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Controversia p.Rafael PASCUAL – Dr.

LEGUIZAMON:

Creación, evolución y magisterio de la Iglesia católica


Entrevistas
Entrevista al profesor Rafael Pascual, L.C.
ROMA, miércoles, 7 diciembre 2005 (ZENIT.org).- «Evolución y creación pueden ser compatibles», reconoce el
filósofo y teólogo Rafael Pascual, L.C., hasta el punto de que habla de «creación evolutiva», aclarando que la
«Biblia no tiene una finalidad científica».
El debate sobre evolución y fe es candente en el escenario mundial. Fue vuelto a suscitar por el arzobispo de Viena,
el cardenal Cristoph Schönborn, con un artículo publicado por el «New York Times», el 7 de julio de 2005, donde
afirmaba que es Dios, a través de un «designio inteligente, el verdadero artífice de la evolución»
«Las teorías científicas que tratan de justificar la aparición del designio como resultado del caos y de la necesidad
no son verdaderamente científicas», añadía el purpurado austríaco.
Para comprender mejor esta apasionante cuestión, Zenit ha entrevistado al profesor Pascual, director del Master en
Ciencia y Fe del Ateneo Pontificio «Regina Apostolorum» de Roma, quien en Italia acaba de publicar el libro
«Evolución: cruce de caminos entre ciencia, filosofía y teología» («L'Evoluzione: crocevia di scienza, filosofia e
teologia» (Ediciones Studium).
-Evolución, si; ¿evolucionismo, no?
-Padre Pascual: La evolución, entendida como teoría científica, fundada en datos empíricos, parece bastante bien
afirmada, si bien no es del todo verdad que ya no haya nada que añadir o completar, sobre todo respecto a los
mecanismos que la regulan. En cambio, no me parece admisible el evolucionismo como ideología que niega el
finalismo, y sostiene que todo se debe a la casualidad y a la necesidad, como afirma Jacques Monod en su libro
«Casualidad y necesidad», proponiendo el materialismo ateo. Este evolucionismo no es sostenible, ni como verdad
científica, ni como consecuencia necesaria de la teoría científica de la evolución, como algunos sostienen.
-Creación, sí; ¿creacionismo, no?
-Padre Pascual: La creación es una verdad comprensible para la razón, en especial para la filosofía, pero también es
una verdad revelada. Por otra parte, el llamado creacionismo es también, como el evolucionismo, una ideología
fundada en muchas ocasiones en una teología errónea, es decir en una interpretación literal de algunos pasajes de la
Biblia, la cual, según sus autores, respecto al origen de las especies sostendría la creación inmediata de cada
especie por parte de Dios, y la inmutabilidad de cada especie con el paso del tiempo.
-¿Evolución y creación son compatibles?
-Padre Pascual: Evolución y creación en sí pueden ser compatibles; se puede hablar, sin caer en una contradicción
en términos de una «creación evolutiva», mientras que evolucionismo y creacionismo son necesariamente
incompatibles.
Por otra parte, seguramente hubo un designio inteligente pero, en mi opinión, no se trata de una teoría científica
alternativa a la teoría de la evolución. Al mismo tiempo hay que señalar que el evolucionismo, entendido como
ideología materialista y atea, no es científico.
-¿Qué dice el Magisterio de la Iglesia al respecto?
-Padre Pascual: El Magisterio de la Iglesia, en sí, no se opone a la evolución como teoría científica. Por una parte,
deja y pide a los científicos que hagan investigación en lo que constituye su ámbito específico. Pero, por otra, ante
las ideologías que están detrás de algunas versiones del evolucionismo, deja claros algunos puntos fundamentales
que hay que respetar:
-no se puede excluir, «a priori», la causalidad divina. La ciencia no puede ni afirmarla, ni negarla.
-el ser humano ha sido creado a imagen y semejanza de Dios. De este hecho deriva su dignidad y su destino eterno.
-hay una discontinuidad entre el ser humano y otros seres vivientes, en virtud de su alma espiritual, que no puede
ser generada por simple reproducción natural, sino que es creada inmediatamente por Dios.
-¿Cuáles son las verdades fundamentales sobre el origen del mundo y el ser humano que la Iglesia indica como
puntos básicos?
-Padre Pascual: Está claro que el Magisterio no entra en cuestiones propiamente científicas, que deja a la
investigación de los especialistas, pero siente el deber de intervenir para explicar las consecuencias de tipo ético y
religioso que tales cuestiones comportan.
El primer principio que se subraya es que la verdad no puede contradecir a la verdad, es decir, no puede haber un
verdadero contraste o conflicto entre una verdad de fe (o revelada), y una verdad de razón (es decir, natural),
porque las dos tienen como origen a Dios.
