también es histórico, ya que reclamaron
en él la ancestral marginación, discriminación y abandono que han sufrido los campesinos
originarios en la región y en el país.
Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 131
Este elemento le otorgó un fuerte sentido milenarista a su discurso, pese a su declarada
historicidad:
La autora presentada centra su análisis en 38 cartas que se difunden por correo electrónico,
las que refieren al período que va de abril a junio de 1998 y que son expresadas por miembros
de las comunidades en resistencia. En las mismas se denuncia la fuerte represión ejercida por
el ejército nacional sobre sus comunidades, y evidencian un momento de tensión, donde la
necesidad de la palabra se vislumbra como esencial para comunicar los aconteceres vividos
por las comunidades. Pero pese a lo coyuntural del análisis, quién escribe el artículo contempla
la transversalidad del discurso zapatista en las mismas. Al respecto explica:
Todo lo expuesto por la autora, y sin animosidad por forzar conexiones, nos permite analizar
en líneas generales la continuidad con el movimiento inicial, esbozados en esa primera
declaración. Un discurso que delimita identidades, denuncia quebrantos y aporta un cómo
seguir, un nuevo rumbo.
Ésta es nuestra palabra sencilla que busca tocar el corazón de la gente humilde
y simple como nosotros, pero, también como nosotros, digna y rebelde. Ésta es
nuestra palabra sencilla para contar de lo que ha sido nuestro paso y en donde
estamos ahora, para explicar cómo vemos el mundo y nuestro país, para decir lo
que pensamos hacer y cómo pensamos hacerlo, y para invitar a otras personas a
que se caminan con nosotros en algo muy grande que se llama México y algo más
grande que se llama mundo. Esta es nuestra palabra sencilla para dar cuenta a
todos los corazones que son honestos y nobles, de lo que queremos en México y el
mundo. Ésta es nuestra palabra sencilla, porque es nuestra idea el llamar a quienes
son como nosotros y unirnos a ellos, en todas partes donde viven y luchan.15
De esta manera, la sexta declaración afirma e, incluso ratifica, ciertas banderas “clásicas”
y originales del movimiento, definiendo su sentido comunitario, cosmológico e identitario.
Se recorren históricamente las luchas y acontecimientos sufridos por el movimiento, pero
luego se ratifica la idea de que “otro mundo es posible” y solidarizan con otros colectivos
latinoamericanos y de otros continentes que luchan por causas similares, abogando por el no
uso de las armas, y así matizando la radicalidad de la primera Declaración.
Al final de la misma invitan a expresar y a comunicar la adhesión o el desacuerdo ante el
movimiento, lo cual nos permite ver aquella noción de “un mundo donde quepan muchos
mundos”, ya que mediante la identificación de su “ser zapatista” reconocen la emergencia de
otras luchas que pueden también ser las suyas, invitando a la participación, reconociendo la
pluralidad y, a la par, admitiendo un sentido comunitario de un ser que trasciende las fronteras
regionales. Tal como se lee:
Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 133
Se advierte el contenido plural del discurso zapatista, el cual no sólo reconoce a los diferentes
movimientos existentes en el mundo y los invita a sumarse, solidarizándose con su causa,
que es la suya, sino que además reconoce la heterogeneidad de actores que configuran el ser
mexicano.
Sobre esta máxima de “un mundo en que quepan muchos mundos”, resulta enriquecedor
un acercamiento a los planteos de Carlos Lenkersdorf. De ella, el autor aduce la idea de que
“todos somos sujetos” y es una forma expresiva de intersubjetividad que trasunta aquella
afirmación, la cual implica una jerarquía de lugares y funciones dentro de un todo que los
define como sujetos y eso es la comunidad, que vive y funciona debido a la participación de
todos, y allí radica la gran ruptura ante la individualidad occidental. El “mandar obedeciendo”
es la manera en la que la comunidad se rige a sí misma desarrollando formas de poder y
empoderamiento colectivas y respetuosas de la sociedad.
En esta misma línea, Immanuel Wallerstein analiza la Sexta Declaración y concluye que en
ella se vislumbra “una clara indicación de la línea política por la cual se está luchando”18,
marcando un giro en las acciones políticas del movimiento y un retorno hacia los postulados
más elementales de las formas de hacer política de las cosmologías originarias, representando
con ello un quiebre y una continuidad dentro de un mismo proceso histórico.
Además es posible reconocer la continuidad de los fundamentos antropológicos y filosóficos
fundantes del movimiento, la que se mantiene incólume en este segundo documento
analizado.
18 Wallerstein, Immanuel, Historia yx dilemas de los movimientos antisistémicos, México, Contrahistorias, 2008, p. 224.
Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 135
“ La categoría de indio, en efecto,
una categoría supraétnica que no denota ningún
es
1 Profesor de Historia y Lenguas Extranjeras. Maestro en Historia por la Universidad de Brasília (UnB). deviintoster@gmail.com
2 Bhabha, Homi K., O local da Cultura, Belo Horizonte, UFMG, 2010, p. 203.
Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 137
el siglo XVIII, la nación debería ser formada por un todo cohesivo y uniforme, que no aceptara
lo fragmentario, lo disperso y lo descontinuo.3
La antropología, en el horizonte del México posrevolucionario, apareció como un nuevo
discurso especializado capaz de transformar el indio, este ser hasta entonces extraño a la
nación, en su elemento central, el meollo de su fundamento histórico. Un ejemplo de ello fue
la creación, en 1917, de la Dirección de Antropología, agregada a la Secretaria de Agricultura
y Fomento, órgano que convertiría las culturas aborígenes, objeto de estudio clásico de la
antropología, en una materia de interés vital para el Estado.
Por detrás de ese emprendimiento estaba Don Manuel Gamio Martínez, antropólogo
responsable por las principales instituciones indigenistas del Estado revolucionario y que
figuró como el director del nuevo órgano indigenista a lo largo de toda su duración: 1917-1925.
Manuel Gamio, después de formarse en antropología, etnología y arqueología por el Museo
nacional en los años de 1906 y 1908, bajo la dirección de Nicolás León y Jesús Galindo y
Villa, se ganó una beca de estudios para hacer su maestría en Artes por la Universidad de
Columbia, Nueva York, bajo la supervisión del famoso antropólogo alemán radicado en los
Estados unidos: Franz Boas.4
De regreso a México en 1911, Gamio se colocaba, una vez más, al servicio de la orientación
intelectual del antropólogo alemán. El investigador mexicano era parte del equipo internacional
de pesquisadores de la Escuela Internacional de Arqueología y Etnología Americanas dedicados
a llevar a cabo los programas delineados por Boas, quién asumía, entonces, la dirección de
la Escuela. Sin embargo, a partir de 1916, Gamio pasó a ocupar el cargo de director de la
Escuela hasta la fecha de su extinción en 1920. Para entonces, el recién promisor antropólogo
mexicano figuraba ya como la nueva autoridad en los asuntos que concernían a la práctica
antropológica y el quehacer indigenista. A partir de ahí, Gamio pasó a ser considerado el padre
de la antropología mexicana y el fundador del indigenismo moderno en ese país, otorgando a
la antropología el status de ciencia.5
La gran misión incumbida a la antropología era poner un fin a lo que se suponía que fuera
el problema capital que México padecía: la multiplicidad de grupos étnicos y culturales que
recortaba el país de norte a sur. Era menester crear un sentido de nación que unificara todos
los grupos reivindicados como miembros integrantes de la patria en un modelo identitario
unívoco y homogéneo. En ese sentido, la antropología de Manuel Gamio procuró establecer
relaciones de reciprocidad entre un “Yo” y un “Otro”, anulando las diferencias culturales entre
ambos y edificando la imagen de un “Yo colectivo”, en dónde todos serían uniformemente
partícipes de una comunidad política imaginada como nacional. La fabricación de la imagen
del mestizo fue igualmente crucial para forjar el nuevo sentido de mexicanidad exigido por la
lucha revolucionaria. El mestizaje prometía eliminar de la arena histórica el muro de discordia
que separaba los criollos de los indígenas, reuniéndolos en un nuevo pacto social que,
supuestamente, integraba ambas matrices de civilización –la Mesoamericana y la Occidental–
en un proyecto armónico y conciliador de nación.6
3 Villoro, Luis, “Del Estado homogéneo al Estado plural”, en Estado Plural, Pluralidad de culturas, México, Editorial Paidós,
2002.
4 Moctezuma, Eduardo Matos, en Gamio, Manuel, Arqueología e Indigenismo, México, DF, SepTentas, 1972.
5 Marzal, Manuel M, “El indigenismo moderno en México”, en Historia de la antropología indigenista: México y Perú, Barcelona,
Anthropos, 1993.
6 Batalla, Guillermo Bonfil, México Profundo. Una civilización negada, México, DF, S.A. de C.V, 2009.
7 No obstante, como afirma Todorov en A conquista da América. A questão do Outro (1993) ese mundo desconocido ya estaba
significado de antemano por la cosmovisión cristiana medieval, evidenciada, sobretodo, en la actitud de Colón. Los escritos del
famoso viajero medieval Marco Polo, acerca del imperio oriental del Gran Kan, reino paradisíaco en dónde abundaba el oro y el
miel y que quería ser cristianizado, norteaba el imaginario del navegador genovés. De acuerdo con los mapas medievales de la
época, Colón creía que la India se encontraba muy cerca al reinado del Gran Kan de Marco Polo, que, por su vez, se ubicaba en
el Japón. En función de ese imaginario, todo el universo hasta entonces extraño y misterioso, que era la América precolombina,
ya estaba insertado en los códigos de significación e interpretación de la cristiandad medieval, segundo los escritos de Marco
Polo y otros autores medievales que también discurrieran sobre el tema. En Todorov, Tzvetan, A conquista da América. A ques-
tão do outro, São Paulo, Martins Fontes, 1993.
8 Martínez, Héctor Pérez, Cuauhtémoc: vida y muerte de una cultura, México, Espasa Calpe, 1948, p. 219.
9 Villoro, Luis, “Tercer momento. Lo indígena manifestado por la acción y el amor. Precursores del indigenismo actual”, en Los
grandes momentos del indigenismo en México, 3° Ed., México, FCE, COLMEX, El Colegio Nacional, 1996.
10 Lafaye, Jacques, “Abismo de Conceptos: Identidad, nación, mexicano”, en, Quetzalcóatl y Guadalupe. La formación de la
conciencia nacional en México, México, DF, Fondo de Cultura Económica, 2002.
