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Política y politización (4): definición del concepto y la concepción socialista

(por Jan Doxrud) Abril 18, 2017Filosofía, Educación, Política, Socialismo

Pasemos ahora a examinar el concepto de “politización”. La RAE nos entrega dos definiciones de
“politizar”:

1) Dar orientación o contenido político a acciones, pensamientos, etc., que, corrientemente, no lo


tienen.

2) Inculcar a alguien una formación o conciencia política.

El politólogo italiano, Gianfranco Pasquino, escribe:

“Mientras los individuos y los grupos consideren que la actividad de los descision-makers es
irrelevante para sus propios destinos personales y colectivos, mientras ningún empresario político
se preocupe por organizar el consenso, o mejor dicho el disenso, respecto a las decisiones tomadas
y por tomar, mientras sea imposible construir y utilizar canales de acceso a la esfera política, los
individuos y los grupos no politizarán sus propias demandas y, por ende, la tasa de participación
será baja, o bien nula. Cuando, en cambio, crezca la conciencia de que otros individuos y grupos
influencian y a veces plasman destinos personales y grupos influencian y a veces plasman destinos
personales y colectivos, deciden la asignación de recursos, se apropian de oportunidades; cuando
emerjan empresarios políticos; cuando se disponga de los canales de acceso y de influencia
política, las demandas se volverán politizadas, dirigidas hacia y en contra de los gobernantes, y la
tasa de participación en consecuencia crecerá”[

El Informe de Desarrollo Humano en Chile (PNUD) también define la politización como el


transformar o intentar transformar en político un asunto que antes no lo era. Más adelante el
informe define la politización como “un proceso en el cual se disputan los límites de lo que las
sociedades pueden decidir; esto es, un proceso de disputa por la delimitación de lo político…la
politización opera como un proceso de construcción de límites que puede ampliar o restringir el
campo de autodeterminación de la sociedad”[2].

El informe introduce la distinción entre “lo político” y la política”:

“Lo político se refiere a todo aquello que en una sociedad se establece como susceptible de ser
decidido colectivamente. La política es la expresión institucional de un determinado estatus de la
definición de lo político. Lo político trasciende la política, pero también la contiene, y por eso tiene
sentido la expresión «politizar la política»”[3].

Por lo tanto, desde la perspectiva del informe del PNUD, “lo político” se relaciona con aquello que
dentro de una sociedad es susceptible de ser decidido de manera colectiva, de manera que “lo
político” se presenta como algo contingente y dinámico, debido a que los que se discute y se
decide va cambiando a lo largo del tiempo. Por otro lado, “la política” vendría a ser la expresión
institucional de lo político y añaden los autores del informe que, si bien lo político se relaciona con
la política, está última trasciende al primero “pues lo que puede ser objeto de deliberación social
excede los aspectos, dispositivos y actores institucionalmente determinados”[4]. Teniendo en
consideración lo anterior se entiende entonces la politización como un proceso en el cual se
delimitan las fronteras, ampliando o restringiendo el campo de autodeterminación de la sociedad.

La politización sería participación más interés en la política lo cual, lo cual, por supuesto, no tiene
nada de negativo. Como señala el informe anteriormente citado, politizar “es un intento de
incorporar un asunto al campo de lo político, es decir, al de las decisiones colectivas”[5]. No
queremos ciudadanos pasivos y acríticos que sólo concurran a votar cada cierto tiempo para luego
regresar a sus vidas cotidianas despreocupados por las posibles consecuencias de sus elecciones
políticas. Dentro de un sistema democrático la opinión pública, que constituye la base de este
mismo, debe estar informada y preocupada por el accionar de los representantes políticos. La
democracia debe protegernos de aquellos que ejercen el poder, tal como escribió Raymond Aron:

“A mi juicio, la justificación más pertinente de la democracia no radica en la eficacia del gobierno


de los hombres que se gobiernan por sí mismos, sino en la protección que aporta la democracia
contra los excesos de los gobernantes”[6].

Queremos ciudadanos que voten de manera informada, así como ciudadanos que se abstengan
cuando consideren que el sistema que supuestamente dice representarlos en realidad no lo hace e
incluso los perjudica. Como en otros asuntos tratados, acá no estamos hablando si debe haber o
no una politización de la sociedad, sino hasta que punto o en otros términos, cuál es la intensidad
y rango de cobertura de tal politización. Como señala el informe del PNUD, la politización no es
algo definido de antemano, ya que es un proceso en curso conformado por diversos actores
sociales. Añade el informe algo importante y es que no existe un identidad plena entre la
politización, entendida como el proceso de discusión sobre los límites de las decisiones sociales, y
la democracia, lo que significa que tanto politización como democracia pueden operar de manera
independiente una de otra: “En una sociedad puede haber procesos de politización que se realicen
bajo un régimen autoritario, o formas de regímenes democráticos donde no existan procesos de
politización, es decir, donde no haya discusiones profundas acerca de cómo y sobre qué hay que
tomar decisiones”[7]. Por último podemos añadir, tal como lo hace el informe, que la politización
como proceso es uno de tipo complejo ya que en este inciden condicionamientos culturales de la
sociedad, las lógicas de acción de los actores y la legitimidad de los marcos institucionales. La
politización hay que entenderla entonces como una constelación que opera entre un conjunto de
ámbitos, ámbito que, por lo demás, están interrelacionados y en donde ninguno es causa o efecto
del otro. Tales ámbitos son: los individuos, actores sociales (elites y movimientos sociales), las
instituciones y formas de relación y tensión entre los tres en el espacio público. Cabe aclarar el
concepto de “actores sociales” del informe el cual es entendido en un sentido amplio, vale decir,
uno que involucra tanto a las elites como a los movimientos sociales. Por actores sociales el
informe señala:
“La mayoría de las definiciones de actores sociales coincide en la idea de que corresponden a un
sujeto colectivo que comparte una posición –valores, visiones del mundo