En segundo lugar, se subraya que la Biblia no tiene una finalidad científica, sino más bien religiosa, por lo que no
sería correcto sacar consecuencias que puedan implicar a la ciencia, ni respecto a la doctrina del origen del
universo, ni en cuanto al origen biológico del hombre. Hay que hacer, por tanto, una correcta exégesis de los textos
bíblicos, como indica claramente la Pontificia Comisión Bíblica, en «La interpretación de la Biblia en la Iglesia»
(1993).
En tercer lugar, para la Iglesia no hay, en principio, incompatibilidad entre la verdad de la creación y la teoría
científica de la evolución. Dios podría haber creado un mundo en evolución, lo cual en sí no quita nada a la
causalidad divina, al contrario puede enfocarla mejor en cuanto a su riqueza y virtualidad.
En cuarto lugar, sobre la cuestión del origen del ser humano, se podría admitir un proceso evolutivo respecto a su
corporeidad pero, en el caso del alma, por el hecho de ser espiritual, se requiere una acción creadora directa por
parte de Dios, ya que lo que es espiritual no puede ser originado por algo que no es espiritual. Entre materia y
espíritu, hay discontinuidad. El espíritu no puede fluir o emerger de la materia, como ha afirmado algún pensador.
Por tanto, en el hombre, hay discontinuidad respecto a los otros seres vivos, un «salto ontológico».
Por último, y aquí nos encontramos ante el punto central: el hecho de ser creado y querido inmediatamente por
Dios es lo único que puede justificar, en última instancia, la dignidad del ser humano. En efecto, el hombre no es el
resultado de la simple casualidad o de una fatalidad ciega, sino más bien es el fruto de un designio divino. El ser
humano ha sido creado a imagen y semejanza de Dios, más todavía, está llamado a una relación de comunión con
Dios. Su destino es eterno, y por ello no está simplemente sujeto a las leyes de este mundo que pasa. El ser humano
es la única criatura que Dios ha querido para sí mismo, es fin en sí, y no puede ser tratado como medio para
alcanzar ningún otro fin, por muy noble que pueda ser o parecer.
-Hace falta, por tanto, una antropología adecuada que tenga en cuenta todo esto y que dé razón del ser
humano en su integridad.
-Padre Pascual: Sobre el tipo de relación que la Iglesia promueve con el mundo de la ciencia, Juan Pablo II dijo:
«La colaboración entre religión y ciencia se convierte en ganancia para la una y la otra, sin violar de ningún modo
las respectivas autonomías».
-¿Cuál es el pensamiento de Benedicto XVI sobre creación y evolución?
-Padre Pascual: Es evidente que no nos encontramos ante una alternativa tal como «creación o evolución», sino
más bien ante una articulación. En una serie de homilías, sobre los primeros capítulos del Génesis, el entonces
arzobispo de Munich, el cardenal Joseph Ratzinger, escribió en 1981: «La fórmula exacta es creación y evolución,
porque las dos cosas responden a dos cuestiones diversas. El relato del polvo de la tierra y del aliento de Dios, no
nos narra en efecto cómo se originó el hombre. Nos dice qué es el hombre. Nos habla de su origen más íntimo,
ilustra el proyecto que está detrás de él. Viceversa, la teoría de la evolución trata de definir y describir procesos
biológicos. No logra en cambio explicar el origen del "proyecto" hombre, explicar su proveniencia interior y su
esencia. Nos encontramos por tanto ante dos cuestiones que se complementan, no se excluyen».
Ratzinger habla del carácter razonable de la fe en la creación, que sigue siendo, todavía hoy, la mejor y más
plausible de las hipótesis.
En efecto, sigue diciendo el texto de Ratzinger, «mediante la razón de la creación, Dios mismo nos mira. La física,
la biología, las ciencias naturales en general, nos han proporcionado un relato nuevo de la creación, inaudito, con
imágenes grandiosas y nuevas, que nos permiten reconocer el rostro del Creador y nos hacen saber de nuevo: sí, en
el principio y en el fondo de todo el ser, está el Espíritu Creador. El mundo no es el producto de la oscuridad y el
absurdo. Proviene de una inteligencia, de una libertad, de una belleza que es amor. Reconocer esto nos infunde el
valor que nos permite vivir, que nos hace capaces de afrontar confiados la aventura de la vida».
Es significativo que, en su homilía de inicio de su ministerio petrino, el papa Benedicto XVI haya dicho: «No
somos el producto casual y sin sentido de la evolución. Cada uno de nosotros es el fruto de un pensamiento de
Dios. Cada uno de nosotros es querido, cada uno es amado, cada uno es necesario» (24 de abril de 2005).

