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•••• TEORIA
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JACQUES DERRIDA
•• .. LA ESTRUCTURA,
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EL SIGNO
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YEL JUEGO EN EL
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DISCURSO DE LAS CIENCIAS HUMANAS
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PENSAMIENTO CR(TICO/PENSAMIENTO UTÓPICO Jacques Derrida
Colección dirigida·por José M. Ortega
38
LA ESCRITURA
Y LA DIFERENCIA·
1
1
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&~IY~~@l?@§
EDITORIAL DEL HOMBRE
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«Un conjunto sin otra novedad que un
' espaciamiento de la lectura\)
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••• Título original: L'Écriture et la Différence
..••,
•• ISBN: 84-7658-126-2
Depósito legal: IÍ. 427-1989
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Imp1'esión: Ingraf. Badajoz, 147. Barce_lona
~
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10 ••
LA ESTRUCTURA, EL SIGNO Y EL JUEGO
EN EL DISCURSO DE LAS CIENCIAS
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HUMANAS
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Presenta más problenla interpre-
tar las interpretaciones que inter-
pretar las cosas. •e
MoNTAIGNE
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Quizás se ha producido en la historia del concepto de estruc-
tura algo que se podría llamar un {(acontecimiento» si esta ••
••
palabra no llevase consigo una carga de sentido que la exigen-
cia estructural --o estructuralista- tiene precisamente como
función reducir o someter a sospecha. Dig·amos no obstante un
••
«acontecimiento)) y tomemos esa palabra con precauciones en-
tre comillas. ¿Cuál_!;ería,_¡:mes, ese acontecimiento? Tendría la
j()~~exteri<:>r_d_e_ una n1ptura y ªey!l__reqcz~lan_zien!_?.
S~_ri.a fá_cil mostrar que el con~to de estructura e· incluso
la_palabra estru-ctura tiCi1en lá""edad de Ía epiSiémii; e;·aeCir;ar e
z~;;n t~~~~~í~:si:~¡:r~~a~Y/áei'i~~~~~}:·~~¿;~~~it~.~.~y~~~;; ·
aerc-úal"vaTa ~pisteme a recogeri~s pani tra~rias h~cia sí en un ••
desplazamiento metafórico. Sin embargo, hasta el aconteci-
miento al gue quisiera referirme, la estructur'!,.o má~_bi.en.Ja
estructura li éíail de la estructura, a un<:¡lle_Sif:J:npr:e.ha.y.a..es.ta.do .
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fúncionando, se ha encontrado siempre neutralizada, reducida:
m~~nt~ ~~ g~Si6 .cóilsistente·-e¡;·"aa.rte·-;:;r¡·c~~tx_Q~ . eii.r~t~QrJa:a·. ••
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un punto de preSéilcia, a nn origen fijo. Este centro tenfa como
fUnciÓn ñosóló lá.Cie órieiilar y equilibrar, organizar la estruc-
tura --efectivamente, no se puede pensar una estructura desor-
ganizada- sino, sobre todo, la de hacer que el principio de
organización de la estructura limita'e lo que podríamos llamar
el jt<ego de la estructura. Indudablemente el centro de una ••
383 ••
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•• estructura, al orientar y organizar· la coherencia del sistema,
permite el juego de los elementos en el interior ele la forma
antes de la rupt~ra de la que hablábamos, debe pensarse como
una sene de sustr_tuciOnes de centro a centro un encad-en
t · c1 d · . · · .. • '
a m 1en-
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nes de signos hasta el infinito. Este es entonces el momento en
.cen.tro, .Y..ql1~ .. cQmo_g_uedJ'. estarjgualm_ente dentro. que _fuera.
