Sunteți pe pagina 1din 11

El capitalismo del Siglo 21 se caracteriza por una creciente diferenciación

entre centro y periferia, con esta última creciendo más rápido que el
centro y con fortalezas en su capacidad de generar ahorros exportables.
Este “nuevo” capitalismo, de variante neoliberal, también muestra una
alta frecuencia de crisis económicas, seguida de costosas políticas de
austeridad junto a una tendencia a la acentuación de la desigualdad de
ingresos y riquezas; en este contexto destaca el fortalecimiento de
pequeñas pero poderosas elites económicas. Estas tendencias globales
tienen implicancias geopolíticas y económicas importantes. Una de estas
es sobre el carácter de la democracia la que se ha vuelto de baja
intensidad y poco participativa dada la brecha existente entre la enorme
influencia de las elites económicas que movilizan sus amplios recursos
para influir, unilateralmente, en las decisiones políticas de las sociedades
capitalistas y el escaso poder e influencia de las clases medias y los
sectores populares y menos favorecidos de la población. Asimismo, este
capitalismo del siglo 21 ha traído consigo un déficit democrático no solo a
nivel nacional sino también a nivel global. Un ejemplo reciente de lo
anterior es que varias economías europeas se han transformado en
verdaderos “Protectorados” del FMI, Banco Central Europeo y la
Comisión Europea, la llamada Troika. En efecto, este conjunto de
instituciones dictan las políticas públicas de los países Europeos en crisis
con evidente menoscabo de su soberanía y autonomía nacional y del
derecho a decidir sus propias políticas económicas y sociales.

Después de media década del inicio de la Gran Recesión: Dónde


Estamos?

A más de cinco años del inicio de la crisis del 2008-2009 en Estados


Unidos, la que se propagó rápidamente a Europa afectando el centro del
capitalismo mundial, es evidente que los costos de esta han sido
enormes en términos de desempleo, estancamiento económico y tensión
social. No obstante, se vislumbra para el 2014 una cierta recuperación
del crecimiento del Producto Interno Bruto, PIB, para EE.UU y la zona
Euro, aunque insuficiente para resolver los problemas acumulados tras
más de media década de crisis.

La crisis ha golpeado más fuertemente a los países de la periferia de


Europa: Portugal, Irlanda, España, Italia y Grecia que a las economías
centrales de esta región; incluso Alemania ha logrado progresar mientras
el resto de Europa se contrae. Un indicador dramático de esta crisis es el
desempleo juvenil que ha superado el 50 por ciento de la fuerza de
trabajo en países como España y Grecia. La prevalencia del Euro ha
eliminado la posibilidad, a nivel nacional, de usar políticas monetarias
expansivas necesarias para estimular la economía. Asimismo la política
fiscal también ha estado bastante restringida por el endeudamiento
público y, en especial, por las condiciones que imponen la EU y la Troika
desde el 2010.

Como se señaló al comienzo cabe destacar la pérdida que han


experimentado los estados nacionales en su capacidad de definir los
términos de la “austeridad” la que viene determinada por la Troika e
influida directamente por grandes potencias como Alemania y Estados
Unidos y, en cierto grado, el Reino Unido que han re-estrenado el antiguo
modelo del “Protectorado” en la Europa periférica. Es evidente que la
prioridad está en proteger los intereses de los bancos de los países
acreedores más que el empleo, la producción y los beneficios sociales de
la población de los países aplicando las políticas de “austeridad”. La
Troika busca, además, debilitar los Estados de Bienestar de los países
europeos e impulsa políticas de privatización de activos del Estado como
condición previa para aprobar y desembolsar sus préstamos. Llama la
atención, en este contexto, que los gobiernos de los países afectados,
junto con sus elites intelectuales y técnicas, no hayan sido capaces de
presentar a sus poblaciones y a la EU, programas económico-sociales
coherentes y progresistas que pongan como prioridad la protección del
empleo, la mantención del crecimiento económico, la defensa de los
derechos sociales de sus trabajadores antes que el servicio de la deuda
financiera.
Las Salidas a la Crisis.

