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MEMORIA HISTÓRICA

Memoria histórica es un concepto ideológico e historiográfico de desarrollo


relativamente reciente, que puede atribuirse en su formulación más común a Pierre
Nora,1 y que viene a designar el esfuerzo consciente de los grupos humanos por
encontrar su pasado, sea éste real o imaginado, valorándolo y tratándolo con
especial respeto.

Conceptos confluyentes son el de memoria colectiva, el de política de la memoria


(politics of memory) o política de la historia (Geschichtspolitik). Las formulaciones y
definiciones pueden ser muy distintas, como la planteada por Maurice Halbwachs
en su obra póstuma La memoria colectiva, en donde la define como la memoria de
acontecimientos no vividos directamente, sino transmitidos por otros medios, un
registro intermedio entre la memoria viva y las esquematizaciones de la disciplina
histórica.

Existe un programa de la Unesco denominado Memoria del Mundo.

La aplicación del concepto suscita notables discrepancias, especialmente al implicar


la fijación de hechos y procesos históricos, de interpretación no unívoca, en algún
tipo de "relato", alternativo a otros, que en casos extremos puede convertirse en una
"verdad oficial" (cuya negación puede incluso ser perseguida legalmente) o en una
verdad "políticamente correcta" o "pensamiento único" (impuestos informalmente).

Aunque el Conflicto Armado Interno terminó, uno de sus efectos es la disputa entre
quienes plantean la necesidad de la memoria para conocer lo que pasó, lograr que
haya justicia a los crímenes de guerra y obtener reparaciones sociales, frente a los
que claman por el olvido, que plantean que hay que dejar todo atrás para comenzar
de nuevo sin enfrentar las consecuencias de esos hechos.

Dos años después, el Proyecto Interdiocesano Recuperación de la Memoria


Histórica (REMHI) presentó los resultados de su investigación sobre los hechos del
conflicto. Esta había surgido por la duda que había en muchos sectores y en la
Iglesia católica sobre la comisión de verdad surgida del acuerdo firmado en 1994.
Además, la Iglesia consideró la investigación como un acto de compromiso de su
parte con las víctimas. Con algunas diferencias de enfoque respecto al documento
de la Comisión para el Esclarecimiento Histórico (CEH) que sería conocido un año
después, el informe Guatemala: Nunca más señalaba el proceso de violencia vivido
en el país, apoyado en testimonios de sobrevivientes. Pocos días después de ser
presentado el informe, fue asesinado el obispo Juan Gerardi, responsable del
proyecto. Un largo y confuso juicio siguió contra los acusados de asesinato, ligados
a la estructura militar.

El trabajo de la CEH presentó sus resultados en 1999 con el informe Guatemala,


memoria del silencio, pero el gobierno argumentó que éste no ayudaba a la
reconciliación. En el fondo estaba la crítica de los militares, sobre todo los de la
Asociación de Veteranos Militares de Guatemala (Avemilgua), quienes señalaban
que sus consideraciones no habían sido tomadas en cuenta por la CEH y que su
informe era proclive a los guerrilleros, posición que fue acuerpada por algunos
políticos, ex funcionarios y empresarios.

La memoria de los pueblos y de las personas se construye a partir del recuerdo de


sucesos, esencialmente de aquellos que marcan etapas de sus historias. Sin
embargo, el significado de la memoria no siempre refleja los registros históricos de
lo que sucedió, ni necesariamente corresponden a la verdad de los hechos. La
memoria colectiva puede reflejar interpretaciones, parcializaciones, olvidos o
incluso la historización de cosas (hacerlas pasar como Historia) que no ocurrieron
provocando significaciones diferentes entre las personas y colectivos. El peso de la
significación que se da a la historia determina la forma en que las personas
entienden el presente y dan sentido a su visión y entendimiento del mundo. Es por
ello que en sociedades marcadas por el conflicto, la forma en que se construye la
memoria es fundamental.

Al plantearse en el año de 1994 el desarrollo del Proyecto de Recuperación de la


Memoria Histórica – REMHI - por parte de la Oficina de Derechos Humanos del
Arzobispado de Guatemala y la publicación de sus resultados en el Informe Nunca
Más (1998), se abrió la discusión sobre el significado de la memoria en el país y las
razones para reconstruirla. En concreto, el proyecto se planteaba que para
posibilitar el perdón y la reconciliación en un país que en aquel momento, aún se
hallaba sufriendo el conflicto armado interno, era necesario hacerlo sobre la base
de la verdad y justicia, sabiendo que ocurrió en el pasado.

La memoria histórica se convierte entonces, en un registro sistemático de historias


personales y colectivas que podría permitir reconstruir el pasado y posibilitar el
futuro. Sin embargo, ese registro adquiere significaciones distintas en las memorias
colectivas que existen en el país y que actúan sobre el comportamiento y
pensamiento de los grupos e individuos, tal como afirma Halbwhachs (1968). Las
interpretaciones que se dan a los hechos, por tanto, son mediadas por las cargas
culturales, ideológicas de los individuos y de los grupos. Y es allí donde descansa
la discusión sobre el papel que juega la memoria histórica en una sociedad
silenciada por la violencia.