11 Florescano, Enrique, “El relato histórico acuñado por el Estado posrevolucionario”, en Historia de las historias de la nación
Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 139
En el viraje del siglo XIX para el XX, los grandes teóricos que se ocuparon de la cuestión
indígena mexicana como un problema contemporáneo estaban completamente embebidos
en esa tradición intelectual. Entre esos autores, se destacaron Francisco Pimentel (a pesar
de haber muerto en el siglo XIX, en 1893), Francisco Bulnes y Andrés Molina Enríquez. Para
ellos, el indígena contemporáneo era reconocido, pero su existencia se revelaba en un grave
problema. El indio representaba el gran obstáculo para la consolidación de la nación en cuánto
una “unidad de origen, de religión, de tipo, de costumbres, de lengua, de estado evolutivo, y
de deseos, de propósitos y de aspiraciones”.12 Se trataba de construir el ideal de nacionalidad
pautado en la idea de homogeneidad y uniformidad étnica/política/cultural. El indígena
contemporáneo, además de evidenciar un estado de retroceso histórico, de acuerdo a los
postulados evolucionistas del positivismo, revelaba también la fragmentación y la diversidad
de un proyecto nacional que se quería uno e indivisible.
Esos autores no hesitarían en hacer del mestizo su ideal de unidad y homogeneidad nacional,
una categoría que, por su vez, debería unificar los grupos indios y criollos en torno a una
nueva raza nacional. Por primera vez en la historia mexicana, se vislumbraba un fin al secular
conflicto protagonizado por Cortez y por Cuauhtémoc, tal como afirmado por Pérez Martínez
en las líneas más arriba. De acuerdo con Andrés Molina Enríquez:
El proyecto de mestizaje para esos intelectuales era simpático, a su propia manera, con la
teoría racista decimonónica del argentino Domingo Faustino Sarmiento, entonces en moda en
todo el continente americano; para el periodista y escritor argentino, la mejora de la raza en las
Américas dependía de la cantidad y cualidad de la inmigración europea, que debería reforzar
EL MESTIZO REVOLUCIONARIO
El embasamiento de este mestizaje, sin embargo, no era más compatible con la nueva
imagen acerca del indígena que empezaba a gestarse con el movimiento revolucionario.
Los contenidos postulados en la jerga por la ciencia decimonónica a respecto de las culturas
indígenas contemporáneas no servían más como base teórica para situarlas en la trama
histórica exigida por la revolución. Era menester que se ofreciera otra imagen del indígena
que refutara aquella estipulada por el evolucionismo y por el darwinismo social. Fue cuando
surgió una nueva herramienta teórica que asumió la tarea de responder a la complejidad de
ese desafío: la antropología de principios del siglo XX y, particularmente, el relativismo cultural
desarrollado por Franz Boas y su discípulo mexicano Manuel Gamio.
Según el relativismo cultural, las manifestaciones culturales de los diversos grupos étnicos no
podían ser jerarquizadas en una única tabla de valores, tal como lo proponía el evolucionismo
unilateral. Ahora, era menester que cada grupo étnico fuera entendido y valorado a partir de
las especificidades de su propio contexto histórico y cultural, de modo que no se hiciera uso
de nociones de superioridad e inferioridad cuando esos grupos fueran confrontados entre sí.16
A partir de esta nueva perspectiva, las sociedades humanas no eran más entendidas bajo el
prisma evolucionista que, supuestamente, dirigía el “espíritu humano” por medio de leyes
inmutables, eternas y universales; al contrario, ahora ellas eran vistas como realidades diversas
que construían diferentes posibilidades de valoración y significación del mundo y de la propia
existencia humana, a partir de su condición histórica particular.17
La obra de Boas tuvo como foco principal la desvinculación de las características raciales de
aquellas pertenecientes al ámbito de la cultura y de lo social. Su propuesta antropológica
fue una respuesta directa a la idea, cara al evolucionismo, de que el progreso cultural de las
sociedades humanas estaba relacionado con caracteres de naturaleza fisiológica. Al disociar
raza y cultura, Boas permitió la desmitificación de la idea de superioridad racial de la cultura
occidental, arguyendo a favor de una “igualdade fundamental da mente humana”, en la cual
todos los grupos estarían igualmente habilitados a realizarse y a desarrollarse plenamente.18
Dando continuidad a los caminos dejados por su maestro, la obra de Gamio se ha presentado
como un esfuerzo contundente para explicar la desigualdad de poder existente en el México
a partir de un sesgo de naturaleza igualmente sociocultural. Con el rechazo de la pretendida
inferioridad innata de las poblaciones indígenas, el problema de la marginalidad e indigencia
en que vivían esos grupos étnicos fue dislocado para una cuestión de naturaleza histórica,
es decir, pasible de ser transformada mediante la acción humana. La condición social de
miseria era explicada ahora como resultado de procesos históricos que habían destituido tales
Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 141
sociedades de sus espacios tradicionales de prestigio y poder, sujetándolas a una relación de
dominio y dependencia a la civilización del Occidente.19 Una vez disueltos los cordones que
ataban los grupos aborígenes a un determinismo biológico, el relativismo cultural posibilitaba
una nueva lectura que los emancipaban del destino histórico asfixiante de decadencia y
extinción. Un nuevo lugar les fue otorgado dentro del orden sociocultural que se levantó con
el régimen revolucionario.
Si el nuevo indigenismo mexicano se fundamentaba en el respecto a la alteridad y en su
peculiar camino histórico, por otro lado, él se confrontaba con los viejos cánones cristalizados
en el México decimonónico y con la propia praxis liberal re-instaurada por la revolución:
modernizarse y constituirse en una nación sintonizada con los principios del Viejo Mundo.
De ese modo, aunque las especificidades culturales indígenas debiesen ser acogidas por
la revolución y valorizadas en sus singularidades, una vez más la historicidad occidental se
imponía como la “marcha triunfal de la historia”. Así, las peculiaridades indígenas nuevamente
debían ceder a las promesas tentadoras del futuro “promisor” de la modernidad; pero, ahora,
bajo los auspicios del relativismo cultural, el proceso de occidentalización indígena debería
regirse por otras reglas, en las cuales los intereses indígenas y aquellos advenidos del mundo
occidental estuvieran conciliados en un nuevo pacto nacional.
De esa forma, debería existir un diálogo entre ambas civilizaciones (indígena y occidental) para
producir una “cultura sincrética”, que trajera consigo lo que habría de mejor en cada matriz
de civilización. Se reconocía la existencia de valores “positivos” en las culturas aborígenes
que podrían enriquecer la cultura nacional y “universal”. Así, supuestamente, se trataba de
occidentalizar el indio, pero también indianizar el Occidente.
Para Gamio, la figura del mestizo nuevamente se imponía como la única raza capaz de
propiciar la tan ambicionada fusión entre la cultura universal (blanca, cristiana y europea) y
la cultura local (indígena, pagana y americana).21 Ya no se trataba, sin embargo, del ideal de
mestizaje de Molina Enríquez o de Francisco Pimentel, que, embebidos en la tradición del
positivismo y del darwinismo social, veían en el indígena un elemento de retroceso en vías de
desaparición.
Entre la dialéctica del mestizaje de Molina Enríquez y la del Manuel Gamio irrumpía un
nuevo recorte teórico, que pasaba a dar visibilidad a las culturas indígenas. Si, para ambos,
el indígena contemporáneo se presentaba como una alteridad, Luis Villoro22 informa que ese
distanciamiento –entre mestizo e indígena– estaba mucho más visible en Molina Enríquez
19 Gamio, Manuel, Forjando Patria, Prólogo de Justino Fernández, México, DF, Porrúa, 2006.
20 Ibídem, p. 96.
21 Villoro, “Tercer momento”, op. cit.
22 Ídem.
Así, para Gamio27, en consonancia con el imaginario nacionalista revolucionario, las culturas
indígenas contemporáneas no eran apenas lo ajeno y lo extraño al mestizo-mexicano sino
también parte intrínseca y substancial de lo mismo. Como expuesto anteriormente, con la
revolución, los indios, tanto del pasado como del presente, fueron vistos como una realidad
que conformaba el real sentido de la existencia de lo que se entendía, en la época, por
mexicanidad, algo que, segundo el escritor y político mexicano Agustín Yáñez, estaba formado
por los secretos de un principio indígena vital que “subsiste dentro del alma nacional. […] una
de las fuentes de lo mexicano. La religión, el arte primitivo, sus formas lingüísticas, su cultura,
todo da testimonio de la mexicanidad”. 28
A partir del indigenismo revolucionario, la alteridad fue proyectada no apenas sobre las culturas
indias, pero también sobre la cultura europea, denunciada por Gamio29 como una cultura
impuesta e importada, que imposibilitaba al mexicano la compresión de su condición restricta
23 Ídem.
24 Gamio, op. cit.
25 Villoro, “Tercer momento”, op. cit.
26 Ibídem, p. 234.
27 Gamio, op. cit.
28 Yáñez, Agustín, Mitos indígenas, estudio preliminar, selección y notas, México, UNA, 1942, p. 234.
29 Gamio, op. cit.
Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 143
y singular en el mundo. Reivindicando lo indígena como el fundamento histórico no apenas
de México, pero de todo el continente americano, Gamio argüía a favor de una América que
no era más una mera extensión acéfala de Europa, una copia defectuosa del Viejo Mundo.
La ideología mestiza de Gamio30 surgía, así, como una propuesta crítica que digería Europa y
la deglutía en aquello que, para el autor, ella poseía de más valioso: su legado científico y su
progreso material. Parecía que, por fin, el Viejo Mundo dejaba de constituirse en un referente
histórico rígido que sufocaba los flujos históricos “originarios” de América Latina. De ese
modo, el indígena era valorado como lo que caracterizaba y diferenciaba el Nuevo Mundo,
más específicamente a México, frente a Europa.
La novedad del proyecto de mestizaje del régimen revolucionario se pautaba también en una
nueva demarcación de los discursos que restringían los límites de lo verosímil acerca de las
culturas autóctonas. Es decir, una vez que la antropología asumía las riendas del indigenismo,
ella se tornaba en el único lugar posible en el cual se podría producir nociones de verdad e
inteligibilidad sobre el indio. El mestizaje de los autores previos al indigenismo de Gamio
pecaba porque, a los ojos de la naciente antropología mexicana, sus saberes resultaban
anacrónicos e incapacitados en dar a conocer las “verdaderas” causas que colocaban las
poblaciones indias en desventaja de privilegios en relación a las blancas.
