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Profesorado en Educación Inicial


Materia: Corporeidad y Motricidad
Prof. Susana Wanderley
Primer año- 2019

INTRODUCCIÓN
En esta unidad abordaremos el concepto del Cuerpo teniendo en cuenta su evolución histórica.
Desde el siglo la antigüedad con el dualismo platónico hasta nuestros días. Luego avanzaremos
en conceptos relacionados al cuerpo, su visión y modos de estar y ser en el mundo como Ser
humano.
Para ello se realizará un recorrido desde diversos autores. Y se trabajará relacionando estos
conceptos desde aspectos personales, sociales, culturales, políticas, a través de trabajos
prácticos, guías de lecturas, exposiciones orales, interacciones grupales, torbellinos de ideas
entre otras estrategias grupales

EL CUERPO EN LA HISTORIA
La palabra cuerpo según el diccionario, es una sustancia material. Se construye con la
integración de concepciones que vienen de las ciencias y de las vivencias de cada uno. La forma
humana es el hombre y su aspecto concreto y visible es el cuerpo humano. El cuerpo es una
integración física y mental, no está dividido ni es la antinomia mente-cuerpo o cuerpo-alma, es
una unidad interactuante.
Este concepto ha sido modificado a lo largo de la historia según influencias de la filosofía, las
ciencias biológicas, psicológicas, sociológicas, políticas, económicas y culturales.
Desde el discurso antiguo Platón (427-347 a. C) comprende al ser humano como una
realidad dividida en dos identidades separadas que pueden concebirse una sobre la otra.
Sostiene que hay que atender al ser humano en su totalidad, tanto al cuerpo como al alma para
su bienestar. Define al alma como una entidad superior y de diferente naturaleza que el cuerpo,
ésta pertenece al mundo de las ideas y se accede por medio de la razón; es infinita. El cuerpo
corresponde al mundo de los sentidos, es necesario trabajarlo para lograr una buena salud,
prevenir enfermedades, formar guerreros, éste es una sustancia finita.
Para San Agustín (354-430) Su concepción del hombre se incluye en la tradición platónica al
defender un claro dualismo antropológico: el hombre consta de dos substancias distintas, cada
una de ellas completa e independiente, el alma y el cuerpo, siendo la primera superior en
dignidad y ser al segundo. Pero, a diferencia de Platón, no entiende San Agustín que el alma esté
unida al cuerpo como consecuencia de un castigo ni que el cuerpo sea su prisión. El alma
humana, como la de los animales, anima al cuerpo, está unida a él por una inclinación natural y
está presente en cada parte del cuerpo. El alma vivifica el cuerpo, y produce la vida vegetativa, la
sensitiva y la intelectiva. El alma humana es una substancia espiritual, inmaterial, simple, lo que
asegura su inmortalidad, de la que San Agustín ofrece varios argumentos; por su perfección, el
destino más propio del alma es Dios. El alma humana no es una parte de Dios, pero sí su imagen,
y con sus tres facultades principales, memoria, inteligencia y voluntad, también de la Trinidad.
Dios se refleja de alguna manera en todos los seres, pero de forma especial su imagen está en
nuestra alma, en lo más profundo de nuestro ser, por lo que el hombre puede elevarse al
conocimiento y cercanía de Dios descubriendo y contemplando dicha huella divina. Para San
Agustín está muy claro que el alma ha sido creada por Dios, pero no el tiempo y modo de dicha
creación. Rechaza la tesis platónica de la preexistencia del alma, pero duda entre el
traducianismo (transmisión del alma de padres a hijos a partir de Adán, y que mejor explica el
dogma del pecado original) y el creacionismo (el alma creada en cada caso desde la nada). El
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cuerpo es el instrumento de la mente y del espíritu, lo considera como un objeto material, como
una máquina regida por leyes de la mecánica.
En contraste con la antigua concepción teleológica-finalista según la cual la Naturaleza y su
estructura habían sido creadas por Dios, surge el mecanicismo cartesiano. Este sostiene una
visión distinta del mundo, explicando a partir de las propiedades geométricas de los cuerpos, sus
movimientos y las leyes de la naturaleza, todos los fenómenos de la naturaleza.
No obstante, este mecanicismo sigue aceptando que Dios tiene un gran papel en la
Naturaleza, defendiendo que este es la última causa de todo lo que hay en el mundo, pues ha
creado la materia, a excepción del ser humano, y mantiene el mundo tal y como es, además de
dar movimiento al mundo físico.
Esta forma de proceder lleva a Descartes (1596-1650, filósofo) a defender la posición
filosófica del dualismo antropológico, según el cual el ser humano es un compuesto irreducible
de cuerpo y alma, dos tipos de sustancias de naturaleza opuesta, distintas e independientes.
En la Meditación 6º, Descartes nos dice: “Por lo tanto, como sé de cierto que existo y, sin
embargo, no advierto que convenga necesariamente a mi naturaleza o esencia otra cosa que ser
pensante, concluyo rectamente que mi esencia consiste solo en ser una cosa que piensa, …y
tengo un cuerpo al que estoy estrechamente unido, con todo puesto que, por una parte tengo una
idea clara y distinta de mí mismo, en cuanto que yo soy solo una cosa que piensa –no extensa- y,
por otra parte, tengo una idea distinta del cuerpo, en cuanto que él es solo una cosa extensa – y
no pensante- es cierto entonces que ese yo (es decir, mi alma, por la cual soy lo que soy) es
enteramente distinta de mi cuerpo, y que puede existir sin él…’’’
Es importante señalar en esta cita dos puntos:
1 La afirmación rotunda de que el alma y el cuerpo están estrechamente unidos.
2 La gran insistencia de Descartes en afirmar el alma como ser pensante, una sustancia
completamente diferente e independiente del cuerpo, materia extensa, y que, pese a esa estrecha
unión, puede existir sin él.
