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13

•• 318
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•••• TEORIA
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JACQUES DERRIDA

•• .. LA ESTRUCTURA,
.
EL SIGNO
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YEL JUEGO EN EL

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DISCURSO DE LAS CIENCIAS HUMANAS

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PENSAMIENTO CR(TICO/PENSAMIENTO UTÓPICO Jacques Derrida
Colección dirigida·por José M. Ortega

38

LA ESCRITURA
Y LA DIFERENCIA·
1
1
''

Traducción de Patricio Peña/ver ·

·••
••
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~
&~IY~~@l?@§
EDITORIAL DEL HOMBRE
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«Un conjunto sin otra novedad que un
' espaciamiento de la lectura\)

(Prefacio a Un coup de d~s)

•• 1
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••• Título original: L'Écriture et la Différence

..••,

••' Primera edición: febrero -1989

Q ÉditiÜns du Seuil, París,-.1967 .

••• Q Edición cn_ca.Stellano: Editorial Anthropos, 1989


Edita: .Editorial Anthropos·. Promat, S. Coop. Ltda.
Vía Augusta, 64, 08006 Barcelona ·

•• ISBN: 84-7658-126-2
Depósito legal: IÍ. 427-1989

••
Imp1'esión: Ingraf. Badajoz, 147. Barce_lona

Impreso en España -_Pri11ted in Spqi11

•• Todos los dc.rcchos·re~crvados. EStn publicación no puedC ser reproducida, ni en


todo ni en partc,.ni registrada en, o transmitida por, un sistema de recuperación .
de información, en ninguna forma ni por ningún medio, sea mecániCo, fotoqu[-
mico. electrónico. magnético, ciCctrOóptico, por fotocopia, o cu<~lquicr otro, sin el
i

•• permiso prc~rio por escrito de In editori_al.


1
1

~
• .i
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10 ••
LA ESTRUCTURA, EL SIGNO Y EL JUEGO
EN EL DISCURSO DE LAS CIENCIAS
••
HUMANAS
••
••
••
Presenta más problenla interpre-
tar las interpretaciones que inter-
pretar las cosas. •e
MoNTAIGNE

••
Quizás se ha producido en la historia del concepto de estruc-
tura algo que se podría llamar un {(acontecimiento» si esta ••
••
palabra no llevase consigo una carga de sentido que la exigen-
cia estructural --o estructuralista- tiene precisamente como
función reducir o someter a sospecha. Dig·amos no obstante un

••
«acontecimiento)) y tomemos esa palabra con precauciones en-
tre comillas. ¿Cuál_!;ería,_¡:mes, ese acontecimiento? Tendría la
j()~~exteri<:>r_d_e_ una n1ptura y ªey!l__reqcz~lan_zien!_?.
S~_ri.a fá_cil mostrar que el con~to de estructura e· incluso
la_palabra estru-ctura tiCi1en lá""edad de Ía epiSiémii; e;·aeCir;ar e
z~;;n t~~~~~í~:si:~¡:r~~a~Y/áei'i~~~~~}:·~~¿;~~~it~.~.~y~~~;; ·
aerc-úal"vaTa ~pisteme a recogeri~s pani tra~rias h~cia sí en un ••
desplazamiento metafórico. Sin embargo, hasta el aconteci-
miento al gue quisiera referirme, la estructur'!,.o má~_bi.en.Ja
estructura li éíail de la estructura, a un<:¡lle_Sif:J:npr:e.ha.y.a..es.ta.do .
••
fúncionando, se ha encontrado siempre neutralizada, reducida:
m~~nt~ ~~ g~Si6 .cóilsistente·-e¡;·"aa.rte·-;:;r¡·c~~tx_Q~ . eii.r~t~QrJa:a·. ••
••
un punto de preSéilcia, a nn origen fijo. Este centro tenfa como
fUnciÓn ñosóló lá.Cie órieiilar y equilibrar, organizar la estruc-
tura --efectivamente, no se puede pensar una estructura desor-
ganizada- sino, sobre todo, la de hacer que el principio de
organización de la estructura limita'e lo que podríamos llamar
el jt<ego de la estructura. Indudablemente el centro de una ••
383 ••
••
•• estructura, al orientar y organizar· la coherencia del sistema,
permite el juego de los elementos en el interior ele la forma
antes de la rupt~ra de la que hablábamos, debe pensarse como
una sene de sustr_tuciOnes de centro a centro un encad-en
t · c1 d · . · · .. • '
a m 1en-

•• ____9__e_~_~_er!TI!Oacr~mes del_ ce:~tro. Et centro recibe, sucesi,·amen-


total. Y todavía hoy una estructura privada de todo cen\_r;o
r~p~~enl~!~lJiiECilSabiC-·~i~!i~ú.- ---- -- ---·-··· -· te Y d~ una manera. regulada, formas o nombres diferentes. La
Sin embargo el centro cierra también el juiO'gQ_g_l!,_~l misn]o h1stona
. t · de -· ¡.d
el la metaflSlca, como la historia de Occidente , s e11é1

•• a_hreY:FaC:e.l?..o.síD!~:.f.!.ñ cuánióccntro:es ¡;¡punto donde ya no


es posible la sustitución ele los contenidos, de los elementos, ele
los ténninos. En el centro, la permutación o la transformación
h 1s ona
.. ....... _,_ e. esas metáfora ' d · ·
. s Y e esas meton1m1as. Su forma
m~ . t:-~z _ sería -~- s~ me perdonélrá aquí que sea t~n POco demo~­
tratno Y_ ta~ ellptlco, pero es para llegar más rápidamente a mi

•• ele los elemer;tos (que pueden ser, por otr~_parte, esiructura,s


, cornprcrididas _en ~na estructura) está prohibida Por lo menos
ha permanecido sie,.;,prc proirii;ida-(y e,.;,plco esta expresión a
~~;a pnnc1p~l- la determinación del ser como presencia en
-- l os lo~ sentidos de esa palabra. Se podría mostr 8 r que todo~
os nombres del fundamento, del principio 0 dd centro han

•• propósito). Así, pues, siempr_es~h_a_p,ns~dog_ue elc_eutr_q,_que


p_or_:__Q_efLQic.;ió!L.~~ úni~ql-~OP.~~-tt~.í~___de_ntro_ de una_ estructura
j1Jsto_aqt¿ello quo:, _rjgie_f]~~-la_ estructura, esc a_~---" _!a_est_t:u~t¡¿­
1
designado s~empre lo in\'ariante de una pre~encia (eidos. arclu;_
tel~s, energe1a, ousf~ [esencia, existencia, sustancia, sujeto]. alet-
heza, trascendentahdad, consciencia, Dios, hombre, etc.).

