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Tema-UV
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TEMA
DESI FECCIÓ UV
1.- INTRODUCCIÓN
2.- MECANISMO DE DESINFECCIÓN
3.- VENTAJAS Y DESVENTAJAS DE LAS RADIACIONES UV
4.- LÁMPARAS UV DE BAJA PRESIÓN
5.- LÁMPARAS UV DE MEDIA PRESIÓN
6.- CONFIGURACIÓN DE LOS SISTEMAS UV
7.- MÉTODOS DE CONTACTO ENTRE LÁMPARA Y AGUA
8.- CRITERIOS DE DISEÑO
9.- ESTRATEGIAS PARA LA DESINFECCIÓN UV DE AA.PP.
1.- INTRODUCCIÓN
En el ciclo del agua urbana su empleo está más extendido en pequeños sistemas de
abastecimiento y en la desinfección de agua para aplicaciones o usos en hospitales, escuelas,
industrias de bebidas, alimenticias y farmacéuticas.
Los rayos UV constituyen la franja del espectro electromagnético situada entre los 100 y 400 nm.
Entre los rayos x y la luz visible. La escala expandida de la radiación UV se distribuye así:
Rayos x UV — vacío ... UV-C ….. UV-B ... UV-A ... Luz visible Infrarrojo
Las radiaciones que atraviesan la atmósfera terrestre y alcanzan la superficie son las comprendidas
entre los 280 nm y las próximas al infrarrojo, el resto son absorbidas por la capa atmosférica de
ozono.
La radiación UV no es una radiación óptica y por tanto el término "luz” ultravioleta no es el más
correcto, aunque realmente las radiaciones UV se comportan como las radiaciones visibles.
Para conseguir radiaciones UV-C se utiliza una lámpara de vapor de mercurio por la que se hace
pasar la corriente eléctrica. La radiación UV resulta del flujo de electrones del vapor de mercurio
ionizado, entre los electrodos de la lámpara. Ocurre como en las lámparas fluorescentes, con la
diferencia de que en éstas el bulbo está recubierto con una capa de fósforo que convierte la
radiación UV en luz visible.
= 0 e − k I TC
El poder desinfectante de una lámpara UV, viene dado por el producto entre la intensidad o
cantidad de energía por unidad de superficie y el tiempo de exposición o de contacto del agua.
Este producto, la dosis, se puede expresar en microwatios segundo por centímetro cuadrado (μW-
s/cm2).
D = I × TC
La figura siguiente representa la ley de Chick, mostrando la inactivación como función de la dosis
UV aplicada.
Una interpretación útil de la ley de Chick es que por cada incremento en dosis UV igual a 2.3/k hay
una reducción de 1 orden de magnitud de la población microbiana.
La desinfección UV inactiva los microorganismos por absorción de la luz, la cual origina una
reacción fotoquímica que altera los compuestos moleculares esenciales en la función celular. La
desinfección tiene lugar como consecuencia de la inactivación del ácido desoxirribonucleico
(ADN) de los microorganismos. Los ácidos nucleicos son los puntos de ataque de la radiación UV.
A una longitud de onda de 250-260 nm la absorción suele ser máxima. El poder germicida de la
radiación UV es máximo a 264 -265 nm. Las lámparas UV emiten el 90 % de su radiación a 253,7 nm.
La actuación de estas radiaciones sobre dos de las moléculas contiguas de timina o citosina
(pirimidinas) de una misma cadena de ADN o ARN forma moléculas dobles o dímeros, lo cual
impide la duplicación del ADN y ARN de los microorganismos y por tanto su reproducción.
Hay una serie de factores que inciden en la eficacia de un sistema de UV, entre los que pueden
citarse: los sólidos en suspensión que protegen a los microorganismos de las radiaciones, las
sustancias orgánicas que absorben radiación UV, reduciendo la cantidad disponible. Otras
sustancias, con cierta frecuencia presentes en el agua, como Fe y Mn, pueden producir manchas en
la envoltura externa de cuarzo de las lámparas, y otras como sales de calcio y magnesio, pueden
causar incrustaciones, tanto sobre la propia lámpara como en la cámara de desinfección.
Estas lámparas tienen un diseño lineal y delgado, variando en longitud desde 35 a 163 cm y en
diámetro desde 1.2 a 1.9 cm. Operan de forma óptima a una temperatura de pared de lámpara de
40 ºC y con un arco eléctrico de 0.3 W/cm. Bajo estas condiciones, la presión interna de la lámpara
es apenas de 7 × 10-3 torr. Puede esperarse que una lámpara de baja presión de 147 cm de longitud
produzca 26.7 vatios de luz UV a 254 nm, si se conecta a una fuente de energía de 75 vatios.
