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EL LENGUAJE
DE LA MODA
Una interpretación
de las formas de vestir
CAPÍTULO
1
La manera de vestir
como sistema de signos
L1 rop.¡ e.. lOe\ ltJble. E\
n.ub meno' que el mobiliJrio tk
b mente hc..ho '~iblc..
jAMI ' 1 AVfll, ryle m Co5rrmzc
plicar tales reaccio nes; esto se co noce ya como la Ley de Laver. Según
él, la misma indumentaria será
-la mu¡er onemaJ con kimono v una gorra de plástico para la Lluvia,
o d jeque con su túnica nauva y un bombín negro- no parece cómi-
ca. E tas vestiml!nt.t~ parecen anunciar que quicne!l las llevan, .tunque
físicamente no se encuentren c1 gusto en u nuevo paí , tienen l.t cabeza
llena de ideas o ctdemales a medio cocer. A lo turi t~ anglonortea-
mcricano qui.d le viniese bien tener en cuema eMe principio cuando
vta¡en a lugar~ muy exótico . ~tu y posiblemente. lo participame~ en
un viaje organizado tocados con ombrcros mexicano o con gorros rusos
de piel de o o le.) parecen igual de ridfculos y mentecatos a lo natura-
les de los paÍ'Ics que vi itan.
Más a menudo, cuando e lleva un:~ ol.t prenda ext ranjera, como
wando !OC deja caer una palabra o una frase extranjera en la conver~a
ción, no e pretende proclamar la procedencia de quien la Uen o u
devoción hacia otro paí . ino indicar ofi ticación. También puede er
un medio de prc >onar u rique¿a. Cuando vemos un lujoso reloj uizo,
s.tbemo que ~u propietario lo co mpró en u propio pa(s después de
pagar un precio ere veces uperior ,,) de un buen reloj de otra nacion,l-
ltdad. o que e ga~tó todavía m~ dinero en vi,tjar ha ta uiza.
ha<ita el suelo PJr.t poder ubir al tranvía, pareda no dar e cuenta de no estaba correctame nte vestida !>i no llevaba guantes. Em ily Post, en-
que ponía al dc~ubierto unas vaporosas enaguas de encaje ) media tre otros muchos, lo dejó bien claro:
negras bordadas. De 1gual manera, la ejecutiva actual que \'a in o rén.
al <lpoyar e obre u ffiC,)a en una reunión, puede fingir no da11>e cuenta Por upucHo, u-;ad icmprc los guantes en la iglesia, y también por
de que e le transparentan lo pezone a través de la blusa de seda. Qui- la calle. L• mujer wrdaderarnente elegante ~i e m pre lo lleva cuando está
zá no lo epa con ciemememe; DOS encomramo aquí en la ambigua fuera de casa, ha ta en el c:~mpo. U adlos siempre en u o restaurante, en
un teatro, cuando vayái a almorzar, o a una cena de gala o a un baile. ..
región de la imención frente a la interpretación que ramo problemas
Una dama nunc.t e quita los gu.tntcs para dar la mano, en ningún lugar
ha causado a los lingüi tas.
ni circunstancia. En lo acto de etiqueta ha de ponene los guantes para
l:.n el habla, lo términos de argor y Jos vulgarismo pueden acabar dM la mano a la anfitriona o a su propio in,•itados. 1
en el diccionario co mo palabra ab olutamente respetable ; lo mis mo
ocurre con las modas coloquiales y vulgares. La prendas o lo estilos No obstante, si pen amos ólo en aqueiJo complemento y ador-
que entran en el vocabulario de la moda procedente de una fuente co- no que acrualmcmc on opcionales, tendrb sentido hablar de eJJos como
loquial normalmente tienen una vida mayor que la que empiezan co mo modificadore . Por tanto, c.:n este sentido ya se puede distinguir un esti-
vulgarismo . Lm. botas de charol hasta el muslo, que empe7a ron a u ar lo de vestir profusamente adornado de otro más cncillo y natural , in-
las má atrevidas de las llamad.t «mujeres de alqu ilen. como señal de dependientemente de la épocct. Como ocurre con el habla, es más dif(-
que elttaban dispuestas a ayudar a hacer realidad cierras fa ntasías ma:s- cil comunicar bien con un estilo demasiado recargado, aunque cuando
culina , entraron y salieron con rchniva rapidez de la aira moda, mien- esto e consigue el resultado puede er im presionante. Un traje cargado
tras que lo pan talones vaquero fue ron ganando terreno de fo rma más de complemento y acce orio es fácil que parezca abigarrado, preten-
gradual , pasando de '>ll orígen~ como ropa de trabajo al vestuario in- cioso o desco ncertant~. Sólo muy de ,·e~ en cuando el todo resalta so-
formal, luego <ti de negocio y finalmente a la ropa de etiqueta. y e tán bre cada uno de lo elementos y el efecto de conjunto es lujo o, elegan-
todavía inmer o en una lema evolución. te y a menudo sumamente ensual.
