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Variedades del español

Según Hockett, existen lenguas complex, es decir, que los hablantes de las
distintas variedades pueden llegar a no entenderse entre sí, mientras que en el caso de
las lenguas simplex, los hablantes de las distintas variedades se entienden perfectamente
entre sí.

El orden palatal es el más inestable de la lengua española. Esto se produce


probablemente por el hecho de que no existía en latín, sino que surge en la constitución
de las lenguas romances y todavía se encuentra estabilizándose en español.

La importancia cuantitativa del judeoespañol es muy escasa, pues el número de


hablantes nativos de esta lengua es mínimo. Lo importante del judeoespañol es darnos
cuenta de lo que pudo haber sido el español moderno, es decir, los posibles caminos o
tendencias, algunas arcaizantes y otras vanguardistas e innovadoras, que pudo haber
tomado el español.

Desde el punto de vista dialectológico, la modalidad más importante es la


andaluza. Andalucía siempre ha sido el gran ‘laboratorio’ dialectológico del español y
casi todas las soluciones que han emergido en otras modalidades dialectales ya han
emergido en Andalucía. La gran relevancia de la modalidad andaluza es su proyección
atlántica, tanto hacia Canarias como hacia América.

Introducción

Todas las lenguas tienen una identidad particular que se manifiesta de forma
muy evidente en el plano fónico. Las lenguas naturales se apoyan en los sonidos. Hay
seis aspectos que caracterizan al español frente a otras lenguas, incluso frente a otras
lenguas hermanas o romances.

1) Cuadro vocálico muy simple

Las vocales como norma general ocupan el núcleo silábico, mientras que las
consonantes el margen silábico.

El español presenta un cuadro vocálico extremadamente simple. El cuadro


fonológico de esta lengua es extremadamente simple, ya que tiene 24 fonemas, de los
cuales cinco son vocálicos. En algunos lugares son veintidós unidades, pues se

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prescinde de algunos de estos fonemas. Esto contrasta con algunas lenguas que llegan a
tener hasta setenta fonemas distintos.

Si hay pocos fonemas para combinar, esto tiene que ser compensado con una
extensión sintagmática media (número de fonemas por palabra) mayor a aquel que
como promedio presentan las lenguas cuyo cuadro fonológico es más complejo. El
español explota muy poco los fonemas consonánticos en posición implosiva.

El español no plantea prácticamente problemas ortográficos a propósito de las


vocales, puesto que hay cinco unidades. La única que plantea una doble posibilidad de
representación gráfica es la /i/, que puede ser ‘y’ o ‘i’, pero, normalmente, la ‘y’ solo
aparece en posición final. Sin embargo, en otras lenguas, la diversidad de vocales y su
consiguiente complejidad de representación gráfica plantea algunos problemas
ortográficos.

Lo más relevante es que en la misma medida que una lengua tiene pocas vocales,
este cuadro vocálico se presenta más estable. La estabilidad de las vocales en español es
altísima, de modo que casi no se producen avatares referidos a las vocales en las
distintas áreas dialectales. Lo que se comenta fundamentalmente son los fenómenos
consonánticos.

Se produce, sin embargo, cierta inestabilidad en la agrupación o contacto de


vocales, sobre todo en el nivel popular, ya que se pueden constituir hiatos que tienden a
convertirse en diptongos. Ej. Pasiar por pasear; meniar por menear; etc.

Como los hablantes del nivel popular no están condicionados por la idea de
prestigio, son los que se comportan con mayor libertad en el plano fónico de la lengua.
Las soluciones fónicas populares suelen ser más expresivas, significativas, auténticas y
reveladoras de cómo funciona una lengua que las soluciones cultas, pues estos están
sometidos a la idea de prestigio social. Hay formas lingüísticas que no tienen prestigio
social, por lo que solemos plegarnos a las que tienen prestigio social.

También es muy común la monoptongación de diptongos en el nivel popular. Un


ejemplo es Uropa por Europa, Ugenia por Eugenia o Ulogio por Eulogio. Esto es una
solución economizadora, pues se despliega el mínimo esfuerzo articulatorio al pasar de
dos vocales a una.

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Hay lenguas en el mundo que tienen un cuadro vocálico más simple. Por
ejemplo, el árabe que tiene tres; el quechua, que también tiene tres, etc. Por lo que hay
lenguas que tienen un sistema más simple. A medida que se reduce el cuadro vocálico,
aumenta la funcionalidad de esas unidades.

2) Tendencia del español a la sílaba libre

El español, históricamente, y es una tendencia que se puede observar desde los


inicios del español, tiende a utilizar sílabas libres, frente a las sílabas trabadas, es decir,
aquellas terminadas en consonante. A medida que el español ha ido evolucionando, ha
sido más evidente su propensión a constituir sílabas formadas por consonante + vocal o
vocal + vocal.

Hay un trabajo clásico de Alarcos, que debe tener en torno a cincuenta o sesenta
años, titulado “Algunas cuestiones fonológicas del español de hoy”, publicado en
Presente y futuro de la lengua española (Madrid, 1964, Cultura Hispánica), el título de
unas actas de congresos.

En este artículo, Alarcos demuestra, con muchos ejemplos, que el español ha


sido una lengua que ha tendido a crear sílabas libres. Esta tendencia es más visible en el
nivel popular, por ejemplo, muchas personas del nivel popular dicen ‘prática’ por
práctica; ‘tasi’ por taxi; etc. En la isla de La Palma, por influencia del gallego, se dice,
en el nivel popular, ‘drogadito’ por drogadicto.

Estos ejemplos demuestran que en el español normativo o formal figuran


determinadas consonantes que forman sílaba trabada, mientras que esas mismas
palabras, en el nivel popular, prescinden de esas consonantes para formar una sílaba
libre.

En el s. XVIII hay una reacción hipercultista promovida por la RAE, que repone
unas consonantes implosivas de las que se había prescindido. Ej. ‘dino’ por digno. Estos
movimientos suelen ser propiciados por personas del nivel popular, por lo que es
curioso que esta decisión dictada desde arriba haya triunfado, al menos en algunos
grupos de la sociedad.

Hay un artículo titulado “Los fonemas implosivos en español” cuyo autor es


Julio Fernández-Sevilla, publicado en la revista Thesaurus (tomo XXXV, nº 3, 1980,

3
pp. 456-505) de Bogotá. Es muy relevante desde el punto de vista del comportamiento
fonotáctico de los fonemas del español.

En español hay las siguientes posibilidades de constitución de sílabas:

a) Sílaba formada por una sola vocal. Ej. a. En este caso se incluyen los diptongos.
Ej. eu-femístico.

b) Formada por una consonante y una vocal. Ej. ca-ballo

c) Formada por una consonante + vocal + consonante. Ej. car-do

d) Consonante + vocal + consonante + consonante. Ej. Cons-titución

e) Consonante + consonante + vocal + consonante + consonante. Ej. Trans-porte

f) Vocal + consonante. EJ. An-drés

g) Vocal + consonante + consonante. Ej. Abs-tracto

h) Consonante + consonante + vocal. Ej tra-bajo

i) Consonante + consonante + vocal + consonante. Ej. Tras-to

La más frecuente es C + V a la hora de conformar la sílaba del español. El 58%


de las sílabas del español están conformadas por la agrupación o asociación de
consonante y vocal. Si a este 58% le añadimos las sílabas constituidas solo por vocal,
que son el 5%, ya tendríamos el 63% de sílabas no trabadas. Por tanto, en torno al 65%
de las sílabas del español normativo terminan en vocal, es decir, son sílabas libres.

Hay que tener en cuenta que, en líneas generales, en el nivel popular, la nómina
de significantes cae considerablemente en relación con los hablantes cultos, ya que
conocen un número menor de palabras. De modo que, el número de vocabulario
conocido en el nivel popular hace que no sea tan significativa la pérdida de una
consonante en posición implosiva, frente a lo que ocurriría en el nivel culto. Esto hay
que matizarlo, pues hay personas del nivel popular que conocen una gran cantidad de
vocabulario, aunque es vocabulario técnico relacionado con la actividad gremial.

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Las consonantes –r, -n, -l, -s son bastante productivas en posición implosiva.
Muchas de ellas son marcas gramaticales, de ahí su importancia. Por ejemplo, la –s es la
marca de plural.

3) Es una lengua fundamentalmente llana

La inmensa mayoría de las palabras en español son palabras llanas, es decir,


acentuadas en la penúltima sílaba. Sin embargo, lenguas hermanas como el francés son
eminentemente agudas. Por eso se dice que en francés el acento es delimitativo, pues
cuando se oye un acento, sabemos que termina un significante.

Ahora bien, no el cien por cien de las palabras del español son llanas, sino que
también tiene agudas y esdrújulas. El español tiene un acento móvil, es decir, que varía
su posición. Sin embargo, hay lenguas que tiene un esquema acentual completamente
rígido o fijo.

Esta peculiaridad está heredada del latín, que también era una lengua
eminentemente llana, de hecho, era mucho más rígidamente llana. Había una cantidad
muy pequeña de palabras agudas y esdrújulas. En latín cuando la penúltima sílaba tenía
una vocal, de ordinario una /i/, era breve, el acento se retrotraía una sílaba y era
esdrújula. Ej. algidus > álgido. La –i- es breve, por lo que la palabra es esdrújula. Una
parte muy considerable de los cultismos en español son palabras esdrújulas en latín,
mínimamente adaptadas al español. Ej. álgido, mínimo, máximo, etc.

Estas palabras, sin embargo, constituyen una minoría, que es aún mayor en el
nivel popular, que tiende a transformar las palabras esdrújulas en llanas. Ej. ‘prosta’ por
próstata. Si hacemos un recuento de las palabras esdrújulas que se usan en el nivel
popular, la lista es bajísima.

Rapidus significaba ‘ave muy veloz en la rapiña’. Rápido se ha convertido en la


palabra popular, mientras que ‘raudo’ es culto. Esta es una de las pocas excepciones a
esta tendencia que hemos comentado.

4) Escaso rendimiento funcional de las oposiciones vocálicas en sílaba átona

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De ordinario, las oposiciones vocálicas son o-u, i-e, a-e. El rendimiento de la
oposición vocálica en sílaba tónica en español es grandísimo, por ejemplo, masa, mesa,
misa, mosa (seseo), musa. Sin embargo, en sílaba átona esto es mucho más raro, aunque
puede suceder. Por ejemplo, la palabra ‘sociedad’ y ‘suciedad’, aunque no es lo normal.
Lo más normal es que, en sílaba átona, donde hay una /o/ podamos pronunciar una /u/ o
que donde hay una /i/ podamos pronunciar una /e/. Ej. cuchino por cochino, cunejo por
conejo, etc.

Esto está avalado por la propia historia del idioma, ya que en el paso del latín al
español hay muchas –u- que han pasado a –o-, especialmente en sílaba final, que era
normalmente átona.

5) Tendencia a la neutralización de las consonantes implosivas

Estas tendencias se alimentan mutuamente. La quinta tendencia señala que el


español tiene propensión a neutralizar las consonantes implosivas, es decir, a producir
archifonemas. En otras lenguas, esto no ocurre así, pues de no pronunciarse de forma
neta, se podría producir una confusión con otras unidades.

El español ha optado por no rentabilizar la oposición implosiva a la hora de


distinguir significantes y, por tanto, a la hora de distinguir significados. Esto hace que
los hablantes no observemos con claridad ciertas diferencias desde el punto de vista
implosivo, que sí tenemos que diferenciar desde el punto de vista explosivo. Ej.
Podemos decir ‘captar’ o ‘cabtar’ sin que se derive ninguna consecuencia negativa que
si se produciría si dijésemos ‘peca’ en vez de ‘beca’.

Si el español se ha permitido el lujo de no rentabilizar las oposiciones


fonológicas consonánticas en posición implosiva, esto hace que el español tenga que ser
una lengua muy rica en significantes. Muchos estudiosos han señalado que, desde el
punto de vista léxico, tiene una gran riqueza, que no hay en otras lenguas. Es una lengua
muy rica en unidades y, además, el hecho de que no se rentabilice esta diferencia en
posición implosiva hace que el tamaño de los significantes aumente en relación con la
extensión de los significantes en otras lenguas.

En el nivel popular, muchas de estas consonantes implosivas desaparecen, en


lugar de pronunciarse o confundirse en el archifonema. También se ha señalado que

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puede existir un macroarchifonema glotal. Ej. captar, con golpe de glotis, que contrasta
con el cero fonético y permite distinguir captar de catar.

6) Inestabilidad del orden palatal

Un rasgo de identidad del español clarísimo es la notable inestabilidad del orden


palatal, es decir, de las consonantes que se pronuncian en la zona del paladar. Son la ñ,
la ll, la ch y la ‘y’.

Una parte considerable de los avatares dialectales del español están relacionados
con el orden palatal. La ñ es la única que no produce tantos problemas. Sin embargo, los
fonemas ll, ch y ‘y’ sí los producen, aunque la ll ha desaparecido en muchas zonas por
el fenómeno del yeísmo.

La ch fricativa que ha perdido el momento oclusivo es propia de Andalucía, pero


también de lugares como Cuba, que tiene una ‘ch’ que se parece mucho. El fenómeno
del rehilamiento de ll que se produce en el Río de la Plata es muy interesante también en
este sentido.

TEMA 1

LENGUA Y DIALECTO. NIVEL Y ESTILO DE LENGUA. HABLAS.


BILINGÜISMO Y DIGLOSIA. LENGUAJES ESPECIALES. CRIOLLOS. LA
DIALECTOLOGÍA ENTRE LAS DISCIPLINAS LINGÜÍSTICAS.

El concepto de dialectología presupone el de dialecto, por lo que acotaremos y


definiremos este concepto. Lo que existe en la realidad es un continuum lingüístico y
como todos los continuos, resulta muy difícil hacer la parcelación conceptual
correspondiente.

En el extremo izquierdo tendríamos las familias o grupos de lenguas como, por


ejemplo, la familia germánica, eslava, románica, semítica, etc. Más adelante, tendríamos
las lenguas o idiomas, seguidas de los dialectos, también llamados modalidades o
variedades de una lengua histórica. Ej. el dialecto del español de Canarias pertenece a la
lengua histórica español. Más adelante tendríamos las hablas locales o comarcales

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(habla de La Laguna, de Santa Cruz, etc.), más o menos bien acotadas espacialmente.
Por último, en el extremo del espectro estarían los idiolectos, es decir, la forma en que
se manifiesta la lengua histórica individualmente, tal y como ese hablante habla.

Esto no deja de ser una subdivisión convencional, pues se podrían establecer


más divisiones. Hay un principio epistemológico según el cual toda clasificación es
simplificadora, es decir, la realidad es muy variada y multiforme, por lo que
científicamente necesitamos las clasificaciones para aprehender esa realidad y poder
estudiarla.

Esta clasificación da cuenta de la realidad idiomática, aunque esta es mucho más


compleja. También hay un principio epistemológico que dice que las clasificaciones
muy exhaustivas son poco operativas, por lo que hay que buscar un cierto equilibrio
entre estos dos polos. Hay que intentar ser exhaustivo, pero buscando que nuestra
clasificación sea operativa.

Se han propuesto innumerables definiciones de dialecto. Según M. Alvar, uno de


los dialectólogos españoles más importantes, un dialecto es una modalidad lingüística
cuyos rasgos definitorios son privativos o exclusivos suyos. Él considera que el español
de Canarias, por ejemplo, es una modalidad dialectal y no llega al estatus de dialecto.

Lázaro Carreter, en su Diccionario de términos filológicos, define el concepto de


dialecto como modalidad adoptada por una lengua en un cierto territorio dentro del cual
está limitada por una serie de isoglosas (línea imaginaria que determina fenómenos
lingüísticos de distinta naturaleza). Por ejemplo, al norte de Andalucía, en la zona de
Despeñaperros habría una serie de isoglosas como, por ejemplo, la del seseo.

Cuando hay muchas isoglosas se suele hablar, en dialectología, de un haz de


isoglosas. Se entiende que cuantas más isoglosas delimiten un dialecto de otro, mejor
caracterizados estarán los dialectos delimitados por ese haz de isoglosas.

Otra de las definiciones que se suelen proponer es variedad de lengua usada por
un grupo de hablantes menos numerosos que los de esta, cuyas diferencias o
peculiaridades no impiden la comunicación dentro de esa lengua.

A menudo, personas ajenas al mundo de la lingüística y de la dialectología


consideran dialecto algo que no lo es. En ocasiones, y con intencionalidad política

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evidente, se ha usado la palabra dialecto para aludir a lo que es una lengua, solo que se
trata muy a menudo de una lengua que no es considerada lengua de cultura. La mayor
parte de las lenguas del mundo no tienen representación escrita y no dejan de ser
lenguas.

En la etapa franquista, se utilizaba, con intención peyorativa, el término dialecto


para referirse a las lenguas del ámbito español diferentes de la lengua española. Hoy en
día, nadie duda que el gallego, el catalán y el euskera sean lenguas.

Hay una instrumentalización del término dialecto, tanto cuando se omite su uso
debiendo usarlo, como cuando se hace uso de este término sin deber hacer uso de él. Por
ejemplo, el uso no científico de la palabra ‘dialecto’ que se hacía durante la etapa
franquista.

[E. Coseriu. “Los conceptos de dialecto, nivel y estilo de lengua y el sentido propio de
la dialectología”. LEA, III, 1981.]

Siguiendo el esquema de Coseriu podemos hablar de tres tipos de diferencias:

- Diferencias diatópicas o geolingüísticas, que vienen dadas por la adscripción


geográfica de los hablantes. Hay que tener en cuenta el concepto de dialecto. Ej.
español de Canarias, español de América, etc. En este caso tenemos, como
disciplina encargada de estas diferencias, la dialectología.

- Diferencias diastráticas o de nivel, que vienen dadas por la pertenencia de un


hablante a un cierto nivel sociocultural o estrato. En la lengua, donde más se
manifiesta esto es en el vocabulario. Hay que tener en cuenta el concepto de
nivel. Ej. español culto vs español popular. De estas diferencias se encarga la
sociolingüística. Antes de su aparición, se hablaba de una dialectología vertical
para hacer referencia al enfoque social.

- Diferencias diafásicas, que vienen dadas por el estilo de lengua que


eventualmente adopta el hablante en relación con las circunstancias del hablar:
tema, características del interlocutor, situación específica, etc. Incluso los
hablantes de menor formación cultural son sensibles a los cambios de estilo
lingüístico, en el sentido de que se adoptan estilos diferentes en función de las
situaciones diferentes. Hay que tener en cuenta el concepto de estilo lingüístico.

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Ej. español coloquial vs español formal o solemne. El estudio de estas
diferencias está a cargo la estilística del habla.

Estos tres tipos de diferencias suelen estar recogidas en los diccionarios. En relación
con las diferencias diatópicas, cabe postular el concepto de dialecto, en cuanto a las
diferencias diastráticas, el concepto de nivel; y en cuanto a las diferencias diafásicas, el
concepto de estilo.

Los hablantes adoptamos distintos estilos que en ocasiones podemos vulnerar. Por
ejemplo, en ciertas situaciones, los hablantes solicitan “perdón por la licencia”, pues han
vulnerado el estilo que se espera por la situación de habla. Esto revela que hay
cuestiones de estilo en el uso idiomático.

Las diferencias diatópicas y diastráticas las toma Coseriu del lingüista noruego Leiv
Flydal, mientras que el concepto de diferencias diafásicas está postulado por el propio
Coseriu.

No hay duda de que las diferencias lingüísticas fundamentales, apreciables incluso


en lenguas muy restringidas en el espacio, son las diatópicas, las diastráticas y las
diafásicas. Sin embargo, hay otro tipo de diferencias, como las que tienen que ver con el
sexo, la religión, etc.

En general, en las lenguas europeas y dado el expansionismo histórico de muchos


países europeos, las diferencias más notables y trascendentes en estas lenguas son
geolingüísticas, es decir, diatópicas. Esto no quiere decir que no existan las diferencias
diastráticas y diafásicas. En otras lenguas, sin embargo, las diferencias diastráticas son
las más notables. Ej. el persa, el hindí (por su organización en castas), etc.

1.2 Concepto de hablas

En la década de los 70-80 del siglo pasado, se pusieron de moda, en las


universidades españolas, hispanoamericanas y de otros lugares de Europa, los trabajos
sobre el habla de una cierta localidad o comarca. La “Revista de dialectología y
tradiciones populares” es el lugar donde se han publicado gran parte de estos trabajos o,
al menos, resúmenes amplios.

En estos trabajos se hacía un repaso del aspecto fónico, gramatical, etc.


Dialectológicamente, las categorías más interesantes son los verbos y los pronombres,

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lo que no significa que las otras categorías no tengan variación, pero estos son los que
más juego dan. En el aspecto léxico, lo que se hacía era recoger aquel léxico que
tuviese que ver con las actividades gremiales de la mayoría de la población del lugar.
Por ejemplo, si predominaba el cultivo de la aceituna, se estudiaba el léxico relacionado
con esta actividad.

Cuando se produjo la eclosión de la sociolingüística, estos trabajos cesaron.


Muchos dialectos, a fecha de hoy, si se hubiese seguido esta tendencia de trabajo,
estarían mucho mejor estudiados y serían mucho más conocidos. Todo esto ha ido
sucediendo al tiempo que la sociedad europea se ha hecho más urbana, de ahí que los
trabajos de sociolingüística tengan un enfoque más urbano que rural. Por tanto, las
diferencias entre el habla rural y el habla urbana son cada vez menores, sobre todo por
efecto de los medios de comunicación.

Esta es una razón por la cual, últimamente, se ha comenzado a desarrollar la


geolingüística, que intenta conciliar los presupuestos de la antigua dialectología con
algunas aportaciones metodológicas de la sociolingüística moderna. Esta es una
solución intermedia entre la sociolingüística, que estudiaba cuantitativamente los
fenómenos, y la dialectología, que identificaba y describía los fenómenos.

Ni las lenguas ni los dialectos se suelen corresponder exactamente con los


límites políticos y administrativos. Esto sucede en el nivel de las lenguas muy
claramente, por ejemplo, el español no se circunscribe exclusivamente a España. Esto
también ocurre con los dialectos. Las fronteras lingüísticas suelen ser más naturales que
político-administrativas. Por ejemplo, los ríos suelen ser fronteras dialectales pero no
políticas.

A menudo se habla de la pertenencia de un usuario a una lengua y se le llama


hablante nativo (native speaker). Sin embargo, es discutible la noción de hablante nativo
de una lengua, pues todos somos hablantes nativos de un dialecto dentro de una lengua.
Cuando Weinrich habló de la “deslealtad lingüística” hacía referencia a un hablante que
rechazaba su lengua en favor de otra lengua. Sin embargo, esto también podría aplicarse
a un hablante que reniega de su dialecto para plegarse a otro dialecto. Debemos ser
fieles a nuestro dialecto o aceptar las consecuencias —sociales sobre todo— de la
imitación de otros dialectos.

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El concepto de habla local o comarcal es un término intermedio entre dialecto e
ideolecto. La palabra ‘habla’ es altamente polisémica, pero en dialectología no tiene
nada que ver con el concepto de habla que se maneja en lingüística, traducción de
parole. Esta palabra a veces se emplea incluso en el sentido de idiolecto, por lo que
podemos decir “el habla de Pedro me resulta molesta”.

Nosotros entenderemos el habla como una manifestación de una lengua en una


colectividad local o comarcal dentro de un sistema más amplio. Como hemos dicho, es
un concepto poco operativo, pues se usa para referirse a dialectos (el habla canaria) o
idiolectos.

1.3 Bilingüismo y diglosia

Estos dos términos, aunque etimológicamente significan lo mismo (‘dos


lenguas’), no se utilizan para referirse a lo mismo, están especializados en el ámbito
científico.

Bilingüismo

Más de la mitad de la población del mundo es bilingüe o está en contacto con


alguna situación de bilingüismo, por lo que podemos afirmar que esta es la casuística
más normal en el mundo.

Los tratadistas hacen, en primer lugar, una diferenciación entre bilingüismo


social y bilingüismo individual. El más interesante es el individual, es decir, lo que
experimenta y en qué situaciones se ve actuando lingüísticamente, qué ventajas y
desventajas tiene, cuándo utiliza una u otra, etc., mientras que el bilingüismo social es la
convivencia de dos lenguas, con hablantes nativos, en un mismo territorio o espacio
común. En Bruselas tenemos el flamenco y el francés; en Montreal, el francés y el
inglés; en Cataluña, el catalán y el español, etc.

El bilingüismo social plantea el problema del contacto de lenguas, muy


estudiado por la sociolingüística. Vemos la influencia de una lengua sobre otra, si la
convivencia es armónica, aunque no suele serlo, etc. Hay una extensa problemática de
corte sociolingüístico.

En cuanto al bilingüismo individual, hay muchas complicaciones, ya que no hay


unanimidad en cuanto a lo que podría denominarse un hablante bilingüe. Esto también

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ocurre con el concepto de lengua materna, pues hay quien considera que la lengua
materna es la primera que aprenden, mientras que otros creen que es la que más
dominan.

Para el famoso lingüista norteamericano Leonard Bloomfield (1933), un bilingüe


es aquel hablante que domina dos lenguas igual que los hablantes nativos respectivos de
esas dos lenguas. Esta posición ha sido discutida, pues es muy difícil dominar dos
lenguas distintas en el mismo nivel y de la misma forma que hablantes nativos, por lo
que en la práctica es poco verosímil.

Hay una posición casi extrema en el otro sentido, representada por Macnamara
(1969), para el cual una persona calificable de bilingüe sería aquella que domina su
lengua materna o su primera lengua (L1) y alguna de las destrezas (hablar, entender,
escribir, leer) de una lengua extranjera (L2).

Por último, hay una posición intermedia, representada por Weinreich (1953),
para el cual basta con que el bilingüe, si lo es de verdad, sea capaz de alternar, aunque
sea con un grado distinto de competencia o solvencia lingüística, entre dos lenguas.

En alguna medida, por mucho que se dominen dos lenguas es muy difícil que no
se produzcan interferencias entre esas lenguas. Por ejemplo, una persona bilingüe que
domine el español y el inglés, pude no llegar a dominar la fonética española.

[Language in contact, Weinreich]

En cuanto a los aspectos que hay que tener en cuenta en el bilingüismo


individual destacan:

a) Grado o nivel de competencia del bilingüe en ambas lenguas

b) La función que le otorga el bilingüe a cada una de las dos lenguas que conoce

c) Grado de alternancia entre las dos lenguas del bilingüe

d) Nivel de interferencia o influjo negativo en que incurre el bilingüe

A un hablante le cuesta menos aprender una lengua, cuantas más lenguas conozca,
ya que se hace más firmemente con los universales lingüísticos. Esto no quiere decir

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que conocer muchas lenguas sea sencillo, sino que cuantas más sepamos, más fácil es
aprender otras.

El concepto de diglosia

Hay un artículo clásico en el que se explica el concepto de diglosia, que es obra


de Ferguson: Ch. Ferguson, “Diglossia”, Word, nº 15, 1959, pp. 325-348.

La diglosia es el uso de dos sistemas lingüísticos con funciones distintas, es


decir, que el usuario tiene perfectamente claro cuándo debe usar un sistema y cuándo
debe usar otro, de modo que no titubea al momento de usarlos.

