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18 1 NUEVAS TECNOLOGf.

AS
MULTIMEDIA NUEVAS TECNOLOGfAS MULTIMEDIA (NTM)

- Qué entendemos por nuevas tecnologías


• Nuevas tecnologías de la información
• Nuevas tecnologías audiovisuales
• Nuevas tecnologías multimedia

Qué entendemos por multimedia


• Integración de lenguajes y formas de representación
• Interactividad
• Estructura ramificada (hipertexto e hipermedia)

- Qué entendemos por:


• Internet
• Realidad virtual
• Inteligencia artificial

A las puertas del emblemático año 2000 nadie puede ya dudar de la


inevitable implantación generalizada de tecnologías multimedia en casi
todos los campos de la producción, el ocio, la cultura, las artes, etc., como
veremos en el capítulo siguiente.
La importancia que en esta época se ha dado al control de la informa-
ción ha propiciado constantes innovaciones tecnológicas que se desarro-
llan para su almacenamiento, tratamiento y transmisión. Con el término
Nuevas Tecnologías de la Información y Comunicación se ha intentado
englobar a todas ellas en lo que se considera una categoría abierta a la que
se incorporan cada día nuevos desarrollos y dispositivos tecnológicos.
Desde los planteamientos educativos de que partimos, y dada la confusión
generada en este campo, resulta conveniente hacer algunas consideracio-
nes generales sobre nuestro concepto de las nuevas tecnologías multime-
dia, realidad virtual, inteligencia artificial, Internet, etc. Estas considera-
ciones nos ayudarán más tarde a valorar el potencial de los nuevos medios
en nuestro entorno educativo y en las distintas situaciones de enseñanza-
aprendizaje a las que nos enfrentamos a diario en el aula.
Sobre las nuevas tecnologías 1 19

Cuando los profesores nos referimos a las Nuevas Tecnologías, la inter-


pretación más simplista, y tal vez también más frecuente, nos lleva a aso-
ciar las tecnologías a esos más o menos sofisticados recursos didácticos
(ordenadores, proyectores, vídeo interactivo, lectores digitales, multime-
dia, guante de datos...) sobre los que algo hemos leído y que en su mayo-
ría no están disponibles en nuestros centros educativos. Como importan-
te excepción podemos considerar el magnetoscopio (vídeo) y el
ordenador personal. El alto nivel de implantación en la sociedad, y en el
mercado doméstico en concreto, de estos dispositivos, con el consiguien-
te abaratamiento y nivel de familiarización de profesores y alumnos como
usuarios, ha facilitado enormemente su incorporación a entornos de edu-
cación formal.
El adjetivo nuevas, de difícil aplicación dada la relatividad de su signi-
ficado, adquiere en educación interesantes connotaciones semánticas.
Según Martínez (1996), «en estos momentos el uso del adjetivo nuevas en
la denominación de las N. T. está empezando adquirir el valor de sus-
tantivo, convirtiéndose en el elemento fundamental de las mismas y des-
bordando el concepto de tecnología» (pág. 102). Por razones sobre todo
comerciales y de promoción se trata de dar más importancia a la «nove-
dad» de un producto que al propio producto. Los profesores solemos apli-
car casi automáticamente el adjetivo nuevas para referirnos a esas tecno-
logías que, aunque nos han dicho que pueden utilizarse en la enseñanza,
no se han generalizado lo suficiente en nuestras instituciones. Para los
profesionales de la enseñanza no familiarizados con el vídeo o el ordena-
dor, incluso estos dispositivos forman parte de las nuevas tecnologías,
independientemente del número de años que estos medios lleven dispo-
nibles en el mercado. En cierto modo con esta denominación de nuevos
estamos justificando tanto nuestro desconocimiento o falta de actualiza-
ción profesional como el porqué en nuestras aulas todavía no disponemos
de dichos medios. Desde una postura cómodamente conservadora admi-
timos no disponer de ellos, y nuestra conciencia innovadora queda a salvo
en espera de que las tecnologías, todavía demasiado «nuevas», lleguen la
enseñanza formal a su debido tiempo.
La triste realidad es que el mercado educativo se nutre de los exce-
dentes de mercados industriales y domésticos, por lo que los criterios de
incorporación de nuevos medios a los centros escolares son fundamental-
mente comerciales. La falta de reflexión sobre las tecnologías de la infor-
20 1 NUEVAS TECNOLOGIAS mación y comunicación desde planteamientos educativos favorece la con-
MULTIMEDIA
fusión existente en torno a las «tecnologías» que pueden aplicarse hoy día
en el aula. Confusión alimentada en la mayor parte de las ocasiones por
una comercialización de equipos audiovisuales e informáticos cuyo único
objetivo es vender a cualquier precio.
En educación además es conveniente partir de una concepción más glo-
bal del fenómeno del aprendizaje y tener, por tanto, en cuenta que lo que
entendemos por tecnología educativa no se reduce a una serie de dispositivos
o aparatos utilizados en la enseñanza, como pudiera pensarse desde posicio-
nes simplistas bastante generalizadas que tienen su origen en los plantea-
mientos de los años 50 y 60. En esa época se concebía la tecnología educati-
va como «el uso para fines educativos de los medios nacidos de la revolución
de las comunicaciones, como los medios audiovisuales, televisión, ordenado-
res y otros tipos de hardware y software» (UNESCO, 1984, p. 43).
Para superar esta concepción restrictiva de tecnología centrada en los
dispositivos podemos partir de dos de las acepciones que se dan al térmi-
no tecnología en el Diccionario de la Real Academia Española: «Conjunto
de los conocimientos propios de un oficio mecánico o arte industrial, y
conjunto de los instrumentos y procedimientos industriales de un deter-
minado sector o producto». Esta segunda acepción no se diferencia
mucho de lo que en el mismo diccionario se entiende por técnica:
«Conjunto de procedimientos y recursos de que se sirve una ciencia o un
arte», y «Pericia o habilidad para usar de esos procedimientos o recursos».
Desde planteamientos educativos consideramos, sin embargo, que es
importante la distinción entre estos dos conceptos. La definición que de téc-
nica se da en la introducción al currículo oficial de Tecnología de Secundaria
(MEC, 1992) es similar a la anterior: «una técnica es un conjunto de pro-
cedimientos que, haciendo uso de unos medios, se utilizan para un pro-
pósito determinado. También se entiende por técnica la pericia o destre-
za para utilizar tales procedimientos». La tecnología se define, sin
embargo, como el conjunto de los conocimientos técnicos.
El significado del vocablo griego téckne es saber hacer con conocimien-
to de causa. La tecnología, por tanto, no se reduce a la mera aplicación de
técnicas adquiridas por experiencia y/o habilidad, lo que nos dejaría en
el terreno de la práctica, sino que esa aplicación ha de estar basada en
unos planteamientos teóricos, en un cuerpo de conocimientos por el que
la técnica se integra en un plan intencional que le confiere unos fines
específicos. Nos acercaríamos así a la primera acepción de tecnología
dada por la Real Academia que considera la tecnología como conjunto de
conocimientos.
Quintanilla diferencia así entre técnica y tecnología: «una técnica "K" NUEVAS TECNOLOGfAS 1 21
MULTIMEDIA
con objetivo "O" es un sistema de acciones intencionales que intervienen
en un proceso complejo cuyo resultado final incluye a "O". La tecnología
se caracteriza por ser un sistema técnico planificado, en el cual la planifica-
ción y la realización se basan en el conocimiento científico y en criterios
valorativos que se consideran racionales» (en Cabero, 1989, p. 13). La pro-
pia educación, con este mismo criterio, puede considerarse una tecnología
de la sociedad. Así la han considerado Quintanilla (1995), Mecklenburgers
(en Sancho Gil, 1994, p. 10); Postman (1992-1994, p. 238), y San Martín
Alonso (1995, p. 29), entre otros.
Para la resolución de los problemas educativos, para la planificación e
implementación sistemática de la innovación educativa, la tecnología
puede servirse tanto de medios: los audiovisuales e informáticos, entre
otros, como de los conocimientos que aportan ciencias como la psicolo-
gía y la sociología, por ejemplo.
No pretendemos discutir aquí sobre lo que se entiende por Tecnología
Educativa, al considerarla como una ciencia o una materia de estudio den-
tro de las ciencias de la educación, ni su relación con otras materias afi-
nes. Nuestro planteamiento a lo largo de estas páginas partirá de las
Nuevas Tecnologías aplicadas a la educación para, al considerar su inte-
gración curricular, llegar al concepto más amplio de tecnología educativa
como diseño de la enseñanza-aprendizaje.
Es necesario advertir, dado que gran parte de los autores se centran
exclusivamente en los medios como recursos didácticos, que la integra-
ción curricular de las nuevas tecnologías a la que nos referimos, y que ana-
lizaremos sobre todo en la segunda parte de esta obra, no se limita a la
incorporación al ámbito académico de productos y recursos tecnológicos, sino
que incluye el estudio de la importancia de los recursos tecnológicos en la
sociedad en general {Internet o la Inteligencia Artificial, por ejemplo), así
como el análisis crítico de los productos de los medios de comunicación
y de las propias empresas mediáticas (los reality shows y la televisión, por
citar alguno).
Cuando nos referimos a las Nuevas Tecnologías tenemos que cuestio-
narnos durante cuánto tiempo podemos considerar nuevos los conoci-
mientos, instrumentos y procedimientos que vayan surgiendo en el desa-
rrollo cultural de la humanidad. Dada la velocidad del desarrollo
tecnológico en la actualidad, cada vez resulta más difícil seguir mante-
niendo el término de nuevas aplicado a las tecnologías que permiten, por
ejemplo, la grabación de la señal de televisión en cinta magnética (lo que
se consiguió por primera vez en 1956), o a las que dieron origen a los pri-
22 1 NUEVAS TECNOLOGIAS meros microordenadores en la década de los setenta. El ordenador perso-
MULTIMEDIA
nal y el vídeo siguen siendo, sin embargo, los dos elementos básicos de la
clasificación más habitual de las Nuevas Tecnologías en la educación 1•
La consideración en paralelo de esos dos elementos o dispositivos ha dado
lugar a la dicotomía por largo tiempo mantenida entre las Nuevas Tecnologías
de la Información, por un lado, y las Nuevas Tecnologías Audiovisuales, por otro.
El primero de estos términos, Nuevas Tecnologías de la Información,
viene directamente asociado, como ya hemos apuntado, al mundo de la
informática. Sin embargo, y ateniéndonos a lo que más arriba entendía-
mos por tecnología, cualquier conocimiento, procedimiento o instru-
mento utilizado para la producción, difusión, transmisión, clasificación,
almacenamiento, grabación, codificación-decodificación, ordenación,
interpretación, etc., de la información, podría ser considerado como tec-
nología, más o menos «nueva», de la información. Dicha información,
verbal o icónica, podría estar en cualquier soporte. Sin embargo, al hablar
de las Nuevas Tecnologías de la Información, la codificación de la mayor
parte de esta información, que suele aparecer en la pantalla de un orde-
nador, se ha supuesto hasta hace muy poco tiempo predominantemente
verbal y fundamentalmente escrita. En la actualidad, y a medida que los
nuevos procesadores de los ordenadores personales permiten el trata-
miento de sonido, de imágenes fijas y en movimiento, el lenguaje audio-
visual se va incorporando a la pantalla del ordenador.
Las Nuevas Tecnologías Audiovisuales en la enseñanza tienen sus ante-
cedentes inmediatos en la utilización de proyectores y magnetófonos a
mediados de siglo. La aparición de la televisión educativa y el uso de los
magnetoscopios supuso un gran avance en la utilización de representacio-
nes audiovisuales o verboicónicas en los centros escolares.
Hoy en día, como ya apuntábamos antes, la digitalización y el trata-
miento informático de la información audiovisual, así como la conjunción
de medios, no nos permiten hablar ya de las tecnologías de la información y
de las tecnologías audiovisuales por separado. Observamos, sin embargo,
cómo esta dicotomía se sigue utilizando como criterio de clasificación, pro-
bablemente también debido a la especialización del profesorado 2•
1 En el estudio que Alba Pastor y otros (1994) llevaron a cabo sobre la situación
actual de la Tecnología Educativa a través del análisis de los programas de las asignatu-
.ras que se impartían en las universidades españolas, se pone de manifiesto que hay algu-
nos medios como son video y ordenador que están presente prácticamente en la totalidad de
losprogramas analizados. El resto aparecen explícitamente con una.frecuencia menor. Así los
libros de texto o el video interactivo aparecen en el 50% de los documentos (p. 116).
2 En algunas universidades, por ejemplo, la materia Nuevas Tecnologías aplicadas a la

Educación, que según nuestra propuesta debería concebirse con un carácter integra-
Hemos evitado referirnos al término nuevas tecnologías de la comuni- NUEVAS TECNOLOG!As 1 23
MULTIMEDIA
cación, ya que, aunque tradicionalmente se han presentado más asociadas
a las tecnologías de la información (entendidas como informática o «infor-
mación automática») que a las tecnologías audiovisuales, tanto unas como
otras tienen entre sus funciones la de comunicar, y en ese sentido todas
ellas pudieran ser consideradas tecnologías de la comunicación.
Bélisle y Linard (1996) distinguen cinco tipos de herramientas que,
según su opinión, forman actualmente la base de lo que se ha dado en lla-
mar TIC ( Tecnologías de la Información y Comunicación):

-el correo o mensajería electrónica, donde los mensajes son sobre todo
de texto y se envían al buzón del destinatario. Constituye uno de los servicios
más útiles y más utilizados de Internet y las redes de comunicación y facilita
enormemente el contacto y el intercambio de material entre los profesionales;
-multimedia interactiva, que veremos a continuación;
-herramientas de trabajo en grupo, o aquellas aplicaciones informáticas
que posibilitan el trabajo simultáneo de varias personas en una misma tarea o
proyecto, sin necesidad de que coincidan en el tiempo ni en el espacio;
-la teleconferencia, que no es sino una modalidad de mensajería
electrónica donde no se deja un mensaje en el buzón del o los destinata-
rio/s, sino que todos los implicados en la comunicación participan en ella
simultáneamente tecleando sus mensajes. Si en la comunicación se utili-
zan imágenes y sonidos, se trataría de videoconferencia;
-la videoconferencia, o sistema de reunión electrónica a distancia,
que será habitual en un futuro próximo, cuando aumente suficientemen-
te la posibilidad de los ordenadores personales para gestionar la informa-
ción audiovisual y la capacidad de las redes para transmitirla.

