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“Abrir la Escuela”

Trabajo: Fòrum Opció Escola


Autor: Luis Izcovich
Conferencia dictada el 20 de octubre de 2012 en el Seminario de Escuela del EPFCL-
FOE de Barcelona.
Argumento:
¿Qué razones explican el interés de los analistas por la Escuela de psicoanálisis?
Más allá de la idea teórica de la Escuela, ¿qué balance hacen los analistas de su
Escuela? ¿A quienes implica la Escuela? Se tratará de abordar estas preguntas con la
perspectiva de justificar nuestro interés por la Escuela. Será a partir de este desarrollo
que podremos dar cuentas de nuestro título: “Abrir la Escuela”.
En lo que extraje como argumento para hoy, aparece la idea de la Escuela como idea
teórica y luego la Escuela como experiencia, son dos niveles diferentes. La Escuela
como teoría, Lacan tuvo la idea de fundar una Escuela antes de tener una experiencia
de Escuela, es decir, él perteneció a una Asociación y su idea fue fundar una Escuela,
con lo cual había la base, su idea una idea teórica de Escuela, y luego está la
experiencia efectiva.
Esta cuestión se nos plantea a nosotros en la actualidad cada vez que se trata de
hablar de la Escuela, se plantean estos dos niveles, el nivel de la Escuela como
teoría, como concepción teórica y el nivel de la experiencia efectiva. Intentaré hacer
referencia a esos dos niveles.
Para empezar voy a partir de algo que dije esta mañana que es una cita de la “Carta a
los italianos” que es una proposición fuerte de Lacan, que dice que no hay analista
sino a partir del deseo de saber, es decir que es un planteo radical, o hay deseo de
saber y entonces analista, o si no se verifica el deseo de saber, no hay analista. Es
decir que la frase no contempla posiciones intermedias. Me pareció que valía la pena
evocarla por que la frase se sitúa con todo el desarrollo histórico de Lacan en el que
plantea que no hay deseo de saber. No hay deseo de saber, digamos, en la estructura
del sujeto, en el sentido de que no hay una pulsión de saber, que es una formulación
de Freud basada en lo que avanzaba en la curiosidad sexual del niño.
La idea de Lacan es la de que no hay analista sin el deseo de saber, esto no
remite a un deseo que estuvo allí desde siempre, sino a un deseo que emerge en un
momento dado. Dicho de otro modo, no es un deseo que estaba siempre allí para
retomar la cuestión de lo que estaba siempre allí, sino que es un efecto de un análisis.
Es en ese contexto que Lacan introduce esa fórmula que me parece a tener en cuenta
especialmente y que retuvo mi atención cuando hice mi intervención en Río sobre la
cuestión de la marca.
La cuestión de la marca de un análisis, Lacan la conecta a la marca de un deseo de
saber, dicho de otro modo es lo que especifica al deseo inédito, como efecto de un
análisis. Cuando Lacan utiliza esta fórmula, dice: “es a sus congéneres saber
encontrar la marca”.
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No sé si todos están al tanto del funcionamiento de la estructura del pase, para


resumir el dispositivo del pase, es una invención de Lacan para intentar captar como
alguien que decide ocupar el lugar del analista puede dar cuenta de su cambio de
posición y por tanto puede dar cuenta de las coordenadas subjetivas que lo han
llevado a ocupar el lugar del analista. La idea de Lacan es que no es suficiente querer
ser analista, más bien el querer ser analista es algo que hace obstáculo, de lo que se
trata es de un deseo que proviene del efecto de un análisis.
Entonces Lacan inventa un dispositivo, según el cual un sujeto va a dar cuenta de su
cambio de posición a dos personas que estarían en un momento similar, de dar
cuenta, pero justo en un momento previo. Esas dos personas que son encontradas
por lo que Lacan llamó el pasante, es decir, aquel que va a dar cuenta de cómo
cambió de posición, esas dos personas van a referir lo que han recogido como
testimonio a lo que Lacan llamó el Jurado del pase. Que luego cambió de término en
la nueva Escuela fundada por Lacan en l980 se pasó a llamar el Cartel del pase.
Explico esto porque Lacan dice que es a ‘los congéneres’ de saber encontrar la
marca.
Uno, el que dice yo soy analista; dos, en el dispositivo creado por Lacan es: tu lo
dices, pues tu lo tienes que demostrar.
Lacan crea el dispositivo en el que hay dos personas, que se llaman los pasadores y
que van a dar cuenta al jurado, que luego se transformó en cartel.
