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Paola Corti B.
Rodrigo Moreno J.
José Luis Widow L.
(editores)
© UNIVERSIDAD ADOLFO IBAÑEZ, 2013
Facultad de Artes Liberales
Avda. Padre Hurtado 750
Viña del Mar - Chile
Tel. (56-32) 250 3845
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Producción editorial:
Ediciones Altazor
altazorediciones@yahoo.es
11 / Presentación
15 / Conferencia Inaugural
De los metarrelatos a la interpretación:
la causalidad en la historiografía contemporánea
Pablo Vázquez Gestal
35 / Conferencia de Clausura
El Genio de la Historia
Algunas cuestiones disputadas sobre la historia y sus causas
Miguel Ayuso Torres
Sección I
Las causas en la historia: el testimonio de los acontecimientos
55 / Alethestáte próphasis.
Consideraciones sobre la “causa más verdadera”
de una guerra (Tucídides 1.23.6)
Erwin Robertson Rodríguez
Sección III
Las causas en la historia: el testimonio de los intelectuales
It is scarcely possible that the eyes of contemporaries should discover in the public
felicity the latent causes of decay and corruption. This long peace, and the uniform
government of the Romans, introduced a slow and secret poison into the vitals of the
empire. The minds of men were gradually reduced to the same level, the fire of genius
was extinguished, and even the military spirit evaporated.
Edward Gibbon, The History of the Decline and Fall of the Roman Empire1
* Quisiera agradecerle a Santi Aurell su apoyo a la hora de elaborar este artículo. Las múltiples y
estimulantes charlas que hemos tenido en los últimos años acerca del presente estado de la disci-
plina me han ayudado significativamente a formular las ideas que ahora presento. He de agrade-
cerle también a Felipe Soza Larraín su contribución a la mejora del texto gracias a los inteligentes
comentarios hechos a una primera versión del mismo.
1. GIBBON, E., The History of the Decline and Fall of the Roman Empire, Vol. I-VI, W. Strahan and T.
Cadell, London, 1776-1789. Capítulo II.
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de las incógnitas que más debate y especulación habían producido entre los intelec-
tuales europeos del siglo XVIII. Con una renovada metodología y una prosa irónica
y elegante, The History of the Decline triunfó de manera arrolladora convirtiéndose
inmediatamente en uno de los libros de cabecera de las élites ilustradas.
La estrategia intelectual abordada por Gibbon es elocuente y significativa si tene-
mos en cuenta el contexto en el que compuso su obra. El historiador inglés auscultaba
el colapso del Impero Romano justo en el momento en el que precisamente otro, el
Británico, estaba sólidamente fundamentando las bases morales, sociales, políticas y
económicas con las que dirigir el destino de la civilización occidental. Aunque Gib-
bon en ningún momento establece paralelismos directos entre ambas, es indudable
que organizó la narrativa de su obra teniendo en mente la situación de su propia na-
ción, pues como el mismo confesaba “History […] undertakes to record the transac-
tions of the past for the instruction of future ages”2 Así pues, si la civilización clásica
se había desplomado de forma tan rápida y vehemente, era necesario comprender las
causas de tal fenómeno con el fin de prevenirlas en el futuro. Gibbon invitaba así de
forma explícita a sus lectores a contemplar la historia como una brújula con la que
orientar el presente ofreciendo las claves necesarias para comprender su devenir. La
tarea del historiador quedaba así fundamentalmente circunscrita a explicar el porqué
para evitar de esta suerte la repetición de los errores del pasado.
Los seis volúmenes de The History of the Decline no sólo fueron un ejemplo de
rigor epistemológico y ambición intelectual para la época, sino que además conso-
lidaron un determinado tipo de discurso historiográfico que ha marcado periódica-
mente el curso de la propia disciplina: aquél encaminado a explicar las causas que han
producido señalados fenómenos históricos. A menudo ambiciosas y sensacionalistas,
este tipo de obras han siempre suscitado abiertos y apasionados debates entre el gran
público, aunque con frecuencia han también concitado la reserva y sospecha de una
buena parte de los historiadores. Así, si a principios del siglo XX fue Oswald Splenger
quien volvió sobre los pasos de Gibbon al publicar en 1918 su famoso La decadencia
de Occidente, al final de aquella centuria Francis Fukuyama con The end of History
and the Last Man y Samuel Huntington con su Clash of Civilizations adoptaron este
modelo para explicar de forma excesivamente profética y simplificada cómo el pasado
nos había llevado, casi forzosamente, a un específico y determinado presente.3
Aunque las obras de Gibbon y Spengler han sido largamente admiradas por no
pocos historiadores, su aproximación al pasado no ha gozado de gran predicamento
en la historiografía contemporánea desde los años ochenta del siglo XX en adelante.