Por una parte el alma es la sustancia cuyo atributo principal es el pensar. Tiene el poder de
ejercer toda la actividad mental consciente como la imaginación, el entendimiento, la sensación, y
la voluntad. Además no posee cualidades materiales, ni está sometida a leyes físicas. Por ello,
sus funciones superiores son aquellas que realiza por sí misma, sin influencia del cuerpo, como
nuestros pensamientos, en los que Descartes incluye la voluntad y el entendimiento. Esto le
otorga al ser humano libertad frente al determinismo de las leyes mecánicas.
Por otro lado, el cuerpo es una sustancia extensa, como cualquier otro cuerpo físico natural.
Ocupa un espacio tridimensional y la causa de su movimiento no está en él mismo. Además, el
cuerpo es percibido por los sentidos y divisible en partes por el entendimiento, es decir, podemos
pensar sus partes separadamente. Por último, a diferencia del alma, su comportamiento
está regido por las leyes mecánicas. Algunas de las funciones corporales son la marcha, la
respiración, la nutrición y la circulación de la sangre. En estos casos, Descartes defiende que el
ser humano se comporta como una máquina (Mátrix). Explica los fenómenos físicos según las
leyes mecánicas. Esta división provoca el Dualismo Epistemológico que diferencia a las Ciencias
Físicas de las Espirituales.
Durante el Medioevo las vehiculizaciones del ejercicio del poder feudal y clerical tenían una
inscripción material y geográfica, que no era sino el cuerpo de los individuos. Sobre él, nos
recuerda Foucault, 1 "... se producían los suplicios, los descuartizamientos, las amputaciones, las
simbologías de las marcas en el rostro o los hombros, la exposición vivo o muerto". Todo
conformaba un mecanismo donde el cuerpo era el blanco mayor de la represión. Lo que vamos a
ir viendo en los albores del Siglo XVII, es el nacimiento de la recta disciplina, que Foucault2 diera
en llamar "el arte del buen encauzamiento de la conducta". Es un poder disciplinario que
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"encauza las multitudes móviles y confusas". En el desarrollo de esta arquitectura de poder, el


encauzamiento será sinónimo de: "militares obedientes= imperativo político; prevención de
libertinaje y homosexualidad= imperativo moral y, educar cuerpos vigorosos= imperativo de
salud." 3
En esta época el pensamiento depende en gran medida de las concepciones de los padres de
la iglesia o la patrística, época entonces dominada por el cristianismo. Es la negación del cuerpo
como testimonio de la existencia, el bien y el mal, el alma y el cuerpo. Pero en esta concepción el
cuerpo es la maldad, es el pecado, lo que condena al hombre, ya que la mujer ni siquiera tiene
alma. Dice Santo Tomás que el cuerpo de la mujer es lo que condena al hombre, quien es
superior; el hombre no es responsable de su perdición a causa del cuerpo, es la mujer el
elemento de perdición. Así, en la Edad Media el cuerpo es sinónimo de cárcel, carne, prisión,
concepción del alma, de ahí la urgencia en liberarse de él, para el hombre tornarse en espíritu.
El Renacimiento (período de transición entre la Edad Media y Moderna), se constituyó en un
momento particularmente interesante para esa observación, pues al redimensionar la
comprensión acerca del ser humano, lo percibió como sujeto a una educación que,
necesariamente, debería abarcar todos sus aspectos. O sea, una educación integral, donde se
insertarían también las prácticas corporales. Dadas las condiciones económicas y sociales que
precedieron a este período- en el que se evidenció la crisis del modo de producción feudal,
surgimiento de los burgos, economía monetaria en sustitución de la de subsistencia, crecimiento
del comercio- se presentó con el movimiento renacentista, un impulso a la madurez de la
burguesía como clase social, firmándose los principios del liberalismo, como la
concepción burguesa del mundo, cuya sustentación presupuso un falseamiento de la realidad
basada, entre otras, en la premisa de la igualdad de oportunidades, en la realidad cotidiana.
Este nuevo orden social, al desenvolverse y legitimarse, terminó también por incurrir en la
misma valorización por la sumisión del individuo, solo que no más frente a la fuerza divina,
aunque sí frente al poder del capital, puesto que comenzaba a gestarse el modo de producción
capitalista.
Este conjunto de circunstancias, valorizó el culto a la razón, que como consecuencia, trajo un
perfeccionamiento de la técnica y la práctica de observar la naturaleza, de manera metódica,
presentando como objetivo primero, la obtención del máximo dominio sobre el medio natural, a fin
de explotarle hasta los mínimos recursos, en provecho de los lucros del mercado. A esta
observación correspondió una actitud, que posteriormente fue denominada científica.
