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ta como una medida determinada en el conocimiento de la fe, en consideración de los 35. En este contexto, Kásemann, Róm, p. 129, habla de la reconciliación como
fuertes y de los débiles. justificatio inimicorum.
32. Indicios en favor del carácter tradicional los constituyen el cambio de tiempos del 36. Licht von Osten, pp. 271-277. Deissmann ofrece textos paralelos de la venta de
v. 18 al 19, la expresión «sus transgresiones» y la misma idea de la reconciliación del mundo, esclavos para ¿cyopcíCto y tullí] (pp. 274s.). Mussner, Gal, p. 232 cita para Zer(opet,Cco el
que en Pablo sólo aparece aquí. Otros argumentos pueden encontrarse en Breytenbach, significado de «indemnizar». Cf. Straub, Bildersprache, p. 29.
Versóhnung, pp. 118s.
33. C f. Wi n d i s ch , 2 Ko r , p . 1 9 2 .
34. El `Hµccc del v. 18 debe referirse a todos los cristianos, y no sólo a Pablo. L A
SALVACIÓN REALIZADA POR D IOS
LA TEOLOGÍA DEL APÓSTOL PABLO LA SALVACIÓN REALIZADA POR DIOS
Gálatas adquiere matices que no tiene, por ejemplo, en la 1 Cor". instructivo comprobar cómo al plantear y esbozar el futuro del mun -
En el primer caso, la liberación aparece en relación inmediata con la do —un tema apocalíptico—, Pablo lo hace completamente desde la
doctrina de la justificación. Es una liberación del poder del pecado, perspectiva del hombre, y más en concreto desde la perspectiva de
de la ley y de la muerte. El pecado, que utilizó a la ley como cómpli- los hijos de Dios, y lo vincula al concepto abstracto de libertad: «La
ce, trajo sobre el hombre la muerte con su peso fatídico. La libera - creación misma será liberada de la servidumbre de la corrupción
ción se realizó mediante el Espíritu de Dios, que significa vida y que para participar de la gloriosa libertad de los hijos de Dios» (8,21).
liberó de la fuerza que impelía a hacer el mal (Rom 8,1s.). Así se ha También 2 Cor 3,17 expresa la relación entre Espíritu y libertad
hecho posible que «la justa exigencia de la ley» se cumpla ahora en con esta afirmación lapidaria: «Y donde está el Espíritu de Dios, allí
nosotros, es decir, que pueda ser realizada por los cristianos. La está la libertad» 41. El contexto habla de conversión al Señor, pero
justa exigencia de la ley puede referirse en general a lo que se adecua también de gloria. Los que se convierten al Señor, entran en la esfe -
a la voluntad de Dios, o más en concreto al mandamiento del amor, ra del Espíritu y obtienen la libertad. Para determinar más precisa-
que representa la síntesis de la ley"; pero sea cual sea el sentido mente lo que significa libertad en este contexto hay que partir de la
exacto de la expresión «justa exigencia de la ley», es evidente que la oposición entre la antigua y la nueva alianza. En el mismo contex -
idea de libertad no se confunde con el capricho, sino que significa to se oponen letra y espíritu, muerte y vida (3,6s.). La libertad ad -
responsabilidad (8,4). La acción atribuida al cristiano en esta visión quiere una importancia princip al en cuanto liberación para la glo -
de las cosas supone en definitiva una gran exigencia. ria y para la vida. En 3,17 el término aparece además sin artículo.
Exactamente esto es lo que se da a entender en las formulaciones La liberación es un proceso continuado, que transforma al hombre
dialécticas de Rom 6,18-22: que los que han sido liberados del pecado (3,18). Letra, ocultamiento (3,14-16) son, pues, metáforas que des-
se han hecho esclavos de la justicia; que —y la afirmación es algo criben la esencia del que no ha sido liberado. Por otro lado, la vuelta
irónica— antes, en cuanto eran esclavos del pecado, fueron liberados a la ley significa vuelta a la falta de libertad. Los cristianos gálatas,
por la justicia, pero que ahora, en cuanto liberados del pecado, son que están a punto de dar ese paso, son advertidos de sus consecuen -
esclavos para Dios, que «dan frutos para la santificación» y les espera cias: «Para ser libres nos libertó Cristo. Manteneos, pues, lib res, y
al final la vida eterna. Según esto, liberación significa poder vivir una no os dejéis someter nuevamente bajo el yugo de la esclavitud» (Gál
vida fecunda y llena de sentido, determinada por la justicia de Dios, 5,1; 2,4). Deben considerarse hijos de Sara, la libre, y no de Agar, la
por la actuación salvífica de Dios en Cristo. esclava, como argumenta Pablo recurriendo a una osada interpreta -
ción alegórica de la Escritura. Son miembros de la Jerusalén del cie -
La realización plena de la libertad está todavía por llegar. En lo, que es libre, y de la Jerusalén terrena (4,26 31). -
37. Si nos centramos en el término ¿k(u0EpLex y derivados, se constata que falta en 1 41. Aunque el concepto de libertad aparece en 3,17 de forma algo llamativa, el versí-
Tes, Flp y Flm. culo no puede considerarse una glosa tardía, como hace Wolff, 2 Kor, p. 77. El campo
38. Zeller, Róm, p. 153, supone que Pablo contempla aquí el contenido moral de la semántico libertad-espíritu-gloria es enteramente paulino.
ley. 42. En Rom 7,1-4, Pablo compara el sometimiento a la ley con la situación de la
39. Cf. K5s emann , Ró m, p . 223 . esposa, que está vinculada a la «ley del marido». Se trata de una forma de expresarse muy ad
40. Metmai-1g es un término polivalente. Desde la perspectiva de la visión actual del hominem; pese a ello, constituye un reflejo inadecuado de las relaciones sociales. Cf. 1 Cor
universo, la marcha de la creación hacia el caos se convierte en algo gigantesco. 7,39.