“…corresponden a un grupo de actores articulados en torno a un interés común u objetivo


compartido. Por lo general sus prácticas se orientan a la consolidación o la transformación del
orden sociopolítico, y se distinguen de los grupos de presión por sus códigos de articulación y
configuración identitaria, así como por el desarrollo de lógicas de acción al margen de la
institucionalidad vigente”[9].

En cuanto a las elites, no hay que concebirlas como los teóricos italianos de finales del siglo XIX y
comienzos del XX , ya que estas son heterogéneas, tanto por su fundamento como por su
pluralidad interna, así como por las funciones que cumplen y sus dinámicas propias. Ahora bien las
elites, a diferencia de los movimientos sociales, ocupan una posición de autoridad y poder desde
donde ejercen la conducción social. El punto es que no hay que confundir politización con
ideologización, es decir, valerse de la politización para imponer una ideología específica.

Politización y Socialismo

Ahora pasaré a examinar el concepto de politización que tienen algunos de los representantes del
socialismo del siglo XXI que difiere bastante de lo que señalamos anteriormente. Comencemos con
uno de los líderes de “Podemos”, Juan Carlos Monedero, quien escribe:

“Los conceptos son hoy uno de los principales campos de batalla del actual momento político.
Quien no discute los nombres de su polis está despolitizando su vida social. Está dejando de
participar en las metas colectivas que, sin embargo, todos deben cumplir. Se puede ser apartidista.
Nadie puede ser apolítico”[10].

A continuación Monedero nos explica qué es politizar:

“Politizar algo es hacer consciente el conflicto inevitable entre los intereses de los individuos y los
del colectivo. El ser humano se mueve por el deseo (impelido a su vez por la imitación), pero ese
deseo – el que sea – sólo se puede cumplir en la vida social (hasta para irse a una supuesta isla
desierta). De ahí que el conflicto afecte a cada rincón de la vida social: la propiedad de la tierra o
de las fábricas, el ámbito doméstico, el respeto al medio ambiente, la existencia del dinero, la
igualdad entre los sexos, el espacio público, la relación con otros países o la forma de resolver los
problemas dentro del colectivo. Ese conflicto no tiene solución radical a favor de uno u otro de los
extremos, aunque sí vamos construyendo, despacio, algunos consensos de los que la mayoría
participan”[11].

Para Monedero el conflicto es una parte integrante de la sociedad, es lo que pone en marcha a las
sociedades, pues siempre existe una tensión latente en la sociedad y negar este conflicto podría
llevar a un conflicto aún mayor. Añade Monedero que, si politizar es traer al primer plano el
conflicto, entonces despolitizar es negar el conflicto, pero añade que siempre que se despolitiza se
pierde de vista un conflicto que, no por negado, dejará de seguir acechando. Desde el momento
en que algo deja de estar politizado entonces queda fuera del conflicto y es aceptado como
“patrimonio común”. Despolitizar puede implicar volver a correr el riesgo de repetir
comportamientos sociales superados, incluso perder aquellos derechos de hoy que fueron
producto de luchas en el pasado. Según Monedero si desaparece la tensión entonces desaparece
también el objetivo de la emancipación. El aspecto positivo de la politización de la sociedad es que
esta se vuelve más “despierta” y vigilante, mientras que la despolitización de la sociedad podría
significar abrir la puerta al retroceso en materia social. Por el contrario, Monedero opina que una
mayor politización implica una mayor posibilidad de avanzar en la emancipación ya que nos
permite pensar las implicaciones colectivas de un asunto. En síntesis, de acuerdo a Monedero
tenemos el siguiente panorama social:

“El conflicto es un equilibrio inestable de seres humanos que viven en el tiempo, es decir, que
envejecen, que pierden constantemente energía camino de la muerte. Existirá conflicto
mientras haya seres humanos que piensen que merecen algo y no lo tienen. Presumiblemente,
entonces, siempre habrá conflicto, salvo en un futuro cuyos contornos de perfección no dejan
también de producir inquietud”[12].