Cerca del 88 % del rendimiento de la lámpara se produce a 253.7 nm (Fig. siguiente) haciendo de
ella un arma muy eficiente para la desinfección. Aunque las lámparas de baja intensidad producen
pequeñas emisiones a longitudes de onda entre 185 y 365 nm, se puede conseguir que la
envoltura de la lámpara evite la emisión de la onda de 185 nm, debido a que produce ozono.
Figura.- Espectro de energía radiante de una lámpara de baja presión (Meulemans, 1987)
La vida útil de las lámparas de baja presión – baja intensidad varía de 10.000 a 13.000 horas,
dependiendo del número de ciclos diarios.
Las lámparas UV de baja presión – alta intensidad (BP-AI) son similares a las BP-BI, con la salvedad
de que se utiliza una mezcla de mercurio – indio en lugar de mercurio sólo. La utilización de esta
mezcla permite una mayor salida de intensidad UV-C (de 2 a 4 veces la salida en una lámpara de
baja intensidad), mayor estabilidad sobre un amplio rango de temperaturas y una mayor vida de la
lámpara (un 25 % más) (Crites & Tchobanoglous, 2000). El propósito de este tipo de lámparas es
combinar los beneficios de las lámparas de baja y de media presión; la emisión de luz germicida
prácticamente monocromática procede de las lámparas de baja presión, y los niveles de alta
intensidad de las de media presión. Estas lámparas operan en un rango de presiones de 10-2 a 10-3
torr, a una temperatura de 180 – 200 ºC, y con una corriente de 5 A (WEF, 1996).
Las lámparas UV de media presión – alta intensidad (MP-AI) en la actualidad tienden a remplazar a
las lámparas de baja presión, sobre todo para grandes caudales de tratamiento. Estas lámparas
UV varían en longitud desde 25 a 70 cm, con un diámetro entorno a los 2.2 cm, operan a una
presión de mercurio mayor que las de baja presión (de 102 a 104 torr), con un arco eléctrico
relativamente elevado (48 a 126 W/cm) y a una temperatura de pared de lámpara también mayor
(600 a 900 ºC). Esta última característica hace que el rendimiento de este tipo de lámparas no se
vea afectado por la temperatura del agua. A estas temperaturas, todo el mercurio presente en las
lámparas se encuentra vaporizado y en diferentes estados de excitación. La transición de los
niveles de excitación a un nivel de menor energía se traduce en la liberación de luz a diferentes
longitudes de onda (Fig.). El espectro de energía de una lámpara de media presión consiste en
varios picos.
Figura.- Espectro de energía radiante para una lámpara de media presión (Meulemans, 1987)
Aunque las lámparas de media presión son menos eficientes en la generación de radiación a 253,7
nm y a otras longitudes de onda germicidas (solo del 27 al 44 % de la energía generada se
encuentra en el rango de longitud de onda germicida), producen de 50 a 80 veces más
rendimiento germicida UV que las de baja presión (Loge et al., 1998). Este mayor rendimiento es
ventajoso en el tratamiento de aguas residuales de baja calidad, con valores bajos de transmitancia
del agua y coliformes asociados a sólidos en suspensión, como es el caso de los reboses de
alcantarillados unitarios.
Una lámpara de media presión de 25 cm de longitud puede ser diseñada para que produzca 450 W
de UV-B y UV-C, con una energía eléctrica de 2.8 kW (Hernández, 2001). Aunque las lámparas de
baja presión son eléctricamente más eficaces, las de media presión producen una potencia UV
mayor por lámpara. Por esto, los sistemas UV de media presión utilizan menos lámparas, ocupan
menos espacio y requieren menos mantenimiento que los de baja presión.
La lámpara seleccionada para los sistemas UV, los fabricantes la escogen sobre la base de un
método integral en el cual el diseño de la lámpara, del balasto y del reactor son interdependientes
(Crites & Tchobanoglous, 2000).
Las lámparas UV en el reactor pueden estar orientadas de dos maneras: horizontales, paralelas a
la orientación del flujo, y verticales, perpendiculares al flujo.
Los puntos críticos en el diseño de sistemas UV son: conseguir flujo-pistón y minimización de las
pérdidas de carga. Ambos aspectos se optimizan utilizando lámparas horizontales.