AD]ITlVOS Y AD\ ERBIO : U DECORACIÓN DE LA VESTIMLNTh f L CAMBI ANTE VOCA BUlARI O DE LA MODA
Aunque la id~a e atractiva, no pan~ce posible equiparar las djstintas Como han eñalado a menudo qu ienes escriben sobre la ropa, un
prendas de vesur a las diferentes partes del discurso. o ob tante, e individuo no rmal que viva por encima del umbral de la pobreza cjene
puede defender la con idemción de Los adorno y los complemento muchas más prendas de vesti r de la que necesita para cubrir su cuer-
como adJetivo~ o adverbio - modificadores de la oración, que el con- po, incluso teniendo en cuenta lo lavado y lo cambio de tiempo.
junto completo pero se debe recordar que lo adorno y complemen- Por otra pane, a menudo de echamos prenda con poco o ningú n uso
tos de una época son component~ esenciales de la indumentaria de ocm. Y compramos orr.u. nuevas. ¿Por qué e hace csro? Uno afirman que
Hubo un tiempo en que los zapatos se ataban de verdad con hebillas todo e debe al lavado de cerebro a que e no somete por interese co-
y los botones de las mangas de una chaqueta se usaban para asegu- merciales. Pero la teoría de la con piraci6D para expJjcar los cambios
rar los puños vuel tos hacia arriba. Hoy estos botone!t, o los basronci- de moda -la idea de que la adopci6n de nuevo estilos DO es más que
llos de cobre unidos de uno zapatos de Gucci, son meros vestigio de el resultado de un,t conjuro entre codiciosos diseñadores, fabricantes y
aquéllo!. y carecen de roda función real. jo embargo, si faltan e pien a editores de revistas de modas- tiene, creo yo, meno fundamento de
que la chaqueta o los zapatOl> loe han deteriorado y que ya no e pueden lo que por regla general e cree. C iertamente, a la indu!ltria de la moda
usar. quizá le gustaría que tirásemos roda nuestra ropa cada año y renováse-
También los complementos se pueden considerar esenciales en un,t
vestimenta. .En los añm cuarenta v cincuenta, por ejemplo, una mujer
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mo!. por completo nuestro guardarropa, pero esre objetivo jamás se ha ro, que durante iglo fue un componente esencial del vesruario de calle
alcan¿a~o. l::.n pri~er lugar, no es cierro, ni lo ha ido jamá , que la (y a menudo del doméstico) de todo el mundo. En la aclualidad obrrvi-
g~n~c v1 ta cualqUier co a que e le ugiera. De de que la moda se con- '-e principalmente como protecci6o utilitaria contra el mal tiempo, como
VLrll~ra en ~n gran nego_cio, lo~ diseñadores proponen cada temporada componente de la vestimenta ritual (en las bodas de ctiquera, por ejem-
una 1mpres10nanre cam1dad de modelo . Lo fabricantes sólo han ele- plo) o como indicador de la edad o de la excentricidad individual.
gido o adaptado uno cuantos modelo para producirlos en erie., pero
sólo unos poco han tenido éxito.
Como ha cñalado Jame Laver, la moda no son sino el reflejo ~lODA PERSO AL: SER Y E.Sli\R
de la; c~stumbr~ de la época: on el espejo, no el original. Dentro de
los hnmes que !mpone la economía, la ropa e adquiere, se usa y e Como ocurre con el habla, el ignificado de cualquier prenda de
de!._echa de la mt ma forma que 1~ palabras, pues sati face nuesuas ne- ,·esrir depende de las circunstancias. o se •hablaJO en un vacío sino
cesidades y expresa nuestras ideas y emocione . Tod,\S las exhortacio- en un e pacio y un tiempo cspedficos, cuyo ignjficado puede ver e
nes de los experto en lenbruaje no con iguen salvar térmjnos pasados alterado por cualquier t.-ambio que e produzca en ello . Como ocurrí-
de moda o com·encer a la gente de que utilicen lo nuevo «Correcta- na con la frase «Sigamos con ~te maldito asumo•, el traje de calle ma-
mente:+. ?e igual manera, co mpr:tremo y u aremo aquella~ prenda~ rrón ue do piezas con carni a y corbata a rayas muy marcadas, que
que refleJan lo qu~ somo o lo que queremos ser en ese momento, y en La oficina ignifican ~nergía y determinación , en un funeral o en una
1~ que no lo retleJCn no las co mpraremo , por mucho que las anun- comida campe tre tendría una resonancia muy distinta.
Cie n ,1 bombo y pbtillo. Según Irving Goffman, el conceptO de <<ropa apropiada» Jepende
Antiguamente lo anistas de la moda de mayor talento, desde Worrh por completO de la iruación. Llevar la ropa que e considera «apropia-
hasta .. [ary Quanr, con cguían adivinar cada año lo que el público quería da,. para una ituación actúa como un signo de implicación en ella, y
que d1¡~en u rop~. Hoy parece que uno poco djseñadores han con- a la per ona cuya vestimenta no se ,tju ta a esros criterios e posible que
servado esta habilidad, pero otro mucho han demostrado estar tan se la excluya de forma más o menos sutil. Cuando e dan otro signo
irremediablemente perdidos como lo diseiladore de la indu tria auro- de profunda implicación, las normas sobre la ropa apropiada pueden
movilíslica norteamericana. 1:1 ejemplo clásico es el de La maxifalda q~edar en suspen o. A las per onas que acaban de escapar de un incen-
~ ~~tilo que aveje~ró_ a las mujeres,> las hizo parecer más gordas, im~ dto o de una inundación no ~e las cen ura por ir en pijama o sin pei-
p1d1cndoles el movtmlento en una epoca {1969) en que la juventud, la nar; a cualquier,, que irrumpa en un acto acial de etiqueta para dar
delg~dez y la energía e labru: de plena actualidad. la maxifalda e pre- una noticia importante e le di culpa por ir vestido con UJ1a camiseta
en~o ~on tremenda fan farna y no poca decepción. Las revistas y lo y pantalones vaquero .