que el lenguaje invade el campo problemático universal; este
recibe indiferentemente los nombres de origen o de ..fin,_de_
o
;,,)d,é de ·¡e¡,;S,'_l~sj:C:j)CiiciOneS,Ia;s-Üstiit,dones: las transfor· es. entonces el momento en que, en ausencia de ceriu·o o cJC
••
_gía, es cómplice de esa reducción de la estructuralidad de la
¿,D_?':_ld~ y cómo se prod.uce este descentramiento como pcn--
estn1ctura e intenta si~~-P.-~~-P~.t:!.~-~-~--~st<t:_~l~i.ll!a -~~-J?.~·t_!'-=. de_~_na
~~-~·mento de IL~ estntctural!dad de la estructura? Para design;¡r
ji_i~ie.I'~1~.21~i.Y.Il1~iá de i L1"-go_. esta producción, seria algo ingenuo referirse a un acontcci~ien-
Si esto es así, toda la hist:>r~~-del concep~z._ de_est_t:Uctura,
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to, a una doctrina o al nombre de ·un autor. Esta producción ~uede por sí mismo superar esa oposición de lo sensible v lo
mtehgible. Está determinado por esa oposición: d,: parte a p~~-
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forma parte, sin duda, de la totalidad de una época, la nuestra,
pero ya desde siempre empezó a anunciarse y a trabajar. Si se
quisiera, sin embargo, a titulo indicativo. escoger algunos
t~ Y a través de la totalidad de su historia. EÍ concepto de signo
solo ha podido \'IVIr de esa oposiCión·y· de'su sistemrt. Pero no ••
<<nOTnbres propios'' y evocar a los autores de los discursos en
los que se ha llegado más cerca de la formulación más radical
de esa producción, sin duda habría que citar la crítica nietzs-
podemos deshacernos del concepto de signo, no podemos renun-
Ciar a esta cmnplicidad metafísica sin renunciar al mismo tiem-
p_o al trabajo crítico que dirigirnos contra ella, sin correr el ••
cl]eana __ d~ lil_l_Ilet~[!~[c_a! d!' los conceptos de ser -y de verdad:
que vienen a ser sustituidos por' JOs conceptos de juego,
interpretación 'y' de signo (de signo sin. verdad presente); la
de
nesgo de borr~r l~. diferencia dentro de la identidad consigo
mtstno de u? sJgmficado que reduce en sf su significante o. lo
que es lo mismo, expulsando a éste simplemente fuera de sí. ••
CJ:itica freudiana de la presencia a sí, es decir, de la conscien-
cia, del sujeto; de la identidad coi1sigo, de la proximidad o de
la propiedad de sí; y, más radicalmente, la destrucción heideg-
Pues hay dos .. r11a_neras__heterogénea~ __ _Q_e_]J_o.rriir:_la diferencia
e_n_~red Significante y elsignificado: una, la clásica, ~;nsiste.en C\1
reducir o en derivar el sig.Olfkiinte; es decir, finalmente en .
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get·ianá de la metafís-ica, de -la onío-teologia, de la determina-
ción del sei· i::omo presencia, Ahora bien, todos estos discursos
someter el signo al pensamiento; otra, la que dirigimos aquí '·
contra la anterior.- consiste en poner en cuestión el sistema en
el q~e. fu_nci_o_n.aba_l~_.rc_du_cció!l ~>'J..erior:_: X en_ prhneriugar, la
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des! ructores_y todos sus análogos están atrapados en una espe-
cie de cÍrc~o. E~te círéuÍ~ ~~ compleiamei1ie pei::üliar, y_:d¿sqi- opOSi<:_I__~I1-:<Je lo_sensi~l~y-~ointcligible. Pues ~J!9_m_<f2ja está en
g~e l~__¡:educci¡)n metafísica_del__signÓ _t~D.L;¡__ necesidád de ia
l:ie la forma de-la relaCión entreia historia de la metafísica y !a
Op_q_si~.i.Q.Q_ql_l_e_ ella misma reducía._ La. op.osició~- forrlla-·sist-e~a
••
ciesti·ucción de la historia de la· meta.físlca: 110 ti elle 11ingún
con la re_~ucción. y ]o que decimos aquí ~;:;¡;~e el'sígñó puedé
se>ltido pí·esdndlr de ios conceptos de la metafísica para hacer
extenderse·¡¡ mtlós los conceptos y a todas las frases de la
estremecer a Ía metafísica; no disponemos de ningún lerigüa]e
metafísica, en particular al discurso sobre la ~~estructura})_ Pero
~de ñiriguna: Sintaxis y de ningún léxic<>-7- que sea ajeno a esta
hi~toria; no podemos enunciar ninguna proposición destructiva
que no haya tenido ya que deslizarse en la forma, en la lógica
hay muchas maneras de estar atrapados ery este círculo. Son
todas más o tnenos ingenuas, más o menos empíricas, más o
menos sistemáticas, están más o menos cerca de la formulación
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y los postulados implícitos de aquello mismo qUe aquélla
querria cuestionar. Por ton1ar un ejemplo entre tantos otros: es
con la ayuda del concepto de sig•w como se hace estremecer la
o incluso la formalización de ese círculo. Son esas diferencias
las que explican la multiplicidad de los discursos destructores ••
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y el desacuerdo entre quienes los sostienen. Es en los conceptos