La idea es que el que dice “yo soy analista” testimonia a los pasadores, los cuales a
su vez testimonian del testimonio recibido al cartel o jurado del pase.
En este contexto decir “es a los congéneres saber encontrar la marca”, los
congéneres son los pasadores. Vale la pena preguntarse por cada detalle de la
cuestión.
En Francia existen asociaciones analíticas que dicen que tienen un equivalente del
pase, alguien que viene a testimoniar a un grupo sobre cual ha sido la experiencia del
análisis.
El punto esencial es que no es lo mismo dar cuenta de lo que fue la experiencia de un
análisis a alguien que está en un punto similar al de aquel que enuncia: yo soy
analista, a partir de ahora. Que ir directamente y hacer el cortocircuito que consiste en
ir a hablar sobre ello a un cartel o al jurado. Uno se podría preguntar por qué
complicar las cosas…Uno va directamente a hablarle al jurado y le dice como fueron
las cosas.
La idea de Lacan es que no se habla del mismo modo cuando se habla con un
congénere que cuando se habla a un cartel del pase, esa es la idea general.
El congénere sería casi como el colega, y es cierto que no se habla del mismo
modo de la experiencia de un análisis a un colega que a alguien que está
ocupando una función institucional.
‘Saber encontrar la marca’, la marca del deseo inédito. No se trata de un saber
general, ni universal sino de un saber en lo singular. Cómo pueden los pasadores
encontrar la marca de un deseo cuando el deseo del analista por definición es un
deseo que hace objeción al universal.
Lacan utiliza la idea ‘saber encontrar la marca’, no dice encontrarla, sino saber
encontrarla.
Lo que estructura la cuestión del deseo inédito es en el pasador la posibilidad de
aislar la lógica que precede a la emergencia de un deseo en lo particular.
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No creo exagerado formular que así como Lacan dice que no hay analista, sino
a partir de un deseo de saber, se puede extender este concepto a la comunidad
de Escuela. Y plantear, volviendo a la Escuela como concepto teórico, si Lacan
cuando fundó la Escuela, no la fundó como la de una comunidad fundada sobre el
deseo de saber, es decir una comunidad en relación con ese deseo.
Ahora cómo puede ser fundar una comunidad sostenida por el deseo de saber,
cuando lo que sostiene al sujeto es un no querer saber de eso, que es la tesis de
Lacan en el seminario Aún, se dirige a la comunidad de los analistas y les dice a los
analistas, ustedes no quieren saber nada de eso, yo tampoco quiero saber nada de
eso, pero hay una gran diferencia entre el no querer saber nada de ustedes y el mío.
Lo que entiendo es que Lacan se pone él mismo en una posición de analizante, se
pone en una posición que es la explorar cuál es su propia relación con el no querer
saber, es decir que el no querer saber nada no es una posición que plantea un
obstáculo estructural , en el cual cada cual encuentra un límite al saber, es una
posición en la cual en la estructura hay algo que empuja a no querer saber, pero al
mismo tiempo en el deseo del analista algo empuja a situarse en relación a ese no
querer saber y cómo seguir avanzando a partir de ese no querer saber.
Esto funda una comunidad, la comunidad de los que toman posición a cómo hacer
algo en relación a la estructura de ese no querer saber nada. Cómo se percibe por lo
tanto, deseo de saber o no querer saber sobre eso, parte de la idea de que no existe
un saber general, y parte al mismo tiempo de la idea de que es una experiencia
relativa al análisis de cada uno y la experiencia del saber como vano, la experiencia
de encontrar que en el saber no hay respuesta a la verdad particular, en este
sentido es un saber vano. Dicho de otro modo el deseo inédito se funda en la
imposibilidad de un saber universal. Creo que ese deseo es fundador de Escuela,
el deseo es la experiencia de cada uno de haber encontrado el saber vano y al
mismo tiempo algo de esa experiencia se comparte con los otros. Hay un deseo
singular, pero que se comparte con la comunidad de Escuela.
La cuestión que se presenta entonces, la Escuela como concepto teórico, como un
lugar de confrontación de los deseos singulares, sostenidos por el saber vano.
En la experiencia de Escuela, hay un punto que merece atención en relación al debate
y es que Lacan planteó diversas fórmulas en cuanto a cómo se puede captar el deseo
inédito, el hecho de que haya diferentes fórmulas ya da una idea de la dificultad, la
idea de que no existe una fórmula única aplicable en la que no puede sostenerse y
decir que a partir de ahí se sabe cómo encontrar la marca.
