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MANIFIESTO POR EL DÍA DE LA MUJER TRABAJADORA

Desde Estrellas Rojas (Gran Canaria) anunciamos que el próximo viernes día 8 de marzo
nos manifestaremos y marcharemos por nuestras compañeras de clase: las mujeres obreras. Pero la
congruencia con nuestros principios no nos permite celebrar este día de la manera que el capital lo
pretende, como la caricatura en la que lo han convertido.

Con un simple vistazo a nuestro alrededor, podemos darnos cuenta de que se ha despojado de
manera radical y sin vergüenza alguna de todo significado y carácter revolucionario a lo que es el 8M. El
Día de la Mujer Trabajadora se ha convertido simplemente en el Día de la Mujer, vaciando así su
componente de clase, abriendo las puertas de par en par a un discurso interclasista y liberal que nos sitúa a
todas al mismo nivel por el simple hecho de ser mujeres.

Se ha convertido un día de protesta y reivindicación en una fiesta, en algo que celebrar, en un


carnaval con risas, música divertida y pancartas carentes de significado. Han deformado y dulcificado de
tal manera el mensaje de este día que hasta mujeres como la reina Letizia, Ana Botín o Inés Arrimadas han
encontrado en él un nicho de mercado, una oportunidad para limpiar su imagen y una vía para eliminar
cualquier resto de potencial revolucionario que pudiera quedar implícito en estas movilizaciones.

Nos avergüenza ver cómo se difumina el verdadero carácter de esta fecha en medio de conciertos
de la última estrella musical y actuaciones humorísticas. Nos indigna ver en lo que el feminismo y los
discursos más liberales han convertido el 8M.

Esta jornada, el Día de la Mujer Trabajadora, nació de la mano de Clara Zetkin, mujer comunista,
quien instigó a la Segunda Internacional a la adopción de esta fecha en 1910, pero hoy en día se mancha su
memoria y se falta el respeto a su legado y persona a través de batucadas y discursos vacíos.

Debemos tener presente que el 8M no pertenece al feminismo y mucho menos a las burguesas. El
8M es nuestro, de las mujeres trabajadoras, de la clase obrera y de nadie más. Y como tal debemos luchar
para combatir cualquier rastro de reformismo, interclasismo o liberalismo en el seno del mismo. Debemos
enfocar nuestra emancipación en la única vía efectiva existente: el socialismo.

Acabar con nuestra discriminación jamás será posible en el marco del capitalismo, de la sociedad
de clases. En el modo de producción vigente tenemos que soportar una doble carga: la explotación por ser
trabajadoras y la opresión por ser mujeres.

Trabajo doméstico

La consolidación del trabajo doméstico y las labores de cuidados como algo privado, relativo a la
esfera familiar, es una de las mayores cargas que tenemos que soportar las mujeres obreras en este actual
modo de producción. Esta situación es una consecuencia directa del sistema capitalista, nuestro principal
enemigo.

Queremos que las tareas de cuidados y las labores del hogar dejen de recaer incondicional e
incuestionablemente sobre nuestros hombros. Exigimos que el trabajo doméstico sea reconocido como tal.

Prostitución y vientres de alquiler

La prostitución también es fruto de este sistema, es la consecuencia de las circunstancias


socioeconómicas y culturales que rodean a las mujeres. Precariedad, exclusión social, reducción de nuestra
imagen a la de objeto sexual o de consumo, etc. No podemos hablar de prostitución sin mencionar estas
condiciones, no podemos hacerle frente sin hablar de clase obrera. Luchar contra la prostitución implica
luchar contra esos factores.

Los vientres de alquiler no son más que otra forma de mercantilizar nuestros cuerpos, los cuerpos
de las mujeres pobres, en pos de los caprichos de personas con un alto nivel adquisitivo. Es impensable
aceptar como válido o legítimo el comercio con nuestra capacidad reproductiva y la compraventa de bebés
de diseño mandados a pedir como si de una estantería se tratase.

Queremos disfrutar con libertad de nuestra sexualidad. Nuestro consentimiento no se vende.


Tampoco somos incubadoras, nuestros úteros no están al servicio de nadie más que de nosotras.
Violencia sexual y violencia de género

Más de dos tercios del total de las mujeres asesinadas en todo el mundo lo son a manos de sus
parejas o exparejas hombres. La violencia de género es la principal causa de muerte o discapacidad de las
mujeres de entre 16 y 44 años. En España se denuncian una media de cuatro violaciones diarias, y se
calcula que este dato no supone ni un tercio del total de agresiones sexuales que se producen.

La violencia específica contra nosotras es algo que está a la orden del día, es una lacra a la que
debemos plantar cara de manera efectiva a todos los niveles, desde la educación hasta el sistema judicial,
pasando por la prevención.

Aborto

La prohibición del aborto, la negación de un derecho tan básico como es la autonomía sobre
nuestros cuerpos. Una de las formas de violencia más duras a las que muchas de nosotras tienen que hacer
frente: la privación de nuestro derecho a decidir debido a un dogmatismo religioso enfermizo unido al frío
egoísmo de aquellos que tienen nuestro futuro en sus manos. Esas personas, entre las que se encuentran
numerosas mujeres, que jamás tendrán que preocuparse por un bebé no deseado, ya que tienen los medios
suficientes para costearse dicha intervención en una clínica privada mientras miles de chicas pierden la
vida en abortos clandestinos.

Queremos poder decidir cuándo formar una familia, o cuándo no hacerlo.

Explotación laboral, precariedad y feminización de la pobreza

Las mujeres obreras somos, sin duda alguna, las que más sufrimos la pobreza y la desigualdad,
así lo confirman las estadísticas. El menor acceso a la educación por parte de las niñas en muchísimos
rincones del mundo; la división sexual del trabajo, a través de la cual se nos relega a trabajos peor
remunerados o que requieren menor formación; los estereotipos sexistas que dificultan nuestro acceso a
oficios tradicionalmente “masculinos”; el doble turno al que estamos sometidas al salir de trabajar: las
labores domésticas... Todo esto se combina y genera un panorama bastante desalentador para el desarrollo
laboral de las mujeres, y las consecuencias son muy graves.

La pobreza tiene rostro femenino a lo largo de todo el mundo. Es nuestro deber luchar contra la
violencia del capital codo con codo con nuestros compañeros de clase, los hombres obreros. Debemos
organizarnos juntos, apoyarnos y tendernos la mano para lograr de manera efectiva la construcción de una
sociedad mejor.

Es por todo esto que el viernes saldremos a la calle. Por nosotras, las mujeres trabajadoras, por
nuestro camino hacia el socialismo y porque llegue el momento en el que el 8M tengamos algo que
celebrar.

Estrellas Rojas, a 4 de marzo de 2019

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