metafísica de la presencia. Pero a partir del momento en que lo heredados de la metafísica donde, por ejemplo, han operado
que se pretende mostrar así es, comO acabo de sugerir, que ·no
Niet7.sche, Freud y Heidegger. Ahora bien, con1o estos concep-
había significado trascendental o privilegiado, y que el campo
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to_s no san elen1entos, no son átomos, como están cogidos en
o el juego de significación no tenia ya, a partir de ahí, limite Una sintaxis y un sistema, cada préstamo concreto arrastra
alguno, habría que -pero es justo eso lo que no se puede hacia él toda la metafísica. Es eso lo que permite, entonces, a
hacer- rechazar incluso el concepto y la palabra Signo. Pues la
significación ,csigno'l se ha_comprendido y determinado siem-
pre, en su sentido, como signo-de, significante que remite a un
esos destructores destruirse recíprocamente, por ejemplo, a Hei-
degger, considerar a Nietzsche, con tanta lucidez y rigor como
mala fe y desconocimiento, como el último metafísico, el últi- ••
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significado, significante diferente de su significado. Si se borra mo <'platónico}}. Podría uno dedicarse a ese tipo de ejercicio a
la diferencia radical entre significante y significado, es la pala- propósito del propio Heidegger, de Freud o de algunos otros. Y
bra misma <<signi(icante" la que habría que abandonar como actualmente ningún ejercicio está más difundido.
concepto metafísico. Cuando Lévi-Strauss dice en el prefacio a
Lo cntdo y lo cocido que ha «pretendido trascender la oposición
de lo sensible y lo inteligible situándose de entrada en el plano
¿Qué pasa ahora con ese esquema formal,cuando nos vol-
vemos hacia lo que Se IEifna las «ciencias humanas»? Una en-
tre ellas ocupa qúizás aquí un lugar priviÍegiado. Es ia etnoloc
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de los signos», la necesidad, la fuerza y la legitimidad de su
gesto no pueden hacernos olvidar que e.L_c_2!1.c_ep)Q de..signo_I10
,-
gía. Puede considerarse, efectivamente, que la etnología sólo ha
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•• podido nacer como ciencia en el mbmen lo en que ha podido
efectuarse un descentramiento: en el momento en que la cultu~
ra europea -y por consiguiente la ~istoria de la metafísica y
Para seguir ese movimientO·. en el texto de LéYi-Strau~;-; .
escogetnos. como un hilo conductor entre__9tros . l.a. <?.POsiciOn
1131-Ju,raleza-cultura. Pese a toda~ sus renoYaciones y sus -distr<t-
•• referencia. Ese momento no es en primer lugar un momento A partir de la oposición phvsishwmos. phvsisitéclwe, aquélla ha
del discurso filosófico o científico, es también un momento sido traída hasta nosotros a través ele toda una cadena históri-
político, económico, técnico, etc. Se puede decir con tóda segu- ca que opone la <1naturaleza» a la ley, a la institución, al arte,
•• ridad que no hay nada fortuito en el hecho de que la crítica del a la t_écnica, pero también a la libertad. a lo arbitrario, a ltJ
etnocentrismo, condición de la etn.ología, sea sistemáticamente historia, a la sociedad, al espíritu, etc. Ahora bien, desde el
e históricamente contemporánea de la destrucción de la histo- inicio de su investigación y desde su primer libro (Las estnicru-
•• ria de la metaffsica. Ambas pertenecen a una sola y misma ras elementales del pare11tesco) Lévi-Strauss ha experimentado
época. al misn1o tiempo la necesidad de utilizar esa oposkión !' la
Ahora bien, la etnología -como toda ciencia- se produce imposibilidad de prestarle crédito. En Las estmcturas ... parte
•• eso rio quiere deCir qt.ie-_tod~s lás D:ial1eras de ceder. a .ella ten-
gan la misma pertinencia. La cualidad y la fecuncltdad de un
discurso se miden quizás por el ngor cr!ttco con el que. se
es,cándalo, es decir. algo que no tolera ya la oposición naturale-
za-cultura tal como ha sido recibida, y que parece requerir a la
t·ez los predicados de la naturaleza ,. los de la cultura. Este
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dalo: pues la prohibición del incesto presenta. sin el menor
te en la coyuntura teórica contemporánea. Es sobre todo yor- equivoco, e indisolublemente reunidos. los dos caracteres en
que en el trabajo de Lévi-Strauss se ha declarado una cterta los que hemos reconocido los atributos contradictorios de dcts
elección, y se ha elaborado una cterta doctnna de ~-anera,
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órdenes excluventes: aquella prohibición constituve una regla,
precisamente, más o menos expllcita, en cuanto a esa_ cnt.tca del pero una regla que, caso único entre todas las r~glas sociales.