Según Ferguson, en una situación de diglosia, hay una variedad A y una


variedad B. Normalmente, la variedad A es la propia de las situaciones lingüísticas
formales (ámbito público, académico, escrito, etc.), mientras que la variedad B es la
propia de las situaciones lingüísticas cotidianas, informales o familiares.

Si el usuario se equivoca en la elección de la variedad, se produce una situación


ridícula, pues está perfectamente normalizado qué modalidad es la propia de cada
situación o ámbito comunicativo.

La contraposición entre el uso de una u otra modalidad en una situación de


diglosia tiene que ver con los siguientes conceptos:

a) Prestigio. La modalidad A es mucho más prestigiosa que la modalidad B, por lo


que las situaciones sociales que requieren prestigio, el usuario, de manera casi
mecánica, utiliza la modalidad A.

b) Adquisición. La modalidad auténticamente materna suele ser la modalidad B, es


decir, la propia del ámbito familiar, mientras que la modalidad A se suele
adquirir en un ambiente académico.

c) Léxico. La modalidad A dispone de un léxico culto, técnico y especializado del


que carece la modalidad B. En cambio, la modalidad B dispone de un léxico
familiar, fraseológico, refranero, etc. del que no dispone la modalidad A. Es
decir, cada modalidad tiene sus particularidades.

d) Estandarización. Obviamente, la modalidad A está mucho mejor estandarizada, a


través de las gramáticas, los diccionarios, las normativas ortográficas, etc., lo

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que contrasta con la modalidad B, en la que esa estandarización o es nula o muy
baja.

e) Herencia literaria. El corpus literario en el sentido convencional suele ser propio


de la modalidad A, es decir, escrito en la modalidad A, mientras que el corpus de
la modalidad B o no existe o es un corpus de tradición oral, muy fronterizo con
el folklore.

f) Estabilidad. Muy asociado al factor estandarización, que consistiría en afirmar


que la modalidad A se presenta de una manera mucho más estable, y a esa
estabilidad contribuye la estandarización, que la modalidad B.

Cuando Ferguson utilizaba la palabra diglosia pensaba en casos del siguiente tipo.
Por ejemplo, el francés sería la modalidad A en Haití, mientras que el criollo haitiano
sería la modalidad B, que es, en cierto modo, una modalidad del francés. Sin embargo,
el criollo es la acumulación de aspectos lingüísticos de distintas lenguas, que terminan
fraguando una nueva lengua. Se convierte en lengua en el momento en que hay
hablantes nativos. El criollo haitiano está compuesto por el francés, pero la estructura
gramatical pertenece a lenguas africanas, esencialmente el wolof de Senegal y algunas
de las lenguas gbé de Ghana y Nigeria.

Para Ferguson, la situación lingüística de Haití es una situación típica de diglosia,


pues los haitianos utilizan el francés en situaciones formales, mientras que usan el
criollo en el ámbito familiar.

Otro caso sería el del árabe clásico frente a las modalidades de árabe que existen en
los distintos territorios, más coloquial y cotidiano. Hay tal diferencia entre ambos que
ya constituiría un caso de diglosia según los postulados de Ferguson.

Asimismo, el del alemán en Suiza sería otro caso de diglosia. El alemán sería la
modalidad A, mientras que el alemán suizo o tüütsch sería la modalidad B. Un suizo
culto aprenderá alemán general para las situaciones de prestigio y, además, tendrá su
alemán suizo particular para otro tipo de situaciones.

Otros tratadistas se han ocupado también del concepto de diglosia como es el caso
del sociolingüista norteamericano J. A. Fishman (1979), que propone un concepto de
diglosia mucho más amplio, no tan estricto como el de Ferguson. Para Fishman hay una

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situación de diglosia siempre que dos dialectos, dos sociolectos, dos registros o incluso
dos lenguas tengan funciones distintas para un individuo que conoce ambas. Este
concepto ha sido muy criticado por los partidarios de Ferguson, pues, siguiendo esta
perspectiva, la diglosia se convierte en un fenómeno universal.

Lenguas especiales o lenguajes especiales

Este concepto viene del área de los lingüistas franceses, pero está muy
consolidado. Se suele admitir que hay tres tipos perfectamente diferenciados de lenguas
especiales:

a) Jergas o argots

b) Lenguajes científico-técnicos

c) Lenguajes sectoriales

“Sobre el estatuto lingüístico de las lenguas especiales” de B. Rodríguez Díez,


publicado en Estudios dedicados a Emilio Alarcos Llorach, tomo IV, Oviedo, 1978, pp.
279-294.

Esta clasificación es la propuesta, precisamente, por Bonifacio Rodríguez Díez. Las


lenguas especiales son modalidades lingüísticas caracterizadas, sobre todo, desde el
punto de vista léxico y propias de ciertos sectores de hablantes más o menos marginales,
con independencia de que sea automarginación o marginación inducida socialmente.

Hay una tendencia a pensar que aquellas cuestiones lingüísticas marcadas


socialmente como negativas, son ilegítimas. Sin embargo, con independencia de su
carácter socialmente negativo, son tan legítimas como cualquier otra forma lingüística,
pues explotan posibilidades o potencialidades que existen en el sistema.

La adopción de una jerga comporta el propósito de afirmación de una identidad,


marginal o no. Como, a menudo, los individuos que practican una jerga se mueven en
una zona, si no enteramente delictiva, fronteriza con el delito, esta tiene un propósito
críptico, es decir, el que emplea una palabra jergal lo hace con el propósito de que quien

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no milita en esa jerga, no entienda lo que quiere decir. Muchas de las creaciones
jergales, a medio plazo, ya no lo son, por lo que se produce la necesidad de
reemplazarlas por otras que tengan íntegro su carácter críptico.

Los recursos lingüísticos propios de la jerga no son otros que los recursos creativos
del idioma en general, por ejemplo, en el plano léxico, la metáfora, que es uno de los
métodos de creación léxica más comunes. Se utiliza para renominar una realidad que ya
estaba nominada, por ejemplo, ‘gorila’ en el sentido de guardaespaldas. Las jergas
enriquecen el caudal léxico, pues a medio plazo los usuarios no tienen conciencia del
origen jergal de ciertas palabras. Ej. desvalijar; cantar, en el sentido de ‘reconocer un
delito’, etc.

En las jergas o argots destacan las metáforas usadas en clave disfemística. Son
metáforas degradadoras o muy poco enaltecedoras. Ej. ‘Me voy para mi choza’. Es una
metáfora que degrada semánticamente, no es nada enaltecedora.

La metáfora es el gran recurso de creación del idioma. En el argot carcelario, por


ejemplo, se llama enano al cuchillo; bosque a la barba; manteca, pasta o percal al
dinero; etc. Estas unidades léxicas tienen un carácter críptico, pues no son
mecánicamente interpretables.

El carácter críptico de las jergas, hace que haya que crear nuevas unidades para
evitar que estas puedan ser interpretadas, lo que las dota de un gran dinamismo. A causa
de este dinamismo de las jergas, hay una gran concurrencia de sinónimos. Ej. pasta,
manteca, guita, etc. A medio plazo, toda palabra jergal va a caer en desuso y será
sustituida por sinónimos.

En las jergas también destacan los préstamos o recursos fónicos o de otra naturaleza
propios de otras lenguas. Por ejemplo, lookear, de look (‘mirar’); “me mola demasié”,
que significa ‘demasiado’ y que es un préstamo del francés; etc. Se producen muchos
truncamientos, es decir, acortamientos de palabras. Ej. anfe por anfetaminas. Asimismo,
se producen scinderatio o alteraciones de sílabas, por ejemplo, en lugar de pecho, se usa
chope; o celcar en lugar de cárcel.

No hay que confundir esto con lo que se llama palíndromo, que son palabras que se
leen igual desde el principio hasta el final como desde el final hacia el principio. Ej.
dábale arroz a la mala zorra el abad.

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En las jergas también hay presencia de arcaísmos, es decir, palabras que han sido
rescatadas de su estado de desuso y que funcionan como palabras jergales. Hay muchas
palabras jergales que parecen nuevas, pero algunas tienen una larga trayectoria en el
idioma. Muchas de ellas han sido incluso usadas por grandes literatos como Larra,
Valle-Inclán, etc.

También es propio de las jergas el uso de las llamadas palabras comodín, es decir,
estas palabras muy abarcadoras semánticamente, poco concretas. Ej. rollo, guay, etc.
Muchas palabras del lenguaje no jergal también tienen este carácter abarcador o
comodín. Ej. cosa. Los neologismos tienen asimismo gran importancia en las jergas. Ej.
alucine, tranque, trabe, queme, etc. Estos no son más que adjetivos verbales que
responden a los medios de creación de palabras del español.

Ha habido una cierta ósmosis entre el léxico de la lengua de los gitanos, el caló o
calé, hacia otras jergas. Hay algunas frases que han comenzado siendo jergales y han
terminado siendo informales. La frontera entre ciertas jergas y el uso informal del
idioma es bastante difusa, de hecho, muchas creaciones inicialmente jergales han
terminado siendo palabras, frases, etc. coloquiales o informales. Ej. vender la moto a
alguien; quedarse con alguien; cargarse a alguien, etc.

Las jergas tienen unas limitaciones evidentes, ya que se trata de un léxico muy
particular y muy circunscrito a determinadas actividades o campos semánticos. Muchas
de las palabras de las jergas vienen del lenguaje de germanía que era hablado por
personas de determinadas profesiones, gremios, etc. dados a utilizar palabras crípticas.
Ni un solo rasgo lingüístico de las jergas es privativo suyo.

[Antífrasis. Consiste en afirmar algo queriendo decir lo contrario]

Hay coincidencias engendradoras entre palabras de ciertas jergas y determinadas


variables dialectales sin que haya mediado la posibilidad de influjo. Ej. los marineros
dicen ‘nos abrimos’ en el sentido de alejarse de la costa, mientras que en la jerga juvenil
se dice ‘nos abrimos, colegas’ para referirse a marcharse.

Las jergas no son más que realizaciones legítimas del sistema léxico-semántico de
una lengua dada. Lo que ocurre en las jergas es algo totalmente natural, legítimo, etc. y
lo anecdótico es el prestigio que puedan tener. Las creaciones argóticas son tan
legítimas como cualesquiera otras.

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Las normas que configuran el español funcionan, fundamentalmente, a nivel
nacional, ya que los medios que las consolidan o arraigan tienen una cobertura nacional.
Así, el español de Argentina no es una lengua distinta, sino que tiene una norma
diferente. Es potestad de toda norma soberana la creación de jergas: carcelarias,
deportivas, juveniles, etc. Son los ámbitos urbanos y los capitalinos los que se erigen en
centros de irradiación de las modalidades argóticas o jergales.

Hoy en día, la jerga juvenil española es prácticamente la misma en Andalucía, en


Canarias, en Galicia, etc. Esto se debe, como hemos dicho, a que los medios que
consolidan la norma tienen cobertura nacional. Esto no quiere decir que no haya
palabras jergales que sean privativas de algún lugar.

[En los tangos podemos observar creaciones argóticas en lunfardo. En Canarias, hay
muchos diccionarios de argot]

Los lenguajes científico-técnicos para el no iniciado en la materia, son lenguajes


crípticos. En muchos casos se usa la palabra argot para referirse a estos lenguajes
científico-técnicos. Este carácter críptico de los lenguajes científico-técnicos no es
deliberado.

También destaca su marcada univocidad, lo que quiere decir que las palabras tienen
una sola acepción, pues una palabra con muchas acepciones puede prestarse a
ambigüedad.

En lingüística tenemos la palabra silepsis, que es un término multívoco. En un


sentido, pertenece al terreno de los tecnicismos gramaticales (concordancia “ad sensu”.
Ej. Este grupo de personas vinieron), mientras que en otro sentido se refiere al terreno
léxico (dilogía. Ej. los acompañaban cardenales (cargo eclesiástico o moratón), solo que
a ninguno llamaban señoría.)

Los lenguajes científico-técnicos se caracterizan también por la ausencia de


connotación. Cuando empleamos un lenguaje científico no se emplean palabras que
tienen una cierta aureola o nimbo de connotación.

Otro rasgo es su fácil traducibilidad. Esto se produce porque, a menudo, los


términos técnicos son, en lenguas próximas, términos cognados, es decir, que comparten
la etimología. Ej. phonem, fonema, etc. Esto es así en el caso de que haya palabras

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habilitadas para referirse a los conceptos. Por ejemplo, si traducimos un texto técnico
del español a una lengua bantú, tendremos graves problemas. En cambio, si se traduce a
otra lengua de cultura, será mucho más sencillo.

También se ha señalado que los lenguajes científico-técnicos carecen de valor


estructural, en el sentido lingüístico. Los tecnicismos no los ha creado la lengua, sino la
ciencia, de ahí que el vocabulario científico no forme estructuras en el sentido de campo
semántico, pues no son genuinos de una lengua. Son universales porque el saber y la
ciencia tienen carácter universal, de ahí que sean fácilmente traducibles. La palabra
fonema, por ejemplo, ha sido creada por la lingüística, por lo que no puede incluirse en
un campo semántico genuino de nuestra lengua.

Los llamados lenguajes sectoriales son los menos caracterizados de los lenguajes
especiales. Un lenguaje sectorial es toda lengua especial que no es jerga ni lenguaje
científico-técnico. Otra característica es que suelen ser mejor conocidos por la mayoría
de los hablantes que los lenguajes científico-técnicos o las jergas.

Asimismo, se caracterizan por el empleo de subcódigos semánticos. Por ejemplo, el


lenguaje de ciertos deportes se caracteriza por usar el subcódigo del lenguaje de la
guerra o bélico. Hay un ataque, una defensa, un repliegue, un avance, etc. Esta parece
una característica propia de, al menos, algunos lenguajes sectoriales, que tienen sus
peculiaridades léxicas.

Los dialectos son modalidades complejas fónica, léxica y gramaticalmente


hablando, por lo que no podemos confundirlos con ninguno de los lenguajes especiales,
que son modalidades que se caracterizan desde el punto de vista léxico, no tienen
características fónicas y gramaticales diferenciales de ordinario.

Los criollos

La palabra criollo presupone el concepto de pidgin, que vendría del inglés


‘paloma mensajera’. El pidgin es una modalidad lingüística de zonas portuarias muy
activas comercialmente en las que ciertos individuos usan la fonética y la gramática de
su lengua y las mezclan con el léxico de la otra lengua, por lo que es posible la
comunicación. Hay un famoso pidgin denominado sabir que es una especie de
mezcolanza entre latín, italiano, francés, etc

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La lingua franca es aquella lengua o modalidad producto de una mezcolanza de
lenguas que posibilita la comunicación. El inglés es la lingua franca de las relaciones
comerciales, los congresos, etc., es una especie de lengua universal internacional.

En África, el swahili es la lingua franca. El quechua funciona como lingua


franca es la zona andina, especialmente en los mercados. Además, lo que llamamos
modalidad estándar dentro de una lengua permite la comunicación entre todos los
hablantes de una lengua, sería algo así como una modalidad franca. .

Cuando un pidgin se institucionaliza y se convierte en lengua materna de una


primera generación, entonces estamos ante una lengua criolla o de un criollo. Una
lengua criolla es una lengua con todas las de la ley, que incluso pueden llegar a tener
usos literarios.

Los criollos españoles son aquellos cuya base léxica es fundamentalmente de


origen español.

En primer lugar tenemos el chabacano, a partir del adjetivo común chabacano


que significa ‘grosero, poco pulido’. En ocasiones, el nombre del idioma se escribe con
‘v’. Es un criollo de base española que se sitúa en Filipinas y que se habla
especialmente en la ciudad de Zamboanga, situada en la isla de Mindanao. Hay
hablantes nativos de chabacano, pues si no los hubiese, estaríamos ante un pidgin. Tiene
más de 300.000 hablantes, cuya mayor parte reside en Zamboanga. Esta lengua criolla
está muy influida por el léxico del español, hasta el punto de que para los
hispanohablantes actuales, es una lengua perfectamente inteligible. Últimamente, por la
influencia del inglés del entorno, está siendo influido por el léxico del inglés.

En segundo lugar, tenemos el palenquero, que ha sido muy estudiado por


Manuel Alvar y que se habla en Colombia, concretamente en una localidad o villa cuyo
nombre es San Basilio de Palenque, cerca de Cartagena de Indias. También se habla en
algunos barrios de Barranquilla. Tiene una fuerte influencia del español, pero está tan
influido por las lenguas africanas de los negros cimarrones, por lo que no es inteligible
por los hispanohablantes. Actualmente los hablantes son bastante mayores, ya que se ha
impuesto el español y los jóvenes casi no lo hablan. La lengua de origen de los esclavos
negros era el kikongó, del Congo.

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En tercer lugar destaca el llanito, que es un criollo propio de Gibraltar, aunque se
duda de que sea un criollo propiamente dicho. Es una mezcla del español y del inglés,
pero es una mezcolanza no estable.

Lo normal es que las lenguas criollas tengan una gramática muy elemental,
mucho más elemental que la de las lenguas de las que proceden.

Ahora consideraremos las lenguas criollas influidas por el español, pero que no
son propiamente españolas. En primer lugar, destaca el pidgin hawaiano, que es una
lengua criolla de base inglesa, pero influida en el léxico por el español. Se considera que
en torno al 8% de las palabras del pidgin hawaiano son de origen español.

En segundo lugar, tenemos el papiamento, que es una lengua criolla hablada en


las Antillas neerlandesas cuya base de carácter léxico es muy discutida en el sentido de
que hay autores que consideran que es el español y otros que consideran que es el
portugués. Como son lenguas hermanas y tienen vocabulario común, en ocasiones,
resulta difícil dilucidar si una palabra de papiamento procede del español o del
portugués. El hecho de que esté en contacto con el español ha hecho que haya una
importante influencia.

El idioma está también influido por el léxico del holandés, por lo que diríamos
que tiene un componente doble desde el punto de vista léxico repartido a partes iguales
entre el holandés y el español.

Papiamento1 es un sustantivo verbal de un antiguo verbo español (papiar) que


significaba ‘hablar informalmente o insustancialmente’.

Normalmente, se dice que el papiamento se habla en las islas ABC, es decir,


Aruba, Bonaire y Curazao. El 80% de la población de estas tres islas es una población
que habla como lengua materna el papiamento. Es lengua del periodismo y de la escuela
y se cultiva literariamente. Hubo una importante presencia de judíos sefardíes que
llevaron el español y el portugués. Cuaja en torno al s. XVII. Estas islas han pasado por
manos holandesas, francesas, inglesas, españolas, etc.

Desde el punto de vista fónico, es una lengua tonal, es decir, que tiene acento
tonal. Esto significa que el tono se erige en un elemento fonológicamente pertinente y

1 Dan Monteanu. El papiamento, lengua criolla hispánica. 1996, Gredos.

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que reside en la mayor o menor altura con la que se pronuncian las sílabas. Se cree que
esto procede de las lenguas africanas traídas por los esclavos, fundamentalmente del
área del Congo.

En el plano gramatical, en primer lugar, no tiene distinción de género. Esto está


en la línea de que las lenguas criollas son muy simples. Además, tiene un solo artículo,
es decir, no diferencia entre artículo masculino, femenino, singular y plural. Asimismo,
los adjetivos se fijan arbitrariamente en masculino o en femenino, por lo que tampoco
tienen variación de género.

Como la gramática procede de lenguas africanas que tenían aspectos (incoativo,


causativo, etc.) en la conjugación, en el verbo del papiamento hay también diferencias
aspectuales mucho más marcadas que las del español. Hay casi ausencia de
conjugación, pues no hay modos, tiempos, personas, etc., sino que hay formas muy
simples.

En cuanto al léxico, fundamentalmente, es de origen español-portugués y


también holandés.

El grado de complejidad de una lengua no tiene una relación mecánica con el


nivel de desarrollo material y cultural de la sociedad que habla esa lengua. Un ejemplo
en Europa es el húngaro, que es una lengua muy compleja, pero sus usuarios no poseen
una cultura superior al resto de Europa.

La prueba de que es muy difícil determinar si el papiamento es un criollo


español o portugués son los diccionarios bilingües de portugués-español, que son muy
poco voluminosos, pues no consideran las palabras que son iguales en español que en
portugués. Lo más probable es que tenga esos dos componentes, pues la disociación
Portugal-España es muy difusa históricamente.

A continuación, hablaremos del Falar de Annobón (pequeña isla del Atlántico,


frente al Golfo de Guinea). Annobón pertenece políticamente a Guinea Ecuatorial, por
lo que sufre las consecuencias de la dictadura. En esta isla se ha desarrollado una lengua
criolla de base portuguesa, pues perteneció a Portugal, aunque luego fue canjeada con
España. Se calcula que en torno al 10% del léxico del falar de Annobón, que en
ocasiones se escribe con la forma contracta Fá d’Ambó, es español. Se parece al forro,
que es la lengua criolla de Santo Tomé y Príncipe.

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Ahora hablaremos de los idiomas indígenas influidos por el español. En primer
lugar, tenemos el chamorro, que es una lengua del grupo malayo-polinesio occidental
fuertemente influida por el español por razones históricas y políticas. Se habla
fundamentalmente en las llamadas islas Marianas (situadas al sur de Japón) y, sobre
todo, en Guam, la más importante de ellas. Lo hablan en torno a 80.000 personas y se
supone que en torno al 10-15% del léxico es de origen español, aunque actualmente está
muy influido por el inglés. Es una lengua que incluso se enseña en la universidad y goza
de cierto estatus de normalización sociolingüística.

En segundo lugar tenemos el tagalo, que es la lengua cooficial con el inglés en


Filipinas. Es la lengua indígena más importante y se calcula que el 17% de las palabras
del tagalo son de origen español. El cehuano, otra lengua de Filipinas, también tiene una
importante nómina de palabras de origen español, aunque es menor que el del tagalo. En
tagalo, los nombres de los días de la semana y los meses son iguales que en español.

El quechua es la lengua amerindia más hablada en el sentido de que es la que


más hablantes nativos tiene, en torno a 9.000.000. Se usa en el altiplano andino como
lengua franca y está fuertemente influida léxicamente por el español, debido a que en
Perú y Bolivia se habla el español. También se habla quechua en parte de Colombia,
Ecuador, Argentina y Chile. En esta lengua solo hay tres vocales, por lo que su propio
nombre es variable, hay quien dice quechua y quien dice quichua.

Por último, tenemos el guaraní (jopará) que es cooficial en Paraguay con el


español y que está fuertemente influido por el español. Al ser el español cooficial y por
tener un mayor prestigio social, hay una postergación del guaraní frente al español, cosa
que en los últimos años ha cambiado parcialmente.

El lugar de la dialectología está entre las disciplinas lingüísticas internas, es


decir, tiene que ver con la gramática, la fonética y la lexicología. Lo único accesible en
las lenguas naturales son modalidades que sumadas, abstraídas y erigidas en categoría
dan como resultado la lengua.

TEMA 3

UNIDAD Y VARIEDAD DEL ESPAÑOL. DIVERSIFICACIÓN Y EXPANSIÓN


DEL ESPAÑOL PENINSULAR EN LA E. M. Y COMIENZOS DE LA E.

24
MODERNA. PROCESOS EVOLUTIVOS DE ESTA ÉPOCA Y SU
REPERCUSIÓN EN LAS DIFERENTES ÁREAS DIALECTALES.

Unidad y variedad del español

En realidad, el funcionamiento de toda lengua natural se produce merced a una


dialéctica inicial entre unas fuerzas que podríamos llamar centrífugas y otras que
podríamos llamar centrípetas. Toda lengua se mueve en torno a esta dialéctica
contrapuesta, es decir, hay unas fuerzas que tienden a la disgregación y fragmentación y
otras que tienden a la unidad, el entendimiento y la homogeneidad.

La historia de las lenguas es la historia de la dialéctica entre estas dos fuerzas.


Las fuerzas centrífugas son las que huyen del centro, por lo que es una tendencia a la
ruptura, mientras que las fuerzas centrípetas son las que tienden al centro, es decir, a la
homogeneidad y unidad. En el paso del latín al latín vulgar triunfaron las fuerzas
centrífugas, lo que es algo normal.

El español pertenece al grupo de las lenguas llamadas “simplex”, de acuerdo con


la terminología de Charles Hockett. Es una lengua en la que la inteligibilidad y la
compresión son perfectamente viables entre las distintas modalidades dialectales. Esto
no sucede en el euskera, por ejemplo.

A. Bello y Rufino José Cuervo predijeron que el español correría la misma


suerte que el latín y que se fragmentaría, pero si viviesen hoy en día, seguramente se
retractarían de esta afirmación. Esto se debe a que los medios de comunicación y la
globalización favorecen la unidad del español, por lo que no se prevé una fragmentación
a corto plazo. Los idiomas se fragmentan por el plano fonético, no por el gramatical o
léxico.

En cuanto a la diversidad o no de carácter fonético, hay que decir que el español


presenta una unidad casi absoluta en lo que respecta a los fonemas vocálicos, lo cual
contrasta, por ejemplo, con el inglés, cuyas diferencias dialectológicas fundamentales
son de carácter vocálico. La unidad vocálica del español es un hecho, pero esto no
quiere decir que no haya ciertas peculiaridades dialectológicas.

En el plano consonántico, la unidad es casi absoluta. Los tres fenómenos más


significativos son el seseo, frente a la distinción s-θ, que es mayoritario (9 de cada 10

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hispanohablantes son seseantes); el yeísmo, que está muy generalizado incluyendo la
Península Ibérica, sobre todo en el español urbano; y la aspiración de la –s implosiva,
que afecta más o menos a la mitad de la población hispanohablante, es decir,
aproximadamente 200.000.000.

En cuanto a la unidad o diversidad gramaticales, sucede algo parecido. La


gramática del español es esencialmente la misma en todos los territorios
hispanohablantes, pero hay ciertas particularidades que afectan, principalmente, al verbo
y a los pronombres, especialmente los personales. Por ejemplo, el uso de ‘ustedes’ en
lugar de la segunda persona del plural ‘vosotros’. Todo lo que se da y se consolida, ha
demostrado que puede darse y ha acreditado su validez, es lo que se llama razón
apodíctica. La lengua, omeostáticamente, dispone procesos que eviten la ambigüedad en
caso de producirse.

El léxico básico es interdialectalmente muy homogéneo, es decir, hay un


vocabulario general compartido. El más diverso interdialectalmente es el léxico
disponible, es decir, aquel asociado a ciertos tópicos, temas o centros de interés. Por
ejemplo, el léxico sexual es muy diverso. La fraseología también es muy diversa, pues
está ligada a los referentes inmediatos de tipo culinario, botánico, etc.

También hay un léxico exótico que se refiere a realidades o realia que no son
generales. Por ejemplo, platos típicos, folklore, etc. No hay palabras correspondientes o
equivalentes en otras modalidades dialectales. Por ejemplo, la isa no tiene una palabra
equivalente en el español de Andalucía.

Finalmente, el aspecto más claramente diferencial es la fraseología que bebe en


los referentes culturales y naturales inmediatos. Por ejemplo, en Canarias hay más de
doscientos fraseologismos que tienen como núcleo la palabra ‘gofio’. Son metáforas
complejas establecidas a partir de los referentes del entorno.

