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RECURSO DE APELACIÓN No. 1/2004-PS.

DERIVADO DE LA FACULTAD DE ATRACCIÓN


8/2004-PS.
PROMOVENTES: AGENTE DEL MINISTERIO
PÚBLICO DE LA FEDERACIÓN COMISIONADO
EN LA OFICINA DEL FISCAL ESPECIAL PARA
LA ATENCIÓN DE HECHOS PROBABLEMENTE
CONSTITUTIVOS DE DELITOS FEDERALES
COMETIDOS DIRECTA O INDIRECTAMENTE
POR SERVIDORES PÚBLICOS EN CONTRA DE
PERSONAS VINCULADAS CON MOVIMIENTOS
SOCIALES Y POLÍTICOS DEL PASADO Y DEL
AGENTE DEL MINISTERIO PÚBLICO DE LA
FEDERACIÓN ADSCRITO AL JUZGADO
SEGUNDO DE DISTRITO DE PROCESOS
PENALES FEDERALES EN EL DISTRITO
FEDERAL.

PONENTE: MINISTRO JOSÉ RAMÓN COSSÍO DÍAZ.


SECRETARIOS: LORENA GOSLINGA REMÍREZ, RAÚL
MANUEL MEJÍA GARZA Y MIGUEL ENRIQUE SÁNCHEZ
FRÍAS.

Í N D I C E:

SÍNTESIS I – XVIII

AVERIGUACIÓN PREVIA 2

CONSIGNACIÓN 3 -8

TRÁMITE Y RESOLUCIÓN DEL JUEZ DE LA CAUSA 9 - 16

INTERPOSICIÓN Y TRAMITACIÓN DEL


RECURSO DE APELACIÓN 16

SOLICITUD DE ATRACCIÓN 18- 19


COMPETENCIA 20

LEGITIMACIÓN 20

OPORTUNIDAD DEL RECURSO 21

EFECTOS DE LA ATRACCIÓN Y FIJACIÓN DE LA


MATERIA A ESTUDIO 21-29

AGRAVIOS:

DEL AGENTE DEL MINISTERIO PÚBLICO DE LA


FEDERACIÓN ADSCRITO A LA FISCALÍA ESPECIAL 29-62

DEL AGENTE DEL MINISTERIO PÚBLICO DE LA


FEDERACIÓN ADSCRITO AL JUZGADO 62

ESTUDIO SOBRE LA PRESCRIPCIÓN 63-74

ESTUDIO DE LOS AGRAVIOS: 63-198

PRIMER AGRAVIO 75-111

SEGUNDO AGRAVIO 111-141

TERCER AGRAVIO 141-181

CUARTO AGRAVIO 182-201

ALCANCES DEL SENTIDO DEL FALLO 202-206

PUNTOS RESOLUTIVOS 206-207


RECURSO DE APELACIÓN No. 1/2004-PS.
DERIVADO DE LA FACULTAD DE ATRACCIÓN
8/2004-PS.
PROMOVENTES: AGENTE DEL MINISTERIO
PÚBLICO DE LA FEDERACIÓN COMISIONADO
EN LA OFICINA DEL FISCAL ESPECIAL PARA
LA ATENCIÓN DE HECHOS PROBABLEMENTE
CONSTITUTIVOS DE DELITOS FEDERALES
COMETIDOS DIRECTA O INDIRECTAMENTE
POR SERVIDORES PÚBLICOS EN CONTRA DE
PERSONAS VINCULADAS CON MOVIMIENTOS
SOCIALES Y POLÍTICOS DEL PASADO Y DEL
AGENTE DEL MINISTERIO PÚBLICO DE LA
FEDERACIÓN ADSCRITO AL JUZGADO
SEGUNDO DE DISTRITO DE PROCESOS
PENALES FEDERALES EN EL DISTRITO
FEDERAL.

PONENTE: MINISTRO JOSÉ RAMÓN COSSÍO DÍAZ.


SECRETARIOS: LORENA GOSLINGA REMÍREZ, RAÚL
MANUEL MEJÍA GARZA Y MIGUEL ENRIQUE SÁNCHEZ
FRÍAS.

SÍNTESIS
-I-
ANTECEDENTES:

a) El veintidós de julio de dos mil cuatro, el agente del Ministerio


Público de la Federación adscrito a la oficina del fiscal especial
para la atención de hechos probablemente constitutivos de delitos
federales cometidos directa o indirectamente por servidores
públicos, en contra de personas vinculadas con movimientos
sociales y políticos del pasado, una vez integrada la averiguación
previa, ejerció acción penal en contra de **********, **********,
**********, **********, **********, ********** (a) “**********”, **********
(a) “**********”, ********** (a) **********, ********** (a) **********,
********** (a) ********** y ********** (a) **********, como probables
responsables de la comisión del delito de genocidio, previsto en el
artículo 149 bis del Código Penal para el Distrito y Territorios
Federales en Materia del Fuero Común y para toda la República
en Materia de Fuero Federal, vigente en el año de mil novecientos
setenta y uno.

b) Del asunto correspondió conocer, por razón de turno, al Juez


Segundo de Distrito de Procesos Penales Federales en el Distrito
Federal, quien mediante acuerdo de veintitrés de julio de dos mil
cuatro, radicó el asunto registrándose con el número 114/2004.

c) En proveído de veinticuatro de julio de dos mil cuatro, el Juez


de Distrito del conocimiento, determinó declarar extinguida la
acción penal respecto del delito de genocidio, a favor de los
inculpados, decretando el sobreseimiento de la causa penal.

d) Inconformes con la determinación anterior, el Ministerio Público


de la Federación y el adscrito al juzgado de referencia,
interpusieron recurso de apelación, mediante sendos escritos
presentados el veintiséis y veintisiete de julio de dos mil cuatro.

e) En acuerdo de veintisiete de julio de dos mil cuatro, el Juez de


Distrito del conocimiento, tuvo por admitidos dichos recursos en el
efecto devolutivo; asimismo ordenó remitir los autos al Tribunal
Unitario del Primer Circuito en turno, en diverso acuerdo de
veintinueve del mes y año en cita.

f) De los recursos de apelación, correspondió conocer al Quinto


Tribunal Unitario en Materia Penal del Primer Circuito, quien
mediante acuerdo de seis de agosto de dos mil cuatro, ordenó
registrar el toca penal con el número 415/2004.

g) Señalándose las diez horas con quince minutos del día


dieciocho de agosto de dos mil cuatro, para que se verificara la
audiencia de vista, el Ministerio Público de la Federación,
comisionado en la oficina del fiscal especial para la atención de
hechos probablemente constitutivos de delitos federales
cometidos directa o indirectamente por servidores públicos en
contra de personas vinculadas con movimientos sociales y
políticos del pasado, mediante escrito presentado el dieciocho de
ese mismo mes y año, formuló agravios, adhiriéndose a los
mismos el agente del Ministerio Público de la Federación adscrito,
tal y como lo manifestó en el escrito presentado en la fecha
precitada.

h) Una vez celebrada la audiencia pública y estando pendiente el


dictado de la resolución respectiva, el Procurador General de la
República, por oficio PGR/672/2004 presentado, el veinticinco de
agosto de dos mil cuatro, en la Oficina de Certificación Judicial y
Correspondencia de esta Suprema Corte de Justicia de la Nación,
solicitó que la Primera Sala ejerza facultad de atracción para
conocer del recurso de apelación de mérito, con fundamento en
los artículos 105, fracción III, de la Constitución General de la
República; 10, fracción XI, 21, fracción I, 25, fracción V y 141,
tercer párrafo, de la Ley Orgánica del Poder Judicial de la
Federación.

i) Esta Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la


Nación, el trece de octubre de dos mil cuatro, resolvió ejercer la
facultad de atracción para conocer de los recursos de apelación
interpuestos por los agentes del Ministerio Público de la
Federación.

RECURRENTES: agente del Ministerio Público de la Federación,


comisionado en la oficina del fiscal especial para la atención de
hechos probablemente constitutivos de delitos federales
cometidos directa o indirectamente por servidores públicos en
contra de personas vinculadas con movimientos sociales y
políticos del pasado y del agente del Ministerio Público de la
Federación, adscrito al Juzgado Segundo de Distrito de Procesos
Penales Federales en el Distrito Federal.

EN LA CONSULTA SE PROPONE:

En las consideraciones:

A) PRIMER AGRAVIO
Se considera que el primer agravio formulado por la
representación social de la Federación es infundado, atento a lo
siguiente:
 La garantía de irretroactividad se encuentra consagrada en
el artículo 14 constitucional y sobre la misma esta Suprema
Corte de Justicia de la Nación, a través de sus diversas
integraciones, ha sostenido que la aplicación retroactiva de
la ley, en perjuicio de la persona, está prohibida, hecha
excepción de cuando le es favorable; asimismo, que el
principio de mérito protege a los gobernados tanto en contra
de las autoridades legislativas como de aquellas que debían
aplicar la ley; estableciendo, por otro lado, que la aplicación
retroactiva de la ley, opera en materia penal tanto en el
aspecto sustantivo y, en algunos casos, en el adjetivo.
 El principio constitucional señalado rige también para los
tratados internacionales y el mismo también se encuentra
contemplado en diversos instrumentos internacionales como
son: el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos
(artículo 15), Convención Americana de Derechos Humanos
(artículo 9), Declaración Universal de Derechos Humanos
(artículo 11), entre otros.
 Por otra parte, el Plenipotenciario de los Estados Unidos
Mexicanos firmó, ad referéndum, la Convención sobre la
Imprescriptibilidad de los Crímenes de Guerra y de los
Crímenes de Lesa Humanidad el tres de julio de mil
novecientos sesenta y nueve, la cual fue enviada a la
consideración de la Cámara de Senadores del Congreso de
la Unión, con la Declaración Interpretativa respectiva, siendo
aprobada por dicha Cámara el diez de diciembre de dos mil
uno.
 Aun cuando el citado instrumento internacional recibe el
nombre de Convención, realmente constituye un Tratado,
en términos del artículo 2, fracción I, de la Ley sobre la
Celebración de Tratados.
 Una vez que las partes negociadoras firman un tratado o
canjean instrumentos que lo constituyan, quedan obligadas
a abstenerse de cualquier acto que frustre el objeto y fin del
tratado, sin importar que se encuentre pendiente de
ratificación, aceptación o aprobación, pues así deriva de lo
dispuesto por los artículos 11 y 18 de la Convención de
Viena sobre el Derecho de los Tratados, es decir, que la sola
firma “ad referéndum” del tratado o el intercambio de
instrumentos que la constituyan produce las consecuencias
jurídicas señaladas.
 Las declaraciones interpretativas son declaraciones
aclaratorias o explicativas del alcance de las normas del
tratado para efectos en el derecho interno y, por ello, no
pueden en ningún caso “excluir o modificar” los efectos
jurídicos de un tratado para un Estado parte del mismo,
como lo hacen las “reservas”.
 La calificación de “reserva” o “declaración interpretativa”
depende no de la denominación o enunciado con el cual se
identifique, sino de las características materiales de la
declaración unilateral emitida por el Estado, siendo el núcleo
de la distinción la exclusión o modificación de los efectos
jurídicos de ciertas disposiciones de un tratado en la
aplicación dentro del territorio del Estado que la manifieste.
 En este caso, si la intención de la Convención es la de regir
sobre todos los crímenes cometidos, independientemente de
la fecha de los mismos, la declaración interpretativa
formulada por el Estado mexicano en realidad estaría
modificando el ámbito temporal de la Convención y, por
tanto, tendría que ser calificada como reserva.
 Sin embargo, la citada “reserva” no hace sino redundar
sobre lo ya establecido por el artículo 14 de la Constitución
Política de los Estados Unidos Mexicanos. Es claro, por
tanto, que aún en este caso, la misma no podría ser
declarada inválida o inaplicarse en el caso concreto por ir en
contra del “objeto y fin del tratado”, ya que de manera
indirecta estaríamos inaplicando el artículo 14 de la
Constitución Federal. Resulta relevante, entonces,
únicamente para evitar una probable responsabilidad del
Estado Mexicano en el contexto internacional.

B) SEGUNDO AGRAVIO

Los agravios expresados en el segundo agravio resultan, por


un lado, infundados —aquellos expresados en los apartados
primero, segundo y cuarto— y, por otro, inoperantes —el manifestado
en el apartado tercero—. Lo anterior, como se aprecia de lo
siguiente:

 En el primero, segundo y cuarto apartado de el segundo


agravio, el representante social Federal pretende demostrar
que la prescripción de la acción penal por el delito de
genocidio no operó a favor de los inculpados, debido a que
obran constancias en autos que acreditan la existencia de
diligencias que interrumpieron el plazo para que la misma
operara. Sin embargo, se estima que ninguna de ellas es
apta para acreditar la existencia de actuaciones que
hubiesen interrumpido el citado plazo.
 Del contenido de los artículos 110 y 111 del código punitivo
sustantivo vigente en la época de los hechos, se concluye
que no todo acto del procedimiento puede interrumpir la
citada prescripción, sino sólo las actuaciones, practicadas
por el Ministerio Público o la autoridad judicial, que se
practiquen en averiguación del delito y del probable
responsable —encaminadas a averiguar los hechos de los
que derive el ilícito atribuido al indiciado del delito y no otros
—, son aptas para interrumpir la prescripción, siempre y
cuando no se realicen después de que haya transcurrido la
mitad del lapso necesario para que la misma opere, pues en
caso contrario, la prescripción no se interrumpirá sino con la
aprehensión del inculpado.
 Por lo que hace a la averiguación Previa Número
FCINVCEN/50/UCDO3/00709/2001-06, iniciada el veintiuno
de junio de dos mil uno, la misma no resulta apta para
interrumpir el citado pues, si bien la misma es un acto que
podría denominársele “procedimental”, realizado por el
Ministerio Público en averiguación de los mismo hechos que
configuran el delito de genocidio en cuestión y de los
probables responsables, la misma se realizó después de
que había transcurrido la mitad del lapso necesario para que
la referida prescripción operara siendo, por ende, inapta
para interrumpir su curso.
 Por lo que hace a las constancias del proceso penal número
848/71 radicado en el Juzgado Segundo Penal del Distrito
Federal, de la averiguación previa que le dio origen, así
como del toca de apelación 391/72, derivado del señalado
proceso, radicado en la Sexta Sala del Tribunal Superior de
Justicia del Distrito Federal, las mismas tampoco resultan
aptas para interrumpir el plazo prescriptorio en cuestión,
dado que no se practicaron en averiguación del delito y del
probable responsable, toda vez que las mismas se refieren a
hechos distintos a los que se les imputan a los hoy
inculpados y, por ende, las mismas no están encaminadas a
averiguar el delito y el delincuente, pues se refieren a
hechos distintos a los que aquí nos ocupan.
 Por otro lado, por lo que hace al argumento referente a que
el juez del conocimiento valoró incorrectamente, al negarles
valor probatorio, las constancias que en copia simple obran
de la averiguación previa 1863/71 que se inició el once de
julio de mil novecientos setenta y uno, el mismo es asimismo
infundado, en virtud de que las constancias que, en copia
simple, obran en el expediente a estudio no son aptas para
acreditar la existencia de actuaciones procedimentales que
hubieran interrumpido el plazo para que operara la
prescripción de la acción penal respecto del delito de
genocidio, habida cuenta de que las mismas,
específicamente aquellas tituladas “índice de la síntesis” y
“memorándum", únicamente hacen referencia a supuestas
diligencias llevadas a cabo en la citada averiguación, pero
no obra en autos constancia alguna que acredite la
existencia de las citadas diligencias, por lo que no es posible
tener por acreditada su existencia y mucho menos, su
carácter de interruptoras del plazo para la prescripción, pues
ante la ausencia de las mismas, es imposible analizar si
efectivamente las mismas estuvieron encaminadas a la
averiguación del delito y del delincuente, y de las demás
características, anteriormente señaladas, que deben revestir
las actuaciones para que puedan interrumpir el citado plazo.
 Por lo que hace a la copia simple del auto de diez de
noviembre de mil novecientos ochenta y dos en que se
acordó, en la averiguación previa 1863/71, no ejercitar
acción penal, ordenándose el archivo de la citada
indagatoria; la misma tampoco resulta apta para interrumpir
el término para que operara la prescripción de la acción
penal por el delito de genocidio, como erróneamente lo
sostiene la representación social de la Federación, pues la
citada actuación no está encaminada a investigar ni los
hechos presuntamente constitutivos del delito ni al probable
responsable. Dicho auto se limitó a exteriorizar la decisión
del órgano encargado de la investigación y persecución de
los delitos de no ejercitar la acción penal por los delitos
relacionados con dicha indagatoria, al estimar que había
operado, respecto de ellos, la prescripción de la misma.
 Ahora bien, por lo que hace a los agravios esgrimidos por la
apelante en el tercer apartado del segundo agravio, los
mismos resultan inoperantes, en virtud de que en ellos la
representación social de la Federación expresa las razones
que estima conducentes,para sostener que la figura de la
prescripción es de naturaleza procesal y no sustantiva y
justificar, con ello, que en la especie deben aplicarse las
normas procesales vigentes en la actualidad y no las que
estaban vigentes en el momento en que ocurrieron los
hechos. Sin embargo, ello resulta irrelevante para el
presente asunto, habida cuenta de que la figura de la
prescripción de la acción penal, en lo que interesa, se
encuentra esencialmente igual regulada tanto en el Código
Penal para el Distrito y Territorios Federales en Materia de
Fuero Común y para toda la Republica en Materia de Fuero
Federal, vigente al ocurrir los hechos, como en el actual
código federal punitivo.

C) TERCER AGRAVIO

El tercer agravio hecho valer por la representación social de


la Federación resulta, asimismo, infundado, en razón de las
siguientes consideraciones:
 Los argumentos que la representación social de la
Federación expone en su tercer agravio se encaminan, en
gran medida, a cuestionar la independencia de las instancias
encargadas de procurar justicia en la época de los hechos
motivo de la consignación, las cuales, indica, carecían de la
autonomía necesaria para poder avocarse a la investigación
y persecución de los ilícitos cometidos por los presuntos
responsables, dada la calidad de Presidente de los Estados
Unidos Mexicanos de ********** y las condiciones imperantes
en el país en aquellos tiempos. Según su dicho, esto
ocasionó que las víctimas del delito y sus familiares no
tuvieran efectivamente expeditos los derechos a una tutela
penal efectiva, a la debida procuración y administración de
justicia, y a la reparación del daño, entre otros.
 Ello no puede considerarse fundado, toda vez que son los
artículos 21 y 102 constitucionales, los que otorgan a la
institución del Ministerio Público, la función investigadora, la
titularidad del monopolio de la acción penal y la
representación de la sociedad.
 En tales circunstancias, si bien es cierto que el Ministerio
Público tenía —y tiene hasta la fecha— el monopolio del
ejercicio de la acción penal, siendo el único detentador de la
facultad de investigación y persecución de los delitos, y que
sus determinaciones en la averiguación previa eran
inatacables y no sujetas a control judicial alguno en la época
en que se dieron los hechos motivo de la consignación,
también lo es que dicho sistema de procuración de justicia se
ajustaba al mandato constitucional establecido en los
artículos constitucionales referidos, de manera que el mismo
no podía resultar violatorio de garantía individual alguna, toda
vez que las normas constitucionales no pueden vulnerar los
derechos previstos en otras normas constitucionales, por no
poder existir contradicción entre ellas.
 Atendiendo a las mismas razones, son de calificarse como
infundados los motivos de inconformidad en los que la
representación social de la Federación señala que al ser
inatacables las determinaciones del Ministerio Público en la
averiguación previa y no estar sujetas a control judicial
alguno, se violentaba lo establecido en los artículos 3, 8 y 10
de la Declaración Universal de Derechos Humanos; 2,
sección 3, incisos A), B) y el 14, sección 1, del Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos; V y XVIII de la
Declaración Americana de los Derechos y Deberes del
Hombre, y 4, sección 1, in fine y 25 de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos (Pacto de San José),
así como los principios de Ius cogens —incorporados a
nuestro sistema jurídico nacional conforme a lo establecido
en el artículo 133 constitucional—, respecto a la necesidad
de una actuación imparcial, objetiva y expedita de las
autoridades encargadas de procurar y administrar justicia
para lograr la efectividad de los derechos de los individuos.
 Por otro lado, el que **********, en su calidad de Presidente
de la República, tuviera el control directo sobre el Ministerio
Público Federal y del Distrito Federal, así como el
Gobernador del Distrito Federal, derivaba también de un
mandato constitucional, específicamente de lo dispuesto por
los artículos 73, fracción VI, bases 3ª y 5ª; 89, fracción II, y
102, por lo cual tampoco en este caso se habría podido
actualizar la violación de garantía individual alguna. Por ello
son igualmente infundados los agravios en los que se
establece que los denunciantes, víctimas y ofendidos no
tenían expedito su derecho a que se les procurase justicia,
dado que el control directo sobre el Ministerio Público, tanto
Federal como del Distrito Federal, lo tenía el probable
responsable **********, en su carácter de Presidente de la
República, lo cual impidió que se le pudiera investigar a él y
los copartícipes.
 Ahora bien, por lo que hace a los argumento en el sentido de
que el régimen encabezado por ********** subvirtió e
interrumpió la observancia del orden constitucional en
nuestro país, actualizándose la hipótesis prevista en el
artículo 136 de la Constitución Federal, y al relacionado con
que el mismo resulta infundado, ya que la representación
social de la Federación no justifica la razón de su dicho.

D) CUARTO AGRAVIO

Se estima fundado el cuarto agravio esgrimido por la


representación social de la Federación, por las siguientes
consideraciones:

 ********** y ********** , ahora indiciado, se desempeñaron


desde el primero de diciembre de mil novecientos setenta
hasta el treinta de noviembre de mil novecientos setenta y
seis como Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, el
primero, y Secretario de Gobernación, el segundo; periodo
en el cual ocurrieron los hechos materia de la consignación
sobre la que recayó el auto combatido.
 Conforme a lo establecido en el tercer párrafo del artículo
108 constitucional vigente en la época de los hechos, el
Presidente de la República, durante el tiempo de su
encargo, sólo podría ser acusado de los delitos de traición a
la patria y delitos graves del orden común. Agrega que para
poder proceder penalmente en contra de dicho funcionario
público, tratándose de delitos graves del orden común, el
artículo 109 constitucional, primer párrafo, establecía que
debía mediar declaratoria en ese sentido, por parte de la
Cámara de Diputados, erigida en Órgano de Acusación;
decisión que ese cuerpo deliberante debía adoptar por
mayoría absoluta de sus miembros.
 Por lo que hace a los Secretarios de Despacho, durante el
tiempo de su encargo, los mismos eran responsables por los
delitos del orden común que cometieran, pero para poder
proceder penalmente en contra de dichos servidores
públicos, el artículo 109 constitucional, primer párrafo,
establecía que debía mediar, previamente, declaratoria en
ese sentido por parte de la Cámara de Diputados erigida en
Gran Jurado; decisión que debía adoptar ese cuerpo
deliberante por mayoría absoluta de sus miembros.
 En las relatadas condiciones, el Ministerio Público de la
Federación estaba impedido para ejercitar acción penal
contra los referidos inculpados, dado que era necesario
remover la condición subjetiva de punibilidad, consistente en
el fuero constitucional que los amparaba.
 El Título IV de la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos, relativo a las Responsabilidades de los
Funcionarios Públicos (actualmente Responsabilidades de
los Servidores Públicos), que comprende de los artículos
108 al 114, fue reformado integralmente mediante reforma
constitucional publicada en el Diario Oficial de la Federación
el 28 de diciembre de mil novecientos ochenta y dos y
estableció, de manera expresa, en el segundo párrafo del
artículo 114 constitucional, el principio de que los plazos de
prescripción se interrumpirán tratándose de delitos
cometidos por servidores públicos a cuyos cargos hace
referencia el artículo 111, en tanto tales servidores continúen
desempeñando dicha función.
 Esta reforma constitucional, no obstante es de mil
novecientos ochenta y dos, puede tener efectos sobre
hechos que ocurrieron en mil novecientos setenta y uno.
Ello, toda vez que a prohibición de retroactividad,
consagrada en el artículo 14 constitucional, no es aplicable a
normas del mismo nivel jerárquico, esto es, a normas que se
incorporan al texto constitucional mediante el procedimiento
establecido en el artículo 135.
 En estos términos, se concluye que hasta que ********** Y
********** concluyeron en el ejercicio de su encargo como
Presidente de la República y Secretario de Gobernación, los
plazos de prescripción estaban interrumpidos. En este
sentido, si los hechos presuntamente constitutivos del delito
de genocidio tuvieron lugar el diez de junio de mil
novecientos setenta y uno, precisamente en la época en que
aquéllos se desempeñaban en los encargos apuntados, el
plazo para computar la prescripción no comenzó hasta que
se separaron de los mismos.
 De lo anterior que se considere fundado el cuarto agravio
del escrito presentado por la representación social de la
Federación en el que se duele esencialmente de que el a
quo interpretó y aplicó incorrectamente los numerales 100,
101 y 102 del entonces denominado “Código Penal para el
Distrito y Territorios Federales en materia de fuero común, y
para toda la República en materia de fuero federal”, vigente
en la época de los hechos materia de la consignación, al
aislar las disposiciones relativas al régimen de la
prescripción antes invocadas de las disposiciones
constitucionales vigentes en dicha época, por cuanto hace a
********** Y ********** .
 En consecuencia, debe modificarse el punto resolutivo
primero del auto impugnado, dictado por el Juez Segundo
de Distrito de Procesos Penales Federales en el Distrito
Federal, en el sentido de declarar que no ha operado la
prescripción de la acción penal, únicamente por lo que
respecta a ********** Y ********** , toda vez que el término de
treinta años para que se actualice la misma, en términos de
lo dispuesto en el artículo 105 del Código Penal Federal, no
debe computarse desde el once de junio de mi novecientos
setenta y uno, sino a partir del primero de diciembre de mil
novecientos setenta y seis, fecha en la que concluyeron sus
encargos como Presidente de la República y Secretario de
Gobernación.

En los puntos resolutivos:

“PRIMERO.- En lo que es materia competencia de esta


Primera Sala como Tribunal de Apelación extraordinaria, se
modifica el auto impugnado dictado por el Juez Segundo de
Distrito de Procesos Penales Federales en el Distrito Federal, en
el proceso penal 114/2004-I.

SEGUNDO.- Se declara que no ha prescrito la acción


penal respecto del delito de GENOCIDIO, únicamente por lo
que hace a los inculpados ********** Y **********, en términos de lo
establecido en el considerando SÉPTIMO de la presente
resolución.

TERCERO.- Se declara extinguida la acción penal


respecto del delito de GENOCIDIO, a favor de los inculpados
**********, **********, **********, ********** (a) **********, ********** (a)
********** ********** **********, ********** (a) **********, ********** (a)
********** Y ********** (a) **********.

CUARTO.- Devuélvanse los autos al Quinto Tribunal Unitario


en Materia Penal del Primer Circuito, tribunal de origen, para los
efectos señalados en el considerando OCTAVO de la presente
resolución.”

TESIS QUE SE CITAN EN EL PROYECTO.

“APELACIÓN EN MATERIA PENAL, LIMITES EN


LA.”;

“APELACIÓN EN MATERIA PENAL, FACULTADES


DEL TRIBUNAL DE ALZADA PARA SUPLIR LA
QUEJA.”;

“PRESCRIPCIÓN DE LA ACCIÓN PENAL.”;

“CONSTITUCIÓN, TODAS SUS NORMAS TIENEN


LA MISMA JERARQUÍA Y NINGUNA DE ELLAS
PUEDE DECLARARSE INCONSTITUCIONAL.”;
“RETROACTIVIDAD.”;

“RETROACTIVIDAD”;
“RETROACTIVIDAD DE LA LEY, SE PROTEGE
CONTRA LA, SI CAUSA PERJUICIO.”;

“RETROACTIVIDAD DE LA LEY PENAL MÁS


BENÉFICA.”;

“RETROACTIVIDAD. NO LA CONSTITUYE LA
APLICACIÓN DE LEYES PROCESALES.”;

“RETROACTIVIDAD DE LAS LEYES PROCESALES.


NO EXISTE POR REGLA GENERAL.”;

“RETROACTIVIDAD DE LA LEY.”;

“RETROACTIVIDAD DE LA LEY PROCESAL.”;

“TRATADOS INTERNACIONALES. ADMITEN DIVERSAS


DENOMINACIONES, INDEPENDIENTEMENTE DE SU
CONTENIDO.”;
“ACCIÓN PENAL, EJERCICIO DE LA.”;

“PRESCRIPCIÓN, INTERRUPCIÓN DE LA.”;

“PRESCRIPCIÓN, INTERRUPCIÓN DE LA
(LEGISLACIÓN PENAL FEDERAL).”;

“CONSTITUCIÓN FEDERAL. SUS ESTATUTOS NO


PUEDEN SER CONTRADICTORIOS ENTRE SÍ.”;

“CONSTITUCIÓN, TODAS SUS NORMAS TIENEN


LA MISMA JERARQUÍA Y NINGUNA DE ELLAS
PUEDE DECLARARSE INCONSTITUCIONAL.”;

 “SUPREMA CORTE DE JUSTICIA DE LA


NACIÓN. SUS FALLOS SON INATACABLES.”;

“RETROACTIVIDAD DE LA LEY, PRECEPTOS
CONSTITUCIONALES NO SON IMPUGNABLES
POR.”; “MINISTERIO PÚBLICO. CUANDO EJERCITA
LA ACCIÓN PENAL NO ES AUTORIDAD.”;

“ACCIÓN PENAL, NO ES VIOLATORIA DE


GARANTÍAS DEL SUPUESTO OFENDIDO LA
NEGATIVA DEL MINISTERIO PUBLICO PARA
EJERCITARLA.” y

“RETROACTIVIDAD DE LA LEY, PRECEPTOS


CONSTITUCIONALES NO SON IMPUGNABLES
POR.”
RECURSO DE APELACIÓN No. 1/2004-PS.
DERIVADO DE LA FACULTAD DE ATRACCIÓN
8/2004-PS.
PROMOVENTES: AGENTE DEL MINISTERIO
PÚBLICO DE LA FEDERACIÓN COMISIONADO
EN LA OFICINA DEL FISCAL ESPECIAL PARA
LA ATENCIÓN DE HECHOS PROBABLEMENTE
CONSTITUTIVOS DE DELITOS FEDERALES
COMETIDOS DIRECTA O INDIRECTAMENTE
POR SERVIDORES PÚBLICOS EN CONTRA DE
PERSONAS VINCULADAS CON MOVIMIENTOS
SOCIALES Y POLÍTICOS DEL PASADO Y DEL
AGENTE DEL MINISTERIO PÚBLICO DE LA
FEDERACIÓN ADSCRITO AL JUZGADO
SEGUNDO DE DISTRITO DE PROCESOS
PENALES FEDERALES EN EL DISTRITO
FEDERAL.

PONENTE: MINISTRO JOSÉ RAMÓN COSSÍO DÍAZ.


SECRETARIOS: LORENA GOSLINGA REMÍREZ, RAÚL
MANUEL MEJÍA GARZA Y MIGUEL ENRIQUE SÁNCHEZ
FRÍAS.

México, Distrito Federal. Acuerdo de la Primera Sala de la


Suprema Corte de Justicia de la Nación, correspondiente al día
quince de junio de dos mil cinco.

VISTOSy
R E S U L T A N D O:

PRIMERO.- El diez de junio de dos mil dos, la agente del


Ministerio Público de la Federación, comisionada en la Fiscalía
Especial para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado, de la
Procuraduría General de la República, acordó iniciar la
Averiguación Previa número A.P. PGR/FEMOSPP/011/2002, al
considerar, substancialmente, lo siguiente:

 El diez de junio del año dos mil dos ********** presentó, ante
la Fiscalía Especial, el escrito de denuncia de hechos
probablemente constitutivos del delito de Genocidio y los que
resulten.
 El denunciante señaló como antecedente la averiguación
previa PGR/FEMOSPP/002/2002. Estimó que entre el
Genocidio del dos de octubre y las acciones de represión y
ejecución sumaria de disidentes, perpetradas con posterioridad
a los hechos de Tlatelolco existe un hilo conductor que no
puede ni debe pasar desapercibido y que los crímenes
cometidos en agravio de su hermano **********, **********,
********** y otros, no son otra cosa que una secuela de los
hechos de Tlatelolco, una cadena de crímenes de Estado
dotados de una misma caracterización e identidad ideológica y
finalista.
 En la denuncia se señaló como probables responsables de
los hechos a **********, **********, **********, **********, **********,
**********, **********,, **********, **********, **********, **********,
**********, **********, **********, **********, **********, **********,
**********, **********, **********, **********, **********, **********,
**********, ********** y **********.
 Igualmente, adujo que los hechos consistentes en la
matanza del dos de octubre como la del diez de junio de mil
novecientos setenta y uno constituyen una acción de genocidio
preparado y ejecutado por funcionarios del Gobierno Federal y
que la agresión criminal fue ejecutada alevosamente por un
grupo paramilitar conocido como Los Halcones, señalando
como responsable al ex presidente ********** y otros.

SEGUNDO.- Una vez practicadas las diligencias de la


averiguación previa correspondientes, el veintidós de julio de dos
mil cuatro, se dictó auto de consignación 1 en la indagatoria de
mérito en el que, sustancialmente, se sostuvo que:

I. IMPRESCRITIBILIDAD DEL DELITO DE GENOCIDIO


CONFORME AL DERECHO INTERNACIONAL EN MÉXICO.
 El veinte de diciembre de mil novecientos sesenta y
siete se adicionó el artículo 149 bis al Código Penal Federal
para incorporar el delito de genocidio en la legislación interna
del país.
 México se adhirió a la Convención sobre la
Imprescriptibilidad de los Crímenes de Guerra y de los
Crímenes de Lesa Humanidad, adoptada el veintiséis de
noviembre de mil novecientos sesenta y ocho, por la
Organización de las Naciones Unidas al firmarla el Presidente
del país, el tres de julio de mil novecientos sesenta y nueve, ad
referéndum y aprobarla el Senado, junto con una declaración
interpretativa, el diez de diciembre de dos mil uno.
 La Convención mencionada considera como delito de
lesa humanidad el genocidio ─artículo I, inciso b)─ el cual,

1
Visible a fojas 8691 a 9382 del Tomo XIV del expediente de la causa.
conforme al artículo IV, deberá ser considerado como
imprescriptible por los estados suscriptores.
 La declaración interpretativa señalada establece que,
con fundamento en el artículo 14 de la Constitución, el
Gobierno de México, al ratificar la Convención sobre la
Imprescriptibilidad de los Crímenes de Guerra y de los
Crímenes de Lesa Humanidad, entenderá que únicamente
serán imprescriptibles los crímenes que consagra la
Convención, cometidos con posterioridad a su entrada en vigor
para México.
 Las declaraciones interpretativas no están previstas en
la Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados ni en
la Ley sobre la Celebración de Tratados, sin embargo, derivan
de la costumbre internacional, por lo que, debe aplicárseles el
mismo régimen de las reservas a los tratados internacionales.
 Sin embargo, la declaración interpretativa formulada
por el gobierno mexicano a la Convención en cuestión, no
puede considerarse como tal, pues aunque en apariencia se
limita a interpretar o comentar alguna definición de la
Convención, en realidad constituye una reserva porque su
aplicación entraña una exclusión de los efectos jurídicos de
aquélla.
 Dicha, reserva, con nombre de “declaración
interpretativa” deviene nula, en tanto se trata de una
disposición interna que va contra un principio fundamental
imperativo del derecho internacional (Ius Cogens) contenido en
el artículo 15, párrafo segundo del Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos, el cual es reconocido como
superior a las disposiciones legislativas internas.

II. SOBRE LA NO PRESCRIPCIÓN DEL DELITO DE


GENOCIDIO, CONFORME A LA APLICACIÓN DE LAS
REGLAS DEL DERECHO PENAL MEXICANO.

 Los hechos ilícitos en los que perdieron la vida varias


personas, en la Calzada México-Tacuba, durante la
manifestación del diez de junio, datan del año de mil
novecientos setenta y uno.
 La averiguación previa dentro de la cual se actúa, se inició
ante la Oficina del Fiscal Especial el diez de junio de dos mil
dos, con motivo de la denuncia formulada por **********.
 La prescripción es una forma de extinción de la acción penal
y para que proceda basta el simple transcurso del tiempo
señalado en la Ley.
 Los plazos para la prescripción de la acción penal serán
continuos: 1) a partir del momento en que se consumó el
delito, si fuere instantáneo; 2) a partir del día en que se realizó
el último acto de ejecución o se omitió la conducta debida, si el
delito fuere en grado de tentativa; 3) desde el día en que se
realizó la última conducta, tratándose de delito continuado, y 4)
desde la cesación de la consumación en el delito permanente.
Por lo que, la determinación del momento a partir del cual el
legislador fija el inicio del cómputo del plazo de la prescripción
depende de la clasificación del delito.
 La acción penal prescribirá en un plazo igual al término
medio aritmético de la pena privativa de libertad que señala la
Ley para el delito de que se trate, pero en ningún caso será
menor de tres años.
 En la especie, si bien han mediado 31 años entre la fecha
en que sucedieron los hechos y aquélla en que se presentó la
denuncia que da origen a la referida indagatoria, es
conveniente tener presente que, las constancias que se
encuentran agregadas en autos, interrumpieron el término
legalmente establecido para la prescripción.
 Las referidas constancias son: Las actas ministeriales
67976/71, 90527/71, 61079/71, 61078/71, 67974/71, 67973/71,
74010/71, 61080/71, 83821/71, 28907/71, 61969/71 que
levantó la Procuraduría General de Justicia del Distrito
Federal, con motivo de los hechos del diez de junio de mil
novecientos setenta y uno; la averiguación previa número
1863/71 radicada en la Unidad Especializada en Investigación
de Delitos cometidos por Servidores Públicos de esta
Procuraduría dentro de la diversa 376/FESPI/97; la
averiguación previa número CUH-2T3/02760/02-06 en la que
aparece como denunciante ********** y como probables
responsables **********, ********** y quien o quienes resulten
responsables; la declaración del **********, del dieciocho de
junio de mil novecientos setenta y uno, rendida ante el Agente
del Ministerio Público Federal Auxiliar adscrito a la Dirección
General de Averiguaciones Previas de la Procuraduría General
de la República; la declaración que rindió ante el agente del
Ministerio Público de la Federación, con fecha veinticuatro de
septiembre de dos mil dos, **********, quien en la fecha en que
sucedieron los hechos tenía el cargo de Procurador General
de la República, en la que señaló que la Procuraduría intervino
hasta el día siguiente, fecha en la que se dio inicio a la
averiguación previa correspondiente, agregando que tenía
noticia que en mil novecientos ochenta y dos se determinó que
el Ministerio Público de la Federación se abstuviera de ejercitar
acción penal en la citada averiguación; la declaración de fecha
cinco de septiembre de dos mil dos, rendida ante el Ministerio
Público de la Federación, el licenciado **********, en aquel
tiempo, agente del Ministerio Público Federal Auxiliar del
Procurador General de la República, en que manifestó que se
puso al frente de las investigaciones de los sucesos conocidos
como “jueves de Corpus”; la comparecencia del veinte de junio
de dos mil tres de **********, quien fungiera al momento de los
hechos como ex Director de Servicios Generales del Distrito
Federal, en la que manifestó que respecto a los hechos
investigados se le tomó su comparecencia en la Procuraduría
General de la República.
 Del contenido de las referidas constancias probatorias se
concluye que existen múltiples actuaciones ministeriales
llevadas a cabo en averiguación del delito en cuestión que, de
conformidad con lo dispuesto por el artículo 110 del Código
Penal Federal, interrumpieron el cómputo de la prescripción.
 Por lo anteriormente expuesto y razonado, se solicitó que se
ejerciera:
En primer lugar, la acción penal únicamente en contra de
**********, ********** , **********, **********, **********, ********** (a)
“**********”, ********** (a) “**********”, ********** (a) “**********”,
********** (a) “**********”, ********** (a) “**********” y ********** (a)
“**********”, como probables responsables de la comisión del
delito de genocidio que se encontraba previsto en el párrafo
primero del artículo 149 bis, párrafo quinto y sancionados en
los párrafos segundo y quinto del citado artículo, en relación
con el 7, 8, fracción I, 9, párrafo primero y 13, fracción I, todos
del Código Penal para el Distrito y Territorios Federales en
Materia de Fuero Común y para toda la República en Materia
de Fuero Federal, vigente para el año de mil novecientos
setenta y uno.
En segundo lugar, el libramiento de la orden aprehensión
en contra de ********** y otros, con fundamento en lo dispuesto
en los artículos 136, fracción II y 195 del Código Federal de
Procedimientos Penales.
En tercer lugar, la intervención legal del Juez de
conocimiento que conforme a derecho corresponda, al agente
del Ministerio Público de la Federación de su adscripción y a
esta Oficina Fiscal Especial, por tratarse de hechos de la
competencia de la mencionada oficina.
Finalmente, la aplicación de la sanción pecuniaria para el
pago de la reparación del daño causado, con fundamento en
los artículos 29, 30, 31, 32 y 34 del Código Penal para el
Distrito y Territorios Federales en Materia de Fuero Común y
para toda la República en Materia de Fuero Federal, vigente
en el momento de la realización de los hechos delictuosos.
TERCERO.- En proveído de veintitrés de julio de dos mil
cuatro, el Juez Segundo de Distrito de Procesos Penales
Federales en el Distrito Federal, a quien por razón de turno
correspondió conocer del asunto, tuvo al agente del Ministerio
Público de la Federación ejerciendo acción penal, por lo que
ordenó registrar el expediente bajo el número 114/2004-I;
asimismo, ordenó proceder al estudio y emisión de la resolución
correspondiente, dentro del término a que alude el tercer párrafo
del artículo 142 del Código Federal de Procedimientos Penales.

En proveído de veinticuatro de julio de dos mil cuatro, el


órgano jurisdiccional de referencia dictó la determinación
correspondiente en la que, en su parte conducente, consideró
sustancialmente, lo siguiente2:
a) Que previo al examen de los requisitos exigidos por el artículo
16 constitucional, para el libramiento de la orden de captura,
relativos a la acreditación de los elementos del tipo penal de
GENOCIDIO y probable responsabilidad, se debe determinar si la
acción penal ejercida por ese delito, se encuentra o no prescrita,
en términos del artículo 101, párrafo tercero, del Código Penal
Federal.

b) Una vez que se explica en qué consiste la figura jurídica de la


prescripción y el principio de irretroactividad de la ley,
contemplado en el artículo 14 constitucional, se considera que la
prescripción de la acción persecutoria, que regula el Código

2
Visible a fojas 10082 a 10210 del Tomo XV del expediente de la causa, que asimismo se
presentan como ANEXO I.
Penal, merece el tratamiento de un derecho sustantivo, por lo que
al ser así tiene cabida la teoría de los derechos adquiridos,
debiéndose llevar a cabo el cómputo respectivo, de acuerdo a las
reglas de la ley punitiva contemporánea a la comisión de los
hechos, que en el caso lo es el Código Penal para el Distrito
Federal en Materia del Fuero Común y para toda la República en
Materia de Fuero Federal, vigente el diez de junio de mil
novecientos setenta y uno.

Se destaca que el delito que se le atribuye a los inculpados, es de


naturaleza instantánea.

c) Se expone, que el delito de genocidio, se verificó el diez de


junio de mil novecientos setenta y uno, por lo que los hechos de
mérito son constitutivos de un delito instantáneo, en la medida en
que su consumación se agotó en esa fecha, cuando quedaron
materializados sus elementos típicos.

d) Que de conformidad con los artículos 105, 110, 111 y 118 del
Código Penal de referencia, la acción penal prescribía en el
término medio aritmético de la pena corporal que correspondiera
al delito, que este plazo se interrumpía por las actuaciones que se
practicaran en la averiguación del delito y delincuentes; que al
dejarse de actuar, la prescripción comenzaba de nuevo a partir
del día siguiente a la última diligencia; y que, una actuación
producía un efecto interruptor, sólo si se practicaba antes de
transcurrida la mitad del lapso necesario para que operara la
extinción de la acción penal.
e) Se considera en el auto impugnado, que en el presente asunto
operó la prescripción de la acción penal, desde el día diez de
junio de dos mil uno, en virtud de que del acervo probatorio no
aparece prueba que acredite que a partir del diez de junio de mil
novecientos setenta y uno, hasta el nueve de junio de dos mil
dos, hubiere sido interrumpida la actividad concerniente a las
diligencias de averiguación previa.

