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Como institución, la familia existe desde que se formaron las primeras sociedades
sedentarias, a través de ella, primera sociedad, se da la organización de la sociedad, que
bien podríamos decir toma sus bases de esta.
Uno de los primeros pensadores que habló acerca de esta institución fue Aristóteles.
Para Aristóteles la familia es una institución natural, “la primera y más natural de las
comunidades, pues es la unidad social primordial para la propagación de la especie
humana”2, opinión válida para todas las épocas pues ella consiste en el único modo de
supervivencia de la sociedad, no solo por ser las parejas la única sino también, por sus
vínculos afectivos, la mejor forma de integrar a los nuevos hombres a la sociedad.
Considera al padre como la cabeza de la familia por derecho propio, siendo su esposa su
compañera y consultora; entre los conyugues la relación deberá ser de amistad y sobre todo,
de justicia. Considera a sus hijos como “extensión de su persona”3 refiriéndose a los padres,
por lo cual les deben procurar amor vigilante para que puedan desarrollarse de manera
óptima en cuerpo y alma. La mujer, por tanto, considera también propio de los hijos la
obediencia, cariño y respeto hacia sus padres tanto como a los dioses.
Aristóteles considera al padre como jefe a imagen del gobernante hacia sus siervos, no
como un dueño de estos que los maneja a su conveniencia, sino como lo veía su maestro
Platón4 como alguien que vela “por el bien de los gobernados, o a lo menos por algún bien
común a todos.”5
1
GUTIERREZ SAENZ RAUL, Historia de las Doctrinas Filosóficas, Esfinge, Naucalpan, México, 231992, p. 52.
2THONNARD ASUNCIONISTA, Compendio de Historia de la Filosofía, Desclee & Cía, Tournai 51949, p.125.
3
Ídem.
PLATON, República, Editorial Gredos, Madrid 11988, 1p.88
4
http://fama2.us.es/fde/ocr/2006/politicaAristoteles.pdf
En el pensamiento romano-cristiano, destaca la participación de Agustín de Hipona.
“Los hijos viene inmediatamente a consolidar la eficacia de esta sociedad vincular como el
único fruto honesto, resultante no solo de la mera unión del hombre y la mujer, sino del
comercio y trato conyugal de los mismos”8; es a partir del vínculo conyugal que se da
continuidad a la sociedad, para así evitar una eminente extinción. Y es así como la
institución matrimonial cumple con un cometido social insustituible realizando el designio
procreativo encargado por el Orden Natural.9
La familia debe ser el principio y la parte mínima de la ciudad. Y como todo principio hace
referencia a un fin en su género, y toda parte se refiere a la integridad del todo por ella
participado, se desprende evidentemente que la paz doméstica se ordena a la paz
ciudadana.10
El padre debe velar por la seguridad de su casa y gobernarla de manera justa y benigna al
mando, cosa dictada por el orden natural de las cosas; en cambio a los hijos les corresponde
obedecer y respetar.
La unión conyugal se da, no solo para la procreación sino también para la plena realización
del hombre y la mujer es indisoluble por ser ya uno solo, de manera que el hombre es para
la mujer y viceversa.
AGUSTÍN DE HIPONA, El Bien del Matrimonio, Apostolado Mariano, Sevilla, 12004, p.19.
7
8
Ídem.
9
Cfr. BLAZQUEZ NICETO, Filosofía de san Agustín, BAC, Madrid, 2012, p.276
10
AGUSTIN DE HIPONA, La Ciudad de Dios, Editorial Porrúa, México, D.F. 192004, 2p. 579
Mira también a la familia como un lugar de crecimiento y desarrollo de todos sus
miembros: los padres en el amor mutuo y los hijos en su propia persona. Los padres velan
por el crecimiento de sus hijos y disponen todo para que sea esto del mejor modo posible.
La gobernanza de la familia toca entonces al Padre en unión con la Madre, por lo que a
estos toca actuar con mayor virtud en medida que de ellos depende la no solo regirse a sí
mismos sino a su familia, en ellos cabe el velar para que siempre este lo necesario.
En la economía12 familiar ha de ser el padre el que trate los asuntos externos y la madre
procurara los internos13 ya que uno no puede encargarse de las dos cosas, o sea que no
puede suplir al otro, sino que lo complementa como unión necesaria para el correcto
funcionamiento.