30 Ídem.
31 Villoro, “Tercer momento”, op. cit., p. 221.
32 Pimentel, op. cit., p. 233.
Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 145
desapareciera y diera lugar a un espacio social nivelado y homogéneo. Del mismo modo,
para el autor, la condición social de pobreza, en la cual estaban sumergidas las poblaciones
indígenas, era lo que las incapacitaba de dar el mismo salto de progreso y abrazar los gozos y
los privilegios de la civilización europea.
Como hemos visto brevemente, la antropología de Gamio realizaba un nuevo recorte
epistémico, en el cual la precariedad de vida de las sociedades indígenas dejaba de ser
asociada a una condición de inferioridad racial. Los estancamientos sociales en que vivían las
masas indígenas no residían en atavismos ancestrales o en deficiencias fisiológicas/mentales.
Lo que determinaba la condición de los pueblos, en los distintos rincones del país, eran las
condiciones históricas, económicas, políticas y sociales que las habían relegado a estados
deplorables de la existencia humana.
Lo que Gamio inauguró [...] fue la convicción de que la ciencia antropológica era
la herramienta idónea para enfrentar los problemas de adaptación, integración
y desarrollo de las comunidades indígenas. O dicho con otras palabras, que los
problemas de atraso, pobreza o marginación eran problemas sociales, y por tanto,
susceptibles de solución por medio de los métodos establecidos por la ciencias
sociales y, en primer lugar, por la antropología. Éste fue un paso transcendental
en el tratamiento del llamado problema indígena, pues a partir de entonces
este tema quedó despojado de sus connotaciones denigratorias, fueran estás
raciales, lingüísticas o culturales, para convertirse en un problema social, en
una responsabilidad política cuya competencia caía en la esfera del Estado.
En contraste con el indigenismo histórico que caracterizó a la política porfirista,
el proyecto de Gamio se comprometía con el indio vivo y proponía modificar su
situación presente.38
Sin embargo, la cuestión de la pobreza y postración indígena, que tanto preocupaba a Gamio,
se ha convertido en un tema central sólo y cuándo ha sido entendida como una traba a la
formación nacional y a la incorporación plena del mexicano a la cultura del Occidente. El gran
desafío colocado a la antropología gamiana consistía en comprender el “cómo” y el “porqué”
de la civilización europea no haber penetrado en el interior de las civilizaciones indígenas
milenarias, para formar con ellas una cultura histórica sincrética y realmente hibridada.
Lo que impedía el país de constituirse en una legítima y verdadera nación era, para Gamio, el
hecho de haber una escisión de tiempos históricos que no lograban fusionarse en un tiempo-
espacio común.39 El problema era que este tiempo-espacio reivindicado como el único lugar
posible del acontecer nacional, la cultura contemporánea citada por Gamio, no era sino la
encarnación de las premisas de un modelo de historicidad propio a la modernidad occidental.
Así, la “originalidad” americana nuevamente cedía paso a una homogeneidad condicionada
por el tiempo histórico del Viejo Mundo.
38 Florescano, Enrique, “Las ideas de Patria y nación en la Revolución de 1910-1917”, “El nacionalismo cultural, 1920-1934”, “El
Nacionalismo del Estado posrevolucionario, 1934-1960”, en Imágenes de la patria. México, DF, Taurus, 2005, p. 296.
39 Villoro, “Tercer momento”, op. cit.
CONSIDERACIONES FINALES
El indigenismo se constituía en un saber que no se interesaba por lo que sería el indio en sí,
su naturaleza intrínseca e idiosincrática, sino por los enunciados y discursos que se construían
en torno a él. Al transformarse en conocimiento, es decir, en lenguaje, el indígena dejaba de
ser lo que era para convertirse en una expectativa. El conocimiento producido sobre el indio
lo convirtió en un objeto pasivo, sus deseos e intereses propios acabaran por volverse una
exclusividad y monopolio de un grupo especializado de no indios. Por no dominar las técnicas
de refinamiento teórico fabricadas por la civilización blanca occidental, el indígena perdió, para
un no igual, el prestigio y la legitimidad para pensar sobre su propia realidad; era el hombre
blanco quién debería pensar por él.
Si, dentro de los parámetros puestos por el indigenismo moderno, el indígena debería
incorporarse al mundo occidental a través de un diálogo que llevara en consideración los
aspectos de su matriz de civilización, estaba claro que los que establecían las reglas de ese
juego eran siempre los no indios profesionales. Es decir, eran los indigenistas y los antropólogos
quiénes asumían los intereses de lo que se constituía entonces en su objeto de análisis: las
sociedades indígenas. Cabría a esos profesionales seleccionar lo que se encuadraría como
positivo y aprovechable en esas sociedades y lo que sería despreciable y desechable. Se
trataba, así, de solidificar una política de dominio cultural que anulara el poder de decisión de
los propios indios, sujetándolos a un sistema de control ajeno a sus comunidades.42
40 Batalla,
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Guillermo Bonfil. México Profundo. Una civilización negada. México: DF, S.A. de C.V, 2009.
41Entre los antropólogos e indigenistas que lideraron los cargos y programas gubernamentales dirigidos a los grupos indígenas
en la primera mitad del siglo XX se destacan: Aguirre Beltrán, Julio de la Fuente, Ricardo Pozas y Alfonso Caso. En Batalla, op.
cit.
42 Ídem.
Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 147
De esta manera, el indigenismo moderno mexicano, y su subsecuente proyecto de mestizaje,
se constituía en una nueva estrategia de occidentalización y desmantelamiento de las
culturas amerindias. El gran diferencial que el contexto revolucionario creó, en lo referente
a las representaciones de los grupos indígenas, fue el hecho de pensar y valorar sus culturas
en cuánto realidades pertenecientes al tiempo presente, realidades vivas y concretas que
necesitaban ser comprendidas como un fenómeno actual al período del posrevolución. A
partir de un nuevo sesgo teórico y metodológico, esas culturas deberían ser incorporadas
gradualmente a la cultura nacional y “universal” de una forma consentida y pacificada, en
dónde se respetarían sus singularidades y especificidades culturales. No obstante, al paso
del tiempo, tales especificidades deberían ser descaracterizadas y metamorfoseadas en una
nueva masa uniforme y cohesiva (mestiza), que propiciaría la soñada y cobijada unidad del
Estado-Nación.
”
es mi posición y nunca la voy a cambiar.
1 Sociólogo; Doctor en Sociología; Magíster en Política Latinoamericana. Docente de la Universidad Viña del Mar y de la Universi-
dad Alberto Hurtado. Director del Centro de Estudios de América Latina y el Caribe-CEALC. tricot18@gmail.com
Sin duda que el carácter asimilacionista del Estado chileno, así como las políticas públicas
indígenas racistas del mismo, son parte de la constitución del sujeto mapuche en movimiento
–la más importante es la reflexividad del propio movimiento, pero –más puntualmente– lo
es la Segunda Negación. La dictadura, con pretensiones de trascender lo que consideraban
un capitalismo agotado, procedió a elaborar una estrategia de modernización del campo
que no solamente excluía a los mapuche, sino que simplemente los desplazaba, los
desterritorializaba, los obliteraba culturalmente. Para lograr tal objetivo se implementó una
estrategia cuatridimensional estructurada mediante la represión sistemática del pueblo
mapuche y, especialmente, de sus expresiones organizadas; un proceso de contra-reforma
agraria; la privatización y división de las tierras mapuche; la expansión de la industria forestal.
La imposición violenta del modelo neoliberal por la dictadura cívico-militar en el siglo XX y
la articulación de los elementos antes mencionados, constituye la Segunda Negación. Esta
última conforma una diada histórica con la Negación Originaria, la cual alude a aquel proceso
verificado en el siglo XIX que viabilizó el violento arreduccionamiento territorial, cultural,
social y económico del pueblo mapuche. Y ambas configuran un Continuum Histórico de
Dominación desplegado como un ordenamiento socio-político. Ambas negaciones están
engarzadas y reproducen las condiciones de dominación estato-chilenas, pero la Segunda
Negación tiene características propias que ensamblan un nuevo modo de apropiación
territorial que regionalizó la operación del capital, pero desregionalizó sus utilidades. Además
de fortalecer la centralización y concentración del poder económico y político. De esta manera,
tanto la chilenidad como el capital transnacional consolidaron su esencia endolocolonial
y capitalista dependiente, configurando un entramado de dominación violenta y racista
donde el pueblo mapuche fue no sólo víctima, sino que también se erigió como un colectivo
resistente y resiliente. La dictadura reeditó y prosiguió reproduciendo el Continuum histórico
2 Tricot, Tito, Autonomía. El Movimiento Mapuche de Resistencia, Santiago, Ceibo Ediciones, 2013, p. 63.
Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 151
de Dominación, pero ahora la tierra mapuche había engendrado sus propios guerreros de
terracota que –dicen– resguardan los secretos de la inmortalidad y, uno podría argüir, que
en este caso particular vigilan los secretos del Mundo y País Mapuche para preservarlos y
proyectarlos en una nueva guerra de muchas impuestas por el Estado chileno. Los símiles
vernáculos de los soldados de terracota son los Weichafe3, quienes, acorde al relato y práctica
política de la Coordinadora Arauko-Malleko, una de las organizaciones más relevantes del
Movimiento Mapuche Autonomista, eran sujetos del cambio histórico. Es decir,
Lo anterior es otra forma de afirmar que el modelo de desarrollo neoliberal incoó su propia
paradoja: el surgimiento de un movimiento mapuche distinto donde
Por tanto, es posible apreciar una continuidad movimental histórica, pero también una
calidad distinta que puede ser comprendida como una sedimentación de prácticas y saberes
antiguos. Calidad expresada en la capacidad de trazar estrategias de lucha política que
superan la demanda campesinista, culturalista o economicista. El contenido central de dichas
reclamaciones, del discurso y repertorio de acciones buscan territorializar la demanda, etnicizar
la identidad, politizar la cultura o culturizar la política, porque
3 Guerrero mapuche.
4 Pairican, Fernando, Malon. La Rebelión del Movimiento Mapuche, Santiago, Pehuén, 2014, p. 225.
5 Tricot, op. cit., p. 332.
6 Ibídem, p. 63.
7 Caniuqueo, Sergio, “Dictadura y pueblo mapuche 1973 a 1978. Reconfiguración del colonialismo chileno”, en Revista de Histo-
ria Social y de las Mentalidades, Volumen 17, Nº 1, 2013, Departamento de Historia, Universidad de Santiago de Chile, p. 89.