Que el inicio de una de las averiguaciones previas, tuvo lugar el


diez de junio de dos mil dos, siendo que al respecto
transcurrieron treinta y un años, de manera ininterrumpida, ya que
no se observa algún tipo de diligencia que interrumpiera la
prescripción.

Se aclara que cualquier otro tipo de investigación que se haya


realizado, en la que no haya intervenido el Ministerio Público, es
infructuosa.
Es cierto, se señala en el auto impugnado, que dentro de las
actuaciones relacionadas con la consignación, se hace referencia
a diversas averiguaciones previas; sin embargo, que no obra
constancia de las actuaciones que pudieran haberse
desahogado.

f) Que no se pierde de vista que obran en el tomo III, diversas


copias simples de una averiguación previa, relativas a la
manifestación del diez de junio de mil novecientos setenta y uno,
en la cual se observan diligencias desarrolladas entre esta fecha,
al día dieciséis de agosto de mil novecientos setenta y uno; que
entre dichas constancias se encuentra la resolución del Ministerio
Público Federal, del día tres de noviembre de mil novecientos
ochenta y dos, en la cual se abstuvo de ejercer la acción penal.

En este sentido, se considera en el auto recurrido, que deben


considerarse dos aspectos: que la resolución y anexos
relacionados obran en copia simple, lo cual las hace ineficaces
para acreditar la existencia de un hecho; y, que aún de
reconocerles eficacia probatoria, tampoco tendrían efectos
interruptores del plazo prescriptorio, de conformidad con el
artículo 110 del Código Penal Federal, ya que se hace referencia
a algunas diligencias que se iniciaron el diez de junio de mil
novecientos setenta y uno, y culminaron el dieciséis de agosto del
mismo año, no haciéndose referencia a alguna otra actuación.

Al respecto, se concluye que entre el dieciséis de agosto de mil


novecientos setenta y uno al tres de noviembre de mil
novecientos ochenta y dos, transcurrieron once años tres meses
diecisiete días, que deben ser considerados para efectos del
cómputo de la prescripción de los hechos motivantes de la
consignación, sin entrañar una interrupción; pues dicho acuerdo
ministerial no reviste el carácter de una diligencia encaminada a
la indagación del delito o del delincuente.

g) Que en el mejor de los casos, habría de iniciarse el cómputo


respectivo a partir del día dieciséis de agosto de mil novecientos
setenta y uno; sin embargo, de proceder en esos términos se
estaría violando la normatividad existente, en función de que se
trata de diligencias exhibidas en copias fotostáticas, por lo que el
estudio del tema de la prescripción debe ceñirse a partir de la
fecha de la consumación de los hechos.

h) El delito que se les atribuye a los inculpados es un delito


instantáneo, por lo que a partir del diez de junio de mil
novecientos setenta uno, es que debe contabilizarse el plazo para
la prescripción, tomando en cuenta la forma en que fueron
relatados los hechos en el pliego de consignación.

De esta manera, se expone que el plazo transcurrido entre la


fecha de consumación de los sucesos, que pudieran tener
relevancia jurídica para comprobar la existencia del cuerpo del
delito de GENOCIDIO, motivo del ejercicio de la acción penal y la
probable responsabilidad de los inculpados, y el inicio de la
averiguación previa correspondiente, resulta ser de treinta y un
años, por lo que operó la prescripción, en función que el tiempo
requerido para tal efecto es de treinta años.
i) Que no se encuentra a discusión la pertenencia de los tratados
y convenios internacionales suscritos por nuestro país al derecho
vigente; empero, que no le asiste la razón a la autoridad
investigadora al argumentar la aplicabilidad de la Convención
sobre la Imprescriptibilidad de los Crímenes de Guerra y de los
Crímenes de Lesa Humanidad, adoptada por la Asamblea
General de las Naciones Unidas el veintiséis de noviembre de mil
novecientos sesenta y ocho, ya que el Plenipotenciario de los
Estados Unidos Mexicanos, firmó ad referéndum esa Convención,
el día tres de junio de mil novecientos sesenta y nueve; sin
embargo, fue hasta el diez de diciembre de dos mil uno, cuando
ese instrumento fue aprobado por la Cámara de Senadores y, por
ende, a partir de esta última fecha, empezó el cómputo de los
noventa días siguientes para que entrara en vigor en nuestro
país.

Se explica, en el auto recurrido, que sólo a partir de que la


Cámara de Senadores, aprobó el Convenio, es que puede
reconocérsele fuerza obligatoria, de ahí que no pueda operar
hacia el pasado, ya que se violaría el principio de no
retroactividad, consagrado en el artículo 14 constitucional.

Que en cuanto a la interpretación que realiza el Fiscal


promovente respecto del artículo 15 del Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos de mil novecientos setenta y seis,
resulta ser inexacta, en virtud de que lo que ahí se regula, es un
pacto de no despojar el carácter de delictuosa a alguna conducta
que, en la época de su comisión, sí la tenía; que tal hipótesis en
el caso no es objeto de debate, dado que el genocidio,
permanece en la actualidad previsto como un delito sancionado
por el Código Penal.

j) Finalmente, consideró el Juez de la causa que ya había


operado la prescripción de la acción penal, en función de que el
tiempo requerido para tal efecto es de treinta años; temporalidad
que representa el término medio aritmético de la sanción prevista
para ese ilícito, es decir, prisión de veinte a cuarenta años.
Al declarar extinguida la acción penal, al actualizarse la
hipótesis normativa que enuncia la fracción III del artículo 298 del
Código Federal de Procedimientos Penales, condujo a que
decretara el sobreseimiento de la causa penal iniciada en contra
de los aludidos inculpados, culminando su fallo con los siguientes
puntos resolutivos:

“PRIMERO.- Por las razones expuestas en el


considerando último de esta resolución, se declara
extinguida la acción penal respecto del delito de
GENOCIDIO, a favor de los inculpados **********,
********** , **********, **********, **********, **********
(a) “**********”, ********** (a) “**********”, **********
(a) “**********”, ********** (a) “**********”, **********
(a) “**********” Y ********** (a) “**********”; por lo
tanto, se decreta el sobreseimiento en la presente
causa.
SEGUNDO.- Una vez que cause ejecutoria la
presente resolución, previas las anotaciones en el
libro de gobierno, archívese la causa como asunto
concluido”.

CUARTO.- En la fecha precitada, se notificó la resolución a


la agente del Ministerio Público de la Federación adscrita al
Juzgado Segundo de Distrito de Procesos Penales Federales y al
Agente del Ministerio Público de la Federación adscrito a la
Fiscalía Especializada para Movimientos Sociales y Políticos del
Pasado, de la Procuraduría General de la República. Éstos,
inconformes con la resolución de referencia, mediante diversos
escritos presentados el veintiséis y veintisiete de julio de dos mil
cuatro, interpusieron recurso de apelación. Por lo que en proveído
de esta última fecha, el juzgador Federal de origen admitió dichos
recursos en el efecto devolutivo, ordenando remitir los autos al
Tribunal Unitario del Primer Circuito en turno, en diverso proveído
de veintinueve del mes y año en cita.

QUINTO.- El Magistrado del Quinto Tribunal Unitario en


Materia Penal del Primer Circuito, al que por razón de turno
correspondió conocer del asunto, en auto de fecha seis de agosto
de dos mil cuatro, mandó formar y registrar el expediente relativo
al recurso de apelación hecho valer, bajo el número 415/2004, y
poner los autos a la vista de la parte apelante, por el término de
tres días.

Por oficio FEMOSPP/DGIMB/433/2004, la agente del


Ministerio Público de la Federación, comisionada en la Oficina del
Fiscal Especial para la atención de hechos probablemente
constitutivos de delitos federales cometidos directa o
indirectamente por servidores públicos en contra de personas
vinculadas con movimientos políticos del pasado, ofreció diversas
pruebas —entre otras, copia certificada de la resolución dictada
por el Tribunal Pleno de esta Suprema Corte de Justicia de la
Nación, en el recurso de revisión 140/2002, el diez de junio de
dos mil tres—, a lo que en proveído de trece de agosto de dos mil
cuatro, el Magistrado del conocimiento las tuvo por admitidas y
desahogadas dada su propia y especial naturaleza.

Por diverso oficio FEMOSPP/DGIM BB/449/2004, el agente


del Ministerio Público de la Federación, comisionado en la Oficina
del Fiscal Especial para la atención de hechos probablemente
constitutivos de delitos federales cometidos directa o
indirectamente por servidores públicos en contra de personas
vinculadas con movimientos políticos del pasado, ofreció como
prueba la documental consistente en la copia certificada de la
resolución dictada por esta Primera Sala de la Suprema Corte de
Justicia de la Nación, en el amparo en revisión 968/99, el treinta
de enero de dos mil dos.

Habiéndose señalado, en el proveído de trece de agosto de


dos mil cuatro, las diez horas con quince minutos del día
dieciocho de ese mismo mes y año, para que se verificara la
audiencia de vista, el Ministerio Público de la Federación
Comisionado en la Oficina del Fiscal Especial para la atención de
hechos probablemente constitutivos de delitos federales
cometidos directa o indirectamente por servidores públicos en
contra de personas vinculadas con movimientos políticos del
pasado, mediante escrito presentado en esta última fecha,
formuló agravios, adhiriéndose a los mismos el Agente del
Ministerio Público de la Federación adscrito al Juzgado Federal
de origen, en su escrito de esa misma fecha.

En la audiencia de vista de mérito, el Magistrado del Quinto


Tribunal Unitario en Materia Penal del Primer Circuito ordenó
agregar la prueba y escritos de agravios correspondientes;
asimismo, tuvo por admitida y desahogada la prueba de mérito.

Estando pendiente el dictado de la resolución respectiva, el


Procurador General de la República, por oficio PGR/672/2004,
presentado el veinticinco de agosto de dos mil cuatro en la Oficina
de Certificación Judicial y Correspondencia de esta Suprema
Corte de Justicia de la Nación, solicitó que la Primera Sala ejerza
la facultad de atracción para conocer del recurso de apelación,
con fundamento en los artículos 105, fracción III, de la
Constitución General de la República; 10, fracción XI, 21, fracción
I, 25, fracción V y 141, tercer párrafo, de la Ley Orgánica del
Poder Judicial de la Federación.

SEXTO.- La Presidenta de esta Primera Sala de la Suprema


Corte de Justicia de la Nación, en auto de veintiséis de agosto de
dos mil cuatro, ordenó formar y registrar el expediente relativo a la
facultad de atracción solicitada, con el número 8/2004-PS.

En proveído de siete de septiembre del mismo año, se


turnaron los autos a la Ponencia del señor Ministro José de Jesús
Gudiño Pelayo, a fin de que elaborara el proyecto de resolución.

En sesión de esta Primera Sala de la Suprema Corte de


Justicia de la Nación, celebrada en fecha trece de octubre de dos
mil cuatro, por unanimidad de cuatro votos de los señores
Ministros, se resolvió lo siguiente:

“PRIMERO.- Esta Primera Sala de la Suprema Corte


de Justicia de la Nación, al reunirse los requisitos
formales que establece la fracción III del artículo 105
de la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos, ejerce la facultad de atracción solicitada.
SEGUNDO.- Devuélvanse los autos a la Presidencia
de esta Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia
de la Nación, para los efectos legales consiguientes”.

SÉPTIMO.- En auto de Presidencia de la Primera Sala de


esta Suprema Corte de Justicia de la Nación, dictado en fecha
veintitrés de noviembre de dos mil cuatro, se mandó formar y
registrar el expediente relativo al recurso de apelación atraído,
bajo el número 1/2004-PS, designándose como Ponente al
Ministro Juan N. Silva Meza, para efectos de la elaboración del
proyecto de resolución correspondiente.

En sesión celebrada el veintitrés de febrero del año en


curso, esta Primera Sala acordó el returno del asunto,
correspondiendo a la Ministra Olga Sánchez Cordero de García
Villegas la elaboración del proyecto correspondiente.
Finalmente, en sesión celebrada el nueve de marzo de dos
mil cinco, esta Primera Sala acordó el returno del asunto,
correspondiendo al Ministro José Ramón Cossío Díaz la
elaboración del proyecto correspondiente.

C O N S I D E R A N D O:

PRIMERO.- Esta Primera Sala de la Suprema Corte de


Justicia de la Nación, es competente para resolver el presente
recurso de apelación, con fundamento en el artículo 105, fracción
III, de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos;
21, fracción I, y 141 de la Ley Orgánica del Poder Judicial de la
Federación; y 363 del Código Federal de Procedimientos
Penales, en virtud de que fue interpuesto por el Agente del
Ministerio Público de la Federación, en contra de un auto dictado
por un Juez de Distrito en el que declaró extinguida la acción
penal y sobreseyó en la causa.

SEGUNDO.- Los Agentes del Ministerio Publico de la


Federación, están legitimados para interponer el recurso de
apelación en términos de los artículos 364, 365 y 367, fracción VI,
del Código Federal de Procedimientos Penales 3.
TERCERO.- El recurso de apelación a que este toca se
refiere, fue interpuesto en el término legal establecido, toda vez
que la resolución recurrida del Juez Segundo de Distrito de
Procesos Penales Federales en el Distrito Federal, fue dictada en
fecha veinticuatro de julio de dos mil cuatro, día en que fue
notificada a la representación social de la Federación, quien hizo
valer el medio de impugnación mediante escritos presentados los
días veintiséis y veintisiete de ese mismo mes y año; ello, de
acuerdo con lo previsto por los artículos 368 y 71 del Código
Federal de Procedimientos Penales4.
3
Los citados artículos establecen lo siguiente:
“ARTÍCULO 364.- La segunda instancia solamente se abrirá a petición de
parte legítima, para resolver sobre los agravios que estime el apelante le
cause la resolución recurrida. Los agravios deberán expresarse al
interponerse el recurso o en la vista del asunto. El tribunal de apelación suplirá
la deficiencia de los agravios cuando el recurrente sea el procesado o,
siéndolo el defensor, se advierta que por torpeza no los hizo valer
debidamente”.
“ARTÍCULO 365.- Tienen derecho de apelar el Ministerio Público, el inculpado
y su defensor, así como el ofendido o sus legítimos representantes cuando
hayan sido reconocidos por el juez de primera instancia, como coadyuvante
del Ministerio Público, para efectos de la reparación de daños y perjuicios. En
este caso, la apelación se contraerá a lo relativo a la reparación de daños y
perjuicios y a las medidas precautorias conducentes a asegurarla”.
“ARTÍCULO 367.- Son apelables en el efecto devolutivo:--- VI.- Los autos en
que se niegue la orden de aprehensión o se niegue la citación para
preparatoria. Estos autos solo son apelables por el Ministerio Público”.
4
Los citados artículos dicen:
“ARTÍCULO 368.- La apelación podrá interponerse en el acto de la
notificación o por escrito o comparecencia dentro de los cinco días siguientes
si se tratare de sentencia, o de tres días si se interpusiere contra un auto”.
CUARTO.- Es importante destacar que al ejercer la facultad
de atracción para conocer del presente asunto, esta Primera Sala
sostuvo que es un caso excepcional que prevé la fracción III del
artículo 105 constitucional, por virtud de la cual, esta Suprema
Corte puede atraer para su conocimiento un recurso de apelación,
en el cual, si bien decidirán asuntos de legalidad, también deben
contener un rango de constitucionalidad.

Después de un análisis minucioso del caso, estimó


quedaron reunidos todos los requisitos necesarios para que esta
Primera Sala ejerciera la facultad de atracción para conocer del
presente recurso de apelación.

En virtud de lo anterior, para fijar el alcance del presente


estudio, se estima necesario hacer una breve referencia sobre la
regulación y alcances del recurso de apelación que deben regir el
presente estudio, para posteriormente señalar algunas
particularidades que, a su vez, deberán regir al mismo, que se
apartan de la referida regulación.

El recurso de apelación se encuentra regulado en los


artículos 363 al 391 del Código Federal de Procedimientos
Penales. Del estudio de dichos numerales se desprende que:

“ARTÍCULO 71.- Los plazos son improrrogables y empezarán a correr desde


el día siguiente al de la fecha de la notificación, salvo los casos que este
Código señale expresamente.--- No se incluirán en los plazos, los sábados,
los domingos ni los días inhábiles, a no ser que se trate de poner al inculpado
a disposición de los tribunales, de tomarle su declaración preparatoria, o de
resolver la procedencia de su formal prisión, sujeción a proceso, o libertad”.

El objeto del recurso de apelación consiste en examinar si
en la resolución recurrida no se aplicó la ley correspondiente o se
aplicó ésta inexactamente, si se violaron los principios
reguladores de la valoración de la prueba, si se alteraron los
hechos o no se fundó o motivó correctamente.

La segunda instancia, que se abre como consecuencia de la


interposición del recurso de apelación, solamente puede abrirse a
petición de parte legítima, a saber: el Ministerio Público, el
inculpado y su defensor, así como el ofendido o sus legítimos
representantes cuando hayan sido reconocidos por el juez de
primera instancia como coadyuvante del Ministerio Público, para
efectos de la reparación de daños y perjuicios; y únicamente para
resolver sobre los agravios que estime el apelante le cause la
resolución recurrida, mismos que deberán expresarse al
interponerse el recurso o en la vista del asunto.

Los casos en que el tribunal de apelación podrá suplir la


deficiencia de los agravios se limitan al caso en que el recurrente
sea el procesado o, siéndolo el defensor, se advierta que por
torpeza no los hizo valer debidamente.

Las apelaciones interpuestas contra resoluciones anteriores


a la sentencia de primera instancia deben ser resueltas por el
tribunal de apelación antes de que se emita dicha sentencia.

Son apelables en el efecto devolutivo, entre otros supuestos,


los autos en que se niegue la orden de aprehensión o se niegue
la citación para preparatoria, aclarando que los mismos sólo son
apelables por el Ministerio Público, que es precisamente el caso
que nos ocupa.

Corresponde al propio tribunal que dictó la resolución


apelada, la admisión o desechamiento de la misma, según sea
procedente de conformidad con las disposiciones correspondientes,
y una vez recibido el proceso, el duplicado autorizado de
constancias o el testimonio, en su caso, el tribunal de alzada lo
debe poner a la vista de las partes por un determinado plazo, para
que promuevan las pruebas que estimen necesarias.

Finalmente se deberá señalar un día para la vista de la


causa y una vez declarado visto el asunto quedará cerrado el
debate y el tribunal de apelación debe pronunciar el fallo que
corresponda, confirmando, revocando o modificando la resolución
apelada.

Cabe señalar que uno de los requisitos que se satisfizo para


que este Máximo Tribunal pudiera conocer del presente recurso
de apelación, lo fue el que el mismo se encontrara debidamente
instaurado, previo a la atracción del asunto.

En efecto, la solicitud de atracción del presente asunto se


presentó una vez celebrada la audiencia pública de vista, misma
que se verificó a las diez horas con quince minutos del día
dieciocho de agosto de dos mil cuatro, quedando pendiente,
únicamente, para este órgano colegiado, el dictado de la
resolución respectiva que es, precisamente, la presente
ejecutoria.
Ahora bien, de lo anterior puede concluirse, en lo que a la
materia de la presente resolución concierne, que la segunda
instancia sólo puede abrirse a petición de parte, debiendo
resolver la misma sobre los agravios que estime el apelante le
causa la resolución recurrida. No pudiendo este tribunal ir más
allá de ellos, sino en los casos en que proceda la suplencia de la
queja que, como ha quedado establecido, se limitan al caso en
que en que el recurrente sea el procesado o, siéndolo el defensor,
se advierta que por torpeza no los hizo valer debidamente; lo que
no acontece en el caso a estudio, por haber sido la
representación social de la Federación la recurrente. Así, el
contenido de la presente sentencia de segunda instancia debe
limitarse por el escrito de expresión de agravios respectivo.
Así pues, el presente recurso de apelación debe
constreñirse al estudio de los agravios expresados por el agente
del Ministerio Público recurrente, sin que pueda este órgano
colegiado suplir la deficiencia de los mismos por así prohibirlo la
legislación aplicable, en específico, el artículo 364 del
ordenamiento en cita,5 interpretado a contrario sensu; y a través
del estudio correspondiente, confirmar, revocar o modificar la
misma, pero constriñendo dicho examen al estudio de los hechos
apreciados en la primera instancia, y dentro de los límites

5
El citado artículo es del tenor siguiente:
 “ARTICULO 364.- La segunda instancia solamente se abrirá a petición
de parte legítima, para resolver sobre los agravios que estime el apelante le
cause la resolución recurrida. Los agravios deberán expresarse al
interponerse el recurso o en la vista del asunto. El tribunal de apelación suplirá
la deficiencia de los agravios cuando el recurrente sea el procesado o,
siéndolo el defensor, se advierta que por torpeza no los hizo valer
debidamente”.
marcados por la expresión de agravios, pues constituyen éstos la
materia de la alzada.6
Así también, del estudio realizado en párrafos anteriores, se
deduce que en recurso de apelación, por su propia naturaleza, no
hay reenvío, como sí sucede algunas veces en el juicio de
amparo que tiene por objeto restituir las cosas al estado que
guardaban antes de realizarse el acto reclamado. En la apelación
no se decide que el inferior llene las omisiones o corrija los
errores en que haya incurrido en la resolución apelada, sino que
atendiendo a la plenitud de jurisdicción de que el superior se
encuentra investido originalmente, debe el mismo llenar o corregir
las omisiones o errores cometidos por el inferior, puesto que
puede confirmar, modificar o revocar la resolución impugnada.

6
Lo anterior se robustece con los criterios que sustentó esta Primer Sala en las tesis de
localización, rubro y textos siguientes: Séptima Época, Instancia: Sala Auxiliar, Fuente: Semanario
Judicial de la Federación, Tomo: 181-186 Séptima Parte, Página: 120; APELACIÓN EN MATERIA
PENAL, LIMITES EN LA. La apelación en materia penal, no somete al superior mas que los
hechos apreciados en la primera instancia, y dentro de los límites marcados por la expresión de
agravios (tratándose de los del Ministerio Público); de lo contrario, se convertiría en una revisión de
oficio en cuanto a los puntos no recurridos, y la Suprema Corte ha sustentado la tesis de que dicha
revisión es contraria al artículo 21 constitucional”. Amparo directo 7625/79. Fidencio Murillo Adame.
21 de junio de 1984. Mayoría de tres votos. Disidente: Guillermo Guzmán Orozco. Ponente:
Tarsicio Márquez Padilla”. Y Sexta Época, Instancia: Primera Sala, Fuente: Semanario Judicial de
la Federación, Tomo: Segunda Parte, LXXIII, Página: 9; “APELACIÓN EN MATERIA PENAL,
FACULTADES DEL TRIBUNAL DE ALZADA PARA SUPLIR LA QUEJA. Es principio general de
derecho procesal el que declara que el contenido de la sentencia de segunda instancia está
limitado por la extensión del escrito de expresión de agravios, de donde se desprende que el
tribunal únicamente deberá examinar las cuestiones que le son planteadas; como excepción a este
principio existe la regla conforme a la cual, el tribunal podrá suplir la deficiencia de los agravios,
cuando encuentre violaciones cometidas por el Juez de primer grado, si la apelación ha sido
interpuesta por el inculpado o su defensor, por ser la parte más débil en el proceso. Tanto la regla
general como la de excepción han sido adoptadas en nuestra legislación, pues el artículo 415 del
Código de Procedimientos Penales para el Distrito y Territorios Federales, establece que la
segunda instancia se abrirá para resolver los agravios que deberá expresar el apelante al
interponer el recurso o en la vista; pero el tribunal de alzada podrá suplir la deficiencia de ellos,
cuando el recurrente sea el procesado o se advierta que sólo por torpeza el defensor no hizo valer
debidamente las violaciones causadas”. Amparo directo 4920/62. Gloria Camacho Jaimes. 4 de
julio de 1963. Cinco votos. Ponente: Pedro Guerrero Martínez.


Ahora bien, debe destacarse que el Juez de Distrito de la causa,
en atención a la forma en que resolvió, anteriormente relatada, no
estudio los requisitos que, para el libramiento de las órdenes de
aprehensión solicitadas, se encuentran previstos en el artículo 16
de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos,
específicamente los relativos al cuerpo del delito y la probable
responsabilidad de los inculpados, sino que, previo a ello, estudió
lo relativo a prescripción de la acción penal y, al considerarla
actualizada, declaró extinguida la acción penal respecto del delito
de genocidio.

En atención a lo relatado, si en la primera instancia se determinó


extinguida la acción penal, de revocarse dicha determinación en
la alzada, con base en los agravios expuestos por la
representación social de la Federación, el Tribunal de Alzada
debe examinar la causa atendiendo a la legislación
correspondiente. Ello en virtud de que, como ha quedado
establecido, la normatividad que regula el recurso de que estudia
no se contempla la figura jurídica del reenvío; así como, porque
de no hacerlo así, se le vedaría al sentenciado la posibilidad de
combatir en vía de amparo los motivos y fundamentos relativos al
cuerpo del delito y la probable responsabilidad de los inculpados
en su comisión, precisamente porque en la sentencia de segundo
grado no se exponen las consideraciones por las que se
estimaron demostrados esos extremos y, tercero, debido a que,
atento a la omisión del estudio en cita, se dejarían de fundar y
motivar estos aspectos, que constituyen el sustento de la
punición.
Sin embargo, en el presente caso, no obstante se trata de un
recurso de apelación que, en principio, se rige por las normas
ordinarias, el mismo presenta algunas particularidades por que
conoce del mismo esta Primera Sala de la Suprema Corte de
Justicia de la Nación.

Debe recordarse que las resoluciones de la Suprema Corte de


Justicia de la Nación son inatacables, de esta manera lo que
decida no será susceptible de impugnación alguna.

La Suprema Corte de Justicia de la Nación, siempre debe evitar el


propiciar que se disminuyan las defensas de los gobernados y,
por lo mismo, no reducir las posibilidades de los medios de
impugnación.

En conclusión, si como en el caso, al revisar el auto impugnado


se aprecia con claridad que el tema materia de impugnación
consiste en determinar lo relativo a la figura jurídica de la
prescripción del delito de genocidio, pero se advierte que el Juez
de la causa omitió el estudio y pronunciamiento respecto de si
quedaron o no satisfechos los requisitos que señala el artículo 16
de la Constitución General de la República, relativos al
acreditamiento del cuerpo del delito y la probable responsabilidad,
al ser la resolución de esta Primera Sala inatacable y con la
finalidad de que no se disminuyan las defensas de los
gobernados, lo procedente es analizar lo que constituye la materia
del recurso y reservar jurisdicción al Tribunal Unitario de Circuito
de origen para que, de ser el caso, en ejercicio de sus
atribuciones se pronuncie respecto de los extremos aludidos.

En las relacionadas consideraciones, esta Primera Sala de la


Suprema Corte de Justicia de la Nación, se ocupará únicamente
del estudio de los agravios expresados por la representación
social de la Federación, todos ellos relacionados con la
prescripción de la acción penal, en la medida en que los mismos
permitan hacer una valoración jurídica con total abstracción de los
hechos que motivaron el ejercicio de la acción penal.

Consecuentemente, la presente ejecutoria no se ocupará del


análisis y pronunciamiento de las pruebas recabadas durante la
indagatoria con las cuales se pretende acreditar el cuerpo del
delito de genocidio y la probable responsabilidad de los
inculpados en su comisión; en virtud de que dicho análisis, no
sería acorde con la finalidad del presente recurso de apelación
como se expuso en los párrafos precedentes.

En términos similares, se pronunció esta Primera Sala de la


Suprema Corte de Justicia de la Nación, al revolver el día cinco
de noviembre de dos mil tres, por unanimidad de cuatro votos, el
recurso de apelación extraordinaria 1/2003, promovido por el
agente del Ministerio Público de la Federación adscrito al Primer
Tribunal Unitario del Cuarto Circuito, siendo Ponente el señor
Ministro Juventino V. Castro y Castro.
QUINTO.- Los agravios expresados mediante pedimento
FEMOSPP/DGIM “B”/ 454/ 2004 7, de diecisiete de agosto de dos
mil cuatro, suscrito por el .**********. agente del Ministerio Público
de la Federación, comisionado en la Oficina Fiscal Especial para
la atención de hechos probablemente constitutivos de delitos
federales cometidos directa o indirectamente por servidores
públicos en contra de personas vinculadas con movimientos
políticos del pasado son, en síntesis, lo siguientes:

PRIMER AGRAVIO:

Se hizo valer que el auto impugnado no se encuentra


debidamente fundado y motivado, ya que el juez de la causa no
consideró aplicables el artículo I, inciso B) de la Convención
sobre la Imprescriptibilidad de los Crímenes de Guerra y de los
Crímenes de Lesa Humanidad, en relación con lo establecido
por los artículos 5, sección 1 y 15 del Pacto Internacional de
Derecho Civiles y Políticos; los artículos II, inciso a) y V de la
Convención para la Prevención y la Sanción del delito de
Genocidio; y, los artículos 19 inciso c), 20, 26 y 53 de la
Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados; así
como los principios de Ius Cogens sobre inexistencia de
aplicación retroactiva e imprescriptibilidad de los crímenes de
guerra y de lesa humanidad.

Considera –la apelante– que esta interpretación es


incorrecta y resulta contraria a las normas de derecho
7
Visibles a fojas 36 a 202 del toca, que se presentan como ANEXO II.
internacional que México ha suscrito y que, de acuerdo al artículo
133 constitucional, son derecho interno.

Señala que esta Suprema Corte de Justicia de la Nación ha


reconocido que los tratados internacionales celebrados por el
Estado Mexicano se ubican jerárquicamente por arriba de las
leyes federales y locales, y sólo por debajo de la propia
Constitución, esto al resolver el juicio de amparo en revisión
1475/98 promovido por el Sindicato Nacional de Controladores
Aéreos8.

En este orden de ideas, estima que los preceptos


establecidos en los tratados y convenciones de la materia, que
México ha signado, son suficientes para considerar que el delito
que nos ocupa es imprescriptible.

Al respecto, especifica que los tratados que México ha


signado en la materia establecen las siguientes premisas:

 No se aplicará retroactivamente la ley a ninguna


persona, a menos que en el momento de cometerse la
conducta, ésta sea considerada como delictiva por el
derecho nacional o internacional (artículo 15, primer

8
La resolución de este amparo dio lugar a la tesis aislada identificada con los siguientes datos:
Novena Época, Instancia: Pleno, Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Tomo:
X, Noviembre de 1999, Tesis: P. LXXVII/99 , Página:46. Su rubro es el siguiente: “ TRATADOS
INTERNACIONALES. SE UBICAN JERÁRQUICAMENTE POR ENCIMA DE LAS LEYES
FEDERALES Y EN UN SEGUNDO PLANO RESPECTO DE LA CONSTITUCIÓN FEDERAL”.


párrafo, del Pacto Internacional de los Derechos
Civiles y Políticos).
 Los delitos de Lesa Humanidad son imprescriptibles
sin importar la fecha en que se cometieron.
 El delito de genocidio no prescribe, sin importar que en
el derecho interno no sea considerado como delito
(artículo 1, inciso b, de la Convención para
Imprescriptibilidad de los Crímenes de Guerra y los
Delitos de Lesa Humanidad).

De estos preceptos internacionales se deriva —a juicio del


representante social de la Federación— que, en el caso que nos
ocupa, no ha prescrito el delito de genocidio.

Sin embargo, el apelante reconoce que México realizó una


declaración interpretativa a la Convención para la
Imprescriptibilidad de los Crímenes de Guerra y Crímenes de
Lesa Humanidad.

Dicha declaración interpretativa establece lo siguiente:

“Con fundamento en el artículo 14 de la Constitución


Política de los Estados Unidos Mexicanos, el Gobierno
de México, al ratificar la Convención sobre la
Imprescriptibilidad de los Crímenes de Guerra y de los
Crímenes de Lesa Humanidad, adoptada por la
Asamblea General de las Naciones Unidas el 26 de
noviembre de 1968, entenderá que únicamente
considerará imprescriptibles los crímenes que
consagra la Convención, cometidos con posterioridad a
su entrada a vigor para México”.

Esta declaración interpretativa es inválida —arguye el


apelante— y por tanto inaplicable en el caso que nos ocupa;
arriba a esta conclusión tras realizar el siguiente análisis:

La declaración interpretativa hecha por México, respecto de


la Convención sobre la imprescriptibilidad de los Crímenes de
Guerra y Lesa Humanidad, es en realidad una reserva ya que no
se interpreta o comenta sobre alguna definición de la propia
convención, sino que a través de ella, se acota la aplicabilidad de
la Convención en el territorio nacional.

En adición a este argumento, señala que las declaraciones


interpretativas no tienen un marco normativo propio y que, en
este sentido, deben de asimilarse jurídicamente a las reservas.

Señala que el artículo 19, inciso c), de la Convención de


Viena sobre el Derecho de los Tratados, acota la facultad de los
Estados para formular reservas a los tratados o convenciones.

Cabe señalar que el precepto mencionado establece en


esencia lo siguiente: un Estado podrá formular una reserva en el
momento de firmar, ratificar, confirmar formalmente, aceptar o
aprobar un tratado o de adherirse a él, a menos que la reserva
esté prohibida por el tratado; que éste disponga que únicamente
pueden hacerse determinadas reservas, y que la que se pretenda
hacer, figure entre éstas, y que en caso de no estar en ninguna
de las dos hipótesis, sea incompatible con el fin u objeto del
tratado.

Este último elemento es el que considera el apelante que


invalida la declaración interpretativa realizada por México a la
Convención sobre la imprescriptibilidad de los Crímenes de
Guerra y Lesa Humanidad, ya que la finalidad de la misma es
establecer entre los países signantes la imprescriptibilidad de los
crímenes de guerra y de los crímenes de lesa humanidad. Es
precisamente en este segundo rubro en el que se encuentra el
genocidio.

En este tenor, el Ministerio Público de la Federación estima


que al ser inválida la declaración interpretativa y de acuerdo con
la jerarquía establecida en el artículo 133 constitucional, el delito
de genocidio es imprescriptible.

Por lo que respecta a lo establecido en el artículo 14


constitucional, referente a la prohibición de aplicación retroactiva
de normas en perjuicio, el representante social considera que la
aplicación de las disposiciones internacionales a través de las
cuales se estima que no ha extinto la acción penal, respecto de
los inculpados, por lo que hace al delito de genocidio, no
contraviene dicho numeral por las razones que a continuación se
expondrán.
La Convención sobre la Imprescriptibilidad de los Crímenes
de Guerra y de los Crímenes de Lesa Humanidad, en su artículo
1, inciso b), establece que, entre otros, el delito de genocidio no
prescribirá, independientemente de cuándo se haya cometido. En
el artículo 15, del Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos, se establece el principio de aplicación no retroactiva
respecto de los delitos que se consideren así en el derecho
nacional e internacional; sin embargo, en la sección 2, del mismo
artículo, se dispone que esta prohibición no podrá interferir con el
juicio o la condena de una persona por actos u omisiones que, en
el momento de cometerse, fueren delictivos de acuerdo a los
principios generales reconocidos por el comunidad jurídica
internacional.

El mismo Pacto señala en su artículo 5, sección 1, que


ninguna disposición del mismo puede ser interpretada en el
sentido de conceder derecho alguno a un Estado, grupo o
individuo para emprender actividades o realizar actos
encaminados a la destrucción de cualquiera de los derechos y
libertades reconocidos en el mismo o a su limitación en mayor
medida que la prevista en él, razón por la cual —estima el
Representante Social— no pueden escudarse los inculpados en
la garantía de seguridad jurídica contenida en el artículo 14
constitucional.

SEGUNDO AGRAVIO:
En el segundo agravio se hace valer que, en la especie,
existió violación a lo dispuesto por los artículos 110 y 111 del
Código Penal para el Distrito y Teritorios Federales en Materia de
Fuero Común, y para toda la República en Materia de Fuero
Federal, previstos actualmente en los mismos numerales del
Código Penal Federal, 280, 281 y 290 del Código Federal de
Procedimientos Penales. Lo anterior en virtud de los siguientes
argumentos:

Señala que el juez de la causa, aplicando los artículos 105,


110, 111 y 118 del Código Penal en comento, en relación a que el
tiempo requerido para que opere la prescripción de la acción
penal es de treinta años, concluyó que en el caso la misma operó,
al estimar que habían transcurrido treinta y un años –del diez de
junio de mil novecientos setenta y uno hasta el nueve de julio de
dos mil dos– sin que existiera diligencia alguna, según el acervo
probatorio que consta en autos, que interrumpiera el plazo idóneo
para ello.

Sin embargo, la representación social de la Federación


considera que el citado juez, para resolver lo anterior, omitió la
consideración y valoración de algunas constancias que obran
integradas en el expediente, lo que conllevó a que la sentencia
impugnada carezca de la adecuada motivación y fundamentación.

Para demostrar lo anterior, divide su exposición en cuatro


apartados, señalando que:
Primer apartado:
Lo que pretende acreditar la representación social de
la Federación en este apartado, es que existió omisión del
juez de analizar y valorar algunas pruebas que obran en el
expediente de la causa que, de haberse considerado,
hubieran cambiado el sentido del fallo impugnado. Lo que
evidencia la falta de una adecuada motivación de la
sentencia impugnada.

Señala que el análisis probatorio realizado por el juez


en la sentencia impugnada, para declarar la prescripción de
delito de genocidio, no es lo suficientemente exhaustivo,
pues el mismo se circunscribe, única y exclusivamente, a
algunas de las indagatorias que se levantaron en la
Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal y a la
averiguación previa 1863/71, iniciada ante la Procuraduría
General de la República.

En ese orden de ideas señala que deberían


considerarse y valorarse, por que no se hizo por el juez de
la causa, las constancias que a continuación se señalan:

A.- El original de la Averiguación Previa Número


FCINVCEN/50/UCDO3/00709/2001-06 iniciada, con fecha
veintiuno de junio de dos mil uno, por el agente del
Ministerio Público del Tercer Turno de la fiscalía Central
Investigación Central de la Procuraduría General de Justicia
del Distrito federal, relacionada con la denuncia de hechos
presentada por los Diputados Locales de la Asamblea
Legislativa del Distrito Federal Adolfo López Villanueva,
Dione Anguiano Flores, Alejandro Sánchez Camacho y
Marcos Morales Torres.

B.- La copia certificada del proceso penal número 848/71


radicado en el Juzgado Segundo Penal del Distrito Federal,
iniciado en contra de **********, ********** y ********** por el
delito de disparo de arma de fuego, mismo que derivó de la
consignación realizada del acta de averiguación previa
número 53507/71. De dicho proceso se desprende que:
 La Averiguación Previa que dio origen al proceso se
inició el once de junio de mil novecientos setenta y
uno, ante el agente del Ministerio Público Auxiliar
adscrito a la Dirección General de Investigaciones de
la entonces Procuraduría General de Justicia del
Distrito y Territorios Federales y la consignación se
realizó con fecha quince de junio de mil novecientos
setenta y uno.
 El dieciocho de junio de mil novecientos setenta y uno,
se dictó auto de formal prisión en contra de los tres
consignados por ese delito.
 El veinte de abril de mil novecientos setenta y dos, los
CC. **********, ********** y ********** fueron sentenciados
a un año de prisión y al pago de una multa de mil
pesos, concediéndoles el beneficio de la condena
condicional, previa fianza de mil pesos.
 Los tres sentenciados **********, ********** y **********,
inconformes con el fallo judicial apelaron. El primero, el
cuatro de mayo de mil novecientos setenta y dos; el
segundo, el once de mayo de mil novecientos setenta
y dos y el tercero, el diecisiete de junio de mil
novecientos setenta y dos. Asimismo, el recurso de
apelación interpuesto por el primero de ellos se admitió
el once de mayo de mil novecientos setenta y dos, y
respecto al segundo y tercero, el veintitrés de junio de
mil novecientos setenta y dos.
 El Toca Penal 391/72 se integró ante la Sexta Sala del
Tribunal Superior de Justicia del Distrito y Territorios
Federales, en el que por acuerdo del diecinueve de
octubre de mil novecientos setenta y ocho, el Tribunal
de Apelación declaró extinguida la acción penal por
haber mediado amnistía, a solicitud del Procurador
General de Justicia del Distrito Federal.
 Este expediente fue remitido por el Juzgado Segundo
Penal del Distrito federal, mediante oficio número
ciento cuarenta y cinco, del trece de enero de dos mil
cuatro, recibido por la Oficina del Fiscal Especial en la
misma fecha.

Así pues, argumenta que al no haber sido


consideradas ni valoradas las constancias mencionadas –
que por tener el carácter de documentos públicos, debe
reconocérseles el carácter de prueba plena– se transgredió
el principio de motivación recogido por el artículo 16
constitucional, así como lo dispuesto por los artículos 280 y
281 del Código Federal de Procedimientos Civiles y, este
último, relacionado con el numeral 129 del Código Federal
de Procedimientos Civiles, lo cual constituye un agravio para
la representación social de la Federación, ya que la
resolución del juzgador, al centrar sus argumentos
únicamente sobre algunas constancias y no en la totalidad
de las mismas, deviene contraria a derecho y carece de la
adecuada motivación.

Segundo apartado:
Mediante este apartado la recurrente busca demostrar
que, contrario a lo sostenido en la sentencia impugnada, no
se actualizaron los supuestos normativos para que operara
la prescripción de la acción penal. De ello que haya existido
una inexacta aplicación de las disposiciones en las cuales
fundó su determinación el Juez de la causa.

Considera que dentro del expediente, integrado por la


representación social de la Federación, existen elementos
de convicción que interrumpen el plazo de la prescripción.
Así pues, estima que los motivos y causas que consideró el
juez del conocimiento no se adecuan a las hipótesis de la
normas en las que pretendió apoyarse, particularmente, lo
dispuesto por los numerales 101 y 111 del Código Penal
para el Distrito Federal en Materia de Fuero Común y para
toda la República en Materia de Fuero Federal, así como el
contenido de los numerales 298, fracción III y 300 del
Código Federal de Procedimientos Penales, por lo que la
sentencia impugnada no cumplió con los requisitos de
fundamentación y motivación constitucionales.

Para sostener lo anterior, la representación social de la


Federación busca comprobar que, en efecto, las hipótesis
previstas en los señalados artículos, relacionadas con la
prescripción de la acción penal, no se surten en la especie,
pues en el caso la misma no operó a favor de los
inculpados. Lo anterior con fundamento en los siguientes
razonamientos:

Tanto en el ordenamiento punitivo vigente en la época


de los hechos, como en el actualmente vigente, se prevé
que son idóneas para interrumpir el plazo de la prescripción
las “actuaciones practicadas en averiguación del delito y de
los delincuentes”. Por ello estima necesario determinar el
alcance de dicha expresión.

Después de un análisis de la normatividad que rige la


figura de la prescripción de la acción penal, con relación a la
citada expresión y de algunas otras normas que estimó
conducentes para identificar aquellas actuaciones que
pueden repercutir en el trayecto de la referida acción penal,
relacionadas con la potestad constitucionalmente otorgada
al Ministerio Público para investigar y perseguir los delitos,
la recurrente concluye que el término “actuaciones
practicadas en averiguación de delito y de los delincuentes”
refiere a una serie de actos concatenados que se
desarrollan progresivamente para llegar a un fin: la
sentencia definitiva con calidad de cosa juzgada. Afirma,
pues, que dicho término debe entenderse en el sentido de
que todo acto del procedimiento interrumpe el curso de la
prescripción de la acción persecutoria.

Asimismo, afirma que de diversos pronunciamientos


realizados por el Poder Judicial de la Federación, respecto
de lo que debe entenderse por actuaciones practicadas en
averiguación de delito y de los delincuentes que interrumpen
el plazo para la prescripción a estudio, se advierte que
dentro de estos actos interruptores se encuentran aquellos
que realizan los órganos jurisdiccionales, así como todos los
realizados por el Ministerio Público en la averiguación del
delito y el delincuente.

Así pues, estima erróneo el criterio sostenido por el juez


del conocimiento al afirmar que únicamente las actuaciones
de la averiguación previa interrumpen los plazos de la
prescripción del delito, pues para la misma, las actuaciones
eficaces para interrumpir el curso de la prescripción no son
solamente las practicadas por el Ministerio Público, sino
también las llevadas a cabo por el órgano jurisdiccional.

En esta línea, estima que en el caso se dejaron de


considerar constancias –las señaladas en el apartado
anteriormente sintetizado– que, según su criterio,
interrumpieron el plazo para que operara la prescripción del
la acción penal, por ser idóneas para ello, de conformidad
con lo resumido en los párrafos precedentes, sin que sea
obstáculo para afirmar ello el que el artículo 111 del Código
Penal Federal disponga que no se comprenden, para la
interrupción del plazo de la prescripción, las actuaciones
que se practiquen después de que haya transcurrido la
mitad del lapso necesario para la prescripción, pues las
mismas se actualizaron en la primera mitad del citado lapso.