pe:16d1co~ sacaban (a veces quizá sin dar e cuenta) foto de e cenas ca- En la lengua distinguimo entre alguien que dice bien una oración
lle¡eras de 1 ucva York y Lond~ IJenas de modelo pagada~ vestida -::laramente y con eguridad y dignidad- y quien la dice mal. Tam-
con .f~da largas) fingiendo er transeúntes normalc, para dar la im- ?Jeo en el ve tido La forma es tan importante como la materia, y al
p:esJOn ~los lectore de 1~ más remotas aldea de que las capitales ha- ¡uzgar el s~gnificado de cualquier prenda automáticamente no plan-
blan cap1rulado. Pero tan Intensos ~fuerzo fueron en \'ano: la maxifaJ- :t>are~10 s~ ~o está bien o i e demasiado grande o demasiado peque-
d~ fracas6 rmundamente, provocando a quienes apostaron por ella un na, SI es vteJa o nueva y especialmente si está en buen estado, ligera-
bten merecido desastre financiero. men~e arrugada y ucia o destrozada y mugrienta. Puede que la limpiert.a
I .t industria de la moda no es m.h capaz de con ervar un e tilo que no 1empre esté próxima a la antidad. pero normalmente e la consi-
hombres Y I~UJeres hayan decidido abandonar que de imponer uno dera u_~ igno d~ respetabilidad o al menos de respeto a uno mismo.
que e empenen en no aceptar. En los Estado Unidos, por ejemplo, Tamb1en es un signo de status, pues ir limpio y a!.eado ~iempre upone
en~rmc!. presupuestm. publicitarios y la incondicion;-¡l cooperación de un gasto de tiempo y dinero.
rev1~tas como Vogue y Esquire no han sido cap,lCCS de alvar el sombre- En unos pocos ambientes, por supuesto, el desinterés por l,t limpie-
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na que lleva la ropa demasiado limpia, pulcra y sin arrugas. De este rrestar el efecto•. 1 La persona con exceso de peso que no observa esta
hombre -o, con menor frecuencia, mujer- se ospecha que es poco regla corre el peligro de IX'recer vu lgar o inclu o repugna nte. En la obra
de fiar, un zalamero o un estafador de la ciudad. Lord ji m, de Joseph Conrad, la ' ergüenza del corrupto capitán hola n-
o ob tante, por lo general llevar la ropa sucia, arrugada o rota es dé la subraya el hecho de que, pese a su cxcesi\ra gordura, vi te én pú-
invitar a1 men~precio y a la condescendencia. E.su reacción no es nueva; blico pijamas con rayas de color naranja y verde.
e remonta de hecho a los albores de la humanidad. En la mayoría de
las especies, un animal extraño en malas condiciones -con sarna o con
el pelo enmarañado y lleno de barro- tiene más posibilidades de ser DrscuRSo EXCÉt-.'TRlCO v cor-:vENCtONAL
atacado por Otros animales. De igual manera, a las personas vestidas
con andrajo.) es más fácil que se las trate mezquinamente. Un hombre En el \'estido, como en la lengua, hay una po ible g,tma de t.>xpre-
con un traje limpio y bien planchado que e oiga en una calle del cen- sión que va desde la manifestación más excéntrica hasta la más conven-
tro de Londres o de Manhattan tiene más probabilidades de que le ayu- cional. En un extremo del espectro se encuemra aquella \'CStimenta cu-
den a levantarse que orro vestido con harapos mugrientos. yo~ elementos individuales o «palabras» on umamente incongruentes,
En ciertos momento:. y lugares -una noche cerrada, un callejón definiendo a quien la lleva (.1 no er que esté ~ ubid o a un escenario o
solitario- la uciedad y los harapos, como hablar entre dientes o con inmerso en un desastre naturJI) como una per ona mu y peculiar o po-
grunido , pueden causar alarma. En la novela Grandes esperanzas de siblemente trastornada. lmagincmo , por ejemplo, una blu.)a tran pa-
Dicken , t.'StO.s do elementos forman parte del terror que siente Pip rente de lentejuelas sobre unas enaguas victorianas de algodón ucias
cuando ve por primera vez al pre idiario Magwitch en el cementerio: y uno~ chanclo negro de goma. i esta misma indumentaria la us.1 e
«Un hombré horrible, con una ropa basta de color gris, con un gran un hombre. o i d orden gramatical normal de la oracióo e vie e alte-
hierro enctma de la pierna. Un hombre sin ombrero, y con los zapa- rado -uno de los chanclo puesto al revés enci ma de la cabeza, por
ws roto , y con un trapo viejo alrededor de ]J cabeza». ejemplo-, el efecto de locura ería aún mayor.
Una prenda no ólo aparece en un lugar y un momento concretos, En el ext remo opue to del e pectro está la indumentaria que e el
debe «hJblarla• -esto es, vestirla- una per ona concreta. Hasta una equivalente de un cliché; igue un estilo e tablecido en cada detalle e
simple frase como •Quiero una copa». o una imple prenda como unos idemific.t instantáneamente a quien la IJeva como médico, bippie o pros-
pantalones corto o una cami era, tendrán un a pecto muy diferente tituta. E tas \'e rimenra no son infrecuentes, puc como bao .)eñalado
asociadas a un hombre de e enta año , ,1 una muchacha de dieciséi do ociólogos británicos, «la identificación con un grupo social y la
o a un niño de seis. Pero la edad y el exo no on las únicas variable participación activa en él siempre implican ,1! cuerpo humano y .1 su
a consider-:1r. Al juzgar una prenda de vestir t.tmbién tendremo en cuema adorno y u vestido».1 Cuanto más significativo e un rol social para
los atributos físicos de la per: ona que la lleva puesta, evaluándola en un individuo, más probable e que se vista de una manera especial pa-
aspectO.) como u altura, su peso, u postura. su ti po racial o étnico y ra desempeñarlo. Cu.tndo do role.s e contrapongan, la indumentaria
lo rasgos y la expresión de su c.tr-a. 1:.1 mismo vestuario lucirá diferente
en una pcr ona cuya cara y cuyo cuerpo no parczc.In atractivos que 2. [ mil) P <hl, F:uqmm~ ( 1921 ). p.¡¡;. 593.
en otra que no parezca fea. Por upuesto, la idea misma de «atractivo• 3. Ted l'olhcmu' ,. L~'nn P~"tor. r~sloum & A tui·f .l>bw11, p.1¡;• .20.