La pregunta ‘¿por qué?’ ya no se formula de manera explícita en las investigaciones
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conferencia inaugural
4. IGGERS, G. G., Historiography in the Twentieth Century. From Scientific Objectivity to the Post-
modern Challenge, Wesleyan University Press, Hanover (NH), 1997.
5. WALCH, J., Historiographie structurale, Masson, París, 1990.
6. AURELL, J., La escritura de la memoria. De los positivismos a los postmodernismos, Universidad
de Valencia, Valencia, 2005. p. 51 y ss.
7. AYDELOTTE, W. O., BOGUE, A. G. y FOGEL, R. W., The Dimensions of Quantitative Research
in History, Princeton University Press, Princeton, 1972.
8. NOVICK, P., That Noble Dream. The «Objectivity Question» and the American Historical Profes-
sion, Cambridge University Press, Cambridge, 1988.
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pleado para justificar sus conclusiones y la imagen excesivamente inmóvil que ofrecía
del pasado.13 De acuerdo con esta última apreciación, el amplio fresco compuesto
por Braudel se mostraba bastante rígido, como un escenario cincelado en piedra en
donde los actores humanos no tenían nada que decir ni que señalar al estar atrapados
en un mundo de estructuras. La variable temporal, encaminada a demostrar la natu-
raleza del cambio en el discurso historiográfico, se encontraba detenida con el fin de
privilegiar el análisis espacial.14 Si la geohistoria articulaba así el discurso compuesto
en aquellos gruesos volúmenes, temas como la religión, las manifestaciones cultura-
les, el pensamiento intelectual o la producción artística fueron ignorados por consi-
derar que, secundarios a las estructuras que articulaban la realidad humana, habían
contribuido en menor medida al desarrollo del tema de investigación propuesto. La
transformación como variable histórica fundamental no formaba parte de las priori-
dades metodológicas de Braudel, que pese a abogar por una concepción de la historia
enraizada en su autoformulada idea de la histoire-problème, no era capaz de explicar
nítidamente las causas que habían provocado los fenómenos que tan detalladamente
pretendía delinear.15
Algunas de las críticas realizadas al proyecto historiográfico de Braudel pronto se
ampliaron, a partir de los años 60, a toda la historiografía de los Annales, que respon-
dió al desafío intentando analizar a partir de aquel momento lo que se dio en llamar el
amplio espacio de las mentalidades.16 La demografía y el análisis económico pasaron
a ser secundarios con el fin de privilegiar la reintegración de lo cultural y lo más neta-
mente social en el interés preferente de los historiadores.17 De nuevo, sin embargo, la
noción de estructura y la obsesión de la escuela francesa por este concepto metodo-
lógico evitaron que el cambio histórico fuera abordado de forma central y autónoma,
13. Vid. especialmente BAILYN, B., «Braudel’s Geohistory--A Reconsideration», en The Journal of
Economic History, vol. XI, N° 3/1 (1951), pp. 277-282 y HEXTER, J. H., «Fernand Braudel and
the Monde Braudellien...», en The Journal of Modern History, vol. XLIV, N° 4 (1972), pp. 480-
539, así como los resúmenes de estas críticas en MEGILL, A., «Recounting the Past…», op. cit.,
pp. 641-643 y FONTANA, J., La historia de los hombres, Crítica, Barcelona, 2001, pp. 206-207.
14. BURKE, P., «Historia de los acontecimientos y renacimiento de la narración», en P. Burke (ed.),
Formas de hacer historia, Alianza, Madrid, 1993 (1991), (pp. 287-305), p. 291.