Para robustecer lo anterior, sostiene que dentro de las


copias certificadas que obran agregadas de la indagatoria
consignada, existen constancias que deben catalogarse
como “actuaciones practicadas en averiguación del delito y
de los delincuentes” y que las mismas se refieren a:

a) Las actuaciones llevadas a cabo por el agente del


Ministerio Público de la Procuraduría General de
Justicia del Distrito y Territorios Federales que tomó
conocimiento de los hechos e inició, con fecha once
de junio de mil novecientos setenta y uno, la
indagatoria número 53507/71 y que con motivo de
ésta ejerció la acción penal ante el Juzgado
Segundo Penal del Distrito Federal, el quince de
junio de mil novecientos setenta y uno.
b) Las actuaciones que los órganos jurisdiccionales
llevaron a cabo con motivo de la consignación de las
personas señaladas y que se vieron involucradas en
los hechos del diez de junio de mil novecientos
setenta y uno, e inclusive fueron detenidas en esa
fecha, y las cuales se traducen principalmente en
los siguientes momentos: el dieciocho de junio de
mil novecientos setenta y uno, el juez del
conocimiento decreta la formal prisión en contra de
los consignados y cuyas actuaciones prosiguen y se
desarrollan hasta el veinte de abril de mil
novecientos setenta y dos, fecha en la cual se
emite sentencia condenatoria en contra de los
procesados.
c) Incluso, la actuación de los órganos jurisdiccionales,
derivado del tiempo en que las apelaciones fueron
interpuestas y el momento que se acuerda su
admisión (periodo comprendido del cuatro de mayo
al veintitrés de junio de mil novecientos setenta
y dos), que prosiguió hasta el diecinueve de
octubre de mil novecientos setenta y ocho, fecha
en la cual se resuelve la situación de los procesados
respecto a los hechos del diez de junio de mil
novecientos setenta y uno.

Todas las cuales obran en copia certificada y estima


resultan eficaces para interrumpir el curso de prescripción
de la acción penal, respecto al delito de genocidio en
cuestión, pues el origen de las mismas corresponde a los
hechos ocurridos el diez de junio de mil novecientos setenta
y uno, como se advierte de las fojas 6226 a 6231 del Tomo
X de la indagatoria consignada, consistentes en los sucesos
que se originaron de la manifestación promovida, en aquel
entonces, por los estudiantes de la Universidad Nacional
Autónoma de México y del Instituto Politécnico Nacional,
mismos hechos que motivaron el ejercicio de la acción penal
en contra de los hoy inculpados.

En esta tesitura sostiene que el último acto procesal


que resultó eficaz para interrumpir el plazo para que operara
la prescripción de la acción penal data del diecinueve de
octubre de mil novecientos setenta y ocho que consistió
en el acuerdo emitido por la Sexta Sala del Tribunal Superior
de Justicia del Distrito Federal, constancia a partir de la cual
se debe comenzar a computar el plazo para que opere la
prescripción de la acción penal con respecto del delito de
genocidio.

Tercer apartado:
En el presente apartado, la recurrente expresa las
razones que estima conducentes para sostener la postura
de que la figura de la prescripción es de naturaleza procesal
y no sustantiva y justificar, con ello, que en la especie deben
aplicarse las normas procesales vigentes en la actualidad y
no las que estaban vigentes en el momento en que
ocurrieron los hechos, por no aceptar, la jurisprudencia
actual, retroactividad en las mismas.
Contrario a lo sostenido por el juez del conocimiento, la
recurrente no considera que la acción persecutoria sea una
institución que merezca el tratamiento de un derecho
sustantivo, por el hecho de estar esencialmente vinculada
con el derecho a la libertad personal. Por lo mismo, tampoco
estima aplicable a la figura en cuestión, la teoría de los
derechos adquiridos que, en el caso, se traduce en que la
prescripción comenzó a generarse bajo el amparo del
ordenamiento legal vigente al momento en que se
produjeron los hechos presuntamente delictivos, debiéndose
sujetar el cómputo de la misma a las normas de la ley
punitiva vigente en aquel momento, con la salvedad de que
la normatividad vigente en la actualidad otorgara, a los
inculpados, mayores beneficios, en cuyo caso sería ésta la
aplicable.

Así pues, estima inconducente el que el juez del


conocimiento estimara aplicable, en el caso, las normas del
Código Penal para el Distrito Federal en Materia de Fuero
Común y para toda la República en Materia del Fuero
Federal, vigentes el diez de junio de mil novecientos setenta
y uno, fecha en que ocurrieron los hechos en cuestión.

Al respecto sostiene que la figura de la prescripción es


de carácter procesal, citando al efecto a varios doctrinarios
según los cuales esta figura no es sino un impedimento u
obstáculo para el inicio o prosecución de un procedimiento
penal, que no anular o reprime el derecho de castigar, que
permanece intocado como facultad propia del Estado, pero
sin posibilidad de actualizarse en función del tiempo
transcurrido.

Asimismo sostiene que esta Suprema Corte de Justicia


de la Nación le ha otorgado el carácter de procesal a la
figura en cuestión, como lo desprende de la tesis
jurisprudencial de rubro: “PRESCRIPCIÓN, EL JUEZ DE
AMPARO DEBE ANALIZARLA CUANDO SE RECLAMA
LA ORDEN DE APREHENSIÓN. POR SER FIGURA
PROCESAL DE ORDEN PÚBLICO, SU ESTUDIO ES
PREFERENTE Y OFICIOSO”.9

De lo anterior concluye que siendo la prescripción una


figura de carácter procesal, la misma se queda en el ámbito
de las meras expectativas de derecho, sin serle aplicable la
teoría de los derechos adquiridos y, por ende, en la especie,
la regulación aplicable para el estudio de la misma, es la
vigente en la actualidad, sin que ello vulnere la garantía de
irretroactividad prevista en el artículo 14 constitucional.

Cuarto apartado:

En este apartado la recurrente presenta


consideraciones tendentes a demostrar que, apoyados en
las constancias procesales a que de hizo referencia en los
9
Los datos de localización del referido criterio son: Novena Época, Primera Sala, Semanario
Judicial de la Federación y su Gaceta, Tomo: X, Noviembre de 1999, 1a./J. 62/99, página 316.

apartados primero y segundo, se advierte que la
prescripción de la acción penal por el delito de genocidio se
interrumpió y, por ende, es procedente que se procese a los
inculpados por los hechos que se les imputan.

Para tal fin distingue dos hipótesis, relacionadas con la


ley aplicable al caso para el estudio de la figura en cuestión,
a saber: una atendiendo a la ley vigente en el momento en
que ocurrieron los hechos; y la segunda atendiendo a la
vigente en la actualidad.
Al respecto sostiene que ya sea aplicando las reglas
de prescripción contenidas en el Código Penal para el
Distrito y Territorios Federales en Materia de Fuero Común y
para toda la República en Materia de Fuero Federal, vigente
en la época de los hechos; o las contenidas en el Código
Penal Federal vigente en la actualidad, en ambos
supuestos, de conformidad con sus respectivos artículos 110
y 111, la recurrente estima que la prescripción de la acción
penal del delito de genocidio se interrumpió por las
constancias reseñadas en los apartados primero y segundo,
por constituir éstas actuaciones que se practicaron en la
averiguación del delito y delincuentes, que son aquellas que
admiten dichas normatividades para interrumpir dicho plazo.

En ese sentido señala que los actos procesales que


bajo ese concepto existen en autos y que son suficientes
para interrumpir el curso de la prescripción son:
a) El auto de veintitrés de junio de mil
novecientos setenta y dos, mediante el cual se
admite el recurso de apelación interpuesto por
********** y **********, que dio lugar al Toca Penal
391/72, anteriormente reseñado, del que conoció
la Sexta Sala del Tribunal Superior de Justicia del
Distrito y Territorios Federales, cuyo plazo para
que opere y surta sus efectos extintivos la
prescripción de la acción penal derivada del delito
de genocidio transcurrió del día de los hechos al
VEINTITRÉS DE JUNIO DE DOS MIL DOS,
plazo, dentro del cual, se presentó de la denuncia
PGR/FEMOSPP/011/2002 que dio origen al ejercicio
de la acción penal en cuestión; y
b) El acuerdo de diecinueve de octubre de mil
novecientos setenta y ocho por el cual los
Magistrados de la citada Sala declararon
extinguida la acción penal por haber mediado
amnistía, a solicitud del Procurador General de
Justicia del Distrito Federal, cuyo plazo para que
opere y surta sus efectos extintivos la
prescripción de la acción penal en cuestión sigue
transcurriendo, pues es el mismo se surte hasta
el DIECINUEVE DE OCTUBRE DE DOS MIL
OCHO.

Finalmente señala que le causó agravio el que el juez


del conocimiento valorara incorrectamente, al negarles valor
probatorio, las constancias que en copia simple obran de la
averiguación previa 1863/71 que se inició el once de julio de
mil novecientos setenta y uno con motivo de los hechos
presuntamente delictivos que se realizaron el día anterior,
mismos que coinciden con los que hoy son materia de
estudio.

Estima que al valorar aisladamente dicha documental,


el juez de la causa restó valor probatorio a otras de las
constancias procesales, a saber: a) la comparecencia de
**********, quien ocupó el cargo de Procurador General de la
República en la época de los hechos, mismo que presentó
la copia simple de la citada indagatoria; b) la declaración del
inculpado, **********, rendida el cinco de septiembre de dos
mil dos; c) el oficio 62/2002 de treinta de julio de dos mil dos
mediante el cual el Jefe de Departamento de Recepción y
Control de Documentos de la Dirección General del
Ministerio Público Especializado “A” informa a su superior
que existieron antecedentes de la Averiguación Previa en
comento, la cual fue sustraída del archivo de dicha
institución, lo que motivó que se originara la Averiguación
Previa 376/FESPI/97 (foja 1384, tomo III); y d) el oficio
2550/DGDCSPI/03 de cinco de noviembre de dos mil tres,
suscrito por el agente del Ministerio Público Federal, titular
de la mesa X de la Dirección General de Delitos cometidos
por Servidores Públicos de la Institución, quien informó que
dentro de la Averiguación Previa 376/FESPI/97 existe la
mención a la diversa 1863/71, en cuestión.
Aduce que las citadas pruebas, adminiculadas y
concatenadas entre sí, permiten acreditar la existencia de
dicha indagatoria y, mediante ello, probar que se llevaron a
cabo “actuaciones practicadas en averiguación del delito y
de los delincuentes”, que resultaron suficientes para
interrumpir el plazo legal para la prescripción de la acción
penal, respecto al delito de genocidio. Esto es, tomando en
cuenta que la citada indagatoria se resolvió el diez de
noviembre de mil novecientos ochenta y dos, es a partir
de esa fecha que podría comenzar a computarse el plazo
para la prescripción, mismo que se actualizaría hasta el año
dos mil doce.

TERCER AGRAVIO:

Se hace valer que el auto impugnado transgrede lo


dispuesto por los artículos 100, 101 y 102 del entonces Código
Penal para el Distrito y Territorios Federales en Materia de Fuero
Común, y para toda la República en Materia de Fuero Federal,
hoy Código Penal Federal; en relación con los artículos 363 del
Código Federal de Procedimientos Penales, y con los artículos
14, segundo párrafo; 17; 21, párrafo primero; 102; y 136 de la
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos; por
cuanto hace a los tres últimos artículos mencionados, se
reclaman como violados los vigentes en el año de mil novecientos
setenta y uno, época en la cual ocurrieron los hechos materia de
la consignación ejercida por el Ministerio Público de la
Federación.

También –la apelante– se duele de que se violan los


artículos 3, 8 y 10 de la Declaración Universal de los Derechos
Humanos; 2, sección 3, incisos A), B), y C) y el 14, sección 1 del
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos; V y XVIII de
la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del
Hombre; y, 4, sección 1, in fine y 25 de la Convención Americana
sobre Derechos Humanos (Pacto de San José).

Lo anterior en virtud de que la apelante considera que, aun


en el supuesto, sin conceder, de que el delito de genocidio fuera
prescriptible, el criterio del Juez del conocimiento es inválido por
ser contrario al espíritu mismo de la figura de la prescripción. Por
lo tanto, dicho criterio deviene en una inexacta aplicación de la ley
y, en consecuencia, en una incorrecta fundamentación y
motivación del auto recurrido.

Lo anterior lo considera así en función a las siguientes


condiciones imperantes en la época en que ocurrieron los
hechos:

 El Ministerio Público tenía el monopolio absoluto del


ejercicio de la acción penal ya que era el único detentador
constitucional de la facultad de investigación y persecución
de los delitos y, además, sus determinaciones en la
averiguación previa eran inatacables y no sujetas a control
judicial alguno.
 Los agentes del Ministerio Público de la Federación
gozaban de una inmunidad relativa pues no podían ser
detenidos por autoridad alguna sino hasta que el juez de la
causa respectiva solicitara al Procurador General de la
República que los pusiera a su disposición y así lo resolviera
dicho funcionario. Al servidor que efectuara una detención
sin cumplir con dicho requisito se le imponía una pena de
prisión de tres días a seis meses y destitución del cargo o
empleo (artículo 60 de la Ley Orgánica del Ministerio Público
Federal, publicada en el Diario Oficial de la Federación el
veintiséis de noviembre de mil novecientos cincuenta y
cinco).
 Por otro lado, no existía en aquél entonces mecanismos
adecuados para salvaguardar el derecho de las víctimas
(sobrevivientes de los hechos o familiares de las mismas) a
la tutela penal efectiva, a la debida procuración y
administración de justicia y a la reparación del daño, pues
no estaba previsto un medio de impugnación contra el no
ejercicio de la acción penal.
 Sin embargo, el Ministerio Público –a juicio de la apelante–
carecía de la autonomía necesaria para poder avocarse a la
investigación y persecución de los ilícitos derivados de los
hechos objeto de la consignación, por las siguientes
circunstancias:
o Por un lado, **********, hoy inculpado, como Presidente
de los Estados Unidos Mexicanos, cargo que sustentó
desde el primero de diciembre de mil novecientos
setenta hasta el treinta de noviembre de mil
novecientos setenta y seis, detentaba una serie de
facultades que impedían la debida investigación de los
ilícitos derivados de su actuar, a saber: tenía bajo su
mando a las instancias encargadas de procurar
justicia, tanto en el nivel Federal como en el D.F.;
nombraba y removía libremente al Procurador,
Subprocurador, agentes y personal de los Ministerios
Públicos de la Federación y del Distrito Federal; tenía
bajo su mando a la Visitaduria General, órgano
encargado de vigilar el desempeño de los agentes
ministeriales; entre otras.10 Concluye así, que el poder
de control absoluto sobre los órganos de investigación
y persecución de los delitos estaba en manos de uno
de los participantes en el ilícito.
o El hoy probable responsable, **********, según
desprende, la representación social de la Federación
apelante, de las constancias y actuaciones que obran
agregadas en la indagatoria motivo de la consignación,

10
Las citadas facultades las detentaba el Primer Madatario, de acuerdo con lo dispuesto por las
siguientes disposiciones, vigentes en la época en que ocurrieron los hechos: artículo 73, fracción
VI, base 5ª, 89, fracción II, y 102 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos; 7,
de la Ley Orgánica del Departamento del Distrito Federal, publicada en el Diario Oficial de la
Federación el veintinueve de diciembre de mil novecientos setenta; 3, 4, 5, 6 y 7 de la Ley
Orgánica del Ministerio Público del Distrito y Territorios Federales, publicada igualmente el treinta y
uno de diciembre de mil novecientos cincuenta y cuatro; 3, 4 y 6 de la Ley Orgánica de la
Procuraduría General de Justicia del Distrito y Territorios Federales, publicada durante el sexenio
del funcionario mencionado; 5, 6, 8 y 31 de la Ley Orgánica del Ministerio Público Federal,
publicada el veintiséis de noviembre de mil novecientos cincuenta y cinco.

participó en la concepción integral del operativo que
tuvo por objeto la represión desplegada por diferentes
instancias pertenecientes entonces al gobierno federal
por él encabezado; se desprende de la misma
averiguación previa que si bien el grupo paramilitar
denominado “Los Halcones” estaba incorporado a la
Dirección General de Servicios Generales del
Departamento del Distrito Federal, ésta instancia
administrativa formaba parte del gobierno federal y
dependía en su actuación enteramente de las
instrucciones directas del Presidente de la República,
conforme al artículo 73 fracción VI Base 3ª
constitucional y el 22 de la Ley de Secretarías y
Departamentos de Estado así como de las normas que
regulaban a la institución de los Ministerios Públicos de
la Federación y local.

De las relatadas condiciones, el apelante estima que se


violó la garantía de audiencia prescrita en el artículo 14, segundo
párrafo de la Constitución Federal, ya que el ejercicio de la acción
penal correspondía de manera exclusiva al Ministerio Público, sin
que la víctima pudiese reclamar jurisdiccionalmente el no ejercicio
de la acción penal, y teniendo en cuenta el poder político que
ostentaba el Presidente de la República sobre los órganos de
impartición de justicia, hacía nugatoria la garantía de audiencia
prevista en el numeral citado, así como el derecho a la justicia,
reconocido en el artículo 17 constitucional, y en los instrumentos
internacionales citados —incorporados a nuestro sistema jurídico
nacional conforme a lo establecido en el artículo 133
constitucional—, toda vez que no basta que dicho derecho sea
reconocido formalmente sino que debe ser efectivo
materialmente.

Además, concluye que las víctimas del delito de genocidio en


cuestión se abstuvieron de realizar alguna denuncia ante las
instancias de procuración de justicia, debido al clima de represión
y amenaza existente en la época que siguió a los hechos del diez
de junio de mil novecientos setenta y uno. Situación que
desprende de diversas declaraciones —de **********, del
veintiséis de mayo de dos mil cuatro; **********, del ocho de junio
de dos mil dos; **********; **********; **********; y, de **********—
vertidas ante la oficina del Fiscal Especial para la Atención de
hechos probablemente constitutivos de delitos federales
cometidos directa o indirectamente por servidores públicos en
contra de personas vinculadas con movimientos sociales y
políticos del pasado, que obran en autos y que no fueron
analizadas por el Juez de la causa,

Así también, estima que, en una dinámica de complicidad entre


los autores del ilícito, se utilizó el cargo de Presidente de la
República para impedir la debida investigación y persecución del
delito de genocidio, por lo que estima que el plazo para que
operara la figura de la prescripción de ninguna manera pudo
haber iniciado su cómputo desde el día de los hechos, es decir a
partir del diez de junio de mil novecientos setenta y uno, ya que
los ahora inculpados tenían el control político de las instancias
encargadas de impartir justicia y, en todo caso, dicho cómputo
debe iniciar el día que el inculpado dejo de ocupar el cargo de
Presidente de la República, es decir, el primero de diciembre de
mil novecientos setenta y seis.

Con base en lo anterior, la apelante concluye que no se


podían aplicar, en justicia, los artículos 100, 101 y 102 del Código
Penal para el Distrito y Territorios Federales en materia de fuero
común, y para toda la República en materia de fuero federal,
vigente en la época de los hechos, hoy Código Penal Federal,
toda vez que no pudieron cumplirse las condiciones intrínsecas a
la figura de la prescripción para que la misma pudiera empezar a
correr.

Así, argumenta que la prescripción no puede correr cuando


la condición es imposible de cumplir, esto es, cuando el único que
tiene la facultad para ejercer la acción penal, valiéndose de su
posición y dominio sobre las instituciones encargadas de procurar
justicia, es el mismo que busca librarse de las responsabilidades
penales que de ella derivarían. Así pues, estima aplicables al
caso el conocido principio generales de derecho que versa
imposibilium nulla obligatio est y el que prescribe que nadie se
puede aprovechar de su propio dolo.

Finalmente, por lo que hace al artículo 136 de la


Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos,
argumenta que, en el caso específico, se suspendió de hecho la
observancia al régimen constitucional, actualizándose la hipótesis
prevista en dicho numeral, al impedirse, bajo el régimen
presidencial de **********, la libre manifestación de las ideas en
forma pacífica y la reunión con tal objeto, protegidos en los
artículos 8 y 9 constitucionales, tanto el día de los hechos como
los posteriores al mismo. Así como con la anulación para
víctimas, ofendidos y denunciantes de su derecho a la debida
justicia y a la tutela penal efectiva por parte de las instancias del
Ministerio Público de la Federación y local del Distrito Federal.
En este sentido, la apelante argumenta que el propio
artículo 136 constitucional preceptúa que, al restablecerse la
observancia del orden constitucional, serán juzgados quienes
suspendieron el mismo, conforme a las leyes aplicables siendo,
en el caso, la legislación punitiva que incluye lo relativo a la
prescripción de la acción persecutoria del delito.

Así también señala que si el Ministerio Público se abstiene


de ejercer la acción penal indebidamente, como aconteció en el
caso que nos ocupa, viola los principios del Estado Democrático
de Derecho, pues niega a la víctima del delito la expectativa de
derecho que tiene y que no nace sino hasta el momento en que
existe un proceso, porque su derecho sólo se perfecciona con
una condena.11

CUARTO AGRAVIO:

11
Lo anterior lo fundamenta en la tesis de la entonces Sala Auxiliar de esta Suprema Corte de
Justicia de la Nación, de rubro: “MINISTERIO PÚBLICO. AMPARO IMPROCEDENTE CUANDO
SE NIEGA A EJERCITAR LA ACCIÓN PENAL”, visible en el tomo CXXVI del Semanario Judicial
de la Federación, Quinta Época, página 814.
En el cuarto agravio se hace valer la violación a lo
establecido por los artículos 100, 101 y 102 del entonces Código
Penal para el Distrito y Territorios Federales en Materia de Fuero
Común, y para toda la República en Materia de Fuero Federal,
hoy Código Penal Federal, y el artículo 363 del Código Federal de
Procedimientos Penales en relación con los artículos 108, 109 y
111, todos de la Constitución, en cuanto a sus versiones vigentes
en el año de mil novecientos setenta y uno, época en la cual
ocurrieron los hechos, materia de la consignación ejercitada por
el ministerio público de la federación y de la cual derivó el auto
hoy recurrido.

Considera lo anterior en función a que algunos de los


probables responsables ─********** y ********** ─ se
desempeñaron desde el primero de diciembre de mil novecientos
setenta hasta el treinta de noviembre de mil novecientos setenta y
seis como Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, el
primero, y Secretario de Gobernación, el segundo; periodo en el
cual ocurrieron los hechos materia de la consignación sobre la
que recayó el auto combatido.

Estima lo anterior relevante en virtud de que, respecto de los


cargos mencionados, la Constitución Política de los Estados
Unidos Mexicanos, vigente en el año de mil novecientos setenta y
uno, establecía un sistema diferenciado de fuero, dependiendo
del cargo que se desempeñase.
Así, por lo que hace al Presidente de la República
Mexicana, éste sólo podía ser procesado por el delito de traición
a la patria o por aquellos delitos, del orden común, considerados
como graves12, siempre y cuando la Cámara de Diputados
formulara una acusación y la Cámara de Senadores dictaminara
sobre la remoción de la protección constitucional que tenía;
mientras que respecto a los demás altos funcionarios de la
Federación —entre ellos el Secretario de Gobernación— y los
estados, para poder proceder penalmente en contra de ellos, por
delitos del orden común, la Cámara de Diputados, erigida en
Gran Jurado, debía hacer la declaratoria correspondiente, por
mayoría absoluta.

Apoya lo anterior el criterio sostenido por el Pleno de esta


Suprema Corte de Justicia de la Nación, cuyo rubro señala:
“FUERO DE LOS FUNCIONARIOS, NATURALEZA DEL”.13

Al respecto, la apelante manifiesta que respecto a ninguno


de los mencionados inculpados se iniciaron los procedimientos
correspondiente para que se les pudiese instruir averiguación
previa y mucho menos proceso penal en su contra, por lo cual,
estima inconducente sostener que mientras estuvieron
amparados por el fuero constitucional en razón de su cargo,
podía correr en su beneficio el término de la prescripción.

12
Esta disposición es la misma que la que contiene el segundo párrafo del propio artículo 108 constitucional,
el cual sufrió una reforma en el año de mil novecientos ochenta y dos.
13
Visible en la página 45 del Semanario Judicial de la Federación, Tomo 45, primera parte.
Ello se debe, a juicio de la representación social de la
Federación, a que la legislación penal de aquella época no
contemplaba cuáles eran los delitos graves, razón por la cual no
se podía iniciar el procedimiento mediante el cual se removiera la
protección constitucional al Presidente de la República y ejercer
la acción penal en su contra por el delito de genocidio.

Pese a ello, estima que el genocidio debía ser considerado


como grave, dado que desde su introducción en el sistema penal
mexicano, vía adición del artículo 149 bis al entonces Código
Penal para el Distrito y Territorios Federales en Materia de Fuero
Común y para toda la República en Materia de Fuero Federal,
hoy Código Penal Federal, se le ubicó dentro del Título Tercero
del Libro Segundo, relativo a los denominados delitos contra la
humanidad, es decir, aquéllos que, como ha señalado la
Convención sobre la Imprescriptibilidad de los crímenes de
Guerra y de los Crímenes de Lesa Humanidad, se ubican entre
los delitos de derecho internacional más graves (párrafo cuarto
del Preámbulo de la Convención). Sin embargo, aclara que, aún
sin considerarlo delito grave, tampoco era posible iniciar una
investigación en contra del Presidente de la República, mientras
durase su encargo, ni siquiera por delitos del orden común no
graves.

Por ello, la representación social de la Federación consideró


que, contrario a lo expresado por el Juez de la causa, el momento
a partir del cual debe empezar a computarse el plazo para la
prescripción de la acción persecutoria, respecto al probable
responsable **********, no debe ser el once de junio de mil
novecientos setenta y uno, sino hasta el primero de diciembre de
mil novecientos setenta y seis, fecha en la cual concluyó en el
ejercicio de su encargo como Presidente de los Estados Unidos
Mexicanos, cesando con ello su fuero constitucional.

Asimismo considera que los mismos argumentos proceden


respecto del entonces Secretario de Gobernación, ********** , en
el sentido de que el cómputo del plazo para que opere la
prescripción de la acción penal, tendría que comenzar el primero
de diciembre de mil novecientos setenta y seis y no el diez de
junio de mil novecientos setenta y uno, como incorrectamente lo
valoró el Juez.

Lo anterior en virtud de que, en el caso, nunca se inicio


juicio de declaración de procedencia en contra del ahora
inculpado, presupuesto indispensable para que el mismo pudiera
ser sometido a proceso penal, por lo que no fue sino hasta la
fecha en que concluyó su encargo, en que se pudo haber
ejercitado acción penal en su contra; estimando, por tanto, que el
plazo para que operara la prescripción de la acción penal se
mantuvo suspendido en toda la época en que ejerció dicho cargo.

SEXTO.- El agente del Ministerio Público de la Federación


adscrito al Juzgado Segundo de Distrito de Procesos Penales
Federales en el Distrito Federal, mediante escrito presentado el
dieciocho de agosto de dos mil cuatro ante el Juez de la causa
hizo propios los agravios anteriormente sintetizados, expresados
por el agente del Ministerio Público de la Federación comisionado
a la oficina del Fiscal Especial para la Atención de los hechos
probablemente constitutivos de delitos federales cometidos
directa o indirectamente por Servidores Públicos en contra de
personas vinculadas con movimientos sociales y políticos del
pasado y, a su vez, solicitó que, con fundamento en los mismos,
se revocara la resolución recurrida.14

SÉPTIMO.- Dicho lo anterior, lo procedente es entrar al


estudio de los agravios hechos valer por la representación social
de la Federación.

De la síntesis de los aludidos agravios se desprende que los


mismos giran en torno al estudio de la prescripción de la acción
penal. Es por ello que se considera conveniente realizar un breve
análisis sobre la misma y, posteriormente, estudiar su regulación,
tanto en el Código Penal para el Distrito y Territorios Federales en
Materia de Fuero Común y para toda la Republica en Materia de
Fuero Federal, vigente al ocurrir los hechos, como en el actual
código federal punitivo, para determinar cuál es la normatividad
aplicable al presente caso.

La palabra “prescripción” deriva del término latino


“prescribiere” que significa adquirir un derecho real o extinguirse
un derecho o acción de cualquier clase por el transcurso del
tiempo en las condiciones previstas por la ley. 15

14
Visible a fojas 203 a 207 del toca.
15
Diccionario de la Lengua Española, vigésima primera edición, página 1660.
La prescripción en materia penal consiste en que el Estado,
monopolizador del Ius puniendi, por el simple transcurso del
tiempo, pierde la facultad para: investigar la comisión de hechos
considerados como delitos, perseguir a sus autores o, incluso,
hacer efectivas las sanciones que se hayan impuesto al declarado
responsable de un delito.

Debe distinguirse la prescripción de la acción de la prescripción


de la pena: la prescripción de la acción supone una inactividad del
Ministerio Público o del órgano jurisdiccional, por todo el tiempo
que la ley señala como suficiente para extinguirse por su no
ejercicio o actuación de esa facultad de persecución o imposición
de penas, respectivamente; y, en cambio, la prescripción de la
pena supone el incumplimiento de la sentencia. 16
El fundamento de esta figura se ha apoyado en diversos
criterios como: que en virtud del transcurso del tiempo desde la
perpetración del hecho delictivo, el recuerdo de éste se borra por
lo que el afán de que el responsable sea sancionado por su
actuar ilícito se atenúa e incluso llega a extinguirse; que en virtud
del paso del tiempo se dificultan las funciones propias del derecho
procesal, ya que resulta de gran dificultad reunir las pruebas
16
El criterio anterior, informa la tesis de localización, rubro y texto siguientes: Sexta Época, Instancia:
Primera Sala, Fuente: Semanario Judicial de la Federación, Tomo: Segunda Parte, XLV, Página: 64;
PRESCRIPCIÓN DE LA ACCIÓN Y DE LA PENA. Conviene distinguir, desde luego, entre la prescripción
de la acción y la prescripción de la pena. La acción penal como derecho de persecución que nace cuando se
ha cometido un delito, prescribe por el simple transcurso del tiempo si no se ejercita por el Ministerio
Público, reclamando del órgano jurisdiccional, la declaración del derecho en el hecho que estima delictuoso
y la determinación de la pena que debe aplicarse al delincuente. Consecuentemente, la prescripción de la
acción supone una inactividad del Ministerio Público por todo el tiempo que la ley señala como suficiente
para extinguirse por su no ejercicio o actuación de ese derecho de persecución. En cambio, la prescripción
de la pena supone el incumplimiento de la sentencia y, en una pena privativa de la libertad, la fuga implica el
incumplimiento de la sentencia”. Amparo directo 7581/60. Ramón Jiménez Arias. 24 de marzo de 1961.
Unanimidad de cuatro votos. Ponente: Manuel Rivera Silva.

necesarias para acreditar la existencia del delito y del responsable
por la comisión del mismo; o, una tercera postura, conforme la
cual la prescripción tiene su fundamento en el principio de
seguridad jurídica, ya que no resulta legalmente aceptable que un
ser humano permanezca indefinidamente con la zozobra de que
pueda ser objeto de un proceso penal a capricho de la autoridad,
sino que si el Estado dentro del tiempo previsto por la ley, no
ejerce su facultad de investigar el delito y perseguir al delincuente
o ejecutar las sanciones impuestas a un sujeto, ello se traduce en
un derecho a favor de los individuos oponible a la autoridad
(prescripción).17

Así, la prescripción penal se refiere a una condición objetiva


necesaria para que se ejerza el poder punitivo del Estado,
obligatoria para éste, e irrenunciable para el inculpado; por lo que,
para que la investigación de un delito, la correspondiente
persecución del responsable mediante el ejercicio de la acción
penal, o la ejecución de la pena impuesta al mismo, proceda
jurídicamente, es preciso que se haga en el plazo exigido por la
17
Resulta aplicable la tesis con la siguiente localización, rubro y texto: Quinta Época, Instancia:
Primera Sala, Fuente: Apéndice 2000,Tomo: Tomo II, Penal, P.R. SCJN, Tesis: 2269, Página: 1065;
“PRESCRIPCIÓN DE LA ACCIÓN PENAL.- Los fundamentos a que atiende la prescripción de la
acción penal son: la de considerarse contraria al interés social, mantener indefinidamente una
imputación delictuosa; que se debilitan las pruebas con el transcurso del tiempo; que la sustracción
de la acción del Estado efectuada por el delincuente es de por sí suficiente sufrimiento y que, por
último, el daño mediato y la razón política de la pena dejan de existir. Consecuentemente, si el
acusado fue perseguido por delito de homicidio como tipo sustrayéndose a la acción por un lapso
bastante grande para decretar la prescripción, y al finalizar el proceso se le consideró como
provocado y se estableció que el homicidio se consumó en riña, aquella entidad ‘delito’ de que
habla la ley sustantiva, se actualizó concretamente en homicidio con la modalidad y con la
característica del agente transcrito, por lo que esa situación jurídica fijada soberanamente por el
órgano jurisdiccional en cumplimiento de los fines del Estado, en estricta dinámica política criminal,
debe retrotraerse al momento en que el sujeto fue capturado y al ser así, el término de la
prescripción en el caso, transcurrió ampliamente”. Amparo directo 5086/55.-Por acuerdo de la
Primera Sala, de fecha 8 de junio de 1953, no se menciona el nombre del promovente.-22 de
marzo de 1956.-Cinco votos.-Ponente: Agustín Mercado Alarcón.


Ley; el transcurso de ese plazo sin que se ejerciten, determina la
imposibilidad legal de hacerlo, y si se hace, se produce la nulidad
de dichas actuaciones. De ahí, que para que la prescripción se
produzca basta con el elemento objetivo de la inactividad estatal
en un periodo de tiempo.

Si la prescripción, en general, produce efectos extintivos, la


prescripción en materia penal determina en concreto la extinción
de la responsabilidad penal dimanante de la comisión de un delito
y su correspondiente pena. La prescripción no pretende afirmar
que al actualizarse haya que tener por inexistente el delito, sino
que donde realmente incide la prescripción es en la
responsabilidad penal del inculpado, que es la que desaparece o
se pierde, y en la imposición de la pena que, de no ejercerse,
también se extingue.

En consecuencia, si la investigación de los delitos, la


persecución de sus responsables y la ejecución de las penas
impuestas por la comisión de los mismos, no se realizan en los
plazos que la ley prevé para ello, se extingue la facultad estatal
para realizarlos, pues la reacción del aparato estatal, tanto
investigador y persecutor de los delitos, como ejecutor de las
penas, ante la comisión de un delito, no puede dilatarse más allá
de un límite temporal prefijado que condiciona su validez.

De lo anterior, deriva entonces, que es el tiempo que


transcurre entre un fenómeno, a saber, la realización de un hecho
tipificado en las leyes (delito) y el ejercicio del poder punitivo o
ejecutor del Estado, lo que hace que la prescripción pueda
funcionar o no como limitativa del poder mismo del Estado.

En esta línea, la prescripción implica la cesación de la


potestad punitiva del Estado, al transcurrir un periodo de tiempo
determinado para dotar de seguridad al gobernado ante el poder
represivo del Estado.

Sólo por medio de la prescripción, la sociedad obtendrá


certeza y confianza en que la persecución y sanción de los delitos
no se realizarán indefinidamente; y sólo así es como se limita la
intranquilidad, sufrimiento y lesión que los mismos producen. De
ahí, que no puede considerarse posible que el individuo este
indefinidamente sujeto a la zozobra que implica el saber que en
cualquier momento puede ser sancionado.

Si el Estado tiene la facultad legal de invadir la esfera de


libertad de los individuos, es lógico que también esa facultad esté
sometida a ciertas limitaciones, oriundas en la propia ley que rige
la actividad estatal, para proteger al ciudadano. Esto es, las leyes
que regulan la figura de la prescripción crean, además de una
limitación al poder del Estado, una esfera de derechos a favor de
los individuos, que tendrán siempre un derecho individual
oponible al derecho general del Estado de sancionar a quien se
ubique en el supuesto correspondiente. Este derecho –como se
indicó- es justamente, su seguridad jurídica.
Al respecto, es oportuno resaltar lo que la anterior
integración de esta Primera Sala pronunció respecto a la
prescripción, al resolver por unanimidad de cuatro votos el
amparo en revisión 1596/98, en sesión de once de octubre de dos
mil:

“… En efecto, el fundamento de la prescripción radica


no solo en la autolimitación del Estado para ejercer su
poder represivo, sino también en la seguridad que
todos los hombres deben tener ante el propio Estado.
Se aduce que el tiempo extingue la acción penal
porque, además de hacer difícil la justificación del
delito, hace cesar el daño social merced al presunto
olvido del delito, lo que conduce a la cesación de la
impresión moral que nació de él: Desaparecido el daño
social, se torna inútil la reparación penal.
Como se advierte, el simple transcurso del tiempo
ejerce un efecto doble: por una parte, hace difícil la
prueba; por otra, el castigo carece de justificación
intimidatoria. Así, cuando el orden transgredido por el
hecho considerado como delictivo ha sido restaurado
por el mero transcurso del tiempo, la persecución del
delito y del probable responsable se torna estéril,
resultando nugatoria su finalidad de restitución del
orden jurídico violado.
Entendida de ese modo, la prescripción es no sólo
conveniente, sino necesaria en la medida en que
preserva la justicia criminal. Sólo a través de ella el
individuo y la sociedad adquirirán certeza y confianza
en que los procesos no se paralicen hasta el infinito, y
sólo así se acaba con la intranquilidad y lesión que los
delitos producen. No se justifica que un individuo que
forma parte de la sociedad, esté sujeto indefinidamente
a la zozobra. Lo expuesto pone de manifiesto que la
prescripción crea, además de una limitación al Estado,
una esfera de derechos a favor de los individuos,
derecho que se traduce precisamente en su seguridad
jurídica”.
Así pues, la figura de la prescripción representa, además de
una autolimitación del Estado a su poder punitivo, un derecho
individual oponible a la potestad punitiva estatal. En efecto, si el
Estado dentro del tiempo previsto por la ley, no ejerce su facultad
de investigar el delito y perseguir al delincuente o ejecutar las
sanciones impuestas a un sujeto, ello se traduce en un derecho, a
favor de los individuos, oponible a la autoridad (prescripción),
mediante el cual la autoridad estatal se ve imposibilitada para
ejercer las citadas facultades.

En consecuencia, podemos señalar que la prescripción, es


una institución del derecho sustantivo penal, conforme la cual, en
razón del simple transcurso del tiempo previsto en la ley, se limita
la facultad represiva del Estado, al impedírsele el ejercicio de la
acción persecutora o la ejecución de las sanciones impuestas.

Con independencia de lo anterior, cabe mencionar que esta


concepción de la prescripción se ha visto adicionada con la nueva
filosofía que se adopta en la Convención sobre Imprescriptibilidad
de los Crímenes de Guerra y de los Crímenes de Lesa
Humanidad, la cual se justifica por razones excepcionales y es
aplicable en México a partir de la entrada en vigor de la
mencionada Convención, como ya se determinó al contestar el
primer agravio.

Ahora bien, una vez planteado en lo que consiste la figura


de la prescripción en términos generales, lo procedente es entrar
al estudio de su regulación, tanto en el Código Penal para el
Distrito y Territorios Federales en Materia de Fuero Común y para
toda la Republica en Materia de Fuero Federal, vigente al ocurrir
los hechos, como en el actual código federal punitivo, por lo que
hace únicamente a la prescripción que aquí nos ocupa: la
prescripción de la acción penal. Ello permitirá determinar cuál es
la normatividad aplicable al presente caso.

La regla general establecida en el respectivo artículo 100 de


ambos ordenamientos punitivos es que: “Por la prescripción se
extinguen la acción penal y las sanciones”, conforme a las normas
establecidas en ellos.

Así también, ambos códigos punitivos robustecen la idea,


anteriormente apuntada, de que la prescripción constituye un
derecho a favor de los sujetos activos, pues en sus respectivos
artículos 101 se impone a la autoridad la obligación de hacerla
valer, aun de oficio, a favor del agente del delito, en cualquier
etapa del proceso.18
18
El artículo 101del Código Penal para el Distrito y Territorios Federales en Materia de Fuero
Común y para toda la Republica en Materia de Fuero Federal, vigente al ocurrir los hechos, era del
tenor literal siguiente:
“Artículo 101.- La prescripción es personal y para ella bastará el simple
transcurso del tiempo señalado por la ley.
La prescripción producirá su efecto, aunque no la alegue como excepción el
acusado. Los jueces la suplirán de oficio en todo caso, tan luego como tengan
conocimiento de ella, sea cual fuere el estado del proceso”.
Por su parte, el mismo numeral del vigente Código Penal Federal, dice:
“Artículo 101.- La prescripción es personal y para ella bastará el simple
transcurso del tiempo señalado por la ley.
Los plazos para la prescripción se duplicarán respecto de quienes se
encuentren fuera del territorio nacional, si por esta circunstancia no es posible
integrar una averiguación previa, concluir un proceso o ejecutar una sanción.
La prescripción producirá su efecto, aunque no la alegue como excepción el
acusado. Los jueces la suplirán de oficio en todo caso, tan luego como tengan
conocimiento de ella, sea cual fuere el estado del proceso”.
Como quedó anteriormente apuntado, la figura de la
prescripción de la acción penal y de las penas, como regla
general, beneficia necesariamente al sujeto activo del delito, ya
sea indiciado, inculpado, procesado o sentenciado, según el
momento procesal del que se trate; lo que se robustece con el
contenido del citado numeral 101 de los ordenamientos punitivo,
conforme al cual “la prescripción es personal”, lo que se traduce
en que beneficia solamente a aquél sujeto que se coloca en los
supuestos normativos para su procedencia, sin que se haga
extensiva a otros sujetos que hayan intervenido en el hecho
delictivo.

En cuanto a la hipótesis de prescripción de la acción penal,


tratándose de delitos que tienen señalada pena privativa de
libertad, que es la que en el caso interesa, existen dos hipótesis:
aquéllos que se persiguen de oficio, que se podría denominar la
regla general, cuya normatividad la encontramos principalmente
en los respectivos artículos 100, 101, 102 y 105 de ambos
códigos penales federales, así como en el artículo 118 del código
punitivo vigente en la época en que sucedieron los hechos; y los
que se persiguen previa querella del ofendido, que viene a
constituir una regla especial o excepción a la regla general,
misma que se encuentra contenida en los respectivos artículos
107 de los citados ordenamientos.

Por razón de orden, en primer término se realizará el análisis


de la llamada regla general. Para el estudio de dicho tema resulta
de singular importancia establecer el momento a partir del cual
empieza a correr el término para su actualización, así como el
tiempo que debe transcurrir para ello.

Sobre el momento a partir del cual comienza a correr el


término para la prescripción de la acción penal, los respectivos
artículos 102 de los ordenamientos a estudio establecen, en
primer lugar, que los mismos serán continuos, y fijan el momento
en que debe comenzar a correr, en función a la naturaleza del
delito, esto es, si son de consumación instantánea, continua o en
grado de tentativa. Así, establecen que: se contará desde el día
en que se cometió el delito, si fuere de consumación instantánea;
desde que cesó, si fuere continuo; o desde el día en que se
hubiere realizado el último acto de ejecución, si se tratare de
tentativa.19

Por lo que respecta al tiempo que debe transcurrir para que


opere la prescripción de la acción penal, debe atenderse a lo
19
El artículo 102 del Código Penal para el Distrito y Territorios Federales en Materia de Fuero
Común y para toda la Republica en Materia de Fuero Federal, vigente al ocurrir los hechos, era del
tenor literal siguiente:
“Artículo 102.- Los términos para la prescripción de la acción penal serán
continuos y se contarán desde el día en que se cometió el delito, si fuere
consumado; desde que cesó, si fuere continuo, o desde el día en que se
hubiere realizado el último acto de ejecución, si se tratare de tentativa”.
Por su parte, el mismo numeral del vigente Código Penal Federal, dice:
“Artículo 102.- Los plazos para la prescripción de la acción penal serán
continuos; en ellos se considerará el delito con sus modalidades, y se
contarán:
I.- A partir del momento en que se consumó el delito, si fuere instantáneo;
II.- A partir del día en que se realizó el último acto de ejecución o se omitió la
conducta debida, si el delito fuere en grado de tentativa;
III.- Desde el día en que se realizó la última conducta, tratándose de delito
continuado;
IV.- Desde la cesación de la consumación en el delito permanente”.


previsto en los respectivos numerales 105 de los multicitados
códigos punitivos, y al numeral 118 del código punitivo vigente al
ocurrir los hechos.