Figura: (a) sistema de lámparas horizontales paralelas al flujo. (b) sistema de lámparas verticales
perpendiculares al flujo (Crites & Tchobanoglous, 2000)
Aunque en la actualidad existen bastantes materiales para recubrir la lámpara UV y evitar así que
entre en contacto directo con el agua durante el proceso de desinfección, los que más se han
venido utilizando son el cuarzo y el teflón, sobre todo el primero de ellos.
La mayoría de los sistemas UV emplean una lámpara UV recubierta por una funda de cuarzo. Esta
funda, compuesta en un 99.99 % de SiO2, posee un bajo coeficiente de expansión térmico y una
elevada resistencia al «shock» térmico. El grosor de su pared varía desde 1.5 hasta 2.0 mm, para las
fundas de gran diámetro.
El cuarzo fundido es uno de los transmisores de luz UV más conocido. El “corte” del cuarzo fundido
en la región UV se encuentra entre 155 y 175 nm, y es dependiente del proceso de fusión
empleado en la manufacturación del material.
Algunos sistemas UV se caracterizan como «no productores de ozono» añadiendo a las fundas de
cuarzo 0.01 a 0.02 % de dióxido de titanio, que previene la formación de ozono generable cuando
la longitud de onda de 185 nm se une al oxígeno.
El cuarzo fundido transmite al agua el 89 % de la energía UV que generan las lámparas a 253.7 nm.
Este valor promedio de 89 % de transmitancia UV para las fundas de cuarzo incluye las pérdidas por
reflexión de la superficie. Muchas fundas se vuelven de vez en cuando marrones o ligeramente
descoloridas debido a la aparente reducción química del SiO2 (Loge et al., 1998).
Las lámparas UV están selladas dentro de las fundas de cristal de cuarzo por medio de anillos de
sellado múltiples, manteniendo así de forma efectiva una barrera hermética alrededor de los
circuitos internos, al mismo tiempo que mantienen aislada cada lámpara. Estas camisas están
diseñadas para durar prácticamente toda la vida del sistema (Hernández, 2001).
Un número reducido de sistemas UV utilizan tubos de teflón para impedir el contacto del agua con
las lámparas. El agua circula por el interior de estos tubos, mientras que las lámparas se montan
alrededor de ellos; la luz UV atraviesa los tubos de teflón antes de llegar al agua. En otros diseños,
los tubos de teflón rodean a la lámpara UV. En todo caso, las lámparas UV funcionan al aire, con o
sin reflectores, y han de ser enfriadas para mantener su óptimo de temperatura de pared.
La limpieza de las lámparas UV en sistemas horizontales de baja presión se puede realizar de dos
formas diferentes. La metodología más “elegante” consiste en extraer el banco ultravioleta entero y
depositarlo en una plataforma de lavado con agua, y después en el interior de un baño ácido
agitado con aire. Sin embargo, el método convencional para pequeños sistemas UV consiste en un
proceso manual, donde los módulos son introducidos a mano en un tanque de limpieza portátil en
el que un pequeño compresor agita una solución de ácido fosfórico (pH = 2), desprendiendo las
incrustaciones sobre la camisa (Loge et al., 1998).
Los sistemas de baja presión verticales utilizan una periódica “desincrustación con aire” mientras
funciona la unidad, lo cual prolonga el tiempo entre lavados. Durante un lavado los módulos
verticales deben ser extraídos del canal mediante una grúa o monorraíl e introducidos en un baño
ácido externo.
Control
(canal UV) Cable de energía
Guía de
montaje
Rail de
montaje Plataforma del
equipo UV
Compuerta
de salida Cable de datos y energía
Para los sistemas de lámparas de media presión, existen dos tipos de limpieza:
Los sistemas UV tienen la consideración de equipos que se proveen por suministradores, de modo
que el diseño responde a cada fabricante. Es conveniente plantear algunas consideraciones básicas
que son comunes a todos los sistemas de desinfección disponibles en el mercado.
Fundamentos
Se tiene 3 tipos de radiación UV: de onda larga o UV-A (λ = 315 a 400 nm) que se emplea en los
salones de bronceado; de onda media o UV-B (λ = 280 a 315 nm); y de onda corta germicida o UV-
C (λ < 280 nm). La absorción máxima por el ADN celular se produce entre 250 y 260 nm. Si el
tiempo de contacto es suficiente el ADN se romperá fotoquímicamente. Si el tiempo de contacto es
escaso, el ADN celular es capaz de auto-reconstituirse, sobre todo en presencia de luz solar, a este
fenómeno se denomina fotoreactivación.