Dentro de ese contexto, fueron abordadas nuevas perspectivas acerca de la formación del ser
humano, centrada ahora en sus propios valores y potencialidades, lo que favoreció un repensar la
educación de su cuerpo entendida, a partir de entonces, como necesaria para el pleno
desenvolvimiento de la personalidad del individuo.
Aliado a otros acontecimientos de la época, como la Reforma y el advenimiento de los grandes
inventos, el Renacimiento propició el emerger del racionalismo y del pensamiento humanista
moderno. Del racionalismo, surgió la idolatría por el cientificismo y la experimentación, de la que
resultó el desarrollo de los métodos experimentales, el empirismo, la observación científica y la
comprobación. Del humanismo, surgió el culto al cuerpo como un instrumento del alma,
retornando a la máxima de Juvenal "mens sana in corpore sano", pues al rescatar la cultura
greco-romana, hizo renacer su espíritu antiguo, despertando, todavía más el gusto por la ciencia y
por el saber- cuyas influencias posteriores, fueron fundamentales para la Educación Física.
En ese período, se diseña otra mirada sobre el cuerpo, promoviendo una cierta revitalización
del interés por la cultura corporal, aunque no se hubiera presentado como una propuesta
metodológica sistematizada, la práctica de actividades físicas.
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La preocupación por la salud, impuso determinados cuidados que variaban desde la atención
por la alimentación, vestido, hábitos y costumbres, buscando el fortalecimiento de la conciencia
moral individual, facilitando también su auto-control correspondiéndoles a los médicos y
educadores, una acción fundamental para su concreción.
La gimnasia apareció, entre tanto, como un elemento esencial para la educación del hombre
total, pues servía para enriquecer el espíritu, ennoblecer el alma y fortalecer el cuerpo. Se
buscaba la formación del individuo sano, de cuerpo y espíritu, capaz de enfrentar las vicisitudes
de una vida activa. Las actividades físicas, deberían ser aplicadas de forma de lograr fines éticos,
sociales e higiénicos. Éticos porque eran consideradas como un válido instrumento de disciplina y
formación de la juventud; sociales, preeminentemente militares, porque fortificaban el cuerpo,
tornándolo más resistente a las fatigas de la guerra y por consiguiente, útiles a la patria;
higiénicos porque eran tratadas como un indispensable medio para fortalecer el organismo y
mantener la salud corporal.
A la ciencia, le era reservada una tarea significativa en el devenir de este proceso, en la
medida en que el empirismo, abría nuevas perspectivas de conocimiento del mundo, en función
de la atenta observación que este hacía sobre la naturaleza.
Asimismo, pensadores empiristas como Francis Bacon (1561-1626) y John Locke (1632-1704),
contemplaron en sus escritos, algunas consideraciones acerca de las actividades físicas como
constitutivas de un proceso de preservación de la salud. Bacon, veía en el ejercicio físico, un
medio de prolongar la vida, puesto que podría corregir cualquier tendencia al mal y la debilidad.
Locke, al escribir sobre cuestiones relacionadas con la higiene, salud y educación física de la
juventud, en su libro "Pensamientos sobre Educación", percibía en la práctica de actividades
físicas, un modo de fortalecer el cuerpo, que debería estar al servicio del espíritu. De acuerdo con
su pensamiento, el objetivo de la Educación Física, sería el de "propiciar a través de la
conservación de la salud y del desenvolvimiento de destrezas corporales, la formación del
carácter y de la moralidad" Entretanto, es en Jean-Jacques Rousseau (1712-1778) que aparece
de modo un poco más delineado, lo que sería esa preocupación por la educación del cuerpo y
cómo ella se podría manifestar. Rousseau entendía que la educación debería promover el
desenvolvimiento espontáneo de la sensibilidad, al punto de que el ser humano viera con sus
propios ojos, sintiera con el corazón y no fuera gobernado, a no ser más que por su propia razón.
Entendía que las pasiones enraizadas en las necesidades corpóreas en su estado natural o
modificadas por las circunstancias (estaban) en la base de todo acto humano, impulsando la
razón. Así, inspirado en el deseo de retorno a la pureza de la vida natural, Rousseau, a pesar de
no pensar en una metodología para la Educación Física, apuntó a una significación del trabajo
corporal. En Emilio, previó la continua ejercitación de su cuerpo, con el objetivo de volverlo
robusto y vigoroso, para que obedeciese a su alma, pues entendía que un cuerpo débil,
fatalmente debilitaría al alma del individuo.
A lo largo de "Emilio o De la Educación", el autor va indicando caminos para hacer viable su
utopía, abogando por una educación relacionada con la libertad, también desde el punto de vista
de los movimientos corporales. Para Rousseau, los ejercicios físicos se constituían como una
forma de trabajar la educación negativa, cuidando proteger a Emilio de las relaciones humanas.
Mientras Emilio interactuaba con la naturaleza, Emilio se mantenía virtuoso y tenía el tiempo para
madurar en el uso de los sentidos: "los ejercicios continuos así dejados únicamente en la
dirección de la naturaleza, fortifican el cuerpo, sin embrutecer el espíritu, como también forman en
nosotros la única especie de razón que en la infancia sea susceptible y más necesaria que en
cualquier otra edad".
Entre las prácticas corporales posibles de ser practicadas por Emilio, prevé ejercicios de nadar,
correr, saltar, chicotear, todas formas de tornar a un cuerpo robusto. Para que no fueran
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puramente naturales y mecánicos, debían estar asociados a esos ejercicios, el uso de los
sentidos ya que "¿(...) tenemos solamente brazos y piernas? ¿No tenemos también ojos y oídos?