Para las víctimas fue la posibilidad de contar sus historias frente a las historias
oficiales de los victimarios. Quienes controlan el poder, seleccionan sucesos e
interpretan la historia de tal forma que concuerden con su ejercicio del poder y lo
legitimen, silenciado las voces de víctimas y de excluidos, relegando al olvido oficial
la otra visión. Al plantearse esta iniciativa, así como ocurrió con la Comisión de
Esclarecimiento Histórico – CEH -, se escuchó la otra historia, la que cuentan las
víctimas y por tanto la recuperación de la memoria no se convierte solo en una
experiencia de catarsis sino en un ejercicio de dar significado a los sucesos vividos
individualmente o de forma colectiva, comprenderlo, explicar y dar sentido a su
mundo.

Durante la etapa de recolección de testimonios para el REMHI, los entrevistadores


se hallaron ante diferentes significaciones de lo ocurrido durante el conflicto: Por
ejemplo, para muchos ancianos de Huehuetenango que se refugiaron en México,
era una repetición de sucesos pues a principios del siglo XX, durante los decretos
de ladinización emitidos por los gobiernos liberales, se refugiaron en México y
retornaron hasta la década de los años 1920. Para otros, en Rabinal por ejemplo,
ya los ancestros habían anticipado que sucedería. En ambos casos, la experiencia
reflejaba una historia recurrente de opresión de los pueblos indígenas por parte de
los ladinos. En Quiché al conflicto se le llama “la gran enfermedad” lo cual le da
matices diferentes a las interpretaciones sobre qué sucedió durante esos años, las
causas y el rol de los actores que intervinieron.

Para la otra parte, el rescatar la memoria y buscar la verdad significa un peligro


porque se deslegitima su versión de la historia, y permite que se conocieran los
horrores que se cometieron durante el conflicto. El uso de la memoria, como ha
ocurrido en Guatemala, ha parcializado la historia para oprimir, provocar temor e
inhibir a personas y colectivos en sus acciones y en muchas ocasiones para
culpabilizar a las víctimas por lo que sufrieron. Los testimonios recogidos por el
REMHI, mostraban cómo a muchas de las comunidades se les dijo que ellas eran
las responsables de lo que les había pasado por el hecho de haberse organizado.
En varios de los casos, las comunidades habían asumido que eso era cierto. La
culpabilización de las víctimas se dio en el conflicto y se traslada al imaginario
cotidiano: los que sufren violencia, desde una agresión a una mujer hasta el
asesinato, son el resultado de “estar metidos en algo” o cuando menos, se lo
buscaron. Estas acusaciones buscan revictimizar y evitar la adecuada investigación.

La memoria histórica posibilita entonces tener registros confiables que permiten


recorrer caminos de justicia y comprender de forma más objetiva el pasado. Sin
embargo, la memoria histórica no se reduce a los meros registros históricos sino
que se convierte en un proceso social, que en el caso del REMHI es evidente: la
etapa de recuperación a partir de entrevistadores comunitarios, la mayoría sin
educación formal representó una experiencia única que vinculó a las comunidades
con el proyecto. Allí entronca con la memoria colectiva de las comunidades. Un
elemento fundamental dentro de esa memoria colectiva es el martirio de Monseñor
Juan José Gerardi, dos días después de la presentación del informe el 24 de abril
de 1998, como un referente del compromiso con los derechos humanos.

Memoria histórica y memoria social

La memoria es esencial en la vida de las personas y de las colectividades, pues


sobre ella construimos nuestra identidad como persona y como comunidad; nos
permite periodizar y organizar el tiempo. Se convierte en el motor que acciona la
dinámica social o la inhibe. Sobre la base de las experiencias y sus recuerdos se
construyen los paradigmas sobre los que se interpreta la realidad y las relaciones al
interior de la comunidad y al exterior. Ahora bien, como hemos señalado antes, hay
diferencias entre la memoria histórica y la memoria social o colectiva, pues la
segunda refiere a los recuerdos e interpretaciones que poseen las comunidades y
no necesariamente los datos o hechos se construyen con la sistematicidad de la
primera; refiere más a las experiencias vitales y como estas se insertan en las vidas
presentes y futuras de las comunidades, en las huellas dejadas en la historia de los
pueblos como plantea Ricouer (citado por Jaelin, s.f) y sobre las que se forma la
identidad del colectivo.

El pasado a través de la memoria colectiva, se hace presente de distintas maneras:


conmemoraciones, rituales, monumentos, en la sabiduría popular, en la cotidianidad
de las relaciones, etc., permitiendo establecer continuidades en el tiempo para la
persona y el grupo. Sin embargo, la presencia de ese pasado en la vidas de las
personas será determinado por los significados que se les de a ese pasado. Una
revolución victoriosa, un logro social o una experiencia dolorosa reciben
significación desde la cual se crean proyectos, esperanzas o temores. En el caso
de Guatemala el uso del miedo, del terror, por ejemplo, ha sido un mecanismo para
desmovilizar procesos sociales o esfuerzos y luchas en las comunidades. Los
recuerdos de incontables experiencias de terror han forjado una memoria del mismo
que ha sido empleada como instrumento de control social.