Diferentes formulas implican la imposibilidad de hacer una doctrina única, ahora bien,
y en eso empiezan los problemas y es cuando en una comunidad, las diferentes
fórmulas son utilizadas en el sentido de hacer el precipitado de una fórmula única.
Querer buscar a cualquier precio la fórmula que dé cuenta del conjunto. Me parece, y
paso históricamente, que en la medida que se quiere buscar una fórmula que dé
cuenta del conjunto, ahí se introduce una obstrucción al deseo del que hablaba, al
deseo que es el de la comunidad de Escuela.
Se obstruye cada vez que se fabrica una doxa, una doxa es una concepción que
no tiene su punto de partida en la experiencia.
La idea fundamental de Lacan cuando funda el dispositivo del pase es para
intentar crear las condiciones de posibilidad para captar una experiencia. Es
decir que no tiene la respuesta antes de la experiencia. Su idea es que el análisis
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le resulta insuficiente para poder dar cuenta de eso. Si el análisis fuese suficiente,
cuando alguien dice yo soy analista, si en la transferencia lo enuncia, si para Lacan el
analista de ese que se enuncia como analista, si el analista pudiese atestiguar, no
haría falta todo este dispositivo. El dispositivo interviene porque, según Lacan, el
analista de ese analista que se propone como candidato tiene una idea, pero no tiene
la posibilidad de garantizar completamente ese enunciado.
Digamos que lo que Lacan introduce ahí es un lugar vacío, es decir, el analista no
puede responder y tampoco se puede partir de una doxa prefabricada. Esto es a la
vez el problema al cual estamos confrontados y, al mismo tiempo, el interés. Podemos
decirlo también que la doxa prefabricada parasita siempre el deseo de saber, funciona
como obstáculo.
Ahora bien, también hay una doxa de experiencia. Hasta aquí he hablado de una doxa
prefabricada, es decir, una doxa de antes de la experiencia, es la doxa teórica. Pero
hay también una doxa que tiene en cuenta la experiencia, el resultado es el mismo, lo
que cambia es la razón, la causa. Se trata de cuando se intenta, a partir de un caso,
hacer una generalización. La cuestión en Lacan es la misma, en la medida en que hay
diferentes fórmulas para dar cuenta del deseo del analista, si uno toma un caso y lo
intenta generalizar, introduce lo que se llama la doxa de la experiencia. Este es el
segundo obstáculo a la Escuela. Dicho de otro modo, el saber que se puede extraer
de esta experiencia en la cual alguien se anuncia, lo transmite a los congéneres, estos
consienten de algún modo haber encontrado la marca y lo transmiten al jurado que
confirma; lo que se deduce de esta experiencia es que hubo una transmisión, pero no
indica que se trata de un saber que es generalizable, se trata de un saber que es
aplicable a ese caso en lo singular. Por eso creo que Lacan utilizó en la fórmula, es a
los congéneres ‘saber’ encontrar la marca, puso comillas a este saber porque es un
saber, pero que no se funda en ningún saber.
Lo que hace comunidad de Escuela, ante todo, es la capacidad de suspender el
saber. Dicho de otro modo, la cuestión no es tanto la relación con el saber sino la
relación que cada uno tiene con el no saber. Creo que cabe decirlo así, que es esta la
función de una Escuela de psicoanálisis. Lo definiría así, un saber hacer colectivo al
servicio de dejar vacío un saber que haga doxa. Es decir, ir a lo opuesto de un saber
que haga doxa, porque esta es la tendencia humana, que es, servirse del saber para
hacer doxa.
Las experiencias institucionales de los analistas, no solamente de Escuela sino de
todas las asociaciones analíticas, tienen este denominador común que es la aspirar a
completar el lugar vacío con un saber, es por eso que el riesgo al cual estamos
confrontados es de confundir los avances teóricos que puedan existir en cuanto a la
lectura de Lacan o los avances teóricos que uno u otro de los miembros de una
Escuela puedan tener, confundir esos avances teóricos con la aplicación de esos
avances a la experiencia del pase, creo que hay algo ahí que debe quedar
preservado. Un avance teórico no necesariamente tiene que buscar su aplicación en
la experiencia del pase.
Repito, La Escuela sostiene la preservación de un lugar vacío. Si me siguieron hasta
aquí, tienen el derecho de preguntarme porque justifico el título de “Abrir la Escuela”.