lenguaje y en cuanto a ese lenguaje crítico en las ctcnctas hu- posee al mismo tiempo un carácter de uni\·ersalidad" (p. 9).
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manas .
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Evidentemente
'---·--·--. . . sólo hay escándalo en el i>1ten'or de un siste-
m~ de conceptos que preste crédito a la diferencia entre natq-
- .. de verdad, ní ninguna significación rigurosa, se estaría dispues-
to a abandonarlos ocasionalmente si parecen más cómodos
••
\aleza y cultura. Al iniciar su obra con el (actwn de la prohibi-
ción del incesto, Lévi-Strauss se instala, pues, en el punto en
que esa diferencia, que se ha dado siempre por obvia, se encuen-
otros instruinentos. Mientras tanto, se explota su eficacia rela-
tiva y se los utiliza para destruir la antigua máquina a la que ••
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aquéllos pertenecen y de la que ellos mismos son piezas. Es así
tra borrada o puesta en cuestión. Pues desde el momento en como se critica ·el lenguaje de las ciencias humaftas. Lévi-
c;ue la prohibición del incesto no se deja ya pensar dentro de ia Strauss piensa así poder separar el método de la verdad, los
oposición naturaleza/cultura, ya no se puede decir que sea u~
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instrumentos del método y las significaciones objetivas enfoca-
hecho escandaloso, un núcleo de opacidad en el interior de una das por medio de éste. Casi se podría decir que esa es la prime-
red de significaciones transpárentes; no es un escándalo con ra afirmación de Lévi-Strauss; en todo caso, son las primeras
••
que uno se encueií!fe, o en el que se caiga dentro del campo de palabras de Las estn1.cturas ... :: «Se empieza a comprender que
los conceptos tradicionales; es lo que escapa a esos conceptos y la distinción entre estado de naturaleza y estado de sociedad
ci~riamenie los precede y probablemente como su condición de, (hoy preferiríamos decir: estado de naturaleza y estado de cul-
pq~i~i!i4ad. $~ podrl~-ª"~ir:_qui?;'~~\l_e_to9_ala ~onceptualidad
fi)osófica queforma sistema con la oposición naturalezaJcültu-
ra se ha hecho para dejar eñ lo 'impensado lo· (jüe lá hace
tura), a falta de una significación histórica aceptable, presenta
un valor que justifica plenamente su utilización por parte de la
sociología moderna, como un instnJmento de método)), •e
pós[bie, a saber, ei origen de la prohibición del incesto.