Este es el aspecto más teñido de cultura, de factores del mundo y de la


experiencia y, por tanto, la fraseología varía mucho de lugar a lugar. Sin embargo, esto
no suele ser motivo de incomprensión entre hablantes de distintas zonas.

En dialectología ponemos el acento en las diferencias, es decir, se hace eco de lo


que es distinto. En cambio, porcentualmente las semejanzas son mucho mayores que las
diferencias.

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Factores extralingüísticos de la posible fragmentación del español

Dicho esto, consideraremos los factores extralingüísticos de la posible


fragmentación del español. Estos son los factores que se han aducido como
propiciadores de la hipotética ruptura o fragmentación del español en el futuro.

En primer lugar, se ha aducido la enorme demografía (en torno a 400-420


millones de hablantes) y geografía que conforman el mundo hispánico. Evidentemente,
las lenguas menos extendidas en el espacio y con menos usuarios son menos proclives a
la fragmentación.

En segundo lugar, y este es un factor presentado en el pasado, se habla del


aislamiento físico de muchas zonas. Este factor, en la actualidad, no tiene demasiado
sentido, ya que la rapidez, ubicuidad, etc. de los medios de comunicación hacen que no
haya prácticamente zonas aisladas en un sentido absoluto. Por tanto, esta posibilidad de
fragmentación no tiene mayor incidencia.

En tercer lugar, se ha aducido la situación política y social de los distintos


territorios hispánicos. Este factor sigue teniendo cierta importancia, pero, desde el punto
de vista de su influencia, ha perdido peso específico. La situación de Hispanoamérica es
muy diversa dependiendo del país. En algunos hay indígenas que tienen problemas de
adaptación y que conocen el español como segunda lengua, pero esta situación es menor
hoy en día.

Factores lingüísticos de la posible fragmentación del español

Debido a que los estudios demográficos que se han hecho de procedencia de


colonos que se establecieron tras la conquista revelan que estos tenían unos orígenes
muy diversos, esta influencia de las distintas regiones españolas que ya eran distintas en
la etapa de la colonización, es evidente que hay un factor de diversidad que puede
contribuir a la fragmentación del español.

Según Zamora Vicente, hay más diferencias lingüísticas entre cualesquiera dos
valles de Asturias que entre cualesquiera dos naciones independientes de América. Esto
es posiblemente una exageración, pero revela que hay bastante homogeneidad del
español hablado en América.

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Un segundo factor lingüístico serían los sustratos lingüísticos de América, las
llamadas lenguas amerindias que se hablaban en el momento de la conquista y posterior
colonización del territorio.

Hay un famoso libro de Antonio Tovar llamado Catálogo de lenguas de


América del Sur en el que este autor llega a contabilizar mil lenguas distintas en el
momento de la conquista de América. Esto revela el abigarrado panorama lingüístico
con el que se encontraron colonizadores y conquistadores en aquel momento.

A pesar de que la mayor parte de esas mil lenguas desaparecieron, quedaron


bastantes en una situación muy precaria, pues el poder avasallador de los conquistadores
fue tremendo, de modo que las que sobrevivieron fueron las más potentes: el maya, el
guaraní, el mapuche, el quechua, etc. Ha habido una especie de selección natural que ha
hecho que solo las lenguas más fuertes hayan prosperado.

Estas lenguas supervivientes realizan una influencia de sustrato sobre el español,


lo que podría convertirse en un elemento de posible fragmentación. Por ejemplo, las
consonantes glotales del maya han influido en el consonantismo del español hablado en
ciertas zonas.

Un tercer factor está constituido por las aportaciones lingüísticas de adstrato


procedentes de otros idiomas que pueden ser amerindios o europeos. Por ejemplo, el
caso del inglés en Puerto Rico o el guaraní en Paraguay, también el italiano en
Argentina, etc.

En cuarto lugar, otro factor son las normas (en el sentido de Coseriu) lingüísticas
nacionales. En Hispanoamérica, hay una especie de obsesión por afirmar la
nacionalidad, algo que es propio de las naciones jóvenes. Esto se puede convertir si se
sobrepasa cierto límite en un factor de fragmentación, pues esa voluntad de
diferenciación frente a los demás hace que el español de esas zonas se desmarque
lingüísticamente de lo que no es nacional. Sin embargo, actualmente, por razones
extralingüísticas, se tiende a crear espacios más amplios que los que constituye un cierto
país independiente.

Factores que contribuyen a la unidad

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El primer factor es el desarrollo de los modernos medios de comunicación, algo
que no existía hace apenas un siglo. Este desarrollo tiene tal calibre que resulta
inimaginable una fragmentación a medio plazo del español.

En segundo lugar, la multiplicación de todo tipo de contactos (de tipo turístico,


científico, televisivos, sociales, etc.). Las telenovelas, por ejemplo, han propiciado que
el común de los hablantes tenga contacto con una modalidad del español que de otro
modo no hubiesen tenido la posibilidad de conocer. Se trata de un español, más o menos
culto, ya que es el hablado por actores, etc. También destacan los contactos
cibernéticos, cinematográficos, etc. favorecidos por la facilidad de movimientos de la
población.

Otro factor fundamental es la integración económica y política de los distintos


países hispánicos, muchas veces propiciadas por la metrópolis. Todos estos encuentros
periódicos, cumbres iberoamericanas, etc. Esto propicia intercambios de universitarios,
de investigadores, etc.

En cuarto lugar, no cabe duda de que la lengua literaria y la pujanza de la


literatura hispanoamericana se han convertido en factores de unificación. Bastaría
hablar del famoso boom de la literatura hispanoamericana en el que destacan García
Márquez, Juan Rulfo, Vargas Llosa, etc. Esta importancia de la literatura nos permite
estar en contacto con vocabulario y otras variedades del español de América. Hay
rasgos hispánicos panamericanos.

Otro factor importante, aunque parezca una cuestión muy sutil, es el sentimiento
de la población de pertenencia a un grupo lingüístico único. Ese sentimiento de
pertenecer a la misma comunidad lingüística hace que haya una disposición a la unidad
y a la integración.

En sexto lugar, la paulatina elevación del nivel cultural de la población y el


papel nivelador de la lengua escrita son decisivos para la unidad del idioma. En algunos
países de América el 100% de la población no está alfabetizada, pero sí ha habido un
importante avance en este sentido.

La norma culta siempre es más homogénea que las normas populares, de ahí que
la alfabetización y la elevación del nivel cultural contribuyan a la unidad del español.
En el pasado, una considerable porción de la población era analfabeta, por lo que era

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mucho más probable que se produjese la fragmentación del español. La conciencia de la
relación fónico-gráfica es un dique de contención de la libertad fónica de ciertos
hablantes.

En séptimo lugar, habría que destacar la sustancial coincidencia de la lengua


culta en el mundo hispánico. En dialectología es una especie de axioma destacar que las
diferencias entre las normas populares son mayores que entre las normas cultas, pues la
coincidencia entre estas últimas es casi absoluta. Sustancialmente hablando, salvando
algunas diferencias principalmente fónicas y gramaticales, la normal culta es muy
homogénea.

Finalmente, hay que hablar del fenómeno de la globalización, que consiste en


que los medios de comunicación nos han hecho ciudadanos de la aldea global. A partir
de ahí, las diferencias se han ido suavizando, aunque no han desaparecido por la
resistencia cultural de los pueblos a perder sus señas de identidad.

Hitos de política lingüística en el mundo hispánico

La palabra hito en sentido recto es la piedra que delimita dos propiedades, pero
tiene una acepción metafórica que significa ‘punto de inflexión en la evolución o
desarrollo de algo’.

En el mundo hispánico, en 1992 y a partir de esta fecha, se han ido produciendo


una serie de acontecimientos o hitos de política lingüística que son relevantes. La
pregunta previa sería ¿se dejan las lenguas influir desde un punto de vista dirigista por
parte de la política?

La lengua tiene su propio fuero desde el punto de vista fonético y evoluciona


siguiendo su propio camino, es imposible dirigir la evolución fonética por parte de la
política. La lengua no se deja domesticar de ese modo en el plano fonético, pero no
ocurre lo mismo en el plano gramatical y léxico, pues son planos sobre los cuales los
hablantes tienen más conciencia y pueden controlarlos a voluntad. Por ejemplo, si en las
escuelas canarias se trata de frenar el uso de ‘vosotros’, puede conseguirse un cierto
porcentaje de éxito, aunque sería muy difícil erradicar el fenómeno.

Los Congresos Internacionales de la Lengua española que, a despecho de lo que


parecen por su nombre, no son congresos estrictamente lingüísticos, sino más bien de

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política lingüística. Estos congresos suelen estar promovidos por el Instituto Cervantes
y los gobiernos de los países. Suelen tener lugar cada tres años y el primer tuvo lugar en
Zacatecas, México. El segundo tuvo lugar en Valladolid, el tercero en Rosario,
Argentina, el cuarto en Cartagena de Indias, el quinto en Valparaíso, Perú y el sexto en
Panamá.

En estos congresos se discuten los problemas de política lingüística y se pide a


una autoridad literaria que haga una intervención en el discurso principal. Por ejemplo,
en Zacatecas intervino Gabriel García Márquez; en Valladolid, Camilo José Cela; etc.

El segundo hito sería el llamado Observatorio del neologismo, aprobado en


Valladolid en el año 2001. Si cada país a la hora de adoptar un neologismo científico
utiliza criterios distintos se produciría un caos, de ahí que se trate de conseguir la
homogeneización de los neologismos. En la práctica, no hay pruebas de que este
observatorio del neologismo esté operando en la actualidad.

Otro hito fundamental es la publicación de la Nueva ortografía de la lengua


española, que se ratifica en 2010 con el texto actualmente vigente, cuyo académico
coordinador fue Salvador Gutiérrez Ordóñez. Esa ortografía es interesante porque había
muchos aspectos sin regular, por ejemplo, el uso de las comillas, el guion, las
mayúsculas, etc.

La gran ventaja de todos estos hitos que han sucedido con posterioridad a 1992
es que todo se ha consensuado con Hispanoamérica. Anteriormente se tenía en cuenta a
América, pero sin darles voz a los lingüistas hispanoamericanos y a las academias de los
países hispanoamericanos.

En puridad, solo hay unas cinco o seis academias hispanoamericanas que


funcionan, pues otras existen casi nominalmente, pues los países a los que pertenecen
tienen profundos problemas de otra índole que les impide apoyar investigaciones y
acciones lingüísticas.

En cuarto lugar estarían los diccionarios (DRAE). Se han publicado tres (1992,
2201, 2014) y, en las dos últimas, se han incluido muchos americanismos o acepciones
de voces que tienen un uso particular en Hispanoamérica. Sin embargo, la RAE no ha
hecho lo mismo con las palabras o acepciones de palabras de las distintas regiones de
España.

31
Esto hace que haya palabras americanas que han nacido en Canarias, Andalucía
o Extremadura y que han sido emitidas hacia América, pero aparecen en el diccionario
solo para América, por lo que se puede creer que son exclusivas de ese lugar. Esto
contribuye a la distorsión de la historia del español, pues se atribuyen a América ciertas
voces que no han nacido allí.

En quinto lugar, habría que considerar el impulso que ha recibido la Asociación


de Academias de la Lengua Española (ASALE) que, aunque nació en los años 50 del
siglo pasado, solo ha sido atendida como tal asociación a partir de 1992. Humberto
López Morales es el coordinador de esta asociación.

En sexto lugar, destaca el Diccionario Panhispánico de Dudas (DPD) publicado


en 2005. Básicamente, contiene las dudas de carácter ortográfico, fónico y,
especialmente, gramatical. Este diccionario tiene una cobertura hispánica y ha eclipsado
diccionarios de dudas como el de Manuel Seco. Muchas soluciones de América no se
dan en España, aunque se trate de la norma culta de ambos lugares, lo que refleja la
tibieza ante determinadas formas de carácter normativo.

Otro hito de política lingüística es la Nueva gramática de la lengua española,


publicada en 2009 y dirigida por Ignacio Bosque. Está consensuada con las academias
hispanoamericanas. También destaca el Diccionario de americanismos, que ahora está
en revisión, pues se partió de una base bastante endeble. Hay unas fallas metodológicas
considerables que han sido destacadas por los expertos. Sin embargo, el mero hecho de
haber hecho este diccionario de americanismos es un paso muy destacable. Al frente de
este diccionario estuvo Humberto López Morales.

El proyecto del nuevo Diccionario histórico y de los corpus o corpora de la Real


Academia: CORDE, de carácter diacrónico, y CREA (Corpus de referencia del español
actual), que es sincrónico. También se ha puesto el CDH (Corpus del diccionario
histórico) a disposición de los usuarios. La gran asignatura pendiente es la realización
de corpus orales, que son mucho más complicados de elaborar que los basados en la
escritura.

Tema 3: Diversificación y expansión…

Alarcos, Fonología del español, Gredos

32
En latín había tres rasgos pertinentes en el cuadro vocálico: grado de abertura,
localización y cantidad vocálica. Había diez vocales, cinco breves y cinco largas. Tres
grados de abertura y localización anterior, posterior y media.

En el paso del latín a las lenguas románicas a partir del latín vulgar, la cantidad
vocálica desapareció. Ej. En latín se distinguía malum (con ‘a’ larga), que significa
‘manzano’, mientras que malum (con ‘a’ breve) significa ‘algo malo’. Este rasgo
desapareció muy temprano y, a medida que se fue desfonologizando la cantidad
vocálica, se fue fonologizando el acento.

Según Alarcos, el sistema vocálico del latín vulgar más extendido en la zona
occidental de la Romania fue el siguiente:

(Cuadro vocálico de la libreta)

En un momento determinado, la ‘o’ abierta da ‘ue’ cuando estamos ante una ‘o’
acentuada y lo mismo ocurre con al ‘e’ abierta, que daba ‘ie’. En sílaba átona, la ‘e’
abierta y cerrada se confundieron y lo mismo ocurrió con la ‘o’.

Las vocales patrimoniales del español en posición final son ‘a’, ‘e’, ‘o’. También
hay palabras que terminan en ‘i’ o en ‘u’, pero son cultismos o préstamos. Ej. espíritu,
ímpetu, etc.

Lo que hay que retener es que se pasó de un sistema complejo de diez vocales a
uno más simple de cinco, lo que provocó o comportó la fonologización del acento. La
rentabilización de la ubicación del acento en español es muy notable, sobre todo en el
terreno gramatical. Ej. canto-cantó; canté-cante; etc. La gramática tiene una presencia
fundamental en la utilización de cualquier lengua y, por tanto, estos esquemas
acentuales tienen una enorme rentabilidad.

En cuanto a las consonantes, partiremos del cuadro consonántico del latín y


retomaremos el asunto en los siglos XVI y XVII, que es cuando se producen los grandes
cambios fonológicos del consonantismo español.

El cuadro consonántico del latín era extremadamente simple, tan solo contaba
con doce consonantes:

1) Oclusivas sordas: /p, t, k/

33
2) Oclusivas sonoras: /b, d, g/

3) Fricativas (sordas): /f, s/

4) Nasales: /m, n/

5) Líquidas: /l, r/

Una lengua de doce consonantes es una lengua de un consonantismo


extremadamente simple, que tiene que ser compensado con el sistema vocálico y con la
extensión sintagmática de las palabras de esta lengua.

(Cuadro consonántico latino)

Llama la atención la ausencia de consonantes palatales, que era la gran zona


inexplotada. En las lenguas románicas, aparecen consonantes palatales dentro de un
contexto de gran inestabilidad, que dura hasta hoy en día. Esto se debe a que no había
orden palatal en latín y se ha ido formando con la inestabilidad propia de una fonología
“joven”.

En los siglos XVI y XVII se produce un verdadero reajuste o readaptación del


sistema. Nos centramos en estos reajustes porque son los últimos grandes reajustes del
consonantismo del español, ya que después de estos siglos, el español sigue siendo el
mismo en general, aunque con algunas particularidades. Este cuadro fonológico va
ganando estabilidad, pues todos los órdenes son muy estables, a excepción, como hemos
comentado, del palatal.

Hasta 1560, la capital de España era Toledo, por lo que el español toledano era
el que gozaba de mayor prestigio. Por toda una serie de razones de carácter histórico, en
torno a los siglos XVI y XVII, se produce una subversión en la valoración o estimativa
lingüística del español toledano, de forma que el español de Castilla la vieja, más
evolucionado que el toledano, termina imponiendo su norma lingüística y la toledana se
ve desplazada o postergada. Los hechos lingüísticos fónicos consonánticos que terminan
consolidándose en Castilla ya lo habían hecho en Castilla la vieja en los siglos XIV y
XV.

Por un lado, triunfa una influencia lingüística que viene del norte hacia el sur y
también triunfa una evolución que va de abajo hacia arriba, es decir, de los hablantes del

34
nivel popular a los hablantes más cultos. Esto es, hasta cierto punto lógico, pues lo que
se había consagrado por lógica lingüística en Castilla la vieja, lo hiciese también en
Castilla la nueva. La mayor parte de los cambios tienen que ver con los órdenes
consonánticos intermedios, es decir, el dental y el palatal.

Vamos a estudiar las particularidades del castellano moderno frente al medieval


que se consagran en los siglos XVI y XVII:

1) Frente a los fonemas /f/-/h/, propios de la zona toledana, a finales de la Edad Media,
en Castilla la vieja, solo pervivía la /f/, pues la /h/, procedente de f- latina, se realizaba
como cero fonético. Este cambio se consolida en el español toledano y dura hasta la
actualidad, ya que la ‘h’ es simplemente ortográfica.

Las palabras españolas que tienen ‘f’ inicial proceden, por ejemplo, del griego:
farmacia, fobia, etc. También hay ‘f’ procedentes de cultismos, por ejemplo, fémina
(cultismo procedente de fembra). Asimismo, hay f- que no evolucionaron, pues estaban
en contacto con un diptongo. Ej. fuego, fiesta, etc.

¿Por qué se mantiene la f- de la palabra fábrica? Porque es un cultismo, algo que


sabemos porque es una palabra esdrújula.

2) Frente a la oposición /b/-/v/ (bilabial-labiodental) medieval, se instala en español la


confusión a favor de /b/, que luego tendrá alófonos oclusivos y fricativos en función del
contexto. Esta oposición terminó desapareciendo por su poca rentabilidad muy
tempranamente en el norte.

En la ortografía si se mantiene esta distinción, pero esto se debe a que la


ortografía muchas veces revela estadios anteriores de la lengua desde el punto de vista
fónico.

3) Perdición de los rasgos sordo/sonoro en las oposiciones de sibilantes /s/-/z/;


/ŝ/-/z^/; /š/-/ž/ > /s/; /ŝ/; /š/. (Recuperar de Hª de la Lengua).

4) Velarización de las palatales /š/-/ž/ > /x/. Las condiciones para que se reequilibrara la
serie fricativa sorda estaba presente desde el cuadro consonántico del latín y se produce
con la aparición de esta nueva unidad.

5) Interdentalización y pérdida del momento oclusivo de la oposición ŝ/z^> ŝ > θ

35
Estas son las cinco modificaciones sustanciales del español de esta época que, en
buena medida, sobreviven en el español actual y que han contribuido a la estabilidad del
español actual. Lo que ya existía en latín está mucho más consolidado que lo que no
existía en latín, de ahí la inestabilidad del orden palatal.

Los fenómenos del 1 al 3, ambos inclusive, eran muy antiguos en Castilla la


vieja y en la primera mitad del siglo XVI oponían la norma vallisoletana (Castilla la
vieja) a la norma toledana, que conservaba estas distinciones hasta 1550. En cambio, en
la norma vallisoletana estos fenómenos estaban consolidados ya en el siglo XII. En la
propagación del fenómeno 3 jugó un papel fundamental la escasísima rentabilidad
funcional de esas oposiciones.

Los fenómenos 4 y 5, en cambio, pertenecen a un proceso posterior y diferente


del proceso que afecta a las tres primeras particularidades. Por ejemplo, los testimonios
de velarización de la oposición de sibilantes palatales son relativamente tardíos y tal
cambio debió cumplirse en torno al s. XVII.

Hay un testimonio de Gonzalo Korrea en el sentido de que el vulgo de


Andalucía la baja a menudo se produce una confusión entre la aspiración procedente de
f- latina y esta nueva consonante palatal /x/. Desde el punto de vista cronológico se
produce primero la reducción a favor del elemento sordo (š/ž > š) y, ulteriormente, la
velarización (š > /x/).

En cuanto al fenómeno quinto, la interdentalización es un fenómeno cumplido


de una manera tardía, pues si los testimonios inequívocos de articulación de ‘z’ son del
siglo XVIII, probablemente las primeras manifestaciones de este fenómeno datan de la
segunda mitad del siglo XVII.

(Añadir el cuadro de seseo y ceceo en Andalucía)

El seseo es antiguo, pero el uso de ustedes por vosotros es reciente, pues, en


América, hasta hace poco tiempo, eran más comunes las formas de segunda persona del
plural ‘vosotros’ que la forma ‘ustedes’.

Para un hablante distinguidor, el seseo y el ceceo son bastante parecidos, hasta


tal punto que algunos no podrían distinguir a un hablante seseante de uno ceceante. Esto
se debe a que ambas formas son fonemas dentales, solo que en el seseo las sibilantes

36
confluyeron en un sonido predorsodental, fricativo, sordo; mientras que en el ceceo
tenemos un fonema posdental, fricativo, sordo.

En Andalucía, el nivel de analfabetismo fue muy alto y es precisamente esto lo


que hace que la lengua haya evolucionado mucho fónicamente. La justificación
lingüística está en que la oposición ‘s-z’ tiene muy baja rentabilidad en español, por lo
que es normal que se hay producido esta evolución. Así, nueve de cada diez
hispanohablantes son seseantes y no tienen ningún problema para la comunicación.

La emergencia del fonema /y/. Alarcos sostiene que al velarizarse las antiguas
palatales, que han dado lugar a la /x/, debió de comenzar el refuerzo de la ‘i’ en posición
semiconsonántica hasta el punto de convertirse en consonante. Este fonema /y/ tendría
dos realizaciones, una realización un tanto africada [y^] (posición inicial absoluta, tras
consonante y tras pausa), y otra realización fricativa [y] (posición intervocálica). Ej. iam
> ya. Se ha reforzado la i intervocálica; eiunum > yeyuno; iacere > yacer; etc. Este
fenómeno está abierto en palabras que empiezan por ‘h’ y tienen una ‘i’
semiconsonántica. Ej. hielo [yelo]; hierba [yerba]; hiena [yena].

¿Siempre que en español ha habido una ‘i’ semiconsonántica iniciadora de


palabra ha cristalizado en una /y/? La respuesta es no, pues la fonética no es una ciencia
que se comporte algebraicamente, por lo que las soluciones fonéticas pueden ser
polimórficas. Un ejemplo sería, iam magis que da jamás en español. En este caso la
solución es a favor de /x/, que es algo que se suele producir cuando le sigue una vocal
como ‘u’, ‘o’. Ej. iudicare > juzgar; iocari > jugar; iudex; -icis > juez; iuvenis > joven;
iactare > jactar(se); etc.

Los casos como yeso, yema y yerno se explican porque la ‘g’ inicial de su étimo
latino cae, pero la ‘i’ o la ‘e’ inicial diptongan, lo que da lugar a ese elemento
semiconsonántico que finalmente concluye en una /y/.

- Yeso < gypsum > epsum > iepsum > yeso

- Yema < gemma > iemma > yema

- Yerno < generus > ienerus > yerno

Modificaciones en el sistema consonántico actual del español

37
El sistema del s. XVII está vigente en líneas generales, solo hay que registrar un
cambio que no afecta al cuadro fonológico como tal, sino que ha afectado a la
distribución de ciertas consonantes. Hablamos de la restitución de consonantes cultas.
Ej. pacto, apto, obnubilar, digno, recto, directo, etc.

En torno al s. XVIII hubo una reacción cultista o hipercultista en el sentido de


restituir las consonantes cultas que el pueblo llano ya había obviado en la pronunciación
y eso fue decididamente promovido por la Real Academia Española, que acababa de
crearse en 1713. Es uno de los únicos ejemplos de un hecho fonético promovido desde
arriba y, en cierta forma, contrario a una de las reglas del español (preferencia de sílaba
libre) que haya triunfado, al menos en la norma culta.

Si no pronunciamos algunas de estas consonantes cultas, entonces las voces


confluirían con otras, por lo que, aunque no se pronuncia estrictamente la consonante, sí
se pronuncia algo que refleja que ahí hay algo. Ej. Si no pronunciamos la /k/ de pacto,
confluiríamos con la palabra pato.

En el sistema actual hay básicamente dos modificaciones:

a) Yeísmo. La solución de /y/- /ll / a favor de /y/. Este fenómeno es fundamentalmente


urbano y no ha hecho otra cosa que extenderse, de modo que empiezan a ser
minoritarias las zonas distinguidoras entre /y/ y /ll /.

El yeísmo tiene estimación social. Este fenómeno se produce porque la


distinción entre estos dos fonemas es muy poco rentable, además, del carácter aislado de
esta oposición central-lateral.

América es, en general, yeísta con algunos islotes de distinción. En España, la


zona norte solía ser distinguidora frente a la sur, pero, en la actualidad, el yeísmo está
ganando terreno.

b) Pérdida o debilitamiento de la /s/ final de sílaba (y de palabra). El debilitamiento


de la /s/ tiene distintos grados que van desde la pronunciación plena hasta la pérdida
absoluta, pasando por fenómenos como el que se da en Gran Canaria y que consiste en
el ensordecimiento y fuerte tensión cuando está seguida de consonante sonora.

El problema de la /s/ en final de palabra es su fuerte importancia gramatical,


pues es la marca de plural. El grado máximo de evolución de la /s/ implosiva se ha

38
conocido en la Andalucía oriental donde se pierde resultando afectadas, por el carácter
gramatical de la /s/, las vocales finales, que se abren. Hablaremos de este asunto con
mayor profusión más adelante.

En amplias zonas del español, tenemos el elemento /h/ que es producto de la /x/
explosiva, de la /s/ implosiva, de /f/ inicial latina en zonas y hablantes muy
conservadores o de /r/ ante n y l (Ej. cahne por carne). Esto nos lleva a la idea de que la
aspiración es muy importante en la mayoría del mundo hispánico, pues se utiliza en
todos estos contextos.

Ambos fenómenos son románicos, cumplidos ya en muchas lenguas románicas


como el francés. Por ejemplo, la /s/ final del francés desapareció, aunque se conserva
como resto ortográfico.

Tema 4: El judeoespañol

Los judíos tenían mucho predicamento económico y tuvieron debilidad por el


comercio, hasta el punto que, en hebreo, el vocabulario de carácter rústico es muy
pobre, pues los judíos eran siempre urbanos y comerciantes. Esto, sumado a un cierto
catolicismo un poco integrista con actitudes muy poco tolerantes, hizo que los Reyes
Católicos tomaran la determinación de expulsar a los judíos en 1492.

La inmensa mayoría de los judíos españoles se marcharon a Portugal de donde


fueron expulsados posteriormente, por lo que fueron hacia África y al Imperio
Otomano, que estaba en guerra con el cristianismo y que los acogió.