J::L lL"'GUAJI (¡(;LA ICIDA 35
puedan ser social, imclectu .tl o e~télicam em e. Si csro es ,, f, t.tmbién thc Holy Gho t• vuelven a casa por vacacionc , la autora :scribe que
nos podemo imaginar lo contrario, y de hecho mis propia<. compañe- . licuaro n con lo conventuales uniformes marrones que teman que lle-
ra de b u nive~tdad y yo lo hací,tmo treima años atrás. De día llevá- ,.ar ~n ~ fount Sr. Schola rica, pero en cuanto abrieron las maletas e
bamo idénticos jer cy ancho obre un ampl io surtido de pa m alo n~ . quir,t ron lo uniformes .Y e viStie~on con faldas rojas y blusas_ chillo-
falda e cocesa . fa ldas anchas de algodón, rectas de twecd o ceñidas fal- n.t . Se pintaron lo labtos, e pu teron los zapatos de los dommgo y
da~ de punto, pamaloncs de e quiM y bermudas. « a mos toda buenas :.e pasearon por roda la ca ,, obre su airo tacones....
compañeras de cimura para arriba; pensamo y h,tblamo igual». pro- N ú obstante, en ciert a circunstancia ponerse un uniforme puede
clamab.t est a indu mentaria, 4<pcro como mu jere omo!> ab olutamente !>Cr un alivio, o incluso una experiencia agradable. Puede facilitar la tran-
di!>timas.• sición de un rol a otro, co mo eñala Antbony Powell en Faces in My
Time cuando describe su ingreso en el ejército británico en 1939:
EL u N irORMF Había que olvidar e por completo de todo aquello que había con ti-
ruido tu vida ólo una emanas ame:.. A este estado mental contribuía
el anonimato del uniforme. algo por lo que hay que pasar para poder
Lt forma má extrema de ropa convencional es la indumentaria to- apreciarlo, en un emido m:Ís evidente cuando e t.h fuera de ervicio
ral mente impue ta por otros: el un iform e. D,1 igual el tipo de unifor- en si ti o~ como vagonc · de tren o b.m~s . 4
me que ea: mi litar, civil o rcligio o; el ve tuario de un ge neral, de un
canero, un,t monj,\. un mavordo mo, un jugador de h'ttbol o una cama- También es cieno que un uniforme puede ocultar las carencia físi-
rct<t. Ve tir de librea es renunciar al propio derecho a actuar como in- cas y las psicológicas, o inclu o eliminarl as; la toga de un juez. o la bata
dividuo; en términm lingüí tic<h c!> !>t>r parcial o totalmente censura- de un ciru jano pueden con eguir di~ imular una con tituci6n endeble
ble. Lo que e hace, como lo que se viste, e t<mÍ determ inado por o lo~ temores de incompetencia, tnv istiéndolo de dignidad y seguridad.
mnorid,tde externas; en mayor o menor grado, dependiendo de que Al contrario que la mayor parte de la ropa civil , el uniforme e con
uno <>ea. por ejemplo, un monje u·apen e o un hoy scour. El uniforme frecuencia consciente y deliberadamente imbólico. Identifica a quien lo
act u.t como una ~eñ1l de que no debemo o no h.tce f<t ha que tratemo Ucva como miembro de un grupo y a menudo lo ubica dentro de una
a .tlguten como un ser humano, y de que éste tampoco debe ni tiene jerarqu ía: a veces da información obre u hazaíi<l , co mo ocurre con
que tratarnos a nosotros como tales. o e ca ualidad que quiene v i~ b medalla~ al mériro de un scout y la condccor-acio ne de un general.
ten de uni for me, lejo de hablarnos con franque7.1 y inceridad, con Aunque algun o~ detalle de un traje ofi cial no vengan dictado de -
frecue ncta repitan mentiras mcdntcas. «H.t ido un placer tenerlo a bor- de arriba, con el uso pueden llegar a tener un signi ficado concretO. Ja-
do.. , dicen, e l o me e~ po ibl~ darle c:sa informaciÓn» o 4<El docror lo me Laver eñala que en Gran Bretaña
atenderá enseguida. •
Fl u o const<lme de un traje oficial puede u-an fo rmar h~t a tal punto ha:.ta hace bien poco la opiniones religio a de un cll:rigo e podlan
deducir por lo que lle\'aba en el cuello. i llevaba un cuello normal con
a una persona que le resulte difícil o impo iblc reaccionar no rmalmen-
una corbata bl.tnca probJ blemcmc era Ltrw Omrrb r ~v.mgéilco. i lle-
te. l:l doctor Gramlv, el archidi.kono de la novela The W.u·den ( l SS), ''llb.t cualquier versión del alzacuellos romano eqaba manifestando así
de Amhony Trollope, es beato y ceremonioso hasta cuando e tá olo u impatía hacia d ... Mw imumto de Oxford. "*
con ~u esposa: • o es hasta que no e ha c:11nbiado ~e eternamente
nuevo sombrero de .tia anch,1 por un gorro de dormir con borl,t, y e os
4. Ambon\ Powdl. fouu m 1/y Tim<, p~¡:. \1~ .
sayos negros y bnllantes por su acostu mbrada ro/Je de mttt, cuando el ~. J,¡m,'\ la-.·r, .\fode.ty m ~•. p.íg. 57.