¿Existe un Evolucionismo no Darwinista?


Mundo Moderno
Un destacado especialista argentino en el tema, el Dr. Raúl Leguizamón, realiza precisiones acerca de los dichos
del padre Rafael Pascual -publicados por la agencia católica Zenit el 7 de diciembre de 2005- de cuyo contexto se
interpreta una aparente confirmación de las teorías darwinianas. El científico puntualiza estas confusiones y las
aclara.
Escribe el Dr. Raúl O. Leguizamón (*)
"La evolución, en el sentido de ascendencia común, podría ser cierta, pero la evolución en el sentido
neodarwinista -es decir, un proceso no guiado ni planificado, de variaciones al azar y selección natural- no lo es.
Cualquier sistema de pensamiento que niegue o que busque otras explicaciones distintas de la abrumadora
evidencia del diseño en biología, es ideología y no ciencia".
Cardenal Christopher Schönborn,
New York Times, 7 de Julio de 2005.
Lo primero que quiero destacar en relación a los conceptos vertidos por el P. Rafael Pascual en la entrevista de
Zenit (7/12/05), es que la mayor parte de ellos son inobjetables, tomados aisladamente. Sin embargo, me veo
obligado a disentir acerca del contexto y la forma en que están expresados, pues debido a la equivocidad en el uso
de los términos se genera una lamentable confusión, por cuanto a lo largo de la entrevista, el P. Pascual habla, en
todos los casos, de una teoría de la evolución que simplemente no existe. De ahí que mencione con frecuencia "la
evolución" y la "teoría de la evolución", pero en ningún momento haga la menor referencia al darwinismo o
neodarwinismo, siendo que ésta es la única teoría de la evolución que conocemos. O al menos la única aceptada
oficialmente.
Sería lo mismo que hablar de la "salud reproductiva" como de un tema perfectamente católico. Y efectivamente,
quién podría cuestionar la completa legitimidad de una tarea destinada a brindar a la gente toda la asistencia
médica necesaria para poder tener hijos en las mejores condiciones sanitarias. El problema es que la expresión
"salud reproductiva", tiene un significado muy concreto, y si no se hacen las debidas aclaraciones, todo el mundo
pensará lógicamente que estamos hablando de los protocolos del CEDAW o de Belem do Pará, que significan
justamente lo contrario. Y esto es exactamente lo que hace el P. Pascual a lo largo de toda la entrevista. A diferencia
de lo que hizo el Cardenal Schönborn -en su artículo del New York Times del 7 de julio de 2005- quien se refirió
concretamente al darwinismo o neodarwinismo y como acaba de volver a hacer en otro artículo más extenso sobre
el tema, en el número de enero de 2006, de la revista First Things. www.firstthings.com
Lo mismo vale para la diferencia que el autor establece entre evolución (ciencia) y evolucionismo (ideología).
Evolución, evolucionismo, darwinismo, neodarwinismo, teoría sintética, son todos sinónimos. Al menos en la
forma que usan estos términos la casi totalidad de los científicos que están en el tema.
Pero además, las declaraciones del P. Pascual son erróneas, o al menos equívocas, a nivel epistemológico ya que la
evolución no es, ni puede ser, una teoría científica -en el sentido de ciencia experimental o "dura"- por la sencilla
razón de que sus postulados no pueden ser observados ni evaluados (contrastados) experimentalmente. La
evolución "es una disciplina quintaesencialmente histórica" -como decía Gould- y por ello su método y sus niveles
de certeza no pueden ser los mismos.
La misma equivocidad se manifiesta cuando el P. Pascual habla de los "datos empíricos" en que supuestamente se
fundaría la teoría de la evolución, por cuanto no existen datos propiamente "evolutivos". Aquí como en todo, los
datos sólo adquieren significación en el contexto de una teoría, de manera que lo decisivo no son en sí los datos
científicos, sino la interpretación de los mismos. Pero esto pareciera no verlo nuestro autor y por eso considera que
la teoría científica de la evolución "parece bastante bien afirmada", pero plantea reservas sobre su mecanismo.
Pero el mecanismo ¡es justamente el evolucionismo!, que él rechaza como ideología.
Para dar un ejemplo: decir que hay semejanzas entre los monos y el hombre, es un dato (en el sentido de que es un
hecho). Decir que ello se debe a que el hombre se originó del mono mediante mutaciones al azar y selección
natural, es la teoría que pretende explicar ese dato. La semejanza sólo es un "dato evolutivo", en la medida que
hayamos aceptado previamente la teoría. O que la hayamos podido demostrar. Tan siquiera en la forma "blanda",
de proporcionar una explicación mínimamente verosímil. Y esa teoría es el darwinismo, que el P. Pascual insiste en
llamar evolución o teoría de la evolución.
