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Los neurotransmisores (NT) son sustancias químicas endógenas que

intervienen en la transmisión de señales desde una neurona a otra o entre


células del cuerpo no neuronales a través de sinapsis químicas que
intercambian información a través del cerebro y el cuerpo (Patestas y Gartner,
2006). Producidas por glándulas como las glándulas pituitaria, pineal y
suprarrenal, los NT se almacenan en vesículas agrupadas en terminales
neuronales. Un potencial de acción en una sinapsis estimula la liberación de
NT, que atraviesa la brecha sináptica para alcanzar el sitio receptor de la otra
neurona o célula, donde se reabsorben. Luego, se crea un nuevo potencial de
acción en el terminal del axón de la siguiente neurona, seguido de una
liberación similar de NT, que luego comunica información a otra neurona
adyacente.
Por lo tanto, se inicia una cascada compleja a través de las neuronas que
eventualmente provoca una respuesta biológica. Desde el descubrimiento del
primer neurotransmisor en 1921, se han identificado más de cien mensajeros
químicos, que están involucrados en la transmisión sináptica (Yamada et al.,
1998).
Los NT pueden clasificarse según su 1) estructura molecular; 2) modo de
acción ya sea directo o como neuromodulador; y 3) función fisiológica ya sea
excitadora o inhibitoria. Sin embargo, en esta revisión, la clasificación se basa
en su estructura química, por lo tanto, se dividen en cuatro grupos:
aminoácidos principalmente (ácido glutámico, ácido aspártico y tirosina),
aminas biogénicas (epinefrina, nor-epinefrina, dopamina, serotonina e
histamina), acetil colina (acetil -colina y colina), y gases solubles (como el
óxido nítrico y el sulfuro de hidrógeno).
Varios aspectos de estos NT se resumen en la Tabla 1. Además, los NT juegan
un papel clave en el funcionamiento del cerebro y controlan diversas
condiciones de comportamiento y fisiológicas que afectan la vida diaria, por
ejemplo, aprendizaje, memoria, sueño, conciencia, estado de ánimo y
regulación del tono muscular, la frecuencia cardíaca y la presión arterial
(Tomkins y Sellers, 2001; Dunn y Dishman, 1991; Freed y Yamamoto, 1985).
Las variaciones en la producción, secreción, captación y / o metabolismo de
estos químicos pueden llevar a diversos trastornos mentales y físicos, como el
de Huntington, el Alzheimer, la enfermedad de Parkinson, la esquizofrenia, la
epilepsia, la deficiencia de hormonas tiroideas, el glaucoma, la insuficiencia
cardíaca congestiva y diferentes tipos de cánceres. Por lo tanto, la
determinación oportuna y precisa del nivel de NT en diversos medios
fisiológicos (como orina, plasma y fluidos cerebrales) es imperativa para un
diagnóstico efectivo, monitoreo de la enfermedad, intervenciones terapéuticas
y para comprender el papel de estos químicos en las funciones cerebrales. . Se
han reportado varias herramientas analíticas para la cuantificación de NT en
matrices biológicas. Estos incluyen espectroscopia de masas, fluorimetría,
quimioluminiscencia, cromatografía y electroforesis capilar (Zhang et al.,
2007; Santos-Fandila et al., 2013; De Benedetto et al., 2014; Wang et al.,
2012; Li et al. , 2011; Zhao y Suo, 2008; Lapainis et al., 2009).

Los neurotransmisores son moléculas que las células utilizan para intercambiar
información. Su papel más destacado es la neurotransmisión química en el
cerebro. Por lo tanto, su detección es necesaria para comprender cómo funciona
el cerebro, pero también para curar y tratar enfermedades [1]. Curiosamente,
otras células también pueden producir y detectar neurotransmisores, pero este
proceso está mucho menos explorado [2]. La imagen típica que tenemos de la
liberación de neurotransmisores se muestra en la Fig. 1a. Las neuronas tienen
diferentes tipos de protuberancias y forman "puntos de besos" (sinapsis) entre
sí. Los neurotransmisores se almacenan en vesículas y, cuando llega un
potencial eléctrico a la sinapsis, se inicia una cascada compleja [3]. Las
vesículas se fusionan con la membrana celular y liberan su contenido en el
espacio extracelular, que suele ser la hendidura sináptica a escala nanométrica
[4]. Los neurotransmisores liberados se difunden libremente y se unen a los
receptores de una segunda célula en el otro lado de la hendidura sináptica, lo
que desencadena más procesos eléctricos o químicos.
Esta imagen de la liberación de neurotransmisores se simplifica demasiado
porque reduce la función de los neurotransmisores para simplemente unir un
lado de la hendidura sináptica al otro lado de la hendidura sináptica.
Obviamente, tal visión plantea la pregunta de por qué la detección de
neurotransmisores debería proporcionar más información que la medición de
los procesos eléctricos que conducen a la liberación de neurotransmisores. En
realidad, los neurotransmisores no se limitan a la hendidura sináptica, sino que
se extienden y difunden a cientos o miles de neuronas adyacentes (transmisión
no sináptica o de volumen) [5, 6]. Además, se puede liberar más de un
neurotransmisor a la vez (co-liberación) [7]. También se sabe que las neuronas
pueden cambiar entre diferentes neurotransmisores (cambio) [8]. En total, solo
las herramientas que controlan directamente los productos químicos pueden
evaluar estos aspectos de la comunicación química [9–11].

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