Este título no lo sostengo de la dimensión de empujar al no saber, por lo tanto se
podría entender que a lo que estoy apuntando es que la experiencia de Escuela
permitiría deducir una Escuela abierta a todos. No es la apología del no saber, la
pregunta que se plantea es la pregunta que hice de otro modo sobre otro tipo e
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cuestión, hace unos años aquí en Barcelona, que era “¿el pase para quién?” Esta vez
la pregunta sería “¿La Escuela para quién? “
Para contestar a esta pregunta voy a partir de cuestión que evoqué recientemente en
Río en una reunión institucional de nuestra Escuela, donde dije tranquilamente que en
nuestra Escuela la permutación no es efectiva, lo dije tranquilamente y lo puedo volver
a repetir, porque me concierne a mí personalmente. El hecho de que la permutación
no sea efectiva implica como efecto un empuje al estancamiento.
Cuando digo “Abrir la Escuela” es en primer lugar hacer el modo en que la
permutación en el funcionamiento de la Escuela sea hecha de tal modo que permita
las condiciones de un deseo, en aquellos que son miembros de esa comunidad, pero
con una finalidad, es que el deseo en la Escuela, es como el deseo del analista, que
es un deseo sin objeto.
Lo que funciona como objeto de deseo en la Escuela es la preservación de que todo
esté estructurado en función de crear las condiciones ideales para que esa función
que es la de alguien que se enuncia como analista pueda ser evaluada de un modo,
digamos, lo más anti- doxa posible; ese es el deseo, digamos, de Escuela.
Se ve que es un deseo para crear las condiciones de emergencia de un deseo. Aquí
aparecen las condiciones claramente entre lo que es una Escuela de Psicoanálisis y
una asociación.
La Escuela no está abierta a todo aquel que haga la demanda de Escuela, sino, y en
relación a lo que dije antes, a aquellos que se propongan como analizantes de su
propia experiencia. Se ve aquí que hay una solidaridad entre lo que es la experiencia
personal dentro de un análisis y la relación con la comunidad.
Hacerse analizante es lo que Lacan llamó su propia relación con el “de eso no quiero
saber nada”, Lacan como analizante, se deduce también de su posición en la
enseñanza, en la que se propone en oposición al discurso del amo y al discurso
universitario., lo que no significa estar en una posición que sería la de la asociación
libre, es ser analizante de su propia relación con el no querer saber.
La cuestión del miembro de la Escuela y la cuestión de la Garantía.
Existe la cuestión de una garantía dada al analista, es decir, se nombra a alguien con
un titulo y en la medida que se le da un título se le da una garantía. Cuando se admite
a alguien en la Escuela no se le da un título y sin embargo esta admisión funciona
como una garantía. Cuando alguien se anuncia “yo soy analista” en general si no se lo
conoce se le pregunta a qué institución pertenece y es la institución la que funciona
como garantía de aquel que se enuncia “yo soy analista de los Foros del Campo
Lacaniano”. Es decir, que la institución de los Foros del Campo Lacaniano da en cierta
medida una garantía a aquel que no fue garantizado pero se garantiza diciendo “yo
soy analista de los Foros del Campo Lacaniano”. No se le dió una garantía pero el
hecho de ser admitido funciona como una garantía de hecho.
La Escuela, entonces, funciona como garantía incluso a aquellos que no son
miembros, a aquellos que no tienen título específico.
Hablé de la cuestión de quienes podrían pretender ser candidatos de la Escuela y
hablé de la posición de analizante. No todo analizante es un analizante que está en
posición de analizar su no querer saber y que no debe confundirse con lo que es la
experiencia analítica que apunta a la emergencia de un afecto, cuando Lacan plantea
el fin de análisis en relación al horror de saber, el horror es un afecto. Por un lado,
entonces, analizante en relación con su no querer saber como miembro de la Escuela
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y por el otro lado, no son solidarios, homogéneos, el análisis en la medida en que


apunta a la emergencia del horror de saber y la idea que introduce Lacan en relación
a ese horror, es que ese horror hay que cernirlo, cernir el horror no es lo mismo que
decir, que en el análisis se produce un saber sin sujeto; que es una de las definiciones
de Lacan sobre el inconsciente, saber sin sujeto, porque el saber sin sujeto puede ser
interpretado como una cuestión automática, efecto de un análisis, un análisis que
produce un saber sin sujeto, cernir el horror de saber implica una posición de sujeto.
Por lo tanto cuando Lacan habla de cernir el horror de saber lo que introduce no es
sólo una exigencia epistémica, sino mas bien una exigencia subjetiva. Se debe
esperar esta exigencia subjetiva en alguien que pretende ser miembro de la Escuela.