doctor Grant h habla. mira ) picn.,a como un hombre corriente• . ,. ¡) lsr~ CJ•urch: la.:ción liht-r;¡( ~ C\-angélaa d. b l~lc-13 '\ n~lac;an¡ que w reb.tl\",¡m~ntc !'<X<'
Qunarse un unilormc suele ser un alivio. co mo es un aJi, io no acu- lmporuncu .¡ lth rnO> ~ ¡ I.1S do.:t nnó\' ti'OldiCI()O.llb; b} ~.:cJn¡.,-t:¡urr. r m r ugo¡ (,¡ salu.:ión por
l. le )' t«hu~ IJ t·f•c;m¡ de hh ~.h;I'Olno cnto~ ) J.t, hutnas obr.h por si olo,, ; e) lfcr..'zmzcmo d~
dir a un discur-,o oficial; a vece C!> también un igno de de=>afío. Cu.tn- 0\forcl: mnv1 miemu ~n u libernl de b Lgbu de ln¡:hterra que propugna el rttorno de e t<l l!'ll"'IJ
do bs cole(lialas
o de La hisrori.1 dt.: rlan ncn, O'Connor <•A Temple of ¡ h, do,."tnn¡, c.ltólic.t> pn mu•u ,
39
El 11 I'<GU \ ] l Dl LA M OL>A
sus ropas son simplemente mo n óto o~. 'lugiricndo una personalidad uñeco de ventrílocuo. A vece , por supue to. el regalo puede ser
poco interesante pero coherente. Otro parecen tener una especial faci- m
un. nvenido o halagador: la corbata que rec1.b.tmos por N av1'dad y que
b H.~
lidad para combinar colore , diseño y c~ti lo:> de una forma que - con · sro lo que nos hacía falta, el escota do cam1s'6 n de enca¡e
. que per-
razón o sin ella- ugiere torpe7a y falta de armonía pcr onaL En Las es ¡u , od d 1 •
mite a una mu jer de encanto mas que m era o verse a s1m1s ~a como
bosromanas (T he Bo tonian , 1 6}, de Heory James. el mal gu to en a auténtica belleza. A menudo, no obstante, el regalo e perc1be como
el vestir de la protago nista Vcrena Tarmnt, pre agia u co nfu ión moral un
una pétición, y una pencton · · que es .m ~ d'f'
1
·¡ d d
1
d
1 1c1 e_ e.sa~e n er p~rque
y u mal gusto para los hombre . Verena, que tiene el pelo de color viene J isfrazada de favor. Durante m1 pnmer_ mammo ~1~ y~ tema un
rojo imen o, hace u primera aparició n pública con «Un vestido ma- tilo de vestir que podríamos llamar Radchffe Beat mk (¡erseys ne-
rrón claro, con una fo rma que a Basil Ran o m le causó impre ión, unas ~ros} f.tldas de algod6n estampado de colore vivos). Mi suegra, con-
enaguas amarillas y un gran fají n de colo r carmesí atado al co tado; fi ,tda en convertirme en una joven m~a~rona de club de_ c~ mpo, m~ rega-
mientrns. alrededor del cuello, y cayéodole sobre su plano pecho juve- laba frecuemememe blusas de seda clas•cas de cuello mmu culo y ¡ersey
nil, llevaba una doble ~aden a de cuentas de ámbar-. Y, por i esto fuera dc cachemira blanco , beige o verde pálido que yo nunca me po nía
poco, Verena ram bi~ n llevaba «Un gra n abanico rojo que mantenb en pcro que no podía regalar porque llevaban bordadas mis inicial~ .
constante movim iento». Po nerse la ropa de otro es asum ir simbólicamente su personal1~ad.
Co mo cualquier lenguaje no verbal compl ejo, el ve tido e a veces Esto e a í aun cuando lo motivos que nos lleven a ello ean hosule!..
más elocuente que la lengua materna de quiene lo llevan. Ciertamen- En Our Mutual Friend {1864-1 865), de Dicken , el profesor BradJey
te, cuanto más inarticulada es una per ona verbal mente, más impor- Headsto ne se disfraza con .. burda ropas u ada de estibador• y un «pa-
tante~ on la manifestaciones que hacen u ropa . Por ~ u parrc, las per- ñuelo rojo completamente ennegrecido... por el uso-.. que on idénti-
onas que t ienen un di cur o verbal fl uido e pueden permitir er algo cos a los que lle,•a Robrue Riderhood, por lo que se acusará a ~ste del
descuidadas o o a vistiendo, co mo es el caso de cierto profesores y asesiniltO que Headstone pl ,tnea cometer. AJ asumir esta ve timenta
político . También ello , no obstante, nos están diciendo algo, pero puede Headstone se convierte literalmente en un ho mbre tan vil, depravado
que no nos estén diciendo dema iado. y culpable como Riderhood.
En nuest ra cultura el inocente intercambio de ropas es más habitual
entre las adolescentes, que de esta forma afirm an no ólo su amistad
L AS RO I"AS AJF.NAS sine también u identidad, igual que lo hacen usando el mismo argot
y expresando las mismas idea . La costumbre puede persistir en la vida
Lo homb re y la mujeres de uniforme no on lo) único que lle- adulta, y tambi én ocurre entre amante y entre esposo , aunque en este
van ropas que no han elegido por í mi mo . A tOdo nos vi tieron asi último caso el pré tamo es por lo común unidireccio nal. Compartir
en un principio, y con frecuencia lo último año de nuestra niñez. la ropa es siempre una firm e expresión de gusto , opin iones e incluso
y lo!! primeros de la .tdole cencia estuvieron marcado por las luchas personalidades compartidas. La próxima vez que esré usted en una gran
para que nos dejasen elegir nuestro propio ve tuario; en término \'er- fiesta, en una reunión o en un acto público. eche un vistazo al loca.l
bales, para que nos dejasen hablar por nosotro mismo . Alguno no Y pregúntese si hay alguien presente cuya ropas le gustaría a usted lle-
con cgu imos ganar e a batalla, o la ganamos ólo temporalmente hasta var en esa ocasió n. Si es así, ese hombre o esa mujer puede que sea un
que no convertimo en ese tipo de ho mbres (o, má raramente, muje- alma gemela.
res) a quiene sus esposas, marido o madres le d igan la ropa.
