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La epistemología como disciplina académica posee un particular objeto de estudio, así como un
modo particular de acercarse a este que la caracteriza y diferencia de las demás disciplinas y
saberes científicos. Pretendemos entonces a través de esta breve introducción elaborar una
caracterización de la epistemología como disciplina académica.
ARISTÓTELES afirma al inicio de una de sus obras capitales que “Todos los hombres desean por
naturaleza saber”1. En efecto no se trata de una afirmación que sentencie que todos los
hombres efectivamente saben, que poseen el conocimiento. Nada sería más falso, pues el
conocimiento lejos de ser un haber, una realidad dada, una posesión, es más bien un anhelo,
una aspiración. Luego, lo que afirma el filósofo es que como seres humanos aspiramos
constantemente y a lo largo de la vida al conocimiento, al saber, sin que sepamos aún del todo
qué es eso del conocimiento. Y en ese sentido no fue difícil para el filósofo distinguir al ser
humano de los demás seres de la naturaleza por su racionalidad.
Lo cierto es que de ninguna manera consciente los seres humanos aspiramos a la ignorancia, al
desconocimiento. Habría que desconfiar en esa dirección de aquel ser humano que prefiera la
ignorancia sobre el saber, el desconocimiento sobre la verdad. A diferencia de los animales, el
conocimiento aparece entonces como un producto netamente humano, una necesidad incluso
más importante que las necesidades que nos demanda nuestra naturaleza corpórea, sin el
conocimiento la vida cotidiana nos resultaría invivible. En la vida cotidiana el ser humano común
aspira al conocimiento según los intereses que le demande la vida, por ejemplo le interesa saber
si va a llover hoy o si en cambio va a hacer un día soleado. Pero también encontramos ese
mismo anhelo, aunque en diferente grado, en el hombre de ciencia que aspira a un
conocimiento mucho más especializado de la realidad, por ejemplo el del economista que desea
tener un conocimiento de las distintas dinámicas del mercado, o el médico que desea encontrar
las causas que generan la enfermedad de su paciente, etc., Lo cierto es que deseamos saber en
distintos niveles y grados, pues es evidente que la inquietud científica que anima al hombre de
ciencia es distinta a la de la persona en la vida cotidiana que no desea vivir en la ignorancia,
pero al fin y al cabo deseamos y anhelamos saber.
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vida humana, pues huimos de la ignorancia. O por lo menos podemos afirmar que no vivimos en
una actitud pasiva ante la realidad; elaboramos preguntas, nos cuestionamos entorno a lo que
nos sucede, formulamos hipótesis que dan solución a los interrogantes que nos planteamos,
pensamos, evaluamos, imaginamos, etc., Vivimos la vida a través de un conjunto de actividades
u operaciones que al parecer describen nuestro interés por el conocimiento de distintos modos,
pero que en síntesis se refieren a nuestro interés por saber: observamos, preguntamos,
indagamos, describimos, afirmamos, negamos, imaginamos, creemos, suponemos, etc., No hay
ser humano que se encuentre totalmente ajeno a alguna de estas operaciones cognoscitivas, sin
importar el nivel en el que las desarrolle. Luego, los seres humanos aspiramos al conocimiento,
deseamos saber.