8 Nahuelpán, Héctor, “Las ‘zonas grises’ de las historias mapuche. Colonialismo internalizado, marginalidad y políticas de la
memoria”, en Revista de Historia Social y de las Mentalidades, Volumen 17, Nº 1, 2013, Departamento de Historia, Universidad
de Santiago de Chile, pp. 12-13.
Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 153
En otras palabras, la marginalidad no siempre se formula en actitudes o accionar contestatario,
reivindicativo o, incluso, de simple denuncia. Por otro lado, la acción individual y colectiva
mapuche puede no manifestarse de modo articulado u organizado, pero sí puede poseer un
contenido político, porque en muchos mapuche existe la certeza de que la responsabilidad de
la actual condición del pueblo mapuche recae en el Estado chileno, en toda su institucionalidad
y en el modelo de desarrollo neoliberal, aunque no necesariamente se le designe como tal, sino
que más bien se reifica en la industria forestal o en las empresas hidroeléctricas. Asimismo,
una parte significativa de los mapuche ha perdido confianza en el wingka9, particularmente en
las comunidades que son objeto constante de las políticas represivas del Estado.
este encono profundo se orijinaba [sic] de las crueldades incalificables de que los
civilizados venían haciendo víctimas a los indígenas desde el último alzamiento. El
poblador inculto de los campos de la frontera, de ordinario a un nivel moral inferior
al indio, era su encarnizado enemigo: le arrebataba sus animales, hería o mataba
cuando podía [...].10
9 Designación del extranjero o blanco y que, por experiencia histórica, nombra también al ladrón o usurpador
10 Guevara, Tomás, Historia de la civilización de Araucanía, Santiago, 1902, p. 443.
Las autoridades chilenas, particularmente los militares, asesinaban ayer y las autoridades
y la policía asesinan hoy. Al menos cuatro mapuche han muerto en el contexto del mal
llamado conflicto mapuche. Todos jóvenes, todos luchando por el derecho de su pueblo a
la autonomía y contra los ocupantes de su territorio: las empresas forestales y los dueños de
fundo, descendientes de colonos, que viven en tierras usurpadas. La policía chilena –instruida
por el gobierno, por cierto– ha operado en los últimos cinco lustros en connivencia con guardias
de seguridad forestales, el poder judicial y agricultores para reprimir al pueblo mapuche.
Esta alianza no es inédita, por el contrario, se pueden reconocer en el pasado patrones de
comportamiento que, con distintas gradaciones, refrendan la complicidad que ha existido
entre el ejército, la policía, el Estado y particulares, en la represión anti mapuche. De hecho,
no deja de ser asombroso que en las postrimerías del siglo antepasado, el destacamento del
fuerte de Lolco, del Caupolican 9° de Línea, haya asesinado
Sorprende, porque fue también en noviembre, sólo un día antes –el 12 de ese mes de 2002–
cuando Carabineros asesinó de un balazo en la frente a Alex Lemun, comunero mapuche de
tan sólo 17 años. Dos noviembres, y 30 mapuche masacrados, en otras palabras, la violencia
ejercida contra los mapuche no es episódica, sino que una constante y componente integral
del sistema de dominación imperante desde mediados del siglo XIX y, especialmente, desde
la ocupación definitiva del País mapuche a fines del mismo siglo, tanto en Gulumapu como
en Puelmapu.
Dicha violencia la han hegemonizado los Estados, con lo cual la violencia estatal
se encuentra legalizada y legitimada bajo un sistema colonial de dominación, esto
hace que la sociedad dominante no se cuestione el uso de la violencia en contra de
la sociedad dominada, es decir, la violencia contra la sociedad mapuche […] pues el
triunfo del colonialismo es la legitimidad en la sociedad en la que nace, se hegemoniza
como ideología, construye a un Otro tributario de la violencia colonial, de ahí que
esta violencia se hegemoniza y naturaliza en la sociedad que se autodenomina
‘mayor’ o ‘dominante’ para contra la sociedad ‘menor’ o ‘dominada’.13
11 Ibídem, p. 443.
12 Guevara, op. cit., p. 469.
13 Caniuqueo, Sergio, entrevista personal, 2013.
Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 155
económicos, ideológicos y, singularmente, políticos. La violencia política puede ser sajada
analíticamente, pero no factualmente; se pueden realizar disquisiciones filosóficas y éticas para
trazar fronteras teóricas entre violencia y política, pero de igual manera uno podría clausurar
dicha disección con una aldaba teórica estableciendo la unicidad axiomática e indisoluble
de la violencia política. Además, asumiendo que la política es la lucha por la consecución del
poder o por la preservación del mismo, por ende, la política es poder en tanto proceso y poder
en tanto sistema. La extensión lógica del argumento es que es violencia en tanto proceso
y violencia en tanto sistema. En suma: es violencia política y esta tiene un contenido y una
expresión estructural que en Chile y en Wallmapu se ha erigido como una arquitectura de
control que, al fin y al cabo, es el objetivo último de la violencia política colonial y capitalista.
En este sentido, uno podría compartir la noción de que se mantiene, sino intacta, al menos
sólo levemente modificada, la lógica de la colonialidad del poder, aquella que
Esta matriz de dominación, percibida como una continuidad histórica por un sector del
movimiento mapuche, se manifestaba en la reproducción de la apropiación de la tierra y, por
sobre todo, en la usurpación territorial. En la simbiosis del poder político y económico, en la
implacable colonización epistémica occidental y la destrucción de sus saberes. El País Forestal
pretendía acabar con el País Mapuche, el Mundo capitalista buscaba pulverizar al Mundo
Mapuche. Entonces, no sólo por factores exógenos, sino que antes de ello por componentes
endógenos, el movimiento ya había comenzado un extenso proceso de mapuchización
reflexivo. En este marco, podríamos inferir que los conceptos de Mundo Mapuche y País
Mapuche son centrales en el entramado político movimental autonómico, entendiendo al
Mundo Mapuche como
17 Para una profundización sobre este acontecimiento y sus consecuencias políticas, ver, Tricot, Tito, 2009, 2011, 2013.
18 Pairican, Fernando, entrevista personal, 2013
19 Ídem.
Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 157
destruir la vida. Nunca el fascismo se disfrazó tan bien en las formas dominantes
de la democracia.20
Al cerrarse todos los espacios, al clausurarse las avenidas institucionales diseñadas por la misma
democracia burguesa para la resolución de conflictos societales, el movimiento mapuche
retomó huellas ancestrales y, también, huellas verbales de dignidad transformándolas en
discurso autonomista. Lumako territorializó la demanda y la lucha mapuche, materializando
un proceso dual de autonomización: del Estado y de los partidos políticos chilenos. Es esta
ruptura la que permitió el cambio cualitativo en el pensamiento y reflexión política mapuche,
así como también de su accionar colectivo. Probablemente lo acaecido en Lumako en cuanto
a la utilización de la violencia política no haya respondido a altos grados de planificación o
sofisticación, sin embargo, parece claro que,
al igual que ayer, las formas de violencia desplegadas por las comunidades mapuche
en conflicto son expresión de autodefensa frente los embates del capitalismo
(compañías madereras, agroexportadores e hidroeléctricas), respaldadas por un
creciente cerco militar impuesto por carabineros en la zona. No se trata de acciones
terroristas como han pretendido hacer ver los medios de comunicación al servicio
de la oligarquía. Se trata de autodefensa.21
la idea de una defensa ante una Otra violencia, que va más allá de la defensa ante
la acción militar, que es la más visible, articulada a una idea de liberación de un
sometimiento por ser una sociedad distinta y desde ahí construir un futuro.22
20 De Sousa Santos, Boaventura, Conferencia central, XXIX Congreso de Asociación Latinoamericana de Sociología-ALAS,
Santiago, 2013.
21 Goicovic, Igor, entrevista personal, 2013.
22 Caniuqueo op. cit.
La violencia la instalaron los conquistadores de distinto signo, al mismo tiempo que impusieron
una legitimidad espuria desde el poder. La diseminaron a través de la negación originaria
y de la segunda negación, es por ello que el uso de la violencia política por un sector del
movimiento tiene un componente significativo de memoria histórica y otro de
una memoria reciente que tiene relación con el desarrollo del modelo neoliberal y
profundización a ultranza del capitalismo, que ha violentado la forma de vida de
los mapuche urbanos y rurales, pues el capitalismo en un esquema colonial tiene
una explotación de clase, pero también a nivel étnico, llegando a establecer a la
cultura como un bien de consumo puesto en venta en procesos de etno turismo,
por ejemplo, en otros casos, negando al acceso o control de recursos, ya sea en su
protección o explotación. De esta manera la acción violenta contra una forestal, un
gremio en específico o contra instituciones que representen la violencia colonial, se
establece como un blanco contra el dominio y respuesta a la violencia colonial. Los
enfrentamientos con la policía es el desafío abierto a fuerzas de ocupación coloniales,
a cuestionar la legitimidad de ellos en un territorio que nunca les perteneció.24
23 Ídem.
24 Ídem.
Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 159
no es más que la respuesta de cualquier ser humano con dignidad, que cansado de
la usurpación de derechos, y de la falta de dialogo horizontal por parte de quienes
detentan el poder en la toma de decisiones, no les queda más que defenderse
[…].25
Por lo anterior, lo que ha hecho el Movimiento Mapuche Autonomista ha sido atizar los
elementos de un espacio de poder valórico y político para agenciar la redistribución de los ejes
morales: legitimar la violencia mapuche para, concomitantemente, deslegitimar la violencia
chilena.