. .. Evoco demásiado rápídam~nte este ejemplo, que es sólo un
ejemplo entre tantos otros, pero que permite ya poner de ma- l
Lévi-Strauss se mantendrá siempre fiel a esa doble inten-
ci(m: conservar como instrumento aquello cuyo valor de verdad
critica. ••
nifiesto que el lenguaje lleva_en_~LI1_!i_s~~nece?idad_9~_su
propia crítica. Ahora b1en, esta critica puede llevarse a ·cabo de
a¿uerdó.Wn dos vías y dos <<estilos>>. En el mmnento en que se 1
Por to1a parte, efectivamente, seguirá discutiendo el valor de
la oposición naturaleza/cultura. Más de trece años después de
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Las estructuras ... , El pensamiento salvaje se hace eco fielmente
hacen sentir los llmJtesae"la oposición naturaleza/cultura, se del texto que acabo de leer: «La oposición entre naturaleza y
puede querer someter a cuestión sistemática y rigurosamente cultura, en la que hemos insistido en otro tiempo, nos parece
••
la historia de estos conceptos. Es un primer gesto ..Un cuestio- hoy que ofrece sobre todo un valor metodológico». Y este valor
namiento de ese tipo, sistemático e histórico, no seria ni un metodológico no está afectado por el no-valor ontológico, cabría
gesto filológico ni un gesto filosófico en el sentido clásico de decir si no se desconfiase aquí de esa noción: «No bastaría con
estas palabras. Inquietarse por los conceptos fundadores de haber reabsorbido unas humanidades particulares en una hu-
toda la historia de la filosofía, des-constituirlos, no es hacer
profesión de filólogo o de historiador clásico de la filosofía. Es,
manidad general; esta primera empresa es el punto de partida
de otras ... que incumben a las ciencias exactas y naturales:
reintegrar la cultura en la naturaleza, y finalmente, la vida en
••
••
sin duda, y a pesar de las apariencias, la manera más audaz de
esbozar un paso fuera de ta filosofía. La salida ufuera de la el conjunto de sus condiciones físico-químicas» (p. 327).
filosofía» es mucho más difícil de pensar de lo que generalmen- Por otra parte, siempre en El pensamie11to salvaje, presenta
te imaginan aquellos que creen haberla llevado a cabo desde
hace tiempo con una elegante desenvoltura, y que en general
están hundidos en la metafísica por todo el cuerpo del discurso
Lévi-Strauss bajo el nombre de «bricolage• lo que se podría
llamar el discurso de este método. El "bricoleur» es aquel que
utiliza «los medios de a bordo1J, es decir, los instrumentos que ••
que pretenden haber desprendido de ella. .
La otra elección -y creo que es la que corresponde mas al
estilo de Lévi-Strauss- consistiría, para evitar lo que pudiera
encuentra a su disposición alrededor suyo, que están ya ahí,
que no habían sido concebidos especialmente con vistas a la
operación para la que se hace que sin-an, y a la que se los ••
tener de esterilizante el primer gesto, dentro del orden del
descubrimiento empírico, en conservar, denunciando aquf y
allá sus límites, todos esos viejos conceptos: como instrumen-
intenta adaptar por medio de tanteos, no dudando en cambiar-
los cada vez que parezca necesario hacerlo, o en ensayar con
varios a la vez, incluso si su origen y su forma son heterogéneos, ••
tos que pueden servir todavía. No se les presta ya ningún valor etc. Hay, pues, una critica del lenguaje en la forma del «brico-
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•• lagc» e incluso se ha podido decir. que el ubricolage)) era el
lenguaje crítico mismo, singularmente el de la crítica literaria:
pienso aqui en el texto de G. Genettc, Estructuralismo v c,-ltica
:~·-iticrt a sí mismo. Y ese mome.rrlo. ese período crítico interc~a
evidéhteinentc 3_ faJOS Jos lenguajes que SC JistrÍbUYCn el Cam-
po de las ciencias humanas. ¿Qué dice Lé\·i-Str~uss de su~
• ••
literaria, publicado en homenaje a Lévi-Strauss en CAr~. y don-
de se dice que el anñlisis 'del ~~bricolage>> podía <<Ser aplicado
casi palabra por palabra1> a la crítica, y más especialmente a
«mitológicas•,? Aquí es donde vueh·e a encontrarse la Yirtud
mitopoética t.lel «bricolage". En efecto. lo que se muestra mfls
s~~~-~_tor· e~ esta búsqueda crítica de uñ nué,·o eStatuiD del
~i~-c~r~o es el abando'rio deClarado de toda referencia a un cen-
«la crítica literaria« (Recogido en Figza·es, ce!. du Seuil, p. 145).