15. Sobre este aspecto en concreto en la obra de BRAUDEL, F., op. cit., vid. aparte del artículo de
HEXTER, J. H., op. cit., BURKE, P., «Civilizations and Frontiers: Anthropology of the Early
Modern Mediterranean», en J. A. Marino (ed.), Early Modern History and the Social Sciences.
Testing the Limits of Braudel’s Mediterranean, Truman State University Press, Kirksville, 2001,
pp. 123-141. Vid. también MEGILL, A., «Recounting the Past…», op. cit., p. 642 y MEGILL, A.,
«‘Grand Narrative’ and the Discipline of History», en F. Ankersmit y H. Kellner (eds.), A New
Philosophy of History, Chicago University Press, Chicago, 1995, (pp. 151-173 and 263-271), p.
168.
16. Un balance muy crítico pero revelador de este cambio puede verse en FONTANA, J., La historia
de los hombres, op. cit., p. 287 y ss.
17. HUTTON, P. H., «The History of Mentalities: The New Map of Cultural History», en History
and Theory, vol. XX, N° 3 (1981), pp. 237-259.
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18. Vid. HUNT, L., «French History…», op. cit., p. 215 y ss.
19. Cfr. LE GOFF, J. y NORA, P. (dirs.), Faire de l’histoire, vol. I-III, Gallimard, París, 1974 y STOIA-
NOVICH, T., French Historical Method: The ‘Annales’ Paradigm, Cornell University Press, Itha-
ca, 1976.
20. Vid. BOURDÉ, G. y MARTIN, M., Las escuelas históricas, Akal, Madrid, 1992, p. 206 y ss. y
FONTANA, J. , La historia de los hombres, op. cit., pp. 231-255.
21. FONTANA, J., Historia. Análisis del pasado y proyecto social, Crítica, Barcelona, 1982.
22. Cfr. COBBAN, A., The Social Interpretation of the French Revolution, Cambridge University
Press, Cambridge,1964; FURET, F., Penser la Révolution Française, Gallimard, París, 1978 y FU-
RET, F., Marx et la Révolution Française, Flammarion, París, 1986.
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23. Las dos obras más representativas de esta corriente sigue siendo LEFEBVRE, G., Quatre-vingt-
neuf, La Maison du Livre Français, París, 1939 y LEFEBVRE, G., La Révolution Française, vol.
I-II, Presses Universitaires de France, París, 1951-1957.
24. SCOTT, W., «From Social to Cultural History», en P. R. Campbell (ed.), The Origins of the French
Revolution, Palgrave Macmillan, Basingstoke, 2006, pp. 112-138.
25. HILL, C., Intellectual Origins of the English Revolution, Clarendon. Oxford, 1965.
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26. Cfr. AURELL, J., La escritura de la memoria…, op. cit., p. 113 y ss.
27. MEGILL, A., Prophets of Extremity. Nietzsche, Heidegger, Foucault, Derrida, University of Cali-
fornia Press, Berkeley, 1985, y D’AGOSTINI, F., Analitici e continentali. Guida alla filosofia degli
ultimi trent’anni, Raffaello Cortina, Milano, 1997.
28. Encuentro todavía útil y elocuente el breve pero ilustrativo HASSAN, I., «The Question of Post-
modernism», en Performing Arts Journal, vol. VI, N° 1 (1981), pp. 30-37. Vid. especialmente
para el campo de las ciencias sociales, el acertado BEST, S. y KELLNER, D., The Postmodern
Turn, The Guilford Press, New York/London, 1997.
29. Sobre la relación entre teoría posmoderna e historiografía, el mejor resumen sigue siendo BREI-
SACH, E., On the Future of History. The Postmodernist Challenge and Its Aftermath, University
of Chicago Press, Chicago/London, 2003. Vid. también SOUTHGATE, B. C., Postmodernism
in History: Fear or Freedom?, Routledge, New York, 2003 y BROWN, C. G., Postmodernism for
Historians, Pearson-Longman, Harlow/New York, 2005.
30. MEGILL, A., «Foucault, Structuralism, and the Ends of History», en The Journal of Modern
History, vol. LI, N° 3 (1979), pp. 451-503.
