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Tema-UV
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TEMA
DESI FECCIÓ UV

1.- INTRODUCCIÓN
2.- MECANISMO DE DESINFECCIÓN
3.- VENTAJAS Y DESVENTAJAS DE LAS RADIACIONES UV
4.- LÁMPARAS UV DE BAJA PRESIÓN
5.- LÁMPARAS UV DE MEDIA PRESIÓN
6.- CONFIGURACIÓN DE LOS SISTEMAS UV
7.- MÉTODOS DE CONTACTO ENTRE LÁMPARA Y AGUA
8.- CRITERIOS DE DISEÑO
9.- ESTRATEGIAS PARA LA DESINFECCIÓN UV DE AA.PP.

1.- INTRODUCCIÓN

En 1910 comenzó a usarse la radiación ultravioleta, UV, aplicada experimentalmente a la


desinfección del agua, en Marsella. A mediados de los años 50, en Suiza y Austria, se empezaban a
aplicar de forma más o menos extensa a la desinfección del agua. A partir de los 50 se extendió su
uso tanto en Europa como en Estados Unidos, en algunos casos combinando su empleo con cloro.

En el ciclo del agua urbana su empleo está más extendido en pequeños sistemas de
abastecimiento y en la desinfección de agua para aplicaciones o usos en hospitales, escuelas,
industrias de bebidas, alimenticias y farmacéuticas.

También se utiliza para la desinfección de efluentes secundarios de EDAR municipales, siempre


que la eliminación de materia orgánica y sólidos en suspensión haya sido elevada, en caso
contrario, este sistema de desinfección exige una filtración previa del efluente secundario.

Los rayos UV constituyen la franja del espectro electromagnético situada entre los 100 y 400 nm.
Entre los rayos x y la luz visible. La escala expandida de la radiación UV se distribuye así:

Vacío – Ultravioleta ………………………….. entre 100 y 200 nm


Ultravioleta - Onda corta (UV-C) …………….. entre 200 y 280 nm
Ultravioleta - Onda media(UV-B) …………...... entre 280 y 315 nm
Ultravioleta - Onda larga (UV-A) …………….. entre 315 y 400 nm

Rayos x UV — vacío ... UV-C ….. UV-B ... UV-A ... Luz visible Infrarrojo

100 200 280 315 400 800 nm

Figura.- Parte del espectro electromagnético

Las radiaciones que atraviesan la atmósfera terrestre y alcanzan la superficie son las comprendidas
entre los 280 nm y las próximas al infrarrojo, el resto son absorbidas por la capa atmosférica de
ozono.

Autores: J. Suárez, A. Jácome Asignatura:


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La radiación UV aplicada a la desinfección de aguas está en la franja de onda corta (UV-C),


consiguiéndose mediante fuentes artificiales de UV como las lámparas de mercurio.

La radiación UV no es una radiación óptica y por tanto el término "luz” ultravioleta no es el más
correcto, aunque realmente las radiaciones UV se comportan como las radiaciones visibles.

Para conseguir radiaciones UV-C se utiliza una lámpara de vapor de mercurio por la que se hace
pasar la corriente eléctrica. La radiación UV resulta del flujo de electrones del vapor de mercurio
ionizado, entre los electrodos de la lámpara. Ocurre como en las lámparas fluorescentes, con la
diferencia de que en éstas el bulbo está recubierto con una capa de fósforo que convierte la
radiación UV en luz visible.

Figura.- Esquema de una lámpara de rayos UV

1.1.- Cinética de inactivación y dosis

La cinética de la inactivación microbiana por radiación UV sigue la ley de Chick:

 =  0 e − k I TC

Donde 0 es la concentración inicial de microbios previa a la aplicación de UV, “” es el número de


microbios remanente después de la exposición a la luz UV, “I” es la intensidad UV por unidad de
superficie (µW/cm2), “TC” es el tiempo de exposición (seg), y “k” es la constante cinética de
inactivación.

El poder desinfectante de una lámpara UV, viene dado por el producto entre la intensidad o
cantidad de energía por unidad de superficie y el tiempo de exposición o de contacto del agua.
Este producto, la dosis, se puede expresar en microwatios segundo por centímetro cuadrado (μW-
s/cm2).

D = I × TC

La figura siguiente representa la ley de Chick, mostrando la inactivación como función de la dosis
UV aplicada.

Una interpretación útil de la ley de Chick es que por cada incremento en dosis UV igual a 2.3/k hay
una reducción de 1 orden de magnitud de la población microbiana.

Autores: J. Suárez, A. Jácome Asignatura:


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Figura.- Cinética de inactivación de la desinfección por UV

En el poder de desinfección de las lámparas UV, juega un papel importante el equipo,


principalmente sus dimensiones, ya que por ejemplo la intensidad disminuye a medida que nos
alejamos de la fuente de luz, y a su vez el tiempo de contacto depende del caudal aplicado. Los
sistemas UV pueden utilizar lámparas de baja y media presión. A su vez las configuraciones de los
reactores son diferentes y dependen de los fabricantes.