¿Es que tales órganos serán superfluos dado el uso de los primeros? No ejercitaré por lo tanto,
solo la fuerza, ejercitaré todos los sentidos que los dirigen".
El cuerpo en la modernidad está vinculado con el individualismo, éste convierte al cuerpo en
el recinto del sujeto, lugar de sus límites, libertad, objeto de dominio y resulta un novedoso
procedimiento de identificación. La individuación es entendida como crecimiento y difusión de la
identidad individual. El sujeto se repliega sobre sí mismo, su cuerpo se vuelve ancla de certezas.
Busca vivir lo íntimo, incluye la búsqueda de sensaciones nuevas, el bienestar corporal, la
exploración de sí mismo. Surge a partir del crecimiento de la burguesía. Sus adelantos están
determinados por sus logros y por sus habilidades como sujetos.
El cuerpo se convierte en el principal foco de los pintores y fotógrafos. Se
desarrollan diversos artefactos para mirarse a sí mismos. La difusión de los espejos de cuerpo
entero y de las fotografías, hacen que se miren a ellos mismos reconociendo su cuerpo más allá
de las miradas de los demás.
A lo largo del siglo XIX, La salud comienza a ser una preocupación social, por el
crecimiento de la población, comienzan a hacerse reformas en torno a la salud y es parte
indelegable del Estado, que se difunde a través de la escuela. El cuerpo comienza a ser cuidado,
con respecto al avance de la ciencia en relación con las enfermedades, para procurar y
maximizar la vida. Estas disposiciones no adquieren las mismas características en las clases
sociales, ni la higiene del mismo es equiparable en la ciudad y en la ciudad, pero sí, este aspecto
pasa a ser una norma pública.
El cuerpo comienza a ser adiestrado, sus posturas tienen connotaciones de
moralidad, hay posturas o conductas inadecuadas. En un primer momento, la decencia era
sinónimo de moldeado pasivo del cuerpo (corsé en las mujeres, bajar a los niños), luego ciertos
estudios del mismo, dieron importancia al movimiento y al ejercicio físico, relacionado con el
status. Se otorga importancia a las actividades físicas, la danza, la esgrima y el teatro, son
considerados adecuados para establecer el equilibrio corporal, para ejercitar la mesura, el control
de las actitudes y la estética de la apariencia.
La higiene y su práctica vinculadas con la moral, son hábitos de clase. Éstos se
diferencian entre las clases y, la ciudad y el campo. Sólo a partir del siglo XIX son requisitos
indispensables para la salud, individual y pública, tanto para la prevención de la enfermedad
como para su cara.
Al difundirse la teoría de Darwin, en especial, se culpa a las clases populares por los
problemas de la especie.
El discurso educacional del cuerpo, comienza con el estudio del currículum, cuando en 1970,
el cuerpo aparece como el lado no atendido en forma manifiesta por la escuela, pero sí
fuertemente afectado por las prácticas de ésta. La escuela da prioridad a los aprendizajes
intelectuales, aunque sí lo nombre en los estudios de anatomía por ejemplo, el cuerpo vivo de los
alumnos y alumnas queda fuera de consideración. Aunque en la escuela moderna, desde su
creación los tiene presente.
Para la escuela moderna el niño es distinto del adulto en cuanto a su incompletud, tanto desde
su desarrollo corporal, el exceso de impulso, la ausencia de controles internos y espontáneos de
sí mismos. Sus padres y sus maestros deben decirle lo que se puede hacer y lo que no, deben
controlar y moldear ese cuerpo infantil.
En segundo lugar, la educación escolar es parte del estado para moralizar y civilizar a la masa
infantil. Diversos autores señalan que una de las funciones de la escuela es la integración de las
generaciones jóvenes a la sociedad. Mariano Fernández Enguita, la socialización, consiste en
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enseñar a los niños y niñas, lo que está prohibido, y no deben hacer, y por otro lado, aquello que
deben hacer. Esta misión de la escuela se considera central para el proceso de reproducción
cultural. Esta reproducción, que se vincula también con la producción económica, para que esa
comunidad subsista, puede entenderse a partir del concepto de disciplina elaborado por Foucault.
Para éste es el “medio de buen encauzamiento” de la actividad de las multitudes que, si se deja
librada a su movimiento espontáneo, puede ser confusa y desordenada. La disciplina tiene como
resultante cierto orden en la sociedad orientado a regular y optimizar la energía y los recursos de
esa comunidad.
La disciplina supone una multiplicidad de prácticas diversas, localizadas en diferentes ámbitos
y contextos, que tienen como denominador común la lógica y la regularidad de su presentación.
La vigilancia es uno de sus mecanismos, su intencionalidad es anticiparse a la falta, a lo que
puede llegar a suceder, para prevenir las conductas no deseadas. La disciplina está a encauzar
las conductas en un sentido predeterminado.
La escuela es uno de los lugares donde se localiza la disciplina, aunque no el único. Los
mecanismos y ámbitos de manifestación son muchos. El diseño arquitectónico de las escuelas,
muestra la forma en la que habitarán los cuerpos, pensando en las acciones que se harán dentro.