Algunos, de manera no convicta, se convirtieron al cristianismo para no ser


expulsados y se les conocía con el nombre de marranos o cripto-judíos. La cifra más
verosímil suele ser entre 180.000 y 200.000 judíos expulsados de España, pues hay
debates en torno a este asunto.

En el Imperio Otomano ocuparon las zonas de Constantinopla, Turquía,


Esmirna, parte de Grecia, el sur de Rumanía, etc. En la actualidad, el judeoespañol es
prácticamente una lengua muerta, pues no hay hablantes que tengan esa lengua como
primera lengua o lengua materna.

En dialectología es interesante estudiarlo, pues tiene ciertas características que


podrían haber cristalizado en español, pero que no lo hicieron. Es una modalidad

39
español que fue extirpada de España y que evolucionó a su aire, por lo que tiene rasgos
muy arcaizantes, que nos recuerdan al español de finales de la Edad Media, pero
también otros muy vanguardistas, que van por delante de la evolución del español
moderno.

En el momento en que decae el Imperio Otomano y se afianza el nacionalismo


de los países donde había población judeoespañola, la lengua recibe la puntilla final,
pues cada uno de estos sectores se va integrando en la vida social, cultural, educativa,
etc. de cada uno de los países y el judeoespañol queda reducido al uso familiar. Pero el
golpe definitivo fue la época nazi, en la que una parte considerable de judíos de origen
español fueron eliminados en el famoso holocausto.

Ha habido intentos en Francia, el país más vinculado al judeoespañol, de


recuperar el judeoespañol, hasta el punto de que se creó una academia. Sin embargo,
esto no ha resultado eficaz, ya que la mejor forma de promover una lengua es que tenga
hablantes nativos y esto no se ha producido.

Las soluciones del judeoespañol coinciden, muy a menudo, con las


características de algunos de los dialectos del español. Muchos autores han sostenido
que, en realidad, lo que ha producido es una especie de koiné, pues los judíos tenían
procedencias muy diversas. Por esto, muchos de los rasgos del judeoespañol recuerdan
más al aragonés o el leonés que al castellano.

Vocalismo

Un rasgo muy característico del judeoespañol, al que no es ajeno el español


moderno en algunas variedades dialectales, es que nos podemos encontrar una /y/
anthiática ante dos vocales agrupadas en hiato. En casos como, por ejemplo, yido
(‘oído’). En un romance español aparece la palabra criya por cría. En algunas zonas de
Canarias se decía meneya por menea o Mariya por María.

En judeoespañol se refuerza la articulación del diptongo /we/ mediante el


desarrollo de una velar sonora /g/ tanto en posición inicial como en posición medial.
Ej. /güérfano/ ‘huérfano’; /rwguéda/ ‘rueda’; /truguéno/ ‘trueno’; /birguéla/ ‘viruela’;
etc. En posición inicial podemos observar este fenómeno en español en la conversación
espontánea, mientras que en posición medial es mucho más extraño.

40
En tercer lugar, la diptongación procedente de ‘o’ breve tónica y ‘e’ breve tónica
es frecuente en judeoespañol, pero con inconsecuencia, es decir, casos en los que esto
no es así. Por ejemplo, se dice rogo por ‘ruego’; queres por ‘quieres’; preto por ‘prieto’ 2;
etc. En cambio, también hay casos de diptongación en los que el español no lo hay, por
ejemplo, pueder en lugar de ‘poder’; adientro por ‘adentro’, etc.

Por último, dentro de las características vocálicas se producen cierres vocálicos


(con respecto al español moderno) en posición de última sílaba. Por ejemplo, árbolis en
lugar de ‘árboles’; entonsis por ‘entonces’; piliscus por ‘pellizco’; etc.

Los tratadistas de historia de la lengua coinciden en que el cuadro vocálico del


español es el mismo que el del vasco, pues la zona donde surgió era zona de habla
vasca. En un cuadro vocálico tan simple, las incidencias dialectales, etc. de este tipo son
muy escasas.

Consonantismo

El judeoespañol conserva la oposición s/z y también la oposición š/ž (palatal


fricativa sorda/sonora). En cambio, no posee la oposición ŝ/z^. Al perderse esta
oposición el judeoespañol presenta un seseo particular, pues el seseo puede presentar
arbitrariamente una ‘s’ sorda (/s/) o una ‘s’ sonora (/z/). Ej. [páso, sjénto, pedasíko,
konosér, móso], pero, frente a estas formas, tenemos las formas [gizár, káza, pozár,
díze, fazér].

Se pronuncia [sjénto] tanto si nos referimos a ‘ciento’ o a ‘siento’; y [káza] tanto


si nos referimos a ‘casa’ como a ‘caza’. Aquí tenemos una solución polimórfica, que
consiste en que a un mismo hecho lingüístico se le dan varias soluciones. El
polimorfismo puede ser social o puede ser individual, propia del individuo.

En cuanto a la oposición š/ž, el primero se pronuncia como palatal fricativo


sordo y el segundo como palatal fricativo sonoro. Ej. [brúša, díšo, tešér, pášaro, šabón]
frente a [akožér, óžos, mužér]. Sin embargo, en este caso también hay bastante
polimorfismo dialectal, ya que, por ejemplo, esta oposición no se conservó en
Marruecos.

2 Palabra antigua del español para designar ‘negro’

41
Por lo menos hasta finales del s. XIX esta situación, es decir, el mantenimiento
de estas dos oposiciones se mantuvo. Sin embargo, a partir de esta fecha, con el declive
del judeoespañol, empezó a arruinarse a favor de las soluciones propias del español
moderno. Se conserva en composiciones folklóricas, etc. que han quedado como
residuo.

Otra característica es que en el judeoespañol oriental (zona de los Balcanes,


incluyendo Grecia, Salónica, etc.) funciona aún la distinción b/v (bilabial/labiodental),
que es una de las oposiciones que desaparecieron a finales de la Edad Media por su baja
rentabilidad. Esta distinción, sin embargo, se conserva en el judeoespañol, pues
quedaban restos cuando los judíos fueron expulsados.

La /f-/ latina tiene en judeoespañol tres soluciones, por lo que es altamente


polimórfica. Por un lado, el mantenimiento de la /f/ en [ferír] ‘herir’; por otro lado,
tenemos la aspiración [kehazér] ‘quehacer’; [hermózu] ‘hermoso’, etc.; y la tercera
solución que es la pérdida absoluta, la propia del español moderno. Ej. [ížo] ‘hijo’;
[ermózu] ‘hermoso’; etc. No es imposible que una solución polimórfica conviva con
otra, es decir, que se dé en un mismo lugar.

En cuarto lugar, en cuanto al yeísmo, hay que decir que en judeoespañol ha


habido yeísmo, es decir, no se da la oposición ll/y. Ej. eya ‘ella’; yevar ‘llevar’; etc. Sin
embargo, y aquí está lo peculiar, el yeísmo a veces da paso al hieísmo o pronunciación
muy abierta, prácticamente vocálica, de la /y/. Esta /y/ virtualmente desaparece en
muchos casos (cero fonético). Ej. cuchío ‘cuchillo’; castío ‘castillo’; aqueos ‘aquellos’;
maravía ‘maravilla’, etc. Aquí el judeoespañol ha sido más innovador que el español
moderno dialectalmente yeísta. Este fenómeno se produce sobre todo cuando a la /y/
procedente del yeísmo le precede una vocal anterior o palatal (i, e).

En quinto lugar, en judeoespañol no funciona la oposición r/rr (fonema rr). Esto


es un argumento para demostrar la escasa presencia que tiene la ‘rr’ en como fonema o
sonido en los cuadros fonológico del mundo. Solo existe el elemento simple /r/, aunque
en el norte de Marruecos a veces sí se conserva la distinción. Ej. [períko] ‘perrito’;
[enteró] ‘enterró’; etc. Obviamente se dan casos de homofonía, pero son perfectamente
distinguibles por razones contextuales, de ahí que la oposición se reduzca al elemento
más económico desde el punto de vista articulatorio.

42
En sexto lugar, se han hecho generales, en judeoespañol, algunos rasgos
dialectales de la zona leonesa, por lo que se produce, por ejemplo, la conservación de –
mb- en lugar de la –m- castellana. Ej. palombica por ‘palomita’; lombo por ‘lomo’;
lamber ‘lamer’. Esto se debe a que había muchos judíos o hablantes de judeoespañol
procedentes de la zona leonesa.

En séptimo lugar, la /n-/ inicial tiende a convertirse en /m/ (bilabial). Por


ejemplo, mosotros por ‘nosotros’, muestros por ‘nuestros’, muevo por ‘nuevo’, mueve
por ‘nueve’, etc. Todo parece indicar que este fenómeno es producto de un proceso
analógico a partir de las formas –mos de los verbos (1. ª Persona del plural). En primer
lugar se produce la analogía en palabras que están relacionadas con la idea gramatical
de 1. ª persona del plural y de ahí se hace extensivo a otras palabras.

Vemos, por tanto, que hay soluciones arcaicas o conservadoras, pero también
otras muy innovadoras que no se han dado en el español moderno. Esta lengua se ha
cultivado literariamente, pero es una lengua que se transmite oralmente, por lo que no
está sujeto a las restricciones que sí tiene el español moderno.

Rasgos gramaticales

En primer lugar, tenemos el uso de so, estó, vo y do en lugar de soy, estoy, voy y
doy. Esto quiere decir que se dan las formas verbales netas sin el apoyo de la –y que
procede del IBI latino y que está fosilizado en estas formas. En judeoespañol no se
adoptó esta solución excepto en Marruecos, una modalidad dialectal mucho más cercana
al español. En Marruecos esta forma –y procedente del IBI latino se generalizó a todos
los verbos, por lo que encontramos formas como yo amoy ‘yo amo’; etc.

En segundo lugar, destaca la generalización a todas las conjugaciones de las


formas en -í tónica final para la primera persona del singular e –imos para la primera
persona del plural en el pretérito indefinido. Ej. topí por ‘topé’; pensí por ‘pensé’; truxí
por ‘traje’ (verbo irregular); etc. / topimos por ‘topamos’ (indef.); truxímos por
‘trajimos’; etc.

Lo que ocurre con las formas del pretérito indefinido tanto en judeoespañol
como en ciertas zonas dialectales del español es muy intersante, ya que en el español
estándar moderno, el indefinido se comporta de una forma extraña, pues hay formas
coincidentes para la primera persona del plural del presente y del indefinido, lo que

43
produce una homonimia. Aquí, lo que hay es un intento de que no ocurra esta
homonimia que pueda generar una confusión, pues, en judeoespañol se dice ‘topamos’
(pres.) y ‘topimos’ (indef.).

En español esto también ocurre en la tercera conjugación ‘partimos’ (pres.) y


‘partimos’ (indef.) y también sobrevive esta homonimia en judeoespañol, pero los
verbos de la tercera conjugación son infinitamente menores que los de la primera
conjugación, la única conjugación viva.

En algunas zonas, por ejemplo, de México se dice para la tercera conjugación la


forma de la segunda conjugación, por lo que en lugar de decir ‘partimos’ (pres.) se dice
‘partemos’ por analogía con la segunda conjugación. Esto hace que no haya homonimia
entre ‘partimos’ (indef.) y ‘partemos’ (pres. indic.). En zonas de Murcia, la solución es
del mismo tipo que la mejicana. Ej. llegamos (pres. indic.) y lleguemos (indef.).

Cuando algo no está bien resuelto desde el punto de vista funcional en la


lengua, hay una inestabilidad y parece que el español no ha terminado de cuajar en estos
casos. Muchos hablantes canarios dicen llegamos (pres.); *lleguemos (indef.) y
*lléguemos (pres. subj.). Estas formas no estándares no dejan de ser más lógicas que las
formas estándares.

El tercer rasgo de carácter gramatical del judeoespañol es que en los verbos de la


segunda y tercera conjugaciones las formas –iva, propias del aragonés, alternan con las
formas –ía, propias del castellano, para la expresión del imperfecto de indicativo. De
forma que se dice partiva en lugar de partía; creíva en lugar de creía; queriva en lugar
de quería, etc. Esto ha sido algo arbitrario, pues en según qué verbos ha cristalizado la
forma en –iva, mientras que en otros ha perdurado la forma en –ía.

En cuarto lugar, por analogía con las segundas personas de otros tiempos
verbales, en el indefinido se usan las formas izites (hiciste), parates (paraste), tomates
(tomaste), topates (topaste), etc. El proceso seguramente ha sido paraste > parastes >
parates. En Canarias son bastante normales algunas de estas formas.

En quinto lugar, en cuanto a las formas de tratamiento, vuestra merced es


ignorada, aunque sería la esperable. En su lugar, se emplean las formas vos (Marruecos)
y, en el judeoespañol oriental, las formas de respeto para la tercera persona son él/ella.

44
Al ser la no persona, lo que significa es alejamiento, de ahí que su uso tenga valor de
respeto. Referencialmente es segunda persona, pero gramaticalmente es tercera persona.

Nota: En muchas lenguas conocidas hay formas de tratamiento pronominales


como tú, yo, usted, etc., pero también hay formas de tratamiento nominales como
pueden ser: señor, señora, don, dignísimas autoridades, etc.

En sexto lugar, el empleo de los interrogativos cuálo/cuála además de cuál, que


es normativo. Aquí tenemos un caso claro en el que formas no normativas se da en
zonas dialectales del español como, por ejemplo, Canarias. Este es un sistema mejor
integrado o más lógico funcionalmente que el del español normativo, ya que vemos
variación de género masculino/femenino/neutro.

En séptimo lugar, en las formas de imperativo de segunda persona del plural, la


–d muy a menudo cae. Por ejemplo, salí (‘salid’), tené (‘tened’); alevantá (‘levantad’),
etc. Coinciden con las formas de voseo propias de América. Sin embargo, cuando van
con un pronombre enclítico, reaparece la –d, pero metatizada. Ej. pagalde (‘pagadle’);
azeldo (‘hacedlo’); etc. Esto por lo que respecta al judeoespañol occidental, ya que en el
español de Marruecos se da una vocalización de la –d, de modo que tenemos tomailo
(‘tomadlo’); azeilo (‘hacedlo’); etc.

En octavo lugar, el diminutivo de adjetivos y de nombres se forma con el sufijo


–ico/-ica. Esto se ha relacionado con el aragonés, de forma que se dice, por ejemplo,
becerico (‘becerrito’), juguetico (‘juguetito’), ojicos (‘ojitos’), etc. Solo se utiliza -ito/-
ita, por un proceso de disimilación en casos como saquito en lugar de saquico, que
resultaría cacofónico. Es un procedimiento similar al que se da en América, donde se
emplea el sufijo –ico también para evitar la cacofonía.

En noveno lugar, el femenino de los pronombres posverbales que en el español


moderno terminan en –dora, en judeoespañol se realizan en –dera. Estas formas se han
relacionado con el portugués y con el aragonés. Ej. lavoradera (‘trabajadora’); servidera
(‘servidora’), etc.

Ahora veremos algunas características sintácticas del judeoespañol, ya que las


que hemos visto hasta ahora son de tipo morfológico. En primer lugar, el objeto directo
(CD) inanimado cuando va introducido por un artículo determinado (el, la), este va
precedido de a. Ej. Creo el Dio alos cielos y ala tierra.

45
En segundo lugar, el verbo copulativo ser se usa como en castellano antiguo con
el valor de existencial de haber. Ej. sea luz y fue luz (‘haya luz y hubo luz’). También
destaca, en tercer lugar, el uso de la perífrasis ‘tener + participio’ para expresar
acciones perspectivas. En este caso, el participio queda invalidado. Ej. las tienes visto
(las has visto; las tienes vistas); tenerlos creído (haberlos creído, tenerlos creídos); la
tengo tomado (la tengo tomada; la he tomado). Estas formas están relacionadas con el
portugués, que usa el verbo tener para las construcciones perfectivas.

Otra característica es que, a partir del s. XIX y por influencia del francés, la
perífrasis ‘venir + infinitivo’ se generaliza para expresar el pasado inmediato. Ej. vienes
de dezir (‘acabas de decir’), viene de despertarse (‘acaba de despertarse’), etc.

En cuanto al léxico, en el judeoespañol abundan los arcaísmos, es decir, palabras


que se usaban hasta finales de la Edad Media y que se han conservado en judeoespañol
y han desaparecido o aparecen muy poco y en zonas rurales en el español moderno. Por
ejemplo, la forma agora (‘ahora’), amatar (‘apagar’), güerco (‘diablo’), kamareta
(‘habitación’), adobar (‘preparar’), bezos (‘labios’), mercar (‘comprar’), etc.

El español de canarias es una variedad arcaizante del español por ser una zona
periférica. De ahí que, por ejemplo, se mantenga en algunas expresiones la forma bezos.
Ej. Darle por los bezos. Esto se puede extrapolar, pero con algunas precisiones al
español de América.

En general, una persona que hable español moderno se entendería con alguien
que hablase judeoespañol. Estas dos modalidades tienen la misma lengua de base, sería
una relación semejante a la del griego clásico y el griego moderno.

El judeoespañol tiene muchos préstamos del hebreo (lengua semítica), por


razones evidentes. Se emplea la palabra garón (‘garganta’), garonudo (‘tragón’),
mehamad (‘a causa de; porque’), etc. Por la zona donde se establecieron buena parte de
los judíos sefardíes, el Imperio otomano, hay también notables préstamos del turco y, en
general, de todas las lenguas balcánicas (rumano, búlgaro, etc.). También hay muchos
préstamos del árabe marroquí en el judeoespañol de Marruecos.

Además, en el último siglo y medio son abundantísimos los préstamos del


francés. No hay que olvidar que en 1860 se crea en Francia la llamada Alianza Israelita
Universal. Esta institución llevó a cabo o intentó llevar a cabo una normativización del

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judeoespañol y, hasta cierto punto, lo consiguió. Hay muchas palabras del francés
moderno que han pasado al español sefardí o judeoespañol por este contacto tan
estrecho entre Francia y los judíos. Ej. aferes (‘asuntos’), angajamiento
(‘compromiso’), blesar (‘herir’), chemendefer (‘ferrocarril’), cuartier (‘barrio’), etc. Se
trata de galicismos en calidad de préstamos, es decir, ya adaptados a la fonética del
español.

La última característica es que las actividades comerciales y urbanas de la


población judía han significado prácticamente la desaparición en judeoespañol del
léxico agropecuario y rural. Se trata de una sociedad fundamentalmente urbana, de ahí
esa desaparición del léxico rural, ya que no es necesario para ellos.

Nota: Tema 5 aplazado

Tema 6. El español meridional

El dialecto andaluz, también llamado modalidad lingüística andaluza, abarca toda


Andalucía, el sur de la provincia de Badajoz en Extremadura, el sur de la provincia de
Murcia, Gibraltar en su parte española y Ceuta y Melilla (modalidad del andaluz
oriental). También hay que tener en cuenta la expansión del español de Andalucía 3 hacia
Canarias y América.

El andaluz, obviamente, es la modalidad lingüística del español más importante


después de la castellana septentrional. Desde el punto de vista de la clasificación del
andaluz, se ha propuesto una divisón por subdialectos dentro de la propia modalidad
andaluza de modo que tenemos el andaluz occidental, que abarca las provincias de
Sevilla, Cádiz y Huelva, además de la parte occidental de la provincia de Málaga y de la
de Córdoba; y el andaluz oriental, que abarca las provincias de Granada, Almería y
Jaén, además de la parte oriental de Córdoba y Málaga. Los dos focos irradiadores son
Sevilla y Granada, que son las dos provincias más determinantes, pobladas y
prestigiosas.

Esta subdivisión en subdialectos no deja de ser muy convencional y muy


discutible según los fenómenos que abordemos o consideremos. También se puede

3 11 millones de habitantes. Es el gran laboratorio dialectológico del español.

47
hablar de una Andalucía del sur y otra del norte o de una Andalucía occidental y otra
oriental, etc.

Desde el punto de vista sociolingüístico, los andaluces han tenido un cierto


complejo lingüístico, ya que fuera de Andalucía, la modalidad andaluza (que está muy
evolucionada) se suele considerar como un mal español o una manera poco esmerada de
pronunciar el español. Esto no tiene mayor interés desde el punto de vista lingüístico, ya
que no hay aberraciones o formas buenas o malas de hablar, es decir, todo es igualmente
válido o legítimo una vez ha acreditado su funcionalidad.

El cuadro vocálico del español es casi modélico en el sentido de que es muy


simple y simétrico, además de tener una alta funcionalidad. El que en una variedad
dialectal que se ponga en cuestión este sistema es llamativo y se ha convertido en un
tema vedet de los estudios dialectales.

En el andaluz oriental, el sistema vocálico empieza siendo especial desde el


momento en que la –s final se aspira y, en muchos casos, cae. Como consecuencia de
este proceso se produce una abertura en la vocal final del significante, por ejemplo, lą
pęsętą ‘las pesetas’. La abertura final de la vocal contagia de abertura al resto de vocales
del significante, en un fenómeno denominado metafonía. La cuestión es que la –s, de
ordinario, es marca de pluralidad en la frase nominal y, en la frase verbal, indica
persona gramatical (2.ª persona del singular), es decir, que lo que ocurre con la –s, la
aspiración o la vocal final es importante, pues la –s tiene funcionalidad gramatical.

En el español normativo hay tiempos verbales donde hay dos personas cuyas
formas son iguales (homófonas), pero podemos distinguirlas por principios
contextuales, ya que, por ejemplo, suele estar expreso el sujeto.

El problema de la –s final está inserto en el mapa románico que tiene que ver
con el debilitamiento de la ‘s’ implosiva. La aspiración es un paso intermedio entre la
conservación neta de la sibilante y el cero fonético. Está claro que la –s no puede
desaparecer sin más o sin dejar rastro alguno porque tendríamos dificultades en
establecer las diferencias entre singular o plural en casos como “la peseta” o en casos de
homofonía entre personas gramaticales. Los mecanismos de distinción de los que se
vale la lengua no son solo fonéticos sino también distribucionales.

48
Que en andaluz oriental las vocales finales seguidas de una teórica ‘s’ (que en la
escritura puede ser una ‘z’4) se abren es un fenómeno que nadie discute, otra cosa es la
interpretación lingüística que se hace de ese fenómeno. Los términos de la controversia
residen en si el hecho es simplemente fonético o si tiene trascendencia fonológica y, por
tanto, el cuadro fonológico del español queda incrementado notablemente en el andaluz
oriental.

Conviene saber que la vocal final en andaluz oriental también se abre en


contacto con -r/-l finales. Ej. fatą por ‘fatal’, pareθę por ‘parecer’, muhę por ‘mujer’,
etc. Si el fenómeno solo se diera en contacto con –s teniendo en cuenta que suele tener
función gramatical, hablaríamos de un fenómeno fonológico. Pero al darse también en
contacto con –r y –l, que no tienen carácter gramatical, podríamos pensar que es más
lógico decantarse por una explicación meramente fonética.

Los sistemas vocálicos, de ordinario, tienden a la simplificación, por lo que es


raro que un sistema tan sencillo como el triángulo vocálico del español vea
incrementada su nómina de fonemas en cinco unidades. Esto es otro argumento a favor
de una consideración simplemente fonética.

Este fenómeno del andaluz oriental ha tenido trascendencia en Canarias a


propósito de las consonantes tensas que se dan en construcciones como ‘las botas’. En
este caso, esa tensión no se da solo en esta posición, sino en otros como ‘desdén’, por lo
que es un problema puramente fonético.

A pesar de que prácticamente todos los fonetistas españoles se han ocupado de


este problema (Alvar, Quilis, Martínez Celdrán, Alarcos, etc.), el autor que con más
pasión ha sostenido la tesis o dimensión fonológica es Gregorio Salvador Caja. Tiene,
básicamente, dos trabajos publicados en Estudios dialectológicos (ed. Paraninfo, 1987):
el primero se llama “Unidades fonológicas vocálicas en andaluz oriental” (1974, pero
publicado en 1977) y, el segundo, “El juego fonológico y la articulación de las llamadas
vocales andaluzas”, publicado en el homenaje a Zamora Vicente en 1985.

El sistema que emplea G. Salvador para intentar demostrar que la particularidad


vocálica del andaluz oriental es un fenómeno de naturaleza fonológica y no

4 En andaluz oriental se distingue s/θ cuando son explosivas, en cambio, cuando son implosivas se da
s/θ > h > abertura vocálica. Ej. la perdį(z) frente a “la perdí”

49
exclusivamente fonética es lo que él llama la “prueba del par”, que consiste en hacerle
oír a un hablante, que supuestamente tiene esta particularidad, pares de palabras que
terminan en una vocal normal y otra palabra que termina en una vocal abierta. Ej. la
perdí / la perdiz, subí la ropa / subís la ropa, etc.

Él señala que penetra notablemente en la provincia de Córdoba, hacia Castilla y


Murcia, por lo que no solo es propio del andaluz oriental. Llega a decir que el fenómeno
abarca las dos terceras partes (2/3) de Andalucía.

[Mapa 1696 del Atlas lingüístico y etnográfico de Andalucía]

Inicialmente, G. Salvador habló de diez vocales en posición final en el andaluz


oriental, cinco normales y cinco abiertas y propone el siguiente cuadro. Este fenómeno
no solo distingue significados gramaticales, sino también léxicos como hemos visto.

[Añadir cuadro de la libreta]

Posteriormente, Salvador Caja afirma que como la ‘u’ tiene condiciones


fonéticas especiales y, en parte, la -u final aparece poco en español, propone un cuadro
de nueve unidades, pues, según él, no habría duplicidad vocal normal y vocal abierta en
este caso.

Humberto López Morales publica un trabajo titulado “Desdoblamiento


fonológico de las vocales en el andaluz oriental: reexamen de la cuestión” (Revista de la
Sociedad Española de Lingüística (RSEL), nº 14, 1984, pp. 85-97), donde somete a
revisión, fundamentalmente, los apuntes sostenidos por Gregorio Salvador. Desde su
punto de vista, para aceptar sin reparo la tesis fonológica de Gregorio Salvador, tendrían
que darse dos condiciones. La primera, que la abertura vocálica fuera la única marca de
pluralidad nominal o de 2ª persona del singular y, segunda, que la abertura solo se diera
en casos de elisión de –s final. La segunda condición no se da, como hemos visto,
porque esa abertura ocurre también ante –r / -l.

Otro dato que apunta López Morales, que hizo encuestas sobre todo en la
provincia de Granada, es que, en su opinión, en Andalucía oriental solo se elimina la
aspiración en el 58.8% de los casos, por lo que en el 41.2% se conserva o hay rastro
espectrográfico de la aspiración. Por otra parte, hay un número considerable de palabras
en las que la –s final no es marca de pluralidad nominal ni marca de segunda persona

50
del singular de ciertos tiempos verbales, por ejemplo, más, antes, menos, después, pues,
raíz, luz, cáliz, etc.

