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1er EJERCICIO DE COMENTARIO DE TEXTO: SIGLO XVI

(RENACIMIENTO)

OPCIÓN A:

Los animales irracionales al nacer sacan consigo (...) todo lo que van a poseer.
Los espíritus supremos desde el comienzo, o poco después, ya son lo que van a ser por
toda la eternidad. En el momento del nacimiento del hombre, el Padre le concedió
simientes de toda especie y gérmenes de todo tipo de vida. Los que cada uno haya
cultivado, éstos crecerán y darán sus frutos en él. Si son vegetales, se convertirá en
planta; si sensuales, se volverá animal irracional, si intelectuales, será ángel e hijo de
Dios. Y si, insatisfecho con toda clase de criaturas, se recogiere en el centro de su
unidad, hecho un único espíritu con Dios en la solitaria oscuridad del Padre, que está
situado por encima de los seres todos, a todos aventajará.
¿Quién habrá que no admire a este camaleón nuestro? ¿Quién va a admirar más
alguna otra cosa? De éste, y no sin razón, el ateniense Asclepio, a causa de su naturaleza
cambiante y capaz de transformarse a sí misma, dijo que en los misterios era
representado por Proteo.
Pico della Mirandola, Discurso sobre la Dignidad del Hombre.

OPCIÓN B:

¡Oh, qué sencillas eran aquellas gentes de la edad de oro, que desprovistas de toda
especie de ciencia, vivían sin más guía que las inspiraciones de la Naturaleza y la fuerza
del instinto! ¿Para qué era necesaria la Gramática, cuando el idioma era el mismo para
todos y no se buscaba en el lenguaje otra cosa que entenderse unos con otros? ¿De qué
les hubiera valido la Dialéctica, no habiendo opiniones contrarias? ¿Qué lugar podría
tener entre ellos la Retórica, no metiéndose nadie en los negocios ajenos? ¿Para qué
recurrir a la jurisprudencia, si estaban apartados de las malas costumbres, que han sido,
sin duda alguna, el origen de las buenas leyes?
No obstante ser mucho más religiosos aquellos hombres que los de ahora, no
llegaban, con impía curiosidad, a escudriñar los arcanos del universo, las dimensiones
de los astros, sus movimientos, sus efectos y las recónditas causas de las cosas. Se
consideraba como un crimen el que alguien intentase penetrar más allá de lo que sus
fuerzas les permitían, u la locura de sondear lo que sucede más allá de los cielos, ni
siquiera se le pasaba a ninguno por la imaginación.
Mas, perdida poco a poco esta inocencia de la edad de oro, fueron inventadas las
ciencias, como he dicho, por los genios del mal, si bien en principio, en corto número,
fueron por muy pocos cultivadas; después, la superstición de los caldeos y la ociosa
fantasía de los griegos añadieron otras mil, verdaderos tormentos del espíritu, hasta el
punto de que una sola de ellas, la Gramática, basta y sobra para torturar toda la vida de
un hombre.

Erasmo de Rotterdam, Elogio de la Locura, cap. XXXII.


OPCIÓN C:

QUINTO TÍTULO: Otro TÍTULO podría ser la tiranía, bien sea de los mismos
señores de los bárbaros, bien sea debida a las layes tiránicas que perjudican a los
inocentes, como, por ejemplo, porque sacrifican hombres inocentes, o dan muerte en
ocasiones a hombres no condenados, para comer sus carnes. Afirmo además que, aun
sin la autoridad del Pontífice, pueden los españoles prohibir a los bárbaros toda
costumbre y todo rito inhumano, puesto que pueden defender a los inocentes de una
muerte injusta.
Esto se prueba porque Dios mandó a todos y cada uno el cuidado de su prójimo
y todos aquéllos son nuestros prójimos. Luego cualquiera puede defenderlos de tal
tiranía y opresión; y esto incumbe, sobre todo, a los príncipes.
Además se prueba por las palabras de los Proverbios: «Libra al que es llevado a
la muerte; al que está en peligro de muerte, retenlo». Y esto no hay que entenderlo sólo
del momento en que son llevados a la muerte, sino también en el sentido de que puede
obligarse a los bárbaros a que renuncien a tales ritos; y, si de otra manera no se puede
abolir los sacrílegos ritos, se puede destituir a los señores y establecer un nuevo
gobierno. (...)
No obsta el que todos los bárbaros consientan en este tipo de leyes y sacrificios y
que no quieran ser liberados de ellos por los españoles; pues en esto no son dueños de sí
mismos, hasta el punto de que puedan entregarse a la muerte a sí mismos o a sus hijos.
Éste puede ser el QUINTO TÍTULO LEGÍTIMO.

Francisco de Vitoria, Relección Primera sobre los Indios.

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