El Código Penal para el Distrito y Territorios Federales en


Materia de Fuero Común y para toda la Republica en Materia de
Fuero Federal, vigente al ocurrir los hechos, establece en sus
artículos 105 y 118 lo siguiente:

“Artículo 105.- La acción penal prescribirá en un


plazo igual al tiempo de la sanción corporal que
corresponda al delito; pero en ningún caso bajará de
tres años”.

“Artículo 118.- Para la prescripción de las acciones


penales, se tendrá como base el término medio
aritmético de las primeras, según el delito de que se
trate”.

Mientras que el artículo 105 del vigente Código Penal


Federal establece:

“Artículos 105.- La acción penal prescribirá en un


plazo igual al término medio aritmético de la pena
privativa de la libertad que señala la ley para el delito
de que se trate, pero en ningún caso será menor de
tres años”.

De las anteriores trascripciones se advierte que tanto la


normatividad vigente al momento en que ocurrieron los hechos,
como la vigente actualmente establecen un plazo para que opere
la prescripción de la acción penal igual al término medio aritmético
de la pena privativa de la libertad que señale la ley para el delito
de que se trate, especificando ambos ordenamientos que en
ningún caso podrá ser menor de tres años.

Lo anterior evidencia que respecto a la regulación de la


prescripción de la acción penal, ambos ordenamientos coinciden
en esencia siendo, por ende, igualmente benéficos para los
inculpados, por lo que el criterio que debe utilizarse para
determinar el término necesario para que opere la figura a
estudio, tratándose de delitos que ameritan penas privativas de la
libertad, es el relativo al término medio aritmético de la pena,
previsto en ambos ordenamientos.

Así pues, para el estudio de los agravios planteados por la


representación social de la Federación, íntimamente relacionados
a si, en la especie, operó a favor de los inculpados la prescripción
de la acción penal, este órgano colegiado debe tener presente
que, conforme a la normatividad anteriormente reseñada, para la
prescripción de la acción penal por delitos que tengan señalada
pena privativa de libertad, el tiempo para su procedencia se debe
contar a partir de que se consumó el delito, si éste fue
instantáneo; del último acto de ejecución, si fuere en grado de
tentativa; desde el día que se realizó la última conducta, si se
trata de delito continuado; o, desde la cesación de la
consumación si el delito es permanente. En tanto que al tiempo
que debe transcurrir para su actualización debe atenderse al
término medio aritmético de la pena privativa de libertad que
señala la ley, sin que en ningún caso dicho plazo sea menor de
tres años.
En consecuencia, en el caso del delito de genocidio, el plazo
para que opere la prescripción de la acción penal es igual al
término medio aritmético de la pena privativa de libertad que se
señala en la Ley para dicho delito que, en la especie, corresponde
a treinta años, tomando en cuenta que la penalidad para dicho
delito, de conformidad con el artículo 149 bis del Código Penal
para el Distrito y territorios federales en materia del fuero común y
para toda la República en materia del fuero federal, es de veinte a
cuarenta años de prisión y multa de quince mil a veinte mil pesos.

Establecido lo anterior lo procedente es entrar al estudio


específico de cada uno de los cuatro agravios hechos valer por la
recurrente, anteriormente sintetizados.

PRIMER AGRAVIO:

En el primero de los agravios expuestos por la parte recurrente,


esencialmente se expone que en el auto combatido no se
analizaron debidamente diversos instrumentos internacionales,
por lo que existe una inexacta aplicación de la ley de conformidad
con el artículo 363 del Código Federal de Procedimientos
Penales.

Se esgrime que el delito de genocidio es imprescriptible, atento a


lo establecido en el artículo I, inciso b), de la Convención sobre la
Imprescriptibilidad de los Crímenes de Guerra y de los Crímenes
de Lesa Humanidad, aplicable al delito de genocidio, tal y como
se encuentra tipificado en el artículo II, inciso a), de la Convención
para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio y su
equivalente previsto en el artículo 149 bis, primer párrafo, del hoy
denominado Código Penal Federal; lo anterior conforme al
artículo 15 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos,
en relación con los artículos 19, 23 y 53 de la Convención de
Viena sobre el Derechos de los Tratados.

Asimismo, se establece que la Declaración Interpretativa, hecha


por el gobierno mexicano a la Convención sobre la
Imprescriptibilidad de los Crímenes de Guerra y de los Crímenes
de Lesa Humanidad, teniendo el carácter de un tratado en
derechos humanos, no es válida respecto al mismo, por estar
concebida con un carácter tan amplio que contradice el objeto y
fin de la propia Convención, como lo es, la imprescriptibilidad del
delito de genocidio por el que se ha ejercido acción penal en
contra de los hoy probables responsables.

Ahora bien, en el primer punto resolutivo del auto impugnado, se


concluyó que:

“Por las razones expuestas en el considerando último


de esta resolución, se declara extinguida la acción
penal respecto del delito de GENOCIDIO, a favor de
los inculpados […]; por tanto, se decreta el
sobreseimiento en la presente causa”.

Para arribar a la anterior conclusión, en el considerando cuarto,


en lo que a este primer agravio interesa, se expuso lo siguiente:
Señala que no está a discusión la pertenencia de los tratados y
convenios internacionales suscritos por nuestro país al derecho
vigente; empero, que no le asiste la razón a la autoridad
investigadora al argumentar la aplicabilidad de la Convención
sobre la Imprescriptibilidad de los Crímenes de Guerra y de los
Crímenes de Lesa Humanidad, adoptada por la Asamblea
General de las Naciones Unidas el veintiséis de noviembre de mil
novecientos sesenta y ocho, ya que el Plenipotenciario de los
Estados Unidos Mexicanos, firmó ad referéndum esa Convención,
el día tres de junio de mil novecientos sesenta y nueve; sin
embargo, fue hasta el diez de diciembre de dos mil uno, cuando
ese instrumento fue aprobado por la Cámara de Senadores y, por
ende, a partir de esta última fecha, empezó el cómputo de los
noventa días siguientes para que entrara en vigor en nuestro
país.

Explica, en el auto recurrido, que sólo a partir de que la Cámara


de Senadores aprobó el Convenio es que puede reconocérsele
fuerza obligatoria, de ahí que no pueda operar hacia el pasado,
ya que se violaría el principio de no retroactividad, consagrado en
el artículo 14 constitucional.

En cuanto a la interpretación que realiza el Fiscal promovente


respecto del artículo 15 del Pacto Internacional de Derechos
Civiles y Políticos de mil novecientos setenta y seis, la estima
inexacta, en virtud de que lo que ahí se regula, es un pacto de no
despojar el carácter de delictuosa a alguna conducta que, en la
época de su comisión, sí la tenía; que tal hipótesis en el caso no
es objeto de debate, dado que el genocidio, permanece en la
actualidad previsto como un delito sancionado por el Código
Penal.

De lo relatado, puede advertirse que el recurso de apelación se


interpuso en contra del auto dictado por el Juez Segundo de
Distrito de Procesos Penales Federales, el veinticuatro de julio de
dos mil cuatro, dentro de la causa penal 114/2004, en el cual se
declaró extinguida la acción penal respecto del delito de genocidio
que se le atribuyó a los inculpados, por lo que se decretó el
sobreseimiento en dicha causa penal.

En aras de estar en aptitud de calificar el primer agravio esgrimido


por la representación social de la Federación, se estima necesario
el estudio de la interpretación del artículo 14 de la Constitución
Política de los Estados Unidos Mexicanos, en estrecha
vinculación con las normas establecidas en la Convención sobre
la Imprescriptibilidad de los Crímenes de Guerra y de los
Crímenes de Lesa Humanidad, así como con lo que establece la
legislación penal nacional respecto al delito de genocidio.

I. La garantía de irretroactividad de la ley tiene su antecedente


inmediato en el artículo 14 de la Constitución de 1857, el cual
establecía lo siguiente:

“Artículo 14.- […] No se podrá expedir ninguna ley


retroactiva”.
La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos de
1917, respecto a la garantía de la irretroactividad de la ley
establece en su artículo 14, primer párrafo, lo siguiente:

"Artículo 14.- […] A ninguna ley se dará efecto


retroactivo en perjuicio de persona alguna”.

El artículo 14 constitucional vigente a partir de 1917, cambió la


redacción que tenía el precepto relativo de la Constitución anterior
y sustituyó la expresión “no se podrá expedir ninguna ley
retroactiva” por “a ninguna ley se dará efecto retroactivo en
perjuicio de persona alguna”, lo que generó un problema de
interpretación, asociado a la necesidad de determinar si la
prohibición contenida en el artículo 14 constitucional incluía al
órgano legislativo o solamente a las autoridades que tuvieran a su
cargo la aplicación de la ley.

En un principio, esta Suprema Corte de Justicia de la Nación


estableció que la garantía de irretroactividad de la ley no limita al
Poder Constituyente, que sí se encuentra facultado para expedir
leyes retroactivas siempre que existan razones políticas y
sociales, de interés general, que exijan dicha forma de regulación.

El criterio anterior, informa la siguiente jurisprudencia:

“Quinta Época
Pleno
Apéndice de 1995
Tomo: I, Parte SCJN, 302.
página 282.
RETROACTIVIDAD DE LA LEY, PRECEPTOS
CONSTITUCIONALES NO SON IMPUGNABLES
POR. Las leyes retroactivas, o las dicta el legislador
común o las expide el Constituyente al establecer los
preceptos del Código Político. En el primer caso, no
se les podrá dar efecto retroactivo, en perjuicio de
alguien, porque lo prohíbe la Constitución; en el
segundo, deberán aplicarse retroactivamente, a
pesar del artículo 14 constitucional, y sin que ello
importe violación de garantía individual alguna. En la
aplicación de los preceptos constitucionales hay que
procurar armonizarlos, y si resultan unos en
oposición con otros, hay que considerar los
especiales como excepción de aquellos que
establecen principios o reglas generales. El legislador
constituyente, en uso de sus facultades amplísimas,
pudo, por altas razones políticas, sociales o de
interés general, establecer casos de excepción al
principio de no retroactividad, y cuando así haya
procedido, tales preceptos deberán aplicarse
retroactivamente. Para que una ley sea retroactiva,
se requiere que obre sobre el pasado y que lesione
derechos adquiridos bajo el amparo de leyes
anteriores, y esta última circunstancia es esencial”

Lo anterior se explica en tanto que dicho órgano soberano, al


reformar un precepto de la propia Constitución, no podría incurrir
en violación de ésta ya que todos los preceptos de la Carta
Magna son de la misma jerarquía, como puede advertirse del
contenido de la tesis cuyo rubro es: “CONSTITUCIÓN, TODAS
SUS NORMAS TIENEN LA MISMA JERARQUÍA Y NINGUNA DE
ELLAS PUEDE DECLARARSE INCONSTITUCIONAL”.20
20
La localización, rubro y texto de la citada tesis, es el siguiente: Octava Época, Pleno, Semanario Judicial de
la Federación, Tomo: V, Primera Parte, Tesis: XXXIX/90 , página: 17, “CONSTITUCIÓN, TODAS SUS
NORMAS TIENEN LA MISMA JERARQUÍA Y NINGUNA DE ELLAS PUEDE DECLARARSE
INCONSTITUCIONAL. De conformidad con el artículo 133 de la Constitución de la República todos sus
preceptos son de igual jerarquía y ninguno de ellos prevalece sobre los demás, por lo que no puede aceptarse
que algunas de sus normas no deban observarse por ser contrarias a lo dispuesto por otras. De ahí que
ninguna de sus disposiciones pueda ser considerada inconstitucional. Por otro lado, la Constitución
únicamente puede ser modificada o adicionada de acuerdo con los procedimientos que ella misma
establece”.
Excluido el Poder Constituyente del ámbito de obligatoriedad del
artículo 14 constitucional, la Suprema Corte de Justicia de la
Nación estimó que dada la nueva redacción que la Constitución
de 1917 le dio a tal precepto, sustituyendo la frase “no se podrá
expedir ninguna ley retroactiva” por “a ninguna ley se dará efecto
retroactivo en perjuicio de persona alguna”, la denominada
garantía de irretroactividad de la ley tampoco vinculaba al
legislador ordinario, constriñendo únicamente a las autoridades
que tuvieran la encomienda de aplicar las leyes.21

Dicho criterio, que delimitaba la obligatoriedad del artículo 14


constitucional a las autoridades que llevaran a cabo la aplicación
de la ley, excluyendo expresamente al órgano legislativo, fue
modificado por la propia Suprema Corte de Justicia de la Nación
para establecer que la garantía de irretroactividad de la ley
protegía a los gobernados tanto en contra de las autoridades
legislativas como de aquéllas que debían aplicar la ley, como se
puede advertir de la tesis de la entonces Tercera Sala de este Alto
Tribunal, cuyo rubro es: "RETROACTIVIDAD”.22

21
Dicho criterio se aprecia en la siguiente tesis de la Quinta Época, Segunda Sala, visible en el
Semanario Judicial de la Federación, Tomo XXVII, página 1015, de rubro u texto siguientes:
“RETROACTIVIDAD. La Constitución de 1857 establecía que no se podía expedir ninguna ley
retroactiva, en tanto que la de 1917, en su artículo 14, se limita a expresar que a ninguna ley se
dará efecto retroactivo, en perjuicio de persona alguna; lo cual viene a significar que la
Constitución anterior, prohibía al legislador dictar disposiciones que rigieran actos ya sometidos al
imperio de leyes anteriores y la Constitución de 1917, en cambio, no desconoce la facultad del
legislador para dictar leyes que en sí mismas lleven efectos retroactivos, cuando así lo exija el bien
social, y tiende únicamente a impedir que las autoridades apliquen las leyes con efecto
retroactivo”. Amparo administrativo en revisión 1074/23. Banco Internacional e Hipotecario de
México. 15 de octubre de 1929. Unanimidad de cuatro votos. Ausente: Arturo Cisneros Canto.
Relator: Jesús Guzmán Vaca.
22
La localización, rubro y texto de la citada tesis son los siguientes: Quinta Época, Tercera Sala,
Semanario Judicial de la Federación, Tomo XXVI, página: 543, “RETROACTIVIDAD. La
jurisprudencia adoptada por la Corte, poco después de promulgada la Constitución, sobre que el
artículo 14 de ésta, no reza con el legislador, sino que se dirige a los Jueces y a las autoridades
encargadas de aplicar las leyes o de su ejecución, ha sido sustituida por la de que la verdadera
De conformidad con los criterios expuestos, actualmente se
reconoce que la garantía de irretroactividad, consagrada en el
artículo 14 constitucional, protege al gobernado tanto de la ley
misma, a partir de que inicia su vigencia, como de su aplicación,
es decir, constriñe al órgano legislativo a que no expida leyes que,
en sí mismas, resulten retroactivas, y a las demás autoridades a
que no apliquen las mismas en forma retroactiva.

La Suprema Corte de Justicia de la Nación, también ha


interpretado que la Constitución consagra el principio de la
irretroactividad cuando la aplicación de la ley causa perjuicio,
considerando que de ahí es deducible una afirmación contraria,
en el sentido de que pueden darse efectos retroactivos a una ley
cuando la misma no causa perjuicio; asimismo, que la no
retroactividad de la ley, tiene una excepción en el principio de
aplicación de la ley posterior más benigna, por la cual debe
entenderse, la más favorable en sus efectos al delincuente.

Lo relatado, se ve reflejado en la jurisprudencia y tesis de la


Segunda Sala y Primera Sala, respectivamente, de rubros
siguientes: “RETROACTIVIDAD DE LA LEY, SE PROTEGE

interpretación de ese artículo, es la de que procede el amparo no sólo contra los actos de las
autoridades que violen las garantías individuales, sino también contra las leyes, cuando son
violatorias de las mismas garantías, tienen el carácter de aplicación inmediata y lesionan derechos
adquiridos; pues las palabras del Constituyente no pueden dar lugar a distingos que no están en el
texto del artículo 14 citado, que previene de una manera absoluta, que a ninguna ley se le dará
efecto retroactivo, sin atender a si dicho efecto nace de la aplicación de la ley por las autoridades,
o a si la ley por sí misma, produce dicho efecto, desde el momento de su promulgación, pues
resultaría ilógico admitir que el amparo procede contra las leyes y negarlo cuando se demuestra
que los preceptos de ésta, automáticamente vuelven sobre el pasado, lesionando derechos
adquiridos”. Amparo civil en revisión 1372/28. Robles Carlos. 17 de mayo de 1929. Unanimidad de
cinco votos. La publicación no menciona el nombre del ponente.
CONTRA LA, SI CAUSA PERJUICIO”, y “RETROACTIVIDAD
DE LA LEY PENAL MÁS BENÉFICA”.23

Este Alto Tribunal interpretó que en virtud de que los


procedimientos están formados por actos sucesivos que por su
naturaleza no se desarrollan en un solo momento, deben regirse
por las disposiciones vigentes en que tienen verificativo, sin que
ello implique la aplicación retroactiva de la ley; además, que por
regla general, no existe retroactividad de las leyes procesales, por
lo que si antes de que se actualice una etapa del procedimiento el
legislador modifica la tramitación de éste, suprime un recurso,
amplía un término, modifica la valoración de las pruebas, entre
otros, no existe retroactividad de la ley, ya que la serie de
facultades que dan la posibilidad de participar en esa etapa, al no
haberse actualizado ésta, no se ven afectadas.

Lo relatado en este sentido, se ve reflejado en las tesis con los


siguientes rubros: “RETROACTIVIDAD. NO LA CONSTITUYE
LA APLICACIÓN DE LEYES PROCESALES” y
“RETROACTIVIDAD DE LAS LEYES PROCESALES. NO
EXISTE POR REGLA GENERAL”.24
23
La localización y textos de los citados criterios son: Quinta Época, Segunda Sala, Apéndice de 1995, Tomo
VI, Parte SCJN, Tesis 464, página: 309, “RETROACTIVIDAD DE LA LEY, SE PROTEGE CONTRA LA,
SI CAUSA PERJUICIO. La Constitución General de la República consagra el principio de la
irretroactividad cuando la aplicación de la ley causa perjuicio a alguna persona; de donde es deducible la
afirmación contraria, de que pueden darse efectos retroactivos a la ley, si ésta no causa perjuicio”; y Sexta
Época, Primera Sala, Semanario Judicial de la Federación, Tomo Segunda Parte, CI, página: 50,
“RETROACTIVIDAD DE LA LEY PENAL MÁS BENÉFICA. Si bien es cierto que de acuerdo con el
principio de irretroactividad de la ley que consagra el artículo 14 constitucional, la ley sustantiva penal sólo
es aplicable durante su vigencia temporal, también lo es que la no retroactividad de la ley tiene una
excepción en el principio de aplicación de la ley posterior más benigna, entendiéndose por ésta, la más
favorable en sus efectos al delincuente”.
24
La localización y texto de las citadas tesis son: Séptima Época, Segunda Sala, Semanario Judicial de la
Federación, Tomo 151-156 Tercera Parte, página: 156, “RETROACTIVIDAD. NO LA CONSTITUYE LA
APLICACIÓN DE LEYES PROCESALES. Como los procedimientos en los juicios están formados por
actos sucesivos que no se desarrollan en un solo momento, deben regirse por las disposiciones vigentes en la
En cuanto al tema de que se trata, este Alto Tribunal también
señaló que puede darse efectos retroactivos a la ley, si ésta no
causa perjuicio, como sucede frecuentemente tratándose de leyes
procesales o de carácter penal, sea que establezcan
procedimientos o recursos benéficos, o que hagan más favorable
la condición de los indiciados o reos de algún delito, ya por
elevados fines sociales o por propósitos de humanitarismo.

Son ilustrativas al respecto, las tesis con los siguientes rubros:


“RETROACTIVIDAD DE LA LEY” y "RETROACTIVIDAD DE LA
LEY PROCESAL”.25
época en que tienen verificativo, sin que ello constituya aplicación retroactiva de la ley”. Revisión fiscal
10/81. Jesús Ruvalcaba Bugarini. 11 de noviembre de 1981. Cinco votos. Ponente: Atanasio González
Martínez; y Octava Época, Pleno, Semanario Judicial de la Federación, Tomo I, Primera Parte-1, enero a junio
de 1988, página: 110, “RETROACTIVIDAD DE LAS LEYES PROCESALES. NO EXISTE POR REGLA
GENERAL. Una ley procesal está formada, entre otras cosas, por normas que otorgan facultades que dan la
posibilidad jurídica a una persona de participar en cada una de las etapas que conforman el procedimiento y
al estar regidas esas etapas por las disposiciones vigentes en la época en que van naciendo, no puede existir
retroactividad mientras no se prive de alguna facultad con que ya se contaba; por tanto, si antes de que se
actualice una etapa del procedimiento el legislador modifica la tramitación de éste, suprime un recurso,
amplía un término, modifica la valoración de las pruebas, etc., no existe retroactividad de la ley, ya que la
serie de facultades que dan la posibilidad de participar en esa etapa, al no haberse actualizado ésta, no se
ven afectadas”. Amparo en revisión 4738/85. Roberto Ayala de la Cruz. 23 de junio de 1988. Unanimidad de
veintiún votos de los señores Ministros: de Silva Nava, López Contreras, Cuevas Mantecón, Alba Leyva,
Azuela Güitrón, Castañón León, Díaz Infante, Fernández Doblado, Pavón Vasconcelos, Adato Green,
Rodríguez Roldán, Martínez Delgado, Gutiérrez de Velasco, González Martínez, Villagordoa Lozano, Moreno
Flores, Suárez Torres, Schmill Ordóñez, Díaz Romero, Chapital Gutiérrez y Presidente del Río Rodríguez.
Ponente: Ángel Suárez Torres. Secretaria: Concepción Martín Argumosa.
25
La localización y texto de las citadas tesis son: Quinta Época, Segunda Sala, Semanario
Judicial de la Federación, Tomo CXIII, página: 473, “RETROACTIVIDAD DE LA LEY. La
retroactividad existe cuando una disposición vuelve al pasado, cuando rige o pretende regir
situaciones ocurridas antes de su vigencia retroobrando en relación a las condiciones jurídicas que
antes no fueron comprendidas en la nueva disposición y respecto de actos verificados bajo una
disposición anterior. Ahora bien, la Constitución General de la República consagra el principio de la
irretroactividad, cuando la aplicación de la ley causa perjuicio a alguna persona, de donde es
deducible la afirmación contraria, de que puede darse efectos retroactivos a la ley, si ésta no causa
perjuicio, como sucede frecuentemente tratándose de leyes procesales o de carácter penal, sea
que establezcan procedimientos o recursos benéficos, o que hagan más favorable la condición de
los indiciados o reos de algún delito, ya por elevados fines sociales o por propósitos de
humanitarismo”. Amparo 1232/52. Líneas Unidas del Norte, S. C. L. 11 de agosto de 1952.
Unanimidad de cuatro votos. La publicación no menciona el nombre del ponente; Amparo
administrativo en revisión. 854/41. 23 de abril de 1942. Unanimidad de 5 votos. Relator: Franco
Carreño. Amparo administrativo en revisión. 6417/41. La Compañía del Puente de Nuevo Laredo,
S. A. 3 de marzo de 1942. Unanimidad de cinco votos. La publicación no menciona el nombre del
ponente; y Quinta Época, Tercera Sala, Semanario Judicial de la Federación, Tomo XCII, página:
381, “RETROACTIVIDAD DE LA LEY PROCESAL. La aplicación de una nueva ley procesal no
Lo relatado, permite establecer que esta Suprema Corte de
Justicia de la Nación, a través de sus diversas integraciones, ha
sostenido el criterio de que el artículo 14 de la Constitución
Política de los Estados Unidos Mexicanos, consagra el principio
de irretroactividad de la ley, cuando dicha aplicación es en
perjuicio del gobernado, de donde se deduce una afirmación
contraria, en el sentido de que puede aplicarse retroactivamente
la ley, si ésta no causa perjuicio, cuando es benéfica, es decir,
que la aplicación retroactiva de la ley en perjuicio de la persona,
está prohibida, hecha excepción de cuando le es favorable;
asimismo, que el principio de mérito protege a los gobernados
tanto en contra de las autoridades legislativas como de aquellas
que debían aplicar la ley; estableciendo, por otro lado, que la
aplicación retroactiva de la ley, opera en materia penal tanto en el
aspecto sustantivo y, en algunos casos, en el adjetivo.

El principio constitucional señalado rige también para los tratados


internacionales, como puede advertirse del criterio sustentado por
el Tribunal Pleno, al resolver el día veintinueve de junio de dos mil
cuatro, por unanimidad de nueve votos, la controversia
constitucional 33/2002, promovida por el Jefe de Gobierno del
Distrito Federal, siendo Ponente el señor Ministro Juan Díaz
Romero.

causa agravio a la parte demandada en un juicio, aunque el procedimiento en el mismo hubiera


debido regirse por la ley anterior, si aquélla concede términos más amplios que ésta, para su
defensa, y por lo mismo, no puede ocasionarle perjuicios la aplicación de sus preceptos”. Amparo
civil directo 10211/42. Vázquez de Vázquez Mellado Luisa y coagraviadas. 14 de abril de 1947.
Unanimidad de cinco votos. Ponente: Agustín Mercado Alarcón.

En la controversia constitucional de mérito, en la parte
conducente, se consideró lo siguiente:

“El principio constitucional de irretroactividad de la ley,


rige tanto para las leyes como para los tratados.
En efecto, cuando la Constitución en el artículo 14
emplea la palabra ‘ley’ no se está refiriendo de manera
restrictiva sólo a aquellos ordenamientos o normas de
carácter general emanados de algún órgano
parlamentario, como podría ser el Congreso Federal o
de alguno de los Estados, inclusive la Asamblea de
Representantes del Distrito Federal, sino que en
realidad quiere significar una connotación más amplia,
hasta el grado de abarcar o comprender cualquier
norma de carácter jurídico que, como tal, regula alguna
situación de esa naturaleza, lo que puede darse
también a través de otro tipo de instrumentos como
podrían ser los tratados internacionales, a través de los
cuales los Estados concertantes establecen auténticas
normas de carácter internacional, que sin ser leyes
generan una serie de obligaciones para las partes que
en ellos intervienen. Esta afirmación se corrobora con
la circunstancia de que el artículo 133 engloba en el
concepto de ‘Ley Suprema de toda la Unión’, no sólo a
la propia Constitución Federal, sino también de manera
particular a las leyes que de ella emanen y a los
tratados celebrados conforme a la misma, lo que
significa que si todos ellos finalmente son normas,
consecuentemente a dichos tratados les son aplicables
también las proscripciones inherentes a aquéllas, entre
ellas, la de no retroactividad de la ley”.

Debe resaltarse, que en la controversia constitucional de


referencia, se analizó el tema sobre la constitucionalidad de la
Convención Interamericana sobre Desaparición Forzada de
Personas y la correspondiente declaración interpretativa, que
tiene una formulación idéntica a la que nos ocupa, por lo que las
razones establecidas en la mencionada controversia
constitucional 33/2002, tienen relevancia en el presente caso

Además de lo expuesto, no debe soslayarse que el principio de


no retroactividad contenido en el artículo 14 de la Constitución
Federal, es un principio recogido en la mayor parte de las
legislaciones de los países del mundo, el cual también se
encuentra contemplado en diversos instrumentos internacionales
como son: el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos
(artículo 15), Convención Americana de Derechos Humanos
(artículo 9), Declaración Universal de Derechos Humanos (artículo
11), entre otros.

II. Por otra parte, la Convención sobre la Imprescriptibilidad de los


Crímenes de Guerra y de los Crímenes de Lesa Humanidad, se
publicó en el Diario Oficial de la Federación el lunes veintidós de
abril de dos mil dos; fue, adoptada por la Asamblea General de
las Naciones Unidas el veintiséis de noviembre de mil novecientos
sesenta y ocho; el tres de julio de mil novecientos sesenta y
nueve, el Plenipotenciario de los Estados Unidos Mexicanos,
debidamente autorizado para tal efecto, firmó ad referéndum la
referida Convención; asimismo, fue enviada a la consideración de
la Cámara de Senadores del Congreso de la Unión, con la
Declaración Interpretativa respectiva, siendo aprobada por dicha
Cámara el diez de diciembre de dos mil uno, según decreto
publicado en el Diario Oficial de la Federación del dieciséis de
enero de dos mil dos y la Fe de erratas publicada en el referido
Diario el once de febrero del propio año.
El instrumento internacional de mérito, conforme a los términos en
que fue publicado en el Diario Oficial de la Federación, establece:

“DECRETO Promulgatorio de la Convención sobre la


Imprescriptibilidad de los Crímenes de Guerra y de los
Crímenes de Lesa Humanidad, adoptada por la
Asamblea General de las Naciones Unidas el veintiséis
de noviembre de mil novecientos sesenta y ocho.
Al margen un sello con el Escudo Nacional, que dice:
Estados Unidos Mexicanos.- Presidencia de la
República.
VICENTE FOX QUESADA, PRESIDENTE DE LOS
ESTADOS UNIDOS MEXICANOS, a sus habitantes,
sabed:
El tres de julio de mil novecientos sesenta y nueve, el
Plenipotenciario de los Estados Unidos Mexicanos,
debidamente autorizado para tal efecto, firmó ad
referéndum la Convención sobre la Imprescriptibilidad
de los Crímenes de Guerra y de los Crímenes de Lesa
Humanidad, adoptada por la Asamblea General de las
Naciones Unidas el veintiséis de noviembre de mil
novecientos sesenta y ocho, cuyo texto en español
consta en la copia certificada adjunta.
La Convención mencionada fue enviada a la
consideración de la Cámara de Senadores del
Honorable Congreso de la Unión, con la Declaración
Interpretativa que a continuación se detalla, siendo
aprobada por dicha Cámara el diez de diciembre de
dos mil uno, según decreto publicado en el Diario
Oficial de la Federación del dieciséis de enero de dos
mil dos y la Fe de erratas publicada en el Diario Oficial
de la Federación del once de febrero del propio año.
DECLARACIÓN INTERPRETATIVA.
Con fundamento en el artículo 14 de la Constitución
Política de los Estados Unidos Mexicanos, el Gobierno
de México, al ratificar la Convención sobre la
Imprescriptibilidad de los Crímenes de Guerra y de los
Crímenes de Lesa Humanidad, adoptada por la
Asamblea General de las Naciones Unidas el 26 de
noviembre de 1968, entenderá que únicamente
considerará imprescriptibles los crímenes que
consagra la Convención, cometidos con posterioridad a
su entrada en vigor para México.
El instrumento de ratificación, firmado por el Ejecutivo
Federal a mi cargo el doce de febrero de dos mil dos,
fue depositado en la Secretaría General de la
Organización de las Naciones Unidas, el quince de
marzo del propio año, de conformidad con lo dispuesto
en el artículo VII de la Convención sobre la
Imprescriptibilidad de los Crímenes de Guerra y de los
Crímenes de Lesa Humanidad, con la Declaración
Interpretativa antes señalada.
Por lo tanto, para su debida observancia, en
cumplimiento de lo dispuesto en la fracción I del
artículo 89 de la Constitución Política de los Estados
Unidos Mexicanos, promulgo el presente Decreto, en la
residencia del Poder Ejecutivo Federal, en la Ciudad
de México, Distrito Federal, el cuatro de abril de dos
mil dos.- Vicente Fox Quesada.- Rúbrica.- El Secretario
del Despacho de Relaciones Exteriores, Jorge
Castañeda Gutman.- Rúbrica.
JUAN MANUEL GÓMEZ ROBLEDO, CONSULTOR
JURÍDICO DE LA SECRETARÍA DE RELACIONES
EXTERIORES,
CERTIFICA:
Que en los archivos de esta Secretaría obra copia
certificada de la Convención sobre la
Imprescriptibilidad de los Crímenes de Guerra y de los
Crímenes de Lesa Humanidad, adoptada por la
Asamblea General de las Naciones Unidas el veintiséis
de noviembre de mil novecientos sesenta y ocho, cuyo
texto en español es el siguiente:
CONVENCIÓN SOBRE LA IMPRESCRIPTIBILIDAD
DE LOS CRÍMENES DE GUERRA Y DE LOS
CRÍMENES DE LESA HUMANIDAD.
Preámbulo.
Los Estados Partes en la presente Convención,
Recordando las resoluciones de la Asamblea General
de las Naciones Unidas 3 (I) de 13 de febrero de 1946
y 170 (II) de 31 de octubre de 1947, sobre la
extradición y el castigo de los criminales de guerra, la
resolución 95 (I) de 11 de diciembre de 1946, que
confirma los principios de derecho internacional
reconocidos por el Estatuto del Tribunal Militar
Internacional de Nüremberg y por el fallo de este
Tribunal, y las resoluciones 2184 (XXI) de 12 de
diciembre de 1966 y 2202 (XXI) de 16 de diciembre de
1966, que han condenado expresamente como
crímenes contra la humanidad la violación de los
derechos económicos y políticos de la población
autóctona, por una parte, y la política de apartheid, por
otra,
Recordando las resoluciones del Consejo Económico y
Social de las Naciones Unidas 1074 D (XXXIX) de 28
de julio de 1965 y 1158 (XLI) de 5 de agosto de 1966,
relativas al castigo de los criminales de guerra y de las
personas que hayan cometido crímenes de lesa
humanidad,
Observando que en ninguna de las declaraciones
solemnes, instrumentos o convenciones para el
enjuiciamiento y castigo de los crímenes de guerra y
de los crímenes de lesa humanidad se ha previsto
limitación en el tiempo,
Considerando que los crímenes de guerra y los
crímenes de lesa humanidad figuran entre los delitos
de derecho internacional más graves,
Convencidos de que la represión efectiva de los
crímenes de guerra y de los crímenes de lesa
humanidad es un elemento importante para prevenir
esos crímenes y proteger los derechos humanos y
libertades fundamentales, y puede fomentar la
confianza, estimular la cooperación entre los pueblos y
contribuir a la paz y la seguridad internacionales,
Advirtiendo que la aplicación a los crímenes de guerra
y a los crímenes de lesa humanidad de las normas de
derecho interno relativas a la prescripción de los delitos
ordinarios suscita grave preocupación en la opinión
pública mundial, pues impide el enjuiciamiento y
castigo de las personas responsables de esos
crímenes,
Reconociendo que es necesario y oportuno afirmar en
derecho internacional, por medio de la presente
Convención, el principio de la imprescriptibilidad de los
crímenes de guerra y de los crímenes de lesa
humanidad y asegurar su aplicación universal,
Convienen en lo siguiente:
ARTÍCULO I.
Los crímenes siguientes son imprescriptibles,
cualquiera que sea la fecha en que se hayan cometido:
a) Los crímenes de guerra según la definición dada en
el Estatuto del Tribunal Militar Internacional de
Nüremberg, de 8 de agosto de 1945, y confirmada por
las resoluciones de la Asamblea General de las
Naciones Unidas 3 (I) de 13 de febrero de 1946 y 95 (I)
de 11 de diciembre de 1946, sobre todo las
‘infracciones graves’ enumeradas en los Convenios de
Ginebra de 12 de agosto de 1949 para la protección de
las víctimas de la guerra;
b) Los crímenes de lesa humanidad cometidos tanto en
tiempo de guerra como en tiempo de paz, según la
definición dada en el Estatuto del Tribunal Militar
Internacional de Nüremberg, de 8 de agosto de 1945 y
confirmada por las resoluciones de la Asamblea
General de las Naciones Unidas 3 (I) de 13 de febrero
de 1946 y 95 (I) de 11 de diciembre de 1946, así como
la expulsión por ataque armado u ocupación y los
actos inhumanos debidos a la política de apartheid y el
delito de genocidio definido en la Convención de 1948
para la prevención y la sanción del delito de genocidio
aun si esos actos no constituyen una violación del
derecho interno del país donde fueron cometidos.
ARTÍCULO II.
Si se cometiere alguno de los crímenes mencionados
en el artículo I, las disposiciones de la presente
Convención se aplicarán a los representantes de la
autoridad del Estado y a los particulares que participen
como autores o cómplices o que inciten directamente a
la perpetración de alguno de esos crímenes, o que
conspiren para cometerlos, cualquiera que sea su
grado de desarrollo, así como a los representantes de
la autoridad del Estado que toleren su perpetración.
ARTÍCULO III.
Los Estados Partes en la presente Convención se
obligan a adoptar todas las medidas internas que sean
necesarias, legislativas o de cualquier otro orden, con
el fin de hacer posible la extradición, de conformidad
con el derecho internacional, de las personas a que se
refiere el artículo II de la presente Convención.
ARTÍCULO IV.
Los Estados Partes en la presente Convención se
comprometen a adoptar, con arreglo a sus respectivos
procedimientos constitucionales, las medidas
legislativas o de otra índole que fueran necesarias para
que la prescripción de la acción penal o de la pena,
establecida por ley o de otro modo, no se aplique a los
crímenes mencionados en los artículos I y II de la
presente Convención y, en caso de que exista, sea
abolida.
ARTÍCULO V.
La presente Convención estará abierta hasta el 31 de
diciembre de 1969 a la firma de todos los Estados
Miembros de las Naciones Unidas o miembros de
algún organismo especializado o del Organismo
Internacional de Energía Atómica, así como de todo
Estado Parte en el Estatuto de la Corte Internacional
de Justicia y de cualquier otro Estado invitado por la
Asamblea General de las Naciones Unidas a ser parte
en la presente Convención.
ARTÍCULO VI.
La presente Convención está sujeta a ratificación y los
instrumentos de ratificación se depositarán en poder
del Secretario General de las Naciones Unidas.
ARTÍCULO VII.
La presente Convención quedará abierta a la adhesión
de cualquiera de los Estados mencionados en el
artículo V. Los instrumentos de adhesión se
depositarán en poder del Secretario General de las
Naciones Unidas.
ARTÍCULO VIII.
1. La presente Convención entrará en vigor el
nonagésimo día siguiente a la fecha en que haya sido
depositado en poder del Secretario General de las
Naciones Unidas el décimo instrumento de ratificación
o de adhesión.
2. Para cada Estado que ratifique la presente
Convención o se adhiera a ella después de haber sido
depositado el décimo instrumento de ratificación o de
adhesión, la Convención entrará en vigor el
nonagésimo día siguiente a la fecha en que tal Estado
haya depositado su instrumento de ratificación o de
adhesión.
ARTÍCULO IX.
1. Una vez transcurrido un periodo de diez años
contado a partir de la fecha en que entre en vigor la
presente Convención, todo Estado parte podrá solicitar
en cualquier momento la revisión de la presente
Convención mediante notificación por escrito dirigida al
Secretario General de las Naciones Unidas.
2. La Asamblea General de las Naciones Unidas
decidirá sobre las medidas que deban tomarse, en su
caso, respecto a tal solicitud.
ARTÍCULO X.
1. La presente Convención será depositada en poder
del Secretario General de las Naciones Unidas.
2. El Secretario General de las Naciones Unidas hará
llegar copias certificadas de la presente Convención a
todos los Estados mencionados en el artículo V.
3. El Secretario General de las Naciones Unidas
comunicará a todos los Estados mencionados en el
artículo V:
a) Las firmas puestas en la presente Convención y los
instrumentos de ratificación y adhesión depositados
conforme a las disposiciones de los artículos V, VI y
VII;
b) La fecha en que la presente Convención entre en
vigor conforme a lo dispuesto en el artículo VIII;
c) Las comunicaciones recibidas conforme a lo
dispuesto en el artículo IX.
ARTÍCULO XI.
La presente Convención, cuyos textos en chino,
español, francés, inglés y ruso son igualmente
auténticos, llevará la fecha 26 de noviembre de 1968.
EN FE DE LO CUAL, los suscritos, debidamente
autorizados al efecto, han firmado la presente
Convención.
La presente es copia fiel y completa en español de la
Convención sobre la Imprescriptibilidad de los
Crímenes de Guerra y de los Crímenes de Lesa
Humanidad, adoptada por la Asamblea General de las
Naciones Unidas el veintiséis de noviembre de mil
novecientos sesenta y ocho.
Extiendo la presente, en seis páginas útiles, en la
Ciudad de México, Distrito Federal, el cuatro de abril
de dos mil dos, a fin de incorporarla al Decreto de
Promulgación respectivo.- Conste.- Rúbrica”.

Siguiendo este orden de ideas, resulta oportuno llevar a cabo el


estudio de la naturaleza jurídica de la Convención transcrita, así
como el proceso de formación de los tratados internacionales
como normas integrantes del orden jurídico mexicano.

El día veintitrés de mayo de mil novecientos sesenta y


nueve, se adoptó la Convención de Viena sobre el Derecho de los
Tratados, de la cual nuestro país es parte. En el artículo 2, punto
1, inciso a) de la misma, se define al tratado como un acuerdo
internacional celebrado por escrito entre Estados y regido por el
derecho internacional, sea que dicho acuerdo conste en un
instrumento único o en dos o más instrumentos conexos,
cualquiera que sea su denominación particular.26

26
El referido precepto establece, en lo conducente
"Artículo 2. Términos empleados.
1. Para los efectos de la presente Convención:
a) se entiende por ‘tratado’ un acuerdo internacional celebrado por escrito entre
Estados y regido por el derecho internacional, ya conste en un instrumento único
o en dos instrumentos conexos y cualquiera que sea su denominación particular
[…]”

Por su parte, la Ley sobre la Celebración de Tratados,
publicada en el Diario Oficial de la Federación el día dos de enero
de mil novecientos noventa y dos, en su artículo 2º, fracción I,
primer párrafo, define al tratado como:

“El convenio regido por el derecho internacional


público, celebrado por escrito entre el Gobierno de los
Estados Unidos Mexicanos y uno o varios sujetos de
Derecho Internacional Público, ya sea que para su
aplicación requiera o no la celebración de acuerdos en
materias específicas, -cualquiera que sea su
denominación-, mediante el cual los Estados Unidos
Mexicanos asumen compromisos”.

Así, se colige que un tratado internacional es todo acuerdo


internacional de voluntades celebrado entre sujetos jurídicos del
orden internacional, cualquiera que sea la forma o denominación
que adopten, quedando excluidos de tal categoría los acuerdos
internacionales en los que al menos uno de los sujetos
internacionales que en ellos intervengan carezca de la cualidad
de sujeto jurídico; por lo tanto, a pesar de la diversidad de
acepciones que se utilicen, éstas son materialmente equivalentes.

Es ilustrativa al respecto la tesis cuyo rubro es: “TRATADOS


INTERNACIONALES. ADMITEN DIVERSAS
DENOMINACIONES, INDEPENDIENTEMENTE DE SU
CONTENIDO”.27
27
La localización, rubro y texto versan: Novena Época, Segunda Sala, Semanario Judicial de la
Federación y su Gaceta, Tomo XVII, marzo de 2003, tesis 2a. XXVII/2003, página 561,
“TRATADOS INTERNACIONALES. ADMITEN DIVERSAS DENOMINACIONES,
INDEPENDIENTEMENTE DE SU CONTENIDO. Aun cuando generalmente los compromisos
internacionales se pactan a través de instrumentos en la modalidad de tratados, debe tomarse en
cuenta que de conformidad con lo dispuesto en el artículo 2, apartado 1, inciso a), de la
Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados, de la que es parte el Estado Mexicano,
por ‘tratado se entiende el acuerdo celebrado por escrito entre uno o varios Estados y una o varias
Es necesario hacer esta precisión, porque aun cuando el
instrumento internacional que se relaciona con este asunto no
recibe el nombre de Tratado, sino de Convención sobre la
Imprescriptibilidad de los Crímenes de Guerra y de los Crímenes
de Lesa Humanidad, se trata de un acuerdo o entendimiento
entre Estados celebrado a través de un acto diplomático, que se
halla sometido a las reglas del derecho internacional, que crea
entre quienes lo celebran una relación de derecho internacional al
imponerles el deber de cumplir las prerrogativas que en ese
instrumento multinacional se establecen, por lo que constituye un
tratado, en términos del artículo 2, fracción I, de la Ley sobre la
Celebración de Tratados, al haber sido aprobado por el Senado
en términos del artículo 76, fracción I, de la Constitución General
de la República, resultando intrascendente la denominación que
se le otorgue, ya que en la misma Estado Mexicano ha suscrito un
documento de esa categoría.

organizaciones internacionales, o entre organizaciones internacionales, ya conste ese acuerdo en


un instrumento único o en varios conexos, cualquiera que sea su denominación particular, de lo
que resulta que la noción de tratado es puramente formal e independiente de su contenido, pues
desde el punto de vista de su carácter obligatorio los compromisos internacionales pueden
considerarse como tratados, convenciones, declaraciones, acuerdos, protocolos o cambio de
notas, además de que no hay consenso para fijar las reglas generales a que deben sujetarse las
diferentes formas que revisten tales compromisos internacionales, los que, en consecuencia,
pueden consignarse en diversas modalidades”. Amparo en revisión 348/2001. Instituto
Latinoamericano de la Comunicación Educativa. 14 de febrero de 2003. Cinco votos. Ponente:
Juan Díaz Romero. Secretarios: Sofía Verónica Ávalos Díaz y César de Jesús Molina Suárez;
Amparo directo 1/2001. Instituto Latinoamericano de la Comunicación Educativa. 28 de febrero de
2003. Cinco votos. Ponente: Juan Díaz Romero. Secretarios: Sofía Verónica Ávalos Díaz y César
de Jesús Molina Suárez; Amparo en revisión 384/2001. Instituto Latinoamericano de la
Comunicación Educativa. 28 de febrero de 2003. Cinco votos. Ponente: Juan Díaz Romero.
Secretarios: Sofía Verónica Ávalos Díaz y César de Jesús Molina Suárez; Amparo en revisión
390/2001. Instituto Latinoamericano de la Comunicación Educativa. 28 de febrero de 2003. Cinco
votos. Ponente: Juan Díaz Romero. Secretarios: Sofía Verónica Ávalos Díaz y César de Jesús
Molina Suárez.