De igual forma, la memoria se convierte en el espacio que puede desarrollar la


resistencia y la esperanza para los pueblos, y es que en ella, como dirá Vinyes, se
encuentra la otra versión de la historia, la de las clases subalternas que no es
escuchada por la historia oficial o la tradición hegemónica que selecciona hechos,
les da su interpretación y busca que otros se olviden porque se hace incómoda, por
ejemplo el recuerdo de las violaciones a derechos humanos. En ese sentido, la
memoria colectiva es un refugio contra la amnesia de los pueblos, contra el olvido
que quienes han violentado la historia pretenden, y permite crear una visión de
futuro, dar sentido a lo cotidiano, a la vez que se convierte en la conciencia de una
comunidad.

La memoria histórica se construye como un registro sistemático de lo que sucedió


y esto posibilita la comprensión de los procesos vividos. Permite situar los procesos
históricos más allá de sucesos concretos y ayuda a convertir la memoria en
discurso, estableciendo coherencias que permitan trascender del grupo hacia los
demás colectividades y establecer diálogos entre las diferentes memorias. La
búsqueda de rigurosidad de cómo sucedieron las cosas puede evitar las
manipulaciones de la memoria, de las cuales han ocurrido muchísimas a lo largo de
la historia de la humanidad, y con ello la conciencia puede convertirse en justicia.
Ya no sólo es recordar que sucedieron hechos, sino cómo sucedieron, cómo
intervinieron los que se vieron implicados. Es allí donde el pasado cobra sentido y
la experiencia se activa en el presente y puede construir un compromiso nuevo con
el presente (amnésis).
Los retos de la memoria histórica en Guatemala

La memoria histórica debe ser vista no sólo como un ejercicio de documentar datos
sino que ese proceso tiene una función de cara a las comunidades. El recuerdo de
la violencia, de los modos en que esta se produjo puede ser documentado para
recordar cómo pasó y que esto no se vuelva a repetir.

Las dimensiones que adquirió el terror durante el conflicto armado interno, las
víctimas de las masacres, de las desapariciones forzadas, de las torturas, de la
violencia que se generó solamente pueden ser comprendidas a partir de una
reconstrucción que incorpore una visión integral de una sociedad construida a partir
de las exclusiones y de la violencia ejercida por el poder, ya sea por parte del Estado
o por grupos que han hecho uso del poder. Esto significa contar lo que pasó a pesar
de los esfuerzos que se han hecho para que el silencio se mantenga. Es decir que
la violencia que se manifestó en el enfrentamiento armado, y que se sigue dando
en el país, no es algo que se da porque así es el mundo. Galtung (2003) cuando se
refiere a las formas de violencias que existen, habla de una violencia simbólica, es
decir que se ha hecho parte de la vida diaria y por tanto las personas, en especial
las víctimas, la asumen como algo natural y de lo que no pueden escapar. La
memoria histórica puede ayudar a liberar de esa percepción y lograr una
comprensión más exacta del origen de esas violencias.

Muchos guatemaltecos y guatemaltecas poseen un recuerdo doloroso acerca de la


historia reciente porque perdieron un familiar, porque fueron víctimas directas;
muchas personas siguen teniendo miedo a contar sus historias, entender por qué
sucedió y saber quiénes fueron los responsables de la violencia se convierte en el
camino para sanar sus heridas y un paso para dignificar su historia y allí se
encuentra el primer reto que encuentra este proceso de memoria en Guatemala:
que las personas hablen y superen el miedo que les ha obligado a hacer del silencio
su refugio. Las experiencias traumáticas son difíciles de asimilar y de incorporar,
provocan crisis en la persona y en la colectividad lo que lleva a olvidos o ausencias
que les permitan sobrevivir y funcionar; esto sucede tanto en el sujeto o en la
colectividad y sanar esas experiencias y asimilarlas es solamente posible a través
de la memoria.

El terror contrainsurgente provocó miles de víctimas e intentó, para legitimarse,


construir una visión de la historia donde se criminalizaba a esas personas: ‘si eso
les pasó es porque andaban metidos en algo y por tanto, se merecían lo que les
sucedió’. Tanto el REMHI como la CEH encontraron muchos testimonios donde se
les había dicho esto. La experiencia de las aldeas modelo en los años ochenta, fue
precisamente ese intento por responsabilizar a las víctimas y decirle a los
sobrevivientes que debían ver a sus victimarios como los salvadores del país. La
memoria se convierte en la posibilidad de decir quiénes son los responsables y por
qué lo son. La dignificación de las víctimas se convierte, entonces, en un reto para
reconstruir los tejidos de las familias y de las comunidades, superando aquellas
significaciones que los que cometieron esas violaciones contra los derechos
humanos, han intentado que prevalezcan.
Los acuerdos de paz firmados en 1996 se vieron como el inicio del proceso de
reconciliación de país luego de 36 años de guerra. Sin embargo, la reconciliación
no puede ser comprendida como el resultado de la firma de un acuerdo, sino como
el resultado de un proceso social y político, basado en profundas transformaciones
de la relaciones entre los grupos y de las causas que provocaron el conflicto. En
ese sentido, no puede reconciliarse si no conoce qué sucedió y la memoria histórica
es un referente indispensable para esas transformaciones. Nadie puede
reconciliarse si no sabe qué fue realmente lo que pasó, un aspecto sobre el que
insisten víctimas y familiares de víctimas, cuando se habla del tema.