Repito. La esencia del darwinismo consiste en afirmar que las especies se transformaron (desde la bacteria al
hombre) precisamente mediante el mecanismo de las mutaciones al azar y la selección natural. Sin este mecanismo,
no hay darwinismo. O evolución, como dice el P. Pascual.
Ahora bien, sostener que el mecanismo del cambio evolutivo obedeció a mutaciones al azar, equivale justamente a
negar el finalismo, negación que sería propia del evolucionismo como ideología, según el P. Pascual, lo cual -nos
dice con toda razón- es inadmisible.
Desde luego que una "creación evolutiva" -como sugiere el P. Pascual- es perfectamente compatible con los datos
de la Revelación, pero en ese caso, el mecanismo del cambio evolutivo ¡no puede basarse en el azar! Por eso que
una evolución dirigida (finalista) es totalmente inaceptable para el darwinismo, porque en este caso estaríamos, una
vez más, hablando de creación. Una creación secuenciada en el tiempo.
Y al respecto, vale la pena citar los testimonios de los más destacados líderes del darwinismo contemporáneo.
George Gaylord Simpson, profesor que fue de Paleontología de los Vertebrados en la Universidad de Harvard, y
uno de los autores precisamente de la síntesis neodarwinista, dice:
"Quizá un finalista pudiera creer que la evolución tenía un único objetivo, tal como la obtención del hombre y se
detuvo una vez llegado al mismo. Pero de hecho, la evolución no es finalista... El hombre es el resultado
impensado de un proceso materialista carente de objetivos; no fue planeado. Es un estado de la materia, una forma
de vida, un tipo de animal... El hombre no era, evidentemente, el objetivo de la evolución, la que con certeza carece
del mismo. No podía estar planeado, en una operación totalmente desprovista de planes". (G. G. Simpson, "El
Sentido de la Evolución", EUDEBA, 1977, ps. 275, 297, 233).
Stephen Jay Gould, profesor de Zoología e Historia de la Ciencia de la Universidad de Harvard, y posiblemente el
más famoso de los evolucionistas actuales (fallecido en el 2002), expresa:
"Muchos paleontólogos, yo incluido, consideramos al Homo Sapiens como un minúsculo e impredecible vástago
del copiosamente ramificado árbol de la vida; un feliz accidente del último instante geológico, sumamente
improbable de aparecer otra vez, si pudiéramos hacer crecer nuevamente el árbol de la semilla" (Stephen J. Gould,
"Natural History", Marzo 1993, p. 20)
Jacques Monod, el famoso biólogo francés, dice por su parte que:
"Sólo el azar está en el origen de toda novedad, de toda creación en la biosfera... El hombre sabe al fin que está
solo en la inmensidad indiferente del Universo, de donde ha emergido por azar". (Jacques Monod, "El Azar y la
Necesidad", Tusquets Editores, ps. 125 y 190)
Ahora, cómo se armonizan los testimonios arriba mencionados, con lo que dice el P. Pascual (citando a Benedicto),
de que «No somos el producto casual y sin sentido de la evolución. Cada uno de nosotros es el fruto de un
pensamiento de Dios. Cada uno de nosotros es querido, cada uno es amado, cada uno es necesario».
Y aclaro que no se trata de que estos autores digan lo que dicen porque sean "materialistas" (que lo son, por cierto),
sino porque están haciendo una interpretación correcta del darwinismo, el cual no es una teoría científica (aunque
fuese errónea), sino una cosmovisión anticreacionista, inmanentista, naturalista y materialista.
Como dice acertadamente Gilson: "la noción de evolución, es una noción filosófica, introducida en la ciencia desde
afuera de ella". (Etienne Gilson, "De Aristóteles a Darwin", EUNSA, Pamplona, 1976, p. 206)
La así llamada "teoría de la evolución" es, esencialmente, una filosofía, elaborada específicamente para negar la
creación, y adornada luego con ropaje científico. Y una filosofía anticreacionista en el sentido amplio de la palabra.
Esto es, que niega, no sólo la creación directa o especial del hombre y de todas las especies, sino también una
eventual creación "evolutiva", ya que niega explícitamente el principio de finalidad.
Hay otros conceptos que entiendo son objetables en los contenidos de la entrevista.