Sin el conocimiento, o sin el anhelo a este, la vida humana se tornaría invivible, carente de
sentido, completamente irracional. ¿Qué sería de nuestra vida si en el día a día no tuviéramos a
la mano un conjunto de conocimientos así sea mínimo? Incluso hasta la persona que a lo largo
de su vida ha estado alejada de las aulas y del ejercicio académico dispone de un conjunto de
conocimientos que le permiten vivir. El campesino debe saber en qué épocas es mejor sembrar
y cosechar, así como el hombre de ciudad puede vivir cotidianamente en la medida que dispone
de un conjunto de conocimientos que le permiten realizar sus actividades diarias. Afirmamos
entonces que la aspiración al conocimiento es una realidad en todos los seres humanos, pues en
mayor o menor medida y con diferencias de grado, vivimos porque disponemos de un conjunto
de conocimientos o por lo menos aspiramos a estos o suponemos que los tenemos. El
conocimiento lejos de ser un ejercicio simplemente teórico y especializado, tiene una función
respecto a la vida de tal manera que ningún ser humano puede vivir ajeno a este. Como
afirmaba NIETZSCHE señalando el valor del conocimiento en el ser humano en función de su
propia sobre vivencia: “El intelecto, como medio de asegurar la supervivencia del individuo,
donde desarrolla sus principales fuerzas es en el fingimiento; pues éste es el medio por el cual
sobreviven los individuos débiles, menos robustos, a los que está vedado lucha por su existencia
con cuernos o recia dentadura de fiera”2
En ese afán por saber, por disponer de un conocimiento que nos permita vivir la vida de todos
los días, históricamente se han ido organizando distintos saberes mucho más especializados,
lejos de lo que sería el conocimiento del que disponemos en la vida cotidiana. Por supuesto, en
todo este proceso de conformación de los distintos saberes se encuentra estrechamente
vinculada la historia y la cultura de los pueblos, en tanto el conocimiento no solo es una forma
de apropiación del mundo sino también de auto comprensión de sí mismo. En ese sentido la
historia de la humanidad lejos de describir únicamente acontecimientos o eventos sobre lo que
el hombre ha hecho o dejado de hacer, podría escribirse en torno a la empresa intelectual que
el hombre inició una vez hizo aparición en este mundo. Historia que señalaría que conforme el
paso del tiempo se ha dado las inquietudes intelectuales de los seres humanos se han hecho
2Disponible en:
http://213.0.8.18/portal/educantabria/contenidoseducativosdigitales/bachillerato/citexfi/citex/cit/Nietzsc
he/nietzschetexto.pdf Consultada 26 de octubre de 2012.
Sin embargo, a la hora de enfrentarnos a una disciplina como lo es la Epistemología, que como
disciplina se forja también históricamente, nos enfrentamos a un conjunto de problemas muy
interesantes: ¿de qué se ocupa la Epistemología? ¿Cuál es su objeto de estudio? En ese sentido
se suscita en nosotros cierto extrañamiento, pues nos enfrentamos a un nuevo saber del que
desconocemos casi todo en apariencia. Y ese efecto de extrañamiento no es el mismo en otras
disciplinas, pues por ejemplo, si no sabemos mucho de astronomía, por ejemplo, iniciarnos en
su aprendizaje resultará una tarea compleja en tanto desconocemos por completo esta
disciplina. No obstante, algo podríamos decir acerca de la astronomía, es decir, podríamos al
menos señalar cual es su objeto de estudio, se ocupa de los astros y de los fenómenos relativos
a ellos. Sin embargo, el extrañamiento que hemos mencionado se acentúa cuando nos
acercamos a terrenos aparentemente desconocidos como al parecer sucede con la
Epistemología. Pues, ¿de qué se ocupa esta disciplina? ¿Cuál es su temática? Y si, en el caso que
todo lo que se aprende tuviera una utilidad, ¿Si uno estudia Epistemología que puede hacer con
lo que ha aprendido?
Se ha hecho común en el ámbito de las ciencias y los saberes definir cada una de las disciplinas a
partir del objeto del que se ocupan. En ese sentido y simplificando un poco estas cuestiones,
decimos que la biología se ocupa del estudio de los seres vivos, la astronomía de los astros, el
derecho del estudio de las leyes, etc., Este ejemplo que hemos propuesto, aunque algo
superficial e infantil, evidencia que hoy en día los distintos saberes que se encuentran anuestro
alcance se encuentran perfectamente organizados a partir del objeto del que se ocupan, es
decir, de la parte de la realidad hacia la cual encaminan sus esfuerzos. Luego, hoy las ciencias y
las distintas disciplinas reconocen mutuamente que tienen objetos de estudio bien definidos y
aunque en algunos casos sean estos un poco difusos, con dificultad podremos encontrar un
hombre de ciencia que acabe confundiendo por completo su objeto de análisis, algo así como
médico preocupado por el estudio de la política. En ese sentido, si sostenemos que las distintas
ciencias y disciplinas se identifican especialmente por el objeto de estudio al que se dedican,
nos enfrentamos a una primera pregunta: ¿Cuál es el objeto de la Epistemología?