L A T E O L O G Í A D E L A P Ó S T O L P A B L O L A S A L V A C I Ó N R E A L I Z A D A P U R D I O S
bertad alcanza aquí sin duda un punto culminante. En 1 Cor se ha - Aplicada al cristiano, la nueva creación significa que es «una criatura
bla de la libertad en un contexto parenético. Con un profundo sen - nueva»; sin embargo tanto la expresión abstracta «nueva creación»
tido de realismo, el Apóstol se dirige concretamente a personas es - como los contextos respectivos permiten suponer contenidos más
. clavas y a personas libres de la comunidad, y se refiere a lo relativo vastos. No se trata sólo de que tanto la circuncisión como la incir -
que-es en la Iglesia el estado social respectivo. El esclavo debe consi- cuncisión, los judíos y los gentiles, es decir, todos los hombres hayan
derarse como un hombre libre en el Señor, y el hombre libre, como sido llamados al Evangelio; la misma creación puede esperar en la
un esclavo de Cristo (7,22). Ahora bien, esta afirmación dialéctica manifestación de los hijos de Dios recreados por el bautismo. Pues
no pretende eliminar el estado de esclavitud, sino que contempla la «lo viejo ha pasado, todo es nuevo», dama Pablo, evocando posible -
actitud interior, que, sin embargo, no puede dejar de tener conse - mente Is 43,18s. (2 Cor 5,17) 4 '. Y que los viejos valores del mundo
cuencias externas'''. Hay que distinguir entre libertad civil y libertad sucumben se deduce de que el viejo mundo ha sido crucificado y
cristiana. Esta última no está ligada a la primera, sino que más bien además, el cristiano al mundo (Gál 6,14). Las nuevas criaturas son
la supera. Cuando Pablo se califica a sí mismo de hombre libre en 1 así signos de esperanza para la creación'''. En la formulación de la
Cor 9,1, su afirmación toca a su estado social. Pero la visión de este nueva creación se halla implícita, aunque sólo sea a modo de esbo-
estado se amplía por el hecho de que, siendo libre frente a todos, él zo, una argumentación comparable a la de Rom 8,18 -23. En este
se ha hecho esclavo de todos para ganar a los más posibles (9,19). Es punto lo característico vuelve a ser la reducción de un horizonte
más, llegó a considerarse esclavo de Cristo Jesús y utilizó esta condi- apocalíptico al horizonte humano. Así como en Rom 8 la idea prin -
ción como un timbre de gloria (Rom 1,1; Flp 1,1). cipal era la de la libertad, que es causa de esperanza, en 2 Cor 5,17
dicha idea la constituye la de la recreación. Pero ambas realidades
Las cosas se plantean de modo algo distinto en relación con la mantienen una relación muy estrecha, pues tanto la libertad como la
libertad de conciencia. Pero, en último término, también ella es ex- nueva creación se fundamentan en el Espíritu.
presión de la libertad cristiana. Aunque la conciencia determina la
actuación, ésta tiene su límite en la conciencia del prójimo. Aunque
soy libre en principio, puede haber casos en los que debo tener en
Ser cristiano es gracia (xcl i oic). Esta constatación coincide en
cuenta el juicio de conciencia del prójimo. Resulta instructivo el
primer término con lo que hemos dicho hasta ahora en el pre -
debate sobre la carne sacrificada a los ídolos en 1 Cor 10,23 -33.
sente apartado. Sin embargo, la palabra charis revela precisamente
en Pablo una serie tan rica de relaciones teológicas que vale la pena
La actuación salvífica de Dios se interpreta en términos creacio- exponer el tema expresamente. Es posible que el uso frecuente del
nales cuando la meta de esa actuación se presenta como una nueva término en tiempos de Pablo lo había convertido en una moneda
creación. La expresión sólo aparece dos veces en Pablo. Pero resulta devaluada. Pero la fuerza del lenguaje del Apóstol fue capaz de revi-
característica su formulación en presente", así como su concentra - talizarlo.
ción antropológica. El que ha recibido el bautismo es ya nueva crea-
ción. Parece correcto suponer que la expresión tiene que ver con el La palabra «gracia» no alude sólo a una autoconciencia cristia -
bautismo'". En cuanto nueva creación, el hombre adquiere su exis- na, sino que contiene también una afirmación teológica eminente.
tencia en Cristo: «Por tanto, el que está en Cristo, es una nueva Este último aspecto se expresa una vez más en el contexto de la
creación» (2 Cor 5,17). Esta condición devalúa completamente los doctrina de la justificación y, en dicho contexto, sobre todo en la
valores del mundo antiguo: «Porque nada cuenta, ni la circuncisión carta a los Romanos. La autoconciencia cristiana y apostólica, es
ni la incircuncisión, sino la creación nueva» (Gál 6,15). Pero la nue va decir, la conciencia de existir por gracia, impregna los textos más
existencia que ha adquirido el cristiano va más allá de sí misma. llamativos de las cartas a los Corintios. En relación con esta diferen -
ciación se trata lógicamente de dos caras de una misma moneda,
estrechamente relacionadas.
43. En relación con este texto se discute el sentido de 4Wi.ov xpfiam. de 1 Cor 7,21. Se
puede traducir: «si has sido llamado como esclavo, no te preocupes. Pero si puedes ser libre, La gracia es en primer término un poder divino, que se orienta a
vive tu estado con más amor todavía»; o bien: «continúa viviendo como esclavo con más
amor». Paradójicamente, Pablo aconsejaría esta última opción (con Conzelmann , Klauck).
la salvación de todos los hombres. En el paralelismo que establece
Es mejor actuar para Cristo como libre en Cristo.