2.- MECANISMO DE DESINFECCIÓN

La desinfección UV inactiva los microorganismos por absorción de la luz, la cual origina una
reacción fotoquímica que altera los compuestos moleculares esenciales en la función celular. La
desinfección tiene lugar como consecuencia de la inactivación del ácido desoxirribonucleico
(ADN) de los microorganismos. Los ácidos nucleicos son los puntos de ataque de la radiación UV.

A una longitud de onda de 250-260 nm la absorción suele ser máxima. El poder germicida de la
radiación UV es máximo a 264 -265 nm. Las lámparas UV emiten el 90 % de su radiación a 253,7 nm.
La actuación de estas radiaciones sobre dos de las moléculas contiguas de timina o citosina
(pirimidinas) de una misma cadena de ADN o ARN forma moléculas dobles o dímeros, lo cual
impide la duplicación del ADN y ARN de los microorganismos y por tanto su reproducción.

Pueden ocurrir procesos de reactivación y reparación mediante fotoreactivación a través de


alguna enzima fotoreactivadora que invierte la dimerización, partiendo el dímero que se obtuvo
con la absorción de UV por los ácidos nucleicos. Pero esto suele ocurrir en condiciones extremas de
laboratorio: altas temperaturas y radiaciones prolongadas superiores a 300 nm, que no sería el caso
de la desinfección del agua. Para minimizar el posible efecto de fotoreactivación, es conveniente
reducir la exposición inmediata del agua desinfectada a la luz solar.

Hay una serie de factores que inciden en la eficacia de un sistema de UV, entre los que pueden
citarse: los sólidos en suspensión que protegen a los microorganismos de las radiaciones, las
sustancias orgánicas que absorben radiación UV, reduciendo la cantidad disponible. Otras
sustancias, con cierta frecuencia presentes en el agua, como Fe y Mn, pueden producir manchas en
la envoltura externa de cuarzo de las lámparas, y otras como sales de calcio y magnesio, pueden
causar incrustaciones, tanto sobre la propia lámpara como en la cámara de desinfección.

La temperatura también afecta en el sentido de producir fluctuaciones en la radiación UV.

Autores: J. Suárez, A. Jácome Asignatura:


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3.- VENTAJAS Y DESVENTAJAS DE LA RADIACIÓN UV

La principal ventaja de la aplicación de estas radiaciones a la desinfección del agua es su coste de


inversión y operación, no emplear productos químicos y por tanto no generar subproductos, ni
sabores ni olores, y a su vez es compatible con otros procesos complementarios de desinfección
que aporten un residual permanente.

Es precisamente esta carencia de desinfectante residual, en el caso de redes de abastecimiento, la


desventaja de las radiaciones UV si se emplearan como desinfectante único.

4.- LÁMPARAS UV DE BAJA PRESIÓN

Las lámparas UV que se emplean en desinfección de aguas se clasifican en:

• Baja Presión: de baja intensidad y de alta intensidad


• Media Presión: alta intensidad

Muchos de los sistemas de desinfección UV están basados en el empleo de lámparas ultravioleta de


baja presión – baja intensidad (BP-BI).

Estas lámparas tienen un diseño lineal y delgado, variando en longitud desde 35 a 163 cm y en
diámetro desde 1.2 a 1.9 cm. Operan de forma óptima a una temperatura de pared de lámpara de
40 ºC y con un arco eléctrico de 0.3 W/cm. Bajo estas condiciones, la presión interna de la lámpara
es apenas de 7 × 10-3 torr. Puede esperarse que una lámpara de baja presión de 147 cm de longitud
produzca 26.7 vatios de luz UV a 254 nm, si se conecta a una fuente de energía de 75 vatios.

Cerca del 88 % del rendimiento de la lámpara se produce a 253.7 nm (Fig. siguiente) haciendo de
ella un arma muy eficiente para la desinfección. Aunque las lámparas de baja intensidad producen
pequeñas emisiones a longitudes de onda entre 185 y 365 nm, se puede conseguir que la
envoltura de la lámpara evite la emisión de la onda de 185 nm, debido a que produce ozono.

Figura.- Espectro de energía radiante de una lámpara de baja presión (Meulemans, 1987)

Autores: J. Suárez, A. Jácome Asignatura:


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En una lámpara UV de BP-BI existe un exceso de mercurio líquido en la lámpara, y la presión de


vapor de mercurio está controlada por la parte más fría de la pared de la lámpara. Si la pared de la
lámpara no permanece a su óptimo de temperatura (40 ºC), puede condensarse más mercurio, lo
que provoca un descenso en el número de átomos de mercurio disponibles para liberar fotones de
luz UV, por lo que el rendimiento UV desciende. En ocasiones, el agua tiene un efecto de
enfriamiento sobre la pared de la lámpara, por lo que se debe suministrar energía adicional desde
el balasto para compensar esta pérdida de calor.