Las posibilidades del espacio condicionan su uso, es decir, aquello que efectivamente puede
hacerse. También el cuerpo es la base sobre la cual se imprimen los castigos y los premios y se
hacen públicas las faltas cometidas, poniéndolas a consideración de todos. Los “rótulos de
castigo” informan sobre la falta cometida: “Habladora, perezosa, sucia, desobediente, juguetona,
mentirosa” Están estampados sobre tablillas de 8 a 10 pulgadas de largo y 3 de ancho, con
caracteres grandes u se colocan sobre la frente de la niña infractora. Este modo de control se
configura en la escuela del siglo XIX, individual y masiva a la vez.
Este tipo de enseñanza responde al sistema monitorial o de enseñanza mutua. Los
argumentos para defender el sistema de clase, es decir, la enseñanza dirigida a grupos, giran
alrededor de los conceptos de emulación, simpatía y competencia. Muchos autores están a favor
de este método. A pesar de que Bell, tiene en cuenta en su proyecto los principios de simpatía y
emulación, otro concepto es predominante, la competencia, es decir, el interés de superar al otro
y ganarle. Según su perspectiva, el sistema de enseñanza mutua o tutorial estimula el espíritu de
imitación y competencia que existe naturalmente en los alumnos.
Lancaster, una maestra de una escuela pequeña de Londres, presenta un método similar al
anterior. La diferencia mayor es la importancia que le da a los premios, por ejemplo regalos y
dinero, para incentivar y mejorar el trabajo infantil.
La Educación Física no es contenido de ninguna lección en particular, pero puede observarse
que la educación del cuerpo, está presente entre las Obligaciones del alumno señaladas en el
reglamento de Baladía. De 38 artículos, 27 artículos contienen indicaciones referidas al
movimiento corporal o a la regulación de las acciones.
Avanzado el siglo XIX, el sistema monitorial comienza a ser criticado porque se utiliza la
copia, la repetición, la capacidad memorística. La pedagogía se centra en que los alumnos
pueden adquirir racionalidad moral e intelectual a través de la instrucción grupal y simultánea.
Este modo de organización supone la presencia de un maestro para vigilar al alumno en forma
permanente, tenerlo constantemente ocupado en el día escolar y garantizar suficiente actividad
mental por parte de los alumnos. La nueva orientación está dirigida a promover la comprensión
antes que la repetición.
El maestro puede atender a cada alumno y esta enseñanza reúne dos requisitos: gran
actividad mental por parte de los alumnos con elevados niveles de control pedagógico por parte
de los alumnos. Su éxito radica en concentrar y dirigir la atención simultánea de los alumnos.
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Surge un nuevo problema la necesidad de albergar a tantos niños y cómo ubicarlos en el


espacio. Comienza a pensarse la forma de organizar la escuela y los salones a fin de la
enseñanza y a argumentar su organización a partir de la racionalidad higienista y económica.
Otro espacio de localización del cuerpo es el contenido de las asignaturas, presentes en
diferentes materias de las escuelas secundarias: Higiene, Filosofía, Moral, Pedagogía, Ciencias
Físico- Naturales, Historia Natural, Anatomía, albergan contenidos del cuerpo. La higiene es una
preocupación pública que se introduce definitivamente con la escuela positivista de fines de siglo
XIX. La atención de los “nuevos problemas sociales” requiere un trabajo continuo y riguroso.
Para que el sistema educativo asuma la tarea como propia, primero hay que formar a los
maestros y enseñarles que la higiene es parte de la educación física, intelectual y moral, que no
puede prescindir del tratamiento de ninguna de las partes sin peligro para la sociedad y que ellos
deben proceder de manera metódica para conseguir y mantener el aseo en su alumnos.
Con la creación de la asignatura Educación Física constituye otro espacio disciplinar donde al
parecer se alude explícitamente al cuerpo. El objeto de inclusión de esta asignatura trae diversos
argumentos. Una de ellas la considera como parte de la formación del ciudadano defensor de la
patria, y desde allí habla del fortalecimiento del físico y de la formación del carácter a partir del
trabajo esforzado y persistente sobre el cuerpo. Para la otra vertiente, que puede denominarse
“pedagógica” vinculada al normalismo, es parte de la formación integral, moderna y
modernizadora, fundamentada en los preceptos de la higiene, las descripciones de la anatomía y
las prescripciones de la fisiología.
Como en las demás asignaturas, dos cuestiones, aparecen borroneadas: la identidad y la
individualidad. Al regular, entre otras cosas, el modo de vestir, influye en la oportunidad de los
alumnos de construir su identidad independientemente de lo que la institución impone.
Fuera de la escuela Lipovetsky señala que se vive revolución individualista, tomando como
primer cambio el profundo proceso de individuación iniciado en el siglo XVII. Considera que a
medida que se desarrollan las sociedades democráticas avanzadas, éstas pueden ser analizadas
y entendidas a partir de una nueva lógica que él denomina “proceso de personalización”. Éste
remodela el conjunto de los sectores de la sociedad, aun cuando no se da en forma homogénea,
ni reestructura a la vez todas las esferas de la sociedad.
El primer proceso de personalización se produjo a partir del siglo XVII, surgió en el seno del
universo disciplinario moderno, apareció como la síntesis de dos elementos contradictorios u
opuestos: la primacía del individuo, por un lado, y la fuerza del disciplinamiento social, por el otro.