11
COPLESTON F. C., El Pensamiento de Santo Tomás, Fondo de Cultura Económica, México, 1976, 2p. 7.
12
La palabra economía es usada en el sentido del gobierno de la casa.
TOMAS DE AQUINO, Gobierno de los Príncipes, libro electrónico recuperado el 3 de noviembre de 2016
13
http://biblio3.url.edu.gt/Libros/gob_princ.pdf
El hombre tiene más disposición para la vida “civil”, cubrir las necesidades y demás,
mientras las mujeres están más dispuestas a participar en el gobierno de la familia “por
medio de la crianza de los hijos, en guardar la honestidad de su casa y el mantenimiento de
esta”14cosa que solo funciona si se está provisto de lo necesario, como solo sirve proveer si
se administra.
Se aprecian los distintos roles, bien definidos, que corresponden a los integrantes de la
familia, de manera que en realidad ninguna parte es excluida del gobierno del hogar, sino
todo lo contrario, cada uno tiene sus deberes según su persona de manera que la cosa sea
funcional por ser esta no algo externo o artificial, ya que es algo intrínseco que se acomoda
a la naturaleza de cada uno y a sus condiciones.15
LA FAMILIA DE ROUSSEAU
En el plano de la familia, opina el ilustre Rousseau que es esta “la más antigua de todas las
sociedades, y la única natural”17sin importar que los hijos se separen prontamente de los
padres una vez acabada la necesidad mutua que sostienen en sus primeros días. Tiene su
principio en el matrimonio que “es un contrato realizado con la naturaleza al mismo tiempo
que entre los cónyuges”18
http://peuma.e.p.f.unblog.fr/files/2012/06/Emilio-ROUSSEAU.pdf
La primera necesidad y, por tanto, el primer deber de los progenitores será dar a los hijos la
educación, por ser esta aquello que les dará crecimiento, especialmente la propia de los
infantes; es menester de la madre dar esta educación domestica.19
Adviértase hasta que punto considera esto que, de darse de otro modo, solo traería la
depravación a la sociedad, alterando todo orden moral y extinguiendo todo el valor que el
marido confiere a la mujer.
La mujer debe ser la más cercana a los hijos, el puente de amor entre estos y el padre,
aquella que los alimenta, no solo corporalmente, sino también con su cariño y su tiempo.
En todo se encuentra determinado no solo por la naturaleza del cuerpo femenino, se
sustenta más aun en el carácter fuerte pero amoroso que las madres tienden a manifestar
desde el embarazo para aquellos que en ella se desarrollan, en ella y no en el padre.
Y no se trata de que se encierre a las mujeres en una vida enajenante y aburrida en el hogar,
nada de eso; son los ojos ciegos y las miradas desviadas las que no permiten ver el
profundo atractivo de la vida doméstica y es que la pesadez propia de los niños logra que
los padres se necesiten más. Son los lazos de necesidad los que hacen que “se amen más el
uno al otro y se estrechen entre ambos el lazo conyugal.”20 Con la familia viva y animada,
las tareas domésticas son la ocupación predilecta de la mujer y el desahogo del marido.
“Una vez las mujeres vuelvan a ser madres, también los hombres volverán a ser padres y
maridos.”21 El núcleo familiar es y será siempre la mujer y de su conducta depende, no
única, pero si principalmente, el devenir de la familia. Es una buena madre la que hace
tender al marido a la familia, suponiendo claro, que le marido también cumpla con sus
obligaciones.
No significa esto que el hombre no tenga obligaciones para con su familia, al contrario,
debe este observar también el cumplimiento de lo que le corresponde, y esto no es solo el
engendrar y nutrir a los hijos; su deber es el hacer de estos hijos hombres sociales,
ciudadanos aptos para la vida, y aquel que no cumpliere con estos que son los derechos de
19
Cfr. Ídem.
20
Ídem.
21
Ídem.
padre carece del derecho de serlo.22 Es el deber máximo de un padre el cuidar a sus hijos
sin importar que, “no hay ni pobreza, trabajos ni respetos humanos que le dispensen de
mantener a sus hijos y de educarlos por sí mismo”23 y aquel que no cumpliere con esto
pagara el precio con las más amargas lágrimas.