Pero la reconciliación no implica necesariamente perdón y olvido, y por tanto borrón


y cuenta nueva. En cambio sí implica procesos de memoria que articulen diálogos
que lleven a establecer consensos políticos entre las partes para la convivencia
futura, sobre la base de la justicia y la palabra de las víctimas. El acuerdo de
esclarecimiento histórico no buscó que se responsabilizaran personas individuales
de los horrores cometidos, sino indicó que se debía hacer señalamientos
institucionales. Evidentemente, es una debilidad que marcó el gran esfuerzo que
hizo la Comisión, así como para las iniciativas de procesos judiciales lo que no
significa que los imposibilite. De igual forma, las amnistías decretadas o las
iniciativas de construir versiones donde se busca absolver a los victimarios, son
rechazadas por las víctimas. La reconciliación no se impone. Acá se encuentra el
otro gran reto de la memoria histórica: abrir el camino de la justicia, en el que se
debe reparar a las víctimas, sancionar a responsables, debatir sobre el tema del
perdón y provocar transformaciones profundas como sociedad (justicia transicional).
Solamente así es posible pensar en la reconciliación en una sociedad tan
profundamente dividida como la guatemalteca.

Debe tenerse en cuenta que muchas de las causas que provocaron el conflicto
armado permanecen y las posibilidades que se abrían con los Acuerdos de Paz, no
fueron asumidas. Estructuras violentas que fueron creadas durante la guerra,
mantuvieron cuotas de poder a nivel local y nacional tras la firma de3 los Acuerdos
(en algunos casos se vincularon al crimen organizado). Este es uno de los factores,
no el único, que explica el crecimiento de las violencias en el país en la última
década. Al mantenerse intacta esas estructuras, con un peso importante al interior
del Estado y de las comunidades, la memoria del terror se convierte en un obstáculo
en los procesos de construcción de la memoria histórica. Es allí donde ese proceso
de construcción se convierte en uno de los mecanismos que puede ayudar a
desmontar esas estructuras violentas y romper los miedos que permanecen en la
población y posibilitar la justicia.

Fuentes de Referencia

http://www.derechoshumanos.net/lesahumanidad/informes/guatemala/inform
eREMHI.htm

http://www.irenees.net/bdf_fiche-analyse-944_es.html
Cultura de Paz

Cultura de paz consiste en una serie de valores, actitudes y comportamientos, que


rechazan la violencia y previenen los conflictos, tratando de solucionar los
problemas mediante el diálogo y la negociación entre las personas y las naciones,
teniendo en cuenta un punto muy importante que son los derechos humanos, pero
así mismo respetándolos e incluyéndolos en esos tratados. Esta fue definida por
resolución de la ONU, siendo aprobada por la Organización de las Naciones Unidas
el 6 de octubre de 1995 en el Quincuagésimo tercer periodo de sesiones Resolución
53/243.

"Una cultura de paz está basada en los principios enunciados en la Carta de las
Naciones Unidas y en el respeto de los derechos humanos, la democracia y la
tolerancia, la promoción del desarrollo, la educación para la paz, la libre circulación
de información y la mayor participación de la mujer como enfoque integral para
prevenir la violencia y los conflictos, y que se realicen actividades encaminadas a
crear condiciones propicias para el establecimiento de la paz y su consolidación."

¿Qué significa cultura de paz? ¿Cómo se convierte ese concepto en realidad? En


otras palabras, ¿cómo se transforman las ideas e ideales que encierra la expresión
"cultura de paz" en políticas públicas y actos individuales que modifiquen la vida en
todas sus facetas?

La cultura de paz supone ante todo un esfuerzo generalizado para modificar


mentalidades y actitudes con ánimo de promover la paz. Significa transformar los
conflictos, prevenir los conflictos que puedan engendrar violencia y restaurar la paz
y la confianza en poblaciones que emergen de la guerra. Pero su propósito
trasciende los límites de los conflictos armados para hacerse extensivo también a
las escuelas y los lugares de trabajo del mundo entero, los parlamentos y las salas
de prensa, las familias y los lugares de recreo.

UN MOVIMIENTO MUNDIAL
Forjar una cultura de paz es hacer que los niños y los adultos comprendan y
respeten la libertad, la justicia, la democracia, los derechos humanos, la tolerancia,
la igualdad y la solidaridad. Ello implica un rechazo colectivo de la violencia. E
implica también disponer de los medios y la voluntad de participar en el desarrollo
de la sociedad. El concepto de cultura de paz se ha ido configurando al amparo de
un vasto movimiento sociopolítico que aglutina a interlocutores del sistema de las
Naciones Unidas y otras muchas instancias. Las amenazas que pesan sobre la paz
revisten muchas formas distintas, desde la falta de respeto por los derechos
humanos, la justicia y la democracia hasta la pobreza o la ignorancia. La cultura de
paz es una respuesta a todas esas amenazas, una búsqueda de soluciones que no
pueden imponerse desde el exterior sino que han de provenir de la propia sociedad.