Sería algo así como lo de aplicar al grupo analítico lo mismo que se aplica a la
experiencia de un análisis, situarse en relación al grupo en el mismo tipo de exigencia
en relación a que uno se sitúa en el propio análisis.
Esta analogía es porque lo que hace posible un análisis es la constitución de un sujeto
supuesto saber, sin el sujeto supuesto saber no hay análisis, entonces, motor de la
transferencia. Lo que hace posible una Escuela, lo que funda el principio de una
Escuela es también una transferencia.
Me ocurrió en varias oportunidades de encontrarme en Francia en el dispositivo que
admite o no admite miembros de Escuela y hay una pregunta que es recurrente
cuando se pretende como miembro de Escuela, porqué nuestra Escuela; las cosas
como son, existen otras experiencias de Escuela que tienen vigencia actualmente.
En realidad a lo que se apunta con esa pregunta es que cada Escuela implica una
modalidad diferente de tratar los efectos de grupo y la elección que se hace de una
Escuela es en base a la suposición que el candidato hace sobre cómo esa Escuela
trata los fenómenos de grupo. A partir de ahí se ordena la experiencia.
Esto permite explicar toda una serie de fenómenos, si uno admite que hay una
dimensión transferencial a la Escuela como admite que existe una dimensión
transferencial en el análisis; por ejemplo hablemos de un afecto negativo que es el de
la decepción, existe una decepción transferencial en el análisis, programada por la
estructura del análisis, del mismo modo que hay una decepción transferencial en
relación a la Escuela. Esta decepción se basa justamente en la distancia que puede
haber en cuanto a la suposición en cuanto deben ser tratados los fenómenos de grupo
y como los fenómenos de grupo fueron efectivamente tratados, es decir la idea que
cada uno se hace de cómo deben ser tratados y luego la experiencia que uno hace de
cómo son tratados. Es una decepción estructural en la experiencia de Escuela.
Si se admite esto, digamos que hay una decisión ética en la elección de Escuela, hay
una dimensión transferencial porque uno supone que las cosas serán tratadas de un
cierto modo y luego hay un nivel que es la decisión ética, es decir, la convicción íntima
que cada uno tiene del psicoanálisis. Punto digamos que sobrepasa el contexto de
Francia y de Barcelona porque lo he visto ya en varios lugares, es la cuestión de la
satisfacción institucional, hablo ahora de un afecto positivo, la satisfacción
institucional.
Me parece bastante notable que existe una satisfacción institucional en relación a lo
que se llaman los Colegios clínicos, aquí en Barcelona el Ateneu, y es una
satisfacción compartida, ya que es una satisfacción de los enseñantes porque tienen
la satisfacción de transmitir conceptos ligados al psicoanálisis, hay una satisfacción
ligada a los participantes porque satisface la expectativa, lo que están esperando del
Ateneu, del Colegio Clínico, y en ese sentido me parece corresponder a un tipo de
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satisfacción que esta ligada a la satisfacción que se puede obtener en una asociación
de psicoanálisis, me refiero a aquellas asociaciones de analistas que decidieron no
fundar Escuela.
Hace poco tiempo estuve en Australia y allí me decían que para qué la Escuela si
estaban contentos con su Asociación. Es cierto, ¿para qué crearse problemas? Vale
la pena hacerse este tipo de preguntas.
El Colegio Clínico funciona como una asociación, hay una satisfacción en la
Asociación que hace obstáculo al discurso analítico. Esto es coherente con lo que se
escucha en ciertas asociaciones analíticas en Francia que decidieron excluir el
dispositivo del pase, está asumido. ¿Para qué vamos a introducir el dispositivo del
pase si nosotros estamos encantados de encontrarnos entre nosotros? Ahí vemos
una satisfacción compartida pero que no se sostiene de la idea de Escuela.
Inmediatamente la pregunta que aparece es qué es lo que justifica continuar con el
dispositivo de Escuela, cómo sostener la pertinencia de la Escuela cuando hasta
ahora puse el acento en la decepción y puse el acento en que la satisfacción se
encuentra sobre todo por fuera, en la Asociación.
En realidad lo único que justifica la Escuela es que sería el único lugar que no está
atestiguado para siempre, se debe verificar, es el único lugar en el cual la satisfacción
de uno, de aquel que se dice yo soy analista, que se sostiene con la satisfacción de
ese enunciado. No hay uno, como el médico de Molière que diga yo soy analista
contra mi interés contra mis ganas, si es analista es porque las ganas le vinieron.