Da la impresión de que el fenómeno es puramente de mecánica fonética, por lo


que afecta a toda –s final, independientemente de que tenga significación gramatical o
no. Hay incluso formas verbales del tipo fuimos, tenemos, vinimos, etc. en que la –s
final, estrictamente hablando, tampoco es marca de 1ª persona del plural, pues la marca
sería –mos. Un tercer caso podría ser es, procedente de ser, donde no habría por qué
mantener la –s para que se entienda, pues no se opone a ninguna otra unidad.

El problema tiene carácter de mecanicidad fonética, pues siempre que hay una –s
final, independientemente de si tiene significado gramatical o no, se produce esta
abertura vocálica. Además, podemos hablar de otros argumentos que refuerzan esta
idea.

En la línea de que los procedimientos de las lenguas naturales para diferenciar


significados no son solo fónicos, sino también distribucionales, tenemos el caso de
numerales que preceden a sustantivos como, por ejemplo, dǫ ąŋǫ ‘dos años’. La
abertura de la –o no tiene carácter funcional, pues el numeral, por su propia naturaleza,
tiene significación de plural, por lo que podría quedar inalterada y no causaría
confusión.

Lo mismo ocurriría en otro ejemplo como algunǫ ąŋǫ por ‘algunos años’. Otro
indicio contextual que contribuye a la desambiguación sería la forma verbal, que
concuerda en género y número con el sujeto. Otro caso sería lǫ ąŋǫ por ‘los años’,
donde la forma ‘los’ no puede confundirse con ‘el’ por la pérdida de la –s final.
También podría ocurrir cuando al artículo lo sigue un sustantivo colectivo, por ejemplo,
una serje de aŋǫ por ‘una serie de años’.

Otro ejemplo son los sustantivos que hacen su plural en –es y no en –s. Por
ejemplo, león / leones  leonę. La pérdida de –s no tiene relevancia, ya que la ‘e’ final,
esté o no abierta, nos indica que es plural. El que en estos ejemplos no sea
imprescindible esta abertura vocálica apoya la tesis de que el fenómeno tiene puramente
carácter fonético.

Esto en el caso de las frase nominales, pero también hay ejemplos en el caso de
las frases verbales. Un primer caso sería la presencia de clíticos, pronombres átonos,

51
etc. los que actuarían para interpretar la forma verbal en cuestión en segunda persona
del singular, más allá de que se abra o no la vocal final. Ej. Nunca te vayas de aquí 
Núnka te báyą de akí. En este caso, el pronombre te hace que la abertura de ‘a’ no sea
indispensable para entender el carácter de segunda personal del singular del verbo. Otro
ejemplo sería “Tú no vas”  Tú no bą.

Por último, señala López Morales que, a menudo, el contexto pragmático de la


comunicación hace imposible cualquier confusión aunque no exista la marca vocálica
de abertura. Por ejemplo, entre dos personas que se tutean, el contexto pragmático no da
lugar a la confusión.

En el artículo de López Morales se sostiene que teniendo en cuenta todo lo que


hemos dicho, tanto a propósito de la frase nominal y de la frase verbal, solo en un 2.7%
entre los individuos que sistemáticamente omiten la aspiración se podría hablar de
fonemas pertinentes a efectos distinguidores. En el resto de los casos, los indicios
contextuales, sintácticos, índices gramaticales, etc. contribuyen a la hipotética
desambiguación de ciertas frases afectadas por este fenómeno. Por lo que la tesis
fonológica perdería fuerza teniendo en cuenta estos datos.

Este fenómeno también se registra en el español de América, pero de forma


mucho menos notable. Sobre todo en las hablas antillanas Puerto Rico, República
Dominicana; e incluso en Uruguay. El andaluz oriental ocupa una posición de
vanguardia en cuanto a la evolución vocálica.

Con esta particularidad, el sistema vocálico de Andalucía es muy estable debido


a la simplicidad del cuadro vocálico del español. Es decir, este fenómeno no cuestiona
la estabilidad del sistema vocálico del español.

Por lo demás no se producen más fenómenos más allá de los que se producen en
todas las hablas del ámbito hispano. Por ejemplo, los diptongos tienden a convertirse en
monoptongos por economía lingüística, diptongación de hiatos, etc. Los rasgos o
fenómenos fonéticos populares son comunes a todo el mundo hispano.

EL CONSONANTISMO ANDALUZ

Seguramente el dialecto andaluz es el más fuertemente diferenciado o


caracterizado desde el punto de vista dialectológico en el mundo hispano. Esto tiene que

52
ver fundamentalmente con el consonantismo, si bien lo que hemos visto del vocalismo
es interesante. Para algunos fenómenos, la distinción andaluz oriental y andaluz
occidental es pertinente en algunos fenómenos, pero no es operativo en otros.

En Andalucía se produce, con mayor profusión que en el resto de áreas


dialectales, la aspiración de f- inicial latina, especialmente en Andalucía occidental. De
hecho, Gonzalo Correa (s. XVI-XVII) ya hablaba de la confusión entre f- > h- y h- < x.
Virtualmente se ha producido una confluencia de la /x/ y la f- latina, pues ambas se
aspiran en un leve soplo laríngeo-faríngeo. Este elemento ya se había perdido a finales
de la Edad Media en toda Castilla la Vieja, de ahí que se imponga el cero fonético como
norma culta en toda Castilla.

El consonantismo centronorteño de la Península es más fuerte que el meridional,


de ahí podría derivar el hecho de que a oídos peninsulares, el acento canario resulte
dulce o suave a oídos de hablantes de la Península.

Por tanto, hemos visto dos fenómenos relacionados con el consonantismo en


Andalucía: la aspiración procedente de f- inicial latina y la procedente de /x/ explosiva.
Además, en Andalucía hay seseo (s/θ > s); ceceo (s/θ > θ); distinción (s/θ) y heheo (s/θ
> h-). Este último tiene muy poco prestigio sociolingüístico y es propio de hablantes de
avanzada edad de algunas zonas.

El seseo, en Sevilla, no es la única solución, pues hay sevillanos que distinguen


entre s/θ. Andalucía es una comunidad limítrofe con Castilla, por lo que siempre va a
haber minorías “cultas” que, por razones de prestigio, imitan la norma castellana. Esto
es más raro en zonas como Canarias, debido a la evidente lejanía con Castilla.

Por lo general se trata de una distinción s/θ explosivas, pues en contexto


implosivo se aspira. Por tanto, en Andalucía, cuando, tanto por imitación como por
razones históricas, se realiza la distinción s/θ, se trata de una distinción explosiva.

La zona de seseo es Andalucía occidental, que es la zona de la que procedemos


lingüísticamente los canarios, de ahí que seamos seseantes y no ceceantes. De hecho,
algunos hablantes cultos sevillanos pueden pasar por hablantes cultos canarios, pues
ambas modalidades están muy cercanas.

53
El léxico andaluz de Canarias es básicamente de la zona andaluza occidental. La
zona occidental de Andalucía fue repoblada en los siglos XII y XIII, de ahí muchos de
los occidentalismos que tenemos como lamber, peje, etc. Probablemente, en una fase
intermedia, eran occidentalismos andaluces propiciados por el repoblamiento.

El seseo pertenece a la Andalucía occidental (Sevilla, Córdoba, Huelva y parte


de la provincia de Málaga), sin significar esto que en estas provincias sea la única
solución posible.

El ceceo, que goza de menos prestigio, se circunscribe geográficamente a lo que


podríamos llamar todo el sur de Andalucía. Por ejemplo, la provincia de Cádiz es
manifiestamente zona de ceceo posdental.

La distinción s/θ, por su parte, se produce en Andalucía oriental, especialmente


en las provincias de Jaén y Almería, menos en Granda. También hay localidades en la
provincia de Málaga que son distinguidoras.

Este fenómeno se debe a que a principios del siglo XVII (1609-1613), el rey
Felipe III decreta la expulsión de los moriscos, probablemente por una razón religiosa,
pero también económica. Entre los reinos de Murcia, Granda, etc. fueron expulsados
unos 300.000 moriscos, lo que produjo un descenso muy notable de la población y
desaparecieron muchos oficios importantes, por lo que se produjo una repoblación
procedentes del norte de la Península, de tal modo que estos repobladores trajeron la
norma del norte (distinción s/θ). Esta sería la causa de la pervivencia de la distinción s/θ
en estas zonas.

El cuarto fenómeno, el heheo, no tiene la importancia cualitativa y cuantitativa


del resto, es más bien un fenómeno pintoresco que afecta a palabras o significantes
concretos. Se percibe como un fenómeno muy marcadamente popular, pero no es
enteramente despreciable, pues, probablemente, está en el contexto de la debilitación de
la /s/.

Evidentemente, la /s/ explosiva puede realizarse, en Andalucía, apical o


apicoalveolar [ã], en las zonas distinguidoras entre s-θ, como ocurre en el centro-norte
de la Península; coronal plana [ss ], por el hecho de que la corona de la lengua permanece
plana; o bien predorsodental [î].

54
La apical se da en las zonas de Almería, Jaén y parte de la provincia de Granda,
es decir, las zonas donde se hace distinción entre s/θ explosivas. La segunda, coronal
plana5, se da difusamente en toda Andalucía, especialmente en la provincia de Córdoba,
de ahí que se la conozca también como coronal plana. La tercera, predorsodental, es la
general en las zonas de seseo. Por esta razón el habla sevillana resulta tan familiar a los
canarios.

En cuanto al yeísmo, la inmensa mayoría de Andalucía es yeísta, es decir, no hay


distinción l˯/y. Sin embargo, hay islotes de distinción en Andalucía, particularmente en
las provincias de Huelva y Granda.

En cuanto a la /r/ y /l/ implosivas se produce la confusión, de ordinario a favor


de /r/. Cuando la /r/ va delante de una nasal o de una lateral, la solución en Andalucía es
doble, por un lado nos podemos encontrar con una geminación de la consonante
explosiva inmediatamente siguiente (Ej. carne > canne; Carlos > Cal-los); o bien con
una aspiración de la /r/ (Ej. Carne > cahne; Carlos > Cahloh).

Cuando la /r/ implosiva va delante de una aspiración explosiva la solución es


cero fonético, es decir, la pérdida de la ‘r’. Ej. tajeta en lugar de tarjeta; sagento en
lugar de sargento, etc. Se encuentra más cerca de la modalidad canaria el andaluz
oriental que el andaluz occidental.

Omisión absoluta de la consonante /r/ o /l/. Cuando dados determinados


significantes, la /r/ y la /l/ son finales de este significante, tanto si la palabra es aguda
como si es llana, cae esta consonante final. Ej. túne por ‘túnel’; cráte por ‘cráter’.

La /d/ intervocálica cae en los contextos en los que suele hacerlo en todo el
mundo hispánico. Cuando hay más de una /d/ intervocálica, cae la que pertenece a la
sílaba no acentuada, por ejemplo, medía por ‘medida’; ladeao por ‘ladeado’.

En Andalucía la pérdida de la /d/ intervocálica en los participios en –ido, de la


segunda y tercera conjugación, puede resultar culta en situaciones coloquiales o
semiculta. Por lo que todas las valoraciones de los distintos fenómenos no son las
mismas en las distintas comunidades de habla. Esto también ocurre con los sustantivos
terminados en –ido, por ejemplo, rugío por ‘rugido’.

5 Se ha dicho que la /s/ de la isla de El Hierro es coronal plana

55
El debilitamiento de la /d/ intervocálica es un fenómeno de toda la historia de la
lengua desde el latín. En todas las hablas populares y, en ocasiones, en los hablantes
cultos, esa /d/ intervocálica cae.

En Andalucía se produce también la pérdida de /n/ implosiva delante de


aspiración explosiva, por ejemplo, naraja por ‘naranja’; ágel por ‘ángel’; bejamín por
‘benjamín’, etc.

La aspiración de la /s/ implosiva es la norma en Andalucía excepto en las zonas


donde la aspiración se pierde a favor de un alargamiento de la vocal. Esta aspiración
procede tanto de ‘s’ como de ‘z’ ortográfica. El proceso de aspiración en las zonas de
Andalucía donde la solución es la aspiración y no la abertura de la vocal está más
avanzado que en Canarias, pues aquí se conserva todavía la –s en contacto con una
vocal tónica por fonética sintáctica. Ej. losárboles; lasislas; etc.

Hay un fenómeno que resulta un tanto sutil a la hora de ser apreciado. En el


habla culta de Sevilla capital, se estaría produciendo una glotalización de la /s/
implosiva delante de las consonantes explosivas p/t/k.

Cambios provocados por la aspiración de /s/ implosiva en interior de significante


o /s/ final. Cuando la aspiración va en contacto con la serie fricativa sorda (-s + s-, f-, h)
se pierde la aspiración implosiva, por ejemplo, pisina por ‘piscina’; refriado por
‘resfriado’; defile por ‘desfile’; lohovenes por ‘los jóvenes’; dejarretar por ‘desjarretar’,
etc.

También es muy llamativo el ensordecimiento de la consonante siguiente a la


aspiración cuando esta es la consonante velar sonora /g/. Ej. las gallinas [la hayína h];
rasgar [rahar].

Pronunciación fricativa de la ch, conocida como la ch andaluza: [š]. Todo el sur


de Andalucía presenta esta ch fricativa, que se corresponde con la ch francesa, la sh
inglesa y la sch alemana a efectos de pronunciación. Es decir, pérdida del momento
oclusivo de la ch, que es africada (momento oclusivo + momento fricativo). Esto es
importante porque demuestra que el cuadro propuesto por Alarcos, donde sitúa la /s/
como sonido palatal fricativo sordo, es inexacto, ya que el sonido que debería ir ahí es
[š]. Las provincias donde es característica esta pronunciación son Cádiz, la que más
propiamente lo ha adoptado, pero también Sevilla y Málaga.

56
Este sonido, aunque un poco más amortiguado, también es propio de algunas
parcelas del español de América. Algunos de los lugares que presentan este rasgo son
Cuba, más en el oriente que en el occidente; la parte norte de México; Panamá y en la
República Dominicana.

En Argentina, sobre todo en las mujeres jóvenes, se da un ensordecimiento de la


y, por lo que confluye con la pronunciación de la ch andaluza. Por tanto, habría
situaciones de homonimia, por ejemplo, macho pronunciado por un andaluz sería igual
que mayo pronunciado por una mujer argentina joven.

CARACTERÍSTICAS GRAMATICALES DEL ESPAÑOL DE ANDALUCÍA

Andalucía pasa por ser una zona respetuosa en cuanto a los pronombres
etimológicos de tercera persona: lo, los, la, las; le, les. Ej. Vi a Juan; Lo vi. Sin
embargo, en algunas capitales andaluzas, por presión de la norma castellana, hay cierta
tendencia al leísmo de persona masculino. Ej. Vi a Juan; Le vi.

No hay una norma unificada en Andalucía por el hecho de que hay dos centros
irradiadores cuyas normas no coinciden entre sí, por un lado Sevilla y por el otro
Granada.

La parte occidental de Andalucía sustituye el vosotros por el ustedes, tal y como


ocurre en Canarias y América. En cambio, muy a menudo, se produce una solución
mixta consistente en el uso del pronombre ustedes combinado con el uso de las formas
verbales de segunda persona del plural (vosotros). Ej. ¿Ustedes vais al cine?

Aquí se conculca la regla de que el sujeto y el verbo deben concordar en género


y número. Es una especie de concordancia ad sensu, pues ustedes es referencialmente
segunda persona, aunque gramaticalmente es tercera persona.

En Andalucía se registra la construcción, incluso culta, “ustedes se vais” en el


sentido de “vosotros os vais”. No se trataría solo de usar el pronombre tónico de tercera
persona ustedes combinado con la forma de segunda persona del plural, sino también el
pronombre átono de tercera persona se.

57
Esto que sucede en Andalucía corrobora la característica de Canarias consistente
en el uso del ustedes genérico. Solo por razones pragmáticas y en determinados casos se
usa el ustedes como señal de respeto.

Otra característica del español de Andalucía consistiría en utilizar en las formas


de imperativo para la persona ustedes/vosotros las formas terminadas en –se o- θe. Ej.
“sentarse y decirme lo que queréis” por “sentaos y decidme lo que queréis”; “venga,
sentarse y callarse” por “venga, sentaos y callaos”.

Algunos rasgos, probablemente de menor entidad, serían, por ejemplo, el cambio


de género de algunos sustantivos como la calor por el calor; otra característica consiste
en que en las construcciones del tipo “se me cayó el libro” o “se te puso la cara roja” es
bastante frecuente la dislocación de lo pronombres, de modo que queda “me se cayó el
libro” o “se te puso la cara roja”. Este es un rasgo negativo sociolingüísticamente.

Finalmente, en Andalucía hay una construcción, que también se da en Canarias,


es el uso del verbo haber en lugar del verbo hacer con complementos temporales. Ej.
“Hay años que no lo veo” en lugar de “Hace años que no lo veo”.

CARACTERÍSTICAS LÉXICAS DEL ESPAÑOL DE ANDALUCÍA

El léxico andaluz está poco estudiado, pues en las universidades andaluzas se


han dedicado más al estudio de gramática y fonética. Esto, sumado a que Andalucía es
una región grande, que hace complicada la realización de encuestas. Existe el Atlas
lingüístico y etnográfico del español de Andalucía (ALEA) y el Tesoro léxico de las
hablas andaluzas, de Manuel Alvar. También destaca el Vocabulario andaluz de
Antonio Alcalá.

El léxico andaluz tiene un componente árabe muy importante, debido a la


presencia durante siglos de los árabes en Andalucía, algo que también es palpable en
otros terrenos como la arquitectura, las obras hidráulicas, etc. De hecho, la toponimia de
Andalucía está plagada de arabismos. Ej. Guadalquivir. Lo normal es que los préstamos
sean sustantivos, pero el árabe ha prestado verbos, adjetivos, preposiciones, etc. al
español, lo que demuestra su gran influencia. Ej. hasta.

También hay un léxico muy importante de origen leonés. La famosa


Reconquista se consolidó en el siglo XIII, es decir, dos siglos antes que en Granada. El

58
rey Fernando III llevó a cabo, una vez conquistó la parte occidental de Andalucía, llevó
a cabo una repoblación como consecuencia de la expulsión de los mudéjares, pues se
produjo un despoblamiento que conllevaba grandes repercusiones económicas. La gente
que repobló esta zona procedía de Castilla y del reino de León, es decir, de todo el
occidente peninsular.

Esto provoca que no sepamos el origen de muchos occidentalismos presentes en


el español de Canarias, pues pueden haber venido directamente del Occidente
peninsular o del andaluz, una vez ya estaban aclimatados. Por ejemplo, la palabra peje o
la palabra lamber son occidentalismos, pero no sabemos si vienen directamente del
leonés o vinieron a Canarias a través del andaluz.

Tiene mucho léxico arcaico, pues Andalucía, dentro de la Península, es una zona
periférica, por lo que es normal que sea más conservadora que las zonas metropolitanas.
Por ello hay palabras del tipo búcaro, babucha, antier, etc. También hay un componente
importante de origen gitano o romaní, algunas de las cuales han pasado al léxico de
Andalucía.

TEMA 8

EL ESPAÑOL EN LAS REGIONES BILINGÜES

En las tres comunidades los estudios acerca del español de esas regiones no
abundan, aunque sí hay muchos trabajos sobre el gallego, el catalán y el euskera,
además de trabajos de corte sociolingüístico que tratan las relaciones entre esas lenguas
con el español.

En el caso de Galicia, el objetivo es dar cuenta de las características propias del


español de Galicia que se explican por las interferencias del gallego. El gallego y el
portugués son históricamente lo mismo, pero, actualmente, el portugués ha
evolucionado mucho en Portugal, sobre todo fonéticamente, por lo que se trata de
lenguas distintas.

Frente al País Vasco y Cataluña, que han sido históricamente regiones receptoras
de inmigrantes, Galicia ha sido una región emisora de inmigrantes. De hecho, en parte
de América a los españoles se les llama gallegos, por el inmenso número de gallegos
que emigraron allí.

59
Galicia era una zona cuyas dos terceras partes hablaba gallego, especialmente en
las zonas rurales. Los hablantes mayores y los habitantes de zonas rurales son hablantes
gallegos.

Entre los años 50 y 90, la situación era que el castellano tenía mucho más
prestigio por ser urbano y ser la lengua de la mayor parte de los que se dedicaban a la
administración, en muchos casos no gallegos, y también por ser la lengua de la escuela
y de la Iglesia. Actualmente, se ha reivindicado el gallego como seña de identidad de la
comunidad autónoma de Galicia.

El español fue, pues, históricamente una lengua más prestigiosa que el gallego,
que se consideraba una lengua rural. La realidad idiomática muestra que el gallego era
propio de las zonas rurales, mientras que en las zonas urbanas se alardeaba de conocer y
utilizar el español.

El gallego se ha ritualizado, pues, en determinados foros, estaba mal visto o era


políticamente incorrecto hablar el español. Debido a esto, muchos gallegos lo conocen
de forma precaria, porque su primera lengua es el español; pero por razones políticas
muchos gallegos se han visto obligado a aprender un gallego ritualizado, pero no se
sienten cómodos hablándolo. Así, el gallego está retrocediendo en muchas zonas.

Vamos a hacer una descripción del español en cuanto lengua de los


hispanohablantes de Galicia, influido por el gallego, pero no desde el punto de vista de
los gallegohablantes que conocen el español de forma precaria.

Hay un rasgo llamado geada o gheada, que consiste en el cambio del fonema /g/
por el fonema /x/. Pero esta es una particularidad de los gallegohablantes cuando hablan
español, pero no es un rasgo propio o general del español hablado en Galicia. También
hay un seseo en el gallego occidental, un rasgo que también proyectan al hablar español
precariamente los hablantes nativos de gallego. Sin embargo, estos no son los rasgos
que nos interesan en este tema.

PECULIARIDADES FONÉTICAS DEL ESPAÑOL DE GALICIA

Algo que llama mucho la atención del español hablado en Galicia es la


entonación. En gallego, los enunciados presentan una línea ascendente-descendente, al

60
contrario que en español, por lo que en el español de Galicia, por influencia del gallego,
se observa una entonación ascendente-descendente.

En segundo lugar, en el español de Galicia se tiende a cerrar enormemente la -o


en posición final (cuando el significante termina en –o), hasta el punto de que se puede
llegar a confundir con una u, pese a que no es una u neta.

En tercer lugar, hay una tendencia a reducir los grupos consonánticos cultos de
forma que la consonante primera, es decir, la implosiva, de ordinario, se suprime. Ej.
‘retor’ por ‘rector’; ‘corruto’ por ‘corrupto’; ‘manífico’ por ‘magnífico’; etc. También
puede ocurrir que el elemento consonántico implosivo no desaparezca, sino que se
vocaliza. Ej. calefaición por ‘calefacción’. Estos rasgos se dan también en La Palma,
probablemente por influencia gallega.

PECULIARIDADES GRAMATICALES DEL ESPAÑOL DE GALICIA

Lo más llamativo es el uso generalizado de los sufijos diminutivos –iño, -iña. Ej.
Pepiño, Pepiña, flojiña, etc. Este rasgo también se da en la isla de La Palma,
probablemente, una vez más, por influencia del gallego.

En segundo lugar, se usan las formas verbales dea y estea para las formas ‘dé’ y
‘esté’ del presente del subjuntivo por influencia del gallego. La consideración social de
estas formas es muy baja, es decir, es un rasgo privativamente popular.

En tercer lugar, en el castellano de Galicia hay mucha transferencia de género


del gallego al español, en el sentido de que el género de determinadas palabras del
gallego, que son las mismas que las del español pero con distinto género se imponen.
Ej. el sal en lugar de ‘la sal’; el víspera en lugar de ‘la víspera’; la doblez en lugar de ‘el
doblez’; unas azotes por ‘unos azotes’, etc. Estas palabras que pertenecen a distintas
lenguas, pero tienen un mismo origen etimológico se denominan cognados.

También es frecuente el uso concordado del adverbio medio, es decir, uso


adjetivizado del adverbio medio. Ej. fruta media madura por ‘fruta medio madura’;
calcetines medios rotos por ‘calcetines medio rotos’; etc. El único lugar de la Península
donde se da es en Galicia por contacto con el gallego. También se registra en los niveles
populares de Canarias e Hispanoamérica.

61
En quinto lugar, tenemos la ausencia de las formas compuestas en el castellano
de Galicia, lo que es su rasgo gramatical más característico. Esto ocurre por influencia
del gallego. Ej. cuando tú llegues ya yo salí por ‘cuando tú llegues, yo ya habré salido’;
como no me contestó, pensé que saliera por ‘pensé que había salido’; etc. Esta
peculiaridad llama más la atención en la oposición pretérito indefinido – pretérito
perfecto compuesto. Ej. El Depor jugó bien por ‘El Depor ha jugado bien’.

Razón apodíctica: todo lo que se da en la lengua ha acreditado su funcionalidad

En sexto lugar, uso de las formas cantara, que tienen apariencia de imperfecto
del subjuntivo, con valor de pluscuamperfecto de indicativo. Ej. nos dijo que llegara la
semana pasada en lugar de ‘nos dijo que había llegado la semana pasada’; cuando nos
dimos cuenta ella ya se fuera por ‘cuando nos dimos cuenta ella ya se había ido’; etc.

En séptimo lugar, uso de las formas cantara con valor de cantó, es decir, con
valor de pretérito indefinido. Ej. Qué bien lo pasaramos aquel verano por ‘Qué bien lo
pasamos aquel verano’. Este rasgo también se da en la isla de La Palma, como ocurre
con muchos de los rasgos que hemos comentado. Esto se debe a que La Palma es una
isla muy aportuguesada, además de muy americanizada.

En octavo lugar, es muy común el uso de ‘tener + participio’ con valor


reiterativo. Esta construcción no es extraña al español, pero en el español de Galicia es
tan frecuente que hace pensar en una influencia del gallego, donde esto es totalmente
normal e idiosincrático. Ej. te lo tengo dicho; lo tengo comprobado; etc.

Hay una construcción que llama mucho la atención que es ‘hube + de +


infinitivo’ con el valor de ‘estuve a punto de…’ Ej. Tropecé en la alfombra y hube de
caer por ‘Tropecé en la alfombra y estuve a punto de caer’.

En décimo lugar, hay una diferencia clara entre el gallego y el español en cuanto
a las construcciones pronominales. Así, construcciones que son pronominales en
español, pero en gallego no, se vuelven no pronominales en el español de Galicia. Ej.
‘esa fruta va a pudrir si la dejas ahí’ por ‘esa fruta se va a pudrir si la dejas ahí’; ‘el
árbol secó’ por ‘el árbol se secó’; ‘Juan casó muy joven’ por ‘Juan se casó muy joven’;
etc.

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Es también característico el uso de ‘más nada’ en lugar de ‘nada más’ por
influencia también del gallego. En cambio, esto no sucede con ‘nunca’, ya que en
gallego se dice ‘nunca mais’, por lo que no puede haber interferencia.

PARTICULARIDADES DE CARÁCTER LÉXICO

La pertenencia del gallego al grupo de lenguas románicas al que pertenece el


castellano favorece que palabras gallegas hayan pasado al español de Galicia. Por
ejemplo, ‘sentir’ en el sentido de ‘oír’; vertedero en el sentido de ‘fregadero’; tina en el
sentido de ‘barreño’; pota en el sentido de ‘olla’; esgarrar en el sentido de ‘escupir’;
pargo en el sentido de ‘bobo’; toro en el sentido de ‘rodaja’; sacar en el sentido de
‘quitar’; quitar por ‘sacar’; riego por ‘surco’, etc.