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Discurriendo acerca de los distintos significados que ha adoptado el término Epistemología, nos
encontramos con que históricamente sus raíces griegas han adoptado una diversidad de
significados que bien pueden ilustrarnos sobre el sentido de esta disciplina: episteme, epistamai,
epistatemos, epi-estasis. La palabra episteme, que proviene del griego como todas las demás,
se refiere explícitamente a ciencia, mientras que la palabra logia, se refiere a una suerte de
discurso o saber racional acerca de algo. En ese sentido, por Epistemología entendemos el
discurso científico acerca de la ciencia o del saber como tal. Por lo pronto hemos aclarado un
poco más eso del objeto de la epistemología y es el saber o el conocimiento mismo. No
obstante, aún se hace necesario aclarar de qué manera la Epistemología se acerca al estudio del
conocimiento o de la ciencia como tal. Quizás con este objetivo puede ser conveniente
acercarnos a las otras raíces griegas de la palabra Epistemología pues episteme no es la única
raíz griega que encontramos.
En síntesis, la Epistemología se constituye como un saber reflexivo acerca del saber mismo. Es
decir, mientras otras disciplinas definen su objeto de estudio tomándolo de una parte de la
realidad, ya sean los astros, el cuerpo humano, etc., la epistemología se ocupa del saber mismo,
es un discurso científico acerca del saber humano. Pero simplificaríamos mucho el problema si
simplemente señalamos que el objeto de la epistemología es el conocimiento mismo, y todo lo
que ello implica. La epistemología al constituirse como una disciplina crítica no solo se ocupa del
conocimiento, sino que a la vez en una actitud detenida y examinadora, se pregunta por todo el
conjunto de fenómenos que rondan e implican el problemadel conocimiento: ¿existe el
conocimiento? Si existe ¿cómo es posible? ¿Cómo conocemos? ¿Qué facultades humanas
intervienen en nuestros actos cognoscitivos? ¿Razón, sentidos, lenguaje? ¿Cuáles son los límites
y alcances del conocimiento humano? ¿Cómo diferenciamos lo que es el conocimiento de lo que
Ahora bien, ya hemos mencionado que la epistemología es un saber reflexivo, pero ¿qué
queremos decir bajo este término? Si bien es posible determinar muchas ciencias a partir de su
objeto de estudio, que en la mayoría de los casos se trata de un objeto externo al ser humano
mismo, en el caso de la epistemología se trata de un saber que se vuelca sobre sí mismo para
analizarse de manera detenida y crítica. Es decir, en tanto partimos de la suposición de que el
conocimiento es un acto que realizamos los seres humanos, en el caso de la Epistemología nos
volvemos sobre nosotros mismos y nuestros actos de conocimiento para tratar de dar cuenta lo
que significa dicha acción. Luego, la Epistemología no tiene como objeto de estudio algo
absolutamente extraño para nosotros, sino antes bien se dirige a algo que suponemos todos los
seres humanos realizamos. En ese sentido la Epistemología se constituye como una disciplina
reflexiva que lejos de orientarse a aprender objetos que nos son extraños, parte de un
extrañamiento sobre algo que creemos hacemos recurrentemente, y esto es nuestros propios
actos de conocimiento. Luego, la actitud Epistemológica por excelencia se inicia una vez
dejamos de volcarnos al mundo externo y sus objetos, para pasar a considerar de una manera
atenta y crítica nuestros propios actos cognoscitivos.
PREGUNTAS FUNDAMENTALES:
¿Cuándo conocemos que es lo que hacemos? ¿Qué facultades humanas intervienen en dicho
acto?