••
coherente o arruinada, se debe decir que todo discurso es nbri-
c11rdo y lo cocido. Me limito a señalar ahí algunos puntos.
c:oleun>. El ingeniero, que Lévi-Strauss opone al <<bricoleurJ>,
l. En primer lugar, Lé,_·i-Strauss reconoce que el mito bu-
tendría, por su parte, que construir la totalidad de su lenguaje,
roro que utiliza aquí como <<mito de referencia'' no merece e~~·
••
sintaxis y léxico. En ese sentido el ingeniero es un mito: un nombre ni ese tratatniento._ qu~ ~sa es una apeladóri f:rigaño~::t
sujeto que sería el origen absoluto de su propio discurso y que J~~!l~_práctica a~usiva. Ese mito no merece, al igual que nin-
lo Construiría <<Cil todas sus piezas)) sería el creador del verbo, gún otro, su priYilegio referencial: u Oc hecho. el mito bororn .
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1 iradictorias en cuanto al estatuto del discurso en lá etnología
--¿¡~c~rso mítico -o rriftolÓgico-c:omo seju~t~ficaría el. "??del o 1 . estr~ctural. l'or üña parte, el eslructuralismo se of~ece, ]ustifl-
musicaÍ q"ue l-ía escogido Lévi-Strauss para la compOSICI?n de 'cadamente, como h crÍtica misma del empirismo. Pero al mis-
. ~u li br6. La auséjl_dá i:Je_s;eO.!tQ...éS _áqt1í láausencia de SUjeto y -
¡~ aus~~~ia de autor: .El mito y la obra musical ap~rece~ asl
éomo Jlreciores.de orquesta cuyos oyentes son los sdencwsos \1
motiempo.iio liay libro o estudio de Lévi-Strauss que no se
prOPonga c.omo un ensayo empírico que otras i_n~~-r~~~:~o~.:~.
podrán en cualquier caso llegar a completar o a refutar.-~.?.;: ••
••
ejecutantes. Si se pregunta dónde se encuentra d. foco _real de .. esq_uei_naS. . eSii-ucttirales se proponen siempre como h1pótes1s
la obra, habrá que responder que su determmacwn es Im?osi- g:;:;e proc~dénae unacan!teh:relñmtai:le iñforll)~JOn YííiilS_que
ble. La música y la mitología confrontan al hombre con objetos se -so-mete. :i. ¡¡¡·prueba de la experiencia. Numerosos textos
••
virtuales, de los que tan sólo su sombra es actual... los mitos no podrían demostrar esté doble- posfúlado:VoJvámonos de nueYO
tienen autores ... " (p. 25).
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hacia la Obertum en Lo crudo y lo cocido, donde aparece real-
mente que si ese postulado es doble es porque se trata aquí de
un lenguaje sobre el lenguaje. «Las críticas que nos repr-ocha-
sentido, no es porque lainfinitucl'de un campo no pueda cubt·ir·
se por .medio de urlcl rTiirada o de un discurso finitos, sino
••
tra-sentido acerca de la naturaleza _v el papel de estos documen- clausura de un conjuntO finito. Ese campo tan sólo permite
tos. El conjunto de los mitos de una población pertenece al tales sustituciones infinitas po'rque es rinito. es decir. porque en
orden del discurso. A menos que la población se extinga física- lugar de ser un campo inagotable, como en la hipótesis clá>ic:l.
••
aquí las dos direcciones de sentido que en ella se conjuntan de
mericana de lo que hemos pretendido hacer el esbozo. Si nue. forn1a extraña, no es casual que se sirva por dos ve~es de t·s¡l
vos textos llegan a enriquecer el discurso mítico, esa será la palabra en su h1lroducció11 a la ohm de A.1auss, en el momento
en que habla de la «Sobreabundancia de significante cof1 re-;~
••
ocasión para controlar o modificar la manera como se han
formulado ciertas leyes gramaticales, para renunciar a algunas pecto a los significados sobre los que aquélla puede cstableccl·-
de ellas, y para descubdr otras nuevas. Pero en ningún caso se sc)): «En su esfuerzo por comprender el mundo, el hombre
••
nos podrá oponer la exigencia de un discurso mítico total. Pues dispone, pues, siempre, de un exceso de significación (qüe re-
se acaba de ver que esa exigencia no tiene sentido» (pp. 15 y parte entre las cosas según leyes del pensamiento simbólicn
16). A la totalización se la define, pues, tan pronto como illtítil, que corresponde estudiar a los etnólogos :· a !Os lingüista ..;;).
como
•• \an p~onto imposible.