Entonces hay una experiencia de satisfacción y la Escuela en diferencia de los
Colegios Clínicos, en diferencia a las experiencias asociativas, es el único lugar en
dónde esa satisfacción puede ser compartida. Es el único lugar en el cual la
satisfacción de uno es posible que sea solidaria de la satisfacción de otros.
Aquí vale la pena examinar cuáles son los afectos de la experiencia del Cartel. Los
afectos en la experiencia del Cartel son como decía Lacan en relación al fin de
análisis, los afectos son imprevisibles, también en el Cartel del pase son imprevisibles.
Imprevisibles en relación a cada caso en particular, lo que si es cierto es que sin la
satisfacción del Cartel del pase no debería haber nominación. La nominación debería
ser el resultado del encuentro de la satisfacción del pasante con la satisfacción del
Cartel. Obviamente el pasador es alguien que puede trasmitir la satisfacción, en ese
sentido la satisfacción del Cartel no es la de la confirmación de la doctrina, la
satisfacción es la de un saber inédito que no está supuesto en los textos de
Lacan.
No es la confirmación de alguien que se presenta como: yo voy a demostrar cómo es
mi inconsciente que está estructurado como un lenguaje y cómo mi inconsciente es el
inconsciente real. De lo que se trata es de la producción de una satisfacción inédita y
por lo tanto la satisfacción del cartel también es una satisfacción inédita. Es esta
experiencia de satisfacción es lo que permite decir que ese sujeto que se enuncia
como psicoanalista se va a sostener en la experiencia como analista a partir de un
saber no prefabricado sino un saber construido en la transferencia. En ese sentido la
Escuela es una respuesta, es una respuesta a una demanda y hay que distinguir
diferentes niveles de la demanda.
Hay una respuesta que es una respuesta de la demanda de entrada a la Escuela y
como toda respuesta puede incluir un sí o un no. En realidad y este es el problema
cuando se analiza una demanda de entrada a la Escuela, lo que se analiza es una
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demanda y el problema para analizar una demanda de entrada a la Escuela es que


una comisión evalúa una demanda, pero no está en condiciones de evaluar el decir
que está por detrás de esa demanda.
Alguien que dice que quiere entrar en la Escuela formula una demanda, la comisión
que va examinar esa demanda pregunta por su justificación. Uno puede dar muchas
justificaciones de porqué querer ser miembro de la Escuela, lo que la comisión no
puede captar porque es imposible estructuralmente saber cuál es el decir, que Lacan
planteaba que es lo que no se dice, pero que se infiere de todo lo que se dice, es
decir que cuando se lo aplica a toda la demanda de entrar en la Escuela, alguien hace
una serie de formulaciones de porqué quiere entrar, pero lo que preside a eso, uno
puede deducirlo hasta un cierto punto, pero no llega a saber cuál es el decir de esa
demanda. Dicho de otro modo, una comisión no está en condiciones de evaluar con
absoluta pertinencia la entrada. Por eso necesariamente aparece la pregunta de con
quién hizo usted su análisis, pregunta que en general es mal interpretada, porque se
interpreta de un modo tendencioso. Se puede pensar que si “yo me analizo con tal
puedo entrar a la Escuela y si yo me analizo con tal no puedo entrar en la Escuela” no
es eso lo que esta en cuestión.
Lo que está en cuestión es cómo asegurarse al menos mínimamente de que aquel
que pretende ser analizante de su relación con el “yo no quiero saber” es alguien que
en su experiencia como analizante en la cura analítica es alguien que ha sido
atravesado por esa cuestión o al menos está en el trabajo de esa cuestión. Es cierto
que en una Escuela se le tiene confianza a analistas considerados como analistas y
es mucho más complicado cuando alguien dice yo hice mi análisis y nadie conoce
quién es el analista. Esa es la razón por la que se pregunta con quien se hizo o hace
el análisis. El intento es captar de modo más próximo posible, aún cuando es
imposible, la lógica del decir de la demanda.
Existe otra respuesta de la Escuela que tiene que ver con la demanda de formación,
que es lo que Lacan llamó el control o supervisión. Aquí hay otra respuesta, otra
respuesta de la Escuela y que es la de no establecer una lista de aquellos que están
en condiciones de dar una supervisión y sin embargo la experiencia, lo que se evalúa
es que el control se impone, no para solamente aquellos casos de aquellos analistas
que comienzan. La idea es que hay una demanda de control relativa a la verificación
del acto. Esto no es tanto del control para orientarse en cuanto el diagnostico sino
para verificar los efectos del acto.