Hoy, algunos consideran el fin de la edad moderna y otros, como un cambio profundo dentro de
ésta. Por eso se piensa que este nuevo estado de cultura, que algunos denominan
posmodernidad, contienen elementos nuevos y otros viejos dentro del anterior. La continuidad
estaría en el ascenso en la individuación, la ruptura residiría en la caída de cierto modo de
disciplinamiento.
Puede decirse que el ideal moderno de subordinación de lo individual a las reglas racionales
colectivas parece haber sido destruido. El proceso de personalización ha colocado como valor
fundamental a la realización personal, singular, individual. Al parecer, la aspiración y el derecho
más legítimos en la actualidad parecen ser vivir libremente sin represiones y elegir íntegramente
el modo de existencia de cada uno. Se escucha diariamente que los valores se han perdido, pero
los nuevos valores que imperan son el individuo y su proyecto personal.
Se elabora una sociedad flexible basada en la información y satisfacción de necesidades
individuales. Desde otra perspectiva, la sociedad moderna ha puesto su fe en el futuro, en la
ciencia y en la técnica como herramientas que conducen al progreso y al bienestar común.
En los últimos tiempos se ha desencadenado una preocupación sin precedentes por el estudio
de cualquier aspecto relacionado con el cuerpo: su apariencia, su duración, su curación, su
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funcionamiento o su representatividad simbólica. Algunos autores atribuyen este fenómeno


precisamente a los trascendentales cambios en su concepción, fruto de lo que ha venido en
llamarse la sociedad o cultura de la postmodernidad, entendida como la superación del proyecto
moderno basado en la razón como instrumento de comprensión de la realidad. Shilling (1993)
destaca que los principales efectos de la postmodernidad en la concepción sobre las ideas del
cuerpo son:
a) la secularización del mundo occidental
b) idealización del cuerpo como proyecto y
c) la incertidumbre sobre el concepto de cuerpo
a - Shilling (1993) relaciona la creciente importancia que se le otorga al cuerpo con el proceso
de desacralización social que marca el tránsito desde la organización social de la Europa
posfeudal a la modernidad, y que tiene su mayor impacto en el siglo XX. Este proceso tuvo como
consecuencia la disminución del poder de las autoridades religiosas en la vida social en general, y
en la regulación de aspectos relacionados con el cuerpo en particular. Sin embargo, la
desacralización gradual de la vida social ha provocado que las creencias religiosas fueran
sustituidas en gran medida por creencias científicas equivalentes en nivel de devoción, pero que
no ofrecen exhortaciones morales tan explícitas. De los valores estables se ha pasado a una vida
sin imperativo categórico en la que lo que prima es el individualista e indefinido mensaje de ser
feliz. Por otra parte, el auge y expansión de los medios de comunicación audiovisuales sitúan
simbólicamente ese mensaje de felicidad individual en la imagen del cuerpo o, mejor dicho, de
determinados modelos de cuerpo. La publicidad, las películas, los telefilmes propagan el mensaje
de que la persona feliz es el cuerpo feliz. Así, al conjugarse el declive de los referentes religiosos
con el actual aumento del cuerpo como imagen de valor simbólico, las sociedades posmodernas
han colocado al cuerpo como el elemento constitutivo más importante de la identidad.
En torno a este creciente protagonismo existencial de lo corporal han nacido diferentes
creencias que a su vez generan nuevas idolatrías englobadas bajo el título genérico de culto al
cuerpo. El culto al cuerpo se basa en ciertos dogmas y consensos sociales sobre el
funcionamiento y la apariencia, que sirven para homogeneizar los valores en torno a lo corporal.
También generan prácticas muy ritualizadas e íconos que representan la esencia de la virtud
corporal.
Los/las modelos, los/las deportistas, los actores y actrices, en definitiva, las personas cuya
imagen nos llegan como símbolo de felicidad y éxito, sirven para modelar los nuevos cuerpos
ideales -e idolatrados-. Su búsqueda se convierte a la vez en una nueva certeza vital y en un
empeño fundamentalmente individual. En definitiva, creer en el cuerpo es creer en uno/a
mismo/a, y mejorarlo; en algunos casos, constituye una especie de testimonio de fe.
b - Otra característica distintiva de las sociedades posmodernas es la posibilidad de concebir
el cuerpo como un proyecto, lo cual implica el establecimiento de un plan para alcanzar una serie
de objetivos personales más o menos autoimpuestos por su propietario, casi siempre
relacionados con la salud o la apariencia. Esta concepción implica el establecimiento de un plan
para alcanzar una serie de objetivos personales. En los países desarrollados, muchas personas
aceptan reconstruir la apariencia, tamaño y forma de su cuerpo en función de un diseño
confeccionado por sus propietarios/as.