Y el repertorio de acciones incluyó de manera precaria, primero, pero de modo más organizado
después, la violencia política. Para algunos autores
Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 161
lo importante es comprender que la violencia que pueda haber existido en el contexto
del movimiento mapuche no nace a partir de una vacuidad, sino por el contrario a
raíz de décadas de represión, discriminación y la persistencia de una relación colonial
para con los mapuche por parte del Estado. Con esto en mente, la emergencia de
organizaciones que apostaron por la confrontación más violenta no es más que otra
expresión dentro de un amplio abanico de orgánicas que de distintas maneras han
luchado por las reivindicaciones y derechos mapuche. Resulta complicado legitimar
o justificar acciones de fuerza en el contexto de una democrática liberal, aunque las
acciones como las de Lumako son innegablemente relevantes.36
nos despedimos del anterior gobierno con movilizaciones, recibimos a este gobierno
y lo estamos despidiendo con movilizaciones, y también recibiremos al próximo
gobierno con movilizaciones. Y no es movilizarse por movilizarse sino porque no
hay respuestas reales y concretas, y porque no hay anuncios que nos muestren un
camino distinto al de la represión y el maltrato […].37
Se colige, entonces, que la visión y políticas adoptadas por los gobiernos en torno al conflicto
chileno-mapuche han sido hasta ahora un completo fracaso. Un sector del movimiento
mapuche plantea y brega por la autonomía, y la clase política reprime a estas organizaciones
aplicando la violencia, además, a todas las comunidades que han materializado niveles
embrionarios de autonomía. Se ha configurado un punto muerto, un nudo gordiano, por eso
no se comprende, de parte de los ideólogos de la derecha chilena, la “utilidad ni motivo a
la autonomía política del mapuche, sólo aplicable –por lo demás– al grupo minoritario que
aún vive de la tierra”.38 O sea, la clase política dominante sigue reproduciendo su discurso y
las prácticas que fortalecen el Continuum Histórico de Dominación. Surge la interrogante:
¿Es plausible fracturar y, eventualmente, polvificar dicho Continuum mediante la violencia
política ejercida desde un sector del movimiento autonomista. Planteado de otro modo:
¿Han sido útiles las acciones de violencia para impulsar las ideas autonomistas y para lograr
los objetivos definidos en la lucha por la defensa y proyección del Mundo y País mapuche?
Después de todo, el gobierno mantiene inalterable su apreciación y accionar en relación a
estas demandas, es lo que explicitó el presidente Sebastián Piñera en 2013 cuando sostuvo
que “vamos a derrotar a aquellos que creen que la violencia es el camino para reivindicar” y “no
nos vamos a quebrar por una minoría que sólo conoce el camino de la violencia”. Es decir, se
prosigue legitimando la violencia estatal y deslegitimando la violencia alternativa; asimismo,
se establece la inmutabilidad del Estado unitario y uninacional y el rechazo a cualesquiera
intentos autonómicos. En este escenario político la respuesta a la pregunta formulada no
es fácil ni evidente, no solamente por la pluralidad del movimiento mapuche y las distintas
formas de aprehender y evaluar la realidad, sino que también porque
Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 163
mayor de lucha, nacionalitaria y revolucionaria”.47 Se produce una construcción del espacio
político y simbólico donde se encuentran y colisionan diversas perspectivas en torno al recurso
a la violencia política, con diferentes gradaciones. Lo fundamental, en todo caso, pareciera
ser el establecer la relación precisa entre necesidad, legitimidad y aquella esquiva autonomía
sísmica.
Emiliano Zapata
Han pasado ya más de cien años del estallido Ahora bien, para la consecución de los
de la primera de las rebeliones populares objetivos propuestos era necesario derrocar
levantadas en América Latina durante el al siete veces electo presidente Porfirio Díaz.
siglo XX, la Revolución mexicana; y persisten Para ello, campesinos, obreros e indígenas
aún en todo el continente las consignas y las de varios Estados mexicanos se levantan en
reivindicaciones de lucha allí enarboladas. armas en Noviembre de 1910, consiguiendo
Dicho aquello, debemos señalar que lo la renuncia del caudillo, y el nombramiento
esencial del programa revolucionario en su lugar del empresario y político
que buscaron llevar a cabo los indígenas, Francisco Madero. Éste no modifica las
campesinos y obreros rebeldes, se puede leyes de propiedad de las tierras, por lo que
sintetizar en cuatro puntos principales: es combatido por los ejércitos de Emiliano
primeramente, la devolución de las tierras a Zapata y Pancho Villa, por nombrar dos
los indígenas de cada territorio, redimiendo de los más importantes. Finalmente es
así a dichas razas despojadas. En segundo derrocado por el militar Victoriano Huerta,
lugar, que el trabajador de los campos sea quien, llevando a cabo varias medidas
el dueño de la pequeña propiedad que autoritarias, disuelve el Congreso de la
trabaja, convirtiéndose así en un hombre Unión. Tras un año, Venustiano Carranza,
libre. Como tercer punto, la mejora de las gobernador de Coahuila, hubo de formar
condiciones económicas, intelectuales y y dirigir al Ejército Constitucionalista, con
morales del obrero de las ciudades. Y, por el cual destituyó a Huerta y fue nombrado
último, la abolición de la dictadura vigente y presidente, tras una alianza con todos los
la conquista de las libertades políticas que el sectores políticos que detentaban cuotas
pueblo mexicano requería2. de poder. Además, vence a Zapata y Villa,
quienes dirigían ejércitos campesinos,
indígenas y proletarios, tras la consigna de
1 Estudiante de Licenciatura en Lengua y Literatura Hispáni-
ca, Universidad de Chile. josemanuelvega753@gmail.com
“tierra y libertad”. Hasta que, en 1917, se
2 Zapata, Emiliano, “Manifiesto al pueblo mexicano” (Abril, promulga una nueva constitución para los
1918). En Manifiestos, p. 22. Disponible en http://www. Estados Unidos Mexicanos que propone una
portalalba.org/biblioteca/ZAPATA%20EMILIANO.%20Mani-
fiestos.pdf
fuerte regulación sobre las tierras, aunque
Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 167
[ENSAYOS]
Carranza no lleva a cabo mayores reformas De tal manera, hemos llegado a seleccionar
sociales, lo que le cuesta la vida en 1920, a la novela –del año 1915– titulada Los de
manos de su aliado Álvaro Obregón. Este Abajo, novela de la revolución mexicana, del
último, finalmente, lleva a cabo reformas escritor y médico mexicano Mariano Azuela,
sociales y reordena la economía, aunque es como la fuente a partir de la cual podremos
recién a mediados de la década de 1930 que acercarnos a los objetivos que buscamos.
el presidente Lázaro Cárdenas se hace cargo Es claro que el registro utilizado, al ser
de la principal demanda postergada: una literario, perteneciente al género narrativo,
extensa reforma agraria3. está escrito a partir de la subjetividad del
autor, por lo que no necesariamente grafica
Sin embargo, aquella es la historia oficial de forma rigurosa los sucesos, actores y
que ha quedado grabada en los libros y en espacios en donde se desarrollaron los
los manuales escolares. Es la versión oficial hechos históricos. Ahora bien, Azuela tuvo
que habla práctica y exclusivamente de los un rol activo entre los rebeldes en el período
militares y caudillos, de las cúpulas directivas revolucionario, desempeñándose como
y de las batallas de renombre. Empero, la médico en las filas villistas4. Además de ello,
guerra revolucionara y sus batallas fueron en sus memorias Cómo escribí los de abajo,
principalmente libradas por campesinos describe el desarrollo de las contiendas
y obreros que no son considerados ni y demuestra su real interés en plasmar
recordados y que permanecen en el en un texto literario, sus experiencias e
anonimato, en tanto éste fue un movimiento impresiones del proceso:
desde abajo, en el cual los hombres y mujeres
de base fueron los grandes protagonistas del
proceso en su conjunto. Me sobraba material para mis
novelas. Si algo me sorprendió
Es en esto último, probablemente, sobremanera en aquel tiempo,
donde reside la principal característica y fue que habiendo tanto que
peculiaridad de la Revolución mexicana, si la contar y siendo numerosos los
enfrontamos a otras revoluciones originadas escritores que tomaron parte
en distintos puntos del orbe en los últimos activa en la revolución, tan pocos
tiempos. Es por eso que, en relación con libros se hubieran publicado. Los
lo anteriormente dicho, hemos decidido acontecimientos eran de una
revisar y estudiar aquella parte de la historia riqueza fabulosa y la real dificultad
que expone acerca de aquellos hombres y sólo consistía en elegir un buen
mujeres anónimos de un movimiento que tema. Escogí uno demasiado
tuvo un alto nivel de participación de los humano en que lo trágico y lo
estratos más bajos de la sociedad; lo que no cómico se integraban en una
se observa a menudo en los documentos totalidad5.
escritos. Así, nos hemos abocado a buscar
algún texto que pudiera darnos luces de lo Por consiguiente, nosotros consideramos
que sucedía al respecto en esos años, lejos fidedigna la novela escogida, en tanto objeto
de los centros urbanos donde surgieron los de estudio que nos permitirá, realizando un
caudillos o de los recurrentes escenarios de análisis textual de su desarrollo, observar
las grandes batallas.
4 Azuela, Mariano, “Cómo escribí Los de Abajo”. En Los de
Abajo. Edición Crítica, Chile, Editorial Universitaria, 1997, pp.
3 Silva Herzog, Jesús, Breve historia de la revolución mexi- 324–325.
cana, México, Fondo de Cultura Económica, 1972. 5 Ibídem, p. 335.
Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 169
[ENSAYOS]
7 Azuela, op. cit., p. 40. 9 Menton, Seymou, Texturas épicas de Los de Abajo. En
8 Ibídem, p. 94. Azuela, op. cit., p. 285.
12 Ibídem, p. 286.
13 Ibídem, p. 296.
10 Leal, Luis, Los de Abajo: lectura temática. En Azuela, op. 14 Fernández Retamar, Roberto, Para una teoría de la
cit., p. 379. literatura latinoamericana, Colombia, Publicaciones del
11 Menton, op. cit., p. 286. Instituto Caro y Cuervo, 1995, p. 88.
Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 171
[ENSAYOS]
Ahora bien, para que se pueda realizar la aspectos. Demuestra el autor su capacidad
correcta elaboración de los conceptos de de integrar ambos discursos en un solo
una determinada literatura en una nación o tejido común, “donde se cuida de dar al
territorio, no se debe ni es posible prescindir dato histórico una función en el desarrollo
de la aprehensión de las especificidades de la trama o la caracterización de los
concretas del período. Y es así como el crítico personajes, esto es, integrarlo al discurso
y teórico peruano José Carlos Mariátegui de la ficción”17. De la misma manera, el
plantea que la condición por antonomasia sistema, la estructura del relato, se colma
para dicha elaboración “es la comprensión de sentido y significancia debido al contexto
de nuestro mundo, lo que a su vez requiere de producción que rodeó la redacción de la
una comprensión del mundo todo, del que novela; se produce, por lo tanto, una relación
somos parte. Y ello sólo puede obtenerse dialéctica entre la ficción y la historia,
con el instrumental científico idóneo, el entre la fábula y el contexto, logrando un
materialismo dialectico e histórico”15. equilibrio preciso y sin desbordes. Resulta,
finalmente, que podemos tomar una obra
Y sí, se le puede reprochar a la literatura ficticia, de este talante, y utilizarla como
determinados juicios impresionistas, documento, una fuente que nos es capaz
otros sintéticos, de los acontecimientos de suministrar información subyacente, que
narrados, que pueden ser superficiales, es percibida por subjetividades, pero que es
mas no se le puede negar a la literatura su transmisora de los sustratos y las esencias
inherente capacidad de crítica y constante de determinados períodos o sujetos.
