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EL TIEMPO EN
JEAN PAUL SARTRE
*
EDICIONES CLEPSIDRA
BUENOS AIRES
La autora del denso y erudito libro EL HOM
BRE Y EL TIEMPO nos ofrece ahora un do
cumental estudio sobre el mismo tema del
tiempo en Jean Paul Sartre, uno de los pen
sadores contemporáneos más controvertidos.
Lo complementa con el análisis del filósofo ar
gentino Carlos Astrada, que también tematizó
el tiempo con gran originalidad.
EL TIEMPO EN
JEAN PAUL SARTRE
EDICIONES CLEPSIDRA
BUENOS AIRES
© by Editorial Clepsidra, 1982.
Hecho el depósito que marca la Ley 11.723.
Impreso en la Argentina.
Printed ¡n Argentina.
A mi madre
o
n.? A
p
EL TIEMPO EN JEAN PAUL SARTRE
9
necesidades de una causa... Sartre sólo describe la conciencia
humana... llega a la conclusión de que no existe (Dios), porque
no es definible ni naturalmente cognoscible a partir de ella (de
la conciencia). . . En las historias que narra hay pocos aconte
cimientos y éstos son psicológicos y morales’, *.
Kuhn por su parte estima que la vida descripta por Sartre
“ no es la vida temporal donde germina la vida eterna, sino una
temporalidad desde el principio al fin. . . las producciones lite
rarias de Sartre, aunque interesantes y hasta brillantes, son cual
quier cosa menos atractivas. . . El ser y la nada muestra no ca
recer de sutileza y de rigor de pensamiento. . . la aniquilación,
sostiene Sartre, está en la base de su experiencia del mundo y
de sí mismo” 1 2.
Ch. Moeler considera que “la obra literaria de Sartre sola
mente contiene su sistema abstracto. . . El pensamiento de Sar
tre forma, pues, un conjunto que no es ni totalmente vivido ni
totalmente deseado” 3.
El mismo Heidegger confesó en una entrevista periodística:
“ Sartre no es un filósofo, sino que cultiva y explota procedi
mientos literarios” 4.
Para Papini: “J. P. Sartre es el responsable y el beneficia
rio de la más siniestra impostura literaria de esta postguerra de
sapos histéricos. Seca la fuente de la sangre, se ha abierto la
refinería de las heces” 5.
10
Con estas pormenorizaciones ya podemos entrar a detallar
algunos trabajos.
I. La novelística
11
los contamos en un sentido inverso. En apariencia se empieza
por el comienzo... El fin está allí, invisible y presente, es el
que da a esas pocas palabras la pompa y el valor de un comien
z o ... ahí está el fin que lo transforma todo” 10*. Pudo decir que
el comienzo lo transforma todo y nada cambiaría.
Pero, contradictoriamente —una página antes— dijo: “ Cuan
do uno vive, no sucede nada. . . la gente entra y sale, eso es
todo. Nunca hay comienzo. Los días se añaden a los días sin
ton ni son, en una suma indeterminada y monótona” n . Esto
significa que el “contar la vida” es un hecho aparte del vivir,
del existir. Comienzan las caídas sin perspectivas de alzamiento,
la ciencia con su progreso y el hombre mejorado desdicen pro
fundamente el no suceder nada.
10 Ibíd, p. 67.
n Ibíd, p. 66.
12 Ibíd, ps. 90/91.
12
tran el envejecimiento de la materia. El hecho de que nuestros
sentidos no registren el paso del tiempo no significa que éste,
o mejor, nosotros no transcurramos irremediablemente. Estamos
en proceso, nuestra existencia es proceso histórico en un proceso
histórico macrocósmico de ahí el envejecimiento normal.
Para R. Garaudy, “La experiencia privilegiada, analizada por
Sartre en ‘La náusea’, revela un universo muy próximo al de
Heidegger, en ‘¿Qué es la metafísica?’ . . . La ‘náusea’ no es ya
una reacción histórica ante un mundo que se descompone, sino
una reacción metafísica ante la vida en general” 13.
Según M. Albérés, “ La Náusea” , “ es una especie de diario
metafísico. . . la idea esencial del libro: en condiciones normales
nada justifica la existencia” 14.
Juan David García Bacca en su conferencia “El hombre en
el existencialismo francés”, comentando “La náusea” dice: “ el
personaje puede decir que le entró la náusea, no porque tomase
algo materialmente pegajoso, sino porque comenzó a notar que
todo lo que normalmente le atacaba se pegaba a é l... Porque
de ordinario la náusea o el asco se reduce a ciertos fenómenos
y cosas perfectamente localizables... ¿Cómo sería posible vivir
en este mundo si todo se nos pegase?... Este fenómeno, anormal
desde el punto de vista de la vida ordinaria, es un fenómeno
auténticamente metafísico... (porque) la metafísica estudia y
precisa justamente los fenómenos anormales: es una teratología,
un estudio de monstruos... (Sartre nos habla de) la necesidad
que tiene el nombre de morir, justamente por ser conciente, se
parece a la del condenado a muerte judicialmente para un día
fijo, y morir precisamente fusilado. Sabe, pues, en qué día va
o morir, por qué m otivo... y se ha preparado... Más en vez
do morir el día prefijado... se muere de una vulgar gripe” 15
13
Vicente Fatone en su análisis del tiempo en “La náuseai*
apunta: “la ordenación lógica (del tiempo) es, precisamente por
ello ordenación cronológica. Pero el tiempo no es meramente
eso: no es un simple antes seguido por un simple después. Po
demos sí, tener la ilusión de que eso es lo que sucede con el
tiempo, como la tiene Roquentin... al escuchar música de jazz
sin melodía. Sólo parece tratarse de notas que se extinguen
sucesivamente. Roquentin comprende que, si pudiese detener
una de ellas, no le quedaría entre los dedos ‘más que un soni
do’ . .. Ese es el orden incapaz de construir por sí solo el tiempo.
Para que haya tiempo es necesario que el llamado antes se con
vierta en el llamado después. Este es el curso del tiempo. Este
es el curso del tiempo, que constituye algo más que el orden;
es la dinámica del tiempo, que constituye algo más que su está
tica. .. El pasado sería actual, penetrará en el presente, sin
perder su eficacia, entonces perdería su ser pero como pasado,
ya que es actual. Si queremos salvar su ser como pasado, debe
remos, en cambio, despojarlo de su eficacia, y concederle algo
así como una ‘existencia honoraria’. Esto último es lo que había
creído Roquentin: que el pasado no era sino una especie de ‘re
tiro’ . . . Nadie conserva su pasado. El pasado se independiza, se
convierte en cosa y queda allí, donde están las cosas, fuera de
la existencia. Así se siente Roquentin al separarse de Anny:
tres años se derrumban, se hunden en el pasado de golpe y
Roquentin se siente vacío... Vacío y sereno, sin que ese pasado
pueda volver a ser nada” 16.
14
2. El m uro18 es una recopilación de relatos o cuentos bre
ves. Tematiza la temporalidad siempre psicológicamente.
15
c. Eróstrato vuelve sobre la fragilidad y profundidad del
instante destacando su importancia. “ Comencé a creer que mi
destino sería corto y trágico. . . si se mira desde cierto punto de
vista es atroz; pero desde otro, otorga al instante que pasa una
belleza y una fuerza considerables” 23. Indudablemente que el
personaje carece de una línea existencial bien definida, quere
mos decir que no ha puesto objetivos a su vida, de ahí las fluc
tuaciones en considerar con cierta miopía su destino que de he
cho es menguado.
d. La infancia de un jefe recoge la obsesión sartreana sobre
el tiempo cuando Bergére declara: “Uno debería matarse a los
veinte años” 24. La expresión pertenece al campo de las ambi
güedades sartreanas, por provenir de situaciones no muy comu
nes y además porque el personaje no rebasa la medianía de lo
frívolo. Es poco lo que puede perder semejante sujeto y al mis
mo tiempo es todo cuanto tiene, es decir, la dureza de sus carnes
o el color de sus mejillas.
sa ibíd, p. 116.
24 Ibíd, p. 231.
25 Sartre, Jean Paul, Los caminos de la libertad, I, La edad de
la razón, II, El aplazamiento, Ed. Losada Bs. A s., 1948.
J
mádo todo en serio ‘como si hubiese sido inmortal’ . . . (porque)
todo es lo mismo, cuando se ha perdido la ilusión de ser eterno
(el subrayado es de Fatone) ” 2e.
a. La edad de la razón, aquí es evidente la recurrencia nos
tálgica al pasado. Boris pensó: “ Ha sido jo v e n ... cuando un
sujeto había sido verdaderamente joven, quedaba marcado para
toda la vida” 27 y todavía más: “ cada instante que pasaba, cada
instante, gastaba un poco más su juventud” 28. Sigue el enfoque
frívolo del tiempo.
Acerca de la dinámica del tiempo y su irrevocabilidad dice:
“ El tiempo corría con sacudidas rígidas e irremediables” 29. No
se trata del fluir temporal normal, sereno, sino de otro tiempo,
histeroide, convulso.
íl
es un futuro vacío de presente, es casi una entelequia, ya que
está desquiciado. Es curioso, por otra parte, que “las oportuni
dades” se den entre los treinta y cuarenta años32, justificado
en el caso de quienes “se dejan vivir” solamente33 o bien decla
ran “he llevado una vida desdentada” 34.
Un texto muy sugerente sobre lo que podríamos llamar la
conjunción “presente-futuro” : “ Una vid a... es algo hecho con
el porvenir... el porvenir lo había penetrado hasta el corazón...
Los días más antiguos de su infancia. . . se le aparecían todavía
hoy en su porvenir particular... y ese porvenir era él, él. Tal
como era al presente... los días tenían un derecho sobre él, a
través de todo ese tiempo ya transcurrido. . . él sufría a menudo
remordimientos aparentes porque su presente, desquiciado y ‘base’,
era el viejo porvenir de sus pasados días” 3S.
Pasaje antológico, a nuestro parecer, donde Sartre acoge en
su existencialismo viejos moldes, antiguas ideas sobre el remor
dimiento. Otra vez nos preguntamos —ya lo hicimos en otros
trabajos— si este deambular teórico sobre lo ya pasado tiene
algún sentido existencial para cambiarlo. Creemos que es una
suerte de catarsis vieja, sin ninguna proyección real.
18
milada al pasado o que es el mismo pasado). Estoy cansado de
ser esta evaporación sin tregua hacia el cielo vacío” 37.
19
II: , La dramaturgia
■' 41 Sartre, Jean Paul, Teatro, Las moscas, Ed. Losada, Bs. As.,
1948, p. 18.
42 Ibíd, p. 73.
43 Sartre, Jean Paul, Teatro. A puerta cerrada, o. c. p. 87.
44 Lefebvre, Henri, o. c. ps. 188, 190/191/192.
20
Marie. No vive la situación presente en función de su pasado,
sino que se limita a revestirla con lo que es conocido o familiar.
Más adelante encontramos la situación opuesta: Estelle al verse
acosada por las preguntas de Inés, le dice: ‘Con estos mismos
ojos mirabas a Florence’ (amante de Inés en el pasado). La
situación psicológica de todos ha cambiado. Inés no trae cons
cientemente algo familiar del pasado para poder tolerar mejor
la situación (como lo hizo Estelle), sino que, sin darse cuenta,
vive el pasado en el presente, en este grupo a puertas cerradas.
Vive, como diríamos psicoanalíticamente, en el ‘aquí y ahora’
de la transferencia... Vemos, pues, surgir en el grupo de Sartre
los mismos mecanismos que nos son familiares en los grupos
terapéuticos” 4S.
21
Algunos parágrafos de esta obra aclaran la posición sartreana
sobre el tiempo. “El rostro fabrica su propio tiempo en medio
de un tiempo universal. El tiempo universal está hecho de ins
tantes puestos de cabo a cabo; este es el del metrónomo... Si
deseo descifrar (un rostro)... es necesario que yo le preceda...
es menester. . . que yo me ubique a mí mismo en el futuro, en
el buen medio de sus proyectos, para verlo venir a mí del fondo
del presente. . . sólo puedo ver los rostros de los hombres a tra
vés de su porvenir. Las cosas no tienen porvenir. . . las cosas
están arrojadas en el m undo... el rostro se lanza delante de sí
mismo en la distancia y en el tiempo” 47. f
22
Puro idealismo, casi idealismo de ciencia ficción, en tanto
mientras se vive no podemos predicar nada de nuestra situación,
y además, sólo, repetimos, solamente en el momento de morir
podemos decir algo de nuestra situación. Ni la medicina ni la
más elemental biología dan razón de estos conceptos lindantes
con la más aberrante fantasía.
Sartre hace también una interpretación de qué era el pasado
para Baudelaire: “ Para que el pasado sea definitivamente lo
que es, inalterable e imperfectible. . . elegirá considerar su vida
desde el punto de vista de la m uerte... y si insiste a menudo
en la idea del suicidio, es también porque le permite pensar a
cada instante que acaba de detener su vida. A cada instante,
vivo aún, está ya del otro lado de la tumba” 51.
Esta identificación del que está vivo con el que está del otro
lado de la tumba es un concepto, una opinión cuyo disvalor es
obvio señalar desde cualquier punto de vista o perfil que se lo
aborde.
si Ib id, p. 113.
52 ibíd, p. 117.
53 Nos parece interesante agregar algunos conceptos de Georges
Poulet referidos a Baudelaire: “Si el éxtasis de la vida es la capta
ción extática del momento presente, el horror de la vida es por el
contrario el movimiento por el cual rechazando (quiere decir arro
jando fuera de sí) el presente del ser, desde su origen, engendra
una suerte de tiempo fu t u r o ... Nada más. Nada más súbito que le
23
Estimamos que todos los hombres se vuelven a su pasado
donde está depositada la experiencia, su existencia anterior, no
para elegir ese pasado como justificación y menos como barrera
a la acción. Ese pasado es el que forma y es parte del material a
instrumentar para hacer el futuro.
c. Situaciones: a’. Situaciones, 1 *54. Reúne una serie de ar
tículos o ensayos breves. Para nuestro trabajo, el más signifi
cativo es el intitulado “A propos de le bruit et la fureur, la
temporalité chez Faulkner” (ps. 70/81). Nos dice Sartre: “ la
metafísica de Faulkner es una metafísica del tiempo. La desgra
cia del hombre es ser temporal. . . (la confusión sobre Faulkner
proviene de que) confundimos la temporalidad con la cronología.