A esta lista añaden las mismas autoras las herramientas que permiten
acceder a las bases de datos y navegar por Internet (pág. 22).
En la relación anterior se menciona multimedia, uno de los conceptos
más utilizados por el mercado informático, y que más confusión ha genera-
do en el mundo de las nuevas tecnologías. Con la denominación, que utili-
zaremos a partir de ahora de Tecnologías Multimedia, que supone la integra-
dor, se desdobla en dos: Nuevas Tecnologías aplicadas a la Educación: Imagen y Vídeo (2 cré-
ditos), y Nuevas Tecnologías aplicadas a la Educación: Informática Educativa (4 créditos).
(Estebanell Minguell y Ferrés Pont, 1994, p. 131, refiriéndose a la Universidad de Gerona).
La asignación de créditos a una y otra parte revela, como podrá comprobarse, un sesgo bas-
tante extendido en la consideración de Nuevas Tecnologías en educación. La informática,
entendida en su carácter más instrumental, se conviene en el bloque de contenidos concep-
tuales y procedimentales más importante de las materias educativas sobre nuevas tecnologías.
24 1 NUEVAS TECNOLOGfAS ción de medios, códigos y lenguajes, favorecida, como veremos, por la digi-
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talización, se superaría la dicotomía entre tecnologías audiovisuales y tecno-
logías de la información. El constante desarrollo de este tipo de tecnologías,
y el mutuo acercamiento entre unas y otras (televisión digital, periódico digi-
tal, etc.) nos obliga a buscar otros criterios de clasificación, que deberían
estar más basados en la función primordial de los distintos medios o, más en
concreto, de las distintas aplicaciones, programas, documentos, o como que-
ramos llamar a las distintas modalidades del material de paso o software.
En esta línea Bettetini y Colombo (1995) proponen una taxonomía
de los nuevos medios en torno a tres grandes ámbitos: la representación, la
comunicación y el conocimiento.
Por «representación» entienden los autores italianos «la función esen-
cial de cada lenguaje, de cada manifestación expresiva y, por tanto, de cada
equipo técnicamente orientado a este fin, que tienda a una intervención
que reproduzca de la mejor manera posible la realidad» (pág. 30).
En la segunda categoría se incluirían los medios cuya función princi-
pal, y por supuesto no la única, fuese la comunicación con el usuario o
facilitar la comunicación de los usuarios entre sí.
La tercera categoría de la taxonomía, nos dice Bettetini, «afecta al
recurso a los nuevos media para comprender algo, para aprender o para
almacenar y reclamar informaciones y --en general- conocimientos».
Sitúa el autor en esta última categoría a los nuevos media que «están explí-
citamente orientados a la conservación estructurada de un saber y a la
interpelación-interrogación por parte de los usuarios» (ibídem, pág. 36).
Más adelante, en el capítulo 3, plantearemos algunos criterios de clasi-
ficación desde un punto de vista educativo, y un modelo que nos sirva
como propuesta de trabajo, pero por el momento seguiremos en la línea de
definición de conceptos básicos que nos hemos marcado en este capítulo.

En torno al concepto «multimedia»

M ltimedia es uno de esos términos que, debido a la fuerza con que


ha irrumpido en el mundo de las nuevas tecnologías, se ha convertido en
referencia obligada de cualquier autor, de cualquier vendedor e incluso de
cualquier usuario. Se ha utilizado el término para abanderar cualquier tipo
de productos relacionados con el tratamiento de imágenes o sonido que
buscan su puesto en un mercado tan competitivo como el de la informá-
tica (Gutiérrez Martín, 1996). Además de utilizarse para referirse a grupos NUEVAS TECNOLOGIAs 1 25
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empresariales que poseen varios medios de comunicación (Miguel, 1993,
y Frattini y Colías, 1996, por ejemplo) se usa aplicado tanto a hardware
como a software, y tanto a equipos como a programas o material de paso.
Etimológicamente, el vocablo multimedia resulta redundante, ya que
media por sí mismo significaría varios medios. Más acertado hubiera sido
la utilización del singular médium con el prefijo mu/ti para referirnos a la
definición más simple y más comúnmente aceptada de multimedia:
muchos medios. El término, sin embargo, se ha venido aplicando con sig-
nificados y matices diversos. Veamos algunos ejemplos de distintas fuen-
tes con el único propósito de adquirir una visión de conjunto:
«1.-En un sentido muy amplio el término multimedia se aplica a
cualquier producto hardware o software que tenga cualquier relación con
dos segmentos: el sonido y el vídeo por ordenador. Qaime de Yraolagoitia
en la revista PC World, nov. 94.)
2.-Por lo general, se entiende como «multimedia» cualquier sistema,
hardware o aplicación, destinado a la integración, dentro de un sistema
informático, de información procedente de diferentes fuentes, como pue-
den ser audio, vídeo (...), hipertexto, o cualquier otro tipo de información
que un ser humano pueda captar. (En Curso Multimedia para PC y CD-
ROM. número 11, septiembre, 1995. EASA.)
3.-... soporte comunicativo basado en la integración de diversos
medios digitales para la creación de un documento multisensorial e inte-
ractivo. (En Comunicación multimedia. PC-Magazine, sep. 94.)
4.-Multimedia no es un producto, ni siquiera una tecnología.
Debemos verlo mejor como una plataforma: una combinación de ele-
mentos (equipos y programas) que juntos contribuyen a un entorno
informativo multisensorial. (Del programa informático Icon Author.
Aparece en una de las pantallas o páginas.)
5.-... cualquier «software» donde se usen los cuatro principales
medios de comunicar (texto, audio, imágenes y lógica) tanto en un orde-
nador como en un dispositivo híbrido de vídeo analógico y ordenador
(Osborn, 1990, pág. 359).»
Puede fácilmente comprobarse cómo todas estas definiciones tienen
algo en común, que por otra parte resulta obvio: En el «multimedia» están
implicados varios (que no muchos) medios o «aparatos». Estos medios
pueden ser elementos o dispositivos distintos interconectados, presentar-
se como módulos o como un único producto llamado generalmente orde-
nador multimedia (MPC). Cada medio (o cada componente de un único
aparato que procesa textos, imagen, gráficos y sonido, donde el propio
26 1 NUEVAS TECNOLOGfAs término multimedia empieza a perder su sentido) trabaja con documentos
MULTIMEDIA
específicos, cada uno con su función, y si estos documentos están bien
integrados, entre todos ellos forman un nuevo documento audiovisual
distinto que podemos llamar documento multimedia, o, en palabras de
Aparici (1996), documento integrado. Este tipo de documentos sólo cuan-
do eran diseñados para equipos ya antiguos como diaporamas o vídeo
interactivo requerían la utilización de varios «medios» o dispositivos.
Actualmente todo el material de equipo necesario para procesar los docu-
mentos multimedia suele estar integrado en un solo medio, computadora
u ordenador, por lo que sería más apropiado referirse a ellos como docu-
mentos multilenguaje (en la medida en que integran lenguaje verbal y len-
guaje de la imagen visual, sonora y audiovisual) o documentos multisen-
soriales (ya que para su recepción han de estar implicados varios sentidos).
Mención especial merece la definición de Osborn, quien, desde su
punto de vista de programador, incorpora la lógica como un elemento
más del documento multimedia.
La estructura de estos documentos puede ser lineal, pero no suele ser
el caso. Mientras que un libro o un programa de televisión, por ejemplo,
suelen estar diseñados con un punto de entrada y otro de salida, de forma
que el lector o espectador accedan a la información ordenadamente desde
el principio al final, los documentos multimedia suelen estar compuestos
de objetos o eventos (texto, imágenes, sonidos) con relativa independen-
cia entre sí. Estos objetos pueden tener varios puntos de entrada y de sali-
da, están ligados unos a otros y se organizan en estructuras no lineales;
podrían compararse a los nudos de una red. El lector no va leyendo, escu-
chando y viendo del comienzo al final del documento, sino que el reco-
rrido depende de las propias opciones del usuario, siempre condicionadas,
lógicamente, a las decisiones tomadas por el diseñador-programador que
con anterioridad determinó los lazos entre los objetos.
A los textos que no están organizados de forma lineal se les
conoce con el nombre de hipertextos (nombre quizá no muy
afortunado por el significado de exceso o superioridad que tiene
el prefijo griego hiper). Del mismo modo podríamos hablar de
hiperimagen o hipersonido al referirnos a los conjuntos de imá-
genes o sonidos organizados de forma no lineal.
Según la definición anterior, los diccionarios y obras de
referencia serían un claro ejemplo de hipertexto impreso,
donde el acceso puede producirse a cualquier parte del libro
Fíg. 1.1. Esquema del documento sin necesidad de haber leído lo anterior ni tener que leer lo
multimedia, multilenguaje o multi-
que sigue. Cada definición podría constituir un nudo o even-
sensorial.
to; existen referencias cruzadas o nexos: muchas definiciones con el famo- NUEVAS TECNOLOG!As 1 27
MULTIMEDIA
so véase también... te llevan a otras partes del documento, y el lector va
saltando de un objeto a otro según sus intereses y necesidades. De hecho
las enciclopedias han sido uno de los primeros formatos que se han con-
vertido en documentos multimedia y presentados como libros electróni-
cos o hiperlibros. Los nuevos soportes magnéticos y ópticos permiten la
inclusión en las enciclopedias de imágenes (fijas y en movimiento) y soni-
dos. Los documentos que incorporan texto, imagen y sonido organizados
de forma no lineal se denominarían hipermedia.
Los nuevos materiales o aplicaciones a los que se denomina habitual-
mente multimedia añaden a su característica más definitoria (la integración
de lenguajesyformas de representación: imagen, sonido y texto) otra no menos
importante: la interactividad, la posibilidad de relación y de respuesta mutua
entre el usuario y el medio, por lo que, hablando con propiedad, deberíamos
referirnos no sólo a aplicaciones multimedia, ya que gran parte de los pro-
ductos que a diario nos ofrecen los medios de comunicación integran ima-
gen, sonido y texto, sino a aplicaciones multimedia interactivas. Vaughan
(1993), aunque limita el término multimedia a aplicaciones informáticas, no
incluye ni la ramificación ni la interactividad como características impres-
cindibles. Se refiere este autor a multimedia como «cualquier combinación
de textos, artes gráficas, sonido, animación y vídeo que ofrece el ordenador».
Si se permite al usuario elegir qué elementos deben aparecer en pantalla y
cuándo, se trataría de multimedia interactiva; y si se presenta una estructura
de elementos unidos entre sí a través de los que el usuario pueda navegar, la
multimedia interactiva se convierte en hipermedia (pág. 3).
La interactividad, o el control parcial del usuario sobre la presentación
de la información, es la característica que distingue a los documentos mul-
timedia de otros donde encontramos la imagen en movimiento combina-
da con gráficos, sonido y texto, como ocurre con muchos programas de la
televisión actual. La televisión de un futuro no muy lejano, como veremos
en el capítulo siguiente, probablemente ofrezca también documentos
interactivos. Por desgracia, interactividad también es uno de los términos
de los que más han abusado los vendedores de equipos informáticos, lo
que ha contribuido a crear una cierta confusión en torno a este concepto.
Con el actual desarrollo de los nuevos dispositivos multimedia en cuan-
to a su capacidad de simular interacciones con el usuario, en el capo edu-
cativo se corre a veces el grave riesgo de mitificar la máquina y considerar-
la por encima de sus posibilidades reales en la enseñanza y el aprendizaje.
La máquina no puede pensar como el ser humano, pero, y tal vez ahí esté
el verdadero peligro, la persona sí puede comportarse como una máquina.
28 1 NUEVAS TECNOLOGIAS Algunos profesionales de la enseñanza se quejan horrorizados cuando,
MULTIMEDIA
tras leer algunos de los sensacionalistas titulares de las revistas de infor-
mática, les invade el temor de que, en un futuro más o menos próximo,
puedan ser sustituidos por las máquinas de enseñar. Evidentemente, si el
profesor se limita a transmitir información, como si de una máquina se
tratase, si reduce su función a una mera transmisión de contenidos con-
ceptuales, es lógico que se preocupe por su trabajo, dada la superioridad
de los nuevos equipos multimedia para ese cometido. Es más, si no es
consciente de que su función como profesor va más allá de transmisión de
información, los alumnos no le echarían mucho de menos cuando fuese
sustituido por un sistema multimedia.
Es imprescindible, por tanto, poner de manifiesto la especificidad
del trabajo humano del profesor y distinguir claramente la relación e
interacción del profesor con el alumno de la relación que una máquina
pueda mantener con éste. La diferencia semántica que Bettetini y
Colombo (1995) mantienen entre interacción comunicativa e interactivi-
dad puede resultar aclaratoria a este respecto:
-«La interacci6n comunicativa puede ser considerada como una
forma particular de acción social de los sujetos en sus relaciones con otros
sujetos y, por consiguiente, como una de las tantas formas de interacción.
Se puede hablar de interacción comunicativa también en los casos de las
relaciones de uno o más sujetos con un texto y de las relaciones de uno o
más sujetos con una máquina.
-La interactividad consiste, en cambio, en la imitación de la interac-
ción por parte de un sistema mecánico o electrónico, que contemple como
su objetivo principal o colateral también la función de comunicación con
un usuario (o entre varios usuarios)» (págs. 16-17).
Los tipos de relación con el usuario que los distintos documentos y
dispositivos propicien, dependiendo del modelo de comunicación inhe-
rente a cada diseño, serán analizados en el capítulo 3 sobre Educación y
Nuevas Tecnologías Multimedia (NTM).