cuestionamiento de los temas tratados
conforme se van trabajando. El crítico
centroamericano comenta que
EPOPEYA DEL DESENCANTO Y LA
el carácter dominante en la tradición DEGRADACIÓN
novelística hispanoamericana no
es […] la presencia absorbente de Como hemos mencionado ya más arriba,
la naturaleza, sino la preocupación Mariano Azuela fue protagonista de la guerra
social, la actitud criticista que revolucionaria, dado su cargo de médico al
manifiestan las obras, su función interior de uno de los ejércitos villistas, lo que
instrumental en el proceso histórico le permitió conocer más de cerca la realidad
de las naciones respectivas. La de los rebeldes y el día a día al interior de las
novela ha sido entre nosotros huestes. Ello repercutió, hemos dicho, en la
documento denunciador […]16. visión que tuvo del período en general, de los
principios e ideales que se esgrimían y de los
objetivos que se perseguían. Tras dos años
Y, en este caso particular, en Los de Abajo, en los campos de batalla, Azuela abandona
es posible apreciar en el tratamiento que su rol como médico y se dedica a redactar
da Mariano Azuela al relato, una plena la novela ahora estudiada, plasmando a
conciencia de estar escribiendo una novela lo largo de la misma sus perspectivas y
de ficción, basada en hechos históricos, las impresiones que le merecen. Uno de
pero de ficción al fin y al cabo, dado que los elementos importantes del trabajo del
logra un equilibrio balanceado entre ambos escritor, es que las representaciones a las
15 Ibídem, p. 94.
16 Ibídem, p. 108. 17 Leal, op. cit. p. 271.
Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 173
[ENSAYOS]
En este punto mencionaremos que, para Oye uno su misa […] Después entra
efectos de realizar de manera plausible uno con los amigos en la tienda de
nuestro análisis, tomaremos a los dos Primitivo López a hacer las once. Se
protagonistas como los personajes modelo toma la copita […] Todo está bueno,
a estudiar. Nos referimos, entonces, a porque no se ofende a nadie. Pero
Demetrio Macías, el jefe de la banda, y a un que comienzan a meterse con usté;
joven que aparecerá unos capítulos después, que el policía pasa y pasa, arrima la
también en la primera parte, Luis Cervantes. oreja a la puerta, que al comisario o
Esto debido a que son los personajes que a los auxiliares se les ocurre quitarle
mayor desarrollo tienen a lo largo de la obra, a usté su gusto24.
es posible observar una mayor cantidad
de intervenciones y parlamentos, y son Al protagonista y su ejército, se le suma
los que guían, en cierto sentido, el actuar prontamente un nuevo personaje, Luis
del conjunto de los rebeldes. Los demás Cervantes. Es un joven periodista y estudiante
hombres pertenecientes al ejército de de medicina que desertó de las filas
Macías son veinticinco. Ellos componían federales, para unirse al bando villista: “los
una hueste cerrada, fraterna y leal a su líder; dolores y las miserias de los desheredados
mas no pretendemos detenernos en ellos alcanzaron a conmoverlo; su causa es la
demasiado, salvo en ocasiones particulares,
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Menton, �����������������
op. cit., p. 286.
23 Azuela, op.
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cit. p. 40.
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Ibídem, p. 8. �������
Ídem.
Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 175
[ENSAYOS]
Solís hace su aparición tres capítulos antes Solís ve en los campesinos, herederos de
del cierre de la primera parte, justo la mitad los indígenas, un linaje incapaz de concretar
de la novela; y podemos decir que es en los objetivos de la revolución. Es, a su vez,
ese momento preciso en el que se rompe la el vate que predice aquello que ocurrirá
panorámica optimista que ha caracterizado desde el segundo capítulo de la segunda
hasta el momento narración del proceso parte: “Lástima que lo que falta no sea
revolucionario. igual. Hay que esperar un poco. A que no
haya combatientes, a que no se oigan más
Entusiasmo, esperanzas, ideales, disparos que los de las turbas entregadas
alegrías… ¡Nada! Luego no le queda a las delicias del saqueo”33. Es el punto de
más: o se convierte usted en un inflexión, el punto bisagra, en que cambia
bandido igual a ellos, o desaparece el tratamiento del conflicto. El motivo de
de la escena, escondiéndose la Revolución se desvirtúa, ya que “los
tras las murallas de un egoísmo personajes son prontos a confundir y
impenetrable y feroz30. apropiar los derechos públicos en función de
sus apetitos privados y de servir el capricho
Azuela, según críticos que habrían estudiado del jefe”34.
su obra y sus memorias personales31,
proyectó en este personaje su alter ego,
dado que, al igual que Alberto Solís,
pasados los meses en su labor al interior DE LA REVOLUCIÓN A LA
del ejército, fue desilusionándose de lo BARBARIE
que observaba y recababa como material
para sus posteriores escritos. A partir de las Desde este momento y en adelante se nos
pequeñas minucias, tanto escritor de carne presenta un declive en la calidad moral de
y hueso como personaje ficticio se van los actos acometidos por los personajes. El
desilusionando de la labor que acometen: interés por librarse – y librar al pueblo - del
hostigamiento federal que caracterizó toda
la primera sección, tiende a inclinarse más
¿Hechos?... Insignificancias, por intereses individuales, desvirtuándose
naderías: gestos inadvertidos para el paso por los caseríos en verdaderos
los más; la vida instantánea de saqueos más que en aprovisionamiento
una línea que se contrae, de unos para las batallas. Así lo demuestra uno de
ojos que brillan, de unos labios que los parlamentos proferidos, al inicio del
se pliegan; el significado fugaz momento en que registran una casa:
de una frase que se pierde. Pero
hechos, gestos y expresiones que,
agrupados en su lógica y natural […] si eso de que los soldados
expresión, constituyen e integran vayan a parar a los mesones es
una mueca pavorosa y grotesca a cosa que ya no se usa. ¿De dónde
la vez de una raza… ¡De una raza vienen? Llega uno a cualquier parte
irredenta!32 y no tiene más que escoger la casa
que le cuadre y ésa agarra sin
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Ibídem, p. 61. 33 Ibídem, p. 71.
31 Mansour, op. cit. p. 319 34 Fuentes, Carlos, La Ilíada descalza. En Azuela, op. cit.,
32 Azuela, op. cit. p. 62. p. 27.
Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 177
[ENSAYOS]
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Ibídem, p. 105.
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Ibídem, p. 106.
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Ibídem, p. 128. �����������������
Ibídem, p. 129.
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Ibídem, p. 123.
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Ibídem, p. 124. ����������������������
Ibídem, pp. 139-140.
Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 179
[ENSAYOS]
Hace ya un tiempo apareció en el diario la ¿existe una deuda histórica con el pueblo
tercera una breve columna del historiador mapuche?
Leonardo León Solís, titulada “La
falsificación de la historia y la memoria”2 En lo sucesivo desarrollaré una respuesta
cuyo contenido polémico lanzó una serie alternativa a la pregunta de León Solís y a
de acusaciones sobre las interpretaciones una serie de otras interrogantes lanzadas por
actuales de la historiografía mapuche, tanto él, así como a sus afirmaciones contenidas
de historiadores indigenistas pro mapuche en el mentado e infausto artículo, pero por
como del movimiento mapuche en general, sobre todo a un trabajo suyo anterior que
para lo cual parte desde una pregunta inicial: es el que sustenta todo este desafortunado
lio titulado “La danza de los pesos y de las
hectáreas: lonkos y comerciantes en la venta
1 Sociólogo, egresado de la Universidad de Concepción. de tierras mapuches, 1858-1864” aparecido
ramirote@gmail.com en el año 2014.3
2 Disponible en http://www.latercera.com/noticia/opinion/
ideas-y-debates/2016/01/895-664367-9-la-falsificacion-
de-la-historia-y-de-la-memoria.shtml 3 Texto en línea http://bibliotecadigital.academia.cl/han-
* Mariqueo, Reynaldo, 23 de noviembre de 1999. Werken y Coordinador de Asuntos Internacionales del Consejo Inter-regional
Mapuche. Disponible en http://www.mapuche-nation.org/espanol/html/nacion_m/tratados/cmdo-01.htm
Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 181
[ENSAYOS]
Para quienes ubican a Leonardo León saben sido un “proceso complejo (sic) no reducible
que no es un aparecido en lo que respecta a un simple fraude generalizado” y por tanto
a la historia mapuche e incluso muchos lo los mapuche no fueron víctimas pasivas
tenían hasta hace poco por “indigenista”, por sino sujetos históricos activos de su propio
lo que de seguro su columna ha descolocado devenir.
a varios, sin embargo él se ha revelado un
continuador del trabajo de Sergio Villalobos, ¿Cómo llega a ello León Solís? A través de
y en lo polémico tampoco se queda atrás. su trabajo de investigación (aun en curso
pareciera) titulado “La danza de los pesos
y de las hectáreas” publicado el año 2014,
como ya señalamos y donde plantea
DE FALSIFICADORES Y DEUDORES como hipótesis central que “en dichas
transacciones no hubo engaño ni fraude”5,
¿Existe una deuda histórica? Se preguntaba —cuestión reafirmada en su artículo de
León Solís en su artículo. Su respuesta fue la tercera— y cuyos objetivos específicos
claramente negativa debido a que ella serían: a) radicar la reflexión sobre los hechos
contendría una serie de imprecisiones: 1) la reales; b) reconstruir los procesos históricos
idea de “PUEBLO” (Mapuche), que se habría y; c) descubrir el error estratégico que llevo a
impuesto sólo hace unos años producto los mapuche a la pobreza actual. Por último
del trabajo de José Bengoa y adoptada reclama el reconocimiento y aceptación del
(por peñis e indigenistas pro mapuche) rol de los jefes mapuche cumplieron en el
por motivos políticos (léase contrarios a la proceso de auto expoliación territorial como
verdad); 2) lo que habría existido realmente un hecho histórico real necesario para el
(la verdad) serían tribus e identidades conocimiento de los factores reales de la
étnicas y; 3) el vocablo PUEBLO —el cual Pacificación de la Araucanía.6
carecería de historia— genera para el
Ahora que hemos resumido sucintamente
caso mapuche (¡no el chileno!) una falsa
la tesis y propuesta de León Solís,
impresión de unidad. Luego afirmará que
abordaremos sus imprecisiones.
