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El estado como un ente abstracto nacido por la voluntad de un conglomerado grupo

humano establecido en un determinado territorio, procura satisfacer y mejorar la


calidad de vida y desarrollo de cada una de las personas que lo componen, con esa
finalidad es que se creó, es por eso que busca todos los instrumentos necesarios
que ayuden o faciliten de alguna manera, a direccionar todos los esfuerzos para
cumplir con dichos objetivos que nos guiaran hacia una vida digna para todos. Uno
de esos instrumentos es el Derecho Laboral, que se encarga de velar por el respeto
del trabajador, y protegerlo ante actos antijurídicos por parte del empleador que,
busquen lesionar o perjudiquen a estos, el Estado desea generar un empleo
decente para todos, donde no se explote de manera excesiva a un trabajador, en
virtud a eso, es que crea normas para fortalecer la actividad fiscalizadora del Estado
en el ámbito nacional a fin de verificar los incumplimientos laborales, muchos de los
cuales no son denunciados por los trabajadores afectados por el temor de perder el
puesto de trabajo, ¿qué trabajo decente puede haber si el trabajador es asfixiado
por la presión que ejerce un empleador sobre sus trabajadores? Donde un
trabajador no se puede expresar libremente por temor a perder su trabajo,
soportando casi todo tipo de abusos se hacen todo tipo de abusos en perjuicio para
la parte más vulnerable de la relación laboral (el trabajador) la pregunta es: ¿justifica
la remuneración económica para tolerar el desmedro que pueda sufrir hacia la
dignidad del ser humano en una relación laboral?, he ahí el rol de un inspector del
trabajo, él es el “hombre” -como se dice coloquialmente- es quien representa el
esfuerzo del Estado por brindar a todos los trabajadores un trabajo digno, con el
que puedan vivir y mantener una familia, donde se cumplan con todas las normas
laborales y hasta me atrevería a decir constitucionales, que mejoren el desarrollo
personal de cada empleado dentro de una empresa. Sin embargo es una realdad-
no solo a nivel nacional, sino también internacional- que como todo ser humano,
tiene algunas limitaciones-es parte de nuestra naturaleza- no podría cumplir su labor
de manera perfecta-o al menos eso es lo que se busca- sin la colaboración de
elementos externos. Una de esas limitaciones con las que se choca un inspector
del trabajo es con la informalidad en la que viven la mayoría de las empresas en
nuestro país, ¿cómo fiscalizar si se están cumpliendo con las normas laborales, si
no se encuentran en el ámbito de la formalidad? Atado de manos queda el inspector
en estos casos, no puede proteger a personas que por su mala suerte no se
encuentran dentro del alcance de la protección del Estado, ¿Dónde queda la frase
que dice que la Constitución Política del Perú establece que el Estado brinda
protección prioritaria al trabajo en sus diversas modalidades, prohibiendo
cualquier relación laboral que limite el ejercicio de los derechos
constitucionales, o que desconozca o rebaje la dignidad del trabajador?
Otra de las limitaciones con las que se encuentra un inspector del trabajo es el
exceso de empresas en nuestro país, para tan poco personal de inspección, al
haber tan poco personal capacitado para estos temas, ocurre que cada inspector
actual, debe aumentar su carga laboral para poder –por lo menos- cubrir con el
mayor porcentaje de inspecciones laborales a realizar.

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