Es el hombre quien ha inventado las fechas y los relojes...
Para advenir al tiempo real es menester abandonar esta medida
inventada que es medida de nada... nos es necesario acceder a
un tiempo sin reloj” 55.
Es cierto que el hombre inventó los relojes, pero éstos se
hicieron sobre una realidad deviniente, luego los relojes miden
el cambio de esa misma realidad.
“En Faulkner, sigue Sartre, no hay jamás progresión, nada
que venga del porvenir. . . ser presente es aparecer sin razón y
hundirse.” 56 Sartre olvida siempre que el hombre es un ser his
tórico y que las causas, que a veces aparecen ocultas, existen,
están y dan razón del aparecer de los seres, incluso ante su ser
presente.
Del pasado dice Sartre: “ se nombra, se vuelve a contar, se
24
d e ja ... fijar por los conceptos o reconocer por el corazón... la
visión del mundo de Faulkner es la de un hombre sentado en un
auto descubierto y que mira hacia atrás. A cada instante surgen
sombras informes a su derecha, a su izquierda, mariposeantes,
temblores tamizados, conflictos de luces, que se convierten en
árboles, hombres, coches, un poco más tarde, con el retroceso.
El pasado adquiere una suerte de surrealismo: sus contornos son
duros e inmutables; el presente, innombrable y fugitivo, se de
fiende mal contra él; está lleno de agujeros, y por esos agujeros
le invaden las cosas pasadas, fijas, inmóviles, silenciosas como
los jueces o como las miradas” 57.
Esta es una visión tántrica del tiempo58 y además es una
descripción que nos remite directamente al film francés “Hace
un año en Marienbad” , dirigido por Resmais (1964).
Sigue Sartre: “No es necesario creer que el presente cuando
pasa, deviene el más próximo de nuestros recuerdos. Su meta
morfosis puede hacerlo deslizarse al fondo de nuestra memoria,
como también dejarlo a flor de piel; solamente su densidad pro
pia o la significación dramática de nuestra vida deciden sobre
su nivel.” 59
Sorprende la subjetividad instrumentada por Sartre, interio
ridad, dramaticidad singular, y nada más. Nada sobre otros hom
bres, las consecuencias de los hechos. No hay telones de fondo
sociales, ni coexistenciales, sólo son hombres aislados que refle
xionan y diríamos que esos mismos hombres se pierden en la
oscuridad de un vacío antropológico. Vacío y más vacío.
Uno de los textos más comprometidos sobre la temporalidad
lo hallamos más adelante cuando Sartre siguiendo a Heidegger
declara sobre la temporalización de la conciencia: “ El hombre
pasa la vida en lucha contra el tiempo y el tiempo roe al hom
bre como un ácido. . . todo es absurdo. . . el tiempo del hombre
es sin porvenir. . . es un presente perpetuo. . . la conciencia sólo
57 íbíd, p. 73.
58 Cf. Grand Ruiz, Beatriz Hilda, El hombre y el tiempo, Ed. Clep
sidra, Bs. As., 1981, ps. 203/208.
59 Sartre, Jean Paul, Situations 1, o. c. p. 75.
puede ‘ser en el tiempo’ la condición de hacerse tiempo por el
mismo movimiento que la hace conciencia; es necesario como
dice Heidegger que ella se temporalice... la naturaleza de la
conciencia im plica... que ella se arroje delante de ella misma f
en el futuro. . . ella se determina en su ser actual por sus propias
posibilidades: es lo que Heidegger llama ‘la fuerza silenciosa de
lo posible’ ” 60.
Todavía un poco más adelante define Sartre: “ El hombre
no es de ningún modo la suma de lo que él tiene, sino la tota
lidad de lo que él no tiene todavía; de lo que él podría tener” 61.
Estamos en el meollo de una filosofía del “ si. . . ” 61.
b. Situations, 11162. Este tomo también recopila algunos ar
tículos sobre diferentes temas. En el intitulado “A la búsqueda
del absoluto” estudiando la obra de Giacometti, Sartre descubre
el presente-eterno en la obra de arte: “ ...h e aquí la materia:
una roca, simple grumo de espacio. . . es necesario que él ins
criba el movimiento en la total inmovilidad, la unidad en la
multiplicidad infinita, el absoluto en la relatividad pura, el por
venir en el presente eterno, el parloteo de los signos en el silen
cio absouto de las cosas” 63.
26
mentar una ontología en la cual lo literario es una ejemplifica-
ción sumaria, suscinta y radical de lo filosófico.
Es una ontología que surge de la desesperación frente a lo
pasajero del tiempo, a su pasar —como si el tiempo fuese una
entidad ajena—, que siendo como suma de instantes le lleva a
una última estación: la nada, porque “ el hombre es una pasión
inútil” , pues en definitiva está condenado a la irreversibilidad
del para-sí hacia la nada y en un en-sí cristalizado.
Nada más patético que la venida del tiempo a la existencia,
como si fuese un enemigo, o lo que es peor, el único compañero
de esa permanente frustración humana: la facticidad, el vivir.
Pero vivir es un absurdo en tanto el futuro atrae al hombre
hasta un final tan absurdo como la vida: la muerte. Es una
muerte de la nada para nada.
Contar la vida es diferente a vivir, porque según Sartre, en
esa reseña se comienza por el final que ya lo ha transformado
todo siendo el futuro el sujeto dinámico que atrae al todo hacia
sí, o mejor, para instalarlo en el presente-pasado dando una
imagen diferente a la realidad. Y esto es así, para nosotros, en
tanto el hombre que recuerda ha cambiado, también su con
texto mundano. Nos aproximamos al recuerdo de una realidad
que ya no-es-siendo-lo-que-ya-yo-no-soy. Es decir, es una realidad
que era ante mí que también era de modo diferente al ser actual.
El marco de la temporalidad a que siempre alude Sartre
es el psicológico, está varado en él, bloqueado por él y olvida
otros aspectos vivos. Pero sigamos. En La cámara aparece la
angustia ante el futuro haciéndose presente, asaltando a la exis
tencia en forma de suma de instantes, traducida como trozos
de vejez en la carne, porque el hombre sólo es plenamente a
los veinte años. Aquí Sartre es tremendamente acientífico, porque
limitar la plenitud humana a la veintena, acaso fuese normal
entre los primitivos, pero actualmente es un concepto perimido.
27
desmedulada en su categoría y esencialidad más importante: el
tiempo. Sin embargo, a poco que recorremos los textos, trope
zamos con un Sartre —o sus personajes, sus máscaras— tan te
meroso de la vejez como puede estarlo una vedette.
28
“ destino vocado” y “destino soportado” porque si es el final, el
que da sentido a todo destino, y el final (la muerte) es el mismo
para todos, no hay diferencia entre ambos. Además el hombre
está condenado a realizar su destino, es decir, ese destino siem
pre es soportado aún en la negación de hacer lo mismo, ya que
el hombre es portador de tal rol de factótum. Si además, el
“hombre es una pasión inútil”, dejemos de lado la exquisitez de
dividir destinos, el final banal, coagulado por la muerte, es
decir, la transformación del para-sí en en-sí es para todos el
mismo. Luego, no existen creadores ni miserables, ni buenos ni
canallas.
29
4
30
B. — EL TIEMPO EN SU OBRA FILOSOFICA
31
Hume (1711-1776), máximo exponente del escepticismo fenomé
nico inglés. Sartre tiene con Hume, por muchos conceptos, afini
dad en la actitud crítica radical, pues ambos defienden sistemá
ticamente un fenomenismo escéptico, quedando el hombre des
ligado de toda relación con lo absoluto real, cosa en sí o sustancia.
El ateísmo de Hume es también otro de los puntos de contacto.
b) Cartesianismo y hegelianismo. Rene Descartes (1596-1650).
Las coincidencias de Sartre con Descartes, estarían en hallar
el ser en la conciencia, en ser objeto este ser para la conciencia,
es decir, por la determinación del mismo en la conciencia *.
Su fenomenología de la existencia es una ampliación y expli-
citación de esa zona de evidencia intuitiva que se funda en el
“ pienso luego existo” de Descartes, con el sentido de que esa
evidencia es un haber de la conciencia, no un acto intelectual.
De ello se infiere que su tipo de reflexión sea cartesiano.
La trascendencia de Sartre es una trascendencia del ser hacia
sí, hacia su núcleo, hacia su intimidad de ser. En otras palabras,
hacia sus posibilidades. . . abstractas.
Tal vez sea Descartes el autor a quien Sartre se refiere
con más frecuencia en SN., v.g. en el análisis de la concepción
de Descartes de la libertad en relación con los estoicos 65, sobre
la libertad y las pasiones en Descartes °6, en el tema de la infi
nitud de la libertad, es decir, que la libertad en cuanto tal no
debe tener limitaciones67; finalmente, refiriéndose a la teoría
cartesiana de la sustancia, señala el peligro de que, supuesta la
misma, “ . . . su ser se reabsorbiera en mi ser por falta de inde
pendencia y objetividad” 68.
32
En general se hallan citas frecuentes de Descartes al tratar
los temas del cogito, la conciencia y la libertad. En EH. admite
el punto de partida cartesiano: “ ...pienso, luego soy; este es la
verdad de la conciencia alcanzándose a sí misma” 69. Al cogito
cartesiano le formula una crítica por considerar que él se cierra
sobre el individuo, mientras que por el cogito existencial, el
hombre se descubre a1 sí mismo y a los demás70. También se
inspira Sartre en Descartes para fundar la soledad total del
hombre y su independencia en el obrar. El obrar sin esperanza
lo halla en la frase cartesiana: “ .. .vencerse más bien a sí mismo
que al mundo” 71.
33
es ruptura, escisión interior; ruptura que analizada psicológica
mente origina la angustia.
La fusión del ser y del no-ser en el hombre, que da lugar
a las repetidas fórmulas sartreanas del ser lo que no es y no
ser lo que es, halla su inspiración en Hegel, citado expresamente:
“Wese ist was gewesen ist” , que equivale a “ ser es lo que ha
sido” 7S.
“ En la filosofía hegeliana el problema de la relación de
teoría y práctica asume por primera vez un significado distinto,
un sentido más hondo y sistemático del que posee en el pen
samiento tradicional. Es un mismo espíritu el que, como volun
tad, es razón práctica y, como saber es razón teórica” 76.
e) Categorías existenciales. Sóren Kierkegaard (1813-1855)
reaccionó contra el idealismo racionalista de Hegel, moviéndose
en un marco existencial subjetivista.
En cuanto al problema gnoseológico apunta que conocer es
existir inmediata y personalmente. Unamuno afirma que Kier
kegaard “sostuvo contra todo y contra todos su amor salvaje a
la verdad, a la verdad sentida y no sólo concebida lógicamente,
a la verdad que es vida” 77. El hombre es un existente que está
más allá de lo racional. Kierkegaard coloca lo humano frente a
lo racional en los tres estadios de la existencia —estético, éti
co y religioso—. Tratando de Abraham, dice explícitamente:
“ ...ob ra en virtud del absurdo, porque lo absurdo consiste en
que está como individuo por encima de lo general” 78.
Es natural que, en Kierkegaard, lo general o universal,
aunque se presente en forma de institución o legislación, encubra
al existente. Sólo el absurdo es su traducción verdadera. La
verdad y realidad hay que buscarlas en la subjetividad. “La ver
dad es la subjetividad, y la subjetividad es la verdad”. Mi verdad
75 SN III p. 18 (515).
76 Astrada, Carlos o. c. p. 48.
77 De Unamuno, Miguel, M i religión y otros ensayos breves, Ed.
Espasa Calpe Argentina, Bs. A s., México, 1945, p. 55.
78 Kierkegaard Soren, Crainte et trem blem ent, Ed. Aubier, París,
1946, p. 48.
34
no es tu verdad. Kierkegaard habla de una verdad revelada, no
especulativa o dialéctica.
35
Martin Heidegger (1889-1976). El planteamiento de su pro
blemática se hace con el primado ontológico sobre el gnoseoló-
gico. El Dasein del hombre tiene por estructura básica el estar-
en-el-mundo. Sus posibilidades se compendian en la existencia
trivial y en la auténtica. El tema de la muerte como “ totalidad
acabada” de la existencia, frente a la siempre fracasada cons
trucción de “mi” historia, construida por mí, alcanza a delinear
el denominado “ éxtasis del futuro” o, mejor aún, el futuro como
éxtasis de la temporalidad. Será el futuro de una existencia,
que en consonancia con la tónica hegeliana y sartreana es, ha
biendo sido un futuro, del cual regresa, cargado con la plenitud
del ser. Sartre, a pesar de acentuar el momento presente, cuando
explicita su teoría del proyecto, enfatiza el éxtasis temporal del
futuro al igual que Heidegger.
Mos parece oportuno señalar la orientación del ser en Hei
degger: es un ser para la muerte, a diferencia de Sartre quien
oscila entre el ser para el valor que es un absurdo y el ser
para la muerte. Pero ambos rematan en el fracaso absoluto.
Sartre toma de Heidegger la fórmula: la esencia del hom
bre es su existencia y nada más que ella. Sin embargo Sartre
entiende los términos esencia-existencia en el mismo sentido que
la filosofía clásica, es decir, no supera la dualidad existencia-
esencia, mientras que para Heidegger la esencia del hombre es
ese estar abierto al ser que es su existencia.
Con frecuencia se ha señalado que la obra El ser y la nada
se ha construido sobre la base de la estructura de estilo propia
de Sein und Zeit de Heidegger.
36
Dice por ejemplo: “ El hombre es ante todo un proyecto” 81
y luego "Subjetivismo... quiere decir... imposibilidad del hom
bre de sobrepasar la subjetividad humana” 82. Preguntamos: si ese
proyecto es un hacer algo por alguien y si no puede sobrepasar
la subjetividad humana significa que ¿ese proyecto se da en los
límites de su conciencia? En otras palabras, ¿es proyecto de sí
para sí? Alternativa esta última bien pobre en aspectos como una
especie de serpiente que se muerde la cola. Pero aún más, ese
saberse como proyecto —propio, suponemos que quiere decir—
¿de dónde arranca su mismidad, su ipseidad, su identidad? No
lo sabemos porque el hombre no avanza más allá de su subjeti
vidad . . . el tiempo, los otros, el mundo parecen no contar en
sus afirmaciones.