El Troudi, Monedero y García Linera

Monedero, al parecer, para darle un status científico a sus aseveraciones hace uso del concepto de
“entropía”, para extrapolarlo desde el ámbito de las ciencias al de la sociedad. ¿Cuál es el objetivo
de todo esto? La respuesta es simple y es que la política es la encargada de luchar contra la
entropía social. Aquí nuevamente nuestro autor utiliza injustificadamente ideas científicas en
temas sociales. Por ejemplo Monedero escribe lo siguiente: “El ser humano anhela la negación de
la entropía en todos sus desarrollos: anhela la satisfacción de necesidades, anhela la búsqueda de
la verdad, anhela la búsqueda de la belleza, anhela el bien, anhela el orden, pues todos estos
aspectos le permiten trascender más allá de ese recuerdo constante a la desaparición”[13].

En primer lugar debemos señalar que la entropía es un concepto que es parte de la segunda ley de
la termodinámica. Algunos personajes claves en estos descubrimiento fue el ingeniero francés Sadi
Carnot (1796-1832), William Thompson (Lord Kelvin, 1824-1907) y Rudolf Clausius (1822-1888). La
primera ley de la termodinámicadice que la energía se conserva en todos los momentos, lo que
significa que no puede haber móviles perpetuos, “motores que suministren trabajo mecánico
indefinidamente sin recibir combustible u otro aporte de energía”[14]. La segunda ley de la
termodinámica dice que la energía se degrada, es decir, que la “entropía” aumenta, en todos los
procesos irreversibles. La tercera ley de la termodinámica, enunciada por Walther Nernst (1864-
1941), nos dice que no podemos alcanzar el cero absoluto. El uso que hace Monedero de este
concepto es completamente innecesario, ni siquiera se justifica metafóricamente. Como explica
Mario Bunge, existen dos conceptos técnicos de entropía diferentes e inconexos, siendo el
primero el físico y el segundo el informativo, los cuales son irrelevantes para la filosofía. Algo
similar ocurre con el concepto de autopoiesis del biólogo chileno Humberto Maturana, concepto
que fue aplicado a la sociología por el alemán Niklas Luhmann y que Maturana lo considera como
algo fuera de lugar.

Continuemos ahora con el ministro boliviano, Álvaro García Linera, quien afirma:
“En lo político, en el socialismo comunitario, la sociedad política y la sociedad civil vuelven a
fundirse gradualmente, esto quiere decir que un comunario, un joven, un estudiante, un campesino
o un empresario se hacen partícipes directos de la toma de decisiones sin la necesidad civil la que
por sí misma toma decisiones mediante sus asambleas, congreso y cabildos, desaparece la clase
política especializada y todos nos volvemos políticos, tomamos decisiones todo el tiempo. Es lo que
llamamos una democracia comunitarizada, la expansión de la democracia comunitaria de campo a
la ciudad y a todos los ámbitos de la vida, en la toma de decisiones del país en su conjunto”[15].

Veamos ahora el concepto de “politización” del ministro bolivariano Haiman El Troudi.


Refiriéndose al tema de la organización de la clase obrera para la lucha contra el capitalismo y la
necesidad de que estas puedan gestionar las fábricas, El Troudi toma como “hermoso ejemplo” el
de los piqueteros argentinos, esa “asociación no orgánica de desempleados, nuevos trabajadores
conscientes y politizados. Los piqueteros permanentemente están movilizados y su espíritu
creativo y libertario no conoce fronteras ni detiene su marcha al toparse con diques de
contención”[16]. Más adelante escribe El Troudi que la participación popular en los asuntos de
gobierno hace que las personas comprometidas en ella crezcan en conciencia política. A esto
añade el ministro socialista:

“Las personas se politizan, adquieren conciencia política cuando sus problemas individuales no son
el centro de su vida, ya que asumen los problemas en un contexto global. Un individuo se realiza
como sujeto politizado cuando traspasa los límites de su localidad, sector, partido, gremio, grupo
de opinión, tendencia y asume como suyos los intereses globales de la sociedad de la cual forma
parte. La participación protagónica de los ciudadanos en todos los ámbitos posibles de lo público,
representa uno de los más potables caminos para la elevación de su conciencia, en tanto
ciudadano integrado al proyecto de dar viabilidad a la emancipación colectiva”[17].

Marta Harnecker, en su “guía para evaluar cómo se avanzando”, realiza las siguientes preguntas:

“¿Entienden que necesitan un pueblo organizado, politizado, capaz de presionar para debilitar el
aparato estatal heredado y poder así avanzar en el proceso de transformaciones propuesto?
¿Entienden que nuestros pueblos tienen que ser actores de primera línea y no sólo de segunda?
¿Oyen y otorgan la palabra a sus pueblos? ¿Entienden que pueden apoyarse en ellos para
combatir los errores y desviaciones que vayan surgiendo en el camino? ¿Les entregan recursos y los
llaman a ejercer la contraloría social del proceso? En síntesis, ¿contribuyen a crear un sujeto
popular cada vez más protagónico que vaya asumiendo responsabilidades de gobierno?”[18].

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