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Crisis Cíclicas

es una interpretación, proveniente de las teorías de Karl Marx, de la sucesión


de ciclos económicos en el capitalismo, sistema económico que, en la práctica,
se caracteriza por sucesivas etapas de crecimiento o desarrollo económico y
de crisis económica.
Marx llegó a la conclusión de que el enorme poder inherente al factory system y
su dependencia de los mercados, necesariamente lleva a un incremento de
la producción que los satura, disminuyendo los precios y produciendo la
paralización de la producción; en una repetición de periodos de actividad
moderada, prosperidad, superproducción, crisis y estancamiento. La última
causa de las crisis, para Marx, siempre es la pobreza y el consumo restringido
(subconsumo) de las masas.1
Las diferentes teorías sobre las causas, desarrollo, duración y repetición de
tales crisis son numerosas, tanto dentro del pensamiento económico
marxista como fuera de él (las distintas escuelas del liberalismo
económico): ondas largas debatidas por Trotsky y Parvus, ciclos cortos de
cinco a diez años propuestos por Juglar y Kitchin, ciclos A y B de cuarenta a
cincuenta años propuestos por Kondratiev y desarrollados por Ernest Mandel,
fases ligadas a la evolución tecnológica según Schumpeter, etc.

Causa
Según la teoría marxista de la crisis, a medida que crece la competencia entre
los capitales, crece también la inversión en Capital Constante (parte de capital
inicial destinada a la compra de medios de producción) que reduce la inversión
en capital variable (parte del capital inicial destinado a la reproducción de la
fuerza de trabajo).
De esta manera, aumenta la composición orgánica del capital, aumento en
capital constante y una reducción en la inversión en Capital Variable, o sea no-
inversión en la reproducción de la fuerza de trabajo, única mercancía
productora de valor, de esta manera este movimiento ocasiona la caída
tendencial de la tasa de ganancia del capital en su conjunto. La tasa de
ganancia es definida como la proporción entre la plusvalía y la suma del capital
constante y el capital variable, esto provoca la caída de la masa de ganancia
por la superproducción de capital. Al bajar la ganancia se reducen las
inversiones y por esta vía el empleo y el consumo de maquinarias, materias
primas y artículos de subsistencia, multiplicándose el efecto depresivo y
expandiéndose a otras ramas de la industria.
La baja de la tasa de ganancia se contrarresta mediante la destrucción de
capitales, bien sea física, por la guerra, o meramente económica, por la
competencia. Las empresas se arruinan, aumenta el desempleo y la
precarización del trabajo, desvalorizándose la fuerza de trabajo. La
acumulación de capital resurge pues para los competidores victoriosos (que
han absorbido a las empresas quebradas o a su porción del mercado,
fortaleciéndose la tendencia a la concentración y centralización del capital) el
aumento de la ganancia vuelve a ser más rápido que el incremento de la
inversión.
En este proceso básico de la recuperación se imponen simultáneamente el
aumento de horas de trabajo de los obreros y la rebaja de salarios reales y
prestaciones sociales, aprovechando el desempleo; la apropiación del aumento
de la eficiencia del trabajo; el saqueo colonial de otros pueblos o de los
campesinos, indígenas y artesanos; la guerra, las maniobras políticas, las
conquistas y la inversión en países o zonas "atrasadas", donde la tasa de
ganancia es más alta; el cobro de intereses a las empresas del Estado o a
otros Estados, etc.
El único método "limpio" para salir de las crisis ha sido abaratar el capital
mediante los descubrimientos, el esfuerzo del gobierno y el avance tecnológico,
pero este método a la larga también termina en descenso de la cantidad
proporcional de trabajo agregado y de la parte de capital invertida en salarios,
restableciendo al cabo del tiempo la causa de la crisis, al utilizar menos trabajo
vivo por peso invertido y volver a incorporar menos valor nuevo y obtener
menos plusvalía con relación a los valores viejos, al capital constante o trabajo
muerto.
Duración de los ciclos
El ciclo aproximadamente de 8 a 22 se conoce como ciclo de Juglar, por el médico
francés Clement Juglar que lo propuso. Posteriormente se ha comprobado que estos ciclos
"medios" son fracciones de ciclos más largos, de 40 a 50 años, también conocidos como
"ondas largas", que tienen una fase de expansión en que los auges son más fuertes y
prolongados y una de descenso con crisis fuertes y depresiones prolongadas. Estos ciclos
largos se denominan ciclos de Kondratieff, en memoria del economista ruso que los
estudió.
Además pueden detectarse oscilaciones de cuarenta meses o ciclos cortos, a las que se
denomian ciclo de Kitchin, por su descubridor. Joseph Schumpeter fue el expositor del
modelo tricíclico y vio el motor de las oscilaciones económicas, en la innovación.
Algunas ramas de la economía registran oscilaciones por fuera de este modelo. En el caso
de la industria de la construcción con ciclos de 15 a 20 años o el caso de la agricultura con
ciclos de 9 a 11 años.
Crisis económicas cíclicas
Los partidarios del neoliberalismo proclaman la suficiencia del mercado para satisfacer
por sí mismo las necesidades de toda la población, y que solo quedarían excluidos de
esa prosperidad aquellos individuos que se merecen su mala estrella por sus vicios, su
holgazanería o su mala cabeza. La Historia, sin embargo, nos muestra una realidad bien
distinta. Observamos que el sistema capitalista origina inexorable y cíclicamente una
serie de crisis económicas, en cuya principal característica encontramos que la
producción y el consumo han llegado a su límite, con lo que la mano de obra resulta
prescindible, se cierran empresas o se producen despidos masivos, la tasa de
desempleo asciende hasta cotas intolerables y, por ende, los salarios descienden de
modo vertiginoso. Curiosamente, este proceso perverso ya lo describió hace siglo y
medio Karl Marx en su libro El Capital. En la crisis económica actual versión española
encontramos una peculiaridad: las reformas laborales sucesivas de PSOE y PP han
propiciado el despido colectivo de trabajadores para volverlos a emplear poco después
dándoles a firmar contratos basura; de ahí que dé la impresión ahora de que el
desempleo se esté reduciendo tras haber tocado fondo. Así, pues, los miembros de las
clases medias y trabajadoras afrontaremos nuestras existencias con la nefasta y fatídica
certeza de que llegará el momento temido en que el bienestar conseguido en luengos
años de esfuerzo y dedicación rodará por los suelos y se quebrará en mil pedazos.
Si se conviene en que es inadmisible la exclusión de parte de la población, en que el
ser humano es mucho más que un portador de fuerza de trabajo y que posee dignidad
intrínseca a su ser, del hecho de que el capitalismo no pueda garantizar una vida digna
para todos se deducirá que el Estado debería procurar con eficacia que los sectores de
población más vulnerables no se queden desprotegidos durante las crisis que el propio
sistema capitalista produce sin remedio. De este modo, potenciar la renta básica o de
inclusión social se muestra del todo necesario, aunque, sin duda, el Gobierno se vea
obligado a considerar las limitaciones del presupuesto y la posibilidad de fraudes en su
cobro. El reparto del trabajo existente, con la consiguiente reducción de la jornada
laboral, sobre todo en las profesiones más penosas, aparece como una aspiración
legítima. Asimismo, unos impuestos redistributivos y progresivos encaminados a
sufragar los servicios y prestaciones públicas, a conseguir una reactivación del consumo
gracias a una mejor redistribución de la riqueza, y a establecer mayor justicia social se
revelan indispensables. No se trata de imponer gravámenes confiscatorios;la reforma
fiscal propuesta por el actual Gobierno de Navarra o lo que ya existía antes de que la
derecha se quitase la careta podrían ser modelos válidos.