81 Ibíd, p. 21.
82 Ibíd, p. 23.
83 Ibíd, p. 52.
84 Ibíd, ps. 56/57.
85 Ibíd, p. 57.
86 Ibíd, p. 70.
37
tamos ¿quién factura las situaciones y si éstas cambian porqué
cambian y cómo son los hombres coexistentencialmente en dichas
situaciones? Obvias las respuestas.
38
ese pasado existe en función de un cierto ser que soy yo. Ese
pasado no es nada, tampoco es el presente pero traduce a su
mismo presente. . . como ligado a un cierto presente y a un cierto
futuro. . . es originariamente pasado de este presente” 90.
39
posibilidad de variación. . . yo soy (ese pasado) sin posibilidad
de no serlo” 99 y de él sólo puedo “ cambiar su significación” I0°.
40
mundo, sólo puede serlo por un ser que sea su propio porve
nir . . . Sólo un ser que ha de ser su ser en lugar de serlo sim
plemente puede tener su porvenir. . . ‘ser’ su porvenir” 108. “ Este
porvenir se da como una relación del ser consigo mismo (del
sí a s í) . . . el ser que se da su existencia como teniendo su ser
fuera de sí mismo en el futuro” 109.
Sartre define el futuro: “es lo que yo tengo que ser en cuan
to al mismo tiempo puedo no serlo” 110 y también “ todo lo que
el para-sí es más allá del ser es el futuro” n i.
La presencia está en huida (es la misma huida) “ del ser
que ella era ... el futuro es la carencia que lo arrastra (al pre
sente) en cuanto carencia, al para-sí a la presencia” 112.
El para-sí conoce al futuro “ el futuro se revela al para-sí
como aquello que el para-sí no es todavía... un todavía-no en
la perspectiva de esta revelación” 113. “Esta revelación exige
ella misma ser revelada a s í... exige la revelación del para-sí
a sí mismo, de otra manera el conjunto revelación-revelado cae
ría en lo inconciente, es decir, en el en-sí: solamente un ser que
es para sí mismo su revelado... (que su) ser sea problemático
para sí, puede tener un futuro. . . todo lo que el para-sí es por
más allá del ser es el futuro... (el) futuro tiene una caracte
rística esencial del para-sí: es presencia (futura) ante el ser” 1U.
Como el para-sí —según Sartre— “ es conciencia tética del
mundo en la forma de presencia y no conciencia tética de sí
m ism a... lo que develo ordinariamente a la conciencia, es el
mundo futuro... (el cual no) tiene sentido como futuro sino
en tanto yo sea presente como otro que será” 115 y (como) “ cen
tro de un mundo también devenido. .. Esto significa que doy al
41
mundo posibilidades propias a partir del estado que yo aprehendo
de é l . . . ” 116.
El futuro es además “ algo que espera el para-sí, que yo soy.
Ese algo soy yo m ism o... que me espero como presencia a un
ser por más allá del ser. . . El futuro es el punto ideal en el que
la comprensión súbita e infinita de la facticidad (pasado) del
para-sí (presente) y de su posibilidad (porvenir), hará surgir
al fin el Sí como existencia en-sí del para-sí hacia el futuro que
es él mismo, es un proyecto hacia el en-sí. . . (y) pertenece a la
naturaleza misma del para-sí el ser necesariamente un ‘hueco
siempre futuro’ ” 117.
Sartre también analiza las relaciones del futuro con el pa
sado, significando sus diferencias: “El futuro totalmente del
para-sí cae en el pasado como futuro en su para-sí mismo. . . Ese
futuro no se realiza, lo que realiza es un para-sí designado por
el futuro y que se constituye en unión con ese futuro” 118.
“ El futuro que yo debo llegar a ser es simplemente mi posi
bilidad . . . El pasado es sí el ser que yo soy fuera de mí, pero es
el ser que yo soy sin posibilidad de dejar de serlo... El futuro
(es lo contrario) en su ser (es) que puedo solamente serlo, sin
necesidad de serlo: porque mi libertad lo r o e ... no determina en
modo alguno mi para-sí avenir... (el futuro es) lo que yo sería
(o porvenir) si no fuese libre y aquello que no puedo dejar de
ser sino porque soy libre’ ” 119. Además, “ el futuro se posibili
t a ... es la posibilitación continua de los posibles como el sen
tido del para-sí presente. . . Soy una infinidad de posibili
dades” 12°.
Octavio N. Derisi sostiene: “ En el existencialismo de Sartre
—que, como el de Heidegger, encierra en sus aspectos funda
mentales un retorno a Kant por vía empírica-irracionalista—
42
como en el filósofo de Kónisberg, la existencia humana no es
sino el conjunto de experiencias de la conciencia —el ‘yo feno
ménico’ de Kant—, mientras que la persona es un ser o polo
trascendente, que unifica esas experiencias— el ‘yo nouménico’
de K ant... El ser para-sí es temporal no por lo que es sino por
lo que no es. La nada, al constituir la existencia del ser para
sí, constituye a la vez la temporalidad. El ser para-sí se estruc
tura como no siendo idéntico a sí mismo proyectándose a la
trascendencia del mundo en busca de esta coincidencia o identi
dad consigo, por la realización del ser posible que no es, desde
el ser que ha dejado de ser. La existencia del ser para-sí, por
eso, es un presente con un pasado y un futuro, es proyección
o autocreación presente desde el pasado hacia el futuro: es tem
poralidad —presente, pasado y futuro— como totalidad de su ser.
El presente que constituye al ser para-sí, es la presencia anona
dante, la presencia del ‘ser que es lo que no es y no es lo que es’,
su identidad con la nada. Por eso, como el mismo ser para-sí,
con el que se identifica, el presente no es o es nada. Pero como
ese mismo ser, el presente implica el no ser lo que es: el pasado.
Para el ser para-sí, el pasado forma parte de su existencia, es
su ser que sin embargo ya no es. Este haber sido, este ser el
ser que ya no es, pertenece a la estructura misma de la exis
tencia. El pasado es el ser para-sí como ser en-sí, pero que ya
no es: es el no-ser que es el ser para-sí. Por eso, el presente del
ser para-sí implica el pasado como su ser que no es, sin el cual
no tiene sentido como presente. Y a la vez, ese presente, como
el mismo ser para-sí, encierra el ser que todavía no es: el futuro.
El ser para-sí no se concibe sino como trascendencia hacia el
mundo, como proyección en busca del ser que no es, del futuro.
El ser posible es esencial y pertenece a la existencia finita del
ser para-sí, pues sin él no podría estructurarse en su esencial
apertura o trascendencia hacia el mundo. El ser para-sí esen
cialmente cuenta con el ser que todavía no es, pues sin él no
podría trascender, no podría organizarse como trascendencia o
ec-sistencia. Y bien, el ser posible que pertenece y estructura
la existencia del ser para-sí, es el futuro: el ser que todavía no
es. La temporalidad, pues está implicada como totalidad de pre
43
sente y pasado y futuro en la misma estructura de la existencia
humana. Esta no nace al mundo ontológico sino desde y por la
nada que la constituye y que la organiza y da sentido de su ser
propio como ‘el ser que es lo que no es y no es lo que es’. Ahora
bien, ese ser, coincidente o idéntico consigo mismo, implica un
presente: la nada anonadante que lo constituye; un pasado: no
ser lo que es, no ser el ser, que ha sido y ya no es ser para-sí,
y que le pertenece y da estructura y que objetivado, se concibe
como un ser en-sí que ya no es; y un futuro: pues el ser que
puede llegar a ser lo que aún no es, se estructura esencialmente
como un ser que es lo que todavía no es. Presente, pasado y
futuro no son sino la totalidad de la existencia, la temporalidad
encerrada e identificada con el ser propio del ser para-sí o de la
existencia humana” 120 bis.
Para una mejor aproximación a Sartre, incluimos algunos
juicios críticos.
Según Régis Jolivet. “ La temporalidad en Sartre está ligada
a la evasión y no resulta de la adición de los ‘elementos del
tiempo’ : pasado presente y futuro. Sumarlos sería suprimir la
serie y el tiempo (además), sólo el hombre tiene pasado porque
sólo hay pasado para su ser-en-sí . . . yo tengo que ser el pasado
que soy sin ninguna posibilidad de no serlo. En L’étre et le
néant reprocha Sartre a Bergson haber ‘contado los presentes’'
entre el pasado y nuestro presente” 1 121.
0
2
44
Las relaciones de Sartre con la nada obseden a preguntar
nos si fundamenta la nada del tiempo o el tiempo de la nada.
45
solidificación de este movimiento centrífugo: es la temporalidad
humana; el tiempo propiamente dicho” 122, cristalizado en una
serie de hechos caracteriza el tiempo físico. . . Y más adelante
destaca: “El existencialismo comienza con el No-ser antes que
con el ser. Es la filosofía del espíritu dividido contra sí mismo...
La filosofía existencialista tiene la estructura de una obra de
teatro. También en ella se invierte la situación” 123.
46
en que corta todo nexo entre el en-sí y el para-sí, haciendo de
ellos vasos incomunicantes” 12S.
M. Merleau Ponty afirma sobre El ser y la nada: “A mi jui
cio, el libro sigue siendo demasiado exclusivamente antitético. . .
la antítesis del para-sí y del en-sí como alternativas, en vez de
describirlas como el vínculo deviniente de uno de los términos
con otro, y como su comunicación. . . lo que no se puede negar
es que las descripciones de Sartre plantean con agudeza, y con
una nueva profundidad, el problema central de la filosofía tal
como se presenta después de las adquisiciones de los últimos
siglos” 126.
Luigi Pareyson ofrece un criterio diferente a los anteriores
significando que el existencialismo “ . . . no es la filosofía de la
nada en el sentido nihilista... (Sartre) funda todo su pensa
miento sobre el acto de la néantisation (anihilación decimos nos
otros) . . . (tampoco) es la filosofía de la angustia en el sentido
ontológico. . . es filosofía que se presenta como conciencia de la
conclusión (del hegelianismo). . . filosofía que llega a ser la auto-
conciencia de la historia y por lo tanto conciencia de la conclu
sión. .. (su finalidad es) sacar a luz la conciencia de la crisis...
es verdaderamente la conciencia de la crisis” 1271 .
8
2
De especial significación es el análisis de José Gaos para
quien hay gran distancia entre Heidegger y Sartre: “La protesta
de Heidegger contra la interpretación nihilista de El ser y el
tiempo en la ‘Carta sobre el humanismo’ va unida a una pro
testa sobre la interpretación existencialista de la misma obra
hecha por Sartre ya en El ser y la nada pero con antecedente
inmediato en la conferencia El existencialismo es un huma
nismo” 128. En otra obra José Gaos destaca algunos caracteres
47
del tiempo humano significando que existe “Un tiempo humano,
exclusivo del hombre, distinto, por tanto de los demás seres y
cosas... (es) propio del hom bre... (el hombre) tiene dos rela
ciones con el tiempo. Una es la de venir a ser, ser y dejar de
ser en el tiempo o la de ser en el tiempo, con principio y fin,
o la de vivir —nacer, vivir y morir— en el tiempo o ser tempo
ral en el primero y más propio sentido. Esta relación, le sería,
pues, común: totalmente con los demás seres y cosas tempora
le s ... la otra relación del hombre con el tiempo, es la de no
sólo vivir —nacer, vivir y morir— en el tiempo, sino vivir el
tiempo y las relaciones de los seres y las cosas con él, incluyendo
las propias o la falta de tales relaciones. Esta segunda relación
le sería común exclusivamente con los seres temporales... y con
«1 ser eterno” 128 b“ .
128 bis Gaos, José, Dos exclusivas del hombre: la mano y el tiempo,
Univ. de Nueva León, México, 1945, ps. 114/115, 120.
129 Lefebvre Henri, El existencialismo, Ed. Capricornio, Bs. As.,
1954, p. 176.
130 ibíd, ps. 176/177.
48
Transforma la comunidad viviente en la comunidad para la muer-
te y en la muerte. En el horizonte heideggeriano se esbozan los
osarios’’ 131, y en el sartreano también, decimos nosotros.
49
Sólo un ser de una cierta estructura puede ser temporal en la
unidad de su se r... La temporalidad no es, pero el para-sí se
temporaliza existiendo... el para-sí no puede ser sino bajo la
forma de la temporalidad” 138.
Apunta Régis Jolivet: “ Acabamos de ver que el para-sí es
esencialmente temporal o que se temporaliza necesariamente.
Originalmente, esta temporalización se identifica con la concien
cia (de) durar. Pero es posible que yo sienta correr el tiempo,
que me sienta a mí mismo como unidad de sucesión y que, por
reflexión, haga de esta duración una especie de objeto de cono
cimiento. La cuestión con que tropezamos aquí consiste, pues
en saber qué relación hay entre la temporalidad original (o con
ciencia (de) durar) y la temporalidad psíquica (o conciencia
de durar). Pero este problema es el de la naturaleza y de las
exigencias de la reflexión” 1391
. Menudo problema, nada menos
0
4
que el de la naturaleza.
Lo en-sí no es diverso, es único, denso, opaco carece de la
multiplicidad propia del para-sí y es “la nada (que) introduce
la cuasi-multiplicidad en el seno del ser” 14°. Octavio N. Derisi
en sus “reflexiones críticas” , apunta: “ 1. El ser primero es ente
ramente inmaterial e infinito. Lo que falla por su base en el
existencialismo fenomenológico de Sartre es precisamente su con
cepción del ser: haber puesto como fundamento de todos los
seres el ser material, del cual resultan los otros seres por des
trucción o degeneración del mismo. En el sistema de Sartre el
‘ser en sí’ o material llega a ocupar el lugar supremo, a consti
tuirse en una suerte de acto puro, fundamento originario de to
dos los demás seres. Estos llegan a ser lo que son o no son
(además) el nihilismo es la consecuencia del ateísmo... El ma
terialismo (es) fundamento de toda la filosofía de Sartre. Toda
la antropología y sociología de Sartre se funda en este mate
rialismo, que lo conduce al desconocimiento de todo el amplio
y superior sector de la vida espiritual humana... Se trata de
50
una deformación y hasta sustitución de la realidad espiritual,
que confiere fisonomía y sentido a la persona” 141.