Eso depende,sin duda, élc que hay dos maneras de pensar
. . -
•••
el concepto de juego. Si la totalización ya no tiene entoi1ces se al lenguaje, vernos en el ma11a, el \\~a.kall, el f)/'O.'rd{.'.:: L'''·¿,o;;
396 397
•
••
nociones del mismo tipo, la expres10n consciente de una (rm-
ci611 semá11tica, cuyo papel es permitir el ejercicio del pensa-
tica de la historicidad, aunque parece que se ha introducido
bastante tarde en la filosofía, ha sido requerida en ésta siempre ••
miento simbólico a pesar de la contradicción propia de éste.
Así se explican las antinomias aparentcn1ente insolubles, liga-
das a esa noción ... Fuerza y acción, cualidad y estado. sustan-
por medio de la determinación del ser como presencia. Con o
sin etimología, y a pesar del antagonismo clásico que opone
esas significaciones en todo el pensamiento clásico, se podría
••
tiYo y adjetivo y verbo a la vez; abstracta y concreta, omnipre-
sente y localizada. Y efectivamente, el mana es todo eso a la
n1ostrar que el concepto de episteme ha reclamado siempre el
de is_toria. en la medida en que la historia es siempre la unidad
de un devenir, como tradición de la ,-erdad o desarrollo de la
••
vez; pero precisamente, ¿no será, justo porque no es nada de
todo eso, una simple forma o, más exactamente, símbolo en
estado puro, capaz, en consecuencia, de cargarse de cualquier
ciencia orientado hacia la apropiación de la \'erdad en la pre-
sencia y en la presencia a sí, hacia el saber en la consciencia de
sí. La historia se ha pensado si~mpre como el movimiento de
••
contenido simbólico? En ese sistema de símbolos que constitu-
ye tocla cosmología, aquél seria simplemente un valor simbólico
cero, es decir, un signo que marca la necesidad de un contenido
una reasunción de la historia. como derivación entre dos pre-
sencias. Pero si blen es legítiino sosp~char . de ese concepto de
historia, al redi.ídrlo sin p¡~;;¡~~~ expresamen_te..!:l..P.r.C!b_lema.
••
simbólico supleme11rario [el subrayado es nuestro] sobre aquel
que soporta ya el significado, pero que puede ser un valor
cualquiera con la condición de que siga formando parte de la
que estoy señalando aquí, se corre el riesgo de recaer en un
ahistoricismo de forma clásica, es decir, en un mollento deler-
minado de la historia de la metafísica"_I?.Lme p_areé~3iiJ:[es lá
••
reserva disponible y que no sea, como dicen los fonólogos, un
término de gmpo». (Nota: •Los lingüistas han llegado ya a
formular hipótesis de ese tipo. Asf: "Un fonema cero se opone
t:_onnalid_<!d_~_lg_e~c~ic:at!<:LEt:.~ll_l_e!Il_'\· Más concretamente, en el
trabajo de Lévi-Strauss, hay que reconocer que el respeto de la ••
a todos los demás fonemas del francés en que no comporta ·
ningún caráctercli[er:enci_al y_ningún vaior fonético constante.
J:ero en cambio el fonema cer~:iiéne:como funcÍÓ~ r:roJ?J~_opo
estructuralidad, de la originalidad interna de la estructura,
obliga a neutnilizar el tiempo y la historia. Por ejemplo, la
aparición de una nueva. estructura, de un sistema original, se ••
nerse a la ausencia de fonema (Jai<obson y Lotz). Casi podrfa
decirse de modo semejante, y esquematizando la concepción
que se ha propuesto aquf, que la función de las nociones de tipo
produce siempre -y es esa la condición misn1a de su especifi-
cidad estructural- por medio de una ruptura con su pasado,
su origen y su causa. Así, no. se. püede describ.ir la propiedad._ge ••
mana es oponerse a la ausencia de significación sin comportar
por sí misma ninguna significación particulan),)
]a organización estructural a no ?Cr dejando de tener.en . cuenta,
en ei OlOffieniO -mism"O "d~ ·e·s~-d~SCfipción, sus condiciones pa-
' sacias: on-.itien_~Q_p_iiii!~.i~~~_p~~~Íem~ gel_ paso de .una estruc- ••
La sobreabtmda11cia del significante, su carácter suplemen-
tario, depende, pues, de una finitud, es decir, de una falta que
debe ser suplida. ··· -
tura a otra, poniendo enlr! p~~éntesis _la historia. En ese mo-
-meDiO -~( esiructÜi-.3.IEi~, fas concept9s de _azar . .y de. cljscontinui-
d~d son indisp~nsabie,._'Y d~ hecho Lévi-Strauss apela frecucn-
••
· Se comprend-e entonces por qué el concepto de juego es
importante en Lévi-Strauss. Las referencias a todo tipo de jue-
go, especialmente en la ruléta, son muy frecuentes, en particu-
teme~¡;;··~· eiios, ~como por ejempio para esa estructura de las
estructuraS que es el lenguaje, de] que se dice en Ja /1!/Wdi/C·
ci611 a la obra de Ma!ISS que «sólo ha podido nacer todo de una
••
lar en sus Conversaciones, Raza e historia, El pensamieuto salva-
¡e. Pero e~a_ referencia .al juego se encuentra siempre condicio-
nadñ··por· una te"0si~~n~.
