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Vemos que una parte de esta obra Juan encuentra dos gaviotas con alas
relucientes, a las cuales pone a prueba, con los trucos que este practicaba, y el
resultado fue todo hecho a la perfección, así estas lo llevaron a un hogar llamado el
cielo, donde encontró gaviotas como el, donde ya no habían rechazos, ni presiones,
ni desesperación, logro ser aceptado por quien era.
En el cual Chiang le explicó que la verdadera perfección de la velocidad no
era volar más rápido que nadie, porque cualquier número era un límite, si no la
perfecta velocidad era estar allí.
El ser impulsivo al hacer lo que le parece mejor, ser feliz. Es lo que saca a Juan de
su bandada, Pero a su vez lo lleva a un lugar mejor, el decidió romper las reglas,
para crear las suyas, para escribir su propia historia, para vivir su propia vida, para
disfrutar la libertad, que todo tanto buscaban, pero nadie se inmutaba de en realidad
encontrarla, aprendiendo así a ver la vida de una manera diferente, aprender a
relacionarse y a entender a las demás gaviotas, que no todas piensan igual, pero
que es una amistad, como ellos dicen, “una amistad que perdure.” A través de su
viaje la vida le enseña muchas cosas y entre ellas que para saber quién eres
realmente primero tienes que conocer tu interior, tu instinto, escuchar al corazón y
razonar con la cabeza.
Cada persona tiene que escucharse a sí mismo, y decidir él lo que está bien o lo
que está mal, pero no pensar lo que piensan o lo que te dicen otras personas.
Puedes razonar por ti mismo, teniendo en cuenta lo de los demás, pero lo ideal es
seguir tu instinto y cumplir tus sueños.
La sociedad, o la mayoría de las personas tienen miedo a ideas revolucionarias o
nuevas que pueden cambiar la estructura la forma de ver las cosas. Esto suele
pasar cuando hay un régimen político, y aparece una posición con ideas
revolucionarias.
Cosas por las cuales suelen limitar a los demás, lo que hace que las personas vivan
tras una barrera que no las deja lograr aquello que tanto anhelan. Es por eso que
como dice aquel dicho “el que no arriesga, no gana”, Y desde esa perspectiva tiene
una gran verdad, pero lo triste es que solo pocas personas logran interpretarlo y
practicarlo en sus vidas.
Es un relato de superación, donde nos dice que ser libre es entender que somos
perfectos y la llave está en nosotros mismos.
Nos enseña a ser solidarios, a buscar el bien de los demás aunque no me entiendan
o me traten mal.