51
sucesión de puntos. Para pensar el tiempo, en efecto, es nece
sario no el intelecto asociador e instrumental, sino la razón que
enraíza su fecundidad en una imaginación libre y soberana. Tal
es la tarea de un verdadero idealismo” 146.
y) En la tercera dimensión de la negación, “ el para-sí dis
persado en un juego perpetuo reflejo-reflejante, escapa a sí mis
mo en la unidad de una misma huida. . . Presente, futuro a la
vez dispersan el ser del para-sí en tres dimensiones” 147. Y enton
ces ¿qué resta, qué queda ontológicamente?
52
t r e ... funda todo su pensamiento sobre el acto de la néantisation
(en el texto en francés) el existencialismo no es la filosofía de
la angustia en el sentido psicológico que se suele atribuir a esa
definición. . . el existencialismo es la única entre las filosofías
contemporáneas que es verdaderamente la conciencia de la cri
sis, la única que otorga verdaderamente una clave para inter
pretar la crisis actual, la única que representa en la forma más
clara y profunda las cuestiones más típicas y más urgentes del
día de h o y ... el existencialismo... (es) siempre antihegeliano
y hegeliano al mismo tiempo, siempre en medio de la crisis, entre
la conclusión y el principio. Este singular carácter del existen
cialismo es al mismo tiempo su fuerza y su debilidad, su impor
tancia y su límite, su inestimable valor y su ineficiencia. . . Pero
quien quisiera derivar de las formas vivas del existencialismo
proficuas enseñanzas y sugestiones positivas debería salir de él
y decidirse a llegar a un franco y declarado humanismo mate
rialista o a un idealismo íntimamente renovado y actualizado” 1S1.
Sartre como lo vamos viendo y como lo veremos está amu
rallado en y por la conciencia.
Del devenir temporal apunta Sartre: “ es una modificación
total. . . el para-sí (presente) es el que sostiene la serie del pa
sado y de los plus-cuam-perfectos. El futuro. . . no cesa de ser
futuro. . . (de) estar fuera del para-sí. . . pero deviene futuro
de un pasado o futuro anterior. Puede mantener dos clases de
relaciones con el presente nuevo, según se trate de futuro inme
diato o de futuro lejan o... En el primer caso, el presente se da
como siendo ese futuro con relación al pasado. . . (en el segundo
caso) sigue siendo futuro con relación a un nuevo presente, pero
si el presente no se constituye él mismo como conciencia de ese
futuro, pierde su carácter de posibilidad” 152.
53
sabemos que va a morir como sabemos que nació, y que después
de su muerte el mundo va a seguir lo mismo. . . Pero hay un
factor que necesariamente se ha presentado siempre a la huma
nidad y se nos presenta a cada hombre. Hay algo en que el
hombre se encuentra superior al tiempo, y más allá del tiempo.
Nace sumergido en el tiempo, pero con anhelos de eternidad, de
inmortalidad” 153.
Desde otro ángulo, Maurice Merleau Ponty enumera distin
tas críticas: “ La Croix hablaba de un peligro ‘más grave que el
racionalismo del siglo XVIII y el positivismo del siglo X IX ’. Las
críticas asumen la forma de una advertencia a los fieles, se alude
a la obra de Sartre como un veneno del que es preciso guardarse
antes que como una filosofía que se debe discutir. . . Es la
intuición del en-sí, ante todo, lo que rechazan los críticos cató
licos. Estamos en el mundo, es decir, que nuestros pensamientos,
nuestras pasiones, nuestras inquietudes giran en torno de las
cosas que percibim os... Los críticos católicos rechazan, corre
lativamente, la intuición del sujeto como nada. G. Marcel re
procha a Sartre que se encierre en el círculo infernal del ser
y la nada. . . La filosofía de Sartre, escribe otro crítico (se re
fiere a J. Mercier en ‘Le ver dans le fruit’ en Etudes, febrero,
1946, pág. 240): ‘Empieza por extinguir el espíritu...’. Con
Pascal lo que desautorizan los críticos católicos es la tradición
cartesiana, la distinción de la res extensa, de la cosa sin espí
ritu, de la existencia como conciencia, del espíritu sin socorro
natural... En esta perspectiva, se divisa el fondo del debate:
no son cristianismo y materialismo los que se combaten sino
Aristóteles y Descartes, o bien Santo Tomás y Pascal’ ” 154.
Sartre examina otro problema: “la metamorfosis del para-sí
presente en pasado sin surgimiento de un nuevo presente...
(cuyo proceso es el siguiente) el presente no es un nuevo en
s í ... La nada que debe ‘haber sido’ cesa de serlo, es expulsada
en la medida en que el ser para-sí preterizado deviene una re-
54
álidad del en-sí... El pasado es una fatalidad al revés: el para
sí puede hacerse lo que quiera, pero no puede separarse de la
necesidad de ser irremediablemente para un nuevo para-sí lo
que él ha querido ser... En sí mismo ha sido en el m undo...
ese mundo en el cual el para-sí va a ser lo que era no puede
ser el mismo en el cual es actualmente presente. . . se constituye
el pasado del para-sí como presencia pasada a un estado pasado
del mundo. . . Como la sirena cuyo cuerpo humano se acaba en
la cola de pescado, el para-sí extramundano se acaba por detrás
en cosa en el m undo... Un para-sí que ha expresado toda su
negación, que ha sido recobrado por el en-sí y que se está dilu
yendo en el mundo, tal es el pasado que voy a ser, tal es el
avatar del para-sí” 155. Esta es la victoria final del en-sí cuya
radicalización es la muerte que preteriza todo el sistema o “ recu
peración de la totalidad humana en el en-sí. . . (la estructura
dinámica de la temporalidad se explica) en tanto su dinámica
es una estructura especial del para-sí concebido como el ser que
va a ser su propia nada” 156. Sinteticemos: vamos de la nada
a la nada. “Ante nosotros están las diversas posibilidades de
ser, pero a nuestra espalda está lo que hemos sido. Y lo que
hemos sido actúa negativamente sobre lo que podemos ser...
De donde resulta que el ser del hombre es irreversible, está
ontológicamente forzado a avanzar siempre sobre sí m ism o...
Ese pasado es pasado no porque pasó a otros, sino porque forma
parte de nuestro presente, de lo que somos en la forma de ha
berlo sido... porque es nuestro pasado. La vida como realidad
es absoluta presencia: no puede decirse que hay algo si no es
presente, actual. Sí, pues, hay pasado, lo habrá como presente
y actuando ahora en nosotros. . . El pasado es el momento de
identidad en el hombre, lo que tiene de cosa, de inexorable y
fatal... El hombre se inventa un programa de vida una figura
estática de ser, que responde satisfactoriamente a las dificulta
des que la circunstancia le plantea... El hombre ‘va siendo’ y
‘des-siendo’-viviendo. Va acumulando ser —el pasado—: se va
haciendo un ser en la serie dialéctica de sus experiencias. . . Las
55
experiencias de vida hechas estrechan el futuro del hombre. Si
no sabemos lo que va a ser, sabemos lo que no va a ser. Se vive
en vista del pasado” 157.
En estas afirmaciones orteguianas sumamente literarias pero
también con cierto contenido filosófico, queda sentado que el
pasado es algo, que ese pasado, de cualquier manera, ya lo afir
me, ya lo niegue está en mí, por cuanto no puedo desligarme,
desprenderme de mí mismo, porque mis cambios, mi proceso es
independiente de mis ilusiones y fantasías sobre mí mismo y
sobre el mundo en el que estoy como operador y como operado.
Sobre el instante dice Sartre: “No hay jamás instantes en
los que se pueda decir que en ellos el para-sí es, puesto que pre
cisamente el para-sí no es jamás. Y la temporalidad por lo con
trario, se temporaliza toda entera como rechazo del instante” 158.
Según José Vega Delgado “La Gnoseología postkantiana vio
por un lado la importancia ambivalente del objeto y del sujeto,
después de los excesos del idealismo en el siglo XIX; algunos
filósofos como Heidegger o Sartre no han podido evadirse de un
Fenomenismo que ata indisoblublemente el sujeto al objeto y
viceversa... (y agrega) uno de los límites del Existencialismo
siglo-veintino ha sido que en no pocas oportunidades se ha que
dado encerrado en el seno de una Antropología Filosófica, con
proyecciones muchas veces pesimistas y negativas sobre la exis
tencia del hombre. Lastimosamente el intento de la Ontología
Fenomenológica, como llama Sartre a su magna obra: El ser y
la nada acaba en un nihilismo como lo anuncia el propio título
de su trabajo” 159.
56
lidad psíquica que aparece a la vez como incompatible con el
modo de ser de nuestro ser y como una realidad inter-subjeti-
v a ... lo que se da primeramente en la vida cotidiana es la refle
xión impura o constituyente, la que encierra en sí la reflexión
pura como su estructura original. . . La significación de la re
flexión es entonces ser-para... (luego) el para-sí está conde
nado a ser para-sí” 16°.
“ Por el hecho —sigue Sartre— de que lo psíquico sea en-sí,
su presente no podría ser fuga ni su porvenir posibilidad pura...
El futuro es y a ... es un ‘ahora’ que no ha sido todavía deve
lado . . . El presente paralelamente, es aprehendido en su cali
dad real de ser-allá. . . (en la forma psíquica) coexisten dos
modalidades de ser contradictorias... (por una parte) ella es ya
hecha... (por otra) no puede existir más que por una sucesión
de ‘ahoras’ . . . (y) la cohesión de lo psíquico no es otra cosa que
la unidad del ser del para-sí hipostasiado en el en-sí... Lo psí
quico ha sido... es incapaz de determinarse por sí mismo a la
existencia” lel.
La temporalidad psíquica es “hipóstasis de la temporalidad
originaria (oculta) una ‘contradicción’ insuperable por participar
del para-sí y del en-sí’ ” 162. A través de ¿qué capta el hombre
la “ temporalidad originaria” ? En Sartre la “temporalidad psí
quica” ¿no sería un puente algo opaco, pero puente para toda su
ontología?
Es imposible separarse de la psicología para ir a la ontolo
gía, tanto como del hombre para saber qué es el hombre.
La temporalidad psíquica se parece a la temporalidad origi
nal “ en que ella aparece como un modo de ser de los objetos
concretos... El tiempo psíquico no es más que una colección
unida de objetos temporales... su diferencia esencial con la tem
poralidad original consiste (en que el tiempo psíquico) es (y el
tiempo original) se temporaliza” 163.
57
Jan Hinckfuss aunque aborda el tiempo desde el punto
de vista de la física expresa: “ A menudo se pretende que nues
tro sentido del tiempo que fluye. . . es una ilusión. Tal creencia
es común entre los místicos de Oriente pero es participada por
muchos físicos y filósofos de la ciencia. Así, en la página 132
de su libro Philosophy and Scientific Realism, J. J. C. Smart
sostiene: ‘Nuestra noción del tiempo fluente... es una ilusión
que nos previene de ver el mundo tal como él es’. Smart pre
tende que esta ilusión está ampliamente sostenida por el hecho
de que nosotros hablamos un lenguaje temporal (con tiempos
verbales). Usamos el así llamado tiempo pasado para describir
acontecimientos que ocurren antes que el tiempo de hacer la des
cripción, el tiempo presente para describir los acontecimientos
que ocurren en el tiempo simultáneo con nuestra descripción de
ellos, y el tiempo futuro para describir los acontecimientos que
ocurren más tarde que la descripción. Esto hace que parezca
que nosotros estamos siempre describiendo acontecimientos que
caen en una de las tres categorías: siendo en el pasado, siendo
en el presente o siendo en el futuro. Así podemos decir de algún
acontecimiento particular que está ahora ocurriendo, que fue
en el futuro, está ahora presente, y él será pasado... nuestra
habilidad para describir acontecimientos siendo en el pasado, en
el presente o en el futuro no es suficiente para darnos la idea
del fluir del tiem po... Nosotros usamos una clase de tiempo
verbal para el pasado, otro para el presente y todavía otro para
el futuro. Aun cuando agregamos el hecho de que significamos
con el pasado algo más temprano que el presente, y que signi
ficamos con el futuro que algo es más tarde que el presente, la
situación podría ser juzgada simétrica y estática” 164.
58
a) El pasado del cual señala: “ ‘el esto’ inmutable se devela
a través de una disgregación y fragmentación a lo infinito del
en-sí fantasma” 165. “ El pasado del mundo hecho de instantes
homogéneos y religados los unos a los otros por una mera rela
ción de exterioridad. . . no hay alguna diferencia entre el pasado
•del para-sí y el pasado del mundo” 166. El mundo queda reli
gado a ser un fantasma, una nada.
b) El presente: “ el ‘esto’ es lo que es, ocupa un lugar, es
un lugar, es decir, puesto en relación con el en-sí con los otros
‘estos’ como no teniendo relación con ellos” 167. Aquí hay una
negación total de la realidad mundanal.
“ Cuando el ‘esto’ está en reposo el espacio es; cuando está
en movimiento, el espacio se engendra o deviene. La trayectoria
no es más, deviene, puesto que ella es nada: se desvanece en
seguida en puras relaciones de exterioridad.” 168
“Por el movimiento, el espacio se engendra en el tiempo. . .
La dimensión presente del tiempo universal sería entonces in
aprensible si no existiera el movimiento. Es el movimiento el
que determina como presente puro el tiempo universal.” 169.
c) El futuro: “El futuro original es posibilidad de esta pre
sencia que ha de ser por más allá de lo real un en-sí que está
más allá del en-sí real” 17°. ¿Entonces dónde está?
“ . . . este futuro del en-sí que se revela a mi futuro se encuen
tra en relación directa y estrecha con lo real al cual soy pre
sente... el futuro del mundo devela a mi futuro... Desde la
aparición del mundo y de los ‘estos’ hay ya un futuro uni
versal” 171.