•• ralidacl. Justo por eso, para un pensamiento e ásico de la estruc-


¡;;~-;;, dei centro puede decirsé, par~clójicart1ente, que está del!-
.iro-delaestruciura'y}ilera de la estructura. Está en el centro de
El ~:on.te~imiento d;~_ r:--tptu~a. la irrupción a la que aludí: 1
yo al_ pnncipiO, ~~-h'!.b.~í_é!_:p_rq~~~_i_9~ .. quizás, en que la cstruc-
J;;r~Idad ,de la estructura ha ~el!ido_ qu_e_el11l'ézaraser pensa-

•• fa ¡·ot.aiic!ad y sin embargo, como el centro no forma parte de


ella, la totalidad tienes¡¡ ce11tm e11 otm lugar. El centro no es el
centro~EI concepto_ dess!ructu.r:a, centrada -aunque represen-
~-'-'----~---~7-cir, repetrda, y. por eso decía_yo _qu~ esta irrupción er;-1
'E'etiCIOil,..ell todos los sentidos _cl_e_la palabra. Desde ese mo-
mento ~.Qido que peris,r:se la ley q~_eregía de alguna mane-

•• ta la coherencia misma, la condición de la episteme como filo-


sofía o como ciencia- _es contradictoriamente coherente. Y
~¡¡__e.!..deseo del centro en la constitución de. la ·esú·üCiüra, v d
pp:>_c_eso ..de l_a significación que disponía SUS C:lesplazamient;s ,.
~us .~_ustttuci,ones bajo esta ley de _la presencia ceniral; pero d~

•• como siempre, la coherencia en la cortradicción expresa la


fuerza de un deseo. El CQnceg_to_ cl~~?.lru¡:tura ceJ1lr:ada_l'~~efec­
tjvamente, el co~~cpt~ ~e_tu: i~,i_t:_g.':'._[~t~ldado, COf1Sli~u!(]()¿~...P''P
un_a_ pre;se~cta ce.~tral que no ha sido riuriCa ·e Tia misri-ül·, qUe va
desde Siempre ha estado deportada fuera de si en su sustituto.
_ Elsust1t~Ito no sustituye a nada que de alguna manera le ha va

•• · tir de una irini.ovilidad fundadora y de una certeza tr~nq'o'_ili~a­


dora, que jüi- sii ]J:iác se s'ustrai,-aLJ~ego, _A yartir_ de esa
certid_\,lli:;_b.r.;-s·e·p_u_!:de__~Qfll i!!a_r_la._¡¡_ngusti"' que surge siempre
pre-existido. A partir de ahí, ·Indudablemente se ha tenido qlic
empezar a pensar que no había centro. que el centro no podía
pen,sarse en la forma de un. ente~prese.nte, que el centro no

•• de una determinada manera de estar implicado en eljuego, de


estar~ogllci eñ' etJuego: ~e éxis'tircomo estando desde el prin-
-~]pi_ó_'-deiiiro de[ juego. 11 p¡¡_r!)rL_pues, de !9 qtle_]la[11am<Js
tenra lugar natural, que no era un lugar fijo sino una función
una especie de no-lugar en el que se repre~entaban sustitucio~

••
nes de signos hasta el infinito. Este es entonces el momento en
.cen.tro, .Y..ql1~ .. cQmo_g_uedJ'. estarjgualm_ente dentro. que _fuera.
que el lenguaje invade el campo problemático universal; este
recibe indiferentemente los nombres de origen o de ..fin,_de_
o
;,,)d,é de ·¡e¡,;S,'_l~sj:C:j)CiiciOneS,Ia;s-Üstiit,dones: las transfor· es. entonces el momento en que, en ausencia de ceriu·o o cJC

•• macioD._~s ,___ h!:.~.-~pe_r..r.q.!J.t<!.c;l9_n~_s__q ue_c:l9-n __ siempre cogidas __ en una


historia del sentido .,-es decir, _una historia sin .. más=_..cuyo
oi·igen siempre pÚ~-¿~ J~~pe~tarse, á anticipar su fin, en Ja fm::-
~1gen, todo se c_onvierte en discurso -a condición de entender-
s:' acerca ele esta palabra-, es decir, un sistema en el que el
stgnr_frcado central. originario o trascendental no eSta Dunca

•• ma de la pr~se 11_c_b. Por esta razón, podría decirse quizás q.ue


el movimiento de todaarque~l(lgía,_ c~_mo el de toda escatolq-
absolutamente presente fuera de un sistema ele diferencias. La
ausenc!a_ de_ significado trascendental extiende hasta el infinito
el campo y el juego de la significación.

••
_gía, es cómplice de esa reducción de la estructuralidad de la
¿,D_?':_ld~ y cómo se prod.uce este descentramiento como pcn--
estn1ctura e intenta si~~-P.-~~-P~.t:!.~-~-~--~st<t:_~l~i.ll!a -~~-J?.~·t_!'-=. de_~_na
~~-~·mento de IL~ estntctural!dad de la estructura? Para design;¡r
ji_i~ie.I'~1~.21~i.Y.Il1~iá de i L1"-go_. esta producción, seria algo ingenuo referirse a un acontcci~ien-
Si esto es así, toda la hist:>r~~-del concep~z._ de_est_t:Uctura,

•• 384
38.'


••
to, a una doctrina o al nombre de ·un autor. Esta producción ~uede por sí mismo superar esa oposición de lo sensible v lo
mtehgible. Está determinado por esa oposición: d,: parte a p~~-
••
forma parte, sin duda, de la totalidad de una época, la nuestra,
pero ya desde siempre empezó a anunciarse y a trabajar. Si se
quisiera, sin embargo, a titulo indicativo. escoger algunos
t~ Y a través de la totalidad de su historia. EÍ concepto de signo
solo ha podido \'IVIr de esa oposiCión·y· de'su sistemrt. Pero no ••
<<nOTnbres propios'' y evocar a los autores de los discursos en
los que se ha llegado más cerca de la formulación más radical
de esa producción, sin duda habría que citar la crítica nietzs-
podemos deshacernos del concepto de signo, no podemos renun-
Ciar a esta cmnplicidad metafísica sin renunciar al mismo tiem-
p_o al trabajo crítico que dirigirnos contra ella, sin correr el ••
cl]eana __ d~ lil_l_Ilet~[!~[c_a! d!' los conceptos de ser -y de verdad:
que vienen a ser sustituidos por' JOs conceptos de juego,
interpretación 'y' de signo (de signo sin. verdad presente); la
de
nesgo de borr~r l~. diferencia dentro de la identidad consigo
mtstno de u? sJgmficado que reduce en sf su significante o. lo
que es lo mismo, expulsando a éste simplemente fuera de sí. ••
CJ:itica freudiana de la presencia a sí, es decir, de la conscien-
cia, del sujeto; de la identidad coi1sigo, de la proximidad o de
la propiedad de sí; y, más radicalmente, la destrucción heideg-
Pues hay dos .. r11a_neras__heterogénea~ __ _Q_e_]J_o.rriir:_la diferencia
e_n_~red Significante y elsignificado: una, la clásica, ~;nsiste.en C\1
reducir o en derivar el sig.Olfkiinte; es decir, finalmente en .
••
get·ianá de la metafís-ica, de -la onío-teologia, de la determina-
ción del sei· i::omo presencia, Ahora bien, todos estos discursos
someter el signo al pensamiento; otra, la que dirigimos aquí '·
contra la anterior.- consiste en poner en cuestión el sistema en
el q~e. fu_nci_o_n.aba_l~_.rc_du_cció!l ~>'J..erior:_: X en_ prhneriugar, la
•e
••
des! ructores_y todos sus análogos están atrapados en una espe-
cie de cÍrc~o. E~te círéuÍ~ ~~ compleiamei1ie pei::üliar, y_:d¿sqi- opOSi<:_I__~I1-:<Je lo_sensi~l~y-~ointcligible. Pues ~J!9_m_<f2ja está en
g~e l~__¡:educci¡)n metafísica_del__signÓ _t~D.L;¡__ necesidád de ia
l:ie la forma de-la relaCión entreia historia de la metafísica y !a
Op_q_si~.i.Q.Q_ql_l_e_ ella misma reducía._ La. op.osició~- forrlla-·sist-e~a