44. Esto último lo acentúa Vógtle, Zukunft, pp. 178-180.
46. Cf. ls 65 ,17 ; Sab 7 ,27 ; 4 Esd 13,25s .
45. Por ejemp lo, Mussner, Gal, p. 415.
47. Sobre el horizonte cosmológico, cf. Stuhlmacher, EvTh 27 (1967), pp. 10-35.
LA TEOLOGÍA DEL APÓSTOL PABLO
lugar de esa experiencia es la fe: «En cambio al que, sin trabajar,
cree al que justifica al impío, su fe se le reputa como justicia» (Rom
Rom 5 entre Adán y Cristo la gracia aparece con claridad como 4,4s.). Se puede pensar que en la concepción de la gracia que aquí
poder, y ello precisamente en su oposición al poder del pecado. «Así, se expresa se halla incluida la correspondiente dimensión divina. La
lo mismo que el pecado reinó en la muerte, así también reinaría la misericordia de Dios es la causa última de su actuación salyífica (cf.
gracia en virtud de la justicia para vida eterna...» (5,21). La gracia 11,5s.; 4,16).
aparece personalizada. Lógicamente, se supone que se trata de la La conciencia de existir por graci a penetra además la entera
gracia divina, procurada por Jesucristo, por su obediencia. La gracia comprensión que el cristiano tiene de sí mismo. La vocación se pro -
se personaliza y se representa como un poder cuando se opone a la dujo por gracia (Gál 1,6). En relación con su vocación a ser apóstol,
ley y se recuerda que los creyentes no están ya bajo la ley sino bajo la Pablo habla una y otra vez de que se le había otorgado una gracia
gracia (6,14). En otros textos aparece la gracia como el gran don de especial (Rom 1,5; Gál 1,15), que le autoriza a exhortar (Rom 12,3;
Dios a los hombres: «El don en la gracia» (5,15), la «sobreabundan - 15,15) y lo capacita para fundar comunidades; o, dicho en términos
cia de la gracia» (5,17; cf. 6,1). Algunos pretenden que en 5,20 la figurados: para poner los cimientos, como sabio arquitecto (1 Cor
confrontación con el pecado hace que la gracia aparezca como un 3,10). En esta gracia de Dios ha transcurrido su vida ante las comu -
poder; sin embargo, también en este caso se mantiene la idea de nidades (2 Cor 1,12). Frente a los que pretenden reducir su Evange -
don: «pero donde abundó el pecado sobreabundó la gracia»". La lio, da testimonio del origen gracioso de su existencia apostólica y
gracia puede aparecer también como un ámbito, en el que se entra, de su cooperación con la gracia: «Mas por la gracia de Dios soy lo
al que se accede, en el que reina la paz, la paz con Dios (5,1s.). El que soy; y la gracia de Dios no ha sido estéril en mí. Antes bien, he
concepto de «acceso» que acabamos de mencionar (irpooaywyij) re - trabajado más que todos ellos. Pero no yo, sino la gracia de Dios que
mite al espacio cultual. En este caso, lo espacial se convierte en me - está conmigo» (1 Cor 15,10). El don de la gracia apostólica no se
táfora, mediante la cual se designa el privilegio de haber obtenido apoya en privilegios externos ni en capacidades terrenas, sino que
una cercanía permanente de Dios". En todos estos textos, gracia no puede desarrollar sus posibilidades de actuación precisamente en la
significa una cualidad divina, sino la manifestación incomparable de debilidad humana; ésta fue seguramente la experiencia de Pablo,
gracia, que tiene como objetivo la salvación de los hombres. Por desanimado tal vez por alguna enfermedad (2 Cor 12,7 -9). La gracia
hallarse en el contexto de la doctrina de la justificación, hay que de Dios, hecha eficaz a través del Apóstol, alcanza su desarrollo
añadir: es la manifestación de Dios, el juez de los hombres'", es de - pleno cuando se ganan para el Evangelio el mayor número posible
cir, de un juez de gracia. Sólo así se puede percibir el alcance de los de personas. En este sentido, se puede presumir que la «gracia so -
textos sobre la gracia. breabundante» de 2 Cor 4,15 se refiere a la vocación al apostolado.
Pero las experiencias del Apóstol se pueden aplicar a las experien-
En el contexto de la doctrina de la justificación, Pablo puede cias respectivas de los demás. Pues cada miembro de la comunidad
hablar concretamente de la experiencia de la gracia divina. Aunque ha recibido su don gracioso, que debe emplear para la edificación de
explique esa experiencia recurriendo al ejemplo histórico de Abra - la misma. El carisma es una consecuencia necesaria de la gracia de la
hán, lo que quiere decir es algo que se puede experimentar actual - vocación a ser cristianos. Aunque Pablo ha recibido el ministerio
mente. A la experiencia se remite la constatación de que, a aquel apostólico sobresaliente, puede ordenar su servicio entre los demás
que obra, el salario se le otorga como algo debido, no por gracia. carismas (Rom 12,6; 1 Cor 12,28). Con ello indica la acción comu -
Deber y gracia se excluyen recíprocamente. Lo que se concede por nitaria de la gracias'.
gracia es algo totalmente inmerecido. Traducido en términos teoló -
gicos, esto significa que la gracia divina declar a justo al impío, al
malvado. La grandeza admirable de esa manifestación de gracia
consiste en que el hombre no sólo no tenía nada que mostrar, sino
que además estaba frente a Dios como un enemigo y un rebelde. El
51. Otra acción comunitaria de la gracia se afirma en FIp 1,7. También aquí se a lude
48. Kuss, Rom, p. 235, observa adecuadamente que es posible que el Apóstol no qui-
en último término a la vocación apostólica, por la cual Pablo tiene que sufrir como prisione -
siera distinguir siempre con precisión entre los distintos aspectos.
ro. Quien se manifiesta solidario con él, participa en su gracia.
49. Con Zeller,Róm, p. 108. Schmithals, Róm, pp. 153-155, interpreta de otro modo;
para él charis subraya un don especial de la gracia.