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TRANSFORMACIONES EPISTEMOLÓGICAS
La revolución científica de los siglos XVI y XVII nos permite ejemplificar una exigencia crítica del
control de la significación. Si se recuerda, la ciencia que nació en la modernidad desplazó a la
autoridad científica de la escolástica que gobernó todo el mundo medieval. El pensamiento
especulativo heredado de la antigüedad, así como la autoridad de la revelación cristiana,
perdieron su poder hegemónico una vez la ciencia moderna establece los usos legítimos e
ilegítimos de la razón. Recuérdese que la ciencia moderna sitúo a la experiencia como
fundamento del conocimiento, luego, todo saber con pretensiones científicas que no tuviera
sustento en la experiencia fue rechazado. De esa manera desde una perspectiva crítica la ciencia
será ocupada por el discurso de la ciencia experimental, el método científico y la matemática.
Sin embargo el espíritu crítico no descansó en las revoluciones científicas del siglo XVII, pues al
final del siglo XIX una nueva revolución se dio lugar en el pensamiento. Se trata de la revolución
histórico-hermenéutica que volvió a la idea de que el mundo y la vida humana no podrían ser
comprendida con independencia de la hermenéutica y la historia. En esa dirección las ciencias
humanas se ocuparon de saber como los distintos pueblos y sociedades llegaron a ser lo que
son, de aprehender el valor y el sentido de sus acciones, sus instituciones y valores. En ese
contexto aparecieron nuevos ámbitos para el pensamiento, pues el pensamiento científico se
diversificó en diversos campos: ciencias de la naturaleza y las llamadas ciencias del espíritu, o
denominadas ciencias sociales y humanas. La operación que se dio en el pensamiento bajo esta
revolución científica, no es otra sino la toma de conciencia de que es distinto el conocimiento de
la naturaleza al conocimiento del ser humano y todo lo que ello conlleva.
Sin pretender un desarrollo absoluto, en las páginas siguientes profundizaremos un poco más
en torno a estas distintas transformaciones epistemológicas. Recuérdese que si bien estas
tienen un desarrollo histórico, pues obedecen a transformaciones así como a coyunturas
históricas, pueden subsistir en una misma época pues los seres humanos en nuestra diversidad
podemos tener intereses epistemológicos distintos. Mientras hay seres humanos para los cuales
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el único conocimiento necesario es el que les demanda la vida cotidiana, otros pueden bajo
distintas exigencias profundizar en ámbitos mucho más especializados y ahí por supuesto se
diferencian aquellos que se ocupan de las ciencias naturales de las ciencias humanas.
La epistemología si bien, como ya señalamos, se ocupa del conocimiento en sí mismo así como
de todo los fenómenos correlativos a este, ha sido desarrollada históricamente como una
disciplina dependiente de la filosofía pues esta última desde sus orígenes ha tenido una
aspiración a la verdad que coincide con el ideal de la epistemología. En ese sentido, desde los
orígenes mismos de la filosofía los distintos pensadores se han ocupado del problema del
conocimiento, aunque planteado en términos distintos conforme el paso del tiempo, algo de
esto quisimos señalar en el aparte anterior bajo el concepto de transformación Epistemológica.
Desde antaño cuando los primeros filósofos se planteaban preguntas respecto a la verdad y el
conocimiento, hasta el papel fundamentador que juega hoy la filosofía de la ciencia en diversos
saberes científicos.
Ahora bien, a pesar de que tenemos la intención de ilustrar acerca de lo que sería una
Epistemología de las ciencias sociales, está intención ya supone el dominio sobre un conjunto
de supuestos que subyacen a este objetivo. Es decir: ¿Qué herramientas conceptuales toma la
Epistemología de la filosofía para construir su propio discurso? ¿Cómo se ha constituido la
Epistemología como una disciplina independiente de la filosofía en la medida que esta última
comparte su interés por el conocimiento? ¿Es la Epistemología específicamente filosófica o es
posible postular una Epistemología al interior de cada una de las ciencias? ¿En qué contexto
histórico surgen las denominadas ciencias sociales como un ámbito autónomo de la ciencia
general? ¿Bajo qué supuestos se han diferenciado las ciencias sociales de las ciencias naturales?
¿Qué consecuencias tienen estos supuestos de división de los saberes para la investigación
científica? ¿Qué diferencia de manera específica a las ciencias sociales de las ciencias en
general?