“Hay futuros del mundo que se definen como probabilidades
y devienen probables autónomos, que no se probabilizan sino
que son en cuanto probables, como ‘ahoras’ (y define el porve
59
nir universal) el cuadro abstracto de esta jerarquía de equiva
lencias que son los futuros, conteniendo exterioridades recípro
cas que son ellas mismas, sumas de en-sí, que es ella misma (lai
jerarquía) un en-sí” 172.
E. La situación
€0
“ La única fuerza del pasado proviene del futuro. . . El pro
yecto actual decide. . . si un período definido del pasado está en
continuidad con el presente, o si es un fragmento discontinuo
de donde se asoma y que se aleja.” 176
Ahora bien, como el hombre es proyecto, según Sartre, lo
social también lo será de alguna manera por tanto “ será preciso
decir que el sentido del pasado social está perpetuamente en
aplazamiento” 177.
La realidad dice lo contrario: el hombre y la sociedad, o
mejor, los hombres en sociedad, van cumpliendo objetivos, alcan
zando metas, algunas inmediatas, otras más lejanas, esto no
habla de “ aplazamientos” , son lo contrario, son “ cumplimientos”,
logros sometidos a las posibilidades históricas en las cuales les
toca vivir. De ahí el progreso de la ciencia, del arte, del hombre.
Adolfo C. Lértora, analizando la tesis de Sartre “ el hombre
es un proyecto” , rastrea la prosapia de tal “proyecto” que com
promete todo el pensamiento sartreano: “ Sartre presenta la cosa
en una forma que parecería obligado a aceptar: ‘El proyecto no
debe confundirse con la voluntad. . . no es una necesidad ni una
pasión ni tampoco una voluntad, sino que nuestras necesidades
o nuestras pasiones o el más abstracto de nuestros pensamientos
participan de esta estructura: siempre están juera de ellos mis
mos hacia. Esto es lo que llamamos existencia...’ ” 178.
Este carácter dinámico que pretende dar Sartre al proyecto
cae en un vacío existencial, avital, abstracto, porque postula, de
alguna manera la dualidad naturaleza-historia, olvidando que el
hombre participa de ambas. Además, ese proyecto está “fuera”
¿de qué, de quién?; su interpretación “ comprensiva” es irracio
nalismo puro y no explica nada. Ese proyecto cae en un fan
tasmagórico idealismo por cuanto surge de una libertad indivi
dual, según Sartre, que a su vez surge de la elección y ésta de
un fondo de nihilidad o de nada. Ex-nihilo es la galera existen-
61
cialista. . . pero el tiempo de los magos ha pasado para la filo
sofía. Aquí hay, sin duda, regresión en el pensamiento.
“ Elegiremos nuestro pasado a la luz de un cierto fin pera
desde entonces aquél se impone y nos devora... porque: 1° Es
la materialidad actualmente revelada del fin que somos; 2° Apa
rece en medio del mundo para nosotros y para otros, no está
nunca solo, sino que se hunde en el pasado universal, y por ello
se propone la aparición de los otros... el pasado se integra en
la situación. . . ” 179.
b) Mi muerte, “ ...la muerte como fin de la vida se interio
riza y se humaniza; el hombre no puede encontrar más que lo
humano; no hay el otro lado de la vida; y la muerte es un fenó
meno humano, es el fenómeno último de la vida, vida todavía.
Como tal influye a contracorriente sobre la vida en tera...” 180.
“ La muerte no nos revela nada, sino sobre nosotros mismos
y desde un punto de vista hum ano... Lo que es preciso obser
var desde un principio es el carácter absurdo de la muerte. . .
Se puede, en efecto, esperar una muerte particular pero no la
muerte.” 181 Es elocuente —curioso también— que Sartre revele
este solipsismo total. Además toda “muerte particular” es cate-
gorialmente “la muerte” .
“ ...n o puedo decir que el minuto que pasa me aproxima a
la muerte. . . (porque) no puedo saber si tal minuto me acerca
o me aleja de ese término... lo propio de la muerte es que puede
sorprender siempre antes de término a los que la esperan para
tal o cual fecha” 182. Minuto que pasa equivale a vida consumida,
¿qué significa “ antes de término” ? ¿quién evalúa el “ antes” el
“ ahora” o el “ después” del término?
“ Así, esa perpetua aparición del azar en el seno de mis pro
yectos no puede ser percibida como mi posibilidad: sino al con
trario como la anulación de todas mis posibilidades, aniquila
miento que en sí mismo no forma parte de mis posibilidades” 183.
62
Aquí excluye a los suicidas.
“ la muerte no es más lo que da sentido a la vida: es, al
contrario, la que le quita en principio toda significación” 184. Sin
embargo la especificidad de la vida —tal como la conocemos—
reclama la muerte.
Sobre el sentido de la muerte dice: “ Su sentido, a título
primario y fundamental, es ausencia de sentido” 18S1
. La ciencia
6
8
y el sentido común y la experiencia dicen lo contrario.
“ La muerte es hecho puro, como el nacimiento; viene a nos
otros desde fuera y nos transforma en exterioridad” 18e. Hecho
“puro” , hecho “impuro” ¿dónde está lo específico de su carac
terización? Sartre no lo dice.
“ ...la muerte no es en modo alguno estructura ontológica
de mi ser (no podemos dejar de preguntarnos qué es ese ser sar-
treano y dónde ubica la muerte). . . No hay ningún lugar para
la muerte en el para-sí (y decreta Sartre que) el otro es el mor
tal en su ser... ¿Qué es, pues, la muerte? No es otra cosa más
que cierto aspecto de la facticidad y del ser-para-otro. . . no es
sino algo dado. Es absurdo que hayamos nacido, es absurdo tam
bién que debamos morir” 187. Quizá puedan darse otras varia
bles: 1) que sea absurdo el nacer y lógico (como opuesto a
absurdo) el morir; 2) que sea lógico el nacer y absurdo el mo
rir; 3) que sea lógico el nacer y lógico el morir. La ciencia es
atraída por la tercer variable.
Sartre caracteriza al para-sí destacando que “ es temporali
dad; esto significa que él no es, que ‘se hace’ ” 188.
“No soy, en efecto, nada más que el proyecto de mí mismo
más allá de una situación determinada.” 189 Remitimos a lo ex
presado antes por A. C. Lértora.
El tema de la muerte, la nada y la finitud son centrales en
la filosofía sartreana. Por esto escucharemos algunas opiniones.
6»
Para Nicola Abbagnano la temporalidad es como esencia de
la finitud del hombre. Esto “ implica la aceptación de la proble
mática del riesgo como tal, esto es, la aceptación que hace el
hombre de su propia libertad; ya que temporalidad significa fini
tud. Es el tiempo lo que mantiene al hombre en su finitud...
El presente temporal del hombre es el mismo acto por el cual
es el hombre un ente finito. Pero esta finitud sólo asume toda
su significación y la temporalidad. . . sólo se vuelve historicidad,
esto es, concentración significativa, cuando el hombre justo en
el sentido de su finitud, asume esta finitud como su misma natu
raleza y se conserva fiel a ella. . . la historia humana debe estar
justo en su naturaleza caracterizada por la m uerte... como posi
bilidad siempre presente. . . El sentido de la muerte es, en efec
to, el sentido mismo de la problematicidad de la existencia, y
por ende, de su temporalidad” 19°. El mismo N. Abbagnano, en
otro trabajo completa las ideas antes expuestas: “ El reconoci
miento de la problematicidad de la existencia implica el recono
cimiento de la temporalidad de la existencia misma. . . La filo
sofía de la existencia parte del reconocimiento explícito de la
realidad del tiem po... únicamente la categoría existencial de
la posibilidad permite entender el tiempo en todos los aspectos
de su temporalidad, pues permite conocer esta temporalidad
en la posibilidad, que siempre es positiva y negativa al par e
implica siempre la alternativa del orden y del desorden, de la
conservación y la destrucción, etc. La temporalidad del tiempo
no es más que la inestabilidad fundamental de la posibilidad
existencial. La amenaza de la destrucción implícita en el tiempo
no es sino la posibilidad, vinculada a toda posibilidad concreta
de perderse y desaparecer. La posibilidad de renovación y con
servación que el tiempo entraña, es la del consolidarse y man
tenerse de las particulares posibilidades concretas. . . El presente
de una posibilidad es una perspectiva hacia el futuro que arraiga
en el pasado. . . Como perspectiva o proyecto del futuro toda
posibilidad involucra el pasado y realiza cierta forma de unidad
entre el futuro y el pasado: el presente o el instante... La con-1 0
9
64
sideración del tiempo implica. . . la consideración del valor. Allí
donde faltan el compromiso y la fe en la historia, la tempora
lidad aparece como sucesión” 191.
65
ser para-sí de Sartre ¿hay lugar para la muerte?. . . La muerte
no ha de venir a dar sentido a una vida que no lo tiene, por el
contrario, le quita todo el sentido que sin ella hubiera parecido
tener. Pero la muerte misma es absurda... La muerte aniquila
mis posibilidades y no me deja ni siquiera el consuelo de ser yo
quien me aniquile, pues la muerte no es nunca mi ‘muerte’ ” 194.
66
El tema de la muerte es el que mejor fecundiza la tempo
ralidad en Sartre. Señala C. Astrada: “ decimos que lá muer
te se interioriza y humaniza, se individualiza: tendré ‘mi muerte,
no ‘la’ muerte con sentido general y universal. Así ‘mi muer
te’ es parte integrante de mi vida, y esta última preparación de
aquélla. Retoma Sartre de Heidegger el sentido de humaniza
ción de la muerte como posibilidad propia del Dasein, del ser
de la realidad humana”. Leamos a Astrada: “No se trata... de
realizar la muerte, idea que Sartre atribuye a Heidegger...
Ser para la muerte es lo que permite al Dasein realizarse en
unidad conclusa, integrarse en un todo, alcanzar por anticipada
decisión el límite de su poder se r... La muerte sólo es en un ser
para la muerte. . . El fin implicado por la muerte no es un mero
terminar, sino un ser para el fin” 197.
Releamos algunas tesis de Sartre:
El rasgo fundamental de la muerte es su carácter de absur
didad 198. Este absurdo surge de ser la muerte esperada. El
verbo esperar tiene dos sentidos: a) cuando espero la llegada
de un tren que está anunciado a una hora determinada y b)
cuando preveo que tal tren llegará con retraso 199.
Pero el esperar la muerte tiene un carácter especial, porque
esa “ espera” se pierde en lo indeterminado.
67
mí mismo 20°. Pero si absurdo es morir, también es absurdo que
hayamos nacido2201.
0
Esta tesis de la muerte y del nacimiento absurdos, es el
fondo de toda su obra, claro está que con algunos altibajos en
el énfasis de los términos.
Es interesante y doblemente significativa la siguiente opi
nión por provenir de Simone de Beauvoir: “Las filosofías de lo
Trascendente se elaboran deliberadamente para permitir al indi
viduo que se refugie en su propia inmanencia... La gran ven
taja de la vida interior es que nos permite a todos preferirnos
a todos... Contra la historia, la naturaleza nos ofrece una ima
gen cíclica del tiempo. . . el símbolo de la rueda termina con la
idea de progresos y favorece la sabiduría quietista. El retorno
indefinido de las estaciones, de los días y las noches, encarna
concretamente la gran rueda cósmica. La evidente repetición
de inviernos y veranos hace irrisoria la idea de revolución y
manifiesta lo eterno. . . El nacionalismo ya no sirve. Ileidegger,
cuando se pasea por los bosques, busca una comunicación no
ya con un país en particular, sino con el Ser. El Ser es hoy la
gran coartada del civilizado. . . La muerte es el único aconte
cimiento real que puede producirse en una vida replegada sobre
su propia inmanencia, en una vida sin contenido. Apartado del
mundo, apartado de sus semejantes que le son extraños, sin amor,
sin ob jeto... (al hombre) sólo la muerte, le sucede... La medi
tación de la muerte es la suprema sabiduría de los que ya están
muertos” 202. ¿Sartre aparecía como vivo?
N. Abbagnano también teoriza sobre la muerte en. Sartre:
“ Es la posibilidad de lo no-posible que domina y determina desde
dentro toda obra humana y la convierte en un llamado al fu
turo . . . Históricamente, el existencialismo está en la línea de
los grandes metafísicos de Occidente, de Platón a Sto. Tomás,
de Descartes y Vico a Kant” 203.
68
Según Vicente Fatone, “ con la muerte todo ha sido en va
n o ... todo es lo mismo cuando se ha perdido la ilusión (el subra
yado es nuestro) de ser eterno” 204.
2°4 Fatone, Vicente, o. c. ps. 66, 68. Romano Guardini anota sobre
la íinitud y el sentimiento de angustia que acompaña al hombre: “Hubo
angustia sólo cuando el hombre se rebeló a ser finito; cuando pre
tendió ser no ya imagen semejante, sino prototipo, esto es, algo absolu
tamente infinito. Con eso, ciertamente, siguió siendo finito, pero perdió
la conexión con su origen. Entonces la confianza degeneró en soberbia
y el ánimo se convirtió en t e m o r ... (la finitud) se presentó ahora
a la conciencia como algo problemático; la inconmesurable amplitud
de lo posible se convirtió en vacío y suspensión. Hasta que por fin
la negación de Dios en la época actual llegó a crear en torno a la
propia finitud el vacío amenazante, la nada, proclamada hasta el hastío,
el fantasma del Dios n e g a d o ... El fin ejerce su influjo a través de la
vida entera; el hecho de que el arco de la vida se incline y una vez
haya de cesar; de que todo acontecer se mueva hacia una conclusión,
una conclusión que hoy llamamos la m u e r te ... Peculiar violencia puede
adquirir el sentimiento de la muerte en la fase del joven, pero entonces
tiene más bien el carácter de una elevación trágica del sentimiento
vital. Por eso también es el joven el que muere con mayor facilidad,
porque la plenitud de la elevación vital hace de la misma muerte un
elemento de la v i d a ... (y más adelante declara) pero también la
muerte es vida. No es sólo un cese y aniquilación, sino que lleva un
sentido en sí” . (Romano Guardini, La aceptación de sí mismo, Las
edades de la vida, Ed. Cristiandad, Madrid, 1977, ps. 28/29, 93. 138).