Por otro lado y en congruencia con lo dispuesto en los
artículos 89, fracción X, y 76, fracción I, la Constitución
encomienda la celebración de tratados al Presidente de la
República, y su aprobación a la Cámara de Senadores del
Congreso de la Unión, y en su artículo 117 prohíbe a las
Entidades Federativas celebrar alianza, tratado o coalición con
otro Estado o con las potencias extranjeras. 28

Al margen de los acuerdos interinstitucionales que puedan


celebrarse entre las dependencias de la administración pública
federal, estatal o municipal con órganos gubernamentales
extranjeros, según se establece en la Ley sobre la Celebración de
Tratados, de los artículos acabados de transcribir y con referencia
a los tratados internacionales, se desprende que: las Entidades
Federativas no son sujetos de derecho internacional, pues les
está proscrito a los estados suscribir alianza, tratado o coalición
con otro Estado o con potencias extranjeras; los órganos del
Poder Supremo de la Federación que intervienen materialmente y
formalmente en la celebración, aprobación y ratificación de un
tratado internacional son, por una parte, el Presidente de la
República y, por otra, la Cámara de Senadores.

28
Dichas disposiciones constitucionales disponen:
“Artículo 89.- Las facultades y obligaciones del Presidente son las siguientes:
[…]
X. Dirigir la política exterior y celebrar tratados internacionales, sometiéndolos
a la aprobación del Senado […]”;
“Artículo 76.- Son facultades del Senado: [...]
1.- […] aprobar los tratados internacionales y convenciones diplomáticas que
celebre el Ejecutivo de la Unión”.;
“Artículo 117.- Los Estados no pueden, en ningún caso: […]
I. Celebrar alianza, tratado, o coalición con otro Estado ni con las potencias
extranjeras […]”.

Las disposiciones constitucionales relativas a la celebración
y aprobación de los tratados previstos esencialmente en los
artículos 89, fracción X, y 76, fracción I, de la norma fundamental,
se desarrollan en la Ley Sobre la Celebración de Tratados antes
mencionada, en sus artículos del 1º al 5º.29

29
Las disposiciones señaladas a la letra dicen:

“Artículo 1º.- La presente Ley tiene por objeto regular la celebración de


tratados y acuerdos interinstitucionales en el ámbito internacional. Los
tratados sólo podrán ser celebrados entre el Gobierno de los Estados Unidos
Mexicanos y uno o varios sujetos de derecho internacional público. Los
acuerdos interinstitucionales sólo podrán ser celebrados entre una
dependencia u organismos descentralizados de la Administración Pública
Federal, Estatal o Municipal y uno o varios órganos gubernamentales
extranjeros u organizaciones internacionales”.;
“Artículo 2º.- Para los efectos de la presente Ley se entenderá por:
I.- ‘Tratado’: el convenio regido por el derecho internacional público, celebrado
por escrito entre el Gobierno de los Estados Unidos Mexicanos y uno o varios
sujetos de Derecho Internacional Público, ya sea que para su aplicación
requiera o no la celebración de acuerdos en materias específicas, cualquiera
que sea su denominación, mediante el cual los Estados Unidos Mexicanos
asumen compromisos.
De conformidad con la fracción I del artículo 76 de la Constitución Política de
los Estados Unidos Mexicanos, los tratados deberán ser aprobados por el
Senado y serán Ley Suprema de toda la Unión cuando estén de acuerdo con
la misma, en los términos del artículo 133 de la propia Constitución.
II.- ‘Acuerdo Interinstitucional’: el convenio regido por el derecho internacional
público, celebrado por escrito entre cualquier dependencia u organismo
descentralizado de la Administración Pública Federal, Estatal o Municipal y
uno o varios órganos gubernamentales extranjeros u organizaciones
internacionales, cualquiera que sea su denominación, sea que derive o no de
un tratado previamente aprobado.
El ámbito material de los acuerdos interinstitucionales deberá circunscribirse
exclusivamente a las atribuciones propias de las dependencias y organismos
descentralizados de los niveles de gobierno mencionados que los suscriben.
III.- ‘Firma ad referéndum’: el acto mediante el cual los Estados Unidos
Mexicanos hacen constar que su consentimiento en obligarse por un tratado
requiere, para ser considerado como definitivo, de su posterior ratificación.
IV.- ‘Aprobación’: el acto por el cual el Senado aprueba los tratados que
celebra el Presidente de la República.
V.- ‘Ratificación’, ‘adhesión’ o ‘aceptación’: el acto por el cual los Estados
Unidos Mexicanos hacen constar en el ámbito internacional su consentimiento
en obligarse por un tratado
VI.- ‘Plenos Poderes’: el documento mediante el cual se designa a una o
varias personas para representar a los Estados Unidos Mexicanos en
cualquier acto relativo a la celebración de tratados.
VII.- ‘Reserva’: la declaración formulada al firmar, ratificar, aceptar o adherirse
a un tratado, con objeto de excluir o modificar los efectos jurídicos de ciertas
disposiciones del tratado en su aplicación a los Estados Unidos Mexicanos.
VIII.- ‘Organización Internacional’: la persona jurídica creada de conformidad
con el derecho internacional público”.;
“Artículo 3º.- Corresponde al Presidente de la República otorgar Plenos
Poderes”.;
Del análisis de las disposiciones señaladas se desprende,
en lo que interesa, que los tratados sólo podrán ser celebrados
entre el Gobierno de los Estados Unidos Mexicanos y uno o
varios sujetos de derecho internacional público; que con la firma
ad referéndum de un tratado, los Estados Unidos Mexicanos
hacen constar que su consentimiento en obligarse por un tratado
requiere de su posterior ratificación, adhesión o aceptación, para
ser considerado como definitivo; que en el Senado, se turnarán a
Comisión en los términos de la Ley Orgánica del Congreso
General de los Estados Unidos Mexicanos para la formulación del
dictamen que corresponda y, en su oportunidad, la resolución del
Senado se comunicará al Presidente de la República; que la
voluntad de los Estados Unidos Mexicanos para obligarse por un
tratado se manifestará a través del intercambio de notas
diplomáticas, canje o depósito del instrumento de ratificación,
adhesión o aceptación, mediante las cuales se notifique la
aprobación por el Senado del tratado en cuestión.

Así, en el proceso de formación de un tratado internacional,


como norma integradora del orden jurídico mexicano en términos
del artículo 133 constitucional, participan el titular del Poder

“Artículo 4º.- Los tratados que se sometan al Senado para los efectos de la
fracción I del artículo 76 de la Constitución, se turnarán a comisión en los
términos de la Ley Orgánica del Congreso General de los Estados Unidos
Mexicanos, para la formulación del dictamen que corresponda. En su
oportunidad, la resolución del Senado se comunicará al Presidente de la
República .Los tratados, para ser obligatorios en el territorio nacional deberán
haber sido publicados previamente en el Diario Oficial de la Federación”.;
“Artículo 5º.- La voluntad de los Estados Unidos Mexicanos para obligarse
por un tratado se manifestará a través de intercambio de notas diplomáticas,
canje o depósito del instrumento de ratificación, adhesión o aceptación,
mediante las cuales se notifique la aprobación por el Senado el tratado en
cuestión”.


Ejecutivo, por sí o a través de sus plenipotenciarios, y la Cámara
de Senadores del Congreso de la Unión que forman parte
integrante de la Federación.

Los tratados internacionales, como normas de Derecho


Externo, no valen por sí en nuestro sistema jurídico interno, sino
que es menester su incorporación al ámbito doméstico por la
soberanía del Estado Mexicano, a través de su aceptación,
aprobación o ratificación y difusión oficial; al procedimiento
mediante el cual el tratado, como instrumento propio del Derecho
Internacional se incorpora al Derecho Nacional, se le conoce
como recepción del tratado.

Los tratados internacionales inician su vigencia en el


territorio nacional a partir de su publicación en el Diario Oficial de
la Federación. Sin embargo, una vez que las partes negociadoras
firman el tratado o canjean instrumentos que lo constituyan,
quedan obligadas a abstenerse de cualquier acto que frustre el
objeto y fin del tratado, sin importar que se encuentre pendiente
de ratificación, aceptación o aprobación, pues así deriva de lo
dispuesto por los artículos 11 y 18 de la Convención de Viena
sobre el Derecho de los Tratados, es decir, que la sola firma “ad
referéndum” del tratado o el intercambio de instrumentos que la
constituyan produce las consecuencias jurídicas señaladas. 30

30
Dichos numerales disponen:
“Artículo 11. Formas de manifestación del consentimiento en obligarse por un
tratado.
1.- El consentimiento de un Estado en obligarse por un tratado podrá
manifestarse mediante la firma, el canje de instrumentos que constituyan un
tratado, la ratificación, la aceptación, la aprobación o la adhesión, o en
cualquier otra forma que se hubiere convenido.
De lo hasta aquí expuesto se obtiene lo siguiente:

1) La Convención sobre la Imprescriptibilidad de los


Crímenes de Guerra y de los Crímenes de Lesa Humanidad,
constituye un tratado en términos del artículo 2, fracción I, de la
Ley sobre la Celebración de Tratados.

2) Los Poderes Federales, Ejecutivo y Legislativo, por


conducto del Presidente de la República y de la Cámara de
Senadores, respectivamente, son constitucionalmente los únicos
facultados para intervenir en la celebración y aprobación de esos
instrumentos internacionales que concierta el Estado Mexicano.

3) Los tratados internacionales inician su vigencia en el


territorio nacional a partir de su publicación en el Diario Oficial de
la Federación.

4) Una vez que las partes negociadoras firman el tratado o


canjean instrumentos que lo constituyan, quedan obligadas a
2. El consentimiento de una organización internacional en obligarse por un
tratado podrá manifestarse mediante la firma, el canje de instrumentos que
constituyan un tratado, un acto de confirmación formal, la aceptación, la
aprobación o la adhesión, o en cualquier otra forma que se hubiere
convenido”.;
“Artículo 18. Obligación de no frustrar el objeto y el fin de un tratado antes de
su entrada en vigor.
Un Estado o una organización internacional deberá abstenerse de actos en
virtud de los cuales se frustren el objeto y el fin de un tratado:
a) si ese Estado o esa organización ha firmado el tratado o ha canjeado los
instrumentos que constituyen el tratado a reserva de ratificación, de un acto de
confirmación formal, de aceptación o de aprobación, mientras ese Estado o
esa organización no haya manifestado su intención de no llegar a ser parte en
el tratado; o
b) si ese Estado o esa organización ha manifestado su consentimiento en
obligarse por el tratado durante el período que preceda a su entrada en vigor y
siempre que ésta no se retarde indebidamente”.


abstenerse de cualquier acto que frustre el objeto y fin del tratado,
sin importar que se encuentre pendiente de ratificación,
aceptación o aprobación, pues así deriva de lo dispuesto por los
artículos 11 y 18 de la Convención de Viena sobre el Derecho de
los Tratados, es decir, que la sola firma “ad referéndum” del
tratado o el intercambio de instrumentos que la constituyan
produce las consecuencias jurídicas señaladas.

En términos similares se pronunció el Tribunal Pleno de la


Suprema Corte de Justicia de la Nación, al resolver la citada
Controversia Constitucional 33/2002.

III. Expuesto lo anterior, debemos determinar la naturaleza jurídica


de la “declaración interpretativa” realizada por el Estado Mexicano
al aprobar la Convención analizada. Las características de estas
declaraciones no se encuentran definidas en normas escritas de
derecho internacional, como la Convención de Viena 31, sino que la
práctica de los Estados las ha entendido como declaraciones
unilaterales, hechas fuera de un tratado, que cumplen funciones
distintas a las “reservas”32. En este sentido las declaraciones
interpretativas no pueden en ningún caso “excluir o modificar” los
efectos jurídicos de un tratado para un estado parte del mismo.
Las declaraciones, en este sentido, son declaraciones aclaratorias
o explicativas del alcance de las normas del tratado para efectos
en el derecho interno.
31
Si bien es cierto que la cuestión de las declaraciones interpretativas fue tomada en cuenta por la
Comisión de Derecho Internacional en la elaboración de la Convención de Viena, finalmente la
Comisión decidió no incluirlas en el artículo 2 párrafo 1 d) de la Convención.
32
Tanto las reservas como las declaraciones interpretativas son declaraciones unilaterales hechas
“fuera” del tratado y no requieren aprobación previa por ningún otro Estado. Esto es así ya que si
requirieran aprobación para su emisión dejaría de ser unilaterales, su origen sería bilateral o
multilateral, por lo que perderían su naturaleza convirtiéndose en cláusulas dentro del tratado.
Así, la Convención de Viena en su artículo 2, inciso d), establece:

“2. Términos empleados.


1. Para los efectos de la presente Convención: […]
d) Se entiende por ‘reserva’ una declaración unilateral,
cualquiera que sea su enunciado o denominación,
hecha por un Estado al firmar, ratificar, aceptar o
aprobar un tratado o al adherirse a él, con objeto de
excluir o modificar los efectos jurídicos de ciertas
disposiciones del tratado en su aplicación a ese
Estado; […]”

De lo anterior resulta claro que existen diferencias sustanciales


entre declaración interpretativa y reserva en la legislación
internacional, y que la calificación de reserva o declaración
depende no de la denominación o enunciado con el cual se
identifique, sino de las características materiales de la declaración
unilateral emitida por el Estado, siendo el núcleo de la distinción
la exclusión o modificación de los efectos jurídicos de ciertas
disposiciones de un tratado en la aplicación dentro del territorio
del Estado que la manifieste. La calificación como reserva tiene
consecuencias jurídicas relevantes, ya que la misma Convención
de Viena en su artículo 19 establece lo siguiente:

“19. Formulación de reservas. Un Estado podrá


formular una reserva en el momento de firmar, ratificar,
aceptar o aprobar un tratado o de adherirse al mismo,
a menos:
a) que la reserva esté prohibida por el tratado;
b) que el tratado disponga que únicamente pueden
hacerse determinadas reservas, entre las cuales no
figure la reserva de que se trate; o
c) que, en los casos no previstos en los apartados a) y
b) la reserva sea incompatible con el objeto y el fin del
tratado”.

Consecuentemente la posibilidad de una reserva está latente en


la firma de un tratado, siempre que no esté prohibida o restringida
o que sea incompatible con el objeto y fin del tratado;
encontrándose facultado cualquier Estado parte a expresar
reservas conforme a sus propias disposiciones en el momento de
firmar, ratificar, aceptar o aprobar el tratado, o adherirse a él.

En esos términos, la declaración interpretativa formulada por el


Estado Mexicano tendría que ser considerada como reserva si la
misma modificara alguno de los ámbitos de validez de la
Convención analizada, que en el caso particular sería el ámbito
temporal. De ser así, la Convención tendría que contener una
determinación explícita que excluyera la aplicación del artículo 28
de la Convención de Viena que establece que:

“28. Irretroactividad de los tratados. Las disposiciones


de un tratado no obligarán a una parte respecto de
ningún acto o hecho que haya tenido lugar con
anterioridad a la fecha de entrada en vigor del tratado
para esa parte ni de ninguna situación que en esa
fecha haya dejado de existir, salvo que una intención
diferente se desprenda del tratado o conste de otro
modo”.

Puede sostenerse, como lo hace la representación social de la


Federación, que la intención de la Convención es regir aun sobre
los actos realizados con anterioridad a su entrada en vigor en el
derecho interno, lo que podría desprenderse de la redacción de la
propia Convención que, establece literalmente que:

“ARTÍCULO I.
Los crímenes siguientes son imprescriptibles,
cualquiera que sea la fecha en que se hayan cometido
[…]”.

En este caso la intención de la Convención sería la de regir


sobre todos los crímenes cometidos, independientemente de la
fecha de los mismos. Por tanto, la declaración interpretativa
formulada por el Estado Mexicano en realidad estaría modificando
el ámbito temporal de la Convención y por tanto tendría que ser
calificada como reserva. Esta calificación, en principio obligaría al
tribunal a realizar una apreciación de la reserva en relación con el
objeto y fin del tratado en concordancia con el artículo 19 c) de la
Convención de Viena.

Sin embargo, si bien es cierto que, en el caso concreto, nos


encontraríamos frente a una reserva, también lo es que la misma
no hace sino redundar sobre lo ya establecido por el artículo 14
de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Es
claro, por tanto, que aun en este caso, la misma no podría ser
declarada inválida o inaplicarse en el caso concreto por ir en
contra del “objeto y fin del tratado”, ya que de manera indirecta
estaríamos inaplicando el artículo 14 de la Constitución Federal.

Para lo que la declaración interpretativa formulada es


relevante, entonces, es para evitar una probable situación de
responsabilidad del Estado Mexicano en el contexto internacional,
empero, la declaración interpretativa funciona para dotar de
seguridad jurídica al Estado Mexicano expresando una limitación
contenida en su derecho interno, para evitar caer en un supuesto
de responsabilidad en el contexto de alguno de los sistemas de
protección de derechos humanos, en particular para la
determinación del alcance de la competencia temporal (ratione
temporis) de los órganos encargados de supervisar el
cumplimiento de la obligaciones de la Convención. Desde esta
perspectiva, por tanto, la única función de la declaración
analizada es reafirmar el principio general de derecho
internacional general de la no retroactividad de los tratados, por lo
que no modifica, altera o excluye el alcance legal de ninguna de
las disposiciones contenidas en el instrumento analizado.

Como consecuencia de lo anterior, la declaración


interpretativa no debe ser analizada mediante su contraste con el
estándar del “objeto y fin” del tratado, aun cuando se entendiera
la misma como si se tratase de una reserva, sino que los órganos
encargados de la supervisión del cumplimiento de las
obligaciones internacionales de los estados, si llegara a ser el
caso, deberán determinar el alcance de la misma tomando en
consideración el derecho internacional vigente, la naturaleza de la
obligación internacional de que se trata y la jurisprudencia
existente de estos mismos órganos encargados de la aplicación
de la Convención analizada.

Lo anterior no quiere decir que esta Suprema Corte no


pueda interpretar los alcances de la declaración interpretativa en
relación con algún delito específico contenido en un instrumento
similar, como ocurrió en la ya citada Controversia Constitucional
33/2002, en donde este Alto Tribunal consideró que la declaración
debía ser interpretada en el sentido de que sólo se refería a
aquellos delitos que se hubieren cometido y consumado antes de
la entrada en vigor de la Convención y no a aquellos, por su
naturaleza particular de delito continuado, en los cuales no
hubiera aparecido (viva o muerta) la víctima del delito de
desaparición forzada de personas. Sin embargo, vale la pena
aclarar que en este caso esta Suprema Corte estaba conociendo
de un medio de control de constitucionalidad como lo es la
Controversia Constitucional, y no ejerciendo competencia como
tribunal de apelación extraordinaria.

Finalmente y a mayor abundamiento, cabe hacer notar que


las referencias a la conciencia o justicia universal y a la
superación del positivismo legalista por parte de la representación
social de la Federación no constituyen argumentos que puedan
considerarse en ningún sentido fundados. Estos argumentos
implican claramente el sacrificio de derechos individuales
fundamentales establecidos en la Constitución, por una
concepción de los derechos que, en el mediano plazo, socavaría
totalmente la eficacia de los mismos ya que es contraria de la
concepción del individuo como un fin en sí mismo y no como una
entidad sacrificable por el bien del mayor número.

En efecto, esta línea de justificación ha sido fundamento de


las peores atrocidades que conoce la humanidad y va en contra
del pensamiento liberal que se encuentra esencialmente ligado al
concepto de Constitución elaborado por el constitucionalismo
democrático moderno que protege al individuo en contra de los
excesos de la mayorías en perjuicio de sus intereses básicos.

Lo anterior de ningún modo significa que no se puedan


conceder derechos de naturaleza colectiva en la Constitución,
como es claro ejemplo el artículo 2 de la Constitución Federal, o
que no exista la posibilidad de variar la concepción originaria de
ciertos derechos cuando los mismos se encuentren en conflicto
con otros de la misma entidad pero de orientación prestacional o
social. Lo que se busca enfatizar es que el sacrificio de derechos
fundamentales constitucionalmente explícitos, mediante la
justificación de que los mismos no deben ser vistos desde la
óptica del individuo sino desde una posición abstracta —no
definible en términos empíricos o medianamente objetivos— que
establece derechos supraindividuales no incorporados de manera
expresa al derecho interno con respecto a las limitaciones de
nuestra carta fundamental, terminan socavando los cimientos en
los cuales se sostiene la construcción de un estado de derecho
constitucional moderno.

Esta posición no prejuzga sobre la posibilidad de considerar


que ciertos derechos fundamentales son al mismo tiempo
derechos “universales” o “universalizables”. Pero ello significa
únicamente que estamos hablando de derechos individuales que
son de reconocimiento universal, no de derechos cuyo titular sea
distinto al individuo.
La intención de las declaraciones de derechos desde 1789,
hasta la declaración de 1948, con todos los instrumentos de
protección específicos, parten de la idea de la “igual
consideración y respeto” de los individuos pertenecientes a la
raza humana y de la dignidad de los individuos, nunca de los
derechos de la “humanidad” como si fuera un ente jurídico al cual
considerar como sujeto de derecho. El concepto de dignidad se le
atribuye a la “persona” y no un colectivo, cualquiera que este sea,
al que la misma pertenezca. Es claro que la “universalización” de
los derechos en ningún momento implica la incorrecta
personificación de la “humanidad” como el sujeto que los detenta,
los derechos siempre y en todo momento se mantienen como
derechos individuales, los cuales pueden ser enfrentados a
cualquier pretensión totalizadora o totalizante de la humanidad, la
raza, el credo, etcétera.

El gran peligro que implica el sacrificar los derechos


individuales frente a una pretendida existencia de derechos de la
humanidad, la raza, la nación u otra entidad personificada, difusa
y totalizadora de este tipo, es el reproducir la mecánica de
argumentación totalitaria frente a la cual estos derechos sirven
como defensa; y hacer a un lado la legalidad positiva por una
pretendida “legalidad superior” que encarna a la justicia o algún
otro valor que un juzgador considere relevante en un momento
determinado. Los argumentos totalitarios han seguido esta
mecánica de argumentación y los resultados han sido siempre
nefastos para la humanidad que pretenden proteger y que utilizan
como fundamento.

Los totalitarismos siempre han pretendido haber encontrado


un camino para establecer la justicia en la tierra, un camino que
implica el sacrificio del derecho positivo en aras de una forma más
elevada de legitimidad. Sin la traducción de esta justicia a normas
del comportamiento individual, el argumento que busca aplicar
directamente esta pretendida Ley superior sin preocuparse del
comportamiento y de los derechos básicos de cada hombre
espera que esta Ley, adecuadamente aplicada y ejecutada,
produzca una “humanidad” como producto final, lo que conduce
inevitablemente a la reivindicación de dominación por parte del
argumento totalitario y conduce empíricamente al terror.

En este sentido hay que tener en cuenta las palabras de


Hannah Arendt acerca del terror totalitario:

“El terror, como ejecución de una ley cuyo objetivo


último no es el bienestar de los hombres o el interés
de un solo hombre, sino la fabricación de la
Humanidad, elimina a los individuos a favor de la
especie, sacrifica a las “partes” a favor del “todo”. La
fuerza supranatural de la Naturaleza o de la Historia
tiene su propio comienzo o su propio final, de forma
tal que sólo puede ser obstaculizada por el nuevo
comienzo y el final individual que suponen realmente
la vida de cada individuo” 33.
Por lo anterior consideramos que el primer agravio formulado por
la representación social de la Federación es infundado.
33
Hannah Arendt, los Orígenes del Totalitarismo, Taurus, México, pp. 615-617.
SEGUNDO AGRAVIO:

Por lo que atañe los agravios expresados en este “segundo


agravio” resultan, por un lado, infundados —aquellos expresados
en los apartados primero, segundo y cuarto— y, por otro,
inoperantes —el manifestado en el apartado tercero—. Lo
anterior, como se aprecia de lo siguiente:

El primero, segundo y cuarto apartado de este segundo


agravio se encuentran íntimamente relacionados y es por ello que
se estudiaran en conjunto a continuación.

En dichos apartados de este segundo agravio, el


representante social Federal se queja esencialmente de que es
incorrecto lo aseverado por el Juez de la causa en el sentido de
que desde el día diez de junio de mil novecientos setenta y uno,
no se llevo a cabo diligencia alguna que interrumpiera el término
para que operara la prescripción de la acción penal por el delito
de genocidio.

Al respecto señala que el auto recurrido no está


debidamente fundado ni motivado, ya que el Juez no valoró
correctamente todas las constancias que integran el expediente.

Las constancias que, a juicio del Ministerio Público, no se


valoraron son las siguientes:
1.- El original de la Averiguación Previa Número
FCINVCEN/50/UCDO3/00709/2001-06, iniciada el veintiuno
de junio de dos mil uno.34

2.- Copia Certificada del proceso penal número 848/71


radicado en el Juzgado Segundo Penal del Distrito Federal,
de la averiguación previa que le dio origen, así como del
toca de apelación 391/72, derivado del señalado proceso,
radicado en la Sexta Sala del Tribunal Superior de Justicia
del Distrito Federal. 35

3. Diversas pruebas que, aunadas a la copia simple de


la averiguación previa 1863/71 iniciada el diez de junio de
mil novecientos setenta y uno, acreditan la existencia de la
citada indagatoria.

Al respecto señala que la prescripción de la acción penal por


el delito de genocidio no operó a favor de los inculpados, debido a
que las citadas diligencias, no consideradas en el fallo
impugnado, interrumpieron el plazo para que la misma operara.
Ello al estimar que las mismas deben considerarse como
“actuaciones practicadas en averiguación del delito y de los
delincuentes”, y por lo tanto resultan eficaces para interrumpir el
curso de la prescripción.

34
Visible a fojas 5198 a 5779 del Tomo IX de la Averiguación Previa Número
PGR/FEMOSPP/011/2002.
35
Visible a fojas 6217 a 6373 del Tomo X de la Averiguación Previa Número
PGR/FEMOSPP/011/2002.
Además, señala que éstas se llevaron a cabo antes de que
transcurriera la mitad del lapso necesario para que operara la
prescripción de la acción penal del delito de genocidio, esto de
acuerdo con las reglas establecidas para la prescripción en el
código punitivo aplicable.

Así, el representante social de la Federación estima que el


cómputo de la prescripción debe iniciar, en todo caso, a partir del
diecinueve de octubre de mil novecientos setenta y ocho, fecha
en que se llevó a cabo la última diligencia o actuación practicada
en la investigación de los hechos ocurridos el diez de junio de mil
novecientos setenta y uno.

Dicha actuación es el acuerdo emitido por la Sexta Sala del


Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal, el diecinueve de
octubre de mil novecientos setenta y ocho, dentro del toca de
apelación 391/72, promovido por **********, ********** y **********,
en contra de la sentencia de veinte de abril de mil novecientos
setenta y dos, dictada en el proceso penal número 848/71
radicado en el Juzgado Segundo Penal del Distrito Federal; o, en
todo caso, a partir del auto mediante el cual se admite el referido
recurso de apelación, que data del veintitrés de junio de mil
novecientos setenta y dos.

En función de lo anterior, la apelante afirma que, tomando en


consideración los dos supuestos anteriormente planteados, la
fecha en que prescribiría el delito de genocidio sería el veintitrés
de junio de dos mil dos o el diecinueve de octubre de dos mil
ocho, por lo que la denuncia penal en cuestión, al estar
presentada antes de cualquiera de las fechas en que prescribe la
acción penal en ambos supuestos, impidió que la misma operara.

Para estar en aptitud de determinar si resultan fundados los


anteriores agravios —expresados en los apartados primero,
segundo y cuarto de este segundo agravio— es necesario
determinar, previo a ello, cuáles son las actuaciones que deben
considerarse idóneas para interrumpir el plazo para que opere la
prescripción de la acción penal.

Como ha quedado apuntado al inicio del presente


considerando, el fundamento de la figura de la prescripción radica
no sólo en la autolimitación del Estado para ejercer su poder
represivo, sino también en la seguridad que todos los hombres
deben tener ante el propio Estado.

Entendida de ese modo, la prescripción es no sólo


conveniente, sino necesaria en la medida en que preserva la
justicia criminal. Sólo a través de ella el individuo y la sociedad
adquirirán certeza y confianza en que los procesos no se
paralizarán hasta el infinito, y sólo así se acaba con la
intranquilidad y lesión que los delitos producen. De ello que la
prescripción cree, además de una limitación al Estado, una esfera
de derechos a favor de los individuos, derecho que se traduce
precisamente en su seguridad jurídica.
Sin embargo lo anterior no significa que la interrupción de la
prescripción, reconocida en casi todas las legislaciones penales,
atente contra ese principio de seguridad jurídica. 36

Así es, si se considera que la prescripción presupone la falta


de ejercicio de la acción persecutoria o el inoportuno ejercicio de
ella, lógico es entonces que la propia ley, que proporciona las
bases para el cómputo de los plazos, contenga una serie de
previsiones que impliquen que el Estado está realizando la
actividad que le corresponde como titular de la acción
persecutoria, y que, desde luego, deben afectar al curso de la
prescripción.

Al efecto, nuestro sistema limita la facultad persecutoria del


Estado a su oportuno ejercicio, requiriendo, además, de cierta
preparación conforme a la obligación de actuar fundada y
motivadamente en su ejercicio. Por ello, da valor interruptor del
término para que opere la prescripción de la acción penal, a los
actos de procedimiento, pero no en forma absoluta.

En efecto, el artículo 110 del código punitivo federal vigente


en la época de los hechos, mismo que coincide, en lo que a este
asunto interesa, esencialmente con lo establecido, en el mismo
numeral del ordenamiento federal vigente en la actualidad,
establece:

36
Ello ha sido sostenido con anterioridad por esta Primera Sala al resolver Amparo en revisión
1596/98, el once de octubre de dos mil, por unanimidad de cuatro votos.
“Artículo 110.- La prescripción de las acciones se
interrumpirá por las actuaciones que se practiquen
en averiguación del delito y delincuentes, aunque,
por ignorarse quiénes sean éstos, no se practiquen
las diligencias contra persona determinada.
Si se dejara de actuar, la prescripción
comenzará de nuevo desde el día siguiente a la
última diligencia”.

Como se observa, el artículo 110 regula el principio general


que determina que los actos de procedimiento son causas que
interrumpen el curso de la prescripción de la acción persecutoria,
lo que es lógico si se considera que la acción persecutoria nacida
junto con la realización del hecho relevante requiere de una serie
de actos en preparación de su ejercicio. Luego, si el derecho del
Estado para perseguir al presunto delincuente surge al mismo
momento que la producción del hecho relevante y que en igual
momento inicia su curso la prescripción de la acción persecutoria,
sería absurdo pretender exigirle al propio Estado una actuación
inmediata cuando que es la propia ley la que le impone actuar en
todo caso fundada y motivadamente.

Es pues de elemental necesidad la práctica de ciertos actos,


que en forma genérica se les llama “procedimentales”, para el
posterior ejercicio de la acción persecutoria, mismos que, por otro
lado, revelan el interés del Estado en cumplir con su función
persecutoria y represiva, respecto de ciertos hechos, que le
permitan obtener su calificación y su probable autor, para
proceder posteriormente conforme la ley señala.
Sin embargo, dichos actos “procedimentales” deben cumplir
ciertas requisitos para poder ser “interruptores”. Del citado
numeral se desprende que, efectivamente, la interrupción del
término para que opera la prescripción de las acciones, se
concede únicamente a ciertos actos del procedimiento, a saber:
“las actuaciones que se practiquen en averiguación del delito y de
los delincuentes”.

Así el citado numeral limita el carácter de “interruptores” a


aquellas actuaciones procesales que se practiquen
específicamente en averiguación del delito y de los delincuentes
—aunque no sea contra persona determinada—, cuya
prescripción busque interrumpirse, aclarando que si se deja de
actuar, la prescripción debe comenzar a correr de nuevo desde el
día siguiente al de la última diligencia.
Por su parte, el artículo 111 del reseñado ordenamiento
punitivo vigente cuando ocurrieron los hechos, que coincide en
esencia con el mismo numeral del código punitivo vigente en la
actualidad, establece:

“Artículo 111.- Las prevenciones contenidas en el


artículo anterior, no comprenden el caso en que las
actuaciones se practiquen después de que haya
transcurrido la mitad del lapso necesario para la
prescripción. Entonces ésta no se interrumpirá sino
con la aprehensión del inculpado”.

De una interpretación armónica de los numerales recién


transcritos, se concluye que no todo acto del procedimiento puede
interrumpir la citada prescripción, sino sólo las actuaciones que se
practiquen en averiguación del delito y del probable responsable
son aptas para interrumpir la prescripción, siempre y cuando no
se realicen después de que haya transcurrido la mitad del lapso
necesario para que la misma opere, pues en caso contrario, la
prescripción no se interrumpirá sino con la aprehensión del
inculpado, con lo cual se armonizan los fundamentos de la
prescripción: la limitación al Estado para ejercer su poder
represivo; por una parte; y la seguridad jurídica, por el otro.

Cabe resaltar que dichas actuaciones idóneas para


interrumpir el curso de la prescripción de la acción persecutoria,
deben estar encaminadas a averiguar los hechos de los que
derive el ilícito atribuido al indiciado del delito; es decir, si la
averiguación previa se inicia por un delito específico y no se
realiza ninguna actuación referente a un diverso delito, que haya
cometido otra persona relacionada con esos hechos, pero que no
es la denunciada o aquella en contra de la que se ejercitó la
acción penal, las actuaciones referidas al primer delito no
interrumpen la prescripción en relación al segundo ilícito, ya que
el carácter personal de ésta, exige que tenga un titular o hechos
individualizados, y la misma razón jurídica rige en cuanto a los
actos interruptivos.

Así pues, debe aclararse que aquellas actuaciones que nada


informan respecto del evento delictivo ni de los probables
responsables del mismo no pueden interrumpir el plazo para que
opere la prescripción de la acción penal. Lo anterior en virtud de
que no puede otorgársele el carácter de “interruptor” a cualquier
actuación, toda vez que ello tornaría imprescriptible cualquier
delito, lo que atenta contra la garantía de seguridad jurídica de los
gobernados, anteriormente reseñada.

Ahora bien, por lo que hace a la titularidad de quien puede


realizar los actos interruptores del término para que opere la
prescripción de la acción penal, se torna necesario, en aras de
definir ésta, determinar los alcances de término “acción penal”,

En primer término, debe señalarse que la investigación y


persecución de los delitos es una facultad conferida, de
conformidad con lo dispuesto en el artículo 21 de la Constitución
Política de los Estados Unidos Mexicanos, exclusivamente a favor
del Ministerio Público; mientras que la imposición de las penas, de
conformidad con el señalado numeral constitucional, corresponde
a la autoridad judicial.

Ahora bien, al hablar de “acción penal”, y de la prescripción


de ésta, se hace referencia a cualquiera de las tres etapas en la
que ésta se encuentre, a saber: investigación, persecución o
acusación.37
37
Robustece lo anteriormente establecido la tesis con la siguiente localización y contenido: Sexta
Época, Primera Sala, Semanario Judicial de la Federación, Tomo: Segunda Parte, XXXIV, página:
9, “ACCIÓN PENAL, EJERCICIO DE LA. El ejercicio de la acción penal se realiza cuando el
Ministerio Público ocurre ante el Juez y le solicita que se avoque al conocimiento del caso; y la
marcha de esa acción pasa durante el proceso por tres etapas: investigación, persecución y
acusación. La primera tiene por objeto preparar el ejercicio de la acción que se fundará en las
pruebas obtenidas; en la persecución hay ya ejercicio de la acción ante los tribunales y es lo que
constituye la instrucción y, en la tercera, o sea la acusación, la exigencia punitiva se concreta y el
Ministerio Público puede ya establecer con precisión las penas que serán objeto de análisis judicial
y, por lo mismo, esta etapa es la que constituye la esencia del juicio, ya que en ella pedirá, en su
caso, la aplicación de las sanciones privativas de libertad y pecuniarias, incluyendo en éstas la
reparación del daño, sea por concepto de indemnización o de restitución de la cosa obtenida por el
delito”. Amparo directo 746/60. José Luis Castro Malpica. 20 de abril de 1960. Unanimidad de
cuatro votos. Ponente: Juan José González Bustamante. Semanario Judicial de la Federación,
La investigación de los hechos presuntamente delictivos
tiene por objeto preparar el ejercicio de la acción que se fundará
en las pruebas obtenidas; la persecución del delito y del
delincuente se presenta cuando hay ya ejercicio de la acción ante
los tribunales y es lo que constituye la instrucción misma;
mientras que la acusación, se presenta una vez agotada la
instrucción, y es en la que la exigencia punitiva se concreta y el
Ministerio Público puede ya establecer con precisión las penas
que serán objeto de análisis judicial.

De ello que el tema de la prescripción de la acción penal no


atañe únicamente a la actuación del Ministerio Público en la etapa
de investigación del delito, sino también en la persecución del
mismo ante la autoridad judicial, sosteniendo el ejercicio de la
acción penal, hasta la imposición, por ésta, de la pena
correspondiente. Se entiende a la acción penal como el
fundamento y marco de la decisión jurisdiccional.

Lo anteriormente determinado permite establecer que no


sólo las actuaciones procedimentales realizadas por el Ministerio
Público, tendientes a la averiguación del delito y el delincuente,
pueden interrumpir el plazo para que opere la prescripción de la
acción penal, sino que también aquellas actuaciones procesales
realizadas por autoridad judicial que, en virtud de que repercuten

Sexta Época, volumen XXXIV, página 9, A.D. 746/60. Luis Castro Malpica.


en el trayecto de la citada acción penal, son idóneas para
interrumpir el plazo para que opere la misma.

En efecto, si de conformidad con el artículo 110


anteriormente citado, únicamente las actuaciones que se
practiquen en averiguación del delito y delincuentes son las aptas
para interrumpir el plazo para la prescripción de la acción penal,
es claro que al ser el Ministerio Público el órgano
constitucionalmente facultado para cumplir la fase averiguatoria
del procedimiento, en la cual debe realizar todas las diligencias
necesarias para comprobar el cuerpo del delito y la probable
responsabilidad del inculpado, dicho órgano puede emitir las
38
citadas actuaciones que interrumpen el plazo de la prescripción.
Así también, de conformidad con lo anteriormente planteado,
cabe señalar que este órgano puede emitir actuaciones idóneas

38
Apoya la anterior conclusión, los criterios sustentados por esta Primera Sala, en las tesis con los
siguientes datos de localización y contenido: Sexta Época, Semanario Judicial de la Federación,
Tomo Segunda Parte, LVI, página 45, “PRESCRIPCIÓN, INTERRUPCIÓN DE LA. Las actuaciones
del Ministerio Público practicadas en la averiguación previa, para la determinación del delito y
obtención de datos a fin de demostrar en su oportunidad ante los tribunales la responsabilidad del
delincuente, indudablemente interrumpieron la prescripción. El Código Federal de Procedimientos
Penales señala entre las partes en que se divide el procedimiento penal, la averiguación previa;
por otra parte, el artículo 110 del Código Penal establece que la prescripción de las acciones se
interrumpirá por las actuaciones que se practiquen en averiguación del delito y delincuentes,
aunque por ignorarse quiénes sean éstos, no se practiquen las diligencias contra persona
determinada. Del precepto mencionado debe concluirse que la ley, en forma expresa habla de las
actuaciones practicadas por el Ministerio Público, único autorizado, de acuerdo con la Constitución
Federal para averiguar los delitos. En todo caso, la prescripción que comenzó a correr desde el
momento de comisión de los delitos, se interrumpió, como se ha expresado, por las actuaciones
del Ministerio Público, en la fase de averiguación previa”. Amparo directo 4849/61. Antonio
Velázquez Muñoz. 2 de febrero de 1962. Unanimidad de cuatro votos. Ponente: Angel González de
la Vega; y Sexta Época, Semanario Judicial de la Federación, Tomo Segunda Parte, CXXXII,
página 17, “PRESCRIPCIÓN, INTERRUPCIÓN DE LA (LEGISLACIÓN PENAL FEDERAL). De
acuerdo a la interpretación rigurosa del artículo 110 del código sustantivo federal, las actuaciones
llevadas a cabo por el Ministerio Público son interruptoras de los términos de la prescripción de la
acción penal, ya que claramente dispone dicho artículo que la prescripción de las acciones se
interrumpirá por las actuaciones que se practiquen en averiguación del delito y delincuentes,
siendo precisamente el Ministerio Público el órgano constitucionalmente facultado para cumplir la
fase averiguadora del procedimiento”. Amparo directo 8423/64. Ramón Corral Portillo. 20 de junio
de 1968. Cinco votos. Ponente: Mario G. Rebolledo Fernández.


para interrumpir el término para que opere la prescripción de la
acción penal, no sólo en su carácter de autoridad investigadora,
sino incluso al cumplir su función de persecución del delito, ante
la autoridad judicial, sosteniendo el ejercicio de la acción penal,
hasta en tanto no se dicte sentencia.

Ello en virtud de que no sólo en la fase investigadora se


pueden generar actos que afecten el curso de la acción
persecutora, sino también a lo largo de todo el proceso que se
sigue hasta el dictado de la sentencia correspondiente.

Por esta misma razón, la autoridad judicial puede, así


también, realizar actuaciones que en la medida en que repercutan
en la vida de la acción penal, serán aptas para interrumpir el plazo
para la prescripción de la misma. Al ser que la autoridad judicial la
encargada de la clasificación de los hechos delictivos, la
aplicación de la ley y de la pena correspondiente, es claro que
todas aquellas actuaciones que, dentro del proceso, realice la
autoridad judicial, con el objeto de averiguar sobre los hechos
presuntamente delictivos o sobre el presunto responsable, son
asimismo aptas para interrumpir el plazo en cuestión.

En conclusión, se puede establecer que las actuaciones


procedimentales capaces de interrumpir el término para que
opere la prescripción de la acción penal, sólo pueden ser aquellas
que realiza el Ministerio Público o la autoridad judicial en la
averiguación del delito y el delincuente, en cualquiera de las
etapas en que se desarrolla la acción penal hasta antes del
dictado de la sentencia respectiva, a saber: la investigación de los
hechos presuntamente delictivos, la persecución del delito y del
delincuente ante la autoridad judicial y la acusación concreta en
función a la cual se emite la resolución correspondiente.

Dicho lo anterior, lo procedente es entrar al estudio de si las


constancias señaladas por el Ministerio Público están referidas a
actuaciones idóneas para interrumpir el plazo para la prescripción
de la acción penal, de conformidad con lo anteriormente
planteado.

Cabe recordar que las citadas constancias son:

1.- El original de la Averiguación Previa Número


FCINVCEN/50/UCDO3/00709/2001-06, iniciada el veintiuno
de junio de dos mil uno.

2.- Copia Certificada del proceso penal número 848/71


radicado en el Juzgado Segundo Penal del Distrito Federal,
de la averiguación previa que le dio origen, así como del
toca de apelación 391/72, derivado del señalado proceso,
radicado en la Sexta Sala del Tribunal Superior de Justicia
del Distrito Federal.

3.-Copias simples de la averiguación previa 1863/71


iniciada el diez de junio de mil novecientos setenta y uno, así
como diversas pruebas que, concatenadas entre sí,
acreditan la existencia de la citada indagatoria.
Al respecto este órgano colegiado estima que ninguna de las
actuaciones recién reseñadas resultan aptas para interrumpir el
plazo para que opere la prescripción de la acción penal del delito
de genocidio en cuestión.