A partir del 2010 la prioridad de las políticas económicas de las


economías centrales se trasladó desde políticas expansivas orientadas a
la recuperación del crecimiento y el empleo como las que inicialmente
impulsó el mismo FMI, desde fines de 2008 hasta inicios del 2010, en
contra a su tradición históricamente restrictiva. Sin embargo, a
comienzos del 2010 los gobiernos y el FMI hicieron un cambio de giro y
se priorizó la reducción de los déficits fiscales y el control del crecimiento
de la deuda (la administración neo-conservadora de David Cameron en
el Reino Unido decidió hacer este ajuste de prioridades en forma
autónoma). En el nuevo contexto, quedó como prioridad sub-alterna el
empleo y el crecimiento. No obstante la realidad ha sido que los
coeficientes de deuda a PIB han aumentado más que disminuir debido al
lento crecimiento económico del periodo 2010-2013 en la Euro-Zona y en
Estados Unidos; además, la recuperación de la recaudación fiscal se ha
postergado. Además, en un ambiente de estancamiento prolongado y
alto endeudamiento la inversión se ha afectado comprometiendo el
crecimiento de mediano plazo.

Por otra parte varios países junto con reducir el empleo, los salarios y las
prestaciones sociales en el sector público han acelerado las
privatizaciones de actividades como los aeropuertos, los correos, el agua
y la energía. En Grecia, la Troika exigió, en el 2013, incluso, el cierre de
la Televisión Pública, ERT[1], uno de los iconos de la democracia
griega. Además algunos países han introducidos cambios
constitucionales (caso español) para que el presupuesto fiscal tenga el
visado de organismos supra-nacionales disminuyendo aún más la falta
de soberanía nacional en las decisiones de política fiscal.

Estas medidas restrictivas han puesto una gran presión sobre el contrato
social Europeo de post-guerra basado en la seguridad económica, la
cohesión y protección social, la solidaridad y el empleo. El intento de
reemplazar este contrato social por uno neoliberal se ha hecho sin
consultas ciudadanas, aprovechando las urgencias de la crisis y el poder
de la Troika y de los acreedores financieros. Por otra parte, se observa
en Europa, a raíz de la crisis, un fortalecimiento de los partidos políticos
nacionalistas de ultra-derecha como el “Frente Nacional” en Francia, los
“Verdaderos Finlandeses” en Finlandia, la “Cruz Dorada” en Grecia y
otros que han logrado atraer electorados en base a un discurso anti-
migrantes y anti-Unión Europea en sociedades agotadas por la falta de
empleo y el estancamiento.

Desigualdad y Elites económicas

Otra faceta sobre-saliente del capitalismo del siglo 21 es la enorme


concentración del ingreso y la riqueza en elites económicas con amplio
poder económico e influencia política.[2] Un indicador de lo anterior es el
aumento en la proporción del ingreso nacional que se apropia el uno por
ciento más rico de la población. En países como Estados Unidos dicha
proporción alcanza 23 por ciento y en el Reino Unido 14 por ciento. En
contraste, la participación del uno por ciento más rico en naciones como
Suecia es cercana al 9 por ciento y en Francia al 8 por ciento.[3] Lo
anterior muestra que la variante de capitalismo anglo-sajón que siguió las
recetas neoliberales a partir de la década de 1980 es más desigual que
el capitalismo de Europa continental, países Nórdicos y Japón que
evitaron, en lo grueso, seguir este curso de acción. En América Latina la
concentración del ingreso en el uno por ciento más rico alcanza un nivel
muy alto en Chile con un 33 por ciento,[4] mientras que en Argentina este
porcentaje es de 16.7 por ciento.[5] En cuanto a concentración de la
riqueza, la Revista Forbes muestra que el país con un mayor número de
billonarios (personas con riqueza neta superior al billón de dólares) es
Estados Unidos, seguido por China, la Federación Rusa y la
India.[6] Los BRIC (Brasil, Rusia, India y China) se encuentran entre los
diez primeros países con el mayor número de billonarios del mundo, lo
que indica que la existencia de grandes fortunas ya no es fenómeno
exclusivo de los países ricos de la OCDE. En América Latina, Brasil
encabeza la lista de países con mayor número de billonarios, seguido de
México, aunque Chile es el país con más billonarios en relación con la
población en la región.