Las soluciones dependen de la intervención conjunta y en frentes muy diversos de


hombres y mujeres de todos los sectores de la sociedad. La cooperación entre
países en todos esos ámbitos puede aportar la estabilidad y la ayuda necesarias
para obtener resultados duraderos. Fundar una cultura de paz, en suma, es una
empresa que rebasa la responsabilidad de un sector, una comunidad, una región o
una nación concretos para cobrar un carácter universal.…

QUE TIENE LUGAR AHORA MISMO


La cultura de paz no es sólo una idea. Desde su origen, que se remonta a una serie
de programas de consolidación de la paz en países que salían de un conflicto
armado, se ha convertido en uno de los grandes temas de la Estrategia de la
UNESCO que articula un amplio abanico de actividades de la Organización. Existen
proyectos en curso en numerosos países, como Angola, Burundi, Côte d’Ivoire, El
Salvador, Etiopía, Haití, Liberia, Malí, Mozambique, Filipinas, la Federación de
Rusia, Somalia y la antigua Yugoslavia. Dichos proyectos prevén en esencia lo
siguiente:

Actividades con parlamentarios y demás representantes electos vinculadas a los


aspectos fundamentales del ejercicio de poder, la democracia y la justicia social;
Emancipación de las mujeres para que participen en la vida pública de su sociedad;
Formación e inserción social de los soldados desmovilizados;
Implantación y fortalecimiento de medios de comunicación que contribuyan a
promover una cultura de paz;
Programas de educación cívica, una formación para la gestión de conflictos y el
ejercicio de la autoridad;
Promoción de los ideales democráticos.

COORDINAR UNA CULTURA DE PAZ

Las actividades allegadas al proyecto de cultura de paz exigen que todos los
sectores y unidades de la UNESCO, tanto en la Sede como fuera de ella, coordinen
su trabajo. La Unidad de Coordinación vela por que todos los sectores -educación,
comunicación, cultura y ciencias, especialmente ciencias sociales- participen en los
programas y respondan concertadamente a las necesidades de los Estados
Miembros. Así, esa unidad impulsa y crea vastas relaciones de colaboración dentro
de la UNESCO, buscando al mismo tiempo otros interlocutores externos a la
Organización. Para efectuar el seguimiento del movimiento en favor de una cultura
de paz se ha concebido un sistema de redes e información. Además de ampliar en
lo posible la red mundial de protagonistas de la paz, este sistema difunde su
información mediante publicaciones esporádicas en un espacio Web.… DENTRO
DE LA UNESCO …

Los sectores de la UNESCO participan en la elaboración de proyectos nacionales


de cultura de paz, tanto en la Sede como fuera de ella, en todas las fases de un
proyecto, desde su concepción y ejecución hasta su evaluación. Las colaboraciones
de carácter temático pueden trascender el ámbito estrictamente nacional para
englobar a muchos Estados Miembros, aunque cada programa nacional conserve
su individualidad.… Y FUERA DE ELLA
La UNESCO es consciente de la necesidad de buscar fuera de sus propias
estructuras otros interlocutores capaces de prestar apoyo a las iniciativas en favor
de la cultura de paz, ya sea en otras organizaciones intergubernamentales o en
grupos no gubernamentales que ya trabajen en este terreno. Se elaboran proyectos
conjuntos destinados a distintos colectivos: jóvenes, mujeres, parlamentarios,
alcaldes, medios de comunicación de masas y medios de comunicación "paralelos",
dirigentes religiosos, jefes tradicionales, fuerzas armadas, etc.¡LA EDUCACION ES
LA SOLUCION!

Para la UNESCO, la educación es la punta de lanza de las actividades de promoción


de una cultura de paz. La Organización lleva años elaborando programas para
ayudar a los Estados Miembros y a sus propios asociados a introducir, en la
planificación de sus programas de enseñanza formal y no formal, políticas y
principios de acción favorables a la ciudadanía democrática y los derechos
humanos. Se han concebido programas especiales de enseñanza, que hacen
especial hincapié en la educación para la paz y promueven la enseñanza de la
tolerancia y la no violencia.

Es fundamental establecer relaciones basadas en la tolerancia y la solidaridad entre


poblaciones separadas por diferencias culturales. El proyecto de cultura de paz
aspira a armar a las poblaciones no con fusiles sino con capacidad de diálogo y de
entendimiento.

El proyecto de cultura de paz propugna la justicia y la igualdad de oportunidades


para todos, especialmente para las minorías, las poblaciones indígenas, los
refugiados y los desplazados.

En Guatemala, la “democracia” aún es neonata (contrainsurgencia viva), luego de


un conflicto armado la gubernamentalizada por genocida es reciente, donde el
régimen representativo neoliberal está aceitado y funciona acorde a los intereses
de la oligarquía criolla/burguesía global y de la casta narco militar, una república
dependiente de la política exterior yanqui y de las dinámicas del capitalismo global,
una aldea tropical que pretende discursivamente cimentar las bases de la cultura de
paz en un Estado con un ADN terrorífico que basa su acumulación en un manto de
corrupción e impunidad.