Internet

.Aa.emás de la relación que las nuevas tecnologías de la comunicación


mantienen con el usuario, éstas, desde el teléfono a la videoconferencia,
permiten además la relación entre individuos distantes entre sí a través de
redes de comunicaciones. Ambos tipos de relaciones aparecen reflejados NUEVAS TECNOLOG1As 1 29
MULTIMEDIA
en la figura 3.3 sobre comunicación multimedia.
Todos hemos oído hablar alguna vez de la red, así, con el artículo deter-
minado que sugiere un cierto aire de complicidad, como si de un amigo
espía o un terrorífico monstruo se tratase. Aquellos que aún no le tienen
tanta confianza, se refieren a la «red de redes» como Internet. Aunque es
probable que casi todos conozcan lo suficiente de este importante sistema
mundial de comunicaciones, no estará de más que, como lo hemos venido
haciendo con otros conceptos como multimedia, ya desgastados y defor-
mados con el uso a pesar de su reciente aparición, dediquemos también
unas líneas a Internet, ese territorio virtual en continua expansión.
Como la mayor parte de los desarro-
llos tecnológicos (y esto no dice nada en
- - - ---- ....

favor de la industria bélica, sino en con- ''


tra del ser humano), las redes informáti- ,,
/
..- - - - - -....
''
,, '
cas tienen su origen en el recelo entre los f
f
/
f
pueblos. En 1964, durante la Guerra I

Fría, el gobierno de los EE. UU. solici tó


I
a la empresa Rand Corporation el desa- I

rrollo de algún sistema que permitiese el


funcionamiento de las comunicaciones
aun en caso de una guerra nuclear. Para
\
conseguir esto se diseñó un sistema \

donde no hubiese ningún puesto central


del que dependiesen todos los demás, ya ''
que éste podría ser destruido. A media- '''....
dos de los setenta la industria de defen- --- ---
sa estadounidense crea ARPANET, que Fíg. 1.2. Esquema de Internet
permitía a individuos desde distintos
lugares comunicarse entre sí e incluso operar los sistemas de defensa desde
cualquiera de los ordenadores conectados a la red. Cada uno de los miles
de puestos era un «nodo» de igual valor que el resto para la creación y
transmisión de datos. En el caso de que uno de ellos, por donde habi-
tualmente pasase la información de un lugar «A» a un lugar «B», quedase
inoperativo, el propio sistema se encargaba de buscar una ruta alternativa
de «A» a «B», ya que todas sus partes estaban interconectadas.
En cierto modo el sistema adquiere así autonomía y escapa al control de
los censores; cualquier intento de bloquear una determinada información es
interpretado como error por el sistema, que automáticamente busca una de
entre los millones de rutas alternativas para hacerlo llegar a su destino.
30 1 NUEVAS TECNOLOGIAS Cuando el proyecto ARPANET se dio por finalizado en 1989, a la red
MULTIMEDIA
de comunicaciones ya se habían unido muchas universidades, así como
otras redes comerciales, que se habían convertido en nodos del sistema,
habían creado sus propios protocolos de comunicación para enviarse
correo electrónico y datos entre sus nodos. Este conjunto de redes de
comunicación constituyó el germen de lo que conocemos como INTER-
NET (lnterconected Networks). La interconexión a partir de esa fecha con
otras redes de todo el mundo permitía el intercambio de información y
las teleconferencias entre investigadores y científicos de cualquier lugar.
Paralelamente al desarrollo militar y su super-red, en el mundo de la
informática se fueron desarrollando otras redes más modestas y populares,
de carácter local, formadas por un ordenador dedicado a servir informa-
ción a cualquiera que llamase a él. Este ordenador, con una o más líneas
de teléfono dedicadas para su acceso, se convertía en un servidor central
o BBS ( Bulletin Board Service), que cualquier grupo de aficionados a la
informática podía poner en funcionamiento. Servía la BBS para que los
usuarios de la zona se comunicasen entre sí, intercambiasen archivos o
dejasen avisos para el resto. Todo lo que necesitaban era conectar sus orde-
nadores domésticos a la red telefónica con un modem (modulador-demo-
dulador) de señal.
Estas BBSs o redes de carácter sobre todo local, por el precio de la lla-
mada, también llegaron a crear su propia supra-red (FIDONEn que unía
a BBSs de diferentes lugares, con lo que el usuario de cualquier servidor
podía acceder a él, y desde el servidor, con llamada local, acceder a la
información disponible en el resto de los servidores conectados entre sí.
Por tanto, los usuarios de dos BBSs lejanas entre sí podían intercambiar
correo electrónico sin necesidad de pagar llamadas interurbanas.
En la actualidad FIDONET está conectada a INTERNET, y cual-
quier usuario de cualquier lugar del mundo tiene acceso a prácticamente
toda la información disponible en las decenas de miles de nodos existen-
tes. Para convertirse en uno de esos nodos lo único que una institución o
un individuo necesita es un ordenador lo suficientemente potente como
para constituirse en servidor de la red. Para convertirse en un usuario
basta con poseer un ordenador con modem y suscribirse a una BBS, una
universidad o a cualquiera de las numerosas compañías comerciales que
ofrecen acceso a Internet por una módica cantidad. Y, por supuesto, no
olvidar la factura del teléfono, aunque todas las conexiones son llamada
local, ya que, cuando enviamos un mensaje a alguien en otro país, por
ejemplo, en realidad nosotros lo enviamos a nuestro servidor, y él, el orde-
nador, se encarga de dirigirlo a su destinatario.
La principal diferencia entre Internet y otras empresas mediáticas NUEVAS TECNOLOGCAs 1 31
MULTIMEDIA
como las televisivas o los tradicionales medios de comunicación es la anar-
quía social que supone el que no existan unos dueños o gobernantes del
sistema. En la red conviven científicos con piratas informáticos, fanáticos
de la informática, escritores, artistas, investigadores, empresas y, por
supuesto, activistas de distintas ideologías (Rushkoff, 1994, pág. 238).
Se ha extendido la idea de que la fluidez de la información en las comu-
nicaciones de la era digital supone el fin de los sistemas totalitarios. Las
cámaras de vídeo domésticas desempeñaron un importante papel en la caída
del muro de Berlín, y permiten al mundo entero «presenciar» injusticias que
los gobernantes del país correspondiente tratarían por todos los medios de
censurar. En el caso de que ni los medios de comunicación de otros países
aceptasen esos documentos de denuncia, Internet se prestaría como foro
abierto donde darlos a conocer, pero ¿tenemos todos la misma facilidad de
acceso, las mismas oportunidades de dar a conocer nuestro mensaje?
Wise (1996) advierte de que anarquía no es sinónimo de igualdad, y
de que los más listos, los más fuertes y despiadados marcarán la pauta. El
universo electrónico -señala también- no es un lugar sin barreras. «En
China, Vietnam o Singapur, sólo el gobierno autoriza el acceso a la red a
un reducido número de empresas privadas, fácilmente controlables por
sus funcionarios: también Internet puede ser amordazada.»
Sin necesidad de que exista un control político, en el sentido de guber-
namental, no es difícil suponer que razones económicas de falta de la
infraestructura necesaria sitúan a los países subdesarrollados en clara des-
ventaja con respecto a ese paraíso virtual de libre pensamiento que según
algunos nos proporcionan las redes de comunicación. En la actualidad el
simple hecho de no saber el suficiente inglés impide el acceso a la mayor
parte de la información.
En el capítulo siguiente nos referiremos a las implicaciones sociales de
las Nuevas Tecnologías Multimedia (NTM) en general, pero vamos ahora a
referirnos, aunque sea brevemente, a algunos de los riesgos del citado «libre
pensamiento» de Internet, donde algunos tipos de delincuencia, como el
tráfico de pornografía infantil, por ejemplo, pueden encontrar su caldo de
cultivo ideal, y escapar a la censura. Algunos gobiernos, con la intención, o
tal vez el pretexto, de poner freno a estos abusos de la libertad, ya han inten-
tado imponer la censura en Internet. El 8 de febrero de 1996-según infor-
mación consultada en la propia red (http://www.cdt.org/speech.html)- el
presidente estadounidense Clinton firmaba la Ley de Decencia en las
Comunicaciones, contra la que inmediatamente se alzaron numerosas pro-
testas y se presentaron recursos de inconstitucionalidad por parte de quie-
32 1 NUEVAS TECNOLOG.!As nes defienden que Internet sea propiedad de los ciudadanos y no de los
MULTIMEDIA
gobiernos. Por esta vez fueron estos últimos quienes consiguieron su objeti-
vo, pero es seguro que los distintos gobiernos seguirán insistiendo, apoya-
dos en la pornografía de la red, la apología al terrorismo, etc., confundien-
do, una vez más, el mensaje con el mensajero. En la propia red existen varios
foros donde se pueden encontrar interesantes opiniones sobre la libertad en
Internet y en los medios de comunicación en general. Como ejemplo en
español puede consultarse http:llwww.elpais.es!p!dldebates!debates.htm.
En esta línea de lucha por la libertad de comunicación en Internet se
sitúa la creación de las redes de la libertad o «Freenets», redes ciudadanas
que, mediante el uso del correo, forums y conferencias electrónicos tratan
de potenciar las libertades de reunión, opinión y asociación de las perso-
nas. Según Tom Grunder, del National Public Telecomunications Network,
«las redes comunitarias podrían convertirse en la piedra angular de la
democracia, pero sólo podrá suceder si la gente trabaja para conseguirlo»
(Ambrojo, 1996).
Internet se ha popularizado hasta tal extremo que en EE. UU., por
ejemplo, el correo electrónico (E-mail) se considera ya un derecho funda-
mental de los individuos y los políticos diseñan documentos para Internet
durante sus campañas electorales. El propio presidente estadounidense
Clinton, en el último discurso de su campaña electoral de 1996, dijo que
los niños de ocho años debían saber leer y los de doce navegar por la red.
En ese mismo año, según algunas fuentes, el número de usuarios en todo
el mundo puede llegar a los 100 millones. Surgen numerosas revistas espe-
cializadas (eso sí, la mayoría en papel), e incluso, desde el 1 de enero de
1996, se halla en construcción una Exposición Mundial de Internet, a
modo de las de Londres, que dio lugar a la construcción del Palacio de
Cristal, la de París y su torre Eiffel, o la de Sevilla. La feria se desarrolla
tanto en la realidad como en el ciberespacio. El usuario está invitado a
visitar algunos de los pabellones, sitios y eventos en http://park.org, donde
puedes incluso colaborar con tus aportaciones.
En muchas ciudades del mundo existen bares o net-cafés donde, a
modo de máquinas recreativas, disponen de puestos de acceso a la red. Allí
los consumidores se acercan a navegar por otros mundos lejanos y, algunos
dicen, hacer nuevos amigos. Las famosas party-line telefónicas, con con-
versación simultánea de varios usuarios, encuentran aquí un sustituto ideal
por su bajo costo. A veces la «rentabilidad» llega a extremos insospechados,
como es el caso de un escocés y una estadounidense que se conocieron en
el Ciberespacio, y cuyo encuentro «real» para la boda en agosto de 1996,
después de haberse prometido a distancia por ordenador, se nos ofreció
repetidamente como titular en las televisiones españolas (?). Ligeramente NUEVAS TECNOLOGIAS 1 33
MULTIMEDIA
contagiado por la locura colectiva, se me ocurría pensar que dentro de
algunos años, y con los periféricos correspondientes ya desarrollados, ni
siquiera será necesario desplazarse para celebrar una boda virtual.
Crecen mis expectativas cuando leo que, según Pesce (1996), creador
del lenguaje VRML (entorno de programación que nos permite crear
mundos virtuales constituidos por elementos generados en tres dimensio-
nes) «los ordenadores son cada vez más transparentes en el sentido de que
son muy sencillos de utilizar por todos los usuarios. Cualquiera podrá tra-
bajar en Internet y con la realidad virtual» (pág. 18).