Brechas Salariales y Participación del Trabajo

Una de las causas del aumento en la desigualdad en Estados Unidos y el


Reino Unido en las décadas de 1990 y 2000, se relaciona a los enormes
incrementos en los ingresos de los gerentes generales y los ejecutivos de
empresas grandes y de bancos comerciales y fondos de inversión. Previo
a los años ochenta, en Estados Unidos la relación entre el ingreso de
ejecutivos (incluyendo participación de utilidades y opciones a acciones
preferentes emitidas por las compañías) y el salario del trabajador medio
se ubicaba en el rango de 30 a 40 veces. En contraste, en el año 2012, la
proporción entre la compensación total de los CEO en relación a los
salarios medios de los trabajadores alcanzó 273 veces.[7] En el Reino
Unido, la High Pay Commission, una comisión independiente, no
partidista, conformada por expertos, representantes de la sociedad civil,
académicos, sector privado y representantes sindicales documenta un
explosivo aumento en las remuneraciones de los ejecutivos y miembros
de directorios en las últimas tres décadas. En efecto, mientras en 1979-
1980 el cociente entre los ingresos de altos ejecutivos de empresas y
bancos respecto a la remuneración media de los trabajadores se ubicaba
en un rango entre 13 y 44 veces, en los años 2009-2011 esta proporción
se elevó a un rango de 38-113 veces.[8]

Finalmente, estudios empíricos recientes muestran una sostenida


disminución de la participación del trabajo en el ingreso nacional de
alrededor de cinco puntos porcentuales entre 1975 y el 2012, en
contraste a la constancia de la participación del trabajo en las décadas
posteriores a la segunda guerra mundial. Esta tendencia se observa en
cerca de 42 países en el periodo mencionado y en las cuatro economías
más grandes del mundo: Alemania, China, Estados Unidos y Japón. Es
interesante notar que en Estados Unidos, uno de los países ricos más
desiguales del mundo, esta disminución de la participación del trabajo es
mayor al promedio internacional, alcanzando el seis por ciento para el
promedio de todos los grupos de ingreso y 10 por ciento en los últimos
25 años si se considera el 99 por ciento de la población, es decir
excluyendo el uno por ciento más rico que, como hemos visto, ha
aumentado sus ingresos y salarios en forma notable en las últimas
décadas y que tiende a compensar la reducción mencionada del trabajo
en el ingreso nacional. [9]

Estas tendencias confirman una redistribución de ingresos del trabajo al


capital y de los salarios inferiores a los superiores en la era neoliberal.

Los Déficits Democráticos del Capitalismo del siglo 21

Es evidente que la gran concentración de poder económico en pequeñas


elites, lleva a una indebida influencia del dinero sobre el sistema
democrático. Los mecanismos de esta influencia son variados e incluyen
la movilización de recursos para campañas políticas de candidatos que
no amenacen los intereses de las elites, el control de la propiedad y/o el
avisaje en los medios de comunicación de masas, los gastos de lobby
para influir en las políticas públicas y las leyes, el apoyo a centros de
pensamiento (generalmente conservadores) y la contratación de
académicos y expertos para justificar ciertas políticas públicas, por
nombrar los más importantes nexos dinero-democracia. En estas
condiciones el ideal de que cada persona es igual a otra en una
democracia es desvirtuado por la muy desigual distribución de poder
económico en la sociedad, la que se ha acentuado en las últimas tres
décadas.

A nivel global y regional es claro que también hay un déficit democrático


en la forma como actúan las instituciones financieras internacionales
como el FMI, el Banco Central Europeo, la Comisión Europea entre otras.
Estas instituciones son dominados por los países ricos, a pesar de que
en la actualidad en la actualidad más de la mitad del PIB mundial se
genera en economías fuera de la OECD (países en desarrollo y
economías emergentes) como lo ha mostrado los mismos estudios de la
OECD. Por otra parte, el contenido de la condicionalidad detrás de la
concesión de recursos financieros por estas instituciones responde a
ajustes asimétricos en que los intereses de los acreedores están muy
bien representados y el de los deudores sólo son débilmente
considerados, lo que facilita imponer políticas de austeridad a naciones
debilitadas por el alto endeudamientos y por la crisis.