La vida útil de las lámparas de baja presión – baja intensidad varía de 10.000 a 13.000 horas,
dependiendo del número de ciclos diarios.

Las lámparas UV de baja presión – alta intensidad (BP-AI) son similares a las BP-BI, con la salvedad
de que se utiliza una mezcla de mercurio – indio en lugar de mercurio sólo. La utilización de esta
mezcla permite una mayor salida de intensidad UV-C (de 2 a 4 veces la salida en una lámpara de
baja intensidad), mayor estabilidad sobre un amplio rango de temperaturas y una mayor vida de la
lámpara (un 25 % más) (Crites & Tchobanoglous, 2000). El propósito de este tipo de lámparas es
combinar los beneficios de las lámparas de baja y de media presión; la emisión de luz germicida
prácticamente monocromática procede de las lámparas de baja presión, y los niveles de alta
intensidad de las de media presión. Estas lámparas operan en un rango de presiones de 10-2 a 10-3
torr, a una temperatura de 180 – 200 ºC, y con una corriente de 5 A (WEF, 1996).

La competitividad entre los fabricantes de sistemas UV no radica tanto en el modelo de las


lámparas, como en el tipo y diseño del balasto electrónico utilizado para controlar el sistema (Loge
et al., 1998). Los balastos electrónicos sirven para que las lámparas funcionen muy cerca de su
temperatura óptima de operación (40 ºC en lámparas de baja presión), usan menos energía y son
muy duraderos.

Figura.- Tipologías de balastos para lámparas UV

5.- LÁMPARAS UV DE MEDIA PRESIÓN

Las lámparas UV de media presión – alta intensidad (MP-AI) en la actualidad tienden a remplazar a
las lámparas de baja presión, sobre todo para grandes caudales de tratamiento. Estas lámparas
UV varían en longitud desde 25 a 70 cm, con un diámetro entorno a los 2.2 cm, operan a una
presión de mercurio mayor que las de baja presión (de 102 a 104 torr), con un arco eléctrico
relativamente elevado (48 a 126 W/cm) y a una temperatura de pared de lámpara también mayor
(600 a 900 ºC). Esta última característica hace que el rendimiento de este tipo de lámparas no se
vea afectado por la temperatura del agua. A estas temperaturas, todo el mercurio presente en las
lámparas se encuentra vaporizado y en diferentes estados de excitación. La transición de los
niveles de excitación a un nivel de menor energía se traduce en la liberación de luz a diferentes

Autores: J. Suárez, A. Jácome Asignatura:


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longitudes de onda (Fig.). El espectro de energía de una lámpara de media presión consiste en
varios picos.

Figura.- Espectro de energía radiante para una lámpara de media presión (Meulemans, 1987)

Aunque las lámparas de media presión son menos eficientes en la generación de radiación a 253,7
nm y a otras longitudes de onda germicidas (solo del 27 al 44 % de la energía generada se
encuentra en el rango de longitud de onda germicida), producen de 50 a 80 veces más
rendimiento germicida UV que las de baja presión (Loge et al., 1998). Este mayor rendimiento es
ventajoso en el tratamiento de aguas residuales de baja calidad, con valores bajos de transmitancia
del agua y coliformes asociados a sólidos en suspensión, como es el caso de los reboses de
alcantarillados unitarios.

Una lámpara de media presión de 25 cm de longitud puede ser diseñada para que produzca 450 W
de UV-B y UV-C, con una energía eléctrica de 2.8 kW (Hernández, 2001). Aunque las lámparas de
baja presión son eléctricamente más eficaces, las de media presión producen una potencia UV
mayor por lámpara. Por esto, los sistemas UV de media presión utilizan menos lámparas, ocupan
menos espacio y requieren menos mantenimiento que los de baja presión.

La lámpara seleccionada para los sistemas UV, los fabricantes la escogen sobre la base de un
método integral en el cual el diseño de la lámpara, del balasto y del reactor son interdependientes
(Crites & Tchobanoglous, 2000).

6.- CONFIGURACIÓN DE LOS SISTEMAS UV

Las lámparas UV en el reactor pueden estar orientadas de dos maneras: horizontales, paralelas a
la orientación del flujo, y verticales, perpendiculares al flujo.

Los puntos críticos en el diseño de sistemas UV son: conseguir flujo-pistón y minimización de las
pérdidas de carga. Ambos aspectos se optimizan utilizando lámparas horizontales.

Autores: J. Suárez, A. Jácome Asignatura:


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Figura: (a) sistema de lámparas horizontales paralelas al flujo. (b) sistema de lámparas verticales
perpendiculares al flujo (Crites & Tchobanoglous, 2000)

6.1.- Sistemas UV horizontales (paralelos a la orientación del flujo)

La mayoría de los sistemas de desinfección UV de aguas utilizan lámparas horizontales y paralelas


al flujo debido principalmente a dos razones:

• El tiempo de contacto por lámpara es mayor.