EL ESPAÑOL EN EL PAÍS VASCO

Lo primero que hay que señalar es que el español y el vasco no pertenecen a la


misma familia lingüística, de hecho, hay muchos problemas para la filiación del vasco o
euskera. Por tanto, las relaciones de estas dos lenguas no serán tan obvias como en el
caso del gallego.

PARTICULARIDADES FONÉTICAS

Desde siempre se ha subrayado la coincidencia fundamental de la fonología del


vasco y del español. Hay una hipótesis según la cual el fonetismo del español procede
de la pronunciación del latín por parte de vascófonos. La sustancial coincidencia
fonológica fundamental pervive en la actualidad.

Tanto en el español de País Vasco como en el propio vasco, el yeísmo está


generalizado, aunque su implantación absolutamente general está un poco más retrasada
que en otras zonas de la parte norte peninsular. Es decir, el proceso, si bien está muy
avanzado, no está tan consolidado como en Castilla, etc.

El vasco comparte con el español el uso de la vibrante múltiple /r/ al comienzo


de significante. También es común la elisión de la dental sonora /d/ en los participios en
–ado. Este rasgo no es exclusivo del País Vasco, pero está tan generalizado que, muy a

63
menudo, producto de la elisión se produce luego un diptongo. Ej. cantau en lugar de
‘cantao’. Esto se explica por el hecho de que el vasco tiene una gran tendencia a la
diptongación.

El contacto prolongado de las dos lenguas, ha favorecido la aparición de una


consonante semejante a la ch andaluza, [š], en casos en los que el español no presenta
esta consonante, sino una [s]. Esto es utilizado por los hablantes de otro lugares para
buscar un efecto risorio o burlesco. Ej. shupongo en lugar de ‘supongo’; cashero en
lugar de ‘casero’; etc.

También es característica la intensidad de las vibrantes, tanto la simple como la


múltiple.

PARTICULARIDADES GRAMATICALES

Se producen algunos calcos sintácticos, por ejemplo, en lugar de ‘Carmen


vendrá’ se dice ‘Carmen es de venir’, que en euskera se dice ‘Carmen etortzekoa da’
(‘Carmen-venir-de-es’).

En segundo lugar, es atribuible al español del País Vasco, por influencia del
euskera, la aparente neutralización del sentido temporal y afirmativo de la partícula ya.
De modo que ‘Mikel ya viene’ (‘Mikel badator’) puede significar ‘Mikel viene ahora-
ya’ o ‘Mikel sí viene’.

En tercer lugar, en el español del País Vasco hay una tendencia a usar la forma
verbal potencial o condicional en lugar de la forma subjuntiva propia del español tanto
en oraciones condicionales (ej. Si alguien nos habría dicho…) como en subordinadas
completivas (ej. le pidió que vendría…). En realidad, esta característica va más allá de
lo que estrictamente es la zona vascófona, por ejemplo La Rioja o Navarra, razón por la
cual vale una doble interpretación: o es una irradiación del vasco hacia zonas no
vascófonas o no tiene nada que ver con el vasco.

64
En cuarto lugar, en el español del País Vasco tiene una solidez evidente la
distinción pretérito indefinido – pretérito imperfecto, pues también existe esta
distinción, de forma nítida, en vasco. Ej. etorri nintzen ‘vine’ – etorri naiz ‘he venido’.

En quinto lugar, en la morfología nominal (sustantivos y adjetivos) se sigue


utilizando en bastante mayor medida que en español la intensificación del significado a
base de repetir una palabra. Ej. el café está caliente caliente. Este rasgo se produce con
una frecuencia estadística muy alta, lo que hace pensar que es una influencia del vasco.

En sexto lugar, y este es el rasgo más importante de la interferencia entre el


vasco y el español, se produce la frecuente ausencia de pronombres personales de objeto
directo allí donde en el español general tales pronombres están siempre presentes. Ej.
¿te pongo? en el sentido de ‘¿te lo pongo?’; no rompas, ¿eh? en el sentido de ‘no lo
rompas, ¿eh?’; ¿pones en duda o qué? por ‘¿lo pones en duda o qué?’. Cuando en los
contados casos en los que el pronombre de objeto directo se explicita, la norma es el
leísmo. Se dice que el origen del leísmo en español procede del vasco. Este leísmo es un
leísmo de persona, tanto masculino como femenino. Ej. Vi a María  Le vi (‘la vi’).
Así, los hispanohablantes vascos perciben el uso del pronombre la como objeto directo
como un caso de laísmo.

Otro rasgo propio del español del País Vasco es la ausencia o inexistencia del
pronombre posesivo junto a nombres de parentesco. Ej. Pues a mí la hija me ha avisado
por ‘Pues a mí mi hija me ha avisado’; El hijo vino ayer de Madrid por ‘Mi hijo vino
ayer de Madrid’.

La influencia del español en el vasco es mucho mayor, neta y determinante que


la influencia del vasco en el español. Esto se debe a que la lengua vasca es menos sólida
y menos potente que el español. Cuando una lengua influye en otra, lo hace en las capas
más superficiales de la lengua, ya que los aspectos intrínsecos y fundamentales del
idioma no se dejan influir.

INTERFERENCIAS LÉXICAS

Entendemos aquí préstamos del vasco al español. Por ejemplo, erraldes en el


sentido de ‘autosuficiente, ostentoso’, hamalan en el sentido de ‘fanfarrón, satisfecho’,
ir hecho un baldarra por ‘ir desatendido o mal vestido’, zulo por ‘agujero, cubil,

65
escondrijo’, tiene una saltara por ‘está mal de la cabeza’, talde por ‘grupo’, gela por
‘aula’, bilera por ‘reunión’, etc.

Euskalsandia es el organismo que regula la lengua vasca y funciona desde hace


relativamente poco tiempo. Por esto, hay una gran diversificación del vasco en las
distintas zonas dialectales, de ahí, que estas palabras se pronuncian de forma distinta en
los distintos lugares.

EL ESPAÑOL DE LAS ZONAS CATALANÓFONAS

J. L. Blas Arroyo, “El español actual en las comunidades del ámbito lingüístico
catalán” en Historia de la lengua española, Rafael Cano Aguilar (coord.), Ariel,
2005.

Los hablantes catalanófonos son en torno a trece millones. El catalán se emplea,


obviamente, en las cuatro provincias de Cataluña (Tarragona, Barcelona, Lérida y
Gerona), pero también se habla el catalán, aunque se le da el nombre de valenciano por
motivos políticos, en toda la franja oriental de la Comunidad Valenciana, por lo que la
parte occidental es tradicionalmente hispanohablante.

Asimismo, se habla en las Islas Baleares, con una modalidad concreta en cada
una de ellas; en una franja oriental de Aragón, en la zona del Rosellón de Francia (razón
por la cual Francia no está nada satisfecha con las realidades independentistas de
Cataluña), aunque solo lo habla el 3-4% de la población; también es de habla catalana el
principado de Andorra; se habla de forma declinante en una ciudad de la isla de Cerdeña
llamada Alguer. Está considerada la lengua nº 75 en el ránking de lenguas en cuanto a
hablantes nativos.

A continuación veremos las modalidades de interferencia6 que en las zonas


catalanófonas se producen desde el catalán al español. En primer lugar, hay una
modalidad de interferencia que podríamos llamar subestimación y que consiste en que
los hablantes de una lengua receptora, en este caso el español, dejan de realizar
oposiciones funcionales existentes en ella a partir de lo que ocurre en la lengua
prestataria o modelo, en este caso el catalán. Ej. En catalán la o de la sílaba átona tiende

6 Según Weinrich. También se puede hablar de marcas transcódicas (G. Lüdi) y de otros conceptos.

66
a convertirse en u, razón por la cual hay hispanohablantes de Cataluña, muy a menudo
bilingües, que dicen convergencia por ‘convergencia’.

De la misma manera, como en catalán no hay fonema /θ/, en algunos hablantes


de Cataluña hay un seseo, es decir, se proyecta la no existencia de la z en catalán cuando
se habla en español. Los payeses, es decir, campesinos catalanes presentan este seseo.

En el plano de la gramática, por ejemplo, se observa que en el español de las


zonas catalanófonas tiene una notable presencia estadística la construcción haber + de
+ infinitivo, en contra de lo que sucede en español, cuya perífrasis obligativa es tener +
que + infinitivo. Como quiera que esta construcción es muy frecuente en catalán, es
muy habitual que los hablantes de español de Cataluña utilicen esta forma, muy poco
frecuente en español. Ej. Su hija ha de ser más trabajadora.

Los paradigmas tripartitos de los deícticos este, ese, aquel o aquí, ahí, allí son
bipartitos en catalán. En cambio, el catalán en Valencia no sufre esta reducción, lo que
sí sucede en Cataluña y las Islas Baleares. Es muy raro escuchar en esas zonas la forma
ese y la forma ahí, que son las intermedias.

Como la forma baix significa tanto ‘bajo’ (prep.) como ‘abajo’ (adv.), en las
zonas catalanófonas donde se habla español, de ordinario se simplifica la distinción en
favor de bajo, por lo que no hay distinción bajo/abajo. Esto se produce en todas las
zonas catalanófonas con excepción de Cataluña.

En el léxico hay numerosos ejemplos de subestimación. Por ejemplo,


desaparecen las distinciones entre los siguientes pares de palabras a favor del primer
miembro: morro / hocico; vidrios / cristales; costilla / chuleta; pez / pescado; bonito /
guapo; tirar / echar; etc. Esto se debe a que en catalán no existe esta distinción léxica.
Obviamente, el catalán hace distinciones que no hace el español.

Otra modalidad es la interferencia por sobreestimación, que consiste en que la


lengua receptora realiza distinciones estructurales ausentes en su sistema pero presentes
en la lengua prestataria o modelo. Por ejemplo, el hispanohablante catalán realiza la
distinción fonética de variantes abiertas y cerradas de /e/ y /o/ tónicas.

También hay una distinción clara en el léxico entre las palabras trabajo / faena,
a imitación de lo que sucede en catalán. En español, faena tiene un uso mucho más

67
restringido que trabajo, en cambio, en catalán ocurre justamente lo contrario. Por tanto,
las palabras trabajo y faena en las zonas catalanófonas suelen repetir el esquema del
catalán, es decir, se usa trabajo de forma restringida y faena de forma general. Ej.
Hacía la faena de la escuela muy pronto.

Otro modelo de interferencia es el que denomina reinterpretación y que


consiste en que los elementos de la lengua receptora, en este caso el español, dejan de
oponerse a través de rasgos patrimoniales y pasan a hacerlo a partir de otros que
reproducen el modelo de la lengua prestataria. Por hermanas que sean dos lenguas, esto
no significa que no haya diferencias estructurales muy importantes entre ellas.

Este es un problema de deixis espacial, un aspecto que cada lengua organiza de


un modo peculiar. Esto sucede entre ir / venir y llevar / traer. Ir se contempla desde la
perspectiva de la primera persona, mientras que venir es espacio de la segunda y la
tercera persona. Esto, sin embargo, no ocurre así en el caso de la segunda persona en
otras lenguas. Así, podemos ver un extranjero que, estando en otro lugar, diga “Mañana
vengo a tu casa” en lugar de “Mañana voy a tu casa”. Lo importante es la convención
semántico-deíctica que subyace en los verbos.

En español, ir y llevar son ‘término del movimiento en el espacio de la 2ª y la 3ª


persona’; mientras que venir y traer son ‘término del movimiento en el espacio de la 1ª
persona. En cambio, en catalán, los pares son anar / venir y dur / portar. Anar y dur
significan ‘término del movimiento en el espacio de la tercera persona’, mientras que
venir y portar son ‘término del movimiento en el espacio de la 1ª y la 2ª persona’. El
hablante catalanófono reinterpreta los verbos españoles con el sentido de deixis espacial
que tienen en catalán.

El catalán tampoco distingue entre el verbo ser y estar. De hecho, solo el


portugués y el español hacen esta distinción. En el español de las zonas catalanófonas se
suele decir: “Mamá es a casa de la abuela” en lugar de “Mamá está en la casa de la
abuela”; “el pan es a la mesa” por “el pan está en la mesa”.

A propósito de ser y estar hay que hacer la siguiente salvedad. El catalán está
lleno de españolismos o castellanismos, entonces la distinción ser/estar en español es
tan fuerte en español que, en muchas zonas catalanófonas, se hace esta distinción
hablando en catalán.

68
Un cuarto modelo de interferencia entre el catalán y el español en las zonas
catalanófonas donde se habla español es la llamada interferencia por sustitución. Puede
enunciarse en los siguientes términos: un elemento normal de la lengua receptora
(español) resulta sustituido mecánicamente por otro tomado de la lengua prestataria
(catalán). Por ejemplo, es famosa la /l/ velarizada del catalán, por lo tanto, en las zonas
catalanófonas, se pronuncia esta /l/ velarizada cuando se habla español. Otro rasgo es la
sonorización de /s/ ([z]) por fonética sintáctica en contextos intervocálicos. Ej. los
amigos  lo[z]amigos.

En el plano gramatical habría una influencia por sustitución cuando es


reemplazado el presente de subjuntivo por el futuro de indicativo en oraciones
subordinadas temporales. Ej. ‘cuando vendrás, iremos al cine’ por ‘cuando vengas,
iremos al cine’.

Se tiende a utilizar el cuantificador todo/toda con valor adverbial con un sentido


equivalente al que adquiere el adverbio muy. Ej. ‘Juan estaba todo preocupado por lo de
su padre’ por ‘Juan estaba muy preocupado por lo de su padre’. Esta diferencia está
relacionada con los procesos elativos, superlativos o hiperbolizadores.

Finalmente, dentro de esta modalidad de interferencia, por influencia mecánica


del catalán el verbo hacer sustituye a otros verbos más comunes en español en tales
casos. Ej. ‘hacer tarde’ por ‘llegar tarde’; ‘hacer miedo’ por ‘dar miedo’; ‘hacer buena
cara’ por ‘tener buena cara’.

En quinto lugar, tenemos la interferencia por importación, que se produce


cuando la lengua modelo (catalán) transfiere a la lengua receptora un elemento o
estructura ajenos a esta. En el catalán se tiende a decir ‘¿Que tienes frío?’ por ‘¿tienes
frío?’; ‘tienes frío, ¿no?’, con un que expletivo. Otro ejemplo es el representado por la
presencia del artículo determinado frente a nombres propios de persona, normalmente
de pila o hipocorísticos, ya sea masculino o femenino. Ej. el Pep, la Montse.

En sexto lugar, tenemos la interferencia por pérdida, que se produce cuando


desaparecen ciertos elementos patrimoniales de la lengua receptora (español) como
consecuencia de la falta de equivalentes en la lengua prestataria (catalán). Ej. ‘Tengo el
carné de conducir siete años’ por ‘Tengo el carné de conducir desde hace siete años’.
Otro ejemplo se produce en relación con la forma cuyo, que no existe en catalán. Ej.

69
‘Hablé con una chica cuya madre trabaja conmigo’ por ‘Hablé con una chica la madre
de la cual trabaja conmigo’. En catalán no existe una forma mecánicamente equivalente
a cuyo. Esto no significa que ‘la madre de la cual’ sea una forma extraña al español.

En último lugar, habría una interferencia por mantenimiento, que es el proceso


inverso al de la pérdida. Ej. Las formas flexivas del futuro en las zonas catalanófonas
presentan una significativa vitalidad como consecuencia de lo que sucede en catalán. En
español, el futuro flexivo o morfológico ha ido perdiendo terreno a favor de las formas
perifrásticas o el presente, pero esto no es así en el español de las zonas catalanófonas.
Por ejemplo, en un bar dicen ‘¿Me pondrá usted una cerveza?’ por ‘¿Me pondría usted
una cerveza?’.

TEMA 7

EL EXTREMEÑO Y EL MURCIANO

Antes de nada cabe aclarar tres términos que se dan a propósito del extremeño y
el murciano, y otro a propóstio del gallego. Estos término no son admitidos por los
dialectólogos “serios”, pues sería algo así como identificar el español de Canarias con el
habla del mago o persona iletrada.

El castúo es un término que hace referencia a la forma de hablar más tradicional


de los extremeños. Lo puso en circulación un poeta extremeño llamado Luis Chamizo
para aludir a la manera de hablar más tradicional de Extremadura. No podemos
identificar el español de Extremadura con el castúo, pues este se circunscribe a un
determinado grupo de la sociedad.

Con el panocho ocurre lo mismo, hace referencia a la forma tradicional de habla


de Murcia. Hay una tendencia nada científica que consiste en identificar la variedad
lingüística de Murcia con el panocho. Sin embargo, el término panocho se circunscribe
a un determinado grupo de la sociedad, el habla popular.

En el caso del castrapo, se trata de una mezcolanza de lenguas en Galicia. Se


caracteriza por el uso de estructuras mixtas entre el gallego y el español. Viene a ser una
especie o inicio de pidgin, que no prospera porque no posee un medio adecuado.

Tanto a propósito de la modalidad lingüística extremeña como de la murciana, se


ha empleado la etiqueta de “hablas de tránsito o de transición” (Zamora Vicente). Esta

70
etiqueta se emplea en dos sentidos: por un lado, son hablas que conectan o están a
medio camino entre las modalidades del español septentrional y las modalidades
meridionales. Por otro lado, también representan hablas de tránsito entre el leonés y el
castellano (Extremadura) y entre las hablas castellanas y las aragonesas y catalanas
(Murcia).

EL EXTREMEÑO

El extremeño se trata de una modalidad poco estudiada, sobre todo si lo


comparamos con el español de Andalucía, de Canarias o de América. Para empezar, no
existe un Atlas, algo con lo que sí cuentan la inmensa mayoría de regiones españolas.

Los dialectólogos hablan de un alto extremeño, de un medio extremeño y de un


bajo extremeño. Durante el siglo XII, el norte de la provincia de Cáceres se dividió en
dos zonas: una zona occidental de influjo leonés y una zona oriental de influjo
castellano. Cuando Castilla y León se unifican en el siglo XIII (1230), ambas zonas se
entremezclan, pero no llegan a perder del todo su identidad primitiva. En el caso de la
zona occidental tira hacia el leonés y la oriental hacia el castellano.

La influencia portuguesa también es importante en el caso del extremeño, sobre


todo en la zona fronteriza. El caso más evidente es el representado por la localidad
pacense (Badajoz) llamada Olivenza. Más o menos sucede lo mismo en una comarca
situada al noroeste de la provincia de Cáceres.

FONETISMO

En lo referente al vocalismo cabe destacar que, en primer lugar, se produce un


cierre de las vocales finales e y o que suelen convertirse respectivamente en i y u. Se
trata de un fenómeno localizado principalmente en el noroeste de Cáceres y que está,
probablemente, muy relacionado con el portugués. Además de esto, se dan las demás
características que se dan en todas las áreas dialectales del español.

71
Los fenómenos vocálicos dignos de ser resaltados están relacionados con las
hablas populares y tienen que ver con las leyes de evolución de las lenguas tales como
la economía del lenguaje: monoptongaciones, sinalefas, etc. Pero esto no es
característico, pues se registra en todo el mundo hispánico.

En Extremadura, se mantiene la distinción entre s/θ, pero con la nota de que solo
se da esta distinción en posición explosiva, ya que en posición

ílaba se realiza una simplificación como aspiración. El escaso poder distintivo de


la oposición s/θ lo tiene en la posición explosiva, de ahí que en posición implosiva se
realice como aspiración.

Hay, anecdóticamente, algunas zonas de seseo, a pesar de que lo general sea la


distinción, en zonas limítrofes con Portugal (Alburquerque). También hay algunas
zonas anecdóticas de ceceo, en una localidad denominada Malpartida de Plasencia.

En cuanto al yeísmo, este fenómeno está bastante consolidado en Extremadura,


si bien hay algunas localidades distinguidoras entre ll/y, especialmente en el norte de la
provincia de Cáceres, también un poco en el centro-sur de esa misma provincia y en el
este. Asimismo, hay algunos núcleos de distinción en el suroeste y el noroeste de la
provincia de Badajoz.

La realización de la /y/ producto del yeísmo puede ser de dos tipos: una
realización cercana a una ch relajada, por lo que se trataría de una realización
ensordecida; y una segunda variante [ž] que se presenta como notablemente rehilada.
Esta última variante se produce en el centro-sur de la provincia de Cáceres, así como en
el norte y centro de la provincia de Badajoz. El rehilamiento es una realización palatal,
fricativa, sonora, tensa y estridente, aunque la propia de este lugar es menos tensa que la
rioplatense.

Otro rasgo que comparte con otras variedades del español es la neutralización de
alveolares l-r en posición implosiva. Se produce mayoritariamente a favor de /r/, es
decir, rotacismo, aunque hay islotes de lambdacismo (ej. un lugar situado al norte de la
provincia de Cáceres).

72
En los niveles populares, aunque pueden verse afectados los niveles medios, se
produce la caída de la /d/ intervocálica, como ocurre en el resto de variedades
hispánicas. Ej. ‘deo’ por ‘dedo’.

En cuanto a la aspiración, y podríamos decir que la apariencia del modo de


hablar de los extremeños, muy similar al de los andaluces, se produce por el gran
número de aspiraciones (consonantismo relajado). En las zonas más rurales se produce
la aspiración procedente de f- inicial latina; también se produce la aspiración de la –j-
castellana explosiva, por lo que no es velar, sino un breve soplo laríngeo-faríngeo, al
igual que en Andalucía, Canarias e Hispanoamérica; aspiración procedente de /s/ o /θ/
implosivas.

En cuanto a la /s/ explosiva o inicial de sílaba hay que señalar que es


mayoritariamente apical o apicoalveolar. Con esta /s/ conviven otros dos alófonos o
realizaciones que son la /s/ coronal o coronal plana y la /s/ predorsal o predorsodental.

La zona extremeña más influida por el leonés, es decir, la parte noroccidental de


la provincia de Cáceres presenta una solución –mb-, que se impone a la solución –m-.
Ej. en lugar de ‘lamer’ se dice ‘lamber’.

Como ocurre en Andalucía y en Canarias, en Extremadura se pierden las


consonantes finales sobre todo en las palabras agudas, pero también en palabras llana.
Ej. ‘mujé’ por ‘mujer’, ‘llevá’ por ‘llevar’, ‘fatá’ por ‘fatal’.

PLANO MORFOSINTÁCTICO

En primer lugar, y por lo que a los sufijos de diminutivo respecta, las formas
típicamente extremeñas son –ino / -ina y se han relacionado con el leonés, es herencia
leonesa. Están muy próximas a las formas de Asturias, con la diferencia de que en
Asturias predomina –ín / -ina. Estos sufijos se prestan a procesos de lexicalización, por
ejemplo, ‘pelín’ en el sentido de ‘poco’. También se dan las formas reduplicadas de
estos sufijos diminutivos, por ejemplo, ‘chiquinino’. Son formas expresivas que entran
en lo que algunos han llamado “gramática afectiva”.

[“Noción, emoción, acción y fantasía en los diminutivos españoles”, Amado


Alonso. Es un estudio clásico absolutamente fundamental.]

73
Con carácter general, en Extremadura no hay leísmo, laísmo ni loísmo. Hay
islotes de leísmo y laísmo en ciertas comarcas de Cáceres y alguna que otra de Badajoz.
Asimismo, está muy generalizado el uso del verbo ‘haber’ como personal, aunque este
rasgo está muy extendido en el ámbito hispánico. Ej. hubieron guerras, habían niños,
etc.

Por último, hay islotes en Extremadura de uso del artículo con el posesivo. Ej. la
mi cama. En algunas lenguas románicas esta es la solución culta, como por ejemplo en
italiano. Esto aún es rastreable como un rasgo en peligro de desaparición en hablantes
rurales, normalmente iletrados, en la provincia de Badajoz principalmente.

LÉXICO

El léxico diferencial estaría configurado por leonesismos, como por ejemplo


‘aragaña’ en el sentido de ‘espiga’; portuguesismos, como puede ser ‘afechar’ en el
sentido de ‘cerrar’; occidentalismos, que ya no solo afectan a León, sino que van desde
Asturias hasta Huelva, como por ejemplo ‘caroso’ en el sentido de ‘raspa de la piña de
millo’, ‘coruja’, ‘millo’, etc.; arcaísmos, como ‘gaveta’ en el sentido de ‘cajón’;
muchos andalucismos, sobre todo en la provincia de Badajoz, como ‘escupidera’ por
‘orinal’; ‘puño’ en el sentido de ‘puñetazo’, etc.; algunos arabismos como ‘rambla’ en
el sentido de ‘arenal’; ‘mancha’ en el sentido de ‘parte del terreno poblada de maleza’

II

EL MURCIANO

El murciano puede definirse como el “resultado del acrisolamiento de elementos


castellanos, catalanes y aragoneses”. Desde principios del s. XIV, el entonces reino de
Murcia queda definitivamente integrado en la corona de Castilla, por lo que el elemento
castellano es el predominante, sin menosprecio de otros componentes. Con anterioridad,
el reino de Murcia tuvo relación con el reino de Aragón, lo que explica el importante
número de aragonesismos léxicos. Entre los siglos del XII al XIV, hubo un
repoblamiento importante hacia la parte oriental de Murcia por parte de
catalanohablantes fundamentalmente de Cataluña. Esta es la razón por la que en la parte
oriental de la provincia de Murcia quedan restos notables, especialmente en el léxico, de
catalanismos. Amén de la interferencia obvia determinada por la linde de Murcia con
zonas catalanófonas como es la provincia de Alicante.

74
Por tanto, aunque de una manera muy sintética, ya tenemos la justificación de
por qué hay elementos castellanos dominantes, catalanes y aragoneses.

En términos convencionales lo que podemos llamar el murciano abarca toda la


provincia de Murcia pero va más allá. Así, además del perímetro propio de la
Comunidad Autónoma, el murciano se adentra en Almería, Granada, Albacete (al norte,
sobre todo Ellín) y Alicante, especialmente hacia la zona de Villena.

RASGOS FÓNICOS

Los rasgos más sobresalientes del murciano son los siguientes: en primer lugar,
el yeísmo, que está absolutamente generalizado en Murcia, especialmente entre las
personas más jóvenes. Cuando se advierte alguna distinción se trata de hablantes rurales
y de avanzada edad. Hay una cierta tendencia, como ocurría en Extremadura, a articular
la /y/ de una manera particularmente tensa que linda con una especie de condición
rehilante.

Las soluciones para la /s/ implosiva. Para empezar, se pierde como en


Andalucía, Canarias y las tierras bajas de América, se pierde ante la serie fricativa
sorda, especialmente /f/ y /s/, aunque también /x/ por fonética sintáctica. Ej. ‘defile’ por
‘desfile’. En las comarcas cercanas a Almería, la provincia con la que tiene mayor
contacto geográfico, se pierde la aspiración y se abre la vocal inmediatamente siguiente
a final de palabra.

Cuando la -s- está en contacto con una –g- implosiva (-sg-), se produce la
pérdida del primer elemento (-h-), que ensordece la –g-, por lo que solo queda la
aspiración –h- . Ej. ‘rasgar’ se pronuncia ‘rahar’.

