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[…]En ese momento el sueño terminó y Había una vez Pinocho. Pero no el del libro de
Pinocho se despertó con los ojos fuera de las Pinocho, otro. También era de madera, pero no
órbitas. era lo mismo. No lo había hecho Gepeto, se
Imagínense ahora cuál sería su asombro hizo él solo.
cuando al despertarse, advirtió que ya no era También él decía mentiras, como el famoso
un muñeco de madera, sino que se había muñeco, y cada vez que se la decía se le
convertido en un niño como todos los demás. alargaba la nariz a ojos vista, pero era otro
Echó una ojeada a su alrededor y en vez de las Pinocho: tanto es así que cuando la nariz le
habituales paredes de paja de la cabaña vio una crecía, en vez de asustarse, llorar, pedir ayuda
bonita habitación amueblada y adornadas con al Hada, etcétera, tomaba un cuchillo, o sierra,
una sencillez casi elegante. […] y se cortaba un buen trozo de nariz. Era de
Tan pronto como se vistió, se le ocurrió meter madera ¿no? así que no podía sentir dolor.
las manos en los bolsillos y sacó un pequeño Y como decía muchas mentiras y aún más, en
portamonedas de marfil, en el que estaba poco tiempo se encontró con la casa llena de
escrito estas palabras: “El Hada de los cabellos pedazos de madera.
azules devuelve a su querido Pinocho los –¡Qué bien! – dijo –, con toda esta madera vieja
cuarenta centavos y le agradece su buen me hago muebles, me los hago y ahorro el
corazón”. […] gasto del carpintero. […]
Collodi, C (2001). Aventuras de Pinocho. Rodari G. (2009) Pinocho, el astuto. En cuentos para
Santiago de Chile: Pehuén Editores. jugar (pp. 16 -22). Lima: Alfaguara)
METACOGNICIÓN:
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