Realidad virtual

Gubern (1996) define realidad virtual «como un sistema informático


que genera entornos sintéticos en tiempo real y que se erigen en una rea-
lidad ilusoria (de "illudere": engañar), pues se trata de una realidad per-
ceptiva sin soporte objetivo, sin "res extensa'', y a que existe sólo dentro
del ordenador» (pág 156).
La realidad virtual es un desarrollo tecnológico muy prometedor para
el consumo de productos mediáticos, y, por tanto, para la educación del
futuro, cuyo desarrollo está siendo potenciado por el aumento en Internet
de mundos virtuales o documentos diseñados para ser percibidos en tres
dimensiones. La realidad virtual, sin embargo, no se reduce a la represen-
tación informática de un gráfico tridimensional. Además de la represen-
tación tridimensional ha de darse una interacción en tiempo real y unas
condiciones de utilización que permitan hablar de inmersión del usuario.
Éste dejaría de ser espectador o manipulador externo de una «realidad
enlatada», para adentrarse o sumergirse en el entorno virtual.
Para Carlson las realidades artificiales constituye una de las tres tecnologías
que tendrán un mayor impacto en la educación en los noventa. Las otras dos
serían-según esta autora (op. cit., pág. 53)- hipermedia, de la que ya hemos
hablado, y redes neuronales artificiales, que trataremos en el próximo apartado.
Con aparatos como cascos con gafas especiales, auriculares, guantes
con sensores e incluso trajes completos conectados a la máquina, el usua-
rio puede experimentar y sentir plenamente mundos «programados».
Puede caminar por ciudades de la antigua Roma, por ejemplo, o aden-
trarse en el interior del cuerpo humano, o incluso de una célula, etc. Cada
34 1 NUEVAS TECNOLOGfAs movimiento de los dispositivos citados, si son de entrada, debe ser rein-
MULTIMEDIA
terpretado por el sistema para ofrecer a su usuario, a través de los dispo-
sitvos de salida, la visualización, sonidos y sensaciones táctiles que corres-
ponden a su nueva posición en el espacio. Como posibles futuros
dispositivos de entrada podríamos citar la voz, los gestos e incluso la mira-
da o los movimientos oculares. Estos desarrollos pueden ser de gran interés
principalmente para los disminuidos físicos, quienes podrían ser sus mayo-
res usuarios. En este sentido, se está también investigando sobre sistemas de
control del ordenador con la mirada que permitan asociar los movimientos
oculares con la parte de la pantalla a la que se mira, y el parpadeo, por ejem-
plo, a la acción del ratón. También, y en este caso se trataría de un disposi-
tivo de salida del ordenador, se investiga sobre una técnica de láser que per-
mitiría enviar la imagen directamente a la pupila del usuario.
Todos estos dispositivos, asociados a los distintos
sentidos humanos, o extensiones del hombre, que ya
decía McLuhan, sirven para facilitar y mejorar la
interacción entre máquina e individuo, la forma de
comunicarse entre sí, de facilitarse mutuamente
información. La gran diferencia entre el ordenador y
la persona es la forma de procesar esa información: la
manera, inteligente o no, de utilizar los datos. En el
capítulo 3 nos referiremos más ampliamente a las
diferencias entre información y conocimiento e
Fig. l.3. Prácticas de realidad vinual en la NASA intentaremos dejar clara la gran superioridad del cere-
bro humano con respecto a las mal llamadas mdquinas de pensar. En este
capítulo nos limitamos a introducir al lector no iniciado en lo que se ha veni-
do considerando inteligencia artificial término que, como en el caso de «rea-
lidad virtual», tal vez base su éxito en la contradicción interna que encierra.

Inteligencia artificial

La «creación de vida artificial» es uno de los temas preferidos de las


revistas de divulgación científica. Chris Langton define vida artificial
como «el conjunto de sistemas construidos por el hombre que exhiben
comportamientos característicos de los sistemas vivos naturales» (en la
revista Año Cero, Año VII, núm. 09, pág. 66). Tan pronto nos hablan de
robots-insectos que pueden llegar a comportarse evolutivamente como los
seres vivos y en beneficio de la humanidad, como se nos advierte de que, NUEVAS TECNOLOGfAS 1 35
MULTIMEDIA
de seguir con las investigaciones militares sobre desarrollo de vida artifi-
cial, pronto nos encontraremos con seres-máquinas o soldados-robots que
escapen incluso al control humano. Se ha llegado también a poner en
boca de los mayores expertos en Inteligencia Artificial el que «en cin-
cuenta años, las máquinas pensarán mucho mejor que los humanos, y al
final nos desplazarán» (en la revista Conocer, núm. 169, febrero, 1997).
Dejando aparte sensacionalismos de titular periodístico, parece por el
momento imposible la creación de seres artificiales que se automantengan
y reproduzcan como los seres vivos; y más difícil aún sería la creación de
seres inteligentes.
Es un hecho comúnmente admitido que la inteligencia artificial par-
tió con unos planteamientos equivocados de principio: Freedman (1994-
1995), por ejemplo, nos advierte cómo el hombre, que tras observar el
vuelo del pájaro construyó el aeroplano, en plena borrachera de arrogan-
cia intelectual, allá por los 50, pensó que la inteligencia podía ser obser-
vada e imitada como lo había sido en su día el vuelo del pájaro. «Pero en
este ámbito -puntualiza Freedman- todos se equivocaban. A diferencia
del vuelo o del núcleo del átomo, la inteligencia resultó ser demasiado
difícil para que se la pudiera entender» (pág. 16). La Inteligencia Artificial
(IA) se propuso desde su nacimiento un objetivo demasiado ambicioso:
reproducir la conducta inteligente de los seres humanos a través de los
ordenadores, la creación de máquinas pensantes.
Fue Alan Turing, que estaba convencido de que una máquina, diseñada
de la forma adecuada, podía llegar a pensar, quien en 1950 propuso la prue-
ba más famosa de la IA: cuando una máquina pudiese mantener una con-
versación con una persona sin que ésta se percatase de estar comunicándose
con un ordenador en lugar de con otra persona, la máquina se consideraría
inteligente. Este investigador calculaba que un ordenador lograría pasar la
prueba hacia el año 2000. En 1991, seis de los más importantes programas
simuladores de conversación llevaron a cabo una versión de la prueba pro-
puesta por Turing, sin demasiado éxito. Freedman (op. cit., pág. 46) recoge
un extracto del incomprensible diálogo que la máquina mantuvo por escrito.
La posibilidad anunciada de que la máquina llegase a humanizarse, a
pensar e incluso ser consciente como los humanos llegó a despertar sos-
pechas y temores en los sectores más críticos con las NTM. Algunos lle-
garon incluso a temer su superioridad sobre los humanos en la capacidad
para procesar información y conocimiento. Simons {1988) nos advierte
de que el surgimiento de formas de vida mecánicas influirá decisivamen-
te en las relaciones interpersonales, ya que las máquinas, en puro meca-
36 1 NUEVAS TECNOLOGfAS nismo (¿o instinto?) de supervivencia, competirán por el afecto humano,
MULTIMEDIA
y lo harán no sólo contra otras máquinas, sino también contra personas
(pág. 119).
El nacimiento de la IA como tal se sitúa en un curso de verano que en
1956 reunió a varios científicos en el Dartmouth College, de Hannover,
en New Hampshire (EE. UU.), donde se acordó el nombre de la nueva
disciplina.
Haton, J. P., y Haton, M. Ch. (1989-1991) distinguen cuatro etapas
en la historia de la IA: Una primera en los cincuenta, de exagerado opti-
mismo a la que ya nos hemos referido. La segunda, en los sesenta, que
supone el despegue de la disciplina. Otra tercera que en la década siguien-
te da lugar a una explosión de trabajos que permiten establecer las bases de la
JA actual en lo concerniente a la representación del conocimiento y el razona-
miento, los sistemas expertos, la comprensión del lenguaje natural o la robóti-
ca avanzada. Una última etapa, a partir de los ochenta, que, según Haton
y Haton, supone el ingreso de la IA en la vida económica, por lo que se
llevan a cabo proyectos ambiciosos en las distintas áreas anteriormente
citadas (págs. 12-13).
En la actualidad gran parte de las investigaciones más interesantes se
centran sobre la posibilidad de crear una red neural semiartificial evolu-
cionada con la capacidad de interconexión que tiene el cerebro humano.
Es importante hacer notar el giro que supone el hablar de una red neural
en lugar de un ordenador digital inteligentemente programado. Se ha dis-
cutido también mucho sobre si, en el caso que pudiera fabricarse dicho
dispositivo, éste puede llegar a ser consciente.
Y aquí surge el problema de la definición de consciencia y de si ésta
puede ser reproducida. Searle (1996) nos ofrece una definición que él
denomina «de sentido común: conciencia se refiere a los estados mentales
que comienzan, en general, cuando nos despertamos y que prosiguen
hasta que volvemos a dormirnos, entramos en coma, morimos o nos vol-
vemos, de un modo u otro, "inconscientes"» (pág. 654).
Las distintas opiniones respecto a si la conciencia puede ser reprodu-
cida se dividen en dos grandes grupos:
1) Quienes piensan que la conciencia no se puede atribuir a procesos
puramente físicos, como sir John Eccles, neurobiólogo y premio Nobel,
«para quien el alma es añadida por Dios al feto unas tres semanas después
de la concepción»; o el matemátio y físico Penrose, quien «es dualista en
la medida en que piensa que no vivimos en un mundo unificado; según
él, existe un mundo mental distinto que se "basa" en el mundo físico», y
opina que el funcionamiento de nuestro cerebro no puede simularse por
medio del ordenador (en Searle, 1996). Roger Penrose dedica una de sus más importantes obras
(Penrose, 1989-1991), traducida al castellano, a demostrar que existen facetas en el pensamiento
humano que nunca podrán ser emuladas por el ordenador.
2) Quienes piensan que la conciencia surge de procesos puramente físicos del cerebro. En esta
postura se situaría Searle, quien considera nece- sario «abandonar el dualismo y partir de la idea de que
la conciencia es un fenómeno biológico ordinario, lo mismo que el crecimiento, la digestión o la
secreción de bilis» (op. cit., págs. 655-656). Este filósofo estadouni- dense aclara, sin embargo, que
existen enormes dificultades de diverso tipo para que la conciencia pueda ser reproducida. No faltan
tampoco, aunque son una minoría, quienes todavía piensan, como en los orígenes de la IA, que la
conciencia no es algo tan especial y que la máquina puede ser inteligente y en su día llegará a adquirir
conciencia.
Las definiciones de IA que podamos encontrar reflejan esta variedad de posturas. Born (1987),
por ejemplo, define la IA como «una parte de la ciencia informática que se ocupa del diseño de
sistemas inteligentes, para aclarar después que se refiere a sistemas que poseen las características que
"nosotros" asociamos con la "inteligencia" en el comportamiento humano». Para Garnham (1988), IA
«es el estudio del comportamiento inteligente»; para Szolovits (1982), «el estudio de las ideas que
permiten a los ordenadores hacer cosas que les hacen parecer inteligentes»; Winston y Brown (1984)
se refieren a la Al como «el estudio de la inteligencia uti- lizando ideas y métodos informáticos».
Para todos ellos los objetivos principales de esta disciplina son la com- prensión de la inteligencia
y la construcción de máquinas útiles para la humanidad, más que la construcción de ordenadores o
robots que puedan reemplazar la inteligencia y experiencia humanas, lo que se considera, por el
momento, imposible.
Internet, realidad virtual, televisión interactiva, inteligencia artificial, diarios electrónicos,
multimedia, sistemas expertos, telecompra, teletraba- jo ... son temas de moda en todos los medios de
comunicación. Con ellos se vuelve a poner sobre el tapete la vieja discusión sobre las ventajas y des-
ventajas de las nuevas tecnologías multimedia en nuestra sociedad, asun- to que abordamos en el
siguiente capítulo, y sobre sus posibles aplicacio- nes educativas, de lo que nos ocuparemos en el
capítulo 3.
NUEVAS TECNOLOG!AS 1 37
MULTIMEDIA

40 1 VIVIMOS EN UNA
SOCIEDAD MULTIMEDIA
LAS NTM EN LA SOCIEDAD ACTUAL

- La sociedad de la información
• Sobreabundancia de datos
• Información y conocimiento
• Educación para los nuevos medios (educación m11/timedia)

- Los nuevos medios. Cómo son


• rapidez de implantación • versatilidad
• ubicuidad • estructura arbórea
• flexibilidad • interactividad
• digitalización • globalización
• integración de lenguajes • recepción individualizada y «acciva»
• distribución ramificada y personalizada • alto grado de iconicidad