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31. STONE, L., «The Revival of Narrative: Reflections on a New Old History», en Past and Present,
vol. LXXXV (1979), pp. 3-24. El mejor resumen sobre la relación entre historia y lenguaje sigue
siendo, a mi modo de ver, CLARK, E. A., History, Theory, Text. Historians and the Linguistic
Turn, Harvard University Press, Cambridge, 2004.
32. KOUSSER, J. M., «The Revivalism of Narrative: A Response to Recent Criticisms of Quantitati-
ve History», en Social Science History, vol. VIII, N° 2 (1984), pp. 133-149 y DAVIDSON, J. W.,
«The New Narrative History: How New? How Narrative?», en Reviews in American History, vol.
XII, N° 3 (1984), pp. 322-334.
33. MAZA, S., «Stories in History: Cultural Narratives in Recent Works in European History», en
The American Historical Review, vol. CI, N° 5 (1996), pp. 1493-1515 y AURELL, J., «Los efectos
del giro lingüístico en la historiografía reciente», en Rilce, vol. XX (2004), pp. 1-16.
34. Vid. el claro y magnífico KELLNER, H., «Narrativity in History: Post-Structuralism and Since»,
en History and Theory, vol. XXVI, N° 4 (1987), pp. 1-29.
35. Sobre la narratividad en historiografía y los principios epistemológicos que implica su uso, vid.
CEBIK, L. B., «Understanding Narrative Theory», en History and Theory, vol. XXV, N° 4 (1986),
pp. 58-81; MEGILL, A., «Recounting the Past…», op. cit. y NASH, C. (ed.), Narrative in Culture.
The Uses of Storytelling in the Sciences, Philosophy, and Literature, Routledge, London, 1990.
36. NORMAN, A. P., «Telling It Like It Was: Historical Narratives on Their Own Terms», en History
and Theory, vol. XXX, N° 2 (1991), pp. 119-135.
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37. DAVIS, N. Z., The Return of Martin Guerre, Harvard University Press, Cambridge (Mass.), 1983.
38. Sobre este libro y sus consecuencias historiográficas, vid. FINLAY, R., «The Refashioning of
Martin Guerre», en The American Historical Review, vol. XCIII, N° 3 (1988), pp. 553-603.
39. HUNT, L., Politics, Culture, and Class in the French Revolution, University of California Press,
Berkeley, 1984.
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40. FURET, F., Penser la Révolution Française…, op. cit.. Vid. además FURET, F., «Beyond the An-
nales», en The Journal of Modern History, vol. LV, N° 3 (1983), pp. 389-410.
41. COBBAN, A., The Social Interpretation…, op. cit.. Acerca de este autor y de su libro, vid. ROSE,
R. B., «Reinterpreting the French Revolution. Cobban’s ‘Myth’: Thirty Years on», en The Austra-
lian Journal of Politics and History, vol. XXXII, núm. 2 (1986), pp. 238-244.
42. BÉTOURNÉ, O. y HARTIG, I. A., Penser l’histoire de la Révolution française, deux siècles de pas-
sion française, La Découverte, París, 1989 y KAPLAN, S. L., Farewell, Revolution. The Historians’
Feud. France, 1789/1989, Cornell University Press, Ithaca, 1995.
43. Sobre la relación entre Furet y el marxismo, vid. FURET, F., Le passé d’une illusion. Essai sur
l’idée communiste au XXe siècle, Calmann-Lévy-Robert Laffont, París, 1995 y HALÉVI, R.,
L’expérience du passé. François Furet dans l’atelier de l’histoire, Éditions Gallimard, París, 2007.
44. CENSER, J. R., «The Coming of a New Interpretation of the French Revolution», en The Jour-
nal of Social History, vol. XXI, N° 2 (1987), pp. 295-309; MAZA, S., «Politics, Culture, and the
Origins of the French Revolution», en The Journal of Modern History, vol. LXI, N° 4 (1989), pp.
704-723 y FURET, F., «Transformations in the Historiography of the Revolution», en F. Fehér
(ed.), The French Revolution and the Birth of Modernity, University of California Press, Berkeley/
Los Angeles, 1990, pp. 264-277.
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45. HUNT, L., «Fantasy Meets Reality: A Midwesterner Goes to Paris», en L. L. Downs y S. Gerson
(eds.), Why France? American Historians Reflect on an Enduring Fascination, Cornell University
Press, Ithaca, 2007, pp. 61-72; Hunt, L., Inventing Human Rights. A History, W. W. Norton &
Company, New York/London, 2007. Vid. también HUNT, L., «French History…», op. cit., p. 220.