Todos nosmro , sin embargo, incluso ya de adulto , hemo sido en
uno u otro momento agrac1ados o desgraciados receptores de prenda
de ve.-.tir compradas por partemes o amigos. Es éste un ~galo em·enc- • R ~J,htte .... uno de lo, .:entro~ amegrodos en La L..ruwrsJd;ttl de H~r,~ rd. Un be.muk es
nado, p ue~ llevar ropa elegida por otro es aceptar y proyectar la im<l- uno d,· lm componente> del mo' inucnto i'l.ll, u pue<tos a la• ;~ctnodes )' 11 fo rm ~ de h.lhlar v
gen que tiene de ti el doname; en cierto ent ido. no convenimo' en de ' ' ~1r tunTeOCÍUilll~~ como ap~ióo dd J cs.coot.o:nto >O<:iJ! ( f.)
1 A \IA'fRA l)f \ FSTIR C0\10 WiTI \ 11\ m IG. O 43
4.2 U l f !'<< ,U \ j r 01' LA ~LOOA
Llevamo!> ropa por alguna de las misma r,tzo nes por las que habla·
mo : para que vivir y trabajar no resulte más fácil y cómodo. para pro-
clamar (o di fr,lzar) oue!>tra!> identidades y para atraer La atención eróti-
ca. Jame!> Laver ha denominado a esta motivo el principio de uti lidad,
el prin ipio jerárquico y el principio de seducción. Cualquiera que haya
asistido recientemente a una gran fi esta o a un congreso profcsion<1l re·
cardará que la mayoría de l,ts conver aciones 9ue no tenía n una finali-
dad práctica (((¿ Dónde e!>tán l:t bebidas?.. , «E te es el programa para
esta tanle•) C!>taban motivadas principalmente por el principio jer.lr·
quico o el de educción. De igual forma, las ropa que se Uevabao en
esa oca ión, además de ocultar má o menos la desnudez de los prcsen-
t6. e había n elegido para indicar el lugar que ocupaban en el mundo
quienes las ve tí.w y/o para hacerles parecer rná ,uractivos.
Las primeras ropas utilitarias probablemente fu eron fruto de la im·
U -.-.,uJn, ~ull\nllll'u> lcn¡;ll.lJeS.. pueJe "''
a b ve-z e•XUt"Ot<.: y o ri¡:tn;al. Un !b.ndJ rr pro\'isación. Enfrentado a clima extremos -im· icrn o~ gélidos, torren·
Jemo: li•m \\'í.tfe. c<~, riwr o u doumJcn cia.les aguacero o tórrido calores-. hombres ) mujerñ se colgaban
s< Ü..pJri.!b t lotu n li2 Cl 19 1 bv T hu o e amarraban al cuerpo piclc de anirnale : e ataban a la caben hojas
ma-s \ ·i.tor.
.wchas a modo de elemental '" ~ombreros para proreger e de la llu' ia
y e hacían rudim entar ia~ !>andalias con tiras de cuero o corteza, co mo
cio sobre cómo han de elegir la ropa para dar una impresión de efica· hacen hoy las tribus primitiva . Esta ropa protectora tiene una brg.1 hi ·
cia, autoridad y fiabilidad aun cuando ean incompetentes, débilc y rori,-., pero nunca ha alcanzado gran prestigio. La prenda que tiene una
falsos . .\1olloy, que en modo alguno es tonto. o tiene que !>U «ingenie- función puramente práctica es el equi,·,,lcnte exento de atracti,·o de la
ría de vestuano• se basa en mvestigaciones científicas y en encue t ~ oración puramente enunciativa: «E..stá lloviendo ... «E coy trabajando en
de opinión. Al auror, apartándo e de la tradición, también le interesa el jardín•. Pero e difícil. en el ' e tido como en el di cur o, hacer una
explicar a la mujeres cómo promocionar e, no có mo <."asar e. El ecre· afirmación auténticamem t' simple. El par de sencillo chanclo negro
ro, al parecer, e llevar un (<lraJC·chaquera)) caro pero convencional, de que ponen de manifiesto que está lloviendo t.unbién pueden querer decir
lana, en un tono medio de gri o a7ulmarino y con una blusa decente· ~las calle están mojadas y no me puedo permitir estro pear lo zapa·
mente escotada. Nada de jer cy~. ni pantalones. ni colores demasiado tOs». Si las ca ll ~ no est.Ín demasiado m ojada~. los chanclo también
claros, ni escot~, ni el pelo largo o excesi,·amente riLado. pueden declarar calladamente: •Esta persona e sosa. tÍmida y remilgada...
CualqUiera que e té imere:.ado en la variedad escénica debería de· A ,·cces, con independencia del clima, La utilidad es en sí mi ma una
ear que Molloy estuviese equivocado; pero mi propia encuesta de opi· cualidad negativ,l. Por lo gener.1l, cuanto rná aísla del agua un unper·
nióo. desgraciadamente, le da la razón. Una ejecutiva en rápido a cen· meable, má aísla de la admiración, a meno que además sea de un co·
so en un banco local me dice -de m.lla gana- que •los trajes ayudan lor de moda o u corte ea actual o que, por cualquier orrn razón, e
a distinguir a las mujeres de l~ mu~bach~; iempre que las mujere ded uzca que es caro. Las bor.l ceñidas de piel imérica que nuntienen
e.tén di puesta a tolerar tal distinción, que é e ~ otro tema•. los pie caliente y secos e comideran meno estética que la!. botas
?e piel decorad~ que en eguida dejan entrar el agua y que por tantO
Implican qut' tenemos coche o que estamos familiarizados con lo taxi .
