Sunteți pe pagina 1din 3

Lucas 1:36-38

"Y he aquí que Isabel, tu pariente, también ella ha concebido un


hijo en su vejez. Este es el sexto mes a ella, que es llamada la
estéril, porque no hay cosa imposible para Dios". Y dijo María:
"He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra".
Y se retiró el Angel de ella. (vv. 36-38)

San Juan Crisóstomo, homiliae in Gen., 49


Como lo que se ha dicho superaba a lo que la Virgen podía
comprender, el ángel habló de cosas humildes, para
persuadirla por medio de cosas sensibles, y por ello le dice: "Y
he aquí que Isabel, tu parienta". Observa la prudencia de
Gabriel. No le recuerda a Sara, ni a Rebeca, ni a Raquel,
porque estos ejemplos eran ya antiguos, sino que cita un hecho
reciente para robustecer su inteligencia. Y por esto hace
mención de la edad, cuando dice: "También ella ha concebido
un hijo en su vejez", dando a entender su incapacidad natural.
Prosigue: "Y está en el sexto mes". No anunció desde el
principio el embarazo de Isabel, sino después de transcurridos
seis meses, a fin de que la hinchazón del vientre sirviese de
prueba.

San Gregorio Nacianceno, carm. de gen. Christi, 18


Pero alguno preguntará: ¿En qué sentido se refiere Jesucristo a
David? María, en efecto, desciende de la sangre de Aarón,
porque el ángel dice que es prima de Isabel. Mas esto sucedió
por disposición divina, para que la estirpe regia se enlazase
con la descendencia sacerdotal, a fin de que Cristo, que es Rey
y Sacerdote a la vez, naciese de las dos, según la carne. Se
lee también en el Exodo (Éxo_6:13), que Aarón, primer
sacerdote según la ley, se casó con Isabel, de la tribu de Judá,
hija de Aminadab. Y admiremos la economía santísima del
Espíritu Santo cuando ordena que la esposa de Zacarías se
llame Isabel, recordándonos aquella otra Isabel que se casó
con Aarón.
Beda
Así pues, recibe el ejemplo de la anciana estéril no porque haya
desconfiado de que una virgen pueda dar a luz, sino para que
comprenda que para Dios todo es posible, aun cuando parezca
contrario al orden de la naturaleza. Por esto sigue: "Porque no
hay cosa alguna imposible para Dios".

San Juan Crisóstomo


Pues como El es el Señor de la naturaleza, puede todo lo que
quiere, puesto que hace y dispone todas las cosas gobernando
las riendas de la vida y de la muerte.

San Agustín, contra Faustum, 26,5


Si alguno dice: si Dios es omnipotente, que haga que no
suceda lo que ya ha sucedido, no se da cuenta que lo que está
diciendo es: que haga que aquellas cosas que son verdaderas,
sean verdaderas y falsas a la vez. El puede hacer que no exista
algo que antes existía, como cuando alguno que empieza a
existir cuando nace, deja de existir muriendo. Pero ¿quién dirá:
que haga que no sea aquello que ya no existe? Pues, todo lo
que ha pasado, ya no existe. Si puede hacerse algo de ello,
aún hay materia de la cual puede hacerse. Y si hay materia,
¿cómo puede decirse que ya ha pasado? Así, aquello que
dijimos que ha sido, en realidad no es. Pero es verdad aquello
que ha sido, porque lo verdadero no está en la cosa que ya no
es, sino en nuestra sentencia sobre ella. Dios no puede hacer
que esta sentencia sea falsa. No llamamos a Dios omnipotente
en este sentido, según el cual creamos que El también puede
morir. Aquél se llama con toda propiedad el sólo Omnipotente
que verdaderamente existe y de quien únicamente procede
todo lo que es.

San Ambrosio
Ved la humildad de la Virgen, ved su devoción. Prosigue, pues:
"Y dijo María: He aquí la sierva del Señor". Se llama sierva la
que es elegida como Madre, y no se enorgullece con una
promesa tan inesperada. Porque la que había de dar a luz al
manso y al humilde, debió ella misma manifestarse humilde.
Llamándose también a sí misma sierva, no se apropió la
prerrogativa de una gracia tan especial, porque hacía lo que se
le mandaba. Por ello sigue: "Hágase en mí según tu palabra".
Tienes el obsequio, ves el voto. "He aquí la sierva del Señor",
es su disposición a cumplir con su oficio. "Hágase en mí según
tu palabra", es el deseo que concibe.

Eusebio
Cada uno celebrará a su manera las palabras de la Virgen. El
uno admirará su constancia, el otro la prontitud de su
obediencia; éste que no se dejó seducir por las promesas de un
arcángel, espléndidas y sublimes; el otro que no ha excedido la
medida en su resistencia, sino que ha evitado igualmente la
ligereza de Eva y la obstinación de Zacarías. Yo no admiro
menos lo profundo de su humildad.

San Gregorio, Moralia 18, 34


Por un misterio profundo, a causa de su concepción santa y su
parto inefable, la misma Virgen fue Sierva del Señor y Madre,
según la verdad de las dos naturalezas.

Beda
Recibido el consentimiento de la Virgen, el ángel regresó
inmediatamente al cielo, de donde prosigue: "Y el ángel se
separó de ella".

Eusebio
No sólo pidiendo lo que deseaba, sino admirándose
estupefacto de la forma virginal y de la plenitud de la virtud.

S-ar putea să vă placă și