PARA TRANSMITIR EL MENSAJE DE PAZ

Los medios de comunicación ejercen una poderosa influencia sobre las


mentalidades y las normas de conducta en sociedad, y contribuyen decisivamente
al ejercicio de la libertad de opinión y de información. El acceso a una información
clara y exacta es fundamental para la promoción de una cultura de paz. Es
importante ayudar a los medios de comunicación a alcanzar este objetivo, y
especialmente prestar apoyo a los periodistas que trabajan en zonas de conflicto
armado o en regiones donde el conflicto amenaza con estallar.
Esos periodistas son objeto de fuertes presiones políticas. Los medios de
comunicación independientes deben luchar para sobrevivir; de ahí que resulte cada
vez más difícil para el público disponer de información no tendenciosa. El programa
UNESCO SOS Medias pretende ayudar a los medios de comunicación
independientes y facilitar el intercambio de información entre los medios presentes
en zonas de conflicto y entre éstos y el resto del mundo. Desde hace cinco años, la
Organización viene aplicando un programa piloto que ayuda a dichos periodistas,
suministrando material a los medios de comunicación electrónicos, papel de
periódico a la prensa independiente y material de oficina a las agencias de prensa
independientes, y dispensando formación a los periodistas de la mayoría de las
repúblicas y territorios de la antigua Yugoslavia. La UNESCO desempeña un papel
de relieve en la Iniciativa Especial del sistema de las Naciones Unidas en favor de
Africa: "consolidación de la paz, solución de conflictos y reconciliación nacional: las
comunicaciones al servicio de la consolidación de la paz".… HAY QUE HACERLO
EN LIBERTAD

Entre otros proyectos, cabe citar la elaboración de una estrategia para los medios
de comunicación, aplicable tanto en el ámbito de las Naciones Unidas como en
contextos más locales. Consiste esencialmente en crear un espacio de intercambio
de datos y experiencias y fomentar la no violencia desde los medios de
comunicación. También se ha puesto en marcha un sistema que permite a las
comunidades dar a conocer sus necesidades y participar en el proceso de adopción
de decisiones, haciendo especial hincapié en la transparencia de las actividades de
los poderes públicos y de las decisiones a fin de facilitar la difusión de información
fidedigna.

Con miras a abrir el camino a la democracia y la paz, es importante crear las


condiciones necesarias para la libertad de prensa. Los proyectos que la UNESCO
lleva a cabo a instancias de periodistas independientes locales intentan dar
respuesta a las necesidades más urgentes. La Organización trabaja también en
estrecha colaboración con otros organismos del sistema de las Naciones Unidas y
asociaciones de medios de comunicación.PROMOVER LOS DERECHOS
HUMANOS Y LA DEMOCRACIA …

La UNESCO sigue fomentando la elaboración de estrategias nacionales de


enseñanza formal y no formal que sirvan para consolidar la paz y sensibilizar a la
opinión pública sobre la necesidad de adoptar nuevas mentalidades y normas de
conducta en aras de la paz. Dentro de la Organización, la División de los Derechos
Humanos, la Democracia y la Paz secunda los esfuerzos de los Estados Miembros
en ese terreno, ayudándoles a elaborar y aplicar programas nacionales de
enseñanza de los derechos humanos. En estrecha colaboración con el Comité
Consultivo sobre la Educación para la Paz, los Derechos Humanos, la Democracia,
el Entendimiento Internacional y la Tolerancia, la Organización fomenta la
incorporación de innovaciones a los programas y contenidos educativos, así como
la mejora de los métodos didácticos.
Se presta especial atención a la evaluación de los planes nacionales para la
enseñanza de los derechos humanos. A tal efecto se lleva a cabo actualmente una
investigación sobre las leyes, políticas y estrategias nacionales en materia de
educación para los derechos humanos en el ámbito universitario. La Oficina
Internacional de Educación (OIE) de la UNESCO organizará viajes de observación
para promover la firma de acuerdos nacionales que busquen a desarrollar la
enseñanza en este campo. Dichos acuerdos podrían interesar no sólo a los
educadores sino también a periodistas, productores de programas informáticos
didácticos, parlamentarios y otros responsables de la planificación política.… EN
ARAS DE LA PAZ Y LA TOLERANCIA …

La cultura de paz sólo puede tener éxito en un contexto de entendimiento mutuo y


de concepción abierta y activa de la diversidad. Consciente de esta realidad, la
UNESCO tiene la intención de reforzar las redes regionales de promoción de la
tolerancia y crear otras redes nuevas. Para ello prepara material didáctico y útiles
pedagógicos centrados en la tolerancia y contribuye a su difusión a gran escala,
forja nuevas relaciones de colaboración en el campo de la educación para la
tolerancia, intenta que los programas sobre la tolerancia hallen eco entre un número
creciente de jóvenes y elabora, en colaboración con medios de comunicación
locales, programas audiovisuales sobre la tolerancia.…PRESTANDO ESPECIAL
ATENCION A LAS MUJERES

Se han incorporado las diferencias de género al proyecto transdisciplinario "Cultura


de Paz". Por otra parte, las prioridades del proyecto "Las mujeres y la cultura de
paz" son las siguientes:

 Apoyar las iniciativas de mujeres en favor de la paz;


 Emancipar a las mujeres para que puedan participar democráticamente en el
proceso político y ganar así presencia e influencia, especialmente en materia
de economía y seguridad;
 Promover, en los acuerdos de colaboración, una socialización que tenga en
cuenta las especificidades femeninas y una formación para la no violencia y
la igualdad, dirigida sobre todo a los niños y los jóvenes.

