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GADAMER
Para determinar el significado de VIVENCIA hay que distinguir entre experiencias hechas
DIRECTAMENTE por uno mismo y aquellas otras informaciones o datos recibidos de otros, o
simplemente deducidos o imaginados.
La palabra VIVENCIA alude, por un lado, a la INMEDIATEZ DEL VIVIR que precede a toda
interpretación y que constituye su soporte y, por otro, a su efecto o resultado que permanece
en la MEMORIA.
Fue probablemente la influencia de la obra de ROUSSEAU, a finales del s.18, la que puso en
circulación en Alemania esta importancia de lo directamente vivido, llamando la atención
sobre el concepto de VIDA.
Este concepto de VIDA se valora ahora tanto porque en torno a él se articula la crítica al
RACIONALISMO MODERNO que culmina en la ILUSTRACIÓN.
Fue DILTHEY quien asignó explícitamente al término ERLEBNIS una función conceptual.
Caracteriza la VIVENCIA como lo adquirido por nosotros en nuestra experiencia inmediata y
que constituye la materia última de todo lo que luego configurará la imaginación o el
pensamiento.
Por eso, el significado de la VIVENCIA nunca quedará reducido a lo que se pueda decir de ella
ni a lo que se pueda retener como su significado, ya que el discurso que trate de determinar su
contenido necesitará insertarse en el conjunto del fluir universal de la vida al que va unido
como otra más de sus objetivaciones.
Esta es la base desde la que aparece en DILTHEY la conocida oposición entre VIDA y
CONCEPTO.
No puede entenderse la relación entre VIDA y VIVENCIA como un caso de relación de algo
general con algo particular. Como toda VIVENCIA se integra necesariamente en la totalidad de
la VIDA, esta totalidad se hace también presente en ella. La VIVENCIA no es un fragmento de
vida sin conexión con el resto, como las percepciones, sensaciones, etc. Le corresponde
establecer un nexo con la totalidad de la que forma parte. Por eso, manifiesta y representa
también esa vida como totalidad.
En resumen: cada VIVENCIA se destaca del fluir de la vida y, al mismo tiempo, se refiere al
conjunto de ese fluir. No es VIVENCIA sólo en cuanto experiencia inmediata de lo vivido
todavía no elaborado conceptualmente, sino también como superación conceptual de esa
experiencia inmediata dentro del todo de la conciencia vital.
A lo largo del s.19 ha sido una tesis usual considerar la VIVENCIA ESTÉTICA como el modo
paradigmático de toda vivencia.
Como ya hemos dicho, en la VIVENCIA se actualiza una plenitud de significado que no tiene
que ver sólo con un determinado contenido, sino que más bien representa el conjunto del
sentido de la vida. De ahí que pueda señalarse como propio de la VIVENCIA ESTÉTICA el hecho
de representar la experiencia de un TODO INFINITO. ¿POR QUÉ INFINITO? Pues porque el
significado al que accedemos en la VIVENCIA ESTÉTICA no se integra con otros elementos en la
unidad de un proceso abierto de experiencia, sino que representa inmediatamente el TODO.
Entendemos la obra de arte cuando la captamos como realización de la representación
simbólica de la vida, hacia la que toda vivencia tiende. De ahí que lo propio de una genuina
experiencia estética consista en sentirnos sustraídos a los nexos superficiales de nuestra vida
episódica cotidiana y centrarnos en el todo de nuestro vivir.
A partir del s. 19 esto cambia. El criterio básico del ARTE CLÁSICO era que lo que hace que una
obra de arte sea tal es la ESTRUCTURACIÓN ESTÉTICA de FORMAS y MODOS CANÓNICOS,
FIJOS.
La función simbólica da un significado que está más allá de lo que vemos u oímos. Simbólico es
algo que está en lugar de otra cosa.
La principal diferencia entre estas dos formas de la función simbólica radica en que, a
diferencia de lo que sucede con las alegorías, el símbolo no está necesariamente restringido a
la esfera del LÓGOS. En la noción de símbolo hay una connotación metafísica que no tiene el
concepto de alegoría, un concepto que procede de la tradición retórica. Si mediante símbolos
sensibles es posible alcanzar el sentido de lo más espiritual y elevado, entonces es que lo
sensible no es pura nada y oscuridad, sino emanación y reflejo de lo espiritual y verdadero.
La aparición del ARTE VIVENCIAL convierte la diferencia entre SÍMBOLO y ALEGORÍA en una
oposición de valores. Lo característico de la obra de arte como creación del genio es que su
significado esté en su manifestación misma, no que éste se introduzca en ella de otra manera.
La coincidencia en el símbolo de significado y manifestación sensible es la reunión de lo que
debe ir junto. El concepto de SÍMBOLO se transforma así en un ppio estético universal.