205 Abbagnano, Nicola, Filosofía del existencialismo, o. c. ps. 32, 59.
69
Según Nicola Abbagnano, “El reconocimiento de la proble-
maticidad de la existencia implica el reconocimiento de la tem
poralidad de la existencia m ism a... (pues) la filosofía de la
existencia parte del reconocimiento explícito de la realidad del
tiempo” 206.
70
inútil... (y más lejos declara) La verdad no tiene ningún con
tenido: ella es un ser actual del ser-para-sí para el ser-en-sí
como otro” 2092
0 (qui potest capere capiat).
1
71
a él, mediante un proceso perpetuo de interiorización y reexte-
riorización.” 213
72
i
ser y no puede convertirse en la nada, Sartre no encuentra para
la existencia humana entendida como vivencia o conciencia de
esa vivencia, un ser del que pueda brotar y luego pasar. Es
decir que la existencia está bloqueada por la nada, entonces
la existencia es la nada —siguiendo a Sartre— que llega al
mundo con el hombre. Pero como los existencialistas naufragan
en un puro psicologismo, al pretendido núcleo ontológico sólo
le corresponde un rasgo: el temor del hombre frente a la nadi-
dad, es decir, frente a sí mismo. Y simplificando aún más el
análisis podrían expresar: el hombre es un temor.
Sartre desconoce que el determinismo social se distin
gue porque el objeto y el sujeto de la determinación son
idénticos, coinciden. Las leyes sociales determinan la actividad
humana y no es a pesar de los hombres que actúan sino a través
de su propio quehacer. La circunstancia es producto del hombre
y esta misma circunstancia le condiciona. Si el porvenir de
pende de nosotros mismos, esto no desvirtúa que nuestras accio
nes no estén condicionadas previamente. Actuamos dentro de
nuestra circunstancialidad. Es decir, que la circunstancialidad no
sólo condiciona mi actividad sino que en cierto sentido orienta,
dirige mi aspiración, mi proyecto de vida. Este tema es tratado
claramente por Lértora en su obra citada.
De ahí la importancia de conocer las leyes de la historia,
la causalidad. En efecto, el condicionamiento existencial —mejor
diría coexistencial— me lleva a entender que los objetivos par
ticulares no se me presentan como objetivos finales históricos,
esos objetivos se me presentan en situaciones reales, concretas
que colorean a tales objetivos, es decir, los condicionan incluyendo
toda mi actividad concien te; esto no significa que el movimiento
mundanal histórico se dé linealmente, sin contradicciones y en
trecruzamientos. Lo que caracteriza a las leyes históricas, es que
son leyes de la acción de grandes masas en las que está sumer
gido el hombre, cada hombre.
Apunta Bochenski: “ Sartre es dependiente de Heidegger
pero estrictamente hablando no es un heideggeriano. . . El ente
no tiene ninguna relación con los otros entes, él queda fuera
73
de la temporalidad. Sartre no puede ciertamente negar el de
venir del ser-en-sí; pero este devenir, está, según él, determi
nado por causas determinadas. . . Lo mismo que Heidegger, para
Sartre, el ser-en-sí es un proyecto, ese proyecto se temporaliza
con lo cual aquí está el fundamento del futuro” 216.
74
tencialismo’ de Sartre es la reiteración de un viejísimo lugar
común, la diferencia escolástica de existentia y essentia” 219.
Analicemos la C.R.D.:
a) Las posibilidades.
75
Recuerda Lefebvre que mucho antes de la C.R.D. en un
artículo del semanario ‘Action’ (29-12-44) “Afirma Sartre que
hay que ‘ salir’ de los confines de un materialismo que ha pres
tado servicios pero que ha envejecido” 223.
b) El m éto d o pr o g r e s iv o -r e g r e s iv o .
76
“ Si se rehúsa a ver el movimiento dialéctico original en el
individuo y en su empresa, de producir su vida, de objetivarse,
será neceasrio renunciar a la dialéctica o hacerla la ley inma
nente de la Historia” 227.
77
resultados y si sus verdades respectivas se confunden en una
verdad única, ¿en virtud de qué se las opondría y sobre todo
se proclamaría la superioridad de la primera sobre la segunda?
En un caso la empresa de Sartre parece contradictoria; parece
superflua en el o tro... Sartre atribuye a la razón dialéctica una
realidad sui generis: ella existe independientemente de la razón
analítica sea como su antagonista, sea como su complementaria
. . . en Marx . . . la oposición entre las dos razones es relativa, no
absoluta. . . Para nosotros la razón dialéctica es siempre consti
tuyente: esto es, el pasaje prolongado y mejorado sin cesar”229.,
78
c) La crítica de la experiencia dialéctica.
79
zación se caracteriza a la vez como existencia y como praxis...
el tiempo dialéctico ha entrado en el ser que por ser viviente
sólo puede perseverar renovándose; esta relación temporal del
futuro al pasado a través del presente no es otra cosa que la
relación funcional de la totalidad con ella misma; ella es su
propio porvenir; por otra parte, un presente de desintegración
reintegrada” 238.
Esta funcionalidad sartreana es una encerrona repetida y
jamás superada en su sistema.
80
del mismo sobrepasamiento en tanto que éste lo conserva en su
movimiento, faltaría al mismo tiempo describir el pasado como
salida (exis) en el organismo práctico y en el grupo” 242.
Uno de los parágrafos más interesantes del punto de vista
psicológico es el siguiente: . .las condiciones de la acción común
no son la acción común misma. Esta acción en efecto puede ser
designada por ciertas determinaciones del discurso: el pueblo
de París ha tomado la Bastilla (da otros ejemplos). En todas
estas frases el sujeto es plural (o unficado en la multiplicidad)
y la acción es una, sea que se la considere como temporalización
.. sea que se la encare en su resultado com ún... (esto no nos
muestra) la praxis como temporalización común y como objeti
vación común del grupo” 243.
Si esta concreción no revela la temporalización concreta,
específicamente común, grupal, ¿cómo la denominaría Sartre?
y ¿qué expresa?
“ ¿Qué es pues la unidad de temporalizaciones locales y he
terogéneas? ¿Qué tiempo de realidad tiene ella? ¿Qué tipo de
inteligibilidad? Todo está ya organizado, seguramente, pero la
praxis común, como temporalización sintética de esta organiza
ción, está ella organizada u orgánica? Y puesto que su significa
ción (su temporalización como significación diacrónica, su último
objetivo como significación sincrónica) es una y no puede ser
más que una, es menester considerar su unidad como homogénea
con las significaciones de la praxis individual y orgánica o es
menester concebir que una síntesis significante, operada por el
grupo organizado es aboslutamente de otro orden de una síntesis
individual? 244. Sartre no ve la osmosis entre individuo y sociedad,
entre tiempo del hombre y tiempo social.
81
a la idea de que la humanidad se historializa en el curso de
una misma temporalización comenzada con ‘los primeros hom
bres’ y que terminará con ‘los últimos’ : la experiencia dialéctica
prueba que aquí todavía falta un hiperorganismo temporal,
hemos dado a la totalización diacrónica la figura de una libre
temporalización individual. La humanidad piensa como un
Hombre. En efecto, hay las temporalizaciones; hablo aquí de esas
multiplicidades diacrónicas que son las generaciones. Y cada
generación es el producto natural y social de la generación an
terior; pero cada una se desprende y sobrepasa como condición
material de su praxis, la objetivación de la praxis anterior, es
decir, el ser de la generación precedente, en tanto que este ser
ha devenido por ese mismo sobrepasamiento, objeto inerte a
retroceder” 24S*. Esa inercia a que alude Sartre es como un peso
muerto que amenazaría destruir la propia historia debido a la
suma de las generaciones.
“ La Historia es inteligible. .. el movimiento regresivo de
la experiencia crítica nos ha hecho descubrir la inteligibilidad
de las estructuras prácticas y la relación dialéctica que liga entre
ellas las diferentes formas de multiplicidad activa. . . Si la ver
dad debe ser una en su creciente diversificación de interioridad,
respondiendo al íntimo problema planteado por la experiencia
regresiva, descubrimos la significación profunda de la Historia
y de la racionalidad dialéctica” 24e.
82
Henri Lefebvre sostiene: “ L’étre et le néant parte de una
descripción totalmente heideggeriana de la conciencia. El ‘sujer
to’ se identifica con la negatividad pura, la nada metafísica»,•»
¿Sartre supera efectivamente la interioridad, la autocontempla-
ción crónica, el narcisismo intelectual ‘puro’ ? ¿Entra en la vida
o se encomienda al esfuerzo intelectual para entrar en ella?
¿Encuentra al drama humano, o lo entrevé solamente al tratar
desesperadamente de ‘comprometerse’ en ese drama sin conse
guir otra cosa que ‘desligarse’ un poco más?” 247.
83
En la misma línea se expresa Roger Garaudy: “El mundo de
Sartre es un mundo sin racionalidad: cada uno está solo en él
con su libertad, y todo, en cada instante, es puesto en duda.
Esto no corresponde a nuestra experiencia completa. Es cierto
que existen puntos de ruptura en la historia, pero estas ruptu
ras lo son sólo porque interrumpen o desvían los encadenamien
tos necesarios... No se los puede aislar... La concepción sar-
treana de la libertad es solitaria. El ‘nosotros’ no resulta de un
acuerdo de varios ‘tu’ (Garaudy cita a Jean Lacroix). Lo social
no es sólo ‘los otros’. La historia no es sólo una intersubjetivi-
dad. ‘Mientras lo social y lo histórico’ no sean aprehendidos en
su especificidad, en su heterogeneidad con relación al individuo,
en su ‘objetividad’ en el sentido que les asignó Marx en su aná
lisis de la alienación, sólo existen libertades innumerables e
incomunicables, un caos” 250.
84
b) La concepción de la libertad: “Para que la libertad del
hombre se articule con la dialéctica de la historia, es preciso
que no nos apeguemos a la concepción cartesiana, retomada por
Sartre, según la cual la libertad es simple afirmación de ‘la auto
nomía de la elección’ y no poder efectivo de alcanzar el fin
perseguido” 252.
85
Olvida Sartre que las conductas individuales, de las que no
negamos su importancia en el marco histórico, se dan con, un
fondo de totalidad, de historicidad, de acción grupal societaria
y que este fondo es precisamente, el que les dará relevancia o
no. Sartre como apunta Lértora, “ enfatiza la significación his
tórica de los individuos con auxilio no precisamente de la histo
ria sino de la historiografía y de la biografía. La historia como
ciencia, busca, tiene que buscar, leyes de evolución y no perso
nalidades y hechos singulares” 259.
A Maurice Natanson le interesa la ontología sartreana y
respecto del ser se pregunta: “ 1. qué es el ser; 2. cuál es la rela
ción de la conciencia con el ser; 3. cuál es la relación de la tem
poralidad con el ser y 4. cuál es la relación de la nada con el
ser” 26°.
86
logia de Sartre es fenomenológica. Se opone radicalmente a toda
metafísica que pretenda explicar los fenómenos, y lo que es
peor, explicarlos por principios que no son de orden fenomeno-
lógico. . . Su ontología se refugia en lo que Heidegger denomi
naba el plano de las ‘ontologías regionales’: descubre tres regio
nes del ser: el ser en-sí, el ser para-sí y el ser para-otro” 262.
Luego se refiere al “ surjo solo” sartreano. “El solipsismo es
irrefutable lógicamente en el plano de los conceptos porque yo
no puedo concebir al otro ni deducirlo ni construirlo a priori
como condición de mi experiencia del m undo... El existencia-
lismo sartreano estaría mejor caracterizado como una filosofía
del absurdo. . . una filosofía del absurdo se destruye a sí misma
como el agnosticismo al cual se parece mucho 263.
87
losofía existencialista conoce la finitud como la experiencia dolo-
rosa de los límites esenciales de todo afán y poder humanos” 268.
88
bre es puro y simple y bruto hecho, o lo que es lo mismo: es
don y regalo de Dios” 27°.
Señala otra coincidencia de Sartre con los cristianos: “Para
Sartre el límite del proceso del universo va a consistir en lo que
el ser en sí mismo, el ser perfectamente idéntico engulla, se asi
mile, reabsorba por identificación la conciencia” 2
271.
0
7
89
no fraguó porque cuando preguntó por ej ser, respondió con la
nada.
Ese ser y esa nada le pertenecen, son suyos, por su visión
parcial, fragmentaria de la realidad que le lleva a la más com
pleta distorsión conceptual. La nada sobrepasa al ser, lo engulle,
por ser su fundamento, su “ hacia...”. En cuanto a la concien
cia pone el mundo a distancia —esto también es posible con
alucinógenos— para tematizarlo olvidando que ella misma está
enraizada en ese mismísimo mundo, esa conciencia pertenece al
hombre deviniente que la construye y opera en su existencia
cotidiana.
Si el tiempo en Sartre es una forma, es una categoría del
ser y este ser hunde sus raíces en la nada —que lo origina en su
acción a efectos de anihilar su carencia—• entonces el tiempo
también es nada.
Su tiempo es el tiempo de la conciencia individual, del hom
bre solo, de un Robinson reflejante y reflejado que mira hacia
su ombligo, pues es una conciencia aislada, insularizada, arti
ficial.
Su tiempo no puede explicarse —yo diría que ni encontrar
se— ni funcionalizarse, ni aplicarse de ninguna manera sin con
siderar el tiempo de la situación, de los otros, del mundo, lo que
no hace Sartre.
Sartre remoza la intencionalidad medieval para la evalua
ción del hombre, de un hombre que “es una pasión inútil” sin
un “ antes”, sin “ ahoras” , que viene de la nada y va hacia la
nada, de un “hombre-nada” que corre detrás de otras nadas por
su especificidad carencial. Nos preguntamos ¿cuándo “ es” ese
hombre y su tiempo? Entonces, ¿qué queda de la temporalidad,
si alguna vez la hubo realmente?
Todo esto nos sugiere preguntas y más preguntas: ¿el tiem
po a que alude Sartre permanentemente es un contenido, es una
forma de la nada?
Ciertamente creemos que en su sistema —muy imbricado.