Por lo cual no deben ni el hombre ni la mujer buscar quien cumpla estos deberes suyos,
pues a quien se le puede encargar tan importante encomiendo, ¿a un asalariado? Ni
pensarlo, o acaso esa persona sea la madre o el padre de tus hijos y no tú.
He ahí el motivo por el cual los hijos han de mostrarse igualmente solícitos ante su padre
como ante su madre y, así como los hijos no muestran preferencia, aunque tiendan para
unas cosas a este y para otras a aquel por las naturales diferencias entre sus necesidades,
también los padres deben mostrarse con la misma entrega y solicitud para con todos sus
hijos, pues todos son igualmente suyos 24 sin importar las diferencias que entre estos
pudieran existir.
La familia está establecida por las naturales diferencias que son complementarias.
LA FAMILIA DE COMTE
“La familia tiene su base espontanea en la naturaleza”26se erige como primer pilar de la
sociedad, el inicio necesario de esta, porque en ella se genera el espíritu social, crece la
conciencia de que es necesario y bueno vivir con los demás, a través de ella el hombre
22
Cfr. Ídem.
23
Ídem.
24
Cfr. Ídem.
25
COMTE A., La Filosofía Positiva, Editorial Porrúa, México, D.F. 41990, p. XXIX
26
Ibídem, p. 104.
comienza a vivir para los demás.27 Aun con las variaciones que pudiera experimentar por
las diferentes épocas y culturas, esto permanece.
Juzga que la sociedad tiene su principio en la familia, ésta en el matrimonio, y éste a su vez,
en la insubordinación de los sexos, que se fundamenta en principios meramente biológicos
que sitúan al hombre como guía del grupo.28 “El régimen biológico ha de coordinarse con
los instintos sociales o simpáticos, más caracterizados, por cierto, en la mujer.”29 Concluye,
por tanto, que el destino de la sociedad está reservado a la mujer, de quien surge y se
mantiene la familia.
27
Cfr. Ídem.
28
Cfr. Ídem.
29
Ídem.
30
Cfr. Ibídem, p. 112.
31
Ídem.
A su vez, de esta unión deriva el último afecto domestico: la paternidad, que cierra el
“ciclo” y que nos enseña a amar a nuestros sucesores enlazándonos al futuro, quedando
unidos al pasado y al futuro de la sociedad.32
De la familia no solo parte la sociedad, sino que en ella existe: los niños son los hijos y los
adultos los esposos y padres, todos pertenecen a una familia y por ella, a una sociedad.
Estos vínculos son parte integral de la persona y son la esencia principal de una comunidad.
LA FAMILIA DE BUBER
Postula que el hombre es un ser de comunicación, que está en constante relación con los
demás en diferentes niveles y esferas; primero se relaciona con la naturaleza, ante la cual
esta pero no puede llamarle de modo alguno, después esta su relación con los otros
humanos, que es donde se da de una manera más clara, donde ya se le puede dar y aceptar
el calificativo de “Tu”.
La vida humana no existe como un “Yo”, coexiste como un “Yo-Tu”. Esta unión empieza
desde el seno familiar, donde las personas confrontan por vez primera el coexistir con otros
que comparten esa humanidad con él.
Es el primer punto de relación para cada uno, donde aprende a vivir armoniosamente con
otros, después de todo “La persona aparece cuando entra en relación con otras personas.”35
El hombre no busca a su familia solo como una cosa funcional, si fuera así se volvería el
objeto de funcionalidad a sí mismo; la relación con su familia es parte del mismo.
32
Cfr. Ídem.
33
DIAZ CARLOS, Introducción al pensamiento de Martin Buber, I. E. M., Madrid, 31991, p. 5.
34
BUBER MARTIN, Yo y Tu, Caparrós Editores, Madrid, 31998, p.13
35
Ibídem, p. 58
LA FAMILIA EN MARCEL
Para Marcel la familia se envuelve en un misterio que es muy difícil descifrar. Casi todos
crecimos en una familia y sin embargo cuesta entender que es una familia, porqué decir que
existe.
La familia adquiere continuidad en las cosas exteriores que tiene un valor para llevarse al
interior, y el principal es la relación que se forma entre sus miembros, el lugar en el que
cohabitan, sus diálogos.37
El fundamento de las familias es la relación de amor que se da entre sus miembros, relación
que solo se da entre humanos.