En síntesis, en la actualidad el capitalismo del siglo 21 muestra un centro


debilitado (EE.UU Y Europa) y una periferia emergente (países en
desarrollo y economías emergentes) más dinámica, que cuenta con una
capacidad de generar excedentes de ahorros no menor y que ha
establecido nuevos e interesantes patrones sur-sur de comercio,
inversión, migraciones e intercambio tecnológico.[10] También este
capitalismo del siglo 21 exhibe tendencias fuertemente
desestabilizadoras a nivel global como lo indica la reciente experiencia
con crisis financieras y económicas en el primer mundo, cuya resolución
por medio de políticas de austeridad han resultado ser muy costosas. Por
otra parte, el capitalismo del siglo 21 en su variante neoliberal ha llevado
a una alta concentración de riqueza e ingresos en pequeñas elites que
distorsionan la representatividad y operación del sistema político y
cuestionan la relación entre capitalismo y democracia.

El siglo XX: población y crecimiento


económico
La economía laboral del país ha presentado también fuertes cambios a lo largo del siglo
XX. La tasa de participación masculina ha descendido en la medida en que hay más jóvenes
educándose en la escuela secundaria y en las universidades y los mayores se retiran más
tempranamente. De esta manera, la tasa masculina de participación pasa del 93% en 1951 al
80% en 1993 y al 74% en 2005. (Flórez, 2000). Lo opuesto ha sucedido con la
participación femenina en el mercado, puesto que las mujeres tienen menos hijos y éstos
estudian o son cuidados en guarderías. La participación fue del 20% en 1951, 32% en 1993
y 50% en 2005, advirtiéndose una mayor participación en el mercado laboral, aunque
limitada siempre por las altas tasas de desocupación en la economía. En las ciudades la
participación de la mujer en la fuerza laboral es mayor: alcanza el 53%, mientras que es de
sólo 36% en las áreas rurales.

n la emigración registrada entre los censos de 1993 y 2006, la situación de desempleo y