Los nuevos medios. Cómo influyen


• Tecnologías opresoras
• Tecnologías liberadoras

Una de las caractensncas más definitorias y más comentadas de la


sociedad en esta segunda mitad del siglo XX es la abundancia de informa-
ción que llega a nuestros sentidos día a día a través de los tradicionales y
nuevos medios de comunicación o de difusión. Algunos autores en tono
triunfalista, y muchos otros en actitud más fatalista, advierten de las con-
secuencias de este rápido paso de la era industrial a la era de la informa-
ción que se está produciendo. Cambio debido a las crecientes posibilida-
des de las nuevas tecnologías multimedia (NTM) en el tratamiento de la
información (generar, almacenar, recibir, clasificar, comparar, transmitir,
etc., datos codificados en diferentes lenguajes). Por esta mera presencia
determinante de las NTM en la actualidad es por lo que nos referimos a
nuestra sociedad como multimedia, sin pretender con el adjetivo referir-
nos, como lo hacen Brauner y Bickmann (1994-1996), a ningún tipo de
sociedad utópica donde el hombre y la técnica no estén en contradicción,
y que, según estos autores, llegará muy pronto, cuando el hombre se abra
a la técnica y la utilice con responsabilidad. El que vivamos o tengamos
que vivir en una sociedad multimedia no significa que tal hecho sea de por
sí positivo o negativo, como más adelante veremos.
La aparición y generalización del ordenador como instrumento más
significativo en nuestra época ha marcado uno de los hitos en la historia
de la información y su tratamiento; antes fue la imprenta y mucho antes VIVIMOS EN UNA 1 41
SOCIEDAD MULTIMEDIA
la escritura los instrumentos o tecnologías de la información que trans-
formaron el contexto y el entorno en el que surgieron influyendo sustan-
cialmente en el pensamiento humano.
Aunque en el capítulo siguiente trataremos de establecer las diferen-
cias entre información o datos y conocimiento, podemos aquí adelantar
que algunos autores, sobre todo del mundo de la informática, tienden a
confundir una y otro, o incluso considerar el conocimiento como un tipo
de información, como lo hace Robertson (1996), para quien información
es «cualquier unidad de texto o datos, documento, informe, libro, colec-
ción, conocimiento, nexo, asociación, percepción, rumor, sospecha o sim-
ple idea... contenida en cualquier medio» (pág. 23).
Rosman, et al. (1996) plantean que los ordenadores han sido hasta
ahora usados sobre todo para trabajar con información estructurada en
forma de datos principalmente numéricos; sin embargo, la automatiza-
ción de la información no tiene por qué limitarse a ese tipo de datos y que
resultan mucho más útiles los documentos como fuentes de información.
«Un documento -según estos autores holandeses que están investigando
sobre el diseño de sistemas de información documental- se define como
cualquier objeto cuya intención sea informar a través de los datos de que
es portador: un libro, informe, artículo de periódico, formulario, contra-
to, carta, etc. El portador o soporte puede ser papel, CD-ROM, microfi-
cha, etc.» (pág. 287). Según Bettetini (en Bettetini y Colombo, 1993-
1995, pág. 20) hasta la década de los cincuenta los ordenadores fueron
considerados como meros instrumentos de cálculo, pero a partir de la
década de los sesenta se comienza a valorar sus posibilidades de transfor-
mar no sólo texto, sino cualquier tipo de informaciones codificadas,
incluido por supuesto las audiovisuales. Podríamos decir que nacen con-
ceptualmente las tecnologías multimedia.
Con el concepto de documento multimedia que nosotros manejamos
en esta obra pretendemos derivar la atención desde el soporte físico al
contenido, al mensaje; prestar más atención a los lenguajes utilizados para
la elaboración del documento ( multilenguaje) y a los sentidos implicados
en su recepción (documento multisensoriab. De cualquier modo, esta
variedad de documentos, de soportes, de medios, de dispositivos en una
sociedad en la que se pretende conseguir que las máquinas simulen lo más
perfectamente posible el pensamiento humano, es lo que nos lleva a plan-
tearnos las implicaciones de vivir en una sociedad multimedia.
El desarrollo de las NTM (en sus dos facetas principales de informa-
ción y comunicación) están propiciando cambios fundamentales en la
42 1 VIVIMOS EN UNA estructura de los sistemas económicos, sociales y culturales, e incluso en
SOCIEDAD MULTIMEDIA
los individuos que han de ajustarse a los nuevos sistemas.
Esta vieja idea de que «cualquier tecnología va creando, paulatina-
mente, un ambiente humano totalmente nuevo», que sugirió a McLuhan
(1964-1969, pág. 13) el famoso aforismo el medio es el mensaje, adquiere
hoy más importancia que nunca debido al vertiginoso desarrollo de nue-
vas tecnologías, cuya influencia se extiende, como decíamos, por las más
variadas facetas sociales e individuales. En esta obra ( La comprensión de los
medios como las extensiones del hombre) que hizo famoso al autor cana-
diense ya en 1964 se presentan hasta veintiséis medios diferentes (la pala-
bra hablada, la palabra escrita, la rueda, la palabra impresa, la fotografía,
el teléfono, la televisión, etc.} como las extensiones del hombre, que éste
configura o fabrica a su medida para que más tarde sea el propio medio el
que dé forma o configure al individuo y a la sociedad. Los efectos socia-
les de las NTM son relativamente obvios: la televisión transforma el con-
sumo; el auto cambia la ciudad, etc., pero los efectos psicológicos son más
difíciles de detectar. Según McLuhan la importancia de los medios es tal
que alteran nuestra forma de pensar, actuar y de percibir el mundo.
Es mucho lo que se ha escrito e investigado sobre la influencia de los
medios de comunicación de masas tradicionales como la prensa, la radio
o la televisión, y mucha la importancia que se ha dado a sus efectos indi-
viduales y sociales. Según Wolf (1992-1994), «el mito de la omnipoten-
cia de los mass media tiene su manifestación más significativa en los
Estados Unidos, antes de la Segunda Guerra Mundial». En una cica de
Bauer-Bauer se menciona que ya por aquella época «se escribían denun-
cias apasionadas sobre los "señores de la prensa'', sobre la dominación de
los mass media por intereses particulares, sobre las tácticas siniestras y
espectaculares (de los) "propagandistas". (...) Lectores, escritores, investi-
gadores, estudiosos sociales, en definitiva, casi codos los que fijaban su
atención en los media (...), compartían la común y tácita idea de su
omnipotencia» (en Wolf, 1992-1994, pág. 15).
Wolf (1987-1994 y 1992-1994) se hace eco de una clasificación en que
se distinguen tres épocas históricas: El primer ciclo, que llegaría hasta fina-
les de los años treinta, podría caracterizarse por el convencimiento generali-
zado del enorme poder de los medios. En una segunda época, desde princi-
pios de los cuarenta, la creencia predominante gira en corno a una valoración
más modesta de la capacidad de influencia de los media. En nuestros días
estamos dentro de la tercera fase, donde se observa una vuelca a la conside-
ración de los medios de masas como poderosos; vuelve el interés por los efec-
tos de los medios, pero desde paradigmas diferentes. «Los años setenta y
ochenta han marcado (...) un cambio de ruta en el ámbito de los "media stu- VIVIMOS EN UNA 1 43
SOCIEDAD MULTIMEDIA
dies", así como en lo que concierne a las teorías sobre los efectos. La orien-
tación más corriente subraya la necesidad de abandonar la idea de que el
impacto de los media fuera limitado, manteniendo, por el contrario, la tesis
de influencias fuertes y duraderas en el tiempo» (Wolf, 1992-1994, pág. 59).
Hemos de advertir, sin embargo, que en los años noventa estos mis-
mos medios de masas, al incorporar nuevos desarrollos tecnológicos como
la interactividad o la digitalización de la información, modifican sus pro-
pias características, su forma de influir y/o relacionarse con el usuario. Por
consiguiente, canto la investigación sobre los efectos o la recepción como
la educación para los nuevos medios, tendrá que revisar los paradigmas uti-
lizados para los tradicionales medios de masas, como más tarde veremos.
Parece lógico pensar, por ejemplo, que la educación para los medios
debería capacitar al individuo para la utilización (o no utilización) crítica
y responsable de las redes de comunicación. De esta educación puede
depender el que las nuevas tecnologías resulten algo más beneficioso que
perjudicial para la sociedad. Sobre sus efectos, sobre cómo influyen los
nuevos medios hablaremos más tarde. Veamos ahora algunas de sus carac-
terísticas más definitorias.