frente a la acusación lanzada sobre el estado
chileno de violencia, usurpación y genocidio,
estos “nunca se habrían demostrado” por
lo que el rol atribuido al estado es una
1.- Deuda histórica
FALSIFICACIÓN (sic); antes bien el estado
habría entrado a la saga de la propiedad Efectivamente —y aquí muchos puede que
privada en el wallmapu y su rol verdadero no compartan mi posición— no existe tal
habría sido en realidad de protector y “deuda” pero por motivos completamente
generador de orden ante la especulación diferentes y que ahora paso a detallar.
generalizada concertada entre lonkos y Hablar de deuda significa aceptar que
huincas para burlar la ley reiteradamente. efectivamente hubo una transacción de
Sin embargo en un arrebato de sinceridad naturaleza comercial entre ambos pueblos
León reconoce que “aún no logramos (aunque afirme que el Mapuche no lo es)
comprender las razones que llevaron a los
mapuche a enajenar las tierras de modo
voluntario”4; concluyendo que éste habría hectáreas. Lonkos y comerciantes en la venta de tierras
mapuches, 1858-1864”, en Tiempo histórico, Santiago, año
5, nº 8, 2014, p. 19.
dle/123456789/3238 5 Ibídem, p. 18.
4 León Solís, Leonardo, “La danza de los pesos y de las 6 Ibídem, p. 19.
Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 183
[ENSAYOS]
Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 185
[ENSAYOS]
Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 187
[ENSAYOS]
¿La sociedad mapuche hasta aquel No creo que sea necesario más ejemplos
entonces se gobernaba a sí misma? Eso de cómo la propia teoría legal y el derecho
está claramente demostrado por la historia, que se tenían por correcto y autores cuya
la arqueología y la antropología, al respecto autoridad era referencia en esa época
se puede consultar a Jorge Pinto Rodríguez demuestran lo arbitrario, injusto, ilegal e
(2003)17, incluso Guillaume Boccara (1998)18 ilegitimo del proceder del estado. De hecho
y más recientemente Jacob Sauer (2015)19. el párrafo precedente de Bello no hace otra
Ni que decir respecto a la existencia de los cosa que citar a Vattel.
tratados y parlamentos.
En otro aparatado podemos leer: “La Ahora respecto al tema de la propiedad que
independencia de la nación consiste en no era a fin de cuentas los que los particulares
recibir leyes de otra, y su soberanía en la huincas adquirían en dichas operaciones
existencia de una autoridad suprema que la comerciales y de especulación y no la
dirige y representa”.20 soberanía, Bello dice que: “El título de
propiedad patrimonial que se atribuyen
algunos príncipes sobre sus estados, se mira
15 Ibídem, p. 13.
en el día por los más célebres publicistas
16 Ídem. El remarcado es nuestro.
17 Pinto, Jorge, La formación del Estado y la nación, y el
pueblo mapuche. De la inclusión a la exclusión, Santiago de
Chile, DIBAM, 2003.
18 Boccara, Guillaume, Los Vencedores: Historia del pueblo 21 García de la Huerta, Marcos, “¿Crisis del estado o destruc-
mapuche en la época colonial, Santiago de Chile, Línea ción de lo público? Consideraciones en torno a una tesis de
editorial IIAM, 1998. Mario Góngora”, en Revista de Filosofía, volumen 70, año
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Sauer, Jacob, The Archaeology and Ethnohistory of 2014, Facultad de Filosofía y Humanidades, Universidad de
Araucanian Resilience, Estados Unidos, Universidad de Chile, pp. 105-118. Texto en línea: http://www.revistafilosofia.
Vanderbilt, 2015. uchile.cl/index.php/RDF/article/viewFile/35933/37579
20 Ibídem, p. 16. 22 Ibídem, p. 26.
Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 189
[ENSAYOS]
Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 191
[ENSAYOS]
Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 193
[ENSAYOS]
Sabido es que el liberalismo parte de una cambios políticos de control del territorio EN
concepción mecanicista y voluntarista por el lado mapuche (alianzas y disputas), TRE
del mundo donde la voluntad es un puro ingresando además en la ecuación el VIS
acto soberano y libre; un movimiento accionar del estado (legal y militar) más allá TA
indeterminado. Desde el nominalismo de de los cuerpos legales, centrándonos en sus
Guillermo de Ockham a Hobbes, pasando acciones políticas de alianzas, acuerdos y
por Locke y ahora León Solís, la voluntad proscripciones y su incidencia en el avance
de los actos considerados de tal forma y dirección de la propiedad privada en el
impide aceptar a otro soberano ni coacción territorio mapuche.
alguna o determinante social. Lo que trato
de decir no es que León sea hoy un liberal Para terminar una pequeña anécdota:
consumado o no, sino que al enfrentarse una vez me tocó hablar con él en persona
al problema de la “acumulación original” hace unos años luego de que expusiera
no se atrevió a seguir avanzando por el en un seminario organizado por Identidad
lado teórico a la cual remitía su pregunta, Territorial Lafkenche en la Universidad de
cediendo —creemos— a las críticas liberales Concepción, en el edificio El Plato. Recuerdo
a la misma, acabando finalmente dónde de aquella vez sus palabras de cierre de su
ya todos sabemos. Sólo de este modo se intervención que tomaron el “ejemplo”
entiende las acusaciones que lanza en su de integración norteamericano actual en
deriva interpretativa y su absurda negación la figura del presidente Obama, cosa que
a reconocer el rol protagónico del estado en en lo personal no compartía por una seria
la violencia desatada en la Araucanía, como de desacuerdos respecto a su política
bien lo resume Rodríguez Uribe: internacional. Finalmente la conversación se
cerró con una pequeña confesión de León
Solís “…bueno si al final algunas cosas uno
En la Araucanía chilena y en la las dice para quedar bien con el público”. Me
Patagonia austral el modo de pregunto ahora, para quién está escribiendo
actuar del Estado chileno fue el León Solís en estos momentos, a quién
mismo: se destinaron recursos busca agradar y con qué motivo, o lo hace
para la cacería y el desarraigo sólo por amor a la verdad y la objetividad
de los aborígenes, se incentivó la dentro de la historia y por eso acusa al resto
inmigración de colonos europeos de falsificar de la historia.
(el consulado de Chile en Burdeos,
Francia, les ofrecía tierras, maderas
y herramientas para que vengan
a Magallanes) y se procedió a
entregar en concesión las tierras
recién despejadas de indios a los
nuevos colonos34.
1 Entrevista llevada a cabo el lunes 1 de junio del 2015 en dependencias de la USACH, Santiago de Chile.
Se agradece el registro y transcripción de la entrevista al profesor Patricio Macaya Bermejo.
2 Historiador IDEA-USACH. Este trabajo se inserta dentro de las actividades investigativas del proyecto
FONDCYT N° 11121231, dirigido por el autor de esta entrevista.
Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 195
EN
TRE
VIS
TA
Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 197
EN Profesor Garcés ¿Tiene alguna cercanía con el mundo mapuche
TRE o indígena en general, ya sea de índole personal, intelectual,
VIS territorial, etcétera?
TA
Yo diría que una cercanía política, subjetiva, afectiva casi se podría
llamar. Porque mi familia es del sur, de la zona de Los Ángeles,
Mulchén. Siempre hubo un debate en la familia, por donde venía la
ascendencia mapuche, si había un Fica que unos decían que era
Fülka, entonces algunos afirmaban que era mapuche, otros que era
español. Un hermano incluso se dedicó a investigar una vez, pero no
alcanzó muchas luces, pero en fin.
Yo diría que, en su conjunto, podría llamarle como una cercanía
política digamos, en el sentido que las demandas históricas del
pueblo mapuche siempre las he considerado justas, en primer
lugar. Y necesarias de procesar y modificar el Estado chileno, a
efecto de, en lenguaje de hoy, que acepte la multinacionalidad,
la multiculturalidad, etcétera. O sea para mi Bolivia se me ha
representado como un referente importante en la historia de
América Latina. Incluso yo he sostenido, del punto de vista de
los movimientos sociales, que quizás lo más importante que ha
pasado en América Latina, en los últimos veinte o treinta años, es la
revolución boliviana. Por lo tanto… va por ahí.
Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 199
EN parte de un tradición de la izquierda de ver al pueblo mapuche como
TRE un actor más en las luchas populares. Y como un actor naturalmente
VIS vinculado, entre comillas, naturalmente vinculado a la izquierda.
TA
Por lo menos la izquierda sería la expresión más progresista de sus
demandas, de sus luchas, de su campo de alianzas, etcétera. Y la
posición de estos compañeros fue crítica respecto de esa visión, en
la primera conversación, diciéndonos “mira, esto ha operado, las
ciencias sociales y la izquierda ha operado, de alguna manera, como
heredera de una tradición colonial”. O sea aquí no ha habido un
respeto o una consideración de la autonomía del pueblo mapuche,
y por lo tanto de su propia visión acerca de la política, de la historia,
etcétera. Eso me acuerdo que nos provocó una cierta incomodidad
en la reunión, porque en el equipo editorial está Pablo Lacheski, que
es sobrino de Jaques Chonchol y muchos conocíamos a Jaques
y sentíamos que bueno, si hay un ministro o hay un personaje
público en la historia de Chile que buscó dialogar y favorecer las
demandas mapuche era Jaques. Entonces como diciendo “oye no,
mira, la izquierda ha sido sensible, ha sido parte de estas luchas”,
etcétera. Entonces la posición de estos compañeros revelaba una
ruptura. Una ruptura que yo por ignorancia no conocía, pero que
efectivamente yo ahí terminé de procesar. O sea que en el fondo
los quinientos años, las autonomías que se ganó en tiempos de
dictadura, en fin, habían dado lugar o habían inaugurado otro
paradigma, otro enfoque, otra mirada de las luchas mapuche, y que
estos compañeros la expresaban. Y la expresaban fundadamente,
radicalmente, etcétera, etcétera. Por lo tanto yo creo, desde mi
experiencia, que incluso la publicación de ese libro marca un cierto
hito. Y en ese sentido yo me alegro de la decisión que tomamos en
el comité, o sea si hay que escribir una historia del pueblo mapuche,
hoy día hay intelectuales mapuche. Deben hacerlo ellos mismos.