Por lo tanto, un reactor UV tiene que ser diseñado de tal forma que la intensidad UV, la absorbancia
del agua y la hidráulica del flujo estén correlacionadas para alcanzar la máxima eficiencia
germicida.
Lámparas
En lámparas de vapor de mercurio de baja presión la salida (output) germicida disponible de UV a
253.7 nm está en torno a un 20 a 25 % del valor de entrada (input) de la lámpara. Sin embargo, los
Autores: J. Suárez, A. Jácome Asignatura:
Universidade da Coruña MASTER EN INGENIERÍA DEL AGUA
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fabricantes ofertan una mejor relación Out/In, valga como ejemplo dos casos de la marca Ster-L-
Ray:
Para el diseño, el cálculo de la dosis e intensidad debería basarse en una salida UV después de 100
horas de operación.
Se deberían emplear lámparas de línea delgada (slimline lamps) de un solo pin (single-pin) y con
balastos electrónicos de arranque instantáneo que ahorren energía (en los EE.UU. se pide que
tengan el certificado CBM, UL y ETL). Los balastos electrónicos sirven para que las lámparas
funcionen muy cerca de su temperatura óptima de operación (40 ºC en lámparas de baja presión),
usan menos energía y son muy duraderos. Por cada grado de temperatura que se aleje de 40 ºC, la
salida óptima UV se reducirá entre 1 a 3 %.
La separación entre lámparas debería ser tal que no queden muy próximas, ya que se produciría un
derroche de energía pues las propias lámparas absorberían gran parte de la radiación UV
provocando su sobrecalentamiento y reduciendo su poder germicida.
Los fabricantes deberían garantizar que las lámparas estén óptimamente separadas de forma que
se utilice el 90 % de la energía UV útil de cada una en un reactor de múltiples lámparas.
I1 = I 0 × 10 − a d
donde:
I1: intensidad superficial medida a la distancia d, µW/cm2
I0: intensidad superficial de la lámpara, µW/cm2
d: distancia recorrida por la luz, cm
a: absorbancia del medio, cm-1
Por ejemplo, los efluentes secundarios tienen una absorbancia menor que 0.2 cm-1 y se les exige
una calidad en cuanto a SS:DBO de 20:20. El valor de 0.2 cm-1 puede utilizarse para dimensionar los
reactores UV considerando que el agua absorbe un 90 % de la energía germicida. De modo que,
aplicando la ecuación anterior el espesor de la capa de agua en torno a la lámpara sería de 5 cm (ya
que I1 = 0.1 I0). Mientras, en aguas potables la absorbancia puede ser tan baja como 0.02 cm-1, por lo
que el espesor o distancia de la capa de agua desinfectada podría ser de hasta 50 cm.
dagua
I0 I1
En la práctica, para efluentes secundarios se recomienda una distancia entre centros de lámpara de
75 mm. De modo que, si el diámetro de la lámpara mas funda de cuarzo es de unos 25 mm, el
espesor de agua que queda entre lámparas sea de unos 5 cm, es decir 2.5 cm por lámpara que es la
mitad de lo calculado anteriormente, que podría entenderse como un factor de seguridad, zonas
de intersección, etc.
Dosis
La dosis germicida es el producto de la intensidad superficial aplicada por el tiempo de contacto:
D = I × TC
I0 =
13.8 W
×
106 µW
×
(1 in ) = 25 217 µW
2
π × 0.75 in × 36 in 1W (2.54 cm )2 cm 2
Por lo tanto, en este caso la intensidad superficial en el punto mas alejado de la aplicación de rayos
UV será de 2522 µW/cm2.
Muchos estudios han demostrado que la dosis germicida necesaria para inactivar los
microorganismos presentes en los efluentes secundarios es de 16.000 µW-s/cm2. De modo que,
para el caso presentado, el tiempo de contacto necesario será:
16 000 µW − s/cm 2
TC = = 6.34 segundos
2522 µW/cm 2
Hay que aplicar factores de corrección o seguridad. Por ejemplo, la longitud efectiva de arco es
algo menor que la longitud de la lámpara. Así, el tiempo de contacto teórico se suele multiplicar
por un factor de seguridad de 2.
También es recomendable instalar sensores de intensidad que hagan saltar una alarma si la
intensidad superficial cae por debajo de un determinado valor (por ejemplo: 10.000 µW-s/cm2).
Estos sensores pueden emplear fibra óptica.