50. Cf. Bultmann, Theologie, p. 289 (trad. cast.: Teología, p. 346). L A
SALVACIÓN REALIZADA POR DIOS
L A T E O L O G i A D E A A P Ó S T O L P A B L O La segunda interpretación rechaza una visión local -temporal de
la expresión «en Cristo», que entiende —usando una formulación
Bibliografía gramatical— en sentido modal. La expresión no alude a una vincu -
lación mística, sino a una determinación histórica. El factor dete r-
S. Lyonnet, «L'emploi paulinien de ¿locyopéc(ew au sens de "redimere" est-il minante es el acontecimiento salvador de la cruz y de la resurrección
attesté dans la littérature greque?: Bib 42 (1961), pp. 85-89; G. Schnei- de Jesús, cuya eficacia continúa en el presente. F. Neugebauer, que
der; Neuschüpfung oder Wiedergeburt, Düsseldorf, 1961; E. Pax, «Der Los- expuso ampliamente esta postura, dice: «'Ev XpLoTQ remite al acon-
kauf. Zur Geschichte eines ntl. Begriffes»: Anton 37 (1962), pp. 239-278; tecimiento de la cruz y de la resurrección y pretende abarcar ya ahora
J. Cambier, «La liberté chrétienne selon s. Paul», en StEv II, TU 87, Berlin, la plenitud escatológica» 55. Esta interpretación significa de hecho
1964, pp. 315-353; P. Stuhlmacher, «Erwágungen zum ontologischen Cha- afirmar la relación entre el acontecimiento único y su irradiación
rakter der / M i l ) K T i o L S bei Paulus»: EvTh 27 (1967), pp. 1-35; A. Vügtle, histórica. Se habla con cierta vaguedad de un estar determinado por
Das NT und die Zukunft des Kosmos, Düsseldorf, 1970; E. Stegemann, «Alt el acontecimiento histórico. Conviene observar además que esta in -
und Neu bei Paulus und in den Deuteropaulinen»: EvTh 37 (1977), pp. terpretación atribuye a la expresión «en Cristo» un matiz diferente
508-536; C. Breytenbach, Versiihnung, WMANT 60, Neukirchen, 1989; del que tiene la expresión «en el Señor». «En Cristo» abre a la pleni -
J. M. Scott, Adoption as Sons of God, Tübingen, 1992.
tud escatológica. Pero cuando se lee «en el Señor» se exhorta a man-
tener en este mundo lo que se ha recibido «en Cristo». En el predica -
4. En Cristo; en el Señor do «Cristo» resplandece la salvación, mientras que en el predicado
«Señor» se acentúa la autoridad y el señorío'''.
El creyente está unido a Cristo. Esta comunión afecta y abarca todas
las dimensiones de la vida. Recordar una y otra vez esa comunión es Ambas posturas tienen en último término elementos comunes;
uno de los sellos peculiares de la teología paulina; podemos suponer como tal puede considerarse la inserción de la persona individual y
además que él mismo se esforzó por considerar y configurar su pro - de la comunidad en un radio de acción englobante. Pero la forma y
pia vida cristiana desde esa unión con Cristo. manera de esa vinculación se entiende de forma distinta. Para u nos
Instrumento lingüístico privilegiado para articular esa idea es la se produce en un sentido espacial-metafísico; para otros, en un sen-
expresión «en Cristo» o las expresiones equivalentes «en Cristo Je - tido histórico-modal 57 .
sús» y «en el Señor». En el primer plano de la expresión «en Cristo» Con el fin de explicar las múltiples dimensiones del «en Cristo»
o «en el Señor» aparece el Señor exaltado, que fue crucificado por – «en el Señor», vamos a acercarnos a algunos textos escogidos. La
los hombres, pero a quien Dios resucitó. Con el Señor exalta do se diferencia de matiz ya indicada entre ambas expresiones se mani-
obtiene una comunión permanente. fiesta en que «en el Señor» aparece preferentemente en contextos
Por lo que respecta a la interpretación más precisa de esta expre- parenéticos 55 . Si se quiere hacer justicia a cada una de las expresio -
sión, desde la investigación realizada por A. Deissmann se mantienen nes, es preciso analizarlas por separada". Sólo entonces podrá plan -
básicamente dos posturas opuestas. El propio Deissmann entendió el tearse la cuestión sobre la existencia de un concepto englobante.
«en Cristo» en sentido espacial, es decir, como un existir en Cristo,
lo interpretó como una experiencia y no temió usar la palabra «mís -
tica»'2. Según este autor, la piedad paulina es cristocéntrica; es «inti- Un elemento característico de la postura de Deissmann es que habla de piedad, no de doctri -
midad con Cristo». Pablo vive en Cristo, en el Cristo vivo, presente, na o de teología. Sobre este punto, cf. su artículo «Zur Methode der biblischen Theologie
pneumático, que lo rodea, lo llena, que habla con él y que habla en des NT», en G. Strecker (ed.), Das Problem der Theologie des NT, WdF 367, Darmstadt,
él y por él". Es importante tener en cuenta que ya Deissmann llama 1975, pp. 67-80.
55. In Christus, p. 148.
la atención sobre el paralelismo entre el ser en Cristo y el ser en el 5 6 . Cf. Foester, Herr ist Jesus, pp. 144s.
Espíritu, entre la comunión con Cristo y la unión con el Espíritu, 5 7 . Schweizer, Erniedrigung, p. 146, nota 648, considera que «en Cri,to Jesús» y «en
recurriendo además a la expresión opuesta «Cristo en nosotros», que la fe en él» son expresiones equivalentes.
él considera en cierto modo como una expresión mística'`. 5 8 . Schmauch, In Christus, p. 66, pretendía distinguir incluso entre las expresiones
«en Cristo» y «en Cristo Jesús» y relacionar esta última con la actuación divina, en cuanto
independiente de la vida creyente. Esta distinción debe rechazarse.
5 9 . Kásemann, Róm, p. 211, aconseja justamente analizar cada texto, para determinar
52. For mel, pp. 85 y 91ss. luego si tiene un significado local, instrumental o modal.
5 3 . D ei s s man n , Pa u l u s , p . 1 0 7 .