36
MARCEL GABRIEL, Homo Viator, Ed. Sígueme, Salamanca, 2005, p. 88.
37
Cfr. Ibídem, p. 91.
38
Ibídem, p. 97.
39
Ibídem, p. 108.
LA FAMILIA DE MOUNIER
“La familia es un medio muy diferente de todos los demás. Es el dato más ineluctable”40 es
algo que no se puede cambiar, que nos marca para siempre y permanecerá tal como es, sin
importar si ello nos guste o no. Es el medio en el que nos movemos siempre.
La familia debe ser vista no simplemente como un régimen celular, ni debe ser estudiada
como un conjunto de desordenes para el hombre, así como tampoco debe ser vista como
una idealización, una imagen perfecta, producto del optimismo ingenuo; “estos dos
prejuicios deben ser alejados”.41
“La familia se articula en varias comunidades segundas”42 que son la unión conyugal, la
comunidad fraterna, comunidad padres-hijos, que es aquella que “marca de manera más
profunda el psiquismo plástico del joven ser.”43 Son los padres para sus niños una especie
de dioses, que son excelentes, buenos, conocedores de todo, capaces de todo, inclusive de
vigilarlos siempre y de adivinarles el pensamiento.44
Conforme los niños van creciendo empiezan a ver de manera diferente a sus padres,
especialmente al darse cuenta de que ellos no son como los imaginaban (al ver como
también ellos están subordinados a otros, la figura de Dios, etc.), pero aun con esto puede
conservarse un poco la imagen anterior que tanta admiración provoca.
Y es en esta instancia que la paternidad adquiere otro matiz que va mas allá del biológico,
el de aquel que es educador de sus hijos, que hace trascendencia en sus hijos por la
transmisión de valores, mientras la maternidad enseña el amor desinteresado.
40
MOUNIER EUGINE, Obras Completas (II), Ed. Sígueme, Salamanca, 1993, p. 102
41
Ibídem, p. 103
42
Ídem.
43
Ídem.
44
Cfr. Ibídem, p. 104
Aquel que goza del calor afectivo durante su infancia tiende a añorarlo y buscarlo en su
etapa adulta, ayudándolo a madurar y conocer el mundo desde una mirada esperanzadora,
mientras que el que careció de esto tiene menos impulso y poca aspiración a una cierta
plenitud.
“El fervor filial devorador del niño es un soporte necesario del afecto infantil”45 que los
ayuda a aceptar la dependencia filial y todo lo que conlleva; después llega el momento de
desapego, que puede llegar tarde si el apego ha transcurrido de forma excesiva, pudiendo
acarrear problemas como alguna fijación. Por tanto, los padres deben estar vigilantes desde
la más tierna infancia de sus hijos a que estas fijaciones no se lleguen a dar ya que les
perjudicarían seriamente.
Los padres tiene la autoridad en la casa, pero esta también debe ser encauzada para uso
benéfico de los hijos y no de manera egocéntrica por los padres para plegar sus caprichos a
un ser débil convirtiéndose en castigadores que buscan reafirmar su autoridad.
Métodos como este suelen obtener ciertamente la obediencia pero que “no libera, sino
esclaviza.” 46 Están los padres que imponen a sus hijos imágenes muy cuadradas, otros
proyectan en sus hijos sus sueños irrealizados y otros los asfixian de amor mal canalizado.
Dado que la afectividad del niño exige un respiro lo mejor es que el afecto y la autoridad de
los padres sean discretos y que guíen al niño a otras cosas necesarias para su crecimiento.
45
Ídem.
46
Ibídem, p. 107.
47
Ibídem, p. 108.
Todo lo que sucede en la familia trasciende, incluso fuera de las enseñanzas potencializadas
por el afecto; los hijos también toman elementos en su carácter de todo contacto que tienen
con sus padres, por sus conductas y reacciones.48
Por tanto, para un correcto crecimiento de los hijos, la unión conyugal debe ser activa y
equilibrada, tanto en su personalidad, como en el uso de autoridad.
La unión familiar no acaba con la madurez del hijo, sino que evoluciona creando una nueva
familia en consecuencia de la que dejo.
48
Cfr. Ibídem, p. 109.