Un flujo pistón turbulento con mínima dispersión longitudinal asegura que todos los
microorganismos recibirán una mínima dosis germicida efectiva.
Una dispersión del orden de 100 cm2/s puede garantizar que los microorganismos reciban entre
un 90 a 110 % de la dosis germicida.
En estudios a escala piloto se debe emplear el método de distribución del tiempo de retención, por
ejemplo midiendo la evolución de un pulso de sal para determinar el tipo de flujo. El volumen de
los reactores UV es pequeño ya que el tiempo de retención es generalmente menor que 1 minuto.
Algunos autores recomiendan que la pérdida de carga del reactor ronde los 50 a 60 mm para
evitar que la lámina de agua quede muy por encima (disminución de la dosis) o por debajo
(lámparas al aire) de las lámparas superiores de un módulo. Se recomienda que la velocidad
mínima del flujo sea de 0.30 m/s.
Los sistemas de desinfección UV pueden ser usados en una planta de tratamiento municipal o a pie
de grifo (punto de uso). Unidades UV se pueden instalar en una casa, negocio o institución para
proveer agua potable desinfectada. La ubicación de una unidad UV cerca al grifo resulta en un
sistema de distribución más corto.
control de crecimiento microbiano en una red puede ser tratar el agua para eliminar los nutrientes
que promoverían el crecimiento microbiano. Filtros biológicamente activos pueden ser usados
antes de un sistema UV para reducir la concentración de carbón orgánico asimilable (COA),
compuestos orgánicos de menor peso que pueden ser fácilmente ingeridos por los microbios para
su crecimiento.
Con agua de pozo, la tierra actúa como un gran biofiltro reduciendo la concentración de COA y
filtrando quistes de protozoos, bacterias y virus. En el caso de agua subterránea, sin influencia de
agua superficial, la desinfección UV puede ser usada directamente con mínimo pretratamiento. Un
posible problema es la presencia de iones inorgánicos que pudiesen contribuir a la formación de
incrustaciones sobre las camisas de las lámparas.
La dosis UV puede determinarse con un aparato de rayo colimado usado como patrón en un
laboratorio o con una unidad piloto de desinfección instalada “in situ”. En un estudio de rayo
colimado, una placa de petri conteniendo una muestra de agua es irradiada de manera controlada
usando una fuente UV de intensidad conocida.
como guía de desinfección UV en barcos una dosis UV de 16 mW-s/cm2 en todos los puntos
dentro de la cámara de reacción. Se recomendó también pretratamiento del agua para cumplir con
los estándares de agua potable con énfasis en la remoción de turbidez y color.
La Oficina Nacional de Sanidad de los EE.UU. define dos estándares (norma ANSI/NSF 55-1991) para
sistemas UV. El primer estándar define una unidad de desinfección UV de Clase A, diseñada para
desinfectar virus y bacteria a niveles seguros. Las unidades de Clase A deben proveer una dosis de
38 mW-s/cm2. El segundo estándar define una unidad UV de Clase B diseñada para desinfección
suplementaria de agua tratada y desinfectada (punto de consumo). Las unidades de Clase B
deben proveer una dosis de 16 mW-s/cm2. La NSF estableció que una dosis de 16 mWs/cm2
produciría una reducción superior a 2 U-log de bacterias heterotrofas no formadoras de esporas y
una dosis de 38 mWs/cm2 proveería 4 U-log de remoción de virus.
Similar a la guía del DHEW, el estándar NSF 55 no está indicado para aguas residuales. Además, si se
va a tratar aguas superficiales, se debe usar un prefiltro para reducción de quistes.
En Europa, países como Noruega, Austria y Francia señalan dosis de 16, 30 y 25 mW·s/cm2,
respectivamente.
La oxidación avanzada usa la energía de la luz UV, sola o en combinación con oxidantes químicos,
para promover la destrucción de productos orgánicos peligrosos.
Usando una dosis de 120 mW·s/cm2 para desinfectar agua del río Rin, Zoeteman et al. (1982)
(citados por Wright y Cairns, 2004) reportaron la formación de algunos subproductos de
desinfección y cierta destrucción de compuestos, pero no se observó un incremento en la
mutagenicidad del agua. Trabajos posteriores de Kool et al. (1985) y Kruithof y van der Leer (1990)
(citados por Wright y Cairns, 2004) confirmaron que de la desinfección UV no resulta la
formación de subproductos mutagénicos o carcinogénicos.
A diferencia del cloro y ozono, la radiación UV no resulta en la formación de COA que puede
promover el crecimiento microbiano en las líneas de distribución.
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