La ropa práctica, por lo general, parece m,ÍS atractiva cuando b llc-
4(~ El U:-.:I,UAJI! DE l.A MCIDA
lA \lt\l';fRt\ ll~ VE\T!R CU\Ill 'b liMA r11 'lf/''ill'>
lleva el nombre del equipo de natación de su immuto, sugiere que al tiendo algu na entreYi ta importante o una cit,l rom.intica en una esce-
darle l.1 vuelta a La ropa La parte que va impresa queda en contacto di- na de farsa o humillación. Más iniestra, y afortunadamente más infre-
recto con su cuerpo y ello permite que el nz.ma actúe más directamen- cuente., Cl la prenda que parece atraer lo de ~tr~ hacia nosotros en
te sobre ella. lugar de hacia <;Í tni ma. Nemy menciona UJl \'estido narnnja de lino
Generalmente, la ropa no mágica también se puede liC\·.u al rev~ que parecía haberle romado manía a u dueña, una tal Margarer Tur-
por razones mágicas. La co tumbre de darle la vuelta al delantal para oer, de Dove Publication . La ropa de color narnnja puede provat-ar
que no e.1mbic 1.1 ucne de pués de una er1e de accidente!> domésttcos hostilidad en nuestra cultura, pero este \'estido parece que fue un caso
está mu) extendida en Gran Bretaña y en lo Estado Unido ; yo mi~ especial...Mis amigas parecían má malvadas, lo hombres parecían más
ma he visto hacerlo en la zona norte de ueva York. Los jugadores di tames, y yo siempre tenía problemas con mi jefe•, decía la señorn
t<XIavía le tÜn hoy la vuelta a su ropa anres de comenzar a jugar, aun- Turner. ,_y e o no er.l rodo. Tiraba el café, perdía el tren y e me averia-
que la práctica era mucho m:\S común en el pasado. En el siglo XVIJJ, ba el coche...
el e tadi-;ta británico Charles James Fox a menudo pasaba toda 1.1 no- H asta cuando nuestra ropas no e tán investida de esta especie de
che sentado frente a la me a de juego con el abrigo pue tO del rcvé poder obrenatural, pueden tener ignificado si mbólicos que tienden
y la cara ennegrecida para aplacar a la diosa de la fortuna. O quizá pnra a incrementarse con la edad. El hombre que llega a casa del trabajo y
e conder e de ella; egún l.1 tradición poptllar, la explic.1ci6n normal descubre que u mujer le ha tirado u r,1ída chaqueta de lana llena de
para darle la vuelta a b ropa es que confunde a lo e pírítus. Con !.1 manchas o us viejo pantalone dd ejército, con frecuencia e enfada
can1 teñida de negro y con los elegantes adornos de u frac oculto , Fox mucho má de lo que p.1recc ju tificar la situación, y su enojo puede
era invi ible para l.t dio a de la fortuna; lo malo espíritu que per i- ir mezclado con un entimicmo de depresión e indu o de miedo. No
gucn a las amas de casa no con iguen reconocer a su víctima y siguen ólo ha perdido una prenda mágica; e ha vi to obljgado a ver a u cón-
volando hasta encontrar a otrn persona. yuge como u enemigo, como una perc;ona que de ea privarle de la co-
modidad y la protección.
Un tipo más placentero de magi:t es el que e produce en el Ínter-
ROPA MALÍ\.OlAS cambio de prendas tan frecuente entre amantes. En La Edad Media una
dama a menudo entregaba u pai1uelo o un guante a un caballero por
fn el polo opuesto a la ropa que trae buena uene y éxno está la ella elegida. Cuando él entra e en batalb o luchase en un torneo lo
prenda de mal agüero. La ver~ión más habitual de ésta ~ el vestido, pondría junto a u corazón o e lo prendería del casco. Hoy, probable-
el traJe o la camisa que (como J.lgunos niño ) parece atrner o inclu o mente porque es tabú que lo hombres lleven prenda de mujer, el trá-
salir a bu car la suciedad, la grasa, la salsa de romate que e cae y otro fico es de dirección única. La adolescente e pone la chaqueta de béis-
peligro\. Emd r-...cm), que ha e:.crito muy perspicazmente sobre e~tc tipo bol de u novio p.1ra ir al colegio; la ecretaria que ha pasado la noche
de prendas para el Nc:w York Tunes. sugiere que qui1á tales ropa sean impulsiv:1 y triunfalmente en el ,\parramenro de un amigo vuelve a casa
perezo~: • Preferirían quedar e descansando en una percha. o en una a la mañana siguiente con el impermeable London Fog de él obre b
c,1ja, v por e..o se rebelan cuando se Las saca de allí..." O, añade, puede ropa con la que fue a la di coteca; y la e po a que, juguetona y cariño-
que sean C!>nobs, re.1ci.lll ,, relacionar e con geme vulgar. ca cu.1l fuere a, se pone b parte uperior del pijama rojo de franela de su marido.
la causa, estas prenda~ tan propensas a los accidentes raramerue e re- Frecuentemente l.t mujer e siemc tc\11 bien y tiene ran buen aspecto
forman, \Í e~ que algun.l ve7 lo hacen, y una vez que e ha descubierto con la prenda m,ígica pre tad:l que jamá la devuelve.