5 4 . La postura de Deissmann se ha podido afirmar ampliamente y, dados sus resulta-
dos, sigue manteniendo hoy una plaza indiscutible. Cf. sobre ello Kásemann, Rffin, p. 210.
L A S A L V A C I Ó N R E A L I Z A D A P O R D I O S
LA TEOLOGÍA DEL APÓSTOL PABLO
derlo en el sentido de apelando al Señor Jesús; sin embargo, tam -
bién aquí es determinante el aspecto de la pertenencia'''.
Visto el gran número de usos, se debe conceder en primer lugar Si nos preguntamos ahora por un concepto globalizante sobre
que, al menos en muchos textos, la expresión «en Cristo» tiene este punto, los aspectos de unión y pertenencia favorecen más la
efecto retórico o pretende referirse a una situación que en nuestra idea de un «espacio» determinado por Cristo, el Señor, que. el hecho
forma habitual de hablar denominaríamos «cristiana»; es lo que de estar determinado por un acontecimiento histórico pasado. Esto
ocurre por ejemplo cuando el Apóstol habla en 1 Cor 4,17 de su se confirma por el hecho de que Cristo, el Kyrios, se percibe como
camino en Cristo°. Pero frente a ello encontramos formulaciones Señor exaltado y viviente, que actúa en su Iglesia. Con ello se intro -
cargadas de sentido; y en estos casos hay que expresar todo su duce la otra dimensión que se debe tener en cuenta, es decir, la
alcance. Así, por ejemplo, la afirmación de 2 Cor 5,17 «Por tanto, cclesiológica. No se trata de que la persona sea asumida en su indi -
el que está en Cristo es una nueva creación» expresa tanto una vidualidad por la comunidad. Pero por el hecho de est ar en Cristo,
referencia espacial como la nueva forma escatológica obtenida por el creyente está siempre en comunión con otros. «Vosotros estáis en
esa unión con Cristo, señalando además el límite entre el mu ndo Cristo Jesús» (1 Cor 1,30); Andrónico y Junia «estaban en Cristo
antiguo y el nuevo.
antes que yo» (Rom 16,7); «todos vosotros sois uno en Cristo Jesús»
Hay algunos textos en los que la expresión «en Cristo» contem - (Gál 3,28): se trata de afirmaciones que pretenden expresar esa in-
pla a Cristo como agente de la acción: «A causa de la gracia de Dios terrelación. La fusión en uno, que es como una personalidad única,
que os ha sido otorgada en Cristo Jesús» (1 Cor 1,4); «a los santifi - hace pensar antes que nada en el modelo eclesiológico del cuerpo,
cados en Cristo Jesús» (1,2); «porque en Cristo estaba reconciliando que Pablo une en otro texto a la expresión «en Cristo»: «así también
Dios al mundo consigo» (2 Cor 5,19); «se me había abierto una nosotros, siendo muchos, no formamos mas que un solo cuerpo en
puerta en el Señor» (2,12); «me hallo en cadenas por Cristo» (Flp Cristo» (Rom 12,5). La fusión del individuo y de la comunidad
1,13); «la paz de Dios [...} custodiará vuestros corazones y vuestros «en Cristo» puede entenderse de forma tan íntima, que la comuni -
pensamientos en Cristo Jesús» (4,7); «tengo, pues, de qué gloriarme dad, vista como un cuerpo, se puede llamar «Cristo» (1 Cor 12,12).
en Cristo Jesús» (Rom 15,17). En cada caso se puede partir de que Pero Pablo mantuvo siempre estrictamente la personalidad indivi-
es Cristo quien da la gracia de Dios, quien santifica, aquel a través dual de Cristo resucitado y no la redujo al cuerpo de los muchos ni
del cual Dios reconcilia, el que abre la puerta, etc. Sin embargo, en la diluyó en dicho cuerpo". Lo mismo se puede decir del individuo,
relación con estos textos, a los que se podrían añadir otros`'', cabría que nunca se hace «uno» con Cristo en el sentido de que pierda su
preguntarse por qué Pablo no utilizó la preposición instrumental individualidad. Por ello, el concepto de «místico» se podría usar en
corriente &1,á Xplatot). ¿Querría indicar o hacer que resonara en la este contexto si se entiende en un sentido amplio, es decir, como
expresión algún otro aspecto? experiencia gratuita del Espíritu por parte del cristiano en cuanto
unión gratuita del hombre con Cristo".
En otros textos, mediante el «en Cristo» se da a entender la
unión con él, la vinculación a él. La exhortación «alegraos en el La intensidad de la unión con Cristo se manifiesta todavía con
Señor» (Flp 4,4) se podría resolver como sigue: porque estáis unidos más fuerza si se considera la expresión opuesta, es decir, «Cristo en
a Cristo. O cuando se habla de los esfuerzos, que no resulta n vanos nosotros» 65 . El Apóstol se sabe tomado por Cristo (Flp 3,12), Cris to
en el Señor (1 Cor 15,58), o de la gloria (Flp 1,26), de alivio (Flm habla en él (2 Cor 13,3). El punto álgido de esta serie de expre siones
20), de libertad (Gál 2,4), del amor de Dios (Rom 8,39) en Cristo lo constituye Gál 2,20: «Vivo, pero no yo, sino que Cristo
(Jesús): todo esto es consecuencia de la pertenencia a él. De la perte -
nencia común a Cristo se deducen calificaciones tales como «Epafras,
mi compañero de cautiverio en Cristo Jesús» (Flm 23), «mis colabo- 62. La riqueza de matices de la expresión «en Cristo» es todavía mayor. Así afirma 1
Cor 7,39 que la viuda es libre para volver a casarse, pero esto tiene que hacerlo «en el
radores en Cristo Jesús» (Rom 16,3), o la petición de acoger amisto - Señor». Esto querrá decir que debe casarse con un cristiano. Con Lietzmann, 1 und 2 Kor,
samente a otros cristianos en el Señor (Flp 2,29; cf. 2,19). Cuando p. 37.
el Apóstol exhorta «en el Señor Jesús» (1 Tes 4,1), habla delante de 63. C f. Mu s s n er , Gal, p p . 2 6 5 s .