90
hasta ser lógico, pero con presupuestos falsos— no se dan con
diciones para la posibilidad de un ser, tampoco hay un estrato
real de las relaciones humanas, sociales, históricas porque ni la
irracionalidad, ni el nihilismo, ni la resignación son altenativas
y menos la mera descripción —con la que Sartre cree resolver
los problemas—. Su hombre es una entelequia, un ser super-
histórico, de ahí que toda su problemática sea abstracta.
Sartre privilegia la nada y en ella está su tiempo, anémico
de vida, ignorando que la nada es un fin en sí misma, pre
ñada de sentido. . . pero con relación a la vida.
El ser de Sartre está reducido al sistere, está congelado en
la nada, no puede resístete por ser abstracto, está en un franco
desistere, es decir, se muere por su inhumanidad, no sale del
con-sistere, pues carece de ser... es la nada disfrazada de ser.
En síntesis: el hombre de Sartre es la nada; su tiempo es
la nada... y todo es nada.
91
APENDICE *
1. — Notícula
Carlos Astrada (argentino 26/2/1894-23/12/1970) fue un filósofo,
intérprete del existencialismo, difusor del pensamiento heideggeriano
entre nosotros, “en quien la metafísica existencial de Heidegger ha
■encontrado un ilustrador y continuador de gran eficacia” i, así como
•del idealismo alemán, de Nietzsche y del materialismo histórico.
Muchos son los juicios críticos sobre Carlos Astrada: el de Alfredo
Llanos: “Ha sido el introductor de la filosofía fenomenológica y en
particular de la existencial, representada por Heidegger” 2, aunque
como apunta Farré: “V a más lejos en esta insistencia sobre la exis
tencia y la temporalidad que el mismo Heidegger; la disidencia es
cada vez más honda, adquiriendo mayor autonomía el pensamiento
del argentino” 3. También la opinión de Jean Wahl sobre el conocimiento
de Astrada de la fenomenología: “muestra cómo la intencionalidad hus-
serliana no es un fenómeno primario. Ella no puede explicarse más que
por la trascendencia, definida en la metafísica de H eid e g g e r... (Astra
da) opone a la intuición esencial de Husserl la comprensión existencial
de Heidegger” 4.
93
Carlos Astrada radicaliza, a lo largo de su obra, aspectos m uy
importantes de la temporalidad, acaso una de las tematizaciones máa
agudas de su meditación.
Nosotros espigamos las tesis del tiempo en su lúcido y revolucio
nario pensar y para lograr un esquema coherente de su expresión
reducimos la glosa y comentario a lo indispensable 5.
94
< Esto, es preciso decirlo, fue la tónica de toda su existencia per
sonal e intelectual (en él no había fisura entre la una y la otra) y
desde esta plataforma lanzó su mensaje polifacético como la misma
vida.
95
lidad existencial es el trampolín desde el que nos proyectamos, en salto
mortal, hacia el ser” 14*.
Ese ser es aprehendido por el hombre, se lo apropia en el mo
mento que sabe y asume su condición de ser para la nada. Es decir,
que nuestra hombridad será más profunda en la medida que nos
asumamos ante la nada, como ser-para-la-nada. Nos lo dice claramente
el filósofo: “El ser es el nuestro cuando sabemos que es un ser para
la nada” 15. Esa nada antes de cumplirse, no mella o anihila la acción
del hombre, simplemente niega toda trascendencia, todo trascendenta-
lismo.
El hombre tiene, cuando hace, cuando realiza infinidad de con
ductas, hace, juega, y también hay juegos para “matar el tiempo”, los
mismos “son juegos meramente derivados de aquel juego primordial” 161
,
9
8
7
que los hombres se han ocultado deliberadamente. Son en definitiva
los juegos que no matan el tiempo, sino que opacan el ser, que alejan
al hombre de la aventura de vivir como hombre, en definitiva, que
le quitan, le matan la conciencia de ser hombre”.
Cuando el hombre asume su juego existencial, es decir, su irrevo
cable e irrenunciable finitud, crea su “propia muerte” , es una suerte
de asunción total de sí mismo, un modo de unificar imaginariamente
todos sus proyectos, porque “existimos desde nuestra muerte” 17, en
tanto “ el juego existencial sólo temporaliza y totaliza la finitud” 18.
Resumimos el pensamiento astradiano: “la filosofía es concepción
del mundo como posición, como actitud en que se centra y recoge la
existencia humana al sentirse suspensa y fluctuante en la trascendencia. . .
existir es concebir el mundo” 19.
Finalmente sintetiza su tesis sobre el tiempo al que descubre en
la interrogación parabólica y en la carencia nostálgica de lo que el
hombre quiere ser, lo que es y lo que puede ser: “Hoy, centrados
en la existencia humana, interrogamos, aquí y ahora, para nosotros,
sin anegar nuestra estremecida finitud en el ensueño del espíritu eterno
y absoluto. Queremos ser sólo lo que podemos ser. La esencia del
hombre está en lo que éste realmente es, y no más allá” 20. En este
“es” el hombre accede a su temporalidad total en el sentido que el
“ es” pareciera cuajar el “fue” y el “será”. Se trata de un presente
pleno y maduro para la proyección al futuro.
14 Ibíd, p. 30.
is Ibíd, p. 31.
16 Ibíd, p. 31.
17 Ibíd, p. 32.
18 Ibíd, p. 33.
19 Jbíd, ps. 46/47.
20 Ibíd, p. 102.
96
2. — T EM PO R A LID AD 21.
Reúne varios temas bajo el signo del “Fugit tempus” 22. “La
voluntad de Obermann” explícita que “su existencia (fue) un vértigo
entre el ansia de permanencia y el sentimiento de su mortalidad” 23,
es decir, que el saberse mortal le lanzaba al abismal conocimiento de
la absurdidad que yace en todo quehacer. Luego, en forma poética y
profundamente dramática Astrada connota el presente: “un punto de
resistencia sobre el cual gravitan la tristeza de todo su pasado y la
nostalgia de lo desconocido, que es la inversión de la tristeza hacia el
porvenir. También está triste por todo lo que no ha sido. Cuando ese
punto de resistencia cede ante el impulso de la vida interior es que
ha crujido la norma del tiempo, y nuestro espíritu, libre de lo finito
que lo aprisionaba, se vierte hacia la eternidad. . . En el conato por
romper aquella norma está toda la grandeza del hombre, y también
todo su infortunio” 24. Es decir, el hombre aspira a ser inmortal, a
ser-siempre, pero su especifidad le constriñe fatalmente a su finitud.
Por esta razón, vive, existe tensionado entre su ir hacia el futuro, su
proyecto y un presente dinámico, pero que tiene rastro de un pasado
coagulado, irrenunciable, estagnado. El presente recoge esos rastros
imborrables y las tendencias del proyecto.
Según Llanos este ensayo juvenil de Astrada “cumple con holgura
las condiciones necesarias para situar al futuro filósofo argentino en
el centro mismo de sus preferencias literarias, emocionales y filosóficas.
El orden de estos adjetivos ha sido elegido adrede” 25.
97
porque lo vivo en su transitoria medularidad; porque ahondo en él
a fin de retomar la fuente de la vida original” 28*. Este es un instante-,
presente agonal que el hombre no puede eludir y que le aguijonea
permanentemente hasta lo más hondo y peculiar de su humanidad, en
tanto lo específico de su existencia y su meollo ontológico, es el marco
de la desocultación del tiempo, del ser en el tiempo, fuera de este
marco desaparece su autenticidad y hasta su presencia.
“Presentimiento y futurismo” revaloriza el presente entendiendo
que “no ha de ser un tránsito hacia un instante futuro, sino una
morada en la que la vida, cada vida individual, se exalte a sí misma
en la armonía de sus relaciones y posibilidades inmanentes” 28. Así el
hombre adviene a una plenitud de conciencia existencial, vital, cuando-
en el instante recoge su ser en sus alcances y perspectivas; al vivir
en una unidad pasado-presente-futuro.
El filósofo incursiona por la axiología atribuyendo temporalidad
a los valores. Su axiología se inscribe en lo temporal, y no podría
ser de otra manera en tanto los valores son para el hombre y éste es
temporalidad, creador de valores y se da en el tiempo. Dice Astrada:
“no tiene sentido (el subrayado es del filósofo) peregrinar hacia sedi
centes valores intemporales y absolutos, descartando del ahora y aquí,
de nosotros mismos, para morar en estado fantasmático en un plano
de inane objetividad” 30.
98
-4. — EL MITO GAUCHO ("Martín Fierro y el hombre argentino” ) 32.
99
sario, despojado del trascendentalismo religioso; ya que la dialéctica que
lo prefigura está encerrada en la finitud humana y obedece a la ley
de la inflexible temporalidad en que se desenvuelve la existencia” 39.
Recordemos a propósito de lo dicho antes que Astrada es el primer
pensador que se ha detenido en ahondar nuestro ser argentino en sus
relaciones con el tiempo. Este hombre argentino “concibe y vive el
tiempo como incrementación constante de su destino, de sus posibili
dades vitales, es decir como movimiento de una gran rueda que en
cada giro se agranda, se enriquece en su sustancia. Por eso para él,
dentro del cuadro de la cosmogonía gaucha,
100
de signo heideggeriano, Astrada se interesa por la constitución concreta
— especialmente histórica— de la Existencia” 41.
101
7. — L A REVOLUCION E X IST E N C IA L IST A ( “Hacia un humanismo de
la libertad” ) 474
.
8
102
miento “de la estructura temporal del ente humano, del Dasein, y el
de su inserción óntica y ontológica en el tiempo histórico” ; “el Dasein,
en tanto que humana existencia histórica, sólo puede saber de una
civitas terrena” 51.
Culmina su pensamiento describiendo el carácter principalísimo de
la historia: “Lo nuevo, lo que siempre retorna, es el incesante proceso
de génesis de la libertad, es el acceder del hombre a su ser, a la tarea
de forjarlo en una proyección política y cósmica” 52. La responsabilidad
está implícita en el hombre por estar su ser sumergido en su “posición
temporal-infinita” : “A l tiempo, como horizonte de la comprensión del
ser, ya no podemos ocnsiderarlo tampoco — tal cual se dice en el
"Timeo’ platónico— como ‘la imagen móvil de la eternidad’. Por el
contrario, la ‘eternidad’ es la cristalización o estagnación de un ahora
que artificiosamente es absolutizado, segregado de la temporalidad finita,
es decir, del tiempo originario” 53.
51 Ibíd, ps. 15, 17. Aclara todavía más: “La esencia del hombre
está en lo que éste efectivamente es, no más allá, y por esto él quiere
ser solamente lo que puede ser, p ero esta esencia del hombre — su
humanitas— es histórica y no una estructura o núcleo ontológico o de
carácter supra-temporal” (Ibíd. p. 42).
52 Ibíd, p. 25.
53 Ibíd, p. 67.
54 Ibíd, p. 42.
55 Ibíd, p. 69.
IOS
Este análisis desemboca naturalmente en el de la existencia propia
que “se temporaliza desde el futuro y encuentra plena expresión en
una situación histórica” 56.
La ontología fundamental “solo sabe del tiempo como progresión
finita y de lo permanente en él, o sea el ser, como su intraesencia
quedando privados de ‘sentido’ para el Dasein todos los absolutos y
eternidades extra-existenciales” 57.
Es decir, que el ser humano —el Dasein — constreñido a su huma
nidad, limitado por su especificidad sólo adviene —y sólo le es posible
advenir— a lo humano finito-temporal.
La especificidad temporal del hombre y su situación le impelen
a la posibilidad de una praxis histórica existencial: “El Dasein está en
cada instante en una situación histórica concreta, porque conforme a
su ser es histórico” 58. Esta historicidad es finita y mortal: “Si el ser
del hombre fuese infinito, él no podría ser libre porque de su situación
presente podría dirigirse, al margen de toda elección y decisión, a todas
las posibilidades simultáneamente. Y si fuese inmortal y como tal estu
viese consignado a una duración temporal infinita, la decisión tomada,
a partir de su situación presente, por la cual realizaría el proyecto
de su libertad al elegir uno de los posibles, descartando los demás, no
implicaría frustración ni riesgo porque, si no su ser, sus actos serían
reversibles, vale decir retrospectivamente siempre rectificables, desde
que podría retomar el posible que había sido descartado o liberarse de
aquél por el cual se decidió. . . El destino de la libertad se delata en
la finitud; la finitud es una propiedad de la libertad, así entendida” 59.
La finitud es, pues, una categoría del ser.
En las páginas finales de este trabajo, estudia el devenir histórico
y las metas objetivas formulando aclaraciones com p lem en tarias:
“ ...podemos afirmar del individuo, el que, en su historicidad, no está
entregado a un nudo fluir, a un devenir sin sentido, que no reconozca
algo firme de la mutación, y no trascienda hacia algo objetivo, de
una objetividad funcional, mas no entológica-hipostática: ideales, fines,
valores. La verdad objetiva y todas las estructuras objetivas... pertenecen
se Ibíd, p. 87.
57 Ibtd, p. 70. A . Llanos confronta el pensamiento astradiano con
el de Heidegger: “La distinta concepción del ser separa, entonces, a
Astrada de Heidegger, precisamente porque de la solución que se de
a esa doctrina depende el destino de la verdadera filosofía existencial,
la cual si no se centra sobre el hombre y su esencial finitud sólo
llegará a ser una de las tantas expresiones teologizantes que ha repetido
la tradición intelectual a partir de Platón” . (Llanos, A ., o. c. p. 61).
58 Ibíd, p. 85.
59 Ibíd, p. 91.
104
(al mundo de lo h u m an o). . . o su primaria temporalidad existencial
y han sido consteladas por su fluencia" 60.
8 . — H EGEL Y L A D IA L E C T IC A 01.
60 Ibíd, p. 198.
61 Astrada, Carlos, Hegel y la dialéctica, Ed. Kairós, Bs. As., 1956.
62 Ibíd, p. 41.
03 Ibíd, p. 53.
64 Ibíd, ps. 56, 62.
65 Ibíd, p. 79.
105
noscitivamente el acontecer histórico y el sentido de la historicidad como
estructura temporal dentro de la cual se procesa la total realidad” 66.
r
9.—-EL MARXISMO Y LAS ESCATOLOGIAS 67.