Que escriban pues su historia los hombres, los hombres del playa
Girón, como dice Silvio. Incluso una vez que inauguré un seminario
de historias locales en Chile a principios de los noventa, para hacer
historia de los pobladores, me acuerdo que hice escuchar la canción
de Silvio al inaugurar el seminario, diciendo “bueno, la invitación
acá es que los pobladores escriban su historia”. Entonces yo sentí
que este era un hito, un paso potente. Yo creo que el lugar todavía,
probablemente, no es lo relevante que debiera ser. Yo no sé si uno
revisa los cursos de nuestras universidades, en fin, probablemente
todavía es deficitaria [sobre] estudios del pueblo mapuche, sin
embargo creo que ha habido una producción editorial importante,
Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 201
EN expresiones visibles en la ciudad, en la familia, en el sistema
TRE educativo, que le da más fuerza al movimiento. En el caso del
VIS movimiento mapuche la mediación de los medios, o la intervención
TA de los medios, marca fuertemente la opinión pública y tiende a
dominar un discurso que es un discurso un poco hipócrita, que es
por un lado el reconocimiento que hay luchas que son justas, y por
otro lado la condena a todas las formas de lucha que no sigan los
cánones que establece el Estado y la criminalización por la vía de la
violencia como dato fundamental. Cuestión que también enfrenta
el movimiento estudiantil, o sea efectivamente la criminalización
de los movimientos es una lógica dominante en América Latina
de los medios de comunicación, y es una intervención que es muy
radical, que es muy fuerte digamos. Yo creo que también, siendo
una acción mediática, y por lo tanto acciones de los poderes
constituidos, los poderes facticos de la sociedad, colocan también en
un fuerte desafío a los movimientos. Los movimientos, los nuevos
movimientos sociales necesitan no solo impactar en los medios,
sino que necesitan, yo diría, impactar a la sociedad impactándose
a sí mismos, o sea en el fondo son movimientos que tienen que
desarrollar capacidades de producir cambios con autonomía del
Estado y de los medios, que yo creo que es el gran desafío de
los movimientos del siglo XXI. Que en el fondo los cambios no se
producen solo porque se afecta la legislación o la estructura del
Estado. Se producen porque se afectan relaciones sociales pre-
constituidas, que son modificadas.
En el caso de los estudiantes para mi es claro. Los estudiantes
pueden avanzar en su movimiento en la medida que modifiquen
las relaciones de poder al interior del sistema educativo nacional.
Yo creo que en el caso de los mapuche me imagino que gran parte
del impacto tiene que ver con la capacidad de comprometer las
propias comunidades, y que las comunidades se sientan parte de un
proceso mayor. Cosa que yo sé que es compleja, porque también en
el mundo mapuche no es una unidad. La idea de nación es potente
porque colabora en la construcción de una cierta unidad, pero la
experiencia es la experiencia de la fragmentación, del archipiélago
que nos pasa en muchos otros campos.
Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 203
EN pobre, un pueblo ignorante, un pueblo incapaz de valerse por sí
TRE mismo, un pueblo que en el fondo requeriría del Estado para ser. Y
VIS la incomprensión radical incluso, por ejemplo a propósito de cuando
TA se ha restituido algunas tierras, cuando se han hecho estas compras
a través de la CONADI, dicen “ven, se les entregan tierras y no las
ocupan y no siembran o no plantan los árboles, en fin, mientras que
las forestales lo hacían mejor, los colonos la producían mejor”, en fin. Y
hay una desconsideración completa de cultura originaria, del tipo de
relación con la naturaleza, de la necesidad de restituir la calidad de los
suelos. Yo he estado en la zona de Arauco y he visto lo que significa
el deterioro de los suelos con estas grandes plantaciones de pinos,
eucaliptus, etcétera. Yo creo que sí hay relaciones de tipo colonial.
Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 205
EN que la sociedad tiene de sí misma, en aquello que considera
TRE más exitoso, en el grado en el grado en que penetra la ideología
VIS neoliberal. Y por lo tanto las luchas que interpelan ese paradigma,
TA el paradigma de los negocios, del mercado, etcétera, y que colocan
las cuestiones de la justicia social, las cuestiones de la diversidad
cultural, de la pluriculturalidad, etcétera, son más complejas, son
más difíciles. Ponen desafíos mayores. Quizás los mapuche lo
que tienen a favor es sus largas tradiciones de lucha. Yo creo que
es ese es un factor, un elemento que les permite también tener un
lugar, y un lugar en la memoria chilena. Es imposible no tener en
cuenta que es un pueblo que resistió el dominio español, que es un
pueblo que es sometido por el ejército chileno mediante la guerra,
una guerra asimétrica, desigual a fines del XIX, y que por lo tanto
hay una identidad de pueblo que ha sido capaz de resistir a estas
distintas formas de dominio. Creo que eso le da un valor. Me parece
que los nuevos paradigmas, los nuevos enfoques también pueden
enriquecer esa mirada, pero me parece que es una lucha de más
largo plazo, per una lucha que no solo supone unificar y tal vez que
la idea de nación constituya pueblo, un pueblo mapuche, sino que
al mismo tiempo necesita influir en las nociones que la sociedad
chilena tiene de sí misma, y ese es un camino largo.
Puede ser absurda la comparación, por ejemplo yo he planteado
muchas veces el tema del mar para Bolivia y la gran dificultad
del mar para Bolivia es justamente la idea de nación, esta idea
naturalizada que por la vía de la guerra se apropió y por lo tanto es
legítimo todo de lo cual se apropió. Esto lo percibo en los taxistas,
los pequeños comerciantes, en fin, a todos les parece natural que
sea de este modo, y los que hemos gritado mar para Bolivia somos
una minoría, sin duda. Y por lo tanto cualquier demanda que
suponga una amenaza al territorio, por decirlo así, y a la idea de
nación asociada al territorio, es muy difícil de procesar y además
muy fácil de manipular por los medios. Yo creo que no sería una
dificultad, hoy día, extrema pensar que Arica sea trinacional, o esa
zona. Que haya soberanías nacionales compartidas con Perú y
Bolivia. El problema ahí es Perú, los chilenos también, de compartir
soberanía. Pero la idea también de soberanía por el desierto y otras
formas, no significa cortar el país entre comillas, porque esa imagen
se ha usado también con el pueblo mapuche, cómo es eso, entonces
los mapuche van a dominar y vamos a cortar Chile y Chile va a
llegar hasta Los Ángeles o Malleco y va a seguir después de Valdivia
al sur y ese va a ser otro país.
Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 207
EN la literatura, los usos culturales y el sistema escolar y el sistema
TRE universitario, que [refuerce] la cultura mapuche.
VIS
TA Entonces creo que se pueden pensar, y ahí yo siento que hay una
función intelectual, efectivamente pueden ayudar a identificar estos
temas, a darle forma, a instalarlos en el pueblo mapuche y también
entre los chilenos. Es decir, de tal manera de superar esta idea que,
comillas, que la cuestión mapuche no tiene solución, porque en
el fondo finalmente lo que el estado logra, con su nacionalismo
más básico, con sus formas represivas, con la criminalización de la
protesta, etcétera, es decirnos mira, esto no tiene solución, aquí lo
que se puede hacer es negociar parcialmente, mantener un cierto
status quo, pero no hay apertura a pensar en modelos distintos.
Entonces yo creo que esa construcción de modelos de convivencias
distintas, con reconocimientos de soberanía, con reconocimientos de
tradiciones jurídicas, ejercicio de la justicia, de autonomía del punto
de vista material, del punto de vista cultural, yo creo que se puede
pensar y se pueden elaborar propuestas.
Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 209
EN del Lleu-lleu y pude entrevistarlo a él, al padre de Adolfo, y quedé
TRE muy impresionado sobre el peso de la cultura, pero también de
VIS la pobreza en la zona de Tirúa, después estuve en la zona de
TA Puerto Saavedra, Puerto Domínguez, la cantidad de circulante era
mínimo, fuerte dependencia de subsidios estatales, de pensione,
pensiones sociales para los hijos, en fin, y viviendo en condiciones
muy precarias. Por lo tanto por eso entiendo perfectamente cuando
Pablo habla de programas que enfrenten la pobreza que es un
tema así como tierra, pobreza, cultura, lengua, en fin. Es un conjunto
diverso de problemas que tiene que enfrentar una estrategia
de autonomía. Insisto, eso supone fuertes luchas con el estado
chileno y al mismo tiempo un fuerte proceso, como digo, de
conformación como pueblo, que es parte de esta misma historia.
* * *
Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 211
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Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 213
Comentarios de libros
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Cabe señalar que la invisibilización de las mujeres en este párrafo, es a causa de lo mascu-
linizado del lenguaje dentro del contexto de la época en que se escribió –que si hoy en día ello
aún permanece, en aquellos años mucho menos se cuestionaba–, y no por la ausencia de ellas
en los procesos de discusión, en el movimiento obrero y docente, o en las escuelas ya sea como
estudiantes o maestras, como el mismo texto y otras investigaciones así lo evidencian, pues su
participación existió y tuvo una relevancia significativa en cuanto a movimiento, por lo tanto,
buscando reinterpretar lo que se quiso expresar en este párrafo a los ojos de hoy y para dar
mayor comprensión a lo que continúa en este texto, es que planteaban una educación pública
donde como comunidad educativa –tanto mujeres como hombres, ya sean docentes, familias
o estudiantes– se autoadjudican la plena dirección de la enseñanza.
4 Ibídem, p. 127.
Acción política desde abajo: Expresiones de lucha de grupos subalternos en América Latina 215
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6 Ibídem, p. 243.
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[PÁGINA 14]
Luis Emilio Recabarren, “Eduquemos al niño”, en El Proletario, Tocopilla, 20 mayo de 1905. Citado en Eduardo Deves y Ximena
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Antonio Correa
Carlos Plazas Díaz
Eduardo Garín Abarzúa
Eduardo Godoy Sepúlveda
Ivanna Margarucci
Gina Inostroza Retamal
J. Carlos Garrido
Lautaro Losino Demarchi
Natalia Villalba Reichert
Rafael Antonio Rodrigues
Tito Tricot
José Vega Ortega
Ramiro Rodríguez Lincoñir
Pedro Canales Tapia
Cristian Olivares Gatica
Jaime Navarrete Vergara