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San Ambrosio
Ved la humildad de la Virgen, ved su devoción. Prosigue, pues:
"Y dijo María: He aquí la sierva del Señor". Se llama sierva la
que es elegida como Madre, y no se enorgullece con una
promesa tan inesperada. Porque la que había de dar a luz al
manso y al humilde, debió ella misma manifestarse humilde.
Llamándose también a sí misma sierva, no se apropió la
prerrogativa de una gracia tan especial, porque hacía lo que se
le mandaba. Por ello sigue: "Hágase en mí según tu palabra".
Tienes el obsequio, ves el voto. "He aquí la sierva del Señor",
es su disposición a cumplir con su oficio. "Hágase en mí según
tu palabra", es el deseo que concibe.
Eusebio
Cada uno celebrará a su manera las palabras de la Virgen. El
uno admirará su constancia, el otro la prontitud de su
obediencia; éste que no se dejó seducir por las promesas de un
arcángel, espléndidas y sublimes; el otro que no ha excedido la
medida en su resistencia, sino que ha evitado igualmente la
ligereza de Eva y la obstinación de Zacarías. Yo no admiro
menos lo profundo de su humildad.
Beda
Recibido el consentimiento de la Virgen, el ángel regresó
inmediatamente al cielo, de donde prosigue: "Y el ángel se
separó de ella".
Eusebio
No sólo pidiendo lo que deseaba, sino admirándose
estupefacto de la forma virginal y de la plenitud de la virtud.