vez»: ((Cualesquiera que hayan sido el momento y las circuns-
tancias de su aparición en la escala de la vida animal, el len-
guaje sólo ha podido nacer todo de una vez. Las cosas no han
••
· Tensión con la historia, en primer lugar. Problema clásico,
y en torno al cuai se han ejercitado las objeCiones. Indicaré sólo
lo que me parece que es la formalidaddel,problema: al reduc\r
podido ponerse a significar progresivamente. A continuación
de una transformación cuyo estudio no depende de las ciencias ••
••
sociales, sino de la biología y de la psicología, se ha efectuado
la historia, Lévi-Strau~s ha hecho justicia con un concepto que un paso desde un estado en q11e nada tenía un sentido a otro en
!;a sido siempre_cómplice de una metafísica teleológica y. esca.- que todo lo poseía)). Lo cual no le impide a LéYi-Strauss reco-
tqlógica, es decir, paradójicamente, de esa filosofía del a .Pr~ nocer la lentitud, la maduración, la J;:¡bor continua de las trans~
sc[lcia a la que se ha creído poder oponer la historia. La temá- :,
/'
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•
••
•• formaciones fácticas, la historia (por ejemplo en Raza e histo-
ria). Pero, de acuerdo con un gesto que fue también el de Rous-
.-seau o de Husserl, debe«apartar todos los hechos» en ~i ..mo-
y al orden del s.igno, y que vive-corno un exilio la necesidad de
_la.inl<;CJ:re~"ción)-a otra,que 11()C~~ya:_\'t,I_e[l~ ha~I~_e}Ürigeñ;-·
afirma el JUe~ _e In_l.~!:!t':__E_as~~ más allá del hombre y del
••
- '
. Te.~sión de!juego con la historia, tensión también del juego _etnograf~a,_ cojTIO pré.te~~ía Lévi-Strauss, de quien cito aquí
con la presencia. El juego es. el rompimiento de la presencia. La u~a ve_z más la hztroducción a la obra de Mauss, ({la inspiración
pre~e~~i~ __dt:: __~_n_ ~-~-e~~.~ lo _e,s s_ie_I_?P~~ -~n<_tyeJ~~:~_ncia significan- sl_e__l!-n. nue.vo.humanismo>>,
•• c_t~jJi=e~en:ciii;'jJéfO. _ S_i se lo qúicre pensar radicalmente, hay que lutamente inconciliables incluso si las vivimos simultáneamen-
pens¡¡rl<? ante.s_d~ J~. ~_ite~nativ¡t..de la presencia y de la ausen- te y las conciliamos en una oscura economía- se reparten el
~i-~; _h_ay_ q':l~.P~n~ar _t:L~~_r como_pr_e_se_ricia o ause~cia a partir campo de lo que se llama, de manera tan problemáticn. las
•• muy conocidos.
En cuanto que se eofoca hacia la rescncia, erdida o in1-
posTIJTe;de origen ausente, esta temática estructuralista de la
5!~ c;ues_ti<)n, digamos todavía histórica, anie la qi.fe apenas pt>-
demos act~almente hacer otra cosa que é"n~i:ever· Sü COrfce¡JClOn,
su
siiJO}-¡nación, su gesiiici611, trabajo. y digo..cS!as pala~t'on
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