64. El concepto «mística» se aplica en sentido estricto a fenómenos extraordinarios,
Dios «en Cristo» (2 Cor 2,17), ordena (Flm 8), esto hay que enten - que normalmente no se producen ni siquiera en el caso de una vida cristiana muy intensa.
Cf. K. Rahner, Praxis des Glaubens, Zürich, '1985, pp. 123s.
65. Cf. Wikenhauser, Christusmystik, pp. 37-48.
60. El camino deberá de referirse a las instrucciones del Apóstol.
61. Cf., por ejemplo, 1 Cor 4,15; 9,1; 2 Cor 2,14; Flp 3,14. L A SALVACIÓN
REALIZADA POR DIOS
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L A T E O L O G Í A D E L A P Ó S T O L P A B L O
«con palabras, sino también con poder y con el Espíritu Santo, con sencia del Espíritu. Pero el Apóstol se siente obligado a prevenir
plena persuasión» (1 Tes 1,5). La frase alude a manifestaciones con - frente a una valoración excesiva de tales fenómenos. Precisamente
comitantes de su actividad misionera, difíciles de entender para no - en la comunidad corintia se dieron imprecisiones y exageraciones al
, sotros, y que en otro texto llama «manifestació n del Espíritu y del respecto. Era necesario ofrecer criterios. El criterio, al que se su bor-
poder» (1 Cor 2,4), o afirma con mayor claridad que fueron realiza - dinan todos los carismas en 1 Cor 12,2s., llama la atención por su
das «en virtud de señales y prodigios, en virtud del Espíritu de Dios» sencillez: es la confesión de fe pura y simple en Jesús, el Señor; ésta
(Rom 15,19). Con ello se alude a actuaciones extraordinarias del sólo puede hacerse en virtud del Espíritu; del mismo modo, la mal -
Espíritu, que Pablo también considera importantes. En un sentido dición pronunciada contra Jesús constituye una prueba segura de
más amplio, denomina el ministerio que él desempeña «servicio del que no se posee el Espíritu. Con ello se traza una línea divisoria
Espíritu» (2 Cor 3,6). En la confrontación con sus oponentes, que se clara; lo cual supone admitir que también fuera de la comunidad se
habían introducido en la comunidad con sus cartas de recomenda - daban fenómenos extáticos. El criterio no es el éxtasis en cuanto tal;
ción, habla de la comunidad de Corinto como de una carta de Cris - ocurre más bien que el éxtasis precisa de un criterio. Y éste lo ofrece
to, redactada por él con el Espíritu del Dios vivo (3,2s.). La obra de la confesión de fe cristiana.
la fundación de comunidades se hace en este Espíritu. Cuando en
Rom 15,16, un texto semejante, se recuerda una santifica ción ope- Pablo pasa además de los dones extraordinarios del Espíritu a
rada por el Espíritu, se está hablando posiblemente del bautismo 69 . los servicios ordinarios, que el Espíritu promueve igualmente en la
Vuelve a presentarse aquí la relación entre bautismo y Espíritu. comunidad. Hay que advertir que al repetir la enumeración de los
dones del Espíritu en 1 Cor 12,28 se mencionan los maestros, y
El Apóstol considera la acción del Espíritu en sus comunidades junto a ellos, los dones asistenciales y las tareas de dirección; ade -
como la cosa más lógica. Dicha acción constituye un a característica más, en la lista de carismas de Rom 12,6-8 se citan exclusivamente
propia del tiempo del cumplimiento. Precisamente en las comunida - los servicios ordinarios que se realizan en la comunidad, tales como
des paulinas se mencionan fenómenos espirituales extraordinarios, la profecía, la enseñanza, la exhortación, dar limosnas, la presiden -
muy valorados por los miembros de las comunidades. En la enume - cia, el ejercicio de la misericordia".
ración de los dones operados por el Espíritu en 1 Cor 12,4-11 llama Incluso cuando los miembros de la comunidad se reunían en un
la atención que se pongan en primer término fenómenos extraordi - lugar concreto para la celebración litúrgica, se experimentaba tam-
narios como la palabra de sabiduría y de conocimiento, curaciones, bién la acción del Espíritu de otras formas extraordinarias. Las afir -
acciones poderosas, profecía, discernimiento de espíritus, don de maciones del Apóstol en este sentido son escasas. Para nosotros tie -
lenguas e interpretación de las mismas. El texto no se limita a con- nen cierto aire enigmático, pues se limitan a indicar los hechos, sin
templar lo que pasa en la comunidad corintia. Pablo acepta comple- describirlos. «El Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos
tamente esos fenómenos, pero considera importante que todo sirva inefables» (Rom 8,26) es una expresión que hay que relacionar no
para edificar la comunidad y que no se pierda en lo subjetivo. Por con la oración privada, sino con la comunidad reunida para la ora -
otra parte, la actuación de los dones se atribuye en este texto por ción. En el contexto se alude a nuestra debilidad y además a que
igual al Espíritu, al Señor o a Dios'''. Pero al final se subraya la acti - nosotros no sabríamos qué tendríamos que pedir para orar como
vidad del Espíritu (12,11). En su momento nos referiremos a la rela - conviene. Si el conjunto se interpreta en el sentido de admitir senci-
ción del Espíritu con el Señor y con Dios. llamente la incapacidad para orar, la afirmación aparecería casi como
un caso aislado en los escritos de Pablo'". Lo mejor e s tal vez pensar
Los fenómenos extraordinarios constituían un estímulo en el
en el gemido inenarrable emitido cuando se hablaba en lenguas, en
seno de la comunidad y se valoraban como manifestación de la pre -
la medida en que dicho gemido podía considerarse como un testi -
monio de la intercesión del Espíritu'". La aclamación litúrgica «Abba,
69. Cf. Wilckens, Ró m 111, p. 118.
70. Hermann, Kyrios, pp. 71-75, pretende interpretar Espíritu-Señor-Dios como un
in crescendo integrador, paralelo al que se da en el caso de los carismas-servicios-operacio- 71. Cf. Hermann, Kyrios, p. 73. En esta fase inicial, el ministerio del profeta tuvo que
nes. Cada uno de los términos sucesivos asume al anterior. El término «operaciones» sería el haber sido algo completamente natural; las cosas cambiaron rápidamente en el período
más amplio, y asumiría los otros dos; de igual modo, tras la acción del Espíritu estaría el post-apostólico.