Fuentes de Referencia

https://es.wikipedia.org/wiki/Cultura_de_la_paz
https://www.organismointernacional.org/cultura-de-paz.php
http://unescoguatemala.org/ciencias-sociales-y-humanas/juventud/cultura-de-paz/
Acuerdos de Paz

Guatemala vivió un conflicto armado interno, en el cual se manifestaron actos de


crueldad, desprecio a la vida y a la dignidad de la población guatemalteca, a través
de métodos han causado horror, por lo que el país ha buscado formas de no
repetición y una justicia de transición.

Después de 36 años de conflicto armado interno que vivió la población


guatemalteca, finalmente el 29 de diciembre de 1996 se llevó a cabo en Guatemala
la firma de la paz firme y duradera entre la Unidad Nacional Revolucionaria
Guatemalteca (URNG) y el Estado de Guatemala, acontecimiento que puso fin al
conflicto.

El Acuerdo de Paz Firme y Duradera, firmado el 29 de Diciembre de 1996, introduce


las bases necesarias para un desarrollo en paz y augurar un futuro moderno para
el país.

El acuerdo contiene 17 puntos, ante todo, declaraciones de voluntad política. La


adhesión a los principios orientados a garantizar y proteger la plena observancia y
el respeto de los derechos humanos, el compromiso de investigar las violaciones de
los derechos humanos ocurridos en el marco del enfrentamiento interno para
contribuir a fortalecer el proceso de conciliación nacional y la democratización en el
país, el reconocimiento de la identidad y derechos de los pueblos indígenas como
base para la construcción de una nación multiétnica, pluricultural y multilingüe.
Forma parte del catálogo de objetivos políticos la necesidad de un desarrollo
socioeconómicos participativo orientado al bien común. Lograr una situación social
más justa se relaciona con la necesidad de un sistema fiscal más equitativo y
eficiente. Erradicar la pobreza y el desempleo, mejorar la salud, la educación y
capacitación y la seguridad social son consideradas tareas prioritarias del
desarrollo. Otro aspecto planteado es la reforma del Estado y del Ejército.

Al costado encuentra los enlaces a 14 documentos que forman parte de los


Acuerdos de Paz.

Los Acuerdos de Paz son una docena de acuerdos que fueron suscritos por el
Gobierno de la República de Guatemala y la Unidad Revolucionaria Nacional
Guatemalteca -URNG-, entre 1991 y 1996, para alcanzar soluciones pacíficas a los
principales problemas que generó el Conflicto Armado Interno.

En palabras más simples, son los acuerdos que pusieron fin a la guerra y decretaron
la paz entre el Ejército de Guatemala y la Guerrilla, un conflicto que azotó al país
durante más de tres décadas.

La firma del acuerdo final y definitivo se llevó a cabo el 29 de diciembre de 1996 en


el Palacio Nacional de la Cultura. El enfrentamiento empezó en 1960 y dejó un saldo
de 250 000 entre muertos y desaparecidos.
Un informe divulgado en 1998 por el sacerdote Juan José Gerardi Conedera
determinó que más del 90 por ciento de las masacres que se registraron en la guerra
y que dejaron miles de muertos fueron cometidas por el Ejército de Guatemala.

La firma de la paz en Guatemala fue un acontecimiento que cambió radicalmente la


situación del país en la época. Principalmente, benefició para finalizara el
enfrentamiento armado que se había estado llevando por aproximadamente 36
años.

Antecedentes a la firma de la paz

Guatemala había sido escenario del Conflicto Armado Interno, que inició en la
década de 1960. Esta guerra civil causó el cierre de espacios políticos y
participación. Además, provocó gobiernos altamente anticomunistas que surgieron
después de haber derrocado a Jacobo Árbenz Guzmán con el apoyo de Estados
Unidos.

En 1982, después de casi 20 años de enfrentamiento armado, se hizo un primer


intento por parte del gobierno militar del General Efraín José Ríos Montt de
encontrar una resolución a las negociaciones de paz. Pero esto fue rechazado por
la guerrilla, el ambiente era tenso entre los negociantes.

Luego, en 1983 se hizo un esfuerzo internacional por parte de un grupo de países


conocidos como Grupo de Contadora. Ellos ayudaron a buscar la paz y
reconciliación de toda Centroamérica.

En 1987 los Presidentes de Centroamérica firmaron el Acuerdo de Esquipulas I y


luego el de Esquipulas II. En estos documentos se establecieron los mecanismos
para alcanzar la paz y reconciliación por medios políticos.

Acuerdos de Paz

En la década de 1990, la Unidad Revolucionaria Nacional de Guatemala —URNG—


y el gobierno de Guatemala acudieron a una mesa de negociaciones. Se hicieron
dos cambios de gobierno antes de llegar a una resolución.

Después de casi 6 años de negociaciones, finalmente se encontró un acuerdo. En


parte fue gracias a que las Naciones Unidas se convirtió en moderador del proceso,
evento que suavizó las tensiones que hasta entonces se habían mantenido.

La firma de los Acuerdos de Paz se realizó el 29 de diciembre de 1996 en el Palacio


Nacional de la Cultura.