••
ciesti·ucción de la historia de la· meta.físlca: 110 ti elle 11ingún
con la re_~ucción. y ]o que decimos aquí ~;:;¡;~e el'sígñó puedé
se>ltido pí·esdndlr de ios conceptos de la metafísica para hacer
extenderse·¡¡ mtlós los conceptos y a todas las frases de la
estremecer a Ía metafísica; no disponemos de ningún lerigüa]e
metafísica, en particular al discurso sobre la ~~estructura})_ Pero
~de ñiriguna: Sintaxis y de ningún léxic<>-7- que sea ajeno a esta
hi~toria; no podemos enunciar ninguna proposición destructiva
que no haya tenido ya que deslizarse en la forma, en la lógica
hay muchas maneras de estar atrapados ery este círculo. Son
todas más o tnenos ingenuas, más o menos empíricas, más o
menos sistemáticas, están más o menos cerca de la formulación
••
y los postulados implícitos de aquello mismo qUe aquélla
querria cuestionar. Por ton1ar un ejemplo entre tantos otros: es
con la ayuda del concepto de sig•w como se hace estremecer la
o incluso la formalización de ese círculo. Son esas diferencias
las que explican la multiplicidad de los discursos destructores ••
••
y el desacuerdo entre quienes los sostienen. Es en los conceptos
metafísica de la presencia. Pero a partir del momento en que lo heredados de la metafísica donde, por ejemplo, han operado
que se pretende mostrar así es, comO acabo de sugerir, que ·no
Niet7.sche, Freud y Heidegger. Ahora bien, con1o estos concep-
había significado trascendental o privilegiado, y que el campo

••
to_s no san elen1entos, no son átomos, como están cogidos en
o el juego de significación no tenia ya, a partir de ahí, limite Una sintaxis y un sistema, cada préstamo concreto arrastra
alguno, habría que -pero es justo eso lo que no se puede hacia él toda la metafísica. Es eso lo que permite, entonces, a
hacer- rechazar incluso el concepto y la palabra Signo. Pues la
significación ,csigno'l se ha_comprendido y determinado siem-
pre, en su sentido, como signo-de, significante que remite a un
esos destructores destruirse recíprocamente, por ejemplo, a Hei-
degger, considerar a Nietzsche, con tanta lucidez y rigor como
mala fe y desconocimiento, como el último metafísico, el últi- ••
••
significado, significante diferente de su significado. Si se borra mo <'platónico}}. Podría uno dedicarse a ese tipo de ejercicio a
la diferencia radical entre significante y significado, es la pala- propósito del propio Heidegger, de Freud o de algunos otros. Y
bra misma <<signi(icante" la que habría que abandonar como actualmente ningún ejercicio está más difundido.
concepto metafísico. Cuando Lévi-Strauss dice en el prefacio a
Lo cntdo y lo cocido que ha «pretendido trascender la oposición
de lo sensible y lo inteligible situándose de entrada en el plano
¿Qué pasa ahora con ese esquema formal,cuando nos vol-
vemos hacia lo que Se IEifna las «ciencias humanas»? Una en-
tre ellas ocupa qúizás aquí un lugar priviÍegiado. Es ia etnoloc
••
de los signos», la necesidad, la fuerza y la legitimidad de su
gesto no pueden hacernos olvidar que e.L_c_2!1.c_ep)Q de..signo_I10
,-
gía. Puede considerarse, efectivamente, que la etnología sólo ha
••
386
387

••
•• podido nacer como ciencia en el mbmen lo en que ha podido
efectuarse un descentramiento: en el momento en que la cultu~
ra europea -y por consiguiente la ~istoria de la metafísica y
Para seguir ese movimientO·. en el texto de LéYi-Strau~;-; .
escogetnos. como un hilo conductor entre__9tros . l.a. <?.POsiciOn
1131-Ju,raleza-cultura. Pese a toda~ sus renoYaciones y sus -distr<t-

•• de sus conceptos- ha sido dislocada, expulsada de su lugar,


teniendo entonces que dejar de considerarse como cultura de
ccs, esa oposición es congénita de la filosofía. Es incluso más
antigua que Platón. Tiene por lo menos la edad de la sofística .

•• referencia. Ese momento no es en primer lugar un momento A partir de la oposición phvsishwmos. phvsisitéclwe, aquélla ha
del discurso filosófico o científico, es también un momento sido traída hasta nosotros a través ele toda una cadena históri-
político, económico, técnico, etc. Se puede decir con tóda segu- ca que opone la <1naturaleza» a la ley, a la institución, al arte,

•• ridad que no hay nada fortuito en el hecho de que la crítica del a la t_écnica, pero también a la libertad. a lo arbitrario, a ltJ
etnocentrismo, condición de la etn.ología, sea sistemáticamente historia, a la sociedad, al espíritu, etc. Ahora bien, desde el
e históricamente contemporánea de la destrucción de la histo- inicio de su investigación y desde su primer libro (Las estnicru-

•• ria de la metaffsica. Ambas pertenecen a una sola y misma ras elementales del pare11tesco) Lévi-Strauss ha experimentado
época. al misn1o tiempo la necesidad de utilizar esa oposkión !' la
Ahora bien, la etnología -como toda ciencia- se produce imposibilidad de prestarle crédito. En Las estmcturas ... parte

•• en el elemento del discurso. Y aquélla es en primer lugar una


ciencia europea, qtle utiliza, aunque sea a regañadientes, los
conceptos de la tradición. Por consiguiente, lo quiera o no, y
de este axioma o de esta definición: pertenece a la natura lcza
lo que es wziPersal y espontáneo, y que no depende de ninguna
cultura particular ni de ninguna norma detenninada. Pertene-

•• eso no depende de una decisión de[ etnólogo, éste acoge en su


discurso las premisas del etnocentrismo en el momento mismo
en que lo denuncia. Esta necesidad es _irreductible, no es ~na
ce en cambio a la cultura lo que depende de un sistema ele
Hormas que regulanla sociedad y que rueden, en consc.cuencin,
varim· de una estructura social a otra. Estas dos definicion('s

•• contingencia histórica; habría que medttar sobre todas sus tm:


plicaciones. Perq __ si_ nad}e pue~~- es~ap~r a esa ~ecestdad_, ~~
nadie es, pues, responsable de ceder a ella, por poco que sea,
son de tipo tradicional. Ahora bien. desde las primeras págin3S
de Las estnlcturas, Lévi~Strauss, que ha empezado prestando
crédito a esos conceptos, se encuentra con lo que llama un

•• eso rio quiere deCir qt.ie-_tod~s lás D:ial1eras de ceder. a .ella ten-
gan la misma pertinencia. La cualidad y la fecuncltdad de un
discurso se miden quizás por el ngor cr!ttco con el que. se
es,cándalo, es decir. algo que no tolera ya la oposición naturale-
za-cultura tal como ha sido recibida, y que parece requerir a la
t·ez los predicados de la naturaleza ,. los de la cultura. Este

•• · pi.ense esa relación con la historia de la metafisica Y con l?s


c~néeptos heredados. r;Je lo que ahi se trata es de una relacJOn
critica con el lenguaje de las ciencias humanas y de una respon-
escándalo es la prohibici611 del i11cesto. La prohibición del inccs-
t~ es universal; en ese sentido se la podrfa llamar natural:
-pero es también una prohibición, un sistema de normn" ~·de

•• sabilidad critica del discurso. s.c::.~t:~ta el_~ plantcarexprc~amen- .


te y sistemáticamente el problema del estatutode un dtscurso
q~e toma de una herencia _los recursos necesanos para la des~
proscripciones- y en ese sentido se la poclrí3: llamar cultur:-1!.
«Supongamos, pues, que todo lo que es universal en el hombre
depende del orden de la naturaleza v se caracteriza por la

•• consti-ucdón de esa herencia misma. Problemas de ecol'lolllla Y


d~6~1q~. .
Si ahora consideramos a titulo de ejemplo los textos de
espontaneidad, que todo lo que está sometido a una norrna
pertenece a la cultura y presenta los atributos de lo relativo :·
lo particular. Nos vemos entonces confrontados con un hecho o

•• Claude Lévi-Strauss, no es sólo por el privilegio que actualmen:


te se le atribuye a la etnología entre las ciencias humanas, m
siquiera porque se trate de un pensamiento que pesa fuertemen-
más bien con un conjunto de hechos que, a la luz de las defini-
ciones anteriores, no distan mucho de aparecer como un escán-

••
dalo: pues la prohibición del incesto presenta. sin el menor
te en la coyuntura teórica contemporánea. Es sobre todo yor- equivoco, e indisolublemente reunidos. los dos caracteres en
que en el trabajo de Lévi-Strauss se ha declarado una cterta los que hemos reconocido los atributos contradictorios de dcts
elección, y se ha elaborado una cterta doctnna de ~-anera,

••
órdenes excluventes: aquella prohibición constituve una regla,
precisamente, más o menos expllcita, en cuanto a esa_ cnt.tca del pero una regla que, caso único entre todas las r~glas sociales.
lenguaje y en cuanto a ese lenguaje crítico en las ctcnctas hu- posee al mismo tiempo un carácter de uni\·ersalidad" (p. 9).