Formula varias tesis vinculadas directa o indirectamente con el
tiempo, incluso desde su punto de partida definiendo “escatología” :
“procede de la dogmática cristiana y su idea mienta el fin del mundo,
es decir la perspectiva religiosa acerca del fin del mundo... Se trata,
pues, para esta dogmática del destino de las almas después de la
muerte” 68. y señala: “La cuestión primera es saber cómo el hombre
ha considerado el acontecer histórico, que noción se ha forjado de su
decurso” 69. Según Astrada todas las escatologías no han podido sortear
la fisura entre teoría y praxis, antes bien, la han ahondado70.
En el marco de la “escatología mítica” estudia la teoría del “eterno
retorno” en los súmeros, babilonios, Empédocles, el Eclesiastés, Virgilio
y Proclo, deteniéndose en el “ser mítico” , “cuya forma primaria de
justificación es el tiempo” 71. Poco conoce la conciencia mítica: “ En
sentido estricto, la conciencia mítica ignora un campo historiográfico,
parcelado en una cronología fija que distingue en él momentos objetivos
determinados. En la forma de existencia mítica domina simplemente
un tiempo pre-histórico” 72.
Puntualiza las diferencias más significativas entre tiempo mítico
y tiempo histórico: “ El tiempo mítico no es el tiempo del quehacer
histórico que constituye la dimensión esencial del objeto que enfoca
la historiografía. El todo mítico originario es intemporal sólo si lo
pensamos desde la peculiar temporalidad propia de la existencia his
tórica e historiográfica” 73. p 0r todas sus circunstancias — plexo de
circunstancias— el hombre primitivo conceptualiza — primitivamente—
y vivencia el tiempo de distinta manera que el hombre actual: “el
hombre de las culturas míticas vivía, quizá, el tiempo con otro ritmo
y en una dimensión retrospectiva en virtud de una peculiar apetencia
de lo arquetípico originario. . . (hay para la mentalidad primitiva) una
idea del fin y del comienzo de un período temporal, y esta concepción
está fundada en la observación de los ritmos biocósmicos” 74. Es decir
que el hombre primitivo estaba anclado en una aciencia abstrusa que 6 4
3
2
1
0
9
8
7
66 Jbtd, p. 83.
67 Astrada, Carlos, El marxismo y las escatologías, Ed. Procyón,
Bs. A s., 1957.
68 Jbtd, p. 7.
69 Ibíd, p. 13.
70 Ibíd, p. 17.
71 Ibíd, p. 25.
72 Jbtd, p. 27.
73 Ibíd, p. 29.
74 Ibíd, p. 31.
106
antes de hacerle señor de la naturaleza hacía de él un ser temeroso
y fantaseoso. Todas esas culturas primitivas como las precolombianas,
“ tenían como subsuelo una concepción cosmogónica cíclica y otra im
plícita de carácter ontológico” 75. Y en ellas, “entre el presente, o sea
la realidad y el pasado fenecido hay una separación radical” 76.
En su análisis de la “escatología cristiana” puntualiza: “Es propia
del cristianismo una espera mesiánica de carácter escatológico, o sea
una espera de lo concerniente a los fines ú ltim o s.. . El mesianismo es
una idea propia del pueblo hebreo recogida y valorada por la religión
cristiana” 77, concepción ésta que está matizada “con el dogma de la
inmortalidad personal” 78.
Del “idealismo alemán” subraya su peculiaridad su “idea funda
mental de la concepción teleológica de la historia, parcialmente secula
rizada” 79( siendo Hegel “quien acabará de desarrollar y dar proyección
metafísica a la idea inicial de Kant acerca del fin último de la historia
...h a r á intervenir a la r a z ó n ... Desde que el Espíritu, de acuerdo
a su esencia, se manifiesta y alcanza concreción dialéctica en el tiempo,
la historia universal, el sentido de sus exteriorizaciones, la totalidad
de su desarrollo, no es, para Hegel, otra cosa que la renovada exégesis
del Espíritu en el tiem po. . . El total proceso de la historia se actualiza
como una sucesión progresiva de fases de conciencia” so.
Sobre las tesis del “eterno retorno de lo igual” explica Astrada
ampliando su significación: “Por cuanto, el concepto de Nietzsche, el
tiempo, como realidad objetiva, es infinito en el proceso circular del
cosmos, y ya ha transcurrido una infinitud temporal, infiere que, a
partir de determinado instante, hacia atrás no se puede alcanzar el
fin, el término. Por lo tanto se impone el concepto de un regressus in
infinitum; pero no cabe emparejar este concepto con el coneepto no
verificable de un progressus final, hasta ahora” 81. Hace una fuerte
crítica de la escatología heideggeriana y de la escatología teológica
de Toynbee si tí».
75 Ib id, p. 40.
76 Jbíd, p. 42.
77 Ibíd, p. 51.
78 Ibíd, p. 61.
79 Ibíd, p. 79.
80 Ibíd, ps. 82/83, 87.
si Ibíd, ps. 95, 107.
si bis ibíd, ps. 117/169.
82 Astrada, Carlos, Nietzsche y la crisis del irracionalismo, Ed.
Dédalo, Bs. A s., 1960.
107
“Nietzche parte del supuesto que la cantidad de fuerza del universo
o de la energía total no es infinita, sino determinada (lim itada). Por
lo tanto, el número de situaciones . . . es ciertamente inmenso y prác
ticamente incalculable, pero siempre limitado y no infinito. . . Pero
el tiempo en que esta fuerza total se emplea es infinito, o sea, la
fuerza es eternamente igual y eternamente a c tiv a ... el actual desa
rrollo tiene que ser una repetición, y también el desarrollo que a esta
fuerza produce y el que de ella nace, y así indefinidamente hacia atrás
y hacia a d e la n te ... No podemos, pues, afirmar, la repetición de lo
igual sino dentro de todo un ciclo y en una misma situación que se
repite” 83. Astrada considera la idea del retorno de lo igual como “una
hipótesis científica que habría que encarar seriamente” 8 84*, lo que no
3
supone su aceptación sino especialmente el estudio de ella en el marco
histórico en que fue formulada, es decir, se le presentaría como una
hipótesis más de trabajo especulativo.
108
tiempo de un árbol y el tiempo del hombre son diferentes por cuanto
la materia-árbol y la materia-hombre son diferentes aspectualmente en
sus movimientos y cambios.
109
más auténtica e insuperable realidad, creyendo trascender así su finitud,
como totalidad conclusa de duración” 91.
Ibíd, p. 48.
92 Ibíd, ps. 65/66.
93 Ibíd, p. 68.
94 Ibíd, p. 68
110
1
95 Ibíd, p. 68.
96 Washington, Luis, Un Congreso Internacional de Filosofía. Se
parata de Revista do Arquivo, n9 CXXVTI, Ed. Departamento Cultura,
Sao Paulo, 1949, p. 111.
»7 Ibíd, p.110.
111
timos auténticamente, somos lo que podemos ser realmente y “ no más
allá” . A sí realizamos nuestra identidad e ipseidad.
El “presente” para Astrada es un punto de resistencia que conjuga
el pasado y la nostalgia de lo desconocido y1 cuando este presente es
convocado por la vida interior “ha crujido la norma del tiempo” y el
espíritu rompe el marco de su finitud avanzando la eternidad que
para el filósofo es el “instante”, al que llama “soberano” porque
permite al hombre allegarse a la vida original.
También su axiología está teñida de temporalidad; los valores son
temporales, pese a haber sido transcendentalizados, ontologizados,
porque a pesar de esto, siempre son creados por el hombre y éste
es temporal.
Astrada investiga la estructura del hombre argentino — primera
indagatoria sobre el tema— en la que el tiempo hace de mediador
para que le sea posible a ese hombre abandonar su alejamiento onto-
lógico y advenir ai su propio ser. Este tema lo articula con su “cos
mogonía gaucha” .
Para Astrada, todo, universalmente todo, tiene historia, es histó
rico, también la naturaleza que no sólo es signada por el hombre sino
visualizada, aprehendida, dirigida desde la propia mundanidad humana.
En su análisis de la acción de la libertad, considera que ésta
anihila en cierta form a los resabios del pasado posibilitando dialécti
camente. “la noción de nosotros mismos contra nosotros mismos” a
horcajadas de la temporalidad, pues el devenir humano es sinónimo
de devenir histórico.
Este argumento le da pie para incursionar sobre la importancia
de la historia a la que estima como problema filosófico en el cual la
“ eternidad”, “fue hipostasiada en una falsa cristalización de un “ahora” .
En cuanto a la posibilidad de “pensar el ser en la dimensión del
futuro” ya es hacerlo entrar en la historia, en la futuridad existencial
no absoluta, no extraexistencial, no infinita, no inmortal. Este acon
tecer y el devenir dialéctico es común al individuo y a los Estados.
En su análisis de las escatologías observa: a) las diferencias
entre el tiempo mítico y el histórico subrayando que el primero des
conoce lo procesal de la existencia; b) los rasgos peculiares de la “es-
catología cristiana” : ser “una espera mesiánica” y su creencia en
la inmortalidad; c) caracteriza al “idealismo alemás” por una con
cepción teleológica de la historia” y d) señala que la doctrina de “el
eterno retorno” ha de entenderse como una “hipótesis” .
El ser hombre, el realizarse humanamente es un quehacer que cues
tiona en la praxis al ser en la dinámica temporal, en los momentos
de su historia. Ser hombre es saber de la finitud y sobre ella construir
la propia existencia.
Verano 1981.
112
NOMBRES CITADOS
Abbagnano, Nicola 64, 65, 68, 69, García Bacca, Juan David 13, 88, 89.
70, 93. Giacometti, Pablo 26.
Abraham 34. Gorgias de Leontino 31.
Agustín San 88. Grand Ruiz, Beatriz Hilda 25.
Albérés Maril!, Rene 9, 10, 13. Grinberg, León 21.
Aristóteles 33, 54. Guardini, Romano 69.
Aron, Raymond 66. Ilegel, G. F. W. 32, 33, 34, 52, 99,
Askin, J. F. 65. 105, 107.
Astrada, Carlos passim. Heidegger, Martín 10, 25, 26, 36, 47,
Raudelaire, Charles 22, 23, 28, 29. 52, 67, 68, 73, 74, 86, 93, 103,
Beigbeder, Marc 10. 104, 109.
Belleza, Víctor 93. Hinckfuss, Ian 58.
Bergson, Henri 44. Hume, David 32, 35.
Bochenski, I. M. 46, 70, 71, 73, 74. Husserl,Edmund 35.
Bolzano, Bernardo 35. Jeanson, Francis 66.
Brecht, Bertold 21. lolivet, Régis 44, 46, 50.
Brentano, Franz 35. Kant, E. 42, 43, 44, 68, 86, 107.
Campbell, Robert 19, 66. Kierkegaard, Sóren 29, 34, 35, 65, 110.
Carlyle, T. 74. Kuhn, Helmut 10, 45, 46.
Chestov, León 33. Lacroix, Jean 84.
De Beauvoir, Simone 35, 10, 68. Langer, Marie 21.
Delfgaaw, B. 65. Lefebvre, Henri 14, 20, 48, 76, 83.
Demócrito 33. Lenz, Joseph 15, 87.
Derisi, Octavio N. 42, 44, 50, 51. Lértora, Adolfo C. 61, 63, 73, 75, 85,
Descartes, René 32, 54, 68. 86 .
De Unamuno, Miguel 34. Leucipo 33.
Eclesiastcs 106 Levi Strauss, Claude 77, 78.
Emerson, R. W. 74. Lotze 35.
Empédocles 106 Llanos, Alfredo 93, 97, 100, 104.
Esteves Estévez, Francisco 88. Malraux, André 22.
Farré, Luis 93. Marcel, Gabriel 54.
Fatone, Vicente 14, 16, 17, 65, 66, 69. Marcuse, H. 75.
Faulkner, William 24. Marx, Carlos 78, 84.
Ferrater Mora, José 100, 101. Melchinger, Siegfried 21.
Feuerbach, L. A. 35. Mercier, J. 54.
Fierro, Martín 99. Merleau Ponty, Maurice 35, 47, 54.
Flaubert, Gustave 75. Moeler, Ch. 10.
Gaos, José 47, 48. Mougin, Henri 85.
Garaudy, Roger 13, 19, 84, 85. Mounier, E. 82.
113
Nadar 21. Robinson Crusoe 90.
Natanson, Maurice 88. Rodrigué, Emilio 21.
Nielsen, Bamus 110. Sánchez Villaseñor, José 30.
Nietzsche, F. 107, 108. Sartre, Jean Paul passim.
Obermann 97. Shaw, Bernard 21.
Ortega y Gasset, José 56. Sciacca, Michele 35.
Pablo, San 88. Smart, J. J. C. 58.
Papini, G. 10. Stumpf, Saúl Enoch 72.
Pascal, Blas 54. Tomás de Aquino 54, 68.
Pareyson, Luigi 47, 52, 53. Varet, G. 46.
Pingaud, Bemard 71. Vega Delgado, José 56.
Platón 52, 68. Vemeaux, Roger 86, 87.
Plutarco 33. Vico, E. B. 68.
Poulet, Georges 23.
VieiHard Barón, J. L. 52.
Proclo 106.
Virasoro, Miguel Angel 32.
Protágoras de Abdera 31.
Pucelle, Jean 74. Virgilio 106.
Quiles, Ismael 54. Wahl, Jean 35, 93.
Resnais, A. 25. Washington, Luis 111.
114
INDICE
I. La novelística ........................................................................ 11
1. La náusea .......................................................................... 11
2. El muro ............................................................................. 15
a) El muro ....................................................................... 15
b) La cám ara................................................................... 15
c) Eróstrato ..................................................................... 16
d) La infancia de un jefe ............................................. 16
3. Los caminos de lalibertad ............................................. 16
a) La edad de la ra z ó n ................................................... 17
b) El aplazamiento ........................................................ 18
115
B. El tiempo en su obra filosófica ............................................. 31
116
1
A P E N D I C E
117
Este libro se terminó de imprimir
en el mes de febrero del año 1982
en Palabra Gráfica y Editora S.A.,
Castro 1856/60, Bs. Aires, Argentina.