46. Otro volumen publicado un año antes, HOBSBAWM, E. y RANGER, T. (ed.), The Invention of
Tradition, Cambridge University Press, Cambridge,1983, estimuló tempranamente también el
desarrollo de un nuevo marco epistemológico en la disciplina histórica al incentivar de forma
significativa el análisis cultural de los fenómenos políticos.
47. HUNT, L., «Introduction: History, Culture, and Text», en L. Hunt (ed.), The New Cultural His-
tory, University of California Press, Berkeley, 1989, pp. 1-22.
48. He analizado este fenómeno de manera más detenida en VÁZQUEZ GESTAL, P., «Despegándo-
se del texto. Los juegos de la Nueva Historia Cultural: descripción, narración e interpretación»,
en Memoria y Civilización, vol. IV (2001), pp. 151-185. Cfr. además OLÁBARRI, I. y CASPIS-
TEGUI, F. J. (dirs.), La «Nueva» Historia Cultural. La influencia del postestructuralismo y el auge
de la interdisciplinariedad, Editorial Complutense, Madrid, 1996; BONNELL, V. E. y HUNT, L.
(eds.), Beyond the Cultural Turn. New Directions in the Study of Society and Culture, University
of California Press, Berkeley/Los Angeles, 1999; BURKE, P., What is Cultural History?, Polity,
Cambridge, 2004 y HUNT, L., La storia culturale nell’età globale, ETS, Pisa, 2010.
49. GEERTZ, C., The Interpretation of Cultures, Basic Books, New York, 1973 y TURNER, V. W.,
Dramas, Fields, and Metaphors. Symbolic Action in Human Society, Cornell University Press,
Ithaca, 1974. Sobre la importancia cada vez mayor del influjo de la antropología en la historia
desde los años setenta del siglo XX, vid. BURKE, P. «Historians, Anthropologists, and Symbols»,
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presentaba así la cultura como “una esfera autónoma en la que lo que está en juego no
es la lucha por los intereses individuales o de clase, sino la creación de dominios de
significado”.50 Los historiadores se interesaron a partir de entonces en saber cómo las
palabras, las acciones, los gestos y los objetos habían sido empleados para componer e
instaurar determinadas prácticas culturales en las esferas de lo político y lo social.51 La
finalidad de la historia radicaba pues en comprender el significado que todos aquellos
elementos habían generado tanto para los que los habían producido como para los
que se habían visto envueltos en su práctica.52
La progresiva imposición de un nuevo paradigma que podemos calificar como
interpretativo desde la última década del siglo XX en adelante acabó por modificar
de forma paulatina el conjunto de intereses y objetivos de buena parte de la disciplina
histórica, así como el marco epistemológico en el que había de operar la historiografía
contemporánea.53 Aunque son muchos los conceptos que han sido introducidos en el
discurso analítico de nuestra disciplina por el auge cada vez mayor del cultural turn,
me interesa destacar, por la importancia que poseen en el contexto del tema que abor-
da el presente artículo, especialmente tres: identidad, agency y performance.54 Si bien
el concepto de identidad es controvertido y ha sido reformulado en múltiples oca-
siones, podríamos convenir que identidad ha sido primordialmente empleado para
acotar aquello que define la naturaleza de un sujeto distinguiéndolo y haciéndolo en
consecuencia reconocible a los demás.55 La agency vendría a ser, sin embargo, la ca-
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pacidad de ese sujeto para actuar y tomar decisiones con un mayor o menor grado
de autonomía en un espacio y un tiempo determinados.56 Finalmente, la performance
consiste en aquel acto o gesto cuya realización permite la exposición de los valores
asociados a un sujeto o identidad concretos.57
Como es fácilmente comprensible, la reintroducción del concepto de identidad
ha permitido que la subjetividad y lo individual hayan vuelto a ser objeto preferen-
te del análisis histórico de las dos últimas décadas, provocando con ello la drástica
reducción de la preponderante escala macro del paradigma estructural y la atenta
observación de las estrategias humanas diseñadas para imponer un determinado con-
junto de valores en un espacio político y social concretos.58 La implementación de los
conceptos de agency y performance ha obligado a su vez a que los historiadores anali-
cen con más detenimiento los efectos producidos por la acción humana tanto a nivel
individual como colectivo, incitando así que el pasado sea contemplado ahora como
un escenario eminentemente conflictivo donde diferentes y a menudo contrapuestas
prácticas culturales luchan por imponer su propio discurso.59 Los procesos de cambio
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conferencia inaugural
pp. 517-541 y REDDY, W. M., «The Logic of Action: Indeterminacy, Emotion, and Historical
Narrative», en History and Theory, vol. XL, N° 4 (2001), pp. 10-33.