subempleo serían peores a las alcanzadas de 12 y 24% en 2005. La pérdida de esta
población, en su mayor parte joven, tuvo implicaciones para el salario promedio de los que
se quedaron, elevándolo relativamente a la situación sin emigración; se generaron además
unos recursos externos muy importantes por medio de sus remesas, equivalentes al 4% del
PIB en 2005. Se trata entonces de la exportación de una parte del desempleo nacional. Una
característica de los mercados laborales de los países en desarrollo es la notable extensión
de la economía informal. En el caso colombiano, circunscrito a las 13 áreas metropolitanas,
hay más trabajadores en la informalidad, 4.8 millones de personas, que en el sector
propiamente formal, con sólo 3.4 millones en 2005, lo que surge del gran desequilibrio
entre población y acumulación con capital moderno, pero además por las políticas públicas
que imponen altos impuestos a la nómina y subsidian la inversión de capital fijo, además de
la fijación del salario mínimo por encima de la inflación que se ha visto extender desde los
años noventa del siglo XX. De esta manera, las políticas públicas incentivan la intensidad
del capital y castigan el trabajo en una economía donde hay tasas abrumadoras de
desempleo y subempleo. B. CRECIMIENTO ECONÓMICO EN EL SIGLO XX Una
característica importante del crecimiento colombiano durante el siglo XX fue su baja
volatilidad relativa, inferior a las de las tres grandes economías latinoamericanas, Brasil,
Argentina y México. En un trabajo de los años ochenta, Miguel Urrutia explicaba esta
cualidad del desarrollo colombiano como resultado de la falta de populismo en el país, a
diferencia de la inestabilidad política y macroeconómica que originó especialmente en el
sur del continente. No obstante, la falta de populismo también pudo haberle restado
legitimidad al Estado y propiciado el surgimiento de la insurgencia que, a su vez, ha
deteriorado la seguridad del país hacia el final del siglo XX. El conflicto le ha inflingido
algún costo al crecimiento de largo plazo de la economía colombiana, en la medida en que
unos importantes y crecientes recursos han sido destinados a la seguridad y que la
percepción de riesgo para la vida y la propiedad ha deteriorado la inversión en varias
coyunturas. La comparación de largo plazo (1820-2003) del crecimiento de E.U. frente al
de América Latina (gráfica 5) pone de relieve factores institucionales de fondo que le
dieron forma a los países colonizados por una España absolutista y los que recibieron
formas de gobierno democrático burguesas de Inglaterra. El crecimiento comienza antes y
es más profundo en E.U. que en la América Latina y se acelera en el siglo XX, ahondando
la diferencia en los ingresos por habitante. La estabilidad de las reglas de juego (una sola
Constitución), la separación de poderes y un sistema de justicia que defiende derechos de
propiedad justos parece explicar la continuidad del crecimiento norteamericano, mientras
los países de América Latina han vivido mucha inestabilidad política, múltiples
constituciones, insurgencia y crímen organizado frente a un sistema de justicia ineficiente,
que han frenado la acumulación de capital en todos ellos. La tendencia de largo plazo del
crecimiento para Colombia es descendente (Tabla 2), especialmente en el período 1925-
1950 cuando la Gran Depresión y la Segunda Guerra Mundial ralentizan la economía. El
crecimiento del PIB real se acerca a 5% en el cuarto de siglo siguiente, pero el crecimiento
de la población es tal que cae relativamente el PIB por habitante. El período 1975-2000 es
de crecimientos menores para ambos indicadores. La crisis de la deuda latinoamericana
durante los 80 incidió en frenar el crecimiento de Colombia, aunque fue la economía menos
afectada de la subregión. La nueva crisis internacional de 1998-1999, sin embargo, sí la
afectó severamente, con una contracción de 4,3% del PIB, hecho de una gravedad
sustancial, mayor incluso que la caída de 1931 provocada por la Gran Depresión mundial.
Esta tendencia de largo plazo es preocupante por lo que insinúa hacia el futuro de no
cambiar los fundamentos económicos y políticos que la han causado en el pasado. El
crecimiento se hace menor cuando la inversión (y el ahorro) caen como proporción del
producto y/o la productividad de todos los factores, es decir, la eficiencia en la asignación y
uso de los recursos, se estanca. El crecimiento es afectado también por el vigor del
comercio internacional del país y de los términos de intercambio con el resto del mundo. El
gráfico 7 deja entrever un período de 101 años durante el cual el crecimiento colapsa en dos
grandes ocasiones: la crisis de 1929 (-2,8% acumulado) y la de 1999 (-4,3%). Durante la
Segunda Guerra Mundial el crecimiento también es muy pequeño y así mismo entre 1956 y
1966 hay desaceleración. La tendencia de largo plazo es claramente descendente. ¿Qué tan
satisfactorio fue este crecimiento para la población colombiana? ¿Cómo se compara con el
de otros países de la misma región, desarrollados o que estaban en condiciones similares a
las que caracterizaban a Colombia? Con niveles de desempleo, subempleo, informalidad y
pobreza que afectan negativamente al 55% de la población, es claro que el crecimiento
colombiano fue insuficiente. No logró albergar a toda la población dentro de la formalidad
laboral ni que se acatara la legislación de protección al trabajo, que se pagaran salarios
decorosos y todos los trabajadores recibieran los beneficios de la seguridad social. Las
comparaciones entre países arrojan argumentos sobre las potencialidades del crecimiento,
dados una matriz institucional que legó la historia, unas políticas públicas que fueron más o
menos adecuadas y una actitud frente a la globalización que permitió un mayor crecimiento
económico que el derivado de la dinámica del mercado interior. Colombia vista en
comparación con otros países de la región revela cuánto peso pudo tener el legado
institucional común en determinar ciertos límites al crecimiento de largo plazo del
continente. La tabla 3 informa que los países en cuestión obtuvieron crecimientos un tanto
similares con desviaciones fuertes de Argentina que se rezaga, a pesar de que fue el país
más desarrollado de la región a principios del siglo XX, y de Venezuela que lidera en el
siglo XX, aunque su motor de desarrollo fue la renta petrolera, al tiempo que sugiere
indicadores sociales similarmente deficientes al del resto de países. Brasil tiene un fuerte
crecimiento después de entrar al siglo XX como uno de los países latinoamericanos más
pobres, mientras que el resto de países gravita alrededor de crecer 5 veces sus PIB por
habitante durante el siglo XX. Entre ellos, Colombia obtiene un desarrollo justo en el
promedio, al lograr el mismo guarismo de crecimiento del ingreso de cada uno de sus
habitantes durante el siglo XX.'' Una característica de los mercados laborales de los países
en desarrollo es la notable extensión de la economía informal.” '' La nueva crisis
internacional de 1998-1999, sin embargo, sí afectó a Colombia severa- mente, con una
contracción de 4,3 por ciento del PIB.” WILABR
1. Habilidades e ideas son más importantes que el conocimiento
"Lo importante será no lo que uno sabe, sino cómo puede aplicar ese
conocimiento".