Señor, y tras la acción del Señor, Dios. Se puede considerar que esta interpretación ve 72. En este sentido lo interpreta Niederwimmer, ThZ 20 (1964), pp. 255-265.
demasiadas cosas en el texto. 73. C f. K ás em an n , Ró m, p p . 2 2 9 -2 3 1 .
LA TEOLOGÍA DEL APÓSTOL PABLO
otros, los «materiales», son massa damnata. En el difícil texto de 1
Cor 2,10-16 Pablo se confronta con los maestros de sabiduría de
Padre», que constituye para los reunidos un testimonio de la liber - tendencia gnóstica; en él se muestra crítico frente a la mentalidad
tad de hijos de Dios obtenida, se considera expresamente signo del gnóstica, cuando afirma: «El hombre material (4ruxix(M no capta las
Espíritu (Rom 8,15s.). Según Gál 4,6 es incluso el mismo Espíritu el cosas del Espíritu de Dios; son necedad para él. Y no las puede co -
que provoca la aclamación. Gritar fuerte es un signo de que uno es nocer, pues sólo espiritualmente pueden ser juzgadas. En cambio el
libre; el esclavo gime. hombre de Espíritu lo juzga todo; y a él nadie puede juzgarle»
La asamblea comunitaria y el bautismo como lugares de expre- (2,14s.) 75 . A estas afirmaciones sólo se les hace justicia cuando se
sión del Espíritu orientan hacia el ámbito del «cuerpo de Cristo», percibe su carácter dialéctico. En su defensa de la cruz, que los opo-
que es la Iglesia: «Porque en un solo Espíritu hemos sido todos bau- sitores consideran una necedad, el Apóstol lleva su orgullo pneumá -
tizados, para formar un solo cuerpo, judíos y griegos, esclavos y tico hasta el absurdo. Los que se consideran pneumáticos se revela -
libres. Y a todos se nos ha dado a beber un solo Espíritu» (1 Cor rán de hecho «materiales» mientras no capten que la necedad de la
12,13). Así, pues, el ámbito del Espíritu es este cuerpo, es decir, la cruz es sabiduría divina (cf. 3,1). También aquí se presenta el Espíritu
comunidad, en la que hunde sus raíces la confesión de fe «Jesús es como un don de Dios: «Nosotros no hemos recibido el espíritu del
Señor», que es el criterio del Espíritu; siendo esto así, en relación mundo, sino el que viene de Dios, para conocer las gracias que Dios
con estas afirmaciones conviene tener en cuenta que, junto a la co - nos ha otorgado» (2,12).
munidad como realidad colectiva, también el individuo se presenta
claramente como portador del Espíritu. La comunidad es templo de En cuanto Espíritu de filiación, que inspira la aclamación libera -
Dios, en el que habita el Espíritu de Dios (1 Cor 3,16); pero ta mbién dora del Abba, el Espíritu nos mantiene libres frente a todo'''. Pero
lo es la persona individual o el cuerpo de la persona individual la libertad obliga. De este modo, el Espíritu se convierte en norma.
(6,19). La relación del individuo con el cuerpo de Cristo, en el que En esta concomitancia aparentemente paradójica entre un Espíritu
alienta el Espíritu, aparece con especial intensidad en la argumen - que garantiza la libertad y un Espíritu que constituye una norma se
tación contra la fornicación. El argumento es el siguiente: «El que se halla un elemento específico, no sólo de la concepción del Espíritu,
une al Señor se hace un solo espíritu con él» (1 Cor 6,17). Esta sino también del concepto de libertad. La primacía del Espíritu apa -
afirmación tan concisa expresa la inclusión del individuo en el cuer - rece en expresiones como ésta: «Todos los que son g uiados por el
po de Cristo, que no elimina la individualidad; y, como consecuen - Espíritu de Dios son hijos de Dios» (Rom 8,14; cf. Gál 5,18). Quien
cia de aquella inclusión, la participación en el Espíritu que impregna se deja llevar por la atracción y la conducción del Espíritu, obtiene
el cuerpo74. la libertad de los hijos de Dios 77 . Haber sido liberados de la muerte
para vivir nos hace capaces de cumplir el mandamiento del amor.
Conviene tener presente que un elemento esencial de la pneu - Sea cual fuere el sentido concreto de la expresión la «justa exigencia
matología paulina (y cristiana) lo constituye el hecho de que el Espí - de la ley» en Rom 8,4, en Gál 5,22 el amor aparece como el primer
ritu es un don que se le concede a la persona y que ésta no podría fruto del Espíritu. Por oposición a la lista de vicios de 5,19-21, ello
alcanzar nunca por sí misma. En este punto esencial se diferencia la significa además que esos vicios antihumanos recogidos aquí han
pneumatología paulina de la gnóstica. Según la gnosis, el pneuma se sido superados. Con el Espíritu se ha derramado el amor de Dios en
halla inserto desde siempre en lo más íntimo del hombre; es una nuestros corazones. Esta descripción, muy próxima a una identifica -
lámpara preexistente que hay en él, que lo colma en cualquier caso, ción, concibe en todo caso el amor de Dios como esencia del Espíri -
pero que tiene que ser descubierto y asumido para poder superar el tu. Dicho amor es el que Dios nos tiene (genitivo subjetivo), no el
olvido del ser y lograr el conocimiento salvador. Este conocimiento
conduce hasta lo profundo de Dios, hacia el salvador en la luz, con
el cual se hace uno el espíritu que vive en el hombre. En todo caso, 75. Sobre el problema, cf. especialmente Wilckens, Weisheit, pp. 80-89. Se discute
el número de los que son aptos para la salvación se halla limitadó a mucho cuáles eran las características de los maestros de sabiduría corintios. En cualquier
los pneumáticos, es decir, a los portadores de luz, mientras que los caso, tales características no podrán determinarse sin tener en cuenta algún elemento gnós -
tico.
