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La angina de pecho (angor pectoris) es una molestia torácica producida por isquemia
miocárdica. Es importante tener en cuenta que éste es un concepto exclusivamente clínico; es
decir, angina de pecho no es sinónimo de isquemia miocárdica (pues puede haber isquemia
sin angina) ni de obstrucción coronaria (pues puede haber lesiones obstructivas sin angina, o
angina sin lesiones angiográficamente detectables). Por ello, el diagnóstico es también clínico y
debe basarse en la anamnesis, aunque la demostración de que existe isquemia miocárdica por
medio de las pruebas adecuadas pueda ser conveniente para excluir que el dolor torácico sea de
otro origen.
l concepto del tiempo es importante no sólo desde el punto de vista de las definiciones, sino
también por lo que supone de valor pronóstico. En efecto, un proceso cuyas manifestaciones
clínicas no se han modificado recientemente es un proceso estable en el que tampoco es lógico prever
modificaciones en el futuro inmediato; por ello, el manejo diagnóstico y terapéutico puede
hacerse sin la urgencia que requieren otros procesos, como la angina inestable, cuyo futuro
inminente es una incógnita.
La molestia típica de la angina de pecho es una sensación opresiva, como un peso, que
el paciente nota en la región retroesternal y que puede irradiarse a la cara interna
de ambos brazos y, con menor frecuencia, a epigastrio o mandíbulas. El dolor ocupa
una zona más o menos amplia, y cuando se le pide al paciente que se señale la zona, lo hace
con la mano abierta; por lo general los dolores puntiformes que el enfermo señala a punta
de dedo no son cardiacos en origen.
El alivio con NTG debe ser rápido, en 2-3 minutos; si la molestia tarda más en
desaparecer, es improbable que haya sido el fármaco el responsable del alivio.
La angina estable es una de las manifestaciones clínicas de la isquemia
miocárdica. La isquemia miocárdica resulta de un desequilibrio entre el aporte y la demanda
de O2 del miocardio.
La gran mayoría de los pacientes con angina estable, en particular la angina típica de
esfuerzo, presentan una obstrucción coronaria determinada por una placa de
ateroma que reduce el calibre del vaso en más de un 70 %.
A esta obstrucción fija puede sobreañadirse una obstrucción dinámica por vasoconstricción
coronaria, relacionada o no con disfunción endotelial, y que puede hacer que aparezca angina
en pacientes con obstrucciones basales menos severas o incluso sin evidencia angiográfica
de obstrucción (espasmo puro). Los factores determinantes de aumento de las demandas
miocárdicas de O2 actúan entonces en una situación en que el flujo coronario no puede
aumentar; la reserva coronaria está disminuida ya que, cuando ésta es normal, es
excepcional la producción de angina a expensas exclusivamente de un aumento de los
requerimientos metabólicos miocárdicos.
Sobre esta obstrucción de base actúan los factores que hacen que aumente la demanda de
O2, sobre todo:
La molestia típica suele desencadenarse con el ejercicio, aunque también con emociones, frío, etc.
En otras ocasiones aparece en ausencia de este tipo de desencadenantes, incluso en reposo. El que
se produzca isquemia en ausencia de un aumento de los requerimientos miocárdicos de O2 sugiere
que el mecanismo de ésta es una disminución inicial del aporte; esto es lo que puede suceder
tanto en la angina inestable como en el infarto de miocardio. Cuando el cuadro clínico es estable, se
debe con gran probabilidad a vasoconstricción coronaria, cuya máxima expresión es el espasmo
coronario, que puede asentar sobre arterias con lesiones obstructivas o angiográficamente
normales.
Es importante el recoger el perfil de riesgo del paciente, ya que ayuda a establecer la probabilidad
de enfermedad y a interpretar el resultado de las pruebas diagnósticas, además de ser conveniente
para fijar luego las medidas oportunas de modificación de los factores de riesgo.
Dolores musculares: la causa más frecuente de consulta sobre dolor torácico -sobre
todo en personas jóvenes- son los dolores tipo pinchazo, muy localizados, de segundos de
duración y relacionados con situaciones de ansiedad.
La exploración física no suele ser muy reveladora en los pacientes con angina
estable, aunque hay una serie de datos que pueden ayudar al diagnóstico o a la
valoración posterior:
A la auscultación cardiaca hay que buscar datos de otro origen del dolor, en particular el
soplo sistólico de la estenosis aórtica o miocardiopatía hipertrófica, o el roce
pericárdico de la pericarditis aguda. Durante los episodios de dolor puede auscultarse
un cuarto ruido o un soplo sistólico de insuficiencia mitral transitorios.
El electrocardiograma (ECG) puede ser absolutamente normal entre crisis, lo que sucede
en aproximadamente la mitad de los pacientes. En el resto pueden aparecer alteraciones
inespecíficas de la repolarización (segmento ST y onda T) que, por otra parte, pueden
deberse a otras causas (hipertrofia ventricular, alteraciones electrolíticas, fármacos, etc.).
También pueden existir signos de haber padecido necrosis miocárdicas previas (ondas Q
de necrosis, transtornos de conducción intraventricular) o extrasistolia ventricular, que
es muy inespecífica.
Hipertensión arterial
Estenosis aórtica
Miocardiopatía hipertrófica
La analítica tampoco presenta datos específicos, aunque puede servir para encontrar
factores de riesgo de cardiopatía isquémica (hiperlipemia, diabetes, etc.).
En los casos en que el paciente no puede realizar ejercicio físico (edad avanzada, problemas de
locomoción, etc.), o existen alteraciones basales del ECG, como bloqueos de rama, marcapasos, etc,
que dificultan o impiden el análisis de los cambios electrocardiográficos deben utilizarse alternativas
a la prueba de esfuerzo.