De hecho, las universidades hoy en día tratan de orientarse no solo a la


transferencia de conocimientos a los estudiantes, sino también de satisfacer la
demanda del mercado. Esta tendencia se ha marcado desde hace tiempo, pero en
realidad, en este siglo, el número de multimillonarios ingeniosos empezó a crecer
rápidamente, informa el portal vestifinance.ru.

2. División de las empresas, rotación en gestión


Grulk utilizó el término del "caos positivo", diciendo que en las empresas se
reducirá el papel del CEO y crecerá la influencia de otros empleados. ¿Podemos
considerar el retiro de los líderes significativos de las compañías estadounidenses,
como Steve Jobs y Bill Gates, como una confirmación de su predicción?

3. Pasar de la seguridad al riesgo


"Incluso los jugadores más potentes del mercado preferirán asumir los riesgos con
fines de lucro. Apoyándose en la gestión diversificada, encontrarán un equilibrio
entre el riesgo y la fiabilidad que les permitirá sobrevivir en los tiempos de la crisis
económica". Actualmente, la creciente popularidad de las inversiones del capital
emprendedor indica la presencia del 'apetito por el riesgo'.

4. La dependencia de los 'predictores'


"En el siglo XX, las compañías miraban hacia el futuro solo en el contexto de lo que
les había sucedido en el pasado. El nuevo siglo será menos predecible, así que la
única posibilidad de sobrevivir será adaptarse al instante a las nuevas realidades".
De hecho, la crisis del 2008 y otras perturbaciones han demostrado la capacidad de
algunas empresas de sobrevivir por su cuenta, incluso en el contexto de la caída de
la actividad económica en general, porque a tiempo adivinaron qué productos
estarán en demanda.

5. Innovaciones en lugar de la competencia


"Las empresas de éxito del siglo XXI tratarán de alejarse de la competencia
mediante el desarrollo de tecnologías y productos que aún no están en el mercado.
Va a crecer la popularidad de la educación en nuevas áreas, y los inversores van a
invertir en ideas únicas".

La predicción se cumple, es más, incluso los más grandes jugadores están


intensificando sus actividades en el mercado M&A con el fin de comprar las últimas
tecnologías que no tienen análogos.

Kimihiro HoshinoAFP

6. Un mundo sin fronteras


"La globalización finalmente borrará las fronteras entre los países, y las empresas
que tratarán de respaldarse solo en la 'demanda en casa', perderán". Cabe señalar
que la situación política a menudo demora los procesos de la globalización en la
economía, sin embargo, el número de las firmas que salen fuera de sus fronteras
nacionales, está creciendo de manera constante.

7. Personalización
Wolfgang Grulk predijo que diversas áreas de nuestras vidas que han representado
hasta ahora unos sistemas centralizados (por ejemplo, la sanidad pública y energía)
se desintegrarán gradualmente en celdas separadas. Todavía es difícil de decir si
acertó el escritor con esta idea o no, pero el desarrollo de tecnologías de energía
—desde los coches eléctricos y paneles solares hasta pilas de combustible— indica
la posibilidad de reducir la dependencia de una persona del Estado, al menos en
esta área.

8. Siglo de la biotecnología
"El XXI será el siglo de la biología y la biotecnología". Esta predicción aún no se ha
hecho realidad. La genética todavía no se ha convertido en un sector económico
clave, y el mercado percibe con desconfianza los alimentos genéticamente
modificados.

S-ar putea să vă placă și