En efecto, del análisis realizado en párrafos anteriores


respecto a las actuaciones que resultan idóneas para interrumpir
el plazo para que opere la prescripción de la acción penal, se
puede concluir que:

 La posibilidad de “interrupción de la prescripción de la


acción penal” no atenta contra la seguridad jurídica que se
busca resguardar con la figura de la prescripción, pues ésta
únicamente reconoce que el Estado está realizando la
actividad que le corresponde como titular de la acción
persecutoria y que, desde luego, deben afectar al curso de
la prescripción.

 No cualquier acto puede interrumpir el plazo para que opere


la prescripción, sino sólo aquellos actos del procedimiento
que se practiquen en averiguación del delito y del probable
responsable, siempre y cuando no se realicen después de
que haya transcurrido la mitad del lapso necesario para que
la misma opere, pues en caso contrario, la prescripción no
se interrumpirá sino con la aprehensión del inculpado.
 Las actuaciones idóneas para interrumpir el curso de la
prescripción de la acción persecutoria, deben estar
encaminadas a averiguar los hechos de los que derive el
ilícito atribuido al indiciado del delito y no otros, aunque se
encuentren relacionados o hayan sucedido en un mismo
contexto.

 La titularidad de los actos procedimentales capaces de


interrumpir el término para que opere la prescripción de la
acción penal, únicamente corresponde al Ministerio Público
y a la autoridad judicial.

Así pues, por lo que hace a la primera de ellas, esto es, al


original de la Averiguación Previa Número
FCINVCEN/50/UCDO3/00709/2001-06, iniciada el veintiuno de
junio de dos mil uno, cabe precisar que la misma resulta
notoriamente no apta para interrumpir el plazo para que operara
la prescripción de la acción penal respecto del delito de genocidio,
como se demuestra con los siguientes argumentos:

Si bien la referida averiguación es un acto que podría


denominársele “procedimental”, realizado por el Ministerio
Público, órgano con la titularidad para realizar actuaciones
interruptoras de la prescripción de la acción penal, que se practicó
en averiguación de los mismo hechos que configuran el delito de
genocidio en cuestión y de los probables responsables; debe
destacarse que la misma se realizó después de que había
transcurrido la mitad del lapso necesario para que la referida
prescripción operara siendo, por ende, inapta para interrumpir su
curso.

En efecto, como anteriormente planteado, no cualquier acto


puede interrumpir el plazo para que opere la prescripción, sino
sólo aquellos actos del procedimiento que se practiquen en
averiguación del delito y del probable responsable, siempre y
cuando no se realicen después de que haya transcurrido la mitad
del lapso necesario para que la misma opere, pues en caso
contrario, la prescripción no se interrumpirá sino con la
aprehensión del inculpado.

En el caso, la averiguación en cuestión se inició después de


transcurrida la referida mitad del lapso para que opere la
prescripción de la acción penal, como se desprende de lo
siguiente:

a) Los hechos presuntamente constitutivos del delito de


genocidio por el que se les acusa a los hoy inculpados sucedieron
el diez de junio de mil novecientos setenta y uno.

b) La averiguación previa correspondiente a dichos hechos


se inició ante la Oficina del Fiscal Especial el diez de junio de dos
mil dos, con motivo de la denuncia formulada por **********.

c) La normatividad aplicable al caso señala que los plazos


para la prescripción de la acción penal serán continuos y se
contarán a partir del momento en que se consumó el delito si,
como en el caso, el delito es de carácter instantáneo.

d) El plazo para que opere la prescripción de la acción penal


por el delito de genocidio es igual al término medio aritmético de
la pena privativa de libertad que se señala en la Ley para dicho
delito que, en el caso, corresponde a treinta años, tomando en
cuenta que la penalidad para el delito de genocidio, de
conformidad con el artículo 149 bis del Código Penal para el
Distrito y Territorios Federales en Materia del Fuero Común y para
toda la República en Materia del Fuero Federal, es de veinte a
cuarenta años de prisión y multa de quince mil a veinte mil pesos.
e) Tomando en cuenta que el plazo para que opere a
prescripción de la acción penal respecto del delito de genocidio es
de treinta años, es claro que la mitad de dicho lapso, en que se
deberán presentarse las actuaciones que pueden interrumpir el
citado plazo, es de quince años.

De la anterior relación, se desprende que el lapso en que


debieron presentarse la actuaciones tendientes a interrumpir el
plazo para que operara la prescripción de la acción penal por el
delito de genocidio transcurrió del diez de junio de mil novecientos
setenta y uno al diez de junio de mil novecientos ochenta y seis,
correspondiente a la mitad del plazo exigido para que operara la
prescripción de la acción penal.

Así pues, si la actuación que pretende hacer valer la


apelante como interruptora del plazo de la prescripción, consiste
en el original de la Averiguación Previa Número
FCINVCEN/50/UCDO3/00709/2001-06, iniciada el veintiuno de
junio de dos mil uno, es claro que ésta no sólo no se encuentra
dentro de la citada mitad del plazo prescriptorio sino que la misma
se realizó una vez que ya se había actualizado el término de
treinta años para que operara la prescripción de la acción penal,
pues el mismo concluyó el diez de junio de dos mil uno. De ello
que la citada indagatoria no pueda ser apta para interrumpir el
citado plazo, máxime que el mismo ya estaba actualizado.

Ahora bien, por lo que hace a las constancias del proceso


penal número 848/71 radicado en el Juzgado Segundo Penal del
Distrito Federal, de la averiguación previa que le dio origen, así
como del toca de apelación 391/72, derivado del señalado
proceso, radicado en la Sexta Sala del Tribunal Superior de
Justicia del Distrito Federal; cabe señalar que las mismas
tampoco resultan aptas para interrumpir el plazo prescriptorio en
cuestión, dado que no se practicaron en averiguación del delito y
del probable responsable.

Si bien las citadas actuaciones fueron realizadas por


autoridades competentes para ello, Ministerio Público y autoridad
judicial, y se practicaron antes de que hubiera transcurrido la
mitad del lapso necesario para que la prescripción de la acción
penal operara, según la relación presentada en los párrafos
precedentes; cabe señalar que, en el caso, las citadas
actuaciones, tanto las relativas a la averiguación previa que dio
lugar al proceso penal número 848/71 radicado en el Juzgado
Segundo Penal del Distrito Federal, como al proceso mismo, así
como al toca de apelación 391/72, derivado del señalado proceso,
radicado en la Sexta Sala del Tribunal Superior de Justicia del
Distrito Federal, se refieren a hechos distintos a los que se les
imputan a los hoy inculpados y, por ende, las mismas no están
encaminadas a averiguar el delito y el delincuente, pues se
refieren a hechos distintos a los que aquí nos ocupan.

En efecto, si bien la citada averiguación, proceso y toca se


refieren a hechos ocurridos el mismo diez de junio de mil
novecientos setenta y uno, fecha en que ocurrieron los hechos
que aquí nos interesan, los mismos se refieren a diversos hechos
constitutivos de diverso ilícito, a saber, DISPARO DE ARMA DE
FUEGO.

Las referidas constancias están relacionadas con hechos que


realizaron estudiantes, en la manifestación estudiantil que se llevó
a cabo en el Distrito Federal en la fecha referida, en la cual existió
un tiroteo entre los estudiantes, algunos de los cuales se subieron
a las azoteas de los edificios para disparar, siendo sorprendidos
algunos de ellos, mismos a los cuales se les siguió la
averiguación y proceso aludido.

De lo anterior se evidencia que las citadas constancias se


refieren a diversos hechos a los que aquí nos ocupan que son, en
esencia, el que diversos funcionarios públicos, en aquélla época,
acordaron llevar a cabo una agresión contra los grupos
estudiantiles que se manifestaron el diez de junio de mil
novecientos setenta y uno en la capital del país, mediante un
grupo denominado “Los Halcones”, quienes agredieron a los
citados estudiantes, privando de la vida a algunos de ellos.

Así pues, si el proceso penal —que estima la apelante apto


para interrumpir el plazo para la prescripción del delito de
genocidio— se constriñe a juzgar conductas de algunos
estudiantes involucrados en la manifestación que se llevó a cabo
el diez de junio de mil novecientos setenta y uno, constitutivas del
delito de DISPARO DE ARMA DE FUEGO, es claro que dicho
proceso, y todas las actuaciones relacionadas al mismo, no
pueden interrumpir el plazo para que opere la prescripción del
diverso ilícito de genocidio, pues el mismo se refiere a hechos
completamente distintos, no obstante los mismos se hayan
actualizado en la misma fecha y en un mismo contexto, a saber:
la referida manifestación estudiantil.

De ello que las mismas no sean aptas para interrumpir el


curso de la prescripción de la acción persecutoria por el delito de
genocidio, pues para ello las mismas debían estar encaminadas a
averiguar los hechos de los que deriva dicho ilícito, atribuido a los
indiciados; por lo que si la averiguación previa en cuestión se
inició por un delito diverso —disparo de arma de fuego— y no se
realizó actuación alguna referente al delito de genocidio, las
actuaciones derivadas de ella no pueden interrumpir la
prescripción de la acción penal respecto de este delito, debido a
que el carácter personal de la prescripción exige que tenga un
titular o hechos individualizados y la misma razón jurídica rige en
cuanto a los actos interruptivos.

Así pues, no puede establecerse, como lo alega la apelante,


que existió un insuficiente análisis del total de las constancias
aportadas por la representación social de la Federación ni la falta
de valoración de las mismas, toda vez que el hecho de que el
Juez de la causa no haya hecho pronunciamiento expreso
respecto de algunas de ellas que, a juicio de la apelante, son
aptas para acreditar la existencia de actos que hubiesen
interrumpido el término para que operara la prescripción de la
acción penal por el delito de genocidio, se debe a que el mismo
las consideró insuficientes para comprobar la existencia de alguna
actuación que hubiese interrumpido el señalado plazo.

Así, no se estima que el Juez de la causa hubiese omitido su


valoración, sino que al estimarlas insuficientes para interrumpir el
término para que operara la prescripción, hizo alusión a ellas al
establecer genéricamente que: “De la revisión del abundante
acervo probatorio, al que se hace referencia en la consignación
ministerial, no aparece prueba fehaciente que acredite que a
partir del diez de junio de mil novecientos setenta y uno, hasta el
nueve de junio de dos mil dos, hubiese sido interrumpida la
actividad concerniente a las diligencias de la averiguación previa,
a efecto de la comprobación del cuerpo del delito y la probable
responsabilidad […]”.
De lo anterior se desprende que el Juez de la causa sí
realizó un examen exhaustivo de las constancias que obran en el
expediente de la causa pues es precisamente del mismo del que
pudo concluir que no existen constancias que acrediten la
existencia de actuaciones que hubiesen interrumpido el plazo
para que operara la prescripción de la acción penal respecto del
delito de genocidio.

Ahora bien, de lo anteriormente planteado se desprende que


resulta innecesario el estudio de los agravios —expresados en el
cuarto apartado de este segundo agravio— referentes a que la
prescripción de la acción penal por el delito de genocidio no operó
a favor de los inculpados, debido a que las citadas diligencias
interrumpieron el plazo para que la misma operara, estimando,
por ende, que el cómputo de la prescripción debía iniciar a partir
del diecinueve de octubre de mil novecientos setenta y ocho,
fecha en que se llevó a cabo la última diligencia o actuación
practicada en la investigación de los hechos ocurridos el diez de
junio de mil novecientos setenta y uno, consistente en el acuerdo
emitido por la Sexta Sala del Tribunal Superior de Justicia del
Distrito Federal, el diecinueve de octubre de mil novecientos
setenta y ocho, dentro del toca de apelación 391/72, promovido
por **********, ********** y **********, en contra de la sentencia de
veinte de abril de mil novecientos setenta y dos, dictada en el
proceso penal número 848/71 radicado en el Juzgado Segundo
Penal del Distrito Federal; o, en todo caso, a partir del auto
mediante el cual se admite el referido recurso de apelación, que
data del veintitrés de junio de mil novecientos setenta y dos.
Lo anterior en virtud de que los citados agravios, al
habérseles negado el carácter de interruptoras a las actuaciones
anteriormente aludidas, se tornaron infundados, al tener como
premisa básica, precisamente dicha interrupción que, como
anteriormente señalado, no se actualizó.

Finalmente, por lo que hace al argumento —también


esgrimido en el cuarto apartado de este segundo agravio—
referente a que el juez del conocimiento valoró incorrectamente,
al negarles valor probatorio, las constancias que en copia simple
obran de la averiguación previa 1863/71 que se inició el once de
julio de mil novecientos setenta y uno, pues estima que al valorar
aisladamente dicha documental, restó valor probatorio a otras
constancias que adminiculadas y concatenadas entre sí, permiten
acreditar la existencia de dicha indagatoria, misma que estima
interrumpió el plazo legal para que operara la prescripción de la
acción penal, respecto al delito de genocidio; cabe señalar que el
mismo es asimismo infundado.

Lo anterior en virtud de que las constancias que en copia


simple obran en el expediente a estudio no son aptas para
acreditar la existencia de actuaciones procedimentales que
hubieran interrumpido el plazo para que operara la prescripción
de la acción penal respecto del delito de genocidio, habida cuenta
de que las mismas, específicamente aquellas tituladas “índice de
la síntesis” y “memorandum",39 únicamente hacen referencia a
39
Visibles a fojas 1772 a 1929 del Tomo X del expediente de la causa.
supuestas diligencias llevadas a cabo en la citada averiguación,
pero no obra en autos constancia alguna que acredite la
existencia de las citadas diligencias, por lo que no es posible
tener por acreditada su existencia y mucho menos, su carácter de
interruptoras del plazo para la prescripción, pues ante la ausencia
de las mismas, es imposible analizar si efectivamente las mismas
estuvieron encaminadas a la averiguación del delito y del
delincuente, y de las demás características, anteriormente
señaladas, que deben revestir las actuaciones para que puedan
interrumpir el citado plazo.

Así pues, las citadas copias simples resultan insuficientes


para probar la existencia de las diligencias en ellas mencionadas,
sin que obre en autos constancias que acrediten su existencia,
pues ni las pruebas reseñadas por la apelante otorgan certeza
sobre la existencia y contenido de las mencionadas actuaciones.

Las pruebas que la apelante señala se dejaron de valorar


por el Juez de la causa que, adminiculadas y concatenadas entre
sí, estima permiten acreditar la existencia de dicha indagatoria y
sus respectivas diligencias son:

a) La comparecencia de **********, quien ocupó el cargo de


Procurador General de la República en la época de los
hechos, mismo que presentó la copia simple de la citada
indagatoria;
b) La declaración del inculpado, **********, rendida el cinco
de septiembre de dos mil dos;

c) El oficio 62/2002 de treinta de julio de dos mil dos


mediante el cual el Jefe de Departamento de Recepción y
Control de Documentos de la Dirección General del
Ministerio Público Especializado “A” informa a su superior
que existieron antecedentes de la Averiguación Previa en
comento, la cual fue sustraída del archivo de dicha
institución, lo que motivó que se originara la Averiguación
Previa 376/FESPI/9740; y

d) El oficio 2550/DGDCSPI/03 de cinco de noviembre de


dos mil tres, suscrito por el agente del Ministerio Público
Federal, titular de la mesa X de la Dirección General de
Delitos cometidos por Servidores Públicos de la Institución,
quien informó que dentro de la Averiguación Previa
376/FESPI/97 existe la mención a la diversa 1863/71, en
cuestión.

Como se advierte las anteriores pruebas se limitan, de igual


manera, a hacer alusión a la mencionada indagatoria, pero las
mismas tampoco resultan suficientes para acreditar la existencia
de las actuaciones con las que se pretende acreditar que se
interrumpió el término para que operara la prescripción de la
acción penal y mucho menos su contenido. De ello que las
mismas carezcan de relevancia para lo que pretende acreditarse
40
Visibles a foja 1384 del Tomo III del expediente de la causa.
en la especie, pues las mismas resultan ineficaces para probar la
existencia de actuaciones que hubiesen interrumpido el señalado
plazo.

Cabe señalar que si bien a foja 1739 obra constancia, en


copia simple, del auto de diez de noviembre de mil novecientos
ochenta y dos, en que se acordó en la averiguación previa
1863/71 no ejercitar acción penal, ordenándose el archivo de la
citada indagatoria; la misma tampoco resulta apta para interrumpir
el término para que operara la prescripción de la acción penal por
el delito de genocidio, como erróneamente lo sostiene la
representación social de la Federación, pues la citada actuación
no está encaminada a la averiguación del delito y el delincuente.

En efecto, como anteriormente señalado, las actuaciones que


resultan idóneas para interrumpir el plazo para que opere la
prescripción de la acción penal son sólo aquellas que se
practiquen en averiguación del delito y del probable responsable,
esto es, aquellas encaminadas a averiguar los hechos de los que
derive el ilícito atribuido al indiciado del delito y no otros, siempre
y cuando no se realicen después de que haya transcurrido la
mitad del lapso necesario para que la misma opere.

En la especie, como acertadamente lo mencionó el Juez de la


causa, el auto por el que se decreta el no ejercicio de la acción
penal en la averiguación previa 1863/71, no está encaminado a
investigar ni los hechos presuntamente constitutivos del delito ni
al probable responsable. Dicho auto se limitó a exteriorizar la
decisión del órgano encargado de la investigación y persecución
de los delitos de no ejercitar la acción penal por los delitos
relacionados con dicha indagatoria, al estimar que había operado,
respecto de ellos, la prescripción de la misma.

Así pues, la citada diligencia de manera alguna puede


considerarse interruptora del plazo para que opere la prescripción
de la acción penal respecto de delito de genocidio, pues la misma
nada aportó a la indagación sobre los hechos que configuran
dicho ilícito ni sobre sus probables responsables, ni tuvo por
objeto ello en ningún momento.

De ello que las copias simples y demás pruebas tendentes a


acreditar la existencia de actuaciones que interrumpieron el plazo
para que operara la prescripción de la acción penal por el delito
de genocidio sean insuficientes para ello, siendo infundado el
agravio hecho valer por la representación social de la Federación
en el sentido de que las mismas resultan aptas para acreditar la
existencia de la indagatoria en cuestión y, por ende, la
interrupción del plazo para la referida prescripción.

Máxime que de las mencionadas pruebas se desprende que


las presuntas diligencias practicadas en la averiguación previa
1863/71, en caso de resultar idóneas para interrumpir el plazo
para la prescripción de la acción penal, no impedirían la
actualización de dicha prescripción, al haberse practicado del diez
de junio de mil novecientos setenta y uno al dieciséis de agosto
del mismo año, sin que se mencione ninguna otra actuación sino
hasta el referido auto de diez de noviembre de mil novecientos
ochenta y dos —no apto para interrumpir el plazo para la
prescripción—, de lo que se sigue que, aun en dicho supuesto, el
cómputo para la prescripción se hubiera iniciado a partir del
dieciséis de agosto de mil novecientos setenta y uno, operando
de igual manera la aludida prescripción, pues la averiguación
previa que se estudia se inició ante la Oficina del Fiscal Especial
el diez de junio de dos mil dos, con motivo de la denuncia
formulada por **********.
Así, aun en el supuesto en que debiera de comenzar a
correr el término para la prescripción de la acción penal desde el
dieciséis de agosto de mil novecientos setenta y uno, la misma se
hubiera actualizado de igual manera, al haber transcurrido desde
dicha fecha, hasta el diez de junio de dos mil dos, más treinta
años —término medio aritmético de la penalidad prevista para el
delito de genocidio, apto para que opere la prescripción de la
acción penal respecto de dicho ilícito—.

Finalmente, por lo que hace a los agravios esgrimidos por la


apelante en el tercer apartado de este segundo agravio, los
mismos resultan inoperantes, en virtud de los siguientes
argumentos:

En el mencionado agravio la representación social de la


Federación expresa las razones que estima conducentes para
sostener la postura de que la figura de la prescripción es de
naturaleza procesal y no sustantiva y justificar, con ello, que en la
especie deben aplicarse las normas procesales vigentes en la
actualidad y no las que estaban vigentes en el momento en que
ocurrieron los hechos, por no aceptar, la jurisprudencia actual,
retroactividad en las mismas.

Lo anterior resulta inoperante, habida cuenta de que la figura


de la prescripción de la acción penal, en lo que interesa, se
encuentra esencialmente igual regulada tanto en el Código Penal
para el Distrito y Territorios Federales en Materia de Fuero Común
y para toda la Republica en Materia de Fuero Federal, vigente al
ocurrir los hechos, como en el actual código federal punitivo.

En efecto, como ha quedado señalado al inicio del presente


considerando, ambos ordenamientos punitivos reseñados
coinciden en esencia en lo siguiente:

 La regla general respecto a la figura de la prescripción


estriba en que por la prescripción se extinguen la acción
penal y las sanciones.

 La prescripción constituye un derecho a favor de los sujetos


activos al imponérsele a la autoridad la obligación de hacerla
valer, aun de oficio, a favor del agente del delito, en
cualquier etapa del proceso.

 La prescripción de la acción penal y de las penas es


personal, lo que se traduce en que beneficia solamente a
aquél sujeto que se coloca en los supuestos normativos
para su procedencia, sin que se haga extensiva a otros
sujetos que hayan intervenido en el hecho delictivo.

 El término para la prescripción de la acción penal es


continuo y comienza a correr a partir de los siguientes
momentos: desde el día en que se cometió el delito, si fuere
de consumación instantánea; desde que cesó, si fuere
continuo; o desde el día en que se hubiere realizado el
último acto de ejecución, si se tratare de tentativa.

 El plazo para que opere la prescripción de la acción penal es


igual al término medio aritmético de la pena privativa de la
libertad que señale la ley para el delito de que se trate, sin
que pueda, en ningún caso, ser menor de tres años.

De la anterior relación se advierte que, respecto a la


regulación de la prescripción de la acción penal, ambos
ordenamientos coinciden en esencia siendo, por ende, igualmente
benéficos para los inculpados, por lo que resulta inoperante lo
expresado por el apelante en el sentido de que le causa agravio
el que se haya aplicado la normatividad vigente al ocurrir los
hechos y no la vigente en la actualidad, habida cuenta que al ser
esencialmente iguales en cuanto a la figura que aquí interesa, no
se actualiza agravio alguno contra la representación social de la
Federación.

Así pues, se estima innecesario el estudio sobre la


naturaleza de la figura de la prescripción, si es de carácter
sustantiva o procesal, habida cuenta de que dicho estudio a nada
práctico conllevaría, pues resulta irrelevante definir si es aplicable
la normatividad vigente en la actualidad o la vigente al ocurrir los
hechos, al ser la misma esencialmente igual por lo que hace a la
figura en cuestión.

TERCER AGRAVIO:

A juicio de esta Primera Sala, el tercer agravio hecho valer


por la representación social de la Federación resulta, asimismo,
infundado, en razón de las siguientes consideraciones.
Como se advierte del considerando quinto de esta
ejecutoria, en su tercer agravio la representación social de la
Federación se duele, esencialmente, de que:

El auto impugnado transgrede lo dispuesto por los artículos


100, 101 y 102 del entonces Código Penal para el Distrito y
Territorios Federales en Materia de Fuero Común, y para toda la
República en Materia de Fuero Federal, hoy Código Penal
Federal; en relación con los artículos 363 del Código Federal de
Procedimientos Penales y con los artículos 136, 14, segundo
párrafo, 17, 21, párrafo primero, y 102 de la Constitución Política
de los Estados Unidos Mexicanos; respecto a los tres últimos
artículos mencionados en cuanto a sus versiones vigentes en el
año de mil novecientos setenta y uno, época en la cual ocurrieron
los hechos materia de la consignación. Así también, viola los
artículos 3, 8 y 10 de la Declaración Universal de Derechos
Humanos; 2, sección 3, incisos A), B) y el 14, sección 1, del Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos; V y XVIII de la
Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre, y
4, sección 1, in fine y 25 de la Convención Americana sobre
Derechos Humanos (Pacto de San José).

Aun suponiendo, sin conceder, que el delito de genocidio


fuera prescriptible, el criterio del A quo es inválido por ser
contrario al espíritu mismo de la prescripción, ya que dicho criterio
deviene en una inexacta aplicación de la ley y, en consecuencia,
en una incorrecta fundamentación y motivación del auto recurrido,
en razón de que, si se analizan las condiciones imperantes en la
época en que ocurrieron los hechos, se puede concluir que éstas
impidieron que corriera la prescripción, por los siguientes motivos:

a) El juzgador de primera instancia aisló, indebidamente, las


disposiciones relativas a la prescripción, en relación con los
demás ordenamientos señalados como violados, pues se
abstuvo de analizar si los denunciantes, víctimas y ofendidos
por los hechos atribuidos a los probables responsables tenían
efectivamente expedito el derecho a que se le procurase
justicia, dado que el control directo sobre el Ministerio Público
Federal y del Distrito Federal lo tenía el probable responsable
**********, en su carácter de Presidente de la República, lo
cual impidió que se le pudiera investigar a él y a los
copartícipes.

b) El Ministerio Público tenía el monopolio absoluto del


ejercicio de la acción penal, ya que era el único detentador
constitucional de la facultad de investigación y persecución de
los delitos y, además, sus determinaciones en la averiguación
previa eran inatacables y no sujetas a control judicial alguno,
lo cual resulta contrario a lo establecido en los instrumentos
internacionales citados respecto a la necesidad de una
actuación imparcial, objetiva y expedita de las autoridades
encargadas de procurar y administrar justicia para lograr la
efectividad de los derechos de los individuos.

c) El Ministerio Público carecía de la autonomía necesaria


para poder avocarse a la investigación y persecución de los
ilícitos derivados de los hechos objeto de la consignación, en
virtud de que ********** detentaba una serie de facultades que
impedían la debida investigación de los ilícitos derivados de
su actuar.

Como Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, tenía


bajo su mando a las instancias encargadas de procurar
justicia, tanto en el nivel federal como en el Distrito Federal;
nombraba y removía libremente al Procurador, Subprocurador,
Agentes y personal de los Ministerios Públicos Federal y del
Distrito Federal, e incluso tenía bajo su mando al órgano
encargado de vigilar el desempeño de sus agentes, la
Visitaduría General.

Lo anterior, de acuerdo con lo dispuesto por las siguientes


disposiciones, vigentes en la época en que ocurrieron los
hechos: artículo 73, fracción VI, base 5ª, 89, fracción II, y 102,
primer párrafo de la Constitución Política de los Estados
Unidos Mexicanos; 7, de la Ley Orgánica del Departamento
del Distrito Federal, publicada en el Diario Oficial de la
Federación el veintinueve de diciembre de mil novecientos
setenta; 3, 4, 5, 6 y 7 de la Ley Orgánica del Ministerio Público
del Distrito y Territorios Federales, publicada igualmente el
treinta y uno de diciembre de mil novecientos cincuenta y
cuatro; 3, 4 y 6 de la Ley Orgánica de la Procuraduría General
de Justicia del Distrito y Territorios Federales, publicada
durante el sexenio del funcionario mencionado; 5, 6, 8, 31 y
60 de la Ley Orgánica del Ministerio Público Federal,
publicada el veintiséis de noviembre de mil novecientos
cincuenta y cinco. Se concluye así, que el poder de control
absoluto sobre los órganos de investigación y persecución de
los delitos estaba en manos de uno de los participantes en el
ilícito.

d) El Presidente era intocable. Cualquier ilícito realizado


desde la estructura del gobierno, se presentaba como actos
para defender a la patria en contra de conspiraciones
extranjeras, casi siempre indefinidas, o como actos ajenos al
Presidente, aunque era del dominio público que ninguno de
esos actos podía haber sido ejecutado contra la voluntad o sin
la aprobación posterior y el perdón del Presidente a los
responsables.

Por su parte, los agentes del Ministerio Público Federal


gozaban de una inmunidad relativa pues no podían ser
detenidos por autoridad alguna, sino hasta que el Juez de la
causa respectiva solicitara al Procurador General de la
República los pusiera a su disposición y así lo resolviera dicho
funcionario. Al servidor que efectuara una detención sin
cumplir con dicho requisito se le impondría prisión de tres días
a seis meses y destitución del cargo o empleo (artículo 60 de
la Ley Orgánica del Ministerio Público Federal, publicada en el
Diario Oficial de la Federación el veintiséis de noviembre de
mil novecientos cincuenta y cinco).

e) El hoy probable responsable **********, según se


desprende de las constancias y actuaciones que obran
agregadas en la indagatoria motivo de la consignación,
participó en la concepción integral del operativo que tuvo por
objeto la represión desplegada por diferentes instancias
pertenecientes entonces al gobierno federal por él
encabezado. Si bien el grupo paramilitar denominado “Los
Halcones” estaba incorporado a la Dirección General de
Servicios Generales del Departamento del Distrito Federal,
ésta instancia administrativa formaba parte del gobierno
federal dependía en su actuación enteramente de las
instrucciones directas del Presidente de la República,
conforme al artículo 73, fracción VI, Base 3ª, constitucional y
el 22 de la Ley de Secretarías y Departamentos de Estado,
así como de las normas que regulaban a la institución de los
Ministerios Públicos Federal y Local.

f) Los denunciantes (víctimas sobrevivientes de los hechos


y familiares de las mismas) no tenían efectivamente expeditos
los derechos a la tutela penal efectiva, a la debida procuración
y administración de justicia y a la reparación del daño, entre
otros, ya que se encontraban imposibilitados para obligar a
accionar al Ministerio Público para consignar a los
responsables.

Esto resulta contrario a las garantías establecidas en los


artículos 14, segundo párrafo, y 17 constitucionales (de
acuerdo con su texto vigente en la época de los hechos), así
como al derecho a la justicia de todo individuo, reconocido en
los instrumentos internacionales antes citados y principios de
Ius cogens —incorporados a nuestro sistema jurídico nacional
conforme a lo establecido en el artículo 133 constitucional—,
toda vez que no basta que dicho derecho sea reconocido
formalmente, sino que debe ser efectivo materialmente.

Además, se abstuvieron de realizar alguna denuncia ante las


instancias de procuración de justicia debido al clima de
amenaza latente de represión y la desconfianza por parte de
los sobrevivientes de la matanza del diez de junio de mil
novecientos setenta y uno, de los familiares de las víctimas y
demás ofendidos, así como de otros testigos de los hechos,
de acuerdo con declaraciones vertidas ante la oficina del
Fiscal Especial para la Atención de hechos probablemente
constitutivos de delitos federales cometidos directa o
indirectamente por servidores públicos en contra de personas
vinculadas con movimientos sociales y políticos del pasado.
Tales declaraciones, que obran en autos y no fueron
consideradas o, si fueron referidas, no fueron analizadas por
el Juez de la causa, se encuentran en las comparecencias
de .
.

g) El régimen encabezado por ********** subvirtió y, por lo


tanto, interrumpió la observancia del orden constitucional en
nuestro país en cuanto al caso concreto. Esto es así porque,
en una dinámica de complicidad entre los autores del ilícito,
se utilizó el cargo de Presidente de la República, impidiendo
el desarrollo de la misión jurídico constitucional del Ministerio
Público, para simular la aplicación de la norma y despojarla
así de su más elemental contenido de justicia.

Esta situación duró, por lo menos, hasta la conclusión de su


encargo, el treinta de noviembre de mil novecientos setenta y
seis y, por lo tanto, era hasta el día siguiente que podía
empezar a correr el término para la prescripción de la acción
persecutora por el delito de genocidio.

Sin embargo, dicha simulación continuó de forma tal en las


instancias de procuración de justicia, que el tres de noviembre
del año de mil novecientos ochenta y dos, se dio por parte de
la Procuraduría General de la República, un acuerdo, dentro
de la simulada averiguación previa iniciada con motivo de los
hechos del diez de junio de mil novecientos setenta y uno,
que decreta la supuesta prescripción de los delitos de ello
derivados, sin mayor razonamiento y contrario al reciente
criterio jurisprudencial emitido por la Primera Sala de la H.
Suprema Corte de Justicia de la Nación con el rubro de:
MINISTERIO PÚBLICO. LA RESOLUCIÓN EN LA QUE
DECLARA ENCONTRARSE IMPOSIBILITADO
JURÍDICAMENTE PARA CONOCER DE LOS HECHOS
DENUNCIADOS EN VIRTUD DE QUE OPERÓ LA
PRESCRIPCIÓN DE LA ACCIÓN PENAL Y, ACORDÓ NO
INICIAR NI INTEGRAR LA AVERIGUACIÓN PREVIA
RESPECTIVA, TRANSGREDE LAS GARANTÍAS DE
LEGALIDAD Y SEGURIDAD JURÍDICA.

h) También debe considerarse que el fundamento de la


prescripción, para librarse de la responsabilidad penal en
general, no es únicamente el transcurso del tiempo, también
consiste en la condición de que aquel que tiene el derecho a
exigir dicha responsabilidad, actúe. La ley lo que hace es
castigar con la pérdida del derecho la inactividad prolongada
de aquel que podía actuar y no lo hizo. Pero la prescripción no
puede correr cuando la condición es imposible de cumplir
porque el único que tenía el derecho de reclamar, es decir, de
ejercer la acción, es el mismo que busca librarse de
responsabilidades y, valiéndose de su posición y dominio
sobre las instituciones encargadas de procurar justicia, impide
la investigación, la acción y el proceso penal. Se aplican aquí
dos principios generales de derecho: “imposibilium nulla
obligatio est” y “nadie se puede aprovechar de su propio dolo”.
i) El tiempo para la prescripción de la responsabilidad de
los gobernantes no puede correr mientras dichos gobernantes
tienen el control total de todos los medios por los que podría
llevarse a cabo el castigo penal respecto de los delitos
cometidos por ellos mismos —lo que fue la regla en un
sistema político basado en el dominio de los empleados
públicos, en razón de que les garantizaba a los gobernantes
la impunidad en los crímenes que ordenaran o cometieran
contra los habitantes de este país—.

j) En el caso específico se suspendió de hecho el régimen


constitucional, actualizándose la hipótesis prevista en el
artículo 136 de la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos, a través del poder otorgado a **********. Esto es
así porque la única razón de ser de los gobiernos, de las leyes
y de las instituciones, es el bienestar de la población, la
seguridad de los individuos y la protección de las libertades
fundamentales de los seres humanos, tal como se desprende
del artículo 39 constitucional. También, porque el Estado
Mexicano se basa en un sistema de representación
democrática (artículo 40 constitucional), y la democracia tiene
como fundamento el reconocimiento a la disidencia, a la libre
manifestación de las ideas en forma pacífica y a la reunión
con tal objeto (artículos 8 y 9 constitucionales) que fueron
violentados el día de los hechos y posteriormente a los
mismos, con la imposibilidad de las víctimas, los ofendidos y
los denunciantes para obtener la satisfacción de su derecho a
la debida justicia y a la tutela penal efectiva por parte de las
instancias del Ministerio Público Federal y Local del Distrito
Federal. Así, valiéndose formalmente de las estructuras
legales, se actuó en contra de los principios mismos del orden
constitucional, en un caso evidente de simulación jurídica.

En este sentido, el propio artículo 136 constitucional


preceptúa que, al restablecerse la observancia del orden
constitucional, serán juzgados quienes suspendieron el
mismo, conforme a las leyes aplicables. Dichas leyes son
aquellas que no podían hacerse efectivas, en el caso la
legislación punitiva que incluye el instituto de la prescripción
por cuanto hace a la acción persecutoria del delito.

k) Además, si el Ministerio Público se abstiene de ejercer la


acción penal indebidamente, como aconteció en el caso que
nos ocupa, viola los principios del Estado Democrático de
Derecho, pues niega a la víctima del delito la expectativa de
derecho que tiene y que no nace sino hasta el momento en
que existe un proceso porque su derecho sólo se perfecciona
con una condena

En consecuencia, el término de la prescripción no puede ni


debe considerarse que ha empezado a correr sino a partir del día
siguiente a la conclusión del encargo del hoy probable
responsable **********, como Presidente de la República (el treinta
de noviembre de mil novecientos setenta y seis), es decir, el
primero de diciembre de mil novecientos setenta y seis.
Así, no se podían aplicar, en justicia, los artículos 100, 101 y
102 del Código Penal para el Distrito y Territorios Federales en
materia de fuero común, y para toda la República en materia de
fuero federal, vigente en la época de los hechos, hoy Código
Penal Federal, toda vez que no pudieron cumplirse las
condiciones intrínsecas a la figura de la prescripción para que la
misma pudiera empezar a correr.

De la síntesis anterior, se desprende que los argumentos que


la representación social de la Federación expone en su tercer
agravio se encaminan, en gran medida, a cuestionar la
independencia de las instancias encargadas de procurar justicia
en la época de los hechos motivo de la consignación, las cuales,
indica, carecían de la autonomía necesaria para poder avocarse a
la investigación y persecución de los ilícitos cometidos por los
presuntos responsables, dada la calidad de Presidente de los
Estados Unidos Mexicanos de ********** y las condiciones
imperantes en el país en aquellos tiempos. Según su dicho, esto
ocasionó que las víctimas del delito y sus familiares no tuvieran
efectivamente expeditos los derechos a una tutela penal efectiva,
a la debida procuración y administración de justicia, y a la
reparación del daño, entre otros.

En consecuencia, previamente a referirse a los motivos de


inconformidad planteados, resulta conveniente precisar cuál es la
naturaleza institucional del Ministerio Público, lo que hace
necesario reseñar los antecedentes más importantes que le dieron
origen en México y que intervinieron en su evolución hasta la
actual organización en nuestro sistema jurídico.

En Francia se localiza el origen del Ministerio Público, con los


“Procuradores del Rey” (Procureurs du Roi) de la Monarquía del
siglo XIV, instituidos para la defensa de los intereses del príncipe
del Estado (pour la defénse des interésts du prince et de l’Etat) y
con funciones persecutorias e investigatorias de los delitos
penales, conforme a la Ordenanza de veintitrés de marzo de mil
trescientos dos, dictada por Felipe “El Hermoso”; que fue
disciplinada y encuadrada en un cuerpo completo con las
Ordenanzas de mil quinientos veintidós, mil quinientos veintitrés y
mil quinientos sesenta y ocho, conforme a las cuales el Procurador
del Rey se encargaba del procedimiento y el Abogado del Rey del
litigio en todos los negocios que interesaban al Rey, conservando
los primeros sus funciones persecutorias e investigadoras; sin
embargo, esta institución no asume la calidad de representante del
Poder Ejecutivo ante el Poder Judicial, porque durante la
Monarquía es inadmisible la concepción de división de poderes.

Durante los cambios políticos y sociales que se dieron en


Francia, con motivo del triunfo de la revolución de mil setecientos
noventa y tres, es que la acusación estatal, encuentra su
fundamento en una nueva concepción jurídico-filosófica, reflejada
en las leyes emanadas de la Asamblea Constituyente Francesa.

Es hasta el triunfo de la revolución de mil setecientos


noventa y tres que se origina la acusación estatal, encontrando su
fundamento en una nueva concepción jurídico-filosófica, reflejada
en las leyes emanadas de la Asamblea Constituyente Francesa.

Con la legislación promulgada en mil setecientos noventa se


introducen cambios en la institución, desmembrándola en
Comisarios del Rey encargados de promover la acción penal y la
ejecución (Commissaires du Roi) y Acusadores Públicos que
sostenían la acusación en el debate (Accusateurs publics).

Es en esta época que aparece el acusador público,


funcionario electo popularmente, cuya función era sostener la
acusación ante los tribunales penales.

Con la ley de 22 frimario, año VIII (trece de diciembre de mil


setecientos noventa y nueve), se devuelve la unidad a la
institución y esa tradición es continuada por la Organización
Imperial de mil ochocientos ocho y mil ochocientos diez de
Napoleón, siendo en estos ordenamientos en los que queda
definitivamente organizada.

El Código Napoleónico de Instrucción Criminal de mil


ochocientos ocho, perfeccionó la figura del Ministerio Fiscal,
organizó un tipo mixto de procedimientos estableciendo la
instrucción previa, como primera etapa del proceso penal,
contemplada ya en la Ordenanza de mil seiscientos setenta y en
una segunda etapa mantiene el procedimiento público y oral, ante
un jurado de acusación.
En mil ochocientos diez, con la Ley de Organización de los
Tribunales, se complementó el Código Napoleónico de Instrucción
Criminal, al suprimir el jurado de acusación e instituir en su lugar
una Cámara de Consejos.

A través de estos ordenamientos se creó y se reconoció que


el Ministerio Fiscal actuaba ante el tribunal como único titular en el
ejercicio de la acción penal (actio publique), que dependía del
Poder Ejecutivo, dejando a los particulares sólo el ejercicio de la
acción civil, con lo cual, además de afirmar el nacimiento de la
institución que influenciaría a todos los países de Europa, marcó la
definitiva superación e independencia entre el ejercicio de la
acción civil y de la penal.

Con los ordenamientos mencionados, así como con el


Código Penal de mil ochocientos diez, se precisaron las
características del Ministerio Fiscal, como son la dependencia del
Poder Ejecutivo, la representación directa de la sociedad en la
persecución de los delitos, la integración de la magistratura, ya
que para su ejercicio se dividió en dos secciones llamadas
“parquets” que se conformaban por un procurador y varios
auxiliares sustitutivos en los tribunales de justicia o sustitutos
generales en los tribunales de apelación.

Por otro lado, en España desde la época del “Fuero Juzgo”


había una magistratura especial, con facultades para actuar ante
los tribunales cuando no hubiera un interesado que acusara al
delincuente; este funcionario era un mandatario particular del rey
en cuya actuación representaba al monarca. En la Novísima
Recopilación, Libro V, Título XVII, se reglamentaron las funciones
del Ministerio Fiscal. En las Ordenanzas de Medina expedidas en
mil cuatrocientos ochenta y nueve se menciona a los fiscales
(promotoría fiscal) y en las Leyes de Recopilación (Libro II, Título
XIII, Ley Primera), expedidas por Felipe II en mil quinientos
setenta y seis, se establecen dos Promotores Fiscales que tenían
como función primordial formular acusación cuando no lo hiciera
un acusador privado.

España impuso en el México Colonial su legislación. En la


Recopilación de las Leyes de Indias, ordenamientos dados en mil
seiscientos veintiséis y mil seiscientos treinta y dos, se ordenaba
que en la Audiencia de México hubiera dos fiscales, uno para
atender lo referente al ámbito civil y el otro al ámbito criminal, lo
cual fue confirmado ya en el régimen constitucional por Decreto de
nueve de octubre de mil ochocientos doce, mismo que siguió
rigiendo la vida independiente de nuestro país, conforme al
Tratado de Córdoba.

En el Decreto Constitucional para la Libertad de la América


Mexicana, sancionado en Apatzingán el veintidós de octubre de
mil ochocientos catorce, se estableció la organización de los
Tribunales, instituyéndose dos fiscales letrados, uno para el ramo
civil y otro para el criminal, los cuales eran nombrados por el
Congreso a propuesta del Supremo Gobierno.
Conforme a la Constitución de mil ochocientos veinticuatro,
se establece la división de poderes. La integración de la Suprema
Corte de Justicia de la Nación, se prevé con once ministros y un
fiscal, equiparando la dignidad de éste a la de los Ministros,
previéndose también fiscales en los Tribunales de Circuito, mas no
así en los Juzgados. Al igual que en la Constitución de Apatzingán,
no se precisa la función de este órgano del Poder Público.

En las Leyes Constitucionales de mil ochocientos treinta y


seis, se establece el sistema centralista en México y en la ley de
mil ochocientos treinta y siete (Ley para el Arreglo de la
Administración de Justicia en los Tribunales y Juzgados del Fuero
Común), se establece que en la Suprema Corte de Justicia y en
los Tribunales Superiores de los Departamentos, debía estar
adscrito un agente fiscal, con el carácter de inamovible, para su
intervención en los casos penales.

En las Bases Orgánicas de mil ochocientos cuarenta y tres,


se reitera lo anterior al establecerse que deberá ser adscrito un
fiscal a la Suprema Corte de Justicia de la Nación y a los
Tribunales, para conocer de negocios de hacienda y todos
aquellos que fueran de interés público; sin embargo, es hasta mil
ochocientos cincuenta y tres, con la Ley para el Arreglo de la
Administración de Justicia, que se regula la primera organización
sistematizada del Ministerio Fiscal en el México independiente; en
Título VI, bajo el rubro “Del Ministerio Fiscal”, se establecen las
categorías del Ministerio Fiscal, como eran los promotores
fiscales, agentes fiscales, fiscales de los tribunales superiores y
fiscal del tribunal supremo, dándose su nombramiento a
discrecionalidad del Presidente de la República.

En los artículos 271 y 272 se dispuso que el Procurador


General debía ejercer su ministerio cerca de los tribunales,
representando al gobierno y que sería recibido como parte del
Supremo Tribunal y en cualquier tribunal superior y en los
inferiores, ejerciendo el Procurador General autoridad sobre los
promotores fiscales y estando obligado a darles todas las
instrucciones que estimara convenientes para el desempeño de su
ministerio.