76. C f . s u p r a , p p . 9 5 - 9 8 .
77. Al mencionar el Espíritu en la exposición del pasado judío, Rom 2,29 anticipa la
74. Conzelmann, 1 Kor, p. 135 observa justamente que cabría esperar: es un cuerpo división, que se alcanzará en 3,21. Sobre esta problemática, cf. Kuss, Róm, p. 91.
con el Señor (cf. v. 16). Diciendo «un espíritu», se quiere aclarar la condición de ese cuerpo
uno.
LA SALVACIÓN REALIZADA POR DIOS
L A T E O L O G Í A D E L A P Ó S T O L P A B L O
píritu del Dios vivo (2 Cor 3,3), sino que además es Dios quien nos
lo da (1 Tes 4,8; 2 Cor 1,22), quien actúa en nosotros a través suyo
que nosotros le tenemos a él. Este amor derramado tiende a cambiar (1 Cor 2,10; 2 Cor 3,6). Recibimos el Espíritu de Dios (1 Cor
completamente al hombre y lo contempla como alguien que actúa 2,12). Con todo, hay también frases en las que el mismo E spíritu
en el mundo en cuanto tocado por el amor de Dios y al propio aparece como sujeto: «El Espíritu viene en ayuda de nuestra flaque -
tiempo reflejo de ese amor. za» (Rom 8,26). También Cristo puede ser sujeto del Espíritu, aun -
Puede contar con la protección del Espíritu, pero también re - que los textos correspondientes no son demasiados (Flp 1,19: Es -
nunciar a ser conducido por su norma. Puede dejar de estar en el píritu de Jesucristo). Cristo actúa por el poder de l Espíritu en su
Espíritu. Las repetidas antítesis entre espíritu y carne (Gál 3,3; 5,17; Apóstol (Rom 15,18s.). No cabe la menor duda de que el Espíritu
Rom 8,9), Espíritu y ley (Gál 5,18), Espíritu y letra (Rom 2,29; 7,6) de Dios y el Espíritu de Jesucristo son idénticos. Si se quiere tener
previenen frente a esta posibilidad amenazante. El don de estar en el un testimonio expreso de que esto es así, resulta instructiva la for -
Espíritu exige una vida conforme a esa situación (cf. Gál 5,25). mulación singular de Gál 4,6: «Dios envió el Espíritu de su Hijo a
nuestros corazones»".
El Espíritu no es sólo la fuerza que crea vida y supera la muerte
moral del pecado; también promete la superación de la muerte fí - Desde estos presupuestos, se debería tener cuidado a la hora de
sica, del ser para la muerte definitiva; y esa superación la anhela - interpretar el texto tan sufrido de 2 Cor 3,17: «El Señor es el Espíri -
mos los humanos junto con toda la creación. Por eso se le denomina tu». En el contexto donde se hace esta afirmación se habla de la
primicia (Rom 8,22s.), arras 78 (2 Cor 5,5; 1,22) y nos pone frente a esperada conversión de Israel al Señor, que sólo será posible en el
la perspectiva de la vida eterna (Gál 6,8). La garantía se nos concede Espíritu. No debería hablarse de identidad en el sentido de que los
a través de ese don. ¿Cómo ha imaginado Pablo est os elementos, sujetos fueran intercambiables; tanto menos cuanto que en el v. 17b
que son de suyo tan difíciles de expresar? La frase sobre el «Espíritu el Espíritu se llama «Espíritu del Señor»". Es indudable que entre
que habita en vosotros» (Rom 8,11), de resonancias marcadamente Kyrios y Pneuma existe una relación estrechísima, como también es
realistas, podría evocar la imagen de un material no mundano 79, pero muy estrecha la que existe entre Dios y el Espíritu. Tanto la acción
sigue siendo metafórica". La esperada superación definitiva de la de Cristo resucitado como la acción de Dios se experimentan en el
muerte en la resurrección corporal se presenta en paralelismo con la Espíritu. Se puede afirmar incluso que la identidad de acción entre
resurrección de Cristo de entre los muertos, ya que ambas se atribu - el Kyrios y el Pneuma es un elemento propiamente paulino. Sin
yen a la potencia del Espíritu; en ese sentido, el proceso aparece embargo, Pablo no se planteó determinar precisamente las relacio -
como algo dinámico: «Y si el Espíritu de Aquel que resucitó a Jesús nes; su pensamiento parte más bien de la relación de Cristo c on
de entre los muertos habita en vosotros, Aquel que resucitó a Cristo Dios y no de la relación de ambos con el Espíritu, que por lo demás
de entre los muertos dará también la vida a vuestros cuerpos morta - no posee en el Apóstol elementos personales claramente reconoci -
les por su Espíritu que habita en vosotros». Se podría hablar de una bles. Si Cristo actúa por el Espíritu lo mismo que Dios actúa por el
metáfora real. Pero, en el momento presente, la experiencia del Es - Espíritu, el acento recae en la dimensión cristológi ca al situar a Cris-
píritu sigue siendo especialmente la capacitación para el amor, con - to cerca de Dios".
cedida de forma desinteresada y gratuita".