Los nuevos medios. Cómo son

Y. hemos manifestado nuestra predilección por referirnos a las NTM


centrándonos sobre todo en sus productos, en los documentos, indepen-
dientemente de si esos documentos nos son enviados de Australia por la
línea telefónica, se nos muestran en televisión o los adquirimos en cual-
quier tipo de soporte (cinta de vídeo, CD-ROM, diapositivas, etc.) en la
tienda de la esquina. Hasta ahora no hemos considerado necesario el
hacer distinciones significativas entre los nuevos medios y los tradicionales
medios de comunicación de masas, como la radio y la televisión; o entre
dispositivos de reciente aparición y otros más bien antiguos, como el pro-
yector de diapositivas o el magnetófono. Para englobar todos ellos bajo el
término multimedia no tenemos en cuenca sus muy diferentes caracterís-
ticas técnicas, sino que nos basamos únicamente en la posibilidad que tie-
nen, por sí solos o en conjunción con otros, de presentarnos documentos
con integración de imagen, sonido y texto, en uno o varios soportes.
Muchos de ellos ofrecen además cierto grado de interactividad.
44 1 VIVIMOS EN UNA Está claro, no obstante, como señalábamos unas líneas más arriba, que
SOCIEDAD MULTIMEDIA
las nuevas tecnologías verboicónicas de la información y comunicación
han evolucionado mucho en la última década, y han surgido y están con-
tinuamente apareciendo nuevos dispositivos, nuevas redes de comunica-
ciones, nuevas formas de codificar y estructurar la información que nos
obligan a un replanteamiento de los aspectos más característicos y defini-
torios de estas Nuevas Tecnologías Multimedia.
Como principal característica de la NTM podríamos señalar su «rapi-
dez de implantación». En una comunicación presentada en el coloquio En
la escuela de los medios, celebrada en junio de 1980, André Danzin, enton-
ces ministro francés de Educación, ya apuntaba que <<nuestra época cons-
tituye un período excepcional, no por la naturaleza de las nuevas tecnolo-
gías de la información -que, por lo demás, se sitúan dentro de una línea
evolutiva conocida- sino por la rapidez con que estallan.
La evolución mineral ha tardado miles de millones de años; la biológi-
ca, centenares de millones; la humana, uno o dos millones; la invención de
las lenguas y luego de la escritura ha llevado varios milenios; su vulgariza-
ción por medio de la imprenta, algunos siglos. La telemática ha evolucio-
nado en apenas veinte años y sus posibilidades sobrepasan todo cuanto se
ha descubierto hasta ahora en el ámbito de la sociedad-humana. La vio-
lencia de choque, mucho más que su naturaleza, nos hace tambalear y nos
llevará a modificar profundamente la mayoría de nuestros conceptos,
incluidos los de educación e información. (Treffel, 1981-1986, pág. 75).
Dieciséis años después Mattelart, en conferencia impartida en Méjico,
D. F. en abril de 1996, nos alertaba a los allí presentes sobre el problema
que supone la rapidez con que se producen los desarrollos tecnológicos y
los cambios sociales que traen consigo, ya que el mundo de la cultura y de
la educación, que debería tomar conciencia de su importancia y trascen-
dencia, no dispone de suficiente tiempo para reflexionar sobre ellos y
actuar en consecuencia.
La rapidez de implantación tiene también consecuencias de carácter
político y económico. Bjorn y Bloch (1982) manifestaban su temor de
que la sociedad occidental no fuese capaz de adaptar su estructura con la
rapidez suficiente, por lo que, «al menos durante cierto período de tran-
sición, los sistemas de ordenadores darán como fruto un desempleo en
masa» (pág. 135).
Debido a esta rapidez de implantación de las NTM, y como conse-
cuencia también de lo que podríamos considerar otra de sus característi-
cas: su versatilidad, se nos hace evidente una tercera: la ubicuidad. Las
NTM ofrecen aplicaciones para cualquier tipo de actividad laboral o de
ocio; encontramos algún tipo de sistema informatizado en prácticamente VNIMOS EN UNA 1 45
SOCIEDAD MULTIMEDIA
todos los hogares (televisiones, magnetoscopios o vídeos, sofisticados
equipos musicales y de radio, microondas, cafeteras y lavadoras progra-
mables, teléfonos y contestadores, etc.), y en la calle a cada paso (semáfo-
ros, red de transportes, automóviles que «hablan», casas «inteligentes» con
ordenadores para regular la temperatura y el consumo de energía, oficinas
automatizadas, y un largo etcétera). Smith (1982) señala la flex ibilidad
como una característica que distingue a los ordenadores de las herramien-
tas tradicionales y que les hace parecer infinitamente adaptables a tareas
muy diferentes y a cualquier tipo de aplicación, adaptabilidad que -según
el propio Smith- no se logra fácilmente, y con frecuencia es más preten-
dida que real. La presencia de los mismos desarrollos tecnológicos y de los
mismos productos de los medios de comunicación y difusión trae consigo
una unificación de hábitos, de costumbres, de culturas, que conducen a la
globalización.
Las NTM son en este sentido globalizadoras, contribuyen a que se
atenúen las diferencias culturales, lo que en algún sentido pudiera favore-
cer el entendimiento entre los pueblos. Esto, sin embargo, no siempre
ocurre así, ni, cuando ocurre, es gratuito. En Europa, por ejemplo, el
intento de potenciar medios de comunicación comunes no ha favorecido,
en opinión de Nossek y Adoni (1996), la creación de una identidad euro-
pea. «Si existe una cultura audiovisual común a toda Europa, es en su
mayor parte de contenido americano» (pág. 55). El precio que hay que
pagar por la globalización, que no es por supuesto de libre elección, puede
resultar demasiado alto: pérdida de identidad cultural y totalitarismo. De
una utopía social de ciudad comunitaria con respeto a las diferencias
puede pasarse muy fácilmente a una aldea global totalitaria controlada por
unos pocos (Mattelart, 1994-1995, pág. 170 y ss.). Chomsky y Dieterich
(1995) nos exponen las repercusiones negativas de una globalización,
irrespetuosa con las diferencias, sobre el empleo, la educación, la demo-
cracia y las culturas nacionales.
El rápido paso de la era industrial a la era de la información se ha visto
facilitado por otras dos importantes características de las Nuevas
Tecnologías y los medios de comunicación: la digitalización (con la con-
siguiente integración de lenguajes) y la distribución ramificada de la
información.
Los avances en la tecnología informática permitieron la traducción de
números, texto y gráficos en el lenguaje digital de ceros y unos. Más tarde
también la música y los sonidos se almacenan en forma de datos numéri-
cos en los populares discos compactos de audio. La representación (una
46 1 VMMOS EN UNA serie de O y 1) no guarda ningún parecido, ninguna analogía con el soni-
SOCIEDAD MULTIMEDIA
do, con la realidad acústica representada, al contrario que la señal analó-
gica. Para digitalizar sonido de un micrófono, radio, televisión, etc. (lo
que está al alcance de cualquier ordenador multimedia de uso doméstico),
se obtiene una muestra del sonido un número determinado de veces por
segundo, lo que constituye la frecuencia de muestreo, y se guarda como
información digital en bits y bytes. La cantidad de información por mues-
tra se conoce como el tamaño de esa muestra, y cuanto mayor sean tanto
la frecuencia como el tamaño de la muestra, y, por tanto, el tamaño en
bytes del archivo en que se almacena, mayor será la fidelidad y calidad del
sonido capturado a la hora de reproducirlo. Lo mismo podríamos decir de
la señal de vídeo, con la importante diferencia de que el tamaño de las
muestras periódicamente tomadas es mucho mayor que en el caso del
audio, dada la gran cantidad de información que es necesario registrar
para poder después reproducir fielmente la señal o el documento original.
Se produce un primer problema de espacio y tamaño de los ficheros, ya
que unos diez segundos de vídeo podrían necesitar alrededor de 300 Mb
de disco, y otro no menos importante de velocidad de transferencia. La
presentación a pantalla completa de un documento audiovisual de imagen
en movimiento supone una transmisión de 30 Mb por segundo, lo que
los ordenadores personales todavía no son capaces de transferir. Para posi-
bilitar la utilización de imagen en movimiento en dichos ordenadores per-
sonales se han desarrollado sistemas de compresión y descompresión en
tiempo real, es decir: rápida compresión de los datos cuando se captura la
información matemática sobre la imagen y el sonido, y descomprensión
de esa información numérica también «en tiempo real» al reproducir.
La posibilidad de que vídeo y audio, junto con texto y gráficos, pue-
dan traducirse a los mismos datos matemáticos supone un gran cambio en
el desarrollo de documentos multimedia.
Las repercusiones de la digitalización de la información pueden llegar
incluso al futuro desarrollo de la humanidad y el poder de los pueblos.
Debray (1994-1996) pone de manifiesto cómo el hecho de que la codifi-
cación binaria pueda ser aplicada tanto a letras como a ideogramas favo-
rece la producción y difusión de mensajes en Asia. Las representaciones
figurativas y los miles de ideogramas existentes en las culturas orientales
no han podido hasta ahora ser fácilmente reproducidos y distribuidos
debido a las limitaciones técnicas de las imprentas y las máquinas de escri-
bir (pág. 40).
La digitalización de la señal aumenta dramáticamente la capacidad de
manipulación, tratamiento y facilidad de almacenamiento de la informa-
ción textual o audiovisual, así como su distribución entre distintos siste- VIVIMOS EN UNA 1 47
SOCIEDAD MULTIMEDIA
mas y dispositivos en principio incompatibles entre sí. Con ello, lógica-
mente se facilita la integración de lenguajes, característica definitoria de los
documentos multimedia, como ya hemos dicho. El reducir la informa-
ción de una serie de imágenes o sonidos a cadenas de números (ceros y
unos), procedimiento que la computadora u ordenador ha utilizado siem-
pre con el texto verbal, significa además que dichas imágenes pueden
reproducirse con fidelidad absoluta y hacer copias sin pérdida de calidad,
al contrario de lo que ocurría con la señal analógica. Según Beniger
(1986) significa también la cada vez menor diferenciación entre la comu-
nicación y el procesamiento de la información; entre la comunicación
humana y la comunicación con una máquina; y entre distintos tipos de
información: números, palabras, imágenes y sonidos, y con el tiempo sabores,
olores e incluso sensaciones, todos ellospueden ser algún día almacenados, pro-
cesados y comunicados de la misma forma digital
Terceiro (1984) analiza la revolución tecnológica que ha supuesto la
sustitución de lo jlsico por lo digita4 del átomo por el bit, y que, según él,
convertirá al homo sapiens en homo digitalis. De una forma tal vez dema-
siado sensacionalista, afirma que «el horno digitalis prescindirá del papel
como soporte de la información, que dejaremos de estar confinados,
como lectores, al espacio en tres dimensiones. Con los "bits" --señala
también- escribimos no sólo textos y conceptos, sino también imágenes
y sonidos. Es un tipo de escritura, la digital, que hace realidad el sueño
de Leibnitz, cuando, en una carta escrita al duque de Hannover en 16?9
para interesarle en la financiación de su proyecto, le hablaba de un siste-
ma de escritura que "pintase los pensamientos"» (pág. 165). Dejamos a
juicio del lector si Terceiro está en lo cierto o Leibnitz por el momento
tendría que seguir soñando.
La progresiva digitalización de los medios de comunicación de masas,
sobre todo de la televisión, nos presenta la era digital como el futuro pró-
ximo de los medios audiovisuales. Se prometen cientos de canales interac-
tivos, servicios multimedia, alta definición, televisión a la carta, etc. Los
intereses empresariales creados en torno a estos sectores depoder ya se han
dejado entrever en la lucha que mantienen los grandes gurús de la comu-
nicación. Según Del Valle (1996) la televisión digital ha desatado en
Europa una guerra sin cuartel entre los principales grupos de comunica-
ción, entre los que destacan dos grandes consorcios: uno, liderado por
Bertelsmann y Canal Plus; otro, por Kirch y Berlusconi. La situación en
España a principios de 1997 con continuos ataques recíprocos entre las
«plataformas digitales» de televisión dan idea del interés de las grandes
48 1 VIVIMOS EN UNA empresas de comunicación por controlar la información a base de acapa-
SOCIEDAD MULTIMEDIA
rar la oferta de emisoras.
La multiplicidad de canales de televisión supone, en opinión de
Eduardo García Matilla (1995), un desafío para el mundo educativo.
Según este autor se abre la posibilidad de que la enseñanza formal de los
distintos niveles se aborde con programas específicos desde la televisión
digital. «Las experiencias de EE. UU. incorporan, en rodas las etapas, téc-
nicas interactivas dirigidas a potenciar la eficacia del aprendizaje. La pre-
gunta es evidente: ¿estamos preparados en España, a medio plazo (entre
dos y cinco años), para ofrecer alternativas culturales o educativas aprove-
chando los recursos de estos nuevos sistemas?, o bien, ¿dejaremos la ini-
ciativa a las programaciones de puro ocio o a las de "formación y divul-
gación de consumo"?»
La información digitalizada circula fácilmente por las redes mundiales
de comunicación, donde existe una distribución ramificada que permite
un acceso prácticamente inmediato y simultáneo a cualquier parte de la
Tierra. La mayoría de los documentos diseñados para las NTM tienen
una estructura arbórea o de telaraña. Carecen de una linealidad, como el
relato tradicional o el libro, la información se presenta ramificada, en
forma de red, donde el paso de una sección («nodo») a otra depende de la
elección del usuario. En realidad la estructura ramificada de los docu-
mentos multimedia, el hipertexto, que se ha presentado casi siempre
como una ventaja por la sensación de «poder elegir» que tiene el usuario,
puede ser, según Trejo (1996), «hiperfragmentario, que se presente la rea-
lidad fuera de su contexto, no imbricada con el discurso, el periodo o el
relato de donde dicho segmento se ha tomado. En el caso de la enseñan-
za -continúa Trejo- el empleo excesivo de estos recursos puede impli-
car la incorporación de mecanismos de razonamiento distintos de los que
hasta ahora hemos conocido, o con los cuales hemos identificado a la ela-
boración y propagación del conocimiento» (pág. 123).
Gil Calvo (1996) sitúa los antecedentes de este tipo de documentos no
lineales interactivos, no en los relatos lineales ni en las narraciones audio-
visuales, sino en las primeras planas de la prensa y en los programas colla-
ge de televisión, «que imponen la lógica del laberinto, donde los signos se
enredan y enmarañan sin más criterio de articulación que la precaria pri-
macía de la última novedad». Manifiesta el citado profesor que no existe,
como se ha dicho, oposición entre palabras e imágenes, ya que, para supe-
rar al lenguaje verbal, las imágenes plagiaron su lógica narrativa para uti-
lizarla con mayor eficacia aún en el relato audiovisual. La verdadera opo-
sición que plantean las nuevas tecnologías es la que podríamos establecer
entre el relato y la red, y si hoy los jóvenes se desentienden de la lectura VIVIMOS EN UNA 1 49
SOCIEDAD MULTIMEDIA
para conectarse a Internet u otra red, no es que traten de huir de las pala-
bras para refugiarse en las imágenes, sino que tratan de «abandonar los
argumentos lineales para ingresar en los círculos viciosos de los laberintos
reticulares: las redes de circuito sin fin que te atrapan sin fines, principios
ni finales; sin planteamiento, nudo ni desenlace».
La interactividad es sin lugar a dudas otra de las principales caracte-
rísticas de las NTM. De hecho para muchos autores el hablar de multi-
media ya implica la existencia de interactividad; la consideran como una
característica de los documentos y sistemas multimedia. Esta capacidad de
la máquina de establecer un cierto tipo de relación comunicativa con el
usuario tal vez sea la característica de mayor importancia desde el punto
de vista educativo, como tendremos ocasión de analizar en los capítulos
siguientes. Aquí nos interesa destacar cómo esta posibilidad de relación
entre medio y usuario condiciona decisivamente el sistema de distribución
y las condiciones de recepción de los medios de masas tradicionales.
Parece posible, por ejemplo, que en un futuro no muy lejano, y
dependiendo de los datos introducidos por cada usuario de la televisión
por cable en el propio sistema al suscribirse, éste proporcione una publi-
cidad específica para cada telespectador, según profesión e intereses. Es
fácil suponer que la activación de la tecla correspondiente en el mando a
distancia suponga el pedido inmediato y automático del producto anun-
ciado, a cargo, claro está, de la cuenta del espectador, que también figu-
rará entre los datos del sistema.
Las tradicionales diferencias entre medios de masas y medios de uso indi-
vidualizado comienzan a desaparecer en la medida en que los medios de
masas concretan y especifican cada vez más sus audiencias. La proliferación
de canales de televisión, periódicos, bases de datos, etc., de carácter temá-
tico (deportivos, financieros, informativos, etc.), supondrá una mayor
capacidad de elección por parte de los usuarios, lo que algunos interpretan
como una recepción más activa. Los consumidores de NTM tendrán que
elegir en principio qué servicios o qué emisiones desean recibir junto con
las de difusión abierta comunes para todos. En muchos casos el discurso
comunicativo no partirá del medio, sino del usuario que se dirige a bus-
car un determinado tipo de producto. En el caso de la televisión, que
ponemos como ejemplo por ser el más conocido, el usuario no se sentaría
delante de la pantalla «a ver qué echan», sino que adoptaría una postura
(¿más activa?) de búsqueda, de adentrarse en la información, de navega-
ción. «El usuario de los nuevos media se convierte en un viajero digital,
un electronauta consciente de que viaja. No siempre quizá consciente de
50 1 VIVIMOS EN UNA su cambio durante el viaje, no siempre consciente de que en este viaje
SOCIEDAD MULTIMEDIA
varían profundamente las estructuras cognitivas, las referencias culturales
y la idea de comunicación» (Bettetini y Colombo, 1993-95, pág. 261).
Las palabras de Bettetini y Colombo nos recuerdan otra característica
de las NTM, ya presente en los tradicionales medios de comunicación
desde su aparición: las tecnologías no son neutras. No podrían serlo por el
mero hecho de ser personas quienes las utilizan. Según Pérez Jiménez
(1996), «también la tecnología proporciona una interpretación global del
mundo, olvidando su condición de herramienta para convertirse en filo-
sofía de vida» (pág. 174). Postman (1992-1994), por su parte, advierte
que «en cada herramienta hay inscrita una tendencia ideológica, una pre-
disposición a construir el mundo de una manera y no de otra, a valorar
una cosa más que otra, a desarrollar un sentido o habilidad o una actitud
más que otros» (pág. 26). Podríamos decir que no son las tecnologías
como tales, sino el uso que se hace de ellas lo que las convierte en trans-
misoras de ideología, pero en cualquier caso no debemos olvidar que cada
producto de los nuevos medios, cada documento multimedia que nos
aparezca en cualquiera de las pantallas con las que vamos a tener que con-
vivir, tiene un origen determinado, unos creadores, y, por tanto, lleva
implícitas unas intenciones de las que no siempre vamos a ser conscien-
tes. Y cuanto más complejo sea ese documento o más implicación exija
por parte del usuario (realidad virtual), más difícil le resultará a éste situar-
se a una distancia suficiente como para analizar críticamente esas inten-
ciones. La posibilidad de las NTM de representar la realidad con un alto
grado de iconicidad incluso en 3D, y el nivel de implicación y de inmer-
sión que buscan en el individuo, facilitan notablemente la habitual con-
fusión entre imagen y realidad.
La falta de transparencia de los medios y tecnologías constituye uno de
los aspectos clave de la educación audiovisual. Diversos expertos de todo el
mundo (en Aparici, R., coord., 1996) manifiestan la necesidad de detectar
la ideología presente en cada medio de comunicación y sus productos. Con
respecto a las nuevas tecnologías interactivas, Len Masterman (1995), uno
de los críticos más emblemáticos, mantiene que el individuo que haya reci-
bido una adecuada educación para los medios no se contentará con elegir
una de las opciones de un menú predeterminado en un documento multi-
media, sino que tendrá que escudriñar el propio menú, ver cómo está cons-
truido; de acuerdo a qué criterios y con qué objetivos; quién es el respon-
sable de él y a qué intereses puede estar sirviendo; qué valores lleva
implícitos; qué tipo de conocimiento intenta construir y validar; qué se está
omitiendo, y, finalmente, quién tiene y quién no tiene acceso a él (pág. 9).
Las características de las NTM arriba apuntadas son más que suficientes VNIMOS EN UNA 1 51
SOCIEDAD MULTIMEDIA
como para que, partiendo de la educación para los medios, y sin abandonar
el enfoque crítico que debe caracterizarla, vayamos hacia la educación multi-
media a la que nos referíamos en la introducción y que analizaremos en deta-
lle en los próximos capítulos. La educación multimedia que proponemos inte-
gra la educación para los nuevos medios con su uso y consumo responsable
tanto para la recepción como para la emisión y creación de documentos.
Esta necesidad de replanteamientos en la integración de las NTM en
la educación resulta especialmente evidente si tenemos en cuenta que no
sólo educamos para utilizar y convivir con los medios del presente, sino
también con los del futuro.