Finalmente hay una respuesta de la Escuela a algo que no es demanda. La Escuela
puede responder a aquello que no es demanda y es la garantía del AME, nadie pide
serlo, la estructura del AME no es que la Escuela garantiza a un analista como
miembro de la Escuela porque un analista lo solicita. Es una respuesta que no es
respuesta a una demanda.
Finalmente existe una respuesta a una demanda paradojal, que es la demanda de
pase, la demanda de pase es una demanda, es una demanda que interviene en un
momento preciso de un análisis terminado o por terminar y es una demanda paradojal
en la medida que es una demanda que demanda de dar cuenta, no es una demanda
que exige una respuesta. Lo que hay que decir es que esa demanda se concluye por
un decir que sí o decir que no por parte del jurado. En realidad la pregunta que
aparece de un modo recurrente es si se justifica la experiencia del pase, y lo más
llamativo es que independientemente de que haya o no haya nombramientos todo
aquel que ha pasado por la experiencia extrae un valor positivo. Aún cuando puede
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haber críticas, decepciones o afectos negativos todos dan cuentan de los efectos
positivos que esto tuvo para la experiencia propia como analista. De hecho en sí esto
justifica la experiencia del pase.
En definitiva la Escuela es pasar de la lógica individual a una lógica colectiva. La
lógica individual es siempre parcial, porque es la lógica del propio caso y la lógica del
propio caso es una lógica, por definición, del no- todo y se deduce también que si se
elige la Escuela es porque se elige una modalidad de tratamiento del no- todo.
Se elige la Escuela como un lugar para instruirse, para eso están los Colegios o
Ateneos clínicos, no es la elección de un saber, de cómo tratar los conceptos sino
cómo situarse en relación a la experiencia. Esto trae una serie de consecuencias,
se pueden enumerar al menos de tres.
En primer lugar, son los efectos epistémicos, no son los más importantes, pero hay
efectos al confrontarse con otros en relación a cómo se trata la relación con el “no
querer saber”
El segundo nivel y que me parece fundamental es que una Escuela sostiene la
relación al acto del analista, es decir que si el acto depende de un análisis, la Escuela
tiene una función para sostener el acto del analista.
En tercer lugar, y esta es la cuestión fundamental que justifica la idea de Escuela en
Lacan y por lo tanto soportar todas las decepciones transferenciales que uno pueda
tener, es que la Escuela va en contra sentido del analista funcionario, que es aquel
que sabe tocar los botones. Es cierto que al cabo de una serie de años de
funcionamiento, un analista puede funcionar como cuando está delante de su
ordenador, sabe qué botón tocar para lanzar la asociación libre de su analizante, para
mantener el deseo del analizante y por lo tanto la transferencia y puede funcionar así.,
y eso es el analista funcionario.
La Escuela va a contra sentido del analista funcionario, es cómo evitar que el
analista se instale en una rutina que no deje lugar a la sorpresa. El interés de la
Escuela no es el número, la función de la Escuela es la de mantener vivo un decir. Si
detrás de la demanda hay un decir, es decir lo que no se dice, pero que está detrás de
todo lo que está funcionando. Hay un decir en la Escuela. El decir de la Escuela sería
decir, que me lo prueben.
Cuando alguien dice yo soy analista, la Escuela dice, muy bien que me lo prueben y
cada uno de los pasos en los que se hace el juego en la Escuela, en su función
epistémica, de presentación en lo social, todos los niveles de presencia de la Escuela
están guiados por esta enunciación que aspira a que haya una demostración.
Cuando se dice, que me lo prueben también quiere decir que no hay prueba definitiva
y conclusiva, queda por probar, dicho de otro modo, lo que queda por probar es al
mismo tiempo un poner a prueba, lo que la Escuela pone a prueba es el acto.
Se pone a prueba el acto en primer lugar en un nivel que es el de la supervisión.
Decía que hay un primer nivel en la supervisión que es el de instruirse en cómo
dirigir la cura, cómo orientarse en cuanto a descifrar el inconsciente y hay otro
nivel que es la evaluación de los efectos, es esta la cuestión de poner a prueba
el acto, evaluar los efectos engendrados en los analizantes.
Esto impone la pregunta de porqué el pase, retomo esta pregunta. Está el analista
que pudo afirmar hubo análisis, está el supervisor que puede confirmar hubo acto del
lado de aquel que es supervisado y finalmente están los efectos en los analizantes de
aquel que se propone como analista que dan cuenta que hubo analista.