una es mejor romper relacione~ con elJa inmediatamente. De no cr Pero si la relación e agria, el significado dd intercambio se ve alte-
así, como las personas propen~as a los accidente , puede que no .tc,l- rado; el encantamiento deviene maldición. El artículo mágico puede
rree numerosos problem.ti y posiblemente auténticos d~astre , convir- entonces dC\·olver e, a menudo en mai,\S condiciones: manchado o arru-
gado, o con «fortuitas,. quem.1dum de cigarrillo. O puede destruir e
deliberndamentc: se puede tirar a Ll b,tSura o incluso cortMio a tiras
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para vengarse. Una forma de magia negra especialmente refinada es do- tiempo los anunciantes y lo experto en mo da no dice n que debemos
nar la prenda a una in~titución b~!néfica, con la esp eranza de que no vesti r b ien y u arco mético para, egún dicen ello, liberar la bcllc7.a
tarde en ponérselo un vagabundo borracho e incontinente. a poder ser «natural» q ue Uevam o dentro. i no ..no preocupamos de n uestro as-
en algún lugar donde nuestro anterior amante p ueda verlo y reconocerlo. pecto» ni « acamos lo mejor de no otros mi mos» nuestros parientes
no rega ñan y a lo amigos le damo lásti ma. Hacer malabari mos in-
rentan do conjugar estas demanda!> wntradictoria es difícil y con fre-
RoPAS r-'EURÓTICAS Y LIDEKrAD DE EXPRESló cuencia agotado r.
C ull ndo do ' o mh deseo o exigencias emran en conflino, una con-
Como ocurre co n la lengua oral la comunicació n a travé del vesti- secuencia psicológica frecuente es m anifestar algún t rastorno de la ex·
do es más fáci l y meno problem ática cuando se pcr igue una ola fina- presió n. En este enrido, uno de Jos primem teóricos del vestido, el
lidad: tuando llevamo una prenda únicamente para e tar caljemes, asistir psicólogo J. C. Flüge1, veb toda la ropa humana como un s(mo ma neu·
a una ceremonia de cualquier tipo. proclamar nuestras opini o nes polí- rótico. D esde u punto de vista, el deco ro y el de eo de ser objeto de
ticas, tener u n asp ecto seducror o protegerno de la maJa uerte. Por atención o n emociones irreco nciliab le.):
desgracia, com o ocurre cou el hab la, nuest ros motivo para hacer cuaJ-
quier declaración pueden ser dobles o múltiple . El hombre que va a ... uesu<1 :tctitud hacia la ropa e.' ab initio ...unbivalcntco;, por usar
comprar un abrigo de inv ierno puede desear a un mismo tiempo que el inestimable rérmino que los psico.maJi tas han inrroducído en l:t p Í·
lo resgu.trde del mal tiempo, que parezca caro y actual que proclame cología: estamos imentando.satisfacer do:. tendencias contradictorias...
que es una penona sofisticada y fuenc, que .m ..aiga J un cierto tipo de A e te respecto el descubrimiento, o en todo caso el u o, de Las ropas
parece recordar, en sU5 aspecto.'> psicológico , el proce o de desarmllo
compañero sexu al y que por arte de magia le contagie las cualidades
de un síntoma neuróríco. 3
de Roben Redford.
at uraJmente. a menudo es impo ible atisf,tcer todo esto requisj-
F lügel no está considerando más que u na o posició n; no contempla
LOS y hacer todas estas m,tn ifestJcione a la \'eZ. Aunque no ent ren en
siqu iera la co nfusió n neurótica q ue se p uede producir cuando ent ran
contradicción una~ con otras, e~ posible que la prenda ideal de nuestra
en co nflicto tres o más motivos, como a menudo ocurre. D ado e t t'
fanta~ía no esté a l.1 venta en ninguna de la tiendas a la que podamos
estado de co as, no sería de extrañar que encontrásemos en el lenguaje
acudtr, y si lo csrá quizá no nos podamos permicir comprarla. Po r tan-
de la indument ar ia el equivalem e de lo t rastOrno psicológico del ha-
to, igual q ue con e] habla, ocurre a menudo qu e no po demo decir Jo
bla. Oi remos, o más bien veremos. el tartamudeo repetitivo del ho m-
que realmente queremos porque no d i ponemo de la «palabras» co-
bre que iempre llev,t la mi ma chaqueta o lo mi mo zapatos. inde-
rrectas. La mujer que se queja rutina riamente de que no t iene nada que
pendjem emem e del tiem po que haga o de la situación en que e
ponerse se encuentra precisamente en e:.ra iLUació n. C u ando esté de
encucnrrc; el balb uceo infantil de la mujer que se aferra a lo volante
viaje por el e>.:tranjero, eguramente se desenvolverá muy b ien en rien-
y a lo l,tzo de su primera juvent ud ; y eso e mbarazosos lapsu de la
das y trene , pero no podrá salir a cenar, pues !> U vocabulario e tan
lengua - o mejor de La ropa- cuyos ejemplos más clásicos o n una bra-
limitado que proyectaría una mala imagen y q u izá haría el ridícu lo.
gueta abierta o una combinación que asom a por debajo del vesrjdo,
Actualmente todas e~cas dificultades se ven agravadas po r rnen ajes
como signo , am bos, de un error social . También apreciaremo los ig-
contradictorio~ ~obre el valor de la ropa en general. La ética protestan-
no de una angu tia inrerio r más pasajera: la «VOZ» dem asiado chillona
te bacía hincapié en el recato y la sencillez en el vestir. La limpieza es-
o áspera que no deja má exhau tos los ojo que lo oído con lo colo-
taba próxima a la santidad, pero las galas y la pompa emn co a del dia-
res de lum bram es y lo di eño estridemes, y la gris monomn ía equiva·
blo y el hombre y la mujer serios no tenían t iempo para tamaños
leme a b in capacidad de elevar la voz.
desatinos. Incluso hoy en dia, declarar que no presramo tlemasjada aten-
ción a lo que nos ponemos es proclamar n uestra virtud y normalmen-
te hacerno.., acreedores aJ respeto de los demás. in embargo, al mis mo 10. J. C I·Lü¡;d, Thc. PI)cholog; of Clcdn . p-4;,._ lC-11.
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