Una legislación fiscal justa combate el libertinaje especulativo y grava el


enriquecimiento desmesurado de esa elite financiera corrupta que no aporta nada a la
sociedad y que concibe la actividad económica como un juego de azar. Mientras
muchas personas bien dispuestas y muy preparadas se han quedado en la estacada o
han tenido que emigrar para poder trabajar, algunos políticos, banqueros y
especuladores se han enriquecido sin medida defraudando al fisco e infringiendo la
ley. Las leyes tributarias no deberían castigar a los empresarios y profesionales que
sostienen junto a los trabajadores la actividad económica y que generan empleo y
riqueza, sino solo a los especuladores, corruptos y defraudadores. Ahora bien, es la
sociedad en su conjunto la que ha de contribuir a un estado del bienestar asentado
sobre firmes pilares de estudio y trabajo, solidaridad e igualdad, y, así, evitar que los
enriquecimientos ilegítimos colapsen la economía y generen nuevos ciclos de crisis
económica.
Bibliografía[editar]
 Marx, Karl 1867-1894: El Capital III: 213-263; Fondo de Cultura Económica, 2ª ed.
1959, México.
 Schumpeter Joseph A. 1935: "Análisis del Cambio Económico"; Ensayos sobre el Ciclo
Económico: 17-35; Gottfried Haberler compilador. Fondo de Cultura Económica,
México, 2ª ed. 1956.

https://es.wikipedia.org/wiki/Crisis_hipotecaria_de_2007
http://www.noticiasdenavarra.com/2015/12/13/opinion/tribunas/crisis-
economicas-ciclicas
http://economiayconceptos.blogspot.pe/2015/10/las-crisis-ciclicas-de-la-
economia.html

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