Los nuevos medios. Cómo influyen

Se encuentra bastante extendida la sensación de que las NTM de la


información y la comunicación van a tener un tremendo impacto en el
desarrollo humano en prácticamente codas sus facetas. De las muchas opi-
niones vertidas en publicaciones de todo tipo sobre el tema (incluidas,
como no podría ser de otro modo, las electrónicas) ofrecemos una varia-
da selección como botón de muestra: «El crecimiento de Internet amena-
za el mercado bancario tradicional», rezaba un titular del Financia! Times
(12-VIII-96). Unos meses después, El País (3-XI-96) advierte: «Internet
asl;lSta a los gobiernos. La explosión del comercio electrónico rompe los
vigentes mecanismos de control».
Press (1995), haciéndose eco de las teorías de McLuhan sobre la modi-
ficación que se produce en las proporciones entre los sentidos con cada
nueva tecnología, plantea que con Internet y el uso del teclado del orde-
nador personal se cambiará esa proporción incrementando la importancia
del tacto, que no se suele considerar al hablar de comunicación e infor-
mación. Teclear -sostiene el autor- exige control y concentración y
supone la implicación de diferentes músculos y sistemas neuronales a los
propios de actividades como hablar, escuchar o leer (pág. 17).
Castro Lozano, et al. (1995) mantienen que la nueva tecnología, la
telemática, los sistemas multimedia y la domótica podrían ser la llave para
un cambio en nuestro sentido de la comunicación, el aprendizaje, traba-
jo, y podrían asimismo aumentar nuestra calidad de vida y, por otra parte,
la relación intergeneracional.
52 1 VIVIMOS EN UNA San Martín Alonso (1995), aunque más tarde advierte del peligro de
SOCIEDAD MULTIMEDIA
«depositar en el universo tecnológico un poder demiúrgico, capaz de
hacer superar las dificultades por las que atraviesa la sociedad de nuestro
tiempo» (pág. 80), afirma que «nada de lo que se ha venido considerando
parte del universo cultural escapa hoy al tratamiento y transformación
tecnológica haciéndolo asequible al gran público». El mismo autor tam-
bién deduce que «si las tecnologías son un elemento constitutivo del
entorno de los individuos y mantienen con ellas una relación activa,
entonces estas tecnologías actúan como "instrumentos psicológicos" que
median la relación del individuo con el entorno» (pág. 138).
En la que había de ser su última obra, Chaosmose, el filósofo y psi-
quiatra Félix Guattari escribía en 1992 que «... las máquinas tecnológicas
de información y comunicación (desde la informática a la robótica pasan-
do por los medios) operan en lo más profundo de la subjetividad huma-
na, no sólo en el seno de sus memorias, de su inteligencia, sino también
de su sensibilidad, de sus afectos y de sus fantasmas inconscientes» (en
Mattelart, 1994-1995, pág. 377.)
Neil Postman (1992-1994) intenta demostrar cómo las NN. TT. alte-
ran la estructura de nuestros intereses: las cosas sobre las que pensamos;
alteran el carácter de nuestros símbolos: las cosas con las que pensamos, y
alteran la naturaleza de la comunidad: el espacio en que se desarrollan los
pensamientos (pág. 33).
Howard Rheingold (1985) nos advierte de que la revolución informá-
tica todavía no ha llegado, y nos pronostica la creación de nuevos medios
para el pensamiento humano, que, aunque estarán basados en el actual
ordenador personal, se parecerán a la actual tecnología de procesamiento
de la información tanto como una televisión se parece a una imprenta del
siglo X.V. (Capítulo l. En Internet, http//www.well.com/www/hlr.)
«Cuando los actuales prototipos de "máquinas para el pensamiento huma-
no" -según Rheingold- se produzcan a gran escala y lleguen a nuestras
casas, oficinas y escuelas, nuestras vidas van a cambiar dramáticamente» 1 •
1
No me resisto a la tentación de comentar al lector en este punto mi complejo esta-
do de ánimo cuando leía estas líneas de Rheingold en la pantalla de una de las mesas de
un «net-café» y las pasaba al portapapeles para enviarlas después a mi buzón electrónico,
al tiempo que daba un nuevo sorbo a la segunda cerveza de importación. (Conste que no
habría pasado de la primera cerveza de no haber sido alentado por los propietarios del
local, que, conscientes de la rapidez con que pasa el tiempo para el usuario «enganchado»
a la red, desde la propia pantalla te sugieren que, si lo deseas, puedes pedir otra consu-
mición. La camarera, muy en su papel, se encarga de recordártelo «personalmente».) El
sabor de la cerveza, que iba ya haciendo su efecto a media mañana, y la pantalla gigante
de vídeo, desde la que Ana Belén y Tina Turner se turnaban en mis oídos y muy de vez
en cuando en mi retina, contribuían a la complejidad de mis aturdidas reflexiones sobre
En este capítulo incluimos algunas de las muchas opiniones que sobre VIVIMOS EN UNA 1 53
SOCIEDAD MULTIMEDIA
este impacto social de las nuevas tecnologías han aparecido en los últimos
años, pero queremos hacer especial mención a dos autores que han pro-
nosticado ya las características de esa sociedad del futuro, a la manera que
lo hicieran Aldous Huxley o George Orwell en sus respectivas novelas Un
mundofeliz y 1984, o el propio McLuhan con su aldea global. A los plan-
teamientos de Neil Postman, en su obra Tecnópolis, y Javier Echeverría, en
Telépolis, dedicamos el siguiente apartado.

¿«Tecnocracia totalitaria» o « telecracia


permanente»?