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¿Por qué si están todos estos niveles hacer intervenir la experiencia del pase? me
parece que la idea de Lacan, a pesar de las diferentes formulaciones que utiliza, es
que introdujo esa experiencia, para poner a prueba la razón de porqué alguien decide
ocupar ese lugar.
Esto no quiere decir que de lo que se trata es de en qué momento alguien comienza
su practica, hay que diferenciar los dos niveles, porque hay analistas que pueden dar
cuenta en su experiencias como analista que hay un momento que se produce un
cambio y que puede ocupar el lugar del analista de otro modo a como lo ocupaban
antes.
En todo caso hay algo común a las dos situaciones, aquel que decide ocupar el lugar
del analista y aquel para quien se produjo un cambio en su posición como analista, el
punto común es que hay un punto de ruptura y creo que es a esto a lo que Lacan
apunta con su experiencia del pase. De lo que se trata no es de dar cuenta de cuándo
alguien decide instalarse como analista, sino de lo que se trata es de cómo poder dar
cuenta de ese momento de ruptura.
Por ejemplo, alguien me explicaba no hace mucho cómo está ahora menos marcado
por los afectos del analizante, como aún cuando esté implicado en el caso esto no le
afecta a él como sujeto y esencialmente esto se traduce por una disminución de la
angustia que tenía como analista. Esto da cuenta de un viraje en el cual el analista
funcionaba como analista pero los efectos percibidos lo ponían en posición de sujeto y
este momento de ruptura desde el cual está menos afectado es porque se produjo un
viraje y funciona como analista esta vez desde la posición de objeto.
Digamos, por lo tanto, que esto se verifica en las supervisiones, hay supervisiones
ligadas al que debo hacer, supervisiones ligadas a la dirección de la cura, no son
cuestiones que se excluyen, son niveles de la experiencia. La supervisiones ligadas a
la dirección de la cura es “a qué debo apuntar en este caso” que ya no es lo mismo
que “el qué debo hacer” saber cuál es la finalidad en este caso y luego está la
supervisión que no está hecha para el qué debo hacer o cuál es la finalidad sino para
evaluar los efectos del acto. Ligado a esto está la supervisión ligada a verificar en el
caso la experiencia de fin de análisis de un sujeto.
Para decirlo en grandes líneas, las primeras supervisiones están al servicio de
confirmar el desciframiento del inconsciente y las otras se orientan en relación a lo
real del inconsciente. La división no es tajante, pero vale la pena hacer la distinción.
Para terminar, la función de la Escuela es la de trabajar para evitar los efectos de
sutura del discurso, los sintagmas que fijan. En ese sentido, se aplica a la Escuela lo
que se aplica al análisis.
La Escuela es un dispositivo anti-discurso del Amo y por lo tanto hay que mantener
abierta la pregunta que Lacan siempre se hizo, una Escuela está al servicio del
psicoanálisis o es el psicoanálisis el que está al servicio de la Escuela.
Por tanto la Escuela es experiencia, y experiencia abierta y en ese sentido se
trata de abrir la Escuela para todo aquel que considere que el psicoanálisis es
experiencia, pero no experiencia que se limite a uno solo. Abrir la Escuela es
permitir que la experiencia de Escuela que es efectiva para algunos lo sea
también para otros, y para todos aquellos que entienden que el psicoanálisis no
funciona como un saber adquirido que se instala permanentemente. La idea es
que ser psicoanalista no es una profesión adquirida de una vez y para siempre,
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dicho de otro modo, cuando se entra en una Escuela es porque se acepta y se


tiene el deseo de ser interrogado no sobre su quehacer sino sobre la relación al
acto y se aplica también a que a esto los analistas tienen horror. Por eso hay
una satisfacción de quedarse a nivel epistémico y querer instruirse y no
ponerse en confrontación, en confrontar el acto con el acto de otro.
La tendencia general es que los efectos de grupo prevalezcan sobre los efectos de
Escuela. Los efectos de grupo funcionan siempre obturando las condiciones del acto,
en este sentido una asociación de psicoanálisis corresponde a la estructura del
analizante y la estructura de Escuela corresponde a la estructura del discurso analítico
en el sentido de dar una posibilidad que sea la de no recubrir el horror propio de
saber. Cabe preguntarse si la estructura del sujeto analizante por definición es la
indeterminación y la de miembro de la Escuela, por definición, es la de ser analizante,
cómo se puede plantear la idea de que hay una certeza, la certeza de aquel que
decide ocupar el lugar del analista y por tanto también la de ser miembro de una
comunidad.
Trabajo realizado por Luis Izcovich
Transcripción: Carmen Preciado
Puntuación: Ana Canedo

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