••
manas .
389
388


••
Evidentemente
'---·--·--. . . sólo hay escándalo en el i>1ten'or de un siste-
m~ de conceptos que preste crédito a la diferencia entre natq-
- .. de verdad, ní ninguna significación rigurosa, se estaría dispues-
to a abandonarlos ocasionalmente si parecen más cómodos
••
\aleza y cultura. Al iniciar su obra con el (actwn de la prohibi-
ción del incesto, Lévi-Strauss se instala, pues, en el punto en
que esa diferencia, que se ha dado siempre por obvia, se encuen-
otros instruinentos. Mientras tanto, se explota su eficacia rela-
tiva y se los utiliza para destruir la antigua máquina a la que ••
••
aquéllos pertenecen y de la que ellos mismos son piezas. Es así
tra borrada o puesta en cuestión. Pues desde el momento en como se critica ·el lenguaje de las ciencias humaftas. Lévi-
c;ue la prohibición del incesto no se deja ya pensar dentro de ia Strauss piensa así poder separar el método de la verdad, los
oposición naturaleza/cultura, ya no se puede decir que sea u~

••
instrumentos del método y las significaciones objetivas enfoca-
hecho escandaloso, un núcleo de opacidad en el interior de una das por medio de éste. Casi se podría decir que esa es la prime-
red de significaciones transpárentes; no es un escándalo con ra afirmación de Lévi-Strauss; en todo caso, son las primeras

••
que uno se encueií!fe, o en el que se caiga dentro del campo de palabras de Las estn1.cturas ... :: «Se empieza a comprender que
los conceptos tradicionales; es lo que escapa a esos conceptos y la distinción entre estado de naturaleza y estado de sociedad
ci~riamenie los precede y probablemente como su condición de, (hoy preferiríamos decir: estado de naturaleza y estado de cul-
pq~i~i!i4ad. $~ podrl~-ª"~ir:_qui?;'~~\l_e_to9_ala ~onceptualidad
fi)osófica queforma sistema con la oposición naturalezaJcültu-
ra se ha hecho para dejar eñ lo 'impensado lo· (jüe lá hace
tura), a falta de una significación histórica aceptable, presenta
un valor que justifica plenamente su utilización por parte de la
sociología moderna, como un instnJmento de método)), •e
pós[bie, a saber, ei origen de la prohibición del incesto.
. .. Evoco demásiado rápídam~nte este ejemplo, que es sólo un
ejemplo entre tantos otros, pero que permite ya poner de ma- l
Lévi-Strauss se mantendrá siempre fiel a esa doble inten-
ci(m: conservar como instrumento aquello cuyo valor de verdad
critica. ••
nifiesto que el lenguaje lleva_en_~LI1_!i_s~~nece?idad_9~_su
propia crítica. Ahora b1en, esta critica puede llevarse a ·cabo de
a¿uerdó.Wn dos vías y dos <<estilos>>. En el mmnento en que se 1
Por to1a parte, efectivamente, seguirá discutiendo el valor de
la oposición naturaleza/cultura. Más de trece años después de
••
••
Las estructuras ... , El pensamiento salvaje se hace eco fielmente
hacen sentir los llmJtesae"la oposición naturaleza/cultura, se del texto que acabo de leer: «La oposición entre naturaleza y
puede querer someter a cuestión sistemática y rigurosamente cultura, en la que hemos insistido en otro tiempo, nos parece

••
la historia de estos conceptos. Es un primer gesto ..Un cuestio- hoy que ofrece sobre todo un valor metodológico». Y este valor
namiento de ese tipo, sistemático e histórico, no seria ni un metodológico no está afectado por el no-valor ontológico, cabría
gesto filológico ni un gesto filosófico en el sentido clásico de decir si no se desconfiase aquí de esa noción: «No bastaría con
estas palabras. Inquietarse por los conceptos fundadores de haber reabsorbido unas humanidades particulares en una hu-
toda la historia de la filosofía, des-constituirlos, no es hacer
profesión de filólogo o de historiador clásico de la filosofía. Es,
manidad general; esta primera empresa es el punto de partida
de otras ... que incumben a las ciencias exactas y naturales:
reintegrar la cultura en la naturaleza, y finalmente, la vida en
••
••
sin duda, y a pesar de las apariencias, la manera más audaz de
esbozar un paso fuera de ta filosofía. La salida ufuera de la el conjunto de sus condiciones físico-químicas» (p. 327).
filosofía» es mucho más difícil de pensar de lo que generalmen- Por otra parte, siempre en El pensamie11to salvaje, presenta
te imaginan aquellos que creen haberla llevado a cabo desde
hace tiempo con una elegante desenvoltura, y que en general
están hundidos en la metafísica por todo el cuerpo del discurso
Lévi-Strauss bajo el nombre de «bricolage• lo que se podría
llamar el discurso de este método. El "bricoleur» es aquel que
utiliza «los medios de a bordo1J, es decir, los instrumentos que ••
que pretenden haber desprendido de ella. .
La otra elección -y creo que es la que corresponde mas al
estilo de Lévi-Strauss- consistiría, para evitar lo que pudiera
encuentra a su disposición alrededor suyo, que están ya ahí,
que no habían sido concebidos especialmente con vistas a la
operación para la que se hace que sin-an, y a la que se los ••
tener de esterilizante el primer gesto, dentro del orden del
descubrimiento empírico, en conservar, denunciando aquf y
allá sus límites, todos esos viejos conceptos: como instrumen-
intenta adaptar por medio de tanteos, no dudando en cambiar-
los cada vez que parezca necesario hacerlo, o en ensayar con
varios a la vez, incluso si su origen y su forma son heterogéneos, ••
tos que pueden servir todavía. No se les presta ya ningún valor etc. Hay, pues, una critica del lenguaje en la forma del «brico-
••
390 391


••
•• lagc» e incluso se ha podido decir. que el ubricolage)) era el
lenguaje crítico mismo, singularmente el de la crítica literaria:
pienso aqui en el texto de G. Genettc, Estructuralismo v c,-ltica
:~·-iticrt a sí mismo. Y ese mome.rrlo. ese período crítico interc~a
evidéhteinentc 3_ faJOS Jos lenguajes que SC JistrÍbUYCn el Cam-
po de las ciencias humanas. ¿Qué dice Lé\·i-Str~uss de su~

• ••
literaria, publicado en homenaje a Lévi-Strauss en CAr~. y don-
de se dice que el anñlisis 'del ~~bricolage>> podía <<Ser aplicado
casi palabra por palabra1> a la crítica, y más especialmente a
«mitológicas•,? Aquí es donde vueh·e a encontrarse la Yirtud
mitopoética t.lel «bricolage". En efecto. lo que se muestra mfls
s~~~-~_tor· e~ esta búsqueda crítica de uñ nué,·o eStatuiD del
~i~-c~r~o es el abando'rio deClarado de toda referencia a un cen-
«la crítica literaria« (Recogido en Figza·es, ce!. du Seuil, p. 145).