En los términos del artículo 264, correspondía al Ministerio


Fiscal promover la observancia de las leyes; defender a la Nación
cuando por razón de sus bienes, derechos o acciones, fuera parte
en los juicios civiles; interponer su oficio en pleitos y causas que
interesaran a las demarcaciones, pueblos y establecimientos
públicos, dependientes del gobierno, así como en las causas
criminales y en las civiles en que se interesara la causa pública o
la jurisdicción ordinaria; promover cuando lo creyera necesario u
oportuno para la pronta administración de justicia; acusar con
arreglo a las leyes a los delincuentes; averiguar con particular
solicitud las detenciones arbitrarias; intervenir en todos los demás
negocios y casos en que lo establecieran las leyes.

En la Constitución de mil ochocientos cincuenta y siete se


establece que la Suprema Corte se integraría de once Ministros
propietarios, cuatro supernumerarios, un fiscal y un Procurador
General.

Decía el artículo 27 del proyecto de Constitución “A todo


procedimiento del orden criminal, debe proceder querella o
acusación de la parte ofendida o instancia del Ministerio Público
que sostenga los derechos de la sociedad”, esto es, se proponía
que tanto el ofendido podía ir directamente ante el juez de la
causa ejercitando la acción, como también podía hacerlo el
Ministerio Público.

Los debates del Congreso Constituyente de mil ochocientos


cincuenta y seis y mil ochocientos cincuenta y siete, se
caracterizaron por una fuerte tradición democrática, razón por la
que no se concibió la figura del Ministerio Público como titular del
monopolio de la acción penal, pues ello implicaba, según se
consideró, privar a los ciudadanos de su derecho a acusar, al
sustituírseles con un acusador público y quebrantar, por tanto, los
principios filosóficos sustentados por el individualismo, además de
que, en su concepto, ello daría lugar a grandes dificultades
prácticas, pues el juez se encontraría restringido a que el
Ministerio Público ejercitara la acción; por lo que se propuso que el
ciudadano, al igual que el Ministerio Público, pudiera ejercer la
acción sin que significara que la institución tuviera el monopolio
exclusivo de la acción penal; sin embargo, esta propuesta fue
rechazada al ser considerada también privativa del derecho de los
ciudadanos a acudir a los tribunales.
En el Código de Procedimientos Penales de quince de
septiembre de mil ochocientos ochenta, en su artículo 28, se
menciona ya al Ministerio Público, definiéndolo como “una
magistratura instituida para pedir y auxiliar la pronta
administración de justicia, en nombre de la sociedad y para
defender ante los tribunales los intereses de ésta en los casos y
por los medios que señalan las leyes”, estableciéndose además,
una organización completa.

En el Código de Procedimientos Penales de quince de


septiembre de mil ochocientos noventa y cuatro, se señalaba que
el Ministerio Público actuaría como un auxiliar de la administración
de justicia en sus diferentes ramas y en el juicio tiene el carácter
de parte acusadora, pero aún sin disfrutar del monopolio de la
acción penal, ya que también en el juicio intervenían el ofendido y
sus causahabientes, considerados como parte civil.

En la reforma constitucional del veintidós de mayo de mil


novecientos, se suprimen de la composición de la Suprema Corte
de Justicia al fiscal y al procurador general, siendo la primera vez
que se menciona en el texto constitucional la denominación
“Ministerio Público”.41

El treinta de junio de mil ochocientos noventa y uno se


publicó un Reglamento del Ministerio Público, pero no es sino
41
El artículo 96 de la reforma establecía:

 “Artículo 96. Se establecerán y organizarán los tribunales de circuito, los


Juzgados de Distrito y el Ministerio Público de la Federación. Los funcionarios
del Ministerio Público y el Procurador General de la República que ha de
presidirlo, serán nombrados por el Ejecutivo”.
hasta el doce de septiembre de mil novecientos tres que se expide
la primera Ley Orgánica del Ministerio Público para el Distrito y
Territorios Federales, en la que se regula al Ministerio Público, ya
no como un auxiliar de la administración de justicia, sino como
parte en los juicios en que se afectara el interés público, de los
incapacitados y en el ejercicio de la acción penal, interviniendo
como un representante de la sociedad.

Sin embargo, la institución de fiscalía, tal como la


encontramos en la actualidad, se debe al Constituyente de mil
novecientos diecisiete, que en los artículos 21 y 102 de la
Constitución Política de cinco de febrero de ese año le reconoce el
monopolio de la acción penal al Estado, encomendándolo a un
solo órgano denominado Ministerio Público. 42

42
El texto original de dichos artículos, en lo conducente, decía:
“Artículo 21. La imposición de las penas es propia y exclusiva de la autoridad
judicial. La persecución de los delitos incumbe al Ministerio Público y a la policía
judicial, la cual estará bajo la autoridad y mando inmediato de aquél. Compete a
la autoridad administrativa el castigo de las infracciones de los reglamentos
gubernativos y de policía; el cual únicamente consistirá en multa o arresto hasta
por treinta y seis horas; pero si el infractor no pagare la multa que se le hubiese
impuesto, se permutará ésta por el arresto correspondiente, que no excederá en
ningún caso de quince días.
Si el infractor fuese jornalero u obrero, no podrá ser castigado con multa mayor
del importe de su jornal o sueldo en una semana”.
“Artículo 102. La ley organizará el Ministerio Público de la Federación, cuyos
funcionarios serán nombrados y removidos libremente por el Ejecutivo, debiendo
estar presididos por un Procurador General que deberá tener las mismas
cantidades requeridas para ser Magistrado de la Suprema Corte.
Estará a cargo del Ministerio Público de la Federación la persecución ante los
tribunales de todos los delitos del orden federal: y, por lo mismo, a él le
corresponderá solicitar las órdenes de aprehensión contra los reos; buscar y
presentar las pruebas que acrediten la responsabilidad de éstos; hacer que los
juicios se sigan con toda regularidad, para que la administración de justicia sea
pronta y expedita; pedir su aplicación de las penas e intervenir en todos los
juicios que la misma ley determinare.
El Procurador General de la República intervendrá personalmente en todos los
negocios en que la Federación fuese parte; en los casos de los Ministros
Diplomáticos y Cónsules Generales, y en aquellos que se suscitaren entre dos o
más Estados de la Unión, entre un Estado y la Federación o entre los Poderes
de un mismo Estado. En los demás casos en que deba intervenir el Ministerio
Público de la Federación, el Procurador General podrá intervenir por sí o por
medio de alguno de sus agentes”.
Con estas disposiciones se quita a los jueces la facultad que
tenían de seguir de oficio todo proceso, se desvincula al Ministerio
Público del juez de instrucción y se le organiza como un
organismo autónomo e independiente del Poder Judicial, con las
atribuciones exclusivas de investigación y persecución del delito,
así como el mando de la policía judicial.

Los motivos de esta nueva orientación se desprenden de las


razones en que se fundó el entonces Presidente de la República
Venustiano Carranza, en la exposición de motivos presentada ante
el Congreso Constituyente el primero de diciembre de mil
novecientos dieciséis, en relación con los artículos 21 y 102
constitucionales. 43
El Procurador General de la República será consejero jurídico del Gobierno; tanto
él como los agentes se someterán estrictamente a las disposiciones de la ley,
siendo responsables de toda falta u omisión o violación en que incurran con motivo
de las funciones”
43
Las razones en que se fundó el entonces Presidente de la República Venustiano Carranza, en la
exposición de motivos presentada ante el Congreso Constituyente del primero de diciembre de mil
novecientos dieciséis, en relación con los artículos 21 y 102 constitucionales, son:
“La reforma que sobre este particular se propone, a la vez que confirma a los
jueces la facultad exclusiva de imponer penas, sólo concede a la autoridad
administrativa castigar la infracción de los reglamentos de policía, que por regla
general sólo da lugar a penas pecunarias y no de reclusión, la que únicamente se
impone cuando el infractor no puede pagar la multa.--- Pero la reforma no se
detiene allí, sino que propone una innovación que de seguro revolucionará
completamente el sistema procesal que durante tanto tiempo ha regido en el país,
no obstante todas sus imperfecciones y deficiencias.--- Las leyes vigentes, tanto
en el orden federal como en el común, han adoptado la institución del Ministerio
Público, pero tal adopción ha sido nominal, porque la función asignada a los
representantes de aquél tiene carácter meramente decorativa para la recta y
pronta administración de justicia.--- Los jueces mexicanos han sido durante el
período corrido desde la consumación de la Independencia hasta hoy, iguales a los
de la época colonial ellos son los encargados de averiguar los delitos y buscar las
pruebas a cuyo efecto siempre se han considerado autorizados a emprender
verdaderos asaltos contra los reos, para obligarlos a confesar, lo que sin duda
alguna desnaturaliza las funciones de la judicatura.--- La sociedad entera recuerda
horrorizada los atentados cometidos por jueces que, ansiosos de renombre, veían
como positiva fruición que llegase a sus manos un proceso que les permitiera
desplegar un sistema completo de opresión, en muchos casos contra personas
inocentes, y en otros contra la tranquilidad y el honor de las familias, no
respetando en sus inquisiciones, ni las barreras mismas que terminantemente
establecía la ley.--- La misma organización del Ministerio Público a la vez que
En esta exposición, Venustiano Carranza define claramente
la situación que había prevalecido en los tiempos anteriores a la
reunión constituyente; habla de las arbitrariedades de las
autoridades administrativas y de la capacidad legal que las leyes
vigentes les otorgaban para cometerlas; se refiere a los atentados
que en múltiples ocasiones cometían los jueces contra inocentes
al ejercer al mismo tiempo funciones persecutorias contra los
delitos, lo que creó la peligrosísima confesión con cargos, que
desnaturaliza las funciones de la judicatura; también trata de la
institución del Ministerio Público adoptada con anterioridad en las
leyes mexicanas, pero con un carácter meramente nominal y
decorativo, sin mayor posibilidad de cumplir las condiciones para
las cuales había sido creado, es decir, intervenir en la recta y
pronta administración de justicia.

Para acabar con estas situaciones, propuso delimitar en


forma precisa las funciones de persecución de los delitos, así
como el castigo de las penas, ambas correspondientes tanto a la
autoridad administrativa como a la judicial. A tal fin, otorgó
facultades exclusivas al Ministerio Público poniendo a su
disposición a la policía judicial.

Así, la Constitución de 1917 estableció en materia penal una


doble función del Ministerio Público: como titular de la acción penal
evitará ese sistema procesal tan vicioso, restituyendo a los jueces toda la dignidad
y toda la responsabilidad de la magistratura, dará al Ministerio Público toda la
importancia que le corresponde, dejando exclusivamente la persecución de los
delitos, la busca de los elementos de convicción que ya no se hará por
procedimientos atentatorios y reprobados, y la aprehensión de los delincuentes”.

y como jefe de la Policía Judicial, lo cual constituyó un cambio
significativo en materia penal al responsabilizar en forma directa y
casi exclusiva de la función investigadora al Ministerio Público.

En la discusión del artículo 21 constitucional, propuesto por


Carranza44, se vertieron distintos comentarios en torno a
cuestiones de forma, más que de fondo, ya que según algunos
diputados existía una vaguedad en la redacción del artículo
propuesto, que no reafirmaba lo expuesto en el informe de
Carranza acerca de la Policía Judicial. Al respecto, se proponía
que cualquiera que fuera su organización en los Estados, las
autoridades municipales ejercieran funciones de Policía Judicial
en apoyo al Ministerio Público y a él quedaran subordinados en
esas funciones.45
44
El artículo 21, tal como lo proponía Carranza, decía así:
“Artículo 21.- La imposición de las penas es propia y exclusiva de la autoridad
judicial. Sólo incumbe a la autoridad administrativa el castigo de las
infracciones de los reglamentos de policía y la persecución de los delitos por
medio del ministerio público y de la policía judicial que estará a la disposición
de éste.
 La autoridad judicial mandará, siguiendo este criterio, buscar y
aprehender a los reos. Se podrá valer, para la aprehensión, de la autoridad
administrativa para cuyas funciones la autoridad administrativa tendrá a sus
órdenes al Ministerio Público y a la Policía Judicial”.
45
Para lo que aquí interesa, cabe destacar algunos fragmentos de la intervención del diputado José
Natividad Macías:
 “(...)Ha habido una confusión en la que es natural que haya incurrido la
muy respetable Primera Comisión, y para desvanecerla, voy a hacer una
explicación sencilla del organismo jurídico que se trata de establecer en el
Proyecto del C. Primer Jefe. Cuando México se hizo independiente —tomo la
cuestión desde allí para que esta respetable Cámara pueda darse cuenta
exacta del asunto—, entonces se encontró con que la autoridad judicial no era
más que una parte del Poder Ejecutivo, porque no había entonces la división
de poderes que existe en el derecho moderno, del Poder Legislativo, del Poder
Ejecutivo y del Poder Judicial, sino que todos los poderes que había en la
nación los ejecutaba la corona, de manera que era la que legislaba, la que
aplicaba leyes y perseguía a los delincuentes, de manera que todos los
poderes estaban confundidos en uno solo. Se hizo México independiente y
este poder, de hecho, quedó en esa misma forma; se estableció la soberanía
del pueblo, pero de hecho los poderes quedaron enteramente concentrados en
una misma mano, y aunque nominalmente se hizo la división de poderes, de
hecho quedaron confundidos y el Poder Judicial se consideraba facultado no
sólo para imponer la pena, para decidir en el caso concreto sujeto a su
conocimiento, sino que se consideraba con facultades para perseguir, el mismo
Finalmente, el artículo 21, con algunas modificaciones, fue
aprobado en la sesión celebrada el doce de enero de mil
novecientos diecisiete. Por su parte, el artículo 102 constitucional
fue aprobado en la quincuagésima cuarta sesión ordinaria,
celebrada el día veintiuno de ese mismo mes y año.

Poder Judicial, a los delincuentes, y por esto entonces se estableció la policía


judicial, es decir, los agentes que no eran jueces, sino empleados que estaban
a su servicio para buscar las pruebas, para averiguar los detalles con los
cuales se había cometido un delito y estaban enteramente dependientes de él.
Si los señores diputados se toman el trabajo de leer cualquier diccionario de
legislación correspondiente a esa época, verán comprobado con toda exactitud
lo que acabo de manifestar. Vino después en México la institución del
Ministerio Público; pero como se han adoptado entre nosotros todas las
instituciones de los pueblos civilizados, como se han aceptado y se aceptan,
de una manera enteramente arbitraria y absurda, se estableció el Ministerio
Público y el Ministerio Público no pudo ser, como dice el C. Primer Jefe en su
epígrafe, más que una entidad decorativa, porque en lugar de ser el que
ejerciese la acción penal, el que persiguiese a los delincuentes acusándolos y
llevando todas las pruebas, no hacía más que cruzarse de brazos para que el
juez practicara todas las diligencias y él, estar pendiente de todos estos actos.
El Código de Procedimientos Penales actualmente vigente en el Distrito
Federal, está tomado del Código de Procedimientos de Francia, y allí se dice:
la policía judicial está comprendida por tales y cuales funcionarios; pero se
cometió el error de hacer policía judicial al Ministerio Público, y el Ministerio
Público no es la policía judicial; de manera que ése fue el error.--- Se hizo una
amalgama enteramente confusa e imposible. De allí resultó que era policía
judicial el Ministerio Público. La policía judicial propiamente dicha, la policía
judicial y la policía preventiva que es cosa enteramente distinta, es lo que
quiero aclarar para evitar la confusión. El C. Primer Jefe en este artículo tiene
que adoptar precisa y necesariamente, porque se trata de una obra científica,
el tecnicismo científico empleado en toda la Constitución. La Constitución le
dice en uno de sus artículos: ‘El poder público de la Federación se divide para
su ejercicio en Legislativo, Ejecutivo y Judicial’ de manera que no existen más
que tres poderes: el Legislativo, que es el que da la ley; el Ejecutivo, que es el
que hace que se cumpla y el Judicial que es el que va a resolver los casos
concretos en que haya contienda y que sea precisa su intervención para
aplicar la ley al caso de que se trate. Ahora bien, como hay que deslindar,
porque se trata de hacer una implantación definitiva de las instituciones libres,
viene este problema: el poder que va a perseguir delincuentes ¿a qué ramo
pertenece? Desde luego no puede pertenecer al Legislativo, porque
indudablemente no va a dar a la ley; tampoco puede pertenecer al Judicial,
porque él no va a aplicarla, entonces, lo lógico, lo jurídico, es lo que acaba de
decir el señor Machorro Narváez, viene la institución del Ministerio Público y el
Ministerio Público no es más que un órgano del poder administrativo, es decir,
del Ejecutivo. Por eso tienen ustedes que en todos los países en que existen
las instituciones libres, es decir, en donde está dividido el poder en tres ramas,
el Ejecutivo acusa en nombre de la nación de que se trate. Por eso es que en
Estados Unidos, por ejemplo, se dice: ‘El procurador general de la nación en
nombre del Presidente de la República ...’, porque él es representante del
presidente de la República en materia penal. En los estados, el procurador
general del estado es el representante del gobernador del estado porque es él
quien va a perseguir. Ahora, ¿cómo persigue? Pues persigue de una manera
muy sencilla. La policía judicial en los países libres está dividida en dos clases:
la policía preventiva y la policía inquisitiva, que se llama la policía judicial, que
De los antecedentes narrados, se desprende que el
Ministerio Público, en nuestro sistema jurídico y, específicamente
en materia penal, se crea a partir de la influencia de tres
vertientes: la francesa, de la que toma su característica
fundamental de identidad de sus funciones, pues en nuestro país
aun cuando actúen los agentes del Ministerio Público adscritos a
diferentes fueros, lo hacen ejerciendo la misma función
investigadora asignada a una institución, en cuanto titular del
monopolio de la acción penal y representante de la sociedad; la
influencia española se encuentra en el procedimiento, cuando el
Ministerio Público formula conclusiones, siguiendo los mismos
lineamientos formales del pedimento del Fiscal de la Inquisición,
mientras que la aportación nacional, la encontramos en la
preparación del ejercicio de la acción penal, toda vez que ésta se
encuentra reservada exclusivamente al Ministerio Público, que es
el jefe de la Policía Judicial.

De las influencias que convergen en la institución del


Ministerio Público en México, se resalta la cualidad que lo
caracteriza, la identidad de las funciones de sus miembros, entre
las cuales se encuentra la función investigadora, la titularidad del

es el nombre técnico con que se le designa.---(...) Por esto verán los señores
diputados que lo que el C. Primer Jefe dice en su discurso, está enteramente
conforme con lo que expresa el artículo. La policía, el poder administrativo,
persigue a los delincuentes mediante su órgano, que es el agente del
Ministerio Público; el agente del Ministerio Público desempeña esa función con
los auxiliares que tiene al efecto o sea la policía judicial. La reforma consiste en
acabar con esa amalgama que había hecho las leyes anteriores conservando
el Poder Judicial enteramente independiente del poder administrativo, y por
otra parte, descentralizando al Poder Judicial de sus funciones, al convertirse
en el inquisidor de todos los hechos que ameriten la aplicación de una ley
penal. Esta es la explicación que tenía que dar a ustedes (...)”.
monopolio de la acción penal y la representación de la sociedad,
conforme lo dispuesto en los artículos 21 y 102 constitucionales.

En tales circunstancias, debe destacarse que, si bien es


cierto que el Ministerio Público tenía —y tiene hasta la fecha— el
monopolio del ejercicio de la acción penal y que era el único
detentador de la facultad de investigación y persecución de los
delitos, y sus determinaciones en la averiguación previa eran
inatacables y no sujetas a control judicial alguno en la época en
que se dieron los hechos motivo de la consignación, también lo es
que dicho sistema de procuración de justicia se ajustaba al
mandato constitucional establecido en los artículos 21 y 102 de la
Carta Magna, de manera que el mismo no podía resultar violatorio
de garantía individual alguna.

Esto es así, ya que las normas constitucionales no pueden


vulnerar los derechos previstos en otras normas constitucionales,
en virtud de que entre las disposiciones de la Carta Magna no
existe contradicción, sino que todas ellas se complementan entre
sí.

Por lo tanto, no es dable considerar que el sistema de


procuración de justicia establecido en los preceptos
constitucionales de referencia, es decir, en los artículos 21 y 102,
resulte, bajo ninguna circunstancia, violatorio de los derechos
contemplados en los diversos artículos 14, segundo párrafo, y 17
de la propia Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos, ya que al aplicar e interpretar los preceptos
constitucionales en cuestión es menester armonizarlos.

El criterio anterior encuentra sustento en la tesis de


jurisprudencia con el rubro: “CONSTITUCIÓN FEDERAL. SUS
ESTATUTOS NO PUEDEN SER CONTRADICTORIOS ENTRE
SÍ”.46

Del contenido de los artículos 14, 17, 21 y 102


constitucionales, vigentes en la época en que sucedieron los
hechos motivo de la consignación47, se desprende que en el
46
La localización, rubro y texto de la citada tesis son los siguientes: Séptima Época, Pleno,
Semanario Judicial de la Federación, Tomo: 39 Primera Parte, página: 22,
“CONSTITUCIÓN FEDERAL. SUS ESTATUTOS NO PUEDEN SER CONTRADICTORIOS
ENTRE SÍ. Las reformas a los artículos 49 y 131 de la Constitución, efectuadas por el
Congreso de la Unión, no adolecen de inconstitucionalidad, ya que jurídicamente la Carta
Magna no tiene ni puede tener contradicciones, de tal manera que, siendo todos sus
preceptos de igual jerarquía, ninguno de ellos prevalece sobre los demás; por lo que no se
puede decir que algunos de sus estatutos no deban observarse por ser contrarios a lo
dispuesto por otros. La Constitución es la norma fundamental que unifica y da validez a
todas las demás normas que constituyen un orden jurídico determinado y conforme a su
artículo 133, la Constitución no puede ser inconstitucional; es un postulado sin el cual no
se podría hablar de orden jurídico positivo, porque es precisamente la Carta Fundamental
la que unifica la pluralidad de normas que componen el derecho positivo de un Estado.
Además, siendo "la Ley Suprema de toda la Unión", únicamente puede ser modificada o
adicionada de acuerdo con las disposiciones de la misma que en el derecho mexicano se
contienen en el artículo 135 constitucional, y únicamente por conducto de un órgano
especialmente calificado pueden realizarse las modificaciones o adiciones, y por exclusión,
ningún otro medio de defensa legal como el juicio de amparo es apto para modificarla”.
Amparo en revisión 8165/62. Salvador Piña Mendoza. 22 de marzo de 1972. Unanimidad
de dieciséis votos. Ponente: Enrique Martínez Ulloa.


47
Los artículos 14, 17, 21 y 102 constitucionales, vigentes en la época de los hechos,
establecían:
“Artículo. 14.- A ninguna ley se dará efecto retroactivo en perjuicio de persona
alguna.
Nadie podrá ser privado de la vida, de la libertad o de sus propiedades,
posesiones o derechos, sino mediante juicio seguido ante los tribunales
previamente establecidos, en el que se cumplan las formalidades esenciales
del procedimiento y conforme a las leyes expedidas con anterioridad al hecho.
En los juicios del orden criminal queda prohibido imponer, por simple analogía,
y aún por mayoría de razón, pena alguna que no esté decretada por una ley
exactamente aplicable al delito de que se trata.
En los juicios del orden civil, la sentencia definitiva deberá ser conforme a la
letra o a la interpretación jurídica de la ley, y a falta de ésta se fundará en los
principios generales del derecho”.
propio texto constitucional se establecía, por un lado, que ninguna
persona podría hacerse justicia por sí misma ni ejercer violencia
para reclamar su derecho, así como que los tribunales estarían
expeditos para administrar justicia, y por el otro, el monopolio de
la persecución de los delitos y el ejercicio de la acción penal a
cargo del Ministerio Público, sin que ello, como se anotó
anteriormente, pueda considerarse contradictorio, ni violatorio de
garantía alguna.

“Artículo 17.- Nadie puede ser aprisionado por deudas de carácter puramente
civil. Ninguna persona podrá hacerse justicia por sí misma ni ejercer violencia
para reclamar su derecho. Los tribunales estarán expeditos para administrar
justicia en los plazos y términos que fije la ley; su servicio será gratuito,
quedando, en consecuencia, prohibidas las costas judiciales”.
“Artículo. 21.- La imposición de las penas es propia y exclusiva de la autoridad
judicial. La persecución de los delitos incumbe al Ministerio Público y a la
policía judicial, la cual estará bajo la autoridad y mando inmediato de aquél.
Compete a la autoridad administrativa el castigo de las infracciones de los
reglamentos gubernativos y de policía; el cual únicamente consistirá en multa o
arresto hasta por treinta y seis horas; pero si el infractor no pagare la multa que
se le hubiese impuesto, se permutará ésta por el arresto correspondiente, que
no excederá en ningún caso de quince días.
Si el infractor fuese jornalero u obrero, no podrá ser castigado con multa mayor
del importe de su jornal o sueldo en una semana”.
“Artículo 102.- La ley organizará el Ministerio Público de la Federación, cuyos
funcionarios serán nombrados y removidos por el Ejecutivo, de acuerdo con la
ley respectiva, debiendo estar presididos por un Procurador General, el que
deberá tener las mismas calidades requeridas para ser ministro de la Suprema
Corte de Justicia.
Incumbe al Ministerio Público de la Federación, la persecución, ante los
tribunales, de todos los delitos del orden federal; y, por lo mismo, a él le
corresponderá solicitar las órdenes de aprehensión contra los inculpados;
buscar y presentar las pruebas que acrediten la responsabilidad de éstos;
hacer que los juicios se sigan con toda regularidad para que la administración
de justicia sea pronta y expedita; pedir la aplicación de las penas e intervenir
en todos los negocios que la ley determine.
El Procurador General de la República intervendrá personalmente en las
controversias que se suscitaren entre dos o más Estados de la Unión, entre un
Estado y la Federación o entre los Poderes de un mismo Estado.
En todos los negocios en que la Federación fuese parte; en los casos de los
diplomáticos y los cónsules generales y en los demás en que deba intervenir el
Ministerio Público de la Federación, el Procurador General lo hará por sí o por
medio de sus agentes.
El Procurador General de la República será el consejero jurídico del Gobierno.
Tanto él como sus agentes serán responsables de toda falta, omisión o
violación a la ley, en que incurran con motivo de sus funciones”.

Atendiendo a las mismas razones, son de calificarse como
infundados los motivos de inconformidad en los que la
representación social de la Federación señala que al ser
inatacables las determinaciones del Ministerio Público en la
averiguación previa y no estar sujetas a control judicial alguno, se
violentaba lo establecido en los artículos 3, 8 y 10 de la
Declaración Universal de Derechos Humanos; 2, sección 3,
incisos A), B) y el 14, sección 1, del Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos; V y XVIII de la Declaración
Americana de los Derechos y Deberes del Hombre, y 4, sección
1, in fine y 25 de la Convención Americana sobre Derechos
Humanos (Pacto de San José), así como los principios de Ius
cogens —incorporados a nuestro sistema jurídico nacional
conforme a lo establecido en el artículo 133 constitucional—,
respecto a la necesidad de una actuación imparcial, objetiva y
expedita de las autoridades encargadas de procurar y administrar
justicia para lograr la efectividad de los derechos de los
individuos.

Lo anterior, tomando en consideración que en la época en


que sucedieron los hechos motivo de la consignación, la
inatacabilidad de las resoluciones del Ministerio Público se
desprendía de la interpretación del propio texto constitucional, ya
que fue hasta la reforma publicada en el Diario Oficial de la
Federación del treinta y uno de diciembre de mil novecientos
noventa y cuatro cuando se estableció, en el cuarto párrafo del
artículo 21 de la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos, que las resoluciones del Ministerio Público sobre el no
ejercicio y desistimiento de la acción penal podrán ser
impugnadas por vía jurisdiccional en los términos que establezca
la ley.48

Empero, esto no significa que hasta esa fecha se haya


vulnerado los derechos plasmados en los instrumentos
internacionales a los que alude la representación social de la
Federación, ya que esos mismos derechos estaban consagrados
en el artículo 17 y demás relacionados de la Constitución General
de la República, sin que el hecho de que las resoluciones del
Ministerio Público no fueran combatibles por la vía jurisdiccional
pudiera considerarse violatorio de tan importante garantía de
seguridad jurídica.

Al respecto, cabe señalar que, no obstante que los


gobernados no contaran con un medio jurisdiccional para
combatir dichas resoluciones y que, a decir de la representación
social de la Federación, los agentes del Ministerio Público
gozaran de una inmunidad relativa (en términos del artículo 60 de
la Ley Orgánica del Ministerio Público Federal, publicada en el
Diario Oficial de la Federación el veintiséis de noviembre de mil
novecientos cincuenta y cinco), dichos servidores públicos sí eran
48
En la Exposición de Motivos de la reforma constitucional de 1994 se señaló en relación con este
tema que:
“[…] la iniciativa plantea adicionar un párrafo al artículo 21 constitucional a fin
de disponer que la ley fije los procedimientos para impugnar las resoluciones
del Ministerio Público que determinen el no ejercicio de la acción penal. De
esta manera, la propuesta plantea que el Congreso de la Unión o, en su caso,
las legislaturas locales analicen quiénes habrán de ser los sujetos legitimados,
los términos y condiciones que habrán de regir al procedimiento y la autoridad
competente para que presente la cuestión para su resolución, que podrá ser
jurisdiccional o administrativa, según se estime conveniente con lo anterior se
pretende zanjar un añejo debate constitucional, que en los hechos impidió que
las omisiones del Ministerio Público fueran sujetas a un control de legalidad por
un órgano distinto”.
responsables de su actuación, según se advierte de las siguientes
tesis de jurisprudencia emitidas por esta Suprema Corte:

“Séptima Época
Instancia: Pleno
Fuente: Semanario Judicial de la Federación
Tomo: 43 Primera Parte
Página: 93

MINISTERIO PÚBLICO. CUANDO EJERCITA LA


ACCIÓN PENAL NO ES AUTORIDAD. En la tesis
jurisprudencial 190, consultable en la Segunda Parte
de la última compilación al Semanario Judicial de la
Federación, la Primera Sala ha resuelto esta cuestión
correctamente y, por lo mismo, este Tribunal Pleno
hace suyo dicho criterio, diciendo que: si el Ministerio
Público ejercita la acción penal en un proceso, tiene el
carácter de parte y no de autoridad, y, por lo mismo,
contra sus actos, en tales casos, es improcedente el
juicio de garantías, y por la misma razón, cuando se
niega a ejercer la acción penal. Las facultades del
Ministerio Público no son discrecionales, puesto que
debe obrar de modo justificado y no arbitrario, y el
sistema legal que garantice a la sociedad el recto
ejercicio de las funciones de esa institución, puede
consistir en la organización de la misma y en los
medios de exigirle la responsabilidad consiguiente, y si
los vacíos de la legislación lo impiden, esto no es
motivo para que se viole lo mandado por el artículo 21
constitucional.
Amparo en revisión 5293/68. Sucesión de Panuncio
Hernández. 11 de julio de 1972. Unanimidad de
dieciocho votos. Ponente: Ernesto Solís López”.

“Séptima Época
Instancia: Pleno
Fuente: Semanario Judicial de la Federación
Tomo: 33 Primera Parte
Página: 13
ACCIÓN PENAL, NO ES VIOLATORIA DE
GARANTÍAS DEL SUPUESTO OFENDIDO LA
NEGATIVA DEL MINISTERIO PUBLICO PARA
EJERCITARLA. No viola las garantías individuales del
que se dice ofendido con hechos delictuosos, la
negativa del Ministerio Público para ejercitar la acción
penal, porque el particular no es titular de un derecho
tendiente a exigir el ejercicio de esta acción. Por ende,
no puede hablarse de la privación de sus derechos
para ese efecto. Compete al Ministerio Público,
exclusivamente, el ejercicio de la acción penal y ello
obliga a excluir tal acción del patrimonio privado. No es
obstáculo para esa conclusión la actitud indebida en
que puede incurrir aquella institución, porque, en todo
caso, ello vulneraría derechos sociales entre los que se
encuentra el de perseguir los delitos, lo que podría
motivar el consiguiente juicio de responsabilidad en
contra del funcionario infractor de la ley, pero no un
juicio constitucional que podría dar como resultado
obligar a la autoridad responsable a ejercitar la acción
penal, quedando así al arbitrio de los tribunales
judiciales de la Federación, la persecución de esos
delitos que, según el texto y el espíritu del artículo 21
constitucional, queda excluido de sus funciones.
Amparo en revisión 2281/57. Elodia Martínez L. 7 de
septiembre de 1971. Unanimidad de diecisiete votos.
Ponente: Enrique Martínez Ulloa”.

Asimismo, debe tenerse presente que, en términos del


artículo 133 de la Carta Magna, la Constitución es la Norma
Suprema de toda la Unión, de forma tal que los tratados
internacionales se ubican en un plano inferior con respecto de
ella. Por tanto, no le asiste la razón a la representación social de
la Federación cuando afirma que el A quo debió haber
considerado que, al ser inatacables las determinaciones del
Ministerio Público en la averiguación previa y no estar sujetas a
control judicial alguno, se violentaron los derechos plasmados en
los instrumentos internacionales a que alude en su escrito de
agravios, pues como se mencionó anteriormente la inatacabilidad
de las resoluciones ministeriales derivaba de la propia
Constitución, de cuyo articulado —vale la pena reiterarlo—
también se desprende el derecho a la justicia de todo individuo,
sin que lo primero sea excluyente de lo segundo.

Sostener lo contrario, implicaría suponer que las


disposiciones contenidas en un tratado internacional son
susceptibles de interpretarse, o bien aplicarse, de una manera tal
que las haga incompatibles con el texto de la Constitución,
atentando contra el principio de supremacía constitucional
establecido, precisamente, en el artículo 133 de la Norma
Fundamental.

Por otro lado, debe tenerse presente que el hecho de que


**********, en su calidad de Presidente de la República, tuviera el
control directo sobre el Ministerio Público Federal y del Distrito
Federal, así como el Gobernador del Distrito Federal, derivaba
también de un mandato constitucional, específicamente de lo
dispuesto por los artículos 73, fracción VI, bases 3ª y 5ª; 89,
fracción II, y 102, por lo cual tampoco en este caso se habría
49
podido actualizar la violación de garantía individual alguna.
49
Los artículos citados, en la parte que interesa, establecían:
“Artículo 73.- El Congreso tiene facultad: […]
VI.- Para legislar en todo lo relativo al Distrito y Territorios Federales,
sometiéndose a las bases siguientes […]:
3a.- Los Gobernadores de los Territorios acordarán con el Presidente de la
República, por el conducto que determine la ley […]
5a.- El Ministerio Público en el Distrito Federal y en los Territorios estará a
cargo de un Procurador General, que residirá en la ciudad de México, y del
número de agentes que determine la ley, dependiendo dicho funcionario
directamente del Presidente de la República, quien lo nombrará y removerá
En este orden de ideas, aun cuando es verdad —tal y como
señala la representación social de la Federación— que, de
acuerdo con los artículos 7 de la Ley Orgánica del Departamento
del Distrito Federal; 3, 4, 5, 6 y 7 de la Ley Orgánica del Ministerio
Público del Distrito y Territorios Federales; 3, 4 y 6 de la Ley
Orgánica de la Procuraduría General de Justicia del Distrito y
Territorios Federales; 5, 6, 8, 31 y 60 de la Ley Orgánica del
Ministerio Público Federal, y 22 de la Ley de Secretarías y
Departamentos de Estado, el entonces Presidente de los Estados
Unidos Mexicanos tenía bajo su mando a las instancias
encargadas de procurar justicia, tanto en el ámbito federal como
en el Distrito Federal, y nombraba y removía libremente al
Procurador, Subprocurador, Agentes y personal de ambas
instituciones, así como al Gobernador del Distrito Federal, no
menos cierto es que dichas disposiciones legales eran acordes
con lo establecido en la Carta Magna sobre el particular.

En consecuencia, igualmente resultan infundados los


agravios en los que se duele la representación social de la
Federación de que los denunciantes, víctimas y ofendidos no
tenían expedito su derecho a que se les procurase justicia, dado
que el control directo sobre el Ministerio Público, tanto Federal

libremente […]”
“Artículo 89.- Las facultades y obligaciones del Presidente son las siguientes:
[…]
II.- Nombrar y remover libremente a los secretarios del Despacho, al
procurador general de la República, al gobernador del Distrito Federal y a los
gobernadores de los Territorios, al procurador general de justicia del Distrito
Federal y Territorios, remover a los agentes diplomáticos y empleados
superiores de Hacienda y nombrar y remover libremente a los demás
empleados de la Unión, cuyo nombramiento o remoción no esté determinada
de otro modo en la Constitución o en las leyes […]”

como del Distrito Federal, lo tenía el probable responsable
**********, en su carácter de Presidente de la República, lo cual
impidió que se le pudiera investigar a él y los copartícipes.

En relación con este aspecto, cabe destacar que la


prescripción, en tanto figura jurídica, sólo puede interrumpirse en
aquellos casos en que la ley lo prevea expresa o implícitamente, y
no así por cuestiones circunstanciales, fácticas o por un supuesto
desvío de poder, situaciones todas ellas que, en el mejor de los
casos, sólo darían lugar a otro tipo de responsabilidad, pero no
traen como consecuencia la interrupción de la prescripción. No es
posible considerar interrumpida la prescripción de un delito por
supuestos o consideraciones fácticas no contempladas en la ley.
Las cuestiones fácticas que alega la parte recurrente, de probarse
su existencia, darían, en todo caso, lugar a la responsabilidad
penal y administrativa de los funcionarios que no hayan dado
entrada y curso legal a las denuncias y promociones de las
víctimas, pero de ninguna manera a declarar interrumpida la
prescripción en perjuicio de los inculpados.

Además, el no funcionamiento de la institución del Ministerio


Público en que se quiere hacer descansar la interrupción de la
prescripción, constituye una mera conjetura especulativa, sin valor
en el proceso penal.

Máxime, si se toma en consideración que la propia


representación social de la Federación reconoce que las víctimas
y sobrevivientes de los hechos se abstuvieron de realizar alguna
denuncia ante las instancias de procuración de justicia.

No es óbice para arribar a la conclusión anterior, el hecho de


que la representación social de la Federación justifique dicha falta
de denuncia, aduciendo que ello se debió al clima de amenaza
latente de represión y la desconfianza, ya que dichas
afirmaciones no se apoyan en razonamientos jurídicos concretos,
ni en medios de convicción idóneos.

Al respecto, cabe señalar que las declaraciones que


relaciona la representación social de la Federación, esto es, las
comparecencias de **********, del veintiséis de mayo de dos mil
cuatro (tomo XII, foja siete mil seiscientos treinta y ocho);
**********, del ocho de junio de dos mil dos (tomo II, foja
setecientos treinta y cinco); ********** (tomo XII, foja siete mil
setecientos quince); ********** (tomo XII, foja siete mil setecientos
veintitrés); ********** (tomo XII, foja siete mil novecientos cuarenta
y dos), y de ********** (foja siete mil novecientos cuarenta y ocho),
no son suficientes en sí mismas, siendo necesario, en el caso,
que se acompañaran de otros medios de convicción.

Igualmente, constituyen afirmaciones dogmáticas aquéllas


en las que la representación social de la Federación se duele de
que el Ministerio Público se abstuvo de ejercer la acción penal
indebidamente, violando los principios del Estado Democrático de
Derecho, pues en este caso formula aseveraciones abstractas y
generales, sin respaldar con datos precisos sus argumentaciones,
ni aportar fundamentos jurídicos que soporten su dicho.

Esto mismo acontece con sus señalamientos en el sentido


de que el régimen encabezado por ********** subvirtió e
interrumpió la observancia del orden constitucional en nuestro
país, actualizándose la hipótesis prevista en el artículo 136 de la
Constitución Federal, ya que tampoco en este supuesto la
representación social de la Federación justifica la razón de su
dicho en el caso concreto.

Sobre el particular, cabe mencionar que el referido artículo


136 constitucional50 contiene distintas prescripciones, a saber:

 La primera es que aun cuando por alguna rebelión se


interrumpa su observancia, la Ley Suprema no perderá su
fuerza ni vigor;
 La segunda, ordena que en caso de que por cualquier
trastorno público se establezca un gobierno contrario a los
principios que ella sanciona, tan luego como el pueblo
recobre su libertad se restablecerá su observancia, y
 La tercera, de índole punitiva, ordena que de acuerdo con
la Constitución y leyes promulgadas conforme a ella,
50
El artículo 136 constitucional establece:
“Artículo 136.- Esta Constitución no perderá su fuerza y vigor, aun cuando por
alguna rebelión se interrumpa su observancia. En caso de que por cualquier
trastorno público, se establezca un gobierno contrario a los principios que ella
sanciona, tan luego como el pueblo recobre su libertad, se restablecerá su
observancia, y con arreglo a ella y a las leyes que en su virtud se hubieren
expedido, serán juzgados, así los que hubieren figurado en el gobierno
emanado de la rebelión, como los que hubieren cooperado a ésta. “


deberán ser juzgados los integrantes del gobierno rebelde y
sus colaboradores.

Como se advierte, el artículo en comento se refiere a


rebeliones o trastornos públicos que desemboquen en el
establecimiento de un gobierno rebelde, o bien que interrumpan
de facto la observancia de la Constitución Política de los Estados
Unidos Mexicanos y los principios que ella sanciona, situaciones
éstas que la representación social de la Federación no acredita
que hayan sucedido en la especie, limitándose —como se anotó
anteriormente— a formular afirmaciones de carácter dogmático,
que carecen de sustento de hecho o de derecho en apoyo de tal
pretensión.

A mayor abundamiento, cabe reiterar que en la época en


que sucedieron los hechos motivo de la consignación el sistema
de procuración de justicia era acorde con los mandatos
constitucionales, de manera que la idea de que las autoridades
constitucionalmente establecidas hayan interrumpido el orden
constitucional, al actuar dentro del ámbito de sus competencias
determinadas por la propia norma constitucional, resulta
contradictoria en sí misma.

Tan es así, que la representación social de la Federación


indica que las autoridades “se valieron formalmente de las
estructuras legales […] en un caso de simulación jurídica”, con lo
cual reconoce, implícitamente, que la vigencia de la Constitución
General nunca fue interrumpida de facto y que las autoridades
actuaron dentro del marco legal que regulaba el ejercicio de sus
atribuciones.

Por semejantes razones resulta también infundado el motivo


de inconformidad en el que se duele la representación social de la
Federación de que dicha simulación continuó en forma tal en las
instancias de procuración de justicia que, el tres de noviembre del
año de mil novecientos ochenta y dos, la Procuraduría General de
la República decretó la prescripción de los delitos derivados de
los hechos del diez de junio de mil novecientos setenta y uno, en
contravención al reciente criterio jurisprudencial emitido por la
Primera Sala de esta Suprema Corte de Justicia de la Nación con
el rubro: “MINISTERIO PÚBLICO. LA RESOLUCIÓN EN LA
QUE DECLARA ENCONTRARSE IMPOSIBILITADO
JURÍDICAMENTE PARA CONOCER DE LOS HECHOS
DENUNCIADOS EN VIRTUD DE QUE OPERÓ LA
PRESCRIPCIÓN DE LA ACCIÓN PENAL Y, ACORDÓ NO
INICIAR NI INTEGRAR LA AVERIGUACIÓN PREVIA
RESPECTIVA, TRANSGREDE LAS GARANTÍAS DE
LEGALIDAD Y SEGURIDAD JURÍDICA”.

Al respecto, debe tenerse presente, por un lado, que la


representación social de la Federación en este caso tampoco
fundamenta las razones de su dicho en el sentido de que se trató
de una simulación jurídica y, por el otro, que el criterio
jurisprudencial en cuestión constituye una tesis aislada que fue
emitida en el año dos mil dos, por lo que no es susceptible de
aplicarse para calificar la debida o indebida determinación del
Ministerio Público verificada veinte años antes.

Finalmente, en cuanto al agravio en el que sostiene la


representación social de la Federación que el fundamento de la
prescripción para librarse de la responsabilidad penal no es
únicamente el transcurso del tiempo, sino que también consiste
en la condición de que aquel que tiene el derecho a exigir dicha
responsabilidad efectivamente actúe, debe precisarse que,
siguiendo los mismos razonamientos expuestos hasta el
momento, este motivo de inconformidad es de calificarse también
como infundado.