Avances tan dispares como la reproducción in vitro, la ingeniería genética o la cirugía estética,
ofrecen amplias posibilidades para controlar nuestro cuerpo, así como para ser controlado por
otros. Hoy, el cuerpo o sus diferentes partes puede ser creado, transformado, reconstruido,
aumentado y/o disminuido con una creciente eficacia y eficiencia. Y las personas se han
convertido en agentes activos en la gestión y mantenimiento de sus cuerpos. En definitiva la
idealización del cuerpo como proyecto supone, por una parte, considerar el cuerpo -su salud, su
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apariencia- como una aspiración en sí misma y, por otra, considerar que dicha aspiración resulta
alcanzable sólo con el esfuerzo personal, minusvalorándose la influencia de factores sociales,
económicos y culturales.
c - Esta posibilidad de planificar el cuerpo lo ha convertido también en un espacio donde se
materializan múltiples opciones y elecciones. Sin embargo, como señala Shilling (1993), el
aumento de posibilidades de intervenir en el cuerpo contrasta con la incertidumbre acerca de qué
hacer con esas posibilidades, con las dudas profundas sobre cómo ejercer el control sobre el
cuerpo. Cuanto mayores son las posibilidades que se nos ofrecen, más se desestabiliza nuestro
conocimiento acerca de qué es el cuerpo en realidad, y se abren más y mayores interrogantes
acerca de hasta dónde se debe permitir la intervención de la ciencia en su reconstrucción. Hoy en
día crecen los dilemas morales acerca de cuestiones como la ingeniería genética, la reproducción
asistida, los trasplantes o la eutanasia. Y tampoco conviene olvidar que el que existan esas
posibilidades no quiere decir que existan las mismas posibilidades para que todas las personas
tengan acceso a ellas. De ahí que algunas prácticas, que se engloban de forma genérica bajo el
engañoso “cuidado del cuerpo”, se hayan convertido en un símbolo de status.
En este contexto incierto, limitar la preocupación de la intervención sobre el cuerpo únicamente
a cuestiones de tipo técnico puede contribuir a que en el futuro se disparen el número y la
magnitud de este tipo de conflictos. De hecho, parece claro que en la actualidad estamos viviendo
en una época en la que el cuerpo y su significado sociocultural han tomado dimensiones
inusitadas. La insistente transmisión por los más diversos y escurridizos medios de comunicación
de imágenes con cuerpos esbeltos (en mujeres) o musculosos (en hombres), unidas a mensajes
sobre felicidad, éxito, y (auto) estima, ha asentado en el inconsciente colectivo la idea de que un
cuerpo
“perfecto” es sinónimo de vida perfecta. Y más: que sin un buen cuerpo no puede llevarse una
buena vida, o que a mejor cuerpo, mejor vida. El problema aparece cuando, ante la creciente
impotencia de alcanzar continuamente con los imposibles y cambiantes modelos corporales
socialmente construidos como deseables: jóvenes, esbeltos o musculosos, dinámicos, atractivos,
y un largo etcétera; esta especie de “encarnación de la autoestima” a menudo se convierte en
fuente de angustia. El deseo de alcanzar esa imagen -y esa vida ideal, unido a la práctica
imposibilidad lograrlo, provoca, en general, un autoconcepto corporal negativo, lo cual, unido a
otros factores, a veces se traduce en graves enfermedades sociosomáticas como la anorexia, la
bulimia y la incipiente vigorexia (obsesión por lograr un cuerpo musculoso) 6.
Por otra parte, la naturaleza inalcanzable de ese cuerpo perfecto lo convierte, en palabras de
Varela y Álvarez-Uría (1989), en un “mercado eterno” al que se dirigen los más variados y en
ocasiones insospechados productos. En este contexto confuso y contradictorio la exclusiva
preocupación técnica por mejorar el cuerpo resulta demasiado simplista si no viene acompañada
de una reflexión acerca del significado y las implicaciones éticas de dichas mejoras.
Por otro lado, se ha perdido la confianza en el futuro. Se vive el aquí y ahora, el presente. Hay
una preocupación por el cuerpo y su apariencia física y son los medios de comunicación los que
ayudan a la primacía de estos intereses. Este fenómeno innegable de auge o “liberación” del
cuerpo se manifiesta en varios frentes: el aseo, la dietética y la cultura física.
El aseo, relacionado con la higiene personal y el consumo de productos de belleza y limpieza.
La dietética se centra en los alimentos y lo que aportan cada uno para una dieta saludable,
entrando en juego, el peso corporal. La comida es más saludable si deja menos residuos de
grasa en el cuerpo. Es necesario mantener al cuerpo sano y joven.
La cultura física también ha cambiado. Antes para que el cuerpo fuera ejercitado debía existir
una prescripción médica que lo indicara. Hoy en día, las actividades físicas son una práctica
común y a las prácticas y deportes comunes se le han sumado gran cantidad de nuevas opciones
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para practicar y poner en movimiento al cuerpo, como por ejemplo los nuevos deportes en la
naturaleza, como el trekking.
Otra característica del hombre, es su capacidad de consumo. Pensar en el consumo de masas
es pensar en alejarse de esa individuación, ejemplo, todos usan las zapatillas, todos toman
cerveza, todos usan crema antiarrugas, pero a pesar de eso, el comercio pone a disposición
diferentes marcas para que el individuo tenga la posibilidad de elegir qué le gusta más.
Por otro lado la escuela resulta fuertemente criticada, ha sido despojada de armas para actuar.
Si bien el cambio se manifiesta en la primacía del derecho a ser libre, también se despliegan
nuevas técnicas de disciplina social, que no por ser “más humanas” son menos sofisticadas o
ejercen menos el control. A partir de allí las instituciones intentan acomodarse a los cambios y a
la nueva organización de la vida. La exaltación del cuerpo, entra en la escuela seguramente por
los niños y adolescentes que participan en ella. Algunos suprimen los uniformes, muestran
nuevas formas de vestir y peinados audaces, que muchas veces causan “horror” en algunos
adultos. Otros deshacen las filas para organizarse de otra forma, trasladándose en forma
tranquila hablando con otros compañeros hasta el aula.
