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FORMACIONES ECÓMICAS Y POLÍTICAS DEL MUNDO ANDINO

El control vertical de un máximo de pisos ecológicos en la economía de las

sociedades andinas

(Análisis)

Maria Rosalyn Ayala Pfuturi

Abril 2018

Universidad Nacional Tecnológica de Lima Sur

Lima – Perú

Realidad Nacional
Introducción

El hombre andino a través de su adaptación en múltiples ambientes naturales, dominó la

apreciación y el conocimiento, tales permitieron obtener un solo macro-sistemas

económico. En el presente ensayo se desea resaltar una característica de este sistema.

Al estudiar el interés señorial estatal por la ampliación de las zonas maiceras, vimos la

expansión de este cultivo a través de andenes y riego, pero también de conquistas y

colonización de nichos quishwa apropiados. […] Ya en 1967 era evidente que el control

simultáneo de tales archipiélagos verticales era un ideal andino compartidos por etnías muy

distantes geográficamente entre sí, y muy distintas en cuanto complejidad de su

organización económica y política. (Murra J., 1975)

Este ensayo nos ofrece 5 casos del control simultáneo de ‘islas’ ecológicas, examinando los

alcances, pero también los límites de este modelo, aclarando la situación que prevalecía en

el momento de la invasión de pisos ecológicos.

Capítulo I:
El control vertical de un máximo de pisos ecológicos en la economía de las

sociedades andinas.

1.1 Primer caso: etnías pequeñas que habitaban Chaupiwaranqa,

en la zona más alta del Marañón y del Huallaga.


Los chupaychu o yacha, pobladores de Chaupiwaranqa-Huánuco, controlaban a

través de colonias permanentes varios de sus recursos, los cuales se encontraban

alejados de sus centros de mayor población. La población se aseguraba de tener

el acceso a ‘islas’ de recursos, colonizándolas con su propia gente.


El patrón de los núcleos de Chaupiwaranqa ubicaba los maizales debajo del

pueblo y a los tubérculos arriba del pueblo, tal que sus habitantes podían

regresar el mismo día de sus maizales o del manay, en el caso de una capital,

Paucar. En la otra capital, Cauri, los maizales se encontraban a día y medio.


A tres días de camino hacia arriba, pastaban sus rebaños y explotaban salinas.

De entre dos a cuatros días de camino abajo, tenían chacras de ají, cocales,

bosques o algodonales. Más abajo de los algodonales, la ceja de la selva, los

chupaychu o yacha tenían el control de bosques, las cuales servían para la

extracción de madera.
Al igual que las salinas y los pastos; los cocales, algodonales, chacras de ají y

las zonas boscosas eran multi-étnicos, ya que estos espacios eran compartidos

con otros grupos étnicos. Esta se trataría entonces de sociedades demográficas y

políticas de 500 a 3000 unidades domésticas.


Los núcleos de la población de ubican de entre 3200 a 3700 m.s.n.m.
Sus zonas periféricas estaban pobladas de manera permanente por

asentamientos ubicados tanto por encima como por debajo del núcleo (lo que da

el calificativo de “verticalidad” al modelo). (Murra J., 1975)


1.2 Segundo caso: etnías grandes, verdaderos reinos altiplánicos,

con núcleo en la cuenca del Titicaca.


El reino lupaqa se encuentra en Puno, al sur-oeste del lago Titicaca, en la

Meseta del Collao. Los lupaqa tenían oasis en la costa del Pacífico, donde

cultivaban algodón y maíz; recolectaban wanu o abono, y productos marinos.

Estos cultivos se encontraban de 10 a 15 días de viaje desde el centro

poblacional.
El uso de estos oasis era de forma multi-étnica, pues compartían el espacio con

otro reino.
Ya que las autoridades de Lima no entendían el sistema de “verticalidad”. En

1560, el virrey Toledo sugirió reducir a la población.


Esta iniciativa no tuvo éxito hasta después de 1570, debido a la muerte de los

últimos habitantes del Tawantinsuyu, la desaparición de Polo y Domingo de

Santo Tomás.
El factor de este “despoblamiento” era facilitar la administración, la

catequización, y el reclutamiento de nuevos obreros para las minas. A lo que

John Murra sugiere un factor más: reducir y hasta eliminar la cantidad de

recursos periféricos que todavía quedaban en el control de grupos étnicos, para

así aminorar su poder autónomo económicamente y políticamente.


Retomando el tema del reino lupaqa, estos extendieron sus cosechas hasta la

ceja de la selva y más allá. Los lupaqa tenían cocales y extraían madera de

bosques en Larecaxa.
Esta se trataría entonces de un reino altiplánico de 20,000 unidades domésticas

con 100,000 y más habitantes. Ubicando su núcleo poblacional a 4000 m.s.n.m.