Tal y como ocurre en muchas otras zonas, cae la –d- intervocálica en Murcia. Ej.
‘rabúo’ en lugar de ‘rabudo’; ‘vestío’ en lugar de ‘vestido’, etc. Una solución un poco
novedosa es que la –d final, que en general no se pronuncia en español, se aspira. Ej.
‘propiedah’ por ‘propiedad’.

También se da la neutralización de r-l implosiva, pero con una particularidad. En


el nivel popular, la solución puede ser tanto –r como –l, de modo que en una misma
conversación un individuo puede pronunciar arbitrariamente ‘sordá’ en el sentido de
‘soldada’, ‘farta’ en lugar de ‘culpa’ y ‘arquilal’ en lugar de ‘alquilar’. Muchos

75
dialectólogos han postulado una especie de fonema único /r/l/ que tendría dos
soluciones notablemente polimórficas, [r] o [l].

También aparece la aspiración procedente de f- inicial latina, como en muchas


zonas del ámbito hispánico. Ej. ‘jacer’ por ‘hacer’.

ZONAS DIALECTALES DE MURCIA

1) Vega del río Segura

2) La Costa

3) La comarca del Altiplano

4) La comarca del antiguo Marquesado de Villena (Alicante)

5) La zona del Noroeste

6) El valle del Guadalentín

7) Sur de la prov. de Albacete

En dialectología, de ordinario no hay correspondencia entre límites lingüísticos y


límites político-administrativos. Murcia es un claro ejemplo que confirma esta máxima
de la dialectología.

La distinción s/z es la solución genérica, pero hay zonas de seseo en la vega baja
del río Segura, cuyo origen es valenciano-catalán. Hay una pequeña zona dentro del
mapa lingüístico del murciano donde hay seseo, pero no ha nacido en el seno del
castellano, sino que ha sido fruto del contacto lingüístico con la modalidad valenciana
del catalán.

El doble sistema vocálico, sobre todo a propósito de e, o y a, afecta a la vega


media del río Segura. Se trata de una abertura vocálica en contacto con s/z como ocurre
en Granada, Almería o Jaén. No se sabe si es el murciano el que penetra en Andalucía o
si es el andaluz el que penetra en Murcia.

En la región de Cartagena se aspira la –s implosiva. En la comarca del


marquesado de Villena hay un seseo inducido por el valenciano al mismo tiempo que se
aspira la /x/ explosiva en casos como joven.

76
La zona noroccidental o noroeste es la que menos pierde la –s implosiva, pues es
la que está más cerca de Castilla. En el valle del Guadalentín, afluente principal del
Segura, cuyo centro urbano es la ciudad de Lorca, acusa una fuerte influencia lingüística
andaluza, pues hay yeísmo, pérdida de la –s implosiva y aspiración de f- inicial latina
y /x/ explosiva. Finalmente, el habla de la comarca de Ellín en Albacete y la de
Caravaca de la Cruz (Murcia) son muy parecidas.

RASGOS GRAMATICALES

En la región de Murcia se dan muchos cambios de género, especialmente en el


nivel popular y en las zonas más alejadas de las ciudades, sobre todo en los hablantes
menos letrados. Por ejemplo, suelen ser masculinos los sustantivos especie, chinche,
amodo, afoto, aradio, porción, etc. La –e final es un elemento inductor del fenómeno.
Por el contrario, son femeninos los sustantivos coñac, nácar, azúcar, anís, motocarro,
acíbar, mapa, pus, etc. También hay muchos casos de género ambiguo como, por
ejemplo, (el/la) linde, embuste, fin, olor, calor, color, etc.

En la región de Murcia se emplea el uso pleonástico del posesivo, que no es


exclusivo de la región. Por ejemplo, ‘su mujer de usted’. En tercer lugar, se utilizan las
formas de diminutivo –ico / -ica y también las formas propias del aragonés –iquio/-
iquia.

En cuarto lugar, se usa el posesivo de primera persona ‘mi’ con elipsis del
nombre de parentesco seguido el posesivo del nombre propio de pila o hipocorístico
correspondiente. Ej. ‘mi Pedro’ por ‘mi hijo Pedro’. Son razones de tipo pragmático las
que marcan el parentesco.

Apenas hay leísmo y mucho menos laísmo y loísmo, de modo que se emplean
las formas átonas de tercera persona a la manera etimológica, es decir, lo/la/los/las para
el CD y le/les para el CI o dativo.

Se dislocan a menudo los pronombres en las construcciones del tipo: ‘me se


cayó el libro’; ‘te se perdió eso’; etc. Otra característica es el uso gramaticalmente
irregular –pero muy extendido- de las formas ‘sí’ y ‘consigo’ cuando la referencia no es
tercera persona. Ej. ‘os consoláis repitiendo para sí’ por ‘os consoláis repitiendo para
vosotros’. Esta construcción se ha desmorfologizado, hay una pérdida de consciencia de
la tercera persona.

77
Se emplean las formas interrogativas ‘cuálo/cuála’ para respectivamente el
neutro y el femenino. Esto sucede también en Canarias en el nivel popular con
regularidad.

En cuanto al verbo, una de las cosas más llamativas en el nivel popular es el


hecho de que popularmente hablando se equiparan la tercera y la segunda conjugaciones
en la primera persona del plural del presente de indicativo, de forma que se dicen cosas
del tipo: *subemos, *salemos, *sufremos, etc. Con esto quedan perfectamente
distinguidas las formas del presente de indicativo con las del pretérito perfecto o
indefinido: subimos, salimos, sufrimos, etc.

Otra particularidad, también de carácter popular, son las formas del tipo
*lleguemos por ‘llegamos’ del indefinido en los verbos de la primera conjugación. Para
marcar una diferencia respecto al presente, indefinido y presente de subjuntivo
(*lléguemos). Principio diacrítico  a significados distintos debe haber formas
lingüísticas distintas. Este principio tiene fallas, lo que provoca polimorfismo.

Se emplean las formas del verbo haber para el subjuntivo ‘haiga’, que son
analógicas con, por ejemplo, caiga, ponga, tenga, oiga, etc. Por tanto, vemos que
responden a un patrón.

Se dan mucho los gerundios analógicos del tipo *riyendo por analogía con
gerundios como leyendo, cayendo, etc. A veces hay una solución intermedia en la que
no se sabe si se dice *riyendo o riendo.

Se da el uso concertado del verbo ‘haber’, que es impersonal. Ej. ‘habían fiestas’
por ‘había fiesta’. Asimismo, se de la preposicionalización de ca en frases del tipo ‘voy
ca mi madre’. En estos contextos ca se convierte en una preposición al modo francés: Je
suis chez Pierre.

RASGOS LÉXICOS

Normalmente, cuando hablamos del léxico, hablamos del léxico diferencial.


Dentro del léxico diferencial de todas las variedades el capítulo más importante es el
relacionado con la creación propia de las comunidades correspondientes mediante la
derivación y la composición, además de la metáfora y la metonimia.

78
Lo normal es que cuando se hable del léxico diferencial se hable de palabras que
tienen que ver con el contacto de lenguas. Hecha esta salvedad, el léxico diferencial
murciano estaría formado por catalanismos, arabismos y aragonesismos.

Los catalanismos se explican, por un lado, por la repoblación de la parte oriental


de Murcia (s. XII-XIV) y, por otro lado, porque estas unidades pasaron al aragonés y
del aragonés al murciano. Esto explica la presencia de un número nutrido e importante
de catalanismos en Murcia. Por ejemplo, la palabra bajoca ‘judía verde’; chulla ‘trozo
de carne’; gemecar ‘gemir’; melsa ‘bazo’; trenque ‘dique fluvial’; pansido ‘(fruta)
pasada’; etc.

En cuanto a los arabismos, existe la palabra alarbe ‘hombre inculto, tosco’; zafa
‘jofaina, palangana’; etc. También destacan los arabismos relacionados con el terreno de
la agricultura y de la hidrología.

En cuanto a los aragonesismos, hay que destacar que Murcia perteneció al reino
de Aragón. Por ejemplo, la palabra tabilla ‘vaina de las leguminosas’; ses ‘extremo final
del intestino’; parrel ‘cierta variedad de uva’; riso ‘risa apacible’; esclafar ‘romper,
quebrantar, estrellar’ (catalanismo que pasó al murciano a través del aragonés); etc.

TEMA 5

EL ESPAÑOL EN LA PENÍNSULA IBÉRICA

Como quiera que prácticamente todas las modalidades septentrionales del


español tienen muchísimas similitudes entre sí, haremos una descripción relativamente
telegráfica de cada una de las modalidades.

EL ESPAÑOL DE CANTABRIA

El español de Cantabria está poco estudiado. En realidad, hasta los años 70, con
la obra de Ralph J. Penny, lingüista británico, titulada El habla pasiega: ensayo de
dialectología montañesa prácticamente no existía como tal la dialectología de
Cantabria, aunque había pequeños artículos, etc.

El español de Cantabria cuenta con un Atlas promovido en los años setenta por
Manuel Alvar y, finalmente, se publicó en 1995. Se conoce con el nombre de ALECant.

79
En Cantabria hay dos zonas claramente diferenciadas, una es la parte occidental, que
tiene claro contacto con Asturias y el resto de Cantabria que tiene características más
propiamente castellanas.

En cuanto al vocalismo, es muy característico de Cantabria el cierre de las


vocales finales o en u y el de la e en i. Ej. hoyu, lomu, humu, etc. y lechi, buitri, etc. De
estos dos fenómenos, el primero es el más determinante, especialmente en la zona
occidental, es decir, la forma limítrofe con Asturias.

En segundo lugar, y por lo que respecta a la metafonía –vocal que contagia de su


timbre a otras vocales próximas–, se oye, por ejemplo, caldiru por ‘caldero’, se cierra la
-o >- u, pero, por metafonía, la –e- > -i-; truinu por ‘trueno’; puyu por ‘poyo’; añu
peseu por ‘año pasado’. Esto ocurre en el habla popular y arrusticada.

Es muy común la destrucción de hiatos para convertirlos en diptongos, pues


requieren menor esfuerzo articulatorio. Esto es una tendencia general del español, pero
está muy acentuada en el español de Cantabria. Ej. antiojeras por ‘anteojeras’; tualla por
‘toalla’; almuhada por ‘almohada’; trairé por ‘tareré’; etc.

Inestabilidad de las vocales en posición átona. Ej. estilla por ‘astilla’, restrojo
por ‘rastrojo’.

En cuanto al consonantismo, en Cantabria se da la aspiración de f- inicial latina


con una productividad altísima, como corresponde a un habla periférica. Ej. harina,
hilar, horno, humo, etc. Se da sobre todo en el occidente de la región y en el centro.

La /x-/ castellana se articula, con carácter general, como velar fricativa sorda
excepto en el cuadran noroccidental donde se aspira. En todo caso, como también hay
aspiración de f- inicial latina hay que decir que no hay una correspondencia geográfica
exacta entre esta aspiración y la procedente de /x/ explosiva. Más aún, la aspiración
de /x/ explosiva ocupa un área geográfica mayor que la de f- inicial latina.

Otro rasgo es que se pierde la –d- intervocálica especialmente en las


terminaciones –ado/-ada/-edo. En la Península, en general, puede llegar a afectar a los
hablantes cultos en conversación no esmerada.

En cuanto a la –d las cosas empiezan a cambiar. La –d acostumbra a asibilarse y


a articularse como una /θ/ en casos del tipo: [berdáθ, séθ, paréθ]. Este rasgo de

80
interdentalización de la –d final se produce especialmente en el norte y en el oriente de
la región cántabra. En cambio, en la zona occidental, la más cercana a Asturias, la
solución es el cero fonético con mantenimiento, a veces, por la liaison7.

Otro rasgo, en cuanto al yeísmo, son consumadamente yeístas el norte y el


centro de la región cántabra y es Santander capital el principal foco del yeísmo, pues
son las zonas urbanas las que irradian el fenómeno hacia las zonas rurales. El fenómeno
avanza hacia el sur como refleja el propi atlas de la región.

El yeísmo es un fenómeno fonológico, otra cosa es la solución fonética que se da


al elemento resultante de la fusión de los dos fonemas. En este caso, la solución fonética
del yeísmo puede ser la pronunciación de una vocal /i/. Ej. [pojo] (poio) por ‘pollo’.

La vibrante simple r del infinitivo cuando va seguida de un pronombre enclítico


suele perderse en el habla más popular y arrusticada. Ej. quemase en el sentido de
‘quemarse’; ponese en el sentido de ‘ponerse’; ahogase en el sentido de ‘ahogarse’.

En zonas del occidente de Cantabria quedan restos del grupo –mb-, por
influencia asturleonesa, del tipo ‘lamber’ por ‘lamer’; ‘lombo’ por ‘lomo’; etc. Otro
rasgo, también en la zona noroccidental, se aspiran la /s/ y la /θ/ de los grupos –sn- y –
zn- ortográficos. Por ejemplo, [lobéhno], [rebúhno], [fréhno], etc.

RASGOS MORFOLÓGICOS

En cuanto a la morfología del español de Cantabria, en el género hay cambio del


género normativo como sucede en todas las hablas populares. Ej. el ubre, el chinche,
etc. También hay alternancia o vacilación de género en palabras como hinchazón,
fantasma, crin, etc.

En segundo lugar, en cuanto a las formas de diminutivo, en el occidente se usan


las formas propias del asturiano –ín / -ina, aunque también hay islotes de –ito / -ita. Sin
embargo, la forma más común es la terminación –uco / -uca, que se emplea incluso con
formas hipocorísticas. Ej. maluco, etc.

Hay bastantes zonas en Cantabria donde se usan formas vos en lugar de os para
las formas átonas de la primera persona del plural. Esta es la forma antigua que aparece

7 La consonante no se pronuncia cuando va seguida de otra consonante, pero cuando va seguida de una
vocal, hay una tendencia a mantener la consonante. Ej. paré  paredes.

81
en toda la literatura clásica española. Se produce sobre todo en el oriente y en el
extremo occidental.

Asimismo, se emplean las formas –emos en lugar de –amos para el pretérito


indefinido, tal y como sucede popularmente en Canarias. Especialmente se da en
localidades del centro y del sur de la región. Ej. Hoy lleguemos pronto por ‘Hoy
llegamos pronto’.

Por otro lado, en los verbos de la segunda y tercera conjugaciones se prefieren


las formas terminadas en –era, por ejemplo, viniera, temiera, comiera, etc. frente a
viniese, temiese, comiese, etc. Sin embargo, no es así en las formas de la primera
conjugación. Ej. cantara, bailara, etc.

Se da un uso que también aparece en Asturias, del neutro de materia (nombre


impropio, pues no se puede hablar estrictamente de un neutro). Se trata de que los
adjetivos y los pronombres pospuestos se construyan en masculino. Sin embargo,
cuando van antepuestos concuerdan de forma normal. Ej. ‘Qué tela más guapo’ por
‘Qué tela más guapa’; ‘Gústame la pescadilla blanco. Lo como todas las semanas’ por
‘Gústame la pescadilla blanca. La como todas las semanas’; ‘Esa miel fino que veden en
las tiendas es muy bueno’ por ‘Esa miel fina que venden en las tiendas es muy buena’,
etc.

El uso del leísmo para personas y animales está prácticamente generalizado. Por
ejemplo, ‘Atropellé al perro’  ‘le atropellé’. En cambio, el leísmo de cosa está menos
extendido que el de personas y animales.

Por su parte, el laísmo, es decir, el uso de la/las como CI, está notablemente
extendido por toda la región. Ej. ‘la dije a María que me trajera un libro’; ‘la regalé un
libro’; etc. Tanto para aludir a personas como para aludir a animales.

Por otro lado, en todo el occidente de Cantabria se registra el uso del pretérito a
favor del pretérito indefinido por influencia de la norma asturiana. De forma tal que
prácticamente se ha eliminado el uso del pretérito perfecto. En lugar de ‘¿Has comido
ya?’ se dice ‘¿Comiste ya?’.

En Cantabria suele usarse la forma del condicional en lugar de la de imperfecto


de subjuntivo en oraciones completivas del tipo: ‘Le dijo que traería un pan’ en lugar de

82
‘Le dijo que trajera un pan’. En las oraciones condicionales se dan los tres casos
siguientes:

a) Si tuviera dinero, lo compraba (Occidente)

b) Si tendría dinero, lo compraba (Centro y sur)

c) Si tendría dinero, lo compraría (Oriente)

También se registra el uso dislocado de los pronombres personales átonos en


casos del tipo ‘Me se cayó el libro’, sobre todo en la zona oriental y en el habla popular.
Asimismo, destaca el uso de falsos posesivos del tipo ‘detrás mía’, ‘delante mío’, etc.
cuyos elementos inductores parecen ser construcciones del tipo: ‘esto es de nosotros /
nuestro’.

RASGOS LÉXICOS

El léxico cántabro está muy impregnado de palabras rurales pertenecientes sobre


todo a la ganadería, por la naturaleza económica de la región, que está orientada al
sector primario. En la parte occidental hay muchos asturianismos léxicos y la parte
oriental de algunos vasquismos y de la parte limítrofe con león de algunos leonesismos.

CASTILLA LA VIEJA

Estamos hablando de las provincias de Zamora, Salamanca, Valladolid,


Palencia, Burgos, Soria, Segovia y Ávila. La mayor parte de las características afectan a
varias o a la totalidad de las provincias. A parte de ser una región muy extensa, es una
región que cuenta con un Atlas elaborado por Manuel Alvar llamado Atlas lingüístico
de Castilla y León.

RASGOS FONÉTICOS

En cuanto al vocalismo cabe destacar la vacilación en el timbre de las vocales


átonas. Ej. sigún por ‘según’, istiércol por ‘estiércol’, nenguno por ‘ninguno’, intierro
por ‘entierro’, etc. Este rasgo es común en muchas zonas populares del mundo
hispánico.

Está muy generalizada la realización como diptongo de algunas agrupaciones en


hiato. Por ejemplo, ‘ahi’ por ‘a-hí. Pottier consideraba que ahi se diferencia de ahí en el

83
hecho de que en el primer caso la zona es difusa y la segunda está bien delimitada.
Otros ejemplos son ‘traime’ por ‘tráeme’, etc.

Reducción de diptongos y conversión de los mismos en monoptongos. Esto es


propio del nivel popular y de los usos coloquiales de los hablantes cultos. Ej. vente por
‘veinte’, frego por ‘friego’; trenta por ‘treinta’; etc.

También están presentes las típicas prótesis y aféresis. Ej. aradio, amoto, etc. y
lambrada por ‘alambrada’, sageración por ‘exageración’, etc.

En cuanto al consonantismo, en primer lugar, en toda Castilla la Vieja se


produce la caída de la –d- intervocálica especialmente ante vocal átona. Se da mucho en
los participios –ado / -ada. Así como en otras palabras como ‘lao’ por ‘lado’ o ‘prao’
por ‘prado’.

Conforme el nivel cultural del hablante desciende, la pérdida de la –d-


intervocálica va mucho más allá. Por ejemplo, laera por ‘ladera’, perdío por ‘perdido’,
etc. Finalmente, en los niveles marcadamente populares, como ocurría en el País Vasco,
a menudo se produce el cierre de la vocal final o en u, por lo que se propicia un
diptongo. Ej. pirau por ‘pirado’, cuñau por ‘cuñado’, arau por ‘arado’, etc.

La preposición de cae en ciertos contextos. Cae la –d- intervocálica y esto


arrastra a la e. Por ejemplo, medio kilo azúcar por ‘medio kilo de azúcar’, etc.

El segundo fenómeno de carácter fonético en Castilla la Vieja se produce en los


niveles populares. Desaparece, a veces, la /r-/ explosiva en posición interior de palabra
en casos del tipo mía por mira, paece por parece, quie por quiere; etc. En Castilla la
Vieja se ha producido la casi absoluta generalización del yeísmo, solo ciertos individuos
de la generación mayor y de zonas rurales mantienen la distinción ll/y.

En cuarto lugar, un fenómeno muy difundido es la pronunciación de la /-d/ final


como interdental /θ/ (Soria, Valladolid, Salamanca y Segovia), en casos del tipo
Valladoliθ, Madriθ, saluθ, verdaθ, usteθ, etc. Esta solución alterna con el cero fonético,
característico de Zamora, Burgos, Palencia y Ávila. El fenómeno de la
interdentalización es un fenómeno que afecta a los niveles medio y bajo desde el punto
de vista sociolectal y opone, en general, el habla de Castilla la Vieja al habla de Castilla
la Nueva, donde es bastante menos frecuente.

84
Tanto en los ámbitos rurales como en los urbanos, los individuos del nivel
popular reducen los grupos consonánticos cultos de modo que se dice istituto por
instituto, dotor por doctor, helicótero por helicóptero, istancia por instancia.

Lo que se debería dar por no comentable es lo mayoritario, es decir, el seseo. Sin


embargo, en dialectología, no se suele hablar de la distinción s/θ por el hecho de que se
considera estándar, aunque es lo minoritario. Castilla la Vieja es una zona donde hay
distinción de s/θ, implosiva y explosiva, aunque los manuales no lo señalan.

El grupo –kt- y –kθ- acostumbra a realizarse, en Castilla la Vieja, mediante una


interdentalización de la consonante implosiva, es decir, la que aparece primer lugar. Ej.
aspeθto por aspecto, direθto por directo, exaθtamente por exactamente, direθθión por
dirección. Este fenómeno está bastante generalizado en Valladolid, Salamanca, Zamora
y Ávila. Esto se debe a su poder distintivo muy bajo en esta posición.

El grupo –ks-, representado como x en la escritura, suele reducirse al segundo


elemento, es decir, a la /s/, especialmente ante consonante. Ej. escepto por excepto,
espuesto por expuesto, tasi por taxi, etc. Ello es independiente del hecho de que el grupo
–ks- sea tautosilábico –perteneciente a la misma sílaba- o heterosilábico –perteneciente
a distintas sílabas-.

Desde el punto de vista consonántico, en Castilla la Vieja abundan


asimilaciones, disimilaciones, metátesis, etc. Ej. ojecto por objeto, probablemente por
analogía con proyecto.

RASGOS MORFOSINTÁCTICOS

Hay que tener en cuenta algo que tiene muchas implicaciones didácticas. Ciertas
cuestiones fonéticas tienen una presencia estadística en el idioma muy baja. En cambio,
las características morfosintácticas tienen una presencia estadística muy grande. Por
tanto, por su frecuencia estadística, es más urgente atender a los aspectos gramaticales
que a los aspectos fonéticos.

En primer lugar, destaca el leísmo –uso de le/les en sustitución de lo/los de


persona masculino-. Ej. Vi a Pedro  Le vi; Vi a Pedro y a María  Les vi. El leísmo
referido a persona femenino, a animales y a cosas se da, pero con una menor frecuencia

85
estadística. En las zonas de leísmo hay una reorganización del sistema de los
pronombres átonos del español.

Destaca también el laísmo, es decir, la utilización de la/las en sustitución de


le/les (CI) cuando tiene referencia femenina. El laísmo está menos extendido que el
leísmo de persona masculino, pero se da en gran medida. Donde más se registra es en la
primera generación, es decir, entre los más jóvenes. El laísmo tiene menos prestigio que
el leísmo. El laísmo favorece la distinción de género en el CI. Ej. la di un libro (fem.)
frente a le di un libro (masc.).

En cuanto al loísmo, que es un fenómeno extraño que se cita con el laísmo y el


leísmo, es notablemente menos frecuente que los anteriores. Un ejemplo podría ser: “Lo
pusieron un traje que era un adefesio” por “Le pusieron un traje que era un adefesio”.
Lo/Los sustituye a le/les cuando tiene referencia masculina. Es un fenómeno
estrictamente popular y rural y se da sobre todo en las provincias de Zamora, Salamanca
y Ávila, especialmente en zonas rurales.

Otro rasgo de carácter gramatical es que se produce la pronunciación como


tónicos de los posesivos apocopados. Ej. mís libros; tús amigos; sús hermanos. Este
fenómeno es particularmente frecuente en Burgos, Palencia y Soria.

En Castilla la Vieja se dan los famosos falsos posesivos del tipo detrás mío,
delante tuya, etc. En todo el norte de esta comunidad se sustituye el imperfecto de
subjuntivo por el condicional. Es especialmente frecuente en Burgos, Palencia y el norte
de Valladolid.

1) Si haría buen tiempo, iríamos a misa. (O. condicionales)

2) Me dio una carta para que la echaría en el correo (O. finales)

3) Aunque no me dejarías, yo lo haría (O. concesivas)

4) Me fui antes de que llegaría (O. temporales)

5) No creo que tendría dinero para comprármelo (O. de CD)

6) No encontré a nadie que lo haría (O. de sustantivo)

7) Ojalá me tocaría el Gordo (O. simples con valor optativo, desiderativo o exhortativo)

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García de Diego explica el fenómeno diciendo que se tiende a una cierta
correlación, sobre todo en las oraciones de tipo condicional, de los dos tiempos, es
decir, usar el mismo tiempo verbal en los dos casos. Sin embargo, el resto de casos
quedarían sin explicación.

Este rasgo es típico del nivel sociocultural bajo y más abundantes en la


conversación informal. Además, se dan con mayor frecuencia en la segunda generación,
es decir, la generación intermedia.

Otro rasgo muy común es el uso de construcciones del tipo “este agua” por “esta
agua”; “este aula” por “esta aula”. Esto se produce por analogía con “el agua”; “el
aula”, que procede de illa > ella > el.

También se registran casos de dequeísmo, queísmo y deísmo. Con verbos


declarativos y de pensamiento suelen registrarse casos de dequeísmo en el idioma. Ej.
pienso de que no debemos ir; creo de que estás enfermo; etc.

El queísmo, por su parte, consiste en la supresión de ‘de’ delante de ‘que’. Ej.


“No me acuerdo que vinieras a la fiesta” por “No me acuerdo de que vinieras a la
fiesta”; “Me acordé de que viniste” por “Me acordé que viniste”; “Me informó que
viniste” por “Me informó de que viniste”.

El deísmo consiste en utilizar un ‘de’ delante de ciertos infinitivos cuando no


debe aparecer desde el punto de vista normativo. Ej. “pienso de ir a la verbena” por
“pienso ir a la verbena”; “quiero de comprar eso” por “quiero comprar eso”

En Castilla la Vieja se produce una confusión de Deber + infinitivo, con valor de


obligación, con deber + de + infinitivo, con valor hipotético. Se utiliza la forma
perifrástica “voy a + infinitivo” para expresar el futuro en lugar de la forma del futuro
morfológico. Esto es así en una proporción de tres a uno.

Nivel popular

En Castilla la Vieja se da la frecuente metátesis gramatical del tipo “me se” por
“se me”, obviamente en el nivel popular. Se produce otro fenómeno, que también se da
en Extremadura, que es el uso de una s- protética en la forma de la segunda persona del
plural del tipo “sos la di ya” por “os la di ya”.

87
Es relativamente frecuente en castilla la Vieja con nombres propios o con
hipocorísticos, sobre todo con nombres de mujer. Ej. La Petra; La Menchu, etc.
También es frecuente, en el nivel popular, la formación analógica de algunos plurales
nominales como en el caso de “jabalines” por “jabalíes”; “alheliles” en lugar de
“alhelíes”; etc.