El creacionismo no es una ideología -como dice el P. Pascual- sino un modelo científico que sostiene que los
sistemas básicos de la naturaleza (materia-energía, leyes, especies), no pueden haberse originado gradualmente por
la acción de los procesos naturales que conocemos, sino que deben haber sido creados en forma completa desde el
principio, mediante mecanismos no actuantes hoy. Haya ocurrido esto en seis días o en millones de años.
El autor parece confundir creacionismo con fundamentalismo (o literalismo bíblico), lo cual no es el caso.
También es equívoco lo que afirma el P. Pascual en el sentido de "la Biblia no tiene una finalidad científica, sino
más bien religiosa". Ciertamente. Lo que por otra parte no quiere decir que sea un relato meramente simbólico. Sin
ir más lejos, ¿cómo se podría armonizar el monogenismo **, por ejemplo, con la perspectiva darwinista de
poblaciones de monos haciéndose hombres?
Que la Biblia no sea un texto científico, no significa que no tenga nada que decir acerca de ciertas realidades del
mundo fenoménico. Sobre todo en los tres primeros capítulos del Génesis, en donde se relatan hechos que
constituyen aspectos fundamentales de la religión cristiana, como son la creación de todas las cosas hecha por
Dios, la creación especial del hombre y la formación de la primera mujer a partir del primer hombre.
Además, el P. Pascual afirma que "no se puede excluir 'a priori' la causalidad divina". ¡Pero esa es justamente la
esencia del darwinismo!
Julián Huxley, uno de los doctores máximos del darwinismo en el siglo que pasó, decía:
"Darwin demostró que no era necesario ningún planificador sobrenatural; desde que la selección natural podía
explicar cualquier forma de vida conocida, no había espacio para ninguna acción sobrenatural en su evolución".
[Julian Huxley, "Issues in Evolution", (Vol. III of Evolution after Darwin, Sol Tax ed., University of Chicago Press,
1960), p. 41]
Ernst Mayr, el famoso taxonomista de la Universidad de Harvard -ya retirado- y también una autoridad
indiscutida en estos temas, expresa:
"Las causas naturales postuladas por los evolucionistas, separaron completamente a Dios de su Creación... El
nuevo modelo explicativo reemplazó la teleología planificada, por el proceso fortuito de la selección natural. Esto
requirió un nuevo concepto de Dios y una nueva base para la religión". (Ernst Mayr, "Science", Vol. 176, Junio 2,
1972, p. 988)
Como se ve, los testimonios son por demás contundentes y me eximen de todo comentario.
Es totalmente cierto -como afirma el P. Pascual- que no es posible un conflicto entre la ciencia y la fe, pero
siempre que sea verdadera ciencia y no una postura ideológica 'a priori', basada en el materialismo filosófico. Y a
este respecto resulta muy esclarecedor lo que expresa Richard Lewontin, genetista de la universidad de Harvard y
uno de los principales líderes del darwinismo actual, cuando dice:
"El problema fundamental no es el de proveer al público con conocimientos acerca de cuán lejos está una estrella,
o de qué está hechos los genes... El problema es conseguir que las personas rechacen las explicaciones
irracionales y sobrenaturales del mundo... Nosotros tomamos partido por la ciencia a pesar del patente absurdo
de algunas de sus teorías, o de la tolerancia de la comunidad científica para con fábulas sin fundamento, porque
tenemos un compromiso previo, un compromiso con el materialismo. No se trata de que los métodos y principios
de la ciencia nos obliguen a aceptar una explicación materialista del mundo fenoménico, sino que por el
contrario, estamos obligados -por nuestra adherencia a priori a las causas materiales- a crear instrumentos de
investigación y una serie de conceptos que produzcan explicaciones materiales". (Richard Lewontin, "The New
York Review of Books", Vol. 44, 09/01/97, p. 1297)
De manera que si bien es cierto que no puede existir un verdadero conflicto entre ciencia y fe, también es muy
cierto que no todo lo que se nos muestra como ciencia, realmente lo es.
En síntesis: hablar de una teoría de la evolución inexistente -confeccionada a nuestro gusto y medida- para luego
"bautizarla", no es sino un ilegítimo recurso dialéctico que lo único que hace es favorecer la aceptación de la
única teoría evolucionista que realmente existe, esto es el neodarwinismo, el cual, además de ser una forma de
pseudociencia, resulta claramente incompatible con los datos de la Revelación Cristiana.
Y hace rato que ya es tiempo cumplido de decir esto con toda claridad.

(*) Dr. Raúl O. Leguizamón


Profesor de Ciencia y Filosofía
Universidad Autónoma de Guadalajara
México
** Monogenismo: doctrina según la cual todos los seres humanos descienden de una sola pareja.

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