•• Si se llama <<bricolage)> a la necesidad de tomar prestados


los propios conceptos del texto de una herencia más o menos
~ro, a un sujeto, a una í·e(el·endci. privilegiada. a un origen u a
una m-quía absol~ta. Se podría seguir el tema ele ese descentra-
miento a tra,·és de toda la.Obertum de su último libro sobre l.n

••
coherente o arruinada, se debe decir que todo discurso es nbri-
c11rdo y lo cocido. Me limito a señalar ahí algunos puntos.
c:oleun>. El ingeniero, que Lévi-Strauss opone al <<bricoleurJ>,
l. En primer lugar, Lé,_·i-Strauss reconoce que el mito bu-
tendría, por su parte, que construir la totalidad de su lenguaje,
roro que utiliza aquí como <<mito de referencia'' no merece e~~·

••
sintaxis y léxico. En ese sentido el ingeniero es un mito: un nombre ni ese tratatniento._ qu~ ~sa es una apeladóri f:rigaño~::t
sujeto que sería el origen absoluto de su propio discurso y que J~~!l~_práctica a~usiva. Ese mito no merece, al igual que nin-
lo Construiría <<Cil todas sus piezas)) sería el creador del verbo, gún otro, su priYilegio referencial: u Oc hecho. el mito bororn .

•• el verbo mismo. La. idea de un ingeniero que hubiese roto con


todo ((bricolage,, es, pues, una idea teológica; y como Lévi-
Strauss nos dice en otro lugar que el ({bricolage'' es mitopoéti-
que de ahora en adelante será designado con el nombre de
"n1ito de referencia", no es, corno \·amos a intentar mo.c;tr<:~r,
nada más que una transformación, impuls;:td;:t con más o me-

•• co, todo permite apostar que el ingeniero es un mito producido


por el (( bricoleun'. Desde el tnoment<? en que se· deja de creer
en un... iDge.riero d_e_~s~ y en un Qi~~-~-!:..~<?_9_!:!_~__!:9l_l_!Qª-.~QD.Ja
nos fuerza, de otros mitos que provienen o de la misrna socie-
dad o de sociedades próximas o ale_iadas. En con~ecucncia,
hubiera sido legítimo escoger como punto ele p;:trtit.la cualclukr

•• recepción ~i?.~?x_i~_a, desde el momento e~ _CI._~l~---~c __adf_!"!_ite que


t?~C?. _~i~~~~o finito es~~~'!jcto a ~..::.;:i~r~?.-..~(-~!:.!.~ol~!:~~· enton-
ces, es la idea misma de ccbricofage,, Taque se ve amenazada,
otro representante del grupo. El interés del tnito de referencia
no depende, desde este punto de Yista, de 5-U carácter típicn.
sino más bien de su posición irregular en el seno de un grupo,,

•• ... ~e de~"o!Tlpo~fa:~I!:e.~cñc]_i_ªeri\t~o &Ja_ci:ue-~Ciüéjlá_~d_qÚirí¡¡


.. sentido. -
Lo cual hace que se ponga de manifiesto el segundo hilo
~ágina 10).
2. No hay unidad o fuente absoluta del mito. El foco o la
~ue~_i_c ~?n siempre sombras o virtualida_des inajJrehensibks,

•• que tendría que guiarnos dentro de lo que aquTSe está tfa-


mando .
La actividad del «bricolage», Lévi-Strauss la describe nq
inactualizables y, eri primer término, inexistentes. _To~_9_~_mpic­
za coñ: lá estructura, 13 configuración o la relación. El discurso
sobre ·esa--eStrudiii:a -a__-c¿htiica i¡ue es el' rTdto ñOpü~d~ tener a
•• sóiOCOñiO-activida-dlñtel'é'Ctü"arsrñO é'Orrio actividad mitopoéti-
cá. Se puede leer cñ 1:01 pei,~cniíié111o sa/,.aje (p. 26j: ;, bci mismo
;;:;-oda que el "bricolage" en el orden técnico, la reflexión mítica
s]~vei_~lmisi-no ni sujeto ni centro absolutos. Para no dejor
escapar la forma y el movimiento del mito. tiene que evitar esa

•• puede alcanzar, en el orden intelectual, resultados brillantes e


imprevistos. Recíprocamente, se ha advertido con frecuencia el
violencia que consistiría en centrar un lenguaje que describe
una estructura a-céntrica. Así pues, hay que renunciar aquí al
discurso científico o filosófico, a la episteme, que tiene como

•• carácter mitopoético del "bricolage""-


Ahora bien, el notable esfuerzo de Lévi-Strauss no está 5ólo
en proponer, especialmente en sus investigaciones n1ás actua·
exigencia absoluta, que es la exigencia absoluta de remontarse
a la fuente, al centro, al fundamento, al principio, etc. En con-
traposición al discurso epistémico, el discurso estrUctural sobre

•• les, una ciencia estructural de los mitos y ele la actividad mito-


lógica._Su _es~uerzo_s~_manifiesta tan:tbién, y yo diría casi que
en primer lugar, en el estatuto que le atribuye entonces a su
los mitos, el discurso mito-lógico debe ser él mismo mitomor{Ó.
Debe tener la forma de aquello de lo que habla. Es eso lo que
dice Lévi-Strauss en Lo cntdo v lo cocido. del que quisicro

•• ·-propio discurso sobre los mltos, a lo que llama él sus «mitoló-


p:kas)), E.S el morrie_nt9 --~p_ que el mito reflexiona sobre sí .yse .
ahora leer una extensa y hermosa página:

•• 392
••
---------

«Efectivamente, el estudio de los-mitos plantea un proble-


ma metodológico por la circunstancia de no poder conformarse
Es, pues, aquí donde el «bricolage• etnográfico asume deli-
beradan1ente su función mitopoética. Pero al mismo tiempo,
••
al principio cartesiano de dividir la dificultad en tantas partes
cuantns se requiera para resolverla. Nu existe, en el análisis
aquél hace aparecer como mitológico, es decir, como una ilu-
sión histórica, la exigencia filosófica o epistemológica del ••
••
mítico, un verdadero término, no existe unidad secreta alguna centro.
que se pueda aprehender al cabo del trabajo de descomposición. Sin embargo. aunque se admita la necesidad del gesto de
Los temas se desdoblan hasta el infinito. Cuando cree uno que Lévi-.Strauss, sus riesgos n.o pueden ignorarse. Si la mito-lógica
los ha desenredado unos de otros y que los mantiene separados,
es sólo para constatar que vuelven a soldarse, en respuesta a
solicitaciones de afinidades imprevistas. Por consiguiente, la
es mito-mórfica, ¿vienen a resultar lo mismo todos los discur-
sos sobre los mitos? ¿Habrá que abandonar tOOáCXigenda epis-
temológica que permita distinguir entre divéi'sás-caiidades de ••
unidad del mito es sólo tendencia! y proyectiva, no refleja nun-
ca un estado 0 un ri10iiiei1to del mito. Fenómeno imaginario
ii11plicad.9 por_elesfg~~~-deinteriJret~ció-n, ·;;u papeÍ es (Táe
discursos acerca dei mito? Cuestión cl:Elca, pero iiiev1iábie. Á
eso no se puede responder -y creo que Lévi-Strauss no respon-
. de a eso- hasta que no se haya planteado expresamente el ••
da--¡:--¡m·;¡: forma sintética al mito, e impedir que se disuelva en
Ia-Cülifüsioni:Je' los coniriú-ios. Se í:iodria decir, ·pues, que la
Cieiiéla de los 1-nitos es una a11~clástica, tomando este antiguo
problema de las r~lac~ones entre el fi losofen:t<I. .O _e\.Jeo=a por
una parte, y el mi tema o el .mito-poema por otra. Lo cual no es
Uñ·asUDto menól·. SI no Pian se tea 'eX'P'i~e·sameñTC'esfj);Q'blCnlil, ••
término en el sentido amplio autorizado por la etimología, y
que admite en su definición el estudio de los rayos reflejados
junto con el de los rayos rotos. Pero, a diferencia de la reflexión
I10S ·condenamOs a transformar la pretendida transgresión de la
filosofía en una falta desapercibida en el interior del campo
filosófico. El empirismo sería el género del que estas faltas ••
[ilosófica, que pretende remontarse hasta su fuente, las reflexiO-
nes de las que se trata aquí conciernen a rayos privados de
cualquier foco que _no sea virtual ... Al querer imitar el movi-
continuarían siendo las especies. Los conceptos trans-filosóficos
se transformarían en ingenuidades filosóficas. Podrfa mostrar-
se este riesgo en n1uchos ejemplos, en los conceptos de signo, ••
miento espontáneo del pensamiento mítico, nuestra empresa,
también ella demasiado breve y demasiado larga, ha debido
plegarse a sus exigencias y respetar s~ ntmo. Así,_este libro
de historia, de verdad. etc. Lo que quiero subravar es sólo que
el paso más allá de la filosofía no comiste en pasar la página
de la filosofía (lo cual equivale en casi todos los casos a filoso-
••
sobre Jos mitos es, a su manera, un mtto_,, AfirmacJón que se
repite un poco más adelante (p. 20): «Como los mitos mismos,
por su parte, descansan en códigos de segundo orden (da~o que
far mal), sino en continuar leyendo de tma cietta mm1era a los
filósofos. El riesgo del que hablo lo asume siempre Lévi-Strauss.
v es ese el precio mismo de su esfuerzo. He dicho que el empi-
••
los códigos de primer orden son aquellos en los que consi:t~ el
lenguaje), este libro ofrecería entonces el esbo~o. ~e un co.digo 1
~ismo era la forma matricial de todas las faltas que amenazan
a un discurso que sigue pretendiéndose científico, particular- ••
de tercer orden, destinado a asegurar la traducibilidad recipro-
ca de varios mitos. Por ese motivo no sería equivocado consi-
derarlo un mito: de alguna. manera, el mito de la mitología•.
l
)
mente en Lévi-Strauss. Ahora bien, si se quisiese plantear a
fondo el problema del empiris~~L~~i.:' bricolag:_:~-~~-~~ocaría
sin duda muy rápidamente a propos_iciot;_~satisoluta_':'-e~_t: ~<;>n­ ••
Es por medio de esa ausencia de tod() _c__entr~J_yJij!J_d!'l

••
1 iradictorias en cuanto al estatuto del discurso en lá etnología
--¿¡~c~rso mítico -o rriftolÓgico-c:omo seju~t~ficaría el. "??del o 1 . estr~ctural. l'or üña parte, el eslructuralismo se of~ece, ]ustifl-
musicaÍ q"ue l-ía escogido Lévi-Strauss para la compOSICI?n de 'cadamente, como h crÍtica misma del empirismo. Pero al mis-
. ~u li br6. La auséjl_dá i:Je_s;eO.!tQ...éS _áqt1í láausencia de SUjeto y -
¡~ aus~~~ia de autor: .El mito y la obra musical ap~rece~ asl
éomo Jlreciores.de orquesta cuyos oyentes son los sdencwsos \1
motiempo.iio liay libro o estudio de Lévi-Strauss que no se
prOPonga c.omo un ensayo empírico que otras i_n~~-r~~~:~o~.:~.
podrán en cualquier caso llegar a completar o a refutar.-~.?.;: ••
••
ejecutantes. Si se pregunta dónde se encuentra d. foco _real de .. esq_uei_naS. . eSii-ucttirales se proponen siempre como h1pótes1s
la obra, habrá que responder que su determmacwn es Im?osi- g:;:;e proc~dénae unacan!teh:relñmtai:le iñforll)~JOn YííiilS_que
ble. La música y la mitología confrontan al hombre con objetos se -so-mete. :i. ¡¡¡·prueba de la experiencia. Numerosos textos

••
virtuales, de los que tan sólo su sombra es actual... los mitos no podrían demostrar esté doble- posfúlado:VoJvámonos de nueYO
tienen autores ... " (p. 25).
.-


395
394
-••
~
hacia la Obertum en Lo crudo y lo cocido, donde aparece real-
mente que si ese postulado es doble es porque se trata aquí de
un lenguaje sobre el lenguaje. «Las críticas que nos repr-ocha-
sentido, no es porque lainfinitucl'de un campo no pueda cubt·ir·
se por .medio de urlcl rTiirada o de un discurso finitos, sino

•• sen no haber procedido a un inventario cxhaüstivo de los mitos


sudamericanos antes de analizarlos, cometerían un grave con-
porque l_a naturaleza del campo -a .saber. el lenguaje, ~, un
lenguaje finito- excluye la totalizaciún: este campo es. en efe~._·.
to, el de· un juego, 'es decir, de sustituciones infinitas en !:1

••
tra-sentido acerca de la naturaleza _v el papel de estos documen- clausura de un conjuntO finito. Ese campo tan sólo permite
tos. El conjunto de los mitos de una población pertenece al tales sustituciones infinitas po'rque es rinito. es decir. porque en
orden del discurso. A menos que la población se extinga física- lugar de ser un campo inagotable, como en la hipótesis clá>ic:l.

•• mente o moralmente, este conjunto no es nunca un conjunto


cerrado. Valdría lo mismo, pues, reprocharle a un lingüista que
escriba la gramática de una lengua sin haber registrado la
en lugar de ser demasiado grande, le falta algo, a se~her, un
centro ·que detenga y funde el juego de las Sl~-stitucione~. Se
podría decir, sirviéndose rigurosamente de esa palabra cu~·a

•• totalidad de los actos de habla que se han pronunciado desde


que existe esa lengua, y sin conocer los intercambios verbales
que tendrán lugar durante el tiempo en que aquélla exista. La
significación escandalosa se borra siempre en fra1icés. que C'~L'
modmiento del juego, permitido por la falta, por la ausencia
de centro o de origen, es el movimiento de la supleme11tariedad.

•• experiencia prueba 9ue un nútnero irr(sorio de frases ... le per-


mite al lingüista elaborar una gramática de la lengua que estu-
dia. E incluso una gramática parcial, o un esbozo de gramáti-
No se puede determinar el centro y agotar la totalización pues-
to que el signo que reemplaza al centro, que lo sHple, que ocup~
su lugar en su ausencia, ese signo se añade. viene por añadidu-

•• ca, representan adquisiciones preciosas si se trata de lenguas


desconocidas. La sintaxis, para manifestarse, no espera a que
haya pod'ido inventariarsc una serie teóricamente ilimitada de
ra, como suplent.e/l[O. El movimiento de la significación añade
algo, es lo que hace que haya siempre <<más», pero esa ad~ción
es flotante porque viene a ejercer una función Yicaria, a sÚplir

•• acontecimientos, puesto que aquélla consiste en el cuerpo de


reglas que presiden el engendramiento de esos acontecimientos.
Ahora bien, es realmente de una sintaxis de la mitologfa suda-
una falta por· el lado del significado. Aunque Lé\-i-Strauss no >e
sirve de la palabra supleme11tario subra~:ando como yo hago

••
aquí las dos direcciones de sentido que en ella se conjuntan de
mericana de lo que hemos pretendido hacer el esbozo. Si nue. forn1a extraña, no es casual que se sirva por dos ve~es de t·s¡l
vos textos llegan a enriquecer el discurso mítico, esa será la palabra en su h1lroducció11 a la ohm de A.1auss, en el momento
en que habla de la «Sobreabundancia de significante cof1 re-;~

