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Esas tinieblas son nuestros defectos o "yoes" de tipo psicológico (ira, orgullo, lujuria,
codicia, gula, pereza, envidia) que se manifiestan inconscientemente a través de nuestras
formas equivocadas de pensar, sentir y actuar. Como son múltiples defectos, (cada defecto
es como una persona dentro de nosotros mismos) ésto hace que de momento en momento,
seamos personas diferentes y por lo tanto llenos de terribles contradicciones.
Así, por un momento sentimos amor por una mujer y en otro momento la despreciamos o
sentimos odio; por un momento deseamos algo, pero al obtenerlo no nos interesa.
En un instante somos apacibles y en otro momento nos tornamos violentos, etc., etc.
Esos "yoes" o defectos al procesarse en nosotros, nos roban nuestras energías con sus
estallidos de ira, sus manifestaciones de lujuria, codicia, etc. y son los mismos mercaderes
que el Cristo sacó del Templo a latigazos (el látigo simboliza la voluntad consciente).
Es por todo ésto, que el auto-conocimiento necesariamente comienza con una rigurosa
observación de "sí mismo" ya que en otra forma sería imposible eliminar "yoes" o defectos
que no conocemos y lo que es peor, muchas veces no aceptamos tener. Ésto de
auto-observase exige por lo tanto un esfuerzo muy particular de cada uno de nosotros. ES
UN TRABAJO PERSONAL. Ningún ser humano puede hacer este trabajo por nosotros.
Sólo a través de una rigurosa observación psicológica de "sí mismo", podemos evidenciar la
tremenda realidad de que no somos uno, una misma persona; si no que a través de la
inconsciencia de nuestra máquina humana se manifiestan muchos defectos o
"yoes"-personas.
La base del trabajo espiritual, del auto-conocimiento, comienza con una rigurosa
observación de "sí mismo".