Lo anterior, tomando en consideración que la representación


social de la Federación parte del supuesto de que el único que
tenía la atribución de ejercer la acción penal es el mismo que
buscaba librarse de responsabilidades, ya que, según su dicho,
cualquier ilícito realizado desde la estructura del gobierno se
ejecutaba con la aprobación, a priori o a posteriori, del Presidente
de la República, sin que —la representación social de la
Federación— soporte la veracidad de sus premisas al respecto,
limitándose a formular aseveraciones abstractas y generales
sobre el particular.

Así las cosas, al no haberle asistido la razón a la


representación social de la Federación en los motivos de
inconformidad planteados en su agravio tercero, resulta
procedente declarar infundado este último, en los términos
apuntados al inicio del presente considerando.

CUARTO AGRAVIO:

En su cuarto agravio, la representación social de la


Federación se duele esencialmente de que el A quo interpretó y
aplicó incorrectamente los numerales 100, 101 y 102 del entonces
denominado “Código Penal para el Distrito y Territorios Federales
en materia de fuero común, y para toda la República en materia
de fuero federal”, vigente en la época de los hechos materia de la
consignación, al aislar las disposiciones relativas al régimen de la
prescripción antes invocada, de las disposiciones constitucionales
vigentes en dicha época, por cuanto hace a ********** y ********** ,
exclusivamente, quienes gozaban del llamado fuero constitucional
o inmunidad procesal que les otorgaba el artículo 108 y demás
relativos de la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos, en su carácter de Presidente de la República y
Secretario de Gobernación, respectivamente, el cual les protegía
de ser sujetos de responsabilidad penal durante el periodo de su
encargo respecto de los delitos de orden común, dentro de los
que se encuentra el de genocidio.51

Según expone la representación social de la Federación,


conforme a lo establecido en el tercer párrafo del artículo 108
constitucional vigente en esa época, el Presidente de la
República, durante el tiempo de su encargo, sólo podría ser
51
Visible en la página 150 del escrito de agravios.
acusado de los delitos de traición a la patria y delitos graves del
orden común. Agrega que para poder proceder penalmente en
contra de dicho funcionario público, tratándose de delitos graves
del orden común, el artículo 109 constitucional, primer párrafo,
establecía que debía mediar declaratoria en ese sentido, por parte
de la Cámara de Diputados, erigida en Órgano de Acusación;
decisión que ese cuerpo deliberante debía adoptar por mayoría
absoluta de sus miembros.

El efecto de la declaración de procedencia de la Cámara de


Diputados, conforme al propio artículo 109 constitucional, tercer
párrafo, consistía en acusar al Presidente ante la Cámara de
Senadores, sólo para efectos de procesarlo conforme al
procedimiento establecido para un delito oficial, esto es, proceder
conforme a lo establecido en el artículo 111 vigente en la época
de los hechos, cerrándose así la posibilidad de abrir una
averiguación previa en contra del probable responsable en estos
casos.52

Por lo que hace a los Secretarios de Despacho, indica que


durante el tiempo de su encargo, los mismos eran responsables
por los delitos del orden común que cometieran, pero para poder
proceder penalmente en contra de dichos servidores públicos, el
artículo 109 constitucional, primer párrafo, establecía que debía
mediar, previamente, declaratoria en ese sentido por parte de la
Cámara de Diputados erigida en Gran Jurado; decisión que debía

52
Visible de la página 154 a la 159 del escrito de agravios.
adoptar ese cuerpo deliberante por mayoría absoluta de sus
miembros.

De acuerdo con sus argumentaciones, el efecto de la


declaración de procedencia hecha por la Cámara de Diputados,
conforme al propio artículo 109, tercer párrafo, consistía, en
separar de su encargo al funcionario y sujetarlo a la acción de los
tribunales comunes. Por tanto, en el caso que nos ocupa, el
Ministerio público estaba impedido para ejercitar la acción penal,
dado que era necesario remover la condición subjetiva de
punibilidad, consistente en el fuero constitucional que amparaba
al entonces Secretario de Gobernación, de la cual podría derivar o
no el retirarle el fuero y así estar en posibilidad de consignar y
53
procesar a dicho inculpado durante el periodo de su encargo.

Con base en lo anterior, la representación social de la


Federación concluye que “el momento a partir del cual debió
empezar a computarse el plazo para la prescripción de la acción
persecutoria en contra de ********** y ********** , no comenzó a
correr el once de junio de mil novecientos setenta y uno, como
consideró el A quo, sino hasta el primero de diciembre de mil
novecientos setenta y seis, fecha en la que concluyeron en el
ejercicio de su encargo como Presidente de la República y
Secretario de Gobernación, respectivamente, y por lo tanto, cesó
su fuero constitucional”. 54

53
Visible de la página 159 a la 162 del escrito de agravios.
54
Como se aprecia de la página. 162 del escrito de agravios.


Todos los artículos constitucionales citados y los argumentos
contenidos en el agravio forman parte del Título IV de la
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, relativo a
las Responsabilidades de los Funcionarios Públicos (actualmente
Responsabilidades de los Servidores Públicos). Al respecto, cabe
destacar que dicho Título, que comprende de los artículos 108 al
114, fue reformado integralmente mediante reforma constitucional
publicada en el Diario Oficial de la Federación el veintiocho de
diciembre de mil novecientos ochenta y dos.

Es particularmente importante hacer notar que esta reforma


estableció, de manera expresa en el segundo párrafo del artículo
114 constitucional, el principio de que los plazos de prescripción
se interrumpirán tratándose de delitos cometidos por servidores
públicos a cuyos cargos hace referencia el artículo 111, en tanto
tales servidores continúen desempeñando dicha función.

Hay que precisar que, si bien el artículo 111 establece la


posibilidad de proceder penalmente contra servidores públicos, el
mismo determina tres procedimientos distintos que se refieren a
tres tipos de cargos establecidos constitucionalmente. El primero
de ellos, se refiere a diversos funcionarios federales mencionados
en su primer párrafo, entre los que se encuentran los Secretarios
de Despacho, contra los que se puede proceder penalmente si la
Cámara de Diputados lo determina por la mayoría de votos de los
miembros presentes en sesión. El segundo procedimiento, se
refiere a los funcionarios locales mencionados en su quinto
párrafo, que establece que si la Cámara determinase la
procedencia de la acusación penal por la comisión de delitos
federales, tal determinación correspondiente solamente tendría
efectos declarativos, comunicándose a la legislatura estatal para
que, en ejercicio de sus atribuciones, procediera como
corresponda. El tercer cargo a que hace referencia el artículo 111,
es el de Presidente de la República, cuya referencia encontramos
en el párrafo cuarto del artículo 111, al cual sólo puede acusársele
en términos del artículo 110, y en donde el Senado de la
República resolvería con base en la legislación penal aplicable en
relación con la comisión de los delitos establecidos en el segundo
párrafo del artículo 108: traición a la patria y delitos graves del
orden común.

De este modo, a partir de dicha reforma, se garantizó a nivel


constitucional que la protección procesal que se acompaña al
ejercicio de un cargo público, no se transforme en impunidad de
los servidores públicos que los ejercen. Así, si en determinado
momento la Cámara de Diputados declara que no ha lugar a
proceder penalmente en contra de cierto servidor público federal
que presuntamente haya cometido algún delito o, en el caso de
un servidor público local, la Cámara Federal o la Legislatura
Estatal determina que no ha lugar a proceder en su contra o,
finalmente, la Cámara de Diputados y el Senado de la República
deciden no proceder en contra del Presidente de la República una
vez que estos servidores públicos dejen de desempeñar su
encargo, el Ministerio Público estará en posibilidad de ejercer la
acción penal correspondiente, tomando en cuenta de que hasta
entonces no ha empezado a correr el plazo para la prescripción.

Los artículos en comento, en la parte que interesan, son del


tenor literal siguiente:

“Artículo. 114.- [...].


La responsabilidad por delitos cometidos durante el
tiempo del encargo por cualquier servidor público, será
exigible de acuerdo con los plazos de prescripción
consignados en la Ley penal, que nunca serán
inferiores a tres años. Los plazos de prescripción se
interrumpen en tanto el servidor público desempeña
alguno de los encargos a que hace referencia el
artículo 111”.

“Artículo 111.- Para proceder penalmente contra los


Diputados y Senadores al Congreso de la Unión, los
Ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación,
los Magistrados de la Sala Superior del Tribunal
Electoral, los Consejeros de la Judicatura Federal, los
Secretarios de Despacho, los Jefes de Departamento
Administrativo, los Diputados a la Asamblea del Distrito
Federal, el Jefe de Gobierno del Distrito Federal, el
Procurador General de la República y el Procurador
General de Justicia del Distrito Federal, así como el
Consejero Presidente y los Consejeros Electorales del
Consejo General del Instituto Federal Electoral, por la
comisión de delitos durante el tiempo de su encargo, la
Cámara de Diputados declarará por mayoría absoluta
de sus miembros presentes en sesión, si ha o no lugar
a proceder contra el inculpado. […].
Por lo que toca al Presidente de la República, sólo
habrá lugar a acusarlo ante la Cámara de Senadores
en los términos del artículo 110. En este supuesto, la
Cámara de Senadores resolverá con base en la
legislación penal aplicable.[…].
Para proceder penalmente por delitos federales contra
los Gobernadores de los Estados, Diputados Locales;
Magistrados de los Tribunales Superiores de Justicia
de los Estados y, en su caso, los miembros de los
Consejos de las Judicaturas Locales, se seguirá el
mismo procedimiento establecido en este artículo, pero
en este supuesto, la declaración de procedencia será
para el efecto de que se comunique a las legislaturas
locales, para que en ejercicio de sus atribuciones
procedan como corresponda”.

Cabe destacar que la reforma constitucional mencionada


estuvo orientada a garantizar que los empleos, cargos o
comisiones en el servicio público subordinen el interés particular a
los intereses de la comunidad, según se advierte de la exposición
de motivos respectiva, cuyo texto, en la parte que interesa al
presente asunto, se transcribe a continuación:

“EXPOSICIÓN DE MOTIVOS
MÉXICO D.F., A 3 DICIEMBRE DE 1982
INICIATIVA DEL EJECUTIVO
CC. SECRETARIOS DE LA CÁMARA DE
SENADORES DEL H. CONGRESO DE LA UNIÓN.
PRESENTE.
La libertad individual para pensar y hacer es cuestión
de cada quien. No corresponde al Estado tutelar la
moralidad personal que la inspira. Pero el Estado tiene
la obligación ineludible de prevenir y sancionar la
inmoralidad social, la corrupción. Ella afecta los
derechos de otros, de la sociedad, y los intereses
nacionales. Y en el México de nuestros días, nuestro
pueblo exige con urgencia una renovación moral de la
sociedad que ataque de raíz los daños de la corrupción
en el bienestar de su convivencia social.
Es esencia de nuestra democracia federal el que las
leyes y el gobierno que se da el pueblo atiendan su
demanda nacional. Obliga a actuar de inmediato no
sólo a los poderes constituidos en sus respectivos
ámbitos de competencia, sino antes que nada al Poder
Constituyente de nuestro Pacto Federal.[…].
La iniciativa propone avanzar en el tratamiento a que
están sujetos los servidores públicos. Las bases
constitucionales vigentes son insuficientes para garantizar
que los empleos, cargos o comisiones en el servicio
público subordinen el interés particular a los intereses
colectivos superiores de la sociedad. Si queremos esas
garantías tenemos que renovar esas bases.
Hay que establecer las normas que obliguen con
efectividad al servidor público con la sociedad; para
que sus obligaciones no se disuelvan; y para que el
comportamiento honrado prevalezca. Se necesitan
bases nuevas por las que la sociedad recurra al
Derecho y no se vea forzada a quebrantarlo para
obtener del gobierno lo que en justicia le corresponde,
para que los recursos económicos nacionales
aumenten el bienestar del pueblo.
Sometemos, en consecuencia, esta iniciativa para
reformar y adicionar las responsabilidades
constitucionales de los servidores públicos a fin de
establecer en la esencia de nuestro sistema jurídico las
bases para que la arbitrariedad, incongruencia,
confusión, inmunidad, inequidad e ineficacia no
prevalezcan, no corrompan los valores superiores que
debe tutelar el servicio público.[…].
TÍTULO CUARTO
El Título Cuarto constitucional estableció en 1917,
hace casi sesenta y seis años, las bases para
responsabilizar a los servidores públicos por el
incumplimiento de sus obligaciones para con la
sociedad. Desde entonces, uno solo de su siete
artículos ha sido reformado en tres ocasiones y sólo
para regular procedimientos de remota aplicación.[…].
La obligación de servir con legalidad, honradez,
lealtad, imparcialidad, economía y eficacia a los
intereses del pueblo es la misma para todo servidor
público, independientemente de su jerarquía, rango,
origen o lugar de su empleo, cargo o comisión.
Las nuevas bases constitucionales que proponemos se
inspiran en este principio igualitario, al mismo tiempo
que establecen con claridad las responsabilidades
políticas, penales y administrativas que pueden resultar
de esas obligaciones comunes de todo servidor
público.
La iniciativa propone reordenar el Título Cuarto,
estableciendo los sujetos a las responsabilidades por
el servicio público (artículo 108); la naturaleza de
dichas responsabilidades y las bases de la
responsabilidad penal por enriquecimiento ilícito
(artículo 109); el juicio para exigir las responsabilidades
políticas y la naturaleza de las sanciones
correspondientes (artículo 110); la sujeción de los
servidores públicos a las sanciones penales y las
bases para que no se confunda su aplicación con
represalias políticas (artículos 111 y 112); la naturaleza
de las sanciones administrativas y los procedimientos
para aplicarlas (artículo 113); y, finalmente, los plazos
de prescripción para exigir responsabilidades a
servidores públicos (artículo 114). […]
ARTÍCULO 111
Propone establecer los principios reguladores de las
responsabilidades penales de los servidores públicos.
En consonancia con el espíritu de la reforma al título,
elimina las prerrogativas de los servidores públicos
frente al resto de la población para ser procesados
penalmente por los delitos en que incurran
manteniendo solamente el procedimiento previo de
procedencia ante la Cámara de Diputados para
aquellos casos en los que el mismo debe prevenir que
la acción penal no se deforme utilizándose con fines
políticos, tal y como lo previene el texto constitucional
vigente.[…].

ARTÍCULO 114
La iniciativa propone ampliar el término de prescripción
para los delitos cometidos por los servidores públicos
con fuero durante el desempeño de su empleo, cargo o
comisión de un año a lo que establezca la Ley Penal
sin poder nunca ser menor a tres, y establece que la
prescripción se interrumpe en tanto se goce de fuero.
Lo que busca es restringir la protección constitucional a
una garantía procedimental que prevenga meramente
la confusión de las acciones políticas y penales y que
no degenere en fuente de inmunidad para los
servidores públicos que delinquen […]”.

De la lectura de la exposición de motivos antes transcrita y


del texto del artículo 114 constitucional que fue aprobado por el
Constituyente permanente con motivo de la reforma constitucional
en cuestión —el cual continúa vigente hasta la fecha—, se
desprende que, a través de esta reforma, se estableció
expresamente en la Carta Magna que la prescripción se
interrumpe en tanto se goce de fuero, ello con la finalidad de
restringir la protección constitucional a una garantía procedimental
que pudiera degenerar en fuente de inmunidad para los
servidores públicos que llegaren a delinquir durante el ejercicio de
su encargo.

En estos términos, de aplicarse al caso concreto los


preceptos reformados en mil novecientos ochenta y dos, tendría
que concluirse que hasta que ********** y ********** concluyeron
en el ejercicio de su encargo como Presidente de la República y
Secretario de Gobernación, los plazos de prescripción estaban
interrumpidos. En este sentido, si los hechos presuntamente
constitutivos del delito de genocidio tuvieron lugar el diez de junio
de mil novecientos setenta y uno, precisamente en la época en
que aquéllos se desempeñaban en los encargos apuntados, el
plazo para computar la prescripción no comenzó hasta que se
separaron de los mismos.
Lo que resta por determinar, por tanto, es si la reforma
constitucional de mil novecientos ochenta y dos debe tener
efectos sobre hechos que ocurrieron en mil novecientos setenta y
uno. Es necesario, por tanto, recuperar lo expuesto con relación
al primer agravio en torno a la retroactividad de las normas en el
ordenamiento jurídico mexicano. Planteado en estos términos, lo
que hay que determinar es si la prohibición de retroactividad que
encontramos en el artículo 14 de la Constitución Federal es
aplicable a normas del mismo nivel jerárquico, esto es, a normas
que se incorporan al texto constitucional mediante el
procedimiento establecido en el artículo 135.

Para ello hay que subrayar, en primer lugar, que la


Constitución es un todo lógico, no un conjunto de disposiciones
aisladas que puedan ser interpretadas o aplicadas de manera
independiente. Esta concepción de la Constitución como un
conjunto o cuerpo normativo se fundamenta en la relación que
tiene una norma constitucional con todas las demás normas que
componen a la Constitución; todas las normas constitucionales
tienen la misma jerarquía, por lo que una de ellas no puede
considerarse inconstitucional por ir en contra de otra norma de la
misma jerarquía que compone el mismo cuerpo normativo. En el
caso de una pretendida contradicción o antinomia entre normas
constitucionales, la misma tiene que ser resuelta mediante
interpretación sistemática al no existir parámetro para determinar
cuál de ellas debería prevalecer. Estas consideraciones fueron
sostenidas por este Tribunal Pleno en la Tesis de rubro
“CONSTITUCIÓN, TODAS SUS NORMAS TIENEN LA MISMA
JERARQUÍA Y NINGUNA DE ELLAS PUEDE DECLARARSE
INCONSTITUCIONAL”.55

En segundo lugar, nuestra Constitución, entró en vigor el


primero de mayo de mil novecientos diecisiete, y desde ese
momento ha sufrido una gran cantidad de reformas. Los artículos
transitorios de cada una de estas reformas establecen, por lo
general y con la conspicua excepción de la entrada en vigor de la
Constitución, que las mismas entrarán en vigor al día siguiente de
su publicación; en algunos casos pueden diferir la entrada en
vigor de las reformas para un momento en el futuro, como por
ejemplo, el caso de la reforma publicada en el Diario Oficial de la
Federación el tres de septiembre de mil novecientos noventa y
tres en donde, en su artículo segundo transitorio, se establece
que lo relativo a “el párrafo primero de la fracción I, del artículo 20
constitucional del presente Decreto entrará en vigor al año
contado a partir de la presente publicación”; asimismo se pueden
diferir los efectos de las reformas en el caso que se necesite
adecuación legislativa, reglamentaria u orgánica para que las
mismas puedan operar, como en el caso de la reforma al Distrito
Federal publicada en el Diario Oficial de la Federación el
veinticinco de octubre de mil novecientos noventa y tres, en
55
La localización, rubro y texto de la citada tesis, es el siguiente: Octava Época, Pleno, Semanario Judicial de
la Federación, Tomo: V, Primera Parte, Tesis: XXXIX/90, página: 17, “CONSTITUCIÓN, TODAS SUS
NORMAS TIENEN LA MISMA JERARQUÍA Y NINGUNA DE ELLAS PUEDE DECLARARSE
INCONSTITUCIONAL. De conformidad con el artículo 133 de la Constitución de la República todos sus
preceptos son de igual jerarquía y ninguno de ellos prevalece sobre los demás, por lo que no puede aceptarse
que algunas de sus normas no deban observarse por ser contrarias a lo dispuesto por otras. De ahí que
ninguna de sus disposiciones pueda ser considerada inconstitucional. Por otro lado, la Constitución
únicamente puede ser modificada o adicionada de acuerdo con los procedimientos que ella misma
establece”.

donde en su artículo segundo transitorio estableció que: “La
Asamblea de Representantes del Distrito federal electa para el
período correspondiente de noviembre de 1991 a noviembre de
1994, continuará teniendo las facultades establecidas en la
fracción VI del artículo 73 de esta constitución vigentes en el
momento de entrada en vigor del presente decreto”.

De lo anterior, se advierte que el órgano de reforma de la


Constitución, puede determinar hacia el futuro la entrada en vigor
y los efectos de las reformas que emite, aun cuando esto no nos
dice nada acerca de que sucede con los efectos hacia el pasado
de las mismas.56 Sin embargo, sobre la base del análisis realizado
en relación con el primer agravio en el presente asunto, debe
recordarse que la Suprema Corte de Justicia ha mantenido, desde
la Quinta Época, una doctrina constante en el sentido de
considerar que a las reformas constitucionales no se les debe
aplicar la prohibición de no retroactividad establecida en el
artículo 14, pues tal garantía protege la aplicación retroactiva en
contra de las leyes, esto es, de normas jerárquicamente inferiores
a la Constitución, pero no en contra de reformas a la Constitución
misma. La razón de ello es evidente, pues si bien se limita al
órgano revisor de la Constitución a un procedimiento formal de
creación normativa, no es posible imponerle más contrapesos al
ejercicio material de sus atribuciones soberanas. Dentro de las
tesis encontramos de especial relevancia la siguiente:

56
Existe un gran número de modalidades para la proyección de efectos o entrada en vigor hacia el
futuro de las reformas a la Constitución Federal. Sin embargo, no existe una sola reforma que, en
su articulado transitorio, establezca modalidades hacia el pasado. Esto quiere decir que el
constituyente moraliza los efectos solamente para el futuro, mientras que las normas
constitucionales, por su naturaleza, se aplican a los hechos acaecidos en el pasado.
“Quinta Época.
Instancia: Pleno.
Fuente: Apéndice de 1995
Tomo: I, Parte SCJN, 302.
Página: 282.

RETROACTIVIDAD DE LA LEY, PRECEPTOS


CONSTITUCIONALES NO SON IMPUGNABLES
POR. Las leyes retroactivas, o las dicta el legislador
común o las expide el Constituyente al establecer los
preceptos del Código Político. En el primer caso, no se
les podrá dar efecto retroactivo, en perjuicio de alguien,
porque lo prohíbe la Constitución; en el segundo,
deberán aplicarse retroactivamente, a pesar del
artículo 14 constitucional, y sin que ello importe
violación de garantía individual alguna. En la aplicación
de los preceptos constitucionales hay que procurar
armonizarlos, y si resultan unos en oposición con otros,
hay que considerar los especiales como excepción de
aquellos que establecen principios o reglas generales.
El legislador constituyente, en uso de sus facultades
amplísimas, pudo, por altas razones políticas, sociales
o de interés general, establecer casos de excepción al
principio de no retroactividad, y cuando así haya
procedido, tales preceptos deberán aplicarse
retroactivamente. Para que una ley sea retroactiva, se
requiere que obre sobre el pasado y que lesione
derechos adquiridos bajo el amparo de leyes
anteriores, y esta última circunstancia es esencial”.

Los razonamientos anteriores apuntan en el sentido de que


las reformas constitucionales al integrarse a la Constitución
Federal, tendrán efectos retroactivos a menos que el
Constituyente determine lo contrario en el articulado transitorio de
la reforma en cuestión. Esta conclusión se refuerza, además, si
partimos de la consideración de que la Constitución es la norma
suprema de un orden jurídico nacional por ser el resultado de un
proceso decisorio llevado por el órgano de creación del orden
jurídico, y tal órgano, por su propia posición al interior del orden
jurídico, puede adoptar cualquier clase de decisión. Este órgano
de reforma debe, por tanto, mantener la unidad normativa de la
aplicación temporal de las normas constitucionales, pues de no
hacerlo así, enfrentaríamos el problema de que la Constitución
dejaría de representar un todo unitario, para convertirse en un
conjunto de normas diferenciables entre sí por razón del momento
de entrada en vigor, lo cual generaría problemas prácticos,
además de un importante debilitamiento del entramado normativo
supremo de nuestro orden jurídico. Es precisamente la posición
del Constituyente, lo que determina la posibilidad de que, en una
reforma específica, el mismo pueda modificar el principio general
de efectos hacia el pasado, reconociéndolo expresamente en los
transitorios.

De ahí que la prohibición para establecer o dar efectos


retroactivos a una norma, sólo opere para las autoridades
constituidas, no así para el Constituyente Permanente, por ser
éste la autoridad constitucional suprema, en la que radica la
soberanía, expresada en la facultad de poder tocar la propia
norma fundamental, esto es, el ordenamiento supremo de nuestro
país, circunstancia en la cual no tiene cortapisa alguna.

En consecuencia, aun cuando el artículo 14 constitucional


establece que a ninguna ley se dará efecto retroactivo en perjuicio
de persona alguna, debe entenderse que tal disposición no obliga
al Constituyente cuando se decide reformar la propia
Constitución. La garantía de la no retroactividad, no puede tener
el alcance, aun consagrada por la misma Constitución, de impedir
o limitar las reformas de ésta, ni mutilar los efectos de tales
reformas, hechas en uso de la soberanía nacional y con miras a
los más elevados intereses públicos, ni obligar a arrastrar efectos
nocivos al interés social, derivados de legislaciones anteriores.

Siendo tal la voluntad del Constituyente, a las autoridades


constituidas únicamente resta aplicar lo dispuesto en el segundo
párrafo del artículo 114 de la Constitución General de la República
por encima de cualquier norma inferior que estipule lo contrario,
incluso cuando esta última fuera la que se encontrara en vigor al
momento de cometerse los hechos presuntamente constitutivos
de un delito, sin que ello implique, como ya se anotó, la afectación
a la garantía de la irretroactividad de la ley consagrada en el
artículo 14 constitucional.

Así, el segundo párrafo del artículo 114 de la Constitución


Federal, debe observarse incluso tratándose de servidores
públicos que hayan ocupado el encargo con anterioridad a la
entrada en vigor de dicha reforma, sin que ello sea violatorio de
garantía constitucional alguna, en razón de que no puede existir
contradicción entre dos disposiciones constitucionales, debiendo
sólo entenderse que una de ellas determina excepciones o
restricciones a las disposiciones de carácter general de la otra.
Con independencia de lo anterior, no pasa inadvertido para
esta Primera Sala que desde que estaba en vigor la Ley de
Responsabilidades de los Funcionarios y Empleados de la
Federación, del Distrito y Territorios Federales y de los Altos
Funcionarios de los Estados, de fecha treinta de diciembre de mil
novecientos treinta y nueve, publicada en el Diario Oficial de la
Federación el veintiuno de febrero de mil novecientos cuarenta,
se recogía en su articulado los principios constitucionales en
materia de inmunidad procesal de altos funcionarios contenidos
en los artículos 108 a 114 de la Carta Magna, que en términos
generales siguen vigentes hasta la fecha. Lo mismo debe decirse
de la Ley de Responsabilidades de Los Funcionarios y
Empleados de la Federación, del Distrito Federal y de los Altos
Funcionarios de los Estados, publicada en el Diario Oficial de la
Federación el día cuatro de enero de mil novecientos ochenta.

En dichos ordenamientos legales se establecía que el


Presidente de la República, durante el tiempo de su encargo, sólo
podría ser acusado por traición a la patria y delitos graves del
orden común, mientras que para proceder por delitos comunes
contra los Secretarios de Despacho, se preveía lo que se conoce
como el proceso de declaratoria de procedencia, también
denominado comúnmente como desafuero.
En este orden de ideas, se podría afirmar que la reforma al
artículo 114 hizo explícita una circunstancia que ya se desprendía
del propio sistema, esto es, que de la propia inmunidad que
tenían el Presidente de la República y los Secretarios de Estado
desde antes de la reforma de mil novecientos ochenta y dos, se
derivaba la imposibilidad de iniciar un proceso penal en su contra
y, por lo tanto, la interrupción de la prescripción durante el tiempo
en que ocuparan dichos cargos.

Desde esta perspectiva, el Constituyente Permanente, a


través de la reforma del artículo 114, tercer párrafo de la
Constitución Federal, sólo elevó a rango constitucional y de
manera expresa la interrupción del plazo de la prescripción, en
virtud de que tal interrupción ya era una consecuencia lógica del
sistema de responsabilidad, aplicable desde el momento en que
ocurrieron los hechos materia de la consignación.57
En consecuencia, toda vez que el cuarto agravio del escrito
presentado por la representación social de la Federación resulta
fundado, debe modificarse el punto resolutivo primero del auto
57
Las características esenciales de la declaratoria de procedencia invitan a pensar que, por su
propia naturaleza, interrumpen los plazos de prescripción de los delitos cometidos por los
Secretarios de Estado y el Presidente de la República, en razón de las siguientes consideraciones:
a) La declaratoria de procedencia es un procedimiento administrativo seguido en forma de
juicio, en el cual la Cámara de Diputados decide no sólo con base en elementos jurídicos, tales
como la naturaleza delictuosa de los hechos que se imputan al servidor público, sino en una
ponderación sobre conveniencia política de retirar esa inmunidad temporal. Este elemento, que
influye en la decisión final de la Cámara, le brinda una naturaleza jurídica diversa a la del
procedimiento penal ordinario, pues son dos instituciones que se apoyan en valores diferentes.
De ahí que la inmunidad procesal y la declaración de procedencia sean instituciones que, con
respecto a la denuncia y ejercicio de la acción penal, se excluyen entre sí, por lo que tal
inmunidad suspende el plazo de la prescripción.
b) Si la Cámara de Diputados declara que ha lugar a proceder en contra del inculpado, éste
quedará inmediatamente separado de su empleo, cargo o comisión y sujeto a la jurisdicción de
los tribunales competentes, lo cual sería lo ideal para las víctimas del delito, pues entonces sí
se seguiría el proceso judicial correspondiente sin importar la prescripción; en cambio, si
sucede lo contrario, no habrá lugar a procedimiento penal mientras subsista la inmunidad
procesal, con la peculiaridad de que la decisión de la Cámara de Diputados será inatacable.
Por ello, podría considerarse que si la aplicación del propio texto constitucional le puede vedar
a la víctima la posibilidad de continuar con el proceso jurisdiccional, entonces se interrumpe
naturalmente el plazo de prescripción, porque la propia Constitución dispone que sólo podrá
iniciarse la averiguación del delito hasta que el servidor público concluya el desempeño de su
cargo.
c) La declaratoria de procedencia es un requisito de procedibilidad de carácter político,
soberano y discrecional, es un candado para la inmediata actuación de la representación social
y de los tribunales. En este orden de ideas, si la prescripción es la extinción de la facultad de la
autoridad por el solo transcurso del tiempo y las facultades de investigación de los delitos no
estaban expeditas en su momento, por requerir de una declaratoria de procedencia soberana y
discrecional, entonces era imposible, desde un punto de vista jurídico, que tales facultades de
investigación se consumaran durante el ejercicio de los cargos de los funcionarios hoy
inculpados.
impugnado, dictado por el Juez Segundo de Distrito de Procesos
Penales Federales en el Distrito Federal, en el sentido de declarar
que no ha operado la prescripción de la acción penal, únicamente
por lo que respecta a ********** y ********** , toda vez que el
término de treinta años para que se actualice la misma, en
términos de lo dispuesto en el artículo 105 del Código Penal
Federal, no debe computarse desde el once de junio de mi
novecientos setenta y uno, sino a partir del primero de diciembre
de mil novecientos setenta y seis, fecha en la que concluyeron
sus encargos como Presidente de la República y Secretario de
Gobernación, respectivamente, razón por la cual al diez de junio
de dos mil dos, en que se dio inicio a la averiguación previa en su
contra con motivo de los hechos consignados no había
transcurrido en su totalidad dicho término.

Lo anterior es así, toda vez que desde la fecha en que


ocurrieron los hechos que se les imputan —diez de junio de mil
novecientos setenta y uno— hasta la fecha en que se separaron
de sus respectivos cargos públicos —treinta de noviembre de mil
novecientos setenta y seis— en ningún momento dejaron de
gozar de la protección del fuero constitucional al que se ha hecho
referencia en este apartado; ya que de haber ocurrido ello, es
decir, si se hubieran separado temporalmente del cargo público al
que se encuentra vinculado el fuero constitucional, durante ese
tiempo sí hubiese corrido el término de la prescripción, el cual se
interrumpiría nuevamente al momento de reasumir el cargo
respectivo o al ocupar uno distinto que también gozará de la
protección del fuero constitucional.
Así pues, si el término para que opere la prescripción de la
acción penal por el delito de genocidio, exclusivamente respecto
de los inculpados ********** y ********** debe comenzar a
computarse desde el primero de diciembre de mil novecientos
setenta y seis, el mismo concluye hasta el primero de diciembre
del año dos mil seis, fecha en la cual se actualizaría la
prescripción de la acción penal referida.

Cabe resaltar que la denuncia de diez de junio de dos mil


dos que dio inicio a la averiguación previa en contra de los
referidos inculpados, así como las demás diligencias relacionadas
con la misma, no pueden interrumpir el plazo señalado, toda vez
que, como expuesto anteriormente, de una interpretación
armónica de los artículos 110 y 111 del citado código punitivo, se
concluye que sólo las actuaciones que se practiquen en
averiguación del delito y del probable responsable son aptas para
interrumpir la prescripción, siempre y cuando no se realicen
después de que haya transcurrido la mitad del lapso necesario
para que la misma opere, pues en caso contrario, la prescripción
no se interrumpirá sino con la aprehensión del inculpado.
OCTAVO.- Ahora bien, en virtud de que la materia de la
presente resolución se limitó al estudio de los agravios hechos
valer por la representación social de la Federación, no pudiendo
esta Primera Sala ir más allá de lo expuesto en los mismos y al
haber resultado fundado uno de ellos, lo procedente es modificar
la resolución impugnada y con fundamento en el estudio realizado
en el anterior considerando, establecer lo siguiente:
Se declara extinguida la acción penal respecto del delito de
GENOCIDIO, a favor de los inculpados **********, **********,
**********, ********** (a) “**********”, ********** (a) “**********”,
********** “**********”, ********** (a) “**********”, ********** (a)
“**********” Y ********** (a) “**********”, por haber operado a favor
de ellos la prescripción de la acción penal del delito de genocidio
quedando, por tanto, extinguida su responsabilidad en lo que a
dichos hechos atañe, no pudiéndoseles instaurar proceso alguno
respecto de ellos. Lo anterior, toda vez que el término de treinta
años que para tal efecto exige la legislación aplicable, transcurrió
del diez de junio de mil novecientos setenta y uno (fecha en que
sucedieron los hechos motivos de la consignación) al diez de
junio de dos mil uno.

Por otro lado, con fundamento en lo señalado en la última


parte del considerando anterior, se establece que NO ha
prescrito la acción penal respecto del delito de GENOCIDIO a
favor de los inculpados ********** y ********** , en virtud de que el
término para que opere la prescripción de la acción penal por el
delito de genocidio respecto de ambos inculpados debe comenzar
a computarse desde el primero de diciembre de mil novecientos
setenta y seis (fecha en que se separaron de sus respectivos
cargos públicos) y fenece hasta el primero de diciembre del año
dos mil seis.

En consecuencia, deben devolverse los autos al Quinto


Tribunal Unitario en Materia Penal del Primer Circuito, a quien
originariamente correspondió conocer del presente toca, para que
el mismo analice si se encuentran reunidos los requisitos
establecidos en el artículo 16 constitucional, respecto al cuerpo
del delito y la probable responsabilidad, y con fundamento en ello,
relacionado con el numeral 195 del Código Federal de
Procedimientos Penales, libre, en su caso, las órdenes de
aprehensión solicitadas por la autoridad ministerial contra los
inculpados recién mencionados por su probable responsabilidad
en la comisión del delito en cuestión.

Lo anterior atento a que en el recurso de apelación, por su propia


naturaleza, no hay reenvío y, por lo tanto, no puede ser el Juez de
Distrito de la causa quien corrija los errores en que incurrió en la
resolución apelada, sino que atendiendo a la plenitud de
jurisdicción de que el superior se encuentra investido
originalmente, debe el mismo llenar o corregir las omisiones o
errores cometidos por el inferior; sin embargo, en el caso, esta
Primera Sala se declara impedida para ello, atento a que, de
hacerlo así, se le vedaría a los inculpados la posibilidad de
combatir, en vía de amparo, los motivos y fundamentos relativos
al cuerpo del delito y la probable responsabilidad de los mismos,
al ser las resoluciones de la Suprema Corte de Justicia de la
Nación inatacables y, por tanto, no ser susceptible de
impugnación alguna.

En efecto, conforme al sistema constitucional mexicano, las


resoluciones de esta Suprema Corte de Justicia de la Nación son
inatacables pues el orden jurídico vigente no contempla medio
alguno de defensa o mecanismo para que aquéllas puedan ser
revisadas, es decir, no existe otra instancia jurisdiccional superior
a ella. 58

El artículo 73, fracción I, de la Ley Reglamentaria de los Artículos


103 y 107 de la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos señala, expresamente, que el juicio de amparo es
improcedente contra actos de este Alto Tribunal. Así pues, en el
caso de que esta Suprema Corte de Justicia de la Nación se
pronunciara respecto de los requisitos establecidos en el artículo
16 constitucional, referentes a la probable responsabilidad y
cuerpo del delito, resulta evidente que dicha determinación sería
irrecurrible y no podría ser materia de análisis a través de medio
alguno de impugnación o mecanismo de defensa.

Lo anterior propiciaría que las defensas de los gobernados se


disminuyeran al reducirles posibles medios de impugnación, lo
que atentaría necesariamente contra su garantía de adecuada
58
Lo anterior encuentra soporte en el criterio sustentado por la Segunda Sala de este Alto Tribunal,
cuya localización y contenido son: Novena Época, Segunda Sala, Semanario Judicial de la
Federación y su Gaceta, Tomo XVI, Diciembre de 2002, Tesis: 2a. CLXXIV/2002, página 291,
“SUPREMA CORTE DE JUSTICIA DE LA NACIÓN. SUS FALLOS SON INATACABLES.
Conforme al sistema constitucional mexicano, la Suprema Corte de Justicia de la Nación es el más
Alto Tribunal del país, en virtud de que sus resoluciones son inatacables, pues el orden jurídico
vigente no contempla medio alguno de defensa o mecanismo para que aquéllas puedan ser
revisadas, es decir, no existe otra instancia jurisdiccional superior a ella. La veracidad del
enunciado anterior queda de manifiesto nítidamente en los siguientes ejemplos: el juicio de amparo
es improcedente contra sus actos, según lo dispone expresamente el artículo 73, fracción I, de la
Ley Reglamentaria de los Artículos 103 y 107 de la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos; en materia laboral, los conflictos que se susciten entre ese órgano supremo y sus
empleados, serán resueltos por él mismo, tal como lo establece el artículo 123, apartado B,
fracción XII, párrafo segundo, de la Constitución Federal; tratándose de las sanciones previstas en
la fracción XVI del artículo 107 de la Ley Fundamental, una vez que el Máximo Tribunal de la
República determina su aplicación a las autoridades responsables, debe consignarlas directamente
ante el Juez de Distrito, es decir, que no condiciona su proceder a la consideración del Ministerio
Público. En el caso en que la Suprema Corte de Justicia de la Nación establece que una sentencia
de amparo ya se encuentra cumplida, resulta evidente que dicha determinación es irrecurrible y,
por ende, ya no puede ser materia de análisis a través de medio alguno de impugnación o
mecanismo de defensa”. Reclamación 212/2002-PL. Ángel García Lara y otro. 18 de octubre de
2002. Cinco votos. Ponente: Guillermo I. Ortiz Mayagoitia. Secretario: Alberto Díaz Díaz.
defensa establecida en los artículos 14 y 20, apartado A,
constitucionales.

Para evitar lo anterior, esta Primera Sala estima que, una vez
analizado por este Alto Tribunal lo que constituye la materia del
presente recurso, delimitada anteriormente, lo procedente es
reservar jurisdicción al tribunal unitario de circuito de origen, a
saber, el Quinto Tribunal Unitario en Materia Penal del Primer
Circuito, para que en ejercicio de sus atribuciones se pronuncie
respecto de los extremos aludidos.59
Así pues, en virtud de que el Juez de Distrito de la causa, en
atención a la forma en que resolvió, no estudio los requisitos que,
para el libramiento de las órdenes de aprehensión solicitadas, se
encuentran previstos en el artículo 16 de la Constitución Política
de los Estados Unidos Mexicanos, específicamente los relativos al
cuerpo del delito y la probable responsabilidad de los inculpados,
es necesario que el tribunal unitario anotado estudie los mismos,
únicamente respecto de los inculpados ********** y ********** , toda
vez que se ha considerado, en la presente resolución, que, por lo
que hace a ellos, no ha prescrito la acción penal respecto del
delito de genocidio que se les imputa y, por lo mismo, ha quedado
pendiente el estudio relativo a si debe girárseles la orden de
aprehensión solicitada, inicialmente, por la autoridad ministerial.

59
En términos similares, se pronunció esta Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, al
revolver el día cinco de noviembre de dos mil tres, por unanimidad de cuatro votos, el recurso de apelación
extraordinaria 1/2003, promovido por el Agente del Ministerio Público de la Federación adscrito al Primer
Tribunal Unitario del Cuarto Circuito, siendo Ponente el señor Ministro Juventino V. Castro y Castro.

Por lo anteriormente expuesto y fundado es de resolverse y
se

R E S U E L V E:

PRIMERO.- En lo que es materia competencia de esta


Primera Sala como Tribunal de Apelación extraordinaria, se
modifica el auto impugnado dictado por el Juez Segundo de
Distrito de Procesos Penales Federales en el Distrito Federal, en
el proceso penal 114/2004-I.

SEGUNDO.- Se declara que no ha prescrito la acción


penal respecto del delito de GENOCIDIO, únicamente por lo
que hace a los inculpados ********** Y **********, en términos de lo
establecido en el considerando SÉPTIMO de la presente
resolución.

TERCERO.- Se declara extinguida la acción penal


respecto del delito de GENOCIDIO, a favor de los inculpados
**********, **********, **********, ********** (a) “**********”, **********
(a) **********, ********** “**********”, ********** (a) “**********”,
********** (a) “**********” Y ********** (a) “**********”.

CUARTO.- Devuélvanse los autos al Quinto Tribunal Unitario


en Materia Penal del Primer Circuito, tribunal de origen, para los
efectos señalados en el considerando OCTAVO de la presente
resolución.
NOTIFÍQUESE; con testimonio de esta resolución,
devuélvanse los autos al Tribunal Unitario de Circuito y en su
oportunidad, archívese el toca como asunto concluido.

Así lo resolvió la Primera Sala de la Suprema Corte de


Justicia de la Nación, por mayoría de tres votos de los señores
Ministros: José de Jesús Gudiño Pelayo, Sergio A. Valls
Hernández y José Ramón Cossío Díaz (Ponente) en contra del
voto de los señores Ministros Juan N. Silva Meza y Presidenta
Olga Sánchez Cordero de García Villegas. El señor Ministro Juan
N. Silva Meza reservó su derecho de formular voto particular.

Firman la Presidenta de la Primera Sala y el Ministro


Ponente con el Secretario de Acuerdos, quien autoriza y da fe.

PRESIDENTA:

OLGA SÁNCHEZ CORDERO DE GARCÍA VILLEGAS.

MINISTRO PONENTE:

JOSÉ RAMÓN COSSÍO DÍAZ.

EL SECRETARIO DE ACUERDOS
DE LA PRIMERA SALA:
LIC. MANUEL DE JESÚS SANTIZO RINCÓN.

Esta hoja corresponde al recurso de apelación 1/2004-PS.


Fallado en la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la
Nación, el día quince de junio de dos mil cinco, por mayoría de
tres votos en el sentido: PRIMERO.- En lo que es materia competencia de
esta Primera Sala como Tribunal de Apelación extraordinaria, se modifica el auto
impugnado dictado por el Juez Segundo de Distrito de Procesos Penales
Federales en el Distrito Federal, en el proceso penal 114/2004-I.- SEGUNDO.- Se
declara que no ha prescrito la acción penal respecto del delito de
GENOCIDIO, únicamente por lo que hace a los inculpados ********** Y ********** ,
en términos de lo establecido en el considerando SÉPTIMO de la presente
resolución.- TERCERO.- Se declara extinguida la acción penal respecto del
delito de GENOCIDIO, a favor de los inculpados **********, **********, **********,
********** (a) “**********”, ********** (a) **********, ********** “**********”,
********** (a) “**********”, ********** (a) “**********” Y ********** (a) “**********”.-
CUARTO.- Devuélvanse los autos al Quinto Tribunal Unitario en Materia Penal del
Primer Circuito, tribunal de origen, para los efectos señalados en el considerando
OCTAVO de la presente resolución.- Conste.

LGR, RMMG, MESF

“En términos de lo determinado por el Pleno de la Suprema Corte en su sesión del


veinticuatro de abril de dos mil siete, y conforme a lo previsto en los artículos 3,
fracción II, 13, 14 y 18 de la Ley Federal de Transparencia y Acceso a la
Información Pública Gubernamental, en esta versión pública se suprime la
información considerada legalmente como reservada o confidencial que encuadra
en esos supuestos normativos”.

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