••
ocasión para controlar o modificar la manera como se han
formulado ciertas leyes gramaticales, para renunciar a algunas pecto a los significados sobre los que aquélla puede cstableccl·-
de ellas, y para descubdr otras nuevas. Pero en ningún caso se sc)): «En su esfuerzo por comprender el mundo, el hombre

••
nos podrá oponer la exigencia de un discurso mítico total. Pues dispone, pues, siempre, de un exceso de significación (qüe re-
se acaba de ver que esa exigencia no tiene sentido» (pp. 15 y parte entre las cosas según leyes del pensamiento simbólicn
16). A la totalización se la define, pues, tan pronto como illtítil, que corresponde estudiar a los etnólogos :· a !Os lingüista ..;;).
como
•• \an p~onto imposible.
Eso depende,sin duda, élc que hay dos maneras de pensar
. . -

eJ límite de_l.;.Uotali.zación. Y, una vez más,)'Oatria qffi' 10sns


Esta distribución de una ración suplementaria -si cabe exprC'·
sarse así- es absolutamente necesaria pa·ra que, en conjunto.
el significante disponible y el .sig:nificc1do señalado se mantt·n-

•• doS.Cieterminricioncs coexisten Ue manera no-expresa en el dis-


curso de Lévi-Strauss. La totalización puede juzgarse imposi-
ble en el sentido clásico:- sC evoát entonces d esfuerzo empíi·iC:o
gan entre ellos en la relación de complementariedad que es la
condición misma del pensamiento simbólico». (Sin duda podría
mostrarse que esta racióH suplemc11taria de significación f'-' C'!

•• de un sujeto o de un discurso finito que se· sofoca én vario en


¡:ios de una riqueza infinita que iib podrá dominar jamás. }by.
demasiadas cosas, y más de lo que puede decirse. Pero se puede
origen de la ratio mi,o;;.ma.) La palabra reaparece un poco m/1~
adelante, después de que Lévi-Strau>S haya hablado de «C'e
significante flotante que es la servidumbre de todo pcnsamien~

•• determinar de otr~ manera la no-totalización: nO ya Oajci e1


a
concepto dé1i¡:;itud como asignación la empiriddad sino hájo
to finito»: ((En otros términos, e inspirándonos en el preccrto
de Mauss de qUe todnc; los fenómenos sociales pueden asimibr·-

•••
el concepto de juego. Si la totalización ya no tiene entoi1ces se al lenguaje, vernos en el ma11a, el \\~a.kall, el f)/'O.'rd{.'.:: L'''·¿,o;;

396 397


••
nociones del mismo tipo, la expres10n consciente de una (rm-
ci611 semá11tica, cuyo papel es permitir el ejercicio del pensa-
tica de la historicidad, aunque parece que se ha introducido
bastante tarde en la filosofía, ha sido requerida en ésta siempre ••
miento simbólico a pesar de la contradicción propia de éste.
Así se explican las antinomias aparentcn1ente insolubles, liga-
das a esa noción ... Fuerza y acción, cualidad y estado. sustan-
por medio de la determinación del ser como presencia. Con o
sin etimología, y a pesar del antagonismo clásico que opone
esas significaciones en todo el pensamiento clásico, se podría
••
tiYo y adjetivo y verbo a la vez; abstracta y concreta, omnipre-
sente y localizada. Y efectivamente, el mana es todo eso a la
n1ostrar que el concepto de episteme ha reclamado siempre el
de is_toria. en la medida en que la historia es siempre la unidad
de un devenir, como tradición de la ,-erdad o desarrollo de la
••
vez; pero precisamente, ¿no será, justo porque no es nada de
todo eso, una simple forma o, más exactamente, símbolo en
estado puro, capaz, en consecuencia, de cargarse de cualquier
ciencia orientado hacia la apropiación de la \'erdad en la pre-
sencia y en la presencia a sí, hacia el saber en la consciencia de
sí. La historia se ha pensado si~mpre como el movimiento de
••
contenido simbólico? En ese sistema de símbolos que constitu-
ye tocla cosmología, aquél seria simplemente un valor simbólico
cero, es decir, un signo que marca la necesidad de un contenido
una reasunción de la historia. como derivación entre dos pre-
sencias. Pero si blen es legítiino sosp~char . de ese concepto de
historia, al redi.ídrlo sin p¡~;;¡~~~ expresamen_te..!:l..P.r.C!b_lema.
••
simbólico supleme11rario [el subrayado es nuestro] sobre aquel
que soporta ya el significado, pero que puede ser un valor
cualquiera con la condición de que siga formando parte de la
que estoy señalando aquí, se corre el riesgo de recaer en un
ahistoricismo de forma clásica, es decir, en un mollento deler-
minado de la historia de la metafísica"_I?.Lme p_areé~3iiJ:[es lá
••
reserva disponible y que no sea, como dicen los fonólogos, un
término de gmpo». (Nota: •Los lingüistas han llegado ya a
formular hipótesis de ese tipo. Asf: "Un fonema cero se opone
t:_onnalid_<!d_~_lg_e~c~ic:at!<:LEt:.~ll_l_e!Il_'\· Más concretamente, en el
trabajo de Lévi-Strauss, hay que reconocer que el respeto de la ••
a todos los demás fonemas del francés en que no comporta ·
ningún caráctercli[er:enci_al y_ningún vaior fonético constante.
J:ero en cambio el fonema cer~:iiéne:como funcÍÓ~ r:roJ?J~_opo­
estructuralidad, de la originalidad interna de la estructura,
obliga a neutnilizar el tiempo y la historia. Por ejemplo, la
aparición de una nueva. estructura, de un sistema original, se ••
nerse a la ausencia de fonema (Jai<obson y Lotz). Casi podrfa
decirse de modo semejante, y esquematizando la concepción
que se ha propuesto aquf, que la función de las nociones de tipo
produce siempre -y es esa la condición misn1a de su especifi-
cidad estructural- por medio de una ruptura con su pasado,
su origen y su causa. Así, no. se. püede describ.ir la propiedad._ge ••
mana es oponerse a la ausencia de significación sin comportar
por sí misma ninguna significación particulan),)
]a organización estructural a no ?Cr dejando de tener.en . cuenta,
en ei OlOffieniO -mism"O "d~ ·e·s~-d~SCfipción, sus condiciones pa-
' sacias: on-.itien_~Q_p_iiii!~.i~~~_p~~~Íem~ gel_ paso de .una estruc- ••
La sobreabtmda11cia del significante, su carácter suplemen-
tario, depende, pues, de una finitud, es decir, de una falta que
debe ser suplida. ··· -
tura a otra, poniendo enlr! p~~éntesis _la historia. En ese mo-
-meDiO -~( esiructÜi-.3.IEi~, fas concept9s de _azar . .y de. cljscontinui-
d~d son indisp~nsabie,._'Y d~ hecho Lévi-Strauss apela frecucn-
••
· Se comprend-e entonces por qué el concepto de juego es
importante en Lévi-Strauss. Las referencias a todo tipo de jue-
go, especialmente en la ruléta, son muy frecuentes, en particu-
teme~¡;;··~· eiios, ~como por ejempio para esa estructura de las
estructuraS que es el lenguaje, de] que se dice en Ja /1!/Wdi/C·
ci611 a la obra de Ma!ISS que «sólo ha podido nacer todo de una
••
lar en sus Conversaciones, Raza e historia, El pensamieuto salva-
¡e. Pero e~a_ referencia .al juego se encuentra siempre condicio-
nadñ··por· una te"0si~~n~.
vez»: ((Cualesquiera que hayan sido el momento y las circuns-
tancias de su aparición en la escala de la vida animal, el len-
guaje sólo ha podido nacer todo de una vez. Las cosas no han
••
· Tensión con la historia, en primer lugar. Problema clásico,
y en torno al cuai se han ejercitado las objeCiones. Indicaré sólo
lo que me parece que es la formalidaddel,problema: al reduc\r
podido ponerse a significar progresivamente. A continuación
de una transformación cuyo estudio no depende de las ciencias ••
••
sociales, sino de la biología y de la psicología, se ha efectuado
la historia, Lévi-Strau~s ha hecho justicia con un concepto que un paso desde un estado en q11e nada tenía un sentido a otro en
!;a sido siempre_cómplice de una metafísica teleológica y. esca.- que todo lo poseía)). Lo cual no le impide a LéYi-Strauss reco-
tqlógica, es decir, paradójicamente, de esa filosofía del a .Pr~­ nocer la lentitud, la maduración, la J;:¡bor continua de las trans~
sc[lcia a la que se ha creído poder oponer la historia. La temá- :,
/'
!
399
••
398 1