La forma de organizarse con respecto de las diferentes actividades dentro del aula cambia,
según la propuesta del maestro, se “corren” los “bancos”, ahora móviles para atender a las
diversas necesidades de las sugerencias didácticas. Los contenidos no sólo se organizan en
monografías e informes, sino que también se narran, se actúan, se musicalizan. Se ponen a
prueba los límites de la estructura de la escuela moderna. Más allá de los cambios en cada área
disciplinar, se observa una importante modificación en la regulación de las acciones.
Las formaciones que permitían ver a los alumnos en las clases de Educación Física de ayer,
parecen hacer quedado limitadas a aquellos eventos de tipo gimnástico o artístico (escolares o
extraescolares) en los cuales prevalece el criterio del espectáculo).
La ciencia es un contenido nuevamente valorizado. Hoy en el área de las Ciencias
Naturales se habla del cuerpo y de todos los sistemas que lo componen, sin ocultamiento. Se
profundiza en el conocimiento del sistema reproductor y se vincula este trabajo con las cuestiones
referidas a amor y la sexualidad, la familia, las relaciones humanas y los conflictos. Los cambios
corporales en la pubertad y los púberes pueden encontrar en la escuela algunos interrogantes
que se les plantean.
No hay alusión directa a la cuestión de la higiene. Ésta parece hacer sido desplazada por
otros contenidos como el respeto hacia los seres vivos, el cuidado de la salud y el mejoramiento
del ambiente. En el Área de la Formación Érica y ciudadana aparece, en uno de los bloques La
persona, y nuevamente la educación para la salud, el cuidado y la aceptación de sí y de los
otros.
Al parecer éstos últimos hablan del reconocimiento de la individualidad y del respeto de las
diferencias dentro de la escuela. Otros contenidos están relacionados con lo social y lo
comunitario como saberes actitudinales y como valores a transmitir, la institución parece no poder
hacer caso omiso del proceso de personalización al que alude Lipovetsky. Entre los contenidos
tiene lugar esta nueva sensibilidad que coloca en el centro al cuerpo, se tiene presente el lugar
destacado que ocupa la relación de la vida afectiva con el cuerpo y con la acción.
El cuidado del ambiente, el respeto de la vida y el mantenimiento de la salud se han
incorporado al currículum escolar como versiones actualizadas de la higiene y de la moral de
antaño.
En el área de educación artística se toma en consideración al cuerpo en tanto forma y medio
de expresión, representación y comunicación. En el Área de la Educación Física, se describe un
cuerpo que no sólo ejecuta sino que percibe y registra sensaciones. ¿Cuál es hoy el
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desencadenante de la explosión de las actividades físicas y deportivas, de la danza, del


movimiento y de la actividad en la naturaleza?
Por otro lado, la publicidad, se centra hoy en día en a favor de la belleza corporal y éxito
social correspondiente. ¿Puede la escuela hoy también combatir esos argumentos? ¿Qué sentido
tienen hoy en día para los adolescentes las monografías sobre la bulimia y la anorexia donde se
tratan de abordar los problemas de la salud y la dietética? ¿Son sólo tareas rutinarias, para
cumplir con las exigencias escolares, pero los alumnos siguen adorando los discursos en torno a
la imagen perfecta? ¿Cuál es la relevancia de aquellas prácticas escolares que toman el cuerpo y
tratan sobre él?
La publicidad utiliza a la vez otro recurso: la seducción, para derivar al consumo de ciertos
productos. La escuela debería de encontrar la forma de atraer al alumnado, orientando las
conductas en determinado sentido, para que puedan reflexionar sobre lo que los medios nos
proponen.
Para ir finalizando afirmaremos que la construcción del concepto del cuerpo, es una
construcción social en función de lo que la sociedad percibe como cuerpo y de una construcción
individual de las ideas que la sociedad tiene sobre el cuerpo. Estas ideas pueden cambiar de una
sociedad a otra y de una época a otra. Estas concepciones dualistas (cuerpo-alma; cuerpo-
sociedad; cuerpo-individuo; individuo-sociedad), varían, se complementan y mutan según esas
ideas.
Actualmente se intenta ver al cuerpo desde una concepción monista, como un todo físico-
moral-intelectual-sentimental-vivencial. Ya no es una colección de órganos según las leyes de la
anatomía y la fisiología, es una estructura simbólica. La familia, la sociedad, la política, la religión,
los grupos influyen sobre él. Este “cuerpo todo” constituye un “yo” completo e integral,
denominado “corporeidad”.

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cuerpo”” en Gvirtz S. Comp. (2000): Textos para repensar el día a día escolar. Buenos Aires. Ed
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(2000).Fundamentos de la Motricidad: Aspectos teóricos, prácticos y didácticos. Editorial Himnos.
Bloque Temático 1: Tema 3.
Rey Cao, A: “La creatividad: fundamento de la motricidad” en Trigo E. Coord.
(2000).Fundamentos de la Motricidad: Aspectos teóricos, prácticos y didácticos. Editorial Himnos.
Bloque Temático 1: Tema 5.

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