Las resistencias críticas a este ppio señalan que la unidad de imagen y significado en la que
consiste el SÍMBOLO no es del todo absoluta. El SÍMBOLO no supera, sin más, la tensión entre
el mundo de las ideas y el mundo de los sentidos, sino que permite pensar también una
relación incorrecta entre expresión y contenido. La función religiosa del símbolo vive
precisamente de esta tensión. Lo que llena de contenido al SÍMBOLO es una mutua
pertenencia interna de lo FINITO y lo INFINITO.
La inadecuación de FORMA y ESENCIA es esencial al símbolo en cuanto que éste apunta por su
propio significado más allá de su mismo carácter sensible. De esta inadecuación surge
precisamente, el carácter fluctuante e indeciso propio del símbolo.
Según el criterio CLÁSICO, el arte posee siempre un significado CLARO, que se ofrece sin
tensiones. No sólo se refiere a un sentimiento estético, sino también a una comprensión
racional. Esto se debe a que está vinculado a una cierta DOGMÁTICA.
Según el criterio ROMÁNTICO, en cambio, la vinculación con una determinada dogmática es
CONTRARIA a la esencia del arte, ya que lo artístico se define como PRODUCCIÓN
INCONSCIENTE del GENIO. Esta perspectiva abre el horizonte del ARTE VIVENCIAL, desde
GOETHE. Ahora, la creatividad del artista se despliega LIBREMENTE, sin tener que ceñirse a un
ma. Por tanto, el SIMBOLISMO que utiliza y aparece es LIBRE.
La base de la ESTÉTICA ROMÁNTICA es, por tanto, este PPIO de la LIBERTAD DE LA ACTIVIDAD
SIMBOLIZADORA DEL ESPÍRITU.
Ahora bien: en realidad, esta base no puede convertirse en el fundamento firme, porque la
libertad de la creatividad del artista se encuentra siempre condicionada por la pervivencia de
la tradición mítico-religiosa.
Desde una PERSPECTIVA HERMENÉUTICA, por tanto, este concepto de LIBRE CREATIVIDAD
ESTÉTICA debe entenderse correctamente. No puede establecerse como absoluta la diferencia
entre CONCIENCIA MÍTICO-RELIGIOSA y CONCIENCIA ESTÉTICA.
2.2. El concepto de CONCIENCIA ESTÉTICA
Para discutir este problema tenemos que fijarnos en el MOVIMIENTO de las IDEAS ESTÉTICAS
del s.19 alemán.
SCHILLER inicia el proceso transformando la kantiana idea trascendental del GUSTO en una
EXIGENCIA MORAL y haciendo de ella un IMPERATIVO: COMPÓRTATE ESTÉTICAMENTE.
SCHILLER comprende el ARTE como INTRODUCCIÓN A LA LIBERTAD – el objetivo de la
educación estética será hacer posible la armonía entre el instinto de la FORMA y el instinto de
la MATERIA mediante el cultivo del instinto LÚDICO.
SCHILLER, sin embargo, propone que el ARTE se convierta en una REALIDAD PROPIA y que se
convierta en esfera de actividad humana libre. En esta esfera reinarían las LEYES DE LA
BELLEZA y se podrían sobrepasar los límites de la realidad, ya que en ella se abre un MUNDO
IDEAL que había que defender contra toda limitación (incluso contra la tutela moralista del
Estado y la Sociedad).
Sin embargo, tenemos que tener en cuenta que ese mundo ideal en el arte es sólo una
armonía particular proyectada como posible en un imaginario estado estético, NO en la
realidad. SCHILLER intenta la RECONCILIACIÓN ESTÉTICA del dualismo kantiano entre SER y
DEBER-SER y se ve abocado así a un nuevo dualismo más profundo, lo que hace muy
cuestionable su vía elegida.
GADAMER piensa que es necesario alcanzar una perspectiva que no reduzca la VIVENCIA a su
sentido parcial de lo inmediatamente vivido, sino que nos permita abrirnos a la REALIDAD
HISTÓRICA del hombre.
Tan sólo parece difícil admitir esto cuando se sigue midiendo, con KANT y el POSITIVISMO, el
grado de validez y verdad de cualquier conocimiento según el concepto de realidad que
sustentan las ciencias de la naturaleza. Hay que reformular el concepto de EXPERIENCIA de
forma más amplia, para que la experiencia de la obra de arte pueda ser comprendida también
como experiencia de verdad. Lo que toca, pues, es una nueva formulación del sentido de la
VERDAD.
Para llevar a cabo esta reformulación del problema de la VERDAD de la experiencia estética, la
primera condición es superar la interpretación subjetivista de la conciencia estética y entender
la experiencia del arte como verdadera experiencia. No se puede hacer depender esta
experiencia de la posesión de un determinado nivel de formación de la conciencia estética. La
experiencia de la obra de arte implica un comprender, representa por sí misma un fenómeno
hermenéutico, y no en el sentido de un método científico. Porque el comprender forma parte
del encuentro con la obra de arte. Y esa pertenencia sólo puede ser iluminada partiendo de
una elucidación del modo de ser de la obra de arte.