••
•• formaciones fácticas, la historia (por ejemplo en Raza e histo-
ria). Pero, de acuerdo con un gesto que fue también el de Rous-
.-seau o de Husserl, debe«apartar todos los hechos» en ~i ..mo-
y al orden del s.igno, y que vive-corno un exilio la necesidad de
_la.inl<;CJ:re~"ción)-a otra,que 11()C~~ya:_\'t,I_e[l~ ha~I~_e}Ürigeñ;-·
afirma el JUe~ _e In_l.~!:!t':__E_as~~ más allá del hombre y del

•• mento en que pretende volver a aprehen~er. ¡~ especificidad


esencial.~:'. ':'na es.tr_uctura. Al. igual que. RoLt_sse¡¡_l!,tienLque
. pe!'sar siem¡Jre el origen de una estructura nueva sobre la base
humanismo, dado que ef nombre dCI hornbre es el nombre de
ese ser que,
. onto-teo\ogfa,
a través de la hísiorla de la metafísica o de la
es decir, cleÍ conjunto cle SU historia, ha SOllado

•• del modelo de la catástrofe -trastorno de la naturaleza en la


naturaieza, interrupción natural del encadenamiento natural
-~~paradón de ia naturaleza.
con la presencia plena, el fundan1ento tranquilizador, el origen
y el final del juego. Esta segunda interpretación de la interpre-
tación, cuyo camino nos ha señalado Nietzsche, no busca en la

••
- '
. Te.~sión de!juego con la historia, tensión también del juego _etnograf~a,_ cojTIO pré.te~~ía Lévi-Strauss, de quien cito aquí
con la presencia. El juego es. el rompimiento de la presencia. La u~a ve_z más la hztroducción a la obra de Mauss, ({la inspiración
pre~e~~i~ __dt:: __~_n_ ~-~-e~~.~ lo _e,s s_ie_I_?P~~ -~n<_tyeJ~~:~_ncia significan- sl_e__l!-n. nue.vo.humanismo>>,

•• te y sustitutiva inscrita en un sistema de diferencias y el movi-


miento ele una cadC:ila~~El júcgo-esSiemrrduego de ausencia y
Se podria ad\'er:tir en más de un signo, actualmente, que
esas dos interpretaciones de la interpretación -que son abso-

•• c_t~jJi=e~en:ciii;'jJéfO. _ S_i se lo qúicre pensar radicalmente, hay que lutamente inconciliables incluso si las vivimos simultáneamen-
pens¡¡rl<? ante.s_d~ J~. ~_ite~nativ¡t..de la presencia y de la ausen- te y las conciliamos en una oscura economía- se reparten el
~i-~; _h_ay_ q':l~.P~n~ar _t:L~~_r como_pr_e_se_ricia o ause~cia a partir campo de lo que se llama, de manera tan problemáticn. las

•• de. la posibiljdad del juego, y no a la inversa. Pero si bien


Lévi-Strauss ha hecho aparecer, mejor que ningún otro, el jue-
go de la repetición y la repetición del juego, no menos se per-
ciencias humanas .
Por mi parte, y aunque eSas dos interpretaciones deben
acusar su diferencia y agudizar su irreductibilidad, no creo que

•• cibe en él una especie de ética de la presencia, de nostalgia d~l


origen, de la inocencia arcaica ynaturaC<Ie-uña pureza de. la
presencia y deTa'presenc~a·a-sreñ la palabra; éibi, néistaigia
actualmente haya que escoger. En primer lugar porque con
todo esto nos situamos en una región -digamos todavfa; pro-
visionalmente, de la historicidad- donde la categoría de «elrc-

•• e-¡~-düSO r~ffiordlillieñtO,· qu-e··· a ·m.eñUdo preseñt3. como ia mo-


. 1lvacíón del proyecto éúwlógico i:Üando se vuelve hacia socie-
dades·arcaiCas, es de_~ir. a Su§ ojo_sJ__ejgmplat~es. Esos textos son
ción» parece realmente ligera. Y después. porque hay que in-
tentar pensar en primer lugar el suelo común, y la diferancia de
esta djferencia irreductible. y_ porque se .produce aquí uri tipo

•• muy conocidos.
En cuanto que se eofoca hacia la rescncia, erdida o in1-
posTIJTe;de origen ausente, esta temática estructuralista de la
5!~ c;ues_ti<)n, digamos todavía histórica, anie la qi.fe apenas pt>-
demos act~almente hacer otra cosa que é"n~i:ever· Sü COrfce¡JClOn,
su
siiJO}-¡nación, su gesiiici611, trabajo. y digo..cS!as pala~t'on

•• i_I)media~ez rota es,yues·-ra cara tris_~~~-~g_q!j~ 1 __ng~_t.ª-lgt~_E!,


.c.ulpable, rousseauniana, del_pensarnien\Q5ls_l j~~g!?, ..c!~l_qJlf.la
la mirada puesta, por cierto, en las operáCi=nlel pm tu; pero
también en aquellos que, en una sociedad de \a que ño m·e
excluyo, desvían sus ojos ante lo tod.avía innornbráb1e; qlle i<e

•• otra cara sería la a{lnnaci611 nietzscheana, la afirmación gozo-


_s~j~Jj_~~go~.[mü_ri~_oy de·ia i~o<;:encia_c!ci dev_enir, la afirma-
ción de un mundo de signos sin falta, sin verdad, sin origen,
ánuncia, )'que sólo puede hacerlo, como resulta necesario caclá
v_e..z_9.ll.C tiene lugar. un nacimiento, bajo la especie de la no-es:
12ec~'::.·.. Rajo)a forma informe, muda, infante y terrorífica de la

•• qí.Je ~" of\:~;ea_i[l_~.fri.i~i:Ji.~t~ciÓ_n ~ctiva .. Esta a[iiJ:,_t.ació>Ld~(er­


milla mtonc~s el no-centro de otra manera que como pérdida d~l
c~i,/r()~Yju~g~jin_-seg~ri4a(_Fi,.es bay l1njuego seguro: el que
monstruosidad. ·

•• s~_hmita a la sustituci611 de p_iez_c:-_~_!{_qqq.~_Y_f7!i~!~.'!..!.~~·-P!·f!~~1:J_(§~­


En el azar absoluto, la afirmación se entrega también a la
Jr\aetermi.!l_,.cióñ- ¡(eil(i_~<:_;;~ a la averi fiira sei1íhial <le !á llüeiia .

•• . It:Y,.I:'..ues, dos ~n~erpr~tacione_s de la interp.retación, de l¡t


estr)lctura, del signg._Y._(J_~! jqcg0"· Una pretende descifrar, sueña
con des~ifra_r l:Jna v_erda_d_ o _Uri -~·(1geil_Ji_üC~e sustraigan al jUego

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