En gran parte de la literatura sobre la influencia de las NTM en la


sociedad, en la cultura, en la economía, etc., se observa una cierta resigna-
ción ante la «inevitabilidad» de los inconvenientes derivados de los desa-
rrollos tecnológicos. El determinismo inconscientemente asumido y el
consecuente derrotismo empequeñecen la voluntad humana frente a las
omnipotentes nuevas tecnologías que se dicen «inteligentes». Coincidimos
con Sancho Gil (1994) cuando afirma que la tecnología y la ciencia son
moldeadas por la sociedad en que se desarrollan y existe un fuerte compo-
nente sociopolítico y económico que determina la orientación y el sentido
que las guía. Las decisiones sobre áreas prioritarias de interés, adjudicación
de recursos, transferencia tecnológica, etc., son realizadas por hombres y
mujeres ... Puede argumentarse, desde la postura «de impotencia resigna-
da», que estos hombres y mujeres son tan sólo unos pocos políticos que
controlan y a su vez son controlados por los medios. Es verdad, como dice
Bouza (1996), y señalaba ya Postman (1986-1990), que el cambio más
importante que los medios pueden estar propiciando, «quizá porque atañe
a la representación democrática de la voluntad de la ciudadanía, es el de la
el cambio que pueden llegar a suponer las NTM. Estas dos artistas, que, a pesar de vivir
en un mundo en rápido y constante movimiento, parecen resistirse al paso del tiempo
(como «la Puerta de Alcalá», nos dice una de ellas), inundaban de imágenes audiovisua-
les mi cerebro, que a su vez trataba de decodificar el lenguaje verbal de la pequeña pan-
talla en una lengua, si no demasiado extraña, sí distinta a la mía. En modo multitarea per-
manente mi pensamiento volaba sobre todo este cúmulo de sensaciones para abandonarse
en la simple idea de que algo debía estar ya cambiando en mi forma de trabajar, en mi
vida, en mi mundo multimedia. Para completar el cuadro la cantante americana me pre-
guntaba machaconamente entre sus contorsiones habituales que qué tiene el amor que ver
con todo esto. Seguir el rastro de mi alocada imaginación a partir de este momento sería
sin duda abusar de la paciencia del lector que me ha brindado este paréntesis. En algún
momento de mi «navegación» fuera de la red volví a Internet en busca de más investiga-
dores que traten la importancia de las nuevas tecnologías, tema que nos ocupa.
54 1 VIVIMOS EN UNA adaptación de la política al servicio de los medios de comunicación». Esto,
SOCIEDAD MULTIMEDIA
sin embargo, en lugar de ser un motivo para abandonar la lucha por una
supuesta incapacidad de conseguir nada, debería ser un aliciente más.
Como educadores, debemos tener presente que esos hombres y muje-
res que tomarán decisiones tan cruciales en los próximos años son los que
ahora acuden a nuestras escuelas. Con la educación multimedia el futuro
de la relación cultura democrática y NTM podría ser diferente. Y sin ella
también, pero en un sentido muy distinto. Puede que cada día resulte más
difícil mantener valores como la libertad, la responsabilidad o la solidari-
dad; puede que el pesimismo se apodere de nosotros en un mundo tan
mecanizado, pero el tomar conciencia de la dificultad que entraña la situa-
ción actual no debe sino servirnos para reaccionar con fuerza contra la
dictadura del poder tecnológico y los grupos de presión que la propician.
La educación para los nuevos medios, la educación multimedia a la que
nos referíamos en la introducción, además de ser algo imprescindible,
puede convertirse en nuestra mejor arma. Con ella se trata de que el alum-
no se acostumbre desde pequeño a luchar por su autonomía y por confi-
gurar su propio futuro, en el que las NTM ocuparían el lugar que los
individuos y grupos sociales de base decidan asignarles.
A lo largo de los siguientes capítulos analizaremos detalladamente en
qué puede consistir esta educación multimedia, entendida como la inte-
gración curricular de las NTM. Por el momento, y como ya habíamos
anticipado, vamos a analizar posibles características de la sociedad futura
para la que debemos educar.
Neil Postman (1992-1994) se refiere a Tecnópolis, la sociedad del futu-
ro, como una tecnocracia totalitaria (pág. 69). Javier Echeverría (1994),
por su parte, con el término Telépolis, define una nueva forma de organi-
zación social, la ciudad a distancia, que, con el uso democrático y libera-
dor de las tecnologías, puede convertirse en una telecracia permanente.
(pág. 171). Partimos del análisis de estas dos posturas extremas para vis-
lumbrar cómo puede ser la sociedad del futuro.
Postman compara las herramientas, la maquinaria y la tecnocracia con
la tecnología. El autor distingue tres tipos de culturas: las que utilizan
herramientas, las tecnocracias y las tecnópolis.
Aunque de los tres tipos de culturas o sociedades podríamos encontrar
algún ejemplo en la actualidad, históricamente hablando, las culturas
basadas en las herramientas comenzaron a desaparecer rápidamente a par-
tir del siglo XVII. Su característica principal en cuanto a los desarrollos tec-
nológicos es que las herramientas no pretenden atacar la dignidad ni la
integridad de la cultura en la que son introducidas, sino que surgen para
resolver problemas de la vida física (como el molino o el arado) o servir al VIVIMOS EN UNA 1 55
SOCIEDAD MULTIMEDIA
mundo simbólico del arte, la política, el mito, el ritual y la religión (como
las utilizadas en la construcción de castillos y catedrales). Las herramien-
tas están integradas en la cultura, la tecnología no es vista como intrusa o
algo con autonomía por sí mismo, sino como algo sometido a algún sis-
tema religioso o social.
En una tecnocracia, sin embargo, las herramientas desempeñan ya una
función central en la imagen del mundo de esa cultura. No están integra-
das sin más en la cultura, sino que pujan por convertirse en cultura,
luchando para ello con la tradición, las costumbres sociales, la política, los
ritos y la religión. «Las modernas tecnocracias de Occidente -citamos
ahora literalmente a Postman- tienen su raíz en el mundo europeo
medieval, del que surgieron tres grandes inventos: el reloj mecánico, que
proporcionó una nueva concepción del tiempo; la imprenta con caracte-
res móviles, que atacó la epistemología de la tradición oral, y el telescopio,
que cuestionó las proposiciones fundamentales de la teología judeocris-
tiana. Cada uno de ellos fue fundamental al crear una nueva relación entre
las herramientas y la cultura» (op. cit., pág. 44). Con la lógica cautela,
Postman ofrece dos fechas donde situar el surgimiento de la primera tec-
nocracia auténtica: a) en la segunda mitad del siglo XVIII en Gran Bretaña,
donde, tras la invención del motor de vapor en 1765, no transcurriría una
década sin alguna invención de una u otra maquinaria importante con la
que se sustituía la mano productora del hombre medieval; b) en 1776,
con la publicación por Adam Smith de El bienestar de las naciones, donde
se justifica la transformación del trabajo a pequeña escala, personalizado
y cualificado en la producción mecanizada, impersonal y a gran escala. En
la tecnocracia, dominada por la fiebre de inventar nuevas máquinas, quie-
nes no eran válidos para esa producción mecanizada, o quienes se mos-
traban críticos con esta idea de «progreso», quienes advertían de la degra-
dación espiritual que traía consigo el progreso industrial, eran relegados a
un segundo plano. La tecnocracia, sin embargo, no destruyó completa-
mente tradiciones del mundo social y religioso como la vida familiar o el
concepto de pecado. Postman explica por qué la tecnocracia no pudo des-
truir la visión del mundo de una cultura de herramientas aclarando que
«la furia del industrialismo era demasiado reciente y, a pesar de todo,
demasiado limitada en su alcance para alterar las necesidades de la vida
interior o para dejar de lado el lenguaje, los recuerdos y las estructuras
sociales de la cultura de herramientas del pasado. Era posible contemplar
las maravillas de una fábrica de algodón mecanizada sin creer que la tra-
dición resultara ya completamente inútil (...) dos visiones del mundo
56 1 VIVIMOS EN UNA enfrentadas -la tecnológica y la tradicional- coexistieron en una ten-
SOCIEDAD MULTIMEDIA
sión inquietante» (págs. 67-68).
Tecnópolis, el tercer tipo de sociedad, supone un paso más en el poder
de la tecnología y la desaparición de una de las dos citadas visiones del
mundo. Como el subtítulo de la obra indica, Tecnópolis supone la rendi-
cién de la cultura a la tecnología. El poder de la eficacia sobre todas las
cosas, la superioridad del cálculo técnico frente al juicio humano, la con-
cepción de los seres humanos como objetos que deben ponerse a disposi-
ción de sus técnicas y tecnologías para el buen funcionamiento de la socie-
dad. Las tecnocracias comparten con las tecnópolis una importancia
creciente de la tecnología que altera la vida de las personas, y exige que
éstas tengan que ser a veces tratadas como máquinas. La diferencia entre
estos dos sistemas es que en Tecnópolis se basa en «Un reduccionismo
absoluto en el que la vida humana debe encontrar su sentido en la maqui-
naria y la técnica» (pág. 74).
Postman advierte del peligro de pasar de las numerosas tecnocracias en
las que vivimos a una tecnópolis como Estados Unidos de América, único
país en que, según el autor, ha surgido ya este tipo de sociedad. Sitúa
Postman los orígenes de Tecnópolis en el pensamiento del filósofo francés
del siglo XIX Aguste Comte, quien, en su afán por construir una ciencia
de la sociedad, fundó tanto el positivismo como la sociología y contribu-
yó a «cosificar» al hombre. La tecnocracia llegó a convertirse en tecnópo-
lis en Norteamérica porque allí se daban lo que Postman considera cuatro
circunstancias favorecedoras:
1.-Identificación de la idea de novedad con la de mejora; 2.-El genio
y la audacia de los capitalistas norteamericanos de fines del siglo XIX y prin-
cipios del XX, que lograron hacer creer a la nación que el futuro no necesi-
taba tener ninguna relación con el pasado; 3.-El éxito de la tecnología en
el siglo XX que proporcionaba unos servicios, comodidad, rapidez, higiene
y abundancia que satisfacían todas las aspiraciones del pueblo norteameri-
cano; 4.-La destrucción paulatina de los antiguos sistemas de creencias en
la existencia de Dios y la importancia del ser humano.
Frente a la tecnocracia totalitaria que supone la Tecnópolis de Postman,
Echeverría (op. cit.) propone la telecracia permanente como sistema de
gobierno para su Telépolis, donde las cuotas de participación de los ciuda-
danos y la democracia directa es superior a la de cualquier otró sistema en
la historia de la humanidad, y todo gracias a. las posibilidades que ofrecen
las nuevas tecnologías de la información y comunicación y al interés de
los telepolitas.
Según el autor español, «la segunda mitad del siglo XX está dando
lugar a la aparición de una nueva forma de coexistencia entre los seres VIVIMOS EN UNA 1 57
SOCIEDAD MULTIMEDIA
humanos, que ya no está basada en la concentración de grandes masas de
población en un territorio más o menos extenso, sino en su dispersión
geográfica. A pesar de esta diseminación territorial, los lazos ciudadanos
van siendo lo suficientemente estrechos como para que se pueda hablar de
una nueva forma de "polis", la ciudad a distancia, la que podemos llamar
"Telépolis" » (pág. 18).
En esta nueva forma de organización social la televisión, la informati-
zación y otras tecnologías audiovisuales permiten a los grupos de poder
(empresariales, religiosos, políticos, etc.) una intervención continua sobre
los telepolitas, pero, en la medida en que las tecnologías multimedia sean
interactivas y la comunicación bidireccional, «los ciudadanos también
podríamos hacernos presentes ante los poderosos cotidianamente y en
todo momento» (pág. 173).
Arterton (1989) se plantea si las nuevas tecnologías de la comunica-
ción transformarán la participación ciudadana en la política, y, tras anali-
zar 13 proyectos de «teledemocracia», concluye que no es probable que
ocurran grandes cambios en la política, aunque las NN. TT. puedan
mejorar en ciertos aspectos la participación ciudadana (págs. 438-450).
Echeverría, con una visión bastante optimista, aboga por un uso acti-
vo de las tecnologías de la comunicación en una telecracia de abajo arriba
donde no nos limitemos a ser receptores de los medios, sino que aprove-
chemos su capacidad de interconectar a las personas para lograr un siste-
ma social que integre la mayor pluralidad posible de diferencias (de reli-
gión, sexo, lengua, ideología, etc.). Puede no ser posible conseguir esta
situación ideal, pero habrá que «orientar Telépolis en esta dirección y no
hacia la Telépolis Imperial (...) de arriba abajo» (pág. 179). En una obra
posterior de temática superior, Echeverría (1995) finaliza diciendo que
«este proceso de transformación no ha hecho más que empezar, y que, en
la medida en que Telépolis tienda a ser efectivamente una ciudad, y no un
Imperio ni un Estado» (con características similares a las tecnocracias tota-
litarias de Postman), «está garantizada la propagación de una nueva
variante de humanidad: los cosmopolitas domésticos».
Echeverría en este segundo ensayo trata de mostrar cómo la revolución
doméstica de los cosmopolitas contribuye a cambiar profundamente el
mundo, que los ciudadanos actuales, gracias a las redes de comunicación,
tenemos mayores posibilidades de acción que nuestros antecesores, que
podemos incluso, desde nuestras telecasas, evitar o provocar una guerra.
No se refiere el autor vasco a los intereses de los gobernantes y grupos de
poder con respecto a las redes de comunicaciones y a la necesidad, sentí-
58 1 VIVIMOS EN UNA da por ellos, de limitar su accesibilidad y libertad de expresión. Ante los
SOCIEDAD MULTIMEDIA
intentos de establecer censura en Internet, a los que ya nos referíamos en
el capítulo 1, surgen grupos de telepolitas o cibernautas que, en defensa de
su libertad y cultura, exigen a sus gobernantes no recurrir a medidas «pro-
tectoras»: «Rechazamos categóricamente este tipo de liderazgo. Los líderes
de la sociedad digital deben de convencernos de lo que está bien, y no
simplemente prohibir sin más lo que podría estar mal. Deben de entender
que la tecnología no es simplemente una forma de producir cosas, sino
también una forma de crear cultura, y una creación cultural en sí misma,
algo de lo que todos somos responsables» (VV. AA., 1996, pág. 44).
Como fácilmente puede deducirse a través de los modelos expuestos,
las NTM pueden contribuir a mejorar la sociedad o a incrementar las
diferencias injustas entre los pueblos del mismo modo que pueden servir-
nos para favorecer un desarrollo libre y autónomo de la persona, pueden
ser utilizadas para convertirla en una pieza más de un engranaje social
automatizado y controlado por unos pocos. Sobre qué puede pasar en un
futuro más o menos próximo hay opiniones para todos los gustos debido
-como señalan Elnadi y Rifaat (1995)- a la lógica «relatividad de los
puntos de vista, que difieren según se encuentre uno en Occidente, en el
Este o en el Sur; se sitúe del lado de las potencias productoras de tecno-
logías avanzadas, emisoras de conocimientos, informaciones y programas
de recreo, o del lado de las regiones que sólo pueden recibir lo que las
demás emiten; y que también difieren según se haga hincapié en la liber-
tad de expresión o en la libertad de comercio, la recepción responsable del
ciudadano o la recepción pasiva del consumidor, la apertura a una cultu-
ra global o la defensa de una cultura en particular».
En el Anexo de Actividades proponemos un ejercicio de reflexión, o
una propuesta de trabajo en grupo, según el caso en el que estéis utilizan-
do este libro, sobre la influencia de las NTM. (Actividad 1: NTM. ¿Y tú
qué opinas!)
La principal cuestión que nos ocupa es hasta qué punto las NTM en
la sociedad futura van a cumplir la función de opresoras en manos de unos
pocos o de liberadoras en manos de algunos más.
Recomendamos partir de la ambivalencia de cualquier desarrollo tec-
nológico y la responsabilidad que como personas y grupos sociales tene-
mos ante el futuro. No podemos hablar de la bondad o maldad de la tec-
nología en abstracto, sino de las aplicaciones que las personas o grupos
sociales les asignan, del tipo de sociedad en el que se desarrollan. El filó-
sofo y psiquiatra Félix Guattari anteriormente citado también así nos lo
dice cuando adara que la «evolución de la máquina no puede juzgarse ni
positiva ni negativamente; todo depende de lo que será su engarce con los VIVIMOS EN UNA 1 59
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condicionantes colectivos de enunciación. Lo mejor es la creación, la
invención de nuevos universos de referencia; lo peor es la "massmediati-
zación" embrutecedora a la que hoy están condenados miles de millones
de individuos. Las evoluciones tecnológicas, conjugadas con experimen-
tos sociales, de estos nuevos campos, quizá sean susceptibles de hacernos
salir del actual período opresivo y de permitirnos la entrada en una era
posmediática caracterizada por una reapropiación y una resingularización
de la utilización de los medios» (en Mattelart, 1994-1995, pág. 377.)
Tras la reflexión sobre el papel de las NTM en la sociedad del futuro,
procede una segunda pregunta más cercana ya al compromiso: ¿qué fun-
ción nos corresponde como educadores para conseguir una reapropiación
y resinguiarización de los medios que les convierta en agentes educativos y
recursos didácticos en consonancia con nuestros objetivos?

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