Sus zonas periféricas estaban pobladas de manera permanente.
Sus moradores se seguían considerando parte del núcleo a pesar de la lejanía.

Tenían “islas artesanales” donde residían pobladores liderados por Kusi y otros

por Qhari, ahí se desarrollaba la cerámica y la metalurgia.

1.3 Tercer caso: etnías pequeñas, con núcleos en la costa central.


El expediente del año 1559, recogía la disputa de tres grupos étnicos: “los de

Cantas”, “los de Chacalla” (siendo ambos etnías serranas) y “los de Collique”

(etnía costeña). La razón de su lucha era el control de cocales en Quivi,

actualmente Santa de Rosa de Quives. Aunque estas tierras estaban en litigio

por la producción de coca, estas también podían producir ají, maní, yuca,

camotes, guabas, guayabas y lúcumas.


Los encomendadores, sacerdotes u oficiales de la Audiencia tenían problemas al

momento de entender la razón de la disputa de estas tres etnías.


Ya en 1549, preocupados por la disminución demográfica, los encomendadores

trataron de parar los conflictos obligando a los yauyu vender su acceso […]

Hubo resistencia a tal conversión tan poco andina. (Murra J., 1975)
Aunque las tierras en disputa se encontraban a 50 Kms. de la costa, todos

atestiguaban que antes habían sido tierras de un señorío costeño, con núcleo en

Collique, mandado por el “Collicapa”, y que tal señorío controlaba los recursos

(coca, ají y fruta) valle arriba; siendo su acceso protegidas militarmente, ya que

eran objeto de presión serrana.


John Murra da a entender a esta referencia como “información equívoca, en un

vocabulario foráneo”.
El control inicial de los cocales por los yunga de Collique queda confirmado

por el testimonio etnohistórico de los informantes guancayo y sugerido por la

arqueología. Pero aún deja en duda el uso de un sistema de “control vertical”


desde la costa. Ya que todavía no se puede confirmar que los recursos de

algodón y coca que los Quivi entregaban a los señoríos de Collique era tan solo

un intercambio.
Es posible que las tres etnías o más etnías hayan estado presente en Quivi. Los

testimonios de las tres etnías coinciden en esta referencia: los primeros tuvieron

que ceder y compartir las tierras regadas de Quivi con los serranos.

1.4 Cuarto caso: grandes reinos costeños.


Los grandes reinos de la costa norte eran etnías sumamente poderosas. La

interrogación es la existencia de colonias permanentes en la sierra, a través de

las cuales las sociedades costeñas tendrían acceso a recursos. Tras la expansión

del Tawantinsuyu hacia el norte, se pudo observar una resistencia en Cajamarca,

aunque esto no indica la presencia de “islas verticales”, Chimú-Cajamarca

pueda contribuir posibles argumentaciones. Por lo tanto este caso es hipotético.


Según Julio C. Tello admitió que en la costa veía “la culminación del desarrollo

agrícola del país”. Tal que interrumpía la idea sobre posibles “islas”

establecidas en los valles de la costa norte por núcleos serranos como Chavín.
Fernando de la Carrera, al hacer una lista de pueblos donde se hablaba la lengua

“yunga”, figuraba algunos pueblos de Cajamarca y muchos otros de la sierra.

Llegando a la conclusión que estas colonias eran como asentamientos de origen

incaico, los cuales conservaban su lengua materna. Para John Murra, era posible

el asentamiento de yunga-hablantes en la sierra.


Antonio Rodríguez basándose en ferias que todavía existían hacia 1940 en

Simbal, sugirió que en el pasado hubo un movimiento inter-regional que

permitió el intercambio de productos serranos y costeños. Tal suposición tiene

explicación en base a comercio y movimientos migratorios. Pero también se

podría hablar del probable tráfico entre sierra y costa.


Otro argumento, es la respuesta que le da Kosok a esta pregunta que él mismo

se realiza: “¿Por qué no se describe tal comercio, ni se menciona los mercaderes


en la mayorías de cronistas?”. Su respuesta es simple, separa el tráfico del

comercio, afirmando que hubo tráfico, pero este movimiento de bienes no es

“comercial”. Sumando otra incógnita más: “¿Cómo pudieron obtener tributo de

la sierra?”. La solución de este dilema según Kosok, es que hubo tratados

comerciales, donde se organizaban el reparto de bienes.


John Murra da una respuesta más simple: “Hubo tráfico e intercambios entre la

sierra y la costa norte, pero en base a colonias periféricas permanentes

establecidas por los centro de poder costeño en la sierra y viceversa. El vaivén

entre las ‘islas’ y núcleos ocurría en el interior de una sola sociedad.”

II. Bibliografía
- Murra, J. (1975). Formaciones económicas y políticas del mundo andino.

Lima, Perú: Instituto de Estudios Peruanos.

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