Doce acuerdos

A continuación se presentan los doce acuerdos que fueron suscritos durante la


negociaciones de paz:
No. Nombre del acuerdo Lugar y fecha de suscripción

Acuerdo marco sobre democratización para la búsqueda de la paz Querétaro (México), 25 de julio
1.
por medios políticos (Acuerdo de Querétaro) de 1991

México, D.F. (México), 29 de


2. Acuerdo global sobre derechos humanos
marzo de 1994

Acuerdo para el reasentamiento de las poblaciones desarraigadas Oslo (Noruega), 17 de junio de


3.
por el enfrentamiento armado 1994

Acuerdo sobre el establecimiento de la Comisión para el


esclarecimiento histórico de las violaciones a los derechos Oslo (Noruega), 23 de junio de
4.
humanos y los hechos de violencia que han causado sufrimientos 1994
a la población guatemalteca

México, D.F. (México), 31 de


5. Acuerdo sobre identidad y derechos de los pueblos indígenas
marzo de 1995

México, D.F. (México), 6 de


6. Acuerdo sobre aspectos socioeconómicos y situación agraria
mayo de 1996

Acuerdo sobre fortalecimiento del poder civil y función del Ejército México, D.F. (México), 19 de
7.
en una sociedad democrática septiembre de 1996

Oslo (Noruega), 4 de
8. Acuerdo sobre el definitivo cese al fuego
diciembre de 1996

Estocolmo (Suecia), 7 de
9. Acuerdo sobre reformas constitucionales y régimen electoral
diciembre de 1996

Acuerdo sobre bases para la incorporación de la Unidad Madrid (España), 12 de


10.
Revolucionaria Nacional Guatemalteca a la legalidad diciembre de 1996

Acuerdo sobre el cronograma para la implementación, Guatemala (Guatemala), 29 de


11
cumplimiento y verificaciónde los acuerdos de paz diciembre de 1996

Guatemala(Guatemala), 29 de
12 Acuerdo de paz firme y duradera
diciembre de 1996
Fuente: “Acuerdo de paz” (1997, p. 418)

Proceso de negociación de los acuerdos de paz

El proceso de negociación de la paz inició en 1987 y concluyó el 29 de diciembre


de 1996, con la firma del Acuerdo de paz firme y duradera, el cual sintetiza los
acuerdos firmados por el Gobierno y la URNG para poner fin al Conflicto Armado
Interno (Condore, 2007, p. 40).

El punto de partida para la búsqueda de la paz fue la suscripción del Acuerdo de


Esquipulas II, el 7 de agosto de 1987, por los presidentes de Guatemala, El
Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica, para definir el procedimiento que
permitiría establecer la paz firme y duradera en Centroamérica, con base en
la Declaración de Esquipulas y el Acta de Contadora para la paz y la cooperación
en Centroamérica (“Acuerdo de Esquipulas II”, 1997, p. 53).

El temario general y el procedimiento a partir de los cuales se llevó a cabo la


negociación de los Acuerdos de Paz fueron definidos en el Acuerdo de México,
suscrito el 26 de abril de 1991 (Rosales, 2006).

Los presidentes de Guatemala que participaron en la negociación de los Acuerdos


de Paz, que contemplan 300 compromisos específicos, son Vinicio Cerezo Arévalo,
quien gobernó de 1986 a 1991, Jorge Serrano Elías, de 1991 a 1993, Ramiro de
León Carpio, de 1993 a 1996, y Álvaro Arzú Irigoyen, de 1996 a 2000 (Condore,
2007, p. 40).

Logros y objetivos

 Puso fin al Conflicto Armado Interno que duró 36 años.


 Se reformó la Constitución para organizar las funciones del ejército.
 Surgió la meta de adherirse a principios para garantizar y proteger la plena
observancia y respeto a los derechos humanos.
 Así como también se propuso el compromiso de investigar las violaciones de
los derechos humanos ocurridos en el marco del enfrentamiento interno.
 Reconocimiento a la identidad y derechos de los pueblos indígenas para
construir una nación multiétnica, pluricultural y multilingüe.

Referencias
 La firma de la paz en Guatemala. Historia de Guatemala. Recuperado el 29
de enero del 2018, de https://goo.gl/RHLCKG
 Acuerdos de Paz. Naciones Unidas Guatemala. Recuperado el 30 de enero
del 2018, de https://goo.gl/NimZLt

 Acuerdo de Esquipulas II. (1997). En Universidad Rafael Landívar & Misión


de Verificación de las Naciones Unidas en Guatemala (Eds.) Acuerdos de
paz(2a. ed., pp. 53-61). Guatemala.
 Comisión para el Esclarecimiento Histórico. (s.f.). Guatemala: Memoria del
silencio. Conclusiones y recomendaciones del Informe de la Comisión para
el Esclarecimiento Histórico. Guatemala.
 Condore, S. (2007). La población indígena y la reforma del estado de
Guatemala. Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales – Sede Ecuador.
 García, S. (s.f.). Los acuerdos de paz. Guatemala: Presidencia de la
República de Guatemala.
 Procuraduría de los Derechos Humanos. (2001). Acuerdos de paz.
Guatemala.
 https://wikiguate.com.gt/acuerdos-de-paz/
 https://onu.org.gt/publicaciones/acuerdos-de-paz/

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