60. SEWELL, W. H. Jr., «Geertz, Cultural Systems, and History: From Synchrony to Transforma-
tion», en Representations, vol. LIX (1997), pp. 34-55.
61. CABRERA, M. A., «Linguistic Approach or Return to Subjectivism? In Search of an Alternative
to Social History», en Social History, vol. XXIV, N° 1 (1999), pp. 74-89; CABRERA, M. A., «On
Language, Culture, and Social Action», en History and Theory, vol. XL, N° 4 (2001a), pp. 82-100
y CABRERA, M. A., Historia, lenguaje y teoría de la sociedad, Cátedra-Universidad de Valencia,
Madrid, 2001b.
62. SEWELL, W. H. Jr., «A Theory of Structure: …», op. cit., p. 2 de ambas citas.
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63. Vid. SEWELL, W. H. Jr, «Political events as Structural Transformations: Inventing revolution at
the Bastille», en Theory and Society, vol. XXV, N° 6 (1996), pp. 841-881.
64. BURKE, P., The Fabrication of Louis XIV, Yale University Press, New Haven, 1992.
65. Ibidem, p. 1.
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conferencia inaugural
el libro, ayuda sin embargo a desentrañar con garantías el significado concreto de las
iniciativas que, con una elevada carga simbólica, fueron promovidas por el rey francés
para reforzar su autoridad y forjar así su precisa idea de majestad.
La propuesta historiográfica lanzada por Peter Burke con esta monografía pronto
obtuvo un enorme éxito, provocando que muchas de las aspiraciones de la NCH fue-
ran adoptadas por buena parte de sus compañeros de oficio. Desde el punto de vista
discursivo, el tipo de causalidad empleado para convencer al lector de los argumen-
tos expuestos también acabó por imponerse en los años siguientes a su publicación.
Aunque con estilos diferentes, puede comprobarse cómo esa prosa altamente inter-
pretativa y con una impronta causal orientada fuertemente a explicar el sentido de los
fenómenos y acontecimientos descritos se ha impuesto hasta fechas recientes en la
historiografía contemporánea. Sirvan de ejemplo dos obras extremadamente ilustra-
tivas: el volumen de Natalie Zemon Davis publicado en el año 2000 y titulado The Gift
in Sixteenth-Century France66 y el impreso de 2007 de Lynn Hunt Inventing Human
Rights. A History.67 Centrados respectivamente en el uso de un objeto, el regalo, y la
creación de una idea, los derechos humanos, ambos aspiraban, con éxito, a definir el
papel que tuvieron en la creación, imposición y cambio de determinadas actitudes
sociales y culturales.
*****
La consolidación de lo que hemos dado en llamar el paradigma interpretativo
es un fenómeno ya maduro que ha modificado de forma relevante la narrativa de la
historiografía contemporánea. Es evidente que, al ritmo con el que se han ido trans-
formando los objetivos y aspiraciones de la disciplina en las últimas tres décadas, su
reinado pronto llegará a su fin, siendo sustituido por otro discurso más y mejor prepa-
rado para responder a las demandas del futuro. No obstante, su vitalidad, extensión y
fuerza para mutar y responder a las exigencias de un mundo intelectual cada vez más
internacionalizado y metadisciplinar, le auguran posiblemente una mayor capacidad
de adaptación que las dos tendencias instaladas precedentemente en el reino de lo
histórico.
66. DAVIS, N. Z., The Gift in Sixteenth-Century France, Oxford University Press, Oxford, 2000.
67. HUNT, L., «Fantasy Meets Reality: …», op. cit.
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