Son también frecuentes los usos arcaicos del artículo en sustantivos del tipo “la
calor”; “la color”, etc. Suele perderse el artículo ante nombres de familia de personas
relacionadas con el hablante. Por ejemplo, “padre dijo que lo hiciésemos” por “papá
dijo que lo hiciésemos”. Esto se produce tanto hablando con personas del entorno
familiar como con extraños.

Uso de posesivos antepuestos a un antropónimo para mostrar cercanía o cariño.


Ej. “mi María” por “mi hija María”. Un uso bastante arcaico es el empleo de “habemos”
por “hemos” en tiempos compuestos. Ej. “Nosotros habemos sido muy amigos” por
“Nosotros hemos sido muy amigos”.

Se dan, por supuesto, afectando incluso a hablantes de tipo medio o eruditos, las
formas “cantastes”, “vinistes”, etc. que son formas ultracorrectas y al mismo tiempo
analógicas. Se dan también formas analógicas del tipo “haiga” por “haya”; “andó” por
“anduvo”; etc. Estas formas están muy extendidas en el mundo hispánico.

Se usa mucho el infinitivo con valor de imperativo para la segunda persona del
plural, que la Academia considera incorrecto. Ej. “hacer eso” por “haced eso”;
“sentaros” por “sentaos”, “callaros” por “callaos”, etc.

Es muy común en Castilla la Vieja el uso de dos preposiciones seguidas, algo


que repudia claramente el español de Canarias y de América. Ej. “voy a por el pan” por
“voy a buscar pan”.

Se usa también mucho el uso de “contra” por “cuanto” en oraciones de carácter


correlativo. Ej. “contra más le pega al hijo, peor” por “cuanto más le pega al hijo, peor”;
“contra más agua bebo, más sed tengo” por “cuanta más agua bebo, más sed tengo”.

También se da en el habla popular, aunque puede afectar a los niveles medios, el


uso concordado del verbo ‘haber’ en oraciones del tipo “habían niños” por “había
niños”; “hubieron guerras” por “hubo guerra”.

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CASTILLA LA NUEVA

Tradicionalmente, Castilla la nueva estaba formada por Madrid, Toledo, Ciudad


Real, Cuenca y Guadalajara. Sin embargo, en 1983, Madrid se segrega, en cuanto al
estado de las autonomías, de Castilla la Mancha. A Toledo, Ciudad Real, Cuenca y
Guadalajara se añade Albacete. En este apartado incluiremos Madrid, a pesar de que
políticamente no pertenezca a Castilla.

El castellano de Castilla la Nueva podemos decir que es, en general, más


innovador que el castellano de Castilla la Vieja. Este aserto queda demostrado por el
hecho de que cuando se piensa en un español puro, se piensa en Burgos, Valladolid,
Palencia, etc., es decir, en Castilla la Vieja. Cuanto más conservadora es una modalidad,
mejor concepto sociolingüístico se tiene de ella. Dentro de Castilla la Nueva, la
modalidad es más innovadora cuanto más al sur.

RASGOS FONÉTICOS

Hay un paso frecuente del diptongo ai > ei en palabras del tipo: “beile” por
“baile”, “veinilla” por “vainilla”, “eire” por “aire”, etc. Evidentemente, como sucede en
todas las comundiades en el nivel popular hay confusión de vocales en sílaba átona. Ej.
joventud, sigún, injuto, etc.

Hay una tendencia a suprimir o a obviar hiatos y a convertirlos en diptongos. Ej.


“piazo” por “pedazo”; “acarriar” por “acarrear”, “apedrió” por “apedreó”. En otros
casos, podemos observar la solución antihiática. Por ejemplo, en “toalla” hay un hiato
claro, que puede solucionarse mediante el desarrollo de una consonante antihiática
“toaballa” o mediante la diptongación “tualla”.

[n ante aspiración cae en Canarias. Ej. Majuga.]

Posible pregunta: [¿Cuáles son los fenómenos con trascendencia fonológica en


español? Yeísmo y Seseo-Ceceo frente a distinción s/z]

Señalaremos la distinción s/θ, tanto implosiva como explosiva, que se da en esta


zona y que normalmente no suele señalarse en los manuales. También es importante
señalar que hay yeísmo, todas las ciudades y pueblos importantes son yeístas y solo
quedan islotes de distinción ll/y, sobre todo en hablantes rurales.

89
Hay pérdida, en todos los sociolectos, de la /-d-/ intervocálica, especialmente en
los participios terminados en –ado. Otro rasgo importante es que los fonemas
implosivos /-d/ y /-k/ acostumbran a pronunciarse como /-θ/ sobre todo en la parte más
septentrional de la región, es decir, la más cercana a Castilla la Vieja. Ej. soledaθ por
“soledad”, traθtor por “tractor”, reθta por “recta”, etc.

El fonema /x/ se realiza como fricativo velar sordo con carácter general en
Castilla la Nueva, si bien puede aspirarse en el Oeste y en el Sur de Ciudad Real, es
decir en la zona más cercana a Andalucía. También en el oeste (occidente) de Toledo, la
zona cercana a Extremadura. (¿) (Preguntar)

Otro rasgo importante de carácter consonántico de la variedad lingüística que


estamos describiendo es la aspiración procedente de f- inicial latina. Especialmente
entre los hablantes menos letrados de la provincia de Toledo. Ej. [humo] por “humo”;
[hoyo] por “hoyo”, etc.

Un rasgo particularmente relevante es que en las provincias de Madrid,


Guadalajara, Cuenca y Albacete se registran casos de aspiración de /-s/ implosiva. Esa
aspiración es particularmente manifiesta en las provincias de Cuenca y Albacete.

Otro rasgo importante es que hay, en el habla popular, un curioso fenómeno de


rotacismo –s > -r. Una –s implosiva delante de una /d/ o de una /θ/ tiende a convertirse
en una /-r/. Lo que es lo mismo: -sd- o –sθ- > -rd- o –rθ-. Ej. [lordjéntes] ‘los dientes’;
[larθárθas] ‘las zarzas’, etc.

En cuanto a la naturaleza de la /s/, tanto implosiva como explosiva, la variante


predominante es la apicoalveolar, pero esporádicamente se registran las variantes de /s/
predorsodentales y dentoalveolares. Estas se dan sobre todo en la parte sur de Toledo y
Ciudad Real y tiene que ver con el contacto con Andalucía.

En las provincias de Guadalajara, Cuenca y Ciudad Real, se da a veces la


conversión de /θ/ por /s/, en cuyo caso hablaríamos de “seseo”, o de /s/ por /θ/ en cuyo
caso hablaríamos de “ceceo”. Tanto en posición implosiva como en posición explosiva.
Sucede a propósito de significantes concretos, pues no se da de forma sistemática. Ej.
“brisna” por “brizna”, “tes” por “tez”, “toz” por “tos”, “zurco” por “surco”; “zandía”
por “sandía”, etc.

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En las provincias de Toledo, Guadalajara y Cuenca, se registra la realización de
hie- y de ye-, por ejemplo, en casos como hierba y yeso, como [gje-]. Ej. [gjéso] ‘yeso’;
[gjérba] ‘hierba’; [gjéro] ‘hierro’, etc.

Hay confusión l/r implosiva en el nivel popular. Las soluciones puden ser tanto
la vibratización como la lateralización. Ej. “manantiar” por “manantial”; colal por colar.
Este fenómeno se da sobre todo en Toledo y Ciudad Real, en hablantes poco instruidos.
También suele caer la –r de los infinitivos. Ej. “déjate” por “dejarte”; “decílo” por
“decirlo”; etc.

RASGOS GRAMATICALES

Se produce la confusión de prefijos. Por ejemplo, es muy común la confusión


des- / es-. En todas las hablas populares de todo el mundo hispánico hay confusión de
prefijos, especialmente de esos dos. Ej. “despropiar” por “expropiar”; “estrozar” por
“destrozar”; etc. Hablamos, evidentemente de los niveles populares.

En la provincia de Toledo, se ha hablado del famoso neutro de materia, a


propósito de usos del tipo: “el arena fino”; “el agua claro”; “el avena albaceteño”, etc.
Esto podría explicarse por un fenómeno de analogía, pues todos son sustantivos que
empiezan por vocal y se solía utilizar el artículo femenino procedente de illa > ela, el.
Ej. el(a) agua; el(a) arena; etc.

Es curioso que en puntos de Toledo, Ciudad Real y Albacete se registren para el


imperativo de segunda persona del plural las formas leonesas. Ej. jugái por ‘jugad’;
hacéi por ‘haced’, etc.

En cuanto al laísmo, leísmo y loísmo hay que señalar que el fenómeno más
extendido es el leísmo de persona masculino, especialmente cuando la referencia es
singular. Ej. Vi a Pedro  Le vi. Las provincias de Madrid y Guadalajara,
especialmente algunos puntos, son laístas.

En algunas provincias, se da el leísmo de cosa, que es el menos común. Ej. “Se


me cayó el libro y le recogí”. Se da poco, probablemente, porque la distinción persona-
cosa es muy funcional.

91
La mayor parte de Castilla la Nueva utiliza los pronombres de tercera persona
átonos de manera etimológica, con excepción del leísmo de persona masculino y con la
excepción del laísmo.

En cuanto al loísmo, solo se registra en la parte occidental de Toledo, en el oeste


de Madrid y en el occidente de Guadalajara. Es decir, es una parte muy pequeña en
relación con toda la región.

EL ESPAÑOL DE AMÉRICA

Las zonas hispanohablantes de América ocupan aproximadamente 18.5 millones


de kilómetros cuadrados.

FONETISMO

En cuanto al vocalismo, vemos que el español de América no es ajeno a la


estabilidad del sistema vocálico. Los fenómenos que se producen son del mismo tipo
que los que se producen en el español europeo, con la excepción de los que veremos
después. Tienen que ver con diptongación de hiatos –que puede afectar a hablantes
semicultos, por ejemplo, en México: tiatro por teatro-; hay una serie de fenómenos
populares como cambeo por cambio, dientista por dentista, dispués por después, etc.

Las incidencias principales a lo que respecta al español de América tienen que


ver con el fenómeno de las vocales caedizas o caducas del español mexicano, que ya fue
detectado en 1921 por Pedro Henríquez Ureña. A pesar del carácter destructivo que se
le asigna desde algunas posiciones, este fenómeno no ha logrado desestabilizar el
español. Las vocales, al ser muy pocas, le confieren una identidad muy importante, por
lo que si cae una vocal, aunque pertenezca a la sílaba átona, el significante se desvirtúa
provocando problemas para el reconocimiento.

Hay un trabajo clásico de López Blanch que se titula “En torno a las vocales
caedizas del español mexicano” publicado en Estudios sobre el español de México en
1983.

El fenómeno tiene un siglo de constancia científica. Este fenómeno de las


vocales caedizas se produce con /s/ especialmente cuando es trabada, es decir, final de

92
sílaba. Ej. ants por antes; entoncs por entonces, ps por pues, gracs por gracias, etc. Estas
vocales, normalmente, no caen de forma absoluta, sino que sufren un notable
debilitamiento. El fenómeno solo se da en sílabas átonas, nunca en sílaba tónica, pues el
poder distintivo de las vocales en sílaba tónica es muy fuerte.

Los tratadistas de este fenómeno han distinguido hasta cuatro grados en este
proceso de debilitamiento que irían desde la pérdida aparentemente absoluta o completa
hasta una simple relajación de dichas vocales. La vocal que se muestra más resistente en
ese contexto propicio –contacto con /s/- es la vocal /a/.

Los estudios sociolingüísticos demuestran que en torno al 42% de los hablantes


presentan este fenómeno con cierta claridad. En el 58% restante, el debilitamiento solo
es ocasional y siempre en habla relajada. En estilo coloquial, el fenómeno no es
exclusivamente popular, sino que se puede observar en todas las clases sociales y
niveles de cultura.

La elisión aparentemente total de las vocales caedizas se da en menos del 20%


del total de los casos. Particularmente se da en palabras que constituyen muletillas o
apoyaturas del tipo pues, entonces, antes, etc.

Se ha demostrado que el fenómeno no es exclusivo del altiplano mexicano, sino


que también se ha apreciado en El Salvador, en Perú, en Bolivia, en Ecuador, en
Colombia y hasta en Argentina.

Otro fenómeno vocálico del español mexicano, sobre todo en la zona Antillana,
Cuba y en menor medida en República Dominicana y Puerto Rico. Se trata de la
nasalización de las vocales en contacto con una consonante nasal. Este es un fenómeno
bastante común en la Romania.

Hay un fenómeno, que es casi anecdótico, que es que, en la sierra de Ecuador y


Perú, por influencia del quechua –que solo tiene tres vocales i, u, a (la [e] y la [o] son
variantes combinatorias de i y u respectivamente- las vocales se reducen a tres en
hablantes con un conocimiento precario del español, se trata de hablantes en
aprendizaje. Esto es una característica de la interlengua o el interlecto de los
quechuhablantes que se encuentran en proceso de aprendizaje de español.

93
En cuanto al consonantismo prenuclear, es decir, que antecede a la vocal o
vocales del núcleo silábico. El fenómeno más extendido propio del español de América
es el seseo –no distinción s/θ-. Hablamos fundamentalmente de un seseo explosivo,
pues la solución de la /-s/ implosiva es variado. También existe un sonido interdental [θ]
como alófono de la /-d/ implosiva en zonas de Ciudad de México y de La Paz (Bolivia).
Ahí existe esta realización del archifonema dental por lo que se dice: bondaθ o
aθmósfera. Hay un ceceo o θeθeo (realizado como posdental) americano, casi
anecdótico, en algunas hablas salvadoreñas y puertoriqueñas.

En cuanto al yeísmo, está muy generalizado en el español de América como


fenómeno fonológico, es decir, con independencia de cómo se realice fonéticamente el
resultado del yeísmo. El resultado más famoso es el llamado žeísmo [ž] (fricativo,
prepalatal, sonoro, tenso y estridente, con una fuerte vibración de las cuerdas vocales),
realización rehilada de la /y/. Es un fenómeno característico de Argentina y Uruguay
fundamentalmente, aunque llega a afectar a hablas concretas chilenas y bolivianas.

Hay realizaciones de una [ž] ensordecida, que se hace fricativa sorda, es decir,
que confluiría con una ch andaluza. La distinción entre [ž] ensordecida se diferenciaría
de la ch, porque se pronunciaría africada. Las dos son sordas, pero una es fricativa y la
otra africada, por lo que hay una distinción nítida.

En América se da un fenómeno que se da muy anecdóticamente en el español


europeo, que es la asibilación de r y rr explosiva. Sobre todo en los contextos tr- y dr-,
por ejemplo, treinta. El caso de la rr explosiva sería en casos como perro o cerro. Se da
en México, Costa Rica, Guatemala, Perú, Chile, Argentina, este de Bolivia y Paraguay,
en el habla popular. Esta asibilación también se da, según Lapesa, en zonas de Navarra,
Aragón, La Rioja y Álava. (los alófonos correspondientes están en la libreta)

En cuanto al fonema ch se dan tres variantes: la africada, la adherente –a la


manera canaria- y fricativa [š]. (Los alófonos correspondientes están en la libreta). En
cuanto a la /x-/ explosiva, la pronunciación normal americana es la aspiración, como en
Andalucía y Canarias. Pronunciación que coincide con la /-s/ implosiva de las llamadas
zonas bajas de América.

En cuanto a las consonantes posnucleares, hay una referencia bibliográfica de


Dialectología hispanoamericana donde se propone que las modalidades lingüísticas del

94
español se podrían dividir en modalidades cuyo consonantismo posnuclear es débil y las
cuyo consonantismo posnuclear es fuerte. Las hablas Antillanas, por ejemplo, estarían
incluidas en las de consonantismo posnuclear débil, mientras que las del altiplano
andino estarían incluidas en las del consonantismo posnuclear fuerte.

Aspiración y caída de la /-s/ implosiva. Cuando se mantiene, la pronunciación


normal es la predorsal fricativa sorda. Esa [î] se da en el altiplano mexicano, en todas
las tierras altas de América Central, se da en Colombia, en Ecuador, en Bolivia, Perú y
Santiago del Ester (¿) (Argentina). También habría que incluir la ciudad venezolana de
Mérida.

En el resto de los territorios americanos o se da la aspiración o se da la pérdida


de la /-s/ implosiva. Donde más avanzado está el proceso de debilitamiento de la –s
implosiva es en la República Dominicana, que de ordinario, es un cero fonético que no
produce abertura vocálica.

La neutralización de r y l implosiva, en las hablas americanas más avanzadas, es


muy común y está muy generalizada. El porcentaje de realizaciones a favor de /l/
(lateralización) es mayor que en las hablas europeas donde se produce esta
neutralización. Se trata de un rasgo popular. En otros casos, la solución es la asimilación
a la consonante siguiente. Por ejemplo, [pákke] por parque. Otra de las soluciones es la
caída absoluta de la /-r/ y la /-l/ implosivas. Ej. mujé, fatá, comé, etc.

La realización de la /n/ también es peculiar en el español de América. En


general, la /-n/ implosiva tiende a ser velar en lugar de alveolar. Ej. [balkóŋ] por
balcón, [paŋ] por pan. Esta solución alterna con la nasalización de la vocal. La /-n/
implosiva se realiza como /m/ en maya, por lo que –en el español de Yucatán- por una
influencia por adstrato maya una palabra como pan se oye [pam] en las zonas donde
pervive esta lengua. El maya tiene también vocales explosivas glotalizadas, por lo que
puede haber realizaciones de este tipo en español.

La teoría de que la influencia de sustrato de las lenguas prehispánicas está muy


viva en español tiene cada día menos adeptos. Es evidente que hay influencia en el
léxico, pero en la gramática y la fonética no es tan clara esta influencia.

[Pedir apuntes]

95
Usted es el resultado de la deformación de la fórmula vuestra merced. Todavía
hay zonas arcaizantes del español donde se emplea la forma vusted. Vuestra merced se
documenta en la primera mitad del siglo XV. La primera forma neta de usted en la
Península se documenta en 1620. Esta es la razón por la que en ciertas zonas del español
de américa existe el llamado voseo tónico. Ej. vos tenés.

Prácticamente toda América es voseante. Si tenemos la sensación de que solo


son voseantes los rioplatenses es porque el estatus sociolingüístico del voseo en esa
zona es muy superior que en el resto de las zonas voseantes de América, donde el uso de
vos, muy a menudo, no tiene prestigio y se utiliza para tratarse entre familiares y
amigos. Dos importantes excepciones son México y Perú, sedes de los antiguos
virreinatos, que tuvieron relación interrumpida con la metrópoli, lo que provocó que la
forma de tú se impusiera. Aun dentro de estos países hay reductos de voseo.

En conclusión, podríamos afirmar que, total o parcialmente, prácticamente toda


América, incluyendo las islas del Caribe, tienen o han tenido hasta hace poco esa
particularidad que es el voseo.

Hablaremos ahora del voseo pronominal –el verbal no lo trataremos porque es


muy complicado y tiene hasta tres paradigmas distintos-. El paradigma pronominal
voseante es el siguiente:

Sujeto  vos

Objetos (CD-CI sin prep.)  te

Posesivo  tu / tuyo

Término de preposición y de comparación  vos

Es un paradigma híbrido, peus está compuesto por formas de segunda persona


del plural y por formas de segunda persona del singular. Se podría utilizar el concepto
gramatical de supleción o supletismo. Este es otro buen ejemplo de desajustes entre la
forma lingüística y el referente.

[Logicismo y antilogicismo en la gramática. Coseriu]

Hay una tendencia general a que las formas que hacen la función de sujeto hagan
también la función de término. Ej. él / para él.

96
Hay muchas teorías en torno a la formación de este paradigma voseante híbrido.
Una de ellas es que las formas me (1º persona) y se (3ª persona) habrían arrastrado a la
forma te frente a la forma esperable que sería os. El esquema es consonante + e. En los
posesivos, la forma gramatical esperable hubiese sido vuestro.

Otro rasgo general al español de América es el uso del ustedes por vosotros y
todo lo que eso implica en cuanto a la concordancia y en cuanto a los pronombres
átonos. Este rasgo es menos chocante, se produce también en Canarias. La forma
vosotros era generalizada hasta hace relativamente poco tiempo en América, sin
embargo, se adoptó la forma ustedes, quizás como rasgo identitario frente al habla de la
Península.

[Trabajo diacrónico sobre el uso de ustedes en Canarias. NO hay un trabajo


sobre este aspecto. ¿Desde cuándo se utiliza en Canarias la forma ustedes?]

[José G. Moreno de Alba, “Notas sobre la cronología de la eliminación de


vosotros en América”, 2010]

[Formas de tratamiento en español actual, Norma Carricaburo]

Hay un uso de la forma usted para tratamiento de personas allegadas. Es un


rasgo relativamente frecuente en Argentina, Uruguay, Venezuela y Colombia. Es
particularmente frecuente en Chile y en la Sierra de Ecuador. Se usa para ganar
distancia que permita recriminar y reprender. Ej. Usted se me sienta ahí.

En algunos países de Hispanoamérica: en las Antillas, Venezuela y parte del Río


de la Plata, se produce en oraciones interrogativas y exclamativas, sobre todo directas,
una dislocación en la ubicación del pronombre personal. Ej. ¿Quién tú eres?; ¿Qué tú
haces?; etc.

En cuanto al verbo, lo más claro en relación con la conjugación verbal en el


español de América, es que solo hay cinco personas gramaticales, tres del singular y dos
del plural (la primera y la tercera). También se utiliza el pretérito perfecto simple para
acciones puntuales pasadas que representan sucesos ajenos a la hora en la que está
inserto el hablante. El pretérito perfecto compuesto se utiliza para hablar de situaciones
pasadas cuyos efectos se prolongan hasta el ahora del hablante, es decir, hasta el
presente. Representan una reiteración o no finalización.

97
Por influencia del gallego, en Argentina, el único tiempo que se utiliza es el
pretérito indefinido y se sacrifica el pretérito perfecto compuesto. Ej. En medio de un
partido: “El Madrid jugó bien” por “El Madrid está jugando bien”.

Se ha hablado mucho de la decadencia del futuro morfológico, donde se da en


mayor medida que en el español europeo. Se sustituye por la forma perifrástica “ir + a +
infinitivo”. Esto no quiere decir que no se dé la forma morfológica del futuro, pero con
valor de probabilidad o conjetura y en usos retóricos.

El español de América repudia las formas del pretérito imperfecto de subjuntivo


en –se y privilegia las terminadas en –era. Ej. Cuando yo viniera, fuera, saliera, etc. En
la escritura, se cambia, en algunos casos, a la forma en –se. Ej. comiese.

Las formas hipotéticas del futuro imperfecto –“si yo viniere, fuere, etc.”- que
han desaparecido del todo en España se mantienen en América. También se emplea, en
alguna ocasión, el futuro perfecto.

En cuanto a la categoría adverbio, las formas del tipo “más nada”, “más nunca”
o “más nadie” están más privilegiadas sociolingüísticamente que en España. De hecho,
en Venezuela es norma culta.

El uso del adverbio recién, sobre todo en el Río del la Plata, en el sentido de
“hace poco que”. El uso de medio como adjetivo en casos en el que se espera un
adverbio. Ej. “María es media espabilada” por “María es medio espabilada”. En los
adverbios locativos se usa mucho la forma acá en lugar de la forma aquí.

Preposiciones. Hay verbos de movimiento que rigen la preposición a frente a la


preposición en, que es la forma del español europeo. Ej. “ingresar a” frente a “ingresar
en”.

Hay mucho dequeísmo en América, sobre todo con verbos de pensamiento o


dicción. Ej. pienso de que; creo de que; etc. Antillas, Venezuela, Chile, Perú y sobre
todo Argentina.

RASGOS LÉXICOS

Cuando se traslada el español a América, los conquistadores y colonizadores se


encontraron con una realidad física y natural muy distinta, con especies vegetales y

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animales distintas. Cuando esto sucede, normalmente, en la lengua se echa mano de dos
procedimientos: o bien se ponen en marcha los mecanismos de formación idiomática
(derivación, composición, metáfora y metonimia), o bien se adaptan o asumen los
términos locales –amerindios- propios.

Hay que tener en cuenta que cuando Colón llegó a América, llegó a las Antillas.
Entre esa llegada y la llegada al continente transcurren 27 años (1492-1519). En este
tiempo, el español adopta muchas palabras de esa zona antillana, de las lenguas
arahuaco, caribe y taíno. Buena parte de ese vocabulario se lleva al continente y es el
que más se extiende en el español general. Este proceso se denominó koinización.

A su vez, los españoles llevan léxico al español de América que finalmente se


consolida. El léxico más característicamente americano, pero procedente de España, es
el andaluz, el occidental en general y el canario.

El componente fundamental del léxico diferencial del español de América es el


que procede de las reglas de formación que procede la lengua. Las palabras resultan
familiares. Por ejemplo, en México se llama a un accidente de aviación: “avionazo”.

La actitud de algunos lingüistas españoles en relación a la fragmentación del


español de América frente al de España por el plano léxico no tiene ningún fundamento.
Ninguna lengua se ha fragmentado nunca por el plano léxico. Tampoco es un motivo de
alarma el hecho de que haya neologismos científicos en América diferentes a los que se
usan en España.

Hay una teoría que dice que la gente prefiere asentarse, al emigrar, en una zona
muy parecida a su zona de origen. Esta teoría está muy desacreditada entre los
tratadistas. Sin embargo, hay otra según la cual la gente se asienta en lugares en los que
pueda trabajar en las mismas profesiones que desarrolla en su lugar de origen. Un
ejemplo es la emigración canaria a Cuba. Los andaluces se establecieron en las zonas
costeras de América, mientras que la gente de la administración peninsular iba a los
virreinatos, es decir, al interior.

En América, los procesos de metaforización –sobre todo en el refranero-, que a


partir de los estímulos de la realidad zoológica y botánica se han producido, es
apabullante. Ej. “A este le gusta coger los mangos bajitos”  “Le gustan las cosas
fáciles”. En un lugar donde no haya mangos, este fraseologismo no tiene sentido.

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También hay que destacar que en el español de América es muy típico que se
usen muchas palabras para un mismo referente. Ej. bolígrafo  lápiz de pasta, pluma
atómica, pluma cohete, etc.

En cuanto a las lenguas que más han influido tenemos el arahuaco –canoa, callo,
nigua, iguana, guanajo, güiro, batata, etc.-; el taíno –huracán, sabana, manigua, conuco,
barbacoa, hamaca, enagua, cacique, yuca, maní, tuna, etc.-; caribe –caníbal, piragua,
colibrí, caimán, etc.-; náhuatl –jícara, petaca, chapapote, huipil, tequila, chicle, coyote,
cacahuate, chayote, zapote, epazote, tocayo, etc.-; maya –cigarro-; quechua –cortos,
quena, fotuto, guagua (‘niño’), cancha, llama, guanaco, cóndor, alpaca, papa, zapallo,
chirimoya, etc.-; guaraní –jaguar, bucanero, piraña, pitanga, etc.-.

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