• Para una velocidad dada, la pérdida de carga es menor.

Esta orientación proporciona la mayor eficiencia en desinfección ultravioleta, mientras que


minimiza el riesgo de circuitos cortos en el reactor (Loge et al., 1998).

6.2.- Sistemas UV verticales (perpendiculares a la orientación del flujo)

La lámpara UV se orienta verticalmente, perpendicular al flujo, para facilitar las operaciones de


cambio de lámparas. El cambio de las lámparas se convierte en una operación sencilla bajo esta
configuración, pero otras actividades de mantenimiento se complican bastante. Por ejemplo, el
reactor UV debe dejarse fuera de servicio para la sustitución de las fundas o camisas de cuarzo
(Loge et al., 1998).

Autores: J. Suárez, A. Jácome Asignatura:


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7.- MÉTODOS DE CONTACTO ENTRE LÁMPARA Y AGUA

Aunque en la actualidad existen bastantes materiales para recubrir la lámpara UV y evitar así que
entre en contacto directo con el agua durante el proceso de desinfección, los que más se han
venido utilizando son el cuarzo y el teflón, sobre todo el primero de ellos.

7.1.- Fundas de cuarzo

La mayoría de los sistemas UV emplean una lámpara UV recubierta por una funda de cuarzo. Esta
funda, compuesta en un 99.99 % de SiO2, posee un bajo coeficiente de expansión térmico y una
elevada resistencia al «shock» térmico. El grosor de su pared varía desde 1.5 hasta 2.0 mm, para las
fundas de gran diámetro.

El cuarzo fundido es uno de los transmisores de luz UV más conocido. El “corte” del cuarzo fundido
en la región UV se encuentra entre 155 y 175 nm, y es dependiente del proceso de fusión
empleado en la manufacturación del material.

Algunos sistemas UV se caracterizan como «no productores de ozono» añadiendo a las fundas de
cuarzo 0.01 a 0.02 % de dióxido de titanio, que previene la formación de ozono generable cuando
la longitud de onda de 185 nm se une al oxígeno.

El cuarzo fundido transmite al agua el 89 % de la energía UV que generan las lámparas a 253.7 nm.
Este valor promedio de 89 % de transmitancia UV para las fundas de cuarzo incluye las pérdidas por
reflexión de la superficie. Muchas fundas se vuelven de vez en cuando marrones o ligeramente
descoloridas debido a la aparente reducción química del SiO2 (Loge et al., 1998).

Las lámparas UV están selladas dentro de las fundas de cristal de cuarzo por medio de anillos de
sellado múltiples, manteniendo así de forma efectiva una barrera hermética alrededor de los
circuitos internos, al mismo tiempo que mantienen aislada cada lámpara. Estas camisas están
diseñadas para durar prácticamente toda la vida del sistema (Hernández, 2001).

7.2.- Conductos de teflón

Un número reducido de sistemas UV utilizan tubos de teflón para impedir el contacto del agua con
las lámparas. El agua circula por el interior de estos tubos, mientras que las lámparas se montan
alrededor de ellos; la luz UV atraviesa los tubos de teflón antes de llegar al agua. En otros diseños,
los tubos de teflón rodean a la lámpara UV. En todo caso, las lámparas UV funcionan al aire, con o
sin reflectores, y han de ser enfriadas para mantener su óptimo de temperatura de pared.

La transmitancia UV del tubo de teflón, dependiendo del grosor de la pared, es aproximadamente


del 70 al 90 %, pudiendo descender a valores del 30 % por causa de las incrustaciones. La limpieza
de estos tubos resulta problemática debido a que han de ser extraídos de la línea y desmontados
para ello. El proceso de limpieza, además, parece reducir la capacidad del teflón para transmitir la
luz UV, produciendo un descenso de la transmitancia UV del sistema a lo largo del tiempo. Además,
los tubos de teflón tienden a cubrirse de polvo debido a precipitaciones electrostáticas
ocasionadas por la atmósfera fuertemente cargada que existe entre la lámpara y el tubo (Loge et
al., 1998). Debido a estos inconvenientes, este tipo de sistema está prácticamente limitado a
pequeños caudales.

Autores: J. Suárez, A. Jácome Asignatura:


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7.3.- Limpieza de las lámparas

La limpieza de las lámparas UV en sistemas horizontales de baja presión se puede realizar de dos
formas diferentes. La metodología más “elegante” consiste en extraer el banco ultravioleta entero y
depositarlo en una plataforma de lavado con agua, y después en el interior de un baño ácido
agitado con aire. Sin embargo, el método convencional para pequeños sistemas UV consiste en un
proceso manual, donde los módulos son introducidos a mano en un tanque de limpieza portátil en
el que un pequeño compresor agita una solución de ácido fosfórico (pH = 2), desprendiendo las
incrustaciones sobre la camisa (Loge et al., 1998).

Los sistemas de baja presión verticales utilizan una periódica “desincrustación con aire” mientras
funciona la unidad, lo cual prolonga el tiempo entre lavados. Durante un lavado los módulos
verticales deben ser extraídos del canal mediante una grúa o monorraíl e introducidos en un baño
ácido externo.

Control
(canal UV) Cable de energía

Interface Cable de datos


Tanque de
Puente limpieza
grúa Tramex

Guía de
montaje

Rail de
montaje Plataforma del
equipo UV
Compuerta
de salida Cable de datos y energía

Figura. Sistema de limpieza externo de lámparas en módulos UV verticales (O’Brian, 1995)

Para los sistemas de lámparas de media presión, existen dos tipos de limpieza:

• Una limpieza mecánica seguida de un proceso de limpieza química, durante el cual


el canal es vaciado de agua y llenado con ácido para la limpieza química de las
lámparas.

Para la limpieza manual del material óptico se recomienda la utilización de una


gamuza humedecida en alcohol o amoniaco diluido. En el caso de que se hayan
formado depósitos calcáreos, se recomienda el uso de soluciones de ácido cítrico o

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acético al 6 %. En cualquier caso, no deben utilizarse materias o detergentes


abrasivos, ni aceites, ni grasas o similares.

• Una limpieza a la vez mecánica y química mediante la utilización de un anillo de


limpieza, que limpia la lámpara cuando es necesario. Mediante este mecanismo no
es necesaria la extracción del módulo fuera del canal para proceder a su limpieza.

Figura.- Sistema de limpieza de lámparas UV con anillo mecánico automático

8.- CRITERIOS DE DISEÑO DE SISTEMAS UV

Los sistemas UV tienen la consideración de equipos que se proveen por suministradores, de modo
que el diseño responde a cada fabricante. Es conveniente plantear algunas consideraciones básicas
que son comunes a todos los sistemas de desinfección disponibles en el mercado.

Fundamentos
Se tiene 3 tipos de radiación UV: de onda larga o UV-A (λ = 315 a 400 nm) que se emplea en los
salones de bronceado; de onda media o UV-B (λ = 280 a 315 nm); y de onda corta germicida o UV-
C (λ < 280 nm). La absorción máxima por el ADN celular se produce entre 250 y 260 nm. Si el
tiempo de contacto es suficiente el ADN se romperá fotoquímicamente. Si el tiempo de contacto es
escaso, el ADN celular es capaz de auto-reconstituirse, sobre todo en presencia de luz solar, a este
fenómeno se denomina fotoreactivación.

Por lo tanto, un reactor UV tiene que ser diseñado de tal forma que la intensidad UV, la absorbancia
del agua y la hidráulica del flujo estén correlacionadas para alcanzar la máxima eficiencia
germicida.

Lámparas
En lámparas de vapor de mercurio de baja presión la salida (output) germicida disponible de UV a
253.7 nm está en torno a un 20 a 25 % del valor de entrada (input) de la lámpara. Sin embargo, los
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fabricantes ofertan una mejor relación Out/In, valga como ejemplo dos casos de la marca Ster-L-
Ray:

Modelo Input (W) Output (W) Out/In


G36T6L 39 13.8 0.35
G64T5L 65 25 0.38

Para el diseño, el cálculo de la dosis e intensidad debería basarse en una salida UV después de 100
horas de operación.

Se deberían emplear lámparas de línea delgada (slimline lamps) de un solo pin (single-pin) y con
balastos electrónicos de arranque instantáneo que ahorren energía (en los EE.UU. se pide que
tengan el certificado CBM, UL y ETL). Los balastos electrónicos sirven para que las lámparas
funcionen muy cerca de su temperatura óptima de operación (40 ºC en lámparas de baja presión),
usan menos energía y son muy duraderos. Por cada grado de temperatura que se aleje de 40 ºC, la
salida óptima UV se reducirá entre 1 a 3 %.

La separación entre lámparas debería ser tal que no queden muy próximas, ya que se produciría un
derroche de energía pues las propias lámparas absorberían gran parte de la radiación UV
provocando su sobrecalentamiento y reduciendo su poder germicida.

Los fabricantes deberían garantizar que las lámparas estén óptimamente separadas de forma que
se utilice el 90 % de la energía UV útil de cada una en un reactor de múltiples lámparas.

Absorbancia de luz por el agua


En el diseño de un sistema UV se considera clave la separación entre lámparas, la cual depende de
la absorbancia de luz UV por el agua. La absorbancia se estima mediante la ley de Beer-Bouger-
Lambert:

I1 = I 0 × 10 − a d
donde:
I1: intensidad superficial medida a la distancia d, µW/cm2
I0: intensidad superficial de la lámpara, µW/cm2
d: distancia recorrida por la luz, cm
a: absorbancia del medio, cm-1

Por ejemplo, los efluentes secundarios tienen una absorbancia menor que 0.2 cm-1 y se les exige
una calidad en cuanto a SS:DBO de 20:20. El valor de 0.2 cm-1 puede utilizarse para dimensionar los
reactores UV considerando que el agua absorbe un 90 % de la energía germicida. De modo que,
aplicando la ecuación anterior el espesor de la capa de agua en torno a la lámpara sería de 5 cm (ya
que I1 = 0.1 I0). Mientras, en aguas potables la absorbancia puede ser tan baja como 0.02 cm-1, por lo
que el espesor o distancia de la capa de agua desinfectada podría ser de hasta 50 cm.

Autores: J. Suárez, A. Jácome Asignatura:


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dagua
I0 I1

En la práctica, para efluentes secundarios se recomienda una distancia entre centros de lámpara de
75 mm. De modo que, si el diámetro de la lámpara mas funda de cuarzo es de unos 25 mm, el
espesor de agua que queda entre lámparas sea de unos 5 cm, es decir 2.5 cm por lámpara que es la
mitad de lo calculado anteriormente, que podría entenderse como un factor de seguridad, zonas
de intersección, etc.

Dosis
La dosis germicida es el producto de la intensidad superficial aplicada por el tiempo de contacto:

D = I × TC

La intensidad en el punto más alejado debería ser igual al 10 % de la intensidad superficial de la


lámpara en la cara externa de la funda de cuarzo, tal como antes se ha indicado. Por ejemplo, para
el modelo G36T6L con longitud de lámpara de 36 in, diámetro de 0.75 in (≈ 19 mm) y salida de 13.8
W, la intensidad superficial de salida sería:

I0 =
13.8 W
×
106 µW
×
(1 in ) = 25 217 µW
2

π × 0.75 in × 36 in 1W (2.54 cm )2 cm 2

Por lo tanto, en este caso la intensidad superficial en el punto mas alejado de la aplicación de rayos
UV será de 2522 µW/cm2.

Muchos estudios han demostrado que la dosis germicida necesaria para inactivar los
microorganismos presentes en los efluentes secundarios es de 16.000 µW-s/cm2. De modo que,
para el caso presentado, el tiempo de contacto necesario será:

16 000 µW − s/cm 2
TC = = 6.34 segundos
2522 µW/cm 2

Hay que aplicar factores de corrección o seguridad. Por ejemplo, la longitud efectiva de arco es
algo menor que la longitud de la lámpara. Así, el tiempo de contacto teórico se suele multiplicar
por un factor de seguridad de 2.

También es recomendable instalar sensores de intensidad que hagan saltar una alarma si la
intensidad superficial cae por debajo de un determinado valor (por ejemplo: 10.000 µW-s/cm2).
Estos sensores pueden emplear fibra óptica.

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En la práctica la dosis UV se determina experimentalmente (bioensayos: rayos colimados y/o


reactor piloto) o mediante un modelo matemático (método PSS informatizado por la EPA – UVDIS
3.1). La ventaja del programa informático consiste en su sencillez, pero se critica que no tiene en
cuenta las zonas oscuras ni la eficacia de la mezcla. Es normal apreciar diferencias del 50 % entre la
dosis UV calculada y la de bioensayos para un mismo equipo, siendo los valores calculados siempre
superiores a los de bioensayo.

Hidráulica del reactor


Se recomienda que el flujo sea de tipo pistón para conseguir un máximo rendimiento de la
desinfección. El flujo pistón ideal tiene un coeficiente de dispersión igual a 0, pero esto no se
consigue en la realidad.

Un flujo pistón turbulento con mínima dispersión longitudinal asegura que todos los
microorganismos recibirán una mínima dosis germicida efectiva.

Una dispersión del orden de 100 cm2/s puede garantizar que los microorganismos reciban entre
un 90 a 110 % de la dosis germicida.

En estudios a escala piloto se debe emplear el método de distribución del tiempo de retención, por
ejemplo midiendo la evolución de un pulso de sal para determinar el tipo de flujo. El volumen de
los reactores UV es pequeño ya que el tiempo de retención es generalmente menor que 1 minuto.

Algunos autores recomiendan que la pérdida de carga del reactor ronde los 50 a 60 mm para
evitar que la lámina de agua quede muy por encima (disminución de la dosis) o por debajo
(lámparas al aire) de las lámparas superiores de un módulo. Se recomienda que la velocidad
mínima del flujo sea de 0.30 m/s.

9.- ESTRATEGIAS PARA LA DESINFECCIÓN UV DE AGUA POTABLE

Los sistemas de desinfección UV pueden ser usados en una planta de tratamiento municipal o a pie
de grifo (punto de uso). Unidades UV se pueden instalar en una casa, negocio o institución para
proveer agua potable desinfectada. La ubicación de una unidad UV cerca al grifo resulta en un
sistema de distribución más corto.

La radiación UV no produce un desinfectante residual que pueda ofrecer protección contra el


crecimiento de microbios y la formación de biopelículas en la red de distribución. Así, tasas
reducidas de crecimiento bacteriano han sido reportadas en agua potable después de la
desinfección UV (Lund y Omerod, 1995). Esto ha servido para continuar con el uso de cloro como
desinfectante, pero hay evidencia científica que si el agua contiene suficientes nutrientes para
promover el desarrollo de microbios, la presencia de 1 ppm de cloro libre residual en una línea de
distribución no garantiza que no se formen biopelículas sobre las superficies de las tuberías y que
no se encuentren coliformes fecales en los puntos de uso. El cloro puede reaccionar demasiado
rápido con las moléculas superficiales de la biopelícula y no penetrar lo suficiente para inactivar
microbios más profundos. Por otro lado, la cloramina es menos reactiva y da mejor control de
biopelículas y microorganismos heterotrofos en una red de distribución (Neden et al, 1992;
citado por Wright y Cairns, 2004). Dado que la cloramina no es un buen desinfectante primario, una
estrategia apropiada sería usar UV como desinfectante primario y cloramina como residual para
controlar el crecimiento microbiano en las redes.
Aunque la cloramina produce menos trihalometanos que el cloro libre, sin embargo promueve la
formación de organoclorados de mayor peso molecular. Así, una estrategia alternativa para el
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control de crecimiento microbiano en una red puede ser tratar el agua para eliminar los nutrientes
que promoverían el crecimiento microbiano. Filtros biológicamente activos pueden ser usados
antes de un sistema UV para reducir la concentración de carbón orgánico asimilable (COA),
compuestos orgánicos de menor peso que pueden ser fácilmente ingeridos por los microbios para
su crecimiento.

Con agua de pozo, la tierra actúa como un gran biofiltro reduciendo la concentración de COA y
filtrando quistes de protozoos, bacterias y virus. En el caso de agua subterránea, sin influencia de
agua superficial, la desinfección UV puede ser usada directamente con mínimo pretratamiento. Un
posible problema es la presencia de iones inorgánicos que pudiesen contribuir a la formación de
incrustaciones sobre las camisas de las lámparas.

En el caso de aguas superficiales, la presencia de quistes de protozoos, SST, y niveles mayores de


COA tiene que ser tomada en consideración. Aunque dosis más elevadas de cloro pueden ser
usadas para inactivar quistes de Giardia, el cloro es ineficaz contra Cryptosporidium. A menos
que la investigación actual sobre la capacidad de las lámparas de media presión para inactivar
quistes y o-quistes pruebe lo contrario, la filtración es la solución más práctica para la remoción
de quistes protozoarios. Por lo tanto, una estrategia de desinfección adecuada para aguas de
superficie sería filtrar el agua para remover SST y quistes protozoarios, aplicar UV para inactivar
bacterias patogénicas y virus, y usar cloraminas o control de COA para proteger el sistema de
distribución de crecimiento microbiano.

9.1.- Requerimientos de dosis UV

No se ha llegado a un acuerdo acerca de la dosis UV mínima requerida para la reducción de


patógenos. Hay muchas consideraciones a lugar cuando se escoge la dosis UV suficiente para
desinfectar un suministro de agua potable a un nivel aceptable. Los factores a considerar incluyen
la calidad de la fuente y el nivel de contaminación microbiana, el impacto sobre la contaminación
microbiana de los procesos de tratamiento localizados antes de la unidad de desinfección UV, la
información epidemiológica correlacionando poblaciones microbianas con la ocurrencia de
enfermedades, y el riesgo considerado aceptable para proteger al público de enfermedades
relacionadas con el agua.

La dosis UV puede determinarse con un aparato de rayo colimado usado como patrón en un
laboratorio o con una unidad piloto de desinfección instalada “in situ”. En un estudio de rayo
colimado, una placa de petri conteniendo una muestra de agua es irradiada de manera controlada
usando una fuente UV de intensidad conocida.

Se puede establecer relaciones de respuesta a la dosis UV mediante la variación del tiempo de


exposición con el aparato de rayo colimado o mediante la variación del caudal a través de la
unidad piloto de desinfección. La curva de respuesta a la dosis UV dará información acerca de la
sensibilidad de los microbios al UV y del impacto de microbios asociados a sólidos en suspensión
sobre la desinfección. Idealmente, la curva de respuesta a la dosis UV se debe obtener para la
muestra de agua de peor calidad: niveles altos de sólidos en suspensión o turbidez, conteos
elevados de microbios (0), y niveles altos de compuestos absorbentes de UV (solubles y en
suspensión). Una curva de respuesta UV puede servir no sólo para identificar la dosis UV para
alcanzar un nivel de desinfección sino también para identificar si el pretratamiento del agua puede
conducir a una solución de desinfección más económica.

Las Administraciones establecen diferentes requisitos de dosis. El Departamento de Salud,


Educación y Bienestar de los Estados Unidos (DHEW por sus siglas en inglés) propuso en 1966
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como guía de desinfección UV en barcos una dosis UV de 16 mW-s/cm2 en todos los puntos
dentro de la cámara de reacción. Se recomendó también pretratamiento del agua para cumplir con
los estándares de agua potable con énfasis en la remoción de turbidez y color.

La Oficina Nacional de Sanidad de los EE.UU. define dos estándares (norma ANSI/NSF 55-1991) para
sistemas UV. El primer estándar define una unidad de desinfección UV de Clase A, diseñada para
desinfectar virus y bacteria a niveles seguros. Las unidades de Clase A deben proveer una dosis de
38 mW-s/cm2. El segundo estándar define una unidad UV de Clase B diseñada para desinfección
suplementaria de agua tratada y desinfectada (punto de consumo). Las unidades de Clase B
deben proveer una dosis de 16 mW-s/cm2. La NSF estableció que una dosis de 16 mWs/cm2
produciría una reducción superior a 2 U-log de bacterias heterotrofas no formadoras de esporas y
una dosis de 38 mWs/cm2 proveería 4 U-log de remoción de virus.

Similar a la guía del DHEW, el estándar NSF 55 no está indicado para aguas residuales. Además, si se
va a tratar aguas superficiales, se debe usar un prefiltro para reducción de quistes.

La Norma de Tratamiento de Aguas Superficiales de la US-EPA (Agencia de Protección Ambiental


de los EE. UU.) requiere una dosis de 21 a 36 mWs/cm2 para proveer una reducción de 2 a 3 U-log
del virus de hepatitis A, respectivamente. Este requisito de dosis incluye un factor de seguridad
de 3.

La AWWA (Asociación Americana de Plantas de Agua Potable) recomienda una dosis de 40


mWs/cm2 para sistemas municipales pequeños.

En Europa, países como Noruega, Austria y Francia señalan dosis de 16, 30 y 25 mW·s/cm2,
respectivamente.

9.2.- Sub-productos de desinfección

La capacidad de la luz UV de promover reacciones fotoquímicas sirve de base a dos aplicaciones


tecnológicas: desinfección UV y oxidación avanzada.

La oxidación avanzada usa la energía de la luz UV, sola o en combinación con oxidantes químicos,
para promover la destrucción de productos orgánicos peligrosos.

Varios estudios han identificado y caracterizado los subproductos de desinfección UV derivados de


reacciones fotoquímicas aparte de las de dimerización de ADN. Awad et al. (1993) observaron la
formación de formaldehído, glioxal y acetaldehídos así como la reducción de hidrocarburos
cuando se irradiaba agua residual con lámparas de mercurio de baja presión. Los formaldehídos se
incrementaron de 3.54 µg/L a 5.9 – 9.62 µg/L después de la aplicación de una dosis de 45 - 147
mW·s/cm2. Estos niveles de formaldehído están muy por debajo del indicado por la US-EPA de 1
mg/L para la vida de un adulto de 70 Kg. Se concluyó que el riesgo para la salud por los niveles
observados de formaldehído era insignificante (US EPA, 1996).

Oppenheimer et al. (1996) compararon la formación de subproductos en la desinfección de agua


reciclada usando una dosis UV de 300 mW·s/cm2 con la obtenida después de desinfectarla con
cloro. Se obtuvieron incrementos significativos en los trihalometanos después de la desinfección
con cloro, y no se formaron subproductos de la desinfección con UV.

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Usando una dosis de 120 mW·s/cm2 para desinfectar agua del río Rin, Zoeteman et al. (1982)
(citados por Wright y Cairns, 2004) reportaron la formación de algunos subproductos de
desinfección y cierta destrucción de compuestos, pero no se observó un incremento en la
mutagenicidad del agua. Trabajos posteriores de Kool et al. (1985) y Kruithof y van der Leer (1990)
(citados por Wright y Cairns, 2004) confirmaron que de la desinfección UV no resulta la
formación de subproductos mutagénicos o carcinogénicos.

A diferencia del cloro y ozono, la radiación UV no resulta en la formación de COA que puede
promover el crecimiento microbiano en las líneas de distribución.

La radiación UV a 240 nm puede promover la conversión de nitrato a nitrito. La formación de


nitritos no constituye un problema con sistemas de lámparas monocromáticas de mercurio de baja
presión (Sonntag y Schuchmann, 1992). La conversión de nitrato a nitrito con lámparas
policromáticas de mercurio de media presión puede ser impedida usando camisas de lámparas
que absorban longitudes de onda de 240 nm.

En definitiva, la formación de subproductos durante la desinfección UV de agua potable es


despreciable y no se ha podido determinar un incremento medible en la